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(Revista Española de Trasplantes Vol. 6 - Núm. 2 / Mayo 1997) Informe sobre los dispositivos de asistencia ventricular como puente al trasplante cardíaco Conde Olasagasti JL Amate Blanco JM Alcaide Jiménez JF Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias 1 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias INFORME SOBRE LOS DISPOSITIVOS DE ASISTENCIA VENTRICULAR COMO PUENTE AL TRASPLANTE CARDIACO Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias (AETS) Madrid, 7 de marzo de 1997 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias (AETS) Instituto de Salud Carlos III Ministerio de Sanidad y Consumo C/ Sinesio Delgado nº 6 - Pabellón 3 28029 - MADRID (ESPAÑA) Tfno.: 91 - 387-78-40 387-78-00 Fax.: 91 - 387-78-41 2 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias I. INTRODUCCIÓN............................................................................................................3 II. DISPOSITIVOS DE ASISTENCIA VENTRICULAR: DESCRIPCIÓN Y USOS ......4 II.1 Situaciones clínicas de posible utilización.................................................................4 II.2 Dispositivos de asistencia ventricular como soporte temporal.................................5 II.2.1 Uso del dispositivo de asistencia ventricular a la espera de recuperación:.......5 II.2.2 Uso del dispositivo de asistencia ventricular como puente al trasplante cardíaco: .......................................................................................................................6 II.3. Dispositivos de asistencia ventricular como soporte definitivo...............................6 III. DISPOSITIVOS DE ASISTENCIA VENTRICULAR COMO PUENTE AL TRASPLANTE.....................................................................................................................8 III.1. Costes comparativos ...............................................................................................8 III.2. Selección de los pacientes......................................................................................10 III.3. Resultados publicados...........................................................................................11 III.3.1. Resultados funcionales ...................................................................................11 III.3.2. Complicaciones del soporte ventricular.........................................................20 III.4. Valoración de la bibliografía. ...............................................................................23 IV. NECESIDADES QUE SE PRETENDEN SATISFACER CON LOS DISPOSITIVOS DE ASISTENCIA VENTRICULAR .................................................................................24 V. SITUACIÓN EN EE.UU...............................................................................................26 V.1. Candidatos de status 1. ..........................................................................................27 V.2. Candidatos de status 2. ..........................................................................................28 V.3. Estratificación de riesgos. Definición de factores de pronóstico ...........................28 VI. SITUACIÓN EN ESPAÑA..........................................................................................32 VI.1. Redefinición de la política de trasplantes.............................................................33 VI.2. Exploración comparativa de otras alternativas ...................................................34 VII. RESUMEN Y CONCLUSIONES..............................................................................36 VII.1 Resumen................................................................................................................36 VII.2. Conclusiones ........................................................................................................38 Agencia de Evaluacion de Tecnologías Sanitarias I. INTRODUCCIÓN Le Gallois planteó la utilización de soporte circulatorio mecánico en su "Experiences sur les principles de vie" (París 1812), que se hizo realidad en 1963 cuando Liota implantó el primer dispositivo pulsátil de asistencia ventricular izquierda, para completarse en 1969, con la implantación en humano del primer corazón artificial total por Denton Cooley. Desde entonces se viene trabajando intensamente en este campo, y sin perjuicio de los avances que en cualquier momento pueda ofrecer el desarrollo tanto de nuevas tecnologías como de nuevos biomateriales, se ha alcanzado ya la suficiente madurez como para poder iniciar, con las debidas garantías, las investigaciones clínicas. Para que se puedan abordar estas investigaciones, el National Institute of Health (NIH) ha propuesto para estos dispositivos una fiabilidad del 80%, con una confianza del 80% para dos años de uso. Evidentemente este es un mínimo ampliamente superado por los productos comercializados cuyos valores se pueden cifrar en 90% y 95%, respectivamente, para cinco años de utilización. Junto con otros aspectos como la biocompatibilidad de los materiales o la propia conformación del sistema, la eficacia de la bomba es uno de los elementos críticos del aparato. Para definir la efectividad del dispositivo no bastan las simples especificaciones hidrodinámicas, aunque, la funcionalidad de la bomba se especifica en términos de gasto cardíaco, que debe alcanzarse con presiones fisiológicas. Así el paciente podrá realizar un ejercicio suave, con un rendimiento de unos 8 L/min que venga a determinar unas presiones: venosa central de unos 5 mmHg; auricular izquierda de unos 7 mmHg; arterial pulmonar de unos 15 mm Hg y aórtica de unos 100 mm Hg. La utilización de los dispositivos de asistencia ventricular, debe considerarse como una medida extrema. Hasta el momento se emplea en pacientes críticos, ventilados, con monitorización intensiva y bajo tratamiento múltiple con inotropos y vasodilatadoresi. 2 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias II. DISPOSITIVOS DE ASISTENCIA VENTRICULAR: DESCRIPCIÓN Y USOS Los dispositivos de asistencia ventricular (VAD), son bombas utilizadas para proporcionar asistencia circulatoria a enfermos en fallo cardiaco. La asistencia puede practicarse sobre uno o sobre los dos ventrículos, y para ello se han desarrollado varios tipos de dispositivos en función de las diferentes necesidades que se han de satisfacer. Estas necesidades pueden valorarse desde diferentes aspectos y principalmente se cifran en: asistencia a corto o a largo plazo y asistencia estacionaria frente a asistencia ambulatoria. Según su modo de inserción, los dispositivos de asistencia ventricular pueden ser de inserción percutánea o implantables. Los de inserción percutánea tienen como principal ventaja que evitan la cirugía mayor con los riesgos que conlleva. Además, permiten una inserción más rápida y asistencia para situaciones de urgencia. Sus principales beneficiarios son pacientes con parada cardíaca o pacientes con shock cardiogénico que no requieren intervención quirúrgica cardíaca. Clásicamente, los dispositivos de asistencia ventricular implantables funcionan mediante bombas que pueden ser: peristálticas, centrífugas, neumáticas y electromecánicasii. Aunque las bombas peristálticas fueron las primeras que se emplearon, han sido desplazadas por las centrífugas, tanto porque producen menor hemólisisiii como porque resultan más fáciles de manejar. Las bombas centrífugas se usan principalmente para mantener la circulación extracorpórea intraoperatoria y dar soporte postcardiotómicoiv,v. Cuando el paciente requiere asistencia ventricular a medio plazo, se prefieren las bombas neumáticas que se asocian con menores complicacionesi,vi. Las bombas electromecánicas se pueden implantar en la pared abdominal o peritoneal y vienen a ser semejantes a las neumáticas. La Tabla 1 presenta las principales características de los dispositivos de asistencia ventricular más conocidos. Se significa que de un mismo artículo pueden existir diversas versiones con algunas características diferentes, por lo que la siguiente tabla solo tiene un carácter orientador. II.1 Situaciones clínicas de posible utilización Los dispositivos de asistencia ventricular se utilizan cuando el daño cardíaco es reversible o puede ralentizarse su deterioro. En las situaciones reversibles, el uso de estos dispositivos proporciona descanso al corazón y le permite recuperar posteriormente su función. Además, al aumentar la presión sanguínea y el flujo de sangre, se alcanza una mayor perfusión de los principales órganos y sistemas que favorece su recuperaciónii. Los candidatos a la asistencia ventricular proceden principalmente de tres grupos de enfermos:1) pacientes a los que no pude suprimirse la circulación extracorpórea tras una intervención a corazón abierto; 2) pacientes con enfermedad cardíaca en estado final que están en lista de espera para trasplante y requieren la asistencia ventricular como puente al trasplante; 3) pacientes que se encuentran en shock cardiogénico tras sufrir infarto agudo de miocardiovii,viii. Las dos primeras, son las principales aplicaciones de estos dispositivosix. 3 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias Por otro lado, según la duración estimada, la asistencia ventricular se puede dividir en temporal o definitiva, aunque realmente la asistencia mecánica definitiva esta aún, actualmente, en un plano más teórico que real. TABLA 1. Principales tipos de dispositivos de asistencia ventricular Nombre del Flujo Mecanismo Localización Movilidad del Dispositivo Dispositivo paciente Abiomed Pulsátil Neumático Extracorpóreo Consola. BVS 5000 Movilidad limitada BCM Pulsátil Biomedicus No pulsátil c-70 TAH Heartmate Pulsátil Pulsátil Hemopump No pulsátil Novacor Pulsátil Thoratec VAD Pulsátil Ventrículo Asistido Izquierdo, derecho o ambos Neumático Implantable Consola externa. Izquierdo, Movilidad limitada derecho o ambos Centrífugo Implantable Consola. Izquierdo, Movilidad limitada derecho o ambos Neumático Implantable -Sin referenciasAmbos Neumático o Implantable Movilidad menor o Izquierdo eléctrico mayor según versión: consola o baterías Eléctrico. Axial Implantable Consola portátil Izquierdo permite aluna movilidad Electromecánic Implantable Movilidad menor o Izquierdo o con unidad mayor según externa de versión: consola o control baterías Neumático Extracorpóreo Tiene una consola Izquierdo, portátil grande que derecho o permite la movilidad ambos II.2 Dispositivos de asistencia ventricular como soporte temporal Dentro de este apartado cabe a su vez distinguir dos situaciones: II.2.1 Uso del dispositivo de asistencia ventricular a la espera de recuperación: En este punto se incluyen el uso de estos dispositivos para el mantenimiento de pacientes que han sufrido cirugía