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Curso 2014-2015 de la Escuela Social de Tudela y la Rivera, 8º Tema (12 de mayo de 2015):
¿La forma de superar la recesión en EEUU, Japón y
Reino Unido puede servir de ejemplo para Europa?
Gabriel Flores
Puede parecer desenfocado o una forma un tanto esquinada de análisis. En parte lo es,
pero también puede ser útil conocer la situación económica de países capitalistas
desarrollados que no forman parte de la zona euro (ZE) para entender cómo nos va en la
crisis global después de casi siete años. No está de más conocer cómo le ha ido a la
gente por otros barrios.
Desde lejos, un bosque (o una montaña) parece una unidad que resulta fácil de describir
y comprender, podemos observar su perfil, tamaño o color dominante; desde cerca, esa
unidad comienza a separarse, se disuelve en penumbras y luces de diferente intensidad,
en múltiples colores y sonidos, en detalles que entretejen pequeños y completos
ecosistemas que impiden captar el conjunto del que forman parte. Con la crisis global en
la que aún seguimos inmersos pasa algo parecido, tanto al comparar lo ocurrido en los
Estados miembros de la UE o la eurozona (entre los que también son evidentes las
diferencias entre los países que agrupamos en la periferia y los del centro), como al
analizar las diferencias y similitudes de la ZE con otros países capitalistas avanzados.
Analizar lo que ha ocurrido en los grandes países capitalistas desarrollados que hemos
elegido (Estados Unidos, Japón y Reino Unido) y observar lo que han pasado y lo que
ha ocurrido en la ZE puede servir para comprender cómo y por qué hemos llegado hasta
aquí, aproximarnos a las causas del desastre sufrido, determinar las malas e injustas
políticas que nos han impuesto y detectar los intereses, negocios y clases o grupos
sociales que se han beneficiado con la crisis o que apenas han sufrido algún rasguño a
causa de los recortes, la austeridad, la desregulación del mercado laboral y la
devaluación salarial.
Se trata de conocer que existen otras tentativas de solución y otras estrategias de salida
de la crisis que han resultado menos dañinas para los países que las han aplicado y que
tienen poco que ver con la que han impuesto Merkel y compañía en la ZE. Nos han
tratado de engañar diciendo que solo existía una forma de salir de la crisis y ese intento
de estafa queda completamente desvelado cuando observamos que otros países –con
políticas y gobiernos que muestran opciones ideológicas y políticas parecidas a las que
imperan en la UE- han aplicado estrategias diferentes con mejores resultados. Se trata
también de aprender de posibles errores ajenos y de las medidas adoptadas por otros
países que han demostrado ser mejores o no tan malas como las impuestas por las
instituciones europeas.
En definitiva, analizar cómo ha ido la crisis en otros países y a sus gentes (la crisis,
como la fiesta, va por barrios) nos puede ayudar a comprender qué han hecho mal las
instituciones europeas y los dos últimos gobiernos españoles (los de Zapatero y Rajoy)
que han gestionado de forma tan funesta “nuestra crisis”. Y de paso, apuntar qué faena
debe exigirse a futuros gobiernos para acabar con las políticas y medidas equivocadas y
salir de la crisis con un reparto más equilibrado y justo de los costes, una economía
capaz de sostener los empleos decentes, salarios dignos y equilibrios ecológicos que se
necesitan y unas instituciones políticas depuradas de corruptos y corruptores que dejen
de ser instrumentos de los poderosos y se muestren dispuestas a escuchar a todos,
someterse al control de la ciudadanía, defender a la mayoría social y convertirse en un
instrumento útil en manos de una sociedad decente que no está dispuesta a dejar en la
cuneta a nadie, que no quiere que el bienestar de unos se sustente en el malestar y la
exclusión de otros y que exige protección suficiente para las personas y los hogares más
necesitados.
¿Es extemporáneo hablar ahora (hoy) de lo que han hecho o dejado de hacer en EEUU o
Japón? En parte, sí. Vivimos tiempos electorales y buena parte de las preocupaciones de
la gente progresista y de izquierdas es, con toda la razón, desplazar a la derecha de las
posiciones de poder político que actualmente ocupa, echar de las instituciones políticas
a los corruptos y ponerlos en el sitio que se merecen y cambiar a los valedores de los
intereses de los poderosos por nuevos gobiernos de progreso comprometidos con los
intereses de la mayoría social. Para ello, va a ser imprescindible llegar a acuerdos entre
las fuerzas progresistas y de izquierdas dispuestas servir a la mayoría, proteger a las
minorías desposeídas y romper con la estrategia de austeridad que hace imposible
acometer esas tareas.
