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¿QUÉ ES EL PSICOANÁLISIS?
Prof. Dra. Amelia Imbriano
1.- UN TRATAMIENTO DESDE EL ALMA
Siguiendo el método interrogativo referido en la introducción, renovaremos
la pregunta de nuestro necesario punto de partida:
¿Qué es el psicoanálisis? Es la pregunta que siempre debe realizarse, no
solo en el comienzo de un programa de estudio disciplinar, sino que debe ser una
interrogación siempre abierta, brújula para la lectura de los textos y necesaria para
el porvenir del mismo. Sigmund Freud define que es una disciplina científica, un
procedimiento de indagación de los procesos psíquicos y un método de
tratamiento, y consideramos que esta caracterización siempre debe estar en
interrogación. Esa es la enseñanza que su creador nos ha dejado, él ha trabajado
permanentemente en función de sostener la pregunta abierta con el objeto de que
siempre se realice una revisión teórica de sus conceptos, que su procedimiento
sea articulado rigurosamente, que como tratamiento siempre sea leal a su ética,
que tenga horizontes amplios con apertura al porvenir, al abordaje de nuevas
presentaciones clínicas, a la diversidad de aplicaciones, a la incidencia de nuevas
disciplinas y a la influencia de los cambios sociales, políticos y culturales de cada
época.
Inicialmente trabajaremos dos respuestas del autor, en dos situaciones
diferentes y en dos épocas diferentes, que se encuentran en dos escritos:
“Tratamiento del alma” de 1890 y “Dos artículos para enciclopedia: psicoanálisis y
teoría de la libido” de 1922.
La expresión freudiana de 1890 nos interesa pues muchas de sus
consideraciones aluden a juicios y prejuicios que se mantienen en la actualidad. A
su vez, desde una lectura retrospectiva, nos muestra las claras elucidaciones del
autor en esa época de inicio y el origen de muchas concepciones que no serán
abandonadas a lo largo de su obra, siendo el germen de muchos conceptos que
serán objeto de importantes estudios en pos del armado del campo teórico y la
práctica consecuente: el tratamiento psicoanalítico.
¿Cómo intervenir sobre lo corpóreo y lo psíquico mediante la palabra?
¿Cómo intervenir sobre lo real desde lo simbólico? Estas son cuestiones que
construyen el campo freudiano.
Respecto de los juicios sostenidos en el texto se destacan: la palabra como
recurso del tratamiento psicoanalítico, la relación de lo corporal y lo psíquico, la
diferenciación entre fenómenos patológicos y perturbaciones anímicas, el valor
anímico de las expectativas, el valor de las escenas visuales en relación al
acrecentamiento de los sentimientos, la función del sacrificio, la relación del
individuo y su semejante, el efecto de masas y la transferencia.
1.1.- La palabra como recurso
Uno de los juicios más importantes que sostiene es que la palabra es un
recurso, un instrumento, mediante el cual se puede intervenir sobre el alma.
Podemos leer en el texto mencionado:
Un recurso de esa índole es sobre todo la palabra, y las palabras son, en
efecto, el instrumento esencial del tratamiento anímico1.
Freud tenía conocimientos de Psicología y de Lingüística, posiblemente
adquiridos en las lecciones de Franz Von Brentano y de Pierre Janet. Los mismos
son la base de su investigación con pacientes afásicos en su época de estudios
sobre neurología. Se encuentra testimonio de ello en la “Monografía de las
afasias” (1891), una parte de ella está referida al valor de la palabra, -texto incluido
en el “Apéndice C” de “Lo inconsciente” (1915). Allí podemos encontrar el modo en
que a partir de las disfunciones que revelan las afasias y los modos de
1
Freud, S. “Tratamiento del alma” (1890). Obras completas Sigmund Freud. Amorrortu. Buenos Aires. 1976.
Vol. I. Pág.115.
recuperación del lenguaje, Freud se encuentra con un “aparato del lenguaje” y su
modo de funcionamiento, más allá de lo neurofisiológico, distinguiendo dos tipos
de representaciones: representación-cosa y representación-palabra. Queremos
destacar su consideración respecto de la Psicología, del lenguaje y de la palabra.
Para la psicología, la unidad de la función del lenguaje es la «palabra»: una
representación compleja que se demuestra compuesta por elementos
acústicos, visuales y kinestésicos. […] esta composición se muestra más
compleja cuando se entra a considerar el probable proceso asociativo que
sobreviene a raíz de cada operación lingüística.2
Este párrafo revela dos cosas: por un lado, el modo en que Freud construyó
el psicoanálisis, dejándose enseñar por la clínica; por otro, el conocimiento previo
que tenía respecto de Psicología, de los procesos asociativos y las operaciones
lingüísticas.
Freud considera que el arte de curar lo anímico a través de la palabra es
posible porque la misma posee una gran capacidad de mediación del influjo entre
los hombres, en tanto que habitantes del lenguaje, en tanto que parlantes.
Las palabras son, sin duda, los principales mediadores del influjo que un
hombre pretende ejercer sobre los otros; las palabras son buenos medios para
provocar alteraciones anímicas en aquel a quien van dirigidas y por eso ya no
suena enigmático aseverar que el ensalmo de la palabra puede eliminar
fenómenos patológicos, tanto más aquellos que, a su vez, tienen su raíz en
estados anímicos.3
1.2.- Un tratamiento de perturbaciones anímicas y corporales
2
Freud, S. “Lo inconsciente”. Sigmund Freud Obras Completas. Ob. Cit. Vol. XIV. Pág. 207.
3
Freud, S. “Tratamiento del alma”. Ob. Cit. Pág. 123.
Otro de los juicios importantes que trasluce este escrito es la relación de lo
psíquico y lo corporal. Rescatamos el uso de la palabra “alma” que alude a psique,
neuma, spiritu, y no solamente a mente.
¿Qué
se
entiende
por
“alma”,
“psique”,
“espíritu”
y
“anímico”?
Sintetizaremos algunas ideas advirtiendo al lector que se trata de una mínima
aproximación. Los términos “alma”, “ánima” y “psique” desde la tradición
judeocristiana proviene del hebreo néfesch, del griego psykhḗ, pasando al latín
como anima, y se refieren a un principio o entidad inmaterial e invisible que
poseen los seres vivos dotados de movimiento propio, siendo su cualidad
identificatoria,
cuyas propiedades y características varían según diferentes
especies de seres y según las diferentes tradiciones y perspectivas filosóficas o
religiosas. Lo importante es el pasaje de lo inerte al “moviente”. Para muchas
tradiciones religiosas y filosóficas, es el componente espiritual de los seres vivos.
En esas concepciones, el alma incorpora el principio vital o esencia interna de
cada uno de esos seres vivos, gracias a la cual estos tienen una determinada
identidad, no explicable a partir de la realidad material de sus partes. En el
transcurso de la historia, el concepto "alma" pasa por diversos intentos de
explicación, siempre sobre la base de la diferenciación de dos aspectos
específicos: lo material y lo inmaterial. Para la religión cristiana, el hombre consta
de dos partes, el cuerpo (lo físico) y el alma (lo relacionado con lo espiritual),
siendo uno de los aspectos del ser humano, que lo unifica como individuo y lo
"lanza" a actividades que van más allá de lo material. Gracias al alma el hombre
es capaz de instintos, sentimientos, emociones, pensamientos y decisiones libres,
así como de volver sobre sí mismo (auto conciencia).
Desde la etimología, el verbo griego ψύχω, psycho, significa «aire frío». A
partir de este verbo se forma el sustantivo ψυχή, que alude en un primer momento
al soplo, hálito o aliento que exhala al morir el ser humano. Dado que ese aliento
permanece en el individuo hasta su muerte, ψυχή pasa a significar la
vida.
Cuando la psique escapa del cadáver, lleva una existencia autónoma: los griegos
la imaginaban como una figura antropomorfa y alada, un doble o eidolon del
difunto, que generalmente iba a parar al Hades, donde pervivía de modo sombrío
y fantasmal.
Platón consideraba al alma como la dimensión más importante del ser
humano. A veces habla de ella como si estuviese encarcelada en un cuerpo, si
bien tal idea la toma prestada del orfismo. Según el Timeo, el alma estaba
compuesta de lo idéntico y lo diverso, sustancia que el demiurgo usó para crear el
alma cósmica y los demás astros; además, los dioses inferiores crearon dos almas
mortales: la pasional, que reside en el tórax, y la apetitiva, que reside en el
abdomen. Por encima de las dos estaría el alma racional, que encontraría su lugar
en la cabeza. Algo parecido se narra en el Fedro, donde se expone el mito de los
caballos alados: el auriga es el alma racional, el caballo blanco representa la parte
pasional y el negro la parte de los apetitos. La tarea del auriga es mantener el
caballo negro al mismo galope que el blanco. En el Fedón, el alma es vista como
una sustancia que busca desligarse de los límites y conflictos que surgen desde
su unión con el cuerpo, y que podrá vivir de modo pleno tras el momento de la
muerte.
