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Arquidiócesis de Monterrey Vicaría de Pastoral Ciclo de Conferencias por inicio del Año de la Fe Auditorio Juan Pablo II15-19 de Octubre de 2012 Monterrey, N.L. México PRESENTACIÓN La semana del 15 al 19 de octubre del año 2012, se llevó a cabo una serie de conferencias en el Aula Juan Pablo II de la Curia Arzobispal, y en el Claustro de la Catedral. La convocatoria surgió por el inicio del Año de la Fe, desde el 11 de ese mismo mes. Se invitó a toda la comunidad arquidiocesana a reflexionar en torno a lo temas que nos acompañarán este año, en especial, el Concilio Ecuménico Vaticano II, que cumple 50 años de haber sido promulgado. Te ofrecemos en este Material no sólo las conferencias de esa semana, sino también algunas dinámicas que, espero, puedan servir para que en las parroquias y comunidades podamos apoyar la vivencia de este Año de la Fe. Agradezco a las personas que colaboraron en la realización de este proyecto, y confío en que nos ayudará para iniciar también, con renovados bríos, esta etapa de nuestro caminar como Iglesia Arquidiocesana, bajo la guía de nuestro nuevo Pastor, Mons. Rogelio Cabrera López. Que Dios Nuestro Señor nos siga bendiciendo, y la Virgen del Roble continúe cubriéndonos con su manto. Pbro. José Francisco Gómez Hinojosa Secretario Ejecutivo de la Vicaría de Pastoral 1 Índice Tema Pág. Concilio Ecuménico Vaticano II (Visión General) 50 años después Mons. Emigdio Alberto Villarreal Bacco 3 Constitución Dogmática Lumen Gentium Pbro. Héctor Mario Pérez Villarreal Constitución Pastoral Gaudium et Spes Pbro. Óscar Efraín Tamez Villarreal Dei Verbum, la Revelación en un horizonte cristológico Pbro. Carlos Alberto Santos García Sacrosanctum Concilium: Perspectivas y Alcances Pbro. Luis Eugenio Castillo Leal 7 17 28 35 Impacto del Concilio Vaticano II en América Latina (Medellín, Puebla, Santo Domingo, Aparecida) Pbro. Luis Eduardo Villarreal Ríos 43 Visión General del Catecismo de la Iglesia Católica (20 años después) Pbro. Modesto Mario Rodríguez Moya 54 La Nueva Evangelización para la Transmisión de la Fe Cristiana Pbro. Marco Polo Ríos Valtierra 58 Carta Apostólica –Motu Proprio- Porta Fidei Pbro. Gerardo Ma. Mayela González Farías 66 El Concilio Vaticano II en la Pastoral de la Arquidiócesis Pbro. Juan Armando Pérez Talamantes 71 Apéndice: Dinámicas y Materiales 77 2 Mons. Emigdio Alberto Villarreal Bacco Lista de Concilios Ecuménicos: Nombre del Concilio Nicea I Constantinopla I Éfeso Calcedonia Constantinopla II Constantinopla III Nicea II Constantinopla IV Letrán I Letrán II Letrán III Letrán IV Lyon I Lyon II Viena Constanza Basilea-Ferrara-Florencia Letrán V Trento Vaticano I Vaticano II Año (s) 325 381 431 451 553 680-681 787 869-870 1123-1124 1139 1179 1215 1245 1274 1311-1312 1417 1431-1445 1512 1545-1563 1869-1870 1962-1965 Correspondencia Nemotécnica Ni Co E Ca Co Co Ni Co Le Le Le Le Ly Ly Vi Co Ba Le Tre Va Va Para memorizar: Ni-Co-E-Ca /Co-Co-Ni-Co/Le-Le-Le-Le/Ly-Ly-Vi-Co/Ba-Le-Tre-Va-Va Concilios Ecuménicos (Tomado de www.corazones.org) La Iglesia ha tenido 21 Concilios Ecuménicos, sin contar el de los Apóstoles en Jerusalén. 1- Concilio de Nicea (año 325). Convocado por la autoridad del Papa San Silvestre y bajo la ejecutoria del mismo emperador Constantino. Este Concilio condenó la herejía de Arrio que negaba la divinidad de Jesucristo y su consustancialidad con el Padre (Homoousios) Formuló el "símbolo niceno" o Credo. ««Creemos en un solo Dios Padre omnipotente... y en un solo Señor Jesucristo Hijo de Dios, nacido unigénito del Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no hecho, consustancial al Padre...»» (Denzinger - Dz 54). 3 2- Concilio Primero de Constantinopla (año 381). En tiempo del Papa San Dámaso, se ocupó de las herejías de los mecedonianos, eunomianos o anomeos. Se perfeccionó el símbolo niceno; por esto lo llamamos el credo “niceno-constantinopolitano”. 3- Concilio de Éfeso (año 431). Convocado por el Papa San Celestino I y presidido por el Patriarca Cirilo de Alejandría, ese Concilio condenó la herejía cristológica y mariológica de Nestorio y proclamó la maternidad divina de María. La Theotokos. El símbolo de Éfeso precisa que las dos naturalezas, humana y divina de Cristo, están unidas sin confusión y por lo tanto María es verdaderamente “Madre de Dios”. 4- Concilio de Calcedonia (año 451). Bajo la autoridad del Papa San León I el Magno, este Concilio trató de las herejías de quienes negaban a Jesucristo las naturaleza divina o la humana o las confundían. (Nestorianismo). 5- Concilio Segundo de Constantinopla (año 553). Convocado por la autoridad del Papa Virgilio, condenó la herejía de los "tres capítulos", confirmando la doctrina de los concilios anteriores sobre la Trinidad, la divinidad de Jesucristo y maternidad divina de María. Condenó el Monofisismo. 6- Concilio Tercero de Constantinopla (del año 680-681). Con el Papa San Agatón, condenó solemnemente la herejía de quienes admitían en Cristo una sola voluntad (Monotelitas). 7- Concilio Segundo de Nicea (año 787). Este Concilio, convocado por la autoridad del Papa Adriano I, afrontó la doctrina de los iconoclastas y definió la legitimidad del culto a las imágenes sagradas. 8- Concilio Cuarto de Constantinopla. Convocado por el Papa Adriano II en el año 869 duró hasta el siguiente y tuvo como principal tema la condenación del patriarca Focio, autor del cisma oriental. 9- Concilio Primero de Letrán (del año 1123-1124). Convocado por el Papa Calixto II, fue muy accidentado por lo que duró hasta el siguiente año. Celebrado en el tiempo de la lucha de las investiduras, se ocupó de ellas, lo mismo que de la simonía, el celibato y el incesto. 10- Concilio Segundo de Letrán (año 1139). Este Concilio convocado por el Papa Inocencio II, afrontó el delicado asunto de los falsos pontífices, de la simonía, la usura, las falsas penitencias y los falsos sacramentos. 11- Concilio Tercero de Letrán (año 1179). Bajo el Sumo Pontífice Alejandro III, se ocupó nuevamente de condenar la simonía. 12- Concilio Cuarto de Letrán (año 1215). Bajo la autoridad del Papa Inocencio III, este Concilio condenó las herejías de los Albingenses, del Abad Joaquín de Fiori, los Valdenses. 4 13- Concilio Primero de Lyon (año 1245). Este Concilio en realidad no abordó asuntos dogmáticos, sino problemas morales y disciplinares de la Iglesia. 14- Concilio Segundo de Lyon (año 1274) Convocado por el Papa Gregorio X, trató de unificar la Iglesia griega, separada de Roma desde el cisma oriental. 15- Concilio de Viena (1311-1312). Este Concilio, convocado por Clemente V, se ocupó de los errores de los begardos y beguinas, de Pedro Juan Olivi. Abolió la orden de los Templarios. 16- Concilio de Costanza (año 1417). Fue convocado por el Papa Martín V, sólo se clausuró cuatro años después. Condenó los errores de Wicleff, Juan Hus, etc. Se ocupó también de los asuntos provocados por el cisma de Occidente. 17- Concilio de Florencia (1431). Convocado por Eugenio IV, duró hasta 1445. Logró la unión de los armenos y jacobitas con la Iglesia de Roma. 18- Concilio Quinto de Letrán (año 1512). Convocado por León X, tuvo como tema central la reforma de la Iglesia. 19- Concilio de Trento (año 1545-1563). Este Concilio fue inicialmente convocado por Pablo III para tratar el problema de la escisión de la Iglesia por la reforma protestante. Se ocupó de innumerables temas doctrinales, morales, disciplinares, de acuerdo con la problemática presentada por el protestantismo. El Decreto sobre el pecado original, el de los Sacramentos, el de la Eucaristía, el Canon de la Sagradas Escrituras, etc., son entre otros, los más sobresalientes, amén de infinidad de disposiciones disciplinares. 20- Concilio Vaticano Primero. Convocado por el Papa Pío IX en 1869, sesionó hasta Septiembre de 1870, cuando hubo de interrumpirse por la toma de Roma por las tropas de Garibaldi, el 20 de Septiembre. Este Concilio afrontó los temas fundamentales de la fe y constitución de la Iglesia. Como definiciones más famosas, se encuentran la potestad del Romano Pontífice y su infalibilidad cuando habla "ex cathedra". 21- Concilio Vaticano II (1962-1965) Convocado por Juan XXIII, quien lo anunció desde Enero de 1959, tuvo cuatro sesiones, la primera de las cuales presidió, en el otoño de 1962, el mismo Juan XXIII, quien falleció el 3 de Junio de 1963. Las otras tres etapas fueron convocadas y presididas por su sucesor, el Pontífice Pablo VI. 5 El Papa Juan XXIII, con una humildad y sencillez extraordinaria, refiriéndose a aquel 25 de enero de 1959, dijo: “cuando, no sin divina inspiración, convocamos el Concilio…”se refería al acontecimiento eclesiástico más importante del s. XX. Apenas si tres meses antes, a los 78 años de edad, había sido elegido Sumo Pontífice. Esta fue la aventura de la Iglesia, abrir sus ventanas para que entrara aire fresco, y se pusiera al día, el famoso “aggionamento”. Después de los preparativos para la magna asamblea, determinó el Papa que, recordando el 11 de octubre de 1962, la fiesta de la Maternidad divina de María, proclamada en el Concilio de Éfeso en 431, diera inicio el Concilio con más de 2200 obispos de toda la Iglesia. Esa noche, de los diversos puntos de Roma, confluyeron hacia la Plaza de la Basílica de San Pedro, en número de 100,000, fieles llevando antorchas, recordando una marcha similar a la proclamación, en Éfeso, de la maternidad divina de María. El Papa regresaba ya a sus habitaciones, después de un día pesado, y su secretario particular, Mons. Loris Capovilla, actualmente de 97 años, invitó al Papa a asomarse al balcón. El Papa aceptó, indicándole a su secretario que no pensaba hablar. Sin embargo, dirigió unas palabras hermosísimas, que pueden consultarse en la edición en español de L’Osservatore Romano, N° 43, del 20 al 26 de octubre de 2012, pág. 9. Entresaco algunas palabras: “Querido hijos, oigo vuestras voces. La mía es una sola voz pero resume la voz del mundo entero. … Mi persona no cuenta nada: es un hermano quien habla a vosotros, un hermano que se ha convertido en padre por voluntad de nuestro Señor. Pero todo junto, paternidad y fraternidad, es gracia de Dios. … De vuelta a casa encontraréis a los niños; dadles una caricia y decid: ésta es la caricia del Papa. Hallaréis tal vez alguna lágrima que enjugar. Tened hacia quien sufre una palabra de consuelo. Que los afligidos sepan que el Papa está con sus hijos especialmente en las horas de la tristeza y de la amargura”. La marcha de antorchas, la luna, la Basílica de San Pedro, la ventana del Papa y sobretodo su voz, a los 82 años, tuvieron una fuerza extraordinaria. (En internet es conocido como “El discurso de la luna, Juan XXXIII, 11 de Octubre de 1962). Termina Mons. Capovilla diciéndonos que el Papa se retiró a sus habitaciones muy cansado pero repitiendo siempre: “Todo es gracia”. El Concilio fue verdaderamente una gracia de Dios. Al Papa Juan solamente le correspondió convocarlo y presidir el primer período del verano del 62. A su sucesor, el Papa Pablo VI, le correspondería en el mes de Junio del 63, reconvocar el Concilio y presidir los tres períodos estivos siguientes del 63, 64 y 65. Y una vez concluido el Concilio, al Papa Pablo VI, también le correspondió la labor ingente de aplicar las decisiones conciliares. 6 Constitución Dogmática Lumen Gentium Pbro. Héctor Mario Pérez Villarreal CONTEXTO HISTÓRICO Cómo se preparó el documento En enero de 1959, a dos meses de haber sido nombrado sucesor de Pedro, el Papa Juan XXIII anuncia su voluntad de realizar un nuevo Concilio. Después de la sorpresa de que un Papa tan grande, 77 años, convocara un concilio, se formaron comisiones necesarias para empezar a organizar el Concilio. Para comprender qué temas debería tratar el Concilio, se hizo una consulta a todos los obispos del mundo, universidades católicas y Congregaciones Romanas. ¡De esta consulta hubo casi nueve mil proposiciones sobre cuestiones de la Iglesia! De las 8972 proposiciones se elaboraron 74 esquemas que se tendrían que discutir en el Concilio. De los 74 esquemas, finalmente prosperaron 16. Todos los esquemas tienen qué ver con la vida de la Iglesia: La Sagrada Escritura, la Liturgia, su relación con el mundo, su relación con las religiones orientales, la vida consagrada, los laicos, etc. Sin embargo, se dedicó una Constitución a hablar específicamente sobre la naturaleza de la Iglesia: “Iglesia qué dices de ti misma” sentenciaría el Cardenal Montini en una de las sesiones en que se discutía el esquema de la Iglesia (posteriormente fue Pablo VI). El esquema sobre la Iglesia propuesto a los padres conciliares, en la primera reunión de 1962, se discutió en seis sesiones continuas (diciembre uno al siete). En esta discusión setenta y seis obispos hablaron y al final concluyeron que se tenía que volver a redactar el documento para hacerlo más cercano al espíritu del concilio, que quería mostrar una Iglesia servicial, misionera, abierta al ecumenismo, reconciliadora. Se necesitaron dos proyectos más para que se pudiera llegar al documento que hoy conocemos. En un primer proyecto se habían propuesto cuatro capítulos: Misterio de la Iglesia, estructura jerárquica, los seglares y vocación a la santidad. Antes de las discusiones de las sesiones de 1963 se desglosaron dos capítulos más: Pueblo de Dios y Vida Consagrada. Finalmente, después de los comentarios de los padres, en la sesión de 1963 se agregaron dos capítulos más: carácter escatológico y la Virgen María. Así, con los ocho capítulos que hoy la conocemos, fue en noviembre 18 de 1964, que fue aprobada la Constitución dogmática actual. 7 Opciones eclesiológicas que marcaron el documento El tema central “La Iglesia” Lumen Gentium es sin duda el documento central del Concilio Vaticano II. El 4 de diciembre de 1962 el cardenal Suenens propuso en el aula conciliar que el Vaticano II fuese un concilio de Ecclesia, con dos partes: ad intra (naturaleza de la Iglesia) y ad extra (Iglesia en el mundo) Se impone un triple diálogo de la Iglesia: con sus fieles, con los hermanos no unidos y con el mundo. El cardenal Montini, se adhirió a la propuesta del cardenal Suenens, al indicar que “el tema unitario y comprensivo de este Concilio fuese la Iglesia”. De la condenación al diálogo La Iglesia necesitaba “abrir sus ventanas” y dejar que el Espíritu Santo entrara a renovar toda su vida. Es la actitud de aggiornamento que Juan XXIII exigirá a todo el trabajo conciliar o La Iglesia asiste en nuestros días a una grave crisis de la humanidad, que traerá consigo profundas mutaciones. Un orden nuevo se está gestando, y la Iglesia tiene ante sí misiones inmensas [...] porque lo que se exige hoy de la Iglesia es que infunda en las venas de la humanidad actual la virtud perenne, vital y divina del Evangelio. (Humanae salutis) Sobre las doctrinas erróneas el Papa había comentado: o A estos errores la Iglesia se ha opuesto siempre, los ha condenado frecuentemente … Por lo que atañe a la hora presente la esposa de Cristo prefiere emplear el remedio de la misericordia antes que usar las armas de la severidad: cree que, en vez de condenar, hay que proveer a las actuales necesidades mostrando mejor el valor de la doctrina. Descentralización eclesial: Cristo es la Luz de la Gentes (Lumen Gentium) Se insiste en una iglesia “comunidad espiritual” más que “sociedad perfecta” o Ayer la Iglesia era considerada sobre todo como institución; hoy la vemos mucho más claramente como comunión. o Ayer se veía, sobre todo, al Papa; hoy estamos en presencia del obispo unido al Papa. o Ayer se consideraba al obispo solo; hoy a los obispos en Colegio. o Ayer la teología afirmaba el valor de la jerarquía; hoy descubre el pueblo de Dios. o Ayer la teología ponía en primera línea lo que separa; hoy lo que une 8 DOCTRINA FUNDAMENTAL Opciones que marcaron la eclesiología de Lumen Gentium Misterio de Comunión El Punto de partida para comprender el misterio de la Iglesia el documento nos lo comparte en sus primeras líneas: “La Iglesia es como un Sacramento o un signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano.” LG 1 La clave para comprender estas líneas está en la palabra: “unidad”. Dios, en su infinita bondad y libertad ha querido que toda su creación viva en una íntima comunión con El y entre sí. Para ello, elevó al hombre a la participación de la vida divina, y ante el pecado, envió a su Hijo, Jesucristo para restablecer esta comunión. Por eso, “desde la eternidad, los conoció y los predestinó a ser conformes a la imagen de su Hijo”, para que unidos a Jesucristo pudiéramos ser Uno con Dios y entre los hombres. Esta misión del Hijo, de unirnos a todos al Padre para que éste Reine en todos los corazones y en la historia del hombre, la Iglesia la ha continuado a lo largo de los siglos. Por eso, la Iglesia necesita caminar íntimamente unida a su Cabeza, que es Cristo, y procurar la comunión de sus miembros que somos su Cuerpo. Es esta misión de Comunión la que da sentido a toda nuestra existencia como Iglesia. El Espíritu Santo es el que hace posible que la Iglesia continúe la Misión de Comunión iniciada por Cristo. Es Él quien “conduce la Iglesia hacia la verdad, la une en la comunión y el servicio, la construye y dirige con diversos dones jerárquicos y carismáticos y la adorna con sus frutos” (LG 4) (cf. Ef 4,11-12; 1 Cor 12,4). “Así toda la Iglesia aparece como el pueblo unido por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (LG 4). El documento conciliar tendrá varios temas sobresalientes, pero todos estos temas serán bajo la luz de la vocación última de la Iglesia: “ser sacramento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano” (LG 1) o “sacramento universal de salvación (LG 48) como lo establece también el documento. ¿Cómo implementar esta Misión de comunión? Lumen Gentium nos propone tres experiencias teológicas para comprender la misión de la Iglesia: Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu1. Muchas 1 “La Iglesia ora y trabaja al mismo tiempo para que la totalidad del mundo se transforme en Pueblo de Dios, Cuerpo del Señor y Templo del Espíritu y para que en Cristo, Cabeza de todos, se dé todo honor y toda gloria al Creador y Padre de todos.” LG 17 9 ocasiones la reflexión posterior al Concilio ha intentado privilegiar alguna de estas tres experiencias, desfigurando la eclesiología reflejada en la totalidad del documento conciliar. Es importante que comprendamos cómo se integran estas tres experiencias para poder asumir la propuesta conciliar en nuestra Iglesia. En seguida profundizaremos en estas tres experiencias. Pueblo de Dios “Quiso Dios santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados, sin conexión entre sí, sino hacer de ellos un pueblo para que le conociera de verdad y le sirviera con una vida santa.” (LG 9) Así vemos que hemos sido constituidos como Pueblo de Dios, no por una cuestión práctica o eficientista, ni tampoco por cuestiones sociales; hemos de vivirnos como Pueblo por una razón teológica: realizar la voluntad de Dios en este mundo. Por eso somos el Pueblo “de Dios”, porque pertenecemos a Él, pues nos ha comprado con su Sangre. Por ello, nos señala el concilio, “nuestra identidad está en vivirnos como hijos de Dios en cuyos corazones habita el Espíritu Santo; nuestra ley es el amor como Cristo nos amó; y nuestro destino es el Reino de Dios” (LG 9). Al vivirnos así nos convertimos “en un germen firmísimo de unidad y de salvación para todo el género humano, pues Cristo hizo de este pueblo una comunión de vida, de amor y de unidad” (LG 9). Al utilizar esta categoría para definir la identidad de la Iglesia, el Concilio rompió con la tendencia de la teología a describir la Iglesia como una sociedad jerárquica de desiguales, donde había miembros “de primera y de segunda”; y fundamentó su teología de la Iglesia en este concepto histórico y comunitario que, ahondando los lazos con el pueblo judío y con los doce Apóstoles, permite comprender que primero somos pueblo y como pueblo poseemos una misma dignidad: la de ser hijos en el Hijo. A este pueblo escogido, Cristo, le ha dado un carácter sacerdotal para que todos, como bautizados, “nos ofrezcamos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios.” (LG 10) Por este motivo, todos estamos comprometidos a realizar la función sacerdotal en la Iglesia, no podemos dejar la responsabilidad sólo en los ministros consagrados, pues nos recuerda el Concilio: “el sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial están ordenados el uno al otro; ambos, en efecto, participan, cada uno a su manera, del único sacerdocio de Cristo” (LG 10). Su diferencia, esencial y no sólo de grado, no debe llevarnos a olvidar que el compromiso de ser el Pueblo de Dios es de todos los bautizados. Los padres conciliares nos invitan a comprender que la Iglesia va caminando por la historia buscando construir en medio de todos los pueblos el reino de Dios. “Todos los hombres están llamados a la unidad católica del Pueblo de Dios” (LG 13). El concilio, en un acto de apertura a todos los hombres, los invita a sentirse invitados a esta unidad universal, 10 camino seguro de paz, a la que “pertenecen de diversas maneras o a ella están destinados los católicos, los demás cristianos e incluso todos los hombres en general llamados a la salvación” (LG 13). De esta manera, el concilio expresa su convicción de que, como pueblo de Dios, tenemos una vocación universal a la comunión. No hemos sido escogidos por Dios para excluir, para señalar y menos para condenar. Anunciar la salvación querida por Dios para todos los pueblos es nuestra misión. Cuerpo de Cristo El rostro o la identidad de este Pueblo escogido por Dios nos la da Cristo. Como Pueblo recibimos la herencia de aquel pueblo al que se le dieron la Alianza y las Promesas y del que nació Cristo en la carne, el pueblo judío. Sin embargo, como Nuevo Pueblo de Dios poseemos un distintivo, un rostro concreto, una esencia que nos distingue radicalmente, Jesucristo nuestro Señor. Por la Eucaristía somos íntimamente unidos a Cristo y por el Espíritu Santo transformados en su Cuerpo (LG 7). Así, constituidos en el Cuerpo de Cristo por el Espíritu, la Iglesia es continuadora la Misión del Hijo. Esta misión consiste en hacer presente el Reino de Dios, identificándonos con Cristo en su muerte y Resurrección hasta que reinemos con El. Por eso, no puede haber miembros de la Iglesia que no se sientan responsables de instaurar los valores del Reino en su vida y en la sociedad que les rodea. Para cumplir esta misión Cristo nos ha regalado su Espíritu, el cual suscita diversos dones, dentro de los cuales destaca el ministerio de los Apóstoles, que disciernen y guían al Cuerpo de Cristo. Cada miembro del pueblo de Dios, unido a Cristo como su Cuerpo, posee dones y carismas que debe poner al servicio de los hombres. Nadie puede usar sus carismas para sí; nadie puede usar sus carismas y funciones para otra cosa que no sea instaurar el Reino de Dios. El discernimiento de estos dones les corresponde directamente a los pastores, que son sacramento de Cristo Cabeza y Buen Pastor. Esta misión la Iglesia la cumple sabiéndose organismo visible, encarnado en la historia, y comunidad espiritual, que tiene su patria en el cielo. Por eso “la sociedad dotada de órganos jerárquicos y el Cuerpo Místico de Cristo, el grupo visible y la comunidad espiritual, la Iglesia de la tierra y la Iglesia llena de bienes del cielo, son una sola realidad.” (LG 8) Vivir esto es perpetuar el misterio del Verbo encarnado, sin embargo, a muchos les cuesta comprender esta doble naturaleza de la Iglesia, terrestre y celeste, necesitada de purificación y santa. Por eso los padres conciliares nos señalan que “la Iglesia, abrazando en su seno a los pecadores, es a la vez santa y siempre necesitada de purificación, y busca sin cesar la conversión y la renovación”. De tal manera, que en nuestro camino al Padre, hemos de aprender a caminar con paciencia, caridad y 11 misericordia, aspirando siempre a la santidad, pero sabiendo que seguimos siendo una comunidad necesitada de purificación. Templo del Espíritu ¿Pudo haber realizado su obra el Hijo sin el Espíritu? Jamás. Es el Espíritu Santo quien hizo posible la obra del Hijo, descendiendo sobre María en la Encarnación, guiando a Jesús por su ministerio y glorificando al Hijo en la Resurrección. Este mismo Espíritu que santificó al Hijo, “fue enviado a la Iglesia el día de Pentecostés para santificarla y hacer posible que los creyentes se unieran al Padre a través de Cristo en el mismo Espíritu” (LG 4). Lumen Gentium no dedica un número específico al tema de la Iglesia como Templo del Espíritu, sin embargo, a lo largo de toda su redacción menciona la