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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN LUIS
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS
ASIGNATURA: PSICOLOGÍA GENERAL
CARRERA: LIC. Y PROF. DE ENS. EN NIVEL INICIAL
Responsable: Lic. Nora Muñoz de Visco.
Año 2007
DOCUMENTO DE CATEDRA
Elaborado por Nora Muñoz de Visco
RAICES BIOLOGICAS DE LA CONDUCTA
 GENÉTICA Y HERENCIA
Yo soy yo y…mis padres. Es natural que los hijos se parezcan a los padres y que
los nietos guarden algún parecido con los abuelos, así como también es muy usual que
todos los seres humanos se parezcan más o menos entre sí. Cualquier persona,
independientemente de su lugar de nacimiento, comparte los mismos genes con otra,
aunque viva en las antípodas. El patrimonio genético de la humanidad es común a
todos lo miembros de la especie. Sin embargo, en ocasiones, parecen más importantes
las pequeñísimas diferencias entre vecinos que el montón de semejanzas con que se
identifican los miembros de una misma familia.
La herencia es el conjunto de las características de la especie que se reciben de
los padres. Es como un inmenso libro de instrucciones que indica los procesos que el
cuerpo humano debe cumplir en cada momento para mantener la vida y para desarrollar
cualquier actividad. Este “súper manual de uso” se traspasa de padres a hijos, pero la
copia es original y única en cada caso, pues las combinaciones son tantas que es del
todo imposible que el bloque completo se repita íntegramente.
La herencia está en los genes. Un paquete de genes constituye un cromosoma,
que son fragmentos ordenados de ADN o DNA (Acido desoxirribonucleico), una larga
molécula enrollada en el núcleo, que sólo se evidencia durante la reproducción celular.
Cada
gen,
de
los
aproximadamente 100.000 genes
que seguramente integran el
genoma humano, es un código
que determina una función o una
característica particular del
organismo. Sin embargo, es
usual que varios genes (decenas
o centenas) se interrelacionen y
actúen coordinadamente.
Los
cromosomas
humanos
contienen
la
información genética de tu
organismo. Cada tipo de
1
organismo tiene un número de cromosomas determinado; en la especie humana hay 23
pares de cromosomas organizados en 8 grupos por tamaño y forma. La mitad de los
cromosomas procede del padre, y la otra mitad de la madre, ya que al fusionarse el
ovulo y el espermatozoide ambos patrimonios genéticos se mezclan. Así, la primera
célula del nuevo ser, llamada huevo o cigoto, tiene 23 pares de cromosomas, o sea los
46 cromosomas
característicos
de la especie.
La distribución
ordenada de la
fotografía de los
cromosomas es
el cariotipo. El
humano
muestra
22
parejas
de
cromosomas no
sexuales
o
autosomas y un
par (el 23) de cromosomas sexuales, siendo el par XX para la mujer y el XY para el
hombre.
Genes Enfermos.
Las enfermedades genéticas o hereditarias son enfermedades producidas por
alteraciones en los genes. Varios miles de enfermedades genéticas atormentan hoy al
ser humano, de las que se han descripto y estudiado en profundidad algunos centenares.
Los genes enfermos al expresarse alteran las funciones que controlan, así pueden no
sintetizar una sustancia importante para el funcionamiento humano o, generar y
acumular en exceso una sustancia innecesaria.
Hay enfermedades genéticas de muchos tipos y con manifestaciones distintas. La
hemofilia, por ejemplo, es una enfermedad genética por la que la sangre no puede
formar coágulos; esto produce sangrados con mucha facilidad, incluso cuando solo se
recibe un pequeño golpe. Cada una plantea problemas, sin embargo, actualmente
los científicos buscan la forma de curar estas enfermedades modificando los genes, a
través de un proceso llamado terapia génica. Los conocimientos sobre este campo se
duplican en pocos años, acercando posibilidades de un correcto tratamiento o una
prevención más eficaz.
Estudio de los efectos genéticos.
