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TRABAJO FIN DE GRADO
Título
La política exterior de los primeros Borbones. Las
relaciones con Francia e Inglaterra
Autor/es
Javier Martínez Solozábal
Director/es
Angela Atienza López
Facultad
Facultad de Letras y de la Educación
Titulación
Grado en Geografía e Historia
Departamento
Curso Académico
2012-2013
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e
Inglaterra, trabajo fin de grado
de Javier Martínez Solozábal, dirigido por Angela Atienza López (publicado por la
Universidad de La Rioja), se difunde bajo una Licencia
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
Permisos que vayan más allá de lo cubierto por esta licencia pueden solicitarse a los
titulares del copyright.
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El autor
Universidad de La Rioja, Servicio de Publicaciones, 2013
publicaciones.unirioja.es
E-mail: [email protected]
Trabajo de Fin de Grado
La política exterior de los primeros
Borbones.
Las relaciones con Francia e
Inglaterra
Autor:
Javier Martínez Solozábal
Tutor/es:
Fdo. Ángela Atienza López
Titulación:
Grado en Geografía e Historia [602G]
Facultad de Letras y de la Educación
AÑO ACADÉMICO: 2012/2013
Resumen:
La paz de Utrecht puso fin a la Guerra de Sucesión española, pero no acabó con las
disputas entre las diferentes potencias europeas. Felipe V puso en marcha una política
encaminada a la recuperación de los territorios perdidos, fomentada por su matrimonio
con la princesa parmesana Isabel de Farnesio, quien quería que sus hijos ocupasen un
trono en Italia. Estos fueron los objetivos que persiguió la política exterior del primer
Borbón, sobre todo durante el primer periodo de su reinado, en el que personajes que
ofrecían grandes resultados en poco tiempo, como Alberoni o Ripperda, terminaron por
fracasar. El segundo reinado de Felipe V se caracterizó por una política exterior
encaminada a alcanzar tanto los objetivos familiares como los objetivos nacionales. José
Patiño fue el artífice de este equilibrio y el primero de una serie de competentes
ministros que acompañaron a Felipe V hasta su muerte en 1745. Con la llegada de
Fernando VI al trono, la política exterior española entró en un periodo de calma
conocido como “paz fernandina”. Los dos grandes protagonistas de este reinado fueron
José de Carvajal y el Marqués de la Ensenada, quienes veían que la paz traía más
ventajas a España que la guerra. Tras la muerte de Carvajal y la caída en desgracia de
Ensenada, Ricardo Wall tomó las riendas de un gobierno marcado por la neutralidad en
la Guerra de los 7 años, la muerte de Fernando VI y la llegada de Carlos III al trono.
Abstract:
The Treaty of Utrecht marked the end of the Spanish Succession War, but did not end
the disputes between the various European powers. Philip V's foreign policy focused on
the recovery of the territories previously lost driven by his marriage to Princess Isabel
de Farnesio who wanted a throne in Italy for his sons. These were the objectives
pursued by the foreign policy of the first Borbon king, especially during the first period
of his reign. During this time, important characters such as Alberoni or Ripperda
promised great results in a short time but eventually failed to deliver. The second part of
Philip V's reign was marked by a policy designed to achieve his own personal and
national family objectives. With the arrival of Ferdinand VI to the throne, Spanish
foreign policy entered a calm period known as "paz fernandina". The two main
characters of his reign were José de Carvajal and the Marquis of Ensenada. Both
thought that peace brought Spain more benefits than war. After the death of Carvajal
and with Ensenada in disgrace, Richard Wall took the reins of a government marked by
Spain's neutrality in the war of Seven years, the death of Ferdinand VI and the arrival of
Charles III to the throne.
ÍNDICE
1. Introducción ............................................................................................................... 1
2. Política exterior de Felipe V ...................................................................................... 8
2.1. La Paz de Utrecht. El punto de partida ................................................................. 8
2.2. La política mediterránea...................................................................................... 13
2.3. El breve reinado de Luis I ................................................................................... 18
2.4. La vuelta de Felipe V y el Barón de Ripperdá .................................................... 20
2.5. La Europa de los Congresos y el equilibrio europeo .......................................... 22
2.6. Los Pactos de Familia ......................................................................................... 27
3. Política exterior de Fernando VI ............................................................................ 34
3.1. Los fundamentos de la paz .................................................................................. 34
3.2. Fernando VI. Un rey pacífico ............................................................................. 35
3.3. Ensenada y la “paz armada”................................................................................ 38
3.4. La crisis de julio y el “año sin rey” ..................................................................... 39
4. Conclusiones ............................................................................................................. 43
5. Bibliografía ............................................................................................................... 46
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
INTRODUCCIÓN
1. Introducción
El objetivo de este apartado introductorio es presentar al lector diferentes aspectos
del trabajo que ayuden a su comprensión. En primer lugar, se expondrá el estado de la
cuestión de forma breve repasando cómo la historiografía ha valorado la política
exterior de los dos primeros reyes de la Casa Borbón de nuestro país. Seguidamente,
dedicaremos unas líneas al planteamiento de los objetivos que pretendemos alcanzar
con la elaboración de este trabajo y finalmente, terminaremos esta introducción
explicando la metodología utilizada.
Durante bastante tiempo, El reinado de Felipe V quedó relegado a un segundo plano
por parte de la historiografía tradicional, mucho más interesada en la figura de Carlos
III, pero aún así podemos señalar algunas obras importantes acerca del primero de los
Borbones españoles. Es el caso de Memories of the Bourbon kings of Spain from 1700
to 1788 escrita por William Coxe en 1813 o Philippe V et la Cour de France (1890) de
Alfred Baudrillart, obras que juzgan de manera positiva la labor de Felipe V, afirmando
que su reinado cimentó el de Carlos III. Hubo que esperar hasta 1942 para que
apareciese una obra española dedicada exclusivamente al primero de los Borbones,
siendo su autor Luciano Taxonera. En ella continuaba la idea de buen reinado y se
superaba la visión afrancesada del rey, siendo estos los únicos aspectos positivos de una
obra excesivamente nacionalista en la que el primer reinado de Felipe V habría sido el
más importante puesto que en él se trató de recuperar la grandeza de España a través de
la acción de grandes figuras como Alberoni o Ripperdá. Luciano Taxonera otorgaba en
su obra un valor providencialista al primer período de Felipe V, dejando de lado a la
segunda etapa y restando importancia a personajes como José Patiño.
La renovación historiográfica tardó en llegar al estudio del siglo XVIII al que
importantes autores como Ortega y Gasset o Menéndez Pelayo habían condenado con
calificativos como “siglo menos español” o “despreciable siglo”1. La aportación que
autores extranjeros como el francés Jean Sarraith o el norteamericano Richard Herr
dieron a través de sus obras L'Espagne éclairée de la deuxième moitié du XVIII e siècle
(1953) y The Eighteenth Century Revolution in Spain (1958) fue de gran importancia
1
GÓMEZ URDÁÑEZ, José Luis, Fernando VI. Madrid, Arlanza, 2001. p. 276.
1
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
INTRODUCCIÓN
para cambiar esta imagen del siglo XVIII, aunque estos se dedicaron fundamentalmente
a la segunda mitad de la centuria, quedando fuera del revisionismo el reinado de Felipe
V.
De la década de los 50 conviene mencionar la labor de dos autores españoles. En
primer lugar Domínguez Ortiz, quien en 1955 publicó Sociedad española del siglo
XVIII, obra en la que criticaba duramente tanto a la figura de Felipe V como a sus
sucesores2. Éste autor dividió el reinado del primer Borbón en dos partes, calificando la
primera de desastrosa y únicamente valorando de la segunda los logros de algunos
ministros, quienes pudieron lograr resultados positivos al saber intercalar políticas
beneficiosas para el reino en las insensatas orientaciones de los reyes. Domínguez Ortiz
matizaría su visión de Felipe V años más tarde al contrastar su opinión con la de otros
autores, y así en 1976 publicó Sociedad y Estado en el siglo XVIII. Con todo, la
valoración siguió siendo en su mayor parte negativa, destacando sus reproches hacia la
política italiana que estaba al margen de los intereses nacionales.
El otro historiador español de mediados del siglo XX cuya obra debe destacarse es
Carlos Seco, quien en 1957 sentó las bases de la revisión de la figura y gobierno del
primer Borbón. En lo que se refiere a la política exterior, Seco admitía que los
sentimientos maternales de Isabel de Farnesio fueron determinantes, pero al contrario
que otros, este autor vio en el matrimonio de Felipe V con la princesa parmesana la
oportunidad de recuperar lo perdido en Italia y con ello el prestigio de España. Lo que
significaría que la política exterior del primer Borbón no habría sido motivada por
intereses personales, sino planeada a favor de la nación española. Según esta teoría,
apoyada entre otros por María Dolores Gómez Molleda o Antonio Bethencourt, Italia
Gibraltar y Menorca podrían ser considerados como los grandes objetivos de los
consejeros de Felipe V3.
De entre todas las obras generales acerca del siglo XVIII español, cabe destacar la
del británico John Lynch (1989, traducida al español en 1991) para quien la gran
2
Para Carlos Martínez Shaw y Marina Alfonso Mola, Domínguez Ortiz fue demasiado severo en sus
afirmaciones, MARTÍNEZ SHAW, Carlos, ALFONSO MOLA, Marina, Felipe V. Madrid, Arlanza,
2001, p. 14.
3
Ibídem, p. 16.
2
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
INTRODUCCIÓN
aportación del reinado de Felipe V fue la labor de algunos de sus ministros, cuyo trabajo
supuso un importante beneficio para España. Con el comienzo de la década de los 90 el
número de publicaciones sobre el reinado del primer monarca de la Casa Borbón se
multiplicaron. Es el caso de Pedro Voltes (1991) quien en su obra afirma que tanto la
renovación diplomática y militar como el revisionismo de las relaciones de la metrópoli
con sus territorios de ultramar supusieron los aspectos más innovadores del reinado de
Felipe V.
José Calvo Poyato (1992) defiende el alto grado de responsabilidad de Isabel de
Farnesio en la política exterior de España durante el reinado de su esposo. Ésta indujo la
aceptación del permanente estado de guerra, lo que le granjeó la antipatía de sus
súbditos4. Roberto Fernández (1993), Gonzalo Anes (1994) y Vicente Palacio Atard
(1996) son los otros tres importantes autores de la década de 1990.
Con el final de siglo XX y el comienzo de la nueva centuria nuevas obras
aparecieron en el panorama historiográfico, siendo estas indispensables para la
comprensión de la política exterior del reinado de Felipe V. En primer lugar es
necesario nombrar a Antonio Bethencourt y a José María Jover Zamora, autores de
Relaciones de España bajo Felipe V (1998) y España en la política internacional,
siglos XVIII-XX (1999) respectivamente. De entre sus mayores aportaciones a este tema
destaca su acertada visión acerca de las relaciones de España con Gran Bretaña y
Francia o su reivindicación de la importante labor de un personaje como José Patiño. Ya
en los años 2000, se terminó por perfilar la opinión que hoy en día la historiografía tiene
acerca de la política internacional del primero de los Borbones. Destaca la contribución
de autores como Carlos Martínez Shaw y Marina Alfonso, que con su biografía del
monarca (2001) mostraron unas de las visiones más precisas acerca del rey y el reinado.
No hay que olvidar la figura del importante hispanista francés Didier Ozanam que ya en
1982 publicó La diplomacia de los primeros Borbones (1714-1759), pero fue en la
primera década del actual siglo cuando realizó una mayor aportación al estudio de la
política exterior de Felipe V con Los embajadores españoles en Francia durante el
reinado de Felipe V (2002), Los años clave (1711 – 1716). Asuntos exteriores (2006) o
Un francés al servicio de Felipe V: El Conde de Marcillac (1675-1739) (2008).
4
MARTÍNEZ SHAW, Carlos, ALFONSO MOLA, Marina, Felipe V…, p.18.
3
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
INTRODUCCIÓN
Como aportación más reciente cabe destacar la enciclopedia acerca de la diplomacia
española que Miguel Ángel Ochoa Brun publicó en 2012, una gran obra que explica de
forma clara y detallada las relaciones exteriores en el reinado del primer rey Borbón. En
ella el lector puede encontrar un buen repaso de las opiniones y puntos de vista de
muchos de los autores citados anteriormente.
En cuanto a Fernando VI, las referencias historiográficas referentes a su reinado son
muy escasas puesto que tradicionalmente los historiadores han preferido dedicarse al
estudio de otros monarcas como Carlos III. Esto fue debido a que la paz que caracterizó
el gobierno de Fernando VI fue tomada como debilidad y tanto el monarca como sus
ministros fueron vistos como incompetentes que desaprovecharon más de una ocasión
de restaurar el orgullo español. Sobre estas ideas se perfiló una historia nacional de
España cuyo máximo ideal era el imperio, lo que hizo que la “España discreta” de
Fernando VI no tuviese cabida en los estudios de los investigadores5.
Para que se produjese una revisión de este reinado hubo que esperar más incluso que
en el caso de Felipe V, llegando ésta a culminarse con el final del siglo XX y los
comienzos del XXI. Mención especial merecen los trabajos de José Luis Gómez
Urdáñez El proyecto reformista de Ensenada (1996) y Fernando VI (2001) en los que
el historiador riojano identifica los beneficios que la neutralidad fernandina produjo a
España6. Tanto la diplomacia como la navegación comenzaron a servir no solo a los
intereses dinásticos, sino también a los nacionales. Asimismo Ensenada entendió que la
marina, además de defender las colonias españolas de los británicos, podía reportar
beneficios al ámbito civil, siendo ésta la gran diferencia entre el pensamiento del
ministro riojano y Patiño. El destacar la importancia de Zenón de Somodevilla y
Bengoechea junto con José de Carvajal y Lancaster es otro de los aspectos importantes
de la obra de José Luis Gómez Urdáñez. La última gran aportación de este autor al
estudio de la política exterior de los primeros Borbones es la explicación del verdadero
significado de la crisis de julio como un momento de inflexión, no solo en el reinado,
sino en la política exterior española de la centuria.
