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El teatro a principios del siglo XX Tendencias y formas teatrales A diferencia de otros géneros, el dramático precisa contar necesariamente con el espectador. Esta circunstancia condiciona la creación de los autores teatrales, pues en esta época el público que asiste al teatro procede de la burguesía y es reacio a los cambios bruscos. Los dramaturgos se inclinarán por alguna de estas opciones: - Teatro comercial: teatro representado y con éxito de público. No ahonda en los verdaderos conflictos de la sociedad, sino en las pequeñas preocupaciones del público burgués, clase social a la que va dirigida la representación. 1. La comedia burguesa (Jacinto Benavente): Premio Nobel de Literatura (1922), Benavente es el máximo representante del teatro comercial. Se caracteriza por sus ambientes de alta burguesía o del campesinado acomodado. Son crónicas amables de las preocupaciones de la burguesía. Principales obras: Los intereses creados (farsa), y La malquerida (drama rural). 2. El teatro cómico: su finalidad es entretener al público utilizando con frecuencia música, canto y baile. Existen muchos subgéneros: opereta, revista, vodevil, sainete… Principales representantes: Pedro Muñoz Seca: (creador del astracán: disparate cómico y gusto por el retruécano o chiste verbal). Obra más famosa: La venganza de don Mendo, parodia de un drama histórico. Joaquín y Serafín Álvarez Quintero. Creadores de la imagen estereotipada de lo andaluz. Obras: El patio, Mariquilla Terremoto… Carlos Arniches (difusor de la tragedia grotesca, para denunciar la hipocresía, la ignorancia, la crueldad… de la sociedad). Obra: La señorita de Trevélez. 3. Teatro poético o modernista: Diálogos rimados, los personajes son poco naturales en su declamación, argumentos extraídos de la historia de España. Eduardo Marquina: En Flandes se ha puesto el sol. - Teatro renovador: teatro apenas representado en su momento, minoritario, en ocasiones con pobre o sin escenografía (decorado, vestuario…), y que utiliza un lenguaje no realista cercano al simbolismo y a la expresión del conflicto interior de los personajes. Hay que señalar a Ramón María del Valle-Inclán y Federico García Lorca como los mejores dramaturgos de nuestro siglo. El primero de ellos lo estudiamos en este mismo tema. Ramón M.ª del Valle-Inclán Obra Aunque nos centraremos en su obra dramática, Valle-Inclán se adentra también en la novela. Las Sonatas están consideradas como la mejor aportación del Modernismo en prosa. Son las memorias del marqués de Bradomín, un don juan feo, católico y sentimental. Tirano Banderas (1926) es una novela de madurez, inspirada en la tiranía de los dictadores hispanoamericanos de la época. El teatro de Valle se caracteriza por un constante esfuerzo por renovar la escena española. Tanto es así que a varias de sus obras se les ha negado el valor dramático, ligándolas a la narrativa; es el caso de las Comedias bárbaras. Pero, salvando dichas consideraciones, nos encontramos ante uno de los dramaturgos españoles más importantes. Su producción se inicia en 1899 con Cenizas y se cierra con La hija del capitán en 1927; en medio, un importante número de obras difícilmente clasificables. Se pueden constatar varias tendencias o ciclos: - Ciclo del mito. Constituido por obras como Divinas palabras (1920) o la trilogía Comedias bárbaras, caracterizada por un espacio gallego primitivo e intemporal, donde las pasiones humanas y las fuerzas irracionales están sometidas a un proceso de mitificación. - Ciclo de la farsa. En obras como La marquesa Rosalinda (1912) o Farsa y licencia de la reina castiza (1920) selecciona un espacio más estilizado y ridículo: jardines, rosas, cisnes, etc., elementos propios del siglo XVIII. Las obras finales de ambos ciclos suponen la llegada a su estética definitiva: el esperpento. - Ciclo del esperpento. En este caso, el mecanismo no es la mitificación sino todo lo contrario, la desmitificación de la realidad, del presente vivo del escritor. Destacan Los cuernos de don Friolera (1921), Las galas del difunto (1926) y La hija del capitán (1927, publicadas bajo el título de Martes de carnaval. La obra que abre el ciclo esperpéntico, Luces de bohemia (1920), gira en torno al último viaje de un «héroe trágico», el poeta Max Estrella, por un mundo indigno, injusto y vacío, como su compañero don Latino de Híspalis. Viaje aterrador y desgarrado por quince espacios madrileños que nada tienen de míticos o gloriosos. Max no tiene otras armas para denunciar y luchar contra la realidad cobarde y deshumanizada que proponer el suicidio, la muerte. Paralelamente, Valle-Inclán se sirve de una estética deformante para reflejar la realidad. Todo vale –hasta la misma muerte– para violentar al público. Sin duda, el ciclo del esperpento no es más que el final de un largo y fructífero camino de innovaciones que situó al teatro español en la vanguardia dramática europea pese a su escaso éxito comercial. Federico García Lorca Teatro En conjunto, la obra de Lorca supone un intento constante de depuración y una búsqueda del restablecimiento de la pureza original del teatro clásico y popular en el mejor sentido de la palabra. Gracias al valor universal de su teatro, Lorca se ha convertido en uno de los dramaturgos españoles más conocidos de todos los tiempos, un clásico cuyas piezas siguen representando las compañías teatrales más reconocidas del mundo. El teatro de Lorca parte de tres principios: Depurar el teatro poético. No escribió teatro en verso (en sus obras más representativas), pero supo emplear la expresión adecuada para evocar los ambientes en los que sitúa la acción. La incorporación de ritmos y formas populares a través de canciones, letrillas, letanías o coros conecta su producción, por otra parte, con el teatro clásico, también poético por excelencia. Integrar en su dramaturgia tanto las tendencias vanguardistas como los rasgos propios del teatro tradicional. Así, se pueden reconocer influjos muy diversos: el Valle-Inclán de los esperpentos, algo de Surrealismo, Marquina, el mejor Benavente, el teatro clásico y el popular; sin embargo, lo que destaca en Lorca es su habilidad para armonizar y hacer suyos estilos muy diversos. Acercar el teatro al pueblo. En cuanto a la temática, Lorca elige a la mujer como protagonista principal. Ésta suele representar el ansia de libertad en una sociedad patriarcal y machista; una mujer marcada siempre por un destino trágico y por pasiones que se verán condenadas al olvido o al rechazo. En líneas generales, se produce un enfrentamiento de dos series de fuerzas que han sido designadas por la crítica como principio de autoridad y principio de libertad: por un lado, orden, tradición, realidad y colectividad; por otro, instinto, deseo, imaginación, individualidad. Ambos principios son siempre los polos fundamentales de la estructura dramática. A ellos se suma la fuerza del amor, normalmente imposible, planteado sobre el conflicto entre el deseo y la realidad, la libertad y la autoridad. Como consecuencia, surge la frustración, que aparece en todas las obras y es el eje fundamental de sus mejores piezas (tragedias rurales): Bodas de Sangre (amor frustrado, fuerza de los instintos), Yerma (maternidad frustrada, esterilidad) y La Casa de Bernarda Alba (amor y libertad frustrados, tiranía que coarta la libertad individual). Otras obras son: Farsas: La zapatera prodigiosa, Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín. Teatro “imposible” o surrealista: Así que pasen cinco años, El Público.