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Freud y su primera psicología
de las neurosis
Kenneth Levin
I. INTRODUCCIÓN
El presente estudio examina los primeros trabajos de Freud sobre la
neurosis e intenta definir, más ampliamente que las obras anteriores
sobre el tema, los orígenes del interés de Freud por estas enfermedades, el
desarrollo de sus primeras teorías y la relación entre sus puntos de vista y
los principales conceptos empleados en la neurología, la psiquiatría y la
psicología no médica del siglo XIX. El periodo considerado parte de los
primeros artículos de Freud sobre la histeria y la hipnosis (1886), abarca
obras tan importantes como Estudios sobre la histeria (1895) y La
interpretación de los sueños (1899), y concluye con los Tres ensayos para una
teoría sexual (1905). A lo largo de estos diecinueve años, Freud desarrolló
en sus publicaciones una elegante teoría de la neurosis, demostró cómo la
misma psicología podía servir para dilucidar fenómenos psíquicos
normales, formuló una teoría de la sexualidad infantil como fundamento
de su psicología y elaboró su técnica terapéutica para el tratamiento de la
neurosis. Si bien no cabe duda de que Freud revisó considerablemente
sus teorías durante los siguientes treinta y cuatro años de su vida, cabe
afirmar que su obra escrita hasta 1905 contiene virtualmente todos los
elementos fundamentales de su sistema.
Al describir el desarrollo de las primeras teorías freudianas
mostraré, en contraposición con estudios previos, que el interés de Freud
por la neurosis fue determinado por tendencias de la medicina
contemporánea que mostraban una mayor inquietud por esas enfermedades, que sus primeros modelos teóricos estaban mucho más vinculados con la literatura médica y psicológica en curso de lo que se ha
reconocido hasta ahora, y que, contra la opinión generalmente aceptada
hoy en día, desde sus primeros estudios sobre la neurosis Freud evitó de
manera sistemática especular sobre posibles explicaciones orgánicas de
dichas enfermedades, concentrándose en cambio en la interpretación
psicológica de los síntomas neuróticos.
Gran parte de la literatura acerca de los primeros trabajos de Freud
sobre la neurosis, incluyendo muchas de las propias referencias
posteriores de Freud a sus estudios iniciales, tiende a considerar dichos
1
estudios como investigaciones enteramente originales sobre síndromes
antes ignorados. Pero, de hecho, Freud se valió constantemente, en su
teorización, de conceptos sobresalientes en la psiquiatría, la neurología,
varias otras especialidades médicas y la psicología no médica de su
tiempo. Además, en la época en que Freud prestaba por primera vez
atención a las neurosis, estas enfermedades, en particular la histeria,
habían sido ya durante varios años el centro de una creciente atención y
de cierta controversia suscitada entre neurólogos y psiquiatras
académicos. La controversia se refería esencialmente a un conflicto entre
las teorías sobre la histeria (en aquel momento histeria designaba "ataques
histéricos" agudos, con paroxismos de gesticulaciones al parecer
involuntarias, contorsiones corporales, exclamaciones, o bien, síntomas
crónicos tales como ceguera, mutismo o parálisis histéricos), que
buscaban el síndrome en cambios anatómicos localizados en el cerebro, y
los modelos alternativos propuestos por Jean Martin Charcot.
Profesor de neuropatología en la Facultad de Medicina de París y
médico en jefe del hospital de la Salpêtriére, Charcot reconocía que la
histeria y los trastornos relacionados con ella debían ser causados por
alguna anormalidad del sistema nervioso. Sin embargo, insistía en que
tales enfermedades no van acompañadas de cambios anatómicos y que,
por consiguiente, las investigaciones por autopsia, por más cuidadosas
que fueran, no arrojarían ningún descubrimiento significativo ni
ayudarían a esclarecer la índole de los trastornos.
Esta controversia tenía amplias repercusiones en la neurología y la
psiquiatría europeas de aquella época. Durante todo el siglo XIX, se entabló en la medicina académica en general un debate acerca de la relativa
utilidad de la anatomía patológica (esto es, seguir a los pacientes hasta la
autopsia a fin de establecer una relación entre los síntomas y los hallazgos
anatómicos) y de la fisiología (destacando la experimentación con
animales de laboratorio con miras a enfocar modalidades funcionales más
bien que estructurales) en la elucidación de la naturaleza de los procesos
patológicos. El debate se planteaba a menudo en términos por demás
abstractos y filosóficos, y algunas personas discutían, por ejemplo, si un
ser humano muerto representaba una mayor aproximación a un ser
humano vivo que un animal vivo. Sin embargo, para los participantes,
cuyas opiniones solían estar determinadas por la naturaleza particular de
sus propias educaciones, la controversia tenía implicaciones muy
concretas. Tocaba cuestiones tales como qué importancia relativa había de
otorgarse a la anatomía y la fisiología en los historiales médicos; cuánto
dinero debía destinarse, en caso de resultar procedente, a la construcción
y a la dotación de personal de laboratorios de fisiología; a qué tipo de
2
formación debía darse prioridad en el otorgamiento de títulos
universitarios. En París, desde la Revolución Francesa, se había dado
mayor importancia a la anatomía patológica. Como era en Paris donde la
psiquiatría se había establecido por primera vez en una facultad de
medicina en calidad de especialidad separada, con su propio personal y
sus propios medios de enseñanza clínica, y puesto que los principales
textos académicos sobre psiquiatría procedían de París, la investigación
anatómica, que los psiquiatras de la Facultad de Medicina compartían con
sus colegas médicos, llegó a predominar en la psiquiatría académica de la
Europa continental durante la primera mitad del siglo XIX. A partir de la
década de 1840, la Universidad de Viena, contrariamente a otras
importantes universidades de lengua alemana, compartió la orientación
anatómica de París; a finales del siglo, cuando la psiquiatría se estableció
en Viena como disciplina universitaria, ésta también insistió en la
anatomía, y Viena pronto remplazó a Paris como principal centro
continental de una psiquiatría de orientación aún predominantemente
anatómica.
Por cierto, durante estas décadas, el método anatomopatológico
logró esclarecer la índole de numerosas enfermedades neurológicas y psiquiátricas, y la continuidad de su predominio se debió en gran medida a
su eficacia. Sin embargo, su propio éxito condujo a poner en tela de juicio
su enfoque. En efecto, a medida que los estudios anatómicos suprimían
síndromes de la lista de enfermedades de patología desconocida, iban
dejando en la misma lista las enfermedades que no podían ser sometidas
a un enfoque anatómico y a las que ahora se les prestaba una creciente
atención en calidad de enigmas no resueltos. A principios de la década de
1880, gran cantidad de neuropsiquiatras, incluyendo a cierto número de
científicos originalmente formados como anatomistas, empezaban a
poner en tela de juicio el predominio de la anatomía y buscaban enfoques
alternativos, no anatómicos, de esas enfermedades. Entre los síndromes
que aún no habían sido esclarecidos por las investigaciones anatómicas se
encontraban la histeria y las neurosis relacionadas con ella,
convirtiéndose por ende en objeto de extensos estudios y de gran
controversia entre quienes seguían apoyando la perspectiva anatómica y
quienes sentían la necesidad de crear nuevos modelos. El trabajo de
Charcot sobre la histeria reflejaba el esfuerzo por elaborar nuevas
explicaciones para los males que el enfoque anatómico dejaba sin
explicación. La propia teoría de Charcot sobre la histeria era que la
enfermedad es provocada por anormalidades fisiológicas no localizadas
en el sistema nervioso central y que tales anormalidades no ocasionan
ningún cambio estructural. Charcot también propuso explicaciones
3
psicológicas para cierto número de fenómenos histéricos.
La formación neuropsiquiátrica de Freud se realizó en gran medida
dentro de la tradición anatomopatológica, y los inicios de su carrera reflejan esta formación. Sus investigaciones anteriores a 1886 se dedicaron casi
exclusivamente a la anatomía microscópica del sistema nervioso, y su
trabajo clínico se centró en el establecimiento de fundamentos anatómicos
de síndromes neuropsiquiátricos. Cuando Freud salió de Viena en el
otoño de 1885 para pasar varios meses de estudio en París, su intención
era proseguir sus estudios anatómicos. Sin embargo, al asistir a las
conferencias y cursos dictados por Charcot en la Salpêtriére, quedó
profundamente impresionado por su teoría de la histeria. Freud no habla
realizado ningún trabajo sobre la histeria antes de su llegada a París. Su
entusiasta respuesta a las opiniones de Charcot se basaba en la
observación de que, como sostenía este último, los síntomas de las
pacientes histéricas hospitalizadas en la Salpêtriére no correspondían con
el cuadro de síntomas procedente de las lesiones anatómicas. El ulterior
interés de Freud por la histeria fue motivado por el hecho de compartir la
creencia de Charcot en que dicha enfermedad revestía considerable
importancia en la búsqueda general de nuevas teorías, no anatómicas, en
neuropatología.
Sin embargo, si bien hizo suyo el modelo fisiológico de Charcot —
el concepto de que la histeria se debe a alguna anormalidad difusa en el
sistema nervioso que funciona sin estar acompañada de lesiones
anatómicas—, Freud evitó desde el principio especular acerca de la índole
del defecto fisiológico y, en cambio, centró sus esfuerzos en la elaboración
de explicaciones psicológicas para los aspectos de la enfermedad que
parecían sujetos a tales explicaciones. Creía que la anormalidad
fisiológica era el origen de la vulnerabilidad de un individuo a las
neurosis y que esta anormalidad también era la causa directa de ciertos
síntomas histéricos específicos. Pero también creía que, en vista del
estado rudimentario de la neurofisiología contemporánea, la búsqueda de
modelos orgánicos sólo podría dar por resultado hipótesis muy
especulativas e inútiles. Por tanto, se dedicó a explicar los síntomas que
parecían ser producto de factores psicológicos. También se concentró en
la resolución psicoterapéutica de los síntomas histéricos. Durante muchos
años se ha aceptado en forma general que, por el contrario, Freud trató
inicialmente de desarrollar explicaciones orgánicas para la patogénesis de
las neurosis y que sólo paulatinamente fue desplazando su interés hacia
interpretaciones psicológicas. Sin embargo, intentaré demostrar que esta
concepción de los primeros trabajos de Freud es errónea y que, desde sus
primeros estudios sobre la histeria, éste no cejó en poner mayor énfasis en
4
los modelos psicológicos y evitó la elaboración de fórmulas orgánicas.
La índole de la investigación y del trabajo clínico de Freud anteriores a 1886, en que su interés se centra claramente en cuestiones relativas a la estructura del sistema nervioso, es uno de los factores que han
sugerido a los observadores que Freud debió de enfocar inicialmente el
estudio de la histeria como búsqueda de explicaciones orgánicas de los
fenómenos histéricos. Las diversas referencias al sistema nervioso en los
primeros artículos de Freud sobre la histeria han servido para robustecer
esta opinión. Por último, el "Proyecto de una psicología para neurólogos"
de Freud, publicado por primera vez en 1950, ha sido interpretado como
una prueba adicional de que Freud trató primero de explicar las neurosis
en términos de modificaciones en el sistema nervioso. En este manuscrito,
que data de 1895, Freud intenta brindar explicaciones neurofisiológicas
detalladas de los procesos mentales normales y neuróticos.
Ola Andersson, cuyo libro Studies in the Prehistory of Psychoanalysis
describe la secuencia de las modificaciones teóricas en los primeros
trabajos de Freud, sostiene que el cambio de éste a partir de las explicaciones orgánicas de los fenómenos neuróticos a las psicológicas se llevó a
cabo a principios de la década de 1890, concluyendo cabalmente hacia
1894.1 No obstante, la mayoría de los observadores ha considerado el
"Proyecto" como una indicación de que en 1895 Freud seguía interesándose ante todo en buscar fórmulas orgánicas. Así, una opinión más
difundida ha sido que el cambio de modelos del sistema nervioso a modelos psicológicos ocurrió en 1897 y 1898, coincidiendo con el autoanálisis de Freud y con su descubrimiento de la sexualidad infantil. Este
es, por ejemplo, el modelo propuesto por Ernst Kris.2
Sin embargo, la noción de que Freud percibió primero las neurosis
esencialmente en términos de cambios en el sistema nervioso, y que no
fue sino paulatinamente como llegó a otorgar mayor importancia a los
modelos puramente psicológicos, distorsiona la verdadera dirección del
desarrollo conceptual de Freud. Es indudable que éste se refiere al
sistema nervioso en varias ocasiones en sus primeros artículos, y
ciertamente creía que ciertos aspectos de las neurosis no podían
elucidarse claramente sin recurrir a la fisiología. Pero esta postura la
mantuvo también a lo largo de su carrera ulterior; y tanto en los primeros
artículos como en los posteriores se abstiene de buscar posibles modelos
Ola Andersson, Studies in the Prehistory of Psychoanalysis (Estocolmo, 1962), p. 149.
Ernst Kris, "The Significance of Freud's Earliest Discoveries", International Journal of
Psychoanalysis 31 (1950): 108-116. Véase también la introducción de Kris a The origins of
Psycho-Analysis de Freud, Eric Mosbacher y James Strachey, ed. Marie Bonaparte, Anna
Freud y Ernst Kris (Londres, 1954).
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orgánicos para concentrarse en cambio en los aspectos de la neurosis que
parecían susceptibles de una explicación psicológica. Desde 1886 hasta su
desarrollo del concepto de defensa en 1894, Freud destacó
constantemente las interpretaciones psicológicas de sus datos clínicos, y
la evolución de sus teorías de las neurosis durante este periodo se
caracterizó por su repetido recurso a los conceptos de psicodinámica, tan
difundidos en aquel entonces, y su continua adaptación y modificación
de los mismos a la luz de su experiencia clínica.
El "Proyecto" (1895) es a todas luces una excepción a la tesis de que
Freud recalcaba las interpretaciones psicológicas. Pero esta digresión
aislada en la teorización fisiológica puede explicarse en términos de las
nuevas orientaciones que habían tomado los estudios de Freud desde
1893. Durante los primeros años de su interés en la histeria, el
investigador le había prestado poca atención a una neurosis llamada
"neurastenia", que era objeto de muchos escritos en aquella época y solía
ser discutida en trabajos relativos a la histeria. La falta de interés de Freud
se debía a la opinión comúnmente aceptada de que los factores
psicológicos no desempeñaban ningún papel en el desarrollo de la
neurastenia y que la enfermedad no era sensible a la psicoterapia. Sin
embargo, con la formulación de su teoría de la defensa, a partir de 1893,
Freud llegó a la convicción de que la sexualidad desempeña un papel
especial en la etiología de la histeria; y, puesto que se creía comúnmente
que la neurastenia era causada por diversas prácticas sexuales patógenas
(la masturbación, por ejemplo, era considerada por muchos como la causa
de cambios en el sistema nervioso que llevaban ala enfermedad), Freud
empezó a estudiarla neurastenia con la esperanza de elaborar una teoría
general de las neurosis basada en sus orígenes en la vida sexual. Durante
los dos años siguientes, Freud dedicó considerable atención a la
neurastenia, así como a un síndrome relacionado con ella al que designó
"neurosis de ansiedad", y en 1895 comenzó a formular su teoría sexual de
las neurosis. Sin embargo, como la neurastenia y la neurosis de ansiedad
no parecían ser causadas por factores psicológicos, y por lo tanto no eran
explicables por fórmulas psicológicas, Freud llegó a la conclusión de que
cualquier modelo general para las neurosis debería construirse en
términos fisiológicos. Por consiguiente, parecía indispensable para el
desarrollo de una teoría integrada una interpretación fisiológica de la
histeria; ésta fue la principal motivación del "Proyecto".
