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La Acrópolis de Atenas
Atenas │Grecia │ Siglo V a. de C.
INTRODUCCIÓN
Entre las ciudades griegas, Atenas, y dentro de ella la Acrópolis constituye el emblema de la Grecia Antigua. Esa situación no fue, sin
embargo, configurada por azar o por el capricho de un puñado de mentes preclaras, sino por una tradición secular enraizada en
entresijos mitológicos, según los cuales en aquel lugar tenía la diosa Atenea su complacencia. Su predilección correspondía a los
desvelos y homenajes que incesantemente le tributaban los habitantes, reciprocidad llamada a colmar los más altos designios.
Así se convirtió la Acrópolis de Atenas desde época muy temprana en objeto de atención especial para
los gobernantes de Atenas de donde conviene destacar, por ejemplo, la relación de dependencia entre el
programa constructivo de la Acrópolis y la voluntad política de Pericles, considerado como la mente
inspiradora de esta gran empresa en la que también se debe contar con la intervención directa y activa
de una comisión de arquitectos, escultores y artistas en general creada especialmente al efecto para
controlar y dirigir la situación.
Los años, pues, del gobierno de Pericles en Atenas (461-429 a. de C.) coincidieron con un periodo de
extraordinario esplendor de la ciudad, que todavía hoy sigue teniendo su mayor reflejo en los
excepcionales monumentos levantados en la Acrópolis.
HISTORIA
En la época prehistórica la Acrópolis de Atenas, como la mayoría de las acrópolis griegas, era una fortaleza. De hecho todavía hoy es
la primera impresión que produce en el que la visita, con sus laderas rocosas cortadas a
pico en uno de sus lados. En ella el rey micénico de Atenas tenía su palacio (megaron)
protegido, como toda la ciudad, por la diosa Atenea, que tenía allí también su residencia.
Con el transcurso del tiempo el terreno de la Acrópolis se fue llenando de templos y otras
edificaciones. Así, en el siglo VI a. de C. se construyó el Hecatómpedon, lo que los
historiadores y arqueológicos conocen como el pre-Partenón, situado entre el templo actual
y el Erecteion.
Este templo, como todos los demás edificios fue saqueado por los persas cuando tomaron
Atenas, que previamente había sido evacuada tras la Batalla de las Termópilas. Cuando los
atenienses regresaron, después de su victoria naval en Salamina, encontraron su ciudad
devastada y los santuarios de la Acrópolis saqueados y quemados. Recogieron los exvotos y
los depositaron piadosamente en fosas abiertas en la roca sagrada hasta que estas
apreciadas estatuas arcaicas (kuroi y korai) fueron descubiertas a finales del siglo XIX durante la gran excavación arqueológica
desarrollada en la Acrópolis y llevadas al Museo que allí mismo está instalado.
Hacia mediados del siglo V a. de C., Pericles emprendió en la Acrópolis la realización de un conjunto de construcciones que formaban
parte de su programa general de grandes obras. Estas, supervisadas por el escultor Fidias, comenzaron la construcción del Partenón
(447-435 a. de C.), prosiguieron con los Propileos (437-432 a. de C.), el Templo de Atenea Nike (427-424 a. de C.) y por último el
Erecteion (421-406 a. de C.) Arquitectos y escultores, llegados de toda Grecia, contribuyeron a la realización de este grandioso
proyecto. Citaremos, entre otros, además de a Fidias, a los arquitectos Ictino, Calícrates y Mnesicles, a escultores, como Colotes,
Alcámenes y Agorácrito y a pintores como Polignoto cuyos trabajos en la Acrópolis contribuyó a crear una síntesis de las grandes
corrientes estéticas de la época.
Los edificios no estaban aislados, sino insertos en un conjunto arquitectónico ya que el espacio comprendido entre ellos estaba
cubierto de ofrendas, sobre todo de estatuas de bronce o piedra, destacando entre todas ellas la colosal estatua de bronce de Atenea
Prómaco, obra de Fidias, que representaba a la diosa vestida con armadura y dominando todo el lugar. De hecho los antiguos decían
que los navegantes veían brillar el extremo de su lanza una vez que sus barcos habían franqueado el cabo Sunion situados a unos 75
kilómetros de Atenas.