No obstante, quiero creer que no viene mal en estos tiempos de mudanza política
preservar espacios de sosiego en los que se pueda participar en una reflexión colectiva
serena que permita conocer algo más y algo mejor el mundo en el que estamos, las
restricciones que nos impone y las enseñanzas y oportunidades que nos brinda para
actuar e intentar mejorar las cosas. Ojalá estos apuntes algo apresurados (un borrador
antes que una ponencia acabada) y la próxima sesión del curso 2014-2015 de la Escuela
Social de Tudela y la Rivera sirvan a tal fin.
Junto a la esperanza de que se puede cambiar el rumbo de las cosas, alcanzar un peso
significativo en las instituciones políticas, hacer política de forma transparente y
favoreciendo un mayor control de la ciudadanía sobre sus representantes y un mayor
poder efectivo de decisión de la mayoría social sobre las medidas que se vayan a
aplicar, conviene mantener la cabeza fría y reconocer que no se puede solucionar todo
ni de forma inmediata. El análisis de lo que se ha hecho en otras latitudes para salir de la
crisis permite obtener una enseñanza: no hay soluciones fáciles ni medidas económicas
cuya aplicación no suponga costes o genere riegos y efectos indeseados. Y eso vale
tanto aquí como en Japón.
Que no se pueda solucionar todo no significa que no se puedan hacer muchas cosas que
favorezcan a la mayoría. Por ello, hay que exigir a las opciones progresistas y de
izquierdas que precisen el programa o catálogo de medidas de rescate social que van a
aplicar en las primeras semanas, tras formar los equipos de gobierno de confluencia
progresista que determinen las urnas. Un programa de rescate social que, siendo
decisivo, no puede agotar una estrategia alternativa de política económica que también
es necesario comenzar a aplicar desde los primeros momentos.
1º. La eurozona ha sufridos dos fases recesivas y ha perdido tejido productivo,
empleo y crecimiento potencial
La eurozona ha encajado muy mal la crisis y ha ido a peor. No parece tener prisas por
recuperar el crecimiento potencial y el empleo perdidos ni por resolver los problemas
institucionales y estructurales que dificultan salir de la crisis. Lejos de promover los
principios de cohesión y solidaridad entre los Estados miembros y sus ciudadanos,
parece indiferente a la suerte de los países del sur de la eurozona y los grupos sociales
afectados por la pobreza y el riesgo de exclusión, mientras promueve las relaciones no
cooperativas entre los socios.
EEUU y RU, por el contrario, no han sufrido una segunda recesión, apenas han sufrido
daños en su tejido productivo o en su potencial de crecimiento y han recuperado gran
parte del empleo perdido. Japón, por su parte, ha sufrido más fases recesivas, antes y
después del estallido de la crisis en 2008, pero conserva intactos su potencial industrial
y una situación de pleno empleo, a pesar de que su deuda soberana se ha disparado hasta
el 240% del PIB (más del doble que la de EEUU, RU o la ZE).
Como se ve en el siguiente gráfico, las economías de EEUU, Japón y RU muestran que
han recuperado y superado (EEUU, especialmente) los niveles alcanzados antes de la
crisis por sus respectivos PIB (valor de los bienes y servicios generados por sus
respectivas economías). La evolución del PIB por habitante (el PIB dividido por el
número de habitantes) muestra matices interesantes pero similar tendencia, excepto en
el caso de Japón, ya que el ligero declive de su población supone un mayor crecimiento
del PIB per cápita; y, en sentido contrario, por EEUU, ya que su mayor crecimiento
demográfico hace que su crecimiento per cápita sea inferior al de RU y, hasta 2011,
similar al de la ZE.