obra del Espíritu Santo como aquel que: Consagra a los bautizados (LG 10), unifica a los fieles en un solo Cuerpo de Cristo (LG 13), habita en los corazones de los fieles (LG 9), distribuye los diversos dones para el bien de la Iglesia (LG 7,12), hace posible su renovación (LG 9), suscita y sostiene el sentido de la fe que guía a la Iglesia (LG 12), santifica y dirige al Pueblo de Dios (LG 12), suscita el deseo de comunión entre todos los cristianos (LG 15), trasmite el ministerio apostólico por la imposición de las manos (LG 21), consagra las obras de los laicos en “hostias espirituales” (LG 34), y santifica a la Iglesia con sus frutos (LG 39). Estas son algunas entre muchas manifestaciones más de su presencia. Estas manifestaciones del Espíritu que se derraman gratuitamente sobre todos los miembros del Pueblo de Dios permiten a los padres conciliares hablar de la Santidad como una vocación universal en la Iglesia. Todos estamos llamados a ser santos, así lo establecen los padres conciliares: “todos los cristianos, de cualquier estado o condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección del amor.” Esta es una novedad, pues por muchos años, la teología de la Iglesia había “reservado” el llamado de la santidad a la vida consagrada. Sin embargo, todavía nos falta mucho para comprender que esta santidad no se centra en la perfección de las virtudes, sino más bien, en el abandono de nuestras vidas en Dios y el seguimiento de Cristo. “Esta perfección la lograrán siguiendo las huellas de Cristo, haciéndose conformes a su Imagen y siendo obedientes en todo a la voluntad del 12 Padre”. (LG 40) Por eso, la vocación a la santidad no nos saca de este mundo, sino que nos encarna en él, con el Espíritu de Cristo, para vivir “un estilo de vida más humano” (LG 40). Así, todos estamos llamados a la santidad: los obispos, los presbíteros, los diáconos, los laicos, la vida consagrada, los matrimonios, los jóvenes; cada uno, según su vocación, está llamado a seguir a Cristo, Siervo y obediente al Padre. “Todos los cristianos, por tanto en sus condiciones de vida trabajo y circunstancia, serán cada vez más santos a través de todo ello si todo lo reciben con fe de manos del Padre del cielo y colaboran con la voluntad de Dios, manifestando a todos el amor con el que el Padre los amó”. (LG 41) Otros temas importantes Siempre guiados por el tema de la comunión, los padres conciliares abordaron temas de suma importancia para la Iglesia. En ellos se obtuvieron definiciones muy importantes que han ayudado a transformar el rostro de la Iglesia en los últimos cincuenta años. Sin embargo, estas definiciones permanecen todavía una tarea inconclusa que tiene que ser retomada, asumida y vivida para que la Iglesia querida por los padres conciliares adquiera un rostro más fiel a su vocación primera. La colegialidad de los obispos, su relación con el Papa y el carácter sacramental del episcopado (LG Cap. III). La declaración sobre la infalibilidad papal decretada en el Concilio Vaticano I en 1870 dejaba pendiente la definición del carácter episcopal del resto de los obispos. Había quedado claro la vocación del Papa, como sucesor de Pedro, a ser “el principio y fundamento, perpetuo y visible, de la unidad de la fe y de la comunión”. Sin embargo, había quienes querían definir a los obispos como “vicarios del Papa” y otros que defendían el carácter independiente de cada obispo como sucesor de los Apóstoles. Los padres conciliares, después de largas discusiones, establece que, “todo obispo hace las veces del mismo Cristo, Maestro, Pastor y Sacerdote, y actúa en su persona; este carácter lo recibe en plenitud por el sacramento del Orden, y sólo lo puede ejercer estando en comunión jerárquica con la Cabeza y con los miembros del Colegio episcopal” (LG 21). De tal manera que el Colegio episcopal, conformado por obispos de todo el mundo, y presididos por el Romano pontífice como su Cabeza, expresan la diversidad y la unidad de la Iglesia. Se establece claramente que este colegio no puede actuar en contra o sin el sucesor de Pedro y que el Papa, posee potestad plena, suprema y universal, que puede ejercer con total libertad (LG 22). La identidad y vocación del laico tiene su fuente en el bautismo 13 Por muchos siglos se establecía la definición de laico como aquel que no pertenece a la jerarquía; y su vocación consistía en ser colaborador en las tareas de los pastores. Sin embargo, en el Concilio Vaticano II se alcanza la descripción de la identidad del laico de manera mucho más positiva, además de definir su vocación desde su compromiso bautismal y no desde las tareas del pastor. Para los padres conciliares, los laicos son “los cristianos que están incorporados a Cristo por el bautismo, que forman el Pueblo de Dios y que participan de las funciones de Cristo: Sacerdote, Profeta y Rey. Ellos realizan, según su condición, la misión del todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo. El carácter secular es lo propio y peculiar de los laicos. Los laicos tienen como vocación propia el buscar el Reino de Dios ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas según Dios… A ellos de manera especial les corresponde iluminar y ordenar todas las realidades temporales, a las que están estrechamente unidos, de tal manera que éstas lleguen a ser según Cristo, se desarrollen y sean para alabanza del Creador y Redentor”. (31) Sobre el carácter sacerdotal del laico, el Concilio expresa esta bellísima definición: “los laicos, ofrecen un culto espiritual para gloria de Dios y salvación de los hombres… En efecto, todas sus obras, oraciones, tareas apostólicas, vida conyugal y familiar, el trabajo diario, el descanso espiritual y corporal, si se realizan en el Espíritu, incluso las molestias de la vida, si se llevan con paciencia, todo ello se convierte en sacrificios espirituales agradables a Dios por Jesucristo, que se ofrecen a Dios Padre en la Eucaristía. De esta manera, los laicos, consagran el mundo a Dios.” (34) La presencia de “elementos de santificación y verdad” fuera de la estructura visible de la Iglesia Católica (LG 8) Cuando el documento habla sobre la realidad visible y espiritual de la Iglesia como Cuerpo de Cristo, reitera la identidad de la Iglesia de Cristo con la Iglesia Católica; sin embargo, abre su visión sobre la presencia de elementos de santificación y verdad fuera de esta estructura visible que llamamos Iglesia Católica. Esta apertura se da al reconocer que la presencia del Espíritu Santo está más allá de la Iglesia y que existen comunidades cristianas en las que hay presencia de Cristo y de su Espíritu. Es interesante este tema porque durante el Concilio Vaticano II fueron invitadas muchas iglesia cristianas y orientales a participar en las asambleas. Aunque en el aula principal no podían hablar, sí lo podían hacer en las reuniones informales y en los simposios que continuamente se sostenían para iluminar la reflexión de los padres del Concilio. De esta manera, los padres conciliares, dieron un paso hacia la comunión con las iglesias Protestantes y Ortodoxas. 14 La vocación escatológica de la Iglesia que no construye un reino que se limite a este mundo, sino que es germen y principio de un reino que llegará a su plenitud al final de los tiempos (LG 5). Por varios siglos, la iglesia, en una teología que buscaba demostrar quién tenía la razón (apologética) frente a las comunidades cristianas que se separaron, se identificó con el Reino de Dios. Se identificaba a la Iglesia con el Reino de Dios y se presentaba como sociedad perfecta. Rompiendo con esta tendencia de la teología apologética, los padres conciliares aprueban dos textos muy interesantes. El primero son unas cuantas líneas al hablar de la Iglesia y el Reino de Dios, y dice así: La Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador y guardando fielmente sus mandamientos del amor, la humildad y la renuncia, recibe la misión de anunciar y establecer en todos los pueblos el Reino de Cristo y de Dios. Ella constituye el germen y el comienzo de este Reino en la tierra.(LG 5) Estas palabras han de resonar en nuestros corazones cada vez que salimos a evangelizar, pues esa es nuestra labor: ser semilla del Verbo, comienzo del Reino; hacerla germinar y crecer está en manos de Dios. Cuánta esperanza abre para nosotros esta propuesta conciliar, que nos invita a no presentarnos como la comunidad que “todo lo sabe”, que “todo lo hace perfecto”, sino como la comunidad que va sembrando, creciendo, encontrándose con Dios, siempre nuevo, siempre abierto, siempre misericordioso. El segundo texto nos invita a contemplar la Iglesia como una comunidad de elegidos que no ha de construir un reino en este mundo, sino que ha de caminar, con los pies en la tierra y su corazón en el cielo. El documento lo señala así: “La Iglesia, sólo llegará a la perfección en la gloria del cielo… mientras tanto, camina por este mundo como sacramento universal de salvación… Por tanto, la restauración prometida que esperamos ya comenzó en Cristo, progresa con el envío del Espíritu Santo y por El continúa en la Iglesia.” (LG 48) 15 DESAFÍOS PENDIENTES COMUNIÓN Una visión cristiana de esta comunión no sólo sociológica, sino fundamentada en la acción del Espíritu que nos une, desde nuestros diversos carismas, como un solo Cuerpo de Cristo. PUEBLO DE DIOS Compromiso bautismal de TODOS los cristianos que permita dar un testimonio de comunión y de compromiso misionero por parte de todos los miembros de la Iglesia. FAMILIAS Asumir el reto de llevar el Reino de Dios hasta el último rincón de nuestras vidas. SACERDOTES Y OBISPOS Asumir el reto de la participación de los laicos. Enriquecer la experiencia de comunión. ASPIRACIÓN DE SANTIDAD Vivirnos con una esperanza puesta en el cielo, con los pies en la tierra. Vivir los valores del Reino, sin criterios eficientistas, sino con una confianza en el plan salvífico de Dios, cuyos tiempos no son los de los hombres. ECUMENISMO Una actitud que ayude a encontrar los puntos en común que permitan la vivencia de la caridad y de la oración como una sola Iglesia de Cristo. 16 Constitución Pastoral Gaudium et Spes Pbro. Óscar Efraín Tamez Villarreal 1. INTRODUCCIÓN Es el documento más amplio del Concilio y la única Constitución Pastoral: es pastoral porque apoyándose en principios doctrinales, pretende exponer la actitud de la Iglesia ante el mundo y los hombres contemporáneos. Por eso, ni en la primera parte falta la intención pastoral, ni en la segunda la intención doctrinal. Deja de ser un documento teórico y abstracto, ya que la antropología o el humanismo es la plataforma que utiliza GS para buscar el diálogo profundo entre la Iglesia y el mundo, entre la fe revelada y la cultura humana. Carga sobre sí todo el aliento del Concilio que, en cuanto tal, habría sido concebido por Juan XXIII como pastoral: no intenta definir verdades, sino pretende en cambio plantearse la situación de la Iglesia en el tiempo y en el espacio, en la historia y en la sociedad. Pastoral, por tanto, quiere decir revisión, reforma, resituar su modo de presencia evangélica entre los hombres y las sociedades surgidas en la modernidad.2 GS ofrece conscientemente un proyecto para incorporar como protagonista a la Iglesia, a toda la Iglesia y a todos en la Iglesia como servicio al cumplimiento de su misión en un mundo histórico, real y concreto. 2. CONTEXTO HISTÓRICO Mundial: Cuatro lustros habían corrido después de la Segunda Guerra Mundial y un gigantesco cambio se estaba gestando en el lapso de ese tiempo. La nueva tecnología (con la energía nuclear, las comunicaciones, los aparatos electrónicos y las computadoras eran arrolladoras) A tal grado eran estos cambios que las mismas estructuras sociales de la civilización anterior parecían crujir. Para hacer frente a los retos del momento de progreso, muchas estructuras sociales se miraban ya obsoletas, la justicia y la equidad ya no regían las acciones de los seres humanos. Por eso la miseria convivía al lado de la abundancia. Eran tiempos en que cobraba mayor fuerza la preocupación por la explosión demográfica, por las grandes concentraciones urbanas, por la dignificación igualitaria de la mujer, por voz a los obreros en las empresas, con la de pérdida de los valores tradicionales de la familia. Juan XXIII veía que era necesario poner al día a la Iglesia sin perder su identidad, por eso convocó al Concilio Vaticano II. 2 La dimensión pastoral exige la renovación interna de la Iglesia para que siga siendo fiel a su misión, lo que implica la adaptación de la disciplina eclesiástica a la luz de las necesidades del tiempo. 17 Magisterio Pontificio Mater et magistra (15.5.1961) y Pacem in terris (11.4.1963) habían mostrado la preocupación y la sensibilidad de Juan XXIII por los problemas y cuestiones que planteaba la vida social de los hombres y por los temas más candentes de la actualidad del mundo. Juan XXIII ve que en nuestra época se han incrementado las relaciones sociales; por eso se hace más urgente considerar a la persona humana en toda su dignidad; pero a la vez, como ser social. La Iglesia se ve comprometida en los derechos de cada persona: derecho a la buena fama, a la verdad, a la cultura, a fundar una familia, al trabajo, a la propiedad privada, a reunirse y a asociarse, a intervenir en la vida pública… Las enfermedades y miserias que genera la vida social, el subdesarrollo económico, la marginación cultural, la proliferación de guerras, la carrera de armamentos, el enfrentamiento entre los bloques… El Radio mensaje (11.9.1962) fue transmitido un mes antes de iniciarse las sesiones conciliares. Explicitará Juan XXIII que la Iglesia quiere estudiarse a sí misma tal como es: Ad intra: estudiarse a sí misma para presentar nuevamente, a sus hijos, los tesoros de luminosa fe y de gracia santificante que se inspiran en las palabras en las que se expresa la función primordial de la Iglesia: vivificar, enseñar, orar. Ad extra: siente el deber de hacer honor a sus responsabilidades con sus enseñanzas… El mundo tiene necesidad de Cristo y es la Iglesia la que debe introducir a Cristo en el mundo. La Constitución apostólica de convocatoria al Concilio (25.11.1961) así como su Discurso de apertura (11.10.1962) ratifican estas actitudes y opciones: La mirada lúcida a la inmensidad de la tarea evangelizadora que hay que llevar adelante. La solicitud por acoger la aportación de todos los hijos de la Iglesia para contribuir a solucionar los problemas del hombre de nuestro tiempo. Preocupación por el ser humano en su integridad y la promoción de unidad de la familia humana. El motu proprio Superno Dei (5.6.1960) con el cual se inaugura la etapa preparatoria que abre una amplia consulta sobre los temas que deberían formar parte de la agenda conciliar. Es digno de notar que no hay solicitudes directas que pidieran algo semejante a lo que acabará siendo GS. 18 Ecclesiam Suam (6.8.1964) Pablo VI lanzó un mensaje al hablar del diálogo de la Iglesia con el mundo en seno del mundo actual, evitaba así entrar en el examen de los temas concretos para no condicionar la libertad de los padres. De la Constitución pastoral: Figura, por primera vez, en la lista de los 17 Documentos a los que, el día 4/XII/1962, la Comisión coordinadora redujo de los 71 del plan inicial: el Esquema XVII, el cual, en nueva reducción del año 1964, pasó a ser conocido desde entonces como Esquema XIII.3 El esquema XVII surge de un modo esencial a la organización y a la autocomprensión del Vaticano II como concilio pastoral. Entre 1962 y 1963 fue objeto de cinco redacciones en las que colaboraron los cardenales, laicos expertos y la comisión coordinadora del concilio. La no aceptación se debía principalmente a que no existía una adecuada conjunción: faltaba unidad, visión muy europea, poca atención a los países subdesarrollados, entre otros. La tercera etapa conciliar, a finales de 1964, representaba el momento decisivo. Un documento trabajado con tanto esfuerzo estaba en condiciones de ser llevado al debate conciliar para que los Padres se pronunciaran sobre un tema necesario en la autoconciencia y en la misión del Concilio, para ser efectivamente pastoral. En ese momento decisivo pasó a ser el Esquema XIII.4 El Esquema XIII sufrió dos cambios en el esquema (Malinas y Zurich) y varios Anexos, fue discutido en el Aula entre los días 25 de octubre al 10 de noviembre de 1964. En definitiva, todavía se percibía cierto grado de insuficiencia por lo que se requerirá más tiempo de maduración. Este fue uno de los motivos que provocaron la ampliación del Vaticano II a un cuarto período que se debería desarrollar en 1965. 3 Las primeras sesiones conciliares fueron haciendo patente el malestar de los Padres conciliares, pues no veían reflejados en los esquemas de trabajo las orientaciones de Juan XXIII y la sensibilidad que habían tratado de reflejar en el mensaje dirigido al inicio de los trabajos conciliares (20.10.1962). Los primeros días de diciembre serán decisivos para encontrar la nueva orientación. Gracias a la intervención del cardenal Montini quien expresó su sensación de que un material tan inmenso y heterogéneo necesitaba una reducción y una idea central. En base a ello, el cardenal Suenens dirá: “El Concilio debe desarrollar un triple diálogo: de la Iglesia con los fieles, de la Iglesia Católica con otras confesiones cristianas, con el mundo contemporáneo. Será así como se reoriente la tarea del concilio y vengan las reducciones de los esquemas. 4 Con este nombre de Esquema XIII será conocido durante las etapas conciliares hasta que encuentre su designación definitiva. 19 La forma definitiva. La conciencia conciliar mayoritaria veía con claridad que el Esquema XIII, acerca de las relaciones de la Iglesia con el mundo contemporáneo, constituía la consumación lógica de la constitución dogmática sobre la Iglesia. De este modo se realizaba prácticamente lo que había sido el esquema de Juan XXIII en su Radiomensaje del 11.9.1962: Lumen Christi; Lumen Ecclesiae; Lumen Gentium. Entre finales de enero y principios de abril se logró un texto (Esquema de Ariccia) que fue enviado a los Padres antes del verano. Durante la 132 Congregación General (21.9.1965) Mons. Garrone presenta el documento señalando que responde más a una exigencia interna del Concilio que a la expectación del mundo. Las dos partes del texto tratan de mostrar la doble dimensión de la propuesta: la primera, más bien teórica, expone la doctrina de la Iglesia sobre el hombre y sobre las relaciones de la Iglesia con el mundo; la segunda, de índole más práctica, intenta proyectar la luz de esa doctrina sobre los diversos sectores de la actividad humana, de modo que los hechos sociales queden situados en una perspectiva adecuada a la dignidad de la persona humana. Finalmente, la constitución GS fue solemnemente aprobada en la 9ª. Sesión pública el 7 de diciembre de 1965. Los votantes fueron 2391, de los que 2309 votaron “placet”, 75 “non placet” y 7 con sufragio nulo. Era el último acto magisterial del Concilio Vaticano II, cuya clausura tendría lugar al día siguiente. 3. DOCUMENTO: ELEMENTOS DOCTRINALES FUNDAMENTALES Proemio (1-3): Muestra la solidaridad de la Iglesia con las preocupaciones de los hombres, la amplitud universal de sus destinatarios5 y la lógica que mueve a mirar al mundo después de haber profundizado en su propio ser eclesial. La persona humana “en su unidad y totalidad” queda reafirmada como “el eje” de toda la exposición. Exposición preliminar (4-10): aborda la condición del hombre en el mundo contemporáneo Describe la condición del hombre en el mundo de hoy señalando los cambios y transformaciones6 operados en todos los ámbitos así como los interrogantes, amenazas y 5 Por primera vez un documento conciliar se dirige “no sólo a los hijos de la Iglesia y a cuantos invocan el nombre de Cristo, sino a todos los hombres”. 6 Cambios profundos: los progresos de las ciencias biológicas, psicológicas y sociales no sólo permiten al hombre un mejor conocimiento de sí mismo, sino que también le ayudan a influir directamente, mediante la aplicación de métodos técnicos, en la vida de las sociedades. También existe una auténtica transformación social y cultural que repercute en al vida religiosa; existen nuevos tipos de esclavitud social y psicológica. 20 desequilibrios7 que ello puede producir. En este análisis recurre el texto a la expresión “signos de los tiempos”, pero evitando la referencia bíblica, a fin de facilitar una comprensión más amplia. Primera parte (11-45): obedece al título de La Iglesia y la vocación del hombre, está dedicada a mostrar el sentido del interés de la Iglesia en estos temas sobre la base de la dignidad del hombre y de su vocación a la luz de la relación con Dios, con los otros y con el mundo. De este planteamiento surgen los siguientes capítulos: Capítulo 1: La dignidad de la persona humana (12-22) Su punto de partida es el hombre creado a imagen y semejanza de Dios. Este hombre rechazó su condición de creatura y experimentó el pecado; está constituido de cuerpo y alma, y dotado de conciencia y libertad y su condición física le hace experimentar la muerte. Después de estos temas, desarrolla el ateísmo así como sus formas, sus causas, hasta llegar a la definición del ateísmo sistemático y la posición de la Iglesia frente al ateísmo. Capítulo 2: La comunidad humana (23-32) Con respecto a este capítulo, el Concilio remarca su propósito: Si la interrelación entre los hombres ha aumentado gracias a los avances técnicos “no es este progreso donde encuentra su perfección el diálogo fraterno entre los hombres, sino en la comunidad de las personas que exige de ellas respeto recíproco a su plena dignidad”. 8 Para lograr este propósito, en este capítulo se abordan los temas de la vocación del hombre en la sociedad; el bien común,9 el respeto e igualdad entre personas; y la responsabilidad, participación y solidaridad humana. Capítulo 3: La actividad humana en el mundo (33-39) El capítulo se inicia con profundas interrogantes que tiene su origen en el dominio creciente del hombre sobre la tierra: ¿Cuál es el valor de la actividad humana? ¿Qué uso Cambios de orden social: se ha pasado de una sociedad estática a una noción dinámica y evolutiva. Existe una sociedad industrial la cual está marcada por una mayor socialización y una migración del campo a la ciudad. También existen mejores mass media. Cambios psicológicos, morales, religiosos: existe un cambio de mentalidad especialmente en los jóvenes, lo cual provoca que cada vez los padres y los educadores encuentren mayores dificultades en la educación de los hijos. Estos cambios también han provocado una perturbación en las normas de conducta y un espíritu crítico en el ámbito religioso (ateísmo). 7 Entre los desequilibrios que se mencionan destacamos: el que se da entre la inteligencia práctica moderna y una forma de pensamiento teórico; el que existe entre el afán de la eficiencia práctica y las exigencias de la conducta moral; la gravedad especial de las condiciones demográficas y económicas; las discrepancias que existen entre las familias, y entre las razas. 8 GS 23 9 El bien común lo define como el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección. (GS 26) 21 ha de hacer de las riquezas? Reflexionando sobre el valor y el significado de la actividad humana; del pecado como origen de corrupción; y de la actividad humana como perfección se logra dar una respuesta a estas interrogantes: Para los cristianos, la actividad humana, aun los quehaceres más ordinarios, está en armonía con el precepto divino de someter la tierra y referirla a Él. No hay antinomia entre el poder de Dios y el del hombre. A su vez, ordena al hombre, al obrar no sólo cambia las cosas y la sociedad, sino que se perfecciona a sí mismo. El hombre vale más por lo que es que por lo que tiene, por lo que vale más que por lo que haga, por mayor justicia y fraternidad que por progreso técnico.10 Como notas complementarias y características de los tres primeros capítulos, en ellos se delinean los trazos fundamentales de una “cristología conciliar”, que es una antropología cristocéntrica: mysterium hominis in luce Christi. También llama la atención que los textos finales de cada capítulo (22, 32, 39) están coronados por una reflexión cristológica. Esa antropología abreviada, de fuerte impronta cristológica, aporta los presupuestos para el diálogo entre la Iglesia y el mundo. Capítulo 4: La función de la Iglesia en el mundo actual (40-45) El capítulo cuarto de esta primera parte encierra cierto grado de novedad pues resulta imprescindible para resaltar la índole pastoral del documento: Desarrolla “La función de la Iglesia en el mundo actual.” Mons. Garrone indicó que el capítulo fue solicitado “para hacer comprender mejor cuál es el fin de todo el documento: que la Iglesia es para el mundo principio y maestra de salvación”. La Iglesia debe decir con qué títulos y con qué derechos toma la palabra y enseña, no como quien explica una simple sistematización filosófica, sino como quien proclama la verdadera economía de salvación, integrando la creación del hombre en la obra redentora. El Pueblo de Dios que es la Iglesia manifiesta su comunión con el mundo en que está presente porque la vida de los cristianos está inseparablemente unida a las realidades mundanas y porque la fe no puede subsistir si no está bien unida con la existencia diaria.11 En estas relaciones se ve con más fuerza el papel de los laicos en la Iglesia y en el mundo. Gracias a ello y a ellos aparece más clara la fecunda e íntima interdependencia que liga la Iglesia con la historia. 