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ECONOMÍA, ECOLOGÍA Y LA CARTA “LAUDATO SI”
Presentación en Mesas Redondas CEDI – UNA 24 de julio 2015.
en Mesa Redonda CEDI – Bloque de Fuerzas Vivas de Piedades Sur, San
Ramón.
Jorge Arturo Chaves
Voy a dividir mi presentación en dos partes:
Primera parte: algunos de los ataques a la carta de Francisco, que me llevan a
presentar los puntos principales de la Carta que han despertado esas reacciones
negativas. Lo presento de forma esquemática, solo para motivar la lectura directa de
la Carta.
Segunda parte, muy corta: Con un breve comentario final de mi parte sobre tres
dificultades principales que impide acercar a economistas y políticos críticos de la
Carta, a entender el planteamiento de Francisco.
Primera parte: Algunos ataques locales más conocidos a la Carta de Francisco
Desde su publicación, la Carta “Laudato si” del Papa Francisco ha recibido a nivel local,
al menos en lo que he conocido, dos tipos de ataques abiertos y una oposición velada.
La primer crítica abierta, de tono irónico, con ese tipo de humor cáustico, en todo
caso, descalificador, que utiliza el ex presidente del BCCR, don Jorge Guardia. Nos dice
lo siguiente: “Declino aceptar la encíclica del papa Francisco por contener errores
conceptuales, censuras infundadas, transgresiones a las relaciones de causalidad
económica y una impía descalificación del modelo de libre empresa e iniciativa
particular. Su lenguaje en contra del mercado es sesgado y despectivo, afín a la
teología de la liberación”. En la misma línea, aunque sin bromas, el conocido ideólogo
Carlos Alberto Montaner afirma: “En general, la visión de Francisco es la de alguien
que rechaza el mercado y sospecha de las virtudes de la propiedad privada, o lo
subordina todo a un inasible bien común, como sostiene la Doctrina Social de la Iglesia
–un curioso cuerpo doctrinario, a veces contradictorio, en el que se trenzan los
planteamientos económicos, los dogmas religiosos y los juicios morales–.”
La
oposición velada es la de don Miguel Ángel Rodríguez quien, aparentemente alaba la
Carta como “Ecología del amor”, pero despolitizando su contenido, manifestando su
desacuerdo con las afirmaciones de Francisco sobre la economía del mercado y la
tecnología como formas de incidencia dañina sobre la naturaleza. O sea, sin
reconocerlo, negando la fundamentación de la Carta que liga la crisis ambiental a la
crisis del sistema económico.
La otra línea de ataque abierto se inclina por otra forma de descalificación, muy
conocida entre nosotros, que consiste en pegar etiquetas atemorizantes. Así por
ejemplo, en la página que llaman Op – Ed del NYT, el columnista Ross Douthat dice:
“Lo que todo el mundo quiere saber, por supuesto, es si el Papa toma posición en
nuestros debate más polarizador. Y claramente lo hace. Después de este documento
no hay duda dónde esta parado Francisco en la gran discusión de nuestro tiempo. Y no
me refiero a la discusión entre liberalismo y conservadurismo, sino entre dinamistas y
catastrofistas”. Coloca a continuación a Francisco entre estos últimos quienes, dice
Douthat, creen que solo una verdadera revolución puede salvarnos.
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Los periodistas mencionados no están solos en el ataque. Con matices, comparten sus
críticas los precandidatos republicanos estadounidenses Rick Santorum, Jeb Bush y
Bobby Jindal. Y un número de congresistas también republicanos, que incluye también
católicos como algunos de los precandidatos. Uno de ellos, en particular, pone énfasis
en que el Papa no debe meterse en el campo de la ciencia. Ante estos ataques nos
preguntamos. ¿que ha hecho Francisco con su Carta para atraer reacciones tan
virulentas?
Francisco, en la Carta, ya anticipaba que sobre estos temas no todos están de acuerdo.
Reconoce que hay “Diversidad de opiniones” y, en particular, “En un extremo, dice,
algunos sostienen a toda costa el mito del progreso y afirman que los problemas
ecológicos se resolverán simplemente con nuevas aplicaciones técnicas, sin
consideraciones éticas ni cambios de fondo”.
