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Panel: Educación Superior en América Latina. El rol del sector privado en el incremento de la calidad, acceso y empleabilidad. Abril 28 de 2014 Luis Fernando Múnera C., S.J. (Universidad Javeriana – Colombia) Dentro del marco de esta conversación, me han pedido reflexionar sobre la siguiente pregunta: ¿Cómo pueden las universidades tomar en cuenta la creciente demanda de profesionales altamente capacitados en la definición de sus programas académicos? Para abordar esta cuestión, quiero partir de una reflexión sobre nuestra comprensión de lo que es la Universidad e, inspirado en nuestro proyecto educativo y en nuestra concepción de los programas académicos, abordar la problemática del acceso al mercado del empleo. 1. La universidad como institución educativa (el papel de la educación superior). La institución universitaria, “congregación de profesores y estudiantes agrupados en torno al oficio del saber”1 data del siglo XIII reúne unas notas2 que permiten identificar lo que es una Universidad: (1) Universalidad: La búsqueda de abarcar todos los saberes y una visión globalizante y unificadora, con una perspectiva de jurisdicción universal (licentia ubique docendi). (2) Cientificidad: Inicialmente, a partir de las artes liberales con la función de “síntesis y desarrollo de los conocimientos y de servicio a la sociedad”. (3) Servicio a la sociedad: Los títulos han constituido desde sus orígenes el vínculo natural entre las universidades y el todo social, en su evolución este concepto de servicio abarca otras dimensiones. Estas notas permiten identificar la institución universitaria y cristalizan en las tres funciones sustantivas de la Universidad: la docencia, la investigación y el servicio. Del modo como cada institución combine y acentúe estas tres funciones, se deriva la identidad y la misión que cada universidad se da a sí misma en ejercicio de su autonomía3. Ello conduce a una Cfr. Borrero, Alfonso Idea de Universidad medieval, Simposio Permanente sobre la Universidad – XI Seminario General (manuscrito), Santafé de Bogotá, 1996, pp. 6-10. 2 Ibid., p. 58-64. 3 Para la Universidad Javeriana, la misión se declara en los siguientes términos: La Pontificia Universidad Javeriana es una institución católica de educación superior, fundada y regentada por la Compañía de Jesús, comprometida con los principios educativos y las orientaciones de la entidad fundadora. Ejerce la docencia, la investigación y el servicio con excelencia, como universidad integrada a un país de regiones, con perspectiva global e interdisciplinar, y se propone: 1 1 tipología muy amplia de instituciones universitarias, dentro de un entorno muy dinámico en el que hay que encontrar los factores diferenciadores de cada propuesta universitaria. En la Universidad Javeriana, nos concebimos como una universidad docente que hace investigación y presta servicios a la sociedad. Queremos ser un proyecto de formación integral, “una modalidad de educación que procura el desarrollo armónico de todas las dimensiones del individuo. Cada persona es agente de su propia formación. Esta favorece tanto el crecimiento hacia la autonomía del individuo como su ubicación en la sociedad, para que pueda asumir la herencia de las generaciones anteriores y para que sea capaz, ante los desafíos del futuro, de tomar decisiones responsables a nivel personal, religioso, científico, cultural y político”4. Ello tiene como consecuencias, un énfasis en la relación profesor-alumno como elemento esencial del quehacer universitario, una comprensión de la investigación y del servicio a la sociedad. Es a partir de esta comprensión de la Universidad Javeriana como un proyecto educativo y cultural, que podremos abordar el asunto de la formación de los profesionales y su lugar en la sociedad. 2. La universidad colombiana (y latinoamericana) en busca de su ethos. Antes de continuar con mi reflexión, voy a proponer un excursus sobre las tendencias de evolución del proyecto universitario en los últimos años y como esto lleva a nuestras universidades a cuestionarse desde dentro por su ethos y por su misión como institución social. La historia reciente de la universidad colombiana puede dividirse en tres etapas, más o menos diferenciadas, que han marcado tendencias y el espíritu de la época5. En la primera -la formación integral de personas que sobresalgan por su alta calidad humana, ética, académica, profesional y por su responsabilidad social; y, - la creación y el desarrollo de conocimiento y de cultura en una perspectiva crítica e innovadora, para el logro de una sociedad justa, sostenible, incluyente, democrática, solidaria y respetuosa de la dignidad humana. (Acuerdo No. 576 del Consejo Directivo Universitario, abril 26 de 2013). 