Aristóteles definió la Psyche como "determinada realización y comprensión
de aquello que posee la posibilidad de ser realizado" y por mucho tiempo el
concepto fue declarado como un enigma universal irresoluble. Según sus
consideraciones, todos los seres del mundo físico tienen una materia que es pura
indeterminación y una forma sustancial que es el principio determinativo. Estas
dos realidades son inseparables, de modo que no tienen existencia independiente.
Tomás de Aquino, basándose en Aristóteles, habla de principios, - y no de
realidades opuestas- describiendo al ser humano como material por una parte -su
cuerpo- ,y no material por otra -su alma espiritual-. El ser humano está inmerso en
lo material y obedece a sus leyes básicas de espacio y tiempo. A la vez, muestra
que no es material del todo pudiendo ir más allá del espacio y del tiempo con su
razón: planificar el futuro o disponer los arreglos sobre un espacio existente en su
vida diaria. Alma y cuerpo llegan a ser co-principios en la explicación de cómo es
el ser humano. El ser humano es plenamente corporal pero tiene algo propio que
le permite ir más allá de lo corporal: su alma espiritual. Sin embargo, es el alma la
que tiene el ser en primer lugar, mientras el cuerpo existe en cuanto unido al alma.
El pensamiento occidental recayó en el dualismo entre cuerpo y alma. Esta
visión distorsiona la realidad y las consecuencias llegan a un desprecio de las
realidades físicas, del cuerpo humano y de la sexualidad. Se imagina el alma
como algo independiente, parte de lo divino y de lo bueno, como una hoja blanca
metida en un pobre sobre material del cual urge liberarse. Descartes define alma
como cosa pensante opuesta a cosa "extensa" – res cogitans versus res extensa-;
Espinoza se refiere al alma como atributo y modo de la substancia divina; Kant la
califica de imposibilidad de aprehender lo absoluto; para Hegel es el auto
desarrollo de la idea; Jaspers la define como "existencialidad"; Heidegger como
"ser-ahí".
La cosmovisión de la antigua Grecia, que designaba “alma” como la fuerza
vital de un individuo, unida a su cuerpo en vida y desligada de éste tras su muerte,
se mantiene en varias escuelas de psicología, perdiendo en general su valor
metafísico, convirtiéndose en la designación de todos los procesos y fenómenos
que hacen la mente humana como una unidad.
Respecto del término “espíritu”, procede del latín spiritus, del verbo spirare
tomando la significación de soplo. La filosofía clásica alemana subrayaba el
carácter activo del espíritu, lo veía como actividad de la autoconciencia. Así, Hegel
concebía el espíritu como unidad de la autoconciencia y de la conciencia, unidad
que se realizaba en la razón; como unidad entre la actividad práctica y la teórica
del espíritu sobre la base de la práctica: el ser del espíritu es su hacer aunque este
hacer es interpretado sólo como conocimiento. El espíritu, según Hegel, supera lo
natural y se eleva hasta sí mismo en el proceso del autoconocimiento.
La filosofía materialista considera al espíritu como lo secundario respecto a
la naturaleza. El espíritu es la parte más racional del alma, derramada por todo el
cuerpo. En los siglos XVII-XVIII (Hobbes, Locke, La Mettrie) concebían el espíritu
sólo como una variedad del conocimiento sensorial. El materialismo dialéctico no
reduce lo espiritual a la simple suma de sensaciones y rechaza la representación
del espíritu como de algo que existe con independencia de la materia. Lo espiritual
es función de la materia altamente organizada, es resultado de la actividad
práctica material, histórico-social de los hombres. La vida espiritual de la sociedad
–conciencia social– aparece como ser social.
En la concepción moderna, el espíritu no es una sustancia, sino el modo de
ser propio del ser humano, cuya esencia es la libertad, plasmando la vida y el
mundo, siendo la capacidad de inter-relación que todas las cosas guardan entre
sí. Conforma relaciones cada vez más complejas, considerando que cuando se
forma un campo relacional, allí se genera “espíritu”. En cierto grado, todos los
seres participan del espíritu y la singularidad del espíritu humano es ser reflexivo y
autoconsciente. Por el espíritu, el ser humano se siente insertado en el Todo a
partir de una parte que es el cuerpo animado y, por eso, portador de la mente. El
espíritu significa subjetividad que se abre al otro, se comunica y así se
autotrasciende, gestando una comunión abierta, hasta la máxima alteridad,
marcada por el amor y el cuidado. El espíritu es relación y vida y su opuesto no es
materia y cuerpo, sino muerte y ausencia de relación. Desde esta perspectiva,
espiritualidad es toda actitud y actividad que favorece la relación, la vida, la
comunión, la subjetividad y la trascendencia.
¿Cuáles son las nociones freudianas que se dejan encontrar en este texto?
«Psique» es una palabra griega que en alemán se traduce «seele» (alma).
Según esto, «tratamiento psíquico» es lo mismo que «tratamiento del alma».
Podría creerse, entonces, que por tal se entiende tratamiento de los
fenómenos patológicos de la vida anímica. Pero no es este el significado de la
expresión. «Tratamiento psíquico» quiere decir, más bien, tratamiento desde el
alma -ya sea de perturbaciones anímicas o corporales- con recursos que de
manera primaria e inmediata influyen sobre lo anímico del hombre.4
4
Freud, S. “Tratamiento del alma” (1890). Ob. Cit. Pág. 115.
Queda claro en la expresión freudiana que un “tratamiento psíquico” no está
referido sólo a su aplicación a fenómenos patológicos, sino también a
perturbaciones anímicas o corporales, a través de un recurso: la palabra. Es
importante destacar esta diferenciación.
Entre otros juicios que transmite el texto de 1904, se destaca la
consideración de que la medicina, más allá de los grandes progresos científicos,
tiene un gran desafío en el “arte de curar” pues muchas perturbaciones tienen su
origen emocional. Los procesos psíquicos están relacionados entre sí pudiendo lo
anímico influir sobre lo corporal. Leamos el texto:
los signos patológicos están muy nítidamente bajo el influjo de irritaciones, emociones,
preocupaciones […] la causa inmediata de la perturbación ha de buscarse en lo
anímico. […] Los afectos en sentido estricto se singularizan por una relación muy
particular con los procesos corporales; pero, en rigor, todos los estados anímicos, aun
los que solemos considerar «procesos de pensamiento», son en cierta medida
«afectivos», y de ninguno están ausentes las exteriorizaciones corporales y la
capacidad de alterar procesos físicos. Aun la tranquila actividad de pensar en
«representaciones » provoca, según sea el contenido de estas, permanentes
excitaciones […] Los procesos de la voluntad y de la atención son igualmente capaces
de influir profundamente sobre los procesos corporales y de desempeñar un
importante papel como promotores o inhibidores de enfermedades físicas […] En
ciertos estados anímicos denominados «afectos», la coparticipación del cuerpo es tan
grande.5
Estas consideraciones son producto de prolijas observaciones clínicas que
muestran una gran variedad de signos que se relevan y sustituyen unos a otros,
siendo “expresión de las emociones”6 que alteran al cuerpo. Entre ellas Freud
hace referencia a las alteraciones se producen en la circulación y en las
5
Freud, S. “Tratamiento del alma”. Ob. Cit. Pág. 119-120.
6
Freud, S. Ibídem.
secreciones bajo la influencia del miedo, de la ira, de las “cuitas del alma”, del
arrobamiento sexual, así como los estados afectivos persistentes de naturaleza
penosa, como la preocupación y el duelo, que rebajan la nutrición del cuerpo en su
conjunto, causando que los cabellos encanezcan, que desaparezcan los tejidos
adiposos y las paredes de los vasos sanguíneos se alteren patológicamente.
También observa que, a la inversa, bajo la influencia de excitaciones jubilosas se
observa que todo el cuerpo florece y la persona recupera muchos rasgos de la
juventud. A su vez, señala que los afectos tienen mucho que ver con la capacidad
de resistencia a las infecciones y refiere que ciertos observadores médicos
comentaron que la propensión a contraer tifus y disentería es mucho mayor en los
integrantes de un ejército derrotado que en los triunfadores, y que estados
patológicos ya desarrollados pueden ser influidos muy considerablemente por
afectos violentos, casi siempre en el sentido de un empeoramiento. Pero, también
observa ejemplos de lo contrario: un fuerte susto o una cuita repentina provocan
un cambio de tono en el organismo ejerciendo una influencia curativa sobre un
estado patológico bien arraigado o aun suprimiéndolo. Por último, señala que no
hay ninguna duda de que la duración de la vida puede ser abreviada notablemente
por afectos depresivos, o que un terror violento, una mortificación o un bochorno
muy vivos pueden ponerle fin de manera repentina y que este último efecto es
observado a veces también a consecuencia de un gran júbilo inesperado.7
1.3.- El valor de las expectativas
Freud se refiere al valor de las expectativas como una serie de fuerzas
anímicas eficaces por medio de la cual pueden contraerse enfermedades o
curarse, considerando varias modalidades. Vayamos a sus consideraciones:
La expectativa angustiada no es sin duda indiferente para el resultado; sería
importante saber con certeza si su eficacia para enfermar es tan grande como
la que se le atribuye: si es verdad, por ejemplo, que en el curso de una
7
Freud, S.”Tratamiento del alma”. Ob. Cit. Pág. 119.
epidemia los más amenazados son los que tienen miedo de contraer la
enfermedad. El estado contrario, la expectativa esperanzada y confiada es una
fuerza eficaz de la que en rigor no podemos dejar de prescindir en todos
nuestros ensayos de tratamiento y curación.8
Una observación que aparece entre líneas y que no queremos pasar por
alto, es la referencia a la fe religiosa, que podemos generalizar respecto de lo
que llama “expectativa esperanzada y confiada” y en lo concerniente a la
participación de las pulsiones como fuerzas genuinas.
el poder de la fe religiosa es reforzado en este caso por diversas fuerzas
pulsionales genuinamente humanas.9
1.4.- El valor de la escena visual, el acrecentamiento de los sentimientos y la
función de los sacrificios.