Con el final de la civilización griega y sobre todo después de la época de dominación romana. los monumentos de la Acrópolis
sufrieron profundas transformaciones a lo largo de los siglos siguientes. Así en la Edad Media, una fortaleza y algunas casas se
construyeron allí; los templos se convirtieron en iglesias cristianas y la Acrópolis volvió a ser una plaza fuerte como al principio de su
historia. Sin embargo, ha conseguido sobrevivir a pesar de guerras y destrucciones, de manera que hoy continúa siendo uno de los
conjuntos más destacados de la civilización.
PROPÍLEOS
El acceso a la Acrópolis de Atenas se realizaba a través de los Propíleos, edificio de acceso monumental ubicado en el extremo oeste
de la fortaleza. Esta estructura arquitectónica fue proyectada por Mnesicles quien lo levantó entre el 437 y el 431 a. de C. aunque no
sería completamente concluida al quedar los trabajos definitivamente interrumpidos a raíz del comienzo, en ese último año de las
Guerras del Peloponeso.
La idea de disponer de un edificio de acceso a la Acrópolis tiene su precedente en el Templo
de Afaia en Egina aunque aquí a una escala más modesta. Para llevarlo a cabo el arquitecto
hubo de salvar tanto los problemas causados por la topografía sobre la que se emplazó el
monumento como la necesidad de respetar el muro sagrado de la Acrópolis conocido como
Pelárgikon.
Los Propíleos se presentan como la doble fachada de un templo próstilo, hexástilo y de orden
dórico el exterior y jónico el interior. Contaba además con dos pórticos o alas en los laterales
concebidos para permitir el acceso a dos estancias de las que sólo se llegó a construir una
que cumplía las funciones de pinacoteca.
TEMPLO DE ATENEA NIKE
Este pequeño templo dedicado a la diosa Atenea como Nike Aptera o diosa de la victoria se
encuentra situado en un espolón de la Acrópolis de Atenas, a escasa distancia de los Propíleos. Se
trata de un templo de orden jónico anfipróstilo y tetrástilo e in-antis por el frente principal. El
proyecto fue encargado al arquitecto Calícrates para conmemorar el tratado de paz firmado por
Kallias con los persas en el año 449 a. de C., aunque su realización se demoró hasta el año 421 a.
de C.
Una de sus innovaciones más llamativas es que el friso del templo no representa escenas
mitológicas sino un acontecimiento histórico, la Batalla de Platea entre griegos y persas.
PARTENÓN
Historia
El Partenón fue levantado entre los años 447 y 438 a. de C. siendo, por orden cronológico, el primero de los grandes monumentos de
la Acrópolis de Atenas cuya concepción corresponde a Ictino, un genial arquitecto que llegó a escribir incluso un Tratado, por
desgracia perdido, en el que explicaba los conceptos y teorías arquitectónicas desarrolladas en la construcción del Partenón.
El edificio fue erigido sobre los fundamentos de un templo dórico hexástilo anterior, conocido como Pre-partenón o Hecatómpedon,
que estaba en construcción cuando, en el año 480 a. de C. los persas arrasaron la Acrópolis de Atenas.
La comparación entre los restos de este primer proyecto abandonado y el edificio actual resulta muy ilustrativa del cambio de escala
que se iba a producir en el edificio definitivo.
Planta
El Partenón es un templo de orden dórico, octástilo y además anfipróstilo y períptero. Consta de un pronaos, naos y opistodomos. El
primero y el último fueron reducidos a la mínima expresión a costa de una naos o cella bastante más ancha dividida, a su vez, en
dos salas de acuerdo a la estructura que ya existía en el Pre-partenón que tuvo que ser respetada por necesidades del culto que se
desarrollaba en el interior. En la cella propiamente dicha se albergaba la célebre escultura crisoelefantina de la diosa Atenea Partenos
que, paralelamente, estaba realizando Fidias para ese mismo lugar y que conocemos a través del copias del siglo II a. de C. ya que
el original se ha perdido. En la sala posterior se guardaban el tesoro de la diosa y los fondos del Estado. Allí se depositó igualmente
el tesoro de la primera Liga de Delos, después de su traslado de Delos a Atenas.
