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Piel, menopausia y envejecimiento Piel, menopausia y envejecimiento Francisco Vázquez Fernández Centro de Estudios de Obstetricia y Ginecología Asociado. CEOGA. Lugo • • • • • • Doctor en Medicina y Cirugía Especialista en Obstetricia y Ginecología Académico Numerario de la Real Academia de Medicina Y Cirugía de Galicia Académico Correspondiente de la Real Academia Nacional de Medicina Miembro Asociado del Instituto de España Miembro de las Sociedades: • Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia • Asociación Española para el Estudio de la Menopausia • Sociedad Española de Fertilidad • Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia • European Society for Gynecologic and Obstetric Investigation (Miembro fundador) • Autor de más de 100 artículos médicos y capítulos de libros y más de 120 conferencias. • Experto y participante en múltiples ensayos clínicos de investigación clínica multinacionales. 1 Piel, menopausia y envejecimiento 2 Ç INTRIODUCCION: El envejecimiento es un proceso dinámico e irreversible que afecta a todos los órganos y que es percibido como un fenómeno intrínseco dentro de una comunidad afectando a todos sus miembros. Entre los cambios más característicos se encuentran aquellos que ocurren en la piel. A nivel cutáneo el envejecimiento viene determinado por factores intrínsecos y factores extrínsecos. El envejecimiento intrínseco o cronológico es un conjunto de cambios clínicos, histológicos y fisiológicos que acontecen con la edad y que afectan al recambio celular epidérmico, al aclaramiento de varias sustancias de la dermis, al grosor y celularidad de la propia dermis, a la capacidad de termorregulación y cicatrización, a la respuesta inmunológica, a la percepción sensorial, a la producción de las glándulas sebáceas y sudoríparas y a la síntesis de vitamina D. Existen también factores extrínsecos que no solo afectan al envejecimiento cutáneo acelerando y exagerando los procesos cronológicos sino introduciendo cambios cualitativos. De entre los factores extrínsecos el más importante es la exposición a la radiación ultravioleta (UV) de la luz solar. La foto exposición solar es la responsable de la mayoría de problemas cosméticos (atrofia, manchas pigmentarias y sobretodo arrugas) y clínicos (telangiectasias, carcinomas de células basales y escamosas y melanomas). Otros factores extrínsecos bien definidos son el tabaco y la contaminación. En las últimas décadas, debido al aumento del tiempo libre, la tendencia a la exposición solar y al aumento del tabaquismo, en las mujeres, el envejecimiento cutáneo se ha convertido en un problema social de importancia creciente y en un motivo frecuente de demanda sanitaria. Múltiples terapias tanto micro-quirúrgicas (dermo-abrasión con sustancias químicas o con láser CO2, así como técnicas de implantación de colágeno y grasa) como médicas han sido propuestas. La piel es uno de los órganos más complejos y grandes del cuerpo y está compuesta por una amplia variedad de células de diferentes orígenes embriológicos. La capa más externa, la Piel, menopausia y envejecimiento 3 epidermis, contiene queratinocitos junto con los melanocitos de origen ectodérmico. Los queratinocitos son células germinativas de la epidermis que tienen un tiempo de síntesis de ADN de 16 horas y se dividen cada 19 días, siendo el tránsito hasta la capa córnea de 60 días. Según esto, la epidermis se renueva totalmente cada 2 meses. Los queratinocitos son células que fabrican colágeno tipo IV. La capa más profunda es la dermis y está formada fundamentalmente por colágeno tipo III y tipo I. Las células que sintetizan estos tipos de colágeno son los fibroblastos. Las fibras elásticas son otro componente importante de la dermis. Separando la dermis de la epidermis está la membrana basal o lámina basal, que está implicada en importantes procesos biológicos como son la diferenciación celular, la orientación celular en los procesos de adhesión celular y los intercambios de macromoléculas. El componente fundamental de la membrana basal es el colágeno tipo IV. Otros componentes