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“Somos lo que se abre”
CHIZURU
"Quien no conoce nada, no ama nada. Quien no puede hacer nada, no comprende nada.
Quien nada comprende, nada vale. Pero quien comprende también ama, observa, ve...
Cuanto mayor es el conocimiento inherente a una cosa, más grande es el amor... Quien
cree que todas las frutas maduran al mismo tiempo que las frutillas nada sabe acerca de
las uvas." Paracelso
Tal vez soy una persona demasiado crítica con el mundo que me rodea, sin embargo
escasamente logro expresarlo, tal vez por timidez, por creer que lo que pienso escapa de
poder ser aceptado o por considerar que carece de importancia. Creo que esta sociedad
se ha vuelto innecesariamente uniforme y despiadada con aquellos que más lo necesitan,
como para a menudo aburrirme de ella y buscar refugio en la literatura, en otras culturas,
en la imaginación de aquellos autores que logran transportarme a mundos fantásticos,
que me deslumbran con
nuevos conocimientos en lo que a ciencia se refiere,
transportándome a un mundo más inocente, más justo, más natural. Que palabra…
Naturaleza. Sinónimo de belleza, de sabiduría, de entrega, pero que escapa tanto de
apasionar al hombre moderno. ¿Por qué nos cuesta tanto leer esos mensajes que parten
de lo más profundo, de los silencios, de poder aprehenderlos de solo contemplarlos?
Aprender a sentir es la materia que aún tenemos pendiente.
Desde tiempos inmemoriales y a lo largo de la historia de la filosofía, la pasión, los
sentimientos o las emociones, han adquirido diversos nombres, distintos significados y
han sido considerados conceptos menores y en algunos casos negativos, con respecto a
la razón. Era necesario, dominar esa faceta para que prevaleciera el juicio racional.
Si bien esta idea fue considerada y sostenida por la mayor parte de los pensadores,
existieron excepciones, en donde algunos consideraron a la razón y los sentimientos
como un todo, una alimentación recíproca, una conjunción perfecta de dos mundos,
totalmente contrapuestos, pero necesarios a la hora de intentar aproximarnos a la
comprensión.
Distintos pensadores veían en las emociones esa parte irracional del ser, aquella
motivación propia que nos permite actuar, siempre y cuando nosotros, sujetos pensantes,
aprendiéramos a gobernar.
José Ingenieros sostiene que “los genios amplían su sensibilidad en la proporción que
eleva su inteligencia; pueden subordinar los pequeños sentimientos de los grandes, los
cercanos a los remotos, los concretos a los abstractos. Entonces los hombres de miras
estrechas suponen desamorizados, apáticos, escépticos. Y se equivocan. Sienten, mejor
que todos, lo humano. El mediocre limita su horizonte afectivo a sí mismo; a su familia, a
su camarilla, a su facción; pero no sabe extenderlo hasta la Verdad o la Humanidad, que
sólo pueden apasionar al genio.”
Esa
fe y ese amor es la fuerza del genio, y para transformar lo que nos rodea,
necesitamos amar un Ideal y transformarlo en pasión; “Golpea tu corazón, que en él está
tu genio”, escribió Stuart Mill.
A través de esta mirada podemos observar y analizar que, por un lado, los sentimientos
generadores ya sea de afectividad o dolor, condicionan una visión global del mundo y, por
el otro, la razón o inteligencia subjetiva condicionan una visión analítica del mismo, lo
cual corresponde a la misma oposición que existe entre una forma activa de enfrentar el
mundo y otra más bien pasiva de hacerlo.
Coincido con Nietzsche cuando afirma que
“buscamos la huella o la esencia del
“conocer” y nos ignoramos”, lo cual demuestra que periódicamente nos vamos desviando
del camino que tenemos que recorrer hacia donde se encuentra nuestro tesoro, que se
halla en el corazón, el cual se ha ido desdibujado lo suficiente del mapa de la vida como
para que más de un hombre al despertarse absorto y distraído se pregunte: “¿Qué
sucede? ¿Qué somos?” Aquí nos damos cuenta de que somos fatalmente extraños a
nosotros mismos; no nos comprendemos, debemos confundirnos con los demás; estamos
eternamente sujetos a la ley “Todos y cada uno somos los más extraños a nosotros
mismos”.
Cuantas veces nos hemos sentido ese Borges, que en esa descripción magnífica que
realiza en Borges Y yo, retrata esas dos personas tan distintas y tan unidas a la vez. Esa
necesidad de mostrarme tal cual soy, corazón primero, cerebro después, pero a la vez
con todos sus miedos de no ser aceptada, de sentir demasiado, y ser herida en lo más
profundo.