En el Partenón aparecen combinados por vez primera elementos de dos órdenes distintos: el dórico,
orden dominante que se utiliza en el peristilo, y el jónico, aplicado a algunas zonas de la cella. De hecho,
a partir de este momento esta asociación de dos órdenes se iba a imponer como una regla en casi todas
las edificaciones de templos griegos.
En la construcción del Partenón se aprecia con total claridad la tendencia a la
utilización de un módulo con el fin de conseguir, tanto en planta como en
alzado, la armonía y orden entre todas las partes del conjunto y del propio conjunto con sus partes
(euritmia) así como la correcta relación proporcional entre todas ellas.
Si el Partenón ocupa un lugar privilegiado en la historia de la arquitectura es porque sus autores supieron
sumar a su concepción grandiosa una serie de refinamientos casi inapreciables, pero de gran importancia
a la hora de conferirle su apariencia de obra perfecta aunque, no obstante, estos refinamientos lo
convierten en el menos clásico de los templos del clasicismo. Estos refinamientos es lo que se conoce
como las correcciones ópticas, algo que en sí no era novedoso, pues se habían aplicado con anterioridad a otros edificios, pero que
aquí se utilizará con gran maestría para lograr una perfecta compensación de los efectos visuales. Pueden sintetizarse en los
siguientes:
En primer lugar, las columnas de los extremos son ligeramente más gruesas que las centrales, para neutralizar la impresión de
adelgazamiento provocada por la intensidad de la luz en las esquinas. Por la misma razón, los intercolumnios de la parte central
disminuyen para contrarrestar la disminución visual que se produce en los intercolumnios de los extremos.
En segundo lugar, las columnas del peristilo están ligeramente inclinadas hacia adentro, para evitar que
den la sensación de que se caen hacia el espectador.
En tercer lugar, las metopas aumentan ligeramente de tamaño a media que se aproximan a las
esquinas.
En cuarto lugar, el fuste de las columnas es más ancho en la parte central que en los extremos, lo que
pretende salvar el engañoso adelgazamiento de la zona central del fuste que produce la contemplación
de las columnas a cierta distancia.
Finalmente todos los elementos horizontales, desde el crepidoma hasta el entablamento, son ligeramente curvos, para salvar el
efecto de fuga que se produce en los extremos.
Decoración
La decoración escultórica del templo era también totalmente nueva contemplándose en ella tres capítulos importantes:
Las Metopas del friso exterior. Se trata de 92 metopas decoradas con escenas procedentes de la Guerra
de Troya, de la Amazonomaquia, de la Gigantomaquia y de la Centauromaquia. Realizadas en
altorrelieve por el gran escultor Fidias sirven para expresar el triunfo de la genialidad, la belleza y la
perfección que representa la cumbre del arte clásico. En general se conservan bastante bien estando la
mayoría de ellas en el Museo Británico y algunas en el Museo de la Acrópolis de Atenas.
El Friso del muro de la cella. Un friso de 160 metros de largo esculpido en bajorrelieve que representaba
la procesión de las Panateneas. Las «grandes Panateneas» eran la fiesta en honor de Atenea más
importante de la ciudad. Una gran procesión, atravesando la ciudad, subía a la Acrópolis para llevar el
nuevo peplo con el que debía cubrirse el ídolo de madera (xoanon) de Atenea Polias. Esta ceremonia,
vinculada a los cultos más antiguos de Atenas, era de un esplendor extraordinario pues la ciudad le había
conferido una solemnidad que simbolizaba la grandeza moral y material de la democracia ateniense.
Proyectado por Fidias, aunque trabajaron en él sus colaboradores, supone el intento por eternizar una
imagen ideal de esta procesión en la que participaba toda la ciudad. Ciudadanos, jinetes, portadores de
hidrias, ancianos con ramos, korai con copas y enócoes para libaciones y, por último, los dioses que los reciben. Este friso muestra
un excelente ritmo y un claro sentido del agrupamiento de los personajes tratados con gran unidad psicológica y elegancia en el
tratamiento de los plegados y la anatomía.