10 Cfr. GS 33-35 El No. 40 asume como presupuesto los principios teológicos sobre el misterio de la Iglesia expresados en Lumen Gentium indicando cuál será su perspectiva específica: La iglesia en cuanto que está presente en este mundo y con él vive y obra. 11 22 En pocas palabras, este capítulo es la bisagra que efectúa la conexión entre la reflexión antropológica precedente y la segunda sección de la Constitución, consagrada a los problemas del mundo contemporáneo. Es la lectura esencial, el verdadero corazón de la Constitución pastoral. (Esto lo deducimos porque adopta el título general de la Constitución) Segunda Parte (46-90): bajo el título de Algunos problemas más urgentes, se concibe como la aplicación de esta visión fundamental a algunos problemas candentes de hoy. Si la misión de la Iglesia abraza todo el conjunto de las realidades humanas, si la dignidad humana se debe realizar como vocación en la vida social, si cada hombre tiene una responsabilidad en el mundo y ante el mundo, resulta comprensible que los campos más significativos de la realidad social deben convertirse en signos de los tiempos para el discernimiento y la responsabilidad de la Iglesia y de cada cristiano. Esta segunda parte consta de cinco capítulos: Capítulo 1: Fomentar la dignidad del matrimonio y de la familia (47-52) Sobre el tema del matrimonio expone la consideración de la gran dignidad que la Iglesia atribuye a la institución matrimonial y familiar cristiana. Los temas que se abordan en este capítulo giran en torno a: el matrimonio y la familia en el mundo actual; la santidad del matrimonio; y el amor conyugal y la fecundidad. Capítulo 2: La recta promoción del progreso de la cultura (53-62) Sobre el tema de la cultura, GS expone la realidad humana de la cultura como un instrumento del querer de Dios, en cuanto que se constituye un “lugar o signo teológico” de su manifestación en lo espacio-temporal, es decir, un “signo de los tiempos”. La cultura es el camino necesario para el pleno desarrollo humano y abarca todo aquello con lo que el hombre se desarrolla y mejora.12 GS ante la cultura ofrece una filosofía más constructiva y dispuesta a asumir la realidad humana del tecnicismo. Este capítulo está dividido en tres secciones: la cultura en el mundo actual (54-56) que aborda los estilos, las dificultades y las tareas de la cultura y el hombre como autor de la cultura; algunos principios para la correcta promoción de la cultura (57-59) en el cual se reflexiona el papel de la fe en la cultura; y algunas tareas más urgentes de los cristianos 12 Para GS el sentido de responsabilidad en el hombre ante la historia y la cultura representa un “signo” de nuestros tiempos. 23 respecto a la cultura (60-62) en la cual se destaca el papel de la educación en la cultura, el derecho de todos a la cultura, y la recta armonía entre cultura y educación cristiana. Capítulo 3: La vida económico y social (63-72) Sobre este tema, el enfoque de GS será abordar las cuestiones socio-económicas desde su relación inmediata con la moral, es decir, no consistirá en un tratado de sociología, sino en la reflexión pastoral sobre el ejercicio y uso correcto de los procesos económicosociales desde la óptica cristiana, en beneficio del ser humano. El desarrollo no puede encontrar orientación de fondo sólo en la ciencia, en la técnica o en la economía, sino lo encuentra primero en la verdadera concepción del hombre. No se puede admitir que con el crecimiento económico en el mundo haya tantas desigualdades, entre países, entre regiones, y entre categorías sociales. Es necesario una reforma de estructuras y un cambio de mentalidad en el ser humano. El desarrollo económico tiene que estar al servicio del hombre, debe desarrollarse de acuerdo a sus propias leyes. Y a su vez en el ámbito del orden moral y de los planes de Dios, por eso son inconcebibles las enormes desigualdades económico-sociales.13 La estructura de este capítulo está dividida en dos secciones: el progreso económico (63-72) donde el tema central gira en que el hombre es el protagonista del progreso económico; y algunos principios que rigen toda la vida económico-social (67-72) entre los cuales destacamos las condiciones de trabajo, las empresas y la organización económica, la administración de los bienes de la tierra, y la propiedad privada. Capítulo 4: La vida de la comunidad política (73-76) Es importante señalar que en este capítulo nunca aparece el término “estado”, sino “comunidad política” y se utiliza precisamente porque su significado es más amplio, ya que abarca los dos elementos importantes: el gobierno y el común de los ciudadanos, ambos integrados bajo el principio del bien común. Por lo tanto, GS entiende por “comunidad política” la común unidad que prevalece dentro del grupo social constituido por los miembros que conforman una sociedad civil y política. Esta común unidad se ha de sostener en la búsqueda de los mismos fines, es decir, en beneficio de todos los miembros de la sociedad o nación. 13 Es necesario que todos los pueblos alcancen independencia económica; por eso, es deber gravísimo de las naciones desarrolladas ayudar a las naciones en vías de desarrollo, no como dominadores, renunciando a las ambiciones nacionales en pro de un orden económico universal justo. 24 Los elementos que componen la reflexión de este capítulo giran en torno a la vida pública actual; la naturaleza y el fin de la comunidad política; la cooperación de todos en la vida pública; y la relación entre comunidad política y la Iglesia. Capítulo 5: El fomento de la paz y la promoción de la comunidad de los pueblos (77-90) El fomento de la paz será el último tema de gran importancia para el contexto sociopolítico de aquella época el cual estaba lastimado por la reciente Segunda Guerra Mundial y la vigente guerra fría entre las dos potencias del momento. La GS aborda el tema de la paz desde la perspectiva de “los signos de los tiempos” y busca establecer el diálogo internacional y la promoción de la justicia, la igualdad y la construcción de un proyecto que favorezca la convivencia humana en una sociedad moderna que se encuentra lastimada por las heridas causadas por la guerra y el desarrollo moderno de la ciencia y la tecnología utilizadas al servicio de la violencia. También es necesario destacar que el mundo, de alguna manera espera en este contexto una reacción o un pronunciamiento de la Iglesia respecto de la situación mundial, la legitimidad o no legitimidad de la guerra; la visión o concepción de “paz”, y sobretodo que los cristianos sepan el compromiso al que están obligados e invitados. La estructura de este capítulo está divida en dos secciones: se ha de evitar la guerra (79-82) donde se reflexiona sobre la urgencia de refrenar la crueldad de la guerra y la carrera de armamentos, así como el papel de la comunidad internacional para evitar la guerra; y la construcción de la comunidad internacional (83-90) en la cual se destaca la necesidad de la cooperación internacional en la economía, en la demografía, y el papel de los cristianos dentro de la comunidad internacional. Conclusiones (91-93): Se recalca que la tarea es de todos, creyentes y no creyentes, y que lo que el Concilio pretende es ayudar a todos los hombres de nuestro tiempo para que percibiendo con mayor claridad su vocación íntegra, acomoden más el mundo a la excelsa dignidad del hombre, busquen una fraternidad universal más profundamente fundamenta y, bajo el impulso del amor, respondan con esfuerzo generoso y organizado, a las urgentes exigencias de nuestro tiempo. 25 4. CONSECUENCIAS PASTORALES EN LA VIDA PARROQUIAL La Iglesia proclama desde el Evangelio la dignidad de la persona y los derechos humanos. Y desde el Evangelio tiene que responder a los desafíos del mundo. Nuevo modo de hacer teología: “los signos de los tiempos” se convierten en lugares teológicos y las cuestiones más concretas y contingentes del mundo moderno entran a formar parte de la agenda y de la reflexión de la Iglesia. La teología no sólo se ocupa de las verdades eternas, sino que escruta revelación y tradición para orientar la reflexión a la acción cristiana y eclesial, asumiendo el riesgo de dictaminar sobre lo provisional, lo contingente y lo concreto. La comprensión histórico-salvífica de la eclesiología más bíblica: en GS la iglesia no se concibe como el cuerpo de clérigos, sino como el pueblo de Dios. La evangelización adquiere un ritmo pedagógico: a partir de la experiencia humana la Iglesia deberá mostrar todo aquello que contribuye a la dignidad del hombre, al progreso de la comunidad social y al sano dinamismo que el hombre imprime en la historia y en el mundo. La pastoral parroquial queda determinada por una bipolaridad dinámica: la dignidad de la persona humana y la fidelidad de la iglesia a su propia vocación. Promover en la misma Iglesia la estima mutua, el respeto y la concordia, reconociendo toda legítima diversidad, para establecer un diálogo cada vez más fructífero entre todos los que constituyen el único Pueblo de Dios. (GS 92) Llamados a una vocación humana y divina, podemos y debemos cooperar, sin violencia y sin engaño, a la construcción del mundo en verdadera paz. (92) 5. DESAFÍOS PENDIENTES Las interrogantes de hace 50 años siguen siendo las mismas: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos, continúan subsistiendo? ¿Para qué aquellas victorias logradas a un precio tan caro? ¿Qué puede el hombre aportar a la sociedad, qué puede esperar de ella? ¿Qué seguirá después de esta vida terrena? (GS 10) GS plantea unos presupuestos antropológicos acerca de la familia,14 cultura,15 economía,16 política,17 y relaciones internacionales,18 los cuales a pesar de los 14 Atentados actuales contra la familia: Divorcio, uso de anticonceptivos, uniones de hechos, ingeniería biogenética (embriones, promiscuidad, desechos, etc), la masiva pornografía, exaltación de la droga. 26 cambios sociales actuales, siguen teniendo una gran validez, porque las preguntas fundamentales (sobre la relación del ser humano con cada una de ellas) siguen siendo las mismas. El desarrollo no puede encontrar orientación de fondo sólo en la ciencia, en la técnica o en la economía, si no lo encuentra primero en la verdadera concepción del hombre, cuestión que la GS puso en el centro de su reflexión pastoral. No se puede admitir que con el crecimiento económico en el mundo haya tantas desigualdades, entre países, entre regiones, y entre categorías sociales. Es necesario una reforma de estructuras y un cambio de mentalidad en el ser humano. El hombre de hoy no ha aprendido a vivir en verdadera libertad ni como persona, ni como sociedad, ni económica, política o culturalmente. Ni ha entendido lo que implica la dignidad humana. Un gran desafío muy urgente en nuestra sociedad es el de la paz. Mientras no caminemos por la razón, el diálogo, la colaboración, la justicia y entendamos quién es el hombre, la paz no se alcanzará. La actualidad de GS ante los nuevos desafíos actuales reside en la profundidad del fundamento antropológico de su reflexión. 15 Hoy existe el nihilismo no ideológico de aquellos tiempos, sino el del pensamiento débil (el nihilismo libertino y consumista), que es el propio de la cultura posmoderna y que lleva al vacío, a la nada. Hoy se busca la legitimación jurídica del aborto, de la eugenesia y de la eutanasia. Hoy se le quiere robar al ser humano su dignidad, su conciencia religiosa, su libertad para amar y para perseverar en su amor, en pocas palabras, se le quiere destruir su conciencia. 16 La única razón para el trabajo es poder comprar el ocio, el precio necesario del consumismo, por ello, el hombre de hoy no tiene tiempo. Sigue existiendo y con mayor dureza la pobreza y la marginación. 17 No existe una política verdaderamente humana, porque a los actuales políticos no les interesa el bien común, sino intereses personales y partidistas. 18 La solidaridad no representa una limitación al ejercicio de la libertad (como lo pretende la posmodernidad), sino que más bien es condición de desarrollo. 27 Dei Verbum, la Revelación en un horizonte cristológico Pbro. Carlos Alberto Santos García I. Introducción La gran mayoría de los comentarios sobre la Dei Verbum comienza señalando un dato histórico que refleja, en cierto sentido, la naturaleza del Concilio Vaticano II: ésta ha sido la Constitución Dogmática que ha recorrido todo el concilio, ha iniciado su discusión un mes después de su apertura, y se ha aprobado 20 días antes de la clausura. El camino de esta constitución que conoció 5 esquemas diferentes es un reflejo de las dificultades, dudas, temores, visiones diferentes y, sobre todo, de la peculiar comprensión teológica que se venía gestando en la Iglesia desde el final de s. XIX y el principio del s. XX. Las polémicas sobre los esquemas y contenidos de esta constitución manifiestan la llegada al aula conciliar de las diferentes orientaciones teológicas y de los debates que se vivían al interior de la Iglesia en distintos ambientes: académico, litúrgico y pastoral, por mencionar algunos. De tal manera acercarnos a Dei Verbum no es sólo acercarnos al Concilio Vaticano II, también es ver en perspectiva la historia de la relación de los creyentes con la Palabra de Dios, de las comunidades juánicas, pasando por san Agustín, santo Tomás, Martín Lutero y León XIII, hasta llegar a los hombres y mujeres de fe del s. XX. Una historia que podría enunciarse como el asombro ante el encuentro de Dios en la historia humana, una revelación encarnada que no por ello ha perdido su divinidad. “Tres sectores de problemas condujeron a la constitución sobre la revelación divina: el esclarecimiento de la manera en que había que comprender la tradición y la suficiencia de la Sagrada Escritura, la nueva manera de entender la inspiración bíblica (que había llegado a ser necesaria por los resultados del método histórico crítico), y finalmente, la recepción del movimiento bíblico preconciliar. El esquema presentado por la Comisión Teológica Preparatoria “De fontibus revelationis”, que equivalía en lo esencial a una canonización de la teología académica romana, chocó con la amplia resistencia de los padres conciliares. Es verdad que un debate del 14 de Noviembre de 1962, controvertido en cuanto a su forma, dio como resultado una mayoría en contra de la de la idea de que continuara la discusión. Pero la votación no obtuvo la mayoría de los dos tercios, necesaria para el rechazo de la discusión. A consecuencia de ello, el Papa Juan XXIII retiró del orden del día el texto y nombró una nueva Comisión mixta que elaborara un esquema “De divina revelatione”. Esta comisión preparó en la primavera de 1963, el nuevo texto. Debido a las modificaciones propuestas, surgió una nueva versión revisada, que fue presentada al Concilio en septiembre de 1964. El resultado de las discusiones fue una nueva versión, sobre la que volvió a deliberarse” (H. DENZINGER – P. HÜNERMANN El Magisterio de la Iglesia 1158-1159) 28 El acierto y la sabiduría de lo que sería el esquema y el texto final de Dei verbum, inició con la designación de Juan XXIII del Cardenal Ottaviani (Presidente de la Comisión Doctrinal) y el Cardenal Bea (Presidente del Secretariado para la Unidad de los Cristianos), como los co-presidentes de la Comisión Mixta. Después, el segundo gran paso fue sacar el esquema de la discusión apologética de la duplicidad de las fuentes de la revelación. Que por otra parte, no era legado teológico de Trento, sino de las teologías que como veremos antecedieron al Vaticano I y encontraron en él su lugar. Esto se logró llevando el tema a un nivel más amplio: el hecho de la Revelación y su transmisión. Sólo desde el entendimiento de la naturaleza, modo y fin de la Revelación podría abordarse de una manera más neutral y objetiva la cuestión álgida de las relaciones entre Tradición y Escritura. El diálogo entre las partes en pugna, el trabajo conjunto y el aprender a situarse en contextos temáticos más amplios fueron enseñanzas que Dei verbum dejaría para la posteridad en la vida de la Iglesia. Los 6 votos en contra y 2350 a favor mostrarían que este es el camino para encontrar la verdad en comunión. No menos importante fue el tratamiento de otros temas teológicos que venían siendo motivo de preocupación en las últimas décadas: la verdad de la Sagrada Escritura y la inerrancia, la inspiración y la historicidad de los relatos bíblicos, particularmente de los evangelios. Esta cuestión sería tratada en una Instrucción de la PCB que fue en cierto sentido simultáneo y paralelo a la Dei Verbum: Sancta Mater Ecclesia, Instrucción sobre la verdad histórica de los evangelios, del 21 de Abril de 1964. Se ha dicho que el Concilio Vaticano II fue un Concilio Pastoral, que a diferencia de los Concilios de siglos atrás, éste no se inclinó a realizar definiciones dogmáticas. Sin embargo, a propósito de Dei Verbum conviene señalar la notificación que sobre la doctrina de Dei Verbum se realizó, poco antes de la clausura del Concilio (15 Nov 1965): la calificación teológica de DV se deduce, o de la materia tratada, o de la manera de expresarse, según las normas de interpretación teológica. En esta línea, la doctrina que expone DV, tomada en su conjunto, aunque no incluye una definición dogmática en sentido técnico, es irrevocable, ya que se trata de una expresión del magisterio extraordinario que obliga en conciencia, según afirmó Paulo VI el 7 de Diciembre de 1965). En el contexto de los debates de los últimos 50 años esta calificación teológica constituía un punto de llegada fundamental para definir el rumbo de los estudios bíblicos y del acceso de los fieles a la Palabra de Dios. 29 II. Contexto histórico (remoto e inmediato) “Y así, siguiendo las huellas de los Concilios Tridentino y Vaticano I, este Concilio quiere proponer la doctrina auténtica sobre la revelación y su transmisión….” (DV 1) 2.1. CONSTITUCIÓN DOGMÁTICA DEI FILIUS Concilio Vaticano I. Sesión III – 24 de Abril 1870 “Relegar al juicio privado”: la Biblia y la comunidad creyente La verdad de la Escritura: los géneros literarios y los estudios bíblicos 2.2. DEI FILIUS : CAP. II DE REVELATIONE “Supernaturalis revelatio”: cómo acontece la revelación (DV 2: “palabras y obras íntimamente ligadas…”) “Et sine scripto traditionibus”: las fuentes de la Revelación; tradición y transmisión “Aut ab ipsis Apostolis Spiritu Sancto dictante”: ¿cómo acontece la inspiración bíblica? “Sola humana industria – Deus habent auctorem”: los autores de la Sagrada Escritura (cf. DV 11-12) La Iglesia lee e interpreta las escrituras… 2.3. POSTERIDAD DEL VATICANO I: PROVIDENTISSIMUS DEUS, LA PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, EL PONTIFICIO INSTITUTO BÍBLICO Y EL AMBIENTE DE LOS ESTUDIOS BÍBLICOS PD: estudios y lenguas PCB – PIB: consultas y respuestas Arqueología en Israel Estudios literarios 2.4. DIVINO AFFLANTE SPIRITU, PRECURSORA PASO… DE DEI VERBUM: UNA VISIÓN SE ABRE “El opúsculo denigratorio” (1941): ambiente y tensiones a 50 años Divino Afflante Spiritu: el horizonte de Dei Verbum San Agustín: “oren para entender” (DAS) 2.5. TERMINA UNA OMISIÓN: LA BIBLIA EN LA VIDA DEL CREYENTE “Para que todo el mundo con el anuncio de la salvación, oyendo crea y creyendo espere, y esperando ame” (DV1) 30 La reciente Exhortación Post- Sinodal Verbum Domini es heredera de la orientación que empezó a renacer dentro de la Iglesia con la Encíclica Divino Afflante Spiritu: la Escritura como lugar de encuentro con Jesucristo, la Palabra de Dios como camino de santidad y oración. Es ahora muy común hablar de la meditación de la Palabra de Dios en un retiro o en el contexto de los grupos parroquiales. No se diga el fomento de la Lectio divina en nuestras comunidades. Sin embargo, hubo un tiempo, y no muy lejano, en que la orientación era netamente académica, y esto no por razones prácticas o pastorales, sino por cuestiones más de fondo: razones teológicas que entendían la Revelación como un contenido netamente “nocional”, que buscaba el asentimiento religioso del creyente. Lo que, a mi parecer, constituyó el gran olvido fue la concentración del acercamiento a la Biblia como lugar de discusiones teológicas, y no como fuente de vida cristiana. Ciertamente, el alejamiento tuvo como causa y factor primordial la inaccesibilidad al texto bíblico en lengua romance, pero de fondo, permanecía también una especie de extrañeza hacia el lugar de la Biblia en la vida de la Iglesia. III. Línea programática de la DV: el Proemio, la cita de Juan, método y finalidad 19 «La Palabra de Dios la escucha con devoción y la proclama con valentía el Santo Concilio.» (DV 1) Este comienzo programático se añadió en el quinto y definitivo esquema: Dei Verbum -la Palabra de Dios-. El Dios viviente ha hablado y habla, quiere entablar un diálogo de amor con nosotros, desea compartir su palabra y su vida con nosotros, se nos ha entregado en el amor, dándonos a su Hijo. De allí surge en nosotros el llamado a escuchar con devoción la Palabra de Dios, asimilarla, hacerla vida y proclamarla con valentía y libertad. Ésa quiere ser la actitud fundamental de los padres conciliares, y por lo mismo del magisterio, pero también de todo el pueblo de Dios. « [ ... ] obedeciendo a aquellas palabras de Juan: les anunciamos la vida eterna: que estaba junto al Padre y se nos manifestó. Lo que hemos visto y oído se lo anunciamos, para que también ustedes vivan en esta unión nuestra que nos une con el Padre y con su hijo Jesucristo (1 Jn 1,2-3 ).» (DV 1) La cita de san Juan nos ofrece ya lo esencial de la constitución, en especial lo que se refiere a la naturaleza y transmisión de la revelación: Cf. CARLOS JUNCO La Biblia, libro sagrado (Biblioteca Bíblica Básica 2) Editorial Verbo Divino Estella (Navarra), pp. 27-29 19 31 1. Dios se nos ha revelado en su hijo Jesucristo: «les anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó». El Verbo hecho carne es la epifanía del Padre; la vida eterna que viene a comunicarnos es la misma vida divina. De esta forma, revelación y salvación se identifican. Además la revelación se presenta ya desde el principio en su dimensión personalista, salvífica, cristocéntrica y trinitaria (aunque aquí no se aluda de forma explícita al Espíritu Santo). 2. El apóstol está llamado a ser testigo, a transmitir esa revelación: «Lo que hemos visto y oído, se lo anunciamos». Existe la urgencia de comunicar y transmitir a los demás lo que se ha experimentado. Nuestra fe se apoya en la historia, ver las obras y oír las palabras, avalada por el testimonio apostólico. La revelación posee una dimensión histórica y real; no es una creación de la mente, o algo irreal. 3. El hombre está llamado a participar en la vida divina dentro de la comunión eclesial: «para que también ustedes vivan en esta unión nuestra que nos une con el Padre y con su hijo Jesucristo». La finalidad de la revelación está orientada a vivir en comunión con Dios. El proyecto de Dios se da en el “nosotros” comunitario y eclesial. No es asunto individual, sino comunitario. «y así, siguiendo las huellas de los Concilios Tridentino y Vaticano I, este Concilio quiere proponer la doctrina auténtica sobre la revelación divina y su transmisión: para que todo el mundo, con el anuncio de la salvación, oyendo crea, y creyendo espere, y esperando ame. » (DV 1) El Concilio se sabe sucesor de los concilios anteriores, Trento (s. XVI) y Vaticano I (s. XIX), que han abordado de alguna manera esta temática. Ahora, con nuevas luces, fuera del contexto polémico contra la Reforma protestante (Trento) y contra la corriente racionalista (Vaticano I), Vaticano II va a profundizar y exponer la doctrina sobre la revelación y su transmisión. El proemio se cierra con una frase de San Agustín (“oyendo crea, creyendo espere, esperando ame”) que presenta la finalidad de toda esta exposición: suscitar una respuesta total de la persona humana ante el anuncio de la salvación. 