importantes son los glicosaminoglicanos. Además de estos componentes también están en la piel los anejos cutáneos: glándulas sudoríparas, glándulas sebáceas y pelo. Hasta la fecha se han identificado receptores de estrógenos en los núcleos de las células epidérmicas, en los fibroblastos y en los núcleos de los anejos cutáneos. Recientemente se ha identificado un receptor estrogénico asociado a la proteína p29 en la epidermis, en las glándulas sebáceas y en los folículos pilosos. El déficit estrogénico que sigue a la menopausia causa severos desórdenes en el tejido conjuntivo de la mujer, principalmente en la piel, hueso y vasos sanguíneos. Estos importantes cambios responden bien a la terapia hormonal sustitutiva (THS). Numerosos estudios demuestran que la pérdida de colágeno en la posmenopausia ocasiona alteraciones tales como adelgazamiento de la piel y osteoporosis. Sin embargo, recientes estudios demuestran que diferencias en los alelos del gen receptor de la Vitamina D pueden explicar variaciones hereditarias en la masa ósea; es decir, que en algunos casos la osteoporosis puede iniciarse en la infancia y ser una enfermedad hereditaria. La genética de la osteoporosis es compleja y todavía insuficientemente conocida. Exiten varios genes candidatos relacionados con las hormonas calciotrópicas y receptores, citoquinas, factores de crecimiento, matriz ósea y otros. Nosotros, dentro del Grupo de investigación básica del centro Neocodex, hemos estudiado los siguientes genes relacionados con la osteoporosis posmenopáusica: ESR1, ESR2, NRIP 1, CYP19A y BMP15 A180T. Nuestros estudios en esta área del conocimiento confirman la naturaleza poligénica y compleja de la osteoporosis y añaden un nuevo gen candidato (Nuclear Receptor Interacting Protein 1 – NRPI1). Hemos demostrado también que el gen Bone Morphogenetic Factor 15 (BMP15) está relacionado, en la población española, con el inicio de la menopausia y la ventana reproductiva de la mujer. También comprobamos el efecto del gen CYP 19 aromatasa sobre la densidad mineral ósea y la osteoporosis, aunque queda por determinar si su acción es sobre la diferenciación de la producción estrogénica en la grasa periférica o directamente sobre el hueso. Piel, menopausia y envejecimiento 4 Se acepta que la pérdida de masa ósea, el adelgazamiento de la piel y la reducción de colágeno de la piel pueden tener una etiología común La THS produce un aumento del espesor de la piel, así como un incremento del contenido total de colágeno. Los cambios en la piel durante el tratamiento estrógenico están relacionados con los cambios del metabolismo del tejido conjuntivo. Este proceso no sólo está limitado a la piel, sino que también incluye la matriz ósea, las paredes de los vasos arteriales y otras estructuras.. El déficit estrogénico ocasiona en la piel cambios añadidos a los del envejecimiento, tal y como demostraron Bolognia y cols. al estudiar mujeres con fallo ovárico prematuro. Por otra parte, algunos procesos dermatológicos como prurito, sequedad de la piel no expuesta al sol, adelgazamiento o pérdida del cabello y uñas quebradizas, no parece que sean debidos al déficit estrogénico. En un estudio controlado con placebo no se encontró diferencia entre el grupo que recibió estrógenos por vía transdérmica y el grupo placebo. PIEL, ENVEJECIMIENTO Y HORMONAS Colágeno El colágeno es el componente más importante de la dermis. Básicamente, esta molécula está formada por 3 diferentes cadenas alfa de aproximadamente 1.000 aminoácidos cada una dispuestas en forma de triple hélice. La prolina y la hidroxiprolina constituyen del 20 al 25% del total de aminoácidos aminoácidos. Actualmente se conocen al menos 14 cadenas alfa de colágeno genéticamente diferentes y su distribución es distinta en los tejidos del cuerpo. La dermis contiene colágeno tipo III y tipo I, y la proporción relativa de ambos puede afectar a la función tisularEl colágeno IV es componente importan te de la membrana basal y le confiere estabilidad mecánica. Los genes que codifican las cadenas alfa 1 y alfa 2 del colágeno IV se localizan en la parte distal del cromosoma 13 (COL 4 A1 y COL 4 A2), mientras que el gen que codifica la cadena alfa 4 del colágeno IV (COL 4 A4) se localiza en el cromosoma 2. En la parte superior de la epidermis se localiza el colágeno VI, cuyas tres cadenas alfa se codifican por genes localizados en el cromosoma 21(alfa 1 y alfa 2) y en el cromosoma 2 (alfa 3). El colágeno VI es importante para la fijación de un glicosaminoglicano (GAG) higroscópico, el hialurónico, interviniendo así en la hidratación de la piel. En las membranas basales también se localiza colágeno tipo VII, que es el mayor componente de las fibrillas de anclaje en la lámina fibrorreticular de la membrana basal. En la piel también se localizan otros tipos de colágeno en pequeñas cantidades. Con la edad tiene lugar un descenso gradual del contenido de colágeno de la piel. Castelo Branco y cols. afirman que el contenido del colágeno disminuye con la edad después de los 40 años y que se correlaciona bien con la disminución de la masa ósea, que también se debe a la pérdida de colágeno. Vázquez y cols. estudiaron los cambios de la membrana basal en biopsias de piel de mujeres durante el envejecimiento. Encontraron una correlación negativa Piel, menopausia y envejecimiento 5 muy significativa: el contenido de colágeno disminuye progresivamente después de los 35 años, pero el espesor de la membrana basal aumenta. No hay que olvidar que la membrana basal tiene otros componentes además del colágeno IV y que presentan una dinámica diferente. Probablemente este fenómeno de engrosamiento de la membrana basal sea debido a un proceso de hialinosis característico del envejecimiento fisiológico. Envejecimiento El hombre se ha preocupado desde tiempos remotos de alargar la vida e incluso de conseguir la inmortalidad. Los avances recientes, particularmente en genética, ayudarán en el propósito de averiguar las bases del envejecimiento. Sus causas son muchas y la genética, aunque es importante, no explica por sí sola el incremento de edad de algunas personas. Son muchas las hipótesis que tratan de explicar el envejecimiento y probablemente es la combinación de todas ellas la causa de los cambios biológicos que conducen al envejecimiento. La teoría inmunológica del envejecimiento está basada en la disminución de la función del sistema inmune y en su disregulación. Con la involución del timo, el llamado «reloj biológico», se produce una reducción en la función de las células T. La función de los linfocitos T se reduce con la edad. Estos linfocitos, en experimentación tanto animal como humana, cuando crecen en cultivos con células T mitógenas proliferan menos que los obtenidos a partir de individuos jóvenes. Con la edad se pierde la función de la célula T efectora y disminuye la de las células inmunorreguladoras (T-helper y T- suppessor). Así, por ejemplo, la producción de interleucina 2 por las células T helper en individuos viejos está disminuida. Este hecho puede explicar una respuesta inmunoproliferativa disminuida ante varios estímulos. Otra de las causas del envejecimiento propuesta se basa en el progresivo deterioro que origina la combustión de energía en las células del organismo. Estos científicos proponen que la reducción de calorías en la dieta permite vivir más tiempo. Hoy está ampliamente documentado que esta reducción de calorías prolonga ciertamente la vida. En los últimos años existe un gran interés por la influencia en el envejecimiento de los fenómenos oxidativos. La mitocondria humana tiene 16.659 pares de bases y aproximadamente 20 genes. La gran mayoría de los fenómenos oxidativos que transforman la energía ocurre en la mitocondria así que es lógico que el genoma de la mitocondria se degrade con cierta rapidez y por ello pueda influir en el proceso de envejecimiento. Hoy por hoy, el papel de las mitocondrias en este proceso está en sus inicios, pero bien documentado . Los mecanismos celulares del envejecimiento de la piel se basan en la hipótesis telomérica. La palabra telómero proviene del griego y significa 'parte final'. En cada división celular los cromosomas se acortan y al perder los telómeros se pegan unos con otros, sufriendo