Pronto fue claro para Freud que su escepticismo anterior se
justificaba y que, de hecho, no podía construir una teoría fisiológica que
explicara satisfactoriamente los fenómenos histéricos. En ese momento
abandonó el "Proyecto". Durante los siguientes años, volvió a
6
concentrarse en las neurosis que parecían susceptibles de una explicación
psicológica, intentando alcanzar un entendimiento más cabal de la
etiología y de la psicodinámica de tales enfermedades. Durante este
periodo, Freud elaboró una teoría que atribuía la etiología de la histeria y
de las neurosis relacionadas con ella a las vicisitudes del desarrollo sexual
normal en la primera infancia. También revisó sus fórmulas
psicodinámicas y escribió varios trabajos, de los cuales el más importante
es La interpretación de los sueños, en los que defendía estas fórmulas y
demostraba cómo podían utilizarse para elucidar fenómenos psíquicos
normales tales como los sueños. Pero esta insistencia en las explicaciones
psicológicas, lejos de constituir una nueva orientación en sus estudios,
como suele sugerirse, tan sólo significó un regreso al interés por los
modelos psicológicos que siempre había caracterizado su trabajo sobre las
neurosis. Al mismo tiempo, siguió sosteniendo su creencia original de
que hay aspectos de las neurosis que sólo pueden explicarse por la
fisiología.
Un problema un tanto separado, al que se le ha prestado gran
atención en años recientes y que también se relaciona con el papel de la
fisiología en los trabajos de Freud sobre las neurosis, es el que se refiere al
origen de los modelos psicológicos de Freud. En La interpretación de los
sueños (1899) y en artículos ulteriores, Freud desarrolla teorías
psicológicas de procesos mentales que a menudo se parecen a conceptos
fisiológicos contemporáneos relativos a procesos del sistema nervioso.
Varios autores han observado esto y han llegado a la conclusión de que
las teorías psicológicas de Freud derivaban de estos conceptos
fisiológicos. Esto sugeriría que, aun si mi tesis es correcta y Freud insistió
constantemente en las interpretaciones psicológicas de los fenómenos
neuróticos, la fisiología no dejó de influir profundamente en su
percepción de las neurosis. Sin embargo, los argumentos emitidos por
estos autores están basados en premisas erróneas.
Siegfried Bernfeld, uno de los primeros en discutir el significado de
la fisiología en el trabajo de Freud sobre las neurosis, sugirió en los años
cuarenta que la formación médica de Freud lo había introducido a las
teorías del funcionamiento del sistema nervioso que más tarde servirían
de fundamento a sus modelos psicológicos. Bernfeld recalcaba la
existencia de una supuesta Escuela de Helmholtz, refiriéndose a un grupo
de fisiólogos (Emil Dubois-Reymond, Hermann Helmholtz, Carl Ludwig
y Ernst Brücke), originalmente discípulos de Johannes Müller en la
Universidad de Berlín, que, hacia 1850, se habían comprometido a ejercer
una fisiología basada exclusivamente en la química y la física. Brücke fue
más tarde profesor de fisiología en Viena, y Freud realizó sus primeras
7
investigaciones bajo su dirección. Bernfeld sostenía que muchos de los
principios freudianos de funcionamiento mental, en particular sus
conceptos de energía psíquica, derivaban de su aprendizaje con Brücke y
de la neurofisiología desarrollada por Brücke y sus colegas. 3
La publicación del "Proyecto" (1950) pareció fortalecer los argumentos de Bernfeld, ya que cierto número de conceptos de gran
importancia en la psicología ulterior de Freud son definidos en este
trabajo en términos fisiológicos. Además, los modelos de Freud en dicho
manuscrito guardan un cercano parecido con los presentados en un libro
de Sigmund Exner, asistente de Brücke y maestro de fisiología de Freud
en la universidad. Estas semejanzas entre los argumentos del "Proyecto"
(escrito en 1895) y el libro de Exner Entwurf zu einer physiologischen
Erklärung der psychischen Erscheinungen (1894) brindaron aún más apoyo a
la tesis de Bernfeld.
En años recientes, varios autores han seguido elaborando la teoría
de que los modelos psicológicos de Freud fueron influidos en gran parte
por los principios fisiológicos aprendidos de sus maestros, y para ello han
invocado el "Proyecto". Peter Amacher, en Freud's Neurological Education
and Its Influence on Psychoanalytic Theory (1965), desarrolla extensamente
este tema y sostiene que la formación de Freud en el campo de la
fisiología fue el factor más importante en la elaboración de sus conceptos
psicológicos.4 Otros autores han sostenido la misma opinión, incluyendo
a Raymond Fancher y Robert Holt. 5 Este último llega incluso a proponer
una total reestructuración de la teoría psicoanalítica apoyado en que las
teorías actuales están basadas originalmente en una fisiología pasada de
moda y, por lo tanto, deben ser a su vez anticuadas. 6
La postura extrema asumida por Amacher, Fancher y Holt puede
ser rebatida por cierto número de objeciones. La esencia de la psicología
freudiana es la noción de un conflicto entre dos sistemas psíquicos, y
estos escritores ignoran el hecho de que, a lo largo del siglo XIX, hubo
una tradición psicológica bien establecida —basada ampliamente en la
psicología de Johann Friedrich Herbart y muy independiente de la
Siegfried Bernfeld, "Freud's Earliest Theories and the School of Helmholtz", Psychoanalytic
Quarterly 13 (1944): 341-362.
4 Peter Amacher, Freud's Neurological Education and Its Influence on Psycho-analytic Theory,
Psychological Issues, vol. 4, núm. 4 (Nueva York, 1965).
5 Raymond Fancher, "The neurological Origin of Freud's Dream Theory", Journal of the
History of the Behavioral Sciences 7 (1971): 59-74; Robert R. Holt, "Freud's Biological
Assumptions", en Psychoanalysis and Current Biological Thought, ed. Norman S. Greenfield y
William C. Lewis (Madison, Wisconsin, 1965), pp. 93-121.
6 Holt, ibid.; véanse también los comentarios de Holt en "The concept of Psychic Energy", de
Arnold H. Modell, Journal of the American Psychoanalytic Association 11 (1963): 605 ss.
3
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fisiología— que recalcaba un conflicto entre entidades psíquicas. Freud
había leído mucho acerca de esta corriente y no cabe duda que ésta ejerció
una importante influencia en sus modelos. El concepto de divisiones en la
conciencia, que desempeñó un papel tan prominente en la psicología de
la hipnosis durante el siglo XIX, representó otra fuente para las teorías de
Freud sobre los múltiples sistemas psíquicos. Asimismo, existe una
antigua y muy difundida distinción filosófica entre "apetitos", por un
lado, y las fuerzas psíquicas que controlan e inhiben tales apetitos, por el
otro; tan pronto como Freud identificó las ideas y los impulsos sexuales
como la clave de las neurosis, esta tradición le brindó una fuente
adicional para sus formulaciones relativas a los sistemas psíquicos en
conflicto.
Pero lo más importante es que Amacher y los demás, en su énfasis
exagerado en la fisiología, ignoran por completo el papel de la
experiencia clínica de Freud en la formación de sus modelos teóricos.7
Aun suponiendo que todas las formulaciones de Freud se basan en
teorías anteriores, ya sean psicológicas o fisiológicas, no podemos
explicar sus elecciones entre las teorías existentes –por qué utilizó algunos
conceptos y rechazó otros— sin considerar sus experiencias clínicas. Por
ejemplo, si intentamos explicar la importancia que Freud atribuyó a la
sexualidad en sus teorías de las neurosis, podríamos observar que a lo
largo del siglo XIX muchos autores habían recalcado continuamente los
factores sexuales al discutir la etiología de la histeria. Freud estaba
familiarizado con esta literatura hacia 1886 y, sin embargo, de 1886 a 1894
rechazó las teorías sexuales e insistió en que la histeria era principalmente
hereditaria. Por consiguiente, el mero hecho de citar la literatura anterior
sobre la histeria y la sexualidad no arroja mucha luz sobre por qué Freud
acabó por insistir en la sexualidad. Esto sólo puede entenderse en el
contexto del trabajo clínico de Freud de 1892 a 1894 y el constante
resurgimiento de temas sexuales en las historias clínicas de sus pacientes.
Asimismo, si bien podemos citar numerosas teorías de conflicto
intrapsíquico que pueden haber influido en Freud, no podemos entender
su elección de teoría y los cambios en la misma en el curso de sus
primeros trabajos sobre las neurosis sin considerar sus experiencias
clínicas.
Sin embargo, estas observaciones —del hecho de que las teorías de
Freud sobre el conflicto psíquico surgieron principalmente a partir de sus
experiencias clínicas y de las formulaciones de la psicología contemporáLa incapacidad de Amacher para apreciar la importancia de la experiencia clínica de Freud
es señalada por Stanley W. Jackson en su reseña del libro de Amacher: Journal of the History
of Medicine, 1966, pp. 202-203.
7
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nea, y de que la fisiología desempeñé un papel muy reducido en el
desarrollo de dichas teorías— no resuelven del todo el problema de las
influencias fisiológicas en el pensamiento de Freud. Todavía nos queda
por responder al argumento de Bernfeld de que la neurofisiología
proporcionó los principios del funcionamiento mental que Freud utilizó
en el "Proyecto" yen La interpretación de los sueños al tratar de colocar su
concepto de conflicto psíquico dentro de una psicología general de los
procesos mentales. Pero este argumento también puede ser refutado. Los
principios que Freud introduce en términos fisiológicos en el "Proyecto" y
que tanto se parecen a sus modelos psicológicos ulteriores estaban
efectivamente muy difundidos en la neurofisiología de su tiempo; se
pueden encontrar, de hecho, en los trabajos de muchos fisiólogos
europeos y no se relacionan en particular con ninguna escuela de
Helmholtz, como lo sugieren Bernfeld y Amacher. Pero estos principios
derivaban principalmente de observaciones de comportamiento, y los
fisiólogos no hablan hecho en gran parte sino verter el material de
comportamiento al lenguaje de su ciencia. Por ejemplo, las nociones
relativas a la función refleja del sistema nervioso y a la proporcionalidad
entre el estimulo nervioso y la respuesta nerviosa se inspiraban en gran
medida en fenómenos de comportamiento muy conocidos relacionados
con la tendencia de un organismo a reaccionar automática y precisamente
a las alteraciones. Además, estos conceptos aparecen con amplitud en la
literatura psicológica de la época y la mayor parte del tiempo eran
considerados sencillamente como principias psicológicas. Se expresaban
en términos fisiológicos en el "Proyecto" porque Freud se interesaba en
ese momento en la construcción de modelos fisiológicos; pero no estaban
en absoluto relacionados intrínsecamente con la fisiología. Por
consiguiente, hay pocas bases para afirmar que la neurofisiología
desempeñó un papel primordial en la formación de la psicología de
Freud simplemente porque estos conceptos vuelven a aparecer en forma
psicológica en el trabajo ulterior de Freud.
La bibliografía de que disponía Freud y a la que recurrió para la
formulación de sus teorías no se limitaba a los trabajos sobre psicología y
psicodinámica, o a los numerosos libros y artículos sobre neurosis producidos por el tan difundido interés en estas enfermedades. En el presente
estudio, también paso revista a la literatura sobre los sueños, sobre la sexualidad y sobre otros temas pertinentes, de la que Freud disponía
igualmente y que a menudo contiene conceptos e hipótesis que se
asemejan mucho a los modelos freudianos, como ocurre con los trabajos
sobre las neurosis y sobre la psicodinámica. Pero después de haber
demostrado las muchas similitudes entre el trabajo de Freud y el de otros
10
autores, no nos queda sino preguntarnos qué es lo que constituye el
carácter único o especial de las formulaciones de Freud y cómo explicar el
efecto extraordinario y de tanto alcance que han tenido sus teorías en él
pensamiento moderno.
Muchas de las ideas fundamentales que aparecen de modo notable
en las teorías de Freud y que han acabado por asociarse con su nombre
pueden encontrarse en los trabajos de muchos autores. Esto es cierto, por
ejemplo, respecto de la idea de un inconsciente y de una sexualidad
infantil. Un estudio minucioso de los modelos de Freud que arrojara una
lista de conceptos básicos incluirla, de hecho, relativamente pocos
conceptos que no hubiesen aparecido de alguna manera en los trabajos de
autores anteriores. Por tanto, es necesario ir más allá de estos conceptos
fundamentales para entender la contribución de Freud y explicar su
considerable influencia. Pero esta observación es poco sorprendente. Los
modelos científicos en general, por más "revolucionarios" que sean, están
hechos esencialmente de principios ya aceptados por la comunidad
científica ala que están dirigidos los modelos. Esto debe ser
particularmente cierto para teorías como las de Freud, que recibieron una
entusiasta acogida en periodos relativamente cortos, ya que una acogida
semejante es inconcebible a no ser que la gente ya se esté planteando las
preguntas a las que la teoría trata de responder y esté ya de alguna
manera preparada para las respuestas que ofrece la teoría. Los modelos
de Freud nunca habrían logrado su rápido ascenso a tan extraordinaria
prominencia en psiquiatría si no hubiese existido ya un marcado interés
en las neurosis y si cierto número de principios, tales como el concepto de
ideación inconsciente y la noción de etiología sexual de las neurosis, no
hubiesen surgido ya como temas difundidos en la teoría
neuropsiquiátrica.
El trabajo de Freud fue acogido muy favorablemente tanto fuera de
la neuropsiquiatría como dentro de esa disciplina. El interés por las
teorías de Freud fuera de la comunidad médica se desarrolló particularmente a raíz de su publicación de La interpretación de los sueños (1899).
Pero esta respuesta también habría sido imposible de no haber existido
una convergencia entre cierto número de conceptos básicos de Freud y
temas culturales y sociales muy difundidos en aquel entonces, así como
conceptos sobresalientes en varias disciplinas ajenas a la medicina, tales
como la psicología no médica y la antropología. Así por ejemplo, el
choque entre necesidades individuales y reglas y restricciones sociales, y
el conflicto relacionado con él, entre los elementos irracionales de la
personalidad humana y el hombre como ser racional y disciplinado, eran
temas sobresalientes en las artes y en la crítica social durante esa época, y
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el trabajo de Freud llamó la atención en muchos círculos intelectuales en
gran medida porque su concepto de conflicto entre impulsos sexuales
inconscientes y un comportamiento y un pensamiento conscientes,
socialmente más aceptables, parecía encajar bien con aquellos temas.
Un examen de las revistas médicas muestra que dentro de la
psiquiatría existía un considerable interés por la obra de Freud desde los
tiempos de su publicación con Josef Breuer de los Estudios sobre la histeria
(1895). Este interés aumentó aún más con la publicación de La
interpretación de los sueños (1899) y los Tres ensayos para una teoría sexual
(1905). La imagen presentada en la biografía de Ernest Jones y muchos de
los propios comentarios de Freud, según la cual estos primeros estudios
fueron por lo general pasados por alto o advertidos tan sólo para ser
condenados, es una deformación. Estos artículos despertaron en realidad
un notable y excepcional interés en los periódicos, y las reseñas contienen
muy a menudo efusivos elogios a las formulaciones de Freud. 8
Además, en tanto que varios eminentes psiquiatras afirmaban en
tales artículos que el trabajo de Freud representaba una significativa
contribución a ese campo, un buen número de médicos más jóvenes
comprendía que el trabajo de Freud era mucho más que eso, que abría
realmente nuevas e importantes perspectivas para la psiquiatría. Esta
reacción se fue acelerando a lo largo de las siguientes décadas.