4 Proyecto Educativo Universidad Javeriana, No. 7 (Acuerdo No. 0066 del Consejo Directivo Universitario, 22 de abril de 1992). 5 Debo estas reflexiones al Maestro Guillermo Hoyos: Hoyos, Guillermo, El ethos de la Universidad, Medellín, Universidad Eafit, 2013, pp. 16-20. El profesor Hoyos, a su vez, se inspira en esta clasificación del Profesor Américo Calero. 2 mitad del siglo pasado, las universidades hicieron parte del proyecto modernizador sobre la base de la ciencia, la técnica y la tecnología, como las claves de la industrialización del país. Una segunda etapa, que tiene su auge en los años 70 por el influjo de los movimientos estudiantiles en Europa y Estados Unidos, se puede llamar la universidad revolucionaria: “Se piensa que la Universidad es la cantera de los revolucionarios o por lo menos del cambio social y caja de resonancia de los conflictos de la época”6. Hacia los años 80 y 90, una serie de políticas marcadas por los paradigmas de la calidad, la búsqueda de la internacionalización en medio de un mundo globalizado y el influjo neoliberal, llevan a un nuevo modelo de la universidad de investigación, “la universidad y sus profesores se encierran en lo suyo: producción de conocimientos, publicaciones internacionales, acreditación de los mejores”7. Como bien lo anota Susana Villavicencio, esta dinámica se debe en parte a la influencia de un entorno fuertemente marcado por la lógica económica en el marco de unas políticas públicas de corte neoliberal que proponen un dilema de este corte: En cierto modo, en el contexto de la globalización de signo económico, la universidad aparece cada vez más respondiendo a las demandas que vienen del mundo social en el que impera una lógica económica a la que debe adaptarse, o bien aparece exterior a las nuevas secuencias de producción, dirección y aplicación del conocimiento regidas por criterios de validez en el mundo de la técnica y de la gestión8. La universidad no está simplemente para responder al mercado sino para proponer alternativas al mercado laboral y para el emprendimiento. Es cierto que la universidad debe responder al contexto real en el que se desempeña, pero no puede claudicar ante aquello que considera su proyecto de sociedad y que no siempre va en la lógica de la dinámica individualista y mercantilista del mundo capitalista neoliberal. Si no es así, la universidad jamás será agente de cambio social y de innovación sino una institución que mantiene el status quo Es por ello que debemos pensar desde la Universidad, cuál es la respuesta más responsable que debemos dar desde nuestra responsabilidad con la sociedad para comprender aquello Ibid., p. 17 Ibid. 8 Villavicencio, Susana, “Filosofías de la Universidad. Fines y responsabilidades de la Universidad en el nuevo marco mundial”. En Hoyos Guillermo (ed.). Filosofía de la Educación, Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía, n. 29, Madrid, Trotta, 2008, pp. 321-322. 6 7 3 que constituye “la diferencia de la Universidad y que le permite establecer contratos con las demás instancias no universitarias desde una posición activa y autónoma”9. Una mirada de la Universidad como un proyecto cultural cuya misión, más allá y junto con las dimensiones del saber científico y técnico, se orienta a la búsqueda de la verdad, “como algo en íntima relación con lo correcto, lo acertado en situaciones concretas y en una sociedad determinada en el más tradicional sentido de lo ético”10. La Universidad, como lugar de convergencia de pluralidad de personas y pensamientos y lugar de discusión democrática tiene la misión ser un espacio de construcción de cultura política, de formación de ciudadanos capaces de participar como cooperadores en la instauración de una democracia que sea participativa, en la que se avance hacia la inclusión de las más diversas minorías dentro del pluralismo razonable de nuestras sociedades modernas, con la capacidad de argumentar y participar en el debate acerca de lo correcto, acerca de los fines sociales y de los medios para alcanzarlos, en perspectiva de justicia. La formación del ser humano, desde una perspectiva integral, tiene un hondo contenido ético y político. 