Download qué es la filosofía y para qué sirve
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PRESENTACIÓN Los fragmentos reunidos en este libro constituyen una herramienta de trabajo adecuada para la realización de una tarea específica como es el abordaje de una «introducción a la filoso-fía». Es una herramienta que no funciona por sí misma y que re-quiere del trabajo de un «trabajador» si es que ha de reportar al-guna utilidad; es decir, reúne un conjunto de textos que requieren ser leídos, analizados, comentados, discutidos, criticados, desme-nuzados e incluso, destruidos. Con ellos se pretende aportar ma-teriales interesantes y a veces, divertidos, seleccionados de las obras de los filósofos mismos. El orden de la selección es temático. Busca, en primer lu-gar, definir a la filosofía y su función. En segundo lugar, realiza un breve recorrido por las tesis principales de la gnoseología mo-derna, poniendo especial interés en problematizar la relación en-tre teoría y praxis. Finalmente, se explicitan algunas respuestas contemporáneas al problema. El objetivo de esta selección es que nos encontremos con lo que los mismos filósofos han escrito, sin las mediaciones de los manuales o de los divulgadores. De ninguna manera preten-demos reducir el pensamiento de los filósofos a estos breves frag-mentos. Si nos vimos obligados a publicar esta selección se ha debido sólo a razones de practicidad, utilidad y reducción de cos-tos para aquellos que estando interesados por la filosofía no quie-ren hacer de ella una profesión. Esta selección tampoco tiene la intención de reemplazar una lectura más amplia de los autores si-no incentivarla. Los textos han sido enriquecidos con notas y comentarios que facilitan la lectura y se les ha adicionado un glosario que ayude a aclarar los términos técnicos. Se han agregado preguntas y actividades con el fin de ayudar a una mejor comprensión y elaboración. Queremos agradecer especialmente a los alumnos de pri-mer año de la Licenciatura en Trabajo Social de la Universidad Nacional de La Matanza durante los cursos de 1991-96 por sus sugerencias y críticas en las evaluaciones finales. Ricardo M. Etchegaray ¡Error!Marcador no definido. CAPÍTULO N1: QUÉ ES LA FILOSOFÍA Y PARA QUÉ SIRVE 1. Todos los hombres son filósofos Es preciso destruir el muy difundido prejuicio de que la filosofía es algo sumamente difícil por ser la actividad intelectual propia de una determinada categoría de científicos especialistas o de filósofos profesionales y sistemáticos. Es preciso, por lo tanto, demostrar, antes que nada, que todos los hombres son «filóso-fos», y definir los límites y los caracteres de esta «filosofía espontánea», propia de «todo el mundo», esto es, de la filosofía que se halla contenida: 1) en el lenguaje mismo, que es un con-junto de nociones y conceptos determinados, y no simplemente de palabras vaciadas de contenido; 2) en el sentido común, y en el buen sentido1; 3) en la religión popular y, por consiguiente, en todo el sistema de creencias, supersticiones, opiniones, maneras de ver y de obrar que se manifiestan en lo que se llama general-mente «folclore». Después de demostrar que todos son filósofos, aun cuando a su manera, inconscientemente, porque incluso en la más míni-ma manifestación de una actividad intelectual cualquiera, la del «lenguaje», está contenida una determinada concepción del mundo*23, se pasa al segundo momento, el de la crítica y el conoci1 Por «sentido común» y «buen sentido» se entiende una capacidad racional común a la generalidad los hombres de una época y lugar, que incluye ciertos supuestos y principios comunes y que permite juzgar razonablemente acerca de los asuntos cotidianos. 2 3 Las palabras señaladas con el signo * están definidas en el Glosario al final del libro. Una «concepción del mundo» es una cosmovisión o una perspectiva general coherente acerca de todas las cosas. "La cosmovisión o concepción del mundo es dada de una vez en su totalidad, es inalterable y depende en gran medida del carácter miento, esto es, se plantea el problema de si: ¿Es preferible «pensar» sin tener conocimiento crítico, de manera disgregada y ocasional, es decir, «participar» de una concepción del mundo «impuesta» mecánicamente por el ambiente externo, o sea, por uno de los tantos grupos sociales en que uno se encuentra incluido automáticamente hasta su entrada en el mundo consciente (y que puede ser la aldea o la provincia, que puede tener origen en la parroquia y en la «actividad intelectual» del cura o del vejete patriarcal cuya «sabiduría» dicta la ley; de la mujercita que ha heredado la sabiduría de las brujas o del peque-ño intelectual avinagrado en su propia estupidez e incapacidad pa-ra obrar), o es mejor elaborar la propia concepción del mundo de manera consciente y crítica, y, por lo mismo, en vinculación con semejante trabajo intelectual, escoger la propia esfera de acti-vidad, participar activamente en la elaboración de la historia del mundo, ser el guía de sí mismo y no aceptar del exterior, pasiva y supinamente, la huella que se imprime sobre la propia perso-nalidad?4 Antonio Gramsci, político e intelectual italiano nacido en Cerdeña en 1891 y muerto en 1937. (1) ¿Qué quiere decir el autor al afirmar que "todos los hom-bres son filósofos"? (2) ¿Por qué se afirma que es un prejuicio el que la filosofía sea algo sumamente difícil? (3) ¿Dónde se halla contenida, según Gramsci, la «filosofía espontánea» propia de todo el mundo? ¿Por qué individual, del pueblo o conjunto de pueblos, del momento histórico, etc. [...] La concepción del mundo se presenta como un conjunto de intuiciones que dominan no sólo las particularizaciones teóricas de un tipo humano o cultural y condicionan toda ciencia, sino que abarcan también y en particular las formas normativas, haciendo de la concepción del mundo una norma para la acción" (Ferrater Mora, J.: Diccionario de filosofía abreviado, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 20 edición, 1993, pp. 250/1). 4 Antonio Gramsci, Introducción a la filosofía de la praxis, Premia Editora, México, 3ra. edición, 1983, p. 7. ¡Error!Marcador no definido. afirma tal cosa? (4) Ejemplifique el texto de Gramsci. (5) ¿A qué llama el autor "momento de la crítica"? (6) Diferencie la «filosofía espontánea» de la «filosofía crítica». 2. La conciencia de la ignorancia como condición del saber El discurso transcripto a continuación es la defensa desarrollada por Sócrates ante el tribunal judicial que lo procesó, según la recreación que de él hizo Platón Algunos de ustedes podría tal vez replicar: «Pero Sócrates, ¿cuál es tu ocupación? ¿Cómo se han originado estas ideas falsas acerca de ti? Pues, sin duda, si no te hubieras ocupado en algo más llamativo que lo que hacen los demás, no se habría generado tal fama ni se dirían tales cosas si no obrases de manera distinta que la mayoría. Dinos, pues, de qué se trata, para que no opinemos de ti con ligereza». Me parece que el que dijera tales cosas hablaría con justicia, y precisamente intentaré explicarles qué es lo que me ha creado tal reputación y tal falsa imagen. Escúchenme entonces. Quizá parezca a algunos de ustedes que bromeo; sepan, sin embargo, que les diré toda la verdad. En efecto, señores atenienses, por ninguna otra cosa que por una cierta sabiduría es que he adquirido esta reputación. Pero, ¿qué clase de sabiduría es ésta? Precisamente la que es de alguna manera sabiduría humana5. En ella sí me atrevo a decir que soy realmente sabio; probablemente, en cambio, aquellos que acabo de mencionar se-rían sabios en alguna sabiduría sobrehumana, o no sé qué decir [de ella]; yo, en efecto, no la poseo, y el que lo afirme miente y habla con una idea errónea. Por favor, no me interrumpan aunque les parezca que hablo con pedantería; pues no hablaré por mí mismo, sino que remitiré lo que digo a alguien digno de fe. Como testigo de mi sabiduría -si es que es sabiduría- y de cómo es ella, pongo al dios de Delfos6. Seguramente han conocido 5 "Humana" significa aquí "propia de los hombres", en contraposión con cualquier sabiduría divina o propia de los dioses, tal como era la inspiración del poeta, del profeta o del adivino. 