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LA MICROBIOLOGÍA EN EL CINE García Donà, Flavia; González García, Alicia; Santos Ocaña, Sandra [email protected]; [email protected]; [email protected] Cursando 2º curso de Grado en Veterinaria. Facultad de Veterinaria. Gibello Prieto, Alicia [email protected] Dpto. de Sanidad Animal. Facultad de Veterinaria. U. Complutense de Madrid RESUMEN El cine es y ha sido a lo largo de los años reflejo de la sociedad, y por tanto a medida que la ciencia se abre camino en el conocimiento general, gana también protagonismo en el séptimo arte. Se analizará cómo la microbiología se ha tratado en la gran pantalla, mediante un doble enfoque en el que se discutirá cómo y cuánto los microorganismos infecciosos han influido en el cine, repleto de virus, bacterias y enfermedades emergentes en los guiones de los largometrajes, así como el impacto que han generado estas películas, emocionando, conmocionando y concienciando a la sociedad. Desde un punto de vista histórico y actual, para conocer cuáles son los verdaderos objetivos de estos largometrajes, iremos analizando diferentes aspectos socioculturales y comprendiendo por qué se eligen ciertas patologías existentes o inventadas, es decir, ¿Qué hace apto a un microorganismo para pasar a la gran pantalla?, o… ¿Por qué necesitamos crear nuevas catástrofes? Si bien no es un área en la que se hayan realizado extensos estudios, el cine está muy presente en nuestras vidas y por tanto un método de conocer lo que creemos saber y/o queremos ver. Palabras clave: cine, sociedad, microbiología, infección, virus, películas. INTRODUCCIÓN: ¿POR QUÉ SE HACE CINE CIENTÍFICO? El cine es quizá una de las armas más poderosas para llegar a la sociedad. Con él se transmite de forma directa distintas ideas a la población. Entonces, ¿Por qué no usarlo para divulgar distintos aspectos de la ciencia? Además de ser un tema que suscita interés y preocupación social, tiene importancia en el aspecto económico, siendo un tipo de producción cinematográfica rentable. Sin embargo, a veces lo que vemos en pantalla dista mucho de la realidad. Esto se debe a que, como cada vez existen más medios para superar las enfermedades conocidas, el público pierde el interés, y para mantener la rentabilidad económica, hay que crear situaciones que infunden miedo, atracción y dudas en el espectador. En sus inicios, el cine se ha utilizado para formar, educar y ofrecer distintas perspectivas acerca de distintas enfermedades infecciosas. Sin embargo, con el tiempo se ha ido perdiendo esta función didáctica, a medida que se han ido extendiendo diferentes medios de divulgación y se ha ido sustituyendo por una función más lúdica. EL CINE A TRAVÉS DEL TIEMPO Como hemos dicho, el cine siempre ha buscado enfermedades que sean de interés para la sociedad. Así, hablamos de “microorganismos estrella” [1] dependiendo del periodo histórico de la producción: En la Edad Media encontramos dos enfermedades destacables: Lepra y Peste bubónica. La Lepra, es una enfermedad incurable, considerada un mal “vergonzoso y mutilante”, en el cine siempre la vemos en un segundo plano, afectando la mayoría de las veces a personajes secundarios. Algunas películas que son reflejo de esta enfermedad son Los Diez Mandamientos (1956), Braveheart (1995) o El reino de los cielos (2005) A partir del s. XIV (1346) la Peste bubónica llega a Europa. Es este microorganismo uno de los más importantes en la historia del cine, debido al número de muertes que produjo. Ejemplos cinematográficos son Pánico en las calles (1950) o Shakespeare in love (1998) En el s. XVIII toma gran importancia la Viruela, pues en Europa crece la población de forma desmesurada, de manera que se propaga la enfermedad con mucha más facilidad. Podemos ver su aparición en Moll Flanders (1996) y La puta del rey (1992) Entre los siglos XIX-XX, la Tuberculosis es uno de los protagonistas, pues se conoce como “la enfermedad de la alta sociedad burguesa”. Además, tuvo gran importancia la domesticación de animales, sobre todo de la especie bovina, pues tiene en ellos un reservorio importante. Películas