cardiaca, y el uso para el mantenimiento de pacientes tras infarto agudo de miocardio. Aproximadamente un 2% de los pacientes que desarrollan shock tras cardiotomía requieren una intensa asistencia ventricular transitoria. Ésta permite reducir el trabajo del miocardio y el consumo de oxigeno, contribuyendo así a la recuperación metabólica del órgano. Estos pacientes, habitualmente, requieren asistencia ventricular durante poco tiempo, de 1 día a 2 4 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias semanas, hasta que su corazón se recupere. La supervivencia de este tipo de pacientes es de un 20% a un 35%, aunque cabe suponer que entre un 10% y un 20% habrían sobrevivido sin élx. En cualquier caso, en estos pacientes no se aprecia un mayor riesgo de disfunción cardíaca. La asistencia en shock tras infarto de miocardio está menos estudiada. Los resultados obtenidos son menos esperanzadores y, hasta ahora, no parecen mostrar claramente una mejor recuperación derivada del uso de estos dispositivos. II.2.2 Uso del dispositivo de asistencia ventricular como puente al trasplante cardíaco: El mantenimiento hasta el trasplante ocupa el segundo lugar, en orden de frecuencia, del uso de estos dispositivos. En esta modalidad, el uso del VAD se plantea para mantener o recuperar las condiciones hemodinámicas del paciente hasta la aparición de un donante. Este uso se aplica a aquellos pacientes con enfermedad cardíaca avanzada en los que las terapias habituales son inadecuadas o no pueden ser mantenidos con ellas por más tiempo. Entre las causas que pueden conducir al uso de dispositivos de asistencia ventricular figuran: insuficiencia cardiaca congestiva en estado avanzado, fallo del órgano implantado, rechazo agudo del trasplante, miocardiopatía irreversible, enfermedad valvular, endocarditis bacteriana, miocarditis, heridas penetrantes, etc. Habitualmente, los pacientes en esta situación, reciben asistencia durante períodos más prolongados que los pacientes con shock del apartado anterior. En los últimos años estos pacientes se están manteniendo durante períodos de tiempo progresivamente mayores, a lo cual ha contribuido de modo importante el desarrollo tecnológico de estos productos. II.3. Dispositivos de asistencia ventricular como soporte definitivo. La superación de las dificultades de orden técnico, quirúrgico e inmunológico, surgidas tras los primeros trasplantes cardíacos ha traído consigo un incremento del número de este tipo de intervenciones así como un aumento del número de centros dedicados a esta actividad a lo largo de los años 80 y principios de los 90. Paralelamente ha existido un incremento en el número de donantes demandados para satisfacer esta necesidad. Sin embargo, en el mundo existe un inevitable desfase entre el número de corazones demandados y los que pueden ser proporcionados con los criterios mantenidos durante este tiempo para la selección de donantesxi. Así pues, durante la pasada década se ha producido un paulatino aumento del número de enfermos en lista de espera de trasplante así como del número de días que estos enfermos debían esperar hasta alcanzarlo. Aparejado con ello se ha producido también un aumento de la mortalidad en lista de espera. Esta situación, lejos de desaparecer, se estima que continuará empeorando o, como mucho, se estabilizaría, si se mantienen los actuales criterios de selección de enfermos para inclusión en lista de espera y selección de donantesxii. Para intentar resolver o, al menos, paliar esta acuciante necesidad han ido surgiendo alternativas al trasplante cardíaco alogénico clásico. Entre las más destacadas de estas 5 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias alternativas figuran el xenotrasplante, la utilización de músculo esquelético transformado y el uso de dispositivos mecánicos de asistenciaxiii. Actualmente ya son muchos los autores que plantean el uso de los dispositivos mecánicos como alternativa al trasplante. Los estudios realizados en individuos asistidos mecánicamente con indicaciones temporales como las citadas anteriormente han permitido, de alguna manera estudiar las posibilidades de viabilidad de esta alternativa. En el momento actual, aún considerando los grandes avances que se han realizado en el desarrollo de estos dispositivos, es difícil plantearse la sustitución del trasplante orgánico por uno mecánico aunque la evolución de las listas de espera por un lado, y un mayor desarrollo de estos dispositivos por otro, pueden revalorizar esta posibilidad. 6 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias III. DISPOSITIVOS DE ASISTENCIA VENTRICULAR COMO PUENTE AL TRASPLANTE El presente informe solo contempla la utilización de los dispositivos de asistencia ventricular como puente al trasplante cardiaco. En consecuencia solo se han valorado los estudios sobre pacientes con tal indicación, aunque sin excluir información de carácter general que pudiera proceder de otras fuentes. Dicho de otro modo, esta evaluación se ha practicado considerando como "primer criterio de selección" de pacientes candidatos al VAD, el que previamente se hubieran incluido en lista de espera. En este sentido cualquier otro paciente que no fuera subsidiario de trasplante cardíaco tampoco se considera subsidiario de un dispositivo de asistencia ventricular. El presente Informe valora los dispositivos de asistencia ventricular en su conjunto. Buena parte de la información disponible es global y tampoco se invocan diferencias notables entre los resultados de los diferentes tipos de dispositivos según su mecanismo de funcionamiento. Atendiendo al uso concreto del Novacor, Pristasxiv cifra sus prestaciones sobre 312 pacientes en EE.UU. y Europa, en un total de 13.000 días de soporte mecánico, con un rango de 1 a 370 días y un promedio de 40 días; contabilizando dispositivos autónomos y de consola, indistintamente. Manifiesta que con soporte de más de 30 días el paciente se recupera de los efectos de la implantación y muestra una rehabilitación de la insuficiencia cardiaca congestiva. Este dispositivo cuenta en la actualidad con la marca CE que le permite la libre comercialización por la Unión Europea. Ello no debe asimilarse de modo lineal con las autorizaciones de la FDA, o con sus exenciones para la investigación. En el aspecto técnico la marca CE solo significa que el producto satisface los requisitos esenciales de la Directiva 93/42/CEE, del Consejo, de acuerdo con la funcionalidad que le asigna el fabricante. En ningún caso debe confundirse con una valoración de efectividad ni de uso apropiado. En su opinión el dispositivo de asistencia ventricular puede actuar fuera del hospital con la consiguiente comodidad para los pacientes y sus familiares, así como la evidente reducción de costes. a los efectos de facilitar la asistencia domiciliaria propone un protocolo para normalizar el alta hospitalaria y el mantenimiento domiciliario de los pacientes implantados con este dispositivo. III.1. Costes comparativos Es evidente que, a medida que los receptores de trasplante llegan a él en un peor estado físico, aumenta el coste global de su cuidado (incluyendo el trasplante). Votapka et al.xv han cuantificado un gasto medio de 128.593 $ para los candidatos a trasplante cardíaco en status 2 (enfermos no hospitalizados) mientras que para los enfermos en status 1 (hospitalizados) el gasto medio fue de 239.375 $ correspondiendo 184.477 $ a los tratados convencionalmente y 333.023 $ a los tratados con asistencia ventricular. 7 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias Otros estudios aportan resultados de proporciones similares. Así, Reedy et al.xvi encuentran un gasto medio de 145.539 $ para candidatos a trasplante mantenidos con agentes inotrópicos y, en la mayoría de los casos, bomba intraaórtica de contrapulsación. El gasto para los pacientes mantenidos inicialmente con los métodos anteriores y posteriormente con dispositivos de asistencia ventricular fue de 234.710 $. Para Mehta et al.xvii, los gastos de estos pacientes con asistencia mecánica ventricular o sin ella fueron respectivamente de 302.048$ y 165.219$. Loisance efectúa una aproximación a los análisis de coste-efectividad de la asistencia ventricular, basándose en datos obtenidos de 6 pacientes con asistencia ventricular y 31 con tratamiento farmacológicoxviii; para estos autores el coste medio por superviviente trasplantado fue de 192.455 $ para los pacientes mantenidos farmacológicamente y de 254.000 $ para aquellos con asistencia ventricular. Sin embargo, estos datos son escasamente representativos ya que se han obtenido con un pequeño número de casos y proceden de un solo centro, muy diferenciado, al que se derivan gran parte de las urgencias cardiacas del área de París. El siguiente cuadro presenta sumariamente los resultados de los anteriores estudios. Autor Coste de Tratamiento Relación en Status 1 ($) Convencional VAD VAD/Conv. Votapka 184.477 333.023 1,80 Reedy 145.539 234.710 1,61 Mehta 165.219 302.048 1,82 Loisance* 192.455 254.000 1,32 ** Loisance 38.326 84.683 2,20 Cloy** 268.696 435.133 1,62 * Coste por superviviente a un año ** Coste hasta trasplante Son importantes las diferencias de precios o "cargos" entre los diversos tipos de aparatos, o versiones del mismo; a ello hay que añadir las que presenta un mismo aparato de un país a otro o, incluso, de un hospital a otro. En un hospital de EE.UU. se detectan facturaciones de 11.670 $ para el Thoratec y de 25.000 $ para el Novacor. En otros casos el sistema Heartmate pasa de 24.000 $ en su versión neumática, a 50.000 $ en la alimentada por baterías. Debe insistirse en que los datos anteriores solo pueden aceptarse como una primera aproximación al estudio económico. Proceden de diversos centros, con diferentes prácticas clínicas; bajo la denominación dispositivos de asistencia ventricular se integran los diferentes dispositivos, de muy distintos precios; y utilizados bajo diferentes criterios de implantación; los estudios se han realizado sobre un limitado número de pacientes cuya selección, a veces, es confusa; finalmente y por proceder en su mayoría de centros norteamericanos, afectan periodos de soporte muy prolongados. Es evidente que la diferencia de costes/día se atenúa en los plazos largos. Aún así Loisance indica que el coste por día adicional de supervivencia con soporte mecánico era hasta el 228% del de soporte farmacológico. Sin embargo, en contextos como el español habría que atender a plazos mas cortos dada la menor duración de nuestras lista de espera. 