Download INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA 2. RAMAS DE LA FILOSOFÍA 3

Document related concepts

Cartesianismo wikipedia , lookup

Filosofía analítica wikipedia , lookup

Atomismo lógico wikipedia , lookup

Metafísica wikipedia , lookup

Metafilosofía wikipedia , lookup

Transcript
1
INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA
2. RAMAS DE LA FILOSOFÍA
3. OBJETIVOS DE LA FILOSOFÍA
3.1. Búsqueda de la verdad, búsqueda de la certeza
3.2. Repercusiones éticas
2. RAMAS DE LA FILOSOFÍA
"Toda la filosofía es como un árbol, cuyas raíces son la metafísica, el tronco es la física, y las ramas que salen de este
tronco son todas las demás ciencias, las cuales se pueden reducir a tres principales: la medicina, la mecánica y la moral
quiero decir la más elevada y perfecta moral, que, al presuponer un completo conocimiento de las otras ciencias, es el
último grado de sabiduría
Los principios de la filosofía, Rene Descartes
La división en ramas de la filosofía ha sido un proceso gradual que ha tenido lugar a lo largo de la historia de ésta, como e jemplifica el
texto de Descartes (proceso que sigue en curso). Tal parcelación del saber filosófico resulte tal vez algo contradictorio tratándose de la
disciplina que busca la universalidad y unidad del conocimiento. La necesidad o conveniencia de dicha parcelación ha sido obj eto de
debate, afirmando unos que constituía la muerte del carácter genuino de la filosofía mientras que otros la han aceptado, bien con
resignación o de forma entusiasta, como un modo de análisis de la propia filosofía sobre sí misma.
En estas líneas nos limitaremos a ofrecer una clasificación de las diversas áreas de la filosofía en función de distintos criterios. En
primer lugar incluimos un "mapa" de la filosofía que agrupa a las distintas disciplinas atendiendo a un orden lógico. (1)
En el interior del diagrama se sitúan las ramas fundamentales de la filosofía de las cuales dependen las restantes (por ello son también
las que han recibido más atención a lo largo de la historia, siendo el diagrama, en cierta medida, una clasificación de las ramas de la
filosofía en función de su popularidad). Conforme nos alejamos del núcleo central cada una de las disciplinas es más concreta y
abarca un área más claramente delimitado. No obstante, no hay que olvidar que las relaciones entre las diversas áreas no son tan
definidas y que en la realidad muchas de ellas se superponen entre sí (y en algunos casos encontramos casos de regiones difíciles de
encajar en el esquema general, como puede ser la filosofía de la acción o las teorías en torno a la relación mente-cuerpo).
MAPA DE LA FILOSOFÍA
En segundo lugar podríamos agrupar cada una de las ramas de la filosofía en
función de las relaciones entre las mismas, obteniendo así cinco grupos o
subconjuntos:
1. Epistemología y filosofía de la ciencia, que estudian los modos y maneras
de conocer las cosas. A este subconjunto lo denominaremos el ESTUDIO
DEL CONOCIMIENTO.
2. Metafísica (Y ONTOLOGÍA), filosofía de la mente y filosofía de la religión,
que se ocupa, de manera muy general, de lo que hay, es decir, el ESTUDIO
DE LO QUE ES REAL en contraste con lo aparente.
3. Estética, filosofía moral (ÉTICA) y filosofía política, que giran en torno a
cuestiones sobre el valor, por esto, es posible denominar a este grupo el
ESTUDIO DE LOS VALORES en el sentido más amplio del término valor.
4. Lógica, filosofía del lenguaje y filosofía de la matemática, que analiza
estructuras lingüísticas y abstractas, examinando su uso, su función y
práctica o su coherencia interna.
5. Filosofía de la educación, filosofía de la historia, filosofía del derecho y
filosofía social, que examinan diversas facetas de la vida humana en la
medida en que es vida social y común. Sus normas, desarrollo, estructuras,
etc.
(2) Para la elaboración de este apartado nos hemos servido de los Apéndices de la Enciclopedia Oxford de Filosofía, especialmente a
partir de la página 1555 en adelante.