PIB real
1998 = 100
PIB por habitante
1998 = 100
15
En cambio, la ZE aún no ha recuperado el PIB de antes de la crisis, se estancó después
de dos fases recesivas y solo ahora está empezando una reactivación de baja intensidad
que está siendo impulsada fundamentalmente por factores externos de carácter no
duradero. ¿A qué se debe esa peor evolución o ese virtual estancamiento de la economía
de la eurozona? ¿Por qué en circunstancias externas tan favorables como las que vive la
eurozona en los últimos meses (y que sostendrán el aumento de su PIB en 2015 y 2016),
su crecimiento va a seguir siendo menor que el de EEUU y RU? ¿Se puede aprender
algo de esas diferencias?
Observemos con algo más de detenimiento lo ocurrido en EEUU y la ZE: en los últimos
tres años (2012-2014), los datos del producto muestran un crecimiento relativamente
importante en EEUU mientras la ZE entraba en su segunda recesión (2012-2013) y salía
de ella con un débil crecimiento del 0,9% en 2014.
Cuadro 1: Porcentaje de crecimiento real del PIB
2010
EEUU
ZE
2011
2,5
2,0
2012
1,6
1,7
2013
2,3
-0,8
2014
2,2
-0,4
2,4
0,9
Las previsiones de crecimiento del PIB en EEUU y la ZE para 2015 y 2016 son bastante
claras y muestran más de lo mismo: si no hay grandes novedades respecto a la situación
actual, EEUU crecerá muy por encima, casi el doble, del que alcance la ZE.
Cuadro 2: Previsiones de crecimiento (en %) en 2015 y 2016
2015
2016
EEUU:
*FMI
*Consensus Forecast
*Reserva Federal
Zona Euro:
*FMI
*Consensus Forecast
*BCE
3,1
2,9
2,3-2,7
3,1
2,8
2,5-3,0
1,5
1,5
1,5
1,6
1,8
1,9
La evolución del PIB prevista para el RU es similar a la de EEUU. Mientras que las de
la ZE y Japón son significativamente más bajas, a pesar de su mejora.
Las previsiones de más crecimiento en las economías avanzadas contrastan con la
menor intensidad o incluso recesión que experimentarán las economías emergentes. La
disparidad en el crecimiento de las distintas regiones que conforman la economía
mundial es una constante, antes y después del estallido de la crisis.
Crecimiento del Producto Mundial
5
Las economías emergentes no sufrieron ninguna recesión, aunque la intensidad de su
crecimiento se redujo significativamente en 2008 (2,9%) y 2009 (1,2%) y han soportado
con posterioridad el escaso dinamismo del mundo capitalista avanzados, que tras
experimentar el primer impacto de la crisis global no ha alcanzado en ninguno de los
años posteriores tasas medias de crecimiento de más del 1%.
Las previsiones indican que el crecimiento del conjunto de las economías avanzadas
puede mejorar significativamente en 2015 y 2016, siempre que ninguno de los múltiples
factores de riesgo que hoy existen se haga presente. Por el contrario, algunas de las más
importantes economías emergentes perderán capacidad de generar crecimiento y
algunas de ellas (Rusia y varios países de América Latina) entrarán en recesión. Como
consecuencia, el crecimiento mundial permanecerá en parecidos niveles que los de los
últimos años (en torno o ligeramente por encima del 3%).
Cuadro 3: Previsiones de crecimiento del PIB por países en 2015 y 2016
(Fuente: Natixis)
2. Los buenos resultados de la economía de EEUU, sus causas y su lado oscuro
En EEUU, las causas que han permitido que su PIB crezca en términos reales a una tasa
media anual próxima al 2,2% entre 2010 y 2014 y que autorizan a prever un crecimiento
algo mayor en 2015 y 2016 son fundamentalmente internas: incremento de la inversión
productiva de las empresas; mejora de la rentabilidad y competitividad empresariales
gracias a la reducción de costes energéticos y laborales; reindustrialización, con una
recuperación sostenida de la producción manufacturera que ya supera en cinco puntos
porcentuales los niveles de antes de la crisis; notable creación de empleos y rápida
reducción de la tasa de paro…
Lo más significativo del curso seguido por la economía estadounidense en los últimos
años ha sido la compatibilidad entre crecimiento, modernización productiva y
reindustrialización.