Freud se interesa por la cuestión de las curas milagrosas, -son tratadas en
el texto prudentemente-. Resulta muy interesante, por lo temprano del escrito, las
observaciones referentes a la combinación entre el valor de la escena visual, el
acrecentamiento de los sentimientos y la ejecución de sacrificios, que posibilitarían
desalojar la enfermedad. Más adelante desarrollaremos estos temas, pues estas
observaciones llevarán a Freud a sostener indagaciones, a lo largo de toda su
obra, respecto del funcionamiento del aparato psíquico, considerando el valor de
las escenas visuales, el sentimiento amoroso y su relación con el sometimiento, la
culpa y el valor del sacrificio. Vamos al texto:
se producen en creyentes bajo la influencia de escenificaciones aptas para
acrecentar los sentimientos religiosos […] en lugares donde se venera a una
imagen […] No parece fácil que la fe religiosa por sí sola pueda desalojar
(Verdrängen) fácilmente la enfermedad […] tiene que estar signado por
características particulares; en especial, el esfuerzo corporal que se impone al
8
Freud, S. Ibídem. . Pág. 121.
9
Freud, S. Ibídem. Pág. 121-122.
enfermo, los trabajos y sacrificios del peregrinaje, están destinados a hacerlo
merecedor de esa gracia.10
1.5.- La relación del individuo respecto al efecto de masas y la imitación
A propósito del estudio de las curas milagrosas Freud observa que las
mociones anímicas pueden elevarse por el efecto de los fenómenos de masas
y la imitación. Considera que la fe se acrecienta por el entusiasmo de la
multitud, y si bien la “gracia divina” es otorgada a unos pocos, todos querrían
encontrarse entre los escogidos, pues la vanidad, “que dormina en todo
individuo viene en auxilio de la fe piadosa” y “y el afán de sobresalir y de
igualarse a los más encumbrados constituyen potentísimas fuerzas anímicas”.
En virtud de ese efecto de masas, todas las mociones anímicas del individuo
pueden elevarse hasta lo desmesurado […] es el poder de ésta el que produce
su efecto […] el prestigio y el efecto de masas sustituyen enteramente a la fe
religiosa.11
Encontramos en el párrafo precedente la mención a las mociones anímicas,
concepción que alude al aspecto cuantitativo de la función psíquica, antecedente
del concepto de quantum, tan relacionado al estudio de las pulsiones.
1.6.- Un antecedente sobre el concepto de transferencia clínica
No escapa a la visión freudiana que la relación de simpatía con el médico y
el poder que el paciente le otorga tiene una importancia superlativa en el
tratamiento. En este escrito, la riqueza de sus observaciones llega a poner en
consideración algunas reflexiones que más tarde darán lugar al concepto de
transferencia clínica: por un lado, confianza y simpatía, por otro, la suposición de
saber que se le confiere al médico, como operadores del amor transferencial.
Freud resalta el poder que ello otorga y realiza advertencias respecto de la
10
Freud, S. Ibídem. Pág. 122.
11
Freud, S. Ibídem. Pág. 125.
oportunidad de cometimiento de abusos que la misma genera, preocupación que
lo llevará a una proposición: estudiar el amor transferencial científicamente.
Reconoce la importancia de no desaprovechar el aporte de la expectativa
confiada, planteando que para el tratamiento anímico ocupa el lugar de una
función importante producir el “monto de solicitación anímica con medios
apropiados”. Sepamos encontrar en estas primeras consideraciones freudianas,
algunos antecedentes sobre la dinámica de la transferencia y los factores
cuantitativos (monto de afecto) y cualitativos (amor) que luego compondrán el
concepto.
Otro valor de este escrito, es lo concerniente a su preocupación por los
efectos de las intervenciones terapéuticas.
El efecto probable […] de una intervención […] es la aportada por la actitud
anímica del enfermo. La expectativa confiada con la cual contribuye al influjo
inmediato […] depende, por un lado, de cuán grande sea su afán de sanar, por
el otro, […] del respeto y del poder que atribuya a la persona del médico, y aun
de la simpatía puramente humana […]. Desde que los médicos han reconocido
con claridad la importancia del estado anímico para la curación, se les ocurrió
la idea de no dejar ya librado al enfermo el monto de solicitación anímica que
pudiera producir, sino de conseguirlo […] buscándolo con los medios
apropiados. De este empeño nace el moderno tratamiento anímico […] por un
camino singular se ha ofrecido la posibilidad de ejercer una influencia
profunda, […] y aprovecharla con fines terapéuticos.12
1.7.- Los prejuicios sobre el psicoanálisis
El texto “Tratamiento del alma” explicita algunos prejuicios sobre el
psicoanálisis que posiblemente llegan hasta la actualidad. Entre ellos, la
desconfianza y desprecio de los científicos a un tratamiento llevado a cabo a
través de palabras, sumado a que muchos legos tienen poco respeto por las
12
Freud, S. Ibídem. Pág. 123.
causas anímicas, sin prestar atención que las mismas producen padecimientos
verdaderos. Respecto a ello, Freud inaugura una nueva clínica en donde lo
anímico cobra respeto como causa real.
(Los científicos) parecieran temer que si concedían cierta autonomía a la vida
anímica, dejarían de pisar el seguro terreno de la ciencia […] Los legos, que
de buena gana resumen tales influencias anímicas bajo el nombre de
“imaginación”, suelen tener poco respeto […] es una evidente injusticia,
cualquiera que sea su causa, aun la imaginación, los dolores no dejan de ser
menos reales ni menos fuertes.13
Otro de los prejuicios es la relación que se pueda establecer con la
curandería, en donde participa la expectativa confiada. El hombre siempre se
desconcierta y se rebela cuando es atrapado por una dimensión tan real del
mundo como lo siniestro, -uno de sus modos es la enfermedad, “carácter
despiadado de la naturaleza”14 - y tiende, a través de la apelación a combinatorias
imaginarias y simbólicas, salir de la encrucijada que lo avasalla. “La comprensible
insatisfacción con el auxilio que brinda el arte médico, a menudo insuficiente”15,
hace a la posibilidad de buscar en la curandería una solución, la misma ejerce su
poder aprovechándose de la expectativa confiada.
Por último, nos interesa señalar que también se preocupa por los prejuicios
que puede generar la relación del nuevo tratamiento anímico con la hipnosis y la
sugestión. Si bien reconoce la participación de la sugestión en toda relación
humana, y entonces, también en la relación que implica el tratamiento, trata de
discernir cuestiones relativas a la dependencia y la obediencia, que ocupan un
lugar de gran prejuicio social y también para él. Señala los motivos que lo alejan
de la hipnosis, el más importante es que no logra ganar la lucha contra las
poderosas fuerzas mediante las cuales la enfermedad está anclada en la vida
13
Freud, S. Ibídem. Pág. 116.
14
Freud, S. Ibídem. Pág. 122.
15
Freud, S. Ibídem. Pág. 131.
anímica.16 También describe otras consideraciones tales como: la participación de
una credulidad al estilo infantil, la dependencia al estilo relación amorosa con
entrega plena, la obediencia que genera, la sugestión, la convicción y la palabra
como ensalmo como único instrumento terapéutico, la imposibilidad de
discrecionalidad por parte del paciente respecto de su vida anímica.17
Puntualizaremos algunas reflexiones freudianas que se encuentran en un
artículo de 1924 titulado “Las resistencias contra el psicoanálisis”, 18 en donde
Freud analiza diversos factores, entre ellos:
1.- Las universales resistencias frente a lo nuevo: Generalmente existe una
reacción primitiva frente a lo nuevo que se presenta como fuente de displacer,
causando un alto gasto psíquico por la generación de inseguridad que puede
llevar al sujeto hasta la expectativa angustiada. También el psicoanálisis genera
resistencias como todo aquello que es nuevo.