Las principales proposiciones de la Carta que, desde mi punto de vista, han generado
más controversia, son las siguientes:
A nivel de diagnóstico:
1ª la afirmación de que el calentamiento del sistema climático es Consenso científico
muy consistente y preocupante que en su mayor parte se debe a la gran concentración
de gases de efecto invernadero emitidos sobre todo a causa de la actividad humana y
que tiene graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y
políticas, incluyendo su efecto sobre las migraciones,
2ª la afirmación de que el acceso al agua potable y segura lo reafirma el Papa es un
derecho humano básico, fundamental y universal, que es condición para el ejercicio
de los demás derechos humanos, versus la tendencia a privatizar este recurso escaso,
convertido en mercancía.
3ª La proposición de que la responsabilidad por la pérdida de biodiversidad recae
sobre formas inmediatistas, depredadoras, de entender la economía y la actividad
comercial y productiva,
4ª La conexión del caos urbano con las actividades de producción industrial y
privatización de los espacios públicos.
5ª inequidad planetaria ligada con la actividad contaminante de empresas que hacen
en los países menos desarrollados lo que no pueden hacer en los países que les
aportan capital; inequidad planetaria ligada también a la estrategia de compraventa
de « bonos de carbono » puede dar lugar a una nueva forma de especulación, y no
servir para reducir la emisión global de gases contaminantes. puede convertirse en un
recurso diversivo que permita sostener el sobreconsumo de algunos países y sectores;
inequidad planetaria ligada también con el manejo de la deuda externa de los países
pobres se ha convertido en un instrumento de control por parte de los acreedores,
pero no ocurre lo mismo con la deuda ecológica, en ventaja de los países pobres.
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Estos son los puntos principales de su diagnóstico. Ya en esta etapa de su
razonamiento pone en evidencia la acción irresponsable de la dinámica económica,
impulsada por las empresas, la Banca y las formas actuales de actividad comercial y
productiva
A nivel de análisis científico y ético
1ª Todos estos grandes problemas que están afectando la vida del planeta tierra, la
Carta los integra en lo que puede llamarse el paradigma tecnocrático dominante, que
como un modo de entender la vida y la acción humana que se ha desviado y que
contradice la realidad hasta dañarla, cuyo problema fundamental es el modo como la
humanidad de hecho ha asumido la tecnología y su desarrollo junto con un paradigma
homogéneo unidimensional.
Y el tipo de método científico y experimentación que lo orienta es explícitamente
técnica de posesión, dominio y transformación Y se fundamenta en tres supuestos
falsos:
 el de la disponibilidad infinita de los bienes del planeta,
 el de la existencia de una cantidad ilimitada de energía y de recursos
utilizables,
 y la creencia en que su regeneración inmediata es posible y que los efectos
negativos de las manipulaciones de la naturaleza pueden ser fácilmente
absorbidos.
2ª Visto de manera global, dentro de ese paradigma que configura la sociedad actual,
el ritmo de consumo, de desperdicio y de alteración del medio ambiente que genera
este paradigma tecnocrático dominante ha superado las posibilidades del planeta, de
tal manera que el estilo de vida actual, por ser insostenible, sólo puede terminar en
catástrofes. A la continua aceleración de los cambios de la humanidad y del planeta se
une hoy la intensificación de ritmos de vida y de trabajo, en eso que algunos llaman
«rapidación». Si bien el cambio es parte de la dinámica de los sistemas complejos, la
velocidad que las acciones humanas le imponen hoy contrasta con la natural lentitud
de la evolución biológica.
3ª Este paradigma tecnocrático es dominante al punto de que se constituye en un
paradigma de comprensión que condiciona la vida de las personas y el
funcionamiento de la sociedad. Dentro del ecosistema, donde todo se relaciona con
todo, no es de extrañar que los impactos del paradigma alcancen a todo.