Muchos analistas achacan esos buenos resultados a un factor principal: la política
monetaria expansiva seguida por la Reserva Federal desde los primeros momentos de la
crisis y que se concretó en una rápida disminución de la tasa a la que presta dinero a los
bancos comerciales y en compras masivas de deuda pública en el mercado secundario
(expansión cuantitativa o QE, por las siglas en inglés de quantitative easing). Y es
cierto que la enorme inyección de tres billones de dólares realizada por la Reserva
Federal desde finales de 2008 ha impulsado la demanda interna, el crecimiento y una
rápida recuperación económica y, de este modo, ha facilitado la mencionada
compatibilidad entre crecimiento de la demanda de los hogares, aumento de la
inversión productiva y reindustrialización.
A partir del año 2011, como se puede ver en el gráfico siguiente, las trayectorias de las
economías de EEUU y la ZE se bifurcan.
16
EEUU sigue aumentando la actividad económica (gráfico 1a), la producción
manufacturera (gráfico 1c) y la inversión productiva (gráfico 1d), al tiempo que la tasa
de paro (gráfico 1 b) disminuye con fuerza. La ZE eligió, con las políticas de austeridad,
el camino contrario.
En cuanto al déficit público, EEUU apostó por una política presupuestaria más
expansiva (contracíclica) en los momentos iniciales de la crisis, pero (curiosamente) a
partir de 2010 redujo con similar intensidad (y con repercusiones menos dramáticas,
debido al crecimiento de la actividad económica) los desequilibrios de sus cuentas
públicas. La obsesión por la consolidación fiscal en la ZE (especialmente en los países
del sur con las cuentas públicas más desequilibradas) no ha tenido resultados más
positivos que en EEUU.
De cara a la ZE (especialmente ahora que el BCE ha aprobado su plan de QE y ha
comenzado un programa de compra masiva de deuda soberana en el mercado
secundario) conviene precisar que las políticas monetarias expansivas pueden impulsar
el crecimiento efectivo del PIB más allá del crecimiento potencial, facilitar la reducción
del déficit público o salvar el riesgo de recesión, pero en ningún caso pueden solucionar
problemas estructurales o institucionales.
Hay otras razones, tan importantes o más que las políticas monetarias expansivas, que
explican el mayor crecimiento de la economía estadounidense:
A) La extrema desregulación y alta flexibilidad de mercado de trabajo permite una
rápida adaptación del empleo a la coyuntura económica y, por tanto, una rápida pérdida
de puestos de trabajo en los momentos de recesión y un no menos rápido aumento del
empleo cuando la economía crece.
B) Los salarios reales y la capacidad de compra de las clases trabajadoras y de sectores
sociales de renta media permanecen estancados. La evolución de los salarios se ha
desconectado de lo que pasa con la demanda de fuerza de trabajo que realizan las
empresas. El nuevo funcionamiento del mercado de trabajo en EEUU (al igual que en
Japón, RU o la ZE) está impidiendo que los salarios aumenten al mismo ritmo que la
productividad (incluso en condiciones muy cercanas al pleno empleo) y, por tanto, que
sirvan para impulsar la inflación. La mejora de la tasa de rentabilidad de las empresas
(por la presión sobre los costes laborales y la reducción de los costes financieros)
favorece el aumento de la inversión productiva y el crecimiento económico.
C) La reducción de los costes energéticos que ha provocado la utilización de la
fracturación hidráulica (fracking) aumentó extraordinariamente la producción doméstica
de petróleo y gas natural y, de esta manera, redujo los costes energéticos y la factura de
las importaciones.
D) El fuerte dinamismo de la demanda de los hogares no responde a mejoras en los
salarios reales, sino al fuerte crecimiento del empleo (precario y mal remunerado, en
buena parte) y al efecto riqueza que genera la fuerte revalorización de los activos
financieros e inmobiliarios en manos de particulares.
Como habrá adivinado el lector, detrás de cada uno de esos factores de crecimiento de la
economía estadounidense hay efectos contraproducentes e impactos negativos que
conviene explicitar.
a) El dinamismo de la demanda de los hogares descansa en la explosión de las
desigualdades de renta (tanto en lo que se refiere a la captación por parte de las rentas
del capital del nuevo valor añadido, en detrimento de las rentas del trabajo, como por la
ampliación el abanico salarial) y en las desigualdades de patrimonio (por la mayor
concentración de los activos inmobiliarios y financieros que se revalorizan en manos de
una minoría). Tan desigual reparto de las ganancias de renta y revalorización de activos
suma más desigualdad a la muy alta desigualdad existente, provocando una explosión
de desigualdad social que no augura nada bueno para la estabilidad sociopolítica y
económica de EEUU. La situación descrita plantea dos grandes interrogantes sobre las
relaciones entre crecimiento económico y desigualdad social: primero, el crecimiento de
la economía estadounidense no solo no impide sino que impulsa la desigualdad;
segundo, la creciente desigualdad limita pero no impide el crecimiento a corto plazo.