32 IV. Contenido temático de la Dei Verbum: la Revelación, transmisión, inspiracióninterpretación, economía y lugar en la vida de la Iglesia 4.1. LA REVELACIÓN (DV 2-6) Modelo noético-instructivo de la Suma Teológica y Dei Filius Modelo personal – comunicativo: auto-revelación / auto-comunicación No tanto el conocimiento, como la salvación Comprensión bíblica de la Revelación: carácter histórico (palabras – obras / signos –sacramento) Cognoscitivo y fáctico Cristo, plenitud de la Revelación Dei Filius: teología natural Dei Verbum: teología bíblica – revelación histórica La revelación natural y la revelación bíblica no son dos etapas o realidades superpuestas Supernaturalis vs. Salus superna Fe bíblica o fe filosófica 4.2. LA TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN (DV 7-10) “La parte más delicada de la Dei Verbum” ¿Hay verdades reveladas no contenidas en la Escritura? Insuficiencia material – Insuficiencia formal El esquema “De fontibus revelationis” Mismo “mananatial” (scaturigo vs. fons), mismo torrente y fin Interdependencia: insuficiencia formal La frase más elaborada del Dei Verbum: certeza vs. conocimiento (DV 9) Los datos constitutivos en la Escritura y la función criteriológica de la Tradición OSCAR CULLMAN: “la Biblia es juez de la Iglesia” La tradición post-apostólica y el riesgo de las desviaciones El Magisterio al servicio de la Palabra de Dios, no por encima de ella (DV 10) Un tema clásico: el uso diferenciado de Tradición – tradición - tradiciones 4.3. INSPIRACIÓN E INTERPRETACIÓN DE LA SAGRADA ESCRITURA (DV 11-13) “Lo que el Concilio Vaticano I evitó…” “Veri auctores” (DV 11) La dimensión plenamente humana y el referente cristológico-encarnacional (DV 13) De la inerrancia a la verdad salvífica: un planteamiento positivo DV 12, dos principios hermenéuticos en equilibrio: géneros literarios e inteligencia espiritual (razón y fe) La Tradición viva de la Iglesia y la analogía de la fe 33 4.4. EL ANTIGUO Y EL NUEVO TESTAMENTO (DV 14-20) “Novo in vetere latet, vetere in novo patet” (San Agustín) Preparación, anuncio y representación Continuidad y plenitud Sin privilegiar lecturas y métodos específicos Apostolicidad: un término amplio (apóstoles y varones apostólicos; DV 7) La historicidad de los evangelios después de Rudolph Bultmann Fe post-pascual: “una mayor comprensión” Jn 21,24-25: el trabajo redaccional de los autores 4.5. LA SAGRADA ESCRITURA EN LA VIDA DE LA IGLESIA (DV 21-26) * Influencia de Sacrosanctum Concilium: la doble mesa Escritura y Cuerpo de Cristo La norma suprema de la fe Alimento de la predicación y de la religión cristiana Cuestiones prácticas: traducciones, exegesis y formación sacerdotal (alma de la teología) Adquirir la ciencia de Jesucristo….llenar el corazón de los hombres V. Líneas pastorales: ¿qué es la vida de la Iglesia? 34 Sacrosanctum Concilium: Perspectivas y Alcances Pbro. Luis Eugenio Castillo Leal I. LA GRAN REFORMA DEL VATICANO II Antecedentes El Vaticano II constituyó un gran evento para la Iglesia universal, entre los años 19621965. La Constitución de Liturgia fue el primer gran Documento o Constitución aprobada por el Concilio (el 4 de diciembre de 1963). Ningún concilio antes había dedicado a la liturgia todo un documento. Documento que, como es conocido, tuvo como precedentes el llamado “movimiento litúrgico” que promovió por diversos medios (escritos, congresos, investigaciones...) la renovación y la participación litúrgica; y la promoción que del mismo hicieron Papas como Pío X, Pío XI y sobre todo Pío XII, con la publicación de diversos documentos20. El proceso de preparación de la Constitución de Liturgia tiene un largo recorrido, cuyos hitos más importantes son: La institución de la Comisión preconciliar por parte de Juan XXIII (1959); la constitución de la Comisión preparatoria de Liturgia (1960), para que con el material recibido preparara un documento sobre el tema de la Liturgia; la redacción del esquema orgánico para ser presentado a la discusión y aprobación de los Padres conciliares (1961-62); después de la discusión del esquema, el día 14 de noviembre de 1962 se propuso a votación por los padres, que fue aprobado por 2.215 votos (46 non placet, y 7 nulos); muerto el Papa Juan XXIII, el nuevo Papa Pablo VI reemprendió las labores conciliares (29.IX.1963) sobre los diversos capítulos de documento sobre liturgia, que fue aprobado finalmente el 4 de diciembre de 1963 (2.148 votos placet, 4 non placet)21. Campos de la reforma litúrgica La Constitución de Liturgia supuso grandes novedades para la Iglesia: Porque recogía los frutos de grandes investigaciones, y el sentir generalizado del pueblo de Dios, expresado de modo especial en el "movimiento litúrgico"; porque aceptaba sin dificultad la celebración en las propias lenguas; porque revisaba y adaptaba la celebración litúrgica y sacramental, Recuérdense, entre otros, de Pío X, Tra le sollicitudini (1903), Abhinc duos annos (1913). De Pío XII, Mediator Dei (1947), Máxima redemptionis mysteria (1955). 20 Véanse más detalles al respecto en C. Braga, La “sacrosanctum concilium” nei labori della Comisione Preparatoria: Notitiae 20 (1984) 87-134; F. X. Parés Saltor, “De instauranda atque fovenda liturgia”, 25-48. 21 35 dando más sencillez y claridad a los ritos y textos; porque reformaba costumbres y ritos que habían pervivido largos siglos, y a la vez, abogaba por una adaptación a las costumbres y tradiciones de los diversos pueblos; porque rompía con el inmovilismo y ritualismo existente, buscando una mayor y mejor participación del pueblo; porque creaba un nuevo equilibrio entre "tradición y progreso", fidelidad a lo “dado” y necesidad de renovación; porque proponía una reforma global, y no parcial, de todos los aspectos integrantes de la liturgia. Todo ello, sin embargo, todavía era una propuesta programática que tenía que llevarse a cabo. Esta fue justamente la tarea que Pablo VI encomendó al “Consilium ad exequendam Constitutionem de Sacra Liturgia” (25.1.1964) y que, en seguida, comenzaría el mismo Papa a impulsar con diversos documentos22, lo que sería proseguido por Juan Pablo II, la Congregación para el culto y los sacramentos, y en algunos aspectos por la Congregación para la Doctrina de la Fe, los Sínodos de Obispos, e incluso la Comisión Internacional de Teología... La reforma litúrgica llevada a cabo es amplia y profunda, y constituye uno de los grandes resultados y frutos del Vaticano II. Para darse cuenta de ello, baste recordar los campos litúrgicos abarcados. Desde 1968 hasta hoy se han publicado en la edición típica latina: _________ # pendiente. II. LAS IMPORTANTES CONCILIUM. APORTACIONES DE LA SACROSANCTUM Son muchas e importantes las aportaciones que se le atribuyen, entre las que podemos recordar las siguientes: La clarificación e insistencia en los “Principios fundamentales” de la renovación litúrgica, que definen con nitidez los principios operativos y las dimensiones esenciales de toda celebración, constituyendo a su vez aspectos de gran calado teológico. Aunque hay opiniones diversas respecto a cuáles son estos principios23, creemos existe gran acuerdo en concretarlos así: Pablo VI, Inter Oecumenici (1964), Tres abhinc annos (1967), Sacra Ritum Congregatio (1975), Liturgicae instaurationes (1970), Constans nobis studium (1975), Pastor Bonus (1988)... 22 Cf. Por ejemplo: H. Jenny, Principes génégaux de la Constitution: La Maison Dieu 76 (1963) 1927; E.J. Lengeling, Die Lehre von der Liturgie-Konstitution vom Gottesdienst: Lituegisches Jahrbuch (1965) 1-27; C. Vaggagini, “Ideas fundamentales de la Constitución”, en G. Barauna (ed.), La sagrada Liturgia renovada por el Concilio, Madrid 1965, 152-191; I. Oñatibia, “Opus nostrae redemptionis. Liturgia y Trinidad”, en Asociación Española de Profesores de Liturgia, La liturgia en los inicios del tercer milenio, o.c., pp. 49-78. 36 23 Dimensiones centrales de la celebración -La dimensión trinitaria y pascual de la liturgia, en cuanto que es actualización de la historia de la salvación, sacramento de la obra redentora, memorial del misterio pascual, lugar privilegiado de la múltiple presencia de Cristo, y en definitiva “obra de la Trinidad” que nos conduce a la comunión trinitaria (1-7).24 -La dimensión reveladora y sacramental de la Palabra: La recuperación de la Palabra en la celebración litúrgica es uno de los logros más importantes de la renovación litúrgica. La Palabra es “reveladora”, actualizadora de la voluntad de Dios. Forma parte integral de la celebración, por eso se la llama “mesa de la Palabra”, junto con la “mesa del pan”. La Palabra litúrgica es actual y eficaz, es viva e interpelante, es renovadora y alimento de la fe. -La dimensión eclesial de la celebración, en cuanto que “las acciones litúrgicas son celebraciones de la Iglesia, patrimonio de todo el Cuerpo de la Iglesia” (n. 26), y la Iglesia es a la vez sujeto, mediación y objeto de la celebración. Por lo que todo el pueblo tiene derecho y deber a una participación plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas (n. 14), haciendo cada uno todo y sólo aquello que le corresponde. -La dimensión central y referente de la liturgia, que si bien no puede desconocer otras tareas de la Iglesia respecto a la Palabra, la Caridad y la Comunión, sin embargo reconoce que “ninguna otra acción iguala la eficacia de la liturgia (n. 7), por lo que considera que “la liturgia es el culmen al que tiende la acción de la Iglesia, y al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza” (n. 10). -La dimensión simbólica y visible de la acción litúrgica que necesariamente se desarrolla “per ritus et praeces”, es decir, por palabras y signos (n. 33), en continuidad con la ley de la encarnación, con la condición simbólica del hombre, y con la necesaria mediación de palabras y signos para la comunicación y el diálogo con Dios. Por lo mismo, la liturgia debe adaptarse en sus expresiones verbales y signales a la mentalidad, cultura y costumbres de los pueblos (nn. 34-35 y 37-40)25. -La dimensión personal de la liturgia, en cuanto que supone una revalorización, no sólo de la participación del sujeto, sino de la importancia de sus disposiciones de acogida y de 24 Este aspecto aparece en numerosos lugares a lo largo de la SC: 2, 5-6, 35, 47, 61, 102, 103, 104, 107...Y luego se repetirá en los mismos textos litúrgicos, a la vez que será el título de uno de los art. del Catecismo: “La liturgia, obra de la Santísima Trinidad”, n. 1077. 25 Es lo que ha expresado de modo excelente el CCE 1145-1152: “La celebración sacramental está tejida de signos y de símbolos. Según la pedagogía divina de la salvación, su significación tiene su raíz en la obra de la creación y en la cultura humana, se perfila en los acontecimientos de la Antigua Alianza y se revela en plenitud en la persona y obra de Cristo”. 37 fe, de manera que al “opus Trinitatis” responda la “fides sacramenti” de la Iglesia, de la comunidad y del propio sujeto (relación del “opus operatum” con el “opus operantis”). Si falta la fe, faltan los “ojos del alma” que nos permiten ver lo que se celebra en el misterio, falta la capacidad de diálogo y acogida del don de Dios. Y los sacramentos sí son para la alabanza de Dios, edificación de la Iglesia, y santificación del hombre; pero también “suponen, expresan y alimentan la fe” (n. 59). Y la plena eficacia de la liturgia sólo se asegura cuando se da “una recta disposición de ánimo, y se pone el alma en consonancia con la voz y con la gracia divina” (n. 11). -La dimensión evangelizadora y educadora de la liturgia, desde su calidad mistagógica, por las múltiples “palabras” y signos que emplea, sobre todo, por la Palabra de Dios (n. 24), y por la experiencia del misterio que suscita, en quienes participan con fe. De ahí la necesidad de que preceda una adecuada formación de los sacerdotes y del pueblo (nn. 1519), y de que se ordenen los “textos y los ritos, de manera que expresen con mayor claridad las cosas santas que significan, y en lo posible, el pueblo cristiano pueda comprenderlas fácilmente y participar en ellas por medio de una celebración plena, activa y comunitaria” (n. 21). La liturgia no tiene como objeto en sí ni evangelización, ni catequesis, ni enseñanza, pero las incluye desde su especificidad mistagógica propia. Estas dimensiones, constituyen el eje de la gran aportación a la teología litúrgica del Vaticano II, y el principio del que se derivan como exigitivos: la comunitariedad de las celebraciones, la participación por la diversidad de servicios y ministerios, la preferencia sobre celebraciones privadas, la adaptación e inculturación, la mayor valoración y aprecio de la Palabra como parte esencial de la celebración, la importancia del diálogo y de la acción del sujeto en la misma eficacia del sacramento... En conjunto, puede decirse que, además de una renovación de los grandes contenidos de la celebración litúrgica (altiora principia), el balance positivo se percibe sí en el mismo acto celebrativo, pero también en la inter-relación de la celebración litúrgica con la Palabra (evangelización, catequesis), con la Caridad (compromiso y justicia), y con la Comunión en la acción en la vida de la comunidad creyente. Diversas reacciones ante la reforma litúrgica Desde el principio, pero sobre todo, en los últimos años, se han extremado algunas críticas, que están teniendo alguna repercusión en determinados sectores: -La “ultra-conservadora”, representada en los “lefevrianos” y algunos grupos más tradicionalistas, que rechazan la renovación litúrgica como si fuera una herejía y un abandono de la tradición más genuina. -La “crítica radical”, que pone en entredicho la reforma, porque supone una cierta ruptura con la tradición anterior, y aboga por una vuelta a lo anterior, por una “reforma de la reforma”. -La “reinterpretadora” del Vaticano como “evolución en la continuidad”, defendiendo que no se trata de “ruptura”, sino de continuidad actualizadora, según lo que ya afirma la SC, n. 23. 38 A estas diversas interpretaciones obedecen algunos documentos pontificios últimos de Benedicto XVI, como el Motu proprio “Summorum pontificum”, y últimamente “Universa Ecclesia”, en los cuales el Papa, además de defender el principio último, permite y regula la celebración de la misa según el Misal de Pío V. Sostiene la legitimidad de las dos formas de celebración: 1. La ordinaria, siguiendo el “Ordo Missae”, y la extraordinaria, siguiendo el Misal de Pío V y en latín. En conjunto, mientras unos le acusan de ser más una reforma elitista, otros le achacan el ser restauracionista, o demasiado fría y esquemática... Es lógica la diversidad de apreciaciones, según el punto de partida que se adopte. III. ASPECTOS A MEJORAR EN LA LITURGIA RENOVADA Se han destacado, sin embargo, algunas limitaciones de la SC, o renovación litúrgica, (que en parte, han sido subsanadas en algunos documentos posteriores) como son las siguientes que nos parecen más importantes: - La Sacrosanctum Concilium pagó el tributo de ser el primer documento del Concilio, y por lo mismo no pudo integrar algunos aspectos que le afectan de la Lumen Gentium, la Dei Verbum, la Gaudium et Spes. Los documentos posteriores, desde la “Ordenación general del Misal romano”, procurarán subsanar este aspecto. - Se le acusaba de no haber tenido en cuenta suficientemente la Pneumatología (sólo se le nombra dos veces: nn.2,6), y con ello la teología de la Iglesia Oriental sobre el Espíritu Santo; ni la dimensión “epiclética” de los sacramentos, ya que en algunos (v.gr. matrimonio) apenas aparecía. Será, sobre todo, en el nuevo Catecismo donde se ofrezca una verdadera “pneumatología litúrgico-sacramental” (nn. 1091-1112). - Igualmente, se consideraba una laguna la poca atención que se prestaba al aspecto ecuménico, con las diversas tradiciones que también pueden enriquecer la misma liturgia romana, apoyando el camino hacia la unidad litúrgica o sacramental. La explicación que ofrece el Catecismo sobre los sacramentos, tendrá en cuenta la tradición oriental. - También se ha señalado que la Constitución no desarrolla suficientemente el carácter misionero de la liturgia, ni extrae las consecuencias evangelizadoras del principio “fuente de la vida de la Iglesia” (n. 10), de manera que se haga posible la existencia de las disposiciones necesarias para la celebración. Serán, posteriormente, la “Evangelii Nuntiandi” y la “Redemptoris missio” los documentos que más desarrollen este aspecto. - Aunque no se olvida de relacionar la liturgia con la vida, y con las “obras de caridad, piedad y apostolado” (n. 9), tampoco desarrolla de modo suficiente la dimensión social y comprometedora de la liturgia, como uno de los elementos presentes en toda celebración, sobre todo en la eucaristía. Algunos recientes documentos, como “Ecclesia de Eucaristía” recordarán este aspecto o dimensión social. - Algunos han achacado a la Constitución y a la reforma litúrgica en general, que haya ejercido “una cierta violencia sobre el pueblo”, al proponer una liturgia demasiado 39 esquemática y racional, y no tener suficientemente en cuenta la mentalidad religiosa del pueblo sencillo, con su sensibilidad ritual, su religiosidad popular, sus tradiciones y costumbres, a pesar de que reconoce este derecho con claridad (nn. 37-40). También a esto se intentará responder con otro documento reciente: “Liturgia y religiosidad popular”. - Finalmente, hay quienes acusan a la renovación litúrgica de no haber tenido en cuenta algunas categorías filosóficas importantes, como “comunicación”, “símbolo”, “fiesta”, “diálogo”... Lo que habría llevado a renovar de modo más adaptado un lenguaje y unos símbolos que, con frecuencia, son poco elocuentes, o ininteligibles para el pueblo sencillo. IV. RETOS Y CUESTIONES PENDIENTES Pero ahora, teniendo en cuenta todo lo anterior, así como las aportaciones complementarias de los diversos documentos, debemos plantearnos los principales RETOS que, a nuestro entender, tiene delante una liturgia “semper reformanda”. Pueden formularse en los siguientes términos: - La liturgia es inseparable de las otras dimensiones de la misión: Palabra, Caridad, Comunión. Si a través de estas tareas debe la Iglesia “anunciar” y “testificar” el evangelio de la esperanza, por la liturgia debe también ser capaz de “celebrar el evangelio de la esperanza”26. Y para ello se requiere que se de un “redescubrimiento de la liturgia y los sacramentos”, por una celebración más auténtica, que integre, a la vez, una palabra bien anunciada, una caridad bien testificada, y una comunión bien vivida, y así exprese y anime la esperanza de nuestros pueblos. - Frente a la tentación de una religiosidad “vaga y a veces desencarnada”, o los fenómenos de una huida hacia el espiritualismo o emocionalismo y sincretismo, es preciso ofrecer una liturgia que, por un lado, sea dialogante con la sensibilidad religiosa de nuestro tiempo, que rechaza formalismos y esquemas prefijados e impuestos; y por otro lado, sea capaz de expresar con la máxima elocuencia de palabras y signos la identidad del misterio que celebra, poniendo “como centro a Jesús para dejarnos iluminar y guiar por El. En ello podemos encontrar una de las respuestas más rotundas que nuestras comunidades han de dar a una religiosidad ambigua e inconsistente27. - Se ha avanzado mucho en una participación externa y activa, si bien queda mucho para mejorar en la celebración y los celebrantes. Sin embargo, se corre la tentación de reducir todo a expresión externa, a palabras de respuesta, o a música que suena. Queda pendiente una “tarea laboriosa y apasionante a la vez: consiste en descubrir el sentido del misterio; en renovar las celebraciones litúrgicas para que sean signos más elocuentes de la presencia de Cristo, el Señor; en proporcionar espacios para el silencio, la oración y la contemplación; 26 Así lo afirma el Documento Ecclesia in Europa, cap. IV 27 Ecclesia in Europa, cap. IV n. 68. 70. 40 en volver a los sacramentos, especialmente la eucaristía y la penitencia, como fuente de libertad y de nueva esperanza”28. La participación ha de ser, no sólo externa, sino también interna; no sólo “plena, consciente y activa”, sino también “emotiva y mistérica.” - Igualmente, es preciso recuperar la dimensión dinámica de la celebración: Esto implica el que se valore de modo adecuado, y con los medios pastorales previstos, no sólo la celebración misma, sino también su preparación antecedente, y su continuidad consecuente. Sólo así podrá ser verdaderamente “fructuosa”. Esto requiere que sea también una “participación espaciada”: en un ANTES – EN – DESPUÉS. - Junto a ello cabe destacar el reto de un desarrollo más acentuado del carácter mistagógico de la celebración, superando racionalismos y palabrería, y sabiendo desarrollar la pedagogía de los símbolos, la riqueza del “capital simbólico” de que disponemos. Solamente así la celebración será transparencia que nos une con la trascendencia; y lo visible nos conducirá a lo invisible (“per visibilia ad invisibilia”), y el signo al significado, y el sacramento al misterio, haciendo que por su misma fuerza y dinamismo la celebración sea también “evangelización” y “catequesis”, “didascalía” y educación de la fe del pueblo creyente29. La mistagogia litúrgica es la verdadera teología litúrgica, cuando sabemos dejar que los signos hablen con su propia elocuencia. - Se han dado grandes avances en la preparación de los sujetos a la celebración de los sacramentos. Sin embargo, cada vez se percibe más la distancia entre lo que demandan los sujetos y lo que quiere ofrecerles la Iglesia. La visión pragmática, materialista e inmanentista de la vida, adormece o lleva incluso a la desaparición de la mirada y los “ojos de fe” que se necesitan para poder con-sentir con el misterio celebrado. Nos encontramos, por tanto, ante el reto de la capacitación en la fe, teniendo en cuenta la incapacidad de sintonía en la que desarrolla su vida el hombre actual. - La renovación litúrgica cuenta con la necesidad de una adaptación a las costumbres y tradiciones de los pueblos y culturas (SS 37-40). Se han hecho algunos esfuerzos en diversos países (por ejemplo. Zaire, India). Se ha orientado sobre ello en diversos documentos30. Sin embargo, sigue pendiente el reto de la adaptación o inculturación del lenguaje y de los signos, de manera que exista una verdadera comunicación, no sólo entre los participantes, sino de estos con el misterio. Los criterios sobre las partes más adaptables, así como sobre las costumbres y ritos de las diversas culturas que se pueden incorporar a la liturgia, no resultan de fácil aplicación. 28 Así lo afirma el Documento Ecclesia in Europa, cap. IV 11 Ibid., n. 69. CCE 1075: “La catequesis litúrgica pretende introducir en el misterio de Cristo (es “mistagogia”), procediendo de lo visible a lo invisible, del signo a lo significado, de los “sacramentos” a los “misterios”. 30 14 Congregación para el Culto divino y la disciplina de los Sacramentos, La Liturgia Romana y la inculturación (25 de enero de 1994); Id., Directorio sobre la piedad popular y la liturgia (17 diciembre 2001); CCE 1200- 1208. 41 29 - Asimismo, si bien hay que reconocer la gran aportación que se ha hecho a la liturgia de la Palabra, y la riqueza y variedad de textos bíblicos seleccionados para cada tiempo y celebración, también se reconoce que sería preciso proceder a una revisión de los textos seleccionados, de manera que fueran más adaptados e inteligibles para la gran mayoría del pueblo. La comunidad reunida debe poder escuchar sin rubor los textos que se proclaman, porque chocan con su sensibilidad; y la explicación y diálogo sobre la Palabra debe hacer posible que la misma liturgia sea “espacio hermenéutico” adecuado por la coherencia y sinfonía de palabras. - Con y después del Vaticano II se han dado pasos importantes en el orden ecuménico, teniendo en cuenta otras tradiciones litúrgicas. Pero también hay que reconocer que estos “pasos” no han tenido su correspondiente refrendo en la propuesta de unas “celebraciones ecuménicas”, que tengan en cuenta las necesidades y posibilidades de una reunión para la celebración desde lo que nos une, más allá de una deseada “comunión” por lo que todavía nos separa. El tema se plantea con acentos especiales, dado el fenómeno de las migraciones, la libertad religiosa, la globalización... - Junto a todo ello, cabe señalar el reto de una reacción restauracionista que, por temor a que se supere el “máximo permitido”, insiste y se encierra en el “mínimo exigido”, adoptando reacciones de “freno”, que si bien salen al paso de algunos “extremos”, abonan también un alejamiento de un diálogo fructífero con la cultura actual. Si a ello se une una tendencia más bien formalista ritual, añorante de antiguas tradiciones, corremos el riesgo de una desviación del dinamismo renovador del Concilio. Este riesgo, también advertido por algunos documentos oficiales, manifiesta una actitud más bien temerosa ante nuevas sensibilidades que demandan otra participación, reclaman mayor posibilidad de adaptación. - Finalmente, no es menor el reto de una ausencia de sacerdotes responsables de la celebración, por disminución del clero; y de la falta de responsables laicos preparados para asumir dicha función, al nivel que les corresponde, de manera que las comunidades no carezcan del alimento litúrgico y la celebración del misterio de la fe, tan necesario para su fidelidad y animación. Si a ello unimos la extensión de un cierto “desánimo” o “desconcierto” clerical, por la frustración que produce la ineficacia de propuestas y acciones pastorales ofrecidas, entenderemos la tentación de encerrarse en una “estrategia de la conservación” o de la “resignación”, sin saber “qué hacer” y “cómo hacer”... 