4ª Los efectos de la aplicación de este molde a toda la realidad, humana y social, se
constatan en la degradación del ambiente, que es solamente un signo del
reduccionismo que afecta a la vida humana y a la sociedad en todas sus dimensiones,
un superdesarrollo derrochador y consumista, que contrasta de modo inaceptable con
situaciones persistentes de miseria deshumanizadora
5ª Y tiende a ejercer su dominio sobre la economía y la política de manera que la
economía asume todo desarrollo tecnológico en función del rédito,
6ª En cuanto a la economía específicamente puede constatarse que las finanzas
continúan ahogando a la economía real y sometiendo a la política, estableciendo
ganadores y perdedores no solo entre los países, sino también dentro de los países
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pobres. cada vez son más las personas descartables, privadas de derechos humanos
básicos.
7ª En cuanto a la degradación ambiental, puede constatarse que el ambiente es uno de
esos bienes que los mecanismos del mercado no son capaces de defender o de
promover adecuadamente.
8ª Para Francisco, es una concepción mágica del mercado, la que tiende a pensar que
los problemas se resuelven sólo con el crecimiento de los beneficios de las empresas o
de los individuos.
9ª Un elemento clave de este paradigma es el antropocentrismo moderno,
impregnado de la cultura del relativismo, es decir, relativizar todo lo que no sean los
propios intereses; que es la misma patología que empuja a una persona a
aprovecharse de otra y a tratarla como mero objeto, obligándola a trabajos forzados,
o convirtiéndola en esclava a causa de una deuda. Es la misma lógica que lleva a la
explotación sexual de los niños, o al abandono de los ancianos que no sirven para los
propios intereses. Es también la lógica interna de quien dice: «Dejemos que las
fuerzas invisibles del mercado regulen la economía, porque sus impactos sobre la
sociedad y sobre la naturaleza son daños inevitables».
10ª Es tremendamente riesgoso que el poder tecnocientífico de este paradigma
resida en una pequeña parte de la humanidad.
A nivel de la propuesta de Vías de salida de esta crisis planetaria
Francisco señala desde dónde NO se puede buscar solución a los actuales problemas
del planeta:
 no con los actuales modelos de producción y de consumo cuyos efectos podrán
ser cada vez peores
 no con la tecnología basada en combustibles fósiles muy contaminantes que
necesita ser reemplazada progresivamente y sin demora en la comunidad
internacional
 tampoco desde un criterio utilitarista de eficiencia y productividad para el
beneficio individual.
 no desde la visión consumista del ser humano, alentada por los engranajes de
la actual economía globalizada, que tiende a homogeneizar las culturas y a
debilitar la inmensa variedad cultural, que es un tesoro de la humanidad.
 No es realista esperar que quien se obsesiona por el máximo beneficio se
detenga a pensar en los efectos ambientales que dejará a las próximas
generaciones. Dentro del esquema del rédito no hay lugar para pensar en los
ritmos de la naturaleza, en sus tiempos de degradación y de regeneración, y en
la complejidad de los ecosistemas, que pueden ser gravemente alterados por la
intervención humana. La misma lógica … que dificulta tomar decisiones
drásticas para invertir la tendencia al calentamiento global es la que no
permite cumplir con el objetivo de erradicar la pobreza.
Desde dónde SÍ se puede:
 se trata de redefinir el progreso
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y que las soluciones se propongan desde una perspectiva global, es decir
teniendo en cuenta los intereses de todos los afectados y no sólo en defensa de
los intereses de algunos países.
trazar un camino de desarrollo productivo más creativo y mejor orientado que
revierta la actual inversión tecnológica excesiva para el consumo y poca para
resolver problemas pendientes de la humanidad;
indispensable crear un sistema normativo que incluya límites infranqueables y
asegure la protección de los ecosistemas, antes que las nuevas formas de poder
derivadas del paradigma tecnoeconómico terminen arrasando no sólo con la
política sino también con la libertad y la justicia
generar formas inteligentes y rentables de reutilización, refuncionalización y
reciclado; podría mejorar la eficiencia energética de las ciudades. Todavía no se
ha logrado adoptar un modelo circular de producción
Para que siga siendo posible dar empleo es imperioso promover una economía
que favorezca la diversidad productiva y la creatividad empresarial. Por
ejemplo, hay una gran variedad de sistemas alimentarios campesinos y de
pequeña escala
Para que haya una libertad económica de la que todos efectivamente se
beneficien, a veces puede ser necesario poner límites a quienes tienen mayores
recursos y poder financiero.
