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PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA DOCTORADO EN CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS SEMINARIO “VIDA COTIDIANA, COMUNICACIÓN Y CULTURA”. PROTOCOLO SESIÓN 2: FENOMENOLOGÍA DEL MUNDO DE LA VIDA (Edmund HUSSERL) Por: Juan Carlos Mantilla García El propósito de este texto es dar cuenta del desarrollo de la sesión sobre fenomenología y mundo de la vida que dirigieron la profesora Ángela Calvo y el profesor Guillermo Hoyos. Valga aclarar que no se pretende reconstruir la exposición de cada uno de los profesores, sino el rumbo que tomó la discusión, los aportes de los participantes y la forma en que dichos aportes orientaron o desorientaron la exposición de los profesores. Dado que la sesión no se desarrolló estrictamente en forma de exposición y luego diálogo entre los participantes, sino que la exposición estuvo atravesada por los comentarios de algunos de los participantes, en este documento no será tan clara la distinción entre un momento y otro. La primera cuestión debatida fue la pregunta sobre cómo articula Husserl la crisis de las ciencias con la crisis de la humanidad, o en otros términos, ¿qué tiene que ver la crisis de las ciencias con la guerra mundial? Sobre este punto se hizo referencia a la decadencia de occidente diagnosticada por Spengler y se propuso analizar cuál es el significado moral y político de este diagnóstico. La imagen que queda en el ambiente es la de una civilización occidental que hace crisis. Al respecto, se citaron los tres últimos párrafos de la Conferencia de Viena, en que Husserl hace referencia a la teleología de la historia europea. Se dijo que, por obvio que pareciera, el problema consistía en que si la ciencia se dedicaba a hacer cañones, en algún momento los cañones iban a ser utilizados. Seguidamente se subrayó el papel deshumanizador que ha tenido la técnica en las ciencias, ante lo cual se denunció el hecho de que la ciencia haya destruido la subjetividad y se la haya entregado a la psicología. Aquí anoté en mi cuaderno una seña de ojo porque llegamos al corazón de las tinieblas al hacer referencia a la idea habermasiana de la colonización del mundo de la vida por el paradigma científicotécnico-objetivista. La denuncia de positivización fue apoyada por un ejemplo: se habló de la invasión de la estadística y las encuestas en las ciencias sociales, haciendo referencia al edificio en que estábamos, en donde queda la facultad de ciencias sociales. A continuación se presentó el concepto de “ilustracionitis”, que se refiere al apetito de ilustración. Husserl, en su conferencia de Viena, se reclama mejor moderno que aquellos modernos que reducen la modernidad a la modernización. La idea subyacente a esta cuestión es que la crisis tiene su solución no en el posmodernismo, sino en la misma vieja razón, que todavía nos puede mostrar el camino si nos liberamos del objetivismo a través de la epojé, de la subjetividad trascendental, de lo subjetivo relativo, de la subjetividad mundovital. Se recordó que no es la modernidad lo que ha hecho crisis, sino la modernidad reduccionistamente modernizadora. No en vano se refiere Habermas a la modernidad como proyecto inconcluso, expresión que lleva implícita una esperanza en que la modernidad y la razón aún tienen algo que decir. Llama la atención el ejemplo que se utilizó para manifestar inconformidad con la inversión del orden de prioridades en nuestra universidad, que congela su nómina de profesores pero al mismo tiempo emprende obras de infraestructura con propósitos puramente estéticos, para parecer más “moderna”. A continuación surgió la cuestión de por qué la filosofía se positiviza. La respuesta es porque se olvida de la subjetividad, porque se olvida del mundo de la vida. Más adelante, sin embargo, se planteó la advertencia del peligro de desechar o rechazar de plano las ciencias y la razón, que tienen logros muy importantes. El reto es hacer ciencia sin decapitar el pensamiento o, en términos de Heidegger, devolver el pensar a su elemento. Más allá del conocer, hay que buscarle sentido al pensar. Otra forma de plantearlo es la expresión “ciencia, tecnología y sociedad”, que estaría llamada a reemplazar la de “ciencia, tecnología e innovación”. Se reconoce la ciencia, pero aceptando que la ciencia no puede dar cuenta de todo. En todo caso, queda la idea de que vale la pena responsabilizarse por la ciencia. Como era de esperarse, surgió en la discusión el tema de por qué volver a Grecia. Husserl justifica ese “volver a Grecia” por el surgimiento de la filosofía: la filosofía surgió en Grecia. La filosofía como actitud de inquietud por la verdad, como actitud de percepción, actitud teórica, actitud crítica y cuestionadora que busca explicaciones del sentido del cosmos más allá del mito. Se señaló que con la filosofía aparece la crítica, con lo cual puede decirse que el descubrimiento fundamental de la filosofía es que somos libres en la medida en que no estamos determinados objetivamente, sino que tenemos subjetividad y por lo tanto voluntad. Desde los estudios culturales se reivindican las llamadas “epistemologías del sur”, con el consecuente cuestionamiento a un denunciado europeocentrismo de la filosofía. Al respecto, se llamó la atención sobre el error que se comete cuando se deja de lado toda la tradición filosófica europea solamente porque es europea, y sobre el riesgo que corre la filosofía latinoamericana de caer en el chovinismo. Al respecto, se destacó que los griegos no fueron chovinistas, que fueron conscientes de que su perspectiva era una entre muchas; cierto, la mejor de todas, pero al fin de cuentas una más. Y por si esto fuera poco, eran los únicos que no pensaban que su perspectiva era la única. En este punto se hizo