42 Impacto del Concilio Vaticano II en América Latina (Medellín, Puebla, Santo Domingo, Aparecida) Pbro. Luis Eduardo Villarreal Ríos Introducción (El Concilio, punto de llegada y punto de partida) Previo al Concilio hay un largo proceso de “aggiornamento”, de puesta al día, de adaptación de la Iglesia a la cultura moderna, expresada en: la libertad de conciencia y de pensamiento; la libertad religiosa; la autonomía de las realidades temporales, posteriormente llamada “secularización”; el espíritu democrático; el aprecio por la persona humana en su inviolable subjetividad; la conciencia de la unidad de la historia, entendiéndola como salvación; la reconversión de la idea de “iglesias cristianas”, que está en la base del movimiento ecuménico; la aceptación del desafío de las otras religiones y su significación salvífica. Hay, además, un antecedente latinoamericano al Vaticano II: La Ia. Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Río de Janeiro (25 de julio a 4 de agosto de 1955), la cual será recordada por la creación del Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM. Diez años antes de que el Concilio promulgase la colegialidad episcopal (LG 22), la Iglesia de América Latina la ponía en marcha; algo realmente profético. Pero también el Concilio es punto de partida. Cuando el Papa Juan XXIII, el 25 de enero del año 1959, anunció su propósito de convocar un Concilio, se inauguró un tiempo de gracia, un tiempo oportuno (un “kairós”) para la Iglesia Católica Universal. Es un tiempo de gracia que irrumpe después de 400 años del Concilio de Trento (1545 – 1563) y después de 100 años del Concilio Vaticano Primero (1869-1870). Celebramos este tiempo de gracia, que si no tiene respuesta, puede también agotarse y terminar. “Se ha cumplido el tiempo (“kairós”) y se ha acercado el Reino de Dios. Cambien su manera de pensar y crean en el Evangelio”. (Mc 1, 15). Espíritu que anima todo el Concilio Vaticano II “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia”. (“Constitución Gaudium et Spes”. Proemio) 43 Otros documentos del Concilio Vaticano II que han tenido resonancia Lumen Gentium (Constitución dogmática sobre la Iglesia) En esta constitución se expresa una eclesiología, más acorde al marco histórico salvífico elaborado por una exégesis bíblica que no conocieron los dos últimos concilios. “La Iglesia constituye en la tierra el germen y el principio del Reino de Dios” (5) y su definición básica es “Pueblo de Dios” (capítulo II, concretamente el n. 32). Dei Verbum (Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación) Algunas citas: “La Palabra de Dios la escucha con devoción y la proclama con valentía el Santo Concilio”. (1) “La Sagrada Escritura es la Palabra de Dios, en cuanto escrita por inspiración del Espíritu Santo. La Tradición recibe la Palabra de Dios” (9). El oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de la Iglesia. Pero el Magisterio no está por encima de la Palabra de Dios, sino a su servicio (10). La Iglesia ha considerado siempre como suprema norma de su fe la Escritura unida a la Tradición. Y es tan grande el poder y la fuerza de la Palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia. (21). “Los exégetas católicos y los demás teólogos han de trabajar en común esfuerzo y bajo la vigilancia del Magisterio para investigar con medios oportunos la Escritura y para explicarla, de modo que se multipliquen los ministros de la Palabra capaces de ofrecer al pueblo de Dios el alimento de la Escritura” (23). Los fieles han de tener fácil acceso a la Sagrada Escritura. La Iglesia procura con cuidado materno que se hagan traducciones exactas y adaptadas en diversas lenguas, sobre todo partiendo de los textos originales” (22) “Por eso, todos los clérigos, especialmente los sacerdotes, diáconos y catequistas dedicados por oficio al ministerio de la palabra, han de leer y estudiar asiduamente la Escritura. El santo Sínodo recomienda insistentemente a todos los fieles, especialmente a los religiosos, la lectura constante de la Escritura para que adquieran la ciencia suprema de Jesucristo (Fil. 3,8), "pues desconocer la Escritura es desconocer a Cristo" (San Jerónimo) y "a Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus palabras" (San Ambrosio). (25) Ad gentes (Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia) “…de la semilla de la Palabra de Dios deben crecer en todo el mundo Iglesias particulares autóctonas suficientemente fundadas y dotadas de propias energías, que, provistas suficientemente de jerarquía propia, unida al pueblo fiel, contribuyan al bien de toda la Iglesia“ (6). “…los misioneros conozcan más ampliamente la historia, las estructuras sociales y las costumbres de los pueblos, y se interesen también del orden moral y de los preceptos religiosos, así como de la mentalidad íntima que dichos pueblos han ido formándose, de acuerdo con sus tradiciones sagradas, acerca de Dios, del mundo y del hombre. (26) 44 Otros dos documentos importantes: • Constitución sobre la Sagrada la Liturgia • Decreto sobre el Ecumenismo Impacto del Concilio en algunos obispos comprometidos con el caminar de la Iglesia (El Pacto de las Catacumbas). “Nosotros, obispos, reunidos en el Concilio Vaticano II, conscientes de las deficiencias de nuestra vida de pobreza según el evangelio; motivados los unos por los otros en una iniciativa en la que cada uno de nosotros ha evitado el sobresalir y la presunción; unidos a todos nuestros hermanos en el episcopado; contando, sobre todo, con la gracia y la fuerza de nuestro Señor Jesucristo, con la oración de los fieles y de los sacerdotes de nuestras respectivas diócesis; poniéndonos con el pensamiento y con la oración ante la Trinidad, ante la Iglesia de Cristo y ante los sacerdotes y los fieles de nuestras diócesis, con humildad y con conciencia de nuestra flaqueza, pero también con toda la determinación y toda la fuerza que Dios nos quiere dar como gracia suya, nos comprometemos a lo que sigue: 1. Procuraremos vivir según el modo ordinario de nuestra población en lo que toca a casa, comida, medios de locomoción, y a todo lo que de ahí se desprende. Mt 5, 3; 6, 33s; 8-20. 2. Renunciamos para siempre a la apariencia y la realidad de la riqueza, especialmente en el vestir (ricas vestimentas, colores llamativos) y en símbolos de metales preciosos (esos signos deben ser, ciertamente, evangélicos). Mc 6, 9; Mt 10, 9s; Hech 3, 6. Ni oro ni plata. 3. No poseeremos bienes muebles ni inmuebles, ni tendremos cuentas en el banco, etc, a nombre propio; y, si es necesario poseer algo, pondremos todo a nombre de la diócesis, o de las obras sociales o caritativas. Mt 6, 19-21; Lc 12, 33s. 4. En cuanto sea posible confiaremos la gestión financiera y material de nuestra diócesis a una comisión de laicos competentes y conscientes de su papel apostólico, para ser menos administradores y más pastores y apóstoles. Mt 10, 8; Hech 6, 1-7. 5. Rechazamos que verbalmente o por escrito nos llamen con nombres y títulos que expresen grandeza y poder (Eminencia, Excelencia, Monseñor…). Preferimos que nos llamen con el nombre evangélico de Padre. Mt 20, 25-28; 23, 6-11; Jn 13, 12-15. 6. En nuestro comportamiento y relaciones sociales evitaremos todo lo que pueda parecer concesión de privilegios, primacía o incluso preferencia a los ricos y a los poderosos (por ejemplo en banquetes ofrecidos o aceptados, en servicios religiosos). Lc 13, 12-14; 1 Cor 9, 1419. 45 7. Igualmente evitaremos propiciar o adular la vanidad de quien quiera que sea, al recompensar o solicitar ayudas, o por cualquier otra razón. Invitaremos a nuestros fieles a que consideren sus dádivas como una participación normal en el culto, en el apostolado y en la acción social. Mt 6, 2-4; Lc 15, 9-13; 2 Cor 12, 4. 8. Daremos todo lo que sea necesario de nuestro tiempo, reflexión, corazón, medios, etc. al servicio apostólico y pastoral de las personas y de los grupos trabajadores y económicamente débiles y subdesarrollados, sin que eso perjudique a otras personas y grupos de la diócesis. Apoyaremos a los laicos, religiosos, diáconos o sacerdotes que el Señor llama a evangelizar a los pobres y trabajadores, compartiendo su vida y el trabajo. Lc 4, 18s; Mc 6, 4; Mt 11, 4s; Hech 18, 3s; 20, 33-35; 1 Cor 4, 12 y 9, 1-27. 9. Conscientes de las exigencias de la justicia y de la caridad, y de sus mutuas relaciones, procuraremos transformar las obras de beneficencia en obras sociales basadas en la caridad y en la justicia, que tengan en cuenta a todos y a todas, como un humilde servicio a los organismos públicos competentes. Mt 25, 31-46; Lc 13, 12-14 y 33s. 10. Haremos todo lo posible para que los responsables de nuestro gobierno y de nuestros servicios públicos decidan y pongan en práctica las leyes, estructuras e instituciones sociales que son necesarias para la justicia, la igualdad y el desarrollo armónico y total de todo el hombre y de todos los hombres, y, así, para el advenimiento de un orden social, nuevo, digno de hijos de hombres y de hijos de Dios. (Hech 2, 44s; 4, 32-35; 5, 4; 2 Cor 8 y 9; 1 Tim 5, 16). 11. Porque la colegialidad de los obispos encuentra su más plena realización evangélica en el servicio en común a las mayorías en miseria física cultural y moral -dos tercios de la humanidadnos comprometemos: * a compartir, según nuestras posibilidades, en los proyectos urgentes de los episcopados de las naciones pobres;* a pedir juntos, al nivel de organismos internacionales, dando siempre testimonio del evangelio, como lo hizo el papa Pablo VI en las Naciones Unidas, la adopción de estructuras económicas y culturales que no fabriquen naciones pobres en un mundo cada vez más rico, sino que permitan que las mayorías pobres salgan de su miseria. 12. Nos comprometemos a compartir nuestra vida, en caridad pastoral, con nuestros hermanos en Cristo, sacerdotes, religiosos y laicos, para que nuestro ministerio constituya un verdadero servicio. Así,* nos esforzaremos para “revisar nuestra vida” con ellos;* buscaremos colaboradores para poder ser más animadores según el Espíritu que jefes según el mundo; *procuraremos hacernos lo más humanamente posible presentes, ser acogedores;* nos mostraremos abiertos a todos, sea cual fuere su religión. Mc. 8, 34s; Hech. 6, 1-7; 1 Tim. 3, 810. 46 13. Cuando regresemos a nuestras diócesis daremos a conocer estas resoluciones a nuestros diocesanos, pidiéndoles que nos ayuden con su comprensión, su colaboración y sus oraciones”. Segunda Conferencia General del Episcopado 1968: Latinoamericano Medellín, Colombia “La Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Concilio” Los grandes temas de Medellín son la opción por los pobres, las Comunidades Eclesiales de Base y la liberación. “Estamos en el umbral de una nueva época histórica de nuestro continente, llena de un anhelo de emancipación total, de liberación de toda servidumbre, de maduración personal y de integración colectiva. Percibimos aquí los preanuncios en la dolorosa gestación de una nueva civilización. No podemos dejar de interpretar este gigantesco esfuerzo por una rápida transformación y desarrollo como un evidente signo del Espíritu que conduce la historia de los hombres y de los pueblos hacia su vocación” (Introducción, 4). Tomemos textos fundantes que expresan el “espíritu de Medellín” vigentes hasta hoy Documento: Paz Si "el desarrollo es el nuevo nombre de la paz" (Encíclica Populorum Progressio, n°. 87), el subdesarrollo latinoamericano, con características propias en los diversos países, es una injusta situación promotora de tensiones que conspiran contra la paz.” (Paz 1) “Desigualdades excesivas entre las clases sociales, especialmente, aunque no en forma exclusiva, en aquellos países que se caracterizan por un marcado biclasismo: pocos tienen mucho (cultura, riqueza, poder, prestigio), mientras muchos tienen poco” (Paz 3) “Queremos subrayar que los principales culpables de la dependencia económica de nuestros países son aquellas fuerzas que, inspiradas en el lucro sin freno, conducen a la dictadura económica y al "imperialismo internacional del dinero" condenado por Pío XI en la Quadragesimo Anno y por Pablo VI en la Populorum Progressio” (Paz 9, e) “La paz es, ante todo, obra de justicia. La paz en América Latina no es, por lo tanto, la simple ausencia de violencia y derramamientos de sangre. La opresión ejercida por los grupos de poder puede dar la impresión de mantener la paz y el orden, pero en realidad no es sino "el germen continuo e inevitable de rebeliones y guerras”. (Paz 14, a). 47 “La paz sólo se obtiene creando un orden nuevo que "comporta una justicia más perfecta entre los hombres". En este sentido, el desarrollo integral del hombre, el paso de condiciones menos humanas a condiciones más humanas, es el nombre nuevo de la paz” (Paz 14, a) Hubo ciertas tensiones cuando se redactaron los siguientes párrafos: “No deja de ver que América Latina se encuentra, en muchas partes, en una situación de injusticia que puede llamarse de violencia institucionalizada” (Paz 16). “No debe extrañarnos que nazca en América Latina ‘la tentación de la violencia’. No hay que abusar de la paciencia de un pueblo que soporta durante años una condición que difícilmente aceptarían quienes tienen una mayor conciencia de los derechos humanos.” (Paz 16) "Las revoluciones explosivas de la desesperación" (Pablo VI) (Paz 17). “Si bien es verdad que la insurrección revolucionaria puede ser legítima en el caso ‘de tiranía evidente y prolongada que atentase gravemente a los derechos fundamentales de la persona y damnificase peligrosamente el bien común del país’, ya provenga de una persona ya de estructuras evidentemente injustas, también es cierto que la violencia o ‘revolución armada’ generalmente, ‘engendra nuevas injusticias, introduce nuevos desequilibrios y provoca nuevas ruinas: no se puede combatir un mal real al precio de un mal mayor’”. (Paz 19). “Urgir para que en muchos de nuestros países se detenga y revise el actual proceso armamentista, que constituye a veces una carga excesivamente desproporcionada con las legítimas exigencias del bien común en detrimento de imperiosas necesidades sociales. La lucha contra la miseria es la verdadera guerra que deben afrontar nuestras naciones” (Paz 29). Documento: Pobreza de la Iglesia “El Episcopado Latinoamericano no puede quedar indiferente ante las tremendas injusticias sociales existentes en América Latina, que mantienen a la mayoría de nuestros pueblos en una dolorosa pobreza cercana en muchísimos casos a la inhumana miseria” (Pobreza 1) “Un sordo clamor brota de millones de hombres, pidiendo a sus pastores una liberación que no les llega de ninguna parte. ‘Nos están ahora escuchando en silencio, pero oímos el grito que sube de vuestro sufrimiento", ha dicho el Papa a los campesinos en Colombia.” (Pobreza 1 y 2) “Y llegan también hasta nosotros las quejas de que la Jerarquía, el clero, los religiosos, son ricos y aliados de los ricos”. (Pobreza 2). Al respecto debemos precisar que con mucha frecuencia se confunde la apariencia con la realidad. Muchas causas han contribuido a crear esta imagen. Documento: Pastoral de conjunto 48 Las Comunidades cristianas de base: primer y fundamental núcleo eclesial. Ella es, célula inicial de estructuración eclesial, y foco de la evangelización, y actualmente factor primordial de promoción humana y desarrollo.” (Pastoral 10) Tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano Puebla, México (1979): “La Evangelización en el presente y en el futuro de América Latina”. Citamos un texto que ha tenido mucho peso en la Historia de nuestra Iglesia: Comprobamos, pues, como el más devastador y humillante flagelo, la situación de inhumana pobreza en que viven millones de latinoamericanos expresada, por ejemplo, en mortalidad infantil, falta de vivienda adecuada, problemas de salud, salarios de hambre, desempleo y subempleo, desnutrición, inestabilidad laboral, migraciones masivas, forzadas y desamparadas, etc. ( 29) Al analizar más a fondo tal situación, descubrimos que esta pobreza no es una etapa casual, sino el producto de situaciones y estructuras económicas, sociales y políticas, aunque haya también otras causas de la miseria. Estado interno de nuestros países que encuentra en muchos casos su origen y apoyo en mecanismos que, por encontrarse impregnados, no de un auténtico humanismo, sino de materialismo, producen a nivel internacional, ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres. Esta realidad exige, pues, conversión personal y cambios profundos de las estructuras que respondan a legítimas aspiraciones del pueblo hacia una verdadera justicia social; cambios que, o no se han dado o han sido demasiado lentos en la experiencia de América Latina. (30) La situación de extrema pobreza generalizada, adquiere en la vida real rostros muy concretos en los que deberíamos reconocer los rasgos sufrientes de Cristo, el Señor, que nos cuestiona e interpela: (31) Rostros de niños, golpeados por la pobreza desde antes de nacer, por obstaculizar sus posibilidades de realizarse a causa de deficiencias mentales y corporales irreparables; los niños vagos y muchas veces explotados de nuestras ciudades, fruto de la pobreza y desorganización moral familiar; (32) Rostros de jóvenes, desorientados por no encontrar su lugar en la sociedad; frustrados, sobre todo en zonas rurales y urbanas marginales, por falta de oportunidades de capacitación y ocupación; (33) Rostros de indígenas y con frecuencia de afroamericanos, que, viviendo marginados y en situaciones inhumanas, pueden ser considerados los más pobres entre los pobres; (34) Rostros de campesinos, que como grupo social viven relegados en casi todo nuestro continente, a veces, privados de tierra, en situación de dependencia interna y externa, sometidos a sistemas de comercialización que los explotan; (35) Rostros de obreros frecuentemente mal retribuidos y con dificultades para organizarse y defender sus derechos; (36) Rostros de subempleados y desempleados, despedidos por las duras exigencias de crisis económicas y muchas veces de modelos de desarrollo que someten a los trabajadores y a sus familias a fríos cálculos económicos; (37) Rostros de marginados y hacinados urbanos, con el doble impacto de la carencia de bienes materiales, frente a la ostentación de la riqueza de otros sectores sociales; rostros de ancianos, cada día más numerosos, frecuentemente marginados de la sociedad del progreso que prescinde de las personas que no producen. (38). Cuarta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano Santo Domingo, R. Dominicana (1992): “Nueva Evangelización, Promoción Humana y Cultura Cristiana” 49 Refiriéndose al “inhumano tráfico esclavista”, el texto dice “Queremos con Juan Pablo II pedir perdón a Dios por este holocausto desconocido” (n° 20) “Sólo una Iglesia evangelizada es capaz de evangelizar” (n° 23) “…una línea prioritaria de nuestra pastoral, fruto de esta IV Conferencia, ha de ser la de una Iglesia en la que los fieles cristianos laicos sean protagonistas” (n° 103). El texto se refiere a “la metodología del ver, juzgar, actuar, revisar y celebrar “ (n° 119) “La promoción humana, una dimensión privilegiada de la Nueva Evangelización” (subtítulo capítulo II). “…una opción evangélica y preferencial por los pobres, firme e irrevocable, pero no exclusiva ni excluyente, tan solemnemente afirmada en las Conferencias de Medellín y Puebla”…como el “potencial evangelizador de los pobres” (Puebla 1147), la Iglesia pobre quiere impulsar la evangelización de nuestras comunidades” ”Descubrir en los rostros sufrientes de los pobres el rostro del Señor (Mt. 25, 31-46) “La esclavitud de los negros y las matanzas de los indios fueron el mayor pecado de la expansión colonial de occidente. Por desgracia, en lo que se refiere a la esclavitud, el racismo y la discriminación, hubo bautizados que no fueron ajenos a esta situación” (n° 246). “Hacemos nuestro el clamor de los pobres. Asumimos con renovado ardor la opción evangélica preferencial por los pobres, en continuidad con Medellín y Puebla. Esta opción, no exclusiva ni excluyente, iluminará, a imitación de Jesucristo, toda nuestra acción evangelizadora” (n° 296). Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano: Aparecida, Brasil (2007). “Discípulos y Misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en El tengan Vida: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14, 6)”. Una evaluación mínima de sus capítulos: La introducción sitúa la conferencia de Aparecida en la tradición del Concilio Vaticano II y las conferencias de Medellín y Puebla. Muy positivo: capítulo 2 (análisis de la realidad), capítulo 5 (Comunidades Eclesiales de Base), capítulo 7 (la vida en Cristo y opción por la vida de todos) y capítulo 8 (Reino de Dios y promoción de la dignidad humana). Me detengo en este capítulo… El Reino de Dios es realidad transformadora de la historia (382) que se hace evidente en la vivencia personal y comunitaria de las bienaventuranzas, la evangelización de los pobres, el martirio, el acceso de todos a los bienes, etc… (383). Por eso la dimensión del discipulado y de la misión desde la perspectiva del Reino implica asumir las tareas prioritarias que contribuyan a 50 la dignificación de todo ser humano. La misericordia debe urgir a colaborar en la búsqueda de estructuras más justas (384) en vez de crear círculos viciosos en un sistema económico inicuo. La misericordia y la justicia social van de la mano. La Iglesia está fuera de la lucha partidaria pero no de la lucha por la justicia por medio de todos los recursos de que dispone (385). El norte y la base de la justicia social es el reconocimiento de la dignidad humana en medio de una sociedad llena ídolos que nos cosifican (387). La antropología bíblica (388-389) vivida y practicada nos permite emitir un juicio verdadero de nuestra realidad que salvaguarda la dignidad personal y colectiva. Esta voz de la Iglesia sobre la verdad del hombre y su dignidad tiene que ser proclamada en todos los areópagos públicos y privados del mundo (389-390). Si bien la preocupación por la dignidad humana universal, es católica ésta toma un rostro latinoamericano y caribeño desde la Opción por los Pobres (391). Opción que prolonga la opción de Cristo y se fundamenta en la fe cristológica (392). Por esta fe le reconocemos en los rostros sufrientes de nuestros hermanos (393), de esta fe brota el compromiso solidario al servicio de la dignidad de la vida humana (394). Esta opción debe hacerse presente en el mundo económico y político por medio de los profesionales católicos (395). Esta opción no es puntual debe atravesar todas nuestras estructuras y prioridades pastorales (396). Superando la tendencia privatista, individualista, y paternalista en nuestro trabajo con los pobres (397) llegando a una verdadera amistad con ellos (398). Todos estas orientaciones, elementos expuestos (399) se realizan en la historia, en momentos precisos (400) por lo que se hace necesaria una Pastoral Social estructurada, orgánica e integral (401) atenta a los nuevos rostros de pobreza que la globalización crea (402). Esta pastoral implica incidencia política en los estados para favorecer políticas sociales y económicas que atiendan a la mayoría de la población(403) y animar al mundo empresarial a una actitud verdaderamente justa en el mundo laboral (404). Sabiendo bien que la mayor pobreza es no reconocer el Misterio (405). En la actualidad la lucha por la solidaridad y la justicia no puede limitarse a pequeños campos, ni siquiera a la nación; debe ser internacional, global. Para ello hay que crear espacios de participación, fomentar la búsqueda del bien común priorizando a los tradicionalmente marginados. Buscar el bien común implica, también, una justa regulación de la economía, las finanzas y el comercio mundial, a su vez implica revisar la validez y la eticidad de los tratados intergubernamentales y de libre comercio. (406) El capítulo termina con un desarrollo más específico de ciertos rostros sufrientes que duelen a la Iglesia de hoy, sin que sea una lista exhaustiva ni excluyente. En concreto menciona a la gente que vive en la calle de las grandes ciudades (407-410), a los Migrantes (411-416) a los enfermos (417-421) a los adictos o dependientes de alguna droga (422-426) y los encarcelados (427-430) Después de 50 años de Vaticano II, ¿qué podemos esperar? 