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UNIVERSIDAD AUSTRAL DE CHILE Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales Escuela de Derecho El Hegemonismo unilateral de los Estados Unidos y sus repercusiones en la esfera atributiva del consejo de seguridad de las Naciones Unidas Memoria para optar al grado de Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales. Profesor Patrocinante: Sr. Kamel Cazor Aliste. Leonardo Bórquez Escobar Valdivia Chile 2004 Informe Profesor Patrocinante DE: Prof. Kamel Cazor Aliste A : Prof. Seminario de Investigación Jurídica MOTIVO: Informe Memoria de Grado Sr. Juan Omar Cofré: En mi calidad de profesor patrocinante informo la memoria para optar al grado de licenciado en ciencias jurídicas y sociales de don Leonardo Bórquez Escobar, titulada "El hegemonismo unilateral de los Estados Unidos y sus repercusiones en la esfera atributiva del Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas". El mundo de la globalización, sin duda, ha incentivado preponderancia de los Estados Unidos, particularmente acentuado durante el siglo XX que, como bien dice el historiador británico Eric HOBSBAWM, es el "siglo americano", "una época que ha contemplado su eclosión y su victoria". Sucesos como las Guerras del Golfo Pérsico, la caída del Régimen Talibán en Afganistán y los atentados a las Torres Gemelas, entre otros, han intensificado aún más la hegemonía mundial de los Estados Unidos, en un proceso -citando a Jürgen HABERMAS- de unilateralismo hegemónico que rompe el cosmopolitismo del Derecho internacional (esencialmente Kantiano) y trata de instaurar una reordenación liberal (emulando a Stuart Mili) a escala mundial. 1 En este contexto, hay que situar las repercusiones que han tenido las actuaciones norteamericanas del último tiempo en el campo del Derecho internacional contemporáneo; particularmente en el efecto que ha tenido en la esfera atributiva de uno de los órganos más importantes de la Organización de las Naciones Unidas: el Consejo de Seguridad. Por ello la temática que se aborda en esta Memoria, es un asunto de máxima actualidad y, por ende, de difícil análisis, lo que, sin lugar a dudas, representó un gran desafío para el tesista; sobre todo, si se está frente a un asunto respecto del cual no hay, todavía, consenso para lograr su solución. Por ello, y una vez leída la Memoria, se puede concluir que se trata de un desarrollo temático acorde con la problemática planteada en el trabajo. Sin embargo, de esta sistematización no se vislumbra claramente la hipótesis investigativa, ni tampoco los objetivos trazados, de ahí que estemos en presencia de una indagación con escaso valor agregado, y que es precisamente lo vital para todo trabajo investigativo. Sin duda que se está frente a una buena descripción de un difícil tema, pero se omite lo esencial de un trabajo investigativo: el desarrollo de una propuesta original. Razón por la cual, se alaba el esfuerzo desplegado por el memorista en su trabajo, especialmente su capacidad de síntesis frente a tan importante cometido; pero se pone un fuerte énfasis en la carencia investigativa antes indicada. Asunto que, además, pone en evidencia la falta de justificación de ciertas conclusiones trascendentales del trabajo. Es importante además resaltar del tema que se investigó, la escasez que existe en Chile en el desarrollo doctrinario en torno a esta materia. Lo que, por lo demás, es un síntoma general en el ámbito jurídico nacional. Circunstancia no menor, por cuanto restringe las fuentes de la investigación. Razón por la cual, la bibliografía nacional utilizada -aunque sea escasa- es adecuada a la naturaleza de la investigación realizada. Al contrario, pese a lo abundante de la bibliografía comparada, la doctrina extranjera utilizada es deficitaria y poco sistemática. En resumidas cuentas, a juicio del profesor que suscribe, el trabajo de don Leonardo Bórquez Escobar cumple las condiciones mínimas para ser aprobado, pero no de un modo sobresaliente. Por ende se aprueba la presente Memoria de Grado y se califica con nota 4.5 (cuatro punto cinco). Hecho que habilita a proseguir los trámites formales que se requieren de conformidad a la normativa vigente. Le saluda atentamente, 2 En Valdivia, a 06 de abril de 2004. 3 INTRODUCCION “Los países deberán optar, o están con nosotros o están contra nosotros”1. Con este arrogante llamado al mundo, George W. Bush, Presidente de los Estados Unidos de América, exhortó a unirse en su empecinado afán de invadir Irak- aún cuando ello implique transgredir las resoluciones emanadas de Naciones Unidas- o, de lo contrario, considerarse cómplices del terrorismo internacional y ser posible blanco de la furia vengativa del Gigante del Norte. Aunque dramática en si misma, esta frase es sólo una ínfima demostración de cómo Estados Unidos encamina su política exterior y entiende las relaciones internacionales: sólo en función de sus intereses estratégicos, no escatimando en los medios para conseguirlos. Desde la caída de la cortina de hierro, el desmoronamiento del imperio soviético y el consecuente término de la guerra fría, los Estados Unidos se encuentran en una posición de dominio único en el concierto de la comunidad global; sólo esta Nación puede considerarse una superpotencia política, militar y económica2. Si bien esta posición se hace más evidente en la última década, esta hegemonía ya se manifestaba con anterioridad: Estados Unidos, durante gran parte del siglo XX, ha sido la potencia económica sin contrapeso; como potencia militar, si bien la Unión Soviética le compitió palmo a palmo, nunca alcanzó su calidad tecnológica. Además, a través de un intervensionismo sistemático en todo el orbe, amparado en la lógica de la guerra fría, Estados Unidos influyó culturalmente, exportando sus conceptos de libertad económica y democracia, sea de manera persuasiva o impositiva, conceptos que sin embargo sufren descaradas deformaciones sea si existe o no interés estadounidense involucrado. Este hegemonismo se ha traducido en la voluntad de actuar de manera unilateral en la comunidad mundial, es decir, imponer su voluntad sólo a base de sus intereses estratégicos, sabiéndose una fuerza sin contrapeso, lo cual involucra la utilización desde presiones morales, económicas, hasta la utilización de la fuerza bélica, con o sin la legitimación de Naciones Unidas. 1 George Bush , a meses del atentado del 11 de septiembre de 2001, en su intento por legitimar su idea de invadir Irak ya que, según fuentes del Pentágono, el régimen de Saddam Hussein estaría detrás de los mencionados atentados. 2 “El Fin de la Era multipolar”. Pavón, Héctor. Diario El Clarín. 2002. p.8. 4 Esta investigación quiere aportar a la reflexión respecto de la forma en que se desenvuelven hoy las relaciones en la comunidad internacional, teniendo en consideración la irrupción del fenómeno del unilateralismo hegemónico estadounidense. Intentaremos develar de que manera este unilateralismo afecta a la estructura que se ha dado la comunidad internacional para organizarse: la ONU y, en especial, su Consejo de Seguridad, órgano garante de la paz y la seguridad mundiales.En este contexto, nuestro propósito es determinar si el Consejo de Seguridad se ha demostrado ineficaz en la contención de este fenómeno, circunstancia que, creemos, todavía no ha llegado a socavar su validez, no afectando su legitimidad y , por supuesto, no viéndose amenazada su existencia, como lo han profetizado algunos personeros de la Casa Blanca. Para lograr dicho objetivo, haremos una revisión de la realidad estadounidense, en lo económico, científico y militar. También indagaremos, de la mano de estudios en la materia, en la historia moderna para establecer si la Nación norteamericana constituye o no un “imperio” en términos de como tradicionalmente se concibe. Haremos, igualmente, una exposición esquemática de cómo se estructura la Organización de Naciones Unidas y realizaremos un más detallado análisis del Consejo de Seguridad, su composición y funciones esenciales. Veremos, también, cómo se ha manifestado en los últimos tiempos el actuar unilateral de los Estados Unidos en los más recientes conflictos bélicos, derivado de su poderío hegemónico; escudriñaremos brevemente en su historia y así dar con pistas de su particular visión del mundo. Contrastaremos el rol que juega la superpotencia en el nuevo orden mundial con la actitud llevada a cabo por el Consejo de Seguridad en las intervenciones de fuerza en la era post-guerra fría. Y, conociendo lo anterior, atisbaremos que tal traje organizativo es incapaz de contener el apetito de dominación de la potencia de turno, sucumbiendo en eficacia ante la realidad fáctica, haciéndose necesaria una reingeniería profunda, pero no por ello deslegitimar su existencia. Por cierto, los principales intentos de reforma al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, serán materia de nuestro análisis, sobre todo el principio que los inspira, que no es otro que responder al urgente llamado de las naciones de contar con una institucionalidad global más representativa, que promueva la seguridad, la paz y el respeto entre los pueblos. Para lo anterior no sólo abordaremos el aspecto jurídico de la problemática, sino que tocaremos aspectos históricos, sociológicos, políticos y fenomenológicos, a modo de tener una panorámica global del tema. 5 CAPITULO PRIMERO. EL GIGANTE DEL NORTE 1.1.- DIMENSIONES COLOSALES El destacado historiador de Yale, el estadounidense Paul Kennedy señaló: “Nunca en la historia ha existido una disparidad de poder como la actual. Jamás. He vuelto a revisar todas las estadísticas de gastos en defensa comparados que compilé para el ‘Auge y caída de los Imperios ´ durante los últimos 500 años y no hay ninguna nación en la historia que se acerque a los Estados Unidos. La Pax Británica fue barata en comparación: el ejército británico era más pequeño que los ejércitos europeos en comparación, e incluso la armada británica era igual a las dos que la seguían. El imperio de Carlomagno fue sólo 0ccidental y el romano, si bien se extendía más allá, debía convivir con un imperio Persa y con otro mayor en China... El Presupuesto militar de los Estados Unidos de 329 mil millones de dólares equivale al de los próximos nueve mayores presupuestos militares sumados. El sólo incremento solicitado al Congreso de los Estados Unidos por el presidente Bush, de 48 mil millones de dólares, equivale a dos veces el presupuesto militar anual de Italia...”3. Los datos hablan por sí mismos. Con tal danza de millones, uno no puede sino imaginar una fuerza bélica sin parangones. Más aún si se tiene a considerar que sólo involucra el 3.2 % de su PGB para su presupuesto militar. Lo que Estados Unidos empleó para ganar la guerra de Afganistán fueron sólo 7 horas de su presupuesto militar anual. La lógica pregunta que surge es: ¿ Qué podría hacer con los restantes 364 días y 17 horas?. Podía legítimamente creerse que Estados Unidos era una gran superpotencia al término de la II Guerra Mundial, aunque para tranquilidad de muchos aparecía a su vereda la Unión Soviética; comprobamos los límites de ese poderío cuando la guerra de Corea concluyó en 1953, a lo sumo con una victoria a los puntos de Washington, que se tuvo que conformar con salvar al régimen dictatorial de Seúl; algunos pensaron que en los años 60 y principios de los setenta marcaría su ocaso cuando fue evidente la humillante derrota en Vietnam. 3 “Auge y Caída de los Imperios”. Kennedy, Paul. Diario Financial Times. 