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Tema 9.- El teatro español anterior a 1936: tendencias, rasgos principales, autores y obras
más significativas.
Todo el teatro español de esta época se puede agrupar en dos grandes apartados: el
teatro que triunfa y el teatro innovador.
1. El teatro que triunfa o teatro de éxito.
Se denomina de esta manera porque el teatro que se representa en los escenarios goza del
gusto del público. Es un teatro comercial alejado de las innovaciones que se experimentan en
Europa. Se puede agrupar en tres apartados:
a) La comedia burguesa o alta comedia: triunfa con Jacinto Benavente (1866-1954), que
profesa un teatro que critica suavemente los pequeños vicios de la burguesía
provinciana y rural, y representa a unos personajes-tipo cuyo perfil psicológico es la
muestra de la sociedad contemporánea. Lo más renovador de esta fórmula dramática es
la agilidad y naturalidad de los diálogos. Las obras más representativas de Jacinto
Benavente son El nido ajeno, La Malquerida y, la que merece mención aparte, Los
intereses creados.
b) Teatro poético o teatro en verso: pretende reflejar la sensibilidad modernista y supone
una reacción contra el teatro realista y costumbrista. Dentro de este ámbito, Eduardo
Marquina tuvo un gran éxito de público y cultivó el drama histórico en verso.
Destacaremos títulos como En Flandes se ha puesto el sol y El gran capitán. Francisco
Villaespesa también cultivó este género con títulos como La Leona de Castilla, y los
hermanos Machado escribieron, en colaboración, 5 obras en verso de las que destacan
Las Adelfas y La Lola se va a los puertos.
c) Teatro costumbrista y cómico: recrea la vida popular de la España contemporánea.
Representan ambientes pintorescos donde se mueven personajes populares con una gran
carga humorística, usando para ello un lenguaje casticista. Los representantes de este
género son Carlos Arniches y los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero.
Arniches triunfa con sus sainetes ambientados en el Madrid de la época -El santo de la
Isidra- aunque, en su última etapa, inventa un género llamado tragedia grotesca que es
lo más interesante de su teatro: La señorita de Trevélez, Es mi hombre o Que viene mi
marido. Por otro lado, los hermanos Álvarez Quintero representan a la Andalucía tópica
con obras como El genio alegre, Mariquilla Terremoto y El patio, entre las más
destacadas.
2. El teatro innovador o experimental.
Esta línea pretendió escribir un teatro con nuevas técnicas, experimental, pero sus autores no
llegaron a conectar con el gusto del público. Entre las distintas tendencias podemos destacar:
a) El teatro de algunos noventayochistas como Unamuno, Azorín y Valle-Inclán:
Miguel de Unamuno escribió un teatro filosófico que plantea sus obsesiones y recuerda
al teatro grecolatino como, por ejemplo, en Fedra o La esfinge. Por otro lado, Azorín
plantea una renovación teatral acercándose a la estética vanguardista aunque con poco
éxito. Baste citar la trilogía Lo invisible o su Comedia del arte.
Sin lugar a dudas es Valle-Inclán el máximo exponente de la renovación dramática de
principios de siglo XX porque entendía el teatro, no solo como producto literario sino
también como espectáculo escénico. En su trayectoria podemos distinguir 5 ciclos:
1. Ciclo modernista: en la línea de un teatro aristocratizante y refinado. Por ejemplo,
El Marqués de Bradomín.
2. Ciclo mítico: presenta una Galicia rural y atemporal salpicada de personajes
arrastrados por las grandes pasiones. Por ejemplo, las Comedias bárbaras y Divinas
Palabras.
3. Ciclo de la farsa: precursora del esperpento porque mezclan los sentimental y lo
grotesco. Por Ejemplo, Farsa y licencia de la reina castiza –crítica feroz del
reinado de Isabel II.
4. Ciclo del Esperpento: se basa en una estética basada en la distorsión de la realidad,
que mezcla lo trágico con lo cómico. Hay un trasfondo de crítica social y estética.
Por ejemplo, Luces de Bohemia –su mejor creación- y Los cuernos de don Friolera.
5. Última etapa: agrupa las obras del retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte, en
total cuatro piezas cortas. Son obras cercanas a la estética del Esperpento.
b) El teatro de la Generación del 27
Los autores de esta generación literaria se propusieron en el terreno teatral acercarse a la estética
vanguardista, acercar el teatro al pueblo y dotar a los textos de una mayor carga poética. Entre
los autores más destacados citaremos a Pedro Salinas (El Dictador, La cabeza de Medusa),
Rafael Alberti (Noche de guerra en el Museo del Prado, El adefesio), Max Aub (Los
trasterrados), Alejandro Casona (Los árboles mueren de pie) y Miguel Hernández (El labrador
de más aire). Pero, sin duda alguna, el miembro de este grupo de escritores que ha alcanzado
renombre universal como dramaturgo es Federico García Lorca. Su obra es el paradigma de la
renovación y de la depuración estética con una fijación concreta: reconducir el teatro a sus
oríegenes.
Su trayectoria en el espacio teatral puede resumirse bajo ciertos signos de identidad:
a) Los primeros ensayos dramáticos: de influencia modernista y en verso donde destacan
dos obras, El maleficio de la mariposa (1919) y Mariana Pineda (1923).
b) Las farsas: por un lado las obras escritas para guiñol como Tragicomedia de don
Cristóbal y la señá Rosita (1923) y Retablillo de don Cristóbal (1931). Y las farsas
escritas para personas, La zapatera prodigiosa y Amor de don Perlimplín con Belisa en
su jardín, ambas de 1929.
c) Los experimentos surrealistas: influencia clara de los movimientos de vanguardia donde
se ensaya con la ruptura de la lógica del espacio y del tiempo. A esta etapa pertenecen
Así que pasen cinco años (1931) y El público (1933) y Comedia sin título (inconclusa).
d) Tragedias y dramas: en este entorno García Lorca nos lega sus mejores producciones
teatrales. En un ambiente rural, el “fatum” o destino trágico del teatro griego se hace
patente en los personajes femeninos que protagonizan estas obras los cuales, en un
ambiente de amarga soledad, angustia vital y frustración, serán conducidos de manera
inexorable hacia un final funesto.
Mucho se ha hablado de una trilogía consciente o inconscientemente pactada sobre la
tierra española de la que formarían parte Bodas de Sangre (1933), Yerma (1934) y La
casa de Bernarda Alba (1936). Y, mención aparte, una obra sobre el tema de la soltería
en las señoritas de provincias titulada Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores
(1935) cerraría una trayectoria dramática truncada, violentamente, por el asesinato del
poeta y dramaturgo en los albores de la guerra civil.