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SINOPSIS
María y José Ribeiro llevan casi trienta años viviendo en un buen barrio de París, en la
planta baja de un elegante edificio. Esta pareja de inmigrantes cae bien a todo el mundo
en el barrio: María, una excelente portera y José un encargado de obra sin parangón, se
han convertido con el tiempo en personas indispensables en la vida cotidiana de todos
los que les rodean. Tan apreciados y tan integrados que el día en que finalmente se les
presenta la ocasión de cumplir el deseo con el que durante tanto tiempo han soñado –
volver a Portugal en las mejores condiciones– nadie quiere dejar que se vayan. ¿Hasta
dónde serán capaces de llegar para retenerlos? Lo que es más: ¿tienen María y José, de
verdad, ganas de marcharse de Francia?¿De abandonar su preciosa jaula dorada?
FICHA ARTÍSTICA
MARÍA
Rita BLANCO
JOSÉ
Joaquim DE ALMEIDA
FRANCIS CAILLAUX
Roland GIRAUD
SOLANGE CAILLAUX
Chantal LAUBY
PAULA
Barbara CABRITA
CHARLES
Lannick GAUTRY
ROSA
Maria VIEIRA
LOURDES
Jacqueline CORADO
CARLOS
Jean-Pierre MARTINS
PEDRO
Alex ALVES PEREIRA
MANUEL
Sergio DA SILVA
SEÑORA REICHERT
Nicole CROISILLE
SEÑOR BERTRAND
Bertrand COMBE
SEÑORA BERTRAND
Ludivine DE CHASTENET
MILO
Alexandre RUSCHER
MALO
Paul RUSCHER
CAMILLE
Alice ISAAZ
MIGUEL
Ruben ALVES
CARTERO
Oliver ROSEMBERG
SEÑOR ZU
Yann ROUSSEL
FICHA TÉCNICA
DIRECCIÓN
GUIÓN
Ruben ALVES
Ruben ALVES
Jean-André YERLÈS
Hugo GÉLIN
FOTOGRAFÍA
André SZANKOWSKI
CASTING PARIS
Pierre-Jacques BENICHOU
CASTING LISBOA
Patricia VASCONCELOS
DECORADOS
Maamar ECH-CHEIKH
VESTUARIO
Isabelle MATHIEU
MAQUILLAJE
Valérie THERY-HAMEL
PEÑLUQUERÍA
Diane DUROC
SONIDO
Thomas LASCAR
Olivier WALCZAK
Vincent COSSON
MONTAJE
Nassim GORDJI TEHRANI
MÚSICA ORIGINAL
Rodrigo LEAO
PRUDCTORES
Hugo GÉLIN
Laëtitia GALITZINE
Danièle DELORME
COPRODUCTOR
Romain LE GRAND
PRODUCTOR ASOCIADO Jonathan BLUMENTAL
PRODUCIDA POR
ZAZI FILMS
COPRODUCCIÓN
PATHÉ
TF1 FILMS PRODUCTION
CON
TF1
CANAL+
CINÉ+
EN ASOCIACIÓN CON
CINEMAGE7
HOCHE IMAGES
Entrevista con el director – Rubén Alves
¿Cómo ha llegado a éste, su primer largometraje?
Siempre he actuado y escrito. Hace doce años, a la edad de veinte años, ya había hecho
mi primer cortometraje. Desde entonces las ganas de contar cosas nunca me han
abandonado. Después escribí un guión sobre unos franceses expatriados, que vivían en
Lisboa. Como ve, ya tenía el tema muy metido en la cabeza. Hugo Gélin, amigo mío
desde la infancia, con quien ya había trabajado, y Laëtitia Galitzine, mis dos
productores, me animaron a dejar de marear la perdiz y a empezar a hablar de lo que
más me inquietaba. Luego vi un reportaje sobre una portera portuguesa en París, de un
barrio elegante. Hablaba de su vida, de lo que hacía. La última pregunta que le hizo el
periodista fue si pensaba volver algún día a Portugal, treinta cinco años después de
haberse marchado. Respondió que sí, que había pensado volver a su país natal, pero que
se sentía tan bien en su pequeña jaula dorada…. Su respuesta vino a cristalizar lo que yo
quería decir. Para mí no se trataba de hacer una película autobiográfica, sino de hablar
de algo que conocía de cerca, ya que nací en Francia de padres portugueses. Mis padres
vinieron a Francia a la edad de dieciocho años, dejando atrás la pobreza y el fascismo
portugués. Mi padre hacía todo tipo de trabajos, siempre en el mundo de la
construcción, y mi madre era portera.
