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AMAZONAS
«Tal como os prometimos iniciamos la serie de Mujeres de Rompe y Rasga
con las famosas Amazonas, míticas guerreras entre las que destacan
Camila y Acca y sus diosas Artemisa y Atenea, amigas y amantes de
famosas guerreras como Cyrene, Anticleia, Britomartis, Calisto, Palas,
Chariclo o Myrmex. Seguro que la vida y hechos de estas mujeres te
apasionarán»
Amazona
L
a palabra “amazona” suele referirse de modo específico a las mujeres guerreras de la
antigua Grecia, originarias de la cuenca del Mediterráneo y del Norte de África (la
actual Libia). También puede designar a mujeres guerreras de otras culturas e incluso
a veces se aplica el término a mujeres que no se ajustan a los esquemas tradicionales de lo que debe
ser una mujer en su aspecto y sus actos.
Según las leyendas griegas, las amazonas rechazaban el matrimonio heterosexual, se dedicaban a la caza y a la guerra, y establecían alianzas con otros grupos de mujeres emancipadas similares, como por ejemplo la amistad de las sacerdotisas amazónicas con las sacerdotisas de la diosa
Cibeles, que eran lesbianas y también preferían vivir en compañía exclusiva de otras mujeres.
Aunque los autores clásicos no hablan directamente de la existencia de prácticas lesbianas
entre las amazonas, ello se deduce de las descripciones de algunas amazonas como las queridas
compañeras de algunas deidades, así Britomartis, era la compañera íntima de Artemisa o Diana, y
Pallas la amiga íntima de Atenea.
Entre la amazonas más conocidas de la antigüedad clásica destacan: Myrina, una reina de las
amazonas conocida por su conquista de la Atlántida; Mytilene, la hermana de Myrina, que dio
nombre a la famosa ciudad de Mitilene, en la isla de Lesbos; y Semiramis, una reina amazona de
Asiria hija de la diosa Atargatis.
Según las tradiciones grecorromanas, las amazonas eran originarias de Libia. En aquella época “Libia” designaba a la parte norte de África al oeste de Egipto. Según Diodorus Sicilus, un
escritor romano del siglo I a.C., el hogar original de las amazonas eran los alrededores del lago
Tritonis en Numidia, en lo que actualmente correspondería a la actual Túnez y norte de Argelia.
Los antiguos pensaban que las amazonas habían llevado a cabo importantes gestas guerreras,
conquistando pueblos y territorios y fundando ciudades, como Esmirna y Éfeso. Según Diodorus
Sicilus, el ejército amazónico se distinguía por sus numerosas huestes y por sus temibles armas. Así
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Myrina mandaba un ejército de más de 30.000 mujeres y sus escudos estaban hechos de pieles de
serpientes.
Sus ritos tendían a ser orgiásticos, con salvajes músicas de flautas, címbalos y tambores que
las incitaban a bailar sin descanso hasta caer rendidas. Las sacerdotisas ejecutaban una danza en
círculo blandiendo los escudos y las espadas alrededor de un árbol sagrado.
Algunas amazonas se casaban con hombres, pero éstos desempeñaban el papel femenino en la
relación. Así Diodorus nos cuenta que “los maridos de las amazonas, a semejanza de las matronas
romanas, se dedican al cuidado del hogar, obedeciendo las órdenes de sus esposas, y nunca tomando parte en las campañas militares ni en las decisiones políticas. Los hijos son separados de sus
madres en cuanto dejan de mamar y son entregados al cuidado de sus padres, que son quienes los
cuidan durante su infancia”.
El filósofo Sextus Empiricus, ya en el siglo III, afirmaba que cuando las amazonas daban a luz
a un hijo varón lo castraban en honor de la diosa Cibeles para que fuera un adorador de la misma y
nunca tuviera instintos guerreros, pues consideraban que éstos eran prerrogativa de la mujer. Diodorus
relata que la diosa Cibeles consideraba a las amazonas como sus hijas.