Dentro de una gama normal de condiciones ambientales, ¿Cómo podemos saber
si las influencias hereditarias son amplias o restringidas? Al mantener constante el
medio y hacer variar la herencia, podríamos estudiar el efecto de la misma. Pero, en la
practica, ¿este tipo de experimentos es posible?... Con tres o cuatro nacimiento cada
mil, la naturaleza nos brinda un modo de llevarlo a cabo: con los gemelos idénticos.
Los gemelos idénticos se desarrollan a partir de un sólo huevo fertilizado que se
parte en dos réplicas, genéticamente idénticas, cada una de las cuales da nacimiento a
una persona. Cuando se les administra ciertos test destinados a revelar algún rasgo
2
psicológico determinado, como por ejemplo la inteligencia, los gemelos idénticos
arrojan a menudo resultados similares, como si la misma persona respondiera dos veces
al test. Son aún más parecidos que los gemelos fraternos, quienes al haberse
desarrollado a partir de distintos huevos fertilizados no son, genéticamente hablando,
más similares que los hermanos/as no mellizos.
Entonces, ¿los genes preponderan en la determinación de la inteligencia? Quizá,
pero, dado que los gemelos idénticos tienen el mismo aspecto físico, se visten
generalmente igual y pueden ser confundidos el uno con el otro, es habitual tratarlos del
mismo modo. De este modo, también se puede leer a la inversa, es decir: se han vuelto
similares porque su medio es prácticamente idéntico. Así, mientras los trabajos con
gemelos pueden ayudar en el estudio de la influencia de los genes, la interpretación de
estos trabajos es, a menudo, fuente de debate.
La adopción ofrece pruebas complementarias. Tomando algún rasgo en
particular, podemos preguntar si el niño adoptado se parece más a sus padres adoptivos,
que brindan la contribución del medio familiar; o a sus padres biológicos, que le
brindaron sus genes. Consideremos el ser diestro o zurdo. Criarse en un ambiente
diestro ¿influye en que el niño se haga diestro? De ser así los padres adoptivos, ambos
zurdos, deberían ser propensos a tener hijos adoptivos zurdos. Sin embargo, en un
estudio llevado a cabo sobre 700 niños adoptados, Louise Carter-Saltzman (1980) llego
a la conclusión de que la taza de zurdos entre los niños no se veía afectada por ser los
padres adoptivos diestros o zurdos. Pero, si uno de los padres biológicos del niño era
zurdo, ese niño tenia el doble de posibilidades de serlo también. Por lo tanto ser diestro
o zurdo parece ser heredado.
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 SISTEMA NERVIOSO HUMANO
La evolución biológica de nuestra especie nos ha dotado, a través de largos
períodos de tiempo, de un sistema nervioso – sistema de comunicación electroquímicoque esta en la base de cuanta idea, humor o urgencia hayamos podido experimentar.
Entender como trabaja es fundamental para comprender como pensamos, sentimos y
actuamos.
¿Por qué podemos sentir alegría o tristeza? ¿Por qué podemos recordar los sitios
donde hemos estado? ¿Por qué podemos aprender si estudiamos? ¿Por qué podemos
bailar al son de nuestra canción preferida? Cada día, cada minuto, somos conscientes de
todo lo que pasa a nuestro alrededor y realizamos un número increíble de actividades.
Todas las partes de nuestro cuerpo tienen que coordinarse para que todo esto pueda
ocurrir. El sistema nervioso es el que controla y dirige todo tu cuerpo y la relación con
el medio en el que vives. Todo el trabajo de recibir los mensajes del exterior y del
interior del cuerpo y de responder a ellos y coordinarlos, lo realiza el sistema nervioso.
Organización Básica.
El Sistema Nervioso se divide en Sistema Nervioso Central (SNC) y Sistema
Nervioso Periférico (SNP).
El sistema nervioso central está
formado por el encéfalo (cerebro, cerebelo y
tronco cerebral) y la médula espinal.
El encéfalo está formado, de arriba
hacia abajo, por el cerebro, el cerebelo y el
tronco cerebral. El encéfalo está dentro del
cráneo. La médula espinal es como un
cilindro largo que está dentro de la columna
vertebral. El encéfalo y la médula espinal
están formados por millones de neuronas.