Piel, menopausia y envejecimiento 6 alteraciones que impiden una replicación adecuada. En 1961 Hayffick y Morread plantearon que los fibroblastos del tejido conjuntivo poseen una limitada capacidad de división. Lo explicaron diciendo que los fibroblastos pierden progresivamente en su división la parte final de los cromosomas. Por este motivo se propuso que la longitud del telómero podía ser un marcador biológico del envejecimiento celular. Los organismos unicelulares debían de tener algún mecanismo que evitase este proceso, y así se descubrió una enzima «alargadora» de los telómeros, la telomerasa.Las células somáticas, excepto las células hematopoyéticas, intestinales y de los folículos pilosos, no poseen actividad telomerasa, negativas, son telomerasa mientras que las células germinales son telomerasa positivas. Las células humanas presentan un número limitado de divisiones y finalmente entran en un estado de 'no división' y envejecimiento. Esta es la razón por la que el proceso de acortamiento de los telómeros es el «reloj molecular» que inicia la senectud. Recientemente Bodnar y cols. demostraron in vitro esta hipótesis con fibroblastos de piel de prepucio los cuales, en contacto con la enzima telomerasa humana, eran capaces de dividirse al menos 20 veces más que su esperanza de vida normal, y además mantenían su cariotipo normal. Evidentemente, este hallazgo tiene importantes aplicaciones en la investigación del envejecimiento y de la medicina en general. En contraste con los fibroblastos, los queratinocitos normales de piel humana poseen una significativa actividad telomerasa, de modo que la hipótesis telomérica del envejecimiento de la piel no sería aplicable a esta estirpe celular germinativa de la epidermis. Existen datos de investigación celular de la no inmortalización de los queratinocitos humanos normales debido a la pérdida de la actividad telomerasa y sin que se produzca acortamiento de los telómeros . En general puede definirse el envejecimiento como un declinar progresivo en la homeostasis, además de la incapacidad del organismo para responder al estrés. Ya que la apoptosis es un importante mecanismo homeostático y protector celular frente al estrés, teóricamente también debería contribuir al proceso de envejecimiento cutáneo. La disminución con la edad de la eficiencia de la apoptosis puede contribuir tanto a alteraciones intrínsecas (cronológicas) como extrínsecas (fotoenvejecimiento) del envejecimiento de la piel. Con todo esto queda demostrado que el envejecimiento cutáneo es un fenómeno biológico complejo. Algunos autores afirman que la mayor parte de los cambios asociados con el envejecimiento, tales como manchas y arrugas, se deben al fotoenvejecimiento y que el envejecimiento cronológico incluye los cambios que se producen en zonas no expuestas al sol. Hormonas Existe evidencia clínica de los efectos de los estrógenos sobre la piel. En la gestación, par ejemplo, debido al alto nivel de estrógenos circulantes, se produce un aumento del contenido de agua en el tejido conjuntivo. Esto se debe a que los estrógenos inducen la enzima Piel, menopausia y envejecimiento 7 hialurónico ácido sintetasa y aumenta la síntesis de ácido hialurónico. A su vez, los estrógenos también influyen en el grado de pigmentación de la piel, como sucede en el embarazo con el oscurecimiento de la línea alba. En la mujer, los estudios sobre los efectos de las hormonas en el envejecimiento de la piel, se han centrado en los estrógenos. La influencia de los andrógenos en los cambios relacionados con la edad sobre los queratinocitos y fibroblastos continúa siendo por ahora especulativa. La piel es un órgano estrógeno dependiente, como queda señalado por la presencia de receptores estrógenicos. A partir de los 40 años se inicia en la mujer un período de decadencia de la función ovárica, con una disminución de la frecuencia de ovulación que lleva primero a una fertilidad disminuida y luego a la menopausia, a las manifestaciones de atrofia de los tejidos y al envejecimiento. Rauramo y Punnonen en 1969 fueron los primeros en informar del efecto positivo de los