en las que la tuberculosis está presente: Los otros (2001) y Moulin Rouge (2001) En 1918, se descubre el SIDA, y a partir de aquí, se toma una nueva perspectiva en el cine, dejando atrás enfermedades “históricas” (ya que en esta época la incidencia es menor) y tomando como tema de gran importancia esta nueva enfermedad. Algunos de los ejemplos del cine son Philadelphia (1993) y El jardinero fiel (2005) Finalmente, en la época actual, final del s. XX y s. XXI están tomando más importancia las películas basadas en virus y mutaciones, puesto que, como se ha mencionado antes, se buscan nuevas visiones que promuevan el interés del espectador, llegando a este a través del miedo que provoca lo desconocido. Ejemplos: Estallido (1995), La amenaza de Andrómeda (1971) o Contagio (2001) CRITERIOS PARA MOSTRAR UNA ENFERMEDAD U OTRA EN EL CINE Podemos clasificar en dos grandes grupos las patologías del cine. En primer lugar, las enfermedades mediáticas, llamativas para el espectador por su repercusión social o la fama otorgada por los medios. Se incluyen aquí aquellas que no tienen cura o no se conoce su etiología y tratamiento. En segundo lugar estarían los procesos “olvidados”, aquellos que aun siendo más graves o más importantes, son ignorados por la industria, como es el caso de la fiebre amarilla, o aquellas patologías que no afecten directamente al ser humano, pudiendo repercutir en él a través, por ejemplo, de los animales de producción (p.e. gripe aviar). Tristemente, el mayor criterio para elevar una enfermedad a un largometraje es que afecte a países ricos. Así pues, encontramos innumerables películas sobre el VIH (Todo sobre mi madre [1999]) y su repercusión social frente a una reducida representación sobre, por ejemplo, la Malaria (Memorias de África [1985]), representada como enfermedad tropical y lejana. La finalidad actual de la industria del séptimo arte es entretener, relatar la historia de unos personajes determinados y los acontecimientos que puedan rodearles, entre los que se encuentra la enfermedad. Las afecciones aparecerán como argumento central (SIDA en Yesterday [2004]), como algo secundario (tifus en Historia de una Monja [1959]), o como meros comentarios (el famoso “huele a queso” con respecto a la gangrena gaseosa en Salvar al Soldado Ryan [1998]) [2]. A ello va estrechamente ligado el público objetivo del largometraje y su capacidad de empatía e identificación con las historias representadas. Con todo ello, se deducen unos elementos comunes en la mayoría de las películas actuales, palabras y conceptos a los que recurren para crear patologías temibles: “Virus” con sus variantes (filovirus, retrovirus); “contagio”; “vectores” entendidos como concepto de transmisión animal por el público; “pandemia”; “sintético” o de laboratorio, lo que induce a pensar en conspiración o engaño; “inevitable”; “desconocido”, lo que proporciona gran temor; y, por supuesto, “dolor” y “muerte”. Por otra parte, bacteria; hongo; antibiorresistencia; plásmido; o prión, entre otras, son palabras evitadas bien por falta de conocimiento por parte del espectador o por la creencia común de ser elementos contra los que se lucha con facilidad, restando heroísmo a la trama. Esto no implica que los filmes pierdan el rigor científico en todos los casos. ¿CONCIENCIAR O ASUSTAR? "La principal función del cineasta consiste en crear y atraer de modo inteligente a un público tan amplio como sea posible; más concretamente, la creación de un cine que ilumine la cultura y, hasta cierto punto, la actitud de sus coetáneos." [3] El cine, por una parte, busca aplicar los avances de la ciencia para dar credibilidad, y por otra llenar las salas utilizando ésta de forma inadecuada y a menudo absurda. Esto, por tanto, genera un conflicto de intereses. Como hemos visto, ha habido un auge en los últimos años de películas que tratan sobre epidemias. Un claro ejemplo es la precuela estrenada en 2011 de El Planeta de los Simios, que desvela cómo la causa real de la extinción de los humanos fue en realidad un virus que aniquiló a la población, jamás mencionado en la película original de 1969. Ahora