5
GÓMEZ URDÁÑEZ, José Luis, Fernando VI…, p. 275.
6
Ibídem, p.276.
4
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
INTRODUCCIÓN
Al igual que con el reinado de Felipe V, Didier Ozanam también realizó una
importante aportación a través de obras como La crisis de las relaciones hispanofrancesas a mediados del siglo XVIII. La embajada de Jaime Masones de Lima (17521761), en la que describe la delicada situación en las que se encontraban las relaciones
hispano francesas en el reinado de Fernando VI.
Finalmente, es necesario nombrar a Diego Téllez Alarcia y su revisionismo de la
figura de Ricardo Wall, el denostado ministro de Fernando VI. Téllez Alarcia ya en su
tesis doctoral D.Ricardo Wall, el ministro olvidado y en trabajos como El caballero
Ricardo Wall y la conspiración antiensenadista (2002), D. Ricardo Wall Aut Caesar aut
nullus (2008) y otros que quedan reflejados en la bibliografía, demuestra el origen
infundado de las acusaciones de anglofilia e incompetencia vertidas sobre el irlandés.
Tras este breve repaso del estado de la cuestión del tema, pasamos al planteamiento
de los objetivos que se pretenden alcanzar con la elaboración del trabajo. El primero de
ellos es conocer cuáles fueron las líneas maestras de la política exterior tanto de Felipe
V como de Fernando VI, además de las causas que las motivaron y las consecuencias
que éstas generaron. En segundo lugar, a lo largo de este estudio pretendemos conocer y
explicar cuáles fueron los hitos más importantes de las relaciones internacionales de los
primeros Borbones, en especial con Francia y Gran Bretaña, pues el hecho de ser estas
dos naciones junto con España las grandes potencias coloniales europeas hizo que sus
destinos estuviesen obligados a cruzarse en más de una ocasión. El último de los
objetivos perseguidos es el conocer y valorar la actuación de aquellos personajes que
dirigieron los designios de la política exterior española durante los reinados de Felipe V
y Fernando VI, además de las motivaciones que les llevaron a tomar determinadas
decisiones.
En lo que a los aspectos metodológicos se refiere me gustaría comentar en primer
lugar la estructura del trabajo. La razón por la que se ha optado por presentar los temas
tratados por orden cronológico es hacer más sencilla la lectura así como la comprensión
de las ideas clave. También es preciso realizar un par de matizaciones en cuanto a lo
tratado en el trabajo. En primer lugar, hay que recordar que este estudio versa sobre las
relaciones internacionales de la España de los primeros Borbones, por lo que las
acciones militares solo son mencionadas en tanto en cuanto su conocimiento es
necesario para comprender la política exterior, aunque en ningún caso se describen las
5
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
INTRODUCCIÓN
campañas bélicas de este período. En segundo lugar, es conveniente explicar por qué el
trabajo gira en torno a las relaciones exteriores de España con Gran Bretaña y Francia
quedando en muchos casos en un segundo plano la diplomacia con otros países. La
respuesta es que, debido a su carácter de potencias coloniales, los encuentros
diplomáticos entre estas tres naciones revistieron una importancia mayor, lo que unido a
las limitaciones de espacio de un Trabajo de Fin de Grado nos hicieron centrarnos en el
estudio de la política exterior española con las Cortes francesa y británica.
Para terminar con los aspectos metodológicos sería conveniente hacer un breve
comentario sobre la bibliografía utilizada. Lo primero que habría que destacar acerca de
los materiales disponibles es que son numerosísimos y que, debido a las limitaciones
que los estudiantes tenemos a la hora de elaborar este tipo de trabajos, fue necesario
hacer una minuciosa selección. Como es natural las primeras obras que quedaron fuera
de la bibliografía fueron aquellas escritas por personas que no eran historiadores, siendo
su número bastante elevado debido al atractivo que este tema tiene para los aficionados
a la historia. En segundo lugar, no fueron consultados determinados materiales debido
en unos casos a no circunscribirse al verdadero tema del trabajo (como artículos y
monografías acerca de encuentros bélicos que aunque útil, su consulta no era
absolutamente necesaria) o en otros por ser su publicación tan reciente que el acceso a
ellos fuese imposible.
Conviene señalar que en muchos casos la consulta de las fuentes primarias y algunas
de las más antiguas de la historiografía del tema7 no ha sido posible al no disponer de
las mismas. Por otra parte, debido a los ya mencionados márgenes de tiempo y espacio
que caracterizan a este trabajo, hemos considerado que la mejor opción era trabajar con
las obras más importantes de los últimos tiempos. Por lo tanto, la bibliografía final está
compuesta por los trabajos de los autores más importantes de las últimas décadas,
quienes, además de aportar nuevas interpretaciones, repasan lo puntos de vista de
anteriores historiadores.
Finalmente, es menester que nombremos, debido a su relación con el tema, el
segundo volumen del tercer tomo de la Historia Militar de España coordinada por Luis
7
Muchas de ellas citadas en el estado de la cuestión.
6
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
INTRODUCCIÓN
Ribot8. El motivo por el que esta obra no se encuentra en la bibliografía no es otro que
su muy reciente publicación, lo que hacía imposible su consulta.
8
“Escenario europeo” en “Edad Moderna” en RIBOT, Luis, Historia militar de España. Madrid,
Ministerio de Defensa, 2013, tomo III, vol. II.
7
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
2. Política exterior de Felipe V
2.1.
La Paz de Utrecht. El punto de partida9
Para comprender cuáles fueron las motivaciones sobre las que se asentaron las bases
de la política internacional del primero de los Borbones es necesario analizar cómo se
puso fin a la Guerra de Sucesión española, cuyo máximo exponente fue la Paz de
Utrecht. Lo cierto es que los acuerdos que componían dicha paz ya habían sido pactados
de antemano por las dos grandes potencias continentales, Francia e Inglaterra, teniendo
el resto de estados que adscribirse a ellos. De entre los dos “gigantes” europeos, fue
Gran Bretaña quien hizo discurrir las negociaciones de acuerdo a sus intereses, entre los
que destacaba un principio básico: que ningún país europeo mostrase un poder superior
al de sus vecinos y así, en este contexto de poderes contrarrestados, Inglaterra podría
dedicarse a su verdadero interés de defender los beneficios de su burguesía en el
continente americano.
En 1711, los ingleses vieron el momento perfecto para poner en marcha el plan que
llevaría a Europa el establecimiento de un “orden británico”. Por un lado, Francia ya no
era vista como un enemigo tan temible, y por otro, el emperador José I había muerto, lo
que significaba que si Inglaterra continuaba apoyando la causa Habsburgo estaría
ayudando a que volviese la supremacía de este linaje al continente, pues la Corona
Española pasaría a manos del nuevo emperador Carlos VI. Esto iba en contra del
principio básico de la diplomacia británica, por lo que era más beneficioso negociar una
paz con Luis XIV en la que se acordase que un Borbón jamás seria Rey de España y
Francia al mismo tiempo.
Por lo tanto, la clave para que Gran Bretaña lograse su objetivo de un equilibrio de
poderes en Europa pasaba por la separación de las coronas francesa y española (lo que
también incluía la supresión de todos los beneficios comerciales franceses en América).
El hombre encargado de desarrollar la estrategia británica fue Henry-John Bolinbroke,
quien desde un principio tuvo muy claros los pasos que la diplomacia inglesa debía
9
La mayor parte de la información de este apartado se ha elaborado a partir de JOVER ZAMORA José
María, España en la política internacional, siglos XVIII-XX. Madrid, Marcial Pons Ediciones de historia,
1999, pp. 13-22.
8
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
seguir si quería tener éxito. Para empezar, debía llevar a cabo una política de
aproximación a Francia y negociar con ella las condiciones de paz. Como ya
mencionamos anteriormente, Francia no estaba en condiciones de continuar con la
guerra, lo que significaba que Luis XIV se encontraba en buena predisposición para
aceptar las pretensiones británicas con tal de que las hostilidades cesasen.
Las negociaciones entre Londres y París (secretas, por supuesto) cristalizaron en una
serie de compromisos que pasaron a la historia como los Preliminares de París, acuerdo
firmado el 8 de octubre de 1711. Ingleses y franceses arreglaron muchos de los pactos
que en el futuro el resto de sus aliados subscribieron en Utrecht. Naturalmente, Gran
Bretaña consiguió que Luis XIV se comprometiese a impedir la unión dinástica de las
coronas pero, además, el monarca francés se vio obligado a aceptar otras exigencias
británicas: el predominio mercantil inglés, el reconocimiento de la reina Ana, la
ocupación por parte de los británicos de Gibraltar y Mahón, y por último, el
compromiso francés de promover el establecimiento de medidas que posibilitasen el
statu quo europeo con el que soñaban en las islas. Como era de esperar, todo lo
anteriormente descrito distó mucho de ser bien recibido por parte de Felipe V, por lo
que Luis XIV encargó al embajador francés en Madrid, Bonnas, que trasmitiese a su
nieto lo beneficioso de sus pactos con Londres, algo que, a la vista de la futura política
exterior del primer Borbón español, no consiguió.
El siguiente paso que según la línea marcada por Bolinbroke debía darse era
conseguir la dislocación de la Triple Alianza, o lo que es lo mismo, suprimir todos los
acuerdos a los que Gran Bretaña y sus aliados habían llegado. El principal escollo para
los británicos fue Holanda, con la que se habían comprometido en 1701 (ratificándolo
en 1709) a que en caso de salir victoriosos en la guerra, ambos se llevarían las mismas
concesiones comerciales, algo a lo Inglaterra no estaba dispuesta. Finalmente, y gracias
a una eficaz presión diplomática, los británicos se vieron libres de sus compromisos y
pudieron encaminar la recta final de su plan. Lo último que Inglaterra tenía que hacer
tras acabar con la Triple Alianza, era llevar a cabo una efectiva labor de mediador entre
sus aliados y Francia, encargándose de que las negociaciones discurriesen en todo
momento a favor de los intereses británicos. Esta fase final comenzó en julio de 1712,
9
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
con el inicio de los armisticios que precedieron al Tratado de Utrecht, y finalizó con la
firma de éste.
Todo lo expuesto anteriormente nos anuncia que con la llegada del siglo XVIII la
política exterior inglesa alcanzó su mayoría de edad, pues pasó de formar parte de un
sistema de coaliciones entre las diferentes potencias que componían el escenario
europeo a asentarse como poder hegemónico en el continente.
Utrecht significó la base sobre la que se fundamentaría la futura política
internacional dieciochesca, la cual podríamos dividir en tres importantes puntos. Por un
lado, se impuso un sistema de equilibrio que ponía fin al largo conflicto entre Francia y
el Imperio. En segundo lugar, surgieron las denominadas “barreras”, zonas estratégicas
que pasaron a formar parte de potencias de segundo orden, lo que dificultaba
enfrentamientos entre estados más poderosos. Por último, el control del mar Báltico y
del Mediterráneo paso a ejercerse desde la periferia del continente, bien por la
demolición de Dunkerque y el fortalecimiento de Holanda, bien por las posesiones
británicas de Gibraltar y Menorca10.
Para muchos, el resultado de la Guerra de Sucesión significó una victoria indiscutible
para Gran Bretaña. Aún así existen autores como Mª Victoria López-Cordón Cortezo
que a pesar de reconocer la larga tradición y los sólidos fundamentos que existen para
defenderla, no duda en matizarla. Para ella, la paz no trajo consigo resultados
definitivos y las fuerzas entre las diferentes potencias siguieron muy igualadas, aunque
sí admite una importante novedad con respecto a la centuria anterior: la entrada de
Inglaterra en los designios del continente sumado a su nueva estrategia de controlar las
rutas comerciales11.
En lo referente a los intereses de la Corona Española, la paz trajo consigo la pérdida
de sus territorios continentales, por lo que Felipe V se vio Rey de una potencia que,
aunque seguía siendo el primer imperio colonial del mundo, estaba arrinconada en un
10
LÓPEZ-CORDÓN CORTEZO Mª Victoria, “La construcción del equilibrio europeo: de la crisis
dinástica a la regulación de la paz; Utrecht como realidad de poder” en DE BERNARDO José, MUÑOZ
MACHADO Santiago, (dir.), El estado Nación en dos encrucijadas históricas. Madrid, Iustel, 2006, p.
213.
11
Ibídem p. 214.
10
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
extremo del territorio europeo. Esto provocó que Felipe V perdiese su confianza en Luis
XIV, pero el monarca francés, consciente de la necesidad de unión entre París y Madrid
frente a Inglaterra, trató de convencer a su nieto de las virtudes de la reciente paz. Tanto
para el monarca francés, como para muchos arbitristas españoles, el tratado liberaba a
España de muchas posesiones que únicamente le ocasionaban problemas y un derroche
ingente de recursos. Gracias a la nueva coyuntura, Felipe V podría dedicarse a los temas
que revestían mayor importancia como la modernización del reino o el desarrollo de una
atención primordial a lo que acontecía en las Indias. Luis XIV no dejó de insistir a su
nieto en que sus verdaderos intereses se encontraban en el continente americano,
estando estos en serio peligro debido a la política británica12. El propio monarca francés,
tras la paz, trató de poner en marcha un sistema de alianzas entre Francia, España y
Austria, que tenía como objetivo acabar con la supremacía inglesa en el plano
internacional. Finalmente, el ambicioso proyecto murió con él, el 1 de septiembre de
171513. Puede que de haber seguido con vida unos años más, Luis XIV hubiera podido
llevar a cabo esa alianza, pero lo cierto es que las relaciones entre Felipe V y Carlos VI
fueron hostiles durante la mayor parte de sus reinados, pues Utrecht no sirvió para
solucionar ninguno de sus contenciosos, encontrándose el más grave en tierras italianas.
