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PEQUEÑAS COMUNIDADES PARROQUIALES
TERCERA REUNIÓN NOVIEMBRE 2016
“SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN”
1. BIENVENIDA
Hermanos, qué gusto de verlos nuevamente. En este mes de noviembre tenemos un gran
acontecimiento, la clausura del Año Jubilar Extraordinario de la Misericordia. Desde luego, esto no
quiere decir que con esta clausura se terminan las oportunidades de la reconciliación con Dios y entre
nosotros. Este año nos ayudó a recordar la siempre infinita misericordia con que nos ama nuestro Dios,
que Misericordia es el nombre de Dios que perdona todo y que con esa misma misericordia nos
debemos relacionar, amar y perdonar entre nosotros.
Hagamos pues nuestra oración.
2. ORACIÓN INICIAL
ORACIÓN DEL AÑO DE LA MISERICORDIA
Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo, y nos has dicho que
quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación.
Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la
Magdalena de buscar la felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la traición, y
aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido. Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra
que dijiste a la samaritana: ¡Si conocieras el don de Dios!
Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el
perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado
y glorioso.
Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera
compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque a uno de
ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios.
Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción para que el Jubileo de la Misericordia sea un año
de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres
proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la vista a los ciegos.
Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti que vives y reinas con el Padre y
el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
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3. HECHO DE VIDA.
Consejo de un gran psicólogo
Jagot es un escritor y profesor universitario norteamericano de fama mundial, pero no es católico. Un
día ante un auditorio de más de mil personas, enumerando los remedios para vivir en paz y tranquilidad,
exclamó: ¿Alguno de ustedes es católico?, Pues oiga bien mi consejo: Practique frecuentemente la
confesión. Yo no soy católico pero sé muy bien que no existe en el mundo, otra práctica religiosa que
atraiga más paz y tranquilidad al espíritu, que la confesión de los católicos, bien hecha y con las debidas
disposiciones.
4. ILUMINACIÓN BIBLICA (LEER DIRECTAMENTE DE LA BIBLIA)
Del Evangelio de San Juan 20, 22
"Recibid el Espíritu Santo. A todo el que le perdonéis los pecados, le quedan perdonados"
5. CONFRONTACIÓN
LA RECONCILIACIÓN, CONFESIÓN O PENITENCIA
Para los creyentes católicos, la CONFESIÓN es un SACRAMENTO, es decir, un signo de la presencia y de
la acción salvífica de Dios, como el Bautismo, la Confirmación, la Eucaristía, la Unción de los enfermos,
el Matrimonio y el Orden sacerdotal.
El signo consiste en decir los pecados cometidos al sacerdote y recibir de él la absolución, el perdón.
Pero, para participar de este sacramento sanador hay que dar algunos pasos antes:
El primero es tener fe. El sacramento de la Reconciliación es parte de la sacramentalidad de la Iglesia, es
decir, la Iglesia de Cristo, la comunidad de creyentes, en el momento actual y en los diversos lugares del
mundo, realiza la presencia y la acción de Jesucristo. Por esto, el creyente católico puede confiar en que
este sacramento hace presente al Dios misericordioso que perdona todo pecado a quien le implora,
arrepentido, su perdón. En la Confesión nos encontramos con nuestro Padre Dios. El signo se realiza a
través del sacerdote, ministro del perdón divino, quien por la ordenación sacerdotal ha recibido al
Espíritu Santo y lo comunica como perdón misericordioso al pecador arrepentido. Él presbítero hace
presente a Jesucristo.
Así pues, el cristiano católico, consciente de ser hijo de Dios y discípulo de Jesucristo, y de que no ha
hecho la voluntad del Padre o se ha apartado de las enseñanzas del mismo Jesucristo en el Evangelio,
lamenta su falta, siente dolor por la desobediencia, el alejamiento o la separación del Padre y de la
familia de Dios, se arrepiente de haber ofendido a Dios o prescindido de Él, en sí mismo o en sus
hermanos y se acerca al sacramento de la Confesión para pedir perdón. Después de escuchar sus
pecados, el sacerdote le pide al penitente que exprese esta decisión de pedir perdón rezando el “Señor
mío Jesucristo” o, al menos, respondiendo a la pregunta: ¿quieres pedir perdón a Dios?