¿Llevaba dentro la materia prima de su historia?
Con treinta y dos años tenía suficiente distancia con respecto a mi familia. Podía contar
esta historia. En alguna parte, hasta sentía que debía hacerlo. Estoy muy ligado a
Portugal. Al escribir, sin recurrir a anécdotas de personas allegadas, me apoyé en
muchas cosas vividas, observadas y recordadas con sentimiento. Sobre todo, no quería
caer en la caricatura, pero sí había rasgos, fuesen de portugueses o de franceses, que
valía la pena subrayar y tratar con ternura. Al principio, escribí solo, luego Jean-André
Yerlès se incorporó y al final Hugo Gélin completó el trío de guionistas. Éste me
conoce lo suficiente como para estar seguro de lo que era capaz, incluso antes de que yo
mismo me atreviera.
¿Qué mirada aporta sobre la comunidad portuguesa en Francia?
El pueblo portugués es humilde. La mayor parte del tiempo nadie se atreve a moverse.
Me asombra la cantidad de portugueses que desempeñan funciones de gran importancia
en Francia y cuyos orígenes se desconocen. Se les reconoce por su nombre, a veces algo
distorsionado… Es la tercera comunidad inmigrante más grande de Francia. Se estima
que hay unos 4 millones de luso-descendientes en Francia, es decir mi generación y la
siguiente. Existen vínculos muy fuertes entre Francia y Portugal, vínculos cuasiafectivos, que se manifiestan de manera distinta por ambas partes.
¿Cómo ha construido la intriga de la historia?
Para mí, la historia tenía que girar alrededor de esta familia, esa pareja con sus hijos. Sin
presentar en modo alguno un católogo de tipologías, he elegido a los personajes en
función de lo que pude sentir a mi alrededor, a veces incluso entre inmigrantes que no
fuesen portugueses. La película también habla de la manera de asumir el estatus social y
la historia. Eso va más allá de un solo país. Me ciño simplemente a lo que mejor
conozco, lo que más me toca. Pero el ejemplo tiene un valor de símbolo. En Francia,
cuando uno explica que es portugués, la gente a menudo dice que es trabajador,
discreto, y a continuación pregunta si no conoce a alguien que le pueda hacer un trabajo
de fontanería, de pintura, una mudanza…Y la cosa se queda ahí. Es decir, se cae
enseguida en el tópico. Existe una imagen de cada país, a menudo una imagen muy
limitada. Ningún país se escapa a ello, ni siquiera Francia. Contar esta historia fue, para
mí, la oportunidad de tender un espejo cálido y agradable ante las cosas, hablando de
una familia.
El reparto incluye a grandes actores portugueses y franceses. ¿Cómo ha hecho para
juntar a semejantes talentos?
Desde el principio insistí en que los personajes portugueses fuesen interpretados por
portugueses. Para mí, y para mis productores, era una cuestión de honestidad y tuvimos
la suerte de que nuestros socios, Pathé y TFI, coincidiesen con nosotros, cosa rara hoy
en día en este mundo. Entonces fui a buscar a los mejores en Portugal, lo cual, para los
franceses, no significaba mucho, ya que no los conocen.
Gracias a una amiga en común, Joaquim de Almeida fue el primero al que conocí. Tiene
ya una dilatada carrera internacional, vive en EEUU y en sus trabajos siempre se ha
distinguido por su gran carisma. Le conocí en Cannes hace tres años, cuando estaba
todavía escribiendo el guión. Fuimos a una fiesta con Hugo y nos presentaron. Lo
primero que me dijo fue que ahí no había nada para comer. Me pareció un comentario
muy típicamente portugués y me hizo reírme mucho. De repente me di cuenta de que
quizá había encontrado el actor para el papel de José. También le hablé de lo que estaba
escribiendo. Me dijo que le enviase el guión cuando lo terminara. Y así fue. Terminé el
guión, se lo mandé, le gustó mucho, y dijo que sí.
Joaquim aporta verdadera densidad al papel. Interpreta a personajes cada vez más
elegantes, más peligrosos, y también me gustaba la idea de que interpretase a un simple
capataz, humilde, que ya no tiene nada que ver con su registro actual. Aporta una fuerza
y una nobleza que, junto a lo que el guión desvela en cuanto a sus orígenes, hacen de él
un personaje realmente entrañable. Porque un padre de familia portugués, incluso con
una mujer que lo gestiona todo y siempre tiene la última palabra, no deja de ser un
patriarca. Sigue habiendo ese lado latino, machista, y Joaquim tiene ese carisma tanto en
la vida como en la pantalla.