La unión matrimonial en segundas nupcias de Felipe V con Isabel de Farnesio14
contribuyó a definir la política exterior española en los primeros años del reinado. Tras
la muerte de María Manuela de Saboya, realmente trágica para el Rey, a pesar de que la
sucesión estaba asegurada, la Corte vio necesario casar de nuevo al monarca. El nombre
12
Hay que tener en cuenta que las posesiones francesas se encontraban mucho más expuestas a una
conquista británica, pues el poder español estaba más asentado. A pesar de tener razón en aconsejar a su
nieto incrementar sus esfuerzos en la defensa de sus colonias, Luis XIV, y el resto de dirigentes franceses
de la centuria hasta 1763, tuvieron siempre presente en todo momento, que el mantenimiento de sus
colonias en América pasaba por la ayuda de España.
13
OZANAM, Didier, (dir.), “Los años clave (1711 – 1716). Asuntos exteriores” en DE BERNARDO
José y MUÑOZ MACHADO Santiago, El Estado – Nación en dos encrucijadas históricas. Madrid,
Iustel, 2006, pp. 243-245.
14
DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio, Sociedad y Estado en el siglo XVIII español. Barcelona, Ariel, 1984,
pp. 55-56. Para este autor, el dominio de la Reina sobre su esposo era absoluto, aunque debido al estado
mental del monarca, si no hubiera sido ella, otra persona habría dirigido a Felipe V. Carlos Martínez
Shaw y María Alfonso Mola, dedican un capítulo entero de su obra sobre Felipe V a Isabel de Farnesio
MARTÍNEZ SHAW, Carlos, ALFONSO MOLA, Marina, Felipe V. Madrid, Arlanza, 2001, pp. 95-117.
11
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
de la elegida causó conmoción en Europa15 y de manera muy especial en Viena, donde
el emperador Carlos VI se disgustó mucho con la labor de sus ministros, quienes no
habían sido capaces de impedir el matrimonio. Las inquietudes, perfectamente
justificadas, se debieron a la procedencia de la novia, que indicaba claramente las
intenciones españolas en el mediterráneo. Estas sospechas se confirmaron al comprobar
el carácter de la nueva Reina, siendo una de sus primeras medidas expulsar de España a
la Princesa de los Ursinos, respondiendo este comportamiento a unas claras intenciones
de ser la persona más influyente sobre el Rey. El ascenso de Alberoni, personaje que
había sido clave a la hora de arreglar el matrimonio, fue otra de las señales que
advertían de una política revisionista en Italia. Pero lo que dejó a las claras que Felipe V
intentaría recuperar lo perdido en aquellas tierras, fue el nacimiento de su primer hijo
con su nueva esposa, el infante don Carlos, al que un tiempo después seguiría Felipe. Y
es que ante las pocas perspectivas de que uno de ellos heredase el trono español (que
curiosamente sí hizo Carlos, tras las muertes de sus dos hermanos Luis y Fernando)
Isabel de Farnesio puso todo su empeño e influencia sobre su esposo en conseguir un
trono para sus vástagos, e Italia, su tierra de origen, era el lugar indicado16.
Como conclusión, deberíamos destacar que el origen de la política exterior española
del inicio del reinado de Felipe V, reside en las intenciones británicas de poner en
marcha en Europa un sistema de equilibrio continental que garantizase el que ninguna
potencia se alzase con un poder preponderante sobre el resto, que pudiese hacer peligrar
los intereses de Inglaterra. La Paz de Utrecht fue el símbolo del éxito de este plan, el
cual instauraba un equilibrio entre países, pero estaba muy lejos de solucionar las
diferencias entre los contendientes de la guerra. Felipe V y muchos de sus ministros se
sintieron dolidos por las grandes pérdidas territoriales que dicha paz conllevó (a pesar
de que para muchos supusieron una liberación), lo que unido a la muerte de Luis XIV
(quien deseaba que su nieto olvidase lo perdido y se centrase en una administración más
eficaz del gran imperio que poseía) y a la llegada de una nueva e influyente Reina
(empeñada en recuperar los territorios perdidos en la Península Itálica, con el único
15
OCHOA BRUN Miguel Ángel, Historia de la diplomacia española. La diplomacia en la Era de la
ilustración I, vol. IX. Madrid, Ministerio de Asuntos exteriores y Cooperación, 2012, pp. 165.
16
OCHOA BRUN Miguel Ángel, Historia de la diplomacia española…, pp. 164-165 y VIDAL, Josep
Juan y MARTÍNEZ, Enrique, Política interior y exterior de los Borbones. Madrid, Istmo, 2001, p. 210.
12
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
objetivo de que sus tronos fuesen ocupados por sus hijos) terminó por configurar la
coyuntura apropiada para la puesta en marcha de una política exterior centrada en el
mediterráneo y en revisar lo pactado en Utrecht por medio de las armas.
2.2.
La política mediterránea17
Como pudimos ver en el apartado anterior, Julio Alberoni vio incrementado su poder
en la Corte madrileña a raíz de la llegada de la nueva Reina, y pronto comenzó a poner
en marcha los resortes necesarios para que la Corona recuperase lo perdido en Utrecht,
siendo el objetivo Italia. El primer paso que tenía que dar para la consecución de sus
planes era separar a España de la tutela francesa, por lo que Alberoni entró en contacto
con Gran Bretaña a través de George Bubb, a pesar de que éste no tenía atribución
oficial de ningún tipo. Estas conversaciones fructificaron el 14 de diciembre de 1715
con la firma del Tratado hispano – británico, que suponía el acercamiento de España a
Inglaterra y la consiguiente alarma francesa. Dicho acuerdo no significaba una alianza
ciega, pues pocos meses más tarde, concretamente el 5 de junio de 1716, los británicos
llegaron a un acuerdo con el emperador, lo que esta vez inquietaba a Madrid. La
confusión se convirtió en el elemento común en las relaciones europeas, creando el
clima perfecto que Alberoni había buscado para poder poner en marcha la siguiente fase
de su plan. Mientras tanto se ganaba el favor del Papa combatiendo a los turcos en la
isla de Corfú (1716) y continuaba con su escalada de poder dentro del gobierno de
Felipe V.
El resultado de esta política fue el aislamiento internacional de España, que llegó a su
máxima expresión con la firma del Tratado de la Triple Alianza entre las potencias de
Francia, Gran Bretaña y Holanda, el 4 de enero de 1717. Inglaterra, en su papel de
mediadora entre las fuerzas del continente, propuso a Alberoni una adhesión a la
alianza, por la cual el Ducado de Saboya y Austria intercambiarían Cerdeña y Sicilia, y
17
Este apartado se ha elaborado a partir de VIDAL, Josep Juan y MARTÍNEZ, Enrique, Política interior
y exterior…, pp. 210-216, OCHOA BRUN Miguel Ángel, Historia de la diplomacia española…, pp.
163-176, JOVER ZAMORA José María, España en la política internacional…, pp. 74, MARTÍNEZ
SHAW, Carlos, ALFONSO MOLA, Marina, Felipe V…, pp. 257 -262, BLACK, Jeremy, La Europa en el
siglo XVIII 1700 – 1789. Londres, Akal, 1990, p. 349 y LEÓN, Virginia, “La llegada de los Borbones al
trono” en GARCÍA CARCEL, Ricardo, Historia de España siglo XVIII. Madrid, Cátedra, 2002, pp. 6265.
13
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
se reconocerían las expectativas españolas sobre Parma y Plasencia. El ambicioso
Cardenal rechazó tal ofrecimiento, seguro de poder conseguir más con un
enfrentamiento bélico, al que solo faltaba un casus belli para desencadenarse. Éste se
presentó con la detención por parte de los austriacos de José de Molines, recientemente
nombrado Inquisidor General por el Papa, lo que condujo a la declaración de guerra18.
Alberoni puso en marcha una expedición naval con rumbo a Cerdeña que, además de
violar el Tratdo de Utrecht, ponía de manifiesto el resurgir naval español. Ésta llenó de
inquietud a la Triple Alianza, que decidió enviar a Madrid una nueva oferta con el
objetivo de impedir el conflicto. Consistía en el reconocimiento de la sucesión española
en los Ducados de Parma y Plasencia pero como ya vimos anteriormente, Alberoni
aspiraba a restaurar todas las pérdidas españolas en Italia. Este ambiente de hostilidad
diplomática trajo consigo una serie de reacciones entre las que destaca la amenaza que
el embajador español profirió contra el gobierno británico de no respetar los acuerdos
comerciales de Utrecht si éste seguía manteniendo su flota en el mediterráneo.
Alberoni envió entonces una escuadra con el objetivo de conquistar Sicilia, que fue
interceptada por la fuerza naval británica. Ante esta situación, el Cardenal puso en
marcha un más que ambicioso plan en contra de Inglaterra en el mar del Norte. Todo
pasaba por convencer a las potencias nórdicas para que desembarcaran efectivos
militares en las costas escocesas, que unidos a una expedición española aunarían
esfuerzos para colocar al pretendiente Estuardo en el trono británico. Pero la
rocambolesca operación no terminaba ahí. Tras esto, las tropas pondrían pie en suelo
francés y arrebatarían el poder a una de los mayores enemigos de Felipe V, el Regente
francés Felipe de Orleans, que sería sustituido por el Duque de Maine. La espectacular
misión tenía una segunda parte en el este europeo, donde los esfuerzos diplomáticos
españoles debían conseguir la adhesión a la causa de, por un lado, Pedro de Rusia, que
hostigaría a Carlos VI y, por otro, a Francisco II Rakoczy de Transilvania, siendo éste el
encargado de poner en marcha una revuelta de los húngaros en contra del Emperador.
Finalmente, la misión terminaría fracasando debido a la muerte de Carlos XII de Suecia
y a la futura caída de Alberoni.
18
OCHOA BRUN Miguel Ángel, Historia de la diplomacia española…, p. 168.
14
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
La triple Alanza se transformó en cuádruple cuando Austria decidió unirse, buscando
claramente frenar los insistentes intentos españoles de recuperar sus antiguas posesiones
mediterráneas. Además del aislamiento, las potencias aliadas buscaron la adhesión del
propio Felipe V, ofreciéndole algunas concesiones como por ejemplo una hipotética
restitución el Peñón de Gibraltar y la posibilidad de que los hijos de Isabel de Farnesio
ocupasen un trono en Italia. Nuevamente, la propuesta cayó en saco roto.
España, que había alcanzado importantes victorias militares en suelo italiano, vio
como su suerte cambió al sufrir la flota comandada por Gaztañeta y Chacón, a manos
del Almirante Byng, un duro golpe, en aguas del Cabo Passaro (Sicilia) el 11 de agosto
de 171819. Se desató entonces un nuevo contencioso diplomático entre españoles y
británicos, que terminó con la marcha del embajador español en Londres, Marqués de
Monteleón, quien de las islas pasó al continente, concretamente a la Haya, para junto al
Conde Beretti – Landi, tratar de llegar a un acuerdo con Holanda. Por entonces, la tan
buscada guerra estaba acabando con las esperanzas de Alberoni de ver realizados sus
planes, y a finales de 1718 el panorama no arrojó mejores perspectivas, pues el 27 de
diciembre desde Londres se declaraba la guerra a España.
Mientras la atención internacional se centraba en las operaciones militares de Italia,
en la capital francesa se desarrollaba una peripecia diplomática que tuvo al embajador
español, Conde de Cellamare, como protagonista. Como ya se apuntó anteriormente, el
Duque de Orleans ostentaba el cargo de regente ante la minoría de edad del monarca
Luis XV y, como suele ser natural, no todos en la Corte francesa comulgaban con la
labor de éste. Entre todos estos personajes se preparó una conjura para arrebatarle el
poder, la cual pasaba por prender al Duque, provocar un levantamiento en Bretaña
contra su Gobierno y finalmente, buscando otorgar una cierta legalidad al golpe,
convocar los Estados Generales. Estos elegirían un nuevo Regente, siendo Felipe V el
mejor colocado para ese cargo, algo que al monarca español no desagradaba. Y es que,
aunque en un primer momento el Borbón no vio con malos ojos la designación de
Felipe de Orleans al frente del gobierno francés, la coyuntura internacional y la forma
en que éste había entablado relaciones con la Corte madrileña, le hicieron cambiar de
19
Es necesario apuntar que el ataque inglés se produjo sin mediar una declaración de guerra entre ambas
potencias.
15
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
idea. Poe ello encargó al Conde de Cellamare apoyar a los conspiradores, y a pesar de
no participar de forma tan activa como muchos otros, dicha trama paso a la historia con
el nombre de la conspiración Cellmare20.
La falta de discreción de los intrigantes hizo que el plan llegase a oídos del gobierno,
siendo clave la actuación del Secretario de la embajada española (hijo del Marqués de
Monteleón) que encontrándose disfrutando de una cena en un lugar poco recomendable,
anunció la salida de un correo que cruzaría los Pirineos con información secreta. Este
incidente tuvo lugar el 2 de diciembre de 1717, y siete días más tarde, Vicente
Portocarrero, acompañado del propio secretario, fue prendido en Poitiers. A partir de
entonces, los acontecimientos se precipitaron: Cellamera, tras destruir varios
documentos, fue hecho prisionero y posteriormente expulsado de Francia; el embajador
francés volvió de Madrid y varios conspiradores franceses fueron enviados a la Bastilla.
La última y más grave consecuencia fue la declaración de guerra de Francia a España el
9 de enero de 1719.