2002 (p. 4), citado en “Las Naciones Unidas y los Estados Unidos: antes y después del 11 de Septiembre de 2001”. Valdés, Juan Gabriel. Revista El Trimestre Económico. Vol. LXIX N° 273, 2002 (p. 98) 6 Según algunos pensadores, como el romano en su día, el gran imperio norteamericano estaba irremediablemente carcomido por su desmesura4 y sólo entonces, en los años 80, empezaba el mundo a darse cuenta. Japón acumulaba, uno tras otro, superávit monstruosos; la comunidad europea se preparaba para el gran salto hacia adelante en Maastricht ; China daba zancadas de gigante con Deng Xiaoping ; y la Unión Soviética, no dejaba, con su muestrario nuclear, de montar la geométrica guardia de la bipolaridad. Pero ya en los 90, la impotencia de la Unión Europea obligó a Washington a tomar cartas en el polvorín de los Balcanes y en 78 días de bombardeos convenció a Milosevic de que era mejor rendirse a esperar a que la Nueva Yugoslavia se le convirtiera en un desierto. La guerra de Afganistán, en cambio, ha puesto fin a toda esa especulación. Desde el aire, por primera vez en la historia, se ha ganado una guerra, puesto que la Alianza del Norte sólo ha hecho recoger cadáveres, torturar adversarios y aceptar un Gobierno en Kabul, que dirige Ahmed Karsai, a condición de que no tenga más poderes que aquellos que puedan servir a sus intereses. Esa brecha tecnológica militar, pone hoy a Estados Unidos en condiciones de derrotar a una coalición de todos los restantes poderes del planeta, sin necesidad siquiera de recurrir a las armas nucleares. Nadie puede, ni quiere, rivalizar con EE UU en el terreno militar, lo que lo convierte en un imperio consentido por otros. China, sobre todo, e India disputan esta visión unipolar. Europa no parece dispuesta a competir en ese terreno estratégico. Sólo hemos hablado de su dimensión militar. En el terreno económico tampoco deja de sorprendernos: tras las dificultades de los años sesenta, setenta y ochenta, la economía norteamericana ha recuperado e incrementado su distancia respecto de las demás. Los Estados Unidos representan aproximadamente un 31 % del producto mundial, lo que equivale a la suma de Japón, Alemania, Gran Bretaña y Francia. Aun cuando Europa hace esfuerzos para equiparar fuerzas, carece de un sistema productivo integrado, es decir, cada país produce de acuerdo a sus ventajas comparativas y no siguiendo un patrón pensado para el continente. Por si fuera poco, un 45 % del tráfico mundial de internet se desarrolla en ese país; 75 % de los premios Nóbel en ciencias, economía y medicina trabajan en Estados Unidos; un grupo de entre 12 y 15 universidades norteamericanas desarrollan una investigación científica que deja en las sombras a todas las universidades japonesas y 4 Ibid. (p.6). 7 europeas. En el año 2000, 500 mil académicos extranjeros trabajaban en universidades norteamericanas5. Si además de todo lo mencionado se aquilata la influencia cultural de la moda, alimentación, formas de diversión, etc., aportados por su industria cinematográfica, televisión y comunicaciones en general, se tiene un panorama completo de la superioridad que los Estados Unidos ostenta hoy en el mundo6. 1.2.- SER O NO SER: EL ULTIMO GRAN IMPERIO Como hemos apreciado y según el Historiador Erick Hobsbawm, “la actual situación no tiene precedentes”7. Puede cabernos entonces preguntarnos ¿Estamos en presencia de un “Imperio” propiamente tal, como el concepto se concibe históricamente?. Y, de serlo, qué particularidades poseería . Considero apropiado tal cuestionamiento para intentar entender la lógica de su actuar en el presente y en el pasado inmediato. Por cierto, no quiero con ello realizar un profuso y sistemático estudio histórico y sociológico de los Estados Unidos, ya que implicaría un esfuerzo que desborda por mucho mi capacidad y mi instrucción en la materia; además sería necesario para tal empresa desviarme latamente de la columna conductora de la presente tesis. Es obvio que no deseo tal situación. Pero un rasante análisis nos puede aportar elementos hacia una mejor comprensión de la agresiva manera- a mi juicio- con que el Gigante del Norte orienta su política exterior que colisiona, en más de alguna ocasión, con la estructura organizativa de la comunidad global. Abordando la interrogante planteada, apoyaremos nuestra respuesta en la autorizada voz de Erick Hobsbawm, destacado historiador inglés, que en sus obras “La Era del Imperio”8 e “Historia del Siglo Veinte”9 trata dicho tema. Hobsbawm sostiene que los grandes imperios mundiales de otrora, como el español de los siglos XVI y XVII y muy particularmente el imperio británico de los siglos XIX y 5 “La Guerra de Washigton”. Paul-Marie de la Gorce. Revista Le Monde Diplomatique.año 2001 (p. 57). 6 “El perfil americano”. Leyton, Samuel. Revista National Geografic. Año 2002 (p. 38). 7 “Particularidades del Imperio Estadounidense” Hobsbawm, Erick. Revista Le Mond Diplomatique. 2003. (p. 41) 8 Erick Hobsbawm. La era del Imperio. Editorial Crítica. Buenos Aires, 2002. 9 Erick Hobsbawm. Historia del siglo XX. Editorial Crítica. Buenos Aires, 2002. 8 XX, “en poco se parecen al actual Imperio Estadounidense”10; comenzando con la extensión del Estado-Imperio, ya que ella no constituía un elemento en esencia relevante en su poderío. Gran Bretaña, que reinó sobre el imperio más extenso de su tiempo, era apenas un Estado de tamaño mediano, aun para los criterios de los siglos XVIII y XIX. En el siglo XVII, Holanda - Estado de un tamaño comparable a Suiza- podía convertirse en un actor global. El Imperio Británico en el siglo XIX, según Hobsbawm, a diferencia del español, fue el único realmente global, en el sentido de que operaba en todo el planeta. Por tanto, desde ese punto de vista , puede ofrecer un referente respecto del Imperio Estadounidense. Pero las actuales ambiciones estadounidenses difieren totalmente de las que tenía Gran Bretaña hace un siglo o más. Estados Unidos es un país físicamente extenso, con una de las poblaciones más numerosas del planeta y una demografía en alza debido a una inmigración prácticamente ilimitada11. Además existen diferencias importantes en la estructura del Estado, en el plano interno y su ideología. El Imperio Británico tenía un objetivo británico y no universal. A pesar de haber sido global “no trataba de adquirir un poder global”12, ni siquiera un poder militar y político terrestre en regiones como Europa o Estados Unidos. El Imperio servía a los intereses fundamentales de Gran Bretaña, como pudieron ser los económicos, tratando de inmiscuirse lo menos posible en los asuntos de los demás. Era siempre consciente de sus límites en términos de tamaño geográfico y de sus recursos; a partir de 1918, el imperio tomó conciencia de su decadencia. La gran novedad, y lo que diferencia al proyecto imperial estadounidense, todas las grandes potencias y todos los imperios sabían que no eran los únicos y nadie procuraba dominar todo el mundo por si sólo. Nadie se consideraba invulnerable, aun cuando es cierto que todos se creían el centro del planeta, como por ejemplo China13, o el Imperio Romano en su apogeo. Al igual que lo fue la Unión Soviética, Estados Unidos encarna una gran potencia basada en una revolución universalista y animada por la idea de que el resto del mundo debe seguir su ejemplo y que incluso debe ser liberado por ella. “No hay nada más peligroso que los imperios que defienden exclusivamente sus intereses imaginándose que 10 “Particularidades del Imperio Estadounidense” Hobsbawm, Erick. Revista Le Mond Diplomatique. 2003. (p. 41) 11 “El perfil americano”. Leyton, Samuel…(p.40). 12 Hobsbawm, Erick. La era del Imperio... (p. 251) 13 Fairbank, J.K. China, una nueva historia. Editorial Andrés Bello. Santiago 1992. (p. 23) 9 así ayudan a toda la humanidad”, sentencia Hobsbawm14, frase que cobra particular dramatismo por su exactitud cuando se expongan las razones esgrimidas desde la Casa Blanca para legitimar el uso de la fuerza en su cruzada por derrocar a Saddam Hussein.. Hubo un tiempo en que Estados Unidos conocía sus límites, o al menos las ventajas que podían obtenerse comportándose como si existieran límites: era en gran medida por miedo a la Unión Soviética. Aunque en su cruzada contra el comunismo, ésta en ocasiones tomó la forma de una guerra de exterminio: millares de comunistas liquidados en Irán, doscientos mil opositores de izquierda liquidados en Guatemala, casi un millón de comunistas liquidados en Indonesia15. Las páginas más atroces del libro negro del imperialismo estadounidense se escribieron en el curso de esos años, marcados también por los horrores de la guerra de Vietnam, entre 1962 y 1975. Luego del derrumbe de la URSS, Estados Unidos se convirtió en la única superpotencia que ninguna gran nación quería o podía desafiar, con una influencia preponderante de su cultura y su lengua inglesa. Pero la principal ventaja con que cuenta su proyecto imperial es militar. Para Noam Chomsky, el paralelo histórico más semejante a Estados Unidos es la Alemania Nazi. Según este autor, su capitalismo estatal con base militar está resuelto a detener la democracia dentro y fuera, y mantener una red internacional de coerción y terror16. En ese plano, el Imperio estadounidense no tiene rivales y es probable que esa situación perdure en un futuro previsible. Teóricamente, los estadounidenses no planean ocupar todo el planeta, pero puede desprenderse de su obrar que su objetivo es hacer la guerra, instalar gobiernos amigos y retirarse. Esto último sin plazos muy delimitados. “Es un gran día para Irak”, declaró el general estadounidense Jay Garner al desembarcar en una Bagdad bombardeada y saqueada, como si su aparición significara el fin milagroso de los miles de problemas que agobian a la población iraquí. Y es justamente esta decisión de designar a un general para administrar un país vencido, la que recuerda antiguas prácticas del tiempo de los imperios coloniales. ¿Cómo no evocar a Clive gobernando India, a Lord Kitchener comandando Sudáfrica, o a Lyautey administrando Marruecos?; lo que resulta burdo es que el gobierno de George Bush pasara por alto las necesidades que se imponen cuando se ocupa un país, al que hay que administrar y mantener, como hicieron, por ejemplo, los británicos en el caso de India. Hoy desesperadamente clamar ayuda internacional para tal labor, mientras lamentan cada día bajas en sus filas, fruto de insurrecciones populares. 14 Hobsbawm, Erick. Historia del siglo XX... (p. 446) 15 “El adversario”. Ramonet, Ignacio. Le Monde Diplomatique. 2001 (p.10) 16 Herman, Artur. La idea de la Decadencia en la Historia Occidental .Editorial Andrés Bello. Santiago, 1998 (p.366) citando a Noam Chomsky. 10 Es efectivo que el general Garner dio a entender que esta ocupación no sería eterna. “Vamos a quedarnos el tiempo que haga falta y nos vamos a ir lo antes posible”17. Pero la historia nos enseña que el tiempo que haga falta puede ser prolongado: habiendo invadido Filipinas y Puerto Rico en 1898, con el pretexto de liberar a esos territorios y sus poblaciones del yugo colonial, Estados Unidos no tardó en reemplazar a la antigua potencia dominante. Abandonó Filipinas sólo en 1946, conservando hasta hoy una presencia militar considerable; sigue ocupando Puerto Rico. Incluso la presencia estadounidense sigue siendo masiva incluso en Japón y Alemania, 59 años después del final de la guerra. Este imperialismo de Estados Unidos renueva la concepción romana de un dominio moral18, fundada esta vez en la convicción de que el libre cambio , la globalización, la democracia y la propagación de la civilización occidental son beneficiosas para todo el mundo; pero también de un dominio militar y mediático ejercido sobre pueblos a los que se considera inferiores. Jonathan Kosol declaró que Estados Unidos era “un orden social rico, benevolente, sofisticado, homicida, bien criado y exquisito. Desde la infancia los americanos son educados para ser moralmente impotentes”19. Ahora bien, resulta imposible decir cuánto tiempo durará ese dominio del gigante del norte. Lo único que estamos seguros es que se tratará de un fenómeno no perpetuo en la historia, como lo fueron todos los imperios. Hemos visto el fin del glorioso Imperio Romano, de todos los imperios coloniales, el del pretendido “Imperio de los Mil Años” de Hitler y el fin del sueño soviético de la revolución mundial. De lo otro que también estamos seguros es que, encuadrado en el concepto o no, Estados Unidos se siente un imperio, se viste como tal e interpreta su rol en el escenario mundial como si lo fuera. 