Frente al crecimiento voraz e irresponsable que se produjo durante muchas
décadas, hay que pensar también en detener un poco la marcha, en poner
algunos límites racionales e incluso en volver atrás antes que sea tarde. Ha
llegado la hora de aceptar cierto decrecimiento en algunas partes del mundo
aportando recursos para que se pueda crecer sanamente en otras partes.
un acuerdo sobre los regímenes de gobernanza para toda la gama de los
llamados «bienes comunes globales», incluye creciente problema de los
residuos marinos y la protección de las áreas marinas más allá de las fronteras
nacionales continúa planteando un desafío especial
no se logran acuerdos suficientes sobre la responsabilidad de quiénes deben
soportar los costos de la transición energética.
los países que se han beneficiado por un alto grado de industrialización, a costa
de una enorme emisión de gases invernaderos, tienen mayor responsabilidad
en aportar a la solución de los problemas que han causado
toda intervención en un área del ecosistema debe considerar sus
consecuencias en otras áreas. «Si todo está relacionado, también la salud de las
instituciones de una sociedad tiene consecuencias en el ambiente y en la
calidad de vida humana: Cualquier menoscabo de la solidaridad y del civismo
produce daños ambientales»
Para que surjan nuevos modelos de progreso, necesitamos «cambiar el modelo
de desarrollo global»
Es preciso interrogarnos por el mundo que queremos dejar, es preguntarse su
orientación general, su sentido, sus valores.
PREGUNTAS INDISPENSABLES
En toda discusión acerca de un
emprendimiento, ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿De qué manera?
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¿Para quién? ¿Cuáles son los riesgos? ¿A qué costo? ¿Quién paga los costos y
cómo lo hará?
No basta con incluir consideraciones ecológicas superficiales mientras no se
cuestione la lógica subyacente en la cultura actual.
[la cultura ecológica] debería ser una mirada distinta, un pensamiento, una
política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que
conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático.
urgencia de avanzar en una valiente revolución cultural. La ciencia y la
tecnología no son neutrales, sino que pueden implicar desde el comienzo hasta
el final de un proceso con diversas intenciones o posibilidades, y pueden
configurarse de distintas maneras.
más allá de los intereses limitados de las empresas y de una cuestionable
racionalidad económica, es necesario que «se siga buscando como prioridad el
objetivo del acceso al trabajo por parte de todos»
Pero teniendo en cuenta que se volvió contracultural elegir un estilo de vida
con objetivos que puedan ser al menos en parte independientes de la técnica,
de sus costos y de su poder globalizador y masificador dado que hoy el
paradigma tecnocrático se ha vuelto tan dominante que es muy difícil
prescindir de sus recursos, y más difícil todavía es utilizarlos sin ser
dominados por su lógica.
¿Será posible realizar esta transformación? Una mirada de esperanza.
Sí, pero:
Ante todo, la humanidad necesita cambiar, lo que supone un gran desafío cultural,
espiritual y educativo que implicará largos procesos de regeneración.
[para crear] la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un
futuro compartido por todos. Esta conciencia básica permitiría el desarrollo de nuevas
convicciones, actitudes y formas de vida. Como nunca antes en la historia, el destino
común nos hace un llamado a buscar un nuevo comienzo
Apostar por otro estilo de vida. Un cambio en los estilos de vida podría llegar a ejercer
una sana presión sobre los que tienen poder político, económico y social.
Pero esta creación de un nuevo estilo de vida tiene que traducirse en nuevos hábitos.
En los países que deberían producir los mayores cambios de hábitos de consumo, los
jóvenes tienen una nueva sensibilidad ecológica y un espíritu generoso,
pero han crecido en un contexto de altísimo consumo y bienestar que vuelve difícil el
desarrollo de otros hábitos
En cambio, estos cambios sí ocurren cuando los movimientos de consumidores logran
que dejen de adquirirse ciertos productos y así se vuelven efectivos para modificar el
comportamiento de las empresas, forzándolas a considerar el impacto ambiental y los
patrones de producción.
Es un hecho que, cuando los hábitos de la sociedad afectan el rédito de las empresas,
estas se ven presionadas a producir de otra manera. Ello nos recuerda la
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responsabilidad social de los consumidores. «Comprar es siempre un acto moral, y no
sólo económico».