2.- En la ciencia hay una paradoja entre el afán de avance y el escepticismo de los
científicos: Si bien en la “empresa científica no debería haber espacio para el
horror a lo nuevo” pues la ciencia debería confiar en nuevos descubrimientos y
concepciones por su carácter eternamente incompleto e insuficiente, con el fin de
no sufrir desengaños, se abroquela en el escepticismo. Este generalmente tiene
dos características: la declaración como “sacrosanto” de lo ya consabido, y la
rigidez y desestimación frente a lo nuevo aun antes de someterlo a la indagación.
“En la historia de la investigación científica las innovaciones tropezaron a menudo
con una intensa y obstinada resistencia que luego se demostró injusta, porque la
novedad era valiosa y sustantiva”.
3.- Ciertos aspectos del contenido de lo nuevo son los que provocan la resistencia:
Respecto del psicoanálisis, existe una conjunción de varios factores. En el inicio el
psicoanálisis se interesó sobre la génesis de síntomas neuróticos con una
16
Freud, S. Ibídem. Pág. 131.
17
Freud, S. Ibídem. Pág. 128.
18
Freud, S. “Las resistencias contra el psicoanálisis”. Sigmund Freud Obras completas. Ob. Cit. Vol. XIX, Págs.
227-235.
intención terapéutica y en ello se radicó su carácter de novedad indiscutible. Pero,
los resultados de sus indagaciones avanzaron mucho más allá de su meta inicial,
creando una nueva base para toda la concepción de la vida anímica, logrando
importancia para todos los campos del saber que se fundan en la psicología. Este
fue el motivo que desencadenó “una tormenta de indignada repulsa”. En 1924
Freud comenta que la lucha en torno de la innovación que el psicoanálisis
presenta “no ha terminado todavía”. Empero, ya por esa época el autor pudo
discernir el curso que tomaría: sus opositores no logran sofocar su avance. El
psicoanálisis, cuyo único sustentador era el propio Freud en 1900, veinte años
después había encontrado numerosos partidarios destacados entre médicos y no
médicos, quienes lo practicaban “como procedimiento para tratar enfermos
nerviosos, como método de investigación psicológica y como medio auxiliar del
trabajo científico en los más diversos campos”, - puntuaciones idénticas a las
formulados en los “Dos artículos para enciclopedia”.19
4.- El predominio de la orientación anatomista: El psicoanálisis aportó un nuevo
conocimiento respecto a que los síntomas corporales de la histeria son
psicógenos, considerándolos como sedimentos de procesos anímicos trascurridos,
iniciando la pregunta por su naturaleza. Pero, esta orientación de las
investigaciones no coincidía con las ideas dominantes de su época pues los
médicos solo contemplaban los factores anatómicos, físicos y químicos. “No
estaban preparados para la apreciación de lo psíquico, y por eso mostraron
indiferencia y antipatía. Dudaban de que las cosas psíquicas admitiesen un
tratamiento exacto y científico” y juzgaron a los síntomas de las neurosis histéricas
como resultado de la simulación, y a los fenómenos del hipnotismo, como un
fraude.
5.- Los psiquiatras se ocupaban de clasificar las patologías buscando causas
anatómicas o químicas: En esa época materialista -mecanicista -, la medicina
realizó grandes progresos, pero también exhibió “un miope desconocimiento”
Respecto de lo psíquico.
19
Freud, S. “Dos artículos de enciclopedia: Psicoanálisis y Teoría de la libido”. Sigmund Freud Obras
Completas. Vol. XVIII, Pág. 131.
6.- La oposición de los filósofos: Si bien ellos estaban habituados a admitir
conceptos abstractos “en la cúspide de sus explicaciones del mundo”, lo psíquico
de los filósofos no era lo psíquico del psicoanálisis, pues consideraban como
psíquico sólo a los fenómenos de la conciencia, tal como los legos. El filósofo se
afianza en esta certidumbre, pues no conoce el material cuyo estudio forzó al
analista a creer en actos anímicos inconscientes. “¿Qué puede decir entonces el
filósofo frente a una doctrina que asevera que lo anímico es, más bien, en sí
inconsciente, y la condición de conciente no es más que una cualidad que puede
agregarse o no al acto anímico singular, y eventualmente, cuando falta, no altera
nada más en este? La posición del psicoanálisis, intermedia entre medicina y
filosofía, sólo le depara desventajas. La medicina lo considera un sistema
especulativo y no quiere creer que descansa, como cualquier otra ciencia natural,
en una elaboración de hechos del mundo de la percepción; la filosofía, le reprocha
que sus conceptos básicos carecen de claridad y precisión.
7.- La acusación de “pansexualista” por la significación de las pulsiones sexuales:
Freud se cuestiona sobre la magnitud de los “estallidos de indignación, de burla y
escarnio, con menosprecio por todos los preceptos de la lógica” hacia los
conceptos del psicoanálisis. Considera que una reacción de esta índole no se
puede explicar solamente como resistencias intelectuales, sino que han surgido en
relación a la gran significatividad que el psicoanálisis concede a las pulsiones
sexuales en su consideración de los síntomas como satisfacciones sustitutivas
desfiguradas de fuerzas de las mismas. Si bien para el psicoanálisis la sexualidad
no es sexo, sino “mucho más, - el Eros de El banquete de Platón- , “el Eros que
todo lo abraza y todo lo conserva”, tan superlativa ha sido la repulsa al concepto
de pulsiones sexuales que, siguió siendo rechazado aún cuando demostró que
esos mismos componentes sexuales son susceptibles de desviarse de sus metas
inmediatas y de dirigirse a otras, aportando las más importantes contribuciones a
los logros culturales del individuo y de la comunidad. Dicha teoría fue tildada de
degradación de los bienes supremos de la cultura. Estas aseveraciones no eran
enteramente nuevas, el filósofo Schopenhauer había destacado la incomparable
significatividad de la vida sexual. Pero los oponentes olvidaron a este ilustre
precursor y se arrojaron sobre el psicoanálisis como si hubiera cometido un
atentado contra la dignidad del género humano.
8.- La hipocresía cultural: La cultura humana se sostiene sobre dos pilares, tales
como el gobierno de las fuerzas de la naturaleza y la limitación de nuestras
pulsiones. La sociedad lo sabe y no quiere que se hable de ello. El psicoanálisis
nunca lanzó la consigna de desencadenar nuestras pulsiones dañinas para la
comunidad; al contrario, alertó contra ello y aconsejó un mejoramiento. Pero la
sociedad no quiere saber nada de que se descubran estas constelaciones, porque
en más de un sentido tiene mala conciencia, un estado de “hipocresía cultural” al
que por fuerza van aparejados un sentimiento de inseguridad y la necesidad de
proteger esa labilidad innegable mediante la prohibición de la crítica y el examen.
9.- El ideal ético: La sociedad ha entronizado un elevado ideal de eticidad. Si bien
“eticidad” es limitación de las pulsiones, y su cumplimiento se exige a todos sus
miembros, queda librado a ellos hallar los caminos que le permitan procurarse una
compensación suficiente a cambio del sacrificio impuesto, a fin de preservar su
equilibrio anímico. El hombre vive psicológicamente por encima de sus recursos,
en tanto sus exigencias pulsionales insatisfechas hacen que sienta como una
presión permanente los reclamos de la cultura.
10.- En algunos humanos las pulsiones están domeñadas de manera insuficiente y
psicológicamente incorrecta, de suerte que son las más prontas a soltarse: El
psicoanálisis descubre los puntos débiles de este sistema, y aconseja modificarlo.
Propone aflojar la severidad de la represión de las pulsiones y, a cambio, dejar
más sitio a la veracidad. En el caso de ciertas mociones pulsionales en cuya
sofocación la sociedad ha ido demasiado lejos, debe admitirse una medida mayor
de satisfacción; en cuanto a otras, los métodos inadecuados de la sofocación por
vía represiva deben sustituirse por un procedimiento mejor y más seguro. A
consecuencia de esta crítica, se sintió al psicoanálisis como “enemigo de la
cultura” y se lo proscribió como peligro social. “Hasta ahora la actitud de los
hombres hacia el psicoanálisis sigue gobernada por esa angustia que desata las
pasiones y menoscaba los requisitos de la argumentación lógica”.
11.- La revelación de la sexualidad infantil: El psicoanálisis puso fin a las
consideraciones sobre el carácter asexual de la infancia, demostrando que en el
niño pequeño, desde el comienzo de la vida, se registran intereses y prácticas
sexuales. Puso de manifiesto las trasmudaciones que estos experimentan, el
modo en que hacia el quinto año de vida sucumben a una inhibición, para que
después, a partir de la pubertad, entran al servicio de la función de reproducción.