3. OBJETIVOS DE LA FILOSOFÍA
3.1. Búsqueda de la verdad, búsqueda de la certeza
A la hora de examinar la situación del ser humano en el mundo para entender así sus acciones, debemos partir de un hecho
incuestionable. El mundo no se explica por sí mismo ni está hecho a nuestro gusto. En ocasiones puede incluso sernos hostil o , al
menos, indiferente a nuestros deseos. Por otro lado no somos omnipotentes; somos conscientes de que tenemos límites (aunque
2
quizá no sepamos muy bien dónde están) y lo que es más importante todavía, somos conscientes de nuestra mortalidad. Cada ser
humano es arrojado al mundo y, al contrario de lo que sucede con los animales, no está exclusivamente regido por unos instintos que
le digan lo que tiene que hacer en cada momento, que le marquen una pauta de acción fija. Por el contrario el ser humano debe elegir,
debe ir construyendo su mundo y tomar decisiones en función de lo que considere valioso o digno de ser buscado.
Ortega y Gasset expresa la situación vital del ser humano, entre la fatalidad y la libertad, con el siguiente ejemplo:
"No nos hemos dado a nosotros la vida, sino que nos la encontramos justamente al encontrarnos con nosotros. Un símil
esclarecedor fuera el de alguien que, dormido, es llevado a los bastidores de un teatro y allí, de un empujón que le
despierta, es lanzado a las baterías, delante del público. Al hallarse allí, ¿qué es lo que halla ese personaje? Pues se
halla sumido en una situación difícil sin saber cómo ni por qué, en una peripecia: la situación difícil consiste en resolver
de algún modo decoroso aquella exposición ante el público, que él no ha buscado ni preparado ni previsto. En sus
líneas radicales, la vida es siempre imprevista. No nos ha anunciado antes de entrar en ella -en su escenario, que es
siempre uno concreto y determinado-; no nos han preparado. "
¿Qué es filosofía? José Ortega y Gasset
Estas elecciones que se ve obligado a realizar, esta capacidad de decidir, que constituye su privilegio, constituyen también una carga,
pues toda elección conlleva responsabilidad. Por último, hay que señalar que esta situación de desamparo debe afrontarla cada ser
humano por sí mismo. Juntos hemos construido ciudades, sociedades y naciones, pero en la esencia de lo que somos cada uno nos
reconocemos solos y aislados. Esta conciencia de la soledad en la que nos encontramos produce generalmente angustia, y ante ella el
ser humano ha buscado diversas soluciones para superarla o para ignorarla. Así, la búsqueda de poder, la religión, las drogas, el
ascetismo, la contemplación de la belleza, la participación en actos colectivos donde el individuo se funde con la masa, etc. son todos
ejemplos de esas alternativas. La filosofía y las actividades intelectuales en general no lo son menos. En la búsqueda de la verdad
también ha pretendido el ser humano encontrar una salida, si bien la virtud que pueda tener la filosofía sea que no pretende superar la
situación humana ni ignorarla, sino aprender a vivir con ella.
Hasta el momento, y en líneas generales, así hemos tratado a la filosofía, como una búsqueda de la verdad, o una búsqueda del
conocimiento. Incluso en aquellas filosofías que concluyen que la tarea del filósofo es inútil, o bien que los conceptos tales como
verdad o falsedad no son sino construcciones sociales de las que debemos desembarazarnos, incluso en las filosofías más
"destructivas" hay un interés por aproximarse a la realidad de una forma más auténtica. La filosofía puede ser un viaje que no nos
aporta muchos más conocimientos de los que teníamos al iniciarlo. Todavía más, es posible que, por medio de la filosofía, hayamos
destruido parte del conocimiento que hasta ahora habíamos adquirido al mostrar su falta de fundamentos o los prejuicios en los que se
basaba, por lo que puede que terminemos el viaje sabiendo menos de lo que sabíamos al iniciarlo. Sin embargo, en cualquier caso, en
todo viaje filosófico se termina por saber algunas cosas nuevas que antes no se sabían.
Este aprender cosas nuevas responde al anhelo de comprender algo mejor la realidad con el que caracterizábamos la filosofía. Ahora
bien, la filosofía, o mejor dicho, los filósofos, no siempre han buscado la verdad, o no exclusivamente, sino que también han buscado
la certeza, un conocimiento del que no se pudiese dudar, una seguridad absoluta que pusiese fin a la incertidumbre y a la duda.