De hecho ya se está produciendo también, en algunas ocasiones, la liberación del
paradigma tecnocrático reinante cuando comunidades de pequeños productores
optan por sistemas de producción menos contaminantes, cuando la técnica se orienta
prioritariamente a resolver los problemas concretos de los demás, cuando la intención
creadora de lo bello y su contemplación logran superar el poder objetivante.
Hay nuevos comportamientos que tienen una incidencia directa e importante en el
cuidado del ambiente [acciones puntuales, concretas].
Pero es posible volver a ampliar la mirada y la libertad humana es capaz de limitar la
técnica, orientarla y colocarla al servicio de otro tipo de progreso más sano, más
humano, más social, más integral.
Siempre es posible volver a desarrollar la capacidad de salir de sí hacia el otro.
Para considerar todos los aspectos éticos implicados en la construcción de un nuevo
estilo de vida hay que asegurar una discusión científica y social que sea responsable y
amplia, capaz de considerar toda la información disponible y de llamar a las cosas por
su nombre. A veces no se pone sobre la mesa la totalidad de la información, que se
selecciona de acuerdo con los propios intereses, sean políticos, económicos o
ideológicos
La auténtica humanidad, que invita a una nueva síntesis, parece habitar ya en medio
de la civilización tecnológica, casi imperceptiblemente, como la niebla que se filtra
bajo la puerta cerrada. ¿Será una promesa permanente, a pesar de todo, brotando
como una empecinada resistencia de lo auténtico?
Se requiere una educación para la alianza entre la humanidad y el ambiente. La
educación ambiental ha ido ampliando sus objetivos:
Si al comienzo estaba muy centrada en la información científica y en la
concientización y prevención de riesgos ambientales,
ahora tiende a incluir una crítica de los «mitos» de la modernidad basados en la razón
instrumental (individualismo, progreso indefinido, competencia, consumismo,
mercado sin reglas)
y también a recuperar los distintos niveles del equilibrio ecológico: el interno con uno
mismo, el solidario con los demás, el natural con todos los seres vivos, el espiritual con
Dios.
La existencia de leyes y normas no es suficiente a largo plazo para limitar los malos
comportamientos, aun cuando exista un control efectivo. Para que la norma jurídica
produzca efectos importantes y duraderos, es necesario que la mayor parte de los
miembros de la sociedad la haya aceptado a partir de motivaciones adecuadas, y que
reaccione desde una transformación personal.
Los ámbitos educativos son diversos: la escuela, la familia, los medios de
comunicación, la catequesis, …. A la política y a las diversas asociaciones les compete
un esfuerzo de concientización de la población. También a la Iglesia.
No debe descuidarse la relación que hay entre una adecuada educación estética y la
preservación de un ambiente sano. Prestar atención a la belleza y amarla nos ayuda a
salir del pragmatismo utilitarista.
Finalmente, a los cristianos propone algunas líneas de espiritualidad ecológica que
nacen de las convicciones de nuestra fe,
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No se trata de hablar tanto de ideas, sino sobre todo de las motivaciones que surgen
de la espiritualidad para alimentar una pasión por el cuidado del mundo.
Porque no será posible comprometerse en cosas grandes sólo con doctrinas sin una
mística que nos anime.
2ª parte: Un breve comentario final: ¿será posible que los críticos mencionados
se acerquen a entender la Carta de Francisco?
Creo que no. ¿Por qué? Recordamos que la economía no es una ciencia exacta, en el
sentido que se habla de la física o la química. La economía tiene un nivel técnico muy
desarrollado, pero que su utilidad depende de otro nivel, aquel en que los economistas
definen el para qué y el para quiénes toman todas sus decisiones técnicas. Y en este
segundo nivel, los economistas están muy influenciados por su visión del mundo y por
sus intereses personales y gremiales, políticos y financieros, que condicionan su
manera de entender lo que es la actividad económica, lo que es el bienestar, lo que son
las relaciones humanas, lo que es el ser humano, etc. De ahí que yo vea que hay, al
menos, tres dificultades principales para que economistas y políticos que han
criticado la Carta en nuestro país, puedan acercase a entender el planteamiento de
Francisco. Estas dificultades principales que voy a mencionar brevemente son:
1ª dificultad: La manera como conciben y practican los economistas convencionales la
relación entre economía y naturaleza (medio ambiente).