Los sucesos de la Corte parisina se unieron al oscuro panorama que se le presentaba
a Alberoni y al Gobierno español en otros frentes. Para empezar, el ya patente fracaso
en Italia se agravó con la firma de la paz entre Carlos VI y los turcos, lo que permitía a
Austria poder desplegar todos sus efectivos militares en la defensa de la península
itálica. Por otro lado, el fracaso de la escuadra enviada a Escocia (un ejemplo más del
poco rédito que aportó el apoyo a la causa estuardista) y la muerte del monarca Sueco
Carlos XII, dejaron a las claras que el ambicioso plan de Alberoni para derrotar a los
británicos había fracasado. Incluso Holanda, que hasta entonces y gracias a la destacada
actuación diplomática de Beretti – Landi se había mantenido alejada de la intervención
en el conflicto, decidió entrar en la guerra. Finalmente, Inglaterra por mar y Francia por
el norte, colocaban a España en una delicada situación.
Desde Madrid se reconoció a la Cuádruple Alianza como un enemigo demasiado
poderoso, por lo que la rendición quedó como único camino a tomar. La principal
exigencia de los vencedores fue que Alberoni abandonase inmediatamente el Gobierno,
20
OCHOA BRUN Miguel Ángel, Historia de la diplomacia española…, pp. 172-175. De toda la
bibliografía consultada para la elaboración de este trabajo, este es el autor que explica de manera más
detallada la conspiración.
16
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
algo que a Felipe V no pareció costarle demasiado, debido al evidente desengaño que la
política del italiano le había producido.
El Tratado de Paz con la Cuádruple Alianza, por el que España pasó a formar parte
de ella en enero de 1720, supuso el cambio de territorios (Sicilia y Cerdeña) entre el
Emperador y Víctor Manuel Amadeo de Saboya y el reconocimiento de
la Casa
Hannover en el trono inglés y a Felipe de Orleans en la regencia parisina. A cambio
España, con la condición de poner fin a su política de restauración de territorios y
aceptar los tratados de Utrecht y Rastdt, obtendría la sucesión de Parma y Plasencia,
Toscana y sus presidios, los cuales serian para el Infante don Carlos.
A pesar de la evidente derrota militar, existen autores que extraen resultados
positivos del periodo en el que Alberoni controló los designios del Estado. Un buen
ejemplo es Miguel Ángel Ochoa Brun, quien es de la opinión de que si la empresa
fracasó fue por llevarla a cabo de forma demasiado precipitada. Éste, en el volumen
número IX de su Historia de la diplomacia española, dedicado a la política exterior de
los primeros Borbones, también defiende la labor diplomática del italiano, pues estaba
bien concebida, tanto es así que marcó la línea a seguir en cuanto a las relaciones
diplomáticas con los reinos del norte en el futuro. Además, a pesar de no haber
recuperado los territorios perdidos, se abrió la posibilidad de poder llevar a cabo el
proyecto restaurador en años sucesivos.
El final de las hostilidades puso en marcha la ineludible cooperación entre Madrid y
París, que sería refrendada por un reforzamiento de las relaciones dinásticas
matrimoniales gracias a un convenio secreto firmado el 27 de marzo de 1721 que trajo
como consecuencia inmediata el restablecimiento de los embajadores en ambas cortes,
de tal manera que el Marqués de Maleuvier puso rumbo a Madrid y Patrick Lowles hizo
lo propio, en su caso, hacia la capital francesa21.
21
El más completo estudio acerca de la labor de los embajadores de Felipe V en Paris es el de Didier
Ozanam, OZANAM, Didier, “Los embajadores españoles en Francia durante el reinado de Felipe V” en
PEREIRA IGLESIAS, José Luis, Felipe V de Borbón (1701-1746), Actas del Congreso de san Fernando
(Cádiz), del 27 de noviembre a el 1 de diciembre del 2000. Córdoba, servicio de Publicaciones de la
Universidad de Córdoba, 2002, pp. 581-609.
17
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
2.3.
El breve reinado de Luis I22
Como ya anunciábamos más arriba, tras los turbios episodios que la política de
Alberoni había traído al panorama internacional, París y Madrid retomaron sus buenas
relaciones, las cuales cristalizaron en 1721, cuando ambas coronas acordaron una serie
de bodas: Luis, el heredero de Felipe V, contraería matrimonio con Luisa Isabel de
Orleans, ahijada del regente francés; Luis XV haría lo propio con la infanta María Ana
Victoria, hija de Felipe V e Isabel de Farnesio, y finalmente, don Carlos se uniría a
Philippine Elisabeth, la hija de Felipe de Orleans. El acuerdo hispano francés parecía
cerrado, tanto que incluso se decidió intercambiar a las infantas de Corte para que estas
fuesen acostumbrándose a su nuevo hogar, pero una muerte iba a desbaratar todo lo
acordado.
Felipe de Orleans, regente de Luis XV durante los últimos ocho años, murió en 1723
y las riendas del gobierno pasaron a manos del Duque de Borbón – Condé. Al año
siguiente, los cambios de gobierno afectaron a la Corte madrileña que vio como Felipe
V abdicaba en su hijo Luis I, alegando que deseaba retirarse para poder descansar. Esa
es la razón que dio para justificar sus actos, aunque siempre quedará la duda de si lo que
en realidad intentó fue una jugada para, en caso de muerte prematura del joven Rey
francés, poder ostentar la Corona francesa.
Mientras esto ocurría en España, en París el nuevo Regente también temía la muerte
de su Rey, aunque por razones diferentes a las de Felipe V. Si Luis XV moría sin
descendencia, el siguiente en la línea sucesoria al trono galo era el detestado sobrino del
Duque, el hijo de su antecesor en el cargo, Felipe de Orleans. Para librarse de ese mal
trago, el Regente debía casar al Rey lo antes posible, siendo la escasa edad de la infanta,
con la que recordemos estaba prometido, un contratiempo importante. Era necesario
deshacer el compromiso y desde Versalles comenzó una carrera contra reloj para
encontrarle esposa al monarca. Todas estas informaciones llegaron a oídos de Felipe V,
que había vuelto al trono debido al prematuro fallecimiento de su hijo Luis el 15 de
22
Este apartado se ha elaborado a partir de MARTÍNEZ SHAW, Carlos, ALFONSO MOLA, Marina,
Felipe V…, pp. 128-131, OCHOA BRUN Miguel Ángel, Historia de la diplomacia española…, pp. 177186, OZANAM, Didier, “Los embajadores españoles...”, pp. 594-596 y LEÓN, Virginia, “La llegada de
los Borbones…”, pp. 66-69.
18
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
enero de 1724. El Rey no perdió tiempo en pedir explicaciones al Conde de Tessé (que
había sustituido a Maleuri como embajador francés), pero éste siempre negó todo23.
La realidad es que el duque de Borbón ya había decidido romper el acuerdo con
España y que María Leczinska, hija del Rey Estanislao I de Polonia, fuese la esposa de
Luis XV. Macanaz, que se encontraba en París, fue quien anunció a Madrid lo que se
tramaba en la capital de Francia. Curiosamente Tessé (quien había negado las oscuras
intenciones del Regente a Felipe V) se enteró de la noticia en pleno viaje hacia tierras
francesas y, como es natural, hizo que aumentase la velocidad de la marcha. Debido a
la ausencia de un embajador en Madrid, el dudoso honor de informar a su majestad
católica acerca del cambio de planes recayó sobre los hombros de un enviado especial,
el abate Livry, encargado de los negocios de Francia en Lisboa.
En la Corte brotó la indignación y Livry fue informado de que debía abandonar
Madrid en el plazo de un día y el país en quince. Lógicamente se preparó la salida de
España de la Reina viuda Isabel de Orleans y de la prometida de don Carlos, y la
expulsión de España de todos los cónsules franceses. Otra consecuencia natural fue el
regreso de María Ana Victoria junto con el embajador. La infanta fue prometida con el
heredero del trono portugués, al mismo tiempo que se acordó la boda de su hermano
Fernando con Barbará de Braganza.
Como mencionamos anteriormente, fue el reinado de Luis I muy breve, pero a pesar
de todo, pueden encontrarse en su corto gobierno ciertos aspectos importantes
relacionados con la política exterior. El principal objetivo de la diplomacia española
durante este periodo fue el asegurar la sucesión de don Carlos en el Ducado de Toscana.
Los principales baluartes de la Corona española para tal misión fueron cuatro
diplomáticos, a saber: Patrick Lowles y el Marqués de Monteleón en París, y
Santiesteban y Beretti – Landi en el Congreso de Canmbray, que acababa de
inaugurarse en el aquel año de 1724. Pero algunas de las principales potencias europeas
veían con malos ojos las pretensiones de la Corte madrileña, pues Carlos VI no estaba
dispuesto a hacer concesión alguna en tierras italianas a cambio de la reconciliación con
España y Francia que
pretendiendo evitar tensiones, trataba de mediar con muchas
23
Una de las mejores explicaciones sobre el incidente de las infantas es la de Miguel Ángel Ochoa Brun,
OCHOA BRUN Miguel Ángel, Historia de la diplomacia española…, pp.185-186.
19
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
dificultades. En cambio, a Gran Bretaña le agradaban las intenciones del gobierno
español, pues estas presionaban al Emperador, que en los últimos tiempos se había
convertido en un incomodo problema para Inglaterra, pues su política de expansión
comercial y marítima a través de la Compañía de Ostende, inquietaba al gobierno
londinense. Ciertamente, el todavía vivo revisionismo español amenazaba con
desencadenar una nueva guerra.
2.4.
La vuelta de Felipe V y el Barón de Ripperdá24
Como ya leímos unas líneas más arriba, Felipe V tuvo que volver a tomar las riendas
del reino cuando su heredero, Luis I, falleció meses después de ocupar el trono debido a
la viruela. El objetivo seguía siendo el mismo, que sus hijos y los de Isabel de Farnesio
pudiesen heredar algún territorio en la tierra de la que era originaria su madre. Debido a
los resultados tan negativos de los anteriores planes, la Corte tuvo claro que la mejor
forma de conseguir su propósito era unir en matrimonio a los infantes con las hijas de
Carlos VI. Viendo que ni las negociaciones de los diplomáticos españoles en Cambray
ni la mediación británica servían para mejorar las relaciones de Felipe V con el
Emperador, desde Madrid se ideo un plan para poder lograr los resultados que se
buscaban.
Para llevar a cabo tan importante encargo se eligió al Barón de Ripperda, un noble
de origen holandés que convenció a Alberoni primero y luego al Rey con su viveza y
manejo de los idiomas. El 18 de noviembre de 1724, Ripperdá fue informado de su
misión y se le explicó el plan de actuación. El barón debía marchar a Viena pero sin que
nadie percibiese el motivo de su estancia en la ciudad, pues esto podría no gustar
demasiado a Francia e Inglaterra. Con el objeto de no levantar sospechas se instauró un
sistema de correspondencia que consistía en encubrir los nombres con otros falsos.
Una vez en la capital austriaca, el Barón tenía que manifestar su propósito de hacer
las paces con Carlos VI en nombre de Felipe V y a partir de ahí, solucionar todos los
contenciosos que existían entre ambos monarcas (como la cuestión del Toisón o la
24
Este apartado se ha elaborado a partir de OCHOA BRUN Miguel Ángel, Historia de la diplomacia
española…, pp. 187-202, VIDAL, Josep Juan y MARTÍNEZ, Enrique, Política interior y exterior…, pp.
217-219, LEÓN, Virginia, “La llegada de los Borbones…”, pp.70-72 y MARTÍNEZ SHAW, Carlos,
ALFONSO MOLA, Marina, Felipe V…, p. 262.
20
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
soberanía de varios territorios en Italia) y que impedían una unión matrimonial entre sus
vástagos. Mientras estas gestiones tenían lugar, se produjo el incidente de las infantas
españolas y su devolución por parte de la Corona francesa, por lo que desde Madrid se
comunicó a Ripperdá que acelerase la marcha de las discusiones. Éstas dieron como
resultado el Tratado de Comercio y Navegación del 1 de enero de 1725 y el Tratado del
Sacro Imperio del 7 de noviembre de ese mismo año, pero todavía no había rastro de un
acuerdo matrimonial, aunque Ripperdá enviaba mensajes tranquilizadores en sus cartas,
seguro de conseguirlo. De momento, puesto que el Barón había cumplido con lo
encomendado, las recompensas comenzaron a llegarle: fue nombrado Duque, embajador
extraordinario e incluso cambió la modesta vivienda en la que residía desde su llegada a
Austria por un suntuoso palacio.
Finalmente, el resto de potencias terminó por enterarse de lo que en Viena tramaban
el Emperador y Felipe V, lo que provocó que Prusia abandonase su alianza con Austria
y se uniese a Francia e Inglaterra en el “Tratado de paz, amistad, alianza y unión” del 3
de noviembre de 1725. El cambio de actitud de Federico Guillermo, hizo que Austria se
sintiese amenazada, lo que precipitó la consecución de un nuevo tratado entre Carlos VI
y la Corona española el 5 de noviembre de 1725, que fue ratificado el enero del año
siguiente. En él se reiteraba la renuncia de Carlos VI al trono español y la renuncia de
Felipe V a los países Bajos y a los territorios de Italia. A su vez, España reconocía la
Pragmática Sanción y ofrecía ciertas ventajas comerciales a la compañía de Ostende.
Pero sobre todo, este acuerdo fue el que trajo la consecución del principal objetivo que
hacía tiempo los Reyes habían encomendado al ya Duque de Ripperdá: la unión
matrimonial entre las casas de Habsburgo y Borbón-España. Finalmente, el Emperador
había aceptado que, una vez alcanzada la edad necesaria, sus hijas se uniesen con don
Carlos y don Felipe. Este acuerdo significaba la vuelta al antiguo esquema de alianza
hispano – germánica en contra de Francia.