La certeza absoluta está fuera del alcance de los seres humanos. El espíritu crítico, otro de los rasgos característicos de la filosofía, ha
ido desmontando con el paso del tiempo todos aquellos sistemas filosóficos que han pretendido ser inmutables e imperecederos. Pero
la búsqueda de la certeza, que en muchas ocasiones no responde a la curiosidad sino a la búsqueda de la seguridad, ha seguido
siendo un impulso hacia la reflexión y ha llevado a menudo a la renuncia del espíritu crítico y al dogmatismo, con lo que la filosofía, o
los filósofos, que son quienes desean, anhelas y quieren, se ha traicionado a sí mismos.
"La metafísica -afirma en tono de humor F.H. Bradley- es la búsqueda de falsas explicaciones para lo que creemos por instinto". Este
comentario, que no por estar escrito en tono de humor deja de señalar un punto importante, nos lleva a la cuestión de la creación de
las ideas filosóficas. En un primer momento, cuando leemos los textos originales, podríamos pensar que los filósofos llevan a cabo una
serie de razonamientos lógicos o de distinto tipo, que finalmente desembocan en tal o cual conclusión (que no habían concebido de
antemano). Esta imagen, en gran medida, es falsa, pues en muchas ocasiones los argumentos filosóficos son los modos que tenemos
de defender las ideas o sentimientos que ya teníamos previamente. Tales ideas pueden estar tan profundamente arraigadas por la
educación recibida en la infancia o por el peso de la tradición, que no sólo puede favorecer una visión del mundo explícita, sino
también muchas otras consideraciones, juicios de valor y afirmaciones implícitas que en ocasiones es difícil desenmascarar. Cuando el
objetivo del filósofo es justificar sus más íntimas convicciones guiado por la necesidad de seguridad, que, considera, obtendrá con tal
justificación, en ese momento es probable que el espíritu crítico quede a un lado.
Dos ejemplos de este proceso pueden ilustrar la cuestión. El primero de ellos no es estrictamente filosófico, pero es adecuado para lo
que queremos mostrar. Contamos además con los testimonios de pensadores como Sigmund Freud, Karl Popper y Bertrand Russell
sobre el mismo y nos remonta a la Primera Guerra Mundial. Veamos concretamente los comentarios de Popper al respecto:
"Antes de la guerra, muchos miembros de nuestro círculo habían discutido sobre teorías políticas que eran
decididamente pacifistas y, por lo menos, críticas en sumo grado del orden existente; y habían desaprobado la alianza
entre Austria y Alemania y la política expansionista de Austria en los Balcanes, especialmente en Serbia. Quedé
asombrado por el hecho de que pudieran convertirse de repente en partidarios de esa misma política.
Hoy entiendo un poco esas cosas. No sólo era la presión de la opinión política; era el problema de división de lealtades.
Y estaba también el miedo -el miedo a las violentas medidas que han de tener en guerra las autoridades contra los
disidentes, pues entonces no es posible trazar una línea neta entre disentimiento y traición-. Pero en aquel tiempo yo me
sentía verdaderamente perplejo."
Búsqueda sin término , Karl R. Popper
El segundo ejemplo es un comentario relativo a la filosofía de Descartes:
3
"Descartes, el padre de la filosofía moderna, ilustra a la perfección esta peculiar disposición mental. Jamás habría
llegado a construir su filosofía -así nos lo asegura- si hubiese tenido un solo maestro, porque entonces habría creído en
lo que se le decia; pero, al descubrir que sus profesores no estaban de acuerdo los unos con los otros, se vio obligado a
sacar en conclusión que ninguna de las doctrinas existentes era cierta. Como tenía un apasionado deseo de
certidumbre, se puso a trabajar a fin de descubrir un nuevo método para alcanzarla. Como primer paso, decidió rechazar
todo aquello de lo cual podía llegar a dudar. Los objetos cotidianos (sus relaciones, las calles, el sol y la luna, y así
sucesivamente) podían ser ilusiones, porque veía cosas similares en sus sueños y no podía estar seguro de no estar
siempre soñando. Las demostraciones matemáticas podían ser erróneas, puesto que los matemáticos algunas veces
comenten errores. Pero no podía dudar de su propia existencia, puesto que si no existía no podía dudar. Por fin, pues,
tenía ahí una premisa indudable para la reconstrucción de los edificios intelectuales que su anterior escepticismo le
había derribado.