8 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias En este contexto cabe citar el estudio de Cloyxix en el que se reconoce que la tecnología es cara, pese a que se refiere al Heartmate S que no es de los dispositivos más costosos, pero que sus ventajas económicas se evidenciarán por su propio desarrollo. En el grupo control los costes ascendían a 268.696$ (5.150 $/día); en el grupo con dispositivos de asistencia ventricular 435.133 $ (3.178$/día) y en un paciente que se mantuvo bajo soporte domiciliario 150.138 $. Su trabajo tiene notables deficiencias; así comprenden muy pocos pacientes (6 + 6); no especifica los criterios de selección , por qué se han incluido esos 12 y no otros que sin duda ha debido haber. A su vez el desglose de los costes por día de tratamiento, es un claro sesgo en favor de los dispositivos de asistencia ventricular, pues conforme a los criterios anteriormente expuestos, los autores los usan durante mucho mas tiempo (51 días en soporte convencional frente a 185 días con dispositivos de asistencia ventricular). Sin embargo si atendemos al coste total hasta el transplante, que es el que más puede interesar cuando las listas de espera son más cortas, las cifras son claramente favorables al soporte convencional: 268.696 $ frente a 435.133 $ del soporte mecánico. Por otra parte no se pueden ignorar los regímenes asistenciales y de cobertura en que se efectúan estas valoraciones y sobre los que ya se advirtió en la 24ª Conferencia de Bethesda, al diferenciar entre "costes" y "precios" ("precios"="costes"+"beneficios")xi. Según las estimaciones del National Cooperative Study, en 1988 el precio medio del trasplante cardiaco, considerando una hospitalización de 23 días, era de 91.570$, sin embargo y aunque no se cuantifican, se reconoce que los gastos de los pacientes que estuvieron en UCI o que requirieron dispositivos de asistencia como puente, fueron muy superiores. A pesar de que los datos indicados anteriormente pretenden orientarse hacia un análisis de coste-efectividad, ninguno de esos trabajos toma en consideración las limitaciones de la efectividad del uso de estos dispositivos, es decir: limitaciones en el número neto de vidas salvadas debidas a la propia limitación de órganos donados. Para ello cabría utilizar los modelos de Markov que permitirían estimar la supervivencia y los gastos originados por una cohorte de candidatos a trasplante, y aportarían información sobre el impacto de estos dispositivos no ya solo en los pacientes críticamente enfermos, sino también en aquellos en espera extrahospitalaria. También pueden ser usados estos modelos para determinar el efecto del uso de los mecanismos de asistencia ventricular en el número total de pacientes en lista de espera para trasplante. III.2. Selección de los pacientes Los requisitos particulares de los receptores de los implantes, se establecen por las respectivas industrias fabricantes, lo que ofrece alguna variabilidad, aunque todos entran en los establecidos para acceder a la lista de espera de transplantesxx El factor más importante en la supervivencia a largo plazo puede ser una buena selección de los pacientesiii,xxi. En general, las indicaciones para la asistencia mecánica ventricular suelen definirse atendiendo a los siguientes parámetros: 9 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias • • • • • • índice cardíaco menor de 1,8-2,0 L/min/m2; presión arterial media igual o inferior a 60 mm Hg; presiones auriculares mayores de 20 mm Hg; resistencia vascular sistémica mayor de 2.000-2.100 dinas/s·cm -5; presión sistólica menor de 80-90 mm Hg y excreción urinaria menor de 20 ml/h.xxii Estas indicaciones deben alcanzarse bajo máximo tratamiento farmacológico y, a menudo, con bomba intraaórtica de contrapulsación. Aunque la mayoría de los centros no utilizan todos estos criterios en sus protocolos de selección, suele utilizarse una combinación de cuatro o más de ellos. Puede admitirse que un paciente que reúne estas condiciones, tiene una perdida de función ventricular de más del 40%.i Entre las contraindicaciones para la asistencia mecánica ventricular se incluyen comúnmente la existencia de daño cerebral, cáncer metastásico, enfermedad hepática avanzada e insuficiencia renalxxii. Una combinación particularmente deteriorante es la presencia de infarto de miocardio reciente junto con insuficiencia renal aguda.iii III.3. Resultados publicados. III.3.1. Resultados funcionales En esta sección se analizan principalmente los efectos de los dispositivos de asistencia mecánica ventricular izquierda, que es la más frecuente, en pacientes en espera de trasplante cardíaco. La tabla 2 muestra los datos de supervivencia en pacientes con asistencia mecánica ventricular izquierda como puente al trasplante cardíaco. Solo se incluyen solo datos procedentes de estudios multicéntricos tanto porque estos incluyen un mayor número de casos, como por prevenir el "sesgo de centro". Su estudio permite apreciar cómo en los últimos años, referencias más recientes, los pacientes con asistencia mecánica han sido mantenidos durante mayores períodos de tiempo. Existe una tendencia hacia un mayor tiempo de soporte mecánico sin que disminuya el porcentaje de enfermos trasplantados y dados de alta. Es decir, el soporte mecánico prolongado no implica la formación de un grupo de pacientes “demasiado enfermos” para recibir trasplante cardíaco con éxito. Así, algunos estudios han encontrado dos años después del trasplante, una supervivencia del 100% en pacientes que habían sido mantenidos con soporte, entre 31 y 233 días. Dichos resultados sugieren que estos dispositivos pueden usarse para “maximizar la recuperación orgánica y la rehabilitación física, convirtiendo al paciente finalmente en un mejor candidato para trasplante.”xxiii Sin embargo tales datos deben interpretarse con cuidado ya que, como se indica mas adelante, los estudios realizados utilizando controles históricos pueden sobrestimar los efectos de la intervención. 10 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias TABLA 2.- Asistencia ventricular izquierda como puente al trasplante: trasplantes y supervivencia en estudios multicéntricos. Autor Tipo de dispositiv o Varios Porcentaje de Porcentaje de Número pacientes pacientes dados de de alta (N)a,b pacientes trasplantados (N)a 58 71 (41) 53 (31) Media de días de asistencia (Rango) 14.1 (0-90) Pae et al.xxiv 1989 Varios 89 67 (60) 54 (48) 16.6 (0-153) Miller et xxv al. 1990 Oaks et al.xxvi Varios 122 71 (87) 62 (76) 30.6 (0-370) 1991 Varios 187 74 (138) 67 (125) 43.7 (0-370) Mehta et xxvii al. 1995 Pae WExxviii Varios 122 71 (87) 62 (76) (0-438) 1993 Portner et Novacor 20 50 (10) 40 (8) 22.7 (0-90) xxix al. 1989 McCarthy et Novacor 63 62 (39) 56 (35) 40 (1-281) xxx al. 1991 Ramasamy et Novacor 79 63 (50) 58 (46) 46 (1-370) xxxi al. 1991 Abou-Awdi Heartmat 57 63 (36) 54 (31) No indicado and e Frazierxxxii 1992 Dasse et Heartmat 67 64 (43) 55 (37) No indicado al.xxxiii1992 e Frazier et Heartmat 23 74 (17) 74 (17) 65.8 (1-233) xxxiv al. 1992 e Frazier et Heartmat 75 71 (53) 64 (48) 76 (0-344) xxxv al. 1995 e a Número de pacientes entre paréntesis. b Pacientes dados de alta tras el trasplante. Porcentajes calculados sobre los pacientes que recibieron asistencia ventricular, no sobre los que recibieron trasplante. En la misma tabla también puede observarse que entre un 50% y un 74% de los pacientes que reciben asistencia mecánica ventricular izquierda, sobreviven hasta el trasplante y que entre el 40% y el 74% de éstos son dados de alta del hospital. Estas tasas son destacables ya que el soporte mecánico hasta el trasplante se realiza, habitualmente en pacientes gravemente enfermos y con mínimas probabilidades de supervivenciaxxxvi Por tanto, cabe suponer que ninguno de estos enfermos hubiera sobrevivido sin esa asistencia. En la tabla 3 puede verse la respuesta de algunas variables hemodinámicas y cardíacas, tras la asistencia ventricular izquierda. Aunque estos datos pueden usarse para mostrar la mejoría de 11 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias los pacientes mantenidos con asistencia mecánica ventricular izquierda, no indican la respuesta media a dicha asistencia mecánica, debido a que solo comprende la información relativa a los supervivientes al trasplante y no a todos aquellos pacientes que recibieron la asistencia ventricular 12 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias TABLA 3.- DATOS CARDÍACOS Y HEMODINÁMICOS ANTES Y DURANTE LA ASISTENCIA VENTRICULAR IZQUIERDA Tipo de Na Media de días Pre-LVAD LVAD Pre-LVAD LVAD Pre-LVAD dispositivo/ de asistencia Índice Índice PAPd PAPe PVRf Mecanismo (Rango) Cardiacob Cardiacoc xxxvii Pae et al. Pierce-Donachy/ 5 13 (3-31) 1.8 2.8 No No Indicado No Indicado Neumático Indicado McCarthy et Novacor/ 13 17 (0-36) 1.5 3.1 26 17 No Indicado xxx al. Electromecánico Burton et Heartmate/ 11 60 (2-143) 1.6 3.2 45 24 4.1 xxxviii al. Neumático Holman et Heartmate o 8 (70-279) 1.8 2.8 45 23 2.1 al.xxxix Pierce Donachy/ Neumátio Frazier et al.xxiii Heartmate/ 19 106 (31-233) 2.16 3.01 No No Indicado No Indicado Neumático Indicado xl Kormos et al. Novacor/ 10 125 (61-303) 2.1 3.3 36 16 2.9 Electromecánico McCarthy et Heartmate/ 13 66 (22-101) 1.6 3.2 No No Indicado 5.2 al.xli Neumático Indicado Frazier et al.xxxv Heartmate/ 75 76 (0-344) 2.77 1.86 No No Indicado No Indicado Neumático Indicado a: N se refiere al número de pacientes que han recibido asistencia ventricular izquierda. b: Índice Cardiaco Medio, en L/min/m2 antes del uso del dispositivo de asistencia ventricular izquierda (LVAD). c: Índice Cardiaco Medio, en L/min/m2,durante el uso del LVAD. d: Presión arterial pulmonar media (PAP) en mm Hg, antes de insertar el LVAD. e: Presión arterial pulmonar media en mmHg durante la asistencia ventricular izquierda. f: Resistencia vascular pulmonar (PVR) en unidades Wood antes de insertar el dispositivo de asistencia ventricular izquierda. Autor LVAD PVRg No Indicado No Indicado 1.4 4.15 No Indicado 1.9 2.0 No Indicado 13 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias g: Resistencia vascular Pulmonar en unidades Wood durante la asistencia ventricular izquierda. 