51 Nuestra opción debe ser la sobrevivencia de los pobres. El futuro de los pobres está en la construcción del reino; se necesita que la Iglesia dé fuerza y esperanza para construirlo. La “esperanza” del poder y del dinero no nos sirve de nada. Para poner a nuestra Iglesia al servicio del reino se requieren espacios donde el laicado tenga autoridad, legitimidad, autonomía, libertad, creatividad. La unión fe-vida nos lleva a conferirle a nuestra fe toda su dimensión social, de aquí la importancia de la Biblia en el corazón y en la vida de nuestras comunidades. Al respecto van algunas propuestas… Primera propuesta: uso intensivo de la Palabra de Dios Un lugar privilegiado de la Palabra de Dios han sido los círculos de barrio, grupos bíblicos y las Comunidades Eclesiales de Base, que se reúnen en el lugar donde vive la gente, especialmente mujeres en ranchos y/o colonias de las grandes ciudades; ahí se comparte el estudio y la meditación (lectio divina) de la Biblia. Es un espacio propio, con la autonomía, legitimidad, libertad y creatividad, que nos da la Palabra de Dios leída en comunidad, desde la realidad concreta (fe y vida unidas), y por y para los pobres. Además, la Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación: “Dei Verbum” (1965) del Concilio Vaticano II ha dado al estudio bíblico por parte de laicas y laicos una amplia cobertura doctrinal. Nuestra Iglesia particular de Monterrey posee además una infraestructura de estudios bíblicos subsidiada por la Escuela Bíblica Arquidiocesana. Segunda propuesta: nadie puede secuestrar al Espíritu La experiencia eclesial del Espíritu Santo no puede quedar asociada exclusivamente con experiencias de corte neo pentecostal, dejando de lado su dimensión carismática en la Iglesia. Si los carismas han de ser la estructuración de la misión de la Iglesia, siguiendo a san Pablo, entonces debemos ser dóciles a las inspiraciones del Espíritu, que “sopla donde quiere” y que provoca creatividad en todo y en todos/as. Formularemos así nuestra espiritualidad: “vivir en el mundo, sin ser del mundo”. El mundo del consumismo, de las drogas y la corrupción, el mundo del mercado global; a pesar de estar inmersos en todo esto, no pertenecemos a ello, gracias al Espíritu. Tercera propuesta: un pueblo que se organiza desde la base La Iglesia se definió en el Concilio (LG 32) como “Pueblo de Dios”. Este pueblo inició su caminar reuniéndose en las casas (Hech. 2,42 ss.; Rom 16, 5; Film 2). De igual modo, este pueblo se entendió a sí mismo como linaje elegido, sacerdocio real, nación santa” (1 Pedro 2, 910), con la capacidad de ofrecer su vida a Dios. 52 Este modelo de Iglesia ha sido ejemplarmente encarnado por las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs). Recordemos sintéticamente las definiciones constitutivas de las CEBs. en los documentos de las Conferencias Generales del Episcopado . En Medellín las Cebs. son definidas como: “primer y fundamental núcleo eclesial”, “célula inicial de estructuración eclesial” “foco de la evangelización”, “factor primordial de promoción humana y desarrollo.” En Puebla (1979) “focos de evangelización y motores de liberación y desarrollo” “fuente de ministerios laicales”, “en la periferia de las grandes ciudades y en el campo” , “Palabra de Dios encarnada en la vida”, “célula de la gran comunidad”, “amor preferente de la Iglesia por el pueblo sencillo” En Santo Domingo (1992) “parroquia comunidad de comunidades y movimientos”, “parroquia red de comunidades”, “célula viva de la parroquia” En Aparecida (2007) “escuelas para formar discípulos y misioneros del Señor”, “entrega generosa, hasta derramar su sangre” “primeras comunidades en los Hechos de los Apóstoles (2, 42-47)”, “célula inicial de estructuración eclesial”, “foco de fe y evangelización”, “conocimiento mayor de la Palabra de Dios”, “Palabra de Dios como fuente de su espiritualidad”, “expresión visible de la opción preferencial por los pobres”, “signo de vitalidad en la Iglesia particular”, “comunidad de comunidades”. La CEB es la expresión más concreta de la identidad y vitalidad de la Iglesia como comunidad de comunidades. No es simplemente un pequeño grupo en el barrio que se reúne periódicamente; sino la base estructural de la Iglesia (“primer y fundamental núcleo eclesial”), es decir, hace presente toda la vida de la Iglesia en el lugar donde vive la gente. 53 Visión General del Catecismo de la Iglesia Católica 20 Años después Pbro. Modesto Mario Rodríguez Moya CONTEXTO HISTÓRICO Su Santidad el Papa Benedicto XVI, en los tres primeros números de su Carta Apostólica en forma “Motu Proprio” Porta Fidei, expone el por qué de la necesidad de redescubrir el camino de la fe para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo, ya que con frecuencia los cristianos se preocupan mucho por las consecuencias sociales, culturales y políticas de su compromiso, al mismo tiempo que siguen considerando la fe como un presupuesto obvio de la vida común. De hecho, este presupuesto no sólo no aparece como tal, sino que incluso con frecuencia es negado. Mientras que en el pasado era posible reconocer un tejido cultural unitario, ampliamente aceptado en su referencia al contenido de la fe y a los valores inspirados por ella, hoy no parece que sea ya así en vastos sectores de la sociedad, a causa de una profunda crisis de fe que afecta a muchas personas. “A la luz de todo esto, he decidido convocar un Año de la fe. Comenzará el 11 de octubre de 2012, en el cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y terminará en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de noviembre de 2013. En la fecha del 11 de octubre de 2012, se celebrarán también los veinte años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado por mi Predecesor, el beato Papa Juan Pablo II, con la intención de ilustrar a todos los fieles la fuerza y belleza de la fe. Este documento, auténtico fruto del Concilio Vaticano II, fue querido por el Sínodo Extraordinario de los Obispos de 1985 como instrumento al servicio de la catequesis, realizándose mediante la colaboración de todo el Episcopado de la Iglesia católica. Y precisamente he convocado la Asamblea General del Sínodo de los Obispos, en el mes de octubre de 2012, sobre el tema de La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana. Será una buena ocasión para introducir a todo el cuerpo eclesial en un tiempo de especial reflexión y redescubrimiento de la fe”. (Benedicto XVI, Carta Apostólica, Porta Fide, 4) "La catequesis está unida íntimamente a toda la vida de la Iglesia. No sólo la extensión geográfica y el aumento numérico de la Iglesia, sino también y más aún su crecimiento interior, su correspondencia con el designio de Dios dependen esencialmente de ella" (Catechesi Tradendae 13). 54 “Los periodos de renovación de la Iglesia son también tiempos fuertes de la catequesis. Así, en la gran época de los Padres de la Iglesia, vemos a santos obispos consagrar una parte importante de su ministerio a la catequesis. Es la época de San Cirilo de Jerusalén y de San Juan Crisóstomo, de San Ambrosio y de San Agustín, y de muchos otros Padres cuyas obras catequéticas siguen siendo modelos.” (Catecismo de la Iglesia Católica 8) El ministerio de la catequesis saca energías siempre nuevas de los Concilios. El Concilio de Trento constituye a este respecto un ejemplo digno de ser destacado: dio a la catequesis una prioridad en sus constituciones y sus decretos; de él nació el Catecismo Romano que lleva también su nombre y que constituye una obra de primer orden como resumen de la doctrina cristiana; este Concilio suscitó en la Iglesia una organización notable de la catequesis; promovió, gracias a santos obispos y teólogos como San Pedro Canisio, San Carlos Borromeo, San Toribio de Mogrovejo, San Roberto Belarmino, la publicación de numerosos catecismos. (Catecismo de la Iglesia Católica 9) No es extraño, por ello, que, en el dinamismo del Concilio Vaticano segundo (que el Papa Pablo VI consideraba como el gran catecismo de los tiempos modernos), la catequesis de la Iglesia haya atraído de nuevo la atención. El "Directorio general de la catequesis" de 1971, las sesiones del Sínodo de los Obispos consagradas a la evangelización (1974) y a la catequesis (1977), las exhortaciones apostólicas correspondientes, "Evangelii nuntiandi" (1975) y "Catechesi tradendae" (1979), dan testimonio de ello. La sesión extraordinaria del Sínodo de los Obispos de 1985 pidió "que sea redactado un catecismo o compendio de toda la doctrina católica tanto sobre la fe como sobre la moral" (Relación final II B A 4). El santo Padre, Juan Pablo II, hizo suyo este deseo emitido por el Sínodo de los Obispos reconociendo que "responde totalmente a una verdadera necesidad de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares" (Discurso del 7 de Diciembre de 1985). El Papa dispuso todo lo necesario para que se realizara la petición de los padres sinodales. (Catecismo de la Iglesia Católica 10) DOCUMENTO: ELEMENTOS DOCTRINALES FUNDAMENTALES La finalidad de este catecismo es presentar una exposición orgánica y sintética de los contenidos esenciales y fundamentales de la doctrina católica, tanto sobre la fe como sobre la moral, a la luz del Concilio Vaticano II y del conjunto de la Tradición de la Iglesia. Sus fuentes principales son la sagrada Escritura, los Santos Padres, la Liturgia y el Magisterio de la Iglesia. El contenido del Catecismo de la Iglesia Católica se distribuye en cuatro partes: 55 Credo; Sagrada Liturgia, con los Sacramentos; el obrar cristiano, expuesto a partir del Decálogo; y, por último, la Oración cristiana. Las cuatro partes están relacionadas entre sí: el misterio cristiano es el objeto de la fe (primera parte); ese misterio es celebrado y comunicado en las acciones litúrgicas (segunda parte); está presente para iluminar y sostener a los hijos de Dios en su obrar (tercera parte); inspira nuestra oración, cuya expresión principal es el "Padre nuestro", y constituye el objeto de nuestra súplica, nuestra alabanza y nuestra intercesión (cuarta parte). Primera parte: la profesión de la fe (nn. 26-1065). Los que por la fe y el Bautismo pertenecen a Cristo deben confesar su fe bautismal delante de los hombres (cf. Mt 10,32; Rom 10,9). Para esto, el catecismo expone, en primer lugar, en qué consiste la Revelación por la que Dios se dirige y se da al hombre, y la fe, por la cual el hombre responde a Dios (primera sección). El Símbolo de la fe resume los dones que Dios hace al hombre como Autor de todo bien, como Redentor, como Santificador y los articula en torno a los "tres capítulos" de nuestro Bautismo —la fe en un solo Dios: el Padre Todopoderoso, el Creador; y Jesucristo, su Hijo, nuestro Señor y Salvador; y el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia (segunda sección). Segunda parte: La celebración del misterio cristiano (nn. 1066-1690). La segunda parte del catecismo expone cómo la salvación de Dios, realizada una vez por todas por Cristo Jesús y por el Espíritu Santo, se hace presente en las acciones sagradas de la liturgia de la Iglesia (primera sección), particularmente en los siete sacramentos (segunda sección). Tercera parte: La vida en Cristo (nn. 1691-2557). La tercera parte del catecismo presenta el fin último del hombre, creado a imagen de Dios: la bienaventuranza, y los caminos para llegar a ella: mediante un obrar recto y libre, con la ayuda de la ley y de la gracia de Dios (primera sección); mediante un obrar que realiza el doble mandamiento de la caridad, desarrollado en los diez mandamientos de Dios (segunda sección). Cuarta parte: La oración cristiana (nn. 2558-2865). La última parte del catecismo trata del sentido y la importancia de la oración en la vida de los creyentes (primera sección). Se cierra con un breve comentario de las siete peticiones de la oración del Señor (segunda sección). En ellas, en efecto, encontramos la suma de los bienes que debemos esperar y que nuestro Padre celestial quiere concedernos. Al final de cada unidad temática, una serie de textos breves resumen en fórmulas condensadas lo esencial de la enseñanza. Estos "resúmenes" tienen como finalidad ofrecer sugerencias para fórmulas sintéticas y memorizables en la catequesis de cada lugar. 56 CONSECUENCIAS PASTORALES EN LA VIDA PARROQUIAL Aunque puede ser utilizado por cada fiel cristiano para su consulta personal, como hemos visto, la principal finalidad de este catecismo es inspirar y fundamentar los catecismos diocesanos a la realidad propia. La doctrina católica es invariable, pues brota de las fuentes de la revelación, sin embargo, su exposición debe ser adaptada a la cultura y a la realidad del lugar. En cada Parroquia se debe procurar que todos los que intervienen en el ministerio de enseñar doctrina católica conozcan con suficiente familiaridad este catecismo; lo utilicen como referencia y lo recomienden a las familias no tanto para la defensa de su fe, lo que también pueden hacer, sino para no dejarse confundir por interpretaciones subjetivas y fortalecer su fe en la única verdad enseñada por Cristo. DESAFÍOS PENDIENTES El acento de este Catecismo se pone en la exposición doctrinal. Quiere, en efecto, ayudar a profundizar el conocimiento de la fe. Por lo mismo está orientado a la maduración de esta fe, su enraizamiento en la vida y su irradiación en el testimonio (cf. CT 20-22; 25). Por su misma finalidad, este Catecismo no se propone dar una respuesta adaptada, tanto en el contenido cuanto en el método, a las exigencias que dimanan de las diferentes culturas, de edades, de la vida espiritual, de situaciones sociales y eclesiales de aquellos a quienes se dirige la catequesis. Estas indispensables adaptaciones corresponden a catecismos propios de cada lugar, y más aún a aquellos que toman a su cargo instruir a los fieles: El que enseña debe "hacerse todo a todos" (1 Cor 9,22), para ganarlos a todos para Jesucristo... Sobre todo que no se imagine que le ha sido confiada una sola clase de almas, y que, por consiguiente, le es lícito enseñar y formar igualmente a todos los fieles en la verdadera piedad, con un único método y siempre el mismo! Que sepa bien que unos son, en Jesucristo, como niños recién nacidos, otros como adolescentes, otros finalmente como poseedores ya de todas sus fuerzas... Los que son llamados al ministerio de la predicación deben, al transmitir la enseñanza del misterio de la fe y de las reglas de las costumbres, acomodar sus palabras al espíritu y a la inteligencia de sus oyentes (Catecismo Romano, Prefacio, 11). Por encima de todo la Caridad. Para concluir esta presentación es oportuno recordar el principio pastoral que enuncia el Catecismo Romano: Toda la finalidad de la doctrina y de la enseñanza debe ser puesta en el amor que no acaba. Porque se puede muy bien exponer lo que es preciso creer, esperar o hacer; pero sobre todo se debe siempre hacer aparecer el Amor de Nuestro Señor a fin de que cada uno comprenda que todo acto de virtud perfectamente cristiano no tiene otro origen que el Amor, ni otro término que el Amor (Catecismo Romano, Prefacio, 10). 57 La Nueva Evangelización para la Transmisión de la Fe Cristiana Instrumentum Laboris para el Sínodo de los Obispos Pbro. Marco Polo Ríos Valtierra Prefacio “Auméntanos la fe” (Lc 17,5). La importancia de la fe en este contexto aparece reforzada por la decisión del Santo Padre Benedicto XVI de convocar al Año de la fe a comenzar del 11 de octubre de 2012, en el recuerdo del 50º aniversario de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II y del 20º aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica. Ambos eventos tendrán inicio en el curso de la celebración de la Asamblea sinodal. Este Documento es el resultado de la síntesis de las respuestas a los Lineamenta, de todos los que han querido participar en la reflexión eclesial sobre el tema sinodal. Para que la Asamblea sinodal pueda responder a estas expectativas y necesidades de la Iglesia en nuestro tiempo, invoquemos la gracia del Espíritu Santo, que Dios “derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador” (Tt 3,6), suplicando una vez más al Señor Jesús: “Auméntanos la fe” (Lc 17,5). INTRODUCCIÓN Todas las opiniones y las reflexiones recibidas han sido recogidas y sintetizadas en este Instrumentum laboris. PUNTOS DE REFERENCIA 1. El 50ª aniversario de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II, el 20º aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica y el Año de la Fe, convocado por el Papa Benedicto XVI.31 2. La Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi del Papa Pablo VI, la Encíclica Redemptoris missio y la Carta Apostólica Novo millennio ineunte del Papa Juan Pablo II. 31 Cf. BENEDICTO XVI, Porta Fidei. Carta Apostólica en forma de motu proprio con la cual se convoca el Año de la Fe (11 de octubre de 2011): AAS 103 (2011) 723-734. 58 LAS EXPECTATIVAS EN RELACIÓN AL SÍNODO Una ocasión propicia para crear un momento unitario y católico de escucha, de discernimiento y, sobre todo, para dar unidad a las opciones que han de hacerse. Un evento capaz de infundir energías a las comunidades cristianas y, al mismo tiempo, capaz de ofrecer también respuestas concretas a las múltiples exigencias que surgen hoy en la Iglesia respecto a su capacidad de evangelizar. Se espera estímulo, pero también una confrontación y una actitud orientada a compartir instrumentos de análisis y ejemplos de acción. EL TEMA DE LA ASAMBLEA SINODAL No se trata de imaginar solamente algo nuevo o de promover iniciativas inéditas para la difusión del Evangelio, sino más bien de vivir la fe en una dimensión de anuncio de Dios: «la misión renueva la Iglesia, refuerza la fe y la identidad cristiana, da nuevo entusiasmo y nuevas motivaciones. ¡La fe se fortalece dándola!». 32 DEL CONCILIO VATICANO II A LA NUEVA EVANGELIZACIÓN El origen de todo este programa se encuentra en el Concilio Vaticano II, y en su voluntad de dar respuestas a la desorientación experimentada también por los cristianos frente a las fuertes transformaciones y laceraciones que el mundo estaba conociendo en ese período; respuestas no marcadas por el pesimismo o la renuncia, 33 sino inspiradas en la fuerza recreadora de la llamada universal a la salvación,34 que Dios ha querido para cada ser humano. Pablo VI observaba: Cada vez más personas sienten la necesidad de conocer a Jesucristo en una luz diversa de las enseñanzas recibidas en la propia infancia. 35 Y además, fiel a la enseñanza conciliar,36 agregaba que la acción evangelizadora de la Iglesia «debe buscar constantemente los medios y el lenguaje adecuados para proponerles la revelación de Dios y la fe en Jesucristo».37 32 GIOVANNI PAOLO II, Carta Encíclica Redemptoris missio (7 de diciembre de 1990), 2: AAS 83 (1991) 251. 33 Cf. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo Gaudium et spes, 1. 4. 34 Cf. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium, 2. 35 Cf. PABLO VI, Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi (8 de diciembre de 1975), 52: AAS 68 (1976) 40-41. 36 Cf. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia Ad gentes, 6. 37 PABLO VI, Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi (8 de diciembre de 1975), 56: AAS 68 (1976) 46. 59 El Papa Juan Pablo II hizo de este empeño uno de los principios fundamentales de su extenso Magisterio. Sólo una nueva evangelización puede asegurar el crecimiento de una fe límpida y profunda, capaz de hacer de estas tradiciones una fuerza de auténtica libertad. Ciertamente urge, en todas partes, rehacer el entramado cristiano de la sociedad humana. Pero la condición es que se rehaga la cristiana trabazón de las mismas comunidades eclesiales que viven en estos países o naciones». 38 Benedicto XVI: Él ha subrayado, frente a una “hermenéutica de la discontinuidad y de la ruptura”, la importancia de la «“hermenéutica de la reforma”, de la renovación dentro de la continuidad del único sujeto-Iglesia, que el Señor nos ha dado; es un sujeto que crece en el tiempo y se desarrolla, pero permaneciendo siempre el mismo, único sujeto del pueblo de Dios en camino».39 Por lo tanto, como indican algunas respuestas a los Lineamenta, las mencionadas orientaciones de Benedicto XVI, en sintonía con sus predecesores, son una guía segura para afrontar el tema de la transmisión de la fe en la nueva evangelización. LA ESTRUCTURA DEL INSTRUMENTUM LABORIS (4 CAPITULOS) Ha sido desarrollado en cuatro capítulos, útiles para ofrecer contenidos fundamentales e instrumentos que favorezcan la reflexión y el discernimiento. Primer capítulo JESUCRISTO, EVANGELIO DE DIOS PARA EL HOMBRE «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva» (Mc 1,15) La fe cristiana es una relación con la persona de Jesucristo. Como ha afirmado el Papa Benedicto XVI «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva. [...] Y, puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4,10), ahora el amor ya no es sólo un “mandamiento”, sino la respuesta al don del amor, con el cual viene a nuestro encuentro». 38 JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Postsinodal Christifideles laici (30 de diciembre de 1988), 34: AAS 81 (1989) 454-455. 39 BENEDICTO XVI, Discurso a la Curia Romana en ocasión de la presentación de los augurios navideños (22 de diciembre de 2005): AAS 98 (2006) 46. 60 Es un encuentro que nos hace capaces de hacer cosas nuevas y de dar testimonio, gracias a las obras de conversión anunciadas por los Profetas (cf. Jr 3,6ss; Ez 36,24-36), de la transformación de nuestra vida. Reitera el núcleo central de la fe cristiana y propone el Evangelio de Jesucristo como Buena noticia para el hombre contemporáneo. "La nueva evangelización es la expresión de la dinámica interna del cristianismo, que desea dar a conocer a los hombres de buena voluntad la 'profundidad de la riqueza, de la sabiduría y del conocimiento' del misterio de Dios revelado en Jesucristo, más que una ansiosa respuesta ante la crisis de la fe y los nuevos desafíos que el mundo actual plantea a la Iglesia". Hace hincapié en aspectos muy concretos: “La figura de Jesucristo, como el evangelizador; la Iglesia (objeto y sujeto), evangelizada y evangelizadora; el evangelio, como don para cada hombre; el deber del discípulo de evangelizar y el resultado de la evangelización, la renovación de la iglesia. Segundo capítulo TIEMPO DE NUEVA EVANGELIZACIÓN «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación» (Mc 16,15). Señala los desafíos y la descripción de la nueva evangelización en el mundo contemporáneo, descritos con varios escenarios. La Iglesia está llamada a discernir tales escenarios para transformarlos en lugares para el anuncio del Evangelio y de experiencia eclesial (...) En la obra de nueva evangelización, se desea una renovación de la pastoral ordinaria de las Iglesias particulares y, al mismo tiempo, se espera en una nueva sensibilidad que requiere creatividad y audacia evangélica, hacia las personas que se han alejado de la Iglesia. (Muchas de las respuestas se refieren a la "falta de vocaciones para el sacerdocio y la vida consagrada, que requiere, por otra parte, una fuerte pastoral vocacional). 