Discernió que la vida sexual de la primera infancia culmina en el llamado Complejo
de Edipo. Esto es tan fácil de comprobar que se necesitó realmente de un gran
esfuerzo para conseguir no verlo. De hecho -sostuvo el psicoanálisis-,
todo individuo ha recorrido esta fase, pero luego reprimió y olvidó su contenido con
enérgico esfuerzo. El horror al incesto y una potente conciencia de culpa eran los
relictos de esta prehistoria individual. Los comienzos de la eticidad, de la religión y
del orden social se enlazan de la manera más íntima con la superación de esa
época primordial. No estaba permitido hacerle conocer al adulto esa prehistoria,
que más tarde le pareció tan deshonrosa, por ello rechazó al psicoanálisis cuando
quiso descorrer el velo de la amnesia de su infancia. Sólo quedó entonces un
camino: lo que el psicoanálisis aseveraba tenía que ser falso, y esta supuesta
nueva ciencia no era otra cosa que un tejido de espejismos y desfiguraciones. Por
tanto, las intensas resistencias al psicoanálisis no eran de naturaleza intelectual,
sino que brotaban de fuentes afectivas.
12.- La necesidad de análisis del psicoanalista: También ha contribuido a reforzar
la resistencia al psicoanálisis el hecho de que no es fácil que se forme un juicio
autónomo en materia de análisis quien no lo haya experimentado en su persona,
pues es imposible su práctica sin haber aprendido una técnica precisa, harto difícil,
en su propia experiencia. No hay ninguna oportunidad cómoda y accesible de
aprender el psicoanálisis y su técnica.
13.- Por último, el autor, con las reservas del caso, se otorga el derecho a plantear
que quizá su propia personalidad, como judío que no quiso ocultar su judaísmo,
tuvo algo que ver en la antipatía de los contemporáneos hacia el psicoanálisis.
En síntesis, la mayoría de las resistencias contra el psicoanálisis se
debieron a que el contenido de la doctrina hería intensos sentimientos de la
humanidad. El nexo entre el yo conciente y el inconsciente significaba una grave
afrenta al amor propio de los seres humanos, afrenta que Freud llamó
“psicológica”, situándola en una misma línea con la “biológica”, infligida por la
doctrina de Darwin sobre la descendencia, y con la anterior, la “cosmológica”,
lanzada por el descubrimiento de Copérnico.
Consideramos de relevante importancia sintetizar el apéndice que Freud
agrega al escrito, tratándose de un fragmento de “El mundo como voluntad y
representación” de Schopenhauer.20 Aunque más de una vez Freud insistió en que
las palabras del autor eran “de un acento inolvidable” o “capaces de producir una
intensa impresión”, nunca citó el correspondiente pasaje ni indicó su fuente.
Empero, parece probable que tuviera en mente el fragmento que reproducimos. 21
Inmediatamente antes, Schopenhauer había examinado el peculiar carácter del
apetito sexual.
“la importancia del papel que desempeña en el mundo la relación de los sexos,
resorte oculto de toda la actividad humana, y que se trasparenta por doquier pese
al velo con que la encubrimos. Enciende la guerra y pone fin a la paz; aparece en
el trasfondo de toda cuestión seria y de toda diversión; es fuente inagotable de
chistes y agudezas, clave de toda alusión, intención secreta de toda insinuación o
de toda proposición inexpresada. Es la significación de las miradas a hurtadillas, la
aspiración de los jóvenes y también de los viejos; la preocupación incesante del
libertino y el ensueño involuntario que asedia la mente del casto; es materia
siempre dispuesta para la chanza, y todo porque es, entre todas las cosas, la más
seria. Lo que le da un viso cómico que hace reír a las gentes es que, siendo un
asunto capital para todos, es conducido con el mayor misterio y parecería que
nadie piensa en él. Pero en la realidad de la vida es el amo legítimo del universo,
con cuya omnipotencia constantemente nos tropezamos, y apoyado en sus
seculares derechos le vemos tomar posesión de su trono hereditario, mofándose
20
Freud, S. “Las resistencias contra el psicoanálisis”. Ob. Cit. Vol. XIX, Págs. 236-237.
recortado por Freud y agregado al escrito por Strachey.
21
Texto del fragmento
Ibídem. Complementos del libro cuarto de El inundo como voluntad y
representación, capítulo XLII, «La vida de la especie», citado por Strachey.
de los esfuerzos con que se ha intentado sacudir su dominio. El poder de esta
propensión es tan grande que por mucho que se afanen los hombres para
domarla, para encadenarla, para disminuirla, para disimularla todo lo posible o al
menos para dominarla lo bastante, con el fin de reducirla a una cuestión apenas
secundaria en su existencia, todas esas tentativas serán siempre vanas. Y el
secreto de esto radica en que el instinto sexual es la esencia misma de la voluntad
de vivir, y por tanto la concentración de todo deseo; […] llamé a los órganos
genitales el foco de la volición. El hombre es, por decirlo así, una concreción del
instinto sexual; viene al mundo por un acto de cópula, el mayor de sus anhelos es
la cópula, y esta es en definitiva aquello que envuelve y perpetúa toda su
existencia fenoménica. La voluntad de vivir se manifiesta, en primer lugar, en el
instinto de la conservación individual; pero este no es más que el primer escalón
de la tendencia a la conservación de la especie, y esta última será siempre la más
fuerte, debido a la mayor importancia que reviste la vida de la especie en cuanto a
duración, extensión y valor. Por eso el instinto sexual es la manifestación más
perfecta y el tipo propio de la voluntad de vivir, lo cual no sólo concuerda con el
hecho de que a él deben los hombres su existencia, sino también con su primacía
sobre las demás inclinaciones del hombre natural”.
1.8.- El método psicoanalítico como psicoterapia
Ya que el escrito en trabajo, por decisión de Freud, fue publicado en 1905,
los invitamos a leer dos escritos de 1904 en donde también encontrarán alguna
respuesta a nuestra pregunta de inicio respecto del psicoanálisis. Son tales: “El
método psicoanalítico de Freud” y “Sobre psicoterapia” (Conferencia en el Colegio
Médico de Viena). Puntuaremos algunos de sus contenidos. Los mismos son muy
simples, pero no por ello menos importantes para orientarse.
“El método psicoanalítico de Freud”22 se puede considerar como el primer
escrito de la serie de los técnicos, en los cuales se dedica a transmitir algunas
reglas de la aplicación del método. Define algunas cuestiones tales como:
22
Freud, S. El método psicoanalítico de Freud. Sigmund Freud Obras Completas. Ob. Cit. Vol. VII, Pág. 237.
Premisa de trabajo: ampliación del campo de la conciencia retrayendo al
paciente al estado psíquico en el cual habían surgido los síntomas. Cuando el
paciente
comunica
los
procesos
anímicos
en
cuestión,
entre
intensas
manifestaciones afectivas, quedan vencidos los síntomas. Freud realiza un alegato
a favor de la premisa de trabajo que se sostiene en tres puntos: 1.- El síntoma
representa una sustitución de procesos psíquicos que no han podido llegar a la
conciencia, o sea, es una transformación; 2.- el afecto concomitante a lo
“represado” se deriva en el síntoma; 3.- el síntoma no deriva de una única
impresión traumática sino de una serie. En “Sobre psicoterapia”23 aclara algunas
cuestiones teóricas al respecto: 1.- la acción patógena de los traumas psíquicos
es consecuencia de la retención del afecto; 2.- los síntomas corporales de la
histeria son resultado de una excitación transferida desde lo anímico a lo
somático.
Regla fundamental analítica: se invita al paciente a comunicar todas las
ocurrencias espontáneas, asociaciones involuntarias, sin apartar ninguna aunque
lo juzgue secundario, impertinente o incoherente. Por el valor histórico, además de
clínico, nos referiremos directamente a las palabras del autor:
“El tratamiento se inicia exhortando al paciente a que se ponga en la situación de
un atento y desapasionado observador de sí mismo, a que espigue únicamente en
la superficie de su conciencia y se obligue, por una parte, a la sinceridad más total,
y por la otra a no excluir de la comunicación ocurrencia alguna, por más que la
sienta asaz desagradable, no pueda menos que juzgarla disparatado, la considere
demasiado nimia o piense que no viene al caso respecto de lo que se busca. O
sea, se solicita al paciente que hable todo cuanto pasa por su mente, y aún más,
que deje que las palabras fluyan”.
Material: ocurrencias, asociaciones libres, sueños, actos involuntarios, actos
sintomáticos, errores o fallidos, gestos, posiciones, movimientos.
23
Freud, S. “Sobre psicoterapia”. Sigmund Freud Obras Completas. Ob. Cit. Vol. VII, Pág. 247.
Resistencias: todo paciente tiene ciertas lagunas en su memoria, olvido de hechos
reales, confusiones, que son producto de la resistencia que se opone a la
reconstrucción del recuerdo. Cuanto más intensa sea la resistencia mayor
deformación sintomática y es necesario deducir de ellas lo deformado. La
resistencia es consecuencia de que los pacientes se aferran a su enfermedad. La
emergencia de lo inconsciente se produce conjuntamente con sensaciones de
displacer y por esa razón el paciente rechaza el tratamiento. Lo rechazado surge
como consecuencia automática de la regulación del principio del placer.
Objetivo del tratamiento: Lograr vencer las resistencias, destruir las represiones,
suprimir las amnesias, hacer accesible a la conciencia lo inconsciente. Además de
la cura, el tratamiento debe proponerse el restablecimiento de la capacidad de
trabajar y amar.