Al principio le preocupaba un poco cómo fuese a abordar la comedia, sobre los
portugueses. Sobre todo, no quería la mofa. Estábamos de acuerdo sobre ese punto. Yo
quería divertirme a costa de los tópicos, pero para nada caer en ellos. Confió en mí.
Hicimos lecturas exhaustivas del guión en Portugal, y quedó satisfecho. Me parece que
en la película realmente irradia ese aura de padre de familia, pero lo que más me gusta
de él son esos momentos en los que resulta tan conmovedor. Me gusta cuando ese tipo
tan sólido parece de repente frágil, superado por las cosas. Joaquim encarna a la
perfección ese tipo de humanidad. José desconoce los códigos que rigen la vida de sus
jefes, no sabe cómo comportarse ante un Porsche, pero aunque se equivoque de medio a
medio, sigue su lógica, su propio código de honor, y eso impone respeto.
Para el papel de María, ha elegido a otra estrella portuguesa…
María es el papel central de la película y me preguntaba quién podía encarnarla. En la
película las mujeres tienen un lugar importante y presto mucha atención a ese aspecto.
Concretamente pregunté a la gente a mi alrededor, en Portugal, quién sería la mejor
actriz, capaz de dar vida a todas las facetas del personaje. Y siempre surgía el nombre
de Rita Blanco. Rita tiene algo bastante único. La gente la adora, porque no se le puede
poner una etiqueta. Intenté llegar a ella por todos los medios posibles, a través de su
agente, de la gente cerca de ella, y al final me recibió en su casa de Lisboa. Me confesó
que tenía ganas de conocerme porque cuatro personas distintas le habían hablado de mí.
También me dijo que había tenido razón al insistir, porque tenía muchos proyectos entre
manos, y que a lo mejor no hubiese leído el mío…Entendió enseguida el sentimiento
que yo quería transmitir. Le parecía muy auténtico. Me dijo que para ella los detalles
eran muy importantes. Yo veo las cosas de la misma manera. Enseguida nos
entendimos.
En la vida real Rita no es en absoluto como su personaje, porque no es en absoluto una
persona a la defensiva; es alguien lleno de humor, con una personalidad muy clara.
También era importante para ella hacer este papel. Quiso conocer a mi madre, pero yo
no quería mezclar las cosas. María no es mi madre, aunque sí es cierto que hay muchas
cosas que tienen en común. Al final se conocieron, y yo sabía que Rita observó mucho a
mi madre. Absorbió muchas cosas que la ayudaron a definir esa aceptación de las cosas,
esa devoción, ese sentido del trabajo…
Para Rita, como para Joaquín, son papeles de elaborada construcción, porque interpretan
a personajes que corresponden a la imagen que nos hacemos de ellos, pero que no
refleja la manera en que son percibidos en sus propias casas.
¿Qué le hizo pensar en Roland Giraud?
La pareja de la que tenía que formar parte era tan importante como su papel de
encargado de obras porque también le vemos en el entorno privado del personaje. Como
para todos los personajes de esta película, no quería tener a actores a quienes se ve
siempre en los mismos papeles. Es muy raro ver a Roland Giraud en el cine. Sólo hace
una película al año ya que trabaja mucho en el teatro. Tenía ganas de romper esa imagen
un poco estricta, tan limpia, que suele proyectar. Quería que fuese un poco
estrambótico. El personaje se viste a veces de manera curiosa. Esa simpatía enorme de
la que goza Roland también me permitía transmitir aspectos difíciles del personaje que
hubiesen sido condenables. La verdad, es un personaje a veces arrogante, impertinente y
condescendiente. Es algo que yo he visto a menudo en la vida real. Hacía falta alguien
con semejante talento para asumir todo eso, dejando su suerte totalmente en manos del
personaje. Roland puede interpretar cualquier registro sin perder nunca su humanidad.
Incluso cuando hace algo duro se siente la humanidad detrás. Roland leyó el guión y le
pareció muy conmovedor. Me dijo enseguida que la portera de su casa se llama María,
que su marido se llama José, y que son amigos suyos desde hace treinta años. Les tiene
mucho afecto y estoy seguro de que no se porta con ellos como lo hace su personaje.