Si, como lo sugiero, un difundido interés en temas tales como el
desdoblamiento de la conciencia en la histeria y la etiología sexual de las
neurosis era un requisito necesario para la entusiasta acogida que obtuvo
el trabajo de Freud, la clave de esta respuesta, y de lo que hay de especial
en las teorías de Freud, radica en su modificación de las fórmulas
corrientes relativas a estos temas yen su integración de las fórmulas revisadas en una teoría general unificada. En contraste con los autores que
consideraban la ideación inconsciente en la histeria como el producto de
alguna anormalidad neurológica, o con quienes interpretaban las "ideas
inconscientes" tan sólo como todas aquellas ideas temporalmente
excluidas de la conciencia debido a su inconexión con la línea de pensamiento del individuo, Freud desarrolló el concepto de defensa y de un
inconsciente poblado de ideas selectivamente reprimidas de la conciencia
Aparecen discusiones acerca de la recepción crítica de los primeros trabajos de Freud en J.
H. Schultz, "Psychoanalyse. Die Breuer-Freudschen Lehren, ihre Entwicklung und
Aufnahme", Zeitschnft für angewandte Psychologie 2 (1909): 440-497; Ilse Bry y Alfred H.
Rifkin, "Freud and the History of Ideas; Primary Sources, 1886-1910", Science and
Psychoanalysis (Nueva York, 1962), 5: 6-36, y Hannah Decker, "The Medical Reception of
Psychoanalysis in Germany, 1894-1907: Three Brief Studies", Bulletin of the History of
Medicine 45 (1971); 461-481. Parte de este material también es reseñado en Henri Ellenberger,
The Discovery of the Unconscious (Nueva York, 1970), pp. 771-772, 783-784, 792-793.
8
12
a causa de su índole particularmente dolorosa y perjudicial. Insistió además en que tales ideas tienen invariablemente alguna significación sexual
y que, aun después de haber sido reprimidas, siguen desempeñando un
papel en la vida psíquica. En La interpretación de los sueños y en muchos
otros trabajos, tales como La psicopatología de la vida cotidiana (1901), Freud
demostró cómo podía usarse este modelo para explicar no sólo los
fenómenos neuróticos sino también los procesos psíquicos normales. Por
añadidura, modificó y adaptó opiniones en curso acerca de la sexualidad
durante la infancia e integró su teoría de la etiología sexual de las
neurosis en una teoría general del desarrollo sexual humano desde la
infancia. De este modo, Freud elaboró un nuevo sistema, unificado y
elegante, que incorporaba teorías de las neurosis, de la psicodinámica
normal y de la sexualidad. Esta integración de tantos elementos básicos
inconexos, esta reunión de tantos cabos sueltos en un sistema coherente y
amplio, es lo que resultaba tan notable y tan excepcional y lo que explica,
más que cualquier otro factor, la extraordinaria acogida que recibieron las
formulaciones de Freud. Este es el factor principal de sus triunfos en los
círculos médicos y extramédicos.
Entre los psiquiatras, la principal crítica dirigida en contra de las
teorías de Freud era que su fórmula para la etiología de las neurosis resultaba burda generalización basada en pruebas clínicas insuficientes. Las
críticas argüían que, cualquiera que fuese la situación en algunos casos
individuales, era muy poco probable que todos los casos de histeria se debieran a impulsos sexuales reprimidos. Pero la perspectiva de una teoría
general resultaba muy atractiva, y la fórmula de Freud ejerció considerable influencia, en particular entre los muchos médicos que ya habían
reconocido la importancia de las ideas inconscientes y cuya experiencia
clínica apoyaba la conocida asociación entre sexualidad e histeria. Esta
influencia fue acrecentada por la demostración de Freud de cómo podía
usarse su concepto de represión para explicar una gran variedad de
fenómenos psíquicos normales. A este respecto, reviste particular importancia La interpretación de los sueños, en que Freud respaldaba sus
fórmulas psicodinámicas aplicándolas de manera notable al análisis de un
gran número de sueños. También demostró cómo sus fórmulas
reconciliaron e integraron la gran cantidad de teorías opuestas acerca de
la formación de los sueños presentes en la literatura, explicando todos los
fenómenos que esos otros modelos trataban de elucidar. La teoría de la
sexualidad de Freud sirvió para aumentar el atractivo de su teoría de la
neurosis. En Tres ensayos para una teoría sexual, Freud integró su concepto
de los impulsos sexuales reprimidos en una teoría general de la sexualidad infantil y defendió esta teoría mostrando cómo incorporaba
13
conocimientos en curso relativos a la sexualidad infantil, ofreció un
amplio análisis del desarrollo sexual normal y brindó una explicación de
las perversiones sexuales que reconciliaba las muchas opiniones opuestas
de los psiquiatras acerca de este difundido tema.
Las teorías combinadas de Freud sobre las neurosis, la
psicodinámica normal y la sexualidad brindaban explicaciones tan
consistentes y relacionadas entre sí para tantos fenómenos psíquicos
complejos y fundamentales, eran tan apremiantes en su simplicidad y su
alcance que despertaron y acrecentaron el interés entre los psiquiatras a
pesar de la escasa verificación clínica de la teoría de la neurosis y las
dificultades y limitaciones en la aplicación de la teoría y de la técnica
analítica a la cura de los pacientes neuróticos. La teoría completa provocó,
entre psiquiatras y otros, una reacción cuyo espíritu fue plasmado acaso
del mejor modo por Albert Einstein en una carta a Freud con motivo de
su octogésimo aniversario (1936). El sabio alemán empieza así:
No cabe duda que usted no ha facilitado a los legos escépticos
formarse un juicio independiente [acerca de la justeza de sus
teorías]. Hasta hace poco sólo podía yo comprender el poder
especulativo del curso de su pensamiento, junto con su enorme
influencia en la Weltanschauung de la presente era, si no me
encontraba en posición de formarme una opinión definida acerca
de cuánta verdad contiene.
Einstein continúa diciendo, sin embargo, que ha escuchado
recientemente hablar de ciertos sucesos que en su opinión desafían
cualquier otra explicación que no sea la ofrecida por las teorías de Freud.
Concluye: "Estuve encantado de encontrarme con [estos casos], ya que
siempre resulta satisfactorio cuando una grande y bella concepción
demuestra estar acorde con la realidad".9
Citado por Ernest Jones, The Life and Work of Sigmund Freud, 3 vols. (Nueva York, 1953), 3:
203.
9
14
VII. EL "PROYECTO DE UNA PSICOLOGÍA PARA NEURÓLOGOS"
DE FREUD
HACIA LAS ESPECULACIONES SOBRE LA FISIOLOGÍA DE LA MENTE
A finales de 1895, Freud dedicó considerables esfuerzos a elaborar
explicaciones fisiológicas para los fenómenos psicológicos. Por supuesto,
había evitado sistemáticamente tales modelos en sus estudios sobre la
hipnosis y la histeria, y su única incursión anterior en la fisiología de los
fenómenos psicológicos (o psicofisiología) eran algunas observaciones
sobre el aparato del habla en La afasia. Esta inversión de la antigua
tendencia en Freud de evadir lo que había caracterizado como
especulación fútil fue motivada principalmente por su trabajo sobre la
neurastenia y la neurosis de angustia y su intento de construir una teoría
general de las neurosis.
Freud no deseaba limitar su teoría de las neurosis únicamente a
consideraciones etiológicas, al argumento de que diferentes factores
sexuales eran la causa específica de cada uno de esos síndromes. También
esperaba desarrollar una teoría unificada de los procesos patológicos —
las etapas intermedias — por los cuales las diversas noxas sexuales
producen síntomas neuróticos. Pero la patología de la neurastenia y la
angustia, según Freud, sólo entrañaba mecanismos fisiológicos y sólo
podía explicarse en términos fisiológicos. Esto sugirió que cualquier
teoría general de los procesos patológicos tendría que elaborarse también
en términos fisiológicos, y que, por lo tanto, sus modelos psicológicos de
la histeria y las obsesiones habían de ser transpuestos en neurodinámica.
Había afirmado que la angustia y la neurastenia entrañan,
respectivamente, excesos y reducciones de "excitación sexual somática"; la
construcción de una teoría integrada parecía exigir que la histeria y las
obsesiones fuesen explicadas asimismo como manifestaciones de una
excitación sexual somática.
La búsqueda de Freud de una patología general de las neurosis, y su
incursión en la teorización psicofisiológica, fueron estimuladas por cierto
número de observaciones clínicas. La experiencia clínica de Freud
indicaba, en particular, que la histeria suele aparecer en combinación con
la neurastenia o la neurosis de angustia, en especial esta última:
Las neurosis más frecuentes son, en su gran mayoría, "mixtas".
No son tampoco raras las formas puras de neurastenia y neurosis
de angustia, sobre todo en personas jóvenes. En cambio, es difícil
hallar formas puras de histeria y de neurosis obsesivas, pues estas
1
dos neurosis aparecen combinadas, por lo general, con la de
angustia... Resulta, con respecto a la histeria, lo que sigue: 1. No es
posible considerarla aisladamente, separándola del conjunto de las
neurosis sexuales esto es, la neurastenia y la angustia. 2. En
realidad, no representa sino un solo aspecto del complicado caso
neurótico. 3. Sólo en los casos límites llega a presentarse como una
neurosis aislada, y puede ser tratada como tal1.
Esto sugirió a Freud que los cambios en la excitación sexual somática
que supuestamente subyacen a la neurastenia y la neurosis de angustia
podían en verdad tener una importancia fundamental para la patogénesis
de la histeria. Durante los meses que precedieron el desarrollo de su
teoría de los traumas sexuales infantiles (mencionados por primera vez
en octubre de 1895), cuando Freud todavía se esforzaba por explicar cómo
unos encuentros sexuales aparentemente nimios podían llevar a la
histeria, resultó que los cambios fisiológicos provocados por las neurosis
sexuales podían servir de factor esencial de predisposición. Pero, aun
después de formular la tesis de que los enfermos histéricos y obsesivos
habían sufrido siempre graves traumas sexuales infantiles, y que dichos
traumas eran la fuente principal de su enfermedad, siguió pensando que
los efectos somáticos de una neurastenia o una neurosis de angustia
podían desempeñar un importante papel en la neuropsicosis.
Freud ya había declarado antes, por supuesto, que había elementos en
la patogénesis de la histeria que no podían ser dilucidados por la
psicología y que requerían explicaciones neurodinámicas, y sin embargo
no había intentado anteriormente formular modelos fisiológicos. Pero
esto se debía en parte a que, si bien había mantenido que la psicología por
sí sola no podía brindar un entendimiento cabal de la histeria, no había
dejado de creer que el principal mecanismo patogénico en la histeria —los
medios por los cuales un trauma psíquico conduce a los síntomas
histéricos— puede ser explicado en términos psicológicos. La fisiología
podía requerirse para explicar el origen de los estigmas histéricos, o para
explicar la "facultad de conversión" — la tendencia a convertir el afecto en
síntomas histéricos somáticos— que era lo que, según Freud, distinguía a
la histeria de las obsesiones; pero la defensa y la represión, así como las
primeras fórmulas de Freud para el mecanismo patogénico que subyace a
los síntomas histéricos, parecían sujetas exclusivamente a discusiones
psicológicas. En cambio, los actuales problemas tocantes al papel de la
fisiología en la histeria y las neurosis con ella relacionadas —los
1
Freud, en Freud y Breuer, Estudios sobre la histeria, Obras Completas, t. I, p. 140.
2
problemas planteados por la presencia de "neurosis simples'", en particular la angustia, en prácticamente todos los enfermos histéricos—
ponía en tela de juicio explícitamente el concepto freudiano de represión
y sugería que los modelos puramente psicológicos de la represión no
bastarían después de todo. La neurosis de angustia, según Freud, entraña
una acumulación de excitación sexual somática. La enfermedad se
desarrolla cuando la excitación es desviada de la esfera psíquica y
convertida en síntomas de angustia. En el "Manuscrito E" (escrito
probablemente en el verano de 1894), Freud ofrecía varias explicaciones
de por qué ocurre tal desviación, relacionándola con las pautas sexuales
específicas que explicaban la insuficiente descarga sexual del enfermo y
su acumulación de excitación. En el primer artículo sobre la neurosis de
angustia (enero de 1895), declara simplemente que todas las pautas
sexuales que llevan a la neurosis de angustia entrañan una satisfacción
insuficiente, y la excitación sexual acumulada tan sólo se desvía hacia
caminos que ofrecen mayores posibilidades de descarga. Es obvia la
analogía con la defensa y la represión en la histeria y en la neurosis
obsesiva. La defensa y la represión en las neuropsicosis también son
supuestamente medios de desviar la excitación fuera de las salidas
normales y hacia caminos donde pueda lograrse más fácilmente la
descarga. Freud señala esta analogía en su correspondencia con Fliess, y
utiliza el término defensa para explicar la desviación de la excitación en
algunos enfermos de neurosis de angustia. La principal distinción, según
Freud, es que en las neuropsicosis lo que se acumula y desvía es la
excitación psicológica, mientras que en la neurosis de angustia es la excitación somática. Pero habiendo observado, como lo declara en Estudios
sobre la histeria, que casi todos sus pacientes histéricos presentan historias
de descarga sexual muy limitada y manifiestan síntomas de angustia,
Freud dedujo que quizá la acumulación de excitación sexual somática en
estos enfermos era un factor en su defensa y represión histérica.
Esta posibilidad era particularmente atractiva pues ayudaría a
resolver una de las mayores dificultades en la teoría freudiana de las
neuropsicosis. Freud no había podido explicar hasta entonces por qué los
traumas sexuales eran tan singularmente perniciosos. Con su desarrollo
de la teoría del trauma sexual infantil en el otoño de 1895, creía haber
descubierto por fin unos factores etiológicos suficientemente nocivos para
causar ulteriormente una enfermedad; pero seguía siendo incapaz de
explicar por qué otras formas de trauma psíquico — un desacuerdo con
un amigo, por ejemplo — no podían causar del mismo modo represión e
histeria. Freud reconocía que algunos factores sociológicos, en particular
la moralidad contemporánea, habían proporcionado una importancia
3
especial a la sexualidad. Pero tales factores, en opinión de Freud, no
podían haber otorgado un estatuto tan singular al trauma sexual. Le
pareció a Freud que la explicación debía residir en la esfera de las
funciones sexuales somáticas, y la presencia de la neurosis de angustia en
la mayoría de los casos de histeria confirmaba esta opinión. Freud
especula en un manuscrito enviado a Fliess en enero de 1896 ( "Manuscrito
K"):
Sin duda nos hallaremos hundidos en los enigmas más
profundos de la psicología al preguntarnos sobre el origen del
displacer esto es, la molestia ocasionada por las ideas intolerables
que sería suscitado por la estimulación sexual prematura y sin el
cual no podría explicarse la ocurrencia de la represión. La
respuesta más directa nos dirá que el pudor y la moralidad son las
fuerzas represoras... Mucho me temo, sin embargo, que esta
explicación no resistirá a un examen más detenido... A mi juicio,
debe existir en la vida sexual una fuente independiente para la
provocación del displacer; una fuente que, una vez establecida, es
susceptible de activar las percepciones repugnantes, de prestar
fuerza a la moral, y así sucesivamente. Me atengo al prototipo de la
neurosis de angustia en el adulto, donde también interviene una
cantidad originada en la vida sexual que causa un trastorno en el
psiquismo, cuando de no haber sido por la frustración de salidas
sexuales normales normalmente habría hallado una aplicación
distinta en el proceso sexual. Mientras no dispongamos de una
teoría correcta de este proceso, quedará irresuelto el problema del
origen del displacer que actúa en la represión. 2
El asignar un papel determinante a la excitación sexual somática en el
desarrollo del displacer y en la emergencia de la defensa y la represión
histérica parecía brindar una posible resolución de la dificultad.
