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UNIVERSIDAD NACIONAL DE AGRICULTURA CLASE DE FERTILIDAD AÑO 2013 SECCIONES (B, H, I) I.- INTRODUCCIÓN Tanto el crecimiento como el desarrollo fisiológico de las plantas esta directamente relacionado con factores de su entorno medioambiental. Estos factores incluyen: temperatura, composición del suelo, disponibilidad de nutrientes, luz, aireación y polución del suelo, humedad del aire, estructura del suelo y pH del mismo. Aunque todos ellos afectan al correcto crecimiento de las plantas en general, su importancia es mucho mayor en plantas cultivadas, las cuales crecen o se mantienen en ambientes artificiales (tales como invernaderos), y además se encuentran sujetas a prácticas culturales (fertilización, irrigación, pulverización con pesticidas) que pueden afectar de forma considerable a su desarrollo. Las disfunciones que se producen en las plantas como consecuencia de falta o exceso de algún factor necesario para su desarrollo normal se denominan fisiopatias, enfermedades no infecciosas o enfermedades abióticas. Las cuales se caracterizan fundamentalmente porque: • Ocurren en ausencia de patógenos. • No pueden ser transmitidas de una planta enferma a una sana. • Pueden presentarse en las plantas en cualquiera de los estadios de su desarrollo (semilla, planta madura, fructificación…), pudiendo causar daños en el campo, en el almacenaje o en el comercio de las mismas. • Los síntomas causados por este tipo de enfermedades no infecciosas varían en clase y severidad en función del factor medioambiental implicado, y con el grado de desviación de dicho factor de las condiciones normales idóneas. Los síntomas pueden variar desde leves a severos. Las fisiopatias que sufren las plantas se producen por múltiples factores, pero 1 fundamentalmente hay que resaltar las ocasionadas debido a: • Deficiencia de nutrientes. • Toxicidad mineral. • Acidez o alcalinidad del suelo. • Deficiencia de oxígeno. • Deficiencia o exceso de agua en el suelo. • Estrés por calor o frío. • Falta o exceso de luz. • Contaminación atmosférica. • Toxicidad de los herbicidas y prácticas agrícolas inadecuadas. II.- ALTERACIONES NUTRICIONALES Las plantas requieren varios elementos minerales para completar su desarrollo normal. Algunos de ellos, tales como nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, magnesio y azufre, son necesarios en cantidades relativamente grandes, son los llamados macronutrientes; mientras que otros como hierro, boro, manganeso, zinc, cobre, molibdeno y cloro son necesarios en cantidades traza, son los llamados micronutrientes. Tanto macro como micronutrientes son elementos denominados esenciales, ya que si alguno de ellos se encuentra en una concentración inadecuada afectará de forma más o menos intensa al normal desarrollo y crecimiento de la planta. Las plantas absorben estos nutrientes minerales del suelo a través de la raíz, por ello un análisis del suelo permite conocer los nutrientes potencialmente disponibles para ser tomados por las raíces, aunque el análisis posterior del tejido vegetal revelará cuales han sido realmente absorbidos por la planta, para poder en ese momento establecer las relaciones entre el crecimiento y el contenido de nutrientes en los tejidos vegetales. Así, los requerimientos minerales de las plantas van a variar en función del estado de desarrollo y crecimiento de las mismas. En el caso de plantas cultivadas, un crecimiento óptimo y una alta productividad, en determinados estadios de la cosecha, se traduce en ganancias económicas. Por tanto, la optimización de la disponibilidad de nutrientes para la planta durante todo su desarrollo es fundamental desde el punto de vista económico. 