estrógenos sobre la piel, observando un engrosamiento de la epidermis después del tratamiento. Trataron mujeres castradas con 2 mg de succinato de estradiol durante 6 meses y analizaron biopsias de piel antes y después del tratamiento, observando un efecto beneficioso sobre el espesor de la epidermis. Brincat y cols. publicaron en los años 80 varios artículos sobre el contenido del colágeno de la piel, el espesor de la piel y la masa ósea en mujeres posmenopáusicas y el efecto de la THS sobre estos parámetros. Así, ellos fueron los primeros en sugerir que la reducción del colágeno del hueso en la menopausia es la principal causa de pérdida de masa ósea y que el espesor de la piel y su contenido de colágeno pueden ser parámetros indicadores de la osteoporosis, capaces de predecir el riesgo de fracturas. Comunicaron un descenso del 2,1 % del colágeno de la piel y del 1,13% del espesor de la piel anual en la posmenopausia. También hablaron de los efectos beneficiosos de implantes subcutáneos de estradiol sobre estos parámetros. Castelo Branco y cols. comunicaron que el contenido de colágeno de la piel desciende significativamente con la edad, después de los 40 años y con la menopausia, y que esta disminución puede prevenirse con THS, señalando un incremento entre el 1,8 y el 5,1 % del contenido de colágeno de la piel después de un año de tratamiento con estrógenos conjugados equinos y estradiol trandérmico en mujeres menopáusicas. Todas las pacientes, menos el grupo control, recibieron acetato de medroxiprogesterona. Son varios los autores que estudiaron los efectos positivos de la terapia estrogénica sobre el colágeno y el espesor de la piel. Maheux en un estudio aleatorio, doble ciego y controlado con placebo informó de un significativo incremento del espesor de la piel, medido por ultrasonidos, y de la dermis, evaluada en biopsias de piel, en pacientes tratadas con estrógenos conjugados. Un grupo muy homogéneo de 60 mujeres, monjas de clausura, fue distribuido aleatoriamente para recibir estrógenos conjugados o placebo. Después de 12 meses de tratamiento con estrógenos hubo un incremento significativo en el espesor de la piel Piel, menopausia y envejecimiento 8 (p<0,01) y de la dermis (p<0,05), mientras que no hubo cambios significativos en el grupo placebo. Sin embargo, otros autores no encuentran correlación significativa en los cambios observados en la menopausia entre la piel y el hueso, afirmando que la medida del espesor de la piel por ultrasonidos tiene un valor limitado para predecir la densidad mineral ósea en la peri y posmenopausia. Vázquez y cols. estudiaron en biopsias de piel y con microscopía electrónica la cromatina densa de queratinocitos humanos en relación con la edad. Las mediciones estereológicas se efectuaron con un analizador de imágenes automatizado asistido por ordenador (MICROM). La densidad de volumen de la cromatina densa en el núcleo de los queratinocitos se obtuvo por densitometría. Se observó que el volumen de dicha cromatina se incrementa con la edad, lo que indica que la disminución del colágeno de la piel con la edad está relacionada con la disminución de la síntesis. Eero Varila afirma que el estradiol tópico incrementa el contenido de colágeno de la piel al estimular la síntesis. Muchos otros estudios realizados por dermatólogos y que tratan de valorar el efecto de los estrógenos sobre la piel tienen el inconveniente de que, al utilizar distintas modalidades de calipers para medir el espesor de la piel, están al mismo tiempo midiendo la grasa subcutánea. Holland y cols. estudiaron los cambios en la composición del colágeno en hueso y piel de mujeres osteoporóticas posmenopáusicas tratadas con implantes de estradiol durante un año. Realizaron biopsias de cresta ilíaca y de piel a 16 mujeres, así como densitometría ósea de doble fotón y radiografía de columna lumbar y fémur proximal antes y después del tratamiento. En este estudio observaron que el efecto del estradiol sobre el hueso no produce cambios en el contenido del colágeno, pero sí un incremento en la maduración del colágeno existente, sin encontrar cambios significativos