Hasta este momento, todo iba bien. Pero desde ese instante su obra pierde toda su perspicacia crítica, y acepta un
sinfín de máximas escolásticas a favor de las cuales no se puede alegar más que la tradición de las escuelas. Cree que
existe, dice, porque eso lo ve muy clara y muy distintamente; saca en conclusión, pues, "que puedo tomar por regla
general que las cosas que concebimos con suma claridad y muy distintamente son todas ciertas". Comienza entonces a
concebir toda clase de cosas "con suma claridad y muy distintamente", tales como que un efecto no puede tener mayor
perfección que su causa. Puesto que puede formarse una idea de Dios (es decir, de un ser más perfecto que él), esta
idea debe de haber tenido otra causa más perfecta que él, causa que sólo puede ser Dios; por lo tanto, Dios existe.
Puesto que Dios es bueno, Él no engañaría perpetuamente a Descartes; entonces, los objetos que Descartes ve cuando
está despierto deben de existir realmente. Y así sucesivamente. Toda la cautela intelectual es arrojada por los aires (.).
En un hombre cuyos poderes de razonamiento son buenos, los argumentos falaces son prueba de inclinación
tendenciosa. Cuando Descartes se encuentra escéptico, todo lo que dice es agudo y convincente, y hasta su primer
paso constructivo, la prueba de su propia existencia, tiene mucho en su favor. Pero todo lo que sigue es flojo,
descuidado y apresurado, revelando de este modo la deformante influencia del deseo."
Ensayos impopulares , Bertrand Russell
Con estos dos ejemplos queremos llamar la atención sobre la tendencia, que en mayor o menor medida se dará en todas las
personas, a olvidarse de ciertas virtudes intelectuales de la mayor importancia, la de la imparcialidad, en la medida en que esto sea
posible, y la de la honestidad intelectual. El afán por lograr la certeza puede llevar en ocasiones a caer en falacias, a no ser riguroso, o
a revestir el pensamiento con unos términos tan complicados que su sólo manejo requiere ya de una formación especializada aun
cuando no es necesario tal disfraz.
Acerca de la filosofía que apela a este tipo de recursos, Russell afirma:
"La filosofía es un estadio del desarrollo intelectual, y no es compatible con la madurez mental. A fin de que pueda
florecer, debe seguirse creyendo en las doctrinas tradicionales, pero no tan incuestionablemente que no se busquen
argumentos en apoyo de ellas; también tiene que existir la creencia de que las verdades importantes pueden ser
descubiertas por el simple pensamiento, sin la ayuda de la observación. Esta creencia es verdadera en el campo de las
matemáticas puras, que ha inspirado a muchos de los grandes filósofos. Es cierto en las matemáticas porque ese
estudio es esencialmente verbal, no es cierta en ningún otro campo, porque el pensamiento, por sí sólo, no puede
establecer ningún hecho no verbal. Los salvajes y los bárbaros creen en la existencia de una conexión mágica entre sus
personas y sus nombres, cosa que hace que resulte peligroso permitir que un enemigo sepa cómo se llaman. La
distinción entre palabras y lo que ellas designan es difícil de recordar siempre; los metafísicos, como los salvajes, tienen
tendencia a imaginar una relación mágica entre las palabras y las cosas, o por lo menos entre la sintaxis y la estructura
del mundo. "
Ensayos impopulares , Bertarnd Russell
Es posible que la alusión al pensamiento de los salvajes pueda parecer exagerada, pero no lo considero así. Cuando buscamos u na
teoría que explique el mundo esperamos encontrar en ella la anhelada seguridad (pues recordemos que el punto de partida es que
este mundo no se explica "por sí mismo", siendo además indiferente a nuestros deseos, un mundo al que cada uno ha sido arrojado y
en el que cada uno, en un nivel profundo, es consciente de que se encuentra solo). Buscamos en las teorías, en la filosofía, en la
religión o en la adhesión dogmática a una causa, un sentido, algo fijo e inmutable que sirva como apoyo sólido e indestructib le. Pero
tal búsqueda de la certeza no sólo es inútil sino absurda e innecesaria (al menos por lo que a la seguridad se refiere, en otros sentido
puede ser muy fructífera). Es inútil porque, como hemos dicho, la certeza está fuera de nuestro alcance. Es absurda porque es un
error pensar que nuestra seguridad o la estabilidad del mundo depende de nuestras teorías. A este respecto me permito introducir una
anécdota personal que considero muy apropiada: En cierta ocasión, durante una discusión en torno a las teorías de Newton y Einstein,
exclamé "¡La teoría de la gravedad es errónea!", ante lo cual mi interlocutor exclamó todavía más sorprendido, "¡¡Eso es imposible!!