14 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias La tabla anterior no comprende otro estudioxvi en el que se comparan los resultados obtenidos en 34 candidatos a trasplante cardíaco que estaban siendo mantenidos con fármacos inotrópicos, 12 de los cuales tenían además bomba de contrapulsación intraaórtica (IABP), con otros 25 candidatos que inicialmente recibieron inotropos, para pasar después a ser mantenidos con dispositivos de asistencia ventricular. Según los autores, la decisión para implantar el dispositivo fue “impuesta por un progresivo empeoramiento en la función cardíaca y de los principales órganos, a pesar de recibir dosis máximas de inotrópicos y asistencia con IABP”. Se infiere que los enfermos que recibieron la asistencia mecánica ventricular estaban, en ese momento, más graves que aquellos otros que no la recibieron. Sin embargo, las tasas de mortalidad pretrasplante fueron aproximadamente iguales: 11 pacientes del grupo con asistencia ventricular(44%) y 14 pacientes del grupo con terapia convencional (41%) murieron tras sufrir complicaciones que les excluyeron del trasplante. Esto concuerda con los datos de las tablas 2 y 3, e indica que la salud de estos pacientes mejora tras la asistencia mecánica ventricular. Además, todos los pacientes que habían recibido asistencia ventricular fueron dados de alta tras el trasplante, frente a solo un 70% de aquellos que recibieron terapia convencional, siendo esta diferencia estadísticamente significativa. La supervivencia registrada 5 años después del trasplante fue también significativamente mayor en el grupo que había recibido asistencia ventricular. Parece, pues, que la asistencia mecánica ventricular permite que los pacientes alcancen el trasplante en un mejor estado de salud que aquellos que no la reciben y, por tanto, sería más efectiva que la terapia convencional. No obstante, no esta muy claro hasta que punto son generalizables los resultados de este estudio, ya que las tasas de supervivencia encontradas en ambos grupos son mayores que las encontradas en los otros trabajos referidos en la tabla 2, lo cual lleva a pensar en la existencia de desviaciones debidas al centro de realización del estudio, “efecto centro”, o bien en un sesgo en la selección de pacientes ya que en el informe no se especifica como se seleccionan los individuos incluidos en el estudio. El mayor fondo de información para seguir los resultados que vienen ofreciendo estos dispositivos, nos lo ofrece el Registro Combinado que desde hace nueve años auspician la American Society for Artificial Internal Organs (ASAIO) y la International Society for Heart Transplantation (ISHT). Tras analizar sus datos hasta 1990, Paexxviii presenta el perfil que se describe a continuación. Las indicaciones para el soporte mecánico circulatorio se distribuye según: deterioro hemodinámico previo al transplante, 436 pacientes; rechazo agudo, 40; y shock cardiogénico postcardiotomía en 68. La duración del soporte circulatorio ha sido muy variable, de 0 a 438 días y muestra la utilidad de los dispositivos de asistencia ventricular como puente al transplante, para proporcionar asistencia segura durante un amplio intervalo de tiempo. No hay diferencia estadística en la duración del soporte según que el dispositivo sea de asistencia ventricular o corazón total. El tipo de dispositivo tampoco se puede asociar con diferencias estadísticas entre las mortalidades pre o peri transplante, ni entre las altas hospitalarias. Las tasas de transplante y alta hospitalaria se mostraban análogas en los 15 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias pacientes que recibían dispositivos de asistencia ventricular izquierda de bombeo neumático, eléctrico o centrífugo. Los pacientes que recibían dispositivos centrífugos mostraron, en conjunto, una evolución menos favorable, aunque no se aprecian diferencias estadísticamente significativas. Por una parte, cabe sospechar si tal significación no aparecería con un mayor número de casos. Por otra, no puede ignorarse la asociación de estos efectos con la duración del soporte. Es evidente que, al no ser dispositivos pulsatiles, proporcionan un flujo de sangre continuo que favorece menos la normalización hemodinámica. Sin embargo este aspecto que ofrece interés cuando se utilizan durante períodos prolongados, resulta mucho menos relevante cuando lo que se requiere es un soporte de corta duración. En este estudio, la mortalidad perioperatoria del trasplante ortotópico se mantenía en la población general entre el 10 y el 12%. Sin embargo en aquellos pacientes que habían recibido el transplante previo soporte mecánico, esta cifra ascendía al 18%, aunque repartiéndose según: 9% para el soporte univentricular; 18% para el soporte biventricular y 23% para el corazón artificial total. Las diferencias entre los resultados de los dispositivos de asistencia ventricular y los del corazón artificial total, eran altamente significativas; sin embargo no alcanzaban tal significación estadística entre el soporte biventricular y el corazón artificial total. Las estimaciones de supervivencia de Kaplan-Meier al cabo de dos años, para todos los pacientes transplantados después de algún tipo de soporte, eran aproximadamente del 65%, incluida la mortalidad perioperatoria; lo cual contrasta con la supervivencia actuarial del 80% en el transplante cardiaco aislado. Sin embargo cuando las tasas de supervivencia se calculaban diferenciando el tipo de soporte mecánico empleado, la asistencia univentricular izquierda, mostraba una supervivencia a 2 años del 86%, que viene a coincidir con el 83% del transplante ortotópico. Análoga distribución se mantiene en la revisión del registro combinado realizada por Mehta tres años más tarde. En una cohorte de 19 pacientes, mas bien son 18, Sapirstein et al.xlii encontraron que la supervivencia a los 30 días de los pacientes que han recibido soporte es, incluso, mejor que la de los no implantados, 100% frente a 86%; sin embargo las mortalidades pretrasplante fueron 22% y 17%, respectivamente. Bien es cierto que todos estos pacientes solo habían recibido soporte en el ventrículo izquierdo, sin llegar a necesitar la asistencia biventricular cuyos peores resultados de supervivencia son conocidos. Los propios autores reconocen la influencia que ha podido ejercer sobre estos resultados la pronta implantación del dispositivo de asistencia ventricular, antes de que se experimentase un deterioro orgánico irreversible. El estudio de Frazier de 1995xxxv es uno de los mejor desarrollados, aunque también tenga limitaciones importantes, según se comenta en el capítulo III.4. Evalúa el Heartmate utilizando 108 pacientes atendidos durante 8 años en 17 centros; 75 pacientes con LVAD y 33 como grupo de comparación. 16 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias Los resultados de supervivencia, esquemáticamente, fueron: LVAS Sobre Sobre nº nº inicial trasplantado Tiempo medio hasta trasplante (en días) 76 (1-344) Supervivencia hasta Trasplante 71% * Supervivencia 60 d. post-Trasplante 65% 92% Supervivencia al año 64% 91% Control Sobre Sobre nº nº inicial trasplantado 12 (1-72) 36% * 30% 83% 24% 67% Algunas diferencias son significativas pero, en cualquier caso, precisan una reflexión. La notable variación en la mortalidad pre-trasplante se sigue reflejando en las tasas de los periodos de comparación posteriores, supervivencias a 60 días y a un año, cuando estas se refieren al número inicial de pacientes. Sin embargo cuando las tasa de supervivencia se calculan sobre el número de individuos trasplantados, en especial a los 60 d. posttrasplante, esta diferencia se reduce sensiblemente. III.3.2. Complicaciones del soporte ventricular La implantación de dispositivos de asistencia ventricular durante periodos cada vez más prolongados no está exenta de complicaciones que se pasan a valorar. La hemorragia es la más frecuente y conduce a la reintervención de los pacientes con asistencia mecánica ventricular entre el 22% y el 73% de los casosii,vii. Otra complicación relativamente frecuente es la infección que se presenta hasta en un 61% de los pacientes.vii La insuficiencia renal suele aparecer en el 21% de los candidatos soportadosviii y el 17% de los pacientes con asistencia mecánica ventricular padece insuficiencia respiratoria. Un 13% de los pacientes con soporte izquierdo experimentan insuficiencia ventricular derecha lo que ha venido a extender la implantación del soporte biventricular que se aprecia en los últimos tiempos. Las complicaciones neurológicas suelen presentarse entre el 6% y el 8% de los pacientes con este tipo de asistencia, a consecuencia de trastornos tromboembólicos. En el estudio de Sapirsteinxlii todos los pacientes implantados estaban al máximo tratamiento convencional y aceptablemente seleccionados. Todos estaban en status 1, pero con la implantación mejoraron su situación clínica y funcional, aunque se ve que los dispositivos de asistencia ventricular no funcionan en infartados recientes. Las compilaciones más frecuentes fueron insuficiencia renal (35%) y disfunción del dispositivo (33%), aunque no llegaron a influir en los resultados generales. 17 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias En el citado estudio de Frazierxxxv se identificaron los siguientes efectos adversos principales: Complicación Disfunción renal Hemorragia Infección Insuf. Ventric. dcho Hemólisis Tromboembolismo Embolismo séptico LVAS Control 53% 61% 41% 41% 15% 15% 3% 8% 3% 3% 0% 3% 0% Pese a la apariencia inicial, la disfunción renal aumenta tras la implantación del dispositivo de asistencia ventricular. El autor advierte que un 42% de los pacientes la presentaba previamente a la instalación del dispositivo de asistencia ventricular; lo que ocurre es que en estos casos la supervivencia es mejor que en los "controles". Las hemorragias se presentan con la incidencia que se suele reseñar en la bibliografía, aunque es posible que se haya reducido recientemente al introducirse el empleo de la aprotinina. Finalmente concluye que estos resultados son análogos a los citados en la bibliografía para otros dispositivos de asistencia ventricular como el Novacor o el Thoratec, aunque las referencias de estos ofrecen peor metodología sin, siquiera, llegar a contar con grupos que vengan a utilizarse de "control". Holmanxliii estudia las infecciones producidas en los 13 pacientes mantenidos con dispositivos de asistencia ventricular durante más de 30 días en la Universidad de Alabama. En 8 casos se implantó el Thoratec y en 5 el Heartmate, aunque no presenta por separado los resultados de cada uno de ellos. En total se acumularon 1.648 días de implantación. Se siguió el criterio de considerar como infección cualquier cultivo positivo, a diferencia de otros estudios que siguen otros criterios tales como fiebre, leucocitosis o necesidad de antibioticoterapia. Todos los pacientes sufrieron algún tipo de infección, y tres de ellos murieron. Los autores afirman que el exitus no se asociaba al número de infecciones padecidas, sin embargo nada se dice de cómo se cuantificaron esas infecciones ni si alguna de ellas causó la defunción. En cualquier caso, concluye que en las implantaciones de dispositivos de asistencia ventricular durante más de 30 días, las infecciones constituyen una causa importante de morbi-mortalidad. La prevalencia de la infección post-trasplante de los pacientes con y sin dispositivos de asistencia ventricular resulta controvertida. Algunos estudios no han apreciado diferencias entre ellos, sin embargo el más reciente y exhaustivo trabajo de Smartxliv identifica el VAD como un factor de riesgo significativo en la infección