b) Tras el estancamiento de los salarios se encuentra la debilidad de las organizaciones
sindicales, la propia fragmentación de las clases trabajadoras y un mercado de trabajo
muy desregulado en el que impera el despido sin costes, la contratación a gusto de la
empresa sin condicionantes de ningún tipo y la desprotección de las personas que son
despedidas. La importante reducción de la tasa de paro (desde cerca del 10% en 2009
hasta el 5,5% de 2014) se da en paralelo a una disminución de parecida intensidad en la
tasa de participación (la población activa disminuye respecto a la población en edad de
trabajar o, lo que es lo mismo, parte de la población que busca trabajo se desanima, deja
de buscar trabajo y no forma parte de la población activa) y a un fuerte incremento del
empleo a tiempo parcial (especialmente, entre 2008 y 2010) y del empleo mal
retribuido.
c) La utilización del fracking supone unos impactos medioambientales y paisajísticos
muy negativos, ocasiona una alta contaminación por los productos tóxicos que se
utilizan, supone derroche y degradación de un bien como el agua que cada vez es más
escaso, provoca graves riesgos para la salud y los consiguientes costes económicos que
afectan a la ciudadanía que los sufre y los paga, ya que se permite a las empresas
desentenderse de los costes, riesgos y pérdidas que provocan al utilizar las técnicas de
fracking.
d) Las débiles cargas sociales que soportan las empresas empleadoras facilitan la
contratación a unos costes laborales bajos, pero redundan en un débil sistema público de
protección social que se nota especialmente en la precariedad de las prestaciones que
ofrecen los sistemas públicos de pensiones y salud. Esas débiles cargas sociales que
soportan las empresas ocasionan una mayor pobreza y el aumento del riesgo de
exclusión social.
e) Las políticas monetarias expansivas -el QE y la reducción de las tasas directoras de la
Reserva Federal- y su principal consecuencia, los bajos intereses a largo plazo y su
mantenimiento durante mucho tiempo por debajo del crecimiento nominal del producto
(desde 2010 en EEUU y RU; desde 2014 en la ZE) generan numerosos problemas y
riesgos. Por un lado, facilitan el desendeudamiento de los agentes económicos privados
y públicos, pero por otro provocan nuevas burbujas especulativas (los inversores salen
de la deuda pública y entran en el mercado de acciones, que al subir con fuerza atraen
nuevos capitales foráneos), alientan que los deudores pidan nuevos créditos (con el
consiguiente riesgo de quiebras e insolvencias de las empresas y lo hogares más
endeudados en caso de una nueva crisis financiera) y dificultan que los mercados emitan
las señales adecuadas sobre los riesgos y oportunidades que brindan las diferentes
opciones de inversión.
La descripción de los efectos contraproducentes e impactos negativos que están detrás
de los factores que impulsan el crecimiento en EEUU llevan a plantear una cuestión
decisiva: no solo hay que intentar crecer, hay que hablar también (y, añadiría, sobre
todo) de cómo se produce ese crecimiento (con qué costes), cómo se reparten sus frutos
(los nuevos bienes, servicios y rentas) y qué impacto tiene sobre el bienestar de la
mayoría social (en términos económicos, sociales y ecológicos), la cohesión y las
posibilidades de sostener a medio y largo plazo ese crecimiento.
¿Sería aceptable por la ciudadanía europea el tipo de crecimiento que se está
produciendo en la economía estadounidense? Habría que preguntárselo, pero por ahora
todo indica que tanto las opiniones públicas como los gobiernos de la mayor parte de los
Estados miembros de la UE están rechazando buena parte de los factores y condiciones
que explican el mayor crecimiento de EEUU. Dicho lo cual, hay que precisar que, muy
probablemente, ese rechazo no se extiende a la estrategia de salida de la crisis que ha
prevalecido en la ZE y que esa nefasta estrategia sigue contando, salvo en los países del
sur de la eurozona más golpeados por la crisis y las políticas de austeridad, con el apoyo
político de la gran coalición formada por conservadores, socialdemócratas y liberales.
