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INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA
¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA?
1.1. Caracterización de la filosofía
1.2. Posible definición de la filosofía
1.3. Filosofía: nombre y concepto
1.4. Observaciones generales
1.5. Diversos enfoques ante la pregunta: "¿Qué es filosofía?"
2. RAMAS DE LA FILOSOFÍA
2.1. Un fenómeno actual: el "asesoramiento filosófico"
3. OBJETIVOS DE LA FILOSOFÍA
3.1. Búsqueda de la verdad, búsqueda de la certeza
3.2. Repercusiones éticas
1. ¿QUÉ ES FILOSOFÍA?
1.1. Caracterización de la filosofía
La filosofía es uno de los diversos intentos del ser humano de comprender tanto la realidad que le rodea como a sí mismo. Tam bién la
ciencia o la religión pretenden dar una respuesta a las preguntas que nos planteamos acerca de la vida, la muerte, el mundo, el ser
humano, el bien y el mal y cuestiones similares que nos afectan muy profundamente. Ahora bien, existen diferencias notables que
hacen de la filosofía un empeño peculiar en esa búsqueda por comprender.
En primer lugar, y en contraposición a la religión, la filosofía es, o pretende ser, una indagación racional de la realidad y del mundo.
En la filosofía no hay lugar para dogmas o revelaciones divinas y tampoco juega ningún papel la autoridad a la hora de dilucidar cuál
pueda ser la verdad sobre una cuestión. Asimismo, los mitos, las tradiciones o el sentido común acrítico, son igualmente descartados
en la medida en que no examinan en profundidad, y por medio de la razón, las ideas que sostienen. No obstante, esto no quiere decir
que la filosofía no analice o que ignore por completo los presupuestos o afirmaciones de la religión o de la tradición. Estas son también
objeto de estudio de la filosofía, así como de la antropología, psicología, etc. en su afán por conocer mejor al ser humano. La filosofía,
por otra parte, en muchas ocasiones pretende responder a las mismas cuestiones, como cuál sea el lugar del ser humano en el
mundo, o el sentido de la vida, pero lo importante, repetimos, es la manera en que aborda los problemas, y esta es de una forma
crítica , examinando cada afirmación sin dar ninguna por supuesta o comprobada previamente (y en caso de que no se haya podido
examinar una afirmación, por la complejidad del tema o por otras circunstancias, no por ello se acepta como dogma de fe, sino que
sigue siendo considerada susceptible de un examen crítico).
En segundo lugar, y ahora en relación a la ciencia, la filosofía pretende ser un saber omniabarcante , referido a la totalidad de lo real,
y no sólo a una rama particular de ésta, como sucede en el caso de las ciencias, que a lo largo de la historia han ido fragmentándose
en diversas ramas o especialidades cada una de las cuales atende sólo a un ámbito específico de la realidad (así han ido surgiendo la
astronomía, la biología, la geología, etc.). La filosofía es, por lo tanto, un saber general, y como tal pone en cuestión cualquier tema y
reflexiona sobre el ser humano (¿Qué es el ser humano? ¿Qué significa ser "persona"?), sobre la ciencia (¿Es la ciencia un
conocimiento seguro? ¿Cómo se distingue la ciencia de otro tipo de conocimiento) o sobre la propia filosofía (pues la pregunta "¿Qué
es la filosofía?" es a su vez una pregunta filosófica), entre otras cosas.
Esta concepción de la filosofía como un tipo de saber es resumida claramente por el filósofo inglés Bertrand Russell (1872-1970):
"La filosofía es la tierra de nadie que se encuentra entre la teología y la ciencia y que está expuesta a ataques de ambas
partes. Como la teología, consiste en especulaciones sobre temas a los que los conocimientos exactos no han podido
llegar; como la ciencia, apela más a la razón humana que a una autoridad, sea ésta de tradición o de revelación."
Historia de la filosofía occidental , Bertrand Russell
Existe, no obstante, otra concepción de la filosofía, la filosofía como actitud, que nos remite a los orígenes de la filosofía en la antigua
Grecia, en el siglo V a. C. Según esta concepción lo verdaderamente significativo del filósofo es su capacidad de asombro ante el
mundo unida a la curiosidad por conocer cuanto le rodea. El filósofo, en este sentido, no es un sabio, que ya conoce todas la s
respuestas, ni un ignorante, que las desconoce y ni siquiera tiene interés en conocerlas, sino, tal y como nos dice el sentido
etimológico del término "filósofo" (filo-sophos), un amigo o amante de la sabiduría, aquel que aspira al saber, que es consciente de su
propia ignorancia y que no se conforma con aceptar sin poner en cuestión las afirmaciones que le brinda el sentido común o las demás
personas.
Esta actitud está perfectamente ejemplificada por el filósofo Sócrates (470-399 a. C.), famoso por su sentencia "Sólo se que no se
nada" y su modo de vida, en constante indagación, inspirada en el lema del oráculo de Delfos "Conócete a ti mismo". La figura de
Sócrates, para el cual "una vida sin examen no merece la pena ser vivida ha llegado a representar a la propia filosofía en el imaginario
colectivo.
Estas dos formas de entender la filosofía, la filosofía como saber y la filosofía como actitud son tan sólo dos maneras de comprender y
practicar la filosofía; sin embargo, a lo largo del tema veremos nuevos enfoques y concepciones de la filosofía
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1.2. Posible definición de la filosofía
Cuanto hemos dicho hasta ahora es una explicación y aclaración del tipo de indagación que comúnmente denominamos filosófica y de
la forma en la que pretende conocer al ser humano y a la realidad. Pero hasta ahora no hemos ofrecido una definición en sentido
estricto. Encontrar una definición que fuese interesante y significativa, esto es, que no fuese algo excesivamente general y vago,
probablemente excluiría algunas o muchas de las corrientes filosóficas que se han dado, puesto que lo que históricamente ha sido
considerado filosofía ha ido cambiando de tal forma a lo largo del tiempo que resulta muy difícil encontrar puntos en común a todas las
tendencias.