3. Programas de formación profesional Desde sus inicios, las universidades se proyectaron hacia la sociedad en las llamadas “profesiones”, las primitivas instituciones además de la licencia para enseñar proporcionada por la Facultad de Artes, las Facultades de Derecho, Medicina y Teología proporcionaron una serie de personas que participaron de la vida de la sociedad medieval11. Ahora bien, ni ayer ni hoy la Universidad ha pretendido el monopolio del saber, muchos de los saberes útiles para la sociedad se gestan y desarrollan fuera de la Universidad y es bueno que así sea. Los programas universitarios no se limitan a las profesiones, existen facultades y programas disciplinares que forman en Artes, Filosofía, Teología y Humanidades, programas que se acercan a la problemática humana a través de las llamadas Ciencias Sociales, las llamadas Ciencias Básicas (término reservado entre nosotros a las llamadas ciencias duras: Física, Ibid., pp. 337-338 Hoyos, Guillermo, El ethos de la Universidad, op. cit., pp. 15-16 11 Cf. Borrero, A., Idea de la Universidad Medieval, op. cit., p. 62-63. 9 10 4 Química, Biología, Matemáticas) y las Profesiones. Mucho de este saber está dirigido por fines distintos al lucro, aunque han de permitir una vida digna de los futuros egresados. A partir de allí, intentaré dar algunas pistas sobre las características de los programas de formación profesional12 y sus procesos de diseño: Anticipatorio: Los programas académicos son proyectos culturales de mediano y largo plazo que deben responder a necesidades sociales, políticas, formativas y a la realidad del sector productivo y sus apuestas. En este sentido, incluyen saber “inútil” y tienen un carácter anticipatorio y prospectivo. En cuanto a las necesidades del sector productivo, estas son dinámicas y los futuros profesionales deben ser capaces de ubicarse en un mundo cambiante. Dialogal: Un programa universitario, en particular aquellos de carácter profesional, es el fruto de una discusión en la que participan los académicos con sus competencias diversas, se escucha el sector productivo y se articulan una pluralidad de miradas en torno a criterios que deben centrarse en la formación de las personas. Crítico: Además de conocer las técnicas, los avances y perspectivas del momento presente, los programas universitarios deben preparar a sus estudiantes para pensar con perspectiva crítica, tomar posiciones frente al mundo social y sus dinámicas y abrirse a la innovación y a la creatividad. Universal: Los programas universitarios deben adherirse a mecanismos, como el sistema de créditos y estándares que permitan un reconocimiento de la formación y la participación de una comunidad de profesionales que les permitan una movilidad nacional e internacional. Ello nos conduce a una formación menos centrada en el saber, especialmente en disciplinas técnicas cuya obsolescencia es cada vez más rápida, sino una formación centrada en competencias que permitan el desarrollo de la capacidad de aprender y de adaptarse a entornos cambiantes y, a menudo, conflictivos. Pueden hacerse diversas listas de competencias claves, pero me aventuraré a enunciar algunas, sabiendo que cualquier enumeración es siempre revisable. En este apartado, debo mi gratitud a una ilustrativa conversación con el Dr. Jairo Cifuentes, antiguo Vicerrector Académico de la Universidad Javeriana. 12 5 Para la elaboración de esta lista, me valdré de tres materiales bastante disímiles pero que de algún modo coinciden en mostrar capacidades básicas para la formación de personas no solo “socialmente útiles” sino capaces de llevar a cabo un proyecto de vida buena en el marco de un mundo democrático y plural. Allí recojo aporte del Dr. Miguel Urrutia, antiguo Gerente del Banco de la República, del Sacerdote Adolfo Nicolás, Superior General de los Jesuitas y de la Filósofa Martha Nussbaum, quien piensa el problema de la educación como lugar indispensable para la construcción de la democracia13. Ciudadanos del mundo: En el mundo globalizado, el conocimiento de al menos una segunda lengua, con la apertura a otra cultura y otro modo de pensar que ello implica, es indispensable. Dentro del mundo de las empresas y los negocios se debe establecer el manejo del inglés, “no puede haber apertura científica y comercial sin este (…) un requisito para la globalización es el manejo del inglés por la totalidad de los estudiantes que acaban secundaria”14. En la competencia lingüística de una segunda lengua no termina la formación de los ciudadanos del mundo. Un mundo interconectado e interdependiente nos implica conocer más de otros para comprendernos mejor a nosotros mismos y las dinámicas que nos atraviesan: las instituciones internacionales, la economía global, los problemas del medio ambiente, la apertura a otros. Como lo sintetiza bien Martha Nussbaum: “los programas curriculares deberían planificarse con cuidado desde las primeras etapas para impartir un conocimiento cada vez más nutrido y diversificado del mundo, sus historias y sus culturas”15. Mente