Llegados a este punto, postergar la vuelta de Ripperdá no tenía sentido, así que éste
regresó a Madrid donde fue muy bien recibido por el agradecido monarca, que incluso
le nombró Secretario de Estado, para después incrementar su poder con la concesión de
las secretarías de Hacienda y Guerra. Pero pronto la verdad salió a la luz y Felipe V
pudo comprobar cómo los acuerdos alcanzados gracias Ripperdá estaban basados en
21
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
promesas poco firmes, fraudes y errores, siendo lo más sangrante el hecho de la
imposible unión matrimonial, pues la boda entre la Archiduquesa y el Duque de Lorena
era prácticamente una realidad.
Ripperdá, ante el negro panorama que se le presentaba, dimitió de sus cargos y buscó
la forma de escapar del castigo de Felipe V. Finalmente, tras pedir ayuda en la embajada
holandesa, acabo refugiándose en la británica bajo la protección diplomática de
Stanhope. Desde el gobierno se le pidió que entregase al Duque, a lo que el embajador
inglés se negó, lo que llevaría a las autoridades españolas a tomar una drástica decisión.
La madrugada del 26 al 27 de mayo, un pelotón de la Guardia de Corps irrumpió en la
residencia de Standhope y, violando flagrantemente la inmunidad diplomática, prendió
al Duque de Ripperdá. Finalmente, y tras una rocambolesca fuga, el Barón (pues el rey
le desposeyó de su título ducal) terminó escapando, pero habiendo reabierto las
hostilidades entre España e Inglaterra, cuyo reflejo fue la marcha de Madrid de
Standhope y la vuelta a casa del Marqués de Pozuelo.
2.5.
La Europa de los Congresos y el equilibrio europeo
Como ya vimos en un apartado anterior, la Paz de Utrecht-Radstat no había servido
para arreglar ninguna de las disputas que las ambiciones de las distintas potencias
europeas habían generado. Es por ello que, tras el infructuoso intento de Alberoni de
revisar lo acordado en Utrecht por medio de las armas, durante la década de 1720
fueron convocados dos congresos con la intención de poner fin a todos los contenciosos:
Cambray (1624) y Soissons (1728). Los principales temas que fueron llevados a la mesa
de negociación fueron las relaciones entre Madrid y Viena25, el deseo español de
recuperar Menorca y Gibraltar, la creciente hostilidad entre españoles y británicos en
ultramar, el deseo de Carlos VI de que Europa reconociese la Pragmática Sanción, la
búsqueda incansable por parte de los monarcas españoles de acomodar tanto a don
Carlos como a don Felipe en un trono italiano y las ansias del Primer Ministro francés,
Fleury, de mantener la paz en el continente, una paz unida al predominio francés basado
25
Este tema supuso la base del Congreso de Cambray, pero el aparente éxito de las negociaciones de
Ripperdá en la capital austriaca supuso su clausura.
22
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
en los acuerdos de Utrecht y en la Cuádruple Alianza26. El resultado de ambos
congresos fue un fracaso en el que ninguno de los problemas quedó resuelto, debido en
gran medida a la escasa voluntad por parte de las diferentes partes por llegar a acuerdos.
De este periodo, cabe destacar la actuación de algunos diplomáticos españoles como
Bournville, don Álvaro de Navia Osorio, don Joaquín Ignacio de Barrenechea, Tobías
de Brouche o Melchor de Macanaz, a quien le fue encomendada una misión secreta en
la capital francesa27.
Tras la aventura vienesa de Ripperdá, Felipe V dejó de confiar a extranjeros las
riendas de la complicada política exterior y las entregó a españoles, servidores leales al
Rey que habían demostrado su valía en diferentes puestos de la administración. El
primero de todos fue José Patiño (1726-1736), quien reorganizó la política exterior
española orientandola hacia la recuperación del dominio de los mares (y con ello una
mejor defensa de los territorios coloniales) perdido frente a gran Bretaña, pero sin dejar
de lado la política italiana, promovida por la Reina.28. Para autores como A.
Bethencourt el gran mérito de José Patiño fue el darse cuenta de que el verdadero
enemigo de España era Inglaterra29, De la misma opinión es A. Domínguez Ortiz, para
quien Patiño trató de dar un sentido nacional a la política exterior española, algo de lo
que carecía30. Ambos autores coinciden con Didier Ozanam en que los resultados de
Patiño quedaron deslucidos porque las acciones del Secretario de Estado siempre
estuvieron condicionadas al tener que mantener la política italiana31.
A pesar de estar limitado por los deseos de la Reina (que en 1729 pasaría a
convertirse en la máxima autoridad debido a la incapacitación de Felipe V), Patiño
marcó una nueva etapa política, caracterizada por un mayor pragmatismo a la hora de
establecer alianzas, además de por ser más realista en cuanto a los medios disponibles
26
OCHOA BRUN, Miguel Ángel, Historia de la diplomacia española…, p. 215.
27
Ibídem p. 214.
28
LEÓN, Virginia, “La llegada de los Borbones…, p.80
29
Ibídem
30
DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio, Sociedad y Estado…, p. 64.
31
LEÓN, Virginia, “La llegada de los Borbones…”, 2002, p.80
23
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
para alcanzar los objetivos32. En diez años, consiguió enderezar la situación de muchos
elementos clave para la política internacional española, tales como la Hacienda o la
Marina33. Ésta última, a pesar de fracasar en el intento de tomar Gibraltar en 1727,
experimentó una importante mejoría que permitió una eficaz lucha contra el
contrabando británico, llegando a inquietar de manera notable al gobierno de Londres,
cuyos temores quedaron bien reflejados en la correspondencia del diplomático
Benjamín Keene34. Pero sin duda alguna, el gran hito del reinado de Felipe V, que deja
a las claras el resurgir de la Marina española, es el de la toma de Orán en 1732.
Desde el punto de vista diplomático, tras los intentos revisionistas de España, en
Europa se instauró lo que algunos autores como Ochoa Brun han denominado
“equilibrio europeo”35, un sistema por el que los estados tenían que mantener la misma
proporción de poder, evitando de esta manera los posibles conflictos derivados de las
ambiciones de una determinada potencia. Uno de los personajes que mejor
ejemplificaba este equilibrio fue el Primer Ministro francés, el Cardenal Fleury, cuya
política pacifista llevó a Francia, Inglaterra y Austria a firmar el Tratado de París (mayo
1727), por el que las tres potencias se comprometían a respetar los acuerdos comerciales
suscritos antes de 1725 y Austria prometía declarar en suspensión a la Compañía de
Ostende durante siete años36. Por su parte, España, viendo el peligro que suponía el
aislamiento diplomático, se vio obligada a sumarse a este acuerdo en 1728 por la
conocida como Acta del Pardo.
Como pudimos comprobar al comienzo de este apartado, los congresos celebrados en
los años 1724 y 1728 fueron un fracaso, siendo una de las consecuencias más
importantes un evidente distanciamiento entre Madrid y Viena, lo que provocó que
España basculase hacia el lado franco – británico. Fruto de todo aquello fue el Tratado
32
VIDAL, Josep Juan y MARTÍNEZ, Enrique, Política interior y exterior…, p. 220.
33
MARTÍNEZ SHAW, Carlos, ALFONSO MOLA, Marina, Felipe V…, pp. 251-256.
34
DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio, Sociedad y Estado…, p.62.
35
OCHOA BRUN Miguel Ángel, Historia de la diplomacia española…, p. 221. Para este autor el
“equilibrio europeo” fue un sistema de trama política además de ordenación de ideas que encajó a la
perfección en el mundo racional de la ilustración.
36
VIDAL, Josep Juan y MARTÍNEZ, Enrique, Política interior y exterior…, p. 221.
24
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
de Sevilla de 172937, por el cual las concesiones otorgadas a la compañía de Ostende
quedaron revocadas, se restablecieron los acuerdos comerciales con franceses y
británicos anteriores a 1725 y los problemas entre España e Inglaterra fueron remitidos
al examen de comisarios38. Además, este acuerdo significó un cambio de estrategia de la
Monarquía española en sus anhelos de que sus infantes ocupasen un trono italiano. La
reacción del Emperador no se hizo esperar, así que en cuanto tuvo noticias del acuerdo
al que se había llegado en la ciudad andaluza envió tropas a Lombardía, retiró a su
embajador de Madrid (1730) y buscó nuevos aliados: Federico Guillermo I de Prusia y
la zarina Ana de Rusia. De tal manera que Europa quedó dividida en dos bloques: por
un lado Francia, Inglaterra y España, y por otro, Austria, Rusia y Prusia, quedando
Polonia y Sajonia entre los dos.
Indudablemente el Tratado de Sevilla supuso un cambio en la política internacional,
pero quedó lejos de significar un acuerdo total que garantizase el equilibrio europeo. Al
gobierno inglés no le agradaba nada aquella situación, pues temía que si ésta se
prolongaba podría significar una ruptura total con el Emperador. Francia tampoco se
encontraba a gusto con una alianza tan estrecha con España, pues el pacifista Fleury
aborrecía la belicosidad del monarca español, quien estaba dispuesto a comenzar otra
guerra si con ella se aseguraba alcanzar sus objetivos.
Lo alterado en Sevilla comenzó a recomponerse el 16 de marzo de 1731, cuando
Gran Bretaña y Austria acordaron el Segundo Tratado de Viena. Carlos VI renunció a la
Compañía de Ostende y admitió la presencia española en Parma y Toscana. Por su
parte, Inglaterra reconoció la Pragmática Sanción a condición de que María Teresa no
contrajese matrimonio con un Borbón. Toda la información que llegaba a Madrid
procedente de los diversos agentes españoles apuntaba a que tanto Gran Bretaña como
Francia no eran unos aliados muy fiables. Por un lado, Inglaterra podía olvidar su
alianza y ponerse de lado del emperador, y por otro, Fleury no estaba dispuesto a ayudar
militarmente a España.
37
BETHENCOURT MASSIEU, Antonio, Relaciones de España bajo Felipe V. Alicante, Asociación
Española de Historia Moderna, 1998, pp. 39 – 60. En esta obra el lector puede encontrar todos los detalles
acerca del Tratado de Sevilla.
38
LEÓN, Virginia, “La llegada de los Borbones…”, p. 77.
25
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
El futuro inmediato de la política exterior de España estuvo marcado por un par de
decepciones39. La primera fue el que España se viese forzada a aliarse con franceses y
británicos en el Tratado de Sevilla, y la segunda, el comprobar que el desarrollo de
dicho tratado no revertía en ninguna ventaja. Es por ello que los reyes y Patiño
decidieron darle un nuevo rumbo a las relaciones internacionales enviando a la
embajada parisina al hermano del propio Patiño, el Marqués de Castelar, siendo sus
instrucciones el mejor ejemplo de la desconfianza que en Madrid se tenía de Francia40.
Estas eran básicamente dos: lograr el paso de don Carlos a sus Estados de Italia (que por
fin se consiguió) y separar al cardenal Fleury del ministerio, lo que a juzgar por la
correspondencia del embajador resultaba una empresa harto complicada41.
Fleury, consciente de que su política pacifista estaba aislando internacionalmente a
Francia, trató de ganarse al nuevo embajador español e incluso llegó a proponerle un
nuevo tratado, un proyecto cuyo fin era el de establecer una unión entre las dos coronas,
lo que por muchos ha sido considerado como el germen del pacto de familia42.
Todos los esfuerzos franceses, no pudieron impedir que Castelar, convencido de la
deslealtad de sus aliados, terminase por denunciar el Tratado de Sevilla el 28 de enero
de 1731. Tras esto, Austria ofreció a España la adhesión al ya citado Segundo Tratado
de Viena, aceptando ésta el ofrecimiento el 22 de julio. De este modo España admitió la
Pragmática Sanción y el Emperador, en contrapartida, reconoció los derechos de don
Carlos en Parma y Plasencia y se adhirió al acuerdo sobre el futuro del infante español
en Toscana43.
Algunos autores como A. Bethencourt opinan que España alcanzó un nuevo y
elevado nivel en política exterior con el gobierno de Patiño44. Argumentan que la
diplomacia española logró no caer en engaños, mostró frialdad ante Francia, negoció
39
OCHOA BRUN, Miguel Ángel, Historia de la diplomacia española…, p. 226.
40
BETHENCOURT MASSIEU, Antonio, Relaciones de España…, p. 84.
41
OZANAM, Didier, “Los embajadores españoles...”, pp.596 - 598.
42
Ibídem.
43
Lo que dejó a las claras que la política pacifista de Fleury condenaba a Francia al aislamiento.
44
BETHENCOURT MASSIEU, Antonio, Relaciones de España…, p. 104.
26
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
con el Emperador y además, logró inquietar tanto a británicos como a holandeses,
siempre obsesionados con los beneficios del comercio y la navegación.45
Junto con la política atlántica, destinada a proteger las colonias y el comercio
generado por estas de las ambiciones británicas, la política exterior española giró en
torno a dos aspectos: la obtención de la confirmación definitiva de la sucesión del
infante don Carlos en los Estados italianos y restaurar la cooperación con Francia, pese
a las numerosas desavenencias pasadas, ya que Versalles era el único aliado posible46.
Este período supuso el fin de la rivalidad hispano – francesa, por lo que tras esta etapa
el camino quedó allanado para la llegada de los Pactos de Familia.
2.6.
Los Pactos de Familia
Disgustada por la política exterior más reciente, que no había supuesto más que el
distanciamiento de Gran Bretaña y el Emperador, Francia ofreció esta vez una
verdadera alianza a Felipe V para crear un bloque hispano – francés cuyo fundamento
era la pertenencia de los monarcas de ambas naciones a la misma familia, los Borbón.
En ese momento España sí tenía una buena predisposición para aceptar el acuerdo, pues
el Emperador no aceptaba la sucesión de don Carlos en Parma y Plasencia, y si Francia
estaba dispuesta a ayudar con las armas, sin duda alguna sería un gran aliado. Las
negociaciones se precipitaron como consecuencia de la muerte, el 1 de febrero de 1733,
del Rey de Polonia y Elector de Sajonia Federico Augusto, dando comienzo a una
disputa por ocupar el trono polaco. Dos eran los pretendientes: Estanislao Leczinsky,
suegro de Luis XV, y Augusto de Sajonia, hijo del rey difunto. El primero recibiría el
apoyo de Francia, mientras que el segundo contaba con el Emperador y la Zarina rusa
como aliados.