El modelo de Freud para la neurosis de angustia también proporcionó
otra motivación para sus especulaciones psicofisiológicas. Durante el
periodo en que escribía la "Comunicación preliminar " (publicada en enero
de 1893), Freud consideraba la supresión histórica de recuerdos
perturbadores como meras instancias de la inhibición psíquica normal
que se emplea constantemente para deshacerse de ideas molestas o .que
distraen. El elemento patológico, según Freud, era la falta de inhibición
de los enfermos histéricos. Esto ocurría debido a una "tendencia a la
2
Freud, "Manuscrito K", 1° de enero de 1896. Los orígenes, Ibíd., t. III, p. 3534.
4
disociación de la conciencia", que permitía que la idea perturbadora
evitara. la inhibición por la conciencia primaria y ejerciera una influencia
anormal en el pensamiento y la conducta. Cuando Freud formuló su
teoría de la defensa durante el año siguiente, su punto de vista sobre la
relación entre la represión histérica y la inhibición normal cambió
radicalmente. Al reconocer que los recuerdos implicados en la generación
de los síntomas histéricos son de naturaleza excepcionalmente
perturbadora y amenazadora, Freud declaró que la reacción del yo a tales
recuerdos tiene muy poco que ver con la inhibición normal. Consideraba
ahora la represión como un proceso distinto y completamente patológico,
y pensaba que los síntomas de la histeria, en particular las conversiones
somáticas, eran el resultado directo del mero acto de represión. Empero,
con el desarrollo de su modelo para la neurosis de angustia, la distinción
entre la represión y la inhibición se borró. Freud creía que la neurosis de
angustia era causada por una satisfacción sexual insuficiente y que
entrañaba un proceso, muy semejante al de la defensa y represión
histérica, por el cual la excitación sexual se desvía de la esfera psíquica y
se convierte en síntomas somáticos. Pero la desviación de la excitación
sexual fuera de la psique durante períodos en que la satisfacción es
inasequible parecería ser una función normal de la inhibición psíquica.
Desviar los pensamientos de uno de impulsos que no pueden ser
satisfechos de inmediato es en verdad un proceso normal, cotidiano. ¿La
neurosis de angustia es acaso simplemente el resultado patológico de una
inhibición continua y prolongada? Esta hipótesis era insostenible si Freud
deseaba mantener que la conversión es el resultado de un proceso
patológico único; y sin embargo, parecía imposible sostener que la
neurosis de angustia entraña un mecanismo claramente distinto de la
inhibición normal. Freud esperaba que un esclarecimiento de la relación
entre angustia e histeria resolvería el dilema y restablecería la distinción
entre represión e inhibición.
Estos problemas planteados por los estudios de Freud sobre las
neurosis simples —en particular, los problemas de definir la relación de
la represión con la excitación sexual somática y de diferenciar la represión
de la inhibición— fueron la principal motivación de la incursión de Freud
en la psicofisiología durante 1895. Freud redefinió la defensa para incluir
tanto la inhibición (defensa normal) y la represión (defensa patológica), y
escribió acerca de sus especulaciones psicofisiológicas: "Realmente, yo
sólo quería explicar la defensa".3
El "Proyecto de una psicología para neurólogos", el manuscrito que se
3
Freud a Fliess, 16 de agosto de 1895, Los orígenes, Ibíd., p. 3518.
5
conserva de la teorización fisiológica de Freud, fue escrito en septiembre
y octubre de 1895, y consta de tres partes. La primera se ocupa
principalmente de establecer los fundamentos fisiológicos de la inhibición
psicológica normal. La discusión también abarca la disposición normal de
la excitación exógena (esto es, la excitación derivada del impacto de
estímulos externos sobre el organismo) y la utilización normal de
excitación endógena (excitación generada por los propios procesos
orgánicos y relacionada con instintos innatos, tales como el hambre, la
búsqueda de oxígeno y de satisfacción sexual). El segundo capítulo de
Freud se dedica a una explicación neurodinámica de la represión y la
patogénesis de la histeria. Aquí es donde trata de establecer la distinción
entre represión e inhibición. También considera la base fisiológica para la
presencia casi invariable de neurosis simples en enfermos histéricos, y
para la patogenia particular del trauma sexual.
En la tercera y última parte, Freud amplía su modelo neurofisiológico
para incluir procesos psíquicos normales tales como el pensamiento y la
cognición. El principal objeto de esta sección es dilucidar más
profundamente el mecanismo de la inhibición normal y demostrar cómo
este proceso inhibitorio sirve de fundamento para todo el funcionamiento
mental.
La primera mención de Freud de su nuevo interés por las especulaciones psicofisiológicas aparece en una carta a Fliess del 27 de abril de
1895, tres meses después de la publicación de su primer artículo sobre la
neurosis de angustia y aproximadamente seis semanas después de haber
terminado la última sección de Estudios sobre la histeria. En cartas
ulteriores hay comentarios acerca del progreso de sus especulaciones. El 6
de agosto escribe: "creo haber llegado a la comprensión de la defensa
patológica [o sea, la represión], y con ella de muchos importantes
procesos psicológicos". Unos pocos días más tarde se muestra más
pesimista4. Pero en todo caso, no ha sobrevivido ninguna de sus notas
sobre psicofisiología de aquellos meses y resulta imposible juzgar cómo
progresó su pensamiento durante ese periodo.
A principios de septiembre, según Ernest Jones, Freud fue a Berlín a
visitar a Fliess, y sus conversaciones le inspiraron tanto que se puso a
escribir el "Proyecto" en el tren de regreso a casa5. Freud anota en una
carta del 23 de septiembre: "Todavía en el tren comencé una breve síntesis
de la ΦΨΩ [símbolos utilizados en el "Proyecto"], destinada a que tú la
critiques, y ahora la continúo en mis horas libres y en los entreactos de mi
Freud a Fliess, 27 de abril de 1895, 6 de agosto de 1895 y 16 de agosto de 1895 Los orígenes,
Ibíd., pp. 3515, 3517 y 3518
5 Jones, Sigmund Freud, 1:381.
4
6
práctica profesional"6. Pero la decisión de desarrollar sus modelos
fisiológicos en un extenso manuscrito no fue simplemente el resultado de
las conversaciones con Fliess. La formulación de la teoría freudiana de los
traumas sexuales infantiles, durante las semanas siguientes a su visita,
fue sin duda alguna un factor más importante en la elaboración del
"Proyecto". La primera carta de Freud a Fliess anunciando la teoría del
trauma infantil es del 8 de octubre, pero la teoría ocupa un lugar central
en su discusión de la psicopatología en la segunda sección del "Proyecto",
escrita probablemente una o dos semanas antes. El concepto de los
traumas sexuales infantiles era importante para el "Proyecto" porque
sugería nuevos enfoques a los problemas de la distinción entre represión
e inhibición y la relación de la represión con la excitación sexual somática.
En la mayoría de los traumas psíquicos, la propia experiencia es mucho
más penosa que su evocación. Inmediatamente después de formular su
teoría del trauma infantil, Freud sugiere que, en el caso de abuso sexual
infantil, lo contrario es cierto. El niño, cuya sexualidad aún no está
desarrollada, tolerará con poca perturbación experiencias cuyo recuerdo,
después de la pubertad y del despertar de la sexualidad, entrañará una
aflicción significativamente mucho mayor. Freud propone que este
arreglo peculiar, en que el recuerdo es más perturbador que el suceso, es
el factor que induce la defensa patológica en vez de la normal (o sea, la
represión en vez de la inhibición). También mantiene que la generación
de ciertas cantidades de excitación sexual somática en la pubertad es lo
que altera específicamente la respuesta del psiquismo a los recuerdos
sexuales infantiles. Estas nociones constituyen la base de la discusión de
la histeria en el "Proyecto" de Freud.
El manuscrito sobreviviente fue completado durante la primera
semana de octubre de 1895. La fecha que encabeza la tercera parte es el 5
de octubre, y Freud envió el trabajo, en dos cuadernos, a Fliess el 8 de
octubre. Freud habló en una carta adjunta de otro cuaderno, dedicado
más específicamente a la represión, pero éste no sobrevivió. El único
material adicional relativo a las especulaciones psicofisiológicas del
"Proyecto" aparece en una carta a Fliess escrita el 1º de enero de 1896, en
que Freud dedica varias páginas a revisar su modelo neurodinámico
básico.7
ALGUNOS CONCEPTOS BÁSICOS
6
7
Freud a Fliess, 23 de septiembre de 1895, Los orígenes, Ibíd., p. 3518.
Freud a Fliess, 1º de enero de 1896, Ibíd.., p. 3529.
7
Las teorías psicofisiológicas del "Proyecto" se basan en nociones
comunes contemporáneas de la función cerebral, en particular en
conceptos relativos a la naturaleza refleja de la actividad cerebral y la
importancia de los fenómenos cerebrales inhibitorios. Las especulaciones
de Freud se parecen en cierta medida al modelo neurodinámico
formulado por Breuer en Estudios sobre la histeria, así como a las teorías
mucho más detalladas y completas desarrolladas por Sigmund Exner en
su Entwurf zu einer physiologischen Erklarung der psychischen Erscheinungen
(1894). Pero los tratados psicofisiológicos gozaban de gran difusión en
aquella época y eran escritos por numerosos neuropsiquiatras, fisiólogos
y psicólogos por toda Europa, y dichos tratados procedían en forma
característica de los mismos principios que el "Proyecto" e incluían
modelos similares a los de Freud. No cabe duda de que Freud estaba
familiarizado con muchos de tales trabajos —al principio del "Proyecto"
declara que "actualmente se emprenden muchos intentos de esta
especie"8— y resultaría poco fundado atribuir alguna importancia
especial a las especulaciones de sus colegas vieneses en la formación de
sus teorías.
Freud comienza introduciendo el concepto de una cantidad de
excitación nerviosa, o Q9. La cuantificación de la excitación nerviosa se
justifica, según Freud, por observaciones clínicas. Los casos de histeria y
de neurosis obsesiva, sostiene, demuestran claramente una
proporcionalidad entre la intensidad de los traumas patogénicos — los
"estímulos" que inducen las neurosis — y la magnitud de los síntomas
ulteriores; y esta proporcionalidad sugiere que se puede hablar de
cantidades de estímulos y de respuesta. Tales observaciones fueron la
base de la anterior cuantificación de la excitación psíquica por parte de
Freud, y ahora simplemente transpone el modelo psicológico anterior en
términos fisiológicos. Las mismas consideraciones clínicas también
habían llevado a Freud a formular su principio de constancia, el concepto
de que el organismo lucha por descargar el exceso de excitación y por
mantener su montante de excitación en un nivel constante, y a esto
también se le da ahora una interpretación neurodinámica. Freud propone
como un primer principio que los nervios tienden a despojarse de Q.
Freud, "Proyecto de una psicología para neurólogos" (1895), Obras Completas, t. I, p. 211.
Freud también usa la designación Q'n. La distinción entre Q y Q'n parece serla siguiente: la
primera representa cantidades de excitación de la magnitud implicada en la estimulación
sensorial externa, mientras que Q'n denota órdenes de magnitud internos, intercelulares.
Pero esta diferencia no es claramente definida y el uso de Freud es bastante ambiguo. Por
tanto, se ignorará la distinción entre Q y Q'n en esta presentación, y sólo se utilizará el
término Q.
8
9
8
Los fisiólogos que estudian los reflejos del sistema nervioso también han
observado sistemáticamente una proporcionalidad entre el estímulo y la
respuesta. El fisiólogo Charles Richet escribía, por ejemplo: "En un
movimiento reflejo simple [como el de un sapo decapitado], siendo todas
las condiciones, en otro respecto, iguales en la irritabilidad de los
conductores nerviosos, los centros nerviosos y los músculos, la reacción
refleja es directamente proporcional a la intensidad de la excitación"10.
Asimismo, tales observaciones habían sugerido que la excitación nerviosa
puede cuantificarse y que existe una tendencia a liberar de excitación al
sistema nervioso. Por consiguiente, el concepto de cantidades de
excitación, y la noción de que la excitación nerviosa se mantiene en un
nivel constante, eran elementos comunes en las especulaciones
neurofisiológicas durante la última parte del siglo XIX.
Freud integró su teoría de la excitación nerviosa con la teoría neuronal
de la estructura del sistema nervioso. El término célula nerviosa utilizado
en la segunda mitad del siglo XIX se refería solamente al cuerpo de la
célula nerviosa; la relación del cuerpo de la célula con los diversos
apéndices, en particular los axones, era objeto de gran controversia. Sin
embargo, en 1886 Wilhelm His presentó los resultados de estudios
microscópicos que demostraban el desarrollo embrionario del axón fuera
del cuerpo de la célula, e investigaciones ulteriores fortalecieron el
enfoque de que el cuerpo de la célula y sus apéndices comprenden una
sola unidad celular. En 1891, Wilhelm Waldeyer publicó un artículo en
que reseñaba las pruebas a favor de su tesis, y acuñó el término neurona
para designar la unidad celular nerviosa 11. Freud utiliza la teoría de la
neurona en el "Proyecto":
El sistema neuronal está formado por neuronas discretas,
homólogas en su estructura, que contactan entre sí a través de una
sustancia intermedia extraña, que terminan las unas en !as otras
como si lo hicieran sobre trozos de tejido extraño [por ejemplo,
tejido muscular] y en las cuales se hallan preestablecidas
determinadas direcciones de conducción, ya que reciben estímulos
a través de las prolongaciones celulares [dendritas] y los emiten
por un cilindroeje [axón]12.
Richet. "Les reflexes psychiques", Revue Philosophique, 1888, pp. 225-237, 387-422, 500-528.
Wilhelm Waldeyer, "Ueber einige neuere Forschungen im Gebiete der Anatomie des
Centralnervensystems", Berliner klinische Wochenschrift, 1891, p. 691.
12 Freud, "Proyecto", Obras Completas, t. I, p. 213-214.
10
11
9
Según Freud, las neuronas pueden ser cargadas, o "catectizadas" 13 con
cierta cantidad de excitación. De conformidad con el principio de inercia
—el equivalente neurodinámico del principio de constancia— una
neurona tendería a despojarse de tales catexias, y esto sugiere a Freud el
concepto de una corriente Q que pasa dentro de la neurona a través de
sus procesos celulares y sale a través de su axón. Sin embargo, la
observación de que los estímulos no siempre producen respuestas
inmediatas indica que Q es a menudo retenido dentro del sistema. Esto
lleva a Freud a formular la hipótesis de las "barreras de contacto".