El sistema nervioso periférico está
formado por los nervios, que constituyen una
red de comunicación del encéfalo y la
médula espinal con el resto del cuerpo. Los
nervios, formados por las dendritas y los
axones de las neuronas, se distribuyen por
todo tu cuerpo y llegan a todas partes.
El SNP, a su vez se subdivide en:
sistema nervioso somático y autónomo.
El sistema nervioso somático dirige
los movimientos de nuestros músculos esqueléticos, los que, en general, están bajo
nuestro control voluntario. (Por ejemplo, cuando al leer estamos llegando el final de la
pagina, el sistema nervioso somático le informara a nuestro encéfalo del estado actual
de los músculos esqueléticos, “regresando” con las instrucciones que le permitirán a la
mano del lector dar vuelta la pagina). En cambio, el sistema nervioso autónomo
controla las actividades que se autorregulan, es decir aquellas de nuestro
funcionamiento interno, tales como los latidos cardiacos, la digestión y la actividad
glandular. Es decir que controla las funciones ajenas a nuestro control voluntario.
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El sistema nervioso autónomo es un sistema dual. Una de sus partes, el sistema
simpático es el responsable de la aceleración de las pulsaciones, del ritmo cardiaco,
eleva el azúcar de su sangre, dilata las arterias, demorara su digestión, nos hará
transpirar para mantenernos frescos…en fin es el encargado de ponernos en alerta y
predisponernos a la acción. Una vez superada la emergencia, la otra parte, el sistema
parasimpático producirá el efecto inverso, es decir, nos calmara.
Neuronas y Nervios: Las autopistas de la comunicación humana.
La neurona es la unidad
funcional del sistema nervioso.
Su citoplasma, también llamado
soma o cuerpo, esta rodeado de
una serie indeterminada de
prolongaciones
de
distinta
longitud.
Las ramificaciones
cortas son las dendritas, que
pueden formar una masa
arborescente en torno al soma; y
las ramificaciones largas, a veces
incluso de algunos metros de
longitud, se denomina axón. Las
neuronas pueden tener muchas
dendritas, pero solo tienen un
axón.
Por las ramificaciones
cortas o dendritas las neuronas
reciben el impulso nervioso de
otras neuronas, los integra de
alguna manera en el cuerpo
celular, y emite sus impulsos por
el axón. Los axones de más
longitud suelen disponer de una
capa grasa o mielina, que se
interrumpe de trecho en trecho,
lo que le confiere mayor
velocidad de transmisión al
impulso. La zona de unión entre
dos neuronas es la sinapsis.
Las impresiones y los
estímulos captados desde el exterior y las respuestas y órdenes de los órganos del
sistema nervioso central se transmiten de un extremo a otro del organismo a través de
los nervios. Un nervio esta conformado por un haz de fibras, envueltas en tejido
conjuntivo. Y cada una de estas fibras es una prolongación de una célula nerviosa, cuyo
cuerpo celular se encuentra, a más o menos distancia, en el encéfalo o la medula espinal.
Hay muchas células nerviosas capaces de recibir un estímulo. Los órganos de los
sentidos como los ojos, los oídos, la lengua, la nariz o la piel tienen células nerviosas
especiales que recogen información del exterior y la envían al sistema nervioso central.
Además, existen otras células nerviosas que envían mensajes que contienen información
de tu propio cuerpo.
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Un impulso nervioso es una corriente eléctrica, generada por un rapidísimo
cambio químico en la membrana de la fibra nerviosa. La suma de estas breves
alteraciones produce la mini corriente que constituye el impulso nervioso. Sin embargo,
el impulso nervioso entre dos neuronas no se transmite eléctricamente sino por medios
químicos. En efecto, en la sinapsis, las dos neuronas no se llegan a tocar, aunque estén
muy juntas. Esta angosta separación se denomina hendidura sináptica.
La llegada del impulso provoca la liberación de unas sustancias químicas
conocidas como neurotransmisores, que se difunden por la hendidura sináptica y son
captados por los receptores de la neurona contigua. Este tipo de sinapsis se denomina
electro-química. Luego, el impulso nervioso es de alguna manera modulado, ya sea por
el tipo de neurotransmisores liberados, su cantidad o su peculiar liberación o captación.