17 Diario El País, www.elpais.es, Madrid, 22 de abril de 2003. 18 “Neoimperialismo”. Ramonet, Ignacio. Le Monde Diplomatique. 2003. (p.55). 19 Herman, Artur. La idea de la Decadencia en la Historia Occidental...(p. 367) citando a Jonathan Kosol. 11 CAPITULO SEGUNDO. LA COMUNIDAD GLOBAL ORGANIZADA Ante tal sombrío panorama de desigualdad de fuerzas y lo que es peor aun, de su utilización desmedida en pos de intereses estratégicos, no nos cabe otra cosa que preguntarnos cómo las demás naciones pueden hacer frente a la realidad fáctica de convivir en un sistema internacional compuesto por gigantes y liliputienses, por poderosos y por alfeñiques. Las devastadoras consecuencias provocadas por las Guerras Mundiales hicieron reflexionar al hombre, como nunca antes en su historia, respecto de la necesidad de darles a las naciones y pueblos del orbe un marco regulador a sus relaciones soberanas y proporcionarse un entramado organizativo que vele por tales reglas. Tales anhelos dieron vida a la Organización de Naciones Unidas, el más grande esfuerzo del hombre contemporáneo para conseguir las ansiadas paz y seguridad mundiales entre los Estados20. Es ésta entidad la encargada de encausar los intereses de los diversos actores de la comunidad global, por medio de normas y principios. Pero como lo señala Juan Gabriel Valdés, embajador de Chile en Argentina y ex representante ante Naciones Unidas, “Naciones Unidas son más que un conjunto de instituciones, de resoluciones de sus órganos o de tratados internacionales”21: este organismo constituye- o debiera constituirel muro de contención de los egoísmos caprichosos de la superpotencia reinante. Necesario es, por tanto, acercarnos brevemente a su historia, estructura organizativa, principios que la inspiran, funciones y competencias, a fin de poder detectar con mayor claridad cómo la afecta el hegemonismo unilateral del Gigante del Norte. El nombre de “Naciones Unidas”, acuñado por el Presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt, se utilizó por primera vez el 1 ° de enero de 1942, en plena segunda guerra mundial, cuando representantes de 26 naciones aprobaron la “Declaración de las 20 Virally, Michel. El Devenir del Derecho Internacional. Editorial Fondo de Cultura Económica. México, 1997 (p. 274). 21 “Las Naciones Unidas y los Estados Unidos: antes y después del 11 de Septiembre de 2001”. Valdés, Juan Gabriel. Revista El Trimestre Económico. Vol. LXIX N° 273, 2002 ( p. 89). 12 Naciones Unidas”, en virtud de la cual sus respectivos gobiernos se comprometían a seguir luchando juntos contra las Potencias del Eje22. Las primeras organizaciones internacionales establecidas por los Estados, tenían por objeto cooperar sobre cuestiones específicas. La Unión Internacional de Telecomunicaciones, fue fundada en 1865 bajo la denominación de Unión Telegráfica Internacional, y la Unión Postal Universal fue creada en 1874. Hoy en día son organismos especializados de las Naciones Unidas. En 1899, se celebró en La Haya la primera Conferencia Internacional de la Paz, con el objeto de elaborar instrumentos que permitieran resolver pacíficamente las crisis, evitar la guerra y codificar normas de conducta en tiempo de guerra. La Conferencia aprobó la Convención para el arreglo pacífico de los conflictos internacionales y estableció la Corte Permanente de Arbitraje, que comenzó a operar en 1902. El precursor de las Naciones Unidas fue la Sociedad de las Naciones, organización concebida en similares circunstancias durante la Primera Guerra Mundial y establecida en 1919, de conformidad con el Tratado de Versalles, “para promover la cooperación internacional y conseguir la paz y la seguridad”. También en el marco del Tratado de Versalles se creó la Organización Internacional del Trabajo como organismo afiliado a la Sociedad de las Naciones. La Sociedad de las Naciones cesó su actividad al no haber conseguido evitar la más horrorosa tragedia de la humanidad: la Segunda Guerra Mundial23. En 1945, representantes de 50 países se reunieron en San Francisco en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional, para redactar la Carta de las Naciones Unidas (en adelante la Carta). Los delegados deliberaron, en la localidad norteamericana de Dumbarton Oaks, sobre la base de propuestas preparadas por los representantes de China, la Unión Soviética, el Reino Unido y los Estados Unidos, entre agosto y octubre de 1944. La Carta fue firmada el 26 de junio de 1945 por los representantes de los 50 países. Polonia, que no estuvo representada, la firmó más tarde y se convirtió en uno de los 51 Estados miembros fundadores. 22 Gamboa Serazzi, Fernando. Tratado de Derecho Internacional Público. Editorial LexisNexis. Santiago, 2003 (p. 240). 23 Fuente: www.onu.org 13 Las Naciones Unidas empezaron a existir oficialmente el 24 de octubre de 1945, después de que la Carta fuera ratificada por China, Francia, la Unión Soviética, el Reino Unido, los Estados Unidos y la mayoría de los demás signatarios24. Sus órganos principales son cinco: la Asamblea General, la Secretaría, el Consejo Económico y Social, la Corte Internacional de Justicia y el Consejo de Seguridad. La Asamblea General es el principal órgano deliberativo. En ella están representados todos los Estados Miembros, cada uno con un voto. Las votaciones sobre cuestiones como paz y seguridad, así como el ingreso de nuevos miembros y cuestiones presupuestarias se deciden por mayoría de dos tercios. Las demás, por mayoría simple. La labor cotidiana de las Naciones Unidas responde fundamentalmente a las decisiones de la Asamblea General, expresión de la voluntad de la mayoría de los Miembros. La labor cotidiana de la Organización está a cargo de su Secretaría, integrada por funcionarios internacionales que trabajan en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York y en oficinas en todo el mundo. La Secretaría presta servicios a los demás órganos de las Naciones Unidas y administra los programas y políticas que estos elaboran, prepara estudios sobre temas tales como los derechos humanos y el desarrollo sostenible, organiza conferencias internacionales y realiza programas de información para dar a conocer a los medios de comunicación la labor de la Organización25. El Consejo Económico y Social es el principal órgano coordinador de la labor económica y social de las Naciones Unidas y de las instituciones y organismos especializados que constituyen el sistema de las Naciones Unidas. Está integrado por 54 miembros, elegidos por la Asamblea General para un periodo de tres años. Cada miembro tiene un voto y el Consejo toma sus decisiones por mayoría simple. La Corte Internacional de Justicia es el principal órgano judicial de las Naciones Unidas. Resuelve controversias entre los Estados partes y emite opiniones consultivas para las Naciones Unidas y sus organizaciones especializadas. Su Estatuto forma parte integral de la Carta de las Naciones Unidas. El propósito principal de Naciones Unidas es mantener la paz y la seguridad internacionales y para ese efecto la Organización debe tomar medidas colectivas para 24 Pastor Ridruejo, José A. Curso de Derecho Internacional Público y Organizaciones Internacionales. Editoral Tecnos. Madrid, 2001 (p. 694). 25 Virally, Michel. El Devenir del Derecho Internacional...(p. 338). 14 prevenir y eliminar amenazas a la paz, enfrentar los actos de agresión o cualquier quebrantamiento de la paz26. Es el Consejo de Seguridad (en adelante el Consejo) el órgano encargado de asumir esas responsabilidades y el plenamente competente para adoptar las acciones que estime pertinentes. El articulo 24 de la Carta expresamente señala que los miembros de Naciones Unidas “confieren al Consejo de Seguridad la responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad internacionales y reconocen que el Consejo de Seguridad actúa a nombre de ellos al desempeñar las funciones que le impone aquella responsabilidad”. Por lo especial de su mandato, es el Consejo el órgano de Naciones Unidas más expuesto a contener las demostraciones de fuerza que el Gigante del Norte ha desplegado a manera de alcanzar sus objetivos estratégicos. Por lo mismo, es que nos detendremos a analizar más detenidamente este órgano y así constatar su eficacia o ineficacia de mantener la paz y seguridad mundiales. Este órgano está integrado por 15 estados, de los cuales 5 son miembros permanentes y 10 no permanentes. Estos últimos son elegidos por los dos tercios de la Asamblea General. Duran 2 años en el cargo y no pueden ser reelegidos. De acuerdo con la Carta, los miembros permanentes son Estados Unidos de América, Francia, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, República de China y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. En 1991, la Federación Rusa informó al Secretario General de Naciones Unidas que el asiento asignado ala URSS en el Consejo, así como en todos los órganos del sistema, sería continuado por la Federación Rusa con el apoyo de los de los 11 miembros de la Comunidad de Estados Independientes. Rusia siguió el precedente de la República Popular de China cuando en 1971 informó de manera similar que asumía el asiento que le asignaba la Carta. Los miembros no permanentes están distribuidos por zonas geográficas, correspondiéndoles 2 asientos a Asia, 3 a Africa, 2 a América Latina y el Caribe, 2 a Europa Occidental y otros Estados y 1 a Europa Oriental. La proporcionalidad en el número de cargos responde al número de países con que cuenta cada área y es lo que se llama la representación geográfica equitativa. La no reelección inmediata de los miembros no permanentes entraña la rotación de los países en esos cargos. La presidencia del Consejo recae, por turno en sus Estados miembros por el orden alfabético en idioma inglés. Cada presidente permanece en funciones por espacio de un mes calendario. Si el presidente estima que debe abstenerse de desempeñar las obligaciones de 26 Benadava, Santiago. Derecho Internacional Público. Editorial Conosur. Santiago, 1999. (p. 93). 