Según el historiador Herodoto(siglo V a.C.), la amazonas llegaron a ocupar una zona de la
antigua Rusia. Una guerra tuvo lugar entre los pueblos eslavos y las amazonas alrededor del siglo
VI antes de Cristo. Mujeres guerreras que habitaban en las proximidades del mar de Azov se unieron a las amazonas en su batalla frente a los eslavos. El conflicto se detuvo temporalmente cuando
ambos grupos decidieron firmar un armisticio y casarse entre ellos. Durante un tiempo el acuerdo
funcionó, pero Herodoto señala que aunque las amazonas aprendieron la lengua de los eslavos,
éstos no aprendieron la de las amazonas, ni podían comprender sus costumbres. Al final las mujeres
decidieron separarse de los varones eslavos. “Nosotros somos guerreras, nuestra ocupación principal es aprender a usar el arco y las flechas, y no queremos saber nada de las tareas que realizan las
mujeres, así que dejadnos marchar y hacer nuestra vida”.
Estrabón, el famoso historiador y geógrafo romano del siglo I, nos cuenta una historia semejante a cuenta de las amazonas. Una tribu de éstas vivía en el Caúcaso, dedicándose a la caza, la
agricultura y a criar ganado y caballos. Se extirpaban el seno derecho para así lanzar el arco con
más facilidad, y se vestían de pieles de animales. En la primavera se dirigían a una montaña sagrada
donde tenían relaciones sexuales con los varones de una tribu vecina, los Gargarenses. Las niñas
que nacían eran criadas por las amazonas y los niños eran entregados a los Gargarenses , que era
una comunidad sólo de hombres. Tal como ocurría en la historia de Herodoto, aunque decidieron
vivir juntos una temporada, al final los varones y las mujeres concluyeron que era mejor verse sólo
en primavera, y vivir independientemente el resto del año. Estas historias sugieren que hubo un
tiempo en que las culturas de tradición matrilineal, como las amazonas, lucharon frente a las tribus
patriarcales, y que en las tribus integradas por sólo un sexo las relaciones homosexuales eran frecuentes.
Aunque numerosos historiadores han proclamado que nunca existieron las amazonas ni ningún otro clan de mujeres guerreras, la evidencia arqueológica reciente difiere de estas afirmaciones. Así numerosos excavaciones están descubriendo enterramientos de mujeres ataviadas en trajes
de guerra, con armas y objetos que sugieren un estatus de reinas y sacerdotisas.
Muchas diosas de la antigüedad se asocian a las amazonas, y así, aparte de las ya mencionadas, se incluyen las deidades egipcias Anat y Sekhmet, la fenicia Astarté y la céltica Macha. Dentro
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de la cultura céltica destacan las Gwidonot, un grupo de mujeres guerreras que tenían relaciones
sexuales entre ellas. Entre los aztecas, la mujer guerrera que tendía a tener relaciones con otras
mujeres y que era un equivalente a la amazona de la antigua cuenca del Mediterráneo y de Rusia era
la patlache. Las diosas asociadas a las patlache eran Tlazolteotl y Xochiquetzal.
En las cultural de los indios nativos americanos también hallamos amazonas y mujeres guerreras como las de la tribu Kauxuma Nupika y las mujeres divinas Anog Ite y Wiya Numpa. En las
culturas de Alaska y norte de Asia hay mujeres guerreras como Sedna y Qailertetang
Las diosas vírgenes griegas, patronas de las amazonas
Las diosas vírgenes de la mitología griega son Artemisa, diosa de la caza y de la luna y Atenea,
diosa de la sabiduría y de la artesanía. Estas diosas personifican los aspectos independientes, activos y de no-relación con los hombres de las mujeres. Estas diosas amazonas representan impulsos
internos en las mujeres para desarrollar talentos, ir en pos de intereses, resolver problemas, competir con los demás, expresarse de manera brillante con palabras o mediante formas artísticas, poner
su entorno en orden o llevar vidas contemplativas. Cualquier mujer que haya querido alguna vez
“un espacio para sí misma”, se sienta en su casa en plena naturaleza, disfrute descubriendo cómo
funciona alguna cosa o aprecie la soledad, posee algún parentesco con una de estas diosas y con las
antiguas amazonas.
El aspecto de diosas vírgenes es esa parte de una mujer que no es poseída o que “no es penetrada” por un hombre, que no tiene necesidad de un varón en su vida ni de ser validada por un
hombre, que existe completamente separada de lo masculino por derecho propio. Cuando una mujer vive toda su vida un arquetipo de amazona, quiere decir que una parte significativa de ella sigue
siendo psicológicamente virginal, aunque haya tenido relaciones sexuales y ya no sea literalmente
virgen.