"Como siempre: lo urgente no deja tiempo para lo Importante"
Hoy en día el hombre se encuentra atosigado por y en su propia realidad debido al
consumismo y a lo efímero del medio que lo rodea, vivimos obsesionados por el tener
pero…. ¿qué hay del ser? Me niego a creer que como dice Descartes seamos solo
objetos pensantes, si bien somos seres racionales, está el corazón, que ha sido desde
antiguo el órgano que, a la vez, ve y siente. Tiene el valor de un regulador intuitivo del
juicio. El juicio emitido a partir del corazón es a la vez racional e irracional, por una parte
dice lo que ve, es decir que participa en el mundo intelectual de la percepción, y por la
otra siente la fe en lo que se está viendo, como y una afirmación de toda la psiquis ante la
situación objetiva. Se trata de una especie de coordinación entre sujeto y objeto, con el
predominio de un sujeto total.
Es interesante observar y analizar la visión que tenían nuestros antepasados al respecto.
Holguín registra en su vocabulario quechua de 1608 el término ucurunanac hic que
traduce por el “hombre interior o el alma”, y seguidamente lo opone a hahuarunanchi, “el
cuerpo o el hombre exterior”. También Bertorio trae una oposición similar en aimara entre
manqhue haquessaa y alakha haquessa, respectivamente.
Cabe pensar que la cultura quechua, así como la aimara, valora la interioridad del hombre
tomada en forma global, como simple adentro (uk’u).Ahora bien, esto mismo
¿comprenderá además un conocimiento más profundo de ciertos aspectos de la psique
que a nosotros se nos escapa?
En definitiva, nuestro corazón acoge un sin número de sentimientos, los mismos que
reaccionan ante miles de emociones; pero siempre hay algo más que queda pendiente.
Algo que nuestra mente no puede descifrar pero el corazón lo siente. Las emociones nos
llevan a ilusiones, a falsas expectativas, a la distorsión de la realidad. Sin embargo hoy en
día ¿Cuál es el valor de los sentimientos en la vida humana? ¿Se ha desbaratado su valor
en la actualidad?
Luego de su ingreso a la sociedad, podemos observar como la persona se sujeta a esa
rutina en la que todos nos vemos inmersos diariamente, para pertenecer a una sociedad
organizada y monótona, estipulada según los parámetros económicos, políticos, jurídicos;
y sin bien muchas veces he oído a las personas quejarse por su alterada o incluso
violenta rutina diaria, coincido con el filósofo Pascal donde sostiene que “los hombres
creen sinceramente buscar el reposo y, en realidad, no buscan más que la agitación. El
reposo llega a ser insoportable porque, o se piensa en las miserias que se tienen o en
aquellas que nos amenazan. Y aunque nos viéramos suficientemente seguros de todo, el
aburrimiento no dejaría de subir desde el fondo del corazón donde tiene sus raíces
naturales y de llenar todo el espíritu con su veneno, haciendo sentir al hombre su nada, su
abandono, su insuficiencia, su dependencia, su impotencia, su vacío”
En el día de hoy el ser humano se encuentra arraigado a una civilización demasiado
ambiciosa que hace que nos aparte cada vez de aquello que verdaderamente es esencial
para nuestras vidas, como lo es la actitud de amar, sin el cual no podemos vivir, porque
esto es lo que mueve al mundo, como dice Fromm “el amor es la preocupación activa por
la vida y el crecimiento de lo que amamos”, cuando esa preocupación solo se vuelve
indiferente para nosotros, el amor cesa. ”No es rico el que tiene mucho, sino el que da
mucho”. El amor principalmente se trata de dar aquello que está vivo en nosotros,
enriquecer a la otra persona, con lo que nosotros también recibiremos porque estaremos
compartiendo la alegría de lo que hemos creado.
Desde mi perspectiva lo real se encuentra en nuestro interior, mientras que lo exterior solo
es real mientras cumpla con mis necesidades. Sin embargo el cursor de la humanidad va
dirigido hacia otro punto. Quiero creer que mientras existan corazones que alienten un
afán de perfección, serán conmovidos por todo lo que revele la fe en un Ideal: por el canto
de un pájaro, la palabra sentida de los poetas, por el gesto de los héroes, por la virtud de
los santos, por la doctrina de los sabios, por la filosofía de los pensadores.
“Cada día el ser humano se cierra un poco más, no somos maquinas autorregidas por el
dogma ni por el consumo compulsivo. No somos solo cuerpos disciplinados y almas
obedientes. Somos la consciencia partida entre lo que creemos poder ser y lo que nos
condiciona, somos esa fisura entre lo que se nos impone y lo que puede ser de otra
manera. Somos lo que se abre “