A pesar de todo, una de las definiciones que se han formulado es la que afirma que la filosofía es pensar sobre el pensar , definición
que tiene la virtud de mostrar el carácter de "pensamiento de segundo grado" propio de la filosofía; es decir, si la ciencia y la política,
por poner dos ejemplos, son dos modos de pensar la realidad, la filosofía constituye un pensar sobre ese pensar. Algunos autores
consideran que el auténtico pensamiento de primer grado es el sentido común, mientras que la ciencia y la filosofía supondrían
reflexiones de segundo y tercer grado respectivamente. Lo importante, por el momento, no es definir el número de grados o categorías
en las que podemos clasificar la reflexión, sino darse cuenta de la existencia de esos niveles, cada uno de los cuales constituye una
profundización con respecto al anterior.
Este planteamiento puede muy fácilmente conducirnos a la pregunta: "¿qué sucede cuando reflexionamos sobre la filosofía? ¿se trata
acaso de un nuevo nivel de profundización más allá de la filosofía?". La respuesta a esta pregunta es negativa. La meta-filosofía, o la
reflexión sobre la filosofía, es a su vez una cuestión filosófica. De hecho la filosofía es la única disciplina que se estudia a sí misma. El
motivo por el que esto es así se verá más claro al examinar los rasgos de la reflexión filosófica
1.3. Filosofía: nombre y concepto
Ya hemos comentado que la filosofía, en su sentido etimológico quiere decir "amor a la sabiduría". La atribución a Pitágoras de ser el
primero en autonombrarse "filósofo" figura en las Tusculanas de Cicerón, quien, a su vez, tomó este dato de un escrito de Heráclides
Póntico. En esta primera aparición del término "filósofo" se destaca el aspecto contemplativo de la acción de filosofar. Burnet resume
de esta manera la concepción pitagórica:
"En esta vida hay tres clases de hombres, lo mismo que hay tres clases de personas que van a los juegos olímpicos. La
más baja es la que va a comprar y vender, la segunda a tomar parte en las competiciones. Pero los mejores son los que
solamente van a contemplar el espectáculo. La más grande purificación es, por lo tanto, la ciencia desinteresada, y el
hombre que se dedica a ella, el verdadero filósofo, se libra más eficazmente de la rueda del nacimiento."
La aurora del pensamiento griego , Burnet
Otro significado originario del término "filosofía" es el de indagación. Ahora bien, si tomamos tal indagación en el sentido más general,
el filósofo es también el sabio, el sofista (nombre que recibieron, por ejemplo, los siete sabios de Grecia y que no tenía en un principio
el matiz despectivo que hoy se le atribuye), o incluso el mago o el sacerdote. Todos ellos llevan a cabo algún tipo de indagación o
investigación (y de esa forma incluso Tucídides hace decir a Pericles de sí mismo y de los atenienses: "Nosotros amamos lo bello con
sencillez y filosofamos sin timidez"). Todas las ciencias caerían en este concepto de filosofía, si bien no conviene olvidar que en la
antigua Grecia, a la que ahora nos estamos refiriendo al buscar el origen del término, la distinción que hoy marcamos entre lo científico
y lo filosófico es prácticamente inexistente.
Un sentido más restringido de tal investigación , más próximo a lo que comúnmente entendemos hoy por filosofía, hace alusión a una
investigación peculiar que se caracteriza por ser fundamental para las demás, pues no es sino la investigación que es consciente de sí
misma, que opera en un nivel más profundo y que constituye la base para las demás. Esta doble significación que encontramos en el
origen del término "filosofía" puede verse claramente en Platón y Aristóteles, y continuará después de éste en los filósofos del período
helenístico.
1.4. Observaciones generales
Antes de tratar en profundidad los principales puntos del tema, conviene señalar varias cuestiones que, aunque muestren lo complejo
que resulta el problema de dilucidar la naturaleza de la filosofía, no pueden ser dejadas de lado.
Un aspecto importante es el hecho de que no hay una única "Filosofía", como el nombre nos podría hacer creer, sino que es más
correcto hablar de filosofías, de diferentes modos de ver el mundo y de entenderlo. Por lo tanto no hay un marco común general al que
todos los filósofos se remitan cuando afirman que hacen filosofía. Ahora bien, sería incorrecto pensar que cada una de estas filosofías
es producto exclusivo de la originalidad de su creador y que, por lo tanto, cada filosofía es un mundo aislado sin conexión con las
demás. Por el contrario, la filosofía de cada autor está en relación no sólo con las filosofías previas, frente a las cuales reacciona (bien
para criticarlas, bien para complementarlas), sino también en relación con un momento histórico determinado, con sus peculiares
características, necesidades y problemas. Así pues, tanto a nivel histórico como a nivel teórico, toda filosofía es una filosofía situada.
Veamos con más detalle qué quiere decir esta expresión:
A) Decimos que una filosofía está situada históricamente porque se encuentra inmersa en el devenir de los acontecimientos históricos
como un momento más. Ninguna filosofía puede salirse de la historia y juzgar a los demás "desde el exterior". Su situación en un
momento concreto de esa misma historia conlleva necesariamente un determinado punto de vista que no ha sido libremente elegido.