15 su cargo en el examen de una determinada materia que interesa directamente al Estado que representa, debe dar a conocer al Consejo su decisión. En este caso la presidencia recae, para los fines del examen de esa cuestión, en el representante del Estado miembro que siga en el orden alfabético inglés. Es en el Presidente del Consejo sobre el cual recae la mayor responsabilidad en la conducción de los trabajos de ese órgano principal de Naciones Unidas27. Los acuerdos del Consejo se adoptan por mayoría de votos, los que para todos los efectos actualmente son nueve, dentro de la composición total de 15 miembros. Si se trata de asuntos importantes, dentro de los 9 miembros deben estar incluidos los 5 miembros permanentes. La oposición de uno de ellos basta para que no se produzca acuerdo y es los que se llama veto, tema a tratar posteriormente. Para los asuntos de procedimiento, la mayoría es de 9 votos, cualquiera sean sus miembros: es decir, que puede haber acuerdo en asuntos procesales sin la concurrencia de todos los miembros permanentes. Las resoluciones del Consejo son obligatorias no sólo para sus países miembros que las votaron favorablemente, sino para todos los Estados miembros de Naciones Unidas. El artículo 25 señala claramente que “los miembros de las Naciones Unidas convienen en aceptar y cumplir las decisiones del Consejo de Seguridad de acuerdo con esta Carta”28. Este artículo es la base misma del sistema de seguridad colectiva de la Organización. Si los Estados, al suscribir la Carta, han confiado al Consejo la responsabilidad primera en el mantenimiento de la paz, es consecuencia lógica que todos los miembros de Naciones Unidas, al ratificar la Carta, acepten el derecho del Consejo de adoptar decisiones obligatorias para que la paz sea mantenida. Lo anteriormente señalado dimensiona la relevancia que posee este órgano al ser el único cuyas decisiones son de obligado cumplimiento dentro de la Organización, alzándose como precioso botín para la potencia de turno el poder controlarlo y presa de las más variadas presiones en pos de sus intereses. Es conveniente señalar que la disposición de obligatoriedad se refiere a todas las decisiones del Consejo y no sólo a aquellas que dicen relación con la aplicación del Capítulo VII, cómo se ha sostenido minoritariamente en algún momento. El Consejo de Seguridad, como lo menciona el académico y diplomático chileno Uldaricio Figueroa Pla “es un órgano aristocrático”29, ya que según su parecer sus 5 27 Ortiz, Loretta. Derecho Internacional Público. Editorial Oxford. México, 2001. (p. 219). 28 Fuente: www.onu.org 29 Figueroa, Uldaricio. Organismos Internacionales. Editorial Lexisnexis. Santiago, 2002, (p. 179) 16 miembros permanentes “ejercen a su arbitrio los supremos poderes en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales”30. Su derecho a veto les permite en cualquier momento bloquear una eventual decisión del Consejo. En realidad, se ha utilizado el veto en forma muy variada; ha dependido de los apoyos que existan entre los miembros no permanentes del Consejo para alcanzar o no los nueve votos requeridos para aprobar una iniciativa. La URSS lo utilizó insistentemente cuando Estados Unidos dominaba sin contrapeso la escena internacional hasta los años sesenta y ello se reflejaba en un apoyo decisivo a la posición norteamericana en el Consejo. China ha recurrido a él excepcionalmente en cinco oportunidades. El Reino Unido en 30 ocasiones y Francia 18 veces. A partir de la disolución de la URSS y el advenimiento de la unipolaridad en la década de los noventa, Estados Unidos pasó a dominar sin contrapeso el Consejo de Seguridad, pasando a ser el veto la excepción. En total, en el período 1946 al 2003 se emitieron 245 vetos31. Es también conveniente destacar que si bien es cierto que son las 5 grandes potencias las que tienen el derecho a veto, teóricamente existiría la posibilidad de un sexto veto en el Consejo de Seguridad. Este se podría configurar, de acuerdo con la Carta, si los miembros no permanentes presentaran un frente unido contrario a una propuesta conjunta de los cinco miembros permanentes impidiéndoles reunir el quórum mínimo para la aprobación de decisiones que son 9 votos. Podrían estar eventualmente los 5 miembros permanentes de acuerdo en una postura y 7 de los 10 miembros no permanentes en otra para que el Consejo estuviera en situación de no poder aprobar una decisión: se produciría el ejercicio de un sexto veto. Esto en teoría, ya que la historia de la Organización nos ha demostrado que en la toma de decisiones relevantes por parte del Consejo, las presiones de toda índole no se han hecho esperar de parte de las grandes potencias en contra de los miembros no permanentes a fin de ver fructificar sus posturas, lo que se traducido, como es obvio, que este sexto veto no se haya verificado nunca. Respecto de las funciones y competencias del Consejo, hemos de señalar que aquellas dicen relación con su responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad internacionales, como ya lo habíamos mencionado. Como primera función, el Consejo puede recibir de cualquier Estado miembro antecedentes sobre cualquier situación que pueda estimarse susceptible de conducir a fricción internacional32. Además, el articulo 99 de la Carta también confiere al Secretario 30 Ibid. (p. 179) 31 Fuente: www.onu.com 32 Articulo 35 Carta de Naciones Unidas . 17 General la facultad de llamar la atención del Consejo hacia cualquier asunto que en su opinión pueda poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad. En segundo lugar, el Consejo puede establecer los órganos subsidiarios que estime convenientes33. A este respecto, cabe señalar que ha establecido Comités Permanentes compuestos por todos sus miembros para considerar materias especiales, como el Comité de Expertos en Normas de Procedimientos. Otra de las funciones del Consejo, valiéndose de la competencia conferida por el articulo 29 de la Carta, ha sido asumir facultades de orden judicial, aprovechando la uniformidad de pensamiento sobre algunas materias existentes entre los miembros permanentes. Es así, como invocando el Capitulo VII de la Carta procedió a establecer Tribunales Penales Internacionales, permanentes y no permanentes, para juzgar masivas violaciones a los derechos humanos, como el genocidio y/ o crímenes contra la humanidad. Además, la Carta le encomienda al Consejo, con la ayuda de su Comité de Estado Mayor, la elaboración de un sistema de regulación de armamentos34. Aparte de estas competencias, existen otras concurrentes del Consejo con la Asamblea General para aprobar ciertas acciones. Así, se necesita también la aprobación por los dos tercios de la Asamblea General para recomendar la admisión de nuevos miembros35, suspender o expulsar miembros36, nombramiento del Secretario General37, revisión de la Carta38 y determinar las condiciones en que los Estados no miembros de Naciones Unidas puedan ser parte del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia 39 . También se ejerce, simultáneamente con la Asamblea General, la elección del juez de la Corte Internacional de Justicia. Por último, el Consejo es competente para conocer reclamaciones de países por el no cumplimiento por parte de otro Estado miembro de un fallo de la Corte Internacional de Justicia. En este caso el Consejo puede hacer recomendaciones o dictar medidas para la ejecución del fallo40. 33 Articulo 29, Carta de Naciones Unidas. 34 Articulo 26, Carta de Naciones Unidas. 35 Articulo 4, Carta de Naciones Unidas. 36 Articulo 5 y 6, Carta de Naciones Unidas. 37 Articulo 97, Carta de Naciones Unidas. 38 Articulo 109, Carta de Naciones Unidas. 39 Articulo 109, Carta de Naciones Unidas. 40 Articulo 94, Carta de Naciones Unidas. 18 Merece consideración especial las relaciones del Consejo de Seguridad en las controversias internacionales y cómo puede actuar en ellas. Relacionado con lo anterior, el Consejo actúa de acuerdo con la gravedad de la situación o conflicto, teniendo en consideración si la controversia puede poner en peligro la paz, si esta pasa a constituir una verdadera amenaza a la paz o si el conflicto desemboca en un quebrantamiento de la paz41. Si la controversia es susceptible de llegar a poner en peligro la paz, el Consejo puede hacer recomendaciones para resolver el conflicto42 y, además, puede proceder a investigar la controversia en cuestión43. Cuando la controversia o situación pasa a constituir una amenaza a la paz, el Consejo puede, según el Capitulo VI de la Carta, organizar operaciones de paz; recomendar procedimientos como la negociación, investigación, mediación, conciliación, arbitraje, arreglo judicial, recurso a organismos regionales y envío de representantes; y por último, si la controversia es jurídica debe remitirla a la Corte Internacional de Justicia. En el caso que el conflicto desemboca en un quebrantamiento de la paz, invocando el Capitulo VII de la Carta, el Consejo puede aplicar medidas preventivas o provisionales, como lo son el alto al fuego, el cese de las hostilidades, el establecimiento de zonas de contención, entre otras. También, el Capitulo antes mencionado permite al Consejo el uso de medidas coercitivas, con y sin uso de la fuerza; dentro de las primeras encontramos el uso de fuerzas aéreas, navales y terrestres, así como los bloqueos. Y dentro de las medidas coercitivas sin uso de la fuerza tenemos el embargo de armas, el embargo de operaciones bancarias, el boicot, la interrupción de las relaciones económicas, interrupción de las comunicaciones y la suspensión o expulsión del Estado miembro de Naciones Unidas44 45. 41 Ortiz, Loretta. Derecho Internacional Público...(p.220). 42 Articulo 33, Carta de Naciones Unidas. 43 Articulo 34, Carta de Naciones Unidas. 44 Figueroa, Uldaricio, Organismos Internacionales...(p.199) 45 Todo lo relacionado con la explicación de los artículos de la Carta de Naciones Unidas fueron extraídos de Corriente, José. Derecho Internacional Público: Textos Fundamentales .Editorial Marcial Pons. Madrid, 1989 (p.p. 663-678). 19 CAPITULO TECERO. LA VOZ DEL GIGANTE Habiendo hecho la presentación formal de los roles protagónicos en esta obra Estados Unidos de América y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas -, quisiera empezar a relatar cómo ha sido su particular convivencia. Particular porque, sea el primero por vocación y el segundo por mandato, nos hacen sospechar de un constante forcejeo de acción y contención entre ambos. Y digo particular, además, porque jamás debemos olvidar que el Gigante del Norte es miembro permanente del Consejo y porque constituye el país que más aporta al financiamiento de Naciones Unidas46, organismo del cual el Consejo forma parte. Es conveniente precisar respecto de la terminología empleada, y así poder entender qué es lo que se entiende cuando nombramos al “unilateralismo” o que tal actuar es “unilateral”. Como lo señala el sociólogo francés Alain Touraine, el unilateralismo se concibe como “la concepción geoestratégica que supone articular la política internacional pública en función de los intereses propios, con respeto a Derecho Internacional sólo si no contraría los fines nacionales”47. Este concepto contraría abiertamente los principios por los cuales hoy se concibe el Derecho Internacional: democrático, social e institucionalizado48. Inclusive respecto del Derecho Internacional Clásico que, aun cuando era descentralizado y oligárquico, poseía un carácter liberal el cual se preocupaba de distribuir competencias entre los Estados y de regular las relaciones entre ellos en un plano de igualdad y de reconocimiento soberano mutuo y respetando tratados vigentes. El unilateralismo actual poco reconoce límites a su proceder, trasgrediendo muchas veces la soberanía de los Estados; esta situación nos quedará más clara cuando analicemos el comportamiento unilateral con posterioridad a los ataques del 11 de septiembre de 2001. 46 Figueroa, Uldaricio. Organismos Internacionales... (p. 94) 47 “El nuevo mundo”. Touraine, Alain. Diario El País.año 2002. 48 Pastor Ridruejo, José A. Curso de Derecho Internacional Público y Organizaciones Internacionales. Editoral Tecnos. Madrid, 2001 (p. 59). 