6 El dios de Delfos es Apolo. El juramento o poner al dios por testigo era un procedimiento jurídico normal en la época. Cfr. ustedes a Querefonte, cuánta pasión ponía en lo que emprendía. Pues bien, en cierta ocasión que fue a Delfos, se atrevió a preguntar al oráculo7... pero repito, señores, no me vayan a interrumpir; preguntó si había alguien más sabio que yo. La pitonisa le respondió que no había nadie más sabio. Y acerca de estas cosas puede testimoniar su hermano, aquí presente, ya que Querefonte ha muerto. Dense cuenta ustedes por qué digo estas cosas: les voy a mostrar, en efecto, de dónde se ha originado la falsa imagen de mí. En efecto, al enterarme de aquello reflexionaba así: «¿Qué quiere decir el dios y qué enigma hace? Porque lo que es yo, no tengo ni mucha ni poca concien-cia de ser sabio. ¿Qué quiere decir, entonces, al afirmar que soy el más sabio? No es posible, sin embargo, que mienta, puesto que no le está permitido». Y durante mucho tiempo dudé acerca de lo que quería de-cir, hasta que con grandes escrúpulos me volqué a su investigación, de la manera siguiente. Fui al encuentro de los que eran considerados sabios, en el pensamiento de que allí -si era posible en algún lado- refutaría* la sentencia del oráculo, demostrándole que «éste es más sabio que yo, aunque has dicho que lo era yo». Ahora bien, al exami-nar a aquel con quien tuve tal experiencia -no necesito dar el nombre: era un político-, señores atenienses, y al dialogar con él, experimenté lo siguiente: me pareció que muchos otros creían que este hombre era sa-bio, y sobre todo lo creía él mismo, pero que en realidad no lo era. En seguida intenté demostrarle* que aunque él creía ser sabio, no lo era. La consecuencia fue que me atraje el odio de él y de muchos de los presentes. En cuanto a mí, al alejarme hice esta reflexión: «yo soy más sabio que este hombre; en efecto, probablemente ninguno de los dos sabe nada valioso, pero éste cree saber algo, aunque no sabe, mientras que yo no sé ni creo saber. Me parece, entonces, que soy un poco más sabio que él: porque no sé ni creo saber». Después fui hasta otro de los que pasaban por ser sabios, y me pasó lo mismo: también allí me atraje el odio de aquél y de muchos otros. Foucault, M.: La verdad y las formas jurídicas, traducción de E. Lynch, México, Editorial Gedisa, 2da. edición, 1986, pp. 40-42. 7 Los oráculos eran lugares sagrados donde el dios se manifestaba a los hombres, contestando las preguntas que se le formulasen mediante signos que eran interpretados por las pitonisas, que ejercían la función de mediadoras. ¡Error!Marcador no definido. De este modo fui a uno tras otro, bien que sintiendo -con pena y con temor- que me atraía odios; no obstante, juzgué que era necesario poner al dios por encima de todo. Debía dirigirme entonces, para dar-me cuenta de qué quería decir el oráculo, a todos aquellos que pasaban por saber algo. Y ¡por el perro!, varones atenienses -pues es necesario que les diga a ustedes la verdad-, esto es lo que experimenté: al indagar de acuerdo con el dios, me pareció que los de mayor reputación eran los más deficientes o poco menos, mientras que los otros, que eran tenidos por inferiores, eran hombres más próximos a la posesión de la inteligencia. Ustedes ven que es necesario que muestre las vueltas que di en mi penoso trabajo, para que la sentencia del oráculo se me tornara irrefutable. En efecto, después de los políticos acudí a los poetas, tanto a los autores de tragedias como a los de ditirambos y a todos los demás, en la idea de que allí me sorprendería in fraganti, por ser más ignorante que aquéllos. Llevé así conmigo los poemas de ellos que me parecieron más elaborados, y les pregunté qué querían decir, a fin de que al mismo tiempo me instruyeran. Pues bien, me da vergüenza de-cirles la verdad, señores; no obstante, debo decirla. Prácticamente todos o casi todos los presentes hablarían mejor acerca de aquellos poemas que los que los habían compuesto. En poco tiempo me di cuen-ta, con respecto a los poetas, que no hacían lo que hacían por sabi-duría, sino por algún don natural o por estar inspirados8, tal como los profetas y adivinos; éstos también, en efecto, dicen muchas cosas hermosas, pero no entienden nada de lo que dicen. Algo análogo me pareció que acontecía a los poetas; y a la vez advertí que, por el hecho de ser poetas, también en las demás cosas creían ser los más sabios de los hombres, pero que no lo eran. Me alejé, entonces, pensando que allí tenía la misma ventaja que sobre los políticos. Para terminar, acudí a los trabajadores manuales. Yo estaba consciente de que no sabía prácticamente nada, y que me encontraría con que éstos sabían muchas cosas hermosas. Y en eso no me engañé, ya que 8 La inspiración de las musas o de los dioses es una forma de conocimiento en la cual es insuflada, infundida o comunicada una idea, una imagen, una opinión o un afecto. Los poetas y los adivinos eran portadores de un saber que no era producido por ellos sino por los dioses. sabían cosas que yo no sabía, y en ese sentido eran más sabios que yo. Pero, señores atenienses, me pareció que nuestros buenos [ami-gos] los artesanos tenían el mismo defecto que los poetas: a causa de ejecutar bien su oficio, cada uno se creía que también era el más sabio en las demás cosas, incluso en las más difíciles; y esta confusión os-curecía aquella sabiduría. De este modo me pregunté, sobre la base del oráculo, si no era mejor ser como soy: no siendo sabio en cuanto a la sabiduría de ellos ni ignorante en cuanto a su ignorancia, en lugar de poseer ambas cosas, como aquéllos. Respondí tanto al oráculo como a mí mismo que es mejor ser como soy. De esta manera, señores atenienses, se generaron muchos odios hacia mí, algunos muy acres y muy violentos, de los cuales surgieron muchos juicios* falsos acerca de mí. En efecto, en cada ocasión los presentes creen que yo soy sabio en aquellas cosas en que refuto a otro; pero en realidad el dios es el sabio, y con aquella sentencia quiere decir esto: que la sabiduría humana vale poco y nada. Y cuando dice «Sócrates» parece servirse de mi nombre como para poner un ejemplo. Algo así como [si] dijera: «El más sabio entre ustedes, seres humanos, es aquel que, como Sócrates, se ha dado cuenta de que en punto a sabi-duría no vale en verdad nada». Todavía hoy sigo buscando e indagando, de acuerdo con el dios, a los conciudadanos y extranjeros que pienso que son sabios, y cuando juzgo que no lo son, es para servir al dios que les demuestro que no son sabios. Y por causa de esta tarea no me ha quedado tiempo libre para ocuparme de política en forma digna de mención, ni tampoco de mis propias cosas. Antes bien, vivo en extrema pobreza a causa de estar al servicio del dios9. Sócrates (470-399 a.C.) y Platón (429-348) son filósofos atenienses (1) ¿Cómo caracteriza Sócrates la misión que le asignó el dios Apolo? (2) ¿Por qué la sentencia del oráculo es para Sócrates un problema? ¿Cuál es el problema que se le plantea? (3) ¿Por qué Sócrates se con-sidera más 9 Platón: Apología de Sócrates, versión castellana de C. Eggers Lan, Buenos Aires, 9na. edición, Eudeba, 1986, pp. 126-33. ¡Error!Marcador no definido. sabio que aquellos a los que interroga? (4) ¿Por qué juzgó necesario poner al dios por encima de todo? (5) ¿Por qué afirma Sócra-tes que es mejor ser como es y no ser como los que son considerados sabios? (6) ¿Por qué afirma Sócrates que «en realidad el dios es el sabio»? (7) ¿Qué significa la frase socrática «sólo sé que no sé nada»? (8) ¿Qué relaciones encuentra entre la actividad socrática de investiga-ción haciendo preguntas y la carrera, disciplina o profesión que ha elegido? (9) ¿Cree Ud. que también en su actividad hacer preguntas le podría acarrear odios? ¿Qué piensa hacer en esas circunstancias? (10) ¿Cuáles son las condiciones que permiten el acceso al saber según Platón? 