Las neuronas se unen entre si formando la tupida trama que constituye el tejido
nervioso.
Los Tractos Neuronales y sus componentes.
Hay tres clases principales de neuronas que se encuentran en lo tractos, por
medio de las cuales las informaciones e instrucciones viajan por todo el sistema
nervioso. Las neuronas sensoriales (o “aferentes”) transmiten informaciones desde los
tejidos corporales hacia el sistema nervioso central, el que procesa la información. Este
proceso requiere de una segunda clase de neuronas, denominadas interneuronas, que se
hallan en el encéfalo y medula espinal. Es la complejísima actividad de esa increíble
red que, por algún motivo, da nacimiento a una sensación de exaltación, a una idea
creadora. Luego, las instrucciones impartidas por el sistema nervioso central son
transmitidas a los tejidos corporales por medio de las neuronas motoras (o “eferentes”).
Los tractos neuronales más sencillos son aquellos que rigen nuestros reflejos:
nuestra respuesta automática a los estímulos. El reflejo simple o arco reflejo consta de
una neurona sensorial y una neurona motora, las cuales, a menudo, se comunican entre
si mediante una interneurona, uno de esos arcos está interesado en el reflejo de dolor.
Todos alguna vez nos hemos quemado con algo caliente o nos hemos pinchado un dedo
e inmediatamente reaccionamos retirando la mano. Lo que acontece es que la actividad
neuronal excitada por el estimulo (calor o alfiler), viaja por las neuronas sensoriales
hacia las interneuronas de la medula espinal, las cuales responden activando las
neuronas motoras de los músculos del brazo. Dado que el sencillo tracto reflejo del
dolor corre hacia y desde la medula espinal, la mano se apartaría instantáneamente del
calor o tiraría el alfiler antes de que el cerebro hubiese recibido la información que
provoca la sensación de dolor. Las informaciones viajan hacia y desde el cerebro en
gran parte por la medula espinal, por lo cual si se cercenara la extremidad superior de la
médula espinal no se percibiría este dolor. Placer tampoco. Si la medula espinal se
corta, por ejemplo a causa de un accidente, el individuo pierde toda sensación y
movimientos voluntarios en aquella región de su cuerpo donde las neuronas sensoriales
y motoras ingresan en la medula espinal por debajo de la lesión. Para sentir dolor o
placer, la información sensorial debe llegar al cerebro. “Si se cercenara el sistema
nervioso entre el encéfalo y las demás partes no existiría para la mente todo cuanto
puedan experimentar esas otras partes: el ojo estaría ciego, el oído sordo, la mano
insensible y yerta”. (William James. Principles of Psychology. 1980).
Encéfalo.
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¿Recuerdas los componentes del encéfalo? Bien, a continuación desarrollaremos
las particularidades del cerebro.
Para introducirnos en el tema te proponemos que pienses en el siguiente caso: En
un frasco dentro de una vitrina de la Facultad de Psicología de la Universidad Cornell,
se perpetúa el encéfalo, cuidadosamente conservado, de Edward Titchener, gran
psicólogo experimental de fin de siglo, fundador de esa facultad en la Universidad
Cornell y propulsor del estudio de la conciencia. Imagínese a usted mismo, observando
azorado esa masa de corrugado tejido gris… ¿Puede decirse que, de alguna manera,
haya todavía algo de Titchener ahí? (Pregunta inspirada por el libro “Broca Brain” –El
cerebro de Broca- de Carl Sagan (1979).)
Posiblemente usted responderá que no: que sin el torbellino viviente de la
actividad electroquímica ya no puede quedar nada de Titchener en esa…cosa. Bien,
imagínese entonces un experimento con el que, tal vez, el inquieto Titchener en persona
haya soñado. Imagine que antes de producirse la muerte, el encéfalo de Titchener haya
sido sacado de su cuerpo y mantenido vivo al bombearle sangre enriquecida mientras
iba flotando en un recipiente lleno de fluido cerebral. ¿Ahora podríamos decir que
“está” Titchener ahí? Y si –llevemos la fantasía hasta los límites- se transplantara el
cerebro aún viviente a una persona cuyo encéfalo hubiese sido gravemente dañado: ¿A
qué casa volvería el paciente una vez restablecido?