B) A nivel teórico toda filosofía está situada en el sentido de que incorpora una serie de prejuicios que condicionan su modo de pensar
y que impiden, de esta forma, una supuesta "neutralidad y objetividad". El filósofo H. G. Gadamer, en su obra Verdad y método , hace
hincapié sobre la presencia del prejuicio en toda filosofía, y la imposibilidad de su eliminación, cuestionando también la presunta
ventaja de la eliminación del prejuicio:
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"Sólo este reconocimiento del carácter esencialmente prejuicioso de toda comprensión confiere al problema
hermenéutico (1) toda la agudeza de su dimensión. Medido por este patrón se vuelve claro que el historicismo, pese a
toda crítica al racionalismo y al pensamiento iusnaturalista, se encuentra él mismo sobre el suelo de la moderna
Ilustración y comparte impensadamente sus prejuicios. Pues existe realmente un prejuicio de la Ilustración, que es el
que soporta y determina su esencia: este prejuicio básico de la Ilustración es el prejuicio contra todo prejuicio y con ello
la desvirtuación de la tradición. Un análisis de la historia del concepto muestra que sólo en la Ilustración adquiere el
concepto del prejuicio el matiz negativo que ahora tiene. En sí mismo "prejuicio" quiere decir un juicio que se forma
antes de la convalidación definitiva de todos los momentos que son objetivamente determinantes. "Prejuicio" no significa
pues en modo alguno juicio falso, sino que está en su concepto el que pueda ser valorado positivamente o
negativamente."
Verdad y método , H. G. Gadamer
No obstante estas últimas observaciones sobre la filosofía y su "situación" en un momento dado no deben llevarnos al extremo
contrario, a la aceptación de un total relativismo que haría a cada filosofía fruto exclusivo de las circunstancias en las que se
encuentra. La pretensión de universalidad y generalidad de las afirmaciones de cada filosofía siguen siendo legítimas, pero sí
debemos estar alertas sobre el peligro de pretender situarse en una posición supuestamente neutral desde la que juzgar al resto de
filosofías como si uno mismo no tomase partido. En el momento en que lanzamos una pregunta ya hemos hecho una elección, hemos
abierto la puerta a un tipo de respuestas y probablemente la hayamos cerrado para otras perspectivas. De ahí la importancia de
cuestionarse la realidad de diversas formas, de poder adoptar otros puntos de vista, de no dar nada por sentado y de, llegado el caso,
saber rectificar. Siendo como somos, imperfectos, es absurdo pretender que nuestro conocimiento sea infalible. En el capítulo 6
volveremos sobre esta cuestión con más detalle mostrando cómo la consecuencia lógica de la constatación de que nuestro
conocimiento es falible es, o debería ser, la tolerancia entre las diversas posturas. No obstante, sirva lo dicho hasta ahora para este
primer apartado introductorio.
1.5. Diversos enfoques ante la pregunta: "¿Qué es filosofía?"
Si antes comentábamos que las preguntas filosóficas no son neutrales, sino que distintas preguntas, aparentemente similares, pueden
encauzarnos hacia un determinado tipo de respuesta de forma inadvertida, conviene señalar también que, ante una misma pregunta
caben distintos enfoques a la hora de dar una respuesta. Tales enfoques pueden determinar qué aspectos son relevantes o qué datos
hay que tener en cuenta a la hora de responder a la pregunta que se ha planteado.
La pregunta "¿Qué es filosofía?" puede responderse desde diversos puntos de vista. Así, encontramos lo que podríamos denominar la
perspectiva histórica . Desde esta perspectiva, si queremos saber qué sea la filosofía debemos fijarnos en su historia, especialmente
en sus orígenes, debemos fijarnos en la evolución de los distintos sistemas, las corrientes históricas, aquellos temas que se repiten
una y otra vez a lo largo del tiempo, las influencias e interconexiones entre los distintos puntos de vista, etc. Por otro lado, lo que
podríamos denominar como la perspectiva de la actividad , fija su atención en el tipo de acción que se desarrolla. La pregunta
fundamental es, en este caso, ¿Qué es lo que hacen los filósofos cuando están "trabajando"?. Ahora bien, en la medida en que la
filosofía es una actividad consciente, tiene un fin, por lo tanto, desde lo que denominaríamos la perspectiva pragmática , podemos
preguntarnos "¿cuál es el fin de la filosofía? ¿En qué medida se consigue o se aproxima a él?" En función de lo que respondamos
podemos plantearnos "¿es útil? ¿qué sentido tiene?".
Queda patente de esta forma que la reconstrucción de la historia de la filosofía que elaboremos puede ser muy distinta si ele gimos
unilateralmente uno de estos planteamientos.
NOTAS
(1) La hermenéutica es una corriente filosófica que surge a mediados del siglo XX. Afirma que lo que denominamos verdad no es sino
el resultado de una determinada interpretación. La verdad tiene siempre, por lo tanto, un carácter relativo, parcial y transitorio, pero
nunca objetivo y sistemático.
2. RAMAS DE LA FILOSOFÍA
"Toda la filosofía es como un árbol, cuyas raíces son la metafísica, el tronco es la física, y las ramas que salen de este
tronco son todas las demás ciencias, las cuales se pueden reducir a tres principales: la medicina, la mecánica y la moral
quiero decir la más elevada y perfecta moral, que, al presuponer un completo conocimiento de las otras ciencias, es el
último grado de sabiduría
Los principios de la filosofía, Rene Descartes
La división en ramas de la filosofía ha sido un proceso gradual que ha tenido lugar a lo largo de la historia de ésta, como e jemplifica el
texto de Descartes (proceso que sigue en curso). Tal parcelación del saber filosófico resulte tal vez algo contradictorio tratándose de la
disciplina que busca la universalidad y unidad del conocimiento. La necesidad o conveniencia de dicha parcelación ha sido obj eto de
debate, afirmando unos que constituía la muerte del carácter genuino de la filosofía mientras que otros la han aceptado, bien con
resignación o de forma entusiasta, como un modo de análisis de la propia filosofía sobre sí misma.