Freud sugiere que la retención de Q dentro de una neurona es el
resultado de resistencias neuronales al paso de las corrientes Q. Dichas
resistencias, según cree, se localizan en los puntos de contacto entre
neuronas, y por tanto las denomina barreras de contacto. Pero la
resistencia presentada por una barrera de contacto puede modificarse, y
tales modificaciones son, según Freud la base fisiológica tanto del
aprendizaje como de la memoria. El paso de Q a través de una barrera
tiene por efecto disminuir la resistencia en la barrera al paso ulterior de Q
adicional, y por consiguiente una Q ulterior puede pasar más fácilmente:
"El propio proceso de conducción crea... una mejor capacidad para la
conducción ulterior"14. Esta facilitación de las corrientes Q constituye la
fisiología del aprendizaje: por ejemplo, cuando se empieza a aprender a
montar en bicicleta, el registro de las vías de conducción neuronales
apropiadas que se requiere para coordinar todos los movimientos
necesarios para montar en bicicleta (esto es, el paso de las corrientes Q
por las barreras neuronales apropiadas) es lento y difícil. Con la práctica,
que en efecto implica la excitación repetida de las mismas vías, se facilita
el paso de las corrientes Q por las barreras de contacto apropiadas, los
movimientos apropiados ocurren más fácilmente, y de ese modo se
"aprende" la tarea. Los grados relativos de facilitación de las diferentes
barreras determinan la dirección de una corriente Q y constituyen la base
de la memoria: volviendo al ejemplo de montar en bicicleta, cuando se
vuelve a practicar este ejercicio después de haber aprendido a hacerlo, las
corrientes Q generadas por el nuevo intento tienen mayores probabilidades de pasar en la dirección de las vías facilitadas establecidas por el
aprendizaje anterior, en vez de seguir por vías colaterales relativamente
no facilitadas; así que los movimientos apropiados, coordinados
requeridos para montar en bicicleta son en efecto, "recordados". La
Freud usaba la palabra alemana Besetzung. La palabra cathexis fue acuñada por Strachey en
1922 como una traducción para Besetzung y se ha convertido en un término psicoanalítico
común. (Véase la nota de Strachey en Standard Edition 3:63n.)
14 Freud, "Proyecto", p. 214.
13
10
facilitación es proporcional a la magnitud de la Q que pasa a través de la
barrera, y a la frecuencia con que las corrientes Q pasan a través de ella;
por consiguiente, el aprendizaje y la memoria son proporcionales a la
magnitud de un estímulo y al grado de repetición del mismo.
El término Bahnung (traducido como "facilitación") fue acuñado por
Sigmund Exner en un artículo de 1884 titulado "Zur Kenntniss von der
Wechselwirkung der Erregungen im Centralnervensystem" en el que
Exner declara que "la descarga de una excitación cortical inicial facilita
una segunda descarga".15 Pero este concepto de facilitación, y la creencia
de que la facilitación constituye la base fisiológica del aprendizaje, habían
sido nociones reconocidas durante gran parte del siglo. La observación
cotidiana de que una respuesta puede ejecutarse tanto más fácilmente
cuanto que ya ha sido practicada o se ha vuelto habitual se solía
interpretar como una indicación de que la vía de conducción neuronal
implicada había sido facilitada por la repetición. Experimentos
fisiológicos sobre el tiempo de reacción robustecieron esta opinión.
Las siguientes observaciones del psicólogo francés Hyppolyte Taine,
en un libro muy encomiado por Freud (De l'intelligence [1864], reflejan la
opinión común:
Cuanto más haya sido utilizada en el pasado una vía de
conducción por las corrientes [nerviosas], tanto más probabilidades
tiene una corriente ulterior de seguir la misma vía... De este modo
podemos ejecutar nuestros movimientos aprendidos, después de
un periodo de aprendizaje más o menos largo, en forma
completamente automática —caminar, correr, nadar, manejar un
arma, una herramienta o un instrumento musical16.
La noción de que el modelo de las facilitaciones interneurales forma la
base de la memoria no gozaba de igual difusión. Prácticamente todos los
autores coincidían en que la memoria debe entrañar algunos cambios
físicos en el terreno neuronal, pero se solía insistir más en los cambios
dentro de las neuronas que en las alteraciones en las conexiones
intercelulares. No obstante, se atribuía por lo general al último factor un
papel en la memoria, y cierto número de autores consideraban las
facilitaciones interneurales como el elemento esencial. Théodule Ribot,
profesor de psicología en el Collège de France, y un cercano colaborador
de los investigadores de la Salpêtrière, escribió en 1882 que la memoria
Sigmund Exner, "Zur Kenntniss von der Wechselwirkung der Erregungen im
Centralnervensystem", Archiv für Physiologie 28 (1882):487-506.
16 Hippolyte Taine, Verstand, tr. L. Siegried, 2a. ed. francesa, Bonn, 1880), p. 237.
15
11
comprende dos condiciones fisiológicas:
1. una modificación particular impresa en los elementos nerviosos, y
2. una asociación, una conexión específica establecida entre
determinado número de elementos17. Más tarde, Ribot insistió en la segunda condición —el establecimiento de afinidades dinámicas entre
neuronas— como factor determinante.
La discusión de Freud sobre la memoria lo lleva a distinguir entre dos
diferentes tipos de neuronas. Sostiene en el "Proyecto" que, mientras que
la memoria y el aprendizaje entrañan la modificación de las barreras de
contacto neuronales, la "percepción", o la receptividad a la sensación,
parece implicar una capacidad de respuesta por parte del organismo que
permanece inalterable con el tiempo y por lo tanto parece exigir que
exista otra clase de neuronas que no es alterada por cada nueva
excitación. Esta también era una noción común, y Freud habla de "la
distinción corriente entre 'células perceptivas' y 'células mnemónicas'".
Freud sugiere que las neuronas perceptivas se caracterizan por barreras
de contacto permanentemente facilitadas.
La diferencia entre las neuronas perceptivas y las mnemónicas no ha
de considerarse necesariamente, según Freud, innata. Puesto que las
células perceptivas reciben su estímulo directamente del mundo exterior,
mientras que las células mnemónicas sólo tienen conexiones internas, las
células perceptivas pueden estar expuestas a excitaciones de magnitud
mucho mayor que las recibidas por las células mnemónicas, y estas
grandes Qs pueden sencillamente romper las barreras de contacto de las
neuronas perceptivas. Freud designa a las células mnemónicas neuronas
Ψ, y a las perceptivas neuronas Φ.
Freud también introduce un tercer tipo de célula nerviosa, las
neuronas ω, asociadas con la conciencia. Freud sugiere primero que estas
neuronas reciben su excitación a través de la memoria, o células, pero en
una carta a Fliess de enero de 1896, revisa este esquema y propone que las
neuronas ω son excitadas de hecho directamente por las células
perceptivas. En todo caso, Freud siempre define la ubicación de los
diversos tipos de células dentro del sistema nervioso en términos de su
posición relativa unos con otros y dedica muy poca atención a identificar
localizaciones anatómicas específicas para estos tipos de células. Las
neuronas perceptivas, o Φ, son asociadas, por supuesto, con los nervios
sensoriales periféricos; y Freud declara que "por el momento
identificaremos, pues, el sistema Φ con la sustancia gris del cerebro" 18.
17
18
Ribot, Diseases of Memory, pp. 20-21.
Freud, "Proyecto", p. 218.
12
También indica que las neuronas que reciben una excitación exógena
(excitación del exterior del cuerpo), a través del sistema Φ, están ubicadas
en los estratos celulares más superficiales de la sustancia gris cerebral, en
tanto que las células Ψ que reciben una excitación endógena se
encuentran en los estratos más profundos. Pero no se prosigue la
discusión sobre la localización cerebral, y no se menciona ningún centro
cerebral como los considerados en el libro de Exner y en las
especulaciones psicofisiológicas de Theodór Meynert. Esto es congruente
con el firme escepticismo de Freud con respecto a la ubicación de las
funciones psíquicas en zonas específicas del cerebro.
El principio freudiano de inercia — el equivalente neurofisiológico de
su principio de constancia— sostiene que el sistema lucha para despojarse
de ciertas cantidades de excitación, o Q. Al discutir las neuronas ω, las
neuronas asociadas con la conciencia, Freud considera las sensaciones de
placer y displacer (Unlust):
Dado que hemos establecido con certeza una tendencia de la
vida psíquica hacia la evitación del displacer, estaríamos tentados de
identificarla con la tendencia primaria de la inercia. En tal caso el
displacer coincidiría con un aumento del nivel cuantitativo de [Q]...
Equivaldría a la sensación ω cuando se produce un aumento de
cantidad [Q]... El placer sería la [correspondiente] sensación de
descarga [de Q].19
El concepto de displacer se distingue del de dolor (Schmerz). Freud
concibe el dolor como un fenómeno físico provocado por la introducción
de grandes cantidades de excitación exógena en el sistema, con una
correspondencia exacta entre la magnitud de las Qs exógenas y el grado
del dolor. El displacer es la sensación subjetiva, consciente de todo
aumento de Q, y por ende formaría parte de la respuesta subjetiva del
dolor. La asociación de dolor y displacer con grandes cantidades de
excitación fue corroborada por la observación de que si se magnifica
suficientemente cualquier estimulo exógeno, éste se acompaña de dolor.
La idea de que el placer está relacionado con la liberación de la
excitación acumulada era, una vez más, una noción común en aquella
época. En un artículo escrito muchos años después del "Proyecto", Freud
cita declaraciones de Gustav Fechner, que datan de 1873, que identifican
el placer con la estabilidad del sistema nervioso y el displacer con la
inestabilidad. Muchos autores, procediendo a partir de la interpretación
19
Ibid., p. 225.
13
de toda la conducta en términos de reflejos, sugerían que el placer es
simplemente la sensación de una respuesta adecuada a los estímulos,
mientras que el displacer acompaña situaciones en que no ocurre una
respuesta suficiente. Por ejemplo, Wilhelm Griesinger observaba:
En cuanto uno experimenta [un estimulo], uno tiene también
movimiento; en cuanto uno tiene una idea, también hay un
esfuerzo. La libre ejecución de esta conversión se percibe como
satisfacción... [Un] sentimiento de bienestar, de placer, se relaciona
con el acto... Las perturbaciones [de esta transposición de estímulos
en acción] ocasionan displacer psíquico, dolor espiritual20.
Sin embargo, Freud señala en el "Proyecto" que si bien la descarga de
excitación y la resolución del displacer es la función primaria del sistema
nervioso, el sistema se ve obligado continuamente a dar cabida a
aumentos prolongados de la excitación. La excitación generada, en
particular, por necesidades biológicas endógenas, como el hambre, ha de
ser retenida hasta que se hayan acumulado cantidades suficientes para
permitir que el organismo lleve a cabo esa acción específica —la
adquisición de comida, por ejemplo— necesaria para satisfacer la
necesidad:
El sistema neuronal recibe estímulos de los propios elementos
somáticos —estímulos endógenos—, que también necesitan ser
descargados. Se originan en las células del organismo y dan lugar a
las grandes necesidades [fisiológicas]: hambre, respiración,
sexualidad... Aquellos estímulos cesan únicamente bajo
determinadas condiciones que deben ser realizadas en el mundo
exterior. (Piénsese, por ejemplo, en las necesidades nutricias.) Para
llevar a cabo tal acción [creadora de dichas condiciones] — una
acción que bien merece ser calificada de "específica" — se requiere
un esfuerzo que es independiente de las cantidades endógenas [Q]
y que, por lo general es mayor [que ellas], ya que el individuo se
encuentra sometido a condiciones que cabe designar como apremio
de la vida. Con ello, el sistema neuronal se ve obligado a abandonar
su primitiva tendencia a la inercia... Debe aprender a tolerar la
acumulación de cierta cantidad [Q] suficiente para cumplir las
demandas de la acción específica21.
Griesinger, "Ueber psychische Reflexactionen", Gesammelte Abhandlungen (Berlín, 1872) 1:
1-45.
21 Freud, "Proyecto", p. 213.
20
14
La excitación endógena, según el modelo de Freud, es recibida por las
neuronas mnemónicas. La consideración de esta necesidad de acumular
excitación llevó a Freud a postular la existencia de las barreras de
contacto —que sirven para retener Q— entre dichas neuronas
mnemónicas.
EL YO Y LA SATISFACCIÓN DE LAS NECESIDADES BIOLÓGICAS
Freud sugiere que, en el recién nacido, la acumulación de excitación
endógena en Ψ sólo produce respuestas emocionales, como llorar. Esto,
por supuesto, no puede por sí solo satisfacer la necesidad biológica que
genera la Q; pero conducirá a menudo a la satisfacción, como en el caso
de una criatura hambrienta cuyos llantos hacen que se le dé alimento.
Según Freud, tal experiencia de satisfacción se acompañará de la
percepción de los objetos que sirven como instrumentos de esta
experiencia, y de la percepción de los propios movimientos del niño
implicados en la ejecución de la acción específica requerida para coger
aquel objeto. Por consiguiente, se establecerán finalmente asociaciones en
Ψ entre la imagen mnemónica de los objetos, la imagen mnemónica de
los movimientos del niño, y el recuerdo de la necesidad biológica. Freud
explica la neurodinámica de la asociación de la siguiente manera:
Hasta ahora hemos visto que las neuronas Ψ son influidas por
las neuronas Φ y por las vías de conducción endógena, mientras
que las distintas neuronas Ψ, están aisladas las unas de las otras
por barreras de contacto con poderosas resistencias. Existe, sin
embargo, una ley fundamental de asociación por simultaneidad... que
constituye la base de todas las conexiones entre las neuronas Ψ...
La catexia... pasa de una neurona Ψ (α) a otra (β), siempre que la (α)
y (β) hayan sido, en algún momento, catectizadas
simultáneamente... En otros términos, la catectización simultánea
α-β ha llevado a la facilitación de una barrera de contacto. De ello
se desprende, expresándolo en los términos de nuestra teoría, que
una cantidad [Q] pasa más fácilmente de una neurona a otra
catectizada, que a una no catectizada...
...Una cantidad en la neurona (a) no sólo se dirigirá en dirección
de la barrera más facilitada, sino también hacia la que esté
catectizada en su vertiente opuesta... Así, la vivencia de satisfacción
conduce a una facilitación entre las dos imágenes mnemónicas [la
del objeto deseado y la del movimiento reflejo] y las neuronas
15
nucleares que han sido catectizadas durante el estado de
urgencia22.
La psicología de la asociación —aquel enfoque de la psicología que intenta explicar el funcionamiento mental en términos de la asociación de
ideas— era un fundamento reconocido de la especulación psicofisiológica durante el siglo XIX, y la noción de que las asociaciones se basan
en la facilitación de las vías de conducción de los elementos nerviosos era
un elemento permanente de tales especulaciones. La ecuación de
asociación y facilitación neuronal puede hallarse en el trabajo
fundamental de David Hartley sobre la psicología de la asociación
(1749).23 Si bien las teorías de la estructura y función nerviosa cambiaron
radicalmente durante el siguiente siglo y medio, el concepto básico
permaneció inalterado. La declaración de Herbert Spencer en The
Principles of Psychology (1855) es representativa: "La relación psíquica
entre dos [ideas] corresponde a la relación física entre dos porciones
tocadas de la sustancia gris, que están puestas en comunicación tan
directa o indirecta que tiene lugar una descarga entre ellas". 24
Freud propone que, como consecuencia de las asociaciones establecidas por experiencias anteriores de satisfacción, una acumulación
ulterior de excitación endógena resultará en una corriente de Q a través
de las vías facilitadas en la imagen mnemónica del objeto deseado. El
recién nacido alucinará entonces al objeto. La excitación también fluirá a
la imagen mnemónica de los movimientos del niño durante la experiencia
de satisfacción, y puede llevar a cabo dichos movimientos en respuesta a
la alucinación. Esto, por supuesto, no logrará producir satisfacción alguna
y sólo resultará en decepción. Por tanto, el niño tiene que desarrollar un
medio de evitar tal conducta y de restringir la realización de la acción
específica a las ocasiones en que el objeto deseado está realmente presente
y las experiencias de satisfacción pueden realmente obtenerse.