postrasplante. Smart. orienta su estudio en sentido inverso a los que se han venido comentando: investigar los factores asociados con el riesgo de infección en la población trasplantada. Para ello estudia los 2.210 pacientes transplantados en 30 instituciones distintas durante dos años y medio, desde el 1 de enero de 1990 hasta el 30 de junio de 1993. Los supervivientes fueron objeto de seguimiento durante 18,9 meses (de 1 día a 42 meses), y se consideraron como infecciones todas las que precisaron antibioticoterapia intravenosa, 18 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias u oral si eran de riesgo vital. En estos términos se detectaron 1.218 infecciones en 695 pacientes. Los resultados acumulados durante los seis meses siguientes al trasplante presentan los factores de riesgo de infección común y de infección mortal que se relacionan a continuación. Factores de riesgo de infección común • Edad (<1 ó >65 años) • Ventilación asistida al momento del trasplante • VAD al momento del trasplante • Tratamiento de inducción (OKT3) • Donante mujer • Donante negro Sin embargo los factores de riesgo de infección mortal son: • Edad del receptor • Sexo femenino del receptor • Ventilación asistida al momento del trasplante • Edad avanzada del donante • Tiempo de isquemia Queda claro que la implantación de un dispositivo de asistencia ventricular constituye un factor de riesgo de infección, tanto inicial como acumulada, aunque no de infección mortal. En los pacientes con LVAD es frecuente la infección de las incisiones, pero rara la infección mediastínica fatal. A modo de resumen de las complicaciones más frecuentes que se asocian con los dispositivos de circulación asistida, se presenta la siguiente tabla, modificación de la de Mehtaxxvii, que presenta los porcentajes con se experimentan las diferentes complicaciones en los dos tipos principales de asistencia ventricular. Las cifras marcadas con asteriscos corresponden a las complicaciones que, mediante análisis univariante, resultan predictoras de exclusión del trasplante en cada tipo de asistencia. Tabla 4. Porcentaje de complicaciones Complicación Asistencia Asistencia univentricular biventricular Hemorragia 32,6* 45,0* Infección 24,6 30,0 Tromboembolismos 19,8* 15,0 Insuficiencia biventricular 15,0* 11,9* Insuficiencia renal 13,4* 26,3* Insuficiencia respiratoria 8,6 16,3 Trastornos neurológicos 8,0* 8,1* Disfunciones mecánicas 7,0 10,0 Hemólisis 2,7 18,8 Infarto miocardio perioperatorio 1,6* 0,0 19 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias Como puede apreciarse la exclusión del trasplante, en cada grupo, no se relaciona tanto con la incidencia de la complicación como con su naturaleza. Tal es el caso de la infección que, aún presentándose en el 24,6% y el 30% de los casos, no llega a considerarse predictor de exclusión. III.4. Valoración de la bibliografía. La bibliografía disponible corresponde, en general a una evidencia científica de nivel de calidad V que viene a corresponderse con estudios no controlados de series clínicas. No se han realizado estudios controlados para comparar los resultados de grupos de pacientes con asistencia ventricular y otros similares, pero sin asistencia. En este tipo de tratamientos la distribución en grupos problema y control resulta sumamente compleja, tanto por razones éticas como meramente metodológicas. El resultado es que solo se puede contar con estudios de series, abiertos, no controlados y dilatados en el tiempo, con lo que se acentúan los efectos de la multifactorialidad inherente a este tipo de tratamientos. Uno de los estudios mejor desarrollados, aunque también tenga limitaciones importantes, es el de Frazierxxxv. Evalúa el Heartmate utilizando 108 pacientes atendidos durante 8 años en 17 centros; 75 pacientes con LVAD y 33 como "control". La distribución no es aleatoria aunque se le aproxima, pues los "controles" habían sufrido la misma selección y se dejaron de implantar bien por voluntad propia, bien por carencia de dispositivo; sin embargo se no indica nada sobre su simultaneidad, ni sobre la naturaleza e intensidad del tratamiento previo a la implantación del VAD. Por lo general, los restantes estudios publicados muestran un diseño experimental endeble, que no permite alcanzar conclusiones contundentes. En consecuencia se han comparado los resultados obtenidos de estudios no controlados con los de otros estudios igualmente no controlados ; lo que, en cierta medida, se puede considerar análogo a la realización de estudios usando controles históricos. En síntesis, cabría valorar la información disponible como la propia de una investigación clínica en fase II avanzada. 20 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias IV. NECESIDADES QUE SE PRETENDEN SATISFACER CON LOS DISPOSITIVOS DE ASISTENCIA VENTRICULAR Como se indicó en la Introducción, el presente informe solo pretende evaluar los dispositivos de asistencia ventricular en su aplicación como puente al trasplante cardiaco y, en consecuencia, actuando sobre pacientes subsidiarios de este tratamiento. El trasplante cardíaco se reserva habitualmente a pacientes con enfermedad cardíaca en estadio terminal, en situación irreversible que tienen una baja esperanza de vida, una disminución importante de su calidad de vida y escasas probabilidades de responder con éxito a los tratamientos habitualesxlv. El número de receptores potenciales es mayor que el de donantes, por lo que éste se convierte en el factor limitante, por excelencia, del desarrollo de esta tecnología. Esta penuria de órganos que alcanza a todos los países desarrollados con la honrosa y relativa excepción de España cuya peculiar situación se presenta en el capítulo VI, ha constituido un acicate para explorar tratamientos alternativos o que contribuyan a mantener al paciente durante períodos en lista de espera, cada vez más prolongados. Macrisxlvi, aunque sobre investigaciones clínicas ajenas, casi todas de Frazier y, en general, promovidas por el Texas Heart Institute, señala como principales beneficiarios del VAD a los pacientes con menores probabilidades de llegar a recibir un corazón, cual sería el caso de los de grupo sanguíneo -0- y peso >90 Kg. cuyo promedio de estancia en LE es > 590 d. según datos UNOS de 1993. Sin embargo su propuesta final es la de utilizar el dispositivo de asistencia ventricular como alternativa al trasplante, planteamiento muy distante del que se puede formular en España, al menos por ahora. Análoga actitud muestra Cloyxix. En principio, no discute que el transplante es el tratamiento de elección aunque limitado por la escasez de donantes, y señala como gran objetivo de los dispositivos de asistencia ventricular la asistencia a largo plazo. Sin embargo, ante las crecientes dificultades que se presentan en EE.UU. para el transplante, el autor y sus referencias propugnan el dispositivo de asistencia ventricular como tratamiento alternativo. A este planteamiento alternativo así como al de soporte a largo plazo ha respondido su desarrollo original, si bien en la actualidad se propugna como puente al transplante. Cabe pensar que tal indicación se debe tanto a su eficacia intrínseca como al aprovechamiento de un segmento de mercado al que se puede atender con el actual grado de desarrollo alcanzado por ésta tecnología, mientras se perfecciona en su evolución hacia el corazón artificial total. En la 24ª conferencia de Bethesdaxiii se contemplaron los futuros desarrollos en este campo. Se han establecido dos categorías de dispositivos de asistencia ventricular, según que se utilicen a corto o a largo plazo. Los dispositivos de implantación a corto plazo pueden ser útiles cuando la insuficiencia cardiaca es de progresión rápida, aunque en la mayoría de estos pacientes la disfunción miocárdica es irreversible. Los dispositivos de asistencia ventricular a largo plazo se encuentran en avanzado estado experimental y de investigación clínica; se conciben como alternativas realistas al transplante cardiaco y 21 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias entre tanto, se vienen experimentando como puente al transplante. Debido a este carácter experimental el acceso a los mismos es limitado . En esta bivalencia establecida por la duración de los plazos de soporte procede significar que en muchos centros de los EE.UU. se utilizan los dispositivos centrífugos para tratamientos agudos, y cuando se comprueba que el paciente no se recupera y se sospecha que se va a prolongar la necesidad de soporte, se pasa al dispositivo eléctrico o neumático. Para reducir la mortalidad de pacientes en status 2, es necesario identificar subgrupos de alto riesgoxlvii en los que convenga una intervención rápida, en éstos subgrupos de alto riesgo se podría transplantar con prioridad a los de menor riesgo, que se mantendrían en la lista por orden cronológico de incorporación; sin embargo tendría el inconveniente de mantener los pacientes en lista de espera. Por el momento no se cuenta con predictores concluyentes de la evolución clínica, aunque se trata de un campo objeto de intensa investigación clínica, que se comenta más adelante. En el capítulo III.3 se comentó que entre el 41% y el 76% de los pacientes que reciben asistencia ventricular izquierda sobreviven hasta el trasplante, y entre el 29% y el 74% de los trasplantados son dados de alta del hospital, y que estos datos eran destacables ya que los pacientes mantenidos mecánicamente como puente al trasplante suelen considerarse mortalmente enfermos y es probable que mueran, en minutosxxxvi. Sin embargo esta intervención de máxima urgencia que, con frecuencia se invoca en la bibliografía, no debe aplicarse indiscriminadamente a todos los dispositivos de asistencia ventricular, ya que no deben confundirse los dispositivos de asistencia inmediata con los de soporte a medio o largo plazo. Aunque la asistencia ventricular puede emplearse para mantener vivos a determinados pacientes durante un tiempo suficientemente largo como para recibir un trasplante (algunos pacientes han llegado a permanecer asistidos durante un año), no se ha demostrado que el uso de estos aparatos produzca un aumento neto del número de vidas salvadas dentro del grupo de pacientes en lista de espera para trasplante cardíaco. Esto se relaciona tanto con la limitada disponibilidad de corazones donados, que restringe finalmente el número de trasplantes que pueden realizarse, como con la falta de resultados obtenidos a partir de los modelos matemáticos apropiados (modelos de Markov) para demostrar la efectividad de estos dispositivos en términos de aumento neto del número de vidas salvadas dentro del grupo de candidatos a trasplante cardíaco. Estos modelos podrían usarse para determinar el efecto del uso de los mecanismos de asistencia ventricular en el número total de pacientes en lista de espera para trasplante, así como para estimar la supervivencia y los gastos originados por una cohorte de candidatos. 