Dentro de un sistema religioso y de un periodo historico dominado por dioses masculinos,
Artemisa y Atenea sobresalen como excepciones. Nunca se casaron, nunca fueron dominadas, seducidas, violadas o humilladas por dioses o mortales masculinos. Permanercieron “intactas”,
invioladas.
Cuando el arquetipo de la amazona domina la mente de la mujer, esta es “completa en sí
misma”. Una parte importante de su psique “no pertenece a nadie”. Por lo tanto, una amazona de
nuestros tiempos es una mujer completa-en-sí-misma, que hace lo que hace no por algún deseo de
agradar, no para gustar o ser aprobada, no por algún deseo de obtener poder sobre otra persona,
para captar su interés o su amor, sino porque lo que hace es su verdad. Su acción puede ser efectivamente no convencional. Puede que tenga que decir que no, cuando sería más fácil y más adecuado, convencionalmente hablando, decir sí. Pero como amazona, no está influida por las consideraciones que hacen a las otras mujeres orientar sus vidas adaptadas a las conveniencias.
Si una mujer es una amazona, estará motivada por la necesidad de seguir sus propios valores
internos, de hacer lo que tiene sentido para ella o la llena, con independencia de lo que piensen los
demás.
Desde el punto de vista psicológico, la amazona es esa parte de una mujer que no ha sido
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moldeada, ni por las expectativas colectivas, sociales y culturales (determinadas por los hombres)
de lo que debe ser una mujer, ni por un juicio masculino concreto sobre ella. El aspecto de la
amazona es una pura esencia de lo que es una mujer y de lo que ella valora.
Las mujeres que siguen sus propias inclinaciones para convertirse en deportistas de competición, escritoras, artistas, científicas, políticas o ejecutivas de empresa, son ejemplo de las cualidades de las antiguas amazonas. Para desarrollar sus talentos y concentrarse en obtener lo que tiene
un valor personal para ellas, las mujeres diosas vírgenes suelen evitar desempeñar papeles tradicionales de mujer. El desafío es cómo hacerlo, es decir, cómo ser auténticas consigo mismas y adaptarse a vivir en un “mundo masculino”.
En la mitología griega, cada una de las diosas vírgenes se enfrentaban a un desafío similar y
hallaron una solución diferente. Así Artemisa, diosa de la caza, renunció a la ciudad, evitaba el
contacto con los hombres y pasaba su tiempo en plena naturaleza con su grupo de ninfas. Su manera de adaptarse fue la separación de los hombres y de su influencia. Por contraste, Atenea, diosa de
la sabiduría, se unía a los hombres como igual o superior en las cosas que éstos hacían. Era la
cabeza más fría en medio de la batalla y la mejor estratega. Su adaptación fue la identificación con
los hombres: se hizo como uno más de ellos. El ejemplo de Atenea ha sido seguido por muchas
mujeres que se han incorporado al mundo empresarial o que han triunfado en ocupaciones tradicionalmente masculinas.
Acca
El nombre de esta mujer forma parte de la historia legendaria de Roma y aparece en el poema
de Virgilio La Eneida como una compañera íntima de la amazona Camila. El nombre de Acca
puede significar “aquella que lleva a cabo grandes gestas” y también recibía el sobrenombre de “la
soñadora”.
Cuando Camila cayó en la batalla, Acca, con el corazón destrozado, levantó un santuario en su
honor en mitad del bosque. Dice la leyenda que debido al inmenso dolor por la pérdida de su
amada, Acca lloró tanto que se convirtió en una fuente.
Camila
Guerrera amazona, favorita de la diosa Artemisa. Fue criada por su padre en la vida de los
bosques salvajes, y desde pequeña estuvo dedicada al culto de Artemisa. Camila podía correr más
rápido que el viento y luchaba con el pecho descubierto. Obtuvo gran renombre como estratega
militar y murió en una batalla contra los romanos.