2ª dificultad: la forma como la economía convencional en su discurso científico ha
manejado la categoría conceptual de “tierra”.
3ª dificultad: la carencia de una visión y práctica interdisciplinaria en la formación
económica habitual en nuestras Escuelas
1ª dificultad y centro del problema: La manera como conciben y practican los
economistas convencionales la relación entre economía y naturaleza (medio
ambiente).
La corriente principal de la ciencia económica ha girado en torno a la concepción de la
economía como un sistema cerrado, como un sistema autónomo en sí, un circuito
cerrado o corriente circular pero entre productores de mercancías y consumidores.
Un sistema que no está abierto ni determinado por las leyes del ecosistema, que es
mayor y más amplio. Esta situación solo experimenta un giro con el desarrollo de la
Economía Ecológica. Sin embargo, en la línea neoclásica, en vez de incorporar los
nuevos aportes, elaboran, más bien una “economía ambiental” para incorporar la
naturaleza a al mecanismo de precios, sin superar su concepción de la economía como
sistema cerrado, en vez de reconocerla como subsistema del ecosistema abierto.
Se ve la economía coordinada por los mercados, donde se forman los precios que son
los que guían las decisiones. La concepción predominante de “eficiencia”, dentro de la
perspectiva de Pareto, no conlleva una distribución equitativa, ni tampoco una escala
óptima de la economía en relación al ecosistema.
De ahí que, en principio, no se analicen discrepancias entre tiempo económico y
tiempo biogeoquímico, ni se contabilicen los flujos de energía y ciclos de materiales de
economía humana, ni se valore mayormente la naturaleza y se tienda a su
mercantilización. De ahí se sigue también que la biosfera no se considere como un
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límite a las demandas del mercado. O bien dan por supuesto que la economía tiene la
misma extensión que el sistema global y por tanto no tiene que plantearse la cuestión
de la escala en relación con algo mayor; o si llegan a considerar que la economía es un
subsistema lo ven infinitesimalmente pequeño en relación al sistema global, y por
tanto el tema de la escala lo ven irrelevante.
2ª dificultad: la “tierra” como categoría conceptual en el desarrollo de la disciplina
económica.
En las sociedades agrarias se entendía que tierra y trabajo eran dos factores de
producción, aunque posteriormente economistas tales como William Petty, veía la
tierra —como sinónimo de naturaleza y de los recursos naturales— de manera pasiva,
que no genera valor de suyo, que lo recibe del trabajo humano. (Se le comparaba con
la supuesta pasividad de la mujer respecto al hombre, en la lectura limitada y
machista de la época). Un paso más y se vio a la naturaleza como algo “sin
desarrollar”, “materia prima”, “vacía” —de asentamientos europeos, de la invasión de
los modernistas, (cfr. H. Daly). Incapaces de descubrir que está llena de capacidad de
sostenimiento de la vida planetaria.
Posteriormente, en la época actual, se dejó de ver como factor de producción
autónomo, y se subsumió en el capital, como una especie de “mezcla de espacio y
capital gastable”, del que solo interesaba la renta. Los economistas convencionales no
han llegado a entender la naturaleza en términos de energía y biosfera, por lo que no
pueden entender en sentido profundo ni la idea de agotamiento de recursos, como
agotamiento de energía útil, ni el sinsentido de una visión antropocéntrica.
3ª dificultad: se comprende que con esta visión de la economía como sistema cerrado,
la formación económica habitual en nuestras Escuelas ha carecido de una visión y
práctica interdisciplinaria. Creen no necesitarla, pero con esa falta de perspectiva no
pueden incorporar en su análisis las interrelaciones del subsistema económico en el
ecosistema y en todas las dimensiones de éste.
Termino haciéndome eco de la invitación de Francisco a constituir espacios
interdisciplinarios de discusión seria y responsable, en torno a este tema vital del
“cuidado de la casa común”. Esta carta y las controversias que ha suscitado son una
buena ocasión para ello.Ω
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