3. Pensar por sí mismo El siguiente texto pertenece a una carta que Descartes escribió a su editor con motivo de la publicación de su obra Los Principios de la Filosofía. La versión que se ha tomado el trabajo de hacer de mis Principios es tan clara y tan cabal que me hace esperar que serán leídos por más personas en francés que en latín y que serán mejor entendidos. Sólo temo que el título desagrade a muchos que no han sido criados en las letras o que tienen mala opinión de la filosofía porque la que se les enseñó no los satisfizo10; y esto me hace creer que sería bueno agregar un prefacio que expusiera cuál es el tema del libro, qué designio tuve al escribirlo y qué utilidad se puede sacar de él. Pero aunque me correspondiera a mí hacer este prefacio porque debo saber de estas cosas mejor que otro alguno, no puedo hacer otra cosa que poner aquí en resumen los principales puntos que me parece deberán ser tratados; y dejo a la discreción de usted comunicar al público lo que juzgue pertinente. En primer lugar hubiera querido explicar en él qué es la filosofía, 10 La publicación de la obra en francés (y no en latín que es la lengua de los doctos o de lo que actualmente llamaríamos la «comunidad científica»), al mismo tiempo que permite que el gran público tenga acceso a ella, se presta a mayores malos entendidos. Descartes menifiesta principalmente su temor a que el público no docto considere prejuiciosamente que la filosofía es sinónimo de inaccesible y a que muchos hayan sufrido introducciones deficientes a la materia. comenzando por las cosas más vulgares, como ésta: que esta palabra «filosofía» significa el estudio de la sabiduría y que por sabiduría no se entiende sólo la prudencia en el obrar, sino un perfecto conocimiento de todas las cosas que el hombre puede saber tanto para la conducta de su vida como para la conservación de la salud y la invención de todas las artes11; y que para que este conocimiento sea tal, es necesario deducirlo* de las primeras causas*; de manera que, para aplicarse a adquirirlo -lo que propiamente se llama filosofar-, haya que comenzar por la investigación de estas primeras causas, es decir, de los principios*; y que estos principios deben tener dos condiciones: una, que sean tan claros y tan evidentes12 que el espíritu humano no pueda dudar de su verdad, cuando se aplica con atención a considerarlos; la otra, que de ellos dependa el conocimiento de las demás cosas de manera que puedan ser conocidos sin ellas, pero no a la inversa, éstas sin aquéllos; y que después de esto hay que tratar de deducir de tal manera de esos principios el conocimiento de las cosas que dependen de ellos, para que no haya nada, en toda la serie de las deducciones que se hacen, que no sea muy manifiesto. Verdaderamente, sólo Dios es perfectamente sabio, es decir, que tiene el conocimiento íntegro de la verdad de todas las cosas; pero se puede decir que los hombres tienen más o menos sabiduría en razón del mayor o menor conocimiento que tengan de las verdades más importantes. Y creo que en esto no hay nada en que no estén de acuerdo los doctos. En seguida hubiera hecho considerar la utilidad de esta filosofía y mostrado que, ya que se extiende a todo lo que el espíritu humano puede saber, se debe creer que es sólo ella la que nos distingue de los más salvajes y bárbaros, y que cada nación es tanto más civilizada y culta cuanto mejor filosofan en ella los hombres; y así que el mayor bien que pueda haber en un Estado es el de tener verdaderos filósofos. Y, además de esto que, a cada hombre en particular, no sólo le es útil vivir con los 11 12 La preocupación por la utilidad está presente desde la misma definición de la filosofía. Para una definición de lo claro y evidente, ver capítulo 2, 1.c. y 1.d. ¡Error!Marcador no definido. que se aplican a este estudio, sino que es incomparablemente mejor aplicarse a él por sí mismo; como sin duda vale mucho más servirse de los propios ojos para conducirse y gozar por el mismo medio de la belleza de los colores y de la luz, que tenerlos cerrados y seguir la conducta de otro; pero esto último es todavía mejor que tenerlos cerrados y contar sólo consigo para conducirse. Propiamente es tener los ojos cerrados sin tratar de abrirlos jamás el vivir sin filosofar; y el placer de ver todas las cosas que nuestra vista descubre no es de ningún modo comparable a la satisfacción que da el conocimiento de las que se encuentran por la filosofía; y por último, este estudio es más necesario para reglar nuestras costumbres y conducirnos en esta vida que el uso de nuestros ojos para guiar nuestros pasos. Las bestias, que sólo tienen que conservar su cuerpo, se ocupan continuamente de buscar con qué alimentarlo; pero los hombres, cuya parte principal es el espíritu, deberían emplear sus cuidados principales en la búsqueda de la sabiduría, que es su verdadero alimento; y también estoy seguro de que habría muchos a quienes no les faltaría si tuvieran la esperanza de triunfar y si supiesen de cuánto son capaces. No hay alma, por poco noble que sea, que permanezca tan estrechamente apegada a los objetos de los sentidos, que no les dé la espalda de vez en cuando para desear algún otro bien mayor, a pesar de que con frecuencia ignore en qué consiste. Los más favorecidos por la fortuna, que abundan en salud, honores, riquezas, no están más exentos de este deseo que los demás; por el contrario, estoy convencido de que son ellos los que suspiran con mayor ardor por otro bien, más soberano que todos los que poseen ellos. Pero este soberano bien considerado por la razón natural sin la luz de la fe13, no es más que el conocimiento de la verdad por sus primeras causas, es decir, la Sabiduría, de la que la filosofía constituye su estudio. Y puesto que todas estas cosas son enteramente verdaderas, no sería difícil convencer 13 Mientras que la teología es un saber fundado en la revelación de Dios a través de la historia de salvación y de las Sagradas Escrituras, la filosofía es un saber fundado en la sola razón natural, es decir, en la capacidad para comprender que el hombre tiene por naturaleza. Descartes se preocupa de distinguir los planos para que no se interpreten sus posturas como incursiones en el ámbito propio de la Iglesia. con ellas si estuvieran bien deducidas14. René Descartes, filósofo y matemático francés, nacido en La Haye (Turena) en 1596 y muerto en Estocolmo en 1650. Los Principios de Filosofía fueron editados en 1644 por primera vez. (1) ¿Qué es la filosofía en sentido vulgar y en sentido estricto, para Descartes? (2) ¿A qué se llama «filosofar»? (3) ¿Qué condiciones deben tener los principios? (4) Relacione los conceptos de "primeras causas", "principios" y "verdades más importantes". (5) ¿Cuál es la utilidad de la filosofía según el mismo autor? ¿Podría relacionar su respuesta con el concepto provisorio que usted tenga del Trabajo social? (6) ¿Por qué "tener verdaderos filósofos" es "el mayor bien que pueda haber para un Estado? (7) ¿Por qué afirma Descartes que es mejor que cada uno se aplique "por sí mismo" al estudio de la filosofía? Explique la parábola del ciego. (8) ¿Cuál es el bien supremo para el hombre? Explíquelo. 4. Cultivar la incertidumbre El valor de la filosofía debe ser buscado en su real incertidumbre. El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía, va por la vida prisionero de los prejuicios que derivan del sentido común, de las creencias habituales en su tiempo y en su país, y de las que se han desarrollado en su espíritu sin la cooperación y el consentimiento deliberado de su razón. Para este hombre el mundo tiende a hacerse preciso, definido, obvio, los objetos habituales no le suscitan problema alguno, y las posibilidades no familiares son desdeñosamente rechazadas. Desde el momento que empezamos a filosofar, hallamos, por el contrario, que aún los objetos más ordinarios conducen a problemas a los cuales sólo podemos dar respuestas muy incompletas. La filosofía aunque incapaz de 14 René Descartes, Los principios de la filosofía (fragmento del Prefacio), en René Descartes, Obras escogidas, Editorial Charcas, traducción de E. de Olaso y T. Zwanck, Buenos Aires, 2da. edición, 1980, pp. 297-9. ¡Error!Marcador no definido. decirnos con certeza cuál es la verdadera respuesta a las dudas que suscita, es capaz de sugerir diversas posibilidades que amplían nuestros pensamientos y nos libera de la tiranía de la costumbre. Así, al disminuir nuestro sentimiento de certeza sobre lo que las cosas son, aumenta en alto grado nuestro conocimiento de lo que pueden ser; rechaza el dogmatismo* algo arrogante de los que no se han introducido jamás en la región de la duda liberadora y guarda vivaz nuestro sentimiento de la admiración, presentando los objetos familiares en un aspecto no familiar15. Bertrand conde de Russell, filósofo y matemático inglés, nacido en Trelleck en 1872 y muerto en Penrhyndeudraeth, Gales, en 1970. Los problemas de la filosofía fue publicado en 1911 (1) ¿Cuáles serían las utilidades de la filosofía para Russell? (2) Defina el concepto de incertidumbre. (3) Compare la postura de Russell acerca de la utilidad de la filosofía con la de Descartes. 