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I.E. MARCELIANA SALDARRIAGA
AREA DE CIENCIAS SOCIALES
GRADO 10
2° período
Actividad de Seguimiento
Realice la lectura del siguiente texto. Resuelva la actividad en el cuaderno. Será
evaluada en la 3° semana del 2° período.
Responda las siguientes preguntas:
1. Realice un mapa conceptual del texto
2. ¿Cuáles son las características de los tres períodos históricos del
continente africano?
3. ¿cómo y por qué razón se dio el primer contacto de los europeos con el
continente africano?
4. ¿Quiénes fueron los primeros en colonizar el continente africano? ¿por qué
razón lo hicieron?
5. ¿cómo se intentó implantar el socialismo en África?
Historia y Política de África: Un Resumen
Publicado por Manuel M Vergara en sábado, octubre 05, 2013.
Etiquetas: Arusha, Cultura, derecho internacional, derechos humanos, estado de
derecho, Historia, política,Ruanda, swahili, Tanzania, África
Texto reproducido con fines académicos. Disponible en:
http://micviajando.blogspot.com.es/2013/10/historia-y-politica-de-africa-un-resumen.html
Al hablar de historia de África nos encontramos con dos problemas: uno de fondo
y otro de forma. El más obvio es el de cómo conocer la historia de África si no hay
apenas datos, archivos o una tradición escrita amplia, fiable y que se remonte
siglos atrás como en Europa o Asia. El segundo es cómo enfocar la historia de un
territorio: cuando lo más espontáneo y obvio para un occidental sería analizarla a
través de sus estados y países, resulta que la mayoría estados africanos no tienen
más de 50 años. Para hablar de la historia de África conviene fijarse en regiones
más o menos amplias y hacer un seguimiento de sus pueblos, en muchas
ocasiones nómadas. Después hacer hincapié en aquellas civilizaciones que
parecieron ser más estables.
En muchas ocasiones nos preguntamos por qué no hay fuentes escritas o una
expresión artística arquitectónica amplia y duradera que dé testimonio de un
asentamiento organizado, estable y civilizado. La respuesta está en la naturaleza
nómada de una gran cantidad de pueblos africanos. Las fronteras delineadas por
occidente encerraron en estados modernos y artificiales a muchas tribus que se
desplazaban por la región cuando el hombre blanco llegó. Existen, sin embargo,
algunas excepciones: reinos acomodados en ciertas zonas con una estructura
más compleja y estable que fueron conquistados casi como países y que por
tanto, tras la independencia, retomaron sus fronteras ancestrales. Algunos de
estos son; por ejemplo, Ruanda, Burundi, Lesoto, Suazilandia, Etiopía o los reinos
tradicionales dentro de Uganda. Eran monarquías más consolidadas y
sedentarias, acomodadas en algunas zonas que ofrecían ciertas facilidades (como
la región de los Grandes Lagos con acceso a agua, cultivo, pesca, etc… en
Ruanda, Burundi o Uganda).
Con la excepción de Etiopía, no existe una nutrida tradición escrita en África
Subsahariana. Esto obliga a recurrir a la tradición oral, arqueología, trazado de
conexiones lingüísticas y culturales o a los testimonios de potencias colindantes:
árabes, portugueses, etíopes en una primera fase, resto de europeos en un
segundo periodo.
Parece entonces que la historia de África ha de ser dividida en tres grandes
periodos: antes de la colonización, durante el mandato colonial y tras la
independencia.
Antes de la colonización podemos observar como los distintos grupos
lingüísticos han ido poblando todo el territorio subsahariano. En el caso de las
poblaciones bantú y níger-congoleña desde la Cuenca del Congo hacia el este y
sur en un caso, y hacia el oeste en otro.
Observamos además la aparición de ciertas civilizaciones asentadas que dejaron
restos arqueológicos de gran valor: el Imperio de Ghana (sin contacto con el
territorio del país que hoy lleva su nombre), el Imperio de Mali, los reinos del
Congo, Lunda y Luba, Zimbabue y por supuesto, Etiopía.
Hay que observar también sus intercambios culturales, comerciales y religiosos
con los árabes del Magreb y de Egipto en el norte o con los omaníes en el este
creando la cultura swahili.
Vamos encontrando, de este modo, una región en la que sus pueblos están
profundamente marcados por los agentes climatológico y geográficos (pueblos
pastores y nómadas de las grande llanuras, comerciantes en la costa, y más
sedentarios en los lagos) y por sus vecinos, abrazando el islam o permaneciendo
animistas.
El contacto con los europeos vendrán en dos oleadas: una primera con los
navegantes portugueses que bordean las costas y holandeses asentados en
Sudáfrica y otra posterior en el siglo XIX con los nuevos exploradores y
colonizadores. Además conviene mencionar un fenómeno que dio la vuelta a la
demografía africana: la esclavitud.
La esclavitud contaba con dos grandes puertos o centros neurálgicos: Ciudad del
Cabo de la mano de los portugueses y para el resto de Europa, y Zanzíbar por
cuenta del Sultanato de Omán y que suministraba al mundo árabe. Miles y miles
de autóctonos fueron trasladados de manera infrahumana durante siglos para
convertirse en meros instrumentos, posesión de dueños negreros. Este pasado
pesa en la memoria y responsabilidad de Occidente y del mundo árabe.
Cuando los exploradores auspiciados por Europa se lanzaron a la conquista de
África y sus recursos en el siglo XIX provocaron el inciso más dramático de la
historia del continente: la colonización. Líderes de Gran Bretaña, Francia,
Alemania, Bélgica y Portugal principalmente se repartieron el continente como si
de un pastel se tratara trazando líneas rectas sobre territorios que jamás habían
pisado. Cada país estableció su propio sistema de gobierno:
En el caso de Bélgica, atestiguamos un cambio de sentido que va de la cruenta
administración como patrimonio personal del Leopoldo II, Rey de los Belgas, a la
administración colonial de Bélgica con vocación de convertirse en modélica.