Francia vio en esta disputa sucesoria la oportunidad para asestarle un duro golpe a
Austria y expulsarla de Italia, pero para ello necesitaba la ayuda de dos potencias
interesadas en que el plan francés llegase a buen puerto: España y Cerdeña, aunque las
45
OCHOA BRUN Miguel Ángel, Historia de la diplomacia española…, p. 228
46
Ibídem.
27
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
ambiciones de ambas eran difícilmente compatibles.47 El 26 de septiembre de 1733,
Francia conseguía el apoyo sardo, además del de Carlos Manuel III (Duque de Saboya)
con la firma del Tratado de Turín, aunque todavía quedaba la tarea de convencer a
España para que se uniera a la alianza. Felipe V desconfiaba de Cerdeña, así que
supeditó a cualquier alianza con Francia que Mantua, considerada como la “llave” de
Italia, fuese concedida al infante Carlos. Finalmente, las negociaciones cristalizaron en
el Tratado del Escorial (7 de noviembre de 1733), más conocido como el Primer Pacto
de Familia. Los firmantes acordaron luchar juntos contra la Pragmática Sanción, apoyar
la reclamación española de Gibraltar48, garantizar los derechos del infante don Carlos en
Parma, Plasencia y Toscana e incluso contemplaron la conquista de Nápoles y Sicilia.
Tras conseguir los aliados que las intenciones francesas requerían, el último esfuerzo
diplomático que tuvo que acometer Fleury fue asegurarse la neutralidad tanto de
ingleses como de holandeses para poder poner en marcha la maquinaria de guerra
francesa.
España consiguió importantes conquistas durante esta guerra, llegando incluso a
arrebatar Nápoles y Sicilia a Austria en 1734, mientras el frente franco – sardo en el
norte hacía lo propio, quedando Mantua como único reducto austriaco en Italia. El
objetivo estaba cerca para las tropas españolas, pero la intervención de Carlos Manuel
III lo iba a impedir. El Duque de Saboya, que no quería reforzar la presencia española
en Italia, exigió a Felipe V que se adhiriese al Tratado de Turín. Francia, temiendo que
esto debilitase la coalición, no perdió un momento en iniciar las conversaciones de paz
con el Emperador, las cuales tuvieron como resultado los preliminares de la paz, el 3 de
octubre de 1735. Según estos preliminares Augusto III de Sajonia se haría con la
Corona polaca, mientras que Estanislao Leczinsky conservaría el título de rey hasta su
muerte, además de los ducados de Lorena y Bar, que tras su fallecimiento volverían a
ser franceses; El Duque de Lorena, prometido de la archiduquesa María Teresa, recibiría
como compensación Toscana; el Rey de Cerdeña conseguiría dos distritos del
Milanesado, Francia reconocería la Pragmática Sanción y don Carlos sería reconocido
47
LEÓN, Virginia, “La llegada de los Borbones…”, p. 78.
48
Ibídem.
28
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
como Rey de las Dos Sicilias, obteniendo también Presidio de Toscana, aunque eso sí,
tuvo que ceder Parma y Plasencia al Emperador.
Claramente, lo acordado entre franceses y austriacos buscaba restaurar el equilibrio
europeo49, algo a lo que España no aspiraba, pues sentía que sus reclamaciones no
quedaban satisfechas con lo acordado en los preliminares de paz. Se intentó una nueva
negociación secreta con el Emperador, dirigida por el cardenal Cienfuegos y con la
connivencia de Aquaviva desde Roma, que tenía como objetivo restablecer el enlace
entre don Carlos y la Archiduquesa, para tratar así de llegar a un entendimiento en
Italia50. La misión no tuvo éxito y Patiño tuvo que aceptar los preliminares el 19 de
febrero de 1736. El Tratado de Paz definitivo se firmó en Viena el 18 de septiembre de
1738, pero no fue hasta el 21 de abril del año siguiente cuando el embajador español en
París, el Marqués de la Mina51, firmó la paz muy a su pesar.
Ahora que por fin Carlos era Rey de Nápoles, el principal objetivo pasó a ser
encontrarle esposa entre las princesas europeas. Tras el infructuoso intento de emparejar
a don Carlos con María Teresa, los esfuerzos diplomáticos apuntaron a otra
Archiduquesa, María Ana. Las negociaciones comenzaron antes de que España firmase
la paz y fueron encauzadas a través de la embajada de Venecia. Luis Buy fue el primero
en entablar conversaciones con Austria, que se negó a discutir nada mientras España no
aceptase la paz. Una vez que ésta fue suscrita, la diplomacia española volvió a
intentarlo, en esta ocasión por medio de don Pedro Cabrión y Agustín, V Conde de
Fuenclara. El Conde se desplazó hasta Viena donde realizó unas gestiones poco
fructíferas, debido a que el Emperador seguía poniendo excusas, alegando esta vez que
quería esperar hasta que su primogénita se hubiese casado para hablar de la boda de su
hija María Ana.
Ante la actitud del Emperador, los diplomáticos españoles comenzaron a buscar una
candidata por Europa de forma incansable. Por ejemplo, Giraldino se interesó por la hija
de Jorge II, mientras el Marqués de La Mina no dejaba de trasladar sugerencias desde
49
OCHOA BRUN Miguel Ángel, Historia de la diplomacia española…, p. 231.
50
BETHENCOURT MASSIEU, Antonio, Relaciones de España…, p. 338.
51
OZANAM, Didier, “Los embajadores españoles...”, pp. 598-602.
29
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
París52. Finalmente, la elegida fue María Amalia, la hija del reciente monarca polaco
Augusto III y nieta del Emperador José I, lo que hacía que estuviese estrechamente
relacionada con los Habsburgo. El acuerdo matrimonial se suscribió el 31 de octubre de
1737, pero hasta el 1 de enero del año siguiente no se hizo público53. El enlace
desagradó particularmente a Francia, pero enseguida las desavenencias quedaron
enterradas con dos nuevas bodas, la del delfín Luis y la infanta María Teresa, y la del
infante Felipe con la princesa Isabel, hija también del Rey francés. Estos enlaces
ayudaron a mantener el equilibrio europeo, pero por poco tiempo, pues seguían
existiendo tensiones que amenazaban con quebrarlo.
Los conflictos entre España y Gran Bretaña en ultramar seguían sin solucionarse y
tras el relativamente pacífico período comprendido entre 1733 y 1736 en 1737 el
contrabando inglés se incrementó, lo que trajo como consecuencia un aumento de las
capturas por parte de los guardacostas y corsarios españoles. Pero las nuevas
hostilidades no vinieron instigadas por parte del gobierno español, pues Villarias (el
nuevo Secretario de Estado) no estaba interesado en iniciar una confrontación. Como
tampoco lo estaba Walpole, Primer Ministro británico, quien creía firmemente que la
paz era más interesante para el comercio inglés, además de temer una unión franco –
española contra Inglaterra. Fueron los comerciantes británicos quienes se organizaron
para emprender una campaña propagandística en contra de España en las Islas,
apoyados desde su propio gobierno por Newcastle. Ante este panorama y a instancias
de Walpole se formó una comisión hispano-inglesa para tratar de impedir una guerra,
que tuvo como resultado la Convención del Pardo, firmada el 14 de enero de 1739 y por
la cual Felipe V accedía a indemnizar a la Compañía del Mar del sur con 95.000
52
La posibilidad de un enlace hispano – austriaco alarmó a Fleury, quién ofreció a de la Mina un nuevo
“tratado particular de familia”, al que el Reino de Nápoles se uniría, BETHENCOURT MASSIEU,
Antonio, Relaciones de España…, p. 338.
53
El acuerdo pudo llevarse a cabo gracias a que las negociaciones se mantuvieron en secreto, de tal
manera que el Emperador no supo de ellas hasta que el acuerdo se hubo consumado. El apoyo de la de la
abuela de María Amalia, la Emperatriz viuda, Amalia, también favoreció el éxito del enlace, OCHOA
BRUN Miguel Ángel, Historia de la diplomacia española…, p. 233.
30
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
libras54. Muy hábilmente, Villarias hizo que este pago fuese subordinado a una deuda de
68.000 libras que la Compañía tenía con España.
En realidad, lo que los comerciantes ingleses buscaban era poner fin a la
reconstrucción de la flota española. Como ya se mencionó anteriormente, las mejoras
que Patiño introdujo en la Marina hicieron más eficiente la defensa de las colonias, lo
que se tradujo en una mayor eficacia en la lucha contra el contrabando británico.
Buscando desatar el conflicto armado de manera deliberada, la Compañía se negó a
pagar, lo que hizo que Felipe V amenazase con suspender el Derecho de Asiento. Desde
entonces la situación se fue agravando, hasta que el 19 de octubre de 1739 Gran Bretaña
declara la guerra a España. Este nuevo episodio bélico ha pasado a la historia como
Guerra de la Oreja de Jenkins, debido al testimonio que el tal Jenkins, un
contrabandista inglés, dio ante el Parlamento, en el que contó que un guardacostas
español le había cortado su apéndice auricular como escarmiento siete años antes55.
Mientras el resto de potencias europeas optaron por la neutralidad, Francia prestó una
ayuda parcial y limitada a España, pero que le rentó muy buenos resultados, ya que por
un lado, reforzó su posición en América y por otro, aisló diplomáticamente a Gran
Bretaña. La guerra no trajo ningún beneficio para Inglaterra, cuya marina llegó a sufrir
algunas vergonzosas derrotas como la de Cartagena de Indias en 1741. El conflicto
entre españoles y británicos se prolongó nueve años debido a la inesperada muerte del
Emperador Carlos VI, lo que insertó la Guerra de la Oreja de Jenkins dentro de la lucha
sucesoria por el trono austríaco. Ante esta situación muchos vieron el momento propicio
para poder conseguir sus ambiciones: Federico II de Prusia pretendía aumentar sus
territorios; el Elector de Baviera, casado con la hija del anterior emperador (José I),
aseguraba poseer derechos sobre el trono austríaco y España, Saboya y Nápoles
presentaron reclamaciones sobre los territorios austríacos de Italia.
54
DONOSO ANES, Rafael, “La Compañía del Asiento y la Guerra de la Oreja de Jenkins: sus causas y
algunos aspectos contables relacionados”, Revista de contabilidad, 1, 2008, pp. 9-35.
55
Esta historia formó parte de la estrategia de propaganda que pusieron en práctica los comerciantes
ingleses con el objetivo de que la opinión pública apoyase la guerra contra España, LEÓN, Virginia, “La
llegada de los Borbones…”, p. 82.
31
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
La marcha de los acontecimientos volvió a unir los destinos de España y Francia
debido a que, tras la aceptación por parte de Saboya de la Pragmática Sanción, Fleury
volvía a temer, una vez más, que su país quedase aislado diplomáticamente. Esto
condujo a una negociación entre ambos países, que cristalizó en el Tratado de
Fontainebleau, más conocido como segundo Pacto de Familia, en 1743. Según el
acuerdo, el ejército francés ayudaría a España a ocupar el Milanesado, Parma y
Plasencia, los cuales serían para don Felipe; el Reino de Nápoles pasaría a manos de
don Carlos y Luis XV prestaría su ayuda contra Inglaterra, para que España recuperase
Gibraltar y Menorca, y se pusiese fin al Derecho de Asiento y al Navío de Permiso.
Ese mismo año, además de la firma de dicho tratado, dos sucesos marcaron la
política exterior española, los fallecimientos de José Campillo y Ándre-Hercule de
Fleury. Campillo, quien había sido el máximo responsable de las relaciones
internacionales, falleció el 11 de mayo, dando paso a Zenón de Somodevilla, Marqués
de la Ensenada, del que se hablará más adelante. La muerte de Fleury, por su parte, hizo
que el Marqués de Argenson, hostil hacia todo lo que tuviese que ver con Felipe V o
Isabel de Farnesio56, pasara a encargarse de la política exterior francesa. El principal
objetivo de Argenson fue acabar con el Tratado de Fontainebleau, pues opinaba que
otorgaba demasiadas concesiones a España, así que, sin que el embajador español en
París, Marqués de Campoflorido, se enterase, Francia trató de acercarse a Austria
ofreciéndole el Milanesado (prometido a Felipe V). Finalmente, franceses y austríacos
firmaron el Memorándum del 26 de diciembre de 1745.
Para cuando Campoflorido se enteró de la ofensa y pudo protestar ante Luis XV,
desde Madrid ya se había enviado una embajada extraordinaria, liderada por el Duque
de Huéscar57. España recriminaba a Francia no estar cumpliendo con lo pactado en
Fontainebleau y que además desde París se negociaba a sus espaldas con Austria.
Argensón envió entonces un nuevo embajador a Madrid, el Mariscal Noailles, con el
objetivo de mejorara las relaciones entre las dos Coronas. Mientras, en París, a Huéscar
se le concedió el permiso de marchar y servir en Italia en los ejércitos españoles, puesto
56
OCHOA BRUN Miguel Ángel, Historia de la diplomacia española…, p. 244.
57
PAVÍA DOPAZO, Naiara, “Margarita Isabel O´brien: condesa jacobita y dama de la monarquía
española”, Brocar, 36, 2012, pp. 65-93.