5. Criticar lo establecido Cuando en una conversación aparecen los conceptos* de física, química, medicina o historia, los participantes, en general, asocian con ellos [con los títulos] algo muy concreto. Si llega a surgir una diferencia de opiniones, pueden consultar un diccionario o alguno de los manuales corrientes, o bien recurrir a un especialista más o menos destacado en la materia en cuestión. La definición de cada una de esas ciencias se deduce* directamente de su posición en la sociedad actual. Aunque ellas podrían hacer en el futuro los más grandes progresos, (...) sin embargo, nadie se 15 Russell, Bertrand conde de, Los problemas de la filosofía, Buenos Aires, 1937. interesa realmente por definir esos conceptos de otro modo como no sea relacionándolos con las actividades científicas que en este momento se encuadran en tales denominaciones. Con la filosofía no ocurre lo mismo. Supongamos que le preguntásemos a un profesor de filosofía qué es la filosofía. Si tenemos suerte y damos por casualidad con uno que no rechace por principio las definiciones*, nos dará una. Pero si aceptamos esa definición, pronto comprobaremos, presumiblemente, que no es, de ningún modo, la que se reconoce en general y en todas partes. Entonces podríamos dirigirnos a otras autoridades, o también a los manuales modernos y antiguos. Eso sólo aumentaría nuestra confusión. [...] Los enemigos de la filosofía dicen, a su vez, que, en caso de tener ella un valor, ya no sería filosofía sino ciencia positiva. Todo lo restante de sus sistemas sería sólo palabrería; lo que esos sistemas sostienen sería interesante algunas veces, pero por lo general aburrido y en todos los casos inútil. Los filósofos por su parte, muestran una empecinada indiferencia frente al juicio del mundo exterior. Desde el proceso a Sócrates es evidente que mantienen una relación tensa con la realidad* tal cual ella existe16, especialmente con la comunidad en que viven. Esa tensión 16 La realidad dada o existente es la forma de vida tal cual se ha venido dando hasta ahora, la costumbre establecida, las verdades aceptadas como naturales u obvias. Lo meramente existente o dado reduce el concepto de realidad al quitarle toda potencialidad, virtualidad o capacidad no-dada o no-existente, pero contenida o implícita. ¡Error!Marcador no definido. cobra a veces la forma abierta de la persecución; en otras ocasiones, se manifiesta, simplemente, en que su lenguaje no es comprendido. Se ven obligados a vivir en secreto, ya sea física o intelectualmente. También los científicos han entrado a veces en conflicto con la sociedad de su tiempo. Pero aquí debemos volver a la mencionada diferencia entre elementos filosóficos y elementos científicos e invertir los términos: las causas de la persecución residían en las concepciones filosóficas de estos pensadores, no en sus teorías científicas. [...] El carácter refractario de la filosofía respecto de la realidad deriva de sus principios* inmanentes*. La filosofía insiste en que las acciones y fines del hombre no deben ser producto de una necesidad ciega17. Ni los conceptos científicos ni la forma de la vida social, ni el modo de pensar dominante ni las costumbres prevalecientes deben ser adoptadas como hábito y practicadas sin crítica18. 17 Necesario es lo que no puede ser de otro modo que como es. La necesidad es ciega cuando no puede ser conocida por la razón o por el saber ni dominada por la voluntad. 18 En la filosofía, a diferencia de la economía y la política, crítica no significa la condena de una cosa cualquiera, ni el maldecir contra esta o aquella medida; tampoco la simple negación o el rechazo. Es cierto que, en determinadas condiciones, la crítica puede tener esos rasgos puramente negativos. Pero lo que nosotros entendemos por crítica es el esfuerzo intelectual, y en definitiva práctico, por no aceptar sin reflexión y por simple hábito las ideas, los modos de actuar y las relaciones sociales dominantes; el esfuerzo por armonizar, entre sí y con las ideas y metas de la época, los sectores aislados de la vida social; por deducirlos genéticamente; por separar uno del otro el fenómeno y la esencia; por investigar los fundamentos de las cosas, en una palabra: por conocerlas de manera efectivamente real. El impulso de la filosofía se dirige contra la mera tradición y la resignación en las cuestiones decisivas de la existencia; ella ha emprendido la ingrata tarea de proyectar la luz de la conciencia aun sobre aquellas relaciones y modos de reacción humanos tan arraigados que parecen naturales, invariables y eternos19. [...] El racionalismo individual puede ir acompañado de un completo irracionalismo general. Los actos de individuos que, en la vida diaria, pasan con toda justicia por razonables y útiles, pueden resultar perjudiciales y hasta destructivos para la sociedad. Por eso, (...) es preciso recordar que la mejor voluntad para realizar algo útil puede tener como consecuencia lo contrario; simplemente porque esa voluntad puede ser ciega respecto de lo que rebasa los límites de su especialidad o de su profesión, porque ella se concentra en lo más cercano y desconoce la verdadera esencia* de aquello que solo puede ser esclarecido en una conexión más amplia20. [...] La filosofía en oposición a otras disciplinas, no tiene un campo de actividad fijamente delimitado dentro del ordenamiento existente. Este ordenamiento de la vida, con 19 Estas "relaciones y modos de reacción humanos tan arraigados que parecen naturales, invariables y eternos" eran llamados más arriba "la realidad tal cual ella existente" u "ordenamiento existente" o realidad dada. 20 Como en el texto de la Apología de Sócrates, se plantea el problema de la relación entre la especialidad (ligada a los oficios, las ciencias o la cotidianeidad inmediata) y lo global (ligada a lo difícil, a lo abstracto, a la filosofía). ¡Error!Marcador no definido. su jerarquía de valores, constituye un problema en sí mismo para la filosofía. Si la ciencia puede aún acudir a datos establecidos que le señalan el camino21, la filosofía, en cambio, debe siempre confiar en sí misma, en su propia actividad teórica. [...] La verdadera función social de la filosofía reside en la crítica de lo establecido22. Eso no implica la actitud superficial de objetar sistemáticamente ideas o situaciones aisladas, que haría del filósofo un cómico personaje. Tampoco significa que el filósofo se queje de este o aquel hecho tomado aisladamente, y recomiende un remedio. La meta principal de esa crítica es impedir que los hombres se abandonen a aquellas ideas y formas de conducta que la sociedad en su organización actual les dicta. Los hombres deben aprender a discernir la relación entre sus acciones individuales y aquello que se logra con ellas, entre sus existencias particulares y la vida general de la sociedad, entre sus proyectos diarios y las grandes ideas reconocidas por ellos23. La filosofía descubre la contradicción en la que están envueltos los hombres cuando, en su vida cotidiana, están obligados a aferrarse a ideas y conceptos aislados. 21 La ciencia confía en el método científico y los criterios de verdad establecidos y aceptados por la comunidad científica. 