A los franceses los juzgó la historia como uno de los peores colonizadores con
una radical franconización de la población e intentada eliminación de las
estructuras sociales autóctonas imponiendo una pronunciada centralización.
Los británicos establecieron modelos diversos con mayor o menor autonomía en
cada zona. Así no fue lo mismo el control sobre Sudáfrica que el mandato sobre
Botsuana, el domino sobre Kenia o la administración de Tanzania adjudicada por
la Sociedad de Naciones tras la Primera Guerra Mundial. En cualquier caso, la
mayoría de las veces, se apoyó en la estructura social y jerárquica existente en
cada región para imponer su autoridad.
Por aquel entonces sólo quedaban dos países independientes y que se
mantuvieron como tal en el continente: Liberia y Etiopía. El primero se trata del
curioso caso de un país creado bajo el patrocinio de Estados Unidos como billete
de vuelta para los antiguos esclavos afroamericanos que quisieran regresar a su
tierra de origen… en el más amplio sentido de la palabra. La historia se muestra
irónica y pesada al demostrar que aquellos antiguos esclavos ahora ataviados de
vestido y trajes de aquellos blancos sureños se impondrán arrogante y
autoritariamente a la población local liberia. El Imperio de Etiopía, por otro lado, se
mantiene como civilización milenaria que tan sólo perdió brevemente el control
sobre su soberanía en los años de guerra contra Italia.
Después de la Segunda Guerra Mundial el hombre negro comenzó a entender que
el hombre blanco no era sólo un pueblo, sino que existía rivalidad entre países
europeos y que, aún más importante, no era invencible. Esto avivó un naciente
sentimiento de independencia en los países africanos a distintos ritmos y con
diversa fuerza. Algunos de los más significativos fueron los de Ghana y Kenia con
sus rebeldes Mau Mau. Esta sensación de fin a la opresión se fue extendiendo
como la pólvora y explotó en la década de los 60. Las potencias europeas fueron
siendo cada más conscientes de que el sistema de antaño era ya insostenible y
que había que ir delegando poco a poco competencias con vistas a preparar a una
clase de dirigentes y funcionarios capaces de hacerse cargo de su propio destino.
Algunos analistas e historiadores dieron fe de la arrolladora ilusión colectiva que
se percibía en aquellos años de emancipación, pero que también en algunos
casos, la vida diaria del ciudadano de a pie no siempre cambió necesariamente
para mejor. Otros tantos opinan que la independencia era necesaria y correcta,
pero quizás algo temprana y que la transición habría debido ser más paulatina
para esperar a la completa “maduración” de la incipiente clase política.
Cada estado se adscribió entonces (en plena Guerra Fría) a una orientación
política para lanzarse a un nuevo futuro. Los tres modelos principales fueron el
Socialismo Africano, el Capitalismo y el Socialismo Científico.
El Socialismo Africano pretendía tomar el espíritu de las enseñanzas de Marx,
pero consciente de que precisaba ser adaptado a las particularidades del
continente, el orden social y la falta de industrialización. El ejemplo más claro de
este sistema fue el impulsado por el primer presidente de Tanzania, Julius
Nyerere. El padre de la patria tanzana, recordado hoy con devoción por sus
paisanos, introdujo un sistema de granjas colectivas, impulsó la educación, la
enseñanza del swahili como lengua nacional para todas las tribus, el desarrollo de
una verdadera identidad nacional, el desplazamiento de autoridades y militares a
otras provincias distintas de las suyas, etc. Económicamente no fue demasiado
exitoso, pero creó un país unido, estable, pacífico y con una fuerte identidad
nacional.
El Capitalismo, sin embargo, se encarnó en el país vecino de Tanzania, Kenia.
En este caso, de la mano de Jomo Kenyata. Aquí el desarrollo económico fue
mucho mayor, pero el tribalismo se ha mantenido y sigue creciendo. La última
explosión de violencia interétnica tuvo lugar en las elecciones de 2007.
El Socialismo Científico surge como una reacción al antes mencionado
Socialismo Africano. Para aquéllos no existe más que un socialismo, el original, el
verdadero, el científico y toda adaptación a supuestas particularidades regionales
era una forma de desvirtuar la mayor. El socialismo es el camino y hay que
aplicarlo como tal. Fue el caso de Etiopía bajo el gobierno de Mengistu.
A estos sistemas se añadían factores comunes de populismo y autoritarismo en
mayor o menos intensidad.
Desde entonces han pasado unos 50 años y aquel soplo de aire fresco y
esperanza en el continente comenzó a teñirse de escepticismo y pesimismo al
explotar una cadena de conflictos que aún continúa: el Genocidio de Ruanda, la
Primera y Segunda Guerra de África cuyo escenario fue la República Democrática
del Congo, dictaduras sanguinarias, golpes de estado, purgas de opositores,
conflictos interreligiosos, apartheid, hambrunas, sequías, explotación…
Pero no todos han fracasado, ni mucho menos. Hay ejemplos de estabilidad,
convivencia pacífica, democracia y desarrollo. Algunos países que se suelen
poner de modelo son Botsuana, Gabón, Benín, Tanzania, la actual Ruanda… Son
casos que dan testimonio del potencial de África.
África no es una sola realidad. Es un complejo puzle de estructuras sociales
superpuestas que no merece ser simplificada. África no sólo es miseria ni safaris.
Hay mucho más.