20 El unilateralismo se opone con un principio que, supuestamente, ordena a la escena mundial desde la creación de la Organización de Naciones Unidas, el cual inspiró su Carta fundacional49: el multilateralismo. El principio del multilateralismo presupone que hay Estados diferentes, cada uno de ellos con su legislación propia y diferente de la de los otros. Multilateralismo no equivale a mundialismo o regulación uniforme a nivel mundial. El principio del multilateralismo no pretende que los Estados desaparezcan dentro de un “mundo” que aún no tiene existencia política - porque no existen ni un gobierno ni un legislador mundial - . Pero exige que cada Estado reconozca que no está solo dentro del planeta y que no puede olvidarse de las consecuencias de sus políticas sobre los otros Estados. El principio del multilateralismo no pretende borrar las diferencias entre cada Estado y el resto. Pero exige que cada Estado trate a los otros Estados de manera igual, sin privilegiar a unos y penalizar a otros. Multilateralismo, en todo caso es distinto del multipolarismo, un concepto también se utiliza en la esfera de las relaciones mundiales; ellos constituyen, pues, dos nociones radicalmente distintas50. Conviene subrayarlo ahora, en unos momentos en los que el segundo término, “multipolarismo”, se está poniendo de moda para designar una alternativa a la situación de refuerzo de la hegemonía mundial de los Estados Unidos que ha engendrado el desmembramiento de la URSS51. “Multipolarismo” quiere decir que hay diversos “polos”; es decir, diversas “grandes potencias” que articulan a su alrededor unas zonas de influencia, con el riesgo inevitable de conflicto entre ellas. Es, en una perspectiva histórica, la situación que caracterizó el mundo desde 1870 a 1945 y, en particular, en el periodo de entreguerras52. El principio del multilateralismo pretende, precisamente, evitar el retorno a esta situación. En otras palabras: si se considera negativo o peligroso que haya “superpotencias”, la solución no es multiplicar su número, sino reforzar el principio del multilateralismo y las instituciones que lo encarnan para que “el mundo” - es decir, el conjunto de los Estados en el seno de las organizaciones multilaterales - tenga poder suficiente para limitar el poder exagerado de cualquier superpotencia - económica, política o militar-. 49 Gamboa Serazzi, Fernando. Tratado de Derecho Internacional Público. Editorial LexisNexis. Santiago, 2003 (p. 239). 50 “El nuevo mundo”. Tourraine, Alain. Diario El País.año 2002. 51 “Unilateralismo versus Multilateralismo”. Abusleme, Patricio. Revista Al Damir. 2002 (p 9). 52 “El mejor de los mundos según Washington”. Chomsky, Noam. Revista Le Monde Diplomatique.2003 (p.9). 21 Quisiera además, para efectos didácticos, concentrar mi análisis en un período acotado de tiempo, en uno que según mi personal punto de vista hace más evidente y claro el alzamiento de Estados Unidos como gran superpotencia: desde el desmoronamiento del imperio soviético a comienzos de los años noventa, hasta nuestros días. Y quisiera hacerlo a la luz de los conflictos bélicos mas relevantes que han ensombrecido a la escena mundial en este período y ver la manera en que han actuado los mencionados actores en un cada vez más intrincado y complejo panorama internacional. Espero aquí demostrar que, más que un duelo de titanes, la realidad nos lleva a presenciar el paso firme y arrollador de un gigante y la mirada impotente de su cancerbero. 3.1.- DE MESOPOTAMIA A LOS BALCANES El 2 de agosto de 1990, Irak invadió y ocupó Kuwait. Como respuesta a esta acción, ese mismo día las Naciones Unidas, a través de la resolución 660 del Consejo de Seguridad, exigieron la retirada de Irak y posteriormente impusieron amplias sanciones. Asimismo, las Naciones Unidas emprendieron numerosas iniciativas para evitar la guerra, tales como reuniones con el Presidente y con el Ministro de Relaciones Exteriores de Irak y manteniendo contacto permanente con los dirigentes políticos involucrados en la crisis. A través de la resolución 678, del 29 de noviembre de 1990, el Consejo de Seguridad fijó el 15 de enero de 1991 como plazo final para que Irak cumpliese las 11 resoluciones emitidas anteriormente sobre varios aspectos de la situación entre Irak y Kuwait. Además, el Consejo autorizó a los Estados Miembros que cooperaban con Kuwait a utilizar “todos los medios necesarios” para aplicar estas resoluciones y restablecer la paz y la seguridad internacionales en la región. Sin embargo, debido a que el régimen de Saddam Hussein no siguió las indicaciones del Consejo de Seguridad, el día siguiente al vencimiento del plazo señalado por la resolución 678, 16 de enero de 1991, las fuerzas de coalición aliadas iniciaron ataques contra Irak para restablecer la soberanía de Kuwait. El ataque continuó hasta febrero, cuando se logró que las fuerzas iraquíes se retiraran de Kuwait. Posteriormente, en la resolución 678, del 3 de abril de 1991, el Consejo de Seguridad estableció las condiciones de una cesación del fuego, exigió que Irak y Kuwait respetaran la inviolabilidad de la frontera, pidió que se desplegaran observadores de las 22 Naciones Unidas, tomó medidas sobre la indemnización de los daños causados por la guerra y decidió que las armas de destrucción en masa de Irak fuera eliminadas 53. Asimismo, esta resolución estableció la Comisión de Demarcación de la Frontera entre el Irak y Kuwait, integrada por varios representantes de Irak y Kuwait y tres expertos independientes designados por el Secretario General. En 1992, Irak dejó de participar en esta Comisión que demarcó la frontera conforme a lo acordado por ambos países en 1932 y de nuevo en 1963. En 1994, Irak informó al Secretario General de su reconocimiento de la soberanía, la integridad territorial y las fronteras internacionales de Kuwait. Asimismo, el Consejo de Seguridad estableció una zona desmilitarizada a lo largo de la frontera y estableció la Misión de Observación de Las Naciones Unidas para el Irak y Kuwait. Hasta aquí todo bien: un pequeño país productor de petróleo invadido por un potencia regional presidida por un dictador inmisericorde; la comunidad internacional reacción ante tal flagrante infracción a la Carta de Naciones Unidas y decide actuar desplegando una operación bélica. Lo que no se repara - y en eso la posible inoperancia del Consejo – es en tres pequeños grandes detalles. El primero en relación a la legitimidad del despliegue armado, si bien autorizado por el Consejo, no llevado a cabo por el procedimiento que debiera. Todas las operaciones armadas y su previo diseño táctico fueron elaboradas por estrategas estadounidenses. Nombres como los generales Collin Powell, hoy Secretario de Estado Norteamericano, y Norman Schwarzkhoff, héroe de la operación “Tormenta del Desierto”, se convirtieron en artífices de una demostración de fuerza letal, con un costo mínimo de bajas en sus filas; en ese entonces la denominada “alianza” de los países civilizados contra el régimen barbárico de Bagdad, constituyó sólo un conjunto de unidades militares puestas a las órdenes de Estados Unidos, situación no cuestionada por nadie en esos momentos. Este detalle, casi inocente, no da cuenta de que la Carta contempla, en su artículo 47, del establecimiento de un Comité de Estado Mayor el cual, integrado por los Jefes de Estado Mayor de los miembros permanentes del Consejo, está llamado a asesorar al Consejo en la elaboración de planes para el empleo de las fuerzas armadas y su comando en la contienda54 . Muy relacionado con lo anterior, es lo referido al origen del régimen que en esos momentos se perseguía con afán: Saddam Hussein, durante la década de los ochenta había 53 “La era de las Guerras Asimétricas”. Bishara, Marwan. Revista Le Monde Diplomatique, 2001 (p.29). 54 Artículos 45 y 46 de la Carta de Naciones Unidas. 23 financiado la guerra que sostuvo entre los años 1980 a 1988 con capitales provenientes de Estados Unidos. El gobierno de Washington lo consideraba un poderoso aliado en la región. Respecto de esta intromisión en un conflicto bélico por parte de Estados Unidos, como es lógico, no hubo pronunciamiento alguno del Consejo. La guerra del golfo sirvió entonces para que el Gigante del Norte reestructurara su presencia en el área, sirviendo a sus intereses económicos y estratégicos. Por último, las sanciones impuestas por el Consejo al Irak derrotado, para muchos especialistas constituyeron un castigo excesivo para un pueblo en ruinas y flagelado por años por una dictadura feroz, más que un elemento desestabilizador del régimen y su líder. El impedir el tránsito de mercaderías desde y hacia Irak, de fondos o recursos financieros, circunscribiéndolo sólo al programa “Petróleo por Alimentos”, no hizo sino perjudicar la reconstrucción de una nación devastada. Hoy conocemos el triste coste humano en Irak por el uso del agua no potable, de la falta de energía eléctrica y de sistemas de saneamiento inoperantes, como informó primero la misión del entonces Vicesecretario General y hoy Presidente de Finlandia, Martti Ahtisaari en 1991, y muchas veces desde entonces la UNICEF y la Organización Mundial de la Salud. Además, tenemos cifras de este último mencionado organismo que muestran incrementos extraordinarios en la población iraquí de ciertos tipos de cáncer, lo que incluye leucemia infantil, por el empleo de uranio empobrecido por el Reino Unido y Estados Unidos en la Guerra del Golfo. Con el mantenimiento de las sanciones económicas contra Irak, con el pleno conocimiento de sus mortíferas consecuencias, los Estados Miembros del Consejo han socavado, según algunos expertos55, las mismas bases de la propia organización, la Carta. Esto no niega que el recurso a las sanciones esté previsto en el capítulo 7 de la Carta. A mi juicio las sanciones económicas prolongadas niegan los derechos descritos en los artículos 25 y 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que afirman “(... ) el derecho a un nivel de vida adecuado para la salud y el bienestar de cada uno y su familia, lo que incluye comida, ropa, vivienda, atención médica y servicios sociales necesarios”; y también que “la maternidad y la infancia tienen derecho a un especial cuidado y asistencia” y que “todos tienen derecho a la educación”. En realidad hay numerosas convenciones internacionales que son violadas por el régimen continuado de sanciones económicas que no reparan en el coste humano. 24 También el Los Balcanes, la presencia del Gigante del Norte se ha hecho sentir. Con la caída de la cortina de hierro, las antiguas naciones de la órbita socialista sufrieron importantes convulsiones sociales y procesos de secesión, una de ellas Yugoslavia y en particular sus territorios de Serbia y Montenegro. Por resolución 757, del 30 de mayo de1992, el Consejo impuso un embargo de armas y estableció sanciones por las violaciones a los derechos humanos. Más tarde en 1993, invocó el Capitulo VII de la Carta cuando adoptó el Estatuto del Tribunal Criminal Internacional para la ex Yugoslavia para juzgar actos criminales genocidas. Pero la región balcánica se ha caracterizado por su inestabilidad y las hostilidades se sucedieron durante toda la década de los noventa, dentro de los cuales resalta el conflicto en Kosovo, provincia de Yugoslavia. Fue en este conflicto en donde se comenzó a sentir el unipolarismo estadounidense en toda su dimensión. En 1999 se emprendió una acción militar por parte de la OTAN, eludiendo su obligación de recurrir al Consejo en busca de una autorización para el uso de la fuerza armada. Aquí se demostró, según Figueroa Pla, “los efectos de la ausencia de otra superpotencia que pudiera presentar una suerte de equilibrio político hacia Estados Unidos”56. Los propósitos del Gigante del Norte eran claros, como lo señalara Robert E. Hunter, representante de ese país ante la OTAN hasta 1998, : “ Kosovo..., constituye la puerta de entrada a regiones de interés primordial para los occidentales como el conflicto árabe-israelí, Irak e Irán, Afganistán, el Caspio y Transcaucasia. La estabilidad de Europa del Sur es esencial para la protección de los intereses occidentales y la reducción de los peligros que vienen de más al Este”57. Además Estados Unidos había logrado inmiscuirse en Europa a través de la OTAN, mediante la excusa que legítimamente podía intervenir en un conflicto regional; aunque es de todos sabido que la OTAN no es una fuerza regional, sino la forma en que Washington tutela sus intereses en el viejo continente, cuyo ejemplo más patente fue el anteriormente narrado. 