Chantal Lauby interpreta el papel de su mujer…
Cuando terminé el guión tenía claro que Chantal tenía que estar. Ella encarna
exactamente lo que yo quería para ese personaje, es decir una mujer totalmente
despegada del mundo, para quien nada es grave, pero al mismo tiempo muy entrañable.
Chantal interpreta eso a la perfección. Puede decir barbaridades que hacen sonreír.
Tiene ese don. Yo pensé que sería una Solange extraordinaria, y me encanta lo que hace
en la película porque aporta ese pequeño toque de locura que yo quería para Solange.
Improvisaba mucho y a veces nos costaba mantener la seriedad en el plató. Es una
persona sumamente sensible, nos parecemos mucho humanamente. Cuando leíamos el
guión lloró porque le conmovió la humanidad de la pareja Ribeiro.
Nicole Croisille resulta sorprendente en el papel de una de las propietarias del
edificio…
Buscaba a alguien que resultara imponente inmediatamente, que tuviera verdadera
presencia. Cuando conocí a Nicole, me preguntó, más o menos, si Madame Reichert era
una fulana. Me reí y le respondí que sí, pero que no era sólo eso. Porque a María le tiene
mucho cariño. Tienen una verdadera relación, que además, no está exenta de sorpresas.
Nicole era ideal para el papel. En primer lugar porque se mueve dentro del mundo de la
inestabilidad laboral, y es tan cálida y generosa. Cuando nos vimos la primera vez, llegó
con sus gafas ahumadas, con ese lado aristocrático que yo quería para el personaje.
Madame Reichert no es mala persona. Es más víctima de su condición que de su
mentalidad. Para mí, es, antes que nada, una mujer sola. Sin María no tendría a nadie.
Me divertí mucho con Nicole, porque en la vida real es una persona divertida. Entró
enseguida en el espíritu del proyecto.
María Vieira interpreta a la criada de los propietarios, un personaje con mucho
colorido…
Maria es un poco la Jacqueline Maillan portuguesa. Empezó haciendo sketches y en el
vodevil. Es sumamente popular en Portugal. Su personaje se inspira en la niñera de
Hugo. La conozco bien ya que, cuando mi madre llegó a Francia, vivió en la casa de esa
mujer. Entonces Rosa, la asistenta de la pareja, es un poco la niñera de Hugo. Imaginé
enseguida a María en ese papel. Es una mujer menudita con una voz increíble y una
energía desbordante, que no se deja avasallar…Pero existía el problema del idioma,
porque no habla francés. La llamé a Brasil, donde acababa de terminar una serie
importante. Le hablé de la importancia del lado humano y sumamente auténtico de los
personajes. Le encantó el guión y empezó enseguida a trabajar sus réplicas en francés.
Por lo tanto llegó al proyecto muy entregada, con el tipo de energía que la caracteriza.
Su personaje es un homenaje a todas esas personas que comparten las cosas cotidianas
de esas familias con las que viven, donde son empleados domésticos que casi llegan a
formar parte de esas familias, guardando las debidas distancias. Dan de comer, lavan,
escuchan, oyen. En la película el hijo de sus jefes es un poco el suyo. Esa intimidad
también le permite pasar a la acción y decir las cosas con franqueza cuando los demás
no se atreven.
Maria y José tienen una hija, Paula, una pieza fundamental en la historia…
Es cierto. Paula ayuda a todo el mundo a cuestionarse, porque se atreve a decir cuatro
verdades a sus padres y porque ama a alguien que no es de su “condición”. Va a obligar
a todos a mirarse de verdad, no únicamente a la gente de su familia. Hace todo lo
posible para que todo vaya bien. Es una joven abogada, muy segura de sí misma en su
trabajo, y por lo tanto no tan a gusto con su condición de hija de inmigrantes. Su
trayectoria en la historia resulta, por lo tanto, incluso más conmovedora. Espero que
deje huella en mucha gente. Barbara Cabrita interpreta a Paula. Hace mucho rodamos
juntos una serie de M6 y me había quedado con que fuese de origen portugués. Su
ascendencia no fue un factor suficiente como para que se adaptase al personaje. A
nuestro primer encuentro llegó en moto, una moto muy grande. Cuando se quitó el
casco, y su pelo quedó suelto descubrí a una mujer seductora, con carácter, como Paula.
Barabara irradia frescura, alegría, comunicatividad. Me confesó que ese papel llegaba a
tocar cosas muy hondas en ella, en cuanto a sus raíces. Barbara va a menudo a ver a su
abuela a Portugal. Dice que cuando está allí, es otra. Llega a sentir cosas que no siente
en Francia, aromas de su infancia…Yo estaba encantado, porque se implicó a fondo en
la película.