22 «Lo establecido» significa aquí el status quo, el orden establecido, lo aceptado como verdadero, lo dado. No hace referencia solamente a la forma de vida establecida sino también a los valores, las creencias, las normas, las ideas, las opiniones, e incluso, las verdades. 23 De nuevo se plantea la relación entre lo inmediato y lo global. [...] La filosofía es el intento metódico y perseverante de introducir la razón en el mundo; eso hace que su posición sea precaria y cuestionada. La filosofía es incómoda, obstinada y, además, carece de utilidad inmediata*; es, pues, una verdadera fuente de contrariedades24. Max Horkheimer, filósofo y sociólogo alemán, nació en Stuttgart en 1895, fue director del Instituto de Investigación Social desde 1931, murió en 1973 en Nüremberg. El artículo La función social de la filosofía fue escrito en 1940. (1) ¿Qué diferencias señala el autor entre las ciencias y la filosofía? (2) Compare los dos primeros párrafos de este texto con la «misión» de Sócrates (texto 2). (3) ¿Cómo es caracterizada la filosofía por sus enemigos? (4) ¿Cuál es la relación de la filosofía con «la realidad-tal-cual-ella-existe» (realidad-dada)? (5) ¿Por qué la filosofía insiste en que las formas de vida no pueden ser adoptadas sin crítica? ¿Qué significa «crítica»? (6) ¿Por qué se sostiene que no bastan ni el racionalismo individual ni el voluntarismo? (7) ¿Por qué la filosofía sólo puede confiar en su propia actividad teórica? ¿Por qué no basta con la «comprobación» científica o con la experiencia cotidiana o histórica? (8) ¿Cuál es la meta de la filosofía entendida como crítica? (9) ¿Qué significa que la filosofía es el intento de «introducir la razón en el mundo»? (10) ¿Por qué se afirma 24 Horkheimer, Max, Teoría crítica, traducción de E. Albizu y Carlos Luis, ed. Amorrortu, Buenos Aires, 1974, pp. 272-88. ¡Error!Marcador no definido. que la filosofía es una «fuente de contrariedades»? (11) ¿Qué relaciones podría establecer entre este texto y el fragmento de la Apología de Sócrates (2. La conciencia de la ignorancia como condición del saber)? (12) ¿Cómo debe y no debe entenderse la afirmación del autor: "la función social de la filosofía es criticar lo establecido"? ¿Qué quiere decir cuando habla del carácter refractario de la filosofía? 6. El asombro del orden y la armonía del kosmos Y que la filosofía no se trata de una ciencia productiva dan prueba las consideraciones de los primeros que filosofaron. En efecto, partiendo del asombro, los hombres, tanto ahora como antes, comenzaron a filosofar. Al comienzo se admiraron de las dificultades sencillas, después, avanzando gradualmente, plantearon dificultades en torno de los problemas más graves, tales como los cambios de la luna, los del sol y las estrellas y, finalmente, acerca del origen del universo. Ahora bien, quien se encuentra perplejo ante una dificultad y quien se admira, reconoce su propia ignorancia (de aquí que el amante de los mitos, de alguna manera, sea amante de la sabiduría [filósofo], porque el mito consiste en un cúmulo de maravillas). Así, pues, si los primeros filósofos se dieron a filosofar para huir de la ignorancia, persiguieron el saber en consideración del conocimiento y no por su utilidad. Y lo que ocurrió da testimonio de lo que decimos, pues se comenzó a buscar ese tipo de conocimiento tan pronto se hubieron satisfecho todas las necesidades de la vida y todo lo relativo al bienestar y al solaz. Es obvio que no buscamos ese conocimiento en virtud de una ulterior utilidad. Y así como llamamos libre al hombre que tiene su fin en sí mismo, y no existe para otro, así decimos que esta es la única ciencia libre, puesto que es la única que tiene su propio fin25. Aristóteles: filósofo ateniense del siglo IV antes de Cristo (1) Defina el concepto de "asombro". (2) Cuál es el fin de la filosofía para Aristóteles? Diferencie la postura aristotélica de la de Horkheimer y de la de Descartes (3) ¿Cómo se define la libertad? 7. La duda de los prejuicios Como hemos nacido niños y hemos formulado diversos juicios sobre las cosas sensibles antes de tener pleno uso de nuestra razón, estamos apartados del conocimiento de la verdad por numerosos prejuicios, de los que, según parece, sólo podemos librarnos empeñándonos en dudar, una vez en la vida, de todas las cosas en que encontremos hasta la menor sospecha de incertidumbre. Más aun, también será útil tener por falsas aquellas cosas de que vamos a dudar para hallar con mayor claridad lo que es más cierto y fácil de conocer. [...] Ahora, por consiguiente, mientras sólo nos dedicamos a buscar la verdad, dudaremos, en primer lugar, de que existan algunas cosas sensibles o imaginables: primero, porque hemos advertido que los sentidos a veces yerran y es prudente no confiar nunca demasiado en los que alguna vez nos engañaron; después, porque todos los días, en sueños, nos parece sentir o imaginar innumerables cosas que no existen en ninguna parte; y al que así duda no se le presenta ningún signo por el que pueda distinguir con 25 Aristóteles, Metafísica, Editorial Sudamericana, traducción de H. Zuccci, Libro 1ero. cap. 2 (982 b 11-28). pp 95-96 ¡Error!Marcador no definido. certeza el sueño de la vigilia26. (1) Defina la duda para Descartes. Compare con la incertidumbre en Russell y con la crítica en Horkheimer. 8. La sabiduría popular La estancia o caserío indígena Kollana era un ayllu o comunidad aymara, que dependía de Toledo, situada cerca de Oruro (Bolivia), en plena puna. (...) Habíamos llegado allí con unos alumnos para realizar nuestro trabajo de campo, y logramos conectar con la familia Halcón que la habitaba. Estaba compuesta por el abuelo, su hijo, la mujer de éste y tres niños. Me llamó la atención el abuelo. Estaba acodado sobre la pirca de adobe y miraba hacia lo lejos, mientras nosotros lo acosábamos a preguntas. Quien en realidad hablaba con nosotros, era el hijo. Sabía castellano, por cuanto debió cumplir con el servicio militar, y demostraba cierta confianza en sí mismo. La entrevista en sí fue correcta, aunque bastante pesada. De vez en cuando el abuelo se daba vuelta y contestaba a nuestras preguntas con cierta sonrisa. Una sonrisa suele ser útil cuando no se quiere decir lo que realmente se piensa y, en general, cuando no se quiere hablar. Pero demostraba buena voluntad. Se diría incluso que, a raíz de nuestras preguntas, él iba penetrando con cierto esfuerzo zonas de olvido de donde sacaba el dato que necesitábamos. Así nos informó sobre el sistema de prestación o ayni, el ayllu o comunidad y mil cosas más. Pero en realidad no quería hablar. Al fin comenzaron a aparecer las simplificaciones del caso. Recuerdo su mirada cuando se volvía a acodar sobre la pirca. Parecía estar diciendo para sí, con cierto aire de suficiencia, que para qué había que preguntar tanto. Además, le debía obsesionar su propia actividad ahí concretada a la labor de su estancia, porque, por ejemplo, hacia notar que la tierra le daba antes 26 Descartes, René, Los principios de la filosofía, en Op. cit., pp. 313-4. unas papas muy grandes y que eso hoy ya no ocurría, que antes llovía más que ahora y que, antes, todo era mucho mejor. El mundo había envejecido con él. Realmente no valía la pena seguir preguntando. Tuve la impresión corriente en estos casos. Un indígena, como ese abuelo, no tenía por qué tomar conciencia de sus costumbres, porque ni siquiera sabía de dónde provenían, y pensaría que sólo había que cumplirlas cuando las circunstancias lo requerían. De ahí, entonces, que la entrevista sufriera un natural relajo. El abuelo, como suele ocurrir entre ellos, se fatigó. Es natural, si se piensa que las preguntas obligaban, además, a un serio esfuerzo. Pero en ese momento se planteó una situación peculiar, provocada por algunos integrantes de nuestro grupo. Alguien tomó la ofensiva, y preguntó al abuelo que por qué no compraba una bomba hidráulica. El rostro de aquél se volvió más impenetrable. Había varias instituciones que lo ayudarían. Seguramente poniéndose de acuerdo con sus vecinos podían entre todos comprar la bomba y, en cómodas cuotas, compartidas por todos, la pagarían a corto plazo. Miré en torno, La puna era seca y árida, las ovejas flacas. Era una causa suficiente para comprar la