55 Halliday, Denis. Conferencia Internacional “El recurso a las sanciones económicas y la guerra en le nuevo orden mundial. El intervencionismo contra el Derecho Internacional: de Irak a Yugoslavia”. Madrid, 1999. 56 Figueroa, Uldaricio. Organismos Internacionales... (p. 196) 25 El Gigante del Norte quería hacer sentir su voz en una Europa que caminaba a paso firme hacia la integración. Como era de preverse, el Consejo enmudeció ante los bombardeos aéreos llevados a cabo por la OTAN sin su autorización. 3.2.- LAS DOS TORRES Y EL RETORNO DEL REY El fatídico 11 de septiembre de 2001 le cambió el rostro al mundo. La ilusión de un era de progreso, paz y libertad anunciada por Francis Fukuyama en su ya célebre “Fin de la Historia”, se desmoronaba ante los ojos del hombre como lo hacían Las Torres Gemelas en Nueva York. El más grande ataque terrorista jamás imaginado consumía en el horror al mundo y a Estados Unidos en especial. Como señala Steven C. Clemons, vicepresidente de la New America Foundation, la agresión más grave perpetrada en suelo estadounidense desde 181258. La solidaridad internacional no se hizo esperar; desde el premier ruso Putin hasta el presidente francés Chirac entregaron su más irrestricto apoyo al pueblo norteamericano y a Washington, tal vez previendo que su reacción no tardaría en llegar. Lo ocurrido en aquel día pareció indicar, inicialmente, un cambio en la relación entre las Naciones Unidas y el Gigante del Norte. Tras un largo período de desavenencias, el espantoso atentado estableció una oportunidad de confluencia. La Asamblea General y el Consejo otorgaron, en históricas resoluciones, un alto nivel de respaldo a Washington: probablemente el mayor otorgado nunca a cualquier nación en la historia de la Organización. Por su parte, el gobierno de George Bush adoptó una serie de medidas destinadas a construir confianzas y a movilizar a la organización en apoyo a la guerra contra el terrorismo. En ese marco, muchos abrigamos la esperanza de un giro histórico. Se consideró que, con el atentado, una nueva conciencia de los riesgos de la globalización, del carácter complejo y global de la amenaza y de necesaria complejidad de la respuesta, pero por sobre todo, la actitud decidida de Naciones Unidas para enfrentarlo, podría dejar atrás, o al menos moderar el unilateralismo de Estados Unidos. Muchos señalaban que había ganado el pragmatismo sobre el unilateralismo59, en alusión a que era hora de ser pragmáticos en la lucha contra el terrorismo y aunar los esfuerzos de todos los países. 57 Robert E. Hunter, entrevista al diario The Washington Post, 21 de abril de 1999, www.kosovowar.com 58 “La ceguera del imperio”. Clemons, , Steven C. Le Monde Diplomatique. 2001, (p. 19). 59 Max Booth, experto en seguridad nacional de la Secretaría de Estado Norteamericana, a agencia noticiosa AP, septiembre de 2001, www.torresgemelas.com 26 Las palabras del presidente Bush, pocos días después del atentado parecían señalar un cambio de orientación: “ Así como Pearl Harbor despertó a este país de la noción de que podíamos de algún modo evitar el llamado al deber y defender la libertad en Europa y Asia durante la Segunda Guerra Mundial, así también debería este ataque sorpresivo borrar el concepto existente en algunos sectores de que América puede ir de alguna manera sola en la lucha contra el terrorismo, o en cualquier otra cosa”60. El 18 de octubre, el secretario de Estado, Collin Powell señalaba: “...ya nadie nos dice unilateralistas. Somos tan multilaterales que el chequeo de cada cual y de cada uno me tiene ocupado 24 horas”61. En ese período, el Consejo y la Asamblea General aprobaron resoluciones que otorgaban el más pleno apoyo a Estados Unidos. La resolución 1368, aprobada el 12 de septiembre de ese año, si bien no se basaba en el artículo 39 de la Carta, que autoriza el uso de fuerza para restablecer la paz y la seguridad internacionales, ella abría la posibilidad de imponer el derecho de autodefensa ante una ataque armado, figura contemplada en el artículo 51 del mencionado cuerpo normativo. Pocos días después, el Consejo aprobaba la resolución 1373, en la que además de reiterar el carácter de amenaza a la paz y la seguridad internacionales del terrorismo y de reafirmar la necesidad de luchar por todos los medios en su contra, decidía que todos los Estados prevengan y repriman la financiación del terrorismo. La extensa y detallada resolución, una de las más ambiciosas jamás aprobadas por el Consejo, legislaba en los hechos a cuenta de los Estados miembros, señalando detalladamente las medidas destinadas a prevenir actos terroristas, la forma de persecución y el enjuiciamiento de los responsables y la cooperación a la que se obligaban todos los Estados para luchar contra el flagelo. Difícilmente en la historia de las Naciones Unidas, se había dado un respaldo legal más efectivo a una nación agredida. Pero a poco andar, todo cambió. Contrariamente a lo que inicialmente se creía, la postura unilateral del Gigante del Norte comenzó a endurecerse. El presidente Bush prometió “justicia infinita”, concepto que despertó gran preocupación mundial. Debía existir castigo a quienes se sindicaban como responsables de los atentados, aun cuando ellos sean antiguos aliados. En Afganistán, con la ayuda de 2 Estados muy poco democráticos, Arabia Saudita y Pakistán, Washington alentó en la década de 1970 la creación de brigadas islamitas reclutadas en el mundo árabe musulmán y compuestas de lo que los medios denominaban Freedom Fighters 60 George Bush, citado en The New York Times, 19 de septiembre de 2001, www.diariomundial.com 61 www.periodistadigital.com 27 (combatientes de la libertad). Se sabe que fue en esas circunstancias que la CIA reclutó y formó al ahora célebre Osama Bin Laden. Como el Dr. Frankenstein, Estados Unidos veía erguirse ante él su antigua creación- Osama Bin Laden-con violencia demencial. Aunque tal amenaza pudo preverse. Desde hacía años, los analistas serios sobre los riesgos subrayaban la amenaza creciente de atentados terroristas en suelo estadounidense. Por ejemplo el informe de la comisión legislativa Hart-Rudman, publicado en 1999, advertía: “Los pequeños Estados y los grupos de individuos, se trate de organizaciones mafiosas o terroristas, ya no necesitarán invertir mucho en la ciencia o la industria para adueñarse de tecnologías muy peligrosas....Es probable que estadounidenses mueran en su propio territorio, tal vez en grandes cantidades”62. Hoy, el Congreso estadounidense, a través de una comisión investigadora, ha dado señales a la opinión pública en relación a que los organismos de seguridad estadounidenses sabían de la existencia de un plan de atentados que preparaba Al-Qaeda. Luego, comienzan a sucederse los conceptos tales como la crítica de la asesora presidencial de defensa de Bush, Condolezza Rice, hacia algunos sectores estadounidenses por subordinar los intereses de los Estados Unidos a los intereses de una comunidad internacional ilusoria, o por creer que el apoyo de varios Estados, o aún mejor, de instituciones como las Naciones Unidas, es esencial al uso legítimo del poder, o señalando que los acuerdos multilaterales y las instituciones no pueden ser un fin por sí mismos. Esta escalada de rigidez unilateral lleva primeramente a sindicar a una persona y a un grupo terrorista como responsables, luego a gobiernos que los amparaban y finalmente a países completos El representante estadounidense ante el Consejo, John Dimitri Negroponte anunció que “ Podríamos llegar a la conclusión de que nuestra autodefensa necesita de una acción extra dirigida contra otras organizaciones o Estados”63. Es en este período donde se hacen tristemente familiares conceptos como el de elevar la seguridad norteamericana a categoría de seguridad mundial, entendiendo que la seguridad del mundo pasaba por la de Estados Unidos, siendo todo el orbe el campo de acción para su guerra contra el terrorismo, reservándose la posibilidad de transgredir el Derecho Internacional y el Derecho interno de los países, por su legítimo derecho a defensa. 62 Publicación del Congreso de los Estados Unidos de América, Washigton DC, 1999. www.periodistadigital.com 63 www.onu.org 28 Y muchos países se pusieron a las órdenes de Washington, en esta tarea, casi sin opción. En el terreno de información más de 50 países pusieron sus servicios a las órdenes de la CIA y del FBI. En todo el mundo se detuvo a más de 360 sospechosos, acusados de tener vínculos con la red Al-Qaeda y Bin Laden. El domingo 7 de octubre de 2001, marcó el comienzo de los bombardeos contra Afganistán. Como es lógico, el desenlace fue rápido y a favor de la supuesta “coalición”. Se instaló un gobierno proclive a occidente; pero de Bin Laden, nada: un duro fracaso que le costó credibilidad a la administración Bush sobre cómo llevaba su lucha contra el terrorismo. Pero el empecinado afán del Gigante del Norte de reestructurar Medio Oriente a la medida de sus intereses, no terminó en Afganistán. Tras los atentados, Estados Unidos no hizo más que fortalecer su auto asignado papel de gendarme internacional64. El 29 de enero de 2002, en su discurso sobre el estado de la Unión, evocó el llamado “eje del mal”, constituido por Irán, Irak y Corea del Norte, lo que deja en claro que su furia vengativa podía extenderse no sólo a grupos terroristas, sino también a Estados que a su parecer los amparen. Su próxima escala para acabar con el terrorismo en el mundo fue Irak. Además servía, de paso, para saldar viejas cuentas entre la familia Bush y Saddam Hussein. Fue precisamente en este conflicto en que se desnuda ante el mundo el más descarnado unilateralismo con que se conciben hoy las relaciones internacionales. Es aquí donde se concentraron las más groseras maniobras de manipulación a la opinión pública mundial y las más flagrantes transgresiones al Derecho Internacional, dejando empequeñecido el rol del Consejo. Durante el transcurso del año 2002 se quiso justificar una posible intervención militar en Irak, señalando que Bagdad no había con el desarme impuesto por Naciones Unidas al término de la Guerra del Golfo y que en territorio iraquí se estarían facturando armas de destrucción masiva; lo anterior unido a la convicción de Washington de las conexiones de Hussein con grupos terroristas. En el informe presentado por George Bush ante el Consejo el 12 de septiembre de 2002 señalaba que Irak mantenía estrechas vinculaciones con Al-Qaeda y que amenaza la seguridad estadounidense porque posee armas de destrucción masiva. Pero no fue el único que así lo señaló: José María Aznar, presidente del gobierno español, afirmó en las Cortes de Madrid el 5 de febrero de 2003 que “Todos sabemos que Saddam Hussein tiene armas de destrucción masiva...Todos 64 “El nuevo rostro del mundo” Victor Hugo de la Fuente, , Edit. Aun Creemos en los Sueños, Nº 8, año 2002, pag. 7. 