22 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias V. SITUACIÓN EN EE.UU. La mayor parte de la información disponible sobre los dispositivos de asistencia ventricular, procede de los EE.UU. cuyas necesidades en materia de trasplante cardíaco demandan otras alternativas que puedan contribuir a paliar la crisis de las listas de espera. Se ha reiterado miméticamente que en los EE.UU. hay entre 20.000 y 40.000 candidatos potenciales, de menos de 65 años, al trasplante. La cifra parece excesivaxlviii debido a que los datos en que se sustentan estos cálculos proceden, en bruto, de los certificados de defunción y ya se sabe que, con frecuencia, las defunciones por causas de origen cardiaco, , carecen de sintomatología previa. Sin embargo, orientando las estimaciones sobre otros datos cuales podrían ser: las tasas de mortalidad en los principales centros; la magnitud de las listas de espera y los certificados de defunción ajustados, se podrían cifrar en 16.500 los candidatos adultos al trasplante cardiaco. En EE.UU. la provisión y distribución de órganos es responsabilidad contractual de la United Network for Organ Sharing (UNOS) que surgió en 1972 para el trasplante renal y ha evolucionado hasta convertirse en una coordinadora nacional, bajo la supervisión del U.S. Department of Health and Human Services. La información facilitada por la UNOS no siempre alcanza a reflejar con detalle la situación nacional en este campo. Así, desde 1989, no ha publicado los tiempos medios en lista de esperaxlvii, sino los de mediana, por lo que las informaciones disponibles contienen datos muy dispares debido a que proceden de estimaciones indirectas basadas en los registros de diferentes centros Según O'Connellxi, en 1991 se practicaron en los EE.UU. 2.127 trasplantes en 156 centros. En 1990, el promedio de estancia en lista de espera fue de 186 días, aunque el 29% de los pacientes hubieron de esperar de 6 meses a 1 año, y el 20% más de un año; en conjunto, la lista de espera presentaba, entonces, una mortalidad del 20%. La supervivencia a 1 año oscilaba, según fuentes, entre 81% y 84%. Aunque los análisis de UNOS no suministran una información muy detallada, jerarquizan los pacientes en seis categorías: desde los que siguen trabajando normalmente, hasta los que se mantienen con soporte; en tal contexto, todos, incluso los ingresados en UCI, presentaban una tasa de supervivencia a 1 año superior al 80%, a excepción de los mantenidos con algún tipo de soporte (ya fuese ventilador, balón intraaórtico o dispositivo de asistencia ventricular) que la presentaban del 74%. Sapirsteinxlii, aunque para proclamar la utilidad del VAD como puente crónico, remite a unas mortalidades en lista de espera en el rango del 10% al 40%. Según Haywoodxlvii, desde 1 de enero de 1991 hasta el 31 de mayo de 1994, el tiempo en lista de espera era de 272 días con una mortalidad del 16%, pese a lo cual afirma que la mortalidad en las listas de espera de transplante cardíaco en EE.UU. se ha elevado del 7% en 1983 al 21% en 1989. 23 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias Los pacientes seleccionados para transplante urgente (status 1), han mostrado constituir un uso apropiado de los órganos donados, en términos de impacto sobre la mortalidad global, pero ha resultado un alto porcentaje de donaciones dirigidas a pacientes muy enfermos, detrayéndose del número de órganos disponibles para la implantación a pacientes en status 2. El número de pacientes que esperaban transplante cardiaco en 1993 era, aproximadamente, de 2.500, con una incorporación mensual de 300 pacientes nuevos y un transplante mensual de 150. Durante 1990 hubo 3.595 individuos esperando un trasplante y 650 (18%) de ellos murieron en lista de espera. En 1994, Coumbe y Grahamx estimaron que aproximadamente el 20% de los enfermos en lista de espera morirían antes de recibir un órgano donado Frazierxxxv aporta datos de UNOS correspondientes a 1994, según los cuales la mortalidad en lista de espera durante el periodo 1988-94, fue del 13,5%; la cifra se presta a equívoco dado el crecimiento anual que hemos visto que experimenta la lista de espera, así como la amplitud del periodo contemplado que se extiende, casi desde los comienzos del trasplante hasta su madurez actual. Para 1993, cuantifica en 208 días la duración de la lista de espera, pero no expresándolo como tiempo medio si no como tiempo de mediana. A su vez, es significativo que se haya pasado de expresar la duración de la estancia en lista de espera en "media de tiempo" a hacerlo en "tiempo de mediana", que se define como el lapso de tiempo en que se trasplanta la mitad de los pacientes registrados. Esto concuerda con que los trasplantes efectuados no sufren una distribución gaussiana normal, debido a las notables diferencias entre los grupos en status 1 y 2. Más del 50% de los trasplantes efectuados correspondieron al status 1 que, sin embargo solo venía a representar el 20 % de los diagnósticos iniciales. Si a esto se añade la falta de información sobre medidas de dispersión, cabe suponer que la expresión de la mediana arroja un valor sensiblemente inferior al que arrojaría la media. En conjunto y aunque sombrías, cabe considerar las estimaciones de Stevensonxlviii. como las más realistas de las que se suelen manejar. La insuficiencia cardiaca dilatada (51%) es la indicación más frecuente para el trasplante. La lista de espera urgente se aproxima a los des meses de duración, por lo que con frecuencia se requiere un puente con dispositivos de soporte. V.1. Candidatos de status 1. Plantea que del 15% al 25% de los candidatos diagnosticados inicialmente para trasplante, están hospitalizados en unidades de cuidados críticos y, en cada momento dado, representan el 6% de la población total en lista de espera. Esta diferencia entre proporciones se entiende fácilmente si se considera el menor tiempo de espera de estos pacientes, determinado por dos razones: a) prioridad para el trasplante y b) elevada mortalidad. 24 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias El tiempo que esta población hospitalizada pasa en la UCI, se ha elevado desde los 11 días en 1985 hasta lo 50 en 1989.A su vez, presenta una mortalidad que oscila entre el 30% y el 50% y supone el 55% de la mortalidad general de la Lista de Espera. Finalmente, se significa que este grupo se benefició del 52% de los trasplantes practicados durante 1991-92. V.2. Candidatos de status 2. Constituyen entre el 75% y el 85% de los diagnósticos iniciales. Su número pasó de 1.030, en 1988, a 2.700 en 1992; en los mismos años, su "tiempo mediana" en lista de espera aumentó de 147 a 500 días; con una tendencia ascendente que lo habrá acercado a los 700 días en 1996. La muerte súbita supone el 75% de la mortalidad total de los pacientes de este grupo, cuyo riesgo de sufrirla durante el primer año de espera es del 21%. En la actualidad, solo un 4% de estos pacientes tiene la oportunidad de ser trasplantado en el mes en curso. El 25% se deteriorará hasta pasar a status 1 y resultar subsidiario de trasplante urgente. Stevenson et al.xii, utilizando modelos de Markov, han calculado que en 1998, el conjunto de candidatos se elevará a 4.000 pacientes, el 93% de los cuales serán externos (status 2). Cada mes solo 270 candidatos de status 1, ingresados en el hospital y en estado crítico, tendrán oportunidad de recibir un corazón. La situación expuesta en este capítulo incita a postular criterios de selección que permitan un mayor dinamismo en la lista, tanto excluyendo pacientes de peor pronóstico, como reevaluando a los candidatos en espera. V.3. Estratificación de riesgos. Definición de factores de pronóstico Cualquier diseño estratégico orientado a optimizar el rendimiento de la política de trasplantes apoyándose en tratamientos bien alternativos o bien de soporte, sean farmacológicos, mecánicos o combinados, pasa por la definición de factores pronósticos que permitan una adecuada estratificación de los candidatos según su riesgo o, inversamente, según sus expectativas de supervivencia con los diferentes tratamientos. El tratamiento médico continua perfeccionándosexlviii, y ya en 1993, en la Conferencia de Bethesda se sugería que debía ajustarse al máximo ("El tratamiento debe ajustarse hasta que se haya resuelto la congestión clínica o hasta que la hipotensión aguda o la azotemia marcada limiten su continuidad"). El perfeccionamiento de la técnica ha ampliado sensiblemente las indicaciones del trasplante cardiaco. A su vez los avances en la terapia y la estratificación del riesgo ha conducido a la supervivencia pretrasplante de más del 80% de los candidatos, cuando hace 10 años solo alcanzaba al 50%. Simultáneamente, en la misma conferencia se recomienda la reevaluación a los 3 y 6 meses del diagnóstico inicial, aunque con esa medida a penas se retiraría de la lista de espera al 5% de los candidatos 25 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias La selección y el manejo de los pacientes para trasplante cardiaco son objeto de intenso debatexlviii. La limitación en la obtención de corazones para transplante ha desviado el interés de los cardiólogos hacia los tratamientos alternativos y el establecimiento de criterios más objetivos para seleccionar a los candidatos más propicios. Para las indicaciones se destaca ahora la capacidad de ejercicio y la reevaluación bajo tratamiento médico óptimo, mejor que la fracción de eyección o la historia previa. Los puentes al trasplante, mecánicos o farmacológicos, se emplean progresivamente sobre la creciente población de candidatos hospitalizados. Para mantener las expectativas de los pacientes externos (status 2) y prevenir su deterioro, se requerirá una mejor valoración de riesgos, tanto hemodinámico como de muerte súbita. Los pacientes con insuficiencia cardiaca avanzada constituyen una población única, escasamente representada en los grandes estudios, cuyos pronóstico y tratamiento han de mejorar. Comentaxlviii que muchos pacientes que sometidos a dosis bajas de IECA se remiten a trasplante, podrían mejorar con dosis mayores. En este sentido cita un estudio retrospectivo sobre 85 pacientes con fracción de eyección <20%, en el que la mayor mejoría de los síntomas, con reducción de los niveles de aldosterona y péptido natriurético auricular, se experimentó con dosis de más de 75 mg de captopril. Por lo que respecta a la evaluación del riesgo, apunta que: • La fracción de eyección es un mal predictor en los pacientes con insuficiencia cardiaca avanzada. • El pico de O2 es un buen predictor en todos los niveles de la insuficiencia cardiaca, excepto en la muerte súbita. • Las condiciones hemodinámicas