32
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FELIPE V
que su misión había resultado infructuosa. Fue entonces, en el momento que el Segundo
Pacto de Familia mostraba su endeble base, cuando un acontecimiento iba a suponer un
cambio de tremenda importancia: Felipe V, tras sufrir una fulminante apoplejía, muere
el 9 de julio de 174658, y con él, el revisionismo de la Paz de Utrecht. La búsqueda de
un trono para los infantes Carlos y Felipe marcó la política exterior del primer rey
Borbón de España (o rey de España de la dinastía Borbón). Fue mucho el esfuerzo y
muchas las derrotas y sinsabores, pero finalmente la labor diplomática desplegada en
diversas cortes europeas consiguió que ambos terminaran por ceñirse una corona:
Carlos se hizo con el trono de Nápoles en 1735 y, unos años después, en 1748, Felipe se
convirtió en Duque de Parma.
58
OCHOA BRUN Miguel Ángel, Historia de la diplomacia española…, p. 251.
33
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FERNANDO VI
3. Política exterior de Fernando VI
3.1.
Los fundamentos de la paz
Tras varios años de guerra, las diferentes potencias europeas deseaban alcanzar la
paz. Debido al debilitamiento que el conflicto les ocasionaba, las posibilidades de que
cualquiera de los contendientes obtuviese la victoria absoluta desaparecían, por lo que la
salida más ventajosa para todos era poner fin a las confrontaciones. El problema es que
nadie estaba dispuesto a mostrar abiertamente los deseos de paz, pues podía colocarle
en una posición de desventaja en las futuras negociaciones. El principio del fin de la
Guerra de Sucesión Austríaca coincidió en España con la llegada al trono de un nuevo
rey, Fernando VI, quien, a pesar de aborrecer la guerra, decidió no terminarla de manera
brusca, puesto que no quería romper las alianzas que España había firmado.
La diplomacia española se puso entonces manos a la obra para encontrar el fin de las
hostilidades que tanto ansiaba la Corte madrileña, pues el Rey no era el único que veía
ventajas en iniciar un periodo pacífico. Los hombres en quienes confió el gobierno del
país tenían claro que su primera tarea era la salir de aquella guerra que ya no podía
reportar ningún beneficio. Por un lado estaba Ensenada, a quien el monarca había
decidido mantener, y cuyo encargo era dirigir las Secretarías de Hacienda, Guerra y
Marina e Indias. En el otro, el hombre que junto a Ensenada iba a tomar los mandos del
gobierno: José de Carvajal y Lancaster, nombrado por Fernando VI Secretario de
Estado, y por lo tanto, máximo responsable de la política exterior española. Más
adelante se ampliará la información acerca de la relevante labor de estos dos personajes.
Como apuntamos, el trabajo de la diplomacia española durante los primeros
momentos del reinado de Fernando VI fue incansable. Con el objeto de propiciar un
contexto que pusiese fin a las acciones militares, se diseñaron diversas actuaciones
protagonizadas por algunos de los más importantes hombres de la Corte. En 1747 Pablo
Jerónimo Grimaldi fue enviado a Viena; Ricardo Wall se encargó de misión secreta en
Londres en la que contó con la ayuda del exiliado Marqués de Tabuérniga59; y el Duque
59
Aunque es verdad que Tabuérniga fue de ayuda para Wall, el marqués no perdía oportunidad para
criticar al irlandés en su correspondencia con Carvajal, TÉLLEZ ALARCIA, Diego, “La misión secreta
de Ricardo Wall en Londres (1747-1748)”, Brocar, 24, 2000, pp. 49-72.
34
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FERNANDO VI
de Huéscar, tras su embajada extraordinaria en París fue enviado de vuelta como
embajador permanente60, sucediendo a Campoflorido.
Finalmente, la paz se negoció en un nuevo Congreso, esta vez en la ciudad holandesa de
Breda, que terminó por resultar tan decepcionante para España como lo habían sido los
anteriores. Las causas de tal resultado pueden resumirse en tres: el desconocer cuál era
la situación internacional real, el nulo apoyo de sus aliados y la elección de las personas
equivocadas para defender los intereses españoles61. El ejemplo más claro fue Macanaz,
que no supo actuar según lo requería la situación. Francia dejó completamente de lado a
su aliada España, y quedó claro que esta forma de actuar iba más allá de la persona de
Argenson, pues su sucesor, el Marqués de Puyziulx, tuvo la misma actitud.
Desde Madrid se trató de revertir la situación sustituyendo a Macanaz por Jaime
Masones de Lima el 19 de mayo de 1747, pero antes de llegar éste a Breda, las sesiones
ya habían concluido y el Congreso se había trasladado a Aquisgrán, precedido eso sí de
la firma de los preliminares de paz entre Francia, Holanda e Inglaterra, para lo que no se
contó con España. A pesar de la comprensible indignación, a Masones no le quedó más
remedio que aceptar los preliminares y el definitivo tratado de paz.
A parte de alcanzar el reconocimiento del infante don Felipe como duque de Parma,
Plasencia y Guastalla, los beneficios que esta guerra reportó a España fueron pocos,
puesto que, pese a los esfuerzos de Ricardo Wall, la reivindicación de Gibraltar y
Menorca volvió a resultar un fracaso. Como resultado del desengaño del Segundo Pacto
de Familia, en la Corte de Madrid, y especialmente en Carvajal, se instauró un
sentimiento anti francés que traería sus consecuencias en un futuro cercano.
3.2.
Fernando VI. Un rey pacífico
El calificativo de “pacífico” permite definir tanto a Fernando VI como a su reinado,
pues una de las principales razones por las cuales desde 1746 y hasta 1759 se dio un
periodo de calma, fue el temperamento del segundo Borbón. La forma de ser de
60
OZANAM, Didier, TÉLLEZ ALARCIA, Diego, Misión París, correspondencia particular entre el
Marqués de la Ensenada y el Duque de Huéscar (1746-1749). Logroño, Instituto de Estudios Riojanos,
2010, pp. 45-47.
61
OCHOA BRUN Miguel Ángel, Historia de la diplomacia española…, p. 312.
35
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FERNANDO VI
Fernando distó mucho de la de su padre, quien nunca dudó en embarcarse en una guerra
si creía que con ello podía conseguir sus objetivos. En cambio, su heredero detestaba los
conflictos y disfrutaba más con los periodos de paz, en los que podía dedicarse a
promover sus verdaderas pasiones: las artes y las ciencias62
Los deseos del Rey coincidieron con los del Secretario de Estado José de Carvajal,
quien era de la opinión de que lo más ventajoso para el país era mantenerse alejado de
los conflictos, y así lo explicaba en su obra el Testamento Político: “En la política lo
que conviene a España es conservarse en paz tantos años, a lo menos, como ha
mantenido la guerra que la tiene exánime”63. Pero, para Carvajal, España no debía
limitarse a ser un país más, sino que tenía que convertirse en la “fiel balanza”64 del
equilibrio europeo. Por ello en la década de 1750 la diplomacia española buscó
establecer una serie de tratados que sirviesen para mantener la neutralidad y poder
solucionar los problemas que ni Utrecht, ni Aquisgrán, ni el resto de paces del siglo
habían conseguido atajar.
Este ambicioso proyecto requería replantearse las relaciones con las diferentes
potencias europeas, como por ejemplo Portugal, país que era visto por Carvajal como
“la puerta de atrás” que había que mantener cerrada65. Es por ello que se pusieron en
marcha las negociaciones con el Gobierno portugués, a las que sin duda ayudó que la
Reina Barbará de Braganza fuese la hija del monarca de Portugal. Los esfuerzos
diplomáticos dieron como resultado el Tratado de Límites de 1750, con el que se ponía
fin a la disputas por la colonia del Sacramento.
En cuanto a Francia, Carvajal no veía necesario continuar con una alianza en la que
no podía confiar en su aliado. Desde su estancia en París en 1741, donde pudo
62
Toda la información acerca de Fernando VI se encuentra en esta obra, GÓMEZ URDÁÑEZ, José Luis,
Fernando VI. Madrid, Arlanza ediciones, 2001.
63
LÓPEZ-CORDÓN, María Victoria, “Carvajal y la política exterior de de la Monarquía española” en
DELGADO BARRADO, José M., GÓMEZ URDÁÑEZ, José Luis (Coord.), Los ministros de Fernando
VI. Córdoba, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Córdoba, 2001, p. 29.
64
OCHOA BRUN, Miguel Ángel, Historia de la diplomacia española…, p. 317.
65
LÓPEZ-CORDÓN, María Victoria, “Carvajal y la política exterior…”, p. 28.
36
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FERNANDO VI
comprobar el escaso valor que los franceses daban a los acuerdos con España, Carvajal
desconfió de todo lo que tuviese que ver con el país galo. El Secretario de Estado
opinaba que llegar a un acuerdo con los británicos sería mucho más beneficioso para
España, y por eso defendía la idea de apartar los estorbos que impidiesen llegar a un
entendimiento entre ambas naciones, siendo el más evidente las reclamaciones
españolas de Menorca y Gibraltar. Pronto se pusieron en marcha las negociaciones con
Gran Bretaña siendo el resultado de éstas el Tratado anglo-español del 5 de octubre de
1750, por el que se renovaba el Tratado de 1715 y se cancelaba el Asiento de Negros y
el Navío de Permiso a cambio de una compensación de 100.000 libras a la Compañía
del Mar del Sur. Las negociaciones entre España y Gran Bretaña giraron en torno a dos
hombres, Ricardo Wall en nombre de España y Benjamín Keene por parte inglesa, lo
que les valió para ascender en sus carreras tras la firma del tratado, ya que ambos fueron
nombrados embajadores.
Pero el acuerdo con los británicos solo era válido para mantener el equilibrio en el
mar. Carvajal necesitaba a otro aliado para conseguir lo mismo en el continente y con
Francia descartada, solo era posible aproximarse a Austria. Ésta encajaba a la perfección
en los planes del Secretario de Estado, pues además de ser necesario su apoyo para
mantener a los infantes en Italia, no existía con ellos ninguna rivalidad colonial, por lo
que el acuerdo resultaba más sencillo.
Debido a esta estrategia política, Carvajal ha sido catalogado por muchos como
anglófilo, de la misma manera que Ensenada fue tildado de francófilo. En realidad, esto
no es más que un tópico simplista de ejemplificar el perfecto binomio66 que formaron
ambos políticos, a pesar de mantener posturas encontradas en algunos aspectos. Lo
correcto sería separarlos en función de sus competencias durante el reinado de Fernando
VI: Carvajal el equilibrio exterior y Ensenada la restauración de la Hacienda y la
Marina.
66
GÓMEZ URDÁÑEZ, José Luis, “Carvajal y Ensenada, un binomio político” en DELGADO
BARRADO, José M., GÓMEZ URDÁÑEZ, José Luis (Coord.), Los ministros…, pp. 65-90.
37
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FERNANDO VI
Por último hay que resaltar que hubo un tema en el que los dos hombres fuertes de aquel
gobierno siempre estuvieron de acuerdo: las Indias, siendo su protección el elemento
donde la política internacional y la naval se solapaban67.
3.3.
Ensenada y la “paz armada”
Zenón de Somodevilla y Bengoechea, Marqués de la Ensenada, fue el otro gran
hombre del primer gobierno de Fernando VI junto con José de Carvajal, y al igual que
el monarca y que el Secretario de Estado, veía necesaria para el país la consecución de
una paz tras la infructuosa última guerra. En cambio, la opinión acerca de los beneficios
que un periodo de calma podía aportar no era la misma para Ensenada, quien era
consciente de que, por muchos acuerdos y alianzas que se firmasen, un futuro
enfrentamiento con los británicos era inevitable.
Tanto Carvajal como Ensenada comprendían que los territorios de ultramar eran la
verdadera joya de los dominios españoles y coincidían en que era necesaria su
protección. Pero mientras el Secretario de Estado confiaba en que se podía llegar a un
acuerdo con Gran Bretaña, Ensenada, consciente de que jamás se lograría apartar a los
ingleses de las colonias, creía que España debía prepararse para defenderlas por la
fuerza. Para conseguir su objetivo don Zenón de Somodevilla se apoyó sobre una serie
de pilares, siendo el primero un tipo de diplomacia maquiavélica, en la cual el riojano
era un maestro y que ha pasado a la historia como ensenadismo. En contra de la forma
de actuar de Carvajal, cuya manera de hacer política no iba con el siglo68 , Ensenada
nunca enseñaba todas sus cartas y solo mostraba aquellos aspectos que le interesase que
el resto de potencias europeas conociesen. El mejor ejemplo de la diplomacia del
marqués fue la firma del Concordato de 1753, que en teoría tenía que haber sido
negociado por Carvajal (cuyas gestiones habían fracasado ante la negativa del Vaticano
a negociar) que se enteró de las negociaciones secretas una vez que el acuerdo se hizo
público69.
67
OCHOA BRUN, Miguel Ángel, Historia de la diplomacia española…, p. 318.
68
GÓMEZ URDÁÑEZ, José Luis, Fernando VI…, p. 105.
69
LÓPEZ-CORDÓN, María Victoria, “Carvajal y la política exterior…”, p. 43.
38
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FERNANDO VI
La segunda de las bases de la política de Ensenada fue la reforma de la Hacienda,
que formaba parte de un ambicioso plan de reformas internas que iban desde la creación
del Real Giro hasta la elaboración del Catastro70. Estrechamente relacionada con los
cambios en la Hacienda se encontraba otra importante clave del proyecto de Ensenada:
el fortalecimiento de la Marina la gran arma con la que se contaba para combatir a los
británicos. Para conseguirlo, don Zenón de Somodevilla promovió el espionaje
industrial a los ingleses (que poseían la mejor flota del mundo), destacando la labor de
Jorge Juan y Santacilia71, científico y marino a quien el propio Ensenada envió a
Londres en 1749 ante la poca información que el embajador Ricardo Wall le ofrecía72.