La ciudadanía europea muestra un descontento limitado (o no beligerante) con la
austeridad y parece temer más a las incertidumbres (económicas y de gestión política)
vinculadas a un cambio de estrategia que al mantenimiento de unas políticas de
austeridad que en los países centrales de la eurozona han sido de baja intensidad y no
han deteriorado sustancialmente el estilo de vida de la mayoría de la población ni sus
economías. Países, grupos sociales e individuo tienden a juzgar la crisis (como las
fiestas) según les va en ella.
Dado que no deseo abusar de la paciencia de nadie y creo haber escrito en las páginas
anteriores lo fundamental de lo que quería expresar y exponer a la reflexión crítica de
posibles lectores, acabo aquí. Las dimensiones que están tomando estos apuntes son
alarmantes y de seguir por este camino, incluso las personas más interesadas, de
entrada, en su lectura acabarían desistiendo. Por ello, llevo al anexo que sigue un par de
aspectos relevantes de lo ocurrido en RU y Japón, los consiguientes interrogantes y
posibles enseñanzas.
Anexo: Los casos de RU y Japón
a) La variante inglesa de lo ocurrido en EEUU
Las medidas de política económica aprobadas y los resultados obtenidos por RU son
muy parecidos a los de EEUU y muy diferentes, en ambos casos, a los de la ZE. Eso
indica que la adopción de similares estrategias económicas no descansa demasiado en
cuestiones ideológicas o de orientación política. El Gobierno de Cameron es
conservador, al igual que el de Merkel, mientras que el que preside Obama se sitúa en el
centro liberal o (en los parámetros de EEUU) progresista.
El hecho de que la derecha conservadora europea, liderada por Merkel, haya adoptado
una estrategia de salida de la crisis muy diferente a la de EEUU y RU no descansa tanto
en razones ideológicas o políticas como en el grado de construcción institucional de la
eurozona (plagada de debilidades e incoherencias) y en la idea que prevalece en
Alemania (Merkel, con el apoyo de la socialdemocracia alemana) a propósito del cómo
y en qué plazos se deben superar esas debilidades institucionales: los pasos a dar deben
supeditarse al ritmo al que las economías del sur de la eurozona (en un concepto muy
amplio que también incluye a Francia e Italia) superen sus insuficiencias (sistemas
bancarios frágiles y excesiva regulación de los mercados laborales y de bienes y
servicios) y desequilibrios estructurales (una desindustrialización excesiva y una
especialización productiva y exportadora que no permiten equilibrar sus cuentas
públicas y exteriores).
Lo que se deba avanzar en el terreno federalista en Europa se hará, en todo caso,
después que los países del sur de la eurozona hayan arreglados sus problemas
estructurales. Como si tales problemas nada tuvieran que ver con las debilidades
institucionales de la eurozona ni con las políticas de austeridad que se han impuesto.
Resulta interesante, para conocer las diferencias y similitudes en el desempeño
económico de EEUU y RU durante estos últimos años, leer la polémica entre dos
conocidos economistas estadounidenses, P. Krugman y G.F. Sachs. Se puede encontrar
en castellano en la siguiente dirección electrónica:
https://www.project-syndicate.org/commentary/krugman-us-uk-recovery-contradictionby-jeffrey-d-sachs-2015-04/spanish
Krugman acostumbra a cargar contra Cameron mientras elogia la recuperación
económica de EEUU e insiste en animar a Obama para que vaya más deprisa y más
lejos en sus políticas de expansión monetaria y fiscal (más gasto público), sin dejarse
atrapar por las tácticas obstruccionistas de los republicanos. Sachs reprocha, con no muy
buenas maneras, a Krugman que trate de forma tan distinta realidades, gestiones
políticas y resultados tan parecidos.
EEUU
Reino Unido
28
En el gráfico anterior se puede observar la evolución tan parecida de las tasas de paro y
de las tasas directoras de sus respectivos bancos centrales en EEUU y RU. Si en EEUU,
la caída del desempleo está asociada al aumento del empleo a tiempo parcial y del
trabajo con bajos salarios, en RU viene determinada por el aumento de los trabajadores
por cuenta propia y, en eso coinciden, el empleo de baja remuneración; también, en lo
que se refiere al periodo 2009-2011, por la disminución del número total de horas
trabajadas.