bomba. Le decíamos que ella «le va a favorecer» y «le va a engordar los ganados». «Vaya a Oruro y visite la oficina de Extensión Agrícola». El abuelo nada respondía. El hijo, para quedar bien con nosotros, decía un poco entre dientes: «Si, vamos a ir». Luego, un silencio pesado. El abuelo seguía mirando la puna. ¿Qué miraría? Ya no quedaba más nada por preguntar, ni qué proponer. Nos fuimos. A lo lejos vimos cómo el cielo pasaba sobre los putucus. ¿Qué pensaría el abuelo? Quizás el hijo trataría de convencerlo y le dirá: «Abuelo, estamos en otra época, estas cosas hay que hacerlas. Los gringos tienen razón». Pero el abuelo mascaría un poco de coca, challaría su alcohol y no contestaría. Es más, seguramente pensaría que para hacer llover era mucho más barato uno de esos rituales corrientes como la Gloria Misa o la huilancha, y, además, es mucho más seguro. Realmente, ¿qué pensar? el abuelo pertenece a un mundo* en el ¡Error!Marcador no definido. cual la bomba hidráulica carece de significado, ya que él contaba con recursos propios como lo es el rito. Ahora bien, si esto es así, la frontera entre él y nosotros pareciera inconmovible. Evidentemente, nuestros utensilios no pasan así no más al otro lado. Recuerdo que la distancia entre él y nosotros tenía apenas un metro, pero era mucho mayor. Alguien, escandalizado por la actitud del abuelo, lo calificó de ignorante. Es lo que solemos decir en estos casos. ¿Por qué? Porque es natural que si él conociera o simplemente viera la realidad que lo rodea, forzosamente tenía que comprar la bomba. La cuestión para nosotros estriba en conocer. De ahí entonces que una buena alfabetización llevaría al abuelo a tomar conocimiento de la realidad y, por lo tanto, a comprar la bomba del caso. Pero he aquí que, sin embargo, el abuelo insistirá en hacer la Gloria Misa o la huilancha para propiciar el mejoramiento de su tierra y de su ganado. Evidentemente, el abuelo no cumple entonces con las etapas de todo conocimiento. El problema del conocimiento, según nuestro punto de vista occidental, pareciera tener cuatro etapas. Primero, una realidad que se da afuera. Segundo, un conocimiento de esa realidad. Tercero, un saber que resulta de la administración de los conocimientos o ciencia, y cuarto, una acción que vuelve sobre la realidad para modificarla. [...] Ahora bien, ¿por qué el abuelo no hacía eso? ¿Es que no encontraba la solución afuera? Si queremos hacer teoría diríamos que su conocimiento no termina en la acción, o sea que no finaliza en el mundo exterior, porque sustituía la bomba hidráulica por un ritual mágico. No cumple con esos cuatro momentos del problema del conocimiento que enunciamos más arriba. Pero, ¿qué entiende entonces el indio por realidad, por conocimiento, por saber, y por acción? [...] En esto se vislumbra la crisis, ya no del indio sino la nuestra. El abuelo removía su intimidad en la realización del ritual, pero no aprovecha la solución externa. Nosotros nos volvíamos a casa a disponer lo que la civilización nos ha brindado, pero difícilmente íbamos a remover nuestra intimidad. No la conocemos por otra parte27. 27 Kusch, Rodolfo, El pensamiento indígena y popular en América, ICA, Buenos Aires, 1977, p. 27 y ss. Rodolfo Kusch es un filósofo y antropólogo argentino contemporáneo que murió en Salta en 1979 (1) Realice un resumen del texto de R. Kusch y luego aclare si coincide con el siguiente párrafo: "Cualquier actividad sociocultural no podrá partir de la idea de llevar nuestra cultura, sino de respetar la que ellos (comunidades indígenas) tienen. En todo caso se les otorgará los medios que les permita susbsistir económicamente en los mecanismos del mercado" (R. Follari, en Trabajo y Comunidad: análisis y perspectivas). (2) Explique la frase: "el abuelo pertenece a un mundo en el cual la bomba hidráulica carece de significado". (3) ¿Qué significa para nosotros «conocer»? (4) ¿Por qué se afirma que si el abuelo viera la realidad "forzosamente tenía que comprar la bomba"? (5) Diferencie el conocimiento del abuelo del de nosotros. 9. Primero vivir, después filosofar. El Ministro X bajo cuya inestable dirección trabajé algún tiempo en el curso de mi aguerrida existencia, oponiéndose una vez a mis opiniones que consideraba él demasiado filosóficas, me dijo: -Señor, «primero vivir y luego filosofar». -¿Está seguro?- le pregunté mirándolo a los ojos. -Tan seguro -me respondió él- como que está escrito en lengua latina: Primun vivere, deiende philosophari. Tras admirarlo en su candidez extrema, le pregunté: -¿A Su Excelencia le gustan los apólogos chinos? Ciertamente, dado su natural pedagógico, a Su Excelencia le extasiaban los apólogos, chinos o no. Visto lo cual le referí el siguiente: El maestro Chuang tenía un discípulo llamado Tseyü, el cual, sin abandonar sus estudios filosóficos, trabajaba como tenedor de libros en una manufactura de porcelanas. Una vez Tseyü le dijo a Chuang: -Maestro, has de saber que mi patrón acaba de reprocharme, no sin acritud, las horas que pierdo, según él, en abstracciones filosóficas. Y me ha dicho una sentencia que ha turbado mi entendimiento. ¡Error!Marcador no definido. -¿Qué sentencia?- le preguntó Chuang. -Que «primero es vivir y luego filosofar»- contestó Tseyü con aire devoto-. ¿Qué le parece, maestro? Sin decir una sola palabra, el maestro Chuang le dio a Tseyü en la mejilla derecha un bofetón enérgico y a la vez desapasionado; tras de lo cual tomó una regadera y se fue a regar un duraznero suyo que a la sazón estaba lleno de flores primaverales. El discípulo Tseyü, lejos de resentirse, entendió que aquella bofetada tenía un picante valor didáctico. Por lo cual, en los días que siguieron, se dedicó a recabar otras opiniones acerca del aforismo que tanto lo preocupaba. Resolvió entonces prescindir de los comerciantes y manufactureros (gentes de un pragmatismo tan visible como sospechoso), y acudió a los funcionarios de la Administracióm Pública, hombres vestidos de prudencia y calzados de sensatez. Y todos ellos, desde el Primer Secretario hasta los oficiales de tercera, convenían en sostener que primero era vivir y luego filosofar. Ya bastante seguro, Tseyü volvió a Chuang y le dijo: -Maestro, durante un mes he consultado nuestro asunto con hombres de gran experiencia. Y todos están de acuerdo con el aforismo de mi patrón. ¿Qué me dices ahora? Meditativo y justo, Chuang le dio una bofetada en la mejilla izquierda; y se fue a estudiar su duraznero, que ya tenía hojas verdes y frutas en agraz. Entonces el abofeteado Tseyü entendió que la Administración Pública era un batracio muy engañoso. Advertido lo cual resolvió levantar la puntería de sus consultas y apelar a la ciencia de los magistrados judiciales, de los médicos psiquiatras, de los astrofísicos, de los generales en actividad y de los más ostentosos representantes de la Curia. Y afirmaron todos, bajo palabra de honor, que primero había que vivir, y luego filosofar, si quedaba tiempo. Con mucho ánimo, Tseyü visitó a Chuang y le habló así: -Maestro, acabo de agotar la jerarquía de los intectos humanos; y todos juran que la sentencia de mi patrón es tan exacta como útil. ¿Qué debo hacer? Dulce y meticuloso, Chuang hizo girar a su discípulo de tal modo que le presentase la región dorsal. Y luego, con geométrica exactitud, le ubicó un puntapié didascálico entre las dos nalgas. Hecho lo cual, y acercándose al duraznero, se puso a librar sus frutas de las hojas excesivas que no dejaban pasar los rayos del sol. Tseyü, que había caído de bruces, pensó, con el rostro en la hierba, que aquel puntapié matemático no era otra cosa, en el fondo, que un llamado a la razón pura. Se incorporó entonces, dedicó a Chuang una reverencia y se alejó con el pensamiento fijo en la tarea que debía cumplir. En realidad a Tseyü no le faltaba tiempo: su jefe lo había despedido tres días antes por negligencias reiteradas, y Tseyü conocía por fin el verdadero gusto de la libertad. Como un atleta del raciocinio, ayunó tres días y tres noches; limpió cuidadosamente su tubo intestinal; y no bien rayó el alba, se dirigió a las afueras, con los pies calientes y el occipital fresco, tal como lo requiere la preceptiva de la meditación. Tseyü estableció su cuartel general en la cabaña de un eremita ya difunto que se había distinguido por su conocimiento del Tao: frente a la cabaña, en una plazuela natural que bordeaban perales y ciruelos, Tseyü trazó un círculo de ocho varas de diámetro y se ubicó en el centro, bien sentado a la chinesca. Defendido ya de las posibles irrupciones terrestres, no dejó de temer, en este punto, las interferencias del orden psíquico, tan hostiles a una verdadera concentración. Por lo cual, en la órbita de su pensamiento, dibujó también un círculo riguroso dentro del cual sólo cabía la sentencia: «Primero vivir, luego filosofar». Una semana permaneció Tseyü encerrado en su doble círculo. Al promediar el último día, se incorporó al fin: hizo diez flexiones de tronco para desentumecerse y diez flexiones de cerebro para desconcentrarse. Tranquilo, bajo un mediodía que lo arponeaba de sol, Tseyü se dirigió a la casa de Chuang, y tras una reverencia le dijo: -Maestro, he reflexionado. -¿En qué has reflexionado?