Indicaciones: las divide en dos tipos. 1.- En cuanto a lo psicopatológico:
psiconeurosis crónicas, entre ellas, todas las formas de histerias y neurosis
obsesivas con fobias, abulias, formas somáticas acompañantes de estas
perturbaciones (advierte la derivación adecuada cuando es necesaria la atención
sintomática de urgencia). 2.- En cuanto al sujeto: el paciente debe ser capaz de un
estado psíquico normal, cierto grado de inteligencia, cierto nivel ético, menor de 50
años.
Contraindicaciones: también las divides en dos tipos: 1.- En cuanto a lo
psicopatológico: psicosis narcisistas, casos agudos de histeria, agotamiento
nervioso, confusión mental, melancolía profunda. 2.- En cuanto al sujeto:
incapaces de estados psíquicos normales, deteriores de inteligencia, deteriores
éticos, deformaciones graves del carácter, constituciones degeneradas, edad
próxima a los 50 años o más, considerando que las personas mayores de esa
edad tienen poca plasticidad en los procesos anímicos y a su vez mucha
acumulación de material psíquico. También señala que no es aplicable a personas
que no se sometan voluntariamente, que no posean cierto nivel cultural o que
sean no educables, así como a personas que presentan cuadros amenazadores.
Duración del tratamiento: el promedio de la duración en los tratamientos llevados
adelante por Freud ha sido entre 6 meses y 3 años. El tratamiento no es rápido,
plantea grandes exigencias al paciente y al analista: para el paciente resulta largo
y costoso, (costos de dinero y de trabajo); para el analista requiere estudio, arte,
paciencia, ciencia y pasar por la experiencia propia del análisis.
Respecto del cambio de técnica, de la hipnosis al método analítico, Freud lo
justifica por las siguientes cuestiones: 1.- porque no todos los pacientes son
hipnotizables; 2.- porque no todos los profesionales son buenos hipnólogos; 3.porque la ampliación del campo de la conciencia quedaba supeditada al acto
terapéutico (hipnosis) del cual el paciente no siempre recuerda; 4.- porque la
hipnosis encubre las resistencias que tienen los pacientes a conocer las fuerzas
psíquicas que lo enfermaron y así se aumenta la resistencia a la cura, -esta última
justificación es muy explícita y decisiva-. A su vez, en “Sobre psicoterapia” aclara
con una metáfora muy apropiada, la distinción entre la hipnosis y la nueva técnica:
Leonardo Da Vinci dice que la pintura opera per vía de porre y la escultura opera
per vía di levare, la pintura va poniendo colores donde antes no los había y la
escultura va quitando de la piedra la masa que encubre la estatua que está en
ella. La hipnosis y las técnicas sugestivas son como la pintura y el método
analítico como la escultura. La nueva técnica de psicoterapia que propone es
científica, y se debe lograr la disposición psíquica del paciente en forma científica,
y no por influencia amorosa personal. El profesional debe tratar a los pacientes sin
someterlos a su influencia personal, haciéndoles adoptar una postura cómoda
sobre un diván, situándose a su espalda, fuera del alcance de su vista, sin pedirle
que cierren los ojos y evitando todo mayor contacto; la sesión transcurre como “un
diálogo entre dos personas igualmente dueñas de sí” en donde “una evita distraer
o perturbar la concentración de la otra sobre la atención de su propia actividad
anímica”.
2.- DEFINICIÓN DEL PSICOANÁLISIS EN LA ENCICLOPEDIA BRITÁNICA
2.1.- Definición
Nos
interesa
continuar
estas
primeras
consideraciones
introductorias a la teoría del psicoanálisis con una definición escrita por
Sigmund Freud en el verano de 1922. Si bien ha dado varias definiciones,
en diferentes oportunidades y escritos, en particular tomaremos la que se
encuentra en un trabajo denominado ¨Dos artículos para enciclopedia:
psicoanálisis y teoría de la libido¨ pues es inmediatamente anterior a un
artículo de 1923, ¨El yo y el ello¨, que ya estaba en preparación, en donde
realiza una nueva presentación teórica, denominada “segunda tópica” en
donde presenta una nueva teoría de los lugares psíquicos.
Trataremos de ser fieles al carácter didáctico que tiene la definición
brindada por Freud en ocasión de escribir para la Enciclopedia Británica.
También les brindaremos la posibilidad de conocer las palabras del autor,
de gran claridad y rigor conceptual, dedicadas al público en general,
puesto que se trata de una definición escrita para una enciclopedia
generalista. Queremos acompañarlos a descubrir los escritos freudianos,
su modo accesible logrado a través de una formulación lógica impecable,
que no requiere de magias ocultas como aquellos trucos en donde se
oscurecen las aguas para que parezcan profundas. Primero, un
compromiso de rigor, ir a la fuente, a la cita bibliográfica:
¨Psicoanálisis es el nombre: 1) de un procedimiento que sirve para
indagar procesos anímicos difícilmente accesibles por otras vías; 2) de un
método de tratamiento de perturbaciones neuróticas, fundado en esa
indagación; 3) de una serie de intelecciones psicológicas, ganadas por
ese camino, que poco a poco se han ido coligando en una nueva
disciplina científica¨. 24
En esta definición cabe destacar el lugar resaltado respecto de que
el Psicoanálisis es: un procedimiento, un método de tratamiento y una
24
Freud, S. ¨Dos artículos de enciclopedia: Psicoanálisis y Teoría de la libido¨. Ob. Cit. Pág. 231.
nueva disciplina científica. En 1925, en la Presentación autobiográfica
refiere:
Ya no caben dudas que el psicoanálisis continuará, ha probado sus
capacidades de sobrevivencia y de desarrollarse tanto como rama del
saber y como método terapéutico.
Un procedimiento
Freud se refiere a “un procedimiento que sirve para indagar
procesos”. Todas las veces que nos parezca necesario los incitaremos a
usar el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española
25
para
encontrar allí las distintas acepciones de las palabras, otras deberemos ir
a textos más específicos como diccionarios etimológicos o libros
específicos de diversas disciplinas.
términos
“procedimiento”,
En este caso, buscaremos los
“proceso”
e
“indagación”.
El
término
¨Procedimiento¨ se refiere a la ¨acción de proceder” (del latín procedére)
cuyas acepciones aluden a los modos, la forma y el orden de gobernar
acciones que requieren de una disciplina pues forman una serie, existen
precedentes, entonces cada acción debe guardar cierto orden al respecto
de las otras; ¨Proceso¨ (del latín "processus") tiene por primera acepción
“progreso”, y las otras acepciones aluden a “acción de seguir una serie de
cosas”; “Indagación”, (del latín “indagatio”) alude a “Acción y efecto de
indagar”, y este último (del latín “indagare”) significa “intentar averiguar,
inquirir algo discurriendo o con preguntas”.
Sigmund Freud, en esta definición del Psicoanálisis, a través de
estas primeras palabras refiere el modo de trabajo que ha llevado
adelante: un modo disciplinado, lo cual equivale a pensar, un modo
regulado por el método científico de investigación a la luz de las ciencias
naturales, - método en el cual él se ha formado desde estudiante y en el
que ha trabajado como investigador. Nos interesa poner de relieve: 1.25
Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española. Décima quinta edición. Madrid. 1925.
Que Freud parte de la consideración sobre los ¨procesos anímicos¨ bajo la
influencia de Von Brentano, autor que consideró los fenómenos psíquicos
como procesos y no estados, y que desarrolló
la concepción de
“intencionalidad de la conciencia” en relación a la dirección de la misma
hacia sus objetos;26 2.- Que el trabajo clínico lo ha confrontado con
procesos anímicos que ofrecen mucha dificultad para ser indagados, pues
se muestran a través de un modo que los oculta y que la genialidad de
Freud fue justamente descubrir que ese modo que los oculta también los
revela; 3.- Que muchos de estos procesos eran despreciados por los
neurólogos y psiquiatras de la época; 4.- Que se trata de un procedimiento
basado en la indagación clínica; 5.- Que partiendo de una formación
estrictamente científica, proveniente de las ciencias naturales, Freud no
cesó de interrogarse por el sufrimiento de aquellos que padeciendo
malestares no explicados por la ciencia del momento eran dejados de
lado, - con suerte - , pues otras veces eran objeto de desprecio siendo
tratados como simuladores, no sin pasar por la categoría de incurables; 6.Que sin abandonar el diálogo con los grandes científicos a los que
reconoce como sus maestros, Freud tuvo la fuerza suficiente para no
rechazar su deseo de asistir a estos enfermos, y que ello inspira su
investigación, sin apartarse de los cánones de rigor metodológico; 7.- Que
trabajando con excelencia semiológica supo realizar una cuidadosa y
detallada lectura de los síntomas y signos de los enfermos en cuestión; 8.Que la indagación tuvo como principal objetivo la búsqueda de un
tratamiento de los padecimientos manifestados por los enfermos sin dejar
de lado un alto rigor científico que sirvió de empuje incesante a la
investigación. La misma estuvo muy marcada por los procedimientos
metodológicos científicos referentes a las ciencias naturales, lo cual lo
lleva en sus comienzos a delimitar con precisión el campo de la
experiencia, siendo esto una de las razones (hay otras) por lo cual Freud
26
Brentano, F. La classificazione delle attivitá psichiche. Lanciano.1922.
propone el método solamente para pacientes neuróticos de determinadas
características restringidas. Es un modo de conformar una población
testigo lo más estable posible tal como lo exige el método científico clínico.