61 Se experimenta una pérdida de unidad de la cultura y de su capacidad de adherir a la fe y de vivir con los valores que ella inspira. Las huellas de eso es: la debilidad de la vida de fe de las comunidades cristianas; la disminución del reconocimiento de la autoridad del magisterio; la privatización de la pertenencia a la Iglesia; la reducción de la práctica religiosa; la falta de empeño en la transmisión de la propia fe a las nuevas generaciones. Los escenarios de la nueva evangelización: 1º cultural, 2º fenómeno migratorio, 3º económico, 4º político, 5º investigación científica y tecnológica, 6º comunicativo, 7º religioso (el escenario religioso ha tenido resonancia: 1º en el diálogo ecuménico, 2º diálogo interreligioso) Al hablar de Missio ad gentes: El discernimiento que la nueva evangelización ha inspirado nos muestra que la tarea evangelizadora de la Iglesia se encuentra en profunda transformación, pero no se trata de un nuevo modelo de acción pastoral, que substituye simplemente otras formas de acción (la primera evangelización, la atención pastoral), sino más bien, de un proceso de relanzamiento de la misión fundamental de la Iglesia. Para esto se descubren 3 exigencias: 1ª la capacidad de discernir; 2ª la capacidad de vivir formas de una radical y genuina adhesión a la fe cristiana; 3ª una clara y explícita relación con la Iglesia, para hacer visible el carácter misionero y apostólico. La Nueva evangelización, reclama la figura de las “unidades pastorales” como centros de irradiación y de testimonio de la experiencia cristiana e invita a no perder el rostro de Iglesia ”doméstica popular”. Tercer capítulo: TRANSMITIR LA FE «Se mantenían constantes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones. [...] Acudían diariamente al Templo con perseverancia y con un mismo espíritu partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y gozando de la simpatía de todo el pueblo. Por lo demás, el Señor agregaba al grupo a los que cada día se iban salvando» (Hch 2,42.46-47). 62 Recuerda que esta es la finalidad de la nueva evangelización, y la concibe como un proceso a través del cual la Iglesia, movida por el Espíritu, anuncia y difunde el Evangelio en todo el mundo; impulsada por la caridad, impregna y transforma todo el orden temporal, asumiendo y renovando las culturas. Al hablar del Primado de la Fe, advierte que "los obstáculos a la fe pueden ser internos a la Iglesia (una fe vivida de forma pasiva y privada, el rechazo de una educación de la fe propia, una separación entre fe y vida) o fuera de la vida cristiana (la secularización, el nihilismo, el consumismo, el hedonismo)". La tradición eclesial ha creado una pedagogía de la transmisión de la fe, que ha desarrollado en los cuatro grandes títulos del Catecismo Romano: el Credo, los sacramentos, los mandamientos y la oración del Padre Nuestro. La fe es esencialmente un don de Dios que provoca el abandono de sí al Señor Jesús. Así, la adhesión al contenido de la fe se transforma en actitud, decisión de seguir a Jesús y de conformar la propia vida a la suya. Se piden que se ponga al centro de la nueva evangelización la parroquia, comunidad de comunidades, no sólo administradora de servicios religiosos, sino espacio para las familias, promotora de grupos de lectura de la Palabra y de un renovado compromiso laical, lugar en el cual se hace una verdadera experiencia de Iglesia, gracias a una acción sacramental vivida en su significado más genuino. Se quiere que la familia tenga un papel cada vez más activo en el proceso de transmisión de la fe. El Año de la Fe representa un llamamiento urgente a la conversión para que cada cristiano y cada comunidad, transformados por la gracia, den abundantes frutos. Entre éstos, el esfuerzo ecuménico, la búsqueda de la verdad, el diálogo interreligioso, la valentía para denunciar las infidelidades y los escándalos en la comunidad cristiana. Los frutos de esta transformación serían: las familias que son signo verdadero de amor, de participación y de esperanza abierta a la vida; comunidades dotadas de un verdadero espíritu ecuménico; el coraje de sostener iniciativas de justicia social y de solidaridad; la alegría de donar la propia vida siguiendo una vocación o una consagración). 63 El cuarto capítulo: "REAVIVAR LA ACCIÓN PASTORAL" «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado» Propone recurrir a los instrumentos usados durante la tradición evangelizadora de la Iglesia, "en particular, el primer anuncio, la iniciación cristiana y la educación, intentando adaptarlos a las condiciones culturales y sociales actuales". A través de la predicación, el sacramento de la reconciliación y la piedad popular con sus devociones. La nueva evangelización, es considerada como la llamada a consolidar los esfuerzos hechos y las reformas introducidas para fortificar la fe y, donde la pastoral bautismal es asumida como uno de los lugares prioritario de la nueva evangelización. "Habría que entender mejor, desde el punto de vista teológico, la secuencia de los sacramentos de iniciación cristiana que culmina en la Eucaristía y reflexionar sobre los modelos para poner en práctica la profundización deseada".(Se reafirma que "nueva evangelización significa dar razón de nuestra fe, comunicando el Logos de la esperanza al mundo que aspira a la salvación). Es necesario, que el saber humano sea de nuevo unido a la sabiduría divina, es decir, a la visión de la creación que Dios Padre tiene y que, a través del Espíritu y del Hijo, se encuentra en todo lo creado. «El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio [...] Será sobre todo mediante su conducta, mediante su vida, como la Iglesia evangelizará al mundo, es decir, mediante un testimonio vivido de fidelidad a Jesucristo, de pobreza y desapego de los bienes materiales, de libertad frente a los poderes del mundo, en una palabra de santidad».40 40 PABLO VI, Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi (8 de diciembre de 1975), 41: AAS 68 (1976) 3132. 64 En el testimonio Dios, por así decir, se expone al riesgo de la libertad del hombre».41 Uno de los signos de la eficacia de la nueva evangelización será el redescubrimiento de la vida como vocación y el surgimiento de vocaciones en el seguimiento radical de Cristo. CONCLUSIÓN «vosotros recibiréis una fuerza cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros» (Hch 1,8) Nueva evangelización no significa “nuevo Evangelio”, porque «Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y por los siglos» (Hb 13,8). Nueva evangelización significa dar una respuesta adecuada a los signos de los tiempos, a las necesidades de los hombres y de los pueblos de hoy, a los nuevos escenarios que muestran la cultura a través de la cual expresamos nuestra identidad y buscamos el sentido de nuestras existencias. Nueva evangelización significa promoción de una cultura más profundamente radicada en el Evangelio. Quiere decir descubrir «el hombre nuevo» (Ef 4,24), que está en nosotros gracias al Espíritu que nos ha sido dado por Jesucristo y por el Padre. 41 BENEDICTO XVI, Exhortación Apostólica Postsinodal Sacramentum caritatis (22 de febrero de 2007), 85: AAS 99 (2007) 170. 65 Carta Apostólica –Motu Proprio- Porta Fidei Pbro. Gerardo Ma. Mayela González Farías I. INTRODUCCIÓN El Papa Benedicto XVI nos ha dejado el documento “Porta Fidei” (La Puerta de la Fe), que es una Carta Apostólica en forma Motu Proprio, del día 11 de octubre de 2011. ¿Qué es un Motu Proprio? Un “Motu Proprio” es un documento pontificio que conlleva una decisión o una comunicación pastoral o disciplinar y que procede de la propia voluntad del Pontífice que lo publica. Con esta carta el Papa Benedicto XVI, convoca a la Iglesia para celebrar el Año de la Fe 2012-2013. II. ELEMENTOS DOCTRINALES FUNDAMENTALES La Carta Apostólica “Porta Fidei” se compone de 15 números y a continuación presentamos los núcleos fundamentales: 1. La puerta de la fe, que introduce en la vida de comunión con Dios y que permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida. Este camino empieza con el bautismo, con el que podemos llamar a Dios: Padre, y se concluye con el paso de la muerte a la vida eterna. Profesar la fe en la Trinidad - Padre, Hijo y Espíritu Santo– equivale a creer en un solo Dios que es Amor (cf. 1 Jn 4, 8): el Padre, que en la plenitud de los tiempos envió a su Hijo para nuestra salvación; Jesucristo, que en el misterio de su muerte y resurrección redimió al mundo; el Espíritu Santo, que guía a la Iglesia a través de los siglos en la espera del retorno glorioso del Señor. 2. El Santo Padre, recuerda la exigencia de redescubrir el CAMINO de la fe, para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del ENCUENTRO CON CRISTO. Sobre todo ante una sociedad que sufre una profunda crisis de fe que afecta a muchas personas. 66 3. No podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta (cf. Mt 5, 13-16). Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en él y a extraer el agua viva que mana de su fuente (cf. Jn 4, 14). Debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios, transmitida fielmente por la Iglesia, y el Pan de la vida, ofrecido como sustento a todos los que son sus discípulos. CREER EN JESUCRISTO, es el camino para llegar de modo definitivo a la salvación. 4. El AÑO DE LA FE, comenzará (ya ha iniciado) el 11 de octubre de 2012, en el 50 Aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y terminará en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de noviembre de 2013. En la fecha del 11 de octubre de 2012, se celebrarán también los 20 años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica. No es la primera vez que la Iglesia está llamada a celebrar un Año de la Fe. El Siervo de Dios Pablo VI, proclamó uno parecido en 1967, para conmemorar el martirio de los apóstoles Pedro y Pablo en el décimo noveno centenario de su supremo testimonio. 5. Se nos presenta una ocasión propicia para comprender los textos del Concilio Vaticano II, que “no pierden su valor ni su esplendor. Es necesario leerlos de manera apropiada y que sean conocidos y asimilados como textos cualificados y normativos del Magisterio, dentro de la Tradición de la Iglesia” (Juan Pablo II) 6. El Año de la fe es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo. La fe es un nuevo criterio de pensamiento y de acción que cambia toda la vida del hombre (Rm 12,2; Col 3,9-10; Ef 4, 20-29; 2Co 5,17) 7. Cristo, hoy como ayer, nos envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra ( cf. Mt 28,19) Hoy es necesario un compromiso 67 eclesial más convencido en favor de una nueva evangelización, para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe. La fe sólo crece y se fortalece creyendo; no hay otra posibilidad para poseer la certeza sobre la propia vida que abandonarse, en un in crescendo continuo, en las manos de un amor que se experimenta siempre como más grande porque tiene su origen en Dios. 8. El Papa Benedicto XVI invita a celebrar este Año de la fe de manera digna y fecunda. Habrá que intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento de profundo cambio como el que la humanidad está viviendo. Tendremos la oportunidad de CONFESAR públicamente la fe en el Señor Resucitado en nuestras catedrales e iglesias de todo el mundo; en nuestras casas y con nuestras familias, en todas las realidades eclesiales antiguas y nuevas, para que cada uno sienta con fuerza la exigencia de conocer y trasmitir mejor a las generaciones futuras la fe de siempre. 9. Redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida, rezada y reflexionar sobre el mismo acto con el que se cree, es un compromiso que todo creyente debe de hacer propio, sobre todo en este Año. Redescubrir los contenidos de la fe: APRENDER DE MEMORIA EL CREDO. No por casualidad, los cristianos en los primeros siglos, estaban obligados a aprender de memoria el Credo, como oración cotidiana para no olvidar el compromiso asumido con el bautismo. 10. En este sentido, el Papa esboza un camino que será útil para comprender de manera más profunda no sólo los contenidos de la fe sino, juntamente también con eso, el acto con el que decidimos entregarnos totalmente y con plena libertad a Dios. En efecto, existe una unidad profunda entre el acto con el que se cree y los contenidos a los que prestamos nuestro asentimiento. El apóstol Pablo nos ayuda a entrar dentro de esta realidad cuando escribe: «con el corazón se cree y con los labios se profesa» (Rm 10, 10) El corazón indica que el primer acto con el que se llega a la fe es don de Dios y acción de su 68 gracia. (Lidia en Hch 16, 14: El Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo”) Y profesar con los labios, indica que la fe implica un testimonio y un compromiso público. La profesión de fe es un acto personal y al mismo tiempo comunitario (El cristiano no puede pensar nunca que creer es un hecho privado) Como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica: “Creo” Es la fe de la Iglesia profesada personalmente por cada creyente, principalmente en su bautismo. “Creemos” Es la fe de la Iglesia confesada por los obispos reunidos en Concilio o, más generalmente, por la asamblea litúrgica de los creyentes. Como se puede ver, el conocimiento de los contenidos de la fe es esencial para dar el propio asentimiento, es decir, para adherirse plenamente con la inteligencia y la voluntad a lo que propone la Iglesia. 11. Conocimiento de los contenidos de la fe: Para acceder a un conocimiento sistemático del contenido de la fe, todos pueden encontrar en el Catecismo de la Iglesia Católica un subsidio precioso e indispensable; regla segura para la enseñanza de la fe. El Año de la Fe deberá expresar un compromiso unánime para redescubrir y estudiar los contenidos fundamentales de la fe, sintetizados sistemática y orgánicamente en el Catecismo de la Iglesia Católica. 12. Así, pues, el Catecismo de la Iglesia Católica podrá ser en este Año un verdadero instrumento de apoyo a la fe, especialmente para quienes se preocupan por la formación de los cristianos, tan importante en nuestro contexto cultural. 13. En este Año de la Fe, será decisivo recorrer la historia de la fe, que pone de relieve la contribución que hombres y mujeres han ofrecido para el crecimiento y desarrollo de las comunidades a través de su testimonio de vida; para suscitar en cada uno un sincero y 69 constante acto de conversión, para experimentar la misericordia de Dios. POR LA FE…María, Apóstoles, Discípulos, Mártires, Consagrados de todas las edades, han dado testimonio de la fe. Por la fe, hoy, también nosotros estamos llamados a dar testimonio y transmitir la fe. 14. Testimonio de Caridad: El Año de la fe será también una buena oportunidad para intensificar el testimonio de la caridad. El apóstol Santiago dice: «¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo esa fe? 15. Conclusión La invitación es dirigida a cada uno de nosotros y nos compromete a convertirnos en un signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo. Lo que el mundo necesita hoy de manera especial es el testimonio creíble de los que creen en Cristo Señor. III. CONSECUENCIAS PASTORALES EN LA VIDA PARROQUIAL DE LAS NOTAS DE LA CONGREGACIÓN DE LA DOCTRINA DE LA FE PARA LA CELEBRACIÓN DEL AÑO DE LA FE, DEL 6 DE ENERO DE 2012 Propone para la celebración del Año de la FE en el ámbito de las parroquias: 1. En preparación del Año de la Fe, todos los fieles están invitados a leer y meditar la Carta Porta Fidei. 2. Ocasión para intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía. 3. Los sacerdotes podrán dedicar atención y estudio al Concilio Vaticano II y al Catecismo de la Iglesia Católica. 4. Guiar a grupos de fieles en la lectura y profundización del Catecismo de la Iglesia. 5. Se espera por parte de las parroquias un renovado compromiso en la difusión del Catecismo de la Iglesia. 6. Ayudar a los fieles a redescubrir el don la de fe bautismal y la responsabilidad de su testimonio para la misión y transmisión de la fe. 70 Cómo se articula el Concilio Vaticano II en la Pastoral de la Arquidiócesis de Monterrey Pbro. Juan Armando Pérez Talamantes 1. Breve recorrido histórico El Concilio Vaticano II ha sido una vena fundamental de la vida pastoral de la Iglesia de Monterrey. Si analizamos la historia y las estructuras arquidiocesanas de los últimos 50 años, podremos reconocer los rasgos de la reflexión conciliar en el rostro de la de nuestra comunidad arquidiocesana. Una vez que hemos conocido los principales documentos del Concilio, su contenido, algo de su historia y, sobre todo, su espíritu, tenemos puntos de referencia a buscar en el caminar pastoral. Desde la realización del Concilio, hemos sido pastoreados por los siguientes Arzobispos: Mons. Alfonso Espino y Silva Mons. José de Jesús Tirado y Pedraza Mons. Adolfo Antonio Cardenal Suárez Rivera Mons. José Francisco Cardenal Robles Ortega Mons. Rogelio Cabrera López 1952-1976 1977-1983 1984-2003 2003-2011 2012- Mons. Alfonso Espino y Silva asistió a las cuatro sesiones del Concilio, Mons, José de Jesús Tirado asistió a las últimas tres sesiones. Regresaron a Monterrey con el espíritu renovador para aplicar las nuevas inspiraciones eclesiales entre nosotros. Mons. Alfonso Espino realizó visitas pastorales a las diversas comunidades e impulsó la formación de nuevas parroquias, renovó los estudios y disciplina del Seminario de Monterrey, formó el primer Consejo Presbiteral, convocó a la Gran Misión (1972) en la que se presentaron a todos los fieles los avances conciliares; Mons. José de Jesús Tirado atendió las reformas y resistencias posteriores al Concilio, alentó el apostolado seglar. Mons. Adolfo Antonio Cardenal Suárez dio una nueva forma a la estructura pastoral: dimensiones catequética, litúrgica, bíblica y social; dedicó la comisión para el apostolado de los laicos; organizó las zonas pastorales y decanatos, alentó la sectorización parroquial; impulsó la formación permanente del clero; convocó y realizó el Primer Sínodo Arquidiocesano (1998-2001), precedido por los Encuentros Eclesiales (1996-1997). Mons. José Francisco Cardenal Robles Ortega renovó los objetivos de la formación en el Seminario; pidió la realización de los talleres “Remar mar adentro” y “Toda la fe en toda la vida” (2005), en los que se trataba de profundizar la realidad social y eclesial; inició las Asambleas Eclesiales (2005) y renovó el formato de los planes de pastoral (2006); formó el Consejo de laicos. 71 2. Origen, meta y sentido de la Iglesia de Monterrey Si repasamos los objetivos del Primer Sínodo Arquidiocesano y del Plan de Pastoral 2002-2005, 2006-2010 y 2011-2015, podemos observar las preocupaciones de la pastoral arquidiocesana después del Concilio. Plan de Pastoral Orgánica 2002-2005 Objetivo: Purificar y vigorizar nuestra fidelidad a Cristo, a la Integridad de su Evangelio, y a nuestros hermanos y hermanas, destinatarios de la Buena Nueva de Salvación. Criterios inspiradores: Fidelidad al carácter encarnado, histórico de la evangelización; Integración orgánica de las tres dimensiones constitutivas de la evangelización y de las distintas pastorales especiales; Búsqueda de la eficacia a través de la complementación y convergencia de las actividades de todas las estructuras pastorales. Plan de Pastoral Orgánica 2006-2010 En este Plan aparecieron el objetivo, la misión y la visión de la Arquidiócesis de Monterrey. Objetivo: Impulsar a todos los sectores del Pueblo de Dios al seguimiento de Cristo, con renovada evangelización permanente, en espíritu de comunión y participación para que, con el testimonio personal y comunitario, podamos transformar todas las dimensiones de la vida humana, saliendo al encuentro de los alejados y marginados, y promoviendo en todos la vida de santidad. Misión: Ser una Iglesia Evangelizada y Evangelizadora que, comprometida en la transformación de la sociedad, viva la comunión. Visión: Que el Pueblo de Dios que peregrina en Monterrey, configurado con Cristo, en Espíritu de comunión, construya el Reino de Dios llevando el Evangelio a todos, preferentemente a los pobres y alejados. Plan de Pastoral Orgánica 2011-2015 De este Plan podemos ver las líneas de acción y las metas propuestas para poder ver su inspiración. Línea de acción 1. La experiencia kerigmática. Que todas las personas tengan un encuentro vivo y kerygmático con Jesucristo, para que logren una conversión personal y puedan iniciarse como discípulos misioneros de Él. Meta 1: Las parroquias son centros vivos de evangelización que, a partir del kerygma, ofrecen procesos de formación de discípulos misioneros. Meta 2: 72 En la arquidiócesis contamos con equipos de agentes de pastoral, en los distintos niveles de la estructura diocesana, que ayudan a proclamar el kerygma, principalmente a los pobres, los marginados y los alejados. Línea de acción 2. La vivencia comunitaria. Que todos los convertidos experimenten una espiritualidad de comunión basada en una fuerte experiencia del amor de Dios y de la fraternidad y contribuyan en el desarrollo social y cristiano de su parroquia. Meta 3: Las parroquias son casas y escuelas de comunión para sus fieles pues son comunidades donde se conoce, se asimila y se vive la espiritualidad de comunión. Meta 4: Las acciones pastorales de las parroquias buscan fomentar la fraternidad y la solidaridad entre los fieles y proyectarlas hacia la sociedad. Línea de acción 3. La formación bíblico-doctrinal. Que todas las personas reciban una formación bíblico-doctrinal acentuadamente vivencial y caritativa para que logren una madurez como discípulos y misioneros de Jesús. Meta 5: Las parroquias son centros de animación bíblica de la pastoral donde los fieles conocen, asimilan y viven la Palabra de Dios y crecen en la solidez de la fe católica. Meta 6: La formación doctrinal – catequética que se ofrece en la arquidiócesis a través de las distintas estructuras pastorales acerca a los fieles a los textos bíblicos y promueve en ellos las actitudes evangélicas que la fe de la Iglesia propone para la acción pastoral. Línea de acción 4. El compromiso misionero. Crear herramientas pastorales para lograr la transformación social a través del compromiso misionero en las parroquias y llegar a todas las personas y sectores del pueblo de Dios más alejados, a fin de reintegrarlos con la Iglesia. Meta 7: Las parroquias son comunidades misioneras que salen al encuentro de los alejados e indiferentes para reintegrarlos a la comunidad de la familia de Dios. Meta 8: El SEDECOPA ofrece recursos pastorales creativos y eficaces de nueva evangelización (métodos, expresiones, ardor) destinados especialmente a los alejados y los marginados y con un claro fin misionero. Observemos cómo aparecen las inspiraciones conciliares en los objetivos, criterios y líneas de acción de estos planes, sobre todo la visión de la Iglesia como pueblo de Dios, el carácter encarnado de la evangelización, la espiritualidad de comunión y la 73 corresponsabilidad en la evangelización (comunión y participación), la renovación de la fe y el testimonio de fidelidad, la preocupación por los pobres y alejados; la formación de los agentes en los temas bíblicos y catequéticos de manera que se fortalezca la caridad como discípulos verdaderos, quienes pueden ser enviados a llevar el Evangelio. Estos planes han inspirado la acción pastoral arquidiocesana de los últimos años. Tal vez haya sectores de fieles que no han conocido si quiera la existencia de estos planes, este Año de la Fe y conmemoración del Concilio debe impulsarnos a interesarnos como discípulos verdaderos y conocer con mayor claridad el caminar de nuestra Iglesia. Nuestra Arquidiócesis está inspirada por los movimientos que el Espíritu Santo va suscitando en el corazón de la Iglesia. Estos 50 años del Concilio Vaticano II han sido años de reflexión y trabajo sobre nuestra identidad y vocación en Cristo. El movimiento renovador del Concilio nos ha hecho identificarnos como Iglesia que tiene un origen y una meta, un Alfa y Omega: Cristo. Somos Iglesia, somos llamados por Cristo, quien es nuestro Señor y Salvador, Cabeza de todo el cuerpo de la Iglesia. La Iglesia no es el grupo de obispos ni el grupo de presbíteros, la Iglesia somos todo el pueblo de Dios. ¿Acaso no comparten la esperanza de sentirnos, sabernos y considerarnos personas congregadas por Cristo? Nuestra Iglesia no es una barca a la deriva, es una barca que tiene un destino, una barca cuyo Capitán nos ama y nos anima en medio de los días nublados, de las tempestades, de la falta de agua y alimento, del cansancio diario 3. El sentido y la misión de la Iglesia de Monterrey El Catecismo de la Iglesia Católica nos propone cómo se desarrolla este camino del cristiano hacia la unión cada vez más plena en Cristo: la vida de fe. Cristo es el Camino que nos guía hacia el Padre y nos propone con claridad el fin hacia el cual invita Dios: la bienaventuranza, gran invitación de parte de Dios que irrumpe en la vida cotidiana; una invitación que desde la fe se revela como mandamiento, como norma de vida en todos los órdenes de nuestro ser. Es significativo que la catequesis infantil, bíblica y los grupos de liturgia (acólitos, lectores, ministros extraordinarios de la comunión…) son ya realidad en la mayoría de las comunidades; así como los grupos juveniles con diversos carismas; los grupos apostólicos y asociaciones de fieles dan vida a la fe en nuestras comunidades en una riqueza de testimonio y entrega. La predicación del Evangelio y el cuidado pastoral de la comunidad eclesial han rendido frutos, en ellos podemos palpar que lo que la Iglesia ha reflexionado en estos años postconciliares ha llegado a nuestra tierra y va manifestándose en la manera en que realizamos nuestra misión: las personas reciben la Palabra de Jesús y son movidas por Él desde su corazón en un espíritu de comunión. Los esfuerzos de los diversos niveles de los agentes de pastoral de nuestra Arquidiócesis tienen un sentido: invitar a todos los habitantes de estas tierras hacia la acción recta, esperanzadora y libre, con la profunda fe en que sólo la caridad en la verdad dispone al ser humano a acoger el amor de Dios. El Concilio Vaticano II ha inspirado la configuración de nuestro caminar: se han propuesto Planes de pastoral con objetivos a cinco años, se han establecido las Asambleas Eclesiales Arquidiocesanas anuales con el fin de revisar el caminar de la Iglesia; 74 han surgido escuelas e institutos de formación para los diversos agentes de pastoral; últimamente se ha dado un impulso renovador a la misión evangelizadora de las parroquias con la aplicación del “Pueblo de Dios en Misión” inspirados por la reflexión de los Obispos en Aparecida: una acción que ha producido frutos palpables en algunas comunidades; los secretariados pastorales han ofrecido en diversos momentos cursos y recursos formativos y celebrativos con el fin de alentar nuestro espíritu a la aceptación de la Palabra…, en fin, hemos tratado de promover la acción eclesial en la misión que Cristo nos ha encomendado. Sin embargo, es necesario reconocer, con sinceridad humilde, que la misión no termina y la calidad de nuestro cumplimiento tiene mucho que mejorar. 