¿Cómo es que entonces los objetos, las mesas y las sillas, no salen flotando?". Mi interlocutor, como cualquiera de nosotros en
muchas ocasiones, estaba confundiendo la teoría con la realidad. Aunque la teoría de la gravedad sea errónea los objetos seguirán
cayendo hacia el suelo sin verse afectados en lo más mínimo. De hecho, aunque nunca se hubiese formulado la teoría de la gravedad,
o aunque Newton no hubiese existido, los objetos habrían continuado atrayéndose unos a otros. El orden del mundo no existe gracias
a nuestras teorías, sino que éstas son reflexiones elaboradas una vez que ese orden existe y que pretenden dar cuenta de él. Al igual
que sucede con la gravedad y la caída de los cuerpos, sucede con muchas otras cosas. Quien considera, por ejemplo, como
consecuencia de diversas reflexiones, que la gente es buena por naturaleza, puede sentirse decepcionada y apesadumbrada si
encuentra un argumento contrario más convincente. Pero tal sentimiento es absurdo, porque la gente seguirá comportándose tan bien
o tan mal como lo ha hecho hasta el momento.
Es nuestra aceptación de una teoría lo que nos proporciona seguridad, no la realidad, que sigue su curso independientemente de lo
que pensemos los humanos de ella. Cuanto más dogmáticamente se acepta una teoría, tanta más seguridad cree tener quien se
aferra a ella. Pero pensar que se está en lo cierto no es garantía para estarlo.
Todas estas observaciones son importantes porque la aceptación de un punto de vista u otro tiene repercusiones éticas, como
veremos en el siguiente punto, repercusiones especialmente nefastas en el caso de que el punto de vista propio sea aceptado y
defendido dogmáticamente.
4
La filosofía no es una labor exclusivamente individual. En la medida en que se basa o debería basarse en el espíritu crítico las ideas
están expuestas a la consideración de todos. Ante el otro presento mi postura, dialogo, examino, critico y comparto. La filosofía es
siempre un diálogo, la mayoría de las veces con los pensadores del pasado o con uno mismo, o el diálogo propiamente dicho que es
con el-otro. En la historia de la filosofía no escasean los casos en los que el diálogo ha brillado por su ausencia. Basta recordar ahora
la triste visión de dos de los más grandes genios de la filosofía y la ciencia, Newton y Leibniz, disputándose con descalificaciones fuera
de tono la autoría del cálculo infinitesimal, que cada uno había descubierto independientemente del otro, y que supuso una separación
de la matemática inglesa y la continental por dos siglos. Y en caso de que no bastase ese ejemplo, recuérdese las disputas entre
creyentes y no creyentes, políticos o partidarios de políticas de distinto signo, filósofos, psicólogos, sociólogos y todos aquellos
dedicados a la actividad intelectual, disputas en las cuales las cuestiones de prestigio, poder o imagen tienen más importancia que el
asunto en cuestión
No considero, por lo tanto, fuera de lugar, recordar el "decálogo liberal" con el que Bertrand Russell, filósofo de espíritu volteriano,
pretendía evitar en lo posible el dogmatismo, que es, en definitiva, lo más alejado del verdadero espíritu filosófico:
"Quizá la esencia de la visión liberal pueda resumirse en un nuevo decálogo, que no pretende reemplazar al antiguo,
sino sólo complementarlo. Como docente, los Diez Mandamientos que quisiera promulgar podrían enunciarse del
siguiente modo:
1. No te sientas completamente seguro de nada.
2. No creas que merece la pena ocultar la prueba, pues ésta es seguro que saldrá a la luz.
3. No te desaliente nunca pensar que no vas a tener éxito.
4. Cuando encuentres oposición, aun cuando sea de tu esposa o de tus hijos, esfuérzate por vencerla con argumentos y
no por la autoridad, pues la victoria basada en la autoridad es ficticia e ilusoria.
5. No tengas respeto a la autoridad de otros, pues siempre se encuentran autoridades que opinan lo contrario.
6. No utilices el poder para reprimir opiniones que creas perniciosas, pues si lo haces, las opiniones te reprimirán a ti.