Es por esta razón, a nuestro entender, que especifica indicaciones y
contraindicaciones que en la clínica psicoanalítica actual pueden
desdecirse. Hoy sabemos muy bien que el psicoanálisis se ofrece a todo
aquél que solicite ser escuchado, y que se ha avanzado tanto en los
conocimientos teóricos, como técnicos y clínicos y se practica el
psicoanálisis con niños, con psicóticos, en la anorexia, en las adicciones,
en los niños deficientes, en los gerontes, y en muchas otras
perturbaciones. Actualmente, siguiendo las enseñanzas reformuladas por
J. Lacan, el psicoanálisis es una clínica del sujeto (y no de enfermedades
o cuadros psicopatológicos) que implica el tratamiento de lo real por lo
simbólico.
Un método de tratamiento
Freud busca incansablemente un tratamiento a través de un método
científico, lo cual implica que un tratamiento analítico tiene un método.
Como científico conoce que lo simbólico ordena el universo, que a través
de lo simbólico se puede operar en espacios que no se ven ni se tocan.
Ejemplo de ello son los avances, en su época, de la neurología respecto
de la sinapsis, en donde la microscopía de la época no permitía ver los
botones neuronales calculados por los investigadores y que luego la
microscopía electrónica comprobó. Entonces, Freud, que ya conocía esa
posibilidad de los métodos científicos, pudo calcular la posibilidad de
operar sobre lo real del sufrimiento humano a través de lo simbólico. Ya
veremos más adelante que en el “Proyecto de psicología científica”, en
1895, otorgando validez al espacio de virtualidad, diagramó un aparato
que le permitió armar un primer esquema del funcionar psíquico. A partir
de esta concepción, coherente con ella, instituyó para el método analítico
la “regla fundamental analítica¨ que consiste en el procedimiento de la
asociación libre. El tratamiento analítico tiene una dirección sostenida por
el analista, y Freud se preocupa por su ética, y también por el desarrollo
cuidadoso de una estrategia y una táctica coherentes con esa ética. La
ética consiste en la posición del analista (que ha devenido tal como
producto de su análisis), posición que le permite abstenerse de todo
prejuicio y hasta de sus juicios más íntimos, (indicación freudiana sobre la
regla de abstención, contraparte de la “regla fundamental analítica”) para
habilitar un lugar de escucha, su oferta es ¡hable!. Esta ética del
psicoanálisis se sostiene de lo que Jacques Lacan ha denominado la
“docta ignorancia” o “el saber del psicoanalista”, que no es otra cosa que
el saber respecto de las diferencias (castración) y sobre la pulsión de
muerte, para expresarlo en términos sencillos.
Una nueva disciplina
A través de ese procedimiento que implica un método, Freud logra
una serie de intelecciones referidas a los modos del funcionamiento
psíquico, velando por encontrar una coherencia rigurosa entre cada una
de ellas. Ello lo llevó a interrogarse infatigablemente y revisar cada una de
sus intelecciones, cada vez que no lograban una relación coherente entre
ellas. Esta metodología de trabajo es la causa de su constante revisión de
conceptos, siendo lo que le posibilita construir una teoría que lo sorprende
en la creación de una nueva disciplina partiendo de la experiencia clínica y
extrayendo de ella nuevas concepciones sobre el acaecer psíquico. Se
refiere a intelecciones (inteligere) que le posibilitan la construcción de
supuestos lógicos que conforman un nuevo enfoque epistemológico del
espacio de configuración de lo psíquico.
Para la creación de esta nueva disciplina, toma soportes científicos,
para la construcción del aparato psíquico, entre otros: la biología y sus
concepciones sobre lo orgánico constitucional y las leyes del metabolismo;
la fisiología y los conceptos de la física aplicados a ella, tales como la
teoría sobre los aparatos y sistemas fisiológicos, el concepto de función y
las leyes de la termodinámica; la neurología, con su reciente teoría
neuronal, la sinapsis, las vías aferentes y eferentes, y la reflexología; la
psiquiatría y el concepto de series complementarias, proveniente de la
infectología, aplicada a la ecuación etiológica de la enfermedad. Si
realizamos algunas elucidaciones, resulta manifiestamente claro que el
concepto de represión surge del modelo de la hidráulica; el concepto de
energía libre y ligada surge de la termodinámica, el principio de constancia
es un derivado del principio de inercia neuronal, los conceptos de proceso
primario y secundario y el de sublimación derivan de la química.
Para referirse al aparato psíquico no solo como teoría de las
localidades (punto de vista tópico), sino teniendo en cuenta una mecánica
respecto a un juego de lucha de fuerzas (punto de vista dinámico) y la
distribución de los factores cuantitativos (punto de vista económico), Freud
inventa un término: metapsicología. La palabra ¨metapsicología¨ es un
neologismo creado por Freud por primera vez el 13 de febrero de 1896 en
una carta a Fliess (Carta 41) refiriéndose al oscuro discernimiento de
factores psíquicos y constelaciones de lo inconsciente en la construcción
de la realidad suprasensible que la ciencia debe volver a mudar en la
psicología de lo inconsciente. En la mencionada metapsicología, -para
decirlo simplemente-, Freud se proponía investigar lo que está más allá de
la psicología, pues ésta se dedica al estudio de los fenómenos de la
conciencia.
En ella están incluidos distintos modelos científicos tales
como el anátomo-fisiológico de Brucke, el desciframiento del psiquismo
postulado por Herbart, y las teorías físicas aplicadas a la fisiología de
Hemholtz, por mencionar algunas. Freud no imita a ninguno de ellos pero
estos han sido algunos de sus maestros.
2.2.- Aportes de Jacques Lacan a la definición de Psicoanálisis
Jacques Lacan, en su retorno a Freud, logra explicitar muy bien la
preocupación y las elucidaciones freudianas:
Sabemos que mis pacientes, “padecientes” no están satisfechos con
lo que son. No obstante, sabemos que todo lo que ellos son, lo que
viven, aún sus síntomas, tiene que ver con la satisfacción. Satisfacen
algo que sin duda va en contra de lo que podría satisfacerlos.
Sabemos que aquello que satisfacen por la vía del displacer, es, al fin
y al cabo, la ley del placer. Pero, digamos que para una satisfacción
de esta índole, “penan demasiado”. 27.
El costo es alto, y el sujeto no sabe cuánto. Ha caído en las más
grandes de las trampas: las satisfacciones del padecer, como lo advirtió
Freud en los inicios. Sufre, pero como sujeto se encuentra enredado en
las marañas de una embriaguez mortífera. Frente a esta evidencia de
agonía del sujeto, Freud será insistente en su interrogación que retoma J.
Lacan: ¿Cuál es aquella posición desde la cual una intervención tenga el
estatuto de “tratamiento” mediante la palabra? De ella se espera un
tratamiento de la gramática del inconsciente que posibilite el despertar del
sujeto, intención que se revela en la esperanza freudiana de que el sujeto
pueda acceder al deseo, recuperando su capacidad de amar y trabajar.
Jacques Lacan definió al Psicoanálisis como un tratamiento
dispensado por un psicoanalista, preguntándose por aquello que lo funda
como praxis. Si una praxis es toda acción concertada por el hombre, sea
cual fuere, que le da la posibilidad de tratar lo real mediante lo simbólico,
podemos preguntar: ¿cómo tratar lo real de la satisfacción del síntoma
mediante lo simbólico, en tanto que lo que está en cuestión es un sujeto? el sujeto de la praxis-.
Hemos referido que la cura psicoanalítica consiste en la regla
fundamental de la asociación libre, tarea no siempre fácil. Ella está
enmarcada en una dirección que sostiene el analista que lleva adelante
27
Lacan, J. El Seminario de Jacques Lacan. Libro 11. Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis.
Editorial Paidós. 1ra edición castellana. 1986.
una táctica implicada en una estrategia y en una política. Cabe volver a
preguntar: ¿qué nos enseña esta
praxis? Hablando estrictamente, el
saber psicoanalítico sólo puede ser el saber de la transferencia, es decir,
el “saber supuesto” que en el curso de la experiencia analítica se vuelve
transmisible por otras vías y por otros efectos. La transferencia es donde
se constituye la clínica analítica y el psicoanalista. El trabajo del analítico
lo implica, y su máxima implicancia será explicitar su saber dessuponiéndolo, o sea, desprendiéndolo del lugar que le tocó en su propia
experiencia como analizante.