del colágeno dérmico. La media de edad de las pacientes era de 66 años, con una media de 17 años de menopausia. Estos resultados están en contradicción con los datos de los primeros trabajos de Brincat, quizás porque las muestras de Brincat eran pacientes con poco tiempo de menopausia y tampoco dice que fueran osteoporóticas. Recientemente se han publicado varios trabajos sobre el efecto beneficioso de la aplicación tópica de estrógenos sobre la piel de la cara y las arrugas. La valoración de este beneficio es muy subjetiva y el efecto placebo muy grande. A pesar de esta observación, los autores afirman que la aplicación de una preparación tópica con estrógenos puede detener el envejecimiento de la piel de la cara y disminuir las arrugas. FOTOENVEJECIMIENTO Y TRATAMIENTOS NO HORMONALES Fotoenvejecimiento Los cambios cutáneos inducidos por la radiación solar son más prevalentes e intensos en las personas de edad avanzada y no deben atribuirse al proceso de envejecimiento cronológico. Si Piel, menopausia y envejecimiento 9 bien los cambios extrínsecos en el envejecimiento de la piel son a veces difíciles de distinguir de los cambios fisiológicos debidos a la longevidad, éstos son en la actualidad bien conocidos. Los cambios estructurales y funcionales del envejecimiento normal de la piel hacen que la epidermis se vuelva más delgada. El número de melanocitos y células de Langerhans disminuye. La dermis es relativamente a celular y a vascular y se atrofia. El colágeno dérmico, los glucosaminoglicanos y la elastina sufren alteraciones. El número de gládulas~apocrinas se reduce. Las glándulas sebáceas, aunque aumentan de tamaño, disminuyen su secreción. Las uñas se vuelven más delgadas y la densidad de los folículos pilosos sufre una reducción progresiva. El diámetro del pelo también se reduce, aunque en algunas áreas como el labio superior y el mentón en la mujer aumenta, creando una alteración cosmética indeseable. Funcionalmente se observa en la piel de personas de edad avanzada un índice de crecimiento disminuido en la epidermis, cabello y uñas. La respuesta cutánea inmunitaria está debilitada. Los cambios clínicos que estas alteraciones ocasionan son, entre otras, alopecia, palidez, aumento de neoplasias epidérmicas benignas y malignas, dermatitis de contacto, aumento del riesgo de infecciones y alteraciones termoreguladoras. Sin embargo, el fotoenvejecimiento por exposición crónica al sol es un proceso distinto. La exposición crónica a la radiación ultravioleta (UV) ocasiona daño en el tejido conjuntivo de la dermis y en los queratinocitos. También se altera tanto el contenido como la distribución de los glicosaminoglicanos en la dermis. Estudios inmunohistoquímicos (27) han demostrado que el ácido hialurónico y el condroitin sulfato se depositan como material elastoide en la superficie de la dermis y no entre las fibras elásticas y el colágeno de la dermis, como sucede en la piel no expuesta al sol. Aparte de estos importantes cambios, el fotoenvejecimiento incrementa el riesgo de cáncer de piel. El Consenso de la Academia Americana de Dermatología concluye que la mayoría de las alteraciones clínicas indeseables asociadas al envejecimiento de la piel son el resultado del daño producido por la radiación UV. El papel de la genética, la dieta y las hormonas sobre la piel deben todavía investigarse con más detenimiento. Tratamientos no hormonales Ácido retinoico (AR) El ácido retinoico (AR) es uno de los derivados del retinol (vitamina A). El mecanismo molecular de actuación es similar al de las hormonas esteroideas. Se han descritos receptores Piel, menopausia y envejecimiento 10 nucleares de todas las formas trans del AR y de la forma 9 cis . El AR es producto aprobado por la FDA (Food and Drug Administration) para el tratamiento del fotoenvejecimiento de la piel: arrugas finas, manchas de hiperpigmentación y piel áspera. Cuando se utilizan las cremas tópicas de AR para el tratamiento de la piel que ha sufrido un daño causado por la exposición crónica a los rayos UV, también pueden ayudar a prevenir un adicional daño solar. Investigaciones multicéntricas