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También, le recuerda al penitente que es necesario el propósito de enmendarse, de cambiar las
conductas que ha confesado y le da la absolución haciendo sobre él la señal de la cruz al mismo tiempo
que dice: “Dios, Padre misericordioso, que reconcilió al mundo consigo por la muerte y resurrección de
su Hijo y envió al Espíritu Santo para el perdón de los pecados, te conceda, por el ministerio de la Iglesia,
el perdón y la paz. Yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.
O decir la última parte “Yo te absuelvo tus de tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo.
Enseguida, le señala fiel una “penitencia”. Puede ser una oración o una acto de caridad, que expresen el
deseo de reparar el daño provocado por los propios pecados y la decisión de vivir de una forma nueva,
de acuerdo a la voluntad de Dios.
La religión consiste en la forma de relacionarnos con Dios. Si aceptamos a Dios como verdadero Padre y
a Jesús, su el Hijo, nuestro Salvador, como el Maestro y Modelo de nuestra vida, a quien hemos de
seguir, imitando su forma de amar hasta dar la vida por los demás y practicando sus enseñanzas, que se
encuentran en los Evangelios, vamos a entender que el pecado es todo acto de pensamiento, palabra,
obra u omisión que contradiga esta relación, la atenúe,, la ponga en riesgo o la rompa.
¿Cuándo confesarse?
La Iglesia Católica en sus mandamientos dice: “Confesar, por lo menos, una vez al año, por la pascua”.
Sin embargo, quien está consiente de haber cometido pecado mortal, es decir, de haber roto su relación
con Dios, debe confesarse lo más pronto posible.
Por otra parte, todos los creyentes somos conscientes de nuestra debilidad, de nuestros defectos, de
que constantemente fallamos en el seguimiento de las enseñanzas del Señor, de que no nos conducimos
como verdaderos hijos de nuestro Padre Dios. Siempre hay necesidad de reconocer que somos
pecadores.
Por esto, es conveniente acercarse al sacramento de la Reconciliación con frecuencia. El tiempo de esta
frecuencia, cada persona habrá de determinarlo para guardar el equilibrio necesario entre la necesidad
de reconciliación con nuestro Padre Dios que nos llevaría a buscar la confesión diariamente y la
conveniencia de no convertir la confesión en una rutina que haga perder la maravillosa experiencia del
perdón o que obedezca a una escrupulosidad enfermiza que contradiga el mismo amor y misericordia
de Dios, o por el contario, pensar que no tenemos ningún pecado y nos situemos en el otro extremo, el
de la laxitud.
El aspecto comunitario
Reconciliarse con el Padre , es “volver a la Casa Paterna”, experimentarnos parte de la familia de Dios.
El pecado, rechazo de Dios y su voluntad, rompe o debilita nuestra relación con Él y también, daña a la
comunidad. Lo que hagas o dejes de hacer afecta a los demás, positiva o negativamente. Cuando rompes
o debilitas tu relación con Dios, tu participación en el amor con los hermanos también resulta afectada,
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en ocasiones porque la acción va directamente en contra de otro u otros y, siempre, porque tu acción u
omisión afecta directamente tu aportación de lo mejor de ti a la comunidad, es decir, no das a los demás
lo que se espera de ti. Por esto, la confesión sacramental no sólo nos reconcilia con Dios, por su perdón
misericordioso, sino que también nos reinserta en la vida comunitaria de la Iglesia.
6. CONVERSACIÓN Y COMPROMISO
Teniendo en cuenta la reflexión anterior y la cita bíblica, platiquemos sobre nuestra experiencia concreta
de la participar en el Sacramento de la Reconciliación y los frutos que hemos obtenido de haber recibido
el perdón misericordioso de Dios.
AVISOS Y UBICACIÓN EN LA VIDA PARROQUIAL
En este mes de noviembre tendremos :
 Martes 15 de noviembre: Clausura del Año Jubilar de la Misericordia, la misa será en la Catedral.
Saldremos del templo de “Monjas” a las 6:30 pm. Todos estamos invitados a recibir la gracia de
la Indulgencia Plenaria participando en esta celebración.
 Podemos con camisas blancas o rojas.
7. CONVIVENCIA
Conversar los asuntos de la comunidad. Aniversarios, problemas, éxitos, etc.
8. ORACIÓN: LA DE INICIO
9. DESPEDIDA :
Verdaderamente, Dios nos ama tanto que dejo el sacramento de la reconciliación para mostrarnos
siempre su misericordia, su infinito amor. Repasemos constantemente los pasos para una buena
confesión, hagamos un buen examen de conciencia preparando lo mejor posible nuestra confesión.
Nos vemos el próximo mes de diciembre el día _______ a las _______________ gracias.