29 sabemos que tiene armas químicas”65. Ahora también sabemos lo que le costó a España el apoyo irrestricto de su gobierno a la invasión a Irak: más de 200 muertos y más de 1500 heridos como resultado de sendas explosiones en el tren urbano de Madrid, en el mayor atentado terrorista en la historia de España ocurrido el 11 de marzo recién pasado. Pero volvamos a Irak. Hasta que comenzó la ofensiva el día 20 de marzo de 2003, la historia es sabida por todos: informes de seguridad falsos, creación de agencias especializadas en proporcionar a la prensa datos falsos, descrédito a los grupos de expertos observadores que buscaban armas de destrucción masiva en Irak por mandato del Consejo, presión a los Miembros del Consejo- que iban desde el espionaje en las representaciones diplomáticas hasta llamadas telefónicas a los distintos mandatarios- para que aprueben una resolución autorizando la invasión, y un interminable etcétera. Cuando ha pasado más de un año desde el comienzo de la invasión, podemos tener como balance a un Irak destruido- aunque sin el tirano Hussein, debemos admitirlo- país que nunca tuvo armas de destrucción masiva como hoy ya se sabe, el cual carece de un plan de reconstrucción eficaz; también una lucha antiterrorista de discutible resultado, teniendo en consideración el llamado 11-M; pero los que más nos preocupa a nosotros, un Derecho Internacional pisoteado e instituciones secuestradas en la impotencia. Esta acción unilateral del Gigante del Norte significó primeramente, restarle validez a las comisiones de inspectores de armas nombrados por el Consejo; transgredir el Derecho Internacional Humanitario y al Derecho Internacional en tiempo de Guerra66 al no concebir un plan de administración de los territorios ocupados que se hiciera cargo de la paupérrima condición en que está el pueblo iraquí; violar la Convención sobre Derechos Humanos al tener prisioneros en la base naval de Guantánamo al margen de todo amparo jurídico y en condiciones infrahumanas. Y por si fuera poco, atentar contra el Capítulo VII de la Carta, al utilizar el uso de la fuerza sin contar con una resolución del Consejo que la apruebe, entendiendo además que no se puede declarar como legítima defensa una posible agresión de un supuesto enemigo. Repugna al Derecho Internacional la idea de una “Guerra Preventiva”. Antes de finalizar esta relación de sucesos, esbozaré algunos planteamientos que se han formulado que pueden dar indicios del porqué de este unilateralismo. Algunos piensan, como Samuel Huntington, que la actitud adoptada por Washington, en especial la manifestada en los conflictos de Afganistán e Irak, obedece a su 65 66 Diario El País, Madrid, 4 de junio de 2003, www.elpais.es Benadava, Santiago y otros. Nuevos enfoques del Derecho Internacional. Editorial Jurídica de Chile. Santiago, 1992 (p. 61). 30 denominado “Choque de Civilizaciones”67, entendiendo por tal al conflicto que inevitablemente ha de tener la civilización occidental- liderada por Estados Unidos, obviamente- con el resto de las culturas- islámica, china, japonesa, eslava ortodoxa, hindú, latinoamericana y africana- ya que sólo la cultura occidental garantizaría la libertad, la Constitución, la igualdad, los derechos humanos, el reino de la ley, la democracia y los mercados libres. Algunos piensan que tanto el Presidente Bush, al hablar de “cruzada”, como Bin Laden, describieron este enfrentamiento en términos de un choque de civilizaciones y aún de una guerra de religiones: “El mundo está dividido en 2 campos, afirmó Bin Laden, uno bajo la bandera de la cruz, como dijo Bush, el jefe de los infieles y el otro bajo la bandera del Islam”68. Otros, como Tariq Ali69, han refutado tal teoría, señalando que las culturas no son homogéneas y pueden existir más diferencias entre los diversos grupos islámicos, por ejemplo, que entre civilizaciones diversas; además el proceso de globalización ha llevado a un proceso de transculturización y sincretismo que es difícil señalar los límites entre una u otra civilización. Este escritor pakistaní, atribuye sólo a la codicia estadounidense este actuar unilateral. Y otros, en cambio, han ido más allá. Denis Duclos, director de investigaciones en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas de París, ha señalado incluso que el actuar agresivo de los Estados Unidos, corresponde a una verdadera cultura del odio70. Apoya su tesis en la historia del Gigante del Norte, gestada como una nación en la que reinaba una constante pugna entre los distintos inmigrantes de diversos orígenes. El estudioso Gary Nash71 describía la llegada de los colonos europeos a América del Norte como un choque de identidades culturales. Las tribus indígenas como los iroqueses vivían un ideal cultural diferente: la idea europea de dominio masculino y subordinación femenina en todas las cosas estaba conspicuamente ausente en la sociedad iroquesa. El exterminio de los indígenas, las guerras de pandillas a comienzos del siglo XIXretratadas en la película “Pandillas de Nueva York”- la Guerra de Secesión, los feudos gangsteriles de comienzos del siglo XX, la esclavitud y la xenofobia racial, darían cuenta, según Duclos, de una sociedad que no logró evolucionar completamente, que no desarrolló 67 Samuel Huntington. El Choque de Civilizaciones. Editorial Piados. Buenos Aires, 2001. 68 Le Monde, 3 de noviembre de 2001, www.lemonde.com 69 “¿Choque de Civilizaciones?”. Ali, Tariq. Revista Le Monde Diplomatique. 2001 (p. 16). 70 “Delirios Paranoicos y Cultura del Odio”. Duclos, Denis. Le Monde Diplomatique . 2003( p. 6). 71 Herman, Artur. La idea de la Decadencia en la Historia Occidental...(p.382) citando a Gary Nash. 31 conceptos como la solidaridad colectiva. Es esa misma sociedad agresiva la que posee cifras como más de 10.000 personas baleadas por años en la calle, contra una docena en Canadá. Según Duclos, la estadounidense es a la vez una sociedad que reniega y se repugna con la idea misma de sociedad. Para finalizar este capítulo, considero apropiado entender el contexto mundial en el cual se desarrolla esta actitud hostil por parte de Estados Unidos y en este análisis es clave el concepto de la globalización. No me atrevo a considerar absolutamente ciertos o falsos estos planteamientos, pero a mi juicio sirven como punto de reflexión a tener presente en un análisis respecto del unilateralismo actual. De lo que si estoy seguro - y ahora si que termino este capitulo- es que si se pensaba que el unilateralismo estaba en retirada, le digo desde lo más profundo de mi corazón: ¡Lo siento, el Rey unilateralismo ha vuelto y está más vivo que nunca!. 32 CAPITULO CUARTO. REINGENIERIA PROFUNDA Sin duda alguna que todo lo anteriormente mencionado nos lleva a pensar inequívocamente, en que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas no ha sido eficaz en contener el unilateralismo estadounidense. Su actual estructura no está acorde con la realidad fáctica que impera en el orbe. Y como es lógico de suponer, necesita de cirugía profunda para salir de su estado agónico. Debido a los cambios en las relaciones internacionales y el considerable aumento de miembros de la Organización de las Naciones Unidas - especialmente países en desarrollo los Estados Miembros han emitido diversas opiniones para aumentar la eficiencia del Consejo de Seguridad, revisando la composición del Consejo de Seguridad y otras cuestiones conexas. 4.1.- LA FAMILIA CRECE La cuestión de la representación equitativa en el Consejo de seguridad y del aumento del número de sus miembros inició desde el 34 período de sesiones de la Asamblea General, celebrado en 1979, a solicitud de Argelia, Argentina, Bangladesh, Bhután, Guyana, India, Maldivas, Nepal, Nigeria y Sri Lanka. El tema fue aplazado en los periodos de sesiones de la Asamblea General 35 al 46, y en su período 47 (1992) la Asamblea General aprobó l a resolución 47/62 y en cumplimiento a esta resolución, el secretario General publicó un informe con las observaciones que habían formulado los Estados Miembros sobre una posible revisión de la Composición del Consejo de Seguridad. A través de la resolución 48/26 de la Asamblea General, del 3 de diciembre de 1993, se estableció un grupo de trabajo de composición abierta para examinar los aspectos del aumento del número de miembros del Consejo de Seguridad y otras cuestiones relativas. En esta resolución también se incluyó en el programa provisional de la 49 sesión de la Asamblea General el tema de la “Cuestión de la representación equitativa en el Consejo de seguridad y del aumento del número de sus miembros y cuestiones conexas”. Este Grupo de Trabajo inicio sus deliberaciones en enero de 1994 y su mandato fue prorrogado por la Asamblea General desde su período de sesiones 48 hasta el 55. 33 El 23 de noviembre de 1998, la Asamblea General aprobó la resolución 53/30 relativa a la “Mayoría necesaria para adoptar decisiones sobre la reforma del Consejo de Seguridad”. El 5 de septiembre de 2000, a través de su decisión 54/488 la Asamblea General decidió que el Grupo de trabajo de composición abierta continuara su labor y le presentara un informe antes de que terminara el 55 período de sesiones, incluidas cualesquiera recomendaciones que se acordaran. En cumplimiento de esa decisión fue preparado el informe publicado en el documento 54/47. Asimismo, el 8 de septiembre de 2000, Jefes de Estado y de Gobierno aprobaron la “Declaración del Milenio”, en la que, entre otras cosas, decidieron “redoblar esfuerzos por reformar ampliamente el Consejo de Seguridad en todos sus aspectos”. Posteriormente, el 10 de septiembre de 2001, la Asamblea General adoptó la decisión 55/503, donde exhortó al Grupo de Trabajo a continuar su labor y presentar un informe antes de que terminara el período 56 de la Asamblea General, dando lugar al documento A/45/57. La Asamblea General examinó la cuestión de la representación equitativa en el Consejo y del aumento del número de sus miembros y otros asuntos relativos al Consejo entre el 30 de octubre y el 1 de noviembre de 2001. Respecto de las propuestas de reforma propiamente tales, ellas se han centrado básicamente una mayor transparencia en su trabajo, las formas de relacionarse con otros órganos como la Asamblea General o con el Secretario General, cómo se sirve de órganos subsidiarios, misiones de paz, etc. En relación con dichas temáticas de reforma, debemos señalar que algunas de ellas requieren de la modificación de la Carta de Naciones Unidas. A modo esquemático, mencionaremos las siguientes: Propuestas que no requieren la modificación de la Carta - Mantener el veto en su forma actual - Que los miembros permanentes del Consejo recurran al veto con moderación - Buscar la forma de que las decisiones del Consejo de Seguridad se adopten por consenso, para no recurrir al veto - Usar el veto solo cuando la cuestión fuera de vital importancia para las Naciones Unidas en su conjunto 34 - De utilizarse el veto, explicar por escrito de la razón que lo justifica y transmitir esa explicación a la Asamblea General - Los miembros permanentes deberían comprometerse a sólo utilizar el veto con asuntos relativos al Capítulo VII de la Carta - La Asamblea General debería instar a los miembros permanentes a solo utilizar el veto en asuntos relacionados con el Capítulo VII de la Carta - Determinar que se entiende por “cuestión de procedimiento” en el párrafo 2 del artículo 27 de la Carta - Los miembros permanentes del Consejo deberían comprometerse unilateral o colectivamente a no recurrir al veto Propuestas que requieren la modificación de la Carta - Eliminar el veto - Definir con mayor claridad los casos en que se permite el ejercicio del derecho de veto, en el artículo 27 de la Carta - Limitar inicialmente el veto para posteriormente eliminarlo - Limitar el veto a las cuestiones relacionadas con el Capítulo VII de la Carta, modificando los Artículos pertinentes - Aumentar a más de uno el número de votos negativos de miembros permanentes para hacer efectivo el derecho de veto - Sujetar el ejercicio de derecho de veto a una decisión de la Asamblea General. Pero sin lugar a dudas, que las propuestas más relevantes dicen relación con su composición y su representatividad. Y no es porque propuestas relacionadas con otros temas no lo sean, sino porque para obtener un Consejo robustecido es necesario dotarlo de una conformación que sea reflejo del mundo de hoy. Sólo de esta manera se comenzaría a solidificar un justo contrapeso a la potencia de turno. El aumento de sus actuales 15 miembros es considerado como el elemento central para que éste sea representativo de la actual comunidad internacional. Se recordará que el Consejo inicialmente tuvo 11 miembros en 1945 en un universo de 51 Estados miembros: hoy son cerca de 200 los miembros de Naciones Unidas. Para muchas naciones, el aumento de la representación de los países en vías de desarrollo, tanto como permanentes como no permanentes en el Consejo sería un elemento esencial para democratizar las relaciones internacionales; para otros el aumento solamente conllevaría una mayor ineficacia. 