El hecho de que podamos imaginar semejante tipo de pregunta ilustra cuan
completamente convencidos estamos de que vivimos en nuestra cabeza. O por ella. Y
con toda la razón. Hemos notado hace poco que, en el sistema nervioso, entre la
entrada sensorial y la salida motora, existe algo más; las interneuronas del encéfalo,
que permiten las acciones que atribuimos a la mente: ver, oír, recordar, pensar, sentir,
hablar, soñar. Pero, precisamente ¿dónde y cómo tales funciones mentales se vinculan
con el encéfalo?...
Cerebro.
El cerebro es el órgano del sistema central que controla la mayoría de las
actividades del organismo humano. Es el centro de la sensibilidad, el movimiento
voluntario, la memoria o la inteligencia. También rige las funciones internas y acciones
involuntarias.
El cerebro es la región más voluminosa del encéfalo y el órgano más importante
del sistema nervioso, aunque las restantes estructuras nerviosas son igualmente
imprescindibles para la vida.
El mismo se aloja en la caja craneana, envuelto por unas membranas o meninges
y rodeado de líquido cerebroespinal, que lo baña y protege. Tiene la consistencia de la
leche cuajada, su color es rosáceo y es el órgano que más sangre consume, pues devora
una cuarta parte del oxigeno inhalado y de la glucosa ingerida.
El cerebro adulto pesa unos 1.200 gramos y contiene una masa aproximada de
12.000 millones de células nerviosas o neuronas, que se organizan en bloques
especializados en una multitud de tareas. Las llamadas células gliales, con funciones
nutritivas y de sostén, son ocho veces más numerosas que las neuronas, indudablemente
las células más nobles del tejido cerebral.
- La corteza.
La parte externa del cerebro es la corteza cerebral o córtex, de apariencia rugosa
y replegada, con numerosos surcos y algunas profundas cisuras. Este aspecto abrupto e
irregular, con tantas circunvoluciones, otorga al cerebro una extensión real 30 veces
superior a la que tendría si fuera un órgano liso y plano.
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En primer lugar se distingue un profundo surco central, llamado surco
interhemisférico, que divide al cerebro en dos mitades, conocidas como hemisferios
cerebrales, y en cada uno de éstos se observan cisuras y circunvoluciones que lo
dividen en lóbulos, los cuales poseen áreas con funciones concretas, si bien todo el
órgano actúa coordinadamente.
En el fondo del surco interhemisférico se aprecia una masa blanquecina o
cuerpo calloso que, tendido como un puente, conecta y relaciona ambos hemisferios.
Así vemos que la corteza contiene las principales áreas sensitivas, motoras y
asociativas de todo el sistema nervioso. De hecho, el córtex es el centro de las
actividades físicas y mentales del ser humano.
- Subdivisiones básicas.
La corteza es la fina capa de tejido nervioso que recubre ambos hemisferios
cerebrales, el derecho y el izquierdo. Los hemisferios, que representan los cuatro
quintos del peso del encéfalo, están rellenos de axones blancos envueltos con materia
grasa, que interconectan las neuronas de la corteza con las de otras regiones encefálicas.
Cada hemisferio puede ser considerado como dividido en cuatro zonas o lóbulos.
Comenzando por el frente del cerebro y yendo hacia arriba, encontraremos
sucesivamente:
los
lóbulos
frontales
(ubicados justo detrás de
la frente), los lóbulos
parietales (en la parte
central de la cabeza,
mirando hacia atrás), los
lóbulos
occipitales
(en la parte totalmente
posterior del cráneo) y
finalmente,
los
lóbulos temporales
(justo arriba de las
orejas). La división en
lóbulos es más una
separación de tipo
geográfico que una
verdadera diferenciación de unidades operativas distintas. Como veremos más adelante,
cada lóbulo está encargado de muchas funciones y, a la vez, algunas funciones necesitan
de la interacción de varios lóbulos.
- ¿Qué hace la corteza?
