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Epílogo de la conquista de 1512-24 desde la Nabarra Occidental
Aitzol Altuna Enzunza
El conquistador Coronel español Villalba sobre Baja Navarra "El valle era rebelde y convenía
fuese castigado. E dada licencia a sus infantes, con mucha crueldad, los moradores fuesen
sometidos a saco, pegando fuego a las casas, que sus llamas todos los montes alumbraban...
incitados a tomar las armas poca defensa hicieron. El coronel mandó hacer esta crudeza
porque requeridos que a la obediencia viniesen... escarmentarían los comarcanos. Los infantes
no cesaban de robar e como la licencia estuviese a su albedrío, muchas doncellas e otras
fueron forzadas...".
Castilla primero y España después, reclutaban siempre por la fuerza y bajo amenaza de pena
de muerte, tropas entre el pueblo de la Nabarra Occidental –más fácil lo tenían entre las élites
guerreras o banderizos-, sobretodo las “levas” o marinos, y pedía a las Diputaciones Forales y
a sus villas, fuertes contribuciones económicas, víveres, hierro o barcos para las diferentes
guerras imperialistas en las que se embarcaba.
Fue también así en la conquistada e invadida Alta Navarra hasta la instauración del servicio
militar en 1841, tras perder casi completamente los Fueros o leyes nabarras basadas en el
autóctono Derecho Pirenaico tras la Primera Guerra Carlista y la imposición de la irónicamente
llamada “Ley Paccionada”. Ocurrió igualmente en el resto de territorios nabarros del Sur tras la
Segunda Guerra Carlista en 1876 y en los del Norte tras la Revolución francesa de 1789. Por
tanto, tras la conquista española, Alta Navarra tuvo de igual modo que contribuir con soldados
y dinero a las conquistas imperialistas como lo venía haciendo la Nabarra Occidental.
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Pese a todo, durante los siglos XIV, XV y XVI, los reyes castellano-españoles tuvieron que
pedir reiteradamente a sus Corregidores de Gipuzkoa, Bizkaia, Alaba y también en La Rioja,
que reclutaran tropas contra la Nabarra reducida y otras guerras a pesar de ser un claro
contrafuero, pues no podían cumplir las órdenes regias al oponerse el pueblo.
Es revelador el texto redactado por el lingüista vallisoletano Dámaso de Frías en el mismo siglo
XVI de la invasión de la Nabarra reducida: “los vizcaínos (sic), como gente que de nadie
confiesan haber sido jamás vencidos ni sujetos (…) dicen que eran navarros, que debajo de
este nombre estaban y se incluían”. Se llamó “Bizkaia” a toda la Nabarra Occidenal hasta
mediados del siglo XIX, hasta Cudeyo en la bahía de Santander, Miranda de Ebro-Pancorbo o
Rioja, fronteras del reino de Nabarra, como dan testimonio todos los mapas dibujados en
diferentes países durante esos siglos (“Mapas para una nación” J.M. Esparza Edit. Txalaparta
año 2011).
El historiador nabarro P. de Agramont y Zaldivar, en el siglo XVI afirmaba: “Siempre han estado
los guizcoanos sujetos a la corona de Navarra, no por encomienda, sino como súbditos y
vassallos. Porque si esto no fuera, nos les hicieran mercedes como les hacían, assi a
caualleros particulares como a iglesias u monasterios. Entre los cuales tienen de este rei Don
Pedro en San Salvador de Leire, la que les hiço en la villa de San Seuastian y sus annejos y la
burdina de Oristegui; que si no fuera rey absoluto no la pudiera hacer”.
Esta política imperialista de usar nativos -como los López de Haro, los oñacinos o los
beamonteses- en las conquistas de los territorios de los que se iban apoderando los
castellano-españoles era muy común y utilizada en la conquista de Flandes (que no se
independiza hasta 1581), Estados de la península itálica, Portugal (1640-1668) o en la
conquista de América, donde el núcleo del ejército de Hernán Cortés eran amerindios
“antiaztecas”.
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Cuando los reyes de Nabarra quisieron recuperar mediante la diplomacia el territorio
militarmente invadido de su reino, Fernando de Aragón el “Falsario” les respondió a los
embajadores de Nabarra que él “había conquistado el reyno con justo derecho ya que el papa
se lo había entregado por entredicho a quien primero lo conquistare y que Dios le había dado
gracia de poder conservar su conquista por la fuerza”. Por tanto, nadie dudaba entonces de
que aquello era una conquista militar por la fuerza y contra la voluntad de los nabarros.