Freud indica que la constante recepción de Q endógena en Ψ lleva a la
persistente presencia de un cuerpo de neuronas catectizadas en Ψ
Algunas de estas neuronas están catectizadas permanentemente, mientras
que otras sólo tienen una carga temporaria. En el esquema especulativo
de Freud, este cuerpo de neuronas catectizadas es la base fisiológica del
yo. La función del yo es impedir la alucinación de los objetos deseados y
lograr verdaderas experiencias de satisfacción. Lleva a cabo esto
Ibid., p. 230.
David Hartley, Observations on Man (Londres, 1791), pp. 3755.
24 Herbert Spencer. The Principles of Psychology, 2º ed., 2 vols. (Londres y Edimburgo, 1870)
1:190.
22
23
16
mediante un mecanismo, "que en términos generales se califica como [el]
de la inhibición"25. Freud ya ha señalado que cuando dos neuronas
adyacentes son catectizadas ocurre una facilitación de la barrera de
contacto situada entre ambas. Según este modelo, una corriente de Q que
normalmente pasaría de la neurona A a la neurona B puede desviarse
hacia una tercera neurona, C, si C es una neurona catectizada situada
junto a A (C es llamada "catexia colateral"). De este modo se inhibe la
corriente A a B. La red de neuronas catectizadas que forman el yo sirven,
según Freud, de instrumento de tales desviaciones, o inhibiciones.
En el caso de una acumulación de Q endógena, el yo desvía esa
corriente que de otro modo fluiría a la imagen mnemónica del objeto
deseado y produciría una alucinación. Esta evitación de la alucinación
significa que el objeto deseado sólo será percibido conscientemente
cuando está realmente presente. Así, la representación del objeto
percibido en ω (las neuronas que subyacen a la conciencia) podrá servir
de criterio para la realidad del objeto y para la oportunidad de la acción
específica:
En presencia de inhibición por un Yo catectizado, los signos de
descarga ω sirven, en términos muy generales, como signos de
realidad que Ψ aprende a aprovechar... Si el Yo se encuentra en
estado de tensión desiderativa en el momento en que surge tal
signo de realidad, hará que la descarga se dirija en el sentido de la
acción específica [que cogerá el objeto deseado y producirá
satisfacción]26.
Las situaciones en que no hay inhibición por el yo, y se permite que la
Q acumulada genere alucinaciones, Freud las llama "procesos psíquicos
primarios". En cambio, los procesos que son mediatizados por la
actividad inhibitoria del yo son llamados "procesos psíquicos secundarios". Los procesos primarios son considerados por Freud como
fenómenos reflejos, mientras que al yo se le atribuye la función de evitar
las respuestas reflejas que podrían resultar en una conducta inadecuada.
Este modelo se ajusta a la difundida teoría que consideraba los reflejos
como la base de la actividad del sistema nervioso y veía en la inhibición
de los reflejos la clave de las funciones cerebrales superiores.
Las diversas explicaciones psicofisiológicas de la hipnosis discutidas
en el capítulo IV se basaban en la misma teoría. Todas afirman que, en un
25
26
Freud, "Proyecto", p. 233.
Ibid., p. 236.
17
estado normal de conciencia, la actividad cerebral superior impide las
respuestas reflejas a las sugestiones, pero que, en la hipnosis, esta
actividad cerebral superior es disminuida y, por consiguiente, puede
ocurrir la ejecución refleja de las sugestiones.
Este concepto de la función cerebral se basaba tanto en las observaciones fisiológicas como psicológicas. La literatura se refiere reiteradas
veces, por ejemplo, a los experimentos con sapos que demostraban que la
decapitación es seguida por un incremento de la actividad refleja. Tales
experimentos solían interpretarse como una indicación de que el cerebro
sirve normalmente para inhibir los reflejos. Las observaciones
psicológicas parecían confirmar esta opinión. Se había notado que uno
puede, por un "esfuerzo de voluntad", inhibir respuestas reflejas. Un
ejemplo citado a menudo es el del paciente dental que es capaz,
mediante un "acto de voluntad", de controlar el retorcimiento y el
retraimiento que serían sus respuestas reflejas normales al dolor del
tratamiento. Los procesos del pensamiento seguían supuestamente el
mismo modelo. La literatura se refiere con frecuencia al ejemplo de los
insultos verbales: una respuesta refleja directa sería insultar o golpear a
su vez; pero uno puede inhibir tales respuestas automáticas mediante la
intervención de los procesos mentales superiores. La psicología de las
sugestiones verbales, que producen respuestas automáticas sólo cuando
no está uno en plena posesión de sus facultades mentales, brindaba un
apoyo adicional para el concepto de reflejo-inhibición.
Algunos autores, procediendo esencialmente a partir de pruebas
psicológicas, presentaron la teoría de los reflejos e inhibiciones en
términos puramente psicológicos. Pero había varios factores importantes que alentaban el desarrollo de formulaciones psicofisiológicas. En
primer lugar, por supuesto, la analogía entre los fenómenos psicológicos y fisiológicos, interpretada por muchos como una indicación
de que los fenómenos psicológicos eran tan sólo una expresión
particular de principios fisiológicos generales. Además, muchas de las
observaciones psicológicas atañían a fenómenos que no podían
separarse de la fisiología. Un ejemplo es el caso del paciente dental: en
vista de que la capacidad de respuesta al dolor es una función de fa ctores tanto fisiológicos como psicológicos, una discusión estrictamente
psicológica no sería suficiente. Por último, se observaba que los
procesos de pensamiento pueden ser alterados por una intervención
puramente fisiológica. Uno puede, por ejemplo, verse reducido a un
estado en que se responde de una manera más refleja a los insultos, o a
las sugestiones verbales, simplemente bebiendo demasiado alcohol.
Esto también era interpretado por algunos observadores como una
18
indicación de que los reflejos y las inhibiciones psicológicas habrían de
explicarse en términos fisiológicos.
El término yo, utilizado por Freud, era empleado por numerosos
autores para designar la actividad cerebral inhibitoria, aunque el
término más usual era voluntad. Théodule Ribot, en su libro Les
maladies de la volonté, observa que se creía comúnmente que la voluntad inicia e inhibe los movimientos. Afirma, sin embargo, que "si uno
admite, junto con todos los fisiólogos contemporáneos, que el reflejo es
la base y el tipo de toda acción", entonces lo que debe explicarse
específicamente es la inhibición de las acciones; y, por lo tanto, la
voluntad habría de considerarse propiamente como un instrumento de
inhibición 27.
Puesto que se pensaba que la conducta refleja implicaba la descarga
automática de excitación a lo largo de vías de conducción establecidas,
la voluntad, o yo, solía concebirse como una función de desviación de la
excitación fuera de aquellas vías de conducción. Así, el punto de vista
de Freud sobre la neurodinámica de la inhibición del yo era
ampliamente compartido.
Freud asocia los procesos psíquicos primarios —la respuesta refleja a
la excitación endógena acumulada— con la conducta infantil; además,
considera el desarrollo de la actividad inhibitoria del yo, y la
emergencia de los procesos psíquicos secundarios como una característica de la maduración. Una vez más, se trata de un concepto muy
difundido. Karl Wernicke, en un artículo de 1874, se refiere a varios
autores alemanes que sostienen puntos de vista similares:
Según Brücke y Lotze [Rudolph Lotze, profesor de filosofía en Gotinga
desde 1844, y autor de numerosos libros sobre psicofisiología], los
movimientos deben ser separados en primarios y secundarios. Los
primarios son los movimientos reflejos, que son muy anteriores a la
conciencia en los niños; a partir de éstos, el niño concentra imágenes de
movimiento, que utiliza en los movimientos secundarios conscientes y
voluntariamente ejecutados.28
Este no es exactamente el modelo freudiano. Freud no distingue
entre los procesos primario y secundario como, respectivamente,
inconscientes y conscientes. Además, considera que ambos tipos de
procesos utilizan imágenes motrices aprendidas. Más lejano aún del
pensamiento freudiano es el intento de Wernicke de interpretar los
movimientos primarios y secundarios como implicando partes
27
28
Ribot, Les maladies de la volonté, pp. 13-14.
Wernicke, Der aphasische Symptomencomplex, p. 8.
19
separadas del cerebro —tesis descrita por Wernicke como una
combinación de "los resultados de las deducciones fisiológicas y
filosóficas [de] Brücke y Lotze con conclusiones [relativas a las
ubicaciones separadas de la actividad cerebral consciente e
inconsciente] sacadas por Meynert a partir de hechos anatómicos". 29 Sin
embargo, existe una estrecha semejanza entre la formulación de Brücke
y Lotze y el modelo de Freud.
Pero, en vista de la difusión de tales formulaciones, que se hallar en
numerosos trabajos ingleses y franceses así como en la literatura
alemana, sería erróneo considerar las ideas de Freud como específicamente derivadas de su maestro Brücke o de cualquier otra fuente
particular. Para los observadores orientados hacia la interpretación de
la conducta en términos de reflejos e inhibiciones, varios fenómenos
sugerían este enfoque del desarrollo infantil. Éste se apoyaba en
observaciones psicológicas cotidianas, tales como la observación, en el
desarrollo infantil, de una capacidad progresiva de suprimir las
respuestas reflejas a las necesidades biológicas y una facultad progresiva de tolerar la presión de dichas necesidades hasta que las condiciones permitan la gratificación. Los fenómenos fisiológicos también
sugieren un modelo de desarrollo que progresa desde el dominio de
los reflejos primitivos hasta el surgimiento de formas de conducta más
complejas. Se observaba, por ejemplo, que los niños recién nacidos
demuestran numerosos reflejos que se suprimen por completo a
medida que se establecen nuevas conexiones con el cerebro (a través de
la mielinación). También se sabía que los bebés anencéfalos muestran
una conducta neonatal normal, indicando que el desarrollo implica el
paulatino control de la corteza sobre las pautas primitivas de
funcionamiento reflejo.
Théodule Ribot, procediendo a partir de observaciones fisiológicas y
psicológicas, mantiene en Maladies de la volonté que
el recién nacido es, como lo describe Virchow, "un animal
espinal". Su actividad es puramente refleja; se caracteriza por tal
profusión de movimientos que el trabajo de la educación consistirá
durante mucho tiempo en suprimir o restringir la mayor parte de
ellos...
El deseo marca un progreso ascendente del estado reflejo al
estado voluntario.
29
Ibid.
20
El uso de deseo por Ribot se asemeja al concepto freudiano de
procesos primarios:
Entendemos por deseo las formas más elementales de la vida
afectiva... Fisiológicamente, no difieren de los reflejos de tipo
complejo... Su tendencia a traducirse en actos es inmediata e
irresistible, como la de los reflejos. En el estado natural, y en la
medida en que está libre de aleación, el deseo tiende a satisfacerse de
inmediato. Ésa es su ley, está inscrita en el organismo. Los niños
pequeños... brindan excelentes ejemplos. En el adulto, el deseo ya no
está en estado natural. La educación, el hábito, la reflexión lo mutilan
o inhiben.30
OTRAS FUNCIONES DEL YO
El yo, según el modelo de Freud, no se limita en absoluto a impedir
las alucinaciones e inhibir las respuestas reflejas a la excitación endógena. En la tercera parte del "Proyecto ", y parcialmente en la primera,
Freud discute la psicofisiología de las actividades mentales complejas,
y considera dichas actividades como otras manifestaciones de la
función del yo.
Las experiencias de satisfacción ocurren, según Freud, cuando hay
primero un "signo de realidad" relativo al objeto deseado — o sea, una
percepción consciente de la presencia real del objeto— y el yo permite
entonces una descarga completa de Q en dirección de las respuestas
motrices necesarias para coger el objeto. Freud indica que el yo también desempeña un papel en la toma de medidas para la ocurrencia de
signos particulares de realidad. Cuando hay una percepción que
guarda algún parecido con el objeto deseado pero no coincide suficientemente para permitir una descarga completa de Q y una experiencia de satisfacción —cuando, por ejemplo, hay una percepción
parcial del objeto, o una percepción del objeto a distancia — entonces
una pequeña corriente Q pasa de las neuronas catectizadas del yo a las
neuronas mnemónicas que recibieron la excitación de la percepción.
Estas últimas neuronas (grupo A) descargan la catexia procedente del
yo en dirección de vías de conducción facilitadas, y estas vías de
conducción llevan a una variedad de imágenes mnemónicas —
asociaciones del grupo A— incluyendo imágenes de actividad motriz. La
30
Ribot, Les maladies de la volonté, p. 5.
21
corriente procedente del yo dirigida al grupo A actúa, en efecto, como
una corriente de prueba, que en condiciones óptimas lleva a la catexia
de las imágenes motrices cuya ejecución en movimientos manipularán
el propio cuerpo para obtener una percepción adecuada del objeto
deseado. Este proceso es ayudado por una pequeña catexia
simultánea, por el yo, de la imagen mnemónica del objeto deseado
(grupo B). Las catexias simultáneas de los grupos A y B sirven para
facilitar la conexión de vías de conducción. Freud propone esto:
Supongamos, por ejemplo [para tomar el caso del lactante], que la
imagen mnemónica deseada sea la del pecho materno con el pezón,
visto de frente... La memoria del niño contendrá entonces una
experiencia adquirida casualmente al mamar, según la cual la imagen
frontal se convierte en una imagen lateral cuando se realiza un
determinado movimiento cefálico. La imagen lateral percibida ahora
lo conduce al movimiento de la cabeza, y una prueba le demostrará
que éste debe efectuarse en sentido inverso, a fin de obtener la
percepción de la imagen frontal31.
En este procedimiento, el yo comenzó, en efecto, por comparar y distinguir entre el objeto percibido y el objeto deseado, y Freud habla de este
trabajo del yo como el prototipo del "juicio". El proceso por el cual el yo
catectiza las vías de conducción facilitadas asociadas con el objeto
percibido es considerado por Freud como el prototipo del "pensamiento".
Freud no explica completamente la neurodinámica de estos procesos, ni
tampoco explica la dinámica de los diversos procesos mentales
relacionados a los que alude en su discusión. Pero afirma que las
consideraciones biológicas, la necesidad de satisfacer necesidades físicas,
indican que deben existir mecanismos neuronales parecidos a los que él
propone.
Freud escribe en el "Proyecto" que "el fin y el término de todos los
procesos cogitativos es el establecimiento de un estado de identidad, el
traspaso de una cantidad de catexia [Q] emanada del exterior [o sea, una
percepción] a una neurona catectizada desde el Yo [o sea, la imagen
mnemónica de un objeto deseado]”32. Esto sugiere que, desde el punto de
vista de Freud, todo pensamiento, por más abstracto y sofisticado que
sea, está destinado en última instancia a satisfacer necesidades biológicas.
En verdad, Freud asevera explícitamente que "el pensamiento tiene el
31
32
Freud, "Proyecto", p. 238.
Ibid., p. 240.
22
propósito práctico y un fin biológicamente establecido".