mención de los romanos, que integran y adaptan la filosofía griega, y de la historieta de Asterix como ejemplo ilustrativo de la pluralidad de cosmovisiones de la época. A propósito de los cuestionamientos de los estudios culturales, se acepta que Husserl pudo haber fallado en su europeocentrismo, que se hace evidente cuando expresa en su Conferencia de Viena la idea de que los europeos nunca se van a “papuizar” o “indianizar”, mientras que cualquier no europeo tiene razones de sobra para europeizar su cosmovisión. Sin embargo, tampoco puede culparse a Husserl por ser europeo. A esta altura, se afirma que el principal problema de Husserl no es este, sino la falta de intersubjetividad, que resuelve Habermas. A continuación se pasó a la explicación de la epojé, concepto indispensable para comprender el concepto de mundo de la vida desde la fenomenología. Husserl denuncia en Kant el error de haber buscado las condiciones de posibilidad de un mundo dado objetivamente. No hay tal mundo dado objetivamente, y hacer la epojé significa precisamente poner el mundo entre paréntesis y aceptar que del mundo sólo tenemos vivencias. Esto nos obliga a distanciarnos de la actitud natural y a responsabilizarnos del ser de las cosas. A esto es que se refiere Husserl cuando habla del sujeto como funcionario de la humanidad. Esto es la subjetividad trascendental, precientífica, protológica, previa a la reflexión. En este punto se hizo la invitación a volver a la pregunta sobre filosofía y cotidianidad. Se llamó la atención sobre la ambigüedad en Husserl en cuanto a la condena epistemológica que determina la necesidad de una explicación lógica sobre la cotidianidad. ¿Es la vida cotidiana un dato? ¿La subjetividad ha sido constituida objetivamente por la cotidianidad? ¿Se trata de pedir cacao al mundo de la vida? A esto se respondió que la crítica es a las ciencias naturales. Se argumentó que la subjetividad no puede ser puesta entre paréntesis, a lo que se respondió que la subjetividad es conciencia de tiempo y que hay que salvar a la historia del historicismo. El tema de la intersubjetividad volvió a la discusión: se habló de la insuficiencia de la propuesta de Husserl de imaginarnos en los zapatos del otro para resolver el problema de la intersubjetividad. Esto es invalidar al otro como otro, y la única forma de darle al otro la importancia que tiene es constituirlo a partir de la sensibilidad en la experiencia real, como lo llega a plantear Habermas. Seguidamente se planteó una cuestión muy interesante: la legitimidad académica consiste en arrancarse del mundo vital, por eso la legitimidad de un doctorado. Al respecto, debo mencionar que en ese momento pensé en mi papá, de quien he aprendido mucho más que en la universidad, y que no ha tenido que leer tantos libros para llegar a conclusiones que no puedo llamar de otra forma que sabiduría. Pensé también en el abuelito de mi novia, que murió hace poco a los noventa y tres años: tenía unos conceptos basados en su mundo de la vida que darían tema para una tesis de doctorado. Después de todo, como decía Frank Zappa, información no es conocimiento, conocimiento no es sabiduría… Otro aspecto de la mayor relevancia consiste en la idea que utilicé para titular la relatoría que leeré inmediatamente después: “tal como lo sueñan muchos”. Se puso el tema del deseo de transformación social con la frase “ojalá pudiéramos resolver todo comprendiéndonos por las buenas”. Es el sueño de muchos, entre los que me incluyo. Al respecto se habló de la pragmática universal de Habermas, de la idea según la cual la verdad tiene que servir para algo y tiene que haber un equilibrio entre la verdad per se y la verdad pragmática, entre ciencia y moral, entre objetividad y subjetividad. Relacionado con lo anterior, se señaló la necesidad de superar la dicotomía sobre el método en las ciencias sociales: la razón pragmática nos invita a superar el dilema entre objetivismo total y subjetivismo relativista. En ese momento, la corporeidad, la subjetividad a flor de piel hizo que se hiciera referencia al cansancio, tal vez con la idea de decir que un cansancio análogo al que Husserl achacaba a la civilización europea lo podemos sentir mental y físicamente. Acercándonos al final de la sesión, se denunció la escasez del debate contemporáneo debido a los totalitarismo teóricos de la dialéctica, la hermenéutica, la racionalidad comunicativa. Planteamiento especialmente interesante dentro de nuestro mundo vital, ya que ese tipo de totalitarismo pareciera ser promovido en la academia como excelencia y rigurosidad… Entre estos apuntes finales -muy valiosos por cierto- también se acusó a la hermenéutica de un reduccionismo lingüístico que la lleva a no entender que hay cosas que no hay que comprender, como la sonrisa, por ejemplo. Finalmente, se hizo una invitación a caracterizar el mundo de la vida, y se propuso una primera caracterización como horizonte de horizontes. A esto se hizo un aporte proponiendo una caracterización del mundo de la vida como entramado de sentido común y experiencia. También se caracterizó el mundo de la vida como imprevisibilidad e impredecibilidad, como mundo de lo imprevisible y subjetividad dispuesta, como mundo de lo que Martha Nussbaum llama suerte. A esto se reaccionó diciendo que ni todo es a ver qué pasa, ni todo es intencionalidad. Otra caracterización fue propuesta: el mundo de la vida como intersubjetividad, y finalmente se cerraron las caracterizaciones del mundo de la vida advirtiendo sobre el riesgo de caer en la idea de que el sentido común es cualquier cosa. La sesión se cerró con la siguiente pregunta: ¿Qué hace Habermas con el mundo de la vida para bajarlo de la epistemología? Prender una pequeña luz sobre este tema es el objetivo de la sesión que ahora comienza.