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Reflexiones sobre la metodología mixta como ruta para el estudio del trabajo infantil. Un caso de aplicación Sarai Miranda y Edith Pacheco Hoy en día el estudio del trabajo supone ciertos retos debido a la naturaleza cambiante de los procesos económicos, sociales y políticos que experimenta el mundo. La realidad del trabajo no es más ese modelo que se refiere a un espectro cerrado que alude al modelo productivo fordista cuyo eje principal se caracterizó por restringirse a ser asalariado, industrial, individual, cronometrado y realizado en el lugar de trabajo ad hoc (Lindón, 1995). El trabajo como práctica social ha mostrado, desde hace mucho tiempo atrás, ser diverso y heterogéneo lo cual impone una gran complejidad al abordarlo en términos tanto teóricos como metodológicos. Los retos al estudiar el trabajo como categoría analítica se profundizan aún más cuando se trata de trabajo realizado por distintos grupos sociales que se distinguen por ciertas especificidades como el género, la etnia o la edad. Tradicionalmente las fuentes de información estadística registran la actividad laboral de los individuos basada en un modelo igualmente inflexible que dejan fuera a muchas situaciones ocupacionales. Para el caso concreto del trabajo infantil, la captación y medición es sumamente complicada debido a diversos factores, entre los que se pueden mencionar la estigmatización social que conlleva reconocer que un individuo en edades tempranas se inserte en actividades productivas propias de los adultos. En este contexto, los censos poblacionales y las encuestas de empleo enfrentan un problema de fondo que tiene que ver con disímiles lenguajes y concepciones sobre el trabajo infantil entre el diseño de las encuestas y los encuestados. Sobre todo cuando se trata de registrar las actividades que realizan los niños y las niñas y que entran en el conjunto de actividades económicas productivas que pueden nombrarse como trabajo infantil. Son otros conceptos como la ayuda y la colaboración los que respaldan la concepción cotidiana de la participación laboral de los niños y las niñas. A lo anterior se suman otros problemas de captación para el fenómeno del trabajo infantil. En el caso de México, el subregistro del trabajo de niños y niñas constituye un ejemplo claro al respecto. Los censos de población y las encuestas sobre empleo, recogen información relativa a la población de 12 años y más, omitiendo e invisibilizando con ello la existencia de niños y niñas de menores edades que participan en actividades productivas. Igualmente, al tratarse de las niñas se presenta una profunda problemática de registro estadístico. Las niñas que trabajan reproducen desde cortas edades los roles sociales de género por lo que su participación en la esfera productiva es doblemente invisibilizada (Sandoval y Pernudi, 2004). La declaración del trabajo de las niñas en sectores que les generan ingresos se cruza con las representaciones sociales y familiares de género que niegan la posibilidad de que las mujeres y las niñas provean de recursos económicos a los hogares, esta concepción se vincula claramente con la imagen tradicional de hombre jefe del hogar que funge como principal sostén en términos económicos (Lindón, 1995). De acuerdo con el último Módulo de Trabajo Infantil que incluye la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, se muestra que en México para el año 2011, la tasa de participación de los niños duplica a la de las niñas, 14% de los niños de 5 a 17 años dijeron estar ocupados mientras que para del total de las niñas de ese mismo rango de edad se estima una tasa de 7%; datos que varían según el sector de actividad; en esta encuesta el sector agropecuario registra ser un captador de fuerza de trabajo masculina desde la infancia pues del total de quienes dijeron estar ocupados en este sector 87% son niños y 13% niñas (INEGI, 2012). Llama la atención lo anterior pues estudios de corte cualitativo han encontrado que en algunas ramas de producción agrícola, sobre todo aquellas conocidas como de vanguardia en las que se producen hortalizas, frutas y flores, la participación laboral de las niñas es cuantiosamente notable, alcanzando e incluso rebasando los niveles de participación de los varones (Miranda, 2012). Creemos que en estos contextos el tema de la temporalidad del trabajo –entradas y salidas muy dinámicas- tiene un efecto importante en su invisibilidad estadística. Así, en vista de la insuficiencia de los censos económicos y las encuestas de empleo para mostrar la multidimensionalidad del trabajo infantil se presenta la necesidad de buscar rutas alternas para el estudio de esta práctica social. Ello exige una mirada mucho más integral del fenómeno estudiado y supone un entrelazamiento entre los dos grandes enfoques metodológicos tradicionalmente utilizados en las ciencias sociales: la metodología cualitativa y la metodología cuantitativa, o bien lo que desde la década de los ochenta del siglo pasado se ha venido nombrando como “metodología mixta” (Blanco y Pachecho, 2003). Las metodologías mixtas constituye una herramienta con la que se posibilita la articulación entre el nivel macro estructural, es decir, la esfera de la producción y el empleo para el caso del trabajo infantil, con un nivel micro social en donde se privilegian las vivencias cotidianas de los sujetos estudiados (Lindón, 1995). En este sentido, el propósito de la presente ponencia es discutir sobre la pertinencia de aplicar una ruta metodológica mixta para dar cuenta de manera integral la actividad laboral de los niños y las niñas. La presentación estará conformada por dos partes fundamentales. La primera será una revisión y discusión sobre las distintas posturas que se encuentran en la literatura respecto a las metodologías mixtas como una herramienta capaz de aprehender los fenómenos laborales, en este caso de niños y niñas. La discusión versará alrededor de las diferentes visiones que a través del tiempo se han presentado en las ciencias sociales respecto a la metodología mixta, desde que se consideraba a los enfoques “cuali” y “cuanti” como ámbitos y caminos completamente separados sin posibilidad de diálogo hasta los más recientes postulados que visualizan una mutua retroalimentación entre ello (Blanco y Pacheco, 2003). El reto es retomar la discusión llevada a cabo en la segunda edición del Handbook sobre métodos mixtos en la investigación de las ciencias sociales y el comportamiento (Tashakkpri y Teddlie, 2010). La segunda parte de la ponencia presentará un ejemplo de aplicación de la metodología mixta en el estudio del trabajo infantil agrícola. En este apartado se mostrará un ejercicio llevado a cabo con niños y niñas trabajadore/as del sector florícola en el Estado de México, exponiendo la ruta metodológica que se puso en práctica y las ventajas que trajo consigo para el estudio de este fenómeno social. En este ejercicio metodológico se realizó trabajo cualitativo con diversas herramientas tales como la observación participante –que incluyó como una herramienta central el hecho de que Miranda trabajara como jornalera-, grupos de discusión, entrevistas semiestructuradas con niños y niñas que trabajan así como con el resto de los sujetos sociales involucrados en la práctica del trabajo infantil, los miembros de las unidades domésticas, los jefes y jefas del hogar, los capataces, empleadores y profesores. Simultáneamente se realizó un análisis de los datos referentes al trabajo infantil agrícola que registra la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo en su Módulo de Trabajo Infantil 2011. Así, se mostrará cómo la aplicación de un recorrido metodológico mixto fue de suma utilidad en la comprensión de una problemática como el trabajo infantil que ha mostrado ser diverso y heterogéneo por lo que su abordaje desde una única mirada resultaría en una fotografía incompleta e incluso superficial.