son mejor predictor para la muerte súbita que el pico de O2. • A igualdad de condiciones hemodinámicas, el tamaño del ventrículo izquierdo es factor de riesgo; así la supervivencia a dos años es del 49% con ventrículo >80 mm y del 75% con ventrículo <80mm. Es cierto que uno de los parámetros más valorados en la actualidad es el consumo máximo de oxígeno durante la prueba de esfuerzo reducido; un valor de VO2 máximo <10 ml/kg/min habiendo alcanzado el umbral anaeróbico se considera indicación de trasplante, mientras que un VO2 máximo <14 ml/kg/min solo es indicación probable de trasplante. Sin embargo la limitada disponibilidad de esta técnica reduce su atractivo. En ningún caso hay un juicio unánime sobre la validez de los parámetros utilizados habitualmente; en sus resultados influye la intensidad del soporte farmacológico y la propia variabilidad interindividual de los pacientes. En opinión de Anguita et alxlix el estudio pronóstico debe hacerse una vez alcanzado el tratamiento médico teóricamente óptimo. Estos autores identifican como predictores pronósticos la necesidad de administrar inotrópicos intravenosos; la dosis tolerada de IECAS 26 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias y la estabilización clínica con el tratamiento médico, además de una tensión arterial sistólica sistémica baja. A su vez, los pacientes que solo toleraban dosis bajas de captopril, que tenían una fracción de eyección más reducida, menor capacidad funcional en la prueba del esfuerzo e historia de arritmias ventriculares severas, presentaban mayor riesgo de muerte súbita. Asimismo señalan la posibilidad de que se presenten mejorías espontáneas tanto en la clínica como en la función ventricular; mejorías más probables en los casos de insuficiencia cardíaca de corta evolución o en etiologías concretas como la miocardiopatía dilatada etílica y la miocarditis aguda. En esta búsqueda generalizada de "predictores" Haywoodxlvii ha iniciado un camino que cabe considerar muy prometedor para obtener resultados efectivos, pese a las limitaciones de su estudio que se comentarán más adelante. Según este estudio los pacientes en status 2 aceptados en lista de espera con índice cardíaco superior a 2 L/min/m2 y pico de consumo de oxígeno mayor de 12 ml/kg/min. tiene una mortalidad anual 0 y una tasa de deterioro a status 1 del 12%. En consecuencia tales pacientes ofrecen mejor pronóstico si continúan solo con tratamiento médico. Por el contrario los pacientes en status 2, con índice cardiaco menor de 2 L/min/m2 y pico de oxígeno menor de 12 ml/kg/min tienen peor pronóstico en lista de espera. Desarrolla un método de estratificación del riesgo de los pacientes en status 2, para analizar las características clínicas de los pacientes fallecidos en lista de espera. Sobre un análisis multivarianza, solo se identificaron como factores de riesgo pronóstico independiente: pico del consumo de oxigeno (11,7 ml/Kg/min) y gasto cardiaco ( 3,97 L/min). Elaboran, entonces, unas tablas según el modelo de azar proporcional de Cox que permitirían predecir el riesgo de muerte o deterioro en pacientes individuales, sobre las medidas de índice cardiaco y pico de oxigeno. Este enfoque podría aplicarse para determinar los pacientes en los que procede continuar con el tratamiento médico; o realizar el transplante o incorporar a los ensayos con nuevos tratamientos. Las limitaciones antes aludidas se deben, principalmente, al pequeño tamaño muestral que se traduce en errores estándar no despreciables e intervalos de confianza por las medias que, aunque no se calculan, parecen relativamente amplios. Sin embargo la magnitud de la diferencia de medias de los índices cardíacos (IC) y pico de volumen de oxígeno (pVO2) son relevantes y se corresponden con diferencias de supervivencia significativas. Todo ello conduce a considerarlo como un enfoque acertado, aunque los resultados concretos de esta publicación aún no sean suficientemente sólidos como para justificar una toma de decisiones. Por otra parte, la importancia de la selección de los pacientes subsidiarios de asistencia ventricular ya la estudió Reedy en 1990l. Los resultados son variables porque proceden de aparatos diferentes tanto en sus mecanismos, como en los diseños y protocolos de evaluación, por lo que tampoco pueden aceptarse más que como una aproximación 27 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias inicial. A su vez, es probable que la implantación de dispositivos de asistencia ventricular no mejore o incluso agrave, problemas tales como: coagulopatía, insuficiencia renal o infección. En cualquier caso es imprescindible la normalización de criterios para la selección de los pacientes, antes de poder realizar una evaluación más precisa de dichos dispositivos. Le estrategia de reservar el soporte mecánico para cuando fracasa el puente con enoximona, reduce la necesidad de tales dispositivos pero precisa ajustes para evitar insuficiencias irreversibles que puedan ser causa de exclusión para el trasplante Las directrices para recurrir al soporte mecánico son confusas, pues se han barajado variables que también se influyen por el vigor del soporte médico (Índice Cardiaco <1,62 L/min/m2 y Presión capilar >25 mm de Hg.) 28 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias VI. SITUACIÓN EN ESPAÑA Conocida la situación del trasplante cardíaco en los EE.UU. cuyas limitaciones vienen demandando respuestas alternativas, pasaremos a examinar la situación española Situación en España en 1995, según los datos de la ONTli: Diagnóstico de base Cardiopatía dilatada Cardiopatía isquémica Shock Valvulopatías Congénitas Retrasplante Otras Total Lista de Espera % (N=392) 36 34 20 4 3 2 1 100 Trasplante % (N=278) 36 35 22 3 2 1 1 100 Las urgencias cardiacas suponen el 22% de los trasplantes en adultos. En 1995 se presentaron 78 casos cuyas distribución y evolución fueron: Diagnóstico Lista de Espera Trasplante Exitus 73 5 55 3 7 0 Shock cardiogénico Retrasplante Exclusiones 9 2 Cambio código 2 0 La lista de espera para los anteriores 58 trasplantes de urgencia se distribuyó: Días en espera Nº trasplantes ≤1 15 2 18 3 10 4 5 ≥5 10 donde se observa que el 83% de los trasplantes urgentes se practicó en menos de 5 días. Como puede apreciarse, la mortalidad en lista de espera urgente viene a ser del 10%. La lista de espera general presenta una duración media de 37 días, efectuándose más del 80% de los trasplantes antes de los dos meses. Según el séptimo informe del Registro Nacional de Trasplante Cardiacoslii, cerrados los datos de 1995, la situación en España, es la siguiente: • Etiologías: Cardiopatía isquémica46% Cardiopatía idiopática 37% 29 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias • Edad: >60 años >50 años <15 años • Mortalidad en LE: 23,5% 63,5% 6,5% 6,4% En el Registro español la supervivencia actuarial a los seis años es del 60%; la misma que en el internacional. Sin embargo en éste, la mortalidad perioperatoria, a los 30 días, es sensiblemente menor (5% en el ISHLT frente a 12% en el RNTXCO); hasta tal punto que esta diferencia es la que vienen acusando las curvas de supervivencia actuarial de Kaplan Meier hasta el 2º año. En el Registro español la supervivencia se relaciona con la edad (peor por debajo de los 15 años) y la etiología (55% de la cardiopatía isquémica frente al 65% de la dilatada, a los seis años). En el informe también se relaciona la mayor supervivencia con: la edad del donante (menor de 40 años); el tiempo de circulación extracorpórea (menor de 120 min.) y el tiempo de isquemia (menor de 165 min.), aunque en este caso la diferencia es mínima (53% frente a 58%) y se aprecia a partir de los seis años. VI.1. Redefinición de la política de trasplantes Entre las conclusiones del informe del Registro Nacional de Trasplante Cardiacos, el estudio de Arizónlii plantea la conveniencia de establecer un programa nacional en consideración al uso de la asistencia mecánica como puente al trasplante en los pacientes con mayor inestabilidad hemodinámica e incapacidad de control por medios convencionales. Examinados comparativamente los resultados anteriores con los expresados en el capítulo V, relativos a los Estados Unidos, se revelan diferencias tan palmarias como que en España el conjunto de los candidatos al trasplante, tanto urgente como electivo, presenta mejores índices que el propio grupo de trasplante urgente en EE.UU. expresados en mortalidad y duración de la lista de espera. En España tenemos las mayores tasas de donación de órganos de todo el mundo, gracias a lo cual los pacientes de urgencia grado "0", se suelen trasplantar en una semana. Así Castells et al.liii han utilizado el Abiomed como puente al trasplante, durante unos cinco días de media. Se trata de un dispositivo pulsátil de consola que proporciona un buen soporte hemodinámico, resulta fácil de manejar y es relativamente barato. No está concebido como soporte a largo plazo, pero en España es efectivo dada la breve duración de nuestras listas de espera. Se mantiene abierto el debate sobre "cuándo y a quién indicar un trasplante cardíaco"xlix. Algunos grupos postulan destinar los donantes disponibles a los pacientes con mejores expectativas de supervivencia en términos absolutos; por el contrario, otros dan 30 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias prioridad a los pacientes que de no recibir el trasplante tendrían mayor mortalidad a corto plazo, o a aquellos otros, inestables y críticos, a los que el trasplante ofrece mayor beneficio en términos relativos. Anguita et al. se inclinan por indicar prioritariamente el trasplante a los pacientes que persisten con síntomas severos de insuficiencia cardiaca, o en situación crítica o inestable, tras un tratamiento médico óptimo, mientras que en el grupo de pacientes estabilizados con dicho tratamiento se puede retrasar el momento del trasplante. El problema que se plantea es el de identificar precozmente, entre los enfermos estabilizados, al subgrupo de pacientes que van a presentar una mala evolución a corto y medio plazo, y en los que la causa más frecuente de muerte va a ser la muerte súbita por arritmias ventriculares. La selección de los factores de estratificación de riesgo que ya se ha comentado en el capítulo V.3, vuelve a ser el elemento limitante de cualquier estrategia en este campo. Para ampliar la disponibilidad de donantes, algunos autoresliv proponen ampliar algunos de los criterios de aceptación, basándose en los buenos resultados obtenidos. Así: el tiempo de isquemia, que en algunos países excede las 6 horas; la edad del donante, si bien cercana a la del receptor; altas dosis de inotrópicos, siempre que no haya disfunción miocárdica; e incluso la enfermedad coronaria que hoy puede ser susceptible de revascularización quirúrgica o de angioplastia. VI.2. Exploración comparativa de otras alternativas La asistencia mecánica ventricular es una más de las tecnologías que se han postulado para el tratamiento del paciente en lista de espera de trasplante cardíaco. Paralelamente se han venido estudiando los desfibriladores cardioversores implantables, así como el desarrollo de los soportes farmacológicos. La utilidad de los desfibriladores cardioversores como "profilaxis" de la muerte súbita, sigue demandando estudios prospectivoslv. Lavee lvi plantea en un estudio muy claro, la necesidad de establecer los factores de predicción de mortalidad en lista de espera. Detecta y cuantifica el aumento de riesgo de muerte súbita durante el primer año, en los pacientes con cardiopatía isquémica frente a los que padecen cardiopatía idiopática dilatada. Teóricamente, esta mayor mortalidad se podría reducir con medidas agresivas para el control de la arritmia incluyendo la implantación de desfribiladores como puente al transplante; sin embargo los datos clínicos y hemodinámicos son insuficientes elementos de predicción; la carencia de predictores adecuados limita la utilización de desfibriladores automáticos implantables. Los inhibidores de la fosfodiesterasa abren otro frente de intensa investigación clínica. En este punto deben significarse las casi inevitables diferencias prácticas con que, a veces, se evalúan medicamentos e implantes clínicos. 