En estas líneas nos limitaremos a ofrecer una clasificación de las diversas áreas de la filosofía en función de distintos criterios. En
primer lugar incluimos un "mapa" de la filosofía que agrupa a las distintas disciplinas atendiendo a un orden lógico. (2)
En el interior del diagrama se sitúan las ramas fundamentales de la filosofía de las cuales dependen las restantes (por ello son también
las que han recibido más atención a lo largo de la historia, siendo el diagrama, en cierta medida, una clasificación de las ramas de la
filosofía en función de su popularidad). Conforme nos alejamos del núcleo central cada una de las disciplinas es más concreta y
abarca un área más claramente delimitado. No obstante, no hay que olvidar que las relaciones entre las diversas áreas no son tan
definidas y que en la realidad muchas de ellas se superponen entre sí (y en algunos casos encontramos casos de regiones difíciles de
encajar en el esquema general, como puede ser la filosofía de la acción o las teorías en torno a la relación mente-cuerpo).
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MAPA DE LA FILOSOFÍA
En segundo lugar podríamos agrupar cada una de las ramas de la filosofía en función de las relaciones entre las mismas, obteniendo
así cinco grupos o subconjuntos:
1. Epistemología y filosofía de la ciencia, que estudian los modos y maneras de conocer las cosas.
2. Metafísica, filosofía de la mente y filosofía de la religión, que se ocupa, de manera muy general, de lo que hay.
3. Estética, filosofía moral y filosofía política, que giran en torno a cuestiones sobre el valor.
4. Lógica, filosofía del lenguaje y filosofía de la matemática, que analiza estructuras lingüísticas y abstractas, examinando su uso, su
función y práctica o su coherencia interna.
5. Filosofía de la educación, filosofía de la historia, filosofía del derecho y filosofía social, que examinan diversas facetas de la vida
humana en la medida en que es vida social y común. Sus normas, desarrollo, estructuras, etc.
Finalmente, a riesgo de ser repetitivo, ofrecemos otra lista de las distintas áreas de la filosofía. En esta ocasión se trata de aquellas
ramas que los planes de estudios permiten desarrollar como especialidades:
- Antropología
- Estética
- Ética y Sociología
- Filosofía de los valores y de la Cultura
- Filosofía Moral y Política
- Gnoseología y Lenguaje
- Historia de la Filosofía
- Historia de la Filosofía de la Ciencia
- Historia de la Filosofía Moderna y Contemporánea
- Historia de los Sistemas de Pensamiento
- Lógica y Epistemología
- Lógica y Teoría de la Ciencia (Metodología)
- Metafísica
- Ontología y Gnoseología
2.1. Un fenómeno actual: el "asesoramiento filosófico"
Si nos valiésemos de uno de los filósofos clásicos para definir la concepción de la filosofía del asesoramiento filosófico éstas serian las
de Epicuro: "Vana es la palabra del filósofo que no cura". En España la popularidad de este movimiento ha venido de la mano de Lou
Marinoff y su obra "Más Platón y menos Prozac". Esta libro, subtitulado "Filosofía para la vida cotidiana", parece haberse convertido en
el primero que ha conseguido divulgar la idea del asesoramiento filosófico a gran escala. Su autor es uno de los primeros en llevar a la
práctica esta manera de entender la filosofía en Estados Unidos.
El asesoramiento filosófico surge como respuesta a los problemas cotidianos de las personas en las peculiares circunstancias en las
que se desarrolla la vida de cada uno y se presenta, como ya indica el título, como una alternativa a otro tipo de tratamientos
psicológicos, en base a que muchas personas "lo que necesitan es un diálogo, no un diagnóstico".
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Basándose en dos hechos fundamentales, que ya hemos mencionado en diversas ocasiones, a saber, que todas las personas tienen
ciertas ideas filosóficas aunque las hayan absorbido del entorno o del ambiente sin ser consciente de ello, y que existe una necesidad
fundamental de encontrar un mínimo de sentido y de coherencia a la realidad, el asesoramiento filosófico pretende satisfacer la
necesidad completando el esquema mental que cada persona tiene del mundo pero de forma fragmentaria. Para ello el asesor
filosófico usa o recomienda al cliente (no olvidemos que el asesoramiento filosófico es un negocio, lo cual constatamos como un hecho
sin pretender por ello realizar juicios de valor) el filósofo más acorde con su forma de entender la vida.
El asesoramiento filosófico puede realizarse individualmente o en grupo, y junto a su difusión han surgido también los "cafés
filosóficos", cuya finalidad "terapéutica" es menor, potenciando el valor del diálogo y del aprendizaje así como de la puesta en común
de la propia perspectiva.
Como toda innovación, esta manera de practicar la filosofía ha encontrado defensores y detractores y ha suscitado cierta polémica por
parte de los interesados en la filosofía, cada uno desde su campo respectivo. Por alejarse del academicismo ha sido considerado
como una vulgarización de las obras de los grandes filósofos que, en definitiva, traicionan el espíritu y el contenido de éstas. Asimismo
se ha afirmado que el asesoramiento filosófico parte de una concepción de la filosofía muy limitada, de una visión excesivame nte
pragmática en la que toda filosofía es aceptada en la medida en que es útil para lograr los objetivos propuestos, dejando de lado
cuestiones fundamentales en cualquier planteamiento filosófico como puedan ser la verdad o falsedad de lo expuesto, o su integración
en un contexto determinado en el cual cobraría pleno sentido. Por otro lado, sus defensores afirman que el asesoramiento filosófico, y
los cafés filosóficos, cubren una necesidad vital de una manera legítima (que cada uno, en la medida de sus conocimientos, lleva a
cabo con o sin asesoramiento), que es una forma de extender la filosofía y llevarla a la gran mayoría eliminando cuanto de elitismo
injustificado y academicismo dogmático pueda tener y que, especialmente por lo que a los cafés filosóficos se refiere, es una excelente
forma de poner en práctica el diálogo y de fomentar con él las virtudes de la tolerancia, el respeto, y de aprender a comunicarse de
una forma creativa. Como era de esperar, a "Más Platón y menos Prozac" le han seguido otras obras. Por parte del propio Marinoff
podemos continuar con "Pregúntale a Platón". En esta línea se encuentran también obras como "Cómo elegir a su filósofo", de Oreste
Saint-Drôme, entre otros ejemplos.