La catexia de las imágenes perceptivas por el yo no se limita a las
percepciones que guardan cierto parecido con los objetos deseados. Freud
indica que la demanda de satisfacer necesidades biológicas requiere que
todas las percepciones atraigan alguna corriente Q desde el yo, ya que
éste no tiene medios de distinguir, a priori, qué percepciones podrían
conducir finalmente a una experiencia de satisfacción. Este
establecimiento de una corriente Q desde el yo hasta las neuronas de una
imagen perceptiva es considerado por Freud como el proceso de
"atención". La atención es activada por los signos de realidad que llegan
al sistema mnemónico (Ψ) desde las neuronas ω (las neuronas asociadas
con la conciencia). Freud reconoce que la dinámica de este proceso y el
verdadero mecanismo por el cual se establece una corriente de ω a Ψ son
bastante oscuros.
Si la atención no se dirigiera a una percepción, las neuronas Ψ periféricas
excitadas por la percepción sólo contendrían la Q recibida del estímulo
externo vía Φ (las neuronas perceptivas). Esta excitación se descargaría
según las facilitaciones establecidas, pero el proceso sería limitado debido
a la pequeñez de Q: "Probablemente este pasaje de cantidad no tardaría
en llegar a su fin, puesto que la cantidad Q se divide y no tarda en
reducirse, en alguna de las neuronas siguientes, a un nivel demasiado
bajo para el curso ulterior". Cuando hay atención —esto es, el
establecimiento de una corriente Q desde el yo— esta Q adicional
suministrada por el yo permite llevar adelante el proceso de pensamiento:
"Seguramente serán catectizadas neuronas más numerosas y más alejadas
que en el caso de un mero proceso asociativo que se desarrolle sin
atención"33. Aun si esto no conduce a una experiencia de satisfacción, el
proceso no deja de tener un valor biológico ya que se desarrollan nuevas
facilitaciones que pueden resultar útiles para transformar alguna futura
percepción en una experiencia de satisfacción.
El proceso de pensamiento, tal como lo describe Freud, depende de la
capacidad del yo de generar pequeñas corrientes Q. Freud afirma que las
corrientes deben ser pequeñas porque el yo no puede permitirse vaciar
las reservas de excitación necesarias para la ejecución de acciones
específicas. Además, grandes corrientes Q simplemente abrumarían las
vías de conducción neuronales a la manera de los procesos primarios,
producirían acciones reflejas inadecuadas e imposibilitarían el
pensamiento. Freud sugiere, sin embargo, que ha de explicarse cómo
pueden producir corrientes pequeñas las neuronas hipercatectizadas del
33
Ibid., pp. 258-259.
23
yo. La explicación que propone introduce un nuevo concepto, el de los
"estados de ligadura". El poder inhibitorio del yo ha sido atribuido a las
catexias colaterales establecidas por las neuronas catectizadas que forman
el yo. Estas catexias colaterales desvían a Q de su paso por las vías de
conducción facilitadas. Freud indica ahora que las catexias colaterales
mutuas de las neuronas del yo sirven, en efecto, para retener, o fijar, la
excitación dentro del yo. El resultado de ello es que las corrientes
emanadas del yo son, en circunstancias ordinarias, forzosamente
pequeñas. Freud concluye: "Así, el proceso de pensamiento quedaría
mecánicamente caracterizado por esta condición de 'ligadura' que
combina una elevada catexia con una reducida corriente [de cantidad]"34.
Una vez más, la psicofisiología freudiana de los procesos mentales
superiores se asemeja a las especulaciones de numerosos autores
contemporáneos. Particularmente difundida era la noción de que la
atención entraña un gasto de excitación por el yo (o voluntad) y resulta en
la facilitación de ciertas vías de conducción cerebrales relacionadas con
percepciones corrientes. Este tema es desarrollado ampliamente por
Sigmund Exner en su Entwurf zu einer physiologischen Erldrung der
psychischen Erscheinungen (1894), que contiene un capítulo sobre la
atención. Opiniones semejantes son expuestas, por ejemplo, por los
médicos ingleses Henry Maudsley (The Physiology of Mind [1876]) y
William Carpenter (Principles of Mental Physiology [1874])35. La atención se
discutía por lo general en el contexto de la inhibición, y se afirmaba que
las vías de conducción no facilitadas por la atención son, de hecho,
inhibidas. Este era el punto de vista de Exner, y era en verdad el enfoque
reconocido del tema. Pero Freud no sigue esta línea de pensamiento.
Freud basa su discusión sobre las funciones mentales complejas en la
premisa de que toda la actividad mental es reducible en última instancia a
la búsqueda de satisfacción de las necesidades biológicas. Este también
era un tema conocido en la psicología contemporánea. Théodule Ribot, en
Psychologie des sentiments (1896), respalda esta teoría de la mente y se
refiere a muchos otros autores del siglo XIX que presentaron opiniones
similares. La teoría de la evolución, en particular, promovió la insistencia
en la satisfacción de las necesidades biológicas como la clave de la
actividad mental. Las consideraciones evolucionistas indicaban que las
funciones mentales complejas deben de haberse desarrollado a partir de
Ibid., pp. 262-263.
Exner, Entwurf zu einer physiologischen Erklürung der psychischen Erscheinungen
(Leipzig y Viena, 1894), pp. 163-171: Henry Maudsley The Physiology of Mind (Londres,
1876), pp. 313ss; William Carpenter, Principles of Mental Physiology, 4a. ed. (Londres, 1877),
p. 382.
34
35
24
procesos primitivos, y que dichos procesos primitivos estaban
forzosamente muy relacionados con las exigencias básicas del organismo.
La evolución también indicaba que las funciones complejas son
fundamentalmente mecanismos para obtener más eficazmente los objetos
deseados. Las observaciones del desarrollo infantil robustecían esta
opinión. Se observaba que la capacidad de respuesta del niño se relaciona
casi exclusivamente con las exigencias de sus necesidades fisiológicas, y
que las funciones más sofisticadas emergen como variaciones de
mecanismos primitivos de obtención de satisfacción.
Dicho por Ribot:
Consideremos... las miríadas de animales que sólo son un
montón de necesidades y para los cuales toda la psicología consiste
en encontrar alimento, en defenderse y en reproducirse: sus
sentidos (y muchos están reducidos a uno solo) son herramientas,
burdos instrumentos, armas teleológicas al servicio de sus
necesidades... En el hombre, es la vida fetal, o aun la de los
primeros meses, muy diferente? ¿No consiste casi enteramente de
necesidades, satisfechas o no, y, por consiguiente, de placeres y de
dolores? Desde el punto de vista puramente fisiológico, la
cognición [osea, los procesos de pensamiento en general] se
presenta no como la señora, sino como la criada [de las necesidades
biológicas].36
Freud sugiere que el desarrollo de los procesos inhibitorios del yo
puede entenderse en términos de la evitación del displacer. Las
experiencias de satisfacción se acompañan, naturalmente, de una descara
de Q acumulada y una sensación de placer, y por lo tanto los mecanismos
del yo para obtener experiencias de satisfacción se ajustan a la
descripción de servir para evitar el displacer. Pero Freud añade [que el yo
también actúa por otros medios para evitar el displacer].
Freud observa que si la imagen mnemónica de un suceso doloroso es
recatectizada —quizá en un proceso de asociación activado por alguna
nueva experiencia— el recuerdo del suceso doloroso se acompaña de
displacer. Esto plantea un problema para el modelo de Freud, ya que el
displacer indica un incremento en Q y no resulta claro de dónde
proviene, en el caso del recuerdo, la Q adicional. La explicación propuesta
hace intervenir una nueva clase de neuronas:
36
Ribot, Psychologie des sentiments, 3º ed. (Paris, 1899), p. 440.
25
Deben existir también neuronas "secretoras" que al ser excitadas
causan en el interior del cuerpo la generación de algo que actúa
como estímulo sobre las vías endógenas de conducción hacia, o sea,
que influyen sobre la producción de cantidades endógenas [Q] y,
en consecuencia, no descargan cantidad [Q], sino que la aportan por
vías indirectas. A estas neuronas secretoras las llamaremos "neuronasllave"37.
Freud propone que estas neuronasllave son excitadas cuando hay una
excepcionalmente grande en PSI. Como las experiencias dolorosas
entrañan por definición la intrusión de una gran Q en PSI, tales
experiencias, según el modelo de Freud, deben acompañarse siempre de a
excitación de las neuronasllave. Esto significa que las facilitaciones
siempre se establecen entre las neuronasllave y la imagen mnemónica de
los sucesos dolorosos. El resultado de ello es que la recatexia de tales
imágenes mnemónicas conduce a la excitación de las neuronasllave, el
desarrollo de nuevos cocientes de Q endógena y la generación de
displacer.
Pero el yo puede actuar para impedir este displacer, inhibiendo el
paso de la excitación de la imagen mnemónica a las neuronasllave:
"Supongamos que A sea un recuerdo hostil y B una neurona-llave... En tal
caso la evocación de A tendrá por efecto primario una liberación de
displacer... Pero existiendo la acción inhibidora [del yo], el desencadenamiento de displacer quedará muy reducido, y al sistema neuronal
se le habrá evitado, sin sufrir ningún otro daño, el desarrollo y la
descarga de cantidad [Q]” 38. Freud sugiere que la inhibición del yo de
este tipo presenta ventajas biológicas. En una experiencia dolorosa real, la
sensación de displacer y la descarga refleja de Q acumulada, quizás en
forma de alguna maniobra de autoprotección, sería apropiada. Pero
cuando tan sólo se recuerda una experiencia dolorosa, el desarrollo de
displacer y la subsiguiente descarga de Q puede ser perjudicial. Aun
cuando se vuelve a presentar una experiencia dolorosa real, es deseable
una respuesta limitada. Por tanto, una catexia colateral del Yo de
magnitud apropiada, que modere la excitación de la neuronallave, puede
ser ventajosa. Los signos de realidad — las excitaciones activadas por
percepciones conscientes en ω— permiten al yo distinguir entre las
experiencias reales y los meros recuerdos recatectizados.
En la primera parte del "Proyecto" se discute este mecanismo para
37
38
Freud, "Proyecto", p. 231.
Ibid., p. 234.
26
evitar la liberación de displacer. Vuelve a ser considerado, aunque desde
un punto de vista un tanto diferente, en la tercera parte. Freud acaba de
introducir el concepto de energía ligada; y sugiere que la imagen
mnemónica de una idea dolorosa se vuelve paulatinamente ligada al yo,
de tal modo que al recatectizarse la imagen sólo se descarga de ella una
cantidad limitada de excitación. Freud no vuelve a referirse al concepto
de "neuronasllave", pero no ofrece ninguna otra explicación de cómo un
recuerdo recatectizado puede liberar displacer.
Freud también propone un mecanismo adicional del yo para evitar el
displacer liberado con la recatexia de un recuerdo doloroso. Si durante un
proceso de pensamiento la corriente de prueba emanada del yo catectiza
las neuronas de una imagen mnemónica dolorosa, la liberación de
displacer activada conduce a una desviación de la corriente Q y a una
nueva dirección del proceso de pensamiento. Por consiguiente, la vía de
conducción del pensamiento que queda finalmente facilitada
circunvendrá el recuerdo doloroso, y una recatexia ulterior de la misma
línea de pensamiento evitará igualmente dicho recuerdo.
La evitación del displacer es mencionada en el "Proyecto" como "defensa ".
Freud introduce el término "defensa primaria", pero su uso es bastante
ambiguo. A veces, "defensa primaria" parece denotar sólo la defensa vía
los procesos primarios — esto es, la situación en que una percepción
dolorosa, o la catexia de un recuerdo doloroso, resulta en una
acumulación sustancial de Q y en una sensación de displacer, activando
de inmediato una descarga refleja de Q. (Una descarga como respuesta al
dolor, sea provocada por un proceso primario, sea mediatizada por el yo,
puede tomar la forma de alguna acción autoprotectora; esto se ajustaría al
concepto biológico contemporáneo de defensa como respuestas
autoconservadoras .a amenazas del entorno, en particular predatorias.)
Sin embargo, en la mayoría de las referencias a la "defensa primaria", el
término abarca claramente dos dispositivos del yo para enfrentar el
displacer —la fijación de los recuerdos dolorosos al yo, y el rodeo de tales
recuerdos. Freud también habla de "defensa normal", que una vez más se
refiere a dos mecanismos del yo. En la segunda parte del "Proyecto ",
donde se considera la patología de la histeria, se señala que la histeria
entraña una "defensa patológica", en oposición a la defensa primaria o
normal.
LA PATOGÉNESIS DE LA HISTERIA
La segunda parte del "Proyecto" se titula "Psicopatología", y Freud
tenía probablemente la intención de discutir todas las neurosis, o al
27
menos todas las neuropsicosis (la histeria, las obsesiones y, quizá, la
paranoia) en esta parte. Pero este plan no se llevó a cabo. Hay un encabezado A, "Psicopatología de la histeria", pero ningún B que le
corresponda; y en el manuscrito sólo se aborda, de hecho, la histeria.
Las partes primera y tercera del "Proyecto", dedicadas principalmente
a la neurodinámica de la actividad normal del yo, son en gran medida
una nueva elaboración de opiniones contemporáneas reconocidas. La
discusión de Freud en la segunda parte es un intento de explicar la
histeria en términos de aquellos conceptos difundidos de psicofisiología.
Freud comienza considerando lo que llama las "compulsiones histéricas":
A quienquiera que haya observado esta enfermedad le habrá
llamado ante todo la atención el hecho de que los casos de histeria
se encuentran sometidos a una compulsión ejercida por ideas
hiperintensas. Así, por ejemplo, una idea puede surgir en la
conciencia con una frecuencia particular, sin que lo justifique el
curso de los hechos, o bien puede ocurrir que la activación de esta
neurona sea acompañada por consecuencias psíquicas
incomprensibles. La emergencia de la idea hiperintensa tiene
resultados que, por una parte, no pueden ser suprimidos y, por la
otra, no pueden ser comprendidos: desencadenamientos de afectos,
inervaciones motrices, inhibiciones39.
Si bien las "ideas hiperintensas", o "ideas fijas" como se las solía designar,
recibían considerable atención en la literatura sobre la histeria, Freud no
había hecho especial hincapié en ellas en sus anteriores discusiones de los
síntomas histéricos. Por el contrario, había recalcado sistemáticamente los
síntomas somáticos de la enfermedad. En sus primeros artículos, durante
los años consecutivos a su contacto con Charcot, afirmaba que los
síntomas histéricos tienen con frecuencia una fuente ideacional —opinión
compatible con el modelo de Charcot, que interpretaba los síntomas
histéricos como el resultado de sugestiones ocurridas durante estados
autohipnóticos. Pero Freud consideraba las ideas patógenas subyacentes
como casi siempre inconscientes, y creía que sus manifestaciones clínicas
eran esencialmente somáticas. La insistencia de Freud en los síntomas
somáticos aumentó aún más con el desarrollo de su teoría de la defensa,
en gran parte porque entonces creía que tales síntomas son
específicamente característicos de la histeria y sirven para distinguir la
histeria de otras neurosis de defensa. Freud sostenía que la represión sólo
39
Ibid., p. 248.
28
produce histeria en la gente que posee una "capacidad de conversión" que
facilita la conversión en síntomas somáticos de afecto derivado de ideas
reprimidas. La discusión clínica de Freud durante este periodo muestra
que creía que tales síntomas somáticos tienen una razón de ser
psicológica y no causan simplemente algún gasto casual de afecto. Pero,
una vez más, consideraba típicamente inconscientes las ideas subyacentes
a las anormalidades en la histeria.