Paula está enamorada de Charles, el hijo del jefe de su padre…
Para Charles, todo va bien en la vida. No tiene nada que demostrar. Seguirá al frente del
negocio de su padre. Es una especie de neófito de la vida. No entiende nada de
problemas de raíces. Para él, todo es muy claro y sencillo. Para encarnarle, quería un
tipo moderno, cool, que chocase fuertemente con el personaje de Paula. Conocía a
Lannick Gautry, a través de otro proyecto con Hugo. Tiene una fuerza arrolladora, que
yo necesitaba. Ante Paula, hacía falta densidad y capacidad de respuesta. Es tranquilo,
hasta el momento en que resulta necesario reaccionar. Lannick es un actor cuya virilidad
encaja bien con la sensualidad de Barbara. Es un actor que me gusta mucho, de los que
hay pocos.
Jean-Pierre Martin interpreta a Carlos…
Su personaje representa a algunos de mis tíos. Tiene su energía, su vocabulario florido y
rimbombante, su porte, incluso ciertas reflexiones suyas. Cuando se enfada con su hijo
y le dice que vistas las notas que saca en Mates haría mejor en centrarse en el fútbol, es
algo que he sacado directamente de cosas vividas. He presenciado esa escena en
Portugal. Hacía falta mucha fuerza para interpretar a ese personaje. Mandé el guión a
Jean-Pierre Martins, con una breve nota. Es portugués, pero nadie lo sabe. A Jean-Pierre
le gusta estar alrededor de una mesa con la familia y los amigos, comiendo y bebiendo.
Es un bon vivant, y yo quería eso para el personaje, con ese lado alegremente tosco, de
mirada chispeante. Carlos es el cuñado de María y el marido de Lourdes. Nacieron en
Francia, o han llegado a Francia muy jóvenes. Conocen bien los códigos. Se las saben
todas. Tienen raíces portuguesas pero no hay que tomarlos por imbéciles. Jean-Pierre es
realmente de esta generación. Después de leer el guión, dijo que sí porque le había
llegado de manera especial. Yo estaba encantado porque encarna lo que yo quería en el
personaje de Carlos. Cuando dice a su hijo que deje los estudios para centrarse en el
fútbol, nos lo podemos imaginar perfectamente.
¿Cómo ha llegado a elegir a Jacqueline Colorado para el papel de Lourdes, la
hermana menor de María?
Es una actriz a la que adoro. También hace teatro. Es portuguesa y se implica mucho en
la comunidad. Incluso ha tenido un programa de radio portugués. Varias personas me
habían hablado de ella para este papel. Cuando la llamé estaba de vacaciones, y,
después de leer el guión, cogió el primer avión. Todo se cerró de un día para otro. A
través de su personaje, yo quería retratar un poco a esas mujeres que tanto vemos en
Portugal, que son “vendedoras de pescado” como se dice allí. Abren las ventanas,
chillan y ponen a todo el mundo al corriente de todo. Son unas trágicas. Es el lado
verdaderamente latino que se expresa a través de esos personajes tan llenos de colorido.
Jacqueline encarna eso a la perfección. Y tenía muchas ganas de hacer esta película.
¿Y para el más pequeño de la familia?
Para el hijo adolescente de José y María, Pedro, tuve la suerte de encontrar a Alex Alves
Pereira, gracias al casting. Lo que me convenció fue su mirada. Tiene lo que yo llamo la
mirada “portuguesa”, un poco triste, cargada. Alice Isaaz interpreta a su amiguita en la
película, Cassiopée. Es de una gran belleza, y proyecta una naturalidad extraordinaria
sobre la pantalla. Tiene algo único. Creo que va a tener una gran carrera como actriz.
¿Cómo ha sido el rodaje?
Rodamos durante nueve semanas y media, del 14 mayo al 19 de julio, sobretodo en el
distrito 16 de París. El edificio que nos sirvió para la película está situado en la avenida
Iéna, junto al edificio de la Fundación Calouste Gulbenkian, que alberga una colección
de arte portugués. Sería un signo, me dije. Habíamos hecho los interiores en un estudio
y para acabar, como en la película, tuvimos la suerte de poder ir a rodar en Portugal, en
el norte, en una región vinícola que se llama O Douro, cerca de Oporto. Todo ese valle
ha sido declarado patrimonio mundial por la Unesco. Las colinas están estructuradas en
espaldera para el cultivo de los vinos de Oporto. Soy de Lisboa, pero mi padre es del
norte. Tenía ganas de enseñar algo que no se suele ver, y ese lugar es bastante singular.