35 El grupo de trabajo que se conformó para estudiar una posible reforma al Consejo, dio frutos al presentar el 20 de marzo de1997 una propuesta de carácter informal, la cual contenía, esquemáticamente, las siguientes proposiciones: - El Consejo se aumentaría de 15 a 24 miembros. - Se aumentaría el número de miembros permanentes con otros 5 adicionales sin derecho a veto: 2 países industrializados y 3 en desarrollo, de América Latina y el Caribe, Africa y Asia. Hay consenso en que los países industrializados sean Alemania y Japón. - Cada grupo regional seleccionaría y propondría el candidato que les correspondiera utilizando el método que le parezca más apropiado. En caso de desacuerdo lo decidiría la Asamblea General conforme al reglamento. - Se ampliaría en 4 los asientos no permanentes: uno para América Latina, Africa, Asia y Europa oriental. Europa occidental no ampliaría por el eventual ingreso de Alemania como miembro permanente. Hemos de señalar que tal propuesta siempre estuvo lejos de concitar un consenso. Veamos lo que opinan las grandes potencias. Estados Unidos anunció que abogaba por una reforma tendiente a ampliar el Consejo tanto de miembros permanentes como no permanentes no excediendo los 21 miembros. Francia también apoya la ampliación en ambas categorías hasta un máximo de 25 miembros; Rusia aceptaría una ampliación hasta 21 miembros y se debería aplazar cualquier decisión acerca del derechos a veto de los nuevos miembros permanentes. En el caso del Reino Unido prefiere una ampliación solamente de miembros permanentes. Y en el caso de China a expresado una actitud flexible frente a un eventual aumento de miembros, pero prefiere mantener la actual composición. Además de estas dispares posturas, señalaremos que la incorporación automática de países como Alemania y Japón como miembros permanentes es resistida por Italia. Los países en desarrollo aceptarían el ingreso de dos países siempre que éste fuera acompañado de a lo menos un país en desarrollo por cada una de las regiones. El caso de Africa, considera que un miembro permanente por su región no es suficiente y es por ello que solicita dos asientos. A toda esta marea de opiniones relativas a la composición del Consejo debemos agregar las variopintas maneras de selección de los nuevos miembros permanentes. Primeramente hay algunos que señalan que la decisión regional sea por consenso, posición que favorecía por aquellos que no desean nuevos miembros permanentes y por aquellos que no desean a los actuales eventuales candidatos. También hay quienes opinan que cada 36 región debiese establecer su propio arreglo interno para determinar si el candidato finalmente seleccionado tendría la condición de permanente o si existiría una rotación con plazos más extensos dentro del propio grupo. Incluso, hay un grupo de países que no desean un aumento de los miembros permanentes del Consejo; solamente aceptan un aumento en el número de miembros no permanentes. Este grupo lo forman unos 46 Estados e incluye a países que ven anuladas sus expectativas de ser miembros permanentes ante el avance de contendores en la misma región con mejores posibilidades. Particular mención haremos en lo referido al, tal vez, más poderoso instrumento con que cuentan los miembros permanentes: el veto. El movimiento no alineado ha abogado por la eliminación o limitación del mismo al Capítulo VII de la Carta, es decir, su utilización sólo respecto de materias referidas a dicho Capítulo, como es natural esta posición cuenta con la más granítica oposición de los actuales miembros permanentes. Agregado como dato, Alemania sostiene que si entra al Consejo como miembro permanente lo hará en igualdad de condiciones que los actuales, es decir, con pleno derecho a veto; lo mismo piensan los potenciales candidatos como India y Sudáfrica. 4.2.- LO QUE FALTA Como hemos podido apreciar, la variedad de las posturas conducentes a dotar al Consejo de una composición más representativa, se limitan a ampliar el número de miembros, sean éstos permanentes o no permanentes, con y sin derecho a veto, como si sólo su mayor número asegurara un equilibrio armonioso en el concierto global. Creo, a modesto entender, que la sola elevación del número de miembros no garantiza sino un mayor poder de movimiento de la potencia de turno. Existirían mayores potenciales víctimas de extorsiones y chantajes por parte del Gigante del Norte, situación ya vivida como país a propósito de una posible votación en el Consejo de una resolución que autorizase a Estados Unidos la intervención armada contra Irak a comienzos del 2003. A primera vista, uno puede entender que la ampliación en el número de miembros del Consejo, obstaculizaría la capacidad de negociación de Estados Unidos para poder obtener el quórum necesario de aprobación de resoluciones que le sean felices a sus intereses. Pero en la práctica, como lo hemos podido apreciar a lo largo y ancho de esta investigación, el Gigante actúa con o sin la anuencia del Consejo; desconoce abiertamente la institucionalidad internacional relevándola a la categoría de triste espectador. Por tanto, no necesita de votos favorables. 37 La esencia del unilateralismo es la transgresión irreverente al Derecho Internacional, y lo que necesita un sujeto infractor es respuestas de la institucionalidad a su actuar transgresor. Es por ello la necesidad de la aplicación de sanciones a quien viole la norma, en razón del repudio que causa en la comunidad global institucionalizada. Lo que necesita la potencia unilateral es recibir sanciones de la institucionalidad internacional, aunque sean simbólicas- estamos conscientes de la carencia de coercitividad del sistema teniendo en contra tamaño poder -, para así forjar poco a poco la conciencia de que su actuar se somete permanentemente a juicio. No es lo mismo actuar que actuar sabiendo que lo que haces no es correcto. Entonces, si lo que queremos es buscar la manera de aprobar resoluciones sancionatorias para Estados Unidos, lógicamente que un mayor número de miembros alienta la dispersión de votos necesarios para contar con los Quórum de aprobación. Además, la designación de los nuevos miembros tomando en consideración sólo criterios geográficos, convierte al supuesto “representante de la región” en un voto extraordinariamente débil. El criterio geográfico necesariamente debe ir acompañado de mecanismos de consulta y votación regionales, que permita a los conglomerados de países acordar sus prioridades de seguridad regionales y someter a votación la postura a asumir como cuerpo sobre asuntos relevantes que se ventilen en el Consejo. Así se logra que el representante sea verdaderamente tal; se consigue un voto más fuerte, con el respaldo de un sistema de países, lo que impediría o al menos aminoraría la energía disuasiva de la potencia de turno. Este mecanismo regional además, daría pie para obligar a limar asperezas en los conflictos regionales; otorgaría una instancia para el diálogo, lo que se traduciría en la búsqueda de objetivos de seguridad comunes. Si los problemas regionales pueden ser discutidos y eventualmente resueltos en el mismo seno en donde se gestan queda, sin duda alguna, una franja considerablemente más estrecha en donde la potencia hegemónica pueda inmiscuirse. 38 CAPITULO QUINTO. CONCLUSIONES Estados Unidos se erige , hoy, como la única superpotencia, un país que se distancia de manera considerable dentro de todo el concierto global. La posición aventajada de Estados Unidos se hace evidente desde la caída del Imperio Soviético, aún cuando ya la ostentaba con anterioridad. La hegemonía estadounidense abarca distintos planos, como el económico o el tecnológico. Pero donde se hace más patente es en su poderío militar. Estados Unidos puede considerarse como el último gran imperio de la historia, tal vez no como tradicionalmente se concibe este concepto, pero si respecto como se ha relacionado con el entorno internacional y de la manera que ha influenciado en él en pos de sus intereses políticos y económicos. La Organización de Naciones Unidas, a través de su Consejo de Seguridad vela por la paz y la seguridad mundiales, por mandato expreso de su Carta. Es sin duda alguna el Consejo de Seguridad el órgano que más resiente el actuar unilateral de los Estados Unidos. Las resoluciones del Consejo son obligatorias no sólo para sus países miembros que las votaron favorablemente, sino para todos los Estados miembros de Naciones Unidas. El artículo 25 señala claramente que “los miembros de las Naciones Unidas convienen en aceptar y cumplir las decisiones del Consejo de Seguridad de acuerdo con esta Carta”. Con la Guerra del Golfo se termina la bipolaridad existente en el Consejo de Seguridad por casi 50 años, ya que se autoriza el uso de la fuerza con la anuencia por primera vez de todos los miembros permanentes, con la sóla abstención de China. Lo que es conveniente destacar es que si bien existió una resolución que la autorizaba, en los hechos se vulneraron ciertos procedimientos de intervención y garantías humanitarias. Desde la Guerra del Golfo, hasta la segunda invasión a Irak, Estados Unidos ha desplegado una política agresiva en pos de sus intereses. El Consejo ha carecido de eficacia para contener la política unilateralista de Estados Unidos, siendo relevado a la categoría de espectador. Para que el Consejo de Seguridad pueda ofrecer mayor eficacia, es necesario reestructurarlo, siendo necesario la aplicación de reformas sustantivas. Una de las reformas más urgentes que requiere el Consejo, es la relativa a su composición, buscando en ella mayor grado de representatividad de las regiones del orbe. La sola aplicación de criterios geográficos para la nueva composición del Consejo de seguridad no es suficiente si se quieren adoptar medidas que impliquen un justo contrapeso al unilateralismo actual. 39 BIBLIOGRAFIA Abusleme, Patricio. “Unilateralismo versus Multilateralimo”. Revista Al Damir. Pág. 9 Ali, Tariq. “¿Choque de Civilizaciones?”. Revista Le Monde Diplomatique. Pág. 16 Bishara, Marwan. “La era de las Guerras Asimétricas”. Revista Le Monde Diplomatique. Pág. 29 Clemons, Steven. “La ceguera del Imperio”. Revista Le Monde Diplomatique. Pág. 19 Chomsky, Noam. “El mejor de los mundos según Washington” . Revista Le Monde Diplomatique. Pág. 9 De la Fuente, Victor Hugo. “El nuevo rostro del mundo” De la Gorce, Paul-Mary. “la guerra de Washington”. Revista Le Monde Diplomatique. 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