Formada por miles de millones de neuronas, la corteza ve, oye, piensa, habla,
sufre y, a veces, ama. Recibe las informaciones aportadas por los órganos internos y los
órganos sensoriales, las interpreta y envía las órdenes de respuesta más adecuadas.
La corteza está formada básicamente por los cuerpos celulares de las neuronas,
que constituyen la sustancia gris cerebral, responsable de la inteligencia la memoria o
la voluntad. Por debajo de la sustancia gris, las prolongaciones de las neuronas del
córtex, junto con otras células nerviosas, forman la sustancia blanca cerebral,
encargada de la aceptación, distribución y transmisión de mensajes.
- Áreas de actividad.
La corteza cerebral se ordena en distintas áreas de actividad, según dominen las
neuronas sensitivas, las neuronas motoras o las neuronas asociativas.
Las áreas sensitivas corticales reciben la información de los músculos, la piel,
los órganos internos y los órganos de los sentidos. Las distintas zonas de las áreas
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motoras controlan todos y cada uno de los músculos de acción voluntaria. Las áreas
asociativas, que son las que se reservan una mayor superficie, interpretan las
informaciones que reciben, las comparan con las existentes y las memorizan; también
emiten sus resoluciones.
La información visual es recibida –ahora, ¡ya!- en los lóbulos occipitales, bien al
fondo del cerebro. Si lo estimularan allí, Ud. vería destellos de luz o vívidos trazos de
colores de modo que, en cierta forma tenemos “ojos en la espalda”. Actualmente se
están realizando ciertas investigaciones sobre sistemas de visión artificial que vinculan
el “ojo” de un sistema computarizado de videos a electrodos colocados en la región
occipital, lo que le permitiría a un ciego “ver” por lo menos bultos.
La información recibida por el oído viaja hacia las áreas auditivas sitas en los
lóbulos temporales. La mayor parte de la información auditiva recorre un circuito que
va de la oreja al área auditiva receptora ubicada arriba de la oreja opuesta. Si se lo
estimulara allí, Ud. oiría algún ruido o sonido
Áreas de asociación. Hasta ahora solo hemos señalado pequeñas áreas de la
corteza que reciben información sensorial o bien respuestas musculares directas, lo que
deja de lado todo lo demás, o sea, en los humanos, unas tres cuartas partes de la corteza.
En esas áreas de asociación, las neuronas se comunican mayormente entre si y con las
neuronas corticales de las áreas sensorial y motoras. Ya que no se desencadena ninguna
respuesta observable cuando se las estimula por medio de la electricidad, sus funciones
no son tan fáciles de detectar como las que dependen de las áreas corticales sensorial y
motora. Pero partiendo de la observación de animales lesionados o de personas cuyo
encéfalo ha sido dañado queda claro que, de alguna manera, esas grandes zonas integran
y manejan la información ya recibida y procesada por las áreas sensoriales.
Las áreas de asociación del lóbulo frontal parecen vinculadas a la formación de
juicios y a idear planes y llevarlos a cabo. Toda persona con daño en los lóbulos
frontales podría tener sus recuerdos intactos y un alto nivel de coeficiente intelectual y,
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para el caso, podría confeccionar una torta pero no podría planificar sus actividades de
antemano ni, por ende, ponerse a confeccionar una torta para servirse en una fiesta que
está por celebrarse.
Asimismo, el daño infligido al lóbulo frontal puede alterar la personalidad del
individuo convirtiéndola en una persona mucho mas desinhibida, grosera y hasta
sexualmente promiscua. El caso clásico de semejante cambio es el Phineas Gage, joven
de 25 años que trabajaba en la construcción de ferrocarriles. Cierta tarde de 1848, Gage
estaba metiendo pólvora dentro de una roca, ayudándose con una varilla de apisonar.
Una chispa encendió la pólvora, le entró disparada la varilla por la mejilla izquierda y
salió por la coronilla. El lóbulo frontal izquierdo había sido masacrado. Ante el asombro
general, Gage pudo sentarse y hablar y, luego que hubo sanado la herida, volvió al
trabajo, había conservado sus capacidades mentales y sus recuerdos pero no así su
personalidad. El afable y bien hablado Phineas Gage era ahora un tipo iracundo, grosero
en el hablar y caprichoso, que perdió su trabajo y terminó ganándose la vida como
fenómeno de feria. Esa persona, decían sus amigos “ya no era Gage”. Ahora
entendemos mejor las funciones de los lóbulos frontales (Stuss y Benson. 19849.