Lo que el Psicoanálisis nos enseña, como enseñarlo?. Qué es ese
algo que el análisis nos enseña que le es propio, o lo más propio, propio
verdaderamente, verdaderamente lo más, lo más verdaderamente? 28
Esta interrogación es parte de la presentación realizada por Lacan a
la Sociedad Francesa de Filosofía y, en nuestro trabajo, se ha convertido
en punto de insistencia reiterado y necesario, al cual volvemos una y otra
vez. En nuestra opinión, la consideración sobre la enseñanza de los
enfermos y su formalización lógica, así como el trabajo de transmisión
rigurosa de los conceptos de la teoría analítica, conforman la posibilidad
de una producción: la subjetivación del deseo de Freud. La interrogación
enunciada debe ser sostenida.
3.- LAS ENSEÑANZAS DEL PSICOANÁLISIS
Comentaremos una parte de una conferencia de nuestra autoría
titulada “Etica para la enseñanza de los enfermos”
28
29
29
pronunciada a
Lacan, J. “El psicoanálisis y su enseñanza”. Escritos 2. Siglo XXI. 7ma.ed. Bs.As. 1981. Pág. 160 y ss.
Imbriano, Amelia. Etica para la enseñanza de los enfermos. Dossier Letra analítica. Universidad Kennedy.
Buenos Aires. 1999.
propósito de “lo que los enfermos nos enseñan” en ocasión de celebrarse
las Jornadas de residentes del Hospital de la Llanura de Pergamino, grupo
con el cual tuvimos la oportunidad de trabajar en supervisión a través de
relatos clínicos. Esta experiencia nos permitió concluir en un ensayo que
intenta rescatar el espíritu freudiano, estrictamente hablando, en el sentido
de la exigencia que tiene la práctica psicoanalítica de renovarse una y otra
vez respecto de cada analizante bajo el rigor del método psicoanalítico.
Entonces, podemos decir que el psicoanálisis es siempre una nueva
disciplina.
La regla fundamental analítica significa que no se puede dejar de
decir lo que se ignora y que ello es la exigencia primera de la transmisión
de la clínica30. Es mucho lo que podríamos señalar sobre ese paso que
implica el camino desde la teoría a la clínica y viceversa y sobre sus
implicancias y tabúes para el practicante novel. Pero lo más importante a
considerar es que el mismo no debe ser un salto al vacío. Ese camino fue
la senda inaugural del trabajo del Doctor Sigmund Freud, quien comenzó
su
práctica
desde
impregnaciones
una
formación
neurofisiológicas,
teórica
médica,
psicológicas
y
con
grandes
psiquiátricas
provenientes de experiencias tales como las realizadas en el laboratorio
del Dr. Brucke, los estudios de teorías psicológicas en referencia a Von
Brentano y Pierre Janet, y las prácticas con pacientes enfermos mentales
en relación a Charcot, por sólo enumerar algunos de sus maestros y de
sus marcos referenciales. Queremos resaltar el valor que tuvieron estos
marcos teóricos conceptuales, científicos, de metodología experimental y
clínica rigurosa, en el origen del Psicoanálisis, porque fueron ellos los que
posibilitaron a Freud lecturas y enseñanzas a partir de las cuales surgió la
pregunta por el sujeto del inconsciente en relación al deseo. Y, realizamos
esta
mención, sobre las enseñanzas de aquellos que transmiten su
experiencia y los marcos
30
teóricos referenciales,
Imbriano, A. El sujeto de la clínica. Leuka. Bs.As. 1988.
pues son, si se nos
permite la metáfora, los mojones que señalan los senderos por donde
construir ese pasaje, o los transbordadores que nos hacen posible el paso
desde la teoría a la clínica y viceversa. Puede suponerse que esta tarea
es de principiantes y ello consiste en un grave error. Debemos aclarar
decididamente que no se trata de ello, sino que ese paso que articula
clínica y teoría, está implícito en una ética, la ética de Freud, la “Etica del
Psicoanálisis”. También debemos tener presente que esa articulación
teórico-clínica estuvo presente en toda la obra, más aún, la constituyó.
Actualmente es posible pensar que esta relación es función de una banda
de Moebius.
Hemos hecho alusión a la regla fundamental y a la cuestión del
lugar que ocupa la ignorancia. En la experiencia analítica se constituye un
discurso en donde el saber funciona como
“docta” ignorancia, saber
puesto entre paréntesis, posición sostenida por el analista y que permitirá
habilitar un espacio para que la asociación libre encuentre su función. Esta
es, en primer lugar, la implicación del analista en su acción de escuchar y
ella es la condición de la palabra. Para el analizante se trata de hablar
libremente en tanto que el analista está ahí para eso, y entonces esa
angostura entre aquello que muestra la no libertad de la palabra, y aquello
más temible aún que es decir algo que podría ser verdad. Pero, de lo que
se trata es de lo indecible de lo que se ignora31, y es esto lo que
fundamenta la ética del psicoanálisis.
El psicoanálisis, en su praxis, detecta al sujeto en una estructura
que da cuenta de su estado de hendija, de división constituyente, de
Spaltung al decir de Freud. Esta hendija la detecta de manera en cierto
modo cotidiana, la admite en la base, puesto que el reconocimiento del
31
Lacan, J. “La dirección de la cura y los principios de su poder”. Escritos 1. Siglo XXI. 8va. edición. Buenos
Aires. 1980.
inconsciente en sus formaciones basta para motivarla.
Ello ubica al
psicoanálisis en un lugar que se define tomando al sujeto en su división
constitutiva y constituyente. Allí encontramos a Freud con el concepto de
Ichspaltung, que podríamos considerar como una primer formulación de
una clínica de lo real en tanto que una clínica del pathos, del sufrimiento,
que luego dará origen a los matemas de Jacques Lacan. ¿Cómo no
entenderlos como pathemas? Ha sido una insistencia freudiana desde los
orígenes la pregunta por aquella intervención que produce consecuencias,
que por añadidura incida sobre el sujeto, que lo despierte, produciendo el
cese de esa dormidera letal que es su sufrimiento.
Otro tema que nos parece digno de alguna reflexión es el estudio
del psicoanálisis en la universidad y el trabajo de los analistas en la
práctica hospitalaria. Es obvio, que el Hospital, como el lugar de los
enfermos, que responde a otro discurso, no forma analistas; éste se
efectúa en un análisis. Sin embargo, no es en vano recordar unas
palabras freudianas respecto del estudio en la universidad:
el estudiante no aprenderá nunca el Psicoanálisis propiamente dicho, pero
será suficiente que aprenda algo sobre el Psicoanálisis. Después de todo,
la universidad no capacita al estudiante de medicina a convertirse en
cirujano. 32
No entraremos en disquisiciones al respecto de lo que es suficiente
y de ese algo a aprender. En todo caso tendremos siempre presente
aquello de lo cual el hospital no puede enseñar, refiriéndonos al propio
análisis del analista. Desde esta aclaración es que podemos aproximarnos
a la cuestión en torno a si el hospital deja enseñanza. Y, en primer lugar,
solo deberemos decir: se trata de la enseñanza de los pacientes. Pero,
ella surge como efecto de un trabajo en el que los practicantes construyan
32
Freud, S. “Debe enseñarse el psicoanálisis en la universidad”. Sigmund Freud Obras Completas. Ob.Cit. Vol.
XVII. Pág. 165.
un espacio para abrir lo interrogantes de su práctica, cuestionar los
fundamentos de la misma, buscando en ello la precipitación de una
enseñanza abriendo un camino inverso al teórico-universitario. El Hospital
será entonces un lugar en donde la clínica es soberana, pero para que
pueda serlo será necesario conformar un ámbito en donde se reflexione
sobre ella, en donde se puedan formalizar alguna lógica sobre la práctica,
pero también se guarde respeto por los interrogantes sin respuesta, en
donde pueda quedar un enigma, para encontrar desde allí la puesta en
marcha de un espacio de producción. La práctica del psicoanálisis
requiere esos enigmas, y en este sentido requiere que los practicantes
los establezcan. Esto implica una toma de posición: reivindicar el lugar del
sujeto en la clínica, delimitando la función de una clínica de lo particular en
tanto que clínica de la escucha. Esto implica un quiebre del saber
universitario que se presenta con fórmulas generales, “universales”, que
valen para todos. La escucha del paciente requiere de una clínica en
donde se habilite el lugar para cada sujeto en su originalidad. Pero, para
que ello sea posible es necesario establecer con solidez el lugar desde el
cual se los escucha, porque esta última no es una precipitación mágica
sino que depende del concepto de sujeto que regula lo que se entiende
como lógica de la cura. Entre lo universal y lo particular queda constituido
un intersticio y tratar de poner en producción ese espacio es lo que
proponemos como enseñanza de los pacientes. Ya no es el tiempo de
preguntar respecto de si es posible el psicoanálisis en la universidad o en
el hospital. Hay demasiadas evidencias de ello. Es tiempo de producir, es
tiempo de intentar la transmisión de la experiencia.
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