(1) MIGUEL DE CERVANTES, Don Quijote de la mancha , Segunda parte, capítulo 54.
(2) Para la elaboración de este apartado nos hemos servido de los Apéndices de la Enciclopedia Oxford de Filosofía, especialmente a
partir de la página 1555 en adelante (ver bibliografía).
3. OBJETIVOS DE LA FILOSOFÍA
3.1. Búsqueda de la verdad, búsqueda de la certeza
A la hora de examinar la situación del ser humano en el mundo para entender así sus acciones, debemos partir de un hecho
incuestionable. El mundo no se explica por sí mismo ni está hecho a nuestro gusto. En ocasiones puede incluso sernos hostil o, al
menos, indiferente a nuestros deseos. Por otro lado no somos omnipotentes; somos conscientes de que tenemos límites (aunque
quizá no sepamos muy bien dónde están) y lo que es más importante todavía, somos conscientes de nuestra mortalidad. Cada ser
humano es arrojado al mundo y, al contrario de lo que sucede con los animales, no está exclusivamente regido por unos instintos que
le digan lo que tiene que hacer en cada momento, que le marquen una pauta de acción fija. Por el contrario el ser humano debe elegir,
debe ir construyendo su mundo y tomar decisiones en función de lo que considere valioso o digno de ser buscado.
Ortega y Gasset expresa la situación vital del ser humano, entre la fatalidad y la libertad, con el siguiente ejemplo:
"No nos hemos dado a nosotros la vida, sino que nos la encontramos justamente al encontrarnos con nosotros. Un símil
esclarecedor fuera el de alguien que, dormido, es llevado a los bastidores de un teatro y allí, de un empujón que le
despierta, es lanzado a las baterías, delante del público. Al hallarse allí, ¿qué es lo que halla ese personaje? Pues se
halla sumido en un situación difícil sin saber cómo ni por qué, en una peripecia: la situación difícil consiste en resolver de
algún modo decoroso aquella exposición ante el público, que él no ha buscado ni preparado ni previsto. En sus líneas
radicales, la vida es siempre imprevista. No nos ha anunciado antes de entrar en ella -en su escenario, que es siempre
uno concreto y determinado-; no nos han preparado. "
¿Qué es filosofía? José Ortega y Gasset
Estas elecciones que se ve obligado a realizar, esta capacidad de decidir, que constituye su privilegio, constituyen también una carga,
pues toda elección conlleva responsabilidad. Por último, hay que señalar que esta situación de desamparo debe afrontarla cada ser
humano por sí mismo. Juntos hemos construido ciudades, sociedades y naciones, pero en la esencia de lo que somos cada uno nos
reconocemos solos y aislados. Esta conciencia de la soledad en la que nos encontramos produce generalmente angustia, y ante ella el
ser humano ha buscado diversas soluciones para superarla o para ignorarla. Así, la búsqueda de poder, la religión, las drogas, el
ascetismo, la contemplación de la belleza, la participación en actos colectivos donde el individuo se funde con la masa, etc. son todos
ejemplos de esas alternativas. La filosofía y las actividades intelectuales en general no lo son menos. En la búsqueda de la verdad
también ha pretendido el ser humano encontrar una salida, si bien la virtud que pueda tener la filosofía sea que no pretende superar la
situación humana ni ignorarla, sino aprender a vivir con ella.
Hasta el momento, y en líneas generales, así hemos tratado a la filosofía, como una búsqueda de la verdad, o una búsqueda del
conocimiento. Incluso en aquellas filosofías que concluyen que la tarea del filósofo es inútil, o bien que los conceptos tales como
verdad o falsedad no son sino construcciones sociales de las que debemos desembarazarnos, incluso en las filosofías más
"destructivas" hay un interés por aproximarse a la realidad de una forma más auténtica. La filosofía puede ser un viaje que no nos
aporta muchos más conocimientos de los que teníamos al iniciarlo. Todavía más, es posible que, por medio de la filosofía, hayamos
destruido parte del conocimiento que hasta ahora habíamos adquirido al mostrar su falta de fundamentos o los prejuicios en los que se
basaba, por lo que puede que terminemos el viaje sabiendo menos de lo que sabíamos al iniciarlo. Sin embargo, en cualquier caso, en
todo viaje filosófico se termina por saber algunas cosas nuevas que antes no se sabían.
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Este aprender cosas nuevas responde al anhelo de comprender algo mejor la realidad con el que caracterizábamos la filosofía. Ahora
bien, la filosofía, o mejor dicho, los filósofos, no siempre han buscado la verdad, o no exclusivamente, sino que también han buscado
la certeza, un conocimiento del que no se pudiese dudar, una seguridad absoluta que pusiese fin a la incertidumbre y a la duda.
La certeza absoluta está fuera del alcance de los seres humanos. El espíritu crítico, otro de los rasgos característicos de la filosofía, ha
ido desmontando con el paso del tiempo todos aquellos sistemas filosóficos que han pretendido ser inmutables e imperecederos. Pero
la búsqueda de la certeza, que en muchas ocasiones no responde a la curiosidad sino a la búsqueda de la seguridad, ha seguido
siendo un impulso hacia la reflexión y ha llevado a menudo a la renuncia del espíritu crítico y al dogmatismo, con lo que la filosofía, o
los filósofos, que son quienes desean, anhelas y quieren, se ha traicionado a sí mismos.