Fernando de Aragón murió en 1516, antes de acabar la definitiva conquista de Nabarra que
continuó su nieto el flamenco de nacimiento Carlos V de Gante. Fernando de 64 años y su
esposa Germana de Foix de 16 años, hermana del rey consorte de Nabarra, trataron de tener
descendencia que les sobreviviera y justificara la invasión, pero sin conseguirlo. Poco después,
y en el mismo año, murió el rey de Nabarra Juan III de Albret.
En febrero de 1521 Carlos I de Gante juró los Fueros de Bizkaia, los de Gipuzkoa el 23 de
mayo y también los de Alaba, inmediatamente después solicitó una nueva leva de soldados
para luchar en Alta Navarra.
La desesperación de los historiadores-políticos españoles para justificar la invasión era tal, que
Palacios Rubios, tras declarar cismáticos a los últimos reyes de Nabarra y por ello mismo
ilegítimos, retrotrae esta ilegitimidad hasta el primer rey de Nabarra, Eneko Aritza. Según
Palacios, tampoco éste fue rey legítimo porque al no heredar la monarquía de los godos, que sí
gozaban de la legitimidad por la donación del emperador de Roma, Honorio [1] . O sea que la
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dinastía pirenaica era silvestre, y por tanto, no legítima.
Wikipedia: “Juan López de Palacios Rubios (1450-1524) fue un jurista español cuyo verdadero
nombre es el de Juan López de Vivero. Es el redactor del famoso " Requerimiento " que lleva
su nombre, leído durante la
Conquista de América
a los
indígenas
, conminándoles a someterse pacíficamente. En el texto se les informaba a los nativos que
eran
vasallos
del monarca castellano y súbditos del
papa
y, en el caso de que opusiesen resistencia se les anunciaba que serían sometidos por la
fuerza y convertidos en esclavos”. Del mismo modo escribió sobre la invasión de la Nabarra
reducida (Wikipedia): “
De Justitia et Jure obtentionis ac retentionis regni Navarrae
, obra de la que se dice que es una clara apología de la conquista de
Navarra
por
Fernando el Católico
”.
A los nabarros los españoles nos hicieron lo mismo que a los indígenas americanos: "La
conquista de Navarra es unos de los sucesos más sangrientos de la historia, aun
compasándolo con las cruzadas o con la conquista de América. Los representantes de la
Iglesia les llegaron a ofrecer a las tropas castellanas la oportunidad de elegir esclavos entre los
navarros" Peio Esarte, historiador baztanés estudioso de la invasión con sus libros “Represión
y reparto del Estado navarro” y en “Navarra: 1512-1530”.
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En 1521 los Comuneros de Castilla se sublevaron contra Carlos de Gante y su Corte flamenca.
También lo hizo el conde de Salvatierra-Agurain con una pequeña tropa comanda por el propio
Pedro López del Ayala. Las Hermandades alabesas dieron orden de reclutamiento a petición
de las Juntas Generales y lograron reunir un pequeño ejército con el Diputado General
Martínez de Álava a la cabeza, no pudiendo frenar a los hombres del conde de Salvatierra si no
fue por la ayuda que les prestó el condestable de Castilla con las suyas.
Fue el conde de Salvatierra derrotado en el puente de Durana (entre Retana y Gamarra a las
afueras de Vitoria-Gasteiz) por el galdakanés Martín Ruiz de Abendaño en abril de 1521; murió
en prisión el sublevado conde de Salvatierra en 1524. Sus bienes fueron, en gran parte, al
Diputado Martínez de Álava por este servicio a la corona española. La burguesía vitoriana
como Martínez de Álava, aprovecharon estas guerras para desplazar a la pequeña nobleza
rural.
Tras la invasión total del reino, los propios alto navarros, tantos los traidores beamonteses y
como los agramonteses, fueron llevados por los españoles a luchar contra los “Comuneros”
castellanos alzados contra el rey Carlos V de Alemania, justo después de la primera invasión,
en un intento claro de no gastar a su ejército y debilitar aun más al ejército nabarro recién
conquistado.
El 23 de abril de 1521 fueron derrotados los Comuneros de Castilla que no aceptaban al
emperador Carlos V de Alemania como su rey, por considerarlo a él y a su corte flamenca
extranjeros. Los cabecillas comuneros fueron decapitados y, después, los comuneros que se
salvaron fueron obligados a atacar la Nabarra reducida para que les fueran perdonadas sus
deudas, aunque el emperador no cumplió su palabra.