- le preguntó Chuang. -En aquella sentencia de mi ex patrón. Estaba yo en el centro del círculo y me pregunté: «¿Desde su comienzo hasta su fin no es la vida humana un accionar constante?» Y me respondí: «En efecto, la vida es un ¡Error!Marcador no definido. accionar constante». Me pregunté de nuevo: «¿Todo ccionar del hombre no debe responder a un Fin inteligente, necesario y bueno?» Y me respondí a mí mismo: «Yseyü, dices muy bien.» Y volví a preguntarme: «¿Cuándo se ha de meditar ese Fin, antes o después de la acción?» Y mi respuesta fue: «ANTES de la acción; porque una acción libre de toda ley inteligente que la preceda va sin gobierno y sólo cuaja en estupidez o locura.» Maestro, en este punto de mi teorema me dije yo: «Entonces, primero filosofar y luego vivir.» Tseyü no aventuró ningún otro sonido. Antes bien, con los ojos en el suelo, aguardó la respuesta de Chuang, ignorando aún si tomaría la forma de un puntapié o de una bofetada. Pero Chuang, cuyo rostro de yeso nada traducía, se dirigió a su duraznero, arrancó el durazno más hermoso y lo depositó en la mano temblante de su discípulo. Tal es el apólogo que le referí al Ministro X. -No lo conocía -me dijo-. ¿En qué selección china figura esa historia? -En ninguna -le respondí-: acabo de inventarla. El Ministro X me hizo llegar sus felicitaciones; y ordenó, bajo cuerda, mi primer «descenso» en el escalafón administrativo28. Leopoldo Marechal, poeta y escritor argentino contemporáneo nacido en 1900 y muerto en 1970. (1) ¿Cómo refuta Marechal la máxima «Primero es vivir y después filosofar»? (2) ¿Cuál es el valor didáctico de las cachetadas? (3) Reflexione sobre el método didáctico del maestro Chuang y compárelo con su experiencia en la escuela secundaria. (4) ¿En qué consiste "el verdadero gusto por la libertad"? Compárelo con la definición de la libertad que da Aristóteles en el fragmento titulado El asombro. 28 Marechal, Leopoldo: Primer apólogo chino, en Cuaderno de Navegación, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1966. 10. La verdad de la vida cotidiana Antes de proseguir la marcha de nuestro preguntar, es necesario intercalar una consideración sobre nuestra experiencia cotidiana. Por cierto, no basta afirmar simplemente que lo que la experiencia cotidiana nos muestra de las cosas es lo verdadero. Tampoco basta afirmar de un modo aparentemente más crítico y cauteloso que como los hombres individuales somos propiamente sujetos y yoes individuales, y que lo que representamos son sólo imágenes subjetivas que llevamos en nosotros, nunca podremos salir hacia las cosas mismas. Descartemos ahora estas distintas concepciones sobre nuestras relaciones con las cosas y sobre la verdad de estas relaciones. Por otra parte no debemos olvidar que de ningún modo es suficiente invocar la verdad y la seguridad de la experiencia cotidiana. Precisamente, si la experiencia cotidiana lleva en sí una verdad, y aún una verdad de primer orden, ésta debe ser fundamentada, es decir, su fundamento* debe ser puesto como tal, concedido y asumido. Un ejemplo corriente: el sol se pone detrás de la montaña, un disco resplandeciente con un diámetro que tiene como máximo de medio metro a un metro. No es necesario describir ahora todo lo que este sol es para el pastor que retorna con su rebaño desde el campo; es el sol real, ese que el pastor espera ver la mañana siguiente. Pero el sol real ya desapareció pocos minutos antes; lo que vemos es sólo una apariencia causada por determinados procesos ópticos. Pero esta apariencia es también sólo apariencia, pues en «realidad» -así decimos- el sol no se pone; no se mueve sobre la tierra y a su alrededor, sino que a la inversa la tierra se mueve alrededor del sol. A su vez este sol no es el último centro del cosmos. Pertenece a sistemas más amplios, que hoy conocemos como sistemas de la vía láctea y galaxias, que son de un orden de magnitud frente al cual la extensión del sistema solar debe considerarse como algo diminuto. Y el sol que diariamente sale y se pone se enfría cada vez más; para conservar el mismo calor nuestra tierra debía aproximársele cada vez más; pero lo que hace es alejarse. Esto nos arrastra hacia una catástrofe, por cierto que en lapsos en comparación con los cuales los pocos milenios ¡Error!Marcador no definido. de la historia humana sobre la tierra no representan ni un segundo. ¿Cuál es el sol real? ¿Cuál es el verdadero -el sol del pastor o el sol del astrónomo? ¿O es que la pregunta está mal planteada, y si es así, por qué? ¿Cómo se puede resolver esto? [...] Otro ejemplo: el físico y astrónomo inglés Eddington habla de su mesa y dice que toda cosa de esta especie, mesa, silla, etc., tiene un doble. La mesa número 1 es la mesa conocida desde la infancia, la mesa número 2 es la mesa «científica». Esta mesa científica es decir la mesa que la ciencia determina en su cosidad, no consiste según la actual física atómica en ser de madera, sino en su mayor parte de espacio vacío; en este vacío hay cargas eléctricas esparcidas que se mueven con gran velocidad en distintas direcciones. ¿Cuál es pues la mesa verdadera? ¿La número 1 o la número 2, o ambas son verdaderas? ¿En qué sentido de verdad? ¿Qué verdad media entre ambas? Debe haber entonces una tercera verdad, en relación a la cual la número 1 y la número 2 son verdaderas, a su modo y presentan modificaciones de la verdad. No podemos escaparnos por el camino que se toma cómodamente diciendo: lo que se afirma sobre la mesa científica número 2, y las galaxias, y el sol que se enfría, son sólo puntos de vista y teorías de la física. A esto hay que replicar: sobre esta física se fundan nuestras represas, los aviones, la radio y la televisión, toda la técnica que ha transformado la tierra, y con ello, más de lo que se sospecha, al hombre. Estas son realidades, no teorías, que sostienen algunos investigadores «alejados de la vida». ¿O es que se quiere tener la ciencia aún más cerca de la vida? Creo que está ya tan cerca que nos aplasta. Más bien precisamos una adecuada lejanía para alcanzar otra vez el distanciamiento y poder medir qué es lo que nos pasa como hombres. Nadie lo sabe hoy. Por eso todos debemos preguntar y repreguntar para saberlo, o siquiera para saber por qué y hasta qué punto no lo sabemos. ¿El hombre y los pueblos han entrado sólo en este cosmos a tropezones, para ser arrojados luego de la misma manera? ¿O no? Lo que por mucho tiempo importará todavía será algo más provisional: antes debemos aprender nuevamente a preguntar29. 29 Heidegger, Martín: La pregunta por la cosa, traducción de E. García Balsunce y Z. Szankay, Buenos Aires, 1964, Editorial Sur, (1) ¿Por qué "no basta afirmar simplemente que lo que la experiencia cotidiana nos muestra de las cosas es lo verdadero"? (2) ¿Qué significa "fundamento"? ¿Por qué la verdad de la vida cotidiana debe ser fundamentada? (3) ¿Por qué es inaceptable afirmar la imposibilidad de "salir hacia las cosas mismas" porque "somos sujetos y yoes individuales"? (4) ¿Qué significa que "no debemos olvidar que de ningún modo es suficiente invocar la verdad y la seguridad de la experiencia cotidiana"? (5) Explique la siguiente afirmación: "antes debemos aprender nuevamente a preguntar". (6) Compare los dos ejemplos dados por Heidegger. 