El crecimiento medio anual de los salarios nominales desde 2008 ronda en EEUU el 2%
y en RU algo menos. La consecuencia es que la capacidad de compra de los salarios
permanece estancada y que, dado el aumento del abanico salarial, una parte significativa
de las clases trabajadoras ha perdido renta real, tanto por la vía de los salarios, como por
el aumento del empleo precario peor remunerado; lo cual tiene una parte mala (el
aumento del empleo está asociada a los bajos costes laborales y a la reducida protección
social) y otra parte positiva, la capacidad de crear empleo (en todos los sectores) para
los trabajadores de menor cualificación, entre los jóvenes menores de 25 años y entre
los mayores de 60 años, sin que las desigualdades aumenten mucho más en RU que en
otros países de la UE con costes laborales y protección social más altos.
La reactivación económica experimentada por RU está asociada también a las burbujas
del mercado de acciones y, sobre todo, del precio de las viviendas. La burbuja del
ladrillo provoca un poderoso efecto riqueza que ha contribuido a reactivar la demanda
de los hogares. Pero es peligrosa porque implica la llegada de capitales especulativos y
la consiguiente dependencia de ese tipo de capitales, el aumento de las desigualdades
patrimoniales y los riesgos anexos a un nuevo estallido de esa burbuja (que alcanza ya
un tamaño similar al de antes de la crisis).
Burbujas bursátil y de la vivienda
29
Hay que hablar, además, del estancamiento de la productividad desde el estallido de la
crisis, tanto en el sector manufacturero como en el sector servicios del RU. Es éste un
problema central en RU y una diferencia esencial con lo que ocurre en EEUU.
La solidez de la reactivación en el RU desde 2012 (la media de crecimiento trimestral
del producto es de un 0,7%) se apoya en la demanda doméstica y, más aún, en el
consumo de los hogares. Pero ese crecimiento del consumo de los hogares no puede
mantenerse si no hay ganancias de productividad que permitan un aumento sostenido de
los salarios. Hasta ahora, los salarios han estado estancados en términos reales y el
aumento del consumo de los hogares se ha basado en otros factores: aumento del
empleo, reducción de las tasas de ahorro, burbuja inmobiliaria y, desde hace unos pocos
meses, reducción del precio de petróleo y de la inflación.
b) La posibilidad de caer en la misma trampa que la economía japonesa
Japón comienza a tener problemas de decrecimiento del producto en los primeros años
noventa del pasado siglo y experimenta varios episodios recesivos (dos trimestres
seguidos de decrecimiento o crecimiento negativo del producto) antes y después de la
crisis global de 2008-2009 (antes, en 1993, 1998, 2001; después, en 2010-2011, 2012 y
2014). Igualmente, desde 1995 ha experimentado frecuentemente tasas anuales
negativas de inflación (en 1995, 1999-2003, 2005, 2009, 2011 y 2012) que han
dificultado la inversión productiva y el desendeudamiento. Es, por tanto, una economía
que arrastra desde hace dos décadas problemas de débil y frágil crecimiento del
producto y mínima inflación (con riesgos elevados de deflación).
Sin embargo, frente a una opinión muy extendida, Japón no ha estado, en sentido
estricto, en deflación. La deflación existe realmente y se convierte en un grave
problema cuando las tasas de interés reales (descontando la inflación) a largo plazo se
sitúan durante un periodo prolongado por encima del crecimiento nominal del PIB. Y
aunque en Japón ese crecimiento del producto ha sido débil, las tasas de interés a largo
plazo han sido aún más débiles (las tasas medias de interés real de la deuda pública a 10
años entre 1995 y 2014 se han situado por debajo del 2%), especialmente a partir de
2010, y no han representado un verdadero problema.
El problema estructural de Japón no es el crecimiento débil ni la baja inflación. Esos
dos problemas son, antes que causas, consecuencias del verdadero problema estructural:
una deformación excesiva de la distribución de la renta a favor de las empresas. Los
salarios reales crecen mucho menos que la productividad (los salarios reales aumentaron
un total del 3% en el periodo 1998-2008, mientras el crecimiento total de la
productividad era del 15% en el mismo periodo), por lo que las ganancias de
crecimiento van a parar a las empresas y a las rentas de capital.