Pero mientras Ensenada redoblaba la atención en la Marina dejaba de lado el ejército
de tierra, que no era más que una institución donde los hijos de las familias
aristocráticas podían encontrar acomodo, siendo las francesas las verdaderas tropas con
las que el Marqués contaba para luchar contra Gran Bretaña. Ensenada creía necesaria la
alianza con Francia, por lo que ha sido tachado por muchos como francófilo, pero lo que
motivaba a don Zenón de Somodevilla a buscar un aliado en Versalles no eran unos
sentimientos de amistad hacia el país vecino, sino que los intereses de las dos Coronas,
una vez más, confluían. Tanto las colonias españolas como las francesas se encontraban
amenazadas por la ambición británica, por lo que la alianza entre Madrid y París
nuevamente parecía obligada.
3.4.
La crisis de julio y el “año sin rey”
Entre 1752 y 1754, el clima de la Corte madrileña estuvo caracterizado por las
intrigas, los rumores y los sobornos. La creciente tensión colonial entre Francia e
70
Las reformas del Marqués le convirtieron en el principal enemigo de los aristócratas como el Duque de
Huéscar, lo que a la postre sería determinante para su caída, GÓMEZ URDÁÑEZ José Luis, El proyecto
reformista de Ensenada. Lérida, Milenio, 1996.
71
SOLER PASCUAL Emilio, Viajes de Jorge Juan y Santacilia, Ciencia y política en la España del siglo
XVIII. Barcelona, Ediciones B, 2002, pp. 250 – 286 y GÓMEZ URDÁÑEZ, José Luis, “El ilustrado Jorge
Juan, espía y diplomático”, Canelobre. Revista del instituto alicantino de cultura “Juan Gil-Albert”, 51,
2006, pp. 106-127.
72
A pesar de esto, la labor de Wall estuvo lejos de ser un fracaso, simplemente era demasiado anciano
para ser espía, TÉLLEZ ALARCIA, Diego, “El caballero Ricardo Wall y la conspiración antiensenadista”
en DELGADO BARRADO, José M., GÓMEZ URDÁÑEZ, José Luis (Coord.), Los ministros… pp. 118119.
39
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FERNANDO VI
Inglaterra no iba a tardar en desencadenar una guerra, y la capital española fue el
escenario donde franceses y británicos lucharon por conseguir el apoyo de Fernando
VI73. Benjamín Keene, el embajador inglés en Madrid, fue el encargado de hacer creer a
resto de Europa que el clima entre España e Inglaterra era excelente, para de esta forma
conseguir el objetivo británico: separar a las Coronas de España y Francia. Para la
consecución de sus propósitos, Keene decidió ganarse la confianza de Carvajal (que a
su juicio era anglófilo) haciéndole creer que ambos buscaban la paz. El embajador
británico incluso fingió estar en desacuerdo con su gobierno por la política que éste
llevaba a cabo en las colonias americanas. Keene, consciente de que el peor enemigo de
los intereses ingleses era Ensenada (pues éste ya estaba realizando sus primeras
demostraciones de fuerza en Honduras), trató de denostarle ante Carvajal, aunque el
Secretario de Estado nunca le hizo caso74.
Desde el lado francés se veía con tremenda preocupación la posición que el gobierno
español estaba tomando. Ambas coronas se encontraban alejadas y ante el peligro de
una guerra con Gran Bretaña, una nueva alianza entre los Borbones urgía para
Versalles, pues sin la ayuda de la flota española sería imposible que Francia mantuviese
sus territorios de ultramar. Con el objetivo de convencer a Fernando VI en la necesidad
de la alianza franco-española, Francia decidió enviar en 1752 un nuevo embajador a
Madrid, siendo elegido para tan delicada misión el Duque de Duras75. El gran aliado
con el que los franceses contaban en el gobierno de Fernando VI era Ensenada,
catalogado por Duras como francófilo. El embajador galo terminó fracasando en su
misión debido a su precipitación, provocada por unas ansias desmesuradas de conseguir
la ayuda española, haciendo que se descubriera todo el entramado ensenadista (el
Marqués trabajaba de forma disimulada y a largo plazo) lo que ayudó al triunfo de la
conspiración que se estaba preparando contra Ensenada.
73
GÓMEZ URDÁÑEZ, José Luis, Fernando VI..., p. 99.
74
Carvajal sabía también como Ensenada que la guerra contra Gran Bretaña llegaría, pero confiaba
retrasarla, GÓMEZ URDÁÑEZ, José Luis, “Fernando VI”..., p. 101.
75
GÓMEZ URDÁÑEZ, José Luis, “El Duque de Duras y el fin del ministerio de Ensenada (1752-1754),
Hispania, 201, 1999, pp. 217-249.
40
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FERNANDO VI
La política que don Zenón de Somodevilla había desarrollado desde su ministerio le
había granjeado tanto la enemistad del gobierno británico como la de los aristócratas
españoles. Ambos se unieron para expulsarlo de la Corte de Madrid, lo que comenzó a
suceder a raíz de la muerte de Carvajal, su protector, el 8 de abril de 1754. Desde ese
momento, Ensenada temió por lo que pudiera sucederle76 e incluso llegó a presentar su
dimisión a Fernando VI, quien no la aceptó. Pero lo que no podía imaginar el ministro
riojano era que el traicionero golpe le vendría por la labor de la cual se sentía más
orgulloso, su política en la Marina77.
Tras la muerte de José de Carvajal y Lancaster, el Mayordomo Real, Duque de
Huéscar (antiguo aliado78 y ahora enemigo de Ensenada), desde su posición privilegiada
convenció al Rey para que nombrase nuevo Secretario de Estado a Ricardo Wall, a
quién tampoco gustaba la agresiva política de Ensenada. Tanto Wall como Huéscar
instaban a Fernando VI a deponer al Marqués, pero el monarca necesitaba una prueba lo
suficientemente importante como para acometer semejante acción. Ésta llegó desde
Londres en una carta de Abreu, el nuevo embajador de España en la capital británica,
quien involuntariamente se convirtió en pieza de la conspiración. Abreu informaba en
su misiva acerca de la indignación del gobierno británico por una información que su
embajador en España les había facilitado. Keene, con sobornos y maquinaciones, había
conseguido enterarse de que Ensenada urdía una importante operación bélica en el
Caribe, y que existían unas órdenes de ataque firmadas por el propio ministro. Poco
importaba si las órdenes aparecían, pues cuando el Rey fue informado de la política
bélica que Ensenada llevaba a sus espaldas, éste fue acusado de alta traición, apresado
en la noche del 20 de julio de 1754 y desterrado a Granada.
La primera consecuencia de la caída de Ensenada fue un gran desconcierto en las
Cortes europeas Éste fue muy potente en la francesa, donde la poca información que
76
A todo esto se unió la pérdida del favor de la Reina para con Ensenada, debido a su actuación en contra
del Tratado de Límites.
77
GÓMEZ URDÁÑEZ José Luis, El proyecto reformista…, p. 139.
78
OZANAM, Didier, TÉLLEZ ALARCIA, Diego, Misión París…, p. 47.
41
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
POLÍTICA EXTERIOR DE FERNANDO VI
desde Madrid le ofrecían a Masones de lima, desató los más variopintos rumores y
teorías, los cuales también corrían por la capital española79. La Corte fue purgada de la
red clientelar que Ensenada había tejido a lo largo de sus años como ministro y poco a
poco toda la labor reformista del Marqués se fue diluyendo.
La caída de Ensenada estuvo seguida del gobierno de Ricardo Wall, quien no varió
un ápice la política de neutralidad absoluta de Carvajal. El mayor reto al que el nuevo
Secretario de Estado tuvo que hacer frente fue la gestión del conocido como “año sin
rey”80. Éste comenzó en agosto de 1758 con el retiro de Fernando VI al Castillo de
Villaviciosa y duró hasta agosto de 1759, momento en el que Carlos III se ciñó la
Corona española. Durante este período desempeñó tres destacadas labores, a saber:
dirigir el traspaso de poderes de Fernando VI a su hermano, informar de la enfermedad
del Rey a Carlos y convertirse en los ojos y oídos del futuro monarca. Aunque hay que
reconocer que Fernando VI despachó intermitentemente con sus ministros, a partir del
fallecimiento de la Reina, su ya endeble salud se fue resintiendo hasta su muerte en
agosto de 1759, momento en el que Isabel de Farnesio se hizo con las riendas del Reino
hasta la llegada de su hijo desde Nápoles. Con la subida al trono de Carlos III,
finalizaba el período pacífico de Fernando VI y una nueva línea a seguir en la política
internacional se imponía en España.
79
TÉLLEZ ALARCIA, Diego, “El caballero Ricardo Wall…”, pp. 129-137.
80
TÉLLEZ ALARCIA, Diego, D. Ricardo Wall Aut Caesar aut nullus. Ministerio de Defensa, 2008, pp.
217-239.
42
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
CONCLUSIONES
4. Conclusiones
Tras este repaso a la política exterior de los dos primeros reyes de la dinastía Borbón
en España estamos en disposición de enumerar una serie de conclusiones que en unas
pocas líneas engloben los aspectos clave de las relaciones internacionales españolas
desde el final de la Guerra de Sucesión hasta la llegada al trono de Carlos III.
En primer lugar, hay que tener presente que la política internacional del XVIII giró
en torno a la pretensión británica de que ninguna nación se hiciese con la hegemonía
europea. Desde Londres se buscó un equilibrio en el continente que permitiese a Gran
Bretaña dedicarse proteger sus intereses comerciales en las colonias. Ese statu quo se
consiguió en Utrecht, una paz cuyas negociaciones fueron dirigidas por Gran Bretaña
hacia sus propios intereses sin tener en cuenta si los contenciosos entre las diferentes
potencias quedaban resueltos.
Las segunda de las conclusiones que se extraen del estudio de la política exterior de
los dos primeros Borbones es que la alianza hispano francesa se convirtió en una
necesidad para ambas naciones debida a la existencia de un enemigo común, Inglaterra.
El parentesco entre los monarcas no era la razón de ser de los diferentes acuerdos entre
la Corona española y la francesa y prueba de ello fue que en repetidas ocasiones Francia
dejó de lado a su aliada, olvidando los lazos familiares. Aún así, España volvió a la
alianza con el país galo, pues solo uniéndose ambas potencias tendrían alguna
posibilidad de hacer frente al poder británico, que amenazaba con arrebatarles sus
territorios coloniales.
Tal y como apunta Jeremy Black, las relaciones familiares fueron un rasgo
característico de la diplomacia del siglo XVIII81, lo que ejemplifica a la perfección la
figura de Isabel de Farnesio. El gran objetivo que la segunda esposa de Felipe V buscó
con incansable dedicación mientras fue Reina, consistió en encontrarles un trono a sus
dos hijos, Carlos y Felipe, en vistas de que serian los vástagos del primer matrimonio
del Rey quienes heredarían la Corona Española. Los deseos de Isabel de Farnesio
fueron uno de los principales motores que impulsaron la política de irredentismo
81
BLACK, Jeremy, La Europa del siglo XVIII 1700-1789. Madrid, Akal, 1997, p. 337
43
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
CONCLUSIONES
mediterráneo, por lo que debemos destacar a la Reina como un personaje clave dentro
de la política exterior española del siglo XVIII.
Pero el buscar acomodo a los infantes en un trono italiano no fue la única razón que
explica el revisionismo de Felipe V hacia lo acordado en Utrecht. El deseo de recuperar
el prestigio perdido fue otro de los motores de la política exterior del primero de los
borbones, para quien la paz de Utrecht había supuesto una especial humillación, puesto
que tuvo que subscribir todos los acuerdos que su abuelo Luis XIV ya había negociado
de antemano con Inglaterra. Fueron estos deseos de restaurar su honor los que llevaron a
la Corona española a embarcarse en acciones militares como la toma de Orán (1732) o
el infructuoso intento de recuperar Gibraltar en 1727. Precisamente fueron el Peñón y la
isla de Menorca los escollos que, junto con las colonias, dificultaron las relaciones entre
España y Gran Bretaña durante el siglo XVIII.
La siguiente conclusión que se puede extraer de este trabajo es que es posible, a
través de la política exterior que llevaron a cabo, conocer la psicología de los reyes y su
evolución a lo largo del tiempo. Felipe V comenzó su reinado siendo muy joven, lo que
queda reflejado en su manera de tratar de recuperar lo perdido en Utrecht, recurriendo a
empresas militares o encomendándose a personajes que prometían solucionar problemas
complejos en poco tiempo (como Alberoni o Ripperda). Pero el Rey fue madurando y
además de limitar sus esfuerzos bélicos (los que no abandonaría hasta el fin de sus días)
aprendió a rodearse de personas de mayor confianza como Patiño, Campillo, Villarias o
Ensenada. En el caso de Fernando VI, su política de extrema neutralidad dejó a las
claras la pacífica personalidad del monarca, de la que se valió tanto Ensenada para
poder poner en práctica su ambicioso plan de reformas, como los enemigos del Marqués
para hacerle perder el favor del Rey.
La última de las conclusiones a la que hemos podido llegar tras estudiar la política
exterior de los dos primeros Borbones es la gran importancia de las colonias
americanas, no solo para España sino también para Francia e Inglaterra. Su protección
frente a las ambiciones británicas fue la que motivó en gran medida las alianzas entre
franceses y españoles en el siglo XVIII. Incluso cuando los territorios de ultramar
pasaron a un segundo plano, durante los primeros años de Felipe V, América nunca se
44
La política exterior de los primeros Borbones. Las relaciones con Francia e Inglaterra
CONCLUSIONES
dejó de lado82. Como consecuencia de esto, los grandes hombres del gobierno español
de la época (como José Patiño o el Marqués de la Ensenada) fueron aquellos que
supieron ver en las colonias la posesión más importante de la Corona y en Inglaterra, al
verdadero enemigo de España.
82
PICAZO MUNTANER, Antoni “Las pretensiones francesas y británicas en el norte de Nueva España
tras Utrecht” en GUIMERÁ, Agustín, PERALTA, Víctor (Coord.), Actas de la VIII Reunión Científica de
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