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Tras la muerte de Fernando II de Aragón ”el Falsario”, el pueblo nabarro se alzó varias veces
con su nuevo rey Enrique II “el sangüesino” a la cabeza. Enrique era nabarro y educado según
el Derecho Pirenaico conforme a Fueros, y como juraron en el año 1494 en el acto de su
coronación comos reyes de Nabarra sus padres D. Juan y Dña Catalina: “Al qual heredero
primogénito o primogénita, haremos vivir y criar en este dicho reyno en la lengua y con la
gentes de aquel” (B. Estornés Lasa “Lo que No nos enseñaron”).
Enrique II era rey de Nabarra y Vizconde de Beárn, ambos Estados independientes y de larga
trayectoria histórica, además de copríncipe de Andorra al ser conde de Foix. Poseía Enrique II
otros territorios del antiguo ducado baskón (para entonces Gascuña) y otros más. Su firma era:
“Don Juan de Albret, rey de Nabarra, duque de Nemours, de Gandía, de Montblanch y de
Peñafield, Conde de Foix , Señor del Beárn, Conde de Bigorra, de Ribagorza
(Aragón-Catalunya), de Pontiebre, de Peyregort (Peregorri), de Marsan, Tursán, Limousín,
Gabardán y Catellbon (Catalunya), Vizconde de Limoge, par de Francia y señor de la ciudad de
Balaguer (Catalunya)”.
Enrique II rey de Nabarra, apodado “el sangüesino” pues nació en el palacio real de esta villa,
mandó a su secretario Miguel de Olite escribir los derechos sobre territorios, villas y señoríos lo
que hizo en media docena de cuadernos. Miguel de Olite hizo un balance de todo el reino y
propuso “hacer probança” de cómo el reino comprendía: ”Guipúzcoa, Bizcaya y Alaua y mucha
parte de Rioja hasta el olmo de Burgos (…) como las sepulturas que antiguamente los reyes de
Navarra tenían en Nájera y otras ciudades y villas que hoy en día parecen las armas de
Navarra, así como en Logroño y en otro lugares, que de poco acá se han borrado”.
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En mayo de 1521, el rey de Nabarra Enrique II “el sangüesino” recompuso su tropa de 12.000
infantes, como era natural en el reino nabarro los reclutamientos se hacían a “la voz del
apellido”. La mayoría del ejército la componían, bearneses, gascones (de sus diversos
territorios) y bajo navarros, comandados por el mariscal Asparros (Andrés de Foix, señor de
Asparros, pariente cercano de Enrique).
La revuelta en Gipuzkoa tras la supresión el año anterior de los Fueros llevó a muchos de sus
naturales a tener que reclutarse con el monarca Carlos V de Alemania I buscando su perdón.
El 3 de junio en Vitoria se emitió un comunicado real: “quedó asentado que servirían todo el
condado (alabés) con 2.500 hombres pagados por un mes (…) en la guerra de Navarra”, todo
ello es narrado por Pedro Esarte en su libro “Navarra 1512-1530”: “Al parecer, los soldados
reclutados no conocían siquiera el frente de destino, puesto que en esas fechas (Alta) Navarra
se encontraba ya liberada y las hostilidades se producían en La Rioja”.
Finalmente, fueron reclutados por la fuerza por el nuevo rey de España para continuar la guerra
en Alta Navarra sobre 3.000 infantes gipuzkoanos, 1.000 alabeses al mando del Diputado
General Diego Martínez, y 2.000 bizkaínos al mando de los cabecillas banderizos de Abendaño
y Butrón que se sumaron a las fuerzas Imperiales. El Señor de Butrón confesó en una carta
que lo único que le movía era su ambición por conseguir los favores del emperador. Estas
tropas, participaron en la definitiva Batalla de Noain, donde murieron más de 5.000 leales a
Nabarra y que supuso el punto de inflexión de la guerra.
El ejército Imperial castellano de 30.000 hombres consiguió bordear la sierra por el occidente
del Perdón o Erreniega y Zizur, gracias al conocimiento del lugar de traidores al reino, y atacó a
Asparros por delante y por detrás, Enrique de Albret “el sangüesino” vio como su ejército era
derrotado en Noain el 30 de junio de 1521. Asparros fue hecho prisionero tras quedar ciego y
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herido, después logrará la libertad tras pedir un rescate. Don Pedro de Nabarra hijo, que
también participa en la batalla, huyó y se refugió en Baja Navarra. El ejército Imperial español
retomó el control de toda Nabarra. El desorden se extendió a toda la Nabarra reducida, las
tropas de ocupación no fueron controladas por los militares de rango: los saqueos, violaciones,
asesinatos de civiles fueron masivos.