2 Cuando se produce un suministro de elementos esenciales en cantidades mas bajas de las requeridas para el normal crecimiento, las plantas enferman y desarrollar síntomas tanto externos como internos, decimos en este caso que la planta se encuentra en una zona de deficiencia para ese determinado nutriente. Los síntomas pueden aparecer en uno o en todos los órganos de la planta, incluidos hojas, tallos, raíces, flores, frutos y semillas. Los síntomas que aparecen por deficiencia de algún nutriente dependen de la función de ese elemento particular en la planta. Dichas funciones estarán inhibidas o ralentizadas cuando la disponibilidad del nutriente es limitada. Ciertos síntomas son los mismos cuando uno o varios elementos son deficientes, pero en otros casos se producen síntomas característicos de un determinado elemento. Numerosas enfermedades que se desarrollan en las plantas cultivadas a lo largo de un año son debidas a la reducción o falta de disponibilidad de uno o más elementos esenciales en el suelo durante el crecimiento de la planta. Normalmente la presencia de un elemento esencial en cantidades inferiores a las necesarias conlleva una reducción del crecimiento y de la productividad. Cuando la deficiencia supera un cierto valor crítico, las plantas desarrollan síntomas que pueden ser pasajeros o crónicos, e incluso, y en el peor de los casos, les pueden llevar a la muerte. Cuando los niveles deficitarios de los elementos se incrementan hasta el punto en que el crecimiento y desarrollo de la planta se normalizan, decimos que la planta se encuentra en la zona óptima (Figura 1), para el nutriente en cuestión. La transición en la curva entre la zona de deficiencia y la óptima, revela la concentración crítica para ese elemento, la cual se puede definir como la correlación entre el contenido mínimo de dicho elemento en el tejido vegetal y el máximo crecimiento y desarrollo de la planta. Cuando el contenido de nutrientes se incrementa por encima de la concentración mas adecuada de nuevo el crecimiento se ve afectado, en este caso es por la toxicidad que producen los elementos en si, decimos entonces que la planta se encuentra en una zona de toxicidad (Figura 1) para ese determinado elemento. Para evaluar las relaciones entre el crecimiento y cada uno de los elementos que se encuentran en el tejido vegetal, los investigadores hacen crecer el vegetal en una 3 disolución nutritiva donde se encuentren todos los nutrientes a la concentración adecuada excepto el nutriente objeto del estudio. Este nutriente, entonces va siendo adicionado a la solución nutritiva en concentraciones crecientes, con el fin de correlacionarlo con el crecimiento. Se han establecido varias curvas para cada elemento, una por cada tejido y edad del mismo. Estos análisis son muy útiles para el diseño de fertilizantes adecuados que mejoren la calidad y productividad de las cosechas. II.1.- DEFICIENCIAS NUTRICIONALES EN PLANTAS Cuando un nutriente se encuentra en una concentración inferior a la óptima (zona de deficiencia) para el crecimiento y perfecto funcionamiento de la planta, se producen una serie de síntomas que detallamos a continuación individualmente para el caso de cada uno de los elementos esenciales. Nitrógeno Es el elemento esencial que la planta requiere en mayores concentraciones, se absorbe como NO3- o NH4+, por ello su máxima disponibilidad queda, precisamente, en la zona de pH neutro (pH óptimo de 6 a 8), disminuyendo tanto a pH muy alcalino como muy ácido. Como constituyente de la mayor parte de las moléculas orgánicas tanto funcionales como estructurales, su deficiencia provoca efectos sobre el crecimiento. Las plantas deficientes son débiles y muestran atrofia, sus hojas son de pequeño tamaño y en general, se observa un amarilleamiento de los limbos foliares (clorosis) debido a la falta de clorofilas. Los tallos se suelen volver rojos o púrpuras por la excesiva formación de antocianos ya que los glúcidos al no consumirse como esqueletos carbonados para la síntesis de compuestos nitrogenados, derivan su metabolismo hacia esos compuestos secundarios. Como el nitrógeno es muy móvil por el floema y se transporta progresivamente hacia las hojas mas jóvenes y los ápices en crecimiento, son generalmente las hojas mas viejas, las que exhiben en primer