Albina
En la obra escrita en 1970 por Monique Wittig y Sande Zeig titulada Lesbian Peoples, Albina
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aparece como una amazona procedente de Libia perteneciente a la tribu Danaid, que vivió durante
la Edad del Bronce. Era conocida con el sobrenombre de “Pecho de fiera” por su enorme valentía y
arrojo.
Las Danaids eran una tribu de ninfas que según la mitología griega eran unas mujeres muy
diferentes de las habituales. Tenían muchos puntos en común con la amazonas, entre ellos que
preferían la compañía de las otras mujeres a las de los hombres, y no iban vestidas como las mujeres de su época, sino que iban ataviadas de guerreras, con el pelo muy corto, y vivían al aire libre,
en los prados y bosques.
Artemisa
Artemisa, conocida por los romanos como Diana, era diosa de la caza y diosa de la luna. La
esbelta y adorable hija de Zeus y Latona erraba por bosques, montañas y prados salvajes, en alegre
compañía de su grupo de ninfas y perros cazadores. Vestida con una corta túnica, armada con un
arco de plata, un carcaj de flechas a su espalda, era la arquera de disparo más certero. Como diosa
de la luna, también se la presenta como portadora de la luz, llevando antorchas en sus manos, o con
la luna y las estrellas rodeando su cabeza.
Como diosa de la vida natural se la asociaba a muchos animales no domésticos que simbolizaban sus cualidades. Las hembras del ciervo o el gamo, la liebre y la codorniz simbolizaban su
naturaleza huidiza. La leona representaba su realeza y su destreza en la caza, y la osa, su aspecto
destructivo. La osa era un símbolo adecuado de su papel protector de las jóvenes (las jóvenes
adolescentes griegas se consagraban a Artemisa, y bajo su protección se las llamaba arktoi u “osas”
durante ese periodo juvenil de sus vidas).
Artemisa fue la hermana gemela, nacida en primer lugar, de Apolo, dios del sol. Su madre,
Latona, era una deidad de la naturaleza, hija de dos titanes; el padre de Artemisa y Apolo fue Zeus,
que reinaba entre los dioses del Olimpo.
Cuando le llegó el momento a Latona de dar a luz a sus hijos, surgieron grandes dificultades.
En ninguna parte a donde acudía era bien recibida, porque todos temían la cólera vengativa de
Hera, la esposa legal de Zeus. Finalmente encontró refugio en la árida isla de Delos, donde dio a luz
a Artemisa.
En cuanto nació, Artemisa ayudó a Latona durante la prolongada y dificultosa labor del alumbramiento de Apolo. Durante nueve días y nueve noches, Latona sufrió atroces dolores a causa de
las vengativas maquinaciones de Hera. Artemisa, que había serrvido de partera a su madre durante
todo el proceso, quedó tan afectada que se juró a sí misma que jamás sería madre.
Cuando Artemisa tenía tres años, Latona la llevó al Olimpo para que conociese a Zeus y a sus
parientes divinos. En su Himno a Artemisa el poeta Calímaco (305 – 240 antes de Cristo)la describe sentada en el regazo de su encantado padre, Zeus, “que se inclinó y la acarició diciendo: cuando
las diosas me dan hijas como ésta, la cólera de la celosa Hera me inquieta muy poco. Mi pequeña,
tendrás todo lo que desees”.
Artemisa pidió arco y flechas, una jauría de sabuesos con los que cazar, una corte de ninfas
para acompañarla, una túnica suficientemente corta para poder correr con ella puesta, montañas y
bosques salvajes como sus dominios especiales y no casarse nunca, todo lo cual le concedió su
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padre, además del privilegio de elegirlo todo ella misma.
Artemisa se fue entonces al bosque y al río a escoger las ninfas más bellas. De nuevo Calímaco
nos describe a Artemisa en esta época como una auténtica amazona, enamorada de otras mujeres,
entre ellas Britomartis, Cyrene y Anticleia. Estas tres fueron sus primeras compañeras, ataviadas
también con arco y flechas. Artemisa se convirtió entonces en la diosa de las amazonas, siendo la
ninfa Calisto la suma sacerdotisa de este culto, convirtiéndose también en amante de la diosa.
En los mitos, Artemisa actuaba rápidamente y de manera decisiva en auxilio de aquéllos que
solicitaban su ayuda. También era rápida para castigar a quienes le ofendían.