4. Los retos Podemos reconocer que la acción pastoral de nuestra Iglesia muestra algunos frutos de las inspiraciones que el Espíritu Santo nos ha dado en el Concilio Vaticano II. Sin embargo, el Papa Benedicto XVI nos ha convocado a la celebración del Año de la Fe: “el Año de la fe es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo.” (Porta Fidei, 6). Todas estas inspiraciones descubiertas en nuestro peregrinar eclesial arquidiocesano necesitan ser renovadas en un espíritu de conversión. Los Lineamenta para el Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización expresan un sentimiento de la Iglesia Universal: “La Iglesia siente que es su deber lograr imaginar nuevos instrumentos y nuevas palabras para hacer audibles y comprensibles también en los nuevos desiertos la palabra de la fe que nos ha regenerado para la vida, aquella verdadera, en Dios.” (Lineamenta 2012, 8). El Cardenal Rino Fisichella, Presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, ha invitado a considerar la preocupación e invitación del Papa al Año de la Fe y al Sínodo de los Obispos sobre el tema, como una invitación a orar y discernir la misión de la Iglesia en este siglo XXI. No se trata sólo de congratularnos unos con otros por reconocer algunos frutos, se trata de escuchar, discernir, vivir, orar, meditar y contemplar a Cristo unidos por el Espíritu Santo para actuar como verdaderos discípulos suyos. Es un gran reto, un gran esfuerzo que requiere serenidad, humildad, salud del corazón y fortaleza de fe de parte de todos nosotros. Sería un gran error pensar que ya tenemos frutos maduros y definitivos del Concilio y de Nueva Evangelización, cuando el Papa apenas está haciendo la invitación a este discernimiento de fe. Se trata de una renovación de fe, cuando una persona declara que ha experimentado algo “nuevo” se trata de una declaración de que se ha experimentado un “encuentro original”, un contacto con nuestro origen y verdad más profunda que nos ha dicho algo de la verdad sobre nosotros mismos, de nuestra identidad y vocación; el Año de la fe trata de volver a encontrarnos con Cristo, nuestro Alfa y Omega. Reconocemos el esfuerzo permanente por vivir la fe que profesamos, pero el Papa nos invita a re-considerar la fe, para no darla por sentada, para no pensar que nosotros y la sociedad entera ya no podemos crecer más en la relación personal con Dios y renovar nuestro compromiso de producir frutos de caridad, para reconocer que los cristianos muchas veces nos hemos sentido autosuficientes y que el 75 fariseísmo seduce nuestros corazones, pero humildemente queremos regresar al inicio de todo: la caridad en la verdad. La Constitución Dei Verbum y la Exhortación Pastoral Verbum Domini nos han invitado a retomar la actitud del discípulo que ama a su Maestro y se sienta, de manera individual y comunitaria, a escuchar la Palabra con disposición especial y a meditarla en su corazón, una verdadera escucha orante que no puede darse por supuesta, es necesario un signo visible de esta unión de fe orante y humilde como pueblo que escucha a su Maestro. Los esfuerzos pastorales por reunirnos para leer juntos y de manera orante la Palabra pueden ser aún más claros y difundidos entre los fieles católicos; para que los fieles conozcan la riqueza de la oración cristiana necesitamos interés de los agentes evangelizadores. De la Gaudium et spes retomo dos puntos que me parecen relevantes en nuestra Iglesia y nuestra sociedad. El primero se refiere a la concepción que tenemos de nosotros mismos ¿no les parece que necesitamos una reflexión clara sobre quién es el ser humano y quién es Dios?¿cuáles son los rasgos más ricos y profundamente humanos de nuestra sociedad regiomontana? Somos seres humanos, hijos de Dios, pero en medio de los cambios culturales actuales, por su misma complejidad, es difícil concebir con cierta claridad al menos, cuál es la identidad y la vocación, la misión y el sentido, la meta del ser humano en cuanto tal y como hijo de Dios. La autoestima del espíritu de nuestra sociedad está a la baja, está herida, mas el Señor nos dice que no es herida de muerte, la sociedad sólo está “dormida”. El segundo aspecto que quiero hacer presente, partiendo de la Gaudium et spes, es el amor a nuestra cultura. Partiendo de una justa valoración de nuestra cultura, de una sana autocrítica que valore las luces y las sombras, podremos reconocer, con humildad, que estamos necesitados de justicia y paz, de gracia y misericordia, de perdón y reconciliación, de participación y comunión. Nuestra fe en Cristo tiene mucho que aportar a los habitantes de estas tierras. Con humildad, los cristianos reconocemos que no agotamos la cultura, somos sólo servidores, como nos mandó nuestro Señor, quien nos pide amar al ser humano de la Arquidiócesis de Monterrey, con sus cualidades y defectos, para ofrecerle el humilde servicio del Evangelio. El Decreto Optatam totius nos impulsa a replantearnos la acción humana, para dirigirla hacia el bien moral; creo que esta propuesta conciliar tiene mucho que inspirarnos; es necesaria la reflexión de fe sobre una moral que proponga una renovada perspectiva de esperanza y dé sentido a la acción social, individual y comunitaria: todo ser humano de buena voluntad puede tener las luces del bien ético y moral, la fe de la Iglesia puede clarificar, fortalecer y alentar esta acción de bien que muchas personas realizan en nuestra sociedad, para valorarla, acogerla, enriquecerla y dirigirla hacia los frutos de la caridad que sanan y elevan al ser humano y enaltecen la cultura. Que el Espíritu Santo aumente nuestra fe, aliente nuestra esperanza y fortalezca nuestra caridad. 76 Apéndice: Dinámicas y Materiales 77 Concilio Ecuménico Vaticano II (Visión General) Dinámica: Mensajes del Concilio Material: Copias de los Mensajes del Concilio a la humanidad (Clausura del Concilio) Procedimiento: Si se cree oportuno se reparte una copia o se lee en público el mensaje completo de la Clausura del Concilio, adjunto en un archivo word en este material. Una vez leído o repartido se hacen 7 equipos: 1. Uno de puras mujeres. 2. Otro de puros jóvenes. 3. Los otros cinco indistintos. En seguida se reparte a cada uno de los equipos uno de los mensajes leídos en la clausura del Concilio42. A unos se les da el extracto del mensaje a los gobernantes, a otros el mensaje a los hombres del pensamiento y la ciencia… y así sucesivamente con los mensajes siguientes: a los artistas, a las mujeres, a los trabajadores, a los enfermos y a los jóvenes. Al equipo de mujeres y jóvenes se les da el mensaje que les corresponde. Cada equipo contesta las siguientes preguntas y las comparte en el pleno: 1. En una sola frase ¿qué mensaje da el concilio a este grupo de personas? (A los gobernantes, científicos, artistas, mujeres, trabajadores, enfermos o jóvenes, según a cada equipo le corresponde) 2. ¿Es un mensaje actual? ¿por qué? 3. ¿Qué idea les gustaría resaltar? 42 http://ebookbrowse.com/mensajes-del-concilio-a-la-humanidad-doc-d160228852 78 Lumen Gentium Dinámica: Juntos como hermanos hacia la Verdad Objetivo: Profundizar sobre el valor de la Iglesia como signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano. Material: Un metro de estambre para cada participante, seguritos, botellas de refresco de vidrio (u otro material que pueda cumplir con la finalidad abajo expuesta), una para cada equipo; Aros de madera para bordar (uno para cada equipo) El objetivo del juego es colocar el aro alrededor de la botella, sin utilizar nada, solamente caminando. Instrucciones: Se dividen en grupos aproximados de 6 o más. Cada uno lleva en la presilla trasera de su pantalón o en su vestido, con la ayuda del segurito, el metro de estambre. Una de las puntas del hilo de estambre está atada al aro y la otra sujeta a cada jugador por la espalda. Los equipos eligen a un pastor que será el único que puede voltear a ver el aro, hablar y dar indicaciones. Todos los equipos están al centro del lugar (de preferencia amplio) y su objetivo es llegar a la botella que le corresponde, colocadas en los extremos del lugar y colocar el aro alrededor de la botella. Dada la indicación (puede ser con música), cada equipo camina hacia su objetivo. El primero en colocar el aro gana. Las botellas pueden estar envueltas o tener un crucifijo o una imagen, pues ellas representan el Reino de Dios, a donde vamos en Cristo como peregrinos. Nota: la botella puede ser sustituida por otro objeto o colocada en una base un poco más alta para facilitar la participación de personas mayores en la dinámica. Reglas: sólo puede hablar el pastor, nadie puede ver el aro (excepto el pastor que da las indicaciones) ni tocar el estambre con sus manos. Se pueden poner algunos obstáculos en el camino de los equipos del centro hacia el aro. Compartir experiencias de lo vivido. Teniendo en cuenta el tema de la comunión ¿Qué podemos aprender con esta experiencia? 79 Gaudium et Spes Dinámica: Los signos de los tiempos Objetivo: Hacer un ejercicio sobre el modo de hacer teología que propone Gaudium et Spes, teniendo en cuenta “los signos de los tiempos” de nuestra comunidad nacional y parroquial. Expresión “signos de los tiempos”, según Juan XXIII La relación de la Iglesia con el mundo, estaba en el corazón de las preocupaciones de Juan XXIII, quien lanza un llamamiento a la paz entre los hombres. Introduce la idea de que era preciso leer los “signos de los tiempos”, es decir, que a pesar del pesimismo sobre el mundo contemporáneo que se expresaba en sus primeros discursos, había que saber discernir la acción del Espíritu Santo en la evolución de la historia. Esta noción de los “signos de los tiempos”, constituyó, lo esencial de la “Pacem in Terris” en 1963. Pero realmente introducida y actualizada en la Bula “Humanae Salutis”, mediante la cual convocó al Concilio. El Papa hizo innumerables declaraciones sobre el Concilio, en las que expuso la importancia del Concilio en su momento histórico, y para dar realce a la importancia de esta convocatoria se sirvió de la noción “signos de los tiempos”, es decir, los acontecimientos más relevantes de la sociedad moderna que la Iglesia tiene el deber de saber discernir e interpretar y que lo pide el mismo Dios. Se aborda ampliamente el sentido de la expresión “signos de los tiempos” en el documento conciliar “Gaudium et Spes” desde el análisis de sus dos capítulos, títulos y subtítulos. Este análisis toma como punto de partida tres posibles planteamientos: ¿Qué se entiende por “signos de los tiempos”? Descripción de posibles “signos de los tiempos, según el documento y ¿Qué respuesta, postura o actitud ofrece la Iglesia ante la realidad analizada? Procedimiento: Se reparte a todos y se lee la ficha: Los signos de los tiempos según Juan XXIII. 80 Cuando ya todos han leído y/o escuchado la ficha. Se reúnen por equipos para contestar las preguntas: 1. 2. 3. 4. ¿Qué son los Signos de los Tiempos? ¿Cuáles son los posibles signos de los tiempos en donde vivo? ¿Qué postura, respuesta o actitud ofrece la sociedad? ¿Qué postura, respuesta o actitud ofrece la Iglesia desde el Concilio Vaticano II? El animador puede darle variedad a cada equipo: por ejemplo, en la pregunta dos se le puede especificar a cada equipo hablar desde un ámbito específico: Familia, País, Parroquia. Si el tiempo lo permite, los equipos podrían elegir uno de los “Signos” contestados en la pregunta dos y realizar un pequeño sociodrama sobre la actitud de la sociedad y la Iglesia respecto a ese signo. Otra manera de hacerlo sería que el animador de antemano entregue a los equipos un Signo de nuestro tiempo y propongan en el sociodrama la actitud de la Iglesia respecto al tema. Signos claros serían: los progresos de las ciencias biológicas, sociológicas y sociales o tecnológicos; violencia, bullyng, alcoholismo, ateísmo, inteligencia práctica, contrastes entre ciencia y religión, demografía, aborto, libertad religiosa, distancia entre los pobres y los ricos. 81 Dei Verbum, la Revelación en un horizonte cristológico Dinámica: La Biblia, fuente de vida cristiana Contesta brevemente y de manera personal: ¿Qué papel tiene la Biblia en mi propia vida, en mi fe, en mi familia y/o trabajo? ¿Qué significa ESCUCHAR con devoción la Palabra de Dios? ¿Cómo puedo HACER VIDA la Palabra de Dios proclamada en la Misa Dominical? ¿En qué lugar nos ha faltado proclamar con valentía y libertad la Palabra de Dios? ¿Cómo podríamos darle a la Biblia el lugar que le corresponde en la Vida de la Iglesia? Elige una idea y haz un cuento, canción, poema o dibujo sobre la Revelación según DV La revelación no es algo debido a nuestra naturaleza, es gracia y don (DV 1-2). Se nos manifiesta Dios no por nuestro mérito, sino conforme a su bondad. En Jesús se nos muestra quién es Dios y quién es el hombre. El católico está llamado a ser testigo, a transmitir la revelación: “Lo que hemos visto y oído, se lo anunciamos”. La revelación-salvación es para todos (DV 14) La fe es entrega total y libre del hombre a Dios, es amarlo, comprometernos con él y su causa. El hombre está llamado a participar en la vida divina dentro de la comunión eclesial. El proyecto de Dios no es un asunto individual, sino comunitario, de allí la urgencia de vivir en la solidaridad. Se pueden compartir algunas de las respuestas, cuentos, canciones, poemas… 82 Sacrosanctum Concilium: Perspectivas y Alcances Dinámica: Celebración Comunitaria de Oración Objetivo: Que la comunidad tenga una experiencia de celebración comunitaria de oración que tome en cuenta los retos planteados por SC, siendo una liturgia Cristocéntrica, festiva, y que desarrolle el carácter misionero y la dimensión social de la Liturgia. Material: Biblia, Copias de los cantos: “Renuévame, Señor Jesús” y “El Espíritu de Dios” (el canto puede estar grabado o cantarse en vivo con la ayuda de algún coro parroquial, otros cantos pueden iluminar el momento), un recipiente grande lleno de agua, otro vacío, dos toallas, papel reciclado (media hoja tamaño carta por cada uno), plumas. Desarrollo de la Celebración: Saludo y Acogida Introducción43: Todos experimentamos que la fuerza del amor ilumina, impulsa a la acción, a la unión, al perdón, a la creatividad… El amor es la única fuerza capaz de transformar un enemigo en amigo. Creemos, por eso, que el sentirnos amados es lo que nos mueve a hacer nuevas nuestras relacione, puesto que cuando se está bajo la influencia del amor, se pueden hacer las mejores cosas, lo insospechado. Nadie es insensible al amor, sino que todos podemos amar en alguna de las facetas del amor, intensamente, y por tanto somos capaces de una enorme proyección al mundo y de una enorme capacidad de felicidad. La verdadera novedad del amor comienza a desarrollarse cuando amamos a quienes no necesitamos para nuestros fines personales. Este es el potencial del amor que Dios nos quiere hacer partícipes para transformar nuestras vidas. Acción: En este momento cada uno escribe en el papel aquellas situaciones de su vida familiar, laboral, educativa o recreativa en que sabe que puede poner un poco más de amor, más compromiso con los pobres y buscar la justicia y la verdad con mayor fuerza. No hemos de olvidar las situaciones comunitarias, tales como la violencia, la pobreza, los derechos humanos, etc. Gesto: Lavarse las manos como expresión de la disponibilidad para el encuentro con Dios y con los demás. Todos pasan mientras cantamos “Renuévame” (puede repetirse). Iluminación: Leemos Hebreos 13, 1-8.16 Oración: En este momento invocamos al Padre para que nos envíe el Espíritu Santo y nos ayude a imitar la solidaridad de Cristo con todos. (Cantamos: El Espíritu de Dios). Misión: Cada uno se hace un propósito y lo comparte con la persona que está a su lado. Todos se despiden con un abrazo 43 Hacia una comunidad Orante, Servicio de Animación Comunitaria, Movimiento por un Mundo Mejor, México, p. 93 83 Impacto del Concilio Vaticano II en América Latina (Medellín, Puebla, Santo Domingo, Aparecida) Dinámica: El pacto de mi parroquia Material: Rotafolios, marcadores (según la cantidad de equipos) Explicación: El 16 de noviembre de 1965, pocos días antes de la clausura del Concilio, cerca de 40 padres conciliares celebraron una eucaristía en las catacumbas de santa Domitila. Pidieron "ser fieles al espíritu de Jesús", y al terminar la celebración firmaron lo que llamaron "el pacto de las catacumbas". El "pacto" es una invitación a los "hermanos en el episcopado" a llevar una "vida de pobreza" y a ser una Iglesia "servidora y pobre" como lo quería Juan XXIII. Los firmantes entre ellos muchos latinoamericanos y brasileños, a los que después se unieron otros- se comprometían a vivir en pobreza, a rechazar todos los símbolos o privilegios de poder y a colocar a los pobres en el centro de su ministerio pastoral. Ya estudiado el tema sobre el Impacto del Concilio en América Latina y habiendo reflexionado el pacto de las catacumbas, vamos a redactar un pacto para nuestra parroquia. Deberá ayudarnos a todos los miembros de la parroquia a “ser fieles al espíritu de Jesús”, llevar “una vida de pobreza” y ser una parroquia “servidora y pobre”. Procedimiento: Cada equipo recibe su material y se reúne para la redacción. Eligen un secretario, quien en un segundo momento leerá el pacto que cada equipo redactó. Al final todos pegan su pacto en la pared para compartirlo con otros. 84 Catecismo de la Iglesia Católica Dinámica: 911 Espiritual Material: Rotafolios y marcadores, Catecismos de la Iglesia Católica A veces las personas, cuando se encuentran en problemas o ante un hecho delictivo, llaman al número 911, es un número que universalmente significa ayuda. Es que el famoso y hollywoodense número 911, es la marca registrada de los sistemas centrales de emergencias de varios países del mundo, con solo discar dicho número es posible llamar a una ambulancia, a la policía, o a los bomberos; el cine y las series estadounidenses lo han hecho tan famoso, que ha reemplazado en muchos países a otros números, quienes tuvieron que optar a cambiarlo por 911. Los cristianos también tenemos nuestro 911, tenemos a quien llamar en nuestros momentos difíciles, cuando uno desfallece, cuando no encuentra, esa salida que a cada minuto parece más lejana, cuando la fatiga diaria de un mundo cada vez más materialista e insolidario nos hace sentirnos vacíos, entonces debemos saber que poseemos una oración, poderosa. Es la oración del creyente que repite su certeza de que su Dios lo protege y que al que confía en Él, lo resguarda de esos peligros que le acechan alrededor. Es también su doctrina o catecismo, orientada a la maduración de la fe, su enrizamiento en la vida y su irradiación en el testimonio la que nos rescata cuando es llevada a la oración. Procedimiento: 1. Se reparte a todos la ficha y se lee. 2.- Nos reunimos en Equipos de 6 a 8 para reflexionar la ficha y redactar un 911 espiritual basado en nuestra fe, puede ser una enseñanza del catecismo, una cita bíblica o una enseñanza que, llevados a la oración, sean auxilio en el momento de la angustia. Se le puede pedir a los equipos que hagan un esfuerzo especial por utilizar el Catecismo. Por ejemplo: Situación Si tengo miedo… Emergencia 911 Leer Is 41, 8-10 Si alguien murió en casa… Leer Catecismo (1020) La vida eterna comienza con el bautismo. Va más allá de la muerte y no tendrá fin Si cometí pecado… Leer el Catecismo 982: No hay ninguna falta por grave que sea que la Iglesia no pueda perdonar. Leer el catecismo en 1948, la solidaridad es una virtud eminentemente cristiana. … Si mi hermano pasa necesidad…. … 85 Oración Señor, que confíe cada vez más en ti… Señor, ayúdame a creer en la vida eterna, aumenta mi confianza en tu misericordia y ayúdame a recordar que yo no muero, entro a la vida. … Señor, ayúdame a vivir en la solidaridad como viviste tú. … 3.- Se comparte el 911 de cada equipo. La Nueva Evangelización para la Transmisión de la Fe Dinámica: Signos de amor L e En el Año de la Fe y como finalidad de la Nueva Evangelización se hace un llamado e urgente a la conversión de cada cristiano y cada comunidad, para que, r transformados por la gracia, den abundantes frutos, anunciando y difundiendo el l Evangelio por todo el mundo. Los frutos de esta transformación serían: familias a que son un verdadero signo de amor, de participación y esperanza abierta a la vida, comunidades dotadas de un verdadero espíritu ecuménico, el coraje de sostener f iniciativas de justicia social y de solidaridad, la alegría de donar la propia vida i siguiendo una vocación o consagración. c ha: Contestar y compartir ¿Cómo pueden nuestras familias ser un verdadero signo de amor para los demás? 86 Carta Apostólica –Motu Proprio- Porta Fidei Dinámica: Con el corazón se lee y con los labios se profesa Objetivo: Redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida, rezada y darnos cuenta si tenemos dudas o desconocimiento en los contenidos de la fe del Credo. Instrucciones: Antes de la exposición del documento Porta Fidei repartir una copia del crucigrama a cada uno de los presentes. Darles unos minutos para contestarlo. Revisarlo en pequeños grupos de 3 personas. Dar las respuestas correctas a todo el pleno, con alguna breve explicación si se considera oportuno Compartir brevemente la experiencia y terminar diciendo todos juntos el Credo 87 HORIZONTAL 1. Vida después de la muerte. 3. 7. 8. 9. 10. 11. Padre es... de todo lo visible y lo invisible Creador del cielo y de la tierra. De la misma naturaleza del Padre. Procede del Padre y del Hijo. Espíritu... Atributo de la iglesia. VERTICAL 2. … Santa, Católica y Apostólica 3. Símbolo 4 ...No creado 5 Uno solo para el perdón de los pecados 6 Vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos 12. Nombre del credo que se dice ordinariamente los domingos. 88 SOLUCION HORIZONTAL 1. Vida después de la muerte. 3 7 8 9 10 11 Padre es... de todo lo visible y lo invisible Creador del cielo y de la tierra. De la misma naturaleza del Padre. Procede del Padre y del Hijo. Espíritu... Atributo de la iglesia. VERTICAL 2. … Santa, Católica y Apostólica 3. Símbolo 4...No creado 5 Uno solo para el perdón de los pecados 6 Vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos 12. Nombre del credo que se dice ordinariamente los domingos. 89 Cómo se articula el Concilio Vaticano II en la Pastoral de la Arquidiocesis de Monterrey Dinámica: “Armar el Plan” Objetivo: Que cada uno asimile, comprenda y memorice la misión, visión y objetivo del Plan de Pastoral Orgánica vigente en nuestra Arquidiócesis de modo que sea plataforma en el actuar evangelizador y en asumir los retos del Concilio para la Iglesia Universal. Material: Los 3 rompecabezas sobre la Misión, Visión y Objetivos ya cortados. Un juego por cada 7 personas. Instrucciones: Se entrega a cada uno su material. Cada equipo deberá armar correctamente los rompecabezas y memorizarlo. Gana el equipo que acabe primero de armarlo e inmediatamente tres de sus miembros digan, uno la misión, otro la visión y uno más objetivo del Plan de Pastoral Orgánica. 90 91