que el público tiene algunas nociones básicas de Ciencia, se intentan buscar procesos que puedan ser desconocidos y preocupantes (como en Hijos de los hombres [2006] donde la humanidad está a punto de extinguirse por causa desconocida), por lo que a menudo encontramos “adaptaciones" de virus o bacterias inspirados en los reales (como el virus de la Ira en 28 días después [2002], caricaturizando la rabia para lograr un efecto más llamativo). Muchas son las películas en las que se aterroriza al público mediante microorganismos con unos tiempos de propagación mínimos, lo que desemboca en una morbilidad altísima, como ocurre prácticamente en todas las películas del "género Zombi" (un ejemplo sería Guerra mundial Z [2013] o Soy Leyenda [2007]), por no hablar de las tasas de mortalidad. Sin embargo también hay películas que buscan concienciar, siendo en este ámbito protagonistas indiscutibles las patologías que causan severa inmunodepresión como el SIDA, principalmente por su repercusión social a lo largo de la historia reciente (como en la famosa película Philadelphia) pero también muchas otras (El chico de la burbuja de plástico [2001]) que relatan historias de superación. Por último, están aquellas que nos ilustran sobre hechos históricos, incluso adaptadas al público infantil (como es el caso de Balto [1995] y el suero antidiftérico) Ejemplos de películas representativas del género Estallido (1995) [4]: esta película trata sobre un filovirus ficticio, el virus Motaba, muy similar al Ébola. En esta película se muestra la transmisión por agua contaminada, lo que es una suposición, ya que no se ha demostrado esta transmisión en el virus real. A lo largo de la película el virus sufre una mutación y se transmite por animales y por el aire. Aparece exagerada la letalidad del virus, ya que Motaba es mortal al 100%. En cuanto al período de incubación, también aparece acortado, en el límite de lo real, ya que los casos más rápidos de Ébola se corresponden a 2 días entre el contagio y la presentación de la enfermedad, que es lo que se refleja en el film. Sin embargo, la exageración mayor reside en la rapidez de estos síntomas, ya que en el ébola real los síntomas específicos aparecen al cabo de una semana. Otro gran ejemplo sería la película Soy leyenda (2007) [5] que presenta un virus ficticio (virus Kripin), de origen laboratorial, mutante del Sarampión y muy similar al virus de la Rabia por los síntomas de los infectados que no mueren. Es transmitido aéreamente y por fluidos, principalmente de animales infectados, consiguiendo una pandemia con una mortalidad del 90% de los infectados. Por otra parte, se muestra cómo el protagonista resulta inmune a la enfermedad (por su haplotipo de CMH). Hay ciertos errores con respecto a la Rabia real, como la inevitabilidad de contagio una vez mordido el personaje, la rapidez en transmisión y el desarrollo de la enfermedad. BIBLIOGRAFÍA [1]Manuel Sánchez. El microbio es la estrella. Cine y Microbiología. Diciembre 2010. Sociedad Española de Microbiología. Disponible en: www.semicrobiologia.org [2] García Sánchez, J. F. El cine en la docencia de las enfermedades infecciosas y la microbiología clínica. Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica. 2002. 20: 403-406. [3] Alejandro Pardo, Dpto de Cultura y Comunicación Audiovisual. Facultad de Comunicación, U. de Navarra. Cine y Sociedad en David Puttnam. Communication and Society. Disponible en: www.unav.es [4] Camacho Aguilera, JF. Epidemia: Un repaso a la fiebre hemorrágica por Ébola. Revista Medicina y Cine. Junio 2013 [Internet], 9(2):70-81. [5] Camacho Aguilera, JF. Soy leyenda: comparación de la infección por el ficticio virus Krippin y el virus de la Rabia. Medicina y Cine. Marzo 2014. 10(1): 26-36. BIBLIOGRAFÍA DE CONSULTA Pappas, G., Seitaridis, S., Akritidis, N., Tsianos, E. Infectious diseases in cinema: Virus hunters and killer microbes. Clin Infect Dis 2003; 37: 939-942 García Sánchez J.E.; García Sánchez E. “Biopics” de Médicos: de la realidad al celuloide, abril 2005, Volumen 2, nº 2, Revista Medicina y Cine. Universidad de Salamanca, ISSN: 1885-5210