El siguiente gráfico muestra la evolución del crecimiento anual en porcentaje del salario
base nominal en el sector industrial de Japón.
Ese desigual reparto perjudica la capacidad de compra de los salarios y ocasiona un
exceso de ahorro de las empresas (desde el año 2003, los beneficios de las empresas son
muy superiores a sus necesidades de inversión) que es compensado mediante un enorme
déficit presupuestario que impulsa el ya muy alto nivel de deuda pública existente y que
solo es soportable si las tasas de interés son muy débiles (la carga financiera que supone
una deuda pública descomunal solo supone, gracias a tasas de interés inferiores al 1%,
un 2% del PIB).
Japón: deuda pública y carga
financiera
35
Pudiera ser que lo ocurrido en Japón (la trampa en la que ha caído la economía
japonesa) acabe afectando también a la ZE si mantiene su actual situación: inflación
negativa, crecimiento débil del producto, bajas tasas de interés y mínimo crecimiento de
los salarios reales que obligan a perpetuar políticas monetarias expansivas.
Las inyecciones de liquidez por parte del Banco Central de Japón fueron
particularmente importantes, con el propósito de reducir las tasas de interés y la carga
financiera de la deuda pública, en los primeros años noventa, 1997-1998, 2000-2001 y
2008-2009. Además, desde 2013, el Gobierno del liberal S. Abe (primer ministro
japonés desde diciembre de 2012) apoya el QE lanzado por el Banco Central de Japón.
Con esta medida, se logró una significativa depreciación del yen que encareció las
importaciones, pero no revitalizó las exportaciones. Ese negativo resultado se debe a
que la economía japonesa necesita una moneda fuerte que abarate sus importaciones (es
muy dependiente en el terreno energético y de otras materias primas), sin perjudicar sus
exportaciones, que por su alto nivel de gama e intensidad tecnológica son poco
sensibles a la reducción de los precios: las exportaciones japonesas aumentan muy poco
cuando los precios de exportación bajan. Dicho de otro modo, la elasticidad de las
exportaciones ante variaciones de sus precios es muy pequeña, más baja aún que la
también reducida elasticidad-precio de las exportaciones de la ZE.
El resultado del QE en Japón ha sido muy negativo. Como era de esperar, el alza del
precio de las importaciones degradó los términos de intercambio e hizo caer la demanda
interna, sin que la burbuja del precio de los activos provocada (con el consiguiente
efecto riqueza) ni el aumento de las exportaciones pudieran compensar la caída de la
demanda interna. La economía japonesa se estancó y decreció un -0,1% en 2014. Las
perspectivas de ligera reanimación de la actividad económica en 2015 y 2016
(crecimiento del PIB de algo más del 1%), se basan fundamentalmente en los signos
cada vez más claros de progresión de los salarios en la industria que resultan de la
insuficiente oferta de fuerza de trabajo (fruto del envejecimiento y declive de la
población total).
Población total
(1998 = 100)
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Ese crecimiento de los salarios reales es la vía, no la de las políticas monetarias
expansivas, que puede desencadenar un círculo virtuoso que permita salir a la economía
japonesa de la trampa en la que está metida.
Las importaciones de Japón son muy importantes, ya que suponen en torno al 18% del
PIB, con un alto porcentaje de alrededor del 7% de productos energéticos, alimentos y
metales). Porcentajes similares los de la ZE (sin considerar las adquisiciones
intracomunitarias) y en ambos casos, la elasticidad-precio de las importaciones es
también muy baja (menor aún, al igual que en las exportaciones, en Japón que en la
ZE), lo que indica que la evolución de las importaciones muestra mucha autonomía o
depende muy poco del comportamiento de los precios de las importaciones.
Las más de dos décadas de débil y precario crecimiento no han impedido, en todo caso,
que Japón siga siendo una potencia industrial y exportadora de primer nivel.
Lo más curioso de la situación económica de Japón es la combinación de una muy baja
tasa de paro (en torno al 3,5%, menos de un tercio que la de la eurozona) y un muy alto
nivel de su deuda pública (próxima actualmente al 245% del PIB, más del doble que el
de la eurozona). La simple exposición de tal combinación permite desmontar algunas de
las más queridas rutinas del pensamiento económico dominante en nuestros días.
30 de Abril de 2015