"La metafísica -afirma en tono de humor F.H. Bradley- es la búsqueda de falsas explicaciones para lo que creemos por instinto". Este
comentario, que no por estar escrito en tono de humor deja de señalar un punto importante, nos lleva a la cuestión de la creación de
las ideas filosóficas. En un primer momento, cuando leemos los textos originales, podríamos pensar que los filósofos llevan a cabo una
serie de razonamientos lógicos o de distinto tipo, que finalmente desembocan en tal o cual conclusión (que no habían concebido de
antemano). Esta imagen, en gran medida, es falsa, pues en muchas ocasiones los argumentos filosóficos son los modos que tenemos
de defender las ideas o sentimientos que ya teníamos previamente. Tales ideas pueden estar tan profundamente arraigadas por la
educación recibida en la infancia o por el peso de la tradición, que no sólo puede favorecer una visión del mundo explícita, sino
también muchas otras consideraciones, juicios de valor y afirmaciones implícitas que en ocasiones es difícil desenmascarar. Cuando el
objetivo del filósofo es justificar sus más íntimas convicciones guiado por la necesidad de seguridad, que, considera, obtendrá con tal
justificación, en ese momento es probable que el espíritu crítico quede a un lado.
Dos ejemplos de este proceso pueden ilustrar la cuestión. El primero de ellos no es estrictamente filosófico, pero es adecuado para lo
que queremos mostrar. Contamos además con los testimonios de pensadores como Sigmund Freud, Karl Popper y Bertrand Russell
sobre el mismo y nos remonta a la Primera Guerra Mundial. Veamos concretamente los comentarios de Popper al respecto:
"Antes de la guerra, muchos miembros de nuestro círculo habían discutido sobre teorías políticas que eran
decididamente pacifistas y, por lo menos, críticas en sumo grado del orden existente; y habían desaprobado la alianza
entre Austria y Alemania y la política expansionista de Austria en los Balcanes, especialmente en Serbia. Quedé
asombrado por el hecho de que pudieran convertirse de repente en partidarios de esa misma política.
Hoy entiendo un poco esas cosas. No sólo era la presión de la opinión política; era el problema de división de lealtades.
Y estaba también el miedo -el miedo a las violentas medidas que han de tener en guerra las autoridades contra los
disidentes, pues entonces no es posible trazar una línea neta entre disentimiento y traición-. Pero en aquel tiempo yo me
sentía verdaderamente perplejo."
Búsqueda sin término , Karl R. Popper
El segundo ejemplo es un comentario relativo a la filosofía de Descartes:
"Descartes, el padre de la filosofía moderna, ilustra a la perfección esta peculiar disposición mental. Jamás habría
llegado a construir su filosofía -así nos lo asegura- si hubiese tenido un solo maestro, porque entonces habría creído en
lo que se le decia; pero, al descubrir que sus profesores no estaban de acuerdo los unos con los otros, se vio obligado a
sacar en conclusión que ninguna de las doctrinas existentes era cierta. Como tenía un apasionado deseo de
certidumbre, se puso a trabajar a fin de descubrir un nuevo método para alcanzarla. Como primer paso, decidió rechazar
todo aquello de lo cual podía llegar a dudar. Los objetos cotidianos (sus relaciones, las calles, el sol y la luna, y así
sucesivamente) podían ser ilusiones, porque veía cosas similares en sus sueños y no podía estar seguro de no estar
siempre soñando. Las demostraciones matemáticas podían ser erróneas, puesto que los matemáticos algunas veces
comenten errores. Pero no podía dudar de su propia existencia, puesto que si no existía no podía dudar. Por fin, pues,
tenía ahí una premisa indudable para la reconstrucción de los edificios intelectuales que su anterior escepticismo le
había derribado.
Hasta este momento, todo iba bien. Pero desde ese instante su obra pierde toda su perspicacia crítica, y acepta un
sinfín de máximas escolásticas a favor de las cuales no se puede alegar más que la tradición de las escuelas. Cree que
existe, dice, porque eso lo ve muy clara y muy distintamente; saca en conclusión, pues, "que puedo tomar por regla
general que las cosas que concebimos con suma claridad y muy distintamente son todas ciertas". Comienza entonces a
concebir toda clase de cosas "con suma claridad y muy distintamente", tales como que un efecto no puede tener mayor
perfección que su causa. Puesto que puede formarse una idea de Dios (es decir, de un ser más perfecto que él), esta
idea debe de haber tenido otra causa más perfecta que él, causa que sólo puede ser Dios; por lo tanto, Dios existe.
Puesto que Dios es bueno, Él no engañaría perpetuamente a Descartes; entonces, los objetos que Descartes ve cuando
está despierto deben de existir realmente. Y así sucesivamente. Toda la cautela intelectual es arrojada por los aires (.).
En un hombre cuyos poderes de razonamiento son buenos, los argumentos falaces son prueba de inclinación
tendenciosa. Cuando Descartes se encuentra escéptico, todo lo que dice es agudo y convincente, y hasta su primer
paso constructivo, la prueba de su propia existencia, tiene mucho en su favor. Pero todo lo que sigue es flojo,
descuidado y apresurado, revelando de este modo la deformante influencia del deseo."
Ensayos impopulares , Bertrand Russell
Con estos dos ejemplos queremos llamar la atención sobre la tendencia, que en mayor o menor medida se dará en todas las
personas, a olvidarse de ciertas virtudes intelectuales de la mayor importancia, la de la imparcialidad, en la medida en que esto sea
posible, y la de la honestidad intelectual. El afán por lograr la certeza puede llevar en ocasiones a caer en falacias, a no ser riguroso, o
a revestir el pensamiento con unos términos tan complicados que su sólo manejo requiere ya de una formación especializada aun
cuando no es necesario tal disfraz.