Los dos Frontones. La decoración escultórica del Partenón culminaba con
las dos grandes composiciones del tímpano de los frontones: en el oriental,
el nacimiento de Atenea; en el occidental, la disputa de la diosa con
Poseidón por la posesión del Ática. Le sirven al artista que los proyectó, que
no es otro que el mismo Fidias, para expresar el contraste entre el
equilibrio y el remanso de la primera escena representada frente al sentido
dinámico y barroco que impone en la segunda. Aunque actualmente quedan in situ algunos fragmentos en bastante mal estado, la
mayoría se encuentran en el Museo Británico, algunos en el Museo del Louvre, otros en Viena y otros en el Museo de la Acrópolis.
ERECTEION
El Erecteion está situado en el extremo norte de la Acrópolis. Su construcción fue confiada a Mnesicles quien se encargo de levantar
este complejo y singular monumento en dos fases. La primera, entre el año 421 y el 414 a. de C. y la segunda, después de las
Guerras Médicas, entre el 409 y el 496 a. de C.
Para su realización Mnesicles hubo de salvar importantes dificultades topográficas ya que se alza sobre un terreno que declina
rápidamente hacia el norte y hacia el oeste. Mayor problema planteaba, sin duda, el hecho de que en el espacio elegido para su
ubicación tenían su sede los principales cultos tradicionales de la ciudad que el arquitecto hubo de respetar escrupulosamente,
habiendo de condicionar este hecho la configuración final del edificio que queda definitiva a partir de tres sectores.
El central se abre al exterior por medio de una fachada principal de orden jónico, próstilo y
hexástilo desde la que se accede a una naos dedicada a Atenea Polias, donde se guardaba una
escultura de madera (xoanon) de la diosa que era la principal imagen de culto en Atenas.
En el lado norte se desarrolla otro núcleo cuya parte más importante era la naos dedicada a
Poseidón Erecteo por ser el ámbito en el que se custodiaba su tumba y el Mar de Sal. Esta sala
comunicaba visualmente con el Pórtico de las Cariátides configurado con un mirador que se
situaba frente a las terrazas de la Acrópolis y que tenía enfrente el Partenón. Servía como sala
dedicada a contener la tumba de Cécrops, el mítico dios-serpiente fundador de Atenas. También
desde la naos de Poseidón se accedía a otras dos naos interiores que estaban dedicadas, una, a
los ancestros míticos y, otra, a Hefaistos.
En el extremo más occidental la fachada ha sido transformada a través de una solución que en
parte vino impuesta por el propio desnivel que existe con respecto a la otra parte del templo,
quedando prácticamente cerrada al haber sido las columnas sustituidas por semicolumnas adosadas a semipilastras sobre las que en
época romana se colocó un cuerpo de ventanas. Desde este extremo se custodiaba una de las reliquias más importantes de toda la
Acrópolis de Atenas: el olivo y la roca sagrada que fueron englobados dentro del templo ya que se creía que ambos elementos eran
los que aparecían en un mito sobre la disputa entre Atenea y Poseidon por el dominio del Atica según la cual aquél que realizara una
proeza mayor obtendría el dominio del territorio.
Esta enorme complejidad condicionó la apariencia final del Erecteion. Así, el resultado final se caracteriza por una serie de soluciones
dentro de un conjunto que resulta bastante incoherente.
OTROS MONUMENTOS
Con todo lo dicho, sin embargo, no se agota la nómina de monumentos notables localizados en la Acrópolis de Atenas y su contorno.
Así, en el centro de la misma se encontraba una monumental escultura de 15 metros de altura que representaba a la diosa Atenea
Promacos realizada en bronces por Fidias y posteriormente perdida.
Además, alrededor de la colina había otros edificios destinados a viviendas, locales administrativos,
monumentos conmemorativos como los altares de Zeus y Atenea y en la ladera sur, el Teatro de Dionisio
y el Odeón de Herodes Ático.
En su estado actual el Teatro de Dionisio data de la época romana. Se conservan sin embargo los tres
elementos esenciales de la arquitectura clásica: la orquestra, espacio casi semicircular, la cávea, dividida
en zonas radiales y en corredores circulares, donde estaban los espectadores y la escena, que reproducía generalmente la fachada
de un palacio, ante la cual estaban los actores.
No lejos del teatro, en la parte oeste, se halla el Odeón de Herodes Ático, grandiosa construcción del
siglo II d. de C. El muro de la escena del que se conservan algunas partes de sus tres pisos, estaba
decorado con nichos que albergaban estatuas.