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MÉTODO
El primer paso en su filosofar lo da Descartes al desengañarse de los estudios
realizados, se siente torturado por haber aceptado una serie de verdades como ciertas sin
haberlas comprobado personalmente. Por esto, lo que caracteriza a Descartes es su ideal
de deducir a partir de ciertos principios claros e indudables, un sistema de verdades que
proporcionen una información certera de lo que es el mundo. Y también la necesidad de
un método concreto para hacer de la Filosofía una ciencia en vez de un campo de
discusiones, ya que la variedad de opiniones era para él un espectáculo deprimente, por
ello era preciso buscar una Filosofía única y verdadera.
Él afirmaba que no se había llegado a esa Filosofía porque no se había utilizado el
método adecuado, por lo que él se fija en el modelo matemático, un método basado en
la intuición y la deducción. El problema del método tiene mucho que ver con problemas
biográficos: la estancia de Descartes en La Flèche le había permitido descubrir su propia
ignorancia, por lo que se lanzó a aprender en el “gran libro del mundo”. En los viajes
que emprendió su atención se fijó en problemas de física que estudió utilizando un
planteamiento inspirado en la forma de proceder de las matemáticas. En este contexto
descubrió la necesidad de un método que hiciera frente al método tradicional que
consistía en la recogida de datos y su posterior generalización, y la solución que
encontró podía servir a todos los hombres, ya que la razón es una y la misma para todos.
Investigar el proceder de las Matemáticas llevó a Descartes a la razón como fundamento
de esta ciencia y como fundamento del método de conocimiento: esto representa una
auténtica revolución copernicana. Hasta Descartes se había pensado que el
conocimiento se iniciaba fuera del sujeto, en los sentidos; con Descartes se vuelve a la
idea platónica de que nosotros tenemos dentro de nosotros mismos el conocimiento, el
origen está, por tanto, en la mente.
Partiendo de este supuesto, para Descartes existen dos fuentes de conocimiento:
- La experiencia, que puede ser engañosa, en la que es posible el error y de la que hay
que dudar. En el conocimiento por experiencia el hombre es sujeto pasivo y receptivo.
- La deducción, utilizada en las Matemáticas, que nos proporciona unos conocimientos
absolutamente ciertos y en la que la razón nos hace comportarnos como seres activos.
En el modelo empleado por Descartes el sujeto es activo puesto que el verdadero
conocimiento es concepción de la mente la cual sigue su propia ley al concebir los
conocimientos. Para Descartes la deducción es también intuición, es el paso de un
conocimiento a otro, es una cadena de intuiciones. Las notas que deben caracterizar a
estos tipos de conocimiento son la claridad y la distinción.
La aplicación del método dará lugar a la construcción de una nueva ciencia. Y la
necesidad de fundamentar este método llevará a Descartes a establecer un nuevo
principio: la subjetividad racional del hombre. El método según Descartes “es un
conjunto de reglas ciertas y fáciles gracias a las cuales todos los que las observen no
tomarán como cierto lo falso, y alcanzarán sin esfuerzos inútiles es conocimiento
verdadero de todo aquello de que son capaces”. Las reglas variaron, en el libro “Reglas
para la dirección del espíritu” ideó 36 reglas par un método, pero posteriormente en el
“Discurso del Método” las reduce a las cuatro siguientes:
- Evidencia: no aceptar como verdadera cosa alguna que no sepa con evidencia que lo
es; evitar la precipitación en aceptar las cosas, sólo lo que se presente claro y distinto,
sin duda; la intuición nos proporciona los conocimientos claros y distintos.
- Análisis: consiste en dividir las cuestiones en tantas partes como nos sea posible. Sólo
las ideas simples son evidentes, por ello hay que reducir las ideas compuestas a ideas
simples.
- Síntesis: es la reconstrucción deductiva de lo complejo a partir de lo simple, es la
recomposición a base de ideas simples e intuitivas, parciales, cuyo resultado será una
intuición evidente y libre de errores.
- Enumeración: consiste en revisar, comprobar todo el proceso para no omitir nada y
obtener una intuición general y una evidencia simultánea en su conjunto.
La búsqueda de un punto de partida absolutamente cierto exige una tarea previa:
eliminar todo lo que no sea certeza absoluta, todo aquello de lo que sea posible dudar.
Por ello, Descartes comienza con la duda, metódica, puesto que es una exigencia del
método en su fase analítica. La duda tiene que ser universal, porque se duda de todo (de
todas las certezas, de todos los principios filosóficos); metódica, porque es constructiva,
es un instrumento para alcanzar la verdad absoluta, para hacer filosofía, no es una duda
escéptica, estacionaria, que se convierte en un hábito del pensamiento, no es dudar por
dudar, ni un fin en sí mismo, sino un medio para filosofar; teorética, porque no se debe
extender a las creencias o a la moral, sino sólo a la teoría o a la reflexión filosófica.
La duda hay que aplicarla a los sentidos, al mundo exterior, incluso a los propios
razonamientos. Hay que dudar de los sentidos, porque si los sentidos nos inducen a
veces a error ¿qué garantía existe de que no nos inducen siempre a error? Aunque esto
último es bastante improbable, la improbabilidad no equivale a certeza, por ello no se
puede eliminar la posibilidad de dudar sobre el testimonio de los sentidos. Del mundo
exterior también hay que dudar porque a veces los sueños nos muestran mundos de
objetos con extremada realidad, y ¿cómo distinguir el sueño de la vigilia? Por supuesto,
la mayoría de los hombres cuentan con criterios para ello, pero esos criterios no sirven
para fundamentar una certeza absoluta.
Por último, también hay que dudar de los propios razonamientos, porque “tal vez exista
algún espíritu maligno de extremo poder e inteligencia que pone todo su empeño en
inducirme a error”. Esta hipótesis del genio maligno equivale a suponer que tal vez
nuestro entendimiento es de tal naturaleza que se equivoca necesariamente y siempre
cuando piensa captar la verdad. También ésta es una hipótesis improbable, pero que nos
permite dudar de todos nuestros conocimientos, y de nosotros mismos. La duda llevada
a este extremo de radicalidad parece abocar al escepticismo, pero Descartes encontró
una verdad absoluta: la existencia del propio sujeto que piensa y duda.