Freud recalca los síntomas mentales, o "ideas hiperintensas", en el
"Proyecto" porque desea discutir los síntomas histéricos como consecuencia de procesos de pensamiento anormales. Puesto que las ideas
compulsivas ocasionan obviamente cierto tipo de pensamiento peculiar,
constituyen una mayor prueba de tales procesos que los síntomas
somáticos — para los cuales ha de inferirse la base ideacional,
generalmente inconsciente— y pueden, por lo tanto, servir de
fundamento más seguro para su discusión. (Un ejemplo de una idea fija,
o idea histérica compulsiva, sería la insistencia de Ana O., durante un periodo de su enfermedad, en contar diariamente a Breuer un cuento como
los de Hans Christian Andersen.)
Freud señala que las ideas hiperintensas acuden normalmente a la
mente, pero sostiene que en la histeria son de índole especial. En situaciones normales tales ideas pueden explicarse en términos de "poderosos y razonables motivos". Pero en la histeria las ideas compulsivas
se caracterizan por ser incomprensibles y aparentemente absurdas. No
obstante, el análisis ofrece una explicación de la compulsión histérica.
Freud da el siguiente ejemplo:
Antes del análisis, A es una idea hiperintensa que irrumpe
demasiado frecuentemente a la conciencia y que, cada vez que lo
hace, provoca el llanto. El sujeto no sabe por qué A le hace llorar;
considera que es absurdo, pero no puede impedirlo.
Después del análisis, se ha descubierto que existe una idea B, que
con toda razón es motivo de llanto y que con toda razón se repite a
menudo... El efecto de B no es absurdo, le resulta comprensible al
sujeto...
B guarda cierta relación particular con A, pues alguna vez hubo
una vivencia que consistía en B + A. En ella, A era sólo una
circunstancia accesoria, mientras que B era perfectamente apta para
causar dicho efecto permanente. La reproducción de este suceso en
el recuerdo se lleva a cabo ahora como si A hubiese ocupado el
29
lugar de B. A se ha convertido en un sustituto, en un símbolo de B40.
La formación de símbolos también tiene lugar normalmente. Pero normalmente uno es consciente de la relación entre el símbolo y lo que simboliza: "El caballero que se bate por el guante de su dama sabe... que el
guante debe toda su importancia a la dama". En la histeria, sin embargo,
B es reprimida de la conciencia y el enfermo desconoce el enlace entre A y
B.
El hecho de que A sea en realidad un sustituto inconsciente de una
idea reprimida explica por qué resulta tan incomprensible el papel especial de A en la vida mental antes del análisis.
Freud sostiene que la represión es un factor constante en la formación
de síntomas neuropsicóticos y es sin lugar a dudas la clave del desarrollo
de las compulsiones histéricas. Observa que, cuando se descubre una idea
reprimida, no sólo se explica una compulsión sino que también se
resuelve.
Freud continúa observando que las ideas reprimidas siempre son
ideas penosas, asociadas con displacer. Esto le sugiere que la represión
puede estar relacionada con los mecanismos normales de defensa del yo
para enfrentarse a recuerdos dolorosos. Freud ha propuesto, en
particular, en la primera parte del "Proyecto" — donde discute la "defensa
normal" — que si una corriente de pensamiento emanada del yo se topa
con una imagen mnemónica que libera displacer, el pensamiento es
inmediatamente desviado y encaminado hacia otra dirección.
La analogía entre este mecanismo y la represión histérica es apoyada
por la observación de que las ideas reprimidas, aun después de haber
sido traídas a la conciencia, a menudo permanecen no integradas y
excluidas de los procesos de pensamiento. Por ejemplo, un paciente que
reconoce la vivencia de un suceso previamente reprimido puede seguir
aislándolo en su conciencia y negarse a reconocer su importancia
psicológica o su pertinencia para su enfermedad. Ha de superarse una
resistencia antes de que el recuerdo pueda volver a entrar por completo
en asociaciones normales de ideas.
Sin embargo, el resultado de la represión histérica difiere claramente
del de la defensa normal. Los recuerdos que activan la defensa normal
nunca se eliminan tan completamente de la conciencia como para no
poder ser evocados por una nueva percepción. En la histeria, empero, las
percepciones que deberían suscitar el recuerdo reprimido evocan en
cambio algún símbolo de aquél, tal como una idea histérica compulsiva.
40
Ibid., p. 249.
30
Además, en la defensa normal el Yo actúa inhibiendo el paso de la
excitación hacia y desde la imagen mnemónica. En la histeria, la idea
compulsiva, el símbolo del material reprimido, suele estar asociado con
considerable displacer y parece como si una cuota completa de Q hubiese
sido desviada de la idea reprimida hacia su símbolo — mecanismo que se
asemeja más a los procesos primarios que a las funciones del yo.
Freud considera la posibilidad de que la "defensa patológica " de la
histeria sea simplemente la respuesta del psiquismo a ideas excepcionalmente penosas. Pero señala que los recuerdos reprimidos siempre
son de orden sexual, y asevera: "Es absolutamente imposible admitir que
los afectos sexuales penosos superen tan ampliamente en intensidad a
todos los demás afectos displacenteros. Debe existir algún otro atributo
de las ideas sexuales para explicar por qué sólo ellas están expuestas a la
represión”41. La mayoría de la segunda parte del "Proyecto" se dedica a
establecer cuál es esa característica especial de las ideas sexuales y a
demostrar cómo actúa para provocar la represión.
En la discusión siguiente, Freud presenta su nueva teoría de que el
factor patógeno básico en la histeria es un trauma sexual durante la
infancia. Pero observa que la dolencia no emerge en el momento de tal
trauma. Por el contrario, la histeria se desarrolla sólo a partir de cierto
momento después de la pubertad, desencadenada por un suceso
reminiscente de la vivencia sexual infantil. Freud da el ejemplo de una
mujer que padecía de una compulsión histérica de "no poder entrar sola
en una tienda". El análisis reveló que cuando tenía ocho años de edad
había sido atacada sexualmente en dos ocasiones por un dependiente a
cuya tienda había entrado sola. Sin embargo, su histeria no comenzó en
aquel momento. Su síntoma sólo emergió algunos años más tarde;
durante la terapia asoció su principio con un incidente relacionado, pero
comparativamente inocuo, que ocurrió cuando tenía doce años.
Según Freud, la represión —el mecanismo de defensa patológica por el
cual una gran suma de Q es desviada en forma refleja de una idea
displacentera hacia un símbolo de dicha idea— conduce inmediatamente
a los síntomas histéricos, que no son sino los símbolos del material
reprimido. Por tanto, llega a la conclusión de que la demora en la
formación de síntomas en la histeria, ha de deberse a una demora en la
represión del trauma infantil primario. Freud explica esto sugiriendo que
el displacer que caracteriza la evocación del suceso y desencadena la
represión no acompañó la vivencia real del suceso. Esta extraña
circunstancia, en que el recuerdo genera más displacer que la propia
41
Ibid., p. 251.
31
vivencia, es atribuido por Freud al hecho de que entre el suceso y su
reminiscencia ha intervenido la pubertad.
Freud no se extiende sobre el problema de cómo logra la pubertad
transformar una vivencia neutra en una remembranza cargada de
displacer, pero el "Proyecto" indica el tipo de proceso psicofisiológico que
tenía en mente. Freud consideraba que la excitación sexual se basaba en
última instancia en la descarga de toxinas sexuales, probablemente por
los órganos genitales. Estas toxinas estimulan las vías de conducción
nerviosas procedentes de los genitales, generando por ende una
excitación sexual somática. Una vivencia sexualmente excitadora actuaría
desencadenando los nervios que conducen hasta las células productoras
de toxinas, induciendo la descarga de toxina y el desarrollo de una
excitación sexual somática. Este modelo es comparable con el esquema de
Freud relativo a las vivencias displacenteras y las neuronasllave. Freud
había sugerido que la recatexia de un recuerdo doloroso conduce a la
excitación de ciertas neuronas secretoras, o neuronasllave, que “causan en
el interior del cuerpo la generación de algo que actúa como estímulo
sobre las vías endógenas de conducción hacia Ψ”. Como resultado de
ello, se generan grandes cantidades de Q y hay una sensación de
displacer. Freud se refiere, de hecho, a la analogía entre los mecanismos
del displacer y de la sexualidad en su discusión sobre las neuronasllave:
“Esta hipótesis tan desconcertante, pero indispensable, es confirmada en
cierta manera por lo que ocurre en la liberación de impulsos sexuales ”42.
Freud mantiene que las experiencias sexuales infantiles que
subtienden la histeria no son, por lo general, manifiestamente dolorosas.
Sugiere que son típicamente neutras, y a veces incluso placenteras.
Por consiguiente, estas vivencias no llevarían a la facilitación de las
vías de conducción entre su imagen mnemónica y las neuronasllave; y su
remembranza no produciría displacer por dichas vías. Tampoco puede
haber una facilitación de las vías de conducción entre la imagen
mnemónica de aquellos sucesos infantiles y las células sexuales
secretoras, pues estas últimas no se desarrollan hasta la pubertad. Por
tanto, aquellas vivencias, y su remembranza antes de la pubertad, no se
acompañan de excitación sexual.
Sin embargo, una vez que entran en funcionamiento las células sexuales secretoras, cualquier evocación ulterior del trauma infantil
provoca excitación sexual. Tales remembranzas no suelen tardar en
llegar, y cabe esperar que sobrevengan poco después del inicio de la
pubertad. Pero la exposición a grandes cantidades de excitación sexual no
42
Ibid., pp. 231-232.
32
es típica a esa edad, y el niño no ha desarrollado todavía los mecanismos
psicológicos necesarios para manejar dicha excitación. Freud ha afirmado
antes, en manuscritos enviados a Fliess, que la incapacidad de habérselas
con cantidades de excitación sexual somática es la base de la neurosis de
angustia, y ahora sugiere que la angustia es generada en la presente
situación. Freud escribe acerca de la paciente que había sido atacada por
un dependiente: "El recuerdo [a los doce años] despierta — cosa que sin
duda no pudo hacer cuando ocurrió— un desencadenamiento sexual que se
convierte en angustia"43. Pero las acumulaciones de excitación también
causan displacer, en particular cuando hay dificultades para descargar la
excitación. Esta es la fuente del displacer que, en el momento del
recuerdo pospuberal de la vivencia infantil, induce a la defensa.
Queda aún por explicar por qué se induce una defensa
específicamente patológica, o represión. Freud propone que la defensa
patológica es generada por la mera circunstancia de una vivencia neutra
que se convierte en recuerdo penoso. Según Freud, tal circunstancia se
presenta muy rara vez, y es de hecho una característica casi única de las
experiencias sexuales prepuberales. Por consiguiente, su teoría explicaría
el papel exclusivo del trauma infantil en la patogénesis de la histeria. Los
últimos pasajes de esta parte versan sobre la neurodinámica de la defensa
patológica. Freud sugiere que, para que se desarrolle la defensa normal,
la atención debe dirigirse al primer desencadenamiento de displacer por
una experiencia penosa. Si está presente la atención, parte de la
excitación, que subyace a la sensación de displacer será absorbida por el
yo, y se aplicará a la construcción de catexias colaterales que inhibirán el
paso de otras corrientes Q hacia y desde la imagen mnemónica penosa.
Una recatexia de la imagen podría desencadenar una vez más displacer,
pero menos que en la primera ocasión. Además, el yo puede fortalecer
fácilmente sus catexias colaterales hasta que la defensa alcance un nivel
adecuado. Sin embargo, el yo es guiado en su dirección de atención —
esto es, en su descarga de pequeñas corrientes de prueba—
principalmente por signos de realidad, signos de la presencia real de
objetos, desde w, las neuronas que subyacen a la conciencia. Como
resultado de ello, la atención se dirige particularmente hacia las
percepciones. Por tanto, en situaciones en que el desencadenamiento
inicial de displacer es activado por un recuerdo en vez de una percepción,
el displacer no se acompaña de la atención del yo y la defensa normal
empieza a desarrollarse. El resultado es la defensa patológica o represión;
43
lbid., p. 252.
33
y, en ausencia de los mecanismos de defensa del yo, la cuota de Q que
subyace al displacer se descarga por un proceso primario reflejo —que
quizá se desvíe hacia otra imagen mnemónica que se convierte en el
símbolo de la idea penosa.
En esta discusión Freud ha propuesto soluciones para todos los
problemas que motivaron su incursión en la psicofisiología. Establece una
distinción entre la represión y la inhibición, o defensa patológica y
normal, y propone una explicación de por qué sólo los traumas sexuales
infantiles pueden inducir la histeria. Además, se atribuye un papel crucial
en la represión a la acumulación de excitación sexual somática,
permitiendo así que Freud explique por qué los enfermos histéricos
suelen tan a menudo padecer también neurosis de angustia. Por último,
la importancia otorgada a la excitación sexual somática en la histeria
apunta hacia una teoría general de las neurosis basada en el papel de la
excitación sexual somática en cada uno de los síndromes neuróticos.
Pero es obvio que Freud presentó hipótesis para las cuales la
neurofisiología brindaba muy escasa justificación. Procediendo a partir de
principios básicos, esperaba aparentemente establecer que sus
proposiciones eran al menos neurodinámicamente sólidas; pero el intento
de un enfoque riguroso es abandonado hacia la segunda parte, y la
viabilidad de sus modelos carece de bases demostrativas. Por el contrario,
existen numerosas incongruencias internas. Durante varios meses
después de escribir el "Proyecto", Freud se mostró alternativamente
incierto y optimista en cuanto a la perspectiva de resolver estas
dificultades y construir una explicación fisiológica verosímil de la
represión. En una carta que acompañaba el manuscrito (8 de octubre de
1895), Freud escribía a Fliess "no llego a captar, empero, la explicación
mecánica". Pero luego, el 20 de octubre, le comunicaba lo siguiente:
Durante una noche muy activa la semana pasada... las barreras
se levantaron de pronto, los velos cayeron y mi mirada pudo
penetrar de golpe desde los detalles de las neurosis hasta las
condiciones mismas de la conciencia. Todo parecía encajar en el
lugar correspondiente... Los tres sistemas de neuronas, los estados
"libre" y "ligado" de cantidad, los procesos primario y secundario...
las dos reglas biológicas de la atención y de la defensa,... el estado
del grupo psicosexual, la determinación sexual de la represión,...
¡todo eso concordaba y concuerda todavía hoy!...
Si hubiese esperado dos semanas más para comunicarte todo
34
esto, habría resultado mucho más claro44.
Algunas semanas más tarde, las dudas volvieron a surgir, y Freud
escribió acerca de su intención de dejar a un lado las especulaciones
psicofisiológicas. Pero el 1º de enero de 1896, le envió a Fliess varias
páginas de revisiones del "Proyecto", tocantes a las posiciones relativas de
las neuronas ω y Ψ dentro del sistema nervioso45.
Sin embargo, poco después de esta última carta, las dudas de Freud
acerca de sus especulaciones lo condujeron finalmente a abandonar la
prosecución de una fisiología de la represión. Acaso siguiera trabajando
esporádicamente en las formulaciones del "Proyecto" durante algunos
meses más; hay comentarios en su correspondencia de 1896 que, aunque
ambiguos, parecen referirse a tal trabajo. Pero ya no hay ninguna
mención explícita al "Proyecto" o a sus teorías psicofisiológicas.
Fuente:
Kenneth Levin, Freud y su primera psicología de las neurosis, México, FCE,
1985.
44
45
Freud a Fliess. 20 de octubre de 1895, Los orígenes, Obras Completas, t. III, página 3522.
Freud a Fliess, 1° de enero de 1896, Ibid., pp. 3529-3532.
35