lugar los síntomas de deficiencia. Se anticipa la senescencia y las hojas tienden a secarse, quedando con coloraciones claras. La clorosis y la desecación avanzan, generalmente desde el ápice a la base de las hojas. Las deficiencias extremas de nitrógeno ocurren con mas frecuencia en suelos arenosos o suelos saturados de agua. Fósforo La mayor parte del fósforo se halla en la fracción inorgánica del suelo, principalmente en la forma de iones fosfato (PO43-, HPO42-, H2PO4-) y ácido 4 ortofosfórico (H3PO4) tendiéndose al equilibrio entre todas estas formas, de modo que a pH ácido, se favorece el ion monobásico H2PO4- y a pH básico, el diácido HPO42-, que son las formas mas abundantes. Su solubilidad disminuye por debajo de pH 6,5, ya que con el aumento de acidez se forman fosfatos insolubles de hierro y aluminio. En el intervalo de pH 6,5-7,5 se encuentra su disponibilidad óptima. Por encima de pH 7,5, precipita por la abundancia de calcio, hasta alrededor de pH 8,5. Superado este valor suelen formar fosfatos sódicos que son relativamente solubles aumentando por tanto su disponibilidad. Al estar presente en moléculas tan importantes como ADN, ARN, fosfolípidos de membrana, ADP, ATP, etc., su deficiencia ocasiona crecimiento pobre, hojas ligeramente verdosas con tintes púrpura, con formación de zonas necróticas en las mismas, así como en peciolos o frutos. Los síntomas visibles aparecen primero en las hojas viejas ya que el fósforo es también un elemento móvil. Otros factores a destacar en la sintomatología son los cambios en la morfología de las hojas. Las deficiencias de fósforo, en general, causan un escaso desarrollo de los tejidos vasculares, tanto del xilema como del floema, que exhiben grandes espacios intercelulares. Potasio Se halla en el suelo como catión, formando parte de silicatos en diferentes minerales. La forma de absorción por la planta es la del catión monovalente (K+). El incremento de acidez tiende a disminuir la disponibilidad de estos cationes. La máxima disponibilidad se haya a pH entre 6,5 y 7,5, por encima decae por competencia con los iones calcio, y por encima de pH 8,5 vuelve a aumentar, ya que los suelos alcalinos son generalmente abundantes en iones sodio y potasio. El potasio juega un papel muy importante en la regulación del potencial osmótico de las células vegetales. Incluso es cofactor de muchos enzimas implicados en la respiración y la fotosíntesis. Por ello los primeros síntomas observables en caso de deficiencia son una reducción del crecimiento generalizada, con clorosis típica jaspeada en las hojas, seguida de la aparición de manchas necróticas en los ápices y bordes de las mismas. Las hojas desarrollan a menudo un brillo metálico (bronceado) antes de manifestar estos síntomas y, mas tarde, se curvan hacia abajo y se enrollan hacia el haz. Los síntomas aparecen antes en las hojas viejas, indicando la movilidad del potasio, el cual se redistribuye por los tejidos más jóvenes. 5 Calcio Es el catión intercambiable mayoritario de los suelos fértiles. Se encuentra formando sales y su disponibilidad aumenta con el pH. Participa en la síntesis de nuevas paredes celulares, particularmente de la lámina media que separa las células recién divididas. Participa también en los procesos de división celular y se requiere para el normal funcionamiento de las membranas vegetales, ya que es un segundo mensajero en respuestas de la planta al medioambiente y a señales hormonales. En su actuación como segundo mensajero, el calcio se puede unir a la calmodulina (proteína presente en el citosol de las células vegetales), generando el complejo calmodulina-Ca que regula muchos procesos metabólicos. Las características de la deficiencia de calcio incluyen necrosis de las regiones meristemáticas jóvenes, tales como los extremos de las raíces y las hojas, donde la división y la formación de paredes son más rápidas. Las hojas jóvenes presentan malformaciones, quedando con los extremos curvados hacia atrás, las raíces son cortas y