En cierta ocasión, cuando su madre Latona estaba de camino a Delfos para visitar a Apolo, el
gigante Ticio intentó violarla. Artemisa acudió rápidamente en ayuda de su madre y, disparando
mortalmente a Ticio con su arco y sus flechas, lo mató. Es digno de señalar que Artemisa acudiese
repetidamente en ayuda de su madre. No se conoce a ninguna otra diosa por este hecho. Otras
mujeres también recurrieron a ella con éxito. La ninfa de los bosques, Aretusa, llamó a Artemisa
cuando estaba a punto de ser violada. Aretusa había vuelto de una cacería, desnuda, y estaba refrescándose nadando, cuando el dios del río la deseó; entonces, persiguió a la ninfa desnuda, que huyó
aterrorizada. Artemisa oyó sus gritos de auxilio, la rescató en una nube de niebla y la convirtió en
un manantial.
Artemisa era implacable con quienes la ofendían, como, por ejemplo cuando descubrió a
Acteón cometiendo su gran error: mientras paseaba por el bosque, el cazador Acteón llegó accidentalmente a una poza escondida, en donde se estaban bañando la diosa y sus ninfas, y se quedó
mirando embobado. Ofendida por su intrusión, Artemisa salpicó agua a la cara de Acteón, transformándole en un ciervo. Se convirtió entonces en presa de sus propios perros de caza, que salieron en
su persecución. Aterrorizado, intentó huir, pero fue alcanzado y despedazado a mordiscos por su
jauría.
Aunque es más conocida como diosa de la caza, Artemisa fue también la diosa de la luna, y era
invocada por las mujeres de la antigüedad grecorromana que participaban en uniones matrimoniales entre ellas.
Britomartis
Era una de las compañeras y amantes de la diosa Artemisa. Originaria de Creta, Britomartis
era la guardiana de los animales y patrona de los cazadores, pescadores y marinos. A raíz de su
muerte en un accidente de caza, fue hecha diosa por Artemisa, y empezó a ser adorada en primer
lugar en Knossos, como la ninfa amada de la diosa y la mejor arquera de su tiempo.
Se cuenta de ella que intentando escapar del rey Minos, que estaba enamorado de Britomartis
pero a quien ella no amaba, la joven se arrojó al mar. Afortunadamente cayó entre las redes de unos
pescadores y se salvó de morir ahogada. Minos, pensando que había muerto, dejó de perseguirla. A
raíz de este evento, Britomartis empezó a ser adorada bajo el nombre de Dictynna, “la señora de las
redes”. Desde entonces las redes de pescar son su símbolo.
Cyrene
Conocida como “la cazadora de leones”, fue una mujer atlética, gran cazadora, íntima compa-
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ñera de Artemisa en sus correrías por los bosques. Despreciaba las actividades tradicionales de las
mujeres, y prefería actividades como la lucha cuerpo a cuerpo y los combates con lanzas y espadas.
Se dice de ella que fue la fundadora de la ciudad de Cyrene en Libia. Se la asocia con las Náyades
y con las Amazonas.
Anticleia
Célebre amazona compañera y amiga íntima de Artemisa. El poeta Calímaco (siglo III a. de
C.) relata que Artemisa estaba profundamente enamorada de Anticleia y la amaba tiernamente. La
describe como una bella mujer siempre llevando al hombro su arco y sus flechas y con los pechos
al aire.
Calisto
Esta ninfa de los bosques fue también una amada compañera de la diosa Artemisa. Se cuenta
que Zeus, enterado del amor que se profesaban las dos jóvenes, intentó seducir a Calisto tomando
la forma de su hija Artemisa para engañarla. Por desgracia la ninfa no se dio cuenta de la treta y
quedó embarazada, y al tener noticia Artemisa de todo el asunto montó en cólera y fulminó a su
amada con un rayo. Incapaz posteriormente de devolverle la vida, Artemisa transformó su espíritu
en la constelación de la Osa Mayor.
Atenea
Diosa griega de la sabiduría y de la guerra, llamada Minerva por los romanos, y patrona de la
ciudad de Atenas. De acuerdo con la mayoría de las fuentes ella era la hija de Zeus, del que surgió
de su frente ya adulta y lista para el combate. Según otros relatos su padre habría sido Poseidón y su
lugar de nacimiento Libia, sugiriendo que se trataba de una amazona de origen africano.