Sabemos, por ejemplo, que lesionarlos puede separar el conocimiento de la acción: la
persona es capas de explicar la acción que requiere un test pero, extrañamente, no puede
realizar esa acción.
De modo similar, las áreas de asociación de los demás lóbulos participan de las
funciones mentales. Hay, por ejemplo, un área situada debajo de los lóbulos temporales
que nos permite recordar rostros. Pero en general las funciones mentales complejas tales
como aprendizaje y memoria no parecen estar localizadas en algún punto preciso.
- Visión Interior.
Internamente se observan unas
cavidades cerebrales que contienen
líquido cefalorraquídeo, cuya misión
es proteger al órgano de posibles
golpes.
En su profundidad, se
acumulan masas de sustancia gris,
denominada núcleo amigdalino y
cuerpo estriado que controlan los
movimientos.
En la base cerebral, entre
ambos hemisferios, se encuentra el
tálamo y el hipotálamo. El tálamo es
una masa celular que dirige la entrada
y la salida de los impulsos nerviosos.
Intimidad cerebral.
Corte de las regiones cerebrales. Alojados en una caja ósea, los hemisferios cerebrales están unidos por un
puente inferior o cuerpo calloso. El córtex cerebral es el centro de las actividades físicas y mentales. En el
interior del cerebro, el tálamo y el hipotálamo rigen el destino de las funciones autónomas.
El hipotálamo rige el sistema autónomo y regula los procesos metabólicos a través de la
glándula hipófisis.
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 EL SISTEMA LIMBICO: Emoción y motivación
En el borde (o “limbo”) del tallo encefálico con los hemisferios cerebrales se
encuentra una estructura neural, llamada sistema límbico cuyo aspecto físico recuerda el
de la típica factura norteamericana “doughnut” (parecida a la rosquilla). El sistema
límbico representa un papel significativo en funciones mentales como por ejemplo la
memoria. Fundamentalmente, sin embargo, se lo ha vinculado con emociones tales
como el miedo y la ira, impulsos como los que rigen la necesidad de alimento y el deseo
sexual.
La amígdala. Cierto par de racimos neurales con forma de almendra, situados
en el sistema límbico y designado bajo el nombre de amígdala, tienen que ver tanto con
la agresión como con el miedo.
Pues bien. ¿Cuál podría ser entonces el efecto si se estimulara eléctricamente la
amígdala de algún animal, plácido por naturaleza, como lo es el gato doméstico? Haga
la prueba y verá un gato que rechifla furioso, prepararse al ataque, lomo arqueado,
pupilas dilatadas y pelambre erizada. Mueva el electrodo un poquito nada más, hacia un
punto inmediato dentro de la misma amígdala y verá al gato convertirse en un guiñapo
aterrorizado si se lo enjaula en compañía de una lauchita.
Ahora bien, y ya que las lesiones en la amígdala transforman simios iracundos
en pacíficos, ¿se podría lograr el mismo efecto con seres humanos violentos? Los
experimentos de “psicocirugía” realizados hasta hoy dieron resultados desparejos (Mark
y Ervin. 1970; Valenstein. 1980). En unos pocos casos –pacientes que sufrían de
anormalidades cerebrales- se pudieron reducir los accesos de rabia pero, a veces, a costa
de efectos colaterales devastadores sobre el desempeño del paciente en la vida diaria.
Por razones de ética y, también, por insuficiente conocimiento, la psicocirugía sigue
siendo tema de controversia y muy pocas veces se recurre a ella. Quizá -quien sabe,
cuando nuestro conocimiento de cómo el encéfalo controla la conducta sea mas precisolos crecientes refinamientos aportados a ese tipo de cirugía pueda aliviar perturbaciones
cerebrales sin caer en otras.