En lo que respecta a la liberación de la Nabarra Occidental durante la invasión, en septiembre
de 1521 el general francés Sr. de Bonnivet, con el apoyo de su rey Francisco I cuñado del rey
de Nabarra y con un ejército compuesto con gascones (vasallos del rey de Nabarra), alto
navarros huidos y bajo navarros, así como con 6.000 lansquenetes alemanes, volvió a la carga
y recuperó San Juan de Luz en Baja Navarra (Garazi), Amaiur y el Peñón (cerca de
Orreaga-Roncesvalles). El 18 de octubre de ese año tropas Nabarras, gasconas y francesas
tomaron también Hondarribia tras 12 días de asedio y Behobia (Irun). Con ellos se levantaron
los roncaleses, salacencos y los de aezkoa. Hondarrabia fue el último bastión nabarro frente al
insaciable imperialismo hispano donde se refugiaron 1.000 nabarros con la ayuda de 2.000
gascones y franceses.
“Existe en el Archivo General de Navarra una copia del Decreto de Emperador Carlos V,
fechado en Burgos el 29 de abril de 1524, es decir un mes y cuatro días después del Armisticio
en el que reconoce que Fuenterrabía (Hondarribia) fue tomada u ocupada por los propios
nabarros que no la tenían tomada los franceses. Este documento forma parte del Protocolo
1531. secc. Pedro Ollacarizqueta, fajo 2. nº 12, fol. 441-443.” José María Olaizola.
Es el 30 de junio 1522, justo un año después de la Batalla de Noain, tuvo lugar la llamada
“Batalla de San Marcial”, que no pasó en realidad en una escaramuza más de las miles que
hubo, pero que después fue magnificada y coloreada por los historiadores imperialistas, sobre
todo exagerando la participación real del pueblo de Hondarrabia, tal y como bien recoge el
historiador nabarro Peio Esarte en su libro “Navarra, 1512-24”.
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El 29 de abril 1524, cayó Hondarrabia tras 2 años y medio de asedio y numerosas peripecias,
salieron los fieles nabarros Miguel y Juan de Jaso Azpilikueta (hermanos del que será San
Francisco de Xabier), que se había refugiado en la fortaleza de Hondarrabia cuando no se
pudo seguir la defensa del castillo de Amaiur en 1522 ante la abrumadora superioridad
española (200 nabarros frente a 20.000 españoles), con ellos estaba Pedro mariscal de
Nabarra hijo.
Carlos V de Alemania, que desde 1516 será también Carlos I de España (no le corresponde
título alguno por Nabarra al no ser rey legítimo de esas tierras), mandó colocar su escudo
imperialista en el castillo de Sancho II Abarca que reconstruyó Sancho VII el Fuerte, símbolo de
la toma de la fortaleza y del castillo de Hondarrabia, así como de la invasión de toda Alta
Navarra.
El rey navarro Enrique II “el sangüesino”, finalmente sólo logró liberar Baja Navarra entre
1527-1530, gracias sobre todo a la constante rebeldía de la población, territorio que mantuvo la
independencia unido al vizcondado del Beárn hasta 1620, cuando el parlamento de Nabarra
que se reunía en la iglesia de Donapaleu (Saint Palais) fue ocupado por tropas francesas,
convirtiéndose Nabarra desde entonces en una colonia española y francesa.
“Entre los reyes católicos y Hitler yo no veo ninguna diferencia (…) Todos los Estados
colonialistas como son España, Francia (…) se han emperrado en decir: o aceptas, o te
aniquilamos, eso es el colonialismo (…) La historia de Navarra nos la han manipulado nuestros
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propios verdugos, los Falsarios españoles, y nos la han colonizado”. Jon Oria Oses de Lizarra
(Nabarra), escultor, licenciado y doctor en historia por las universidades inglesas de Cambridge
y Oxford.
[1] Hecho que encima resulta falso, pues ese mismo Emperador romano Honorio había
solicitado de su súbditos pamploneses y sus milicias la defensa del Imperio a cambio de "la
soldata" frente a los bárbaros germanos, es decir, frente a los escandinavos godos, parte de las
hordas extranjeras que destruyeron el Imperio Occidental,.Sólo cuando la invasión fue un
hecho y los nobles romanos se vieron derrotados, Honorio claudicó frente a los reyezuelos
godos (la carta de la defensa de Pamplona se conoce gracias al Códice de Roda del siglo X,
pero se considera como verdadera).
Publicado por Nabarralde-k argitaratua
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