31 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias La mayor facilidad que ofrecen los medicamentos para realizar estudios prospectivos, controlados y aleatorizados, permite que se les exija mejor demostración de efectividad que a otros dispositivos, con el consiguiente sesgo en la comparación de tecnologías alternativas, al que cabe añadir la diferente concepción terapéutica en que los sitúa la propia empresa que lo promueve. Buen ejemplo de esta complejidad no exenta de controversialvii, lo constituye la enoximona. Este agente se reveló muy útil para tratamientos cortosxviii, sin embargo no resultaba indicado como soporte a largo plazo. En tratamientos prolongados no podía medirse con otros inotropos del mercado farmacéutico orientados hacia tratamientos crónicos. Así se ha retirado del mercado español, a petición del propio laboratorio, en julio de 1996. Todo ello ha determinado que carezcamos de información suficiente para compararla con los dispositivos de asistencia ventricular, en términos de efectividad y referidos a periodos de diferente duración. En cualquier caso, se precisan estudios de suficiente calidad metodológica para poder comparar diferentes soportes como puente al trasplante de estos enfermos críticos. 32 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias VII. RESUMEN Y CONCLUSIONES VII.1 Resumen La asistencia ventricular constituye una etapa en el desarrollo evolutivo hacia el corazón artificial permanente. De hecho se dispone de un Registro Combinado patrocinado por la American Society for Artificial Internal Organs (ASAIO) y la International Society for Heart Transplantation (ISHT) que recoge la información relativa tanto a los diferentes tipos de dispositivos de asistencia ventricular, como al corazón total. Los dispositivos de asistencia ventricular responden a diferentes diseños, planteamientos asistenciales y mecanismos de acción, lo que se traduce en diferencias de precio y de aplicación clínica. No así en los resultados clínicos que se muestran bastante homogéneos entre los diferentes tipos de dispositivos. Los estudios de evaluación de las técnicas de asistencia circulatoria mecánica suelen generalizar los diferentes tipos de dispositivos: desde una bomba centrífuga concebida para mantener la circulación extracorpórea en las intervenciones a corazón abierto, hasta un complejo mecanismo electromecánico alimentado por baterías autónomas y diseñado como soporte a largo plazo. Cualquier reflexión que suscite el presente informe relativa a la asistencia circulatoria mecánica como puente al trasplante cardíaco debe partir de la base de que estos dispositivos se implantan tan solo a pacientes subsidiarios de trasplante cardiaco y que no alcanzan la mínima funcionalidad cardíaca que les permita sobrevivir hasta el momento del trasplante. En este mismo contexto cualquier causa de exclusión de trasplante lo sería también de exclusión del soporte mecánico. En consecuencia, el objetivo es mantener a tales pacientes el tiempo que pueda tardarse en disponer de un órgano. En este contexto debe diferenciarse entre dispositivos de soporte a corto y a medio plazo. En el primer grupo se incluirían los dispositivos de bomba centrífuga que ofrecen buenos resultados de soporte durante períodos de hasta 57 días. El segundo comprendería los de bombeo neumático o electromecánico, que se llegan a utilizar durante meses, cuando se prolonga el tiempo de espera. Una práctica seguida en muchos centros de los EE.UU. es la de utilizar los dispositivos centrífugos para tratamientos agudos, y cuando se comprueba que el paciente no se recupera y se sospecha que se va a prolongar la necesidad de soporte, se pasa al dispositivo eléctrico o neumático. Como puente hasta el trasplante se vienen utilizando: corazón artificial total; soporte monoventricular, izquierdo o derecho; y soporte biventricular. El soporte monoventricular derecho es excepcional, pues en los casos de insuficiencia derecha lo más frecuente es utilizar soporte biventricular. El "soporte ventricular" por excelencia es el monoventricular izquierdo; el más utilizado y al que se refiere la mayoría de los estudios. 33 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias Los mejores resultados de supervivencia se alcanzan con el soporte ventricular (izquierdo). Los obtenidos tanto con corazón artificial total como con soporte biventricular, no muestran diferencias significativas entre sí, pero en ambos casos son inferiores a los del soporte monoventricular. La información disponible es de escasa calidad científica tanto por proceder de estudios observacionales, series de casos, como por la falta de estudios prospectivos controlados. Pese a tales limitaciones viene a coincidir en la aptitud del soporte ventricular para mantener durante plazos medios, aunque en ocasiones se llegue al año, pacientes hospitalizados, en lista de espera para trasplante cardiaco. En principio, los resultados post-trasplante de los pacientes que ha recibido esta asistencia mecánica ventricular izquierda, se muestran favorables. Se relacionan con el hecho de que estos dispositivos suelen implantarse a pacientes muy deteriorados que tras varias semanas de asistencia mecánica, pueden experimentar una mejoría en sus condiciones generales, hemodinámicas y multifuncionales, que los coloca en mejor disposición para recibir el injerto. El alarmante aumento del tiempo en lista de espera que se viene experimentando especialmente en los EE.UU. viene estimulando la utilización de estos puentes, junto con otras medidas que puedan contribuir a reducir la población de candidatos en espera de trasplante. La evolución en aquel país permite prever que, en breve plazo, se carecerá de órganos para el trasplante electivo, por lo que solo se podrá trasplantar a los pacientes urgentes que se encuentran hospitalizados, y tras esperas no inferiores a los dos meses. La selección de los pacientes subsidiarios de las diferentes intervenciones terapéuticas posibles (trasplante o puente previo con alguno de los diferentes tipos de soporte), queda muy limitada por la carencia conocida de factores de predicción que permitan definir los diferentes estratos de riesgo en que situar a cada paciente. Estos factores están siendo objeto de intenso estudio, pero aún no se han alcanzado ni su plena identificación ni la exactitud en su definición, que puedan conducir a su aceptación ampliamente generalizada. Como se ha podido ver en el capítulo VI, la situación del programa de trasplante cardiaco en España, es incomparablemente mejor; tanto que la duración media en lista de espera general es sensiblemente menor que la de lista de espera urgente en los EE.UU. Por otra parte, un 80% de los candidatos de urgencia, entre los que habría que situar a los principales beneficiarios de la asistencia mecánica, se trasplantan en menos de cinco días, y el resto en muy pocos más. En cualquier caso se trataría de periodos que pueden atenderse con los soportes a corto plazo antes citados. 34 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias VII.2. Conclusiones Con carácter general la asistencia mecánica ventricular a medio plazo no se considera proporcionada a las necesidades que se vienen planteando en España. El contexto experimental en que se viene empleando esta tecnología resulta propicio a postular nuevas aplicaciones de la misma, ante cuyas iniciativas debe extremarse la cautela debido a la insuficiencia de factores pronósticos que permitan definir los oportunos estratos de riesgo. Así, en un ejercicio de audacia, se podría llegar a plantear la implantación sistemática del soporte mecánico de media duración, como paso previo al trasplante de pacientes críticos. La realidad es que cualquier medida que supusiera "redefinir el programa español de trasplante cardiaco", es decir modificar los criterios que rigen actualmente, tanto en la selección de candidatos, como en su manejo y la práctica clínica correspondiente, debería soportarse en una evidencia científica mucho más consistente que la precaria de que se puede disponer por ahora. Asimismo requeriría sustentarse en un profundo debate ético que garantizase la aceptación pública de los nuevos postulados. Otro tanto cabría afirmar de la utilización del soporte mecánico como alternativa al trasplante, en pacientes que, en ningún caso, serían candidatos al mismo. En cualquiera de las hipótesis anteriores se precisarían estudios controlados y modelos matemáticos adecuados que permitieran una correcta estratificación de los pacientes con arreglo a factores de predicción fácilmente objetivables y, en consecuencia, una valoración de su efectividad. Complementariamente y sobre los resultados así obtenidos, procedería la comparación con otras intervenciones posibles y de impacto insuficientemente explorado. Entre estas cabe apuntar las relativas al aumento de los donantes, tanto en la acción social como en los criterios de selección de órganos; o nuevos planteamientos en los soportes farmacológicos, ajustados a las necesidades de tiempo que se suscitan en España. 35 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias 36 Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias BIBLIOGRAFÍA ii Coombs M. Ventricular Assist Devices For The Failing Heart: A Nursing Focus. Intensive Crit Care Nurs 1993 Mar;9(1):17-23. ii Sapienza J. 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