pardas, etc. Si la deficiencia persiste, las hojas muestran clorosis marginales y estas áreas laterales inician un fenómeno de necrosis. Finalmente, las hojas caen y se detiene el crecimiento del ápice. Se produce entonces la germinación de yemas laterales, a las que les ocurre lo mismo. Los síntomas más característico de la deficiencia de calcio consiste en la morfología de gancho que adquieren los limbos foliares. Magnesio El magnesio se haya en el suelo, en la solución nutritiva, como forma libre, adsorbido a las micelas, como forma intercambiable y fijo en las arcillas y minerales primarios. Es mucho menos abundante que el calcio y su disponibilidad respecto al pH es, prácticamente, idéntica a la del calcio. Su papel fundamental radica en la activación de enzimas involucrados en respiración, fotosíntesis y síntesis de ADN y ARN. El magnesio es también parte de la estructura de las moléculas de clorofila, por ello el síntoma mas característico de la deficiencia de magnesio es la presencia de extensas clorosis intervenales, seguidas por acumulación de pigmentos antociánicos y necrosis. El amarilleamiento de las hojas se produce antes en las básales, y si la deficiencia es muy grave, el síntoma se traslada a las hojas mas jóvenes, lo que indica que es un elemento móvil. Además se produce un marcado acortamiento de los entrenudos, muerte prematura de las hojas e inhibición de la floración. En ocasiones, aparecen coloraciones rojizas, ápices y bordes foliares retorcidos, con la concavidad hacia arriba, y tallos finos. Los síntomas de deficiencia en 6 las raíces son mucho menos acusados. Azufre La solubilidad de los compuestos de azufre es lo suficientemente alta como para suministrar los nutrientes a los cultivos en todos el rango de pH del suelo. Sin embargo, el problema del azufre va unido al del nitrógeno, ya que si se haya en forma orgánica debe ser mineralizado, y este proceso es más efectivo en la zona de pH neutro y al principio de la zona de pH alcalino. La cantidad de azufre suele ser menor a pH ácidos que corresponden a suelos muy lavados. Muchos de los síntomas de la deficiencia de azufre son similares a los ocasionados por la deficiencia de nitrógeno, con una clorosis generalizada, seguida de la producción de antocianos. Esta similitud no sorprende ya que tanto el azufre como el nitrógeno son componentes de proteínas. Sin embargo, se diferencian en que los síntomas aparecen primero en las hojas más jóvenes, signo inequívoco de la poca movilidad de este elemento. Cuando la deficiencia es severa todas las hojas pueden manifestar el amarilleamiento y ralentizar el crecimiento, ya que se inhibe en grado significativo la síntesis de proteínas. Cloro Se encuentra en concentraciones especialmente altas en suelos próximos a las costas y a los lagos salobres, al igual que el sodio. Se encuentra en las plantas como anión Cl-. Se requiere para la fotolisis del agua durante la fotosíntesis y posterior desprendimiento de oxígeno. También interviene en los procesos de división tanto en hojas como en raíces. Las plantas con deficiencia de cloro desarrollan marchitamiento en las puntas de las hojas, seguido de una clorosis y necrosis generalizada. También se produce reducción del crecimiento. Las raíces con deficiencia de cloro presentan mayor grosor en los extremos. A pesar de esto, la deficiencia de cloro no es habitual en plantas crecidas en suelos nativos o hábitats relacionados con la agricultura, ya que es un elemento muy soluble y, generalmente, disponible en todo tipo de suelos. 