El hipotálamo. Otra fascinante estructura del sistema límbico yace debajo
(hipo) del tálamo, por lo que se lo llama el hipotálamo. Al provocar lesiones y al
estimular distintas zonas del hipotálamo, los neurocientíficos han aislado grupos de
neuronas en su interior, que realizan tareas de mantenimiento corporal, realmente
asombrosas. Algunos de esos racimos neurales influyen sobre el hambre, otros regulan
la sed. La temperatura corporal y la conducta sexual. El hipotálamo ejerce su control de
dos maneras: ora eléctricamente, desencadenando actividad en el sistema nervioso
autónomo, ora químicamente, segregando hormonas que influyen sobre una glándula
vecina, la pituitaria, por lo demás “glándula maestra” del otro sistema de control del
cuerpo: el endocrino.
La corteza cerebral y el procesamiento de la información
Generalizando, nuestro tallo encefálico está organizado de modo bastante
parecido al de otros vertebrados y nuestro sistema límbico es similar al de los demás
mamíferos. Así es como lo que, principalmente, hace a nuestra humanidad “distinta”, es
lo vinculado con las funciones complejas de nuestra corteza cerebral altamente
desarrollado. Cuando la corteza deja de trabajar el ser humano no puede sino vegetar en
coma profundo, sin movimientos voluntarios, sin poder experimentar vista, sonido ni
tacto, sin conciencia.
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 EL SISTEMA ENDOCRINO
Hemos visto que el sistema nervioso es una red de comunicación relativamente
rápida. Mediante su actividad electroquímica, la información puede ser transmitida
directamente de los ojos al encéfalo y de ahí a la mano en una fracción de segundo. El
sistema endocrino es otro sistema de comunicación del cuerpo, pero mas lento. Sus
glándulas liberan mensajeros químicos, las hormonas, en el torrente sanguíneo. Así,
pueden transcurrir varios o mas segundos antes de que la sangre transporte la hormona
al tejido indicado, donde comienza a influir sobre las funciones corporales.
Las hormonas regulan las más diversas funciones: desde el desarrollo físico y
sexual de los niños hasta nuestras decisiones tipo “pelear o huir” ante un peligro. En un
momento de peligro, por ejemplo, el sistema nervioso autónomo ordenara a las
glándulas suprarrenales, sitas en el polo superior de cada riñón, liberar epinefrina y
norepinefrina (también llamadas adrenalina y noradrenalina), hormonas que
incrementan la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la glucemia, con lo cual nos
brindan un “plus” de energía. Cuando ha pasado la emergencia, tanto las hormonas,
como la sensación de excitación, se prolongan por un momento.
La glándula más influyente es la pituitaria (o hipófisis), estructura del tamaño
de un guisante ubicada en la base del encéfalo. Una de sus hormonas efectúa la
importante tarea de regular el crecimiento corporal: en cantidad reducida tendremos un
enano; en cantidad excesiva, tendremos un gigante.
Se la ha llamado “glándula maestra” por cuanto algunas de sus secreciones
influyen sobre la liberación de hormonas por parte de otras glándulas endocrinas: pero,
también, esas otras glándulas pueden ser estimuladas por la química sanguínea. Un
ejemplo; al comer una golosina, el incremento de azúcar en el torrente sanguíneo activa
el páncreas para que libere insulina.
De por sí, las secreciones de la pituitaria son reguladas por el hipotálamo que,
como vimos antes, es aquella parte del encéfalo que se encuentra enzima de la pituitaria.
A su vez, el hipotálamo monitorea la química sanguínea y recibe información de otras
regiones del encéfalo que regulan sus secreciones. Este sistema de retroalimentación
ilustra le ceñida interacción existente entre el sistema nervioso y el endocrino. El
sistema nervioso dirige las glándulas endocrinas, cuyas secreciones, a su vez,
operan sobre la actividad neural. El director de orquesta que conduce y coordina esa
sinfonía, es el encéfalo. Comprender como trabaja en encéfalo constituye, por lo tanto,
el reto científico final: la mente tratando de entender al encéfalo.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
- MYERS. “Psicología”. Ed. Panamericana Bs.As.
- ENCICLOPEDIA DE LOS SERES VIVOS. San Luis. Argentina.
- ENCARTA. Microsoft.2007
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