Rodar allí ha sido también un regalo para el equipo, porque hace un tiempo magnífico,
casi demasiado calor, con 40º a la sombra.
¿Cómo ha hecho para dirigir a todos esos actores, precedentes de horizontes tan
diferentes?
Para empezar, tirando de lo afectivo. En el tiempo que llevo en este oficio, observo a
mis amigos directores y algunos me aconsejan hacer las cosas así o asá. Es cierto que la
técnica y las reglas son importantes, pero siempre llega un momento en que hay que
dejar todo eso de lado. Porque al fin y al cabo, cada vez que he procurado hacer lo que
procede técnicamente, aquello no funcionaba; no estaba contento conmigo mismo. Así
que sigo mi instinto. No me considero un realizador. Para mí, es cuestión de instinto. Es
cierto que realizo, pero lo que prevalecía en mi modo de dirigir era el instinto. Lo que
cuenta es lo que se siente ante la persona. Mi objetivo no es practicar tal o tal oficio,
sino transmitir emociones tan fuertes como las que yo siento en mi propia vida.
¿Había secuencias que esperabas con impaciencia, o que veías con aprensión?
Las secuencias de las comidas, donde había mucha gente, las veía con cierta aprensión.
La secuencia de la comida en el jardín, cuando se descubre al tío Carlos, fue
técnicamente difícil. Surgieron momentos un poco complicados, en los que me
preguntaba en qué estaría pensando cuando escribí eso. Una mesa, alrededor de la cual
hay doce personas, con un perro, niños, réplicas constantes, las condiciones
atmosféricas…en fin, todo, el conjunto. Pero, a pesar de todo, salió bien.
La escena que más esperaba, - bueno la verdad la secuencia entera - fue la del fado, esa
canción típicamente portuguesa durante la cual Paula toma consciencia de lo que
realmente es. Durante la canción, el montaje alterna entre numerosos personajes y la
historia avanza mucho. No he querido subtitular la letra de la canción, tan bonita. La
música y la voz hablan por sí solas. El espectador lo vive a nivel de la sensación. El
fado es algo muy particular, algo culturalmente muy fuerte. El fado, para los
portugueses, es la fatalidad. El echar de menos a alguien, pero con placer dentro del
dolor. Este momento en la película es el momento clave, cuando todo se enreda y
desenreda. Era muy importante tener un número de fado en la película. Aunque es una
comedia, hacía falta ese toque de nostalgia. La que canta es una buena amiga actriz,
Catarina Wallenstein, una joven estrella portuguesa. Cuando nos conocimos hace años
le pregunté si sabía cantar fado porque en mi historia sobre expatriados franceses en
Lisboa quise poner algo de fado. Me había dicho que no. Tres meses después, estaba en
Lisboa y me llamó, para que nos viésemos. Delante de mí se puso a cantar fado, y me
quedé boquiabierto. Es algo realmente particular… Aunque no se ha hecho esa primera
película, aquí está ella ahora, cantando.
Y en cuanto a la película misma, hay ciertas escenas que me llegan a tocar muy de
cerca, como ésa en la que María y José discuten junto a la mesa del sótano. José dice:
“Desde siempre no hemos hecho más que trabajar, ahora toca dedicarnos a algo de
placer.” Y su mujer le contesta: “Sí, pero es que a lo mejor eso es lo que nos gusta.” Son
las frases clave de la película. Lo resumen todo. Uno tiene que asumir lo que es.
Trabajar puede ser un placer. Lo que otros definen como el placer – viajar, ir a un
restaurante – igual no les corresponde. Asumir lo que uno es, hacer lo que uno cree, sin
preocuparse por lo que puedan pensar los demás. Es una de las cosas que dice la
película y que resuena muy hondo en mí.
¿Cómo ha vivido este rodaje de su primer largometraje?
Curiosamente, con bastante serenidad. Tenía ganas de contar esa historia. Comencé con
la primera secuencia de la película, cuando Rita Blanco y Nicole Croisille están
podando rosas en el patio del edificio. Mi primer plano es el travelling de María que
entra en el edificio. Todo se hizo imbuido de energía y de calor humano. Tengo muchas
ganas de hacer una segunda película. Igual en esa segunda película no hay ningún
portugués, pero espero hacerla con la misma energía, la misma humanidad y hablar con
sentimientos honestos de las cosas que nos conmueven a todos.