capaz de aprender (profundidad y sentido crítico): Urrutia, Miguel, “Perspectivas de la Economía Colombiana y sus implicaciones para la Universidad”. En: Colombia una Visión prospectiva. Memorias. Bogotá, Universidad Javeriana, 1992, pp. 65-70. Nicolás, Adolfo, “Profundidad, universalidad y ministerio intelectual. Retos para la educación jesuita hoy”. Intervención en el encuentro mundial de rectores de universidades jesuitas (México, 2010). En: Orientaciones Universitarias, n° 44, Bogotá, Universidad Javeriana, 2011, pp. 53-71. Nussbaum, Martha, Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades. Trad. María Victoria Rodil, Bogotá, Katz editores, 2011 (primera reimpresión), 199 p. 14 Urrutia, M., “Perspectivas de la economía colombiana…”, op. cit., p. 69 15 Nussbaum, M. Sin fines de lucro, op. cit., p. 118. 13 6 Más que brindar un conocimiento especializado, nos recomienda Urrutia: “[la educación universitaria] en el mundo moderno tiene el propósito de capacitar al individuo para que aprenda toda su vida, y darle los instrumentos para que se pueda reentrenar permanentemente”16. Ello implica dar bases sólidas de matemáticas, física, biología, matemáticas, historia y humanidades, el abordaje de los problemas complejos se hace desde perspectivas inter y transdisciplinarias y las personas deben ser capaces de aprender y participar en equipos de trabajo que combinan muy diversos saberes. En las mentes de nuestros estudiantes es preciso, además, cultivar la profundidad ante la amenaza de una superficialidad que nos lleve a una percepción limitada y poco fundada de la realidad que nos haga casi imposible sentir compasión por el sufrimiento de los demás y comprometer la propia vida en algo que valga la pena17. Esta profundidad de la mirada abre a una creatividad capaz de buscar respuestas a problemas reales buscando alternativas a un mundo que parece marchar por caminos que nadie controla18. Imaginación. Para que las personas se relacionen bien dentro del mundo plural y globalizado, es preciso además contar con la capacidad de la imaginación narrativa, “la capacidad de pensar cómo sería estar en el lugar de otra persona, de interpretar con inteligencia el relato de esa persona y entender los sentimientos, los deseos y las expectativas que podría tener esa persona”19. Estas capacidades que permiten tener mentes flexibles, abiertas y creativas, no se desarrollan desde teorías y discursos argumentativos, es preciso recurrir, como lo muestra la misma Nussbaum en una argumentación que no puedo desarrollar aquí y que incluye elementos de psicología infantil y teorías de desarrollo emocional, a la literatura y las artes20. Esta mezcla de capacidades, de aprendizajes claves en la formación de las personas, requiere no sólo de saberes útiles, sino de la búsqueda de la verdad y de una visión compleja de la persona humana que se forma para vivir en sociedad, para participar de Urrutia, M. “Perspectivas de la economía colombiana…”, op. cit., p. 69 Cfr., Nicolás, A. “Profundidad, universalidad y ministerio intelectual…”, loc., cit., p. 57 18 Cfr., Ibid., p. 59 19 Nussbaum, M., Sin fines de lucro, op. cit., p. 131-132 20 Cfr. Ibid., p. 131-160. 16 17 7 proyectos colectivos en los que se ponen a prueba todas las dimensiones de la persona humana. 8 Bibliografía Borrero, Alfonso Idea de Universidad medieval, Simposio Permanente sobre la Universidad – XI Seminario General (manuscrito), Santafé de Bogotá, 1996, 161 p. Hoyos, Guillermo, El ethos de la Universidad, Medellín, Universidad Eafit, 2013, 135 p. ----------------------. “Presentación”. En Hoyos Guillermo (ed.). Filosofía de la Educación, Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía, n. 29, Madrid, Trotta, 2008, pp. 11-34. Nicolás, Adolfo, “Profundidad, universalidad y ministerio intelectual. Retos para la educación jesuita hoy”. Intervención en el encuentro mundial de rectores de universidades jesuitas (México, 2010). En: Orientaciones Universitarias, n° 44, Bogotá, Universidad Javeriana, 2011, pp. 53-71. Nussbaum, Martha, Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades. Trad. María Victoria Rodil, Bogotá, Katz editores, 2011 (primera reimpresión), 199 p. Urrutia, Miguel, “Perspectivas de la Economía Colombiana y sus implicaciones para la Universidad”. En: Colombia una Visión prospectiva. Memorias. Bogotá, Universidad Javeriana, 1992, pp. 65-70. Villavicencio, Susana, “Filosofías de la Universidad. Fines y responsabilidades de la Universidad en el nuevo marco mundial”. En Hoyos Guillermo (ed.). Filosofía de la Educación, Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía, n. 29, Madrid, Trotta, 2008, pp. 321340. 9