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Acerca de la filosofía que apela a este tipo de recursos, Russell afirma:
"La filosofía es un estadio del desarrollo intelectual, y no es compatible con la madurez mental. A fin de que pueda
florecer, debe seguirse creyendo en las doctrinas tradicionales, pero no tan incuestionablemente que no se busquen
argumentos en apoyo de ellas; también tiene que existir la creencia de que las verdades importantes pueden ser
descubiertas por el simple pensamiento, sin la ayuda de la observación. Esta creencia es verdadera en el campo de las
matemáticas puras, que ha inspirado a muchos de los grandes filósofos. Es cierto en las matemáticas porque ese
estudio es esencialmente verbal, no es cierta en ningún otro campo, porque el pensamiento, por sí sólo, no puede
establecer ningún hecho no verbal. Los salvajes y los bárbaros creen en la existencia de una conexión mágica entre sus
personas y sus nombres, cosa que hace que resulte peligroso permitir que un enemigo sepa cómo se llaman. La
distinción entre palabras y lo que ellas designan es difícil de recordar siempre; los metafísicos, como los salvajes, tienen
tendencia a imaginar una relación mágica entre las palabras y las cosas, o por lo menos entre la sintaxis y la estructura
del mundo. "
Ensayos impopulares , Bertarnd Russell
Es posible que la alusión al pensamiento de los salvajes pueda parecer exagerada, pero no lo considero así. Cuando buscamos u na
teoría que explique el mundo esperamos encontrar en ella la anhelada seguridad (pues recordemos que el punto de partida es que
este mundo no se explica "por sí mismo", siendo además indiferente a nuestros deseos, un mundo al que cada uno ha sido arrojado y
en el que cada uno, en un nivel profundo, es consciente de que se encuentra solo). Buscamos en las teorías, en la filosofía, en la
religión o en la adhesión dogmática a una causa, un sentido, algo fijo e inmutable que sirva como apoyo sólido e indestructib le. Pero
tal búsqueda de la certeza no sólo es inútil sino absurda e innecesaria (al menos por lo que a la seguridad se refiere, en otros sentido
puede ser muy fructífera). Es inútil porque, como hemos dicho, la certeza está fuera de nuestro alcance. Es absurda porque es un
error pensar que nuestra seguridad o la estabilidad del mundo depende de nuestras teorías. A este respecto me permito introducir una
anécdota personal que considero muy apropiada: En cierta ocasión, durante una discusión en torno a las teorías de Newton y Einstein,
exclamé "¡La teoría de la gravedad es errónea!", ante lo cual mi interlocutor exclamó todavía más sorprendido, "¡¡Eso es imposible!!
¿Cómo es que entonces los objetos, las mesas y las sillas, no salen flotando?". Mi interlocutor, como cualquiera de nosotros en
muchas ocasiones, estaba confundiendo la teoría con la realidad. Aunque la teoría de la gravedad sea errónea los objetos seguirán
cayendo hacia el suelo sin verse afectados en lo más mínimo. De hecho, aunque nunca se hubiese formulado la teoría de la gravedad,
o aunque Newton no hubiese existido, los objetos habrían continuado atrayéndose unos a otros. El orden del mundo no existe gracias
a nuestras teorías, sino que éstas son reflexiones elaboradas una vez que ese orden existe y que pretenden dar cuenta de él. Al igual
que sucede con la gravedad y la caída de los cuerpos, sucede con muchas otras cosas. Quien considera, por ejemplo, como
consecuencia de diversas reflexiones, que la gente es buena por naturaleza, puede sentirse decepcionada y apesadumbrada si
encuentra un argumento contrario más convincente. Pero tal sentimiento es absurdo, porque la gente seguirá comportándose tan bien
o tan mal como lo ha hecho hasta el momento.
Es nuestra aceptación de una teoría lo que nos proporciona seguridad, no la realidad, que sigue su curso independientemente de lo
que pensemos los humanos de ella. Cuanto más dogmáticamente se acepta una teoría, tanta más seguridad cree tener quien se
aferra a ella. Pero pensar que se está en lo cierto no es garantía para estarlo.
Todas estas observaciones son importantes porque la aceptación de un punto de vista u otro tiene repercusiones éticas, como
veremos en el siguiente punto, repercusiones especialmente nefastas en el caso de que el punto de vista propio sea aceptado y
defendido dogmáticamente.
La filosofía no es una labor exclusivamente individual. En la medida en que se basa o debería basarse en el espíritu crítico las ideas
están expuestas a la consideración de todos. Ante el otro presento mi postura, dialogo, examino, critico y comparto. La filosofía es
siempre un diálogo, la mayoría de las veces con los pensadores del pasado o con uno mismo, pero cuando el diálogo es real entre dos
personas, no deberían olvidarse el valor del respeto y la tolerancia mutua. Estas observaciones pueden parecerles a algunos
innecesarias, pero no está mal recordar que en la historia de la filosofía no escasean los casos en los que el diálogo ha bri llado por su
ausencia. Basta recordar ahora la triste visión de dos de los más grandes genios de la filosofía y la ciencia, Newton y Leibniz,
disputandose con descalificaciones fuera de tono la autoría del cálculo infinitesimal, que cada uno había descubierto
independientemente del otro, y que supuso una separación de la matemática inglesa y la continental por dos siglos. Y en caso de que
no bastase ese ejemplo, recuérdese las disputas entre creyentes y no creyentes, políticos o partidarios de políticas de distinto signo,
filósofos, psicólogos, sociólogos y todos aquellos dedicados a la actividad intelectual, disputas en las cuales las cuestiones de
prestigio, poder o imagen tienen más importancia que el asunto en cuestión
No considero, por lo tanto, fuera de lugar, recordar el "decálogo liberal" con el que Bertrand Russell, filósofo de espíritu volteriano,
pretendía evitar en lo posible el dogmatismo, que es, en definitiva, lo más alejado del verdadero espíritu filosófico:
"Quizá la esencia de la visión liberal pueda resumirse en un nuevo decálogo, que no pretende reemplazar al antiguo,
sino sólo complementarlo. Como docente, los Diez Mandamientos que quisiera promulgar podrían enunciarse del
siguiente modo:
1. No te sientas completamente seguro de nada.
2. No creas que merece la pena ocultar la prueba, pues ésta es seguro que saldrá a la luz.
3. No te desaliente nunca pensar que no vas a tener éxito.
4. Cuando encuentres oposición, aun cuando sea de tu esposa o de tus hijos, esfuérzate por vencerla con argumentos y
no por la autoridad, pues la victoria basada en la autoridad es ficticia e ilusoria.