7 Hierro Los suelos no suelen ser deficientes en hierro, pero si pueden serlo en forma soluble o intercambiable, es decir disponible para ser absorbido por la planta. Las plantas tienden a sufrir deficiencia de hierro en suelos calizos bien aireados, que normalmente son alcalinos, excepto si el ion se encuentra en compuestos orgánicos que se absorben independientemente del pH. Su papel es fundamental como componente de enzimas involucrados en la transferencia de electrones (reacciones redox). También es esencial para la síntesis de clorofila. Como en el caso de la deficiencia de magnesio, los síntomas característicos de la deficiencia de hierro son las clorosis intervenales. Pero a diferencia de lo que ocurre con el magnesio los síntomas aparecen inicialmente en las hojas jóvenes, debido a que el hierro no se puede movilizar desde las hojas viejas. Su baja movilidad se debe posiblemente a la precipitación como óxidos o fosfatos insolubles en las hojas viejas, o por la formación de complejos con fitoferritina (proteína de unión de hierro encontrada en las hojas). En la deficiencia, también se produce una detención de la división celular en los meristemos y se inhibe la producción de primordios foliares en los ápices del brote. En las raíces provoca inhibición de la elongación, incremento del diámetro y mayor abundancia de pelos radicales. Otra característica es la acumulación de ácidos orgánicos en la raíz debido al mal funcionamiento del ciclo de Krebs. 8 Boro Se encuentra como ácido bórico, boratos cálcicos y magnésicos y como constituyente de silicatos muy insolubles de hierro y aluminio. Su concentración en la disolución del suelo es muy baja. Su mayor disponibilidad se haya entre pH 5,0 y 7,0. Por debajo se pierde fácilmente por lavado, y por encima de pH 8,5 su solubilidad decrece porque el calcio y el sodio lo precipitan. Aunque su función precisa en el metabolismo no es del todo bien conocida, existen evidencias de su implicación en la elongación celular, síntesis de ácidos nucleicos, respuestas hormonales y funciones de membrana. La deficiencia de boro exhibe una sintomatología muy variada, dependiendo de la especie y de la edad de la planta. El primer síntoma es la muerte del ápice del brote y de las raíces, lo cual se manifiesta en las primeras horas por su requerimiento para la síntesis de ADN, disparándose el crecimiento de los brotes laterales, donde vuelve a repetirse el mismo fenómeno. En este caso se produce un aumento de la actividad IAAoxidasa y disminución de la síntesis de ARN y de ADN. Como resultado de ello, las plantas afectadas presentan una típica morfología en roseta. Las hojas empiezan a arrugarse y deformarse y los peciolos y los tallos se rompen. Las flores no llegan, generalmente ni a formarse. Los órganos de almacenamiento quedan afectados por podredumbres internas, y en algunos casos, si se forma la semilla y el fruto ambos son anormales, ya que las necesidades de boro para las estructuras reproductoras son mucho mayores que para las vegetativas. Manganeso Se encuentra en el suelo como ion di-, tri- y tetravalente. La forma absorbible por la planta es la reducida, así los suelos ácidos y pobremente aireados favorecen la disponibilidad del manganeso, ya que en estas condiciones las especies tri- y tetavalentes pueden reducirse a la divalente. Del mismo modo, en suelos bien aireados y de pH alto el manganeso se oxida y se absorbe mucho mas difícilmente. Se sabe que el manganeso activa determinados enzimas en células vegetales, tales como descarboxilasas, y deshidrogenasas implicadas en el ciclo de Krebs. Los síntomas de deficiencia aparecen primero en las hojas jóvenes y consisten principalmente en clorosis y necrosis de zonas intervenales. A veces pueden ser 9 confundidos los síntomas con la deficiencia de hierro, ya que los nervios más finos tienden a permanecer verdes dando lugar a una especie de retículo. Sodio Se encuentra como catión monovalente, en altas concentraciones. Se adsorbe además a los coloides de arcilla y, cuando las concentraciones son muy altas, es capaz de desplazar al calcio y al potasio, deteriorando la estructura del suelo. Es un elemento fundamentalmente requerido por plantas C4 y CAM, para la regeneración de fosfoenolpiruvato. La deficiencia origina clorosis y necrosis e incluso caída de las flores en formación. Zinc La forma más abundante es el sulfuro que se encuentra en las rocas ígneas. También puede encontrase en materiales ferromagnésicos. Se absorbe