7. No temas parecer excéntrico al opinar, pues todas las opiniones ahora admitidas fueron antes excéntricas.
8. Mira con más agrado la discrepancia inteligente que el asentimiento pasivo, pues si valoras como es debido la
inteligencia, lo primero supone un asentimiento más profundo que lo segundo.
9. Sé escrupulosamente veraz, aun cuando la verdad sea inconveniente, pues será aún más inconveniente si tratas de
ocultarla.
10. No sientas envidia por la felicidad de otros que viven en un paraíso de necios, pues sólo un necio puede creer que
eso es la felicidad."
Bertrand Russell
3.2. Repercusiones éticas
Las reflexiones del anterior apartado no han tratado de quitar importancia a los resultados de la reflexión y del debate, no se ha
pretendido introducir la idea de que no importa lo que sea dicho, creído o aceptado, sino que se ha buscado poner de manifiesto que lo
verdaderamente valioso y digno de respeto son las personas con las que debatimos, y posteriormente, las ideas. Por lo demás no
concibo límites para el diálogo. Sentado esto, hay un aspecto de las reflexiones filosóficas que sí es importante.
Como última observación de este apartado quisiera mostrar que existe una relación entre la constatación de nuestra imperfección a la
hora de conocer el mundo y la realidad, y cierta actitud ética para con los demás y para con nosotros mismos, la de la tolerancia. En
palabras de Voltaire: "Tolerancia es la consecuencia necesaria de la comprensión de que somos personas falibles: equivocarse es
humano, y todos nosotros cometemos continuos errores. Por tanto, dejémonos perdonar unos a otros nuestras necedades".
De nuevo es posible que esta alusión a la tolerancia mutua pueda parecer fuera de lugar en un texto que simplemente trata de explicar
qué sea la filosofía, pero debemos tener en cuenta varios factores: por una parte, que el intento de comprender la realidad y a nosotros
mismos, como afirmábamos al comenzar este apartado, no es un intento individual sino colectivo, en el que el papel de la crítica, la
contrastación de ideas y el continuo examen y valoración de las distintas propuestas no puede ser pasado por alto, y en el momento
en que otro u otros seres humanos distintos a mi hacen su aparición, lo hace también la ética, la reflexión sobre el modo en que voy a
tratar a esa persona. Por otra parte ya mencionamos que el anhelo de seguridad ha llevado en ocasiones al dogmatismo. Las
propuestas filosóficas, como hemos comentado, no son neutrales, y el peligro de que los intereses subyacentes determinen nuestras
indagaciones está siempre presente. La labor del intelectual a lo largo de la historia, desgraciadamente, ha sido en muchas ocasiones
la de estar al servicio del poder y legitimarlo a cualquier precio. Las ideas de "ortodoxia", por no decir la de "herejía", han llevado a
justificar la persecución, la crueldad y el terror, y los intelectuales han jugado su parte en ello. A lo largo de la historia, igualmente, la
educación ha sido concebida para perpetuar el sistema de valores existente. Todo ello está fuertemente inspirado por el miedo, que
tiene puestas sus miras en el pasado y su conservación antes que en el mundo que es posible crear. La responsabilidad del filósofo,
así como la del intelectual y el educador en general, es enorme, y su tarea consiste, de una manera muy general, en abrir nuevas
puertas, nuevas posibilidades para que el ser humano explote la diversidad y variedad en la que radica uno de sus más valiosos
tesoros, así como mostrar y denunciar los límites que nos hemos puesto a nosotros mismos o que aceptamos injustificadamente.
Stuart Mill -afirma Isaiah Berlin- critica a los "progresistas" que pretenden modificar la opinión social para hacerla más favorable a este
o a aquel plan de reforma, en lugar de atacar el principio según el cual la opinión social debería ser ley para los individuos. En un
mundo en el que existen fuerzas inmensas que pretenden por medios diversos, a menudo no explícitos, moldear a la población por un
mismo patrón de tal forma que la individualidad y el criterio personal queden suprimidos, la simple diferencia, la resistencia y mucho
más la protesta, constituyen un valor tanto más necesario cuanto mayores son los poderes que pretenden hacerlas desaparecer. Mill
lo expresa de forma más sencilla, pero no por ello menos significativa: "La humanidad gana más consintiendo a cada cual vivir a su
manera que obligándole a vivir a la manera de los demás."