de trabajos doble ciego y controlados con placebo han demostrado que 4- 6 meses de tratamiento diario con AR producen una mejoría significativa de la piel envejecida. Alfahidroxiácidos (AHA) Los AHA han venido siendo utilizados en clínica con seguridad para el tratamiento de lesiones hiperqueratósicas: ictiosis, dermatosis seborreicas y actínicas y verrugas, ya que han demostrado in vitro disminuir la cohesión celular epidérmica normalizando la hiperqueratinización. Los AHA son ácidos extraídos de frutas y alimentos (ácidos glicólico, málico, tartárico, cítrico). Esta terapia tópica con AHA también ha sido contrastada con trabajos controlados y doble ciego. Después de 6 meses de tratamiento aplicando una loción que contenía 25% de ácido glicólico, láctico o cítrico se demostró un incremento del 25% en el espesor de la piel Las biopsias de piel demostraron un engrosamiento de la epidermis, un incremento de la densidad del colágeno, una reorganización de las fibras elásticas de la dermis y un aumento de glicosaminoglicanos (ácido hialurónico y condroitin sulfato) y mucopolisacáridos. Aunque el número de casos que incluyen estos estudios es limitado, demuestran un efecto beneficioso. Así pues, por su eficacia y seguridad, son aceptables como tratamiento del envejecimiento de aquellas pieles en las que predomina la hiperqueratinización como consecuencia de su fotoexposición crónica. Otras opciones de tratamiento del envejecimiento cutáneo son los antioxidantes, los antiandrógenos, las cremas hidratantes y los exfoliantes. Cuando las manifestaciones cutáneas del daño solar son muy intensas, a veces es necesario recurrir a diferentes tratamientos quirúrgicos. Cremas solares con filtro (CS): Además de la protección frente al efecto local de la exposición aguda (dolor, eritema,..), las cremas con filtro solar facilitan los efectos reparadores de la foto exposición. En modelos animales se ha observado una reducción importante y dosis dependiente tanto del daño histológico como de la fotocarcinogénesis con el uso de filtros solares. En ratones irradiados con UV durante un periodo de 10-20 semanas se ha descrito como el uso de CS se asocia con la aparición de una banda de tejido colágeno subepidérmico que se traduce en una mejora en los fenómenos de reparación hística . Más recientemente, Thompsom en un estudio Piel, menopausia y envejecimiento 11 randomizado y bien controlado durante 7 meses observó en una población de alto riesgo (fototipo A) una reducción estadísticamente significativa de la incidencia de lesiones precancerosas. Además este efecto beneficioso fué dosis dependiente, es decir en relación con la cantidad de crema usada. Así pues, aunque sólo existe evidencia del papel beneficioso en pacientes de alto riesgo, por su inocuidad y facilidad de uso es recomendable la utilización de CS con filtro alto (>15) para evitar los efectos agudos y crónicos de la exposición solar. Antioxidantes: A partir de la base teórica de que la luz UV causa cambios oxidativos a nivel celular, algunos autores han sugerido su papel como tratamiento en las pieles fotodañadas. Dos recientes estudios doble ciego y bien controlados realizados ambos en sujetos normales no ha demostrado ningún efecto beneficioso del suplemento dietético con beta-carotenos y vitamina C. Como resumen podemos afirmar que la piel y sus componentes sufren considerables cambios con el envejecimiento y existen fundadas evidencias de que estos efectos se ven agravados por el déficit estrogénico que sigue a la menopausia. El tener una piel sana aumenta la autoestima y una piel bien hidratada y sin arrugas tiene importantes implicaciones cosméticas. Por ello desde la antigüedad se describen múltiples tratamientos para evitar el envejecimiento de la piel. Finalmente, conviene advertir a los médicos que eduquen a sus pacientes acerca del modo más idóneo para el cuidado de su piel, evitando el daño de los rayos UV, utilizando cremas de protección solar, ropa adecuada y evitando exposiciones al sol a horas de máxima intensidad. Conviene evitar la superposición del daño solar al envejecimiento cronológico de la piel.