Era la majestuosa y bella diosa guerrera, protectora de sus héroes elegidos y de la ciudad que
había tomado su nombre. Era la única diosa del Olimpo que se representaba portando una coraza,
con la visera de su yelmo echada hacia atrás para revelar su belleza, un escudo en el brazo y una
lanza en la mano.
Capaz de transformarse en un joven guerrero, Atenea también se podía transformar en un
pájaro, en concreto en una lechuza o un buho, pájaro asociado a ojos prominentes y a la sabiduría,
dos de sus rasgos característicos. Dos serpientes entrelazadas se dejanam ver en un dibujo de su
escudo o en la orla de su túnica.
Dentro de sus compañeras íntimas destacan Chariclo y Myrmex. Por desgracia la mayoría de
las relaciones amorosas de Atenea, siempre con mujeres, terminaban siempre de manera trágica.
En concreto en el caso de Chariclo, ésta tenía un hijo llamado Tiresias que un día descubrió bañán-
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dose juntas a su madre y a la diosa; ésta enfadada lo dejó ciego. Myrmex no corrió mejor suerte, y
fue transformada en hormiga tras una discusión con Atenea.
Atenea fue adorada hasta el siglo V, cuando su templo en Atenas fue demolido y convertido en
una iglesia cristina. En una encuesta realizada entre cientos de lesbianas, la antropóloga Jo Ann
Loulan descubrió que entre siete arquetipos de antiguas diosas con las que las cuales las mujeres
lesbianas podían identificarse, Atenea figuraba en segundo lugar, después de la diosa Artemisa.
Palas
Hija del dios griego de los ríos, Tritón, y la amada compañera de la diosa Atenea. Tritón había
criado a Atenea desde pequeña, y las dos niñas fueron inseparables desde la infancia. Esto no le
gustaba mucho al padre de Atenea, el celoso dios Zeus, y un día, mientras las dos jóvenes estaban
en medio de una lucha con lanzas, su deporte favorito, Zeus tuvo la impresión de que Pallas iba a
herir a Atenea, y cegado por la ira y los celos, derribó mortalmente a Pallas. Por desgracia Atenea
no tenía el poder de devolverle la vida, así que lo que hizo fue esculpir una talla de madera con su
efigie y situarla en un altar dentro de un santuario dedicado a ella. Desde ese momento en
adelante ella honró la memoria de su amada uniendo su nombre al propio, y siendo conocida
desde ese momento como la diosa Palas Atenea.
Chariclo
Ninfa griega amada por la diosa Atenea y madre de Tiresias. Un día mientras Atenea y Chariclo
estaban bañándose juntas desnudas en un lago en medio del bosque, un hombre sediento, buscando
un sorbo de agua, se aproximó al estanque. Atenea, sin reparar de que se trataba de Tiresias, el hijo
de Chariclo, lo dejó ciego en castigo por haberla contemplado desnuda. Como la diosa luego no
puedo reparar el daño causado, consoló a Chariclo diciéndole que ya que no podía devolverle la
vista, le concedería a su hijo el don de la profecía. A partir de entonces Tiresias se convirtió en el
vidente más importante de Grecia.
Myrmex
Joven griega amante de la diosa Atenea quien después de mantener una agria disputa con ella,
fue convertida en una hormiga. Myrmex había presumido entre sus amigas de ser la inventora del
arado, pero quien lo había inventado en realidad había sido Atenea, la cual al conocer la usurpación
montó en cólera y castigó a la joven. Zeus, padre de Atenea, sintió pena de Myrtex, y al cabo de un
tiempo le hizo recuperar su forma humana de nuevo.
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Mitilene
Ciudad de la isla de Lesbos, símbolo del amor lesbiano, nombrada así en honor de una general
amazona hermana de la reina Mirina. La poetisa lesbiana Safo creció en la ciudad de Mitilene y en
ella se inició en el amor por las mujeres y en la poesía.
© PALOMA GÓMEZ, 2003
©EDICIONES MAIRI, S.L UNIPERSONAL, 2003