como catión y su disponibilidad respecto al pH es similar a la del hierro. A pH alcalino su disponibilidad se reduce por adsorción a las arcillas y por su interacción con el ion carbonato. Muchos enzimas requieren zinc para su actividad y en algunas plantas, también está implicado en la biosíntesis de clorofila. Los síntomas de deficiencia se caracterizan por una inhibición del crecimiento internodal, con clorosis intervenales de las hojas viejas, que se inicia en los ápices y bordes, y falta de expansión de los limbos foliares, lo que origina típicas plantas en roseta. Estos síntomas se pueden deber a la perdida de la capacidad de producción de hormonas tipo auxinas. 10 Níquel Es muy escaso en la solución del suelo. Se absorbe como catión, y en cantidades altas puede llegar a ser muy tóxico para la propia planta, ya que es requerido en cantidades minúsculas. Uno de los pocos enzimas que contiene níquel es la ureasa, que descompone la urea en amoniaco y dióxido de carbono. Resultando de esta forma esencial para las plantas que se abonan con urea. La deficiencia de níquel produce acumulo de urea en las hojas, lo que conlleva necrosis en las puntas de las mismas. Molibdeno Parte del molibdeno del suelo se haya en forma de tri- (MoO3), di- (MoO2) y pentaóxido (Mo2O5), no disponibles para la planta. Su traslocación al vegetal, aunque no es muy conocida, parece ser en forma de molibdato divalente. A diferencia de otros micronutrientes, su solubilidad aumenta con el pH. En medios ácidos precipita con el hierro y aluminio. Actúa como cofactor de enzimas tales como nitrogenasa (cataliza el paso de nitrógeno gas a amonio en la fijación de nitrógeno) y nitrato reductasa (cataliza la reducción de nitrato a nitrito en la asimilación por parte de la planta). La deficiencia ocasiona manchas cloróticas intervenales, seguidas de necrosis y enrollamientos, fundamentalmente en las hojas viejas, lo que nos indica la movilidad de este elemento. El limbo foliar se marchita y seca. Decrece la formación de flores, o bien queda suprimida totalmente, y las que se originan suelen caer antes de formar el fruto, fundamentalmente por la escasa generación de granos de polen. Cobre. Su disponibilidad decrece gradualmente en los suelos alcalinos, como le ocurre al hierro, y solamente se encuentra en proporciones abundantes entre pH 5,0 y 7,0. Con los fosfatos se convierte en insoluble, al igual que a pH ácidos. Está asociado a enzimas involucrados en las reacciones redox, tales como plastocianina. Su deficiencia es difícil de observar ya que se requiere en muy bajas concentraciones. Sin embargo, cuando aparece, las hojas jóvenes se blanquean de modo permanente, sin manchas ni necrosis marcadas. En ciertos frutales, las hojas se tornan grisáceas, se retuercen y más tarde, desarrollan un jaspeado intervenal y se necrosan. Los brotes principales mueren desde el ápice hacia abajo. La corteza se hace rugosa y se rasga, produciendo un exudado de gomas. Las flores y los frutos son los órganos que manifiestan con mayor intensidad la deficiencia de cobre, así como los granos de polen, que pierden su viabilidad. Una característica de la deficiencia de cobre es un bajo contenido en glúcidos solubles 11 debido al mal funcionamiento de la fotosíntesis. BIBLIOGRAFIA Azcón-Bieto, J. y Talón, M. (2000). Nutrición mineral y producción vegetal. En: Fundamentos de Fisiología Vegetal. 2ª Edición. Interamericana McGraw-Hill. Madrid. Barcelo, J., Nicolás, G., Sabater, B. y Sánchez, R. (2001). Relaciones hídricas y nutrición. En: Fisiología Vegetal. 8ª Edición. Ediciones Pirámide. Madrid. Björkman O., Badger M.R. y Armond P.A (1980). Response and adaptation of photosynthesis to high temperatures. En: Adaptation of Plants to water and high temperature stress, N.C. Turner and P.J. Kramer, eds., Wiley, New York, pp. 233-249. Boyer J.S. (1970). Leaf enlargement and metabolic rates in corn, soybean, and sunflower at various leaf water potentials. 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