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Espacio Humano ofrece a sus lectores una guía para la meditación de la mano del Centro internacional de Yoga Sivananda Vedanta de Madrid. Desde una óptica práctica iremos analizando, mes
a mes y paso a paso, los conceptos fundamentales de esta maravillosa experiencia, para que
todos podamos incorporar la meditación y mejorar nuestra forma de aproximarnos a la Vida.
Meditación y alimentación
¿Qué comemos?
“Los componentes químicos de los
diversos alimentos vibran en un
rango variable. Cada partícula de
comida es una masa de energía. La
ingesta de ciertos alimentos establece vibraciones discordantes en el
cuerpo físico que lanza a la mente a
un estado de oscilación y desequilibrio. La concentración mental se
vuelve difícil y el pensamiento elevado es perturbado, pues los pensamientos elevados implican vibraciones finas”.
Swami Sivananda
en su obra Senda Divina
L
a meditación, como hemos visto en las
entregas anteriores de esta sección va
mucho más allá de sentarse con las piernas cruzadas y en silencio. Un conjunto de
elementos coadyuva a que ésta pueda experimentarse. El estilo de vida que llevamos nos
facilita la meditación o nos aleja de ella. La
mente está formada por la parte más sutil de
los alimentos. Si la comida es impura, la
mente también se vuelve impura en sus funciones y por tanto en la práctica de la meditación. Somos lo que comemos: dice Swami
Sivananda. Esta es la máxima de los antiguos sabios de La India, hoy aceptada en
Occidente.
La comida ejerce una tremenda influencia en
la mente. Obsérvalo en tu vida diaria. Tras
una indigesta, suntuosa y pesada comida
resulta muy difícil controlar la mente. Ésta
corre, vagabundea y salta como un mono
todo el tiempo. El alcohol causa una gran
excitación mental. Según sea el tipo de ali-
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espacio HUMANO
mentos que ingerimos y de las bebidas con
las que nos hidratamos así será nuestra práctica meditativa.
TIPOS DE DIETA
La dieta puede ser de tres tipos en relación
con las gunas, denominación sánscrita para
las cualidades primordiales de la naturaleza
que se manifiestan en diversas combinaciones en todas las cosas.
*Dieta Sátvica: equilibrada, pura y armónica.
*Dieta Rajásica: relacionada con la acción,
la pasión y la dispersión de la energía.
*Dieta Tamásica: en la que predomina la
oscuridad, la opacidad y la inercia.
En la Bhagavad-Guita el Señor Krishna le
dice a Arjuna: “Los alimentos que incrementan la vitalidad, la energía, el vigor, la salud
y la alegría, y que son deliciosos, blandos,
substanciosos y agradables son estimados
por el meditador. Las personas apasionadas
desean alimentos amargos, agrios, salados,
excesivamente calientes, picantes, secos y
quemados, y que producen dolor, pesadumbre y enfermedad. Los alimentos que son rancios, insípidos, pútridos e impuros son apreciados por las personas tamásicas.”
La leche, la cebada, el trigo, los cereales, las
legumbres, la mantequilla, el queso, los
tomates, la miel, los dátiles, las frutas y las
almendras, entre otros son todos comestibles
sátvicos. Vuelven la mente pura y calma y
son una parte importante de las prácticas de
los que practican la meditación. Los pescados, los huevos, la carne, la sal, los picantes excesivos son alimentos rajásicos; excitan
la pasión y vuelven a la mente desasosegada, inestable e incontrolable. La carne, el
alcohol, el ajo, las cebollas y el tabaco son
alimentos tamásicos, distorsionan la mente
de los que meditan y la llenan de ira, ansiedad y confusión.
DIETA SÁTVICA, MEDITACIÓN Y
REFINAMIENTO DE LA NATURALEZA
HUMANA
El hombre es mucho más que sólo mente y
cuerpo. Es esencialmente un espíritu eternamente perfecto, puro y libre en su auténtica
naturaleza interna. El nacimiento humano se
ofrece como una oportunidad y un medio
para alcanzar ese sublime conocimiento de
la naturaleza interna espiritual. En este proceso, las tendencias animales deben aminorarse en el meditador.
El hombre ha sido creado como criatura frugívora o comedores de frutas. Es un hecho
científico evidente, bajo la comparación con
los animales carnívoros, de los que difiere
completamente en cuanto a sus órganos
internos, dentadura y apariencia externa.
Anatómicamente se encuentra más cercano
a los monos antropoideos cuya dieta consiste en frutas, cereales y frutos secos.
Disminuir las comidas a base de carne y
nutrirse directamente de la mano de la naturaleza, de frutas y granos maduros y saludables, de frutos secos y vegetales con miel,
queso y leche, elimina un buen número de
enfermedades y facilita la práctica de la
meditación.
Lo necesario es una dieta bien equilibrada,
no una dieta rica. La dieta rica produce
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enfermedades del hígado, los riñones y el
páncreas. Una dieta equilibrada ayuda al
hombre a crecer, a soportar mayor carga
de trabajo, a incrementar su peso corporal
y a mantener la eficiencia, la resistencia y
un alto nivel de empuje y vigor.
SOMOS LO QUE COMEMOS
La eficiencia de nuestro cerebro está relacionada con lo que comemos. Si nuestra
ingesta incorpora demasiados alimentos
manipulados, la mente se llenará de impurezas y se mostrará desequilibrada. Las
personas que practican la meditación
deben ser conscientes de lo que comen
pues la calidad de los alimentos ingeridos
afecta directamente a la meditación. Lo
óptimo es comer de forma sencilla, lo que
no significa que la comida vegetariana,
inmersa en el principio de Ahimsa o no violencia y recomendada para los que quieren meditar, deba ser poco apetitosa. Lo
ideal es ir suprimiendo poco a poco los alimentos y las bebidas que nos perjudican.
Los alimentos precocinados, los demasiado
maduros, el alcohol y el tabaco entorpecen
nuestra mente, adormilándola e impidiendo la concentración.
DIETA VEGETARIANA Y
MEDITACIÓN
No debes llevar un cambio de dieta radical, pero si quieres realmente que tu práctica meditativa avance es conveniente
adoptar una dieta vegetariana sencilla.
Hoy, a diferencia de lo que sucedía hace
unos años, esta dieta es mejor conocida en
Occidente y ya no existe la obsesión de
que sin carne no se puede vivir. Sabemos
que lo que comemos afecta directamente a
nuestra salud.
La meditación es más difícil si el estómago
está demasiado lleno pues aparece un
sopor progresivo que nos adormila e impide la concentración. Observa como funciona tu mente después de una comida pesada, intenta buscar el silencio y meditar.
Reconoce que, al menos, te será difícil.
Hazlo ahora en ayunas o habiendo comido ligeramente alimentos sencillos: será
más fácil.
Sabemos que somos lo que comemos. Una
parte sutil de nuestra ingesta alimenticia se
convierte en nuestra conciencia. La dieta
vegetariana sencilla y natural transforma tu
conciencia y la mente se apacigua. No lo
dudes: simplificando la dieta y haciéndola
vegetariana de forma progresiva, sin radicalismos, nos acerca a la experiencia de
la meditación.●
CENTRO INTERNACIONAL DE
YOGA SIVANANDA VEDANTA DE
MADRID.
www.sivananda.org/madrid
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