5. No tengas respeto a la autoridad de otros, pues siempre se encuentran autoridades que opinan lo contrario.
6. No utilices el poder para reprimir opiniones que creas perniciosas, pues si lo haces, las opiniones te reprimirán a ti.
7. No temas parecer excéntrico al opinar, pues todas las opiniones ahora admitidas fueron antes excéntricas.
8. Mira con más agrado la discrepancia inteligente que el asentimiento pasivo, pues si valoras como es debido la
inteligencia, lo primero supone un asentimiento más profundo que lo segundo.
9. Sé escrupulosamente veraz, aun cuando la verdad sea inconveniente, pues será aún más inconveniente si tratas de
ocultarla.
10. No sientas envidia por la felicidad de otros que viven en un paraíso de necios, pues sólo un necio puede creer que
eso es la felicidad."
Bertrand Russell
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Una forma más sencilla incluso de tener en mente la actitud crítica bien podrían ser las siguientes palabras:
"Tal vez tú tengas razón, tal vez la tenga yo.
Probablemente estemos ambos equivocados.
Busquemos, juntos, cuál pueda ser la verdad".
Como si de una medicina se tratase, díganse antes de comenzar a dialogar, o en el momento en el que el debate se acalore
demasiado. De esta forma eliminamos el insaciable afán de certeza, pero se consuela la razonable necesidad de la seguridad, no
porque la garantía es estar en posesión de la verdad, sino porque, al menos, en la búsqueda de ésta no estamos completamente
solos.
De forma parecida lo expresó Antonio Machado:
"¿Tu verdad? No, la Verdad,
y ven conmigo a buscarla.
La tuya, guárdatela"
3.2. Repercusiones éticas
Las reflexiones del anterior apartado no han tratado de quitar importancia a los resultados de la reflexión y del debate, no se ha
pretendido introducir la idea de que no importa lo que sea dicho, creído o aceptado, sino que se ha buscado poner de manifiesto que lo
verdaderamente valioso y digno de respeto son las personas con las que debatimos, y posteriormente, las ideas. Por lo demás no
concibo límites para el diálogo. Sentado esto, hay un aspecto de las reflexiones filosóficas que sí es importante.
Como última observación de este apartado quisiera mostrar que existe una relación entre la constatación de nuestra imperfección a la
hora de conocer el mundo y la realidad, y cierta actitud ética para con los demás y para con nosotros mismos, la de la tolerancia. En
palabras de Voltaire: "Tolerancia es la consecuencia necesaria de la comprensión de que somos personas falibles: equivocarse es
humano, y todos nosotros cometemos continuos errores. Por tanto, dejémonos perdonar unos a otros nuestras necedades".
De nuevo es posible que esta alusión a la tolerancia mutua pueda parecer fuera de lugar en un texto que simplemente trata de explicar
qué sea la filosofía, pero debemos tener en cuenta varios factores: por una parte, que el intento de comprender la realidad y a nosotros
mismos, como afirmábamos al comenzar este apartado, no es un intento individual sino colectivo, en el que el papel de la crítica, la
contrastación de ideas y el continuo examen y valoración de las distintas propuestas no puede ser pasado por alto, y en el momento
en que otro u otros seres humanos distintos a mi hacen su aparición, lo hace también la ética, la reflexión sobre el modo en que voy a
tratar a esa persona. Por otra parte ya mencionamos que el anhelo de seguridad ha llevado en ocasiones al dogmatismo. Las
propuestas filosóficas, como hemos comentado, no son neutrales, y el peligro de que los intereses subyacentes determinen nuestras
indagaciones está siempre presente. La labor del intelectual a lo largo de la historia, desgraciadamente, ha sido en muchas ocasiones
la de estar al servicio del poder y legitimarlo a cualquier precio. Las ideas de "ortodoxia", por no decir la de "herejía", han llevado a
justificar la persecución, la crueldad y el terror, y los intelectuales han jugado su parte en ello. A lo largo de la historia, igualmente, la
educación ha sido concebida para perpetuar el sistema de valores existente. Todo ello está fuertemente inspirado por el miedo, que
tiene puestas sus miras en el pasado y su conservación antes que en el mundo que es posible crear. La responsabilidad del filósofo,
así como la del intelectual y el educador en general, es enorme, y su tarea consiste, de una manera muy general, en abrir nuevas
puertas, nuevas posibilidades para que el ser humano explote la diversidad y variedad en la que radica uno de sus más valiosos
tesoros, así como mostrar y denunciar los límites que nos hemos puesto a nosotros mismos o que aceptamos injustificadamente.
Stuart Mill -afirma Isaiah Berlin- critica a los "progresistas" que pretenden modificar la opinión social para hacerla más favorable a este
o a aquel plan de reforma, en lugar de atacar el principio según el cual la opinión social debería ser ley para los individuos. En un
mundo en el que existen fuerzas inmensas que pretenden por medios diversos, a menudo no explícitos, moldear a la población por un
mismo patrón de tal forma que la individualidad y el criterio personal queden suprimidos, la simple diferencia, la resistencia y mucho
más la protesta, constituyen un valor tanto más necesario cuanto mayores son los poderes que pretenden hacerlas desaparecer. Mill
lo expresa de forma más sencilla, pero no por ello menos significativa: "La humanidad gana más consintiendo a cada cual vivir a su
manera que obligándole a vivir a la manera de los demás."