11. La disolución del naturalismo Llamamos «natural»30 lo que se entiende sin más en el ámbito del entendimiento cotidiano «por sí mismo». Para un ingeniero italiano, por ejemplo, la construcción de un bombardero se entiende por sí. Pero para un abisinio de una aldea montañesa, tal cosa no es para nada «natural»; no se entiende por sí, es decir, no se entiende sin más a partir de lo que es evidente para ese hombre y su tribu, por comparación con lo conocido cotidianamente. Para la época de la Ilustración, «natural» era lo que se podía comprobar y comprender a partir de determinados principios de la razón fundada en sí misma, y por eso pertenecía a todo hombre en sí y a la humanidad en general. Para el Medievo fue natural todo lo que recibe su esencia, su natura, de Dios, pero que luego se configura a sí mismo y en cierto modo se puede sustentar en virtud de ese origen sin posterior intervención de Dios. Lo que era natural para el hombre del Siglo XVIII, lo racional de una razón universal en sí, liberada de toda otra atadura, le pp. 20-2. 30 El término «natural» no hace referencia solamente a lo que es producto de la naturaleza sino también a la naturaleza o esencia de algo. La naturaleza o esencia de algo se caracteriza por ser siempre la misma, por no cambiar, por ser eterna y, por lo tanto, por ser radicalmente no-histórica o transhistórica. ¡Error!Marcador no definido. hubiera parecido completamente antinatural al hombre medieval. Pero también ocurrió lo contrario como lo muestra la Revolución Francesa. De todo esto resulta que lo que es «natural», no es nada «natural», es decir, autocomprensible para cualquier hombre que exista jamás. Lo natural es siempre «histórico»31. Martín Heidegger, pensador alemán, nacido en Messkirch en 1889 y muerto en 1976. (1) ¿A qué se llama lo "natural"? (2) Explique la afirmación de Heidegger: "lo natural es siempre histórico". 12. Dificultades para pensar conceptualmente No goza la filosofía, como gozan otras ciencias, de la ventaja de poder presuponer sus objetos como inmediatamente dados32 por la representación, y como ya admitido, en el punto de partida y en su curso sucesivo, el método de investigación. [...] Sentimientos, intuiciones, apetencias, voliciones, etcétera, en cuanto tenemos conciencia de ellos, son denominados, en general, representaciones; por esto puede decirse, en general, que la filosofía pone, en el lugar de las representaciones, pensamientos, categorías, y más propiamente, conceptos. Las representaciones, en general, pueden ser consideradas como metáforas de los pensamientos y conceptos. Pero no basta poseer representaciones para poseer su significación en el pensamiento; esto es, no conocemos aún los pensamientos y conceptos que corresponden a ellas. Recíprocamente, una cosa es tener pensamientos y conceptos, y otra saber qué sean las representaciones, intuiciones y sentimientos que corresponden a ellas. Esto explica, por una parte, lo que se llama la incomprensibilidad de la filosofía. La dificultad nace en parte 31 32 Heidegger, Martin: La pregunta por la cosa, edición citada, p. 37. Lo inmediatamente dado o los datos inmediatos son los conocimientos aprendidos directamente, sin la mediación de otros conocimientos anteriores. Lo inmediato es lo no derivado. de una incapacidad que en sí es solamente falta de hábito de pensar abstractamente; esto es, de poder situar firmemente delante del espíritu pensamientos puros, y moverse en ellos. En nuestra conciencia ordinaria sensible y espiritual, y en nuestro representar, reflexionar y razonar mezclamos sentimientos, intuiciones y representaciones con pensamientos; en toda proposición de contenido sensible (por ejemplo: esta hoja es verde) van ya mezcladas categorías como el ser y la individualidad. Pero es otra cosa muy distinta tomar propiamente como objeto los pensamientos por sí mismos y sin mezcla alguna. Otro motivo de incomprensibilidad es la impaciencia por querer hallar frente a sí, en forma de representación, lo que en la conciencia está solamente como pensamiento y concepto. Y se oye decir que no se sabe qué es lo que se debe pensar en un concepto dado, siendo así que en un concepto no se debe pensar otra cosa que el concepto mismo. Pero el sentido de dicha demanda está en que se quiere tener del concepto una representación conocida y ordinaria; a la conciencia le parece como si, al quitarle la representación, se le quitase el terreno que constituye su firme y habitual sostén. Cuando se ve transportada a la región de los conceptos puros no sabe ya en dónde se halla. Se estiman por esto, como maravillas de comprensibilidad, aquellos escritores, predicadores, oradores, etcétera, que ofrecen a sus lectores u oyentes cosas que ellos ya saben, que les son familiares y que se comprenden por sí mismas33. Georg Hegel, filósofo alemán nacido en Stuttgart en 1770 y muerto en Berlín en 1831. (1) ¿Qué diferencias se señalan entre el punto de partida de la ciencia y el de la filosofía? Compare la primer oración de este texto con la primer oración del texto titulado Criticar lo establecido. (2) ¿Qué es una representación? Diferencie representación y concepto. (3) ¿Cómo se explica «la incomprensibilidad de la filosofía»? (4) ¿Qué es 33 Hegel, G.W.F., Enciclopedia de las ciencias filosóficas, traducción de E. Ovejero y Maury, Ediciones Libertad, Buenos Aires, 1944, § 1 y § 3. ¡Error!Marcador no definido. pensar abstractamente? Explique qué es "pensar conceptualmente", según Hegel. (4) Señale cuáles son las dificultades para pensar conceptualmente según el autor. 13. ¿Qué es la filosofía? El filósofo es el amigo del concepto, está en poder del concepto. Lo que equivale a decir que la filosofía no es un mero arte de formar, inventar o fabricar conceptos, pues los conceptos no son necesariamente formas, inventos o productos. La filosofía con mayor rigor, es la disciplina que consiste en crear conceptos. ¿Acaso será el amigo, amigo de sus propias creaciones? ¿O bien es el acto del concepto lo que remite al poder del amigo, en la unidad del creador y de su doble? Crear conceptos siempre nuevos, tal es el objeto de la filosofía. El concepto remite al filósofo como aquel que lo tiene en potencia, o que tiene su poder o su competencia, porque tiene que ser creado. No cabe objetar que la creación suele adscribirse más bien al ámbito de los sensible y de las artes, debido a lo mucho que el arte contribuye a que existan entidades espirituales, y a lo mucho que los conceptos filosóficos son también sensibilia34. A decir verdad, las ciencias, las artes, las filosofías son igualmente creadoras, aunque corresponda únicamente a la filosofía la creación de conceptos en sentido estricto. Los conceptos no nos están esperando hechos ni acabados, como cuerpos celestes35. No hay firmamento para los conceptos. Hay que inventarlos, fabricarlos o más bien crearlos, y nada serían sin la firma de quienes los crean. Nietzsche determinó la tarea de la filosofía cuando escribió: «Los filósofos ya no deben darse por satisfechos con aceptar los conceptos que se les dan para limitarse a limpiarlos y darles lustre, sino que tienen que empezar por fabricarlos, crearlos, plantearlos y convencer a los hombres de que recurran a ellos. Hasta ahora, en 34 35 Percibidos por los sentidos, sensibles. Los cuerpos celestes eran considerados seres divinos por la tradición griega y en cuanto tales, perfectos, eternos e invariables. resumidas cuentas, cada cual confiaba en sus conceptos como en una dote milagrosa procedente de algún mundo igual de milagroso», pero hay que sustituir la confianza por la desconfianza, y de lo que más tiene que desconfiar el filósofo es de los conceptos mientras no los haya creado él mismo (Platón lo sabía perfectamente, aunque enseñaba lo contrario ...). Platón decía que había que contemplar las Ideas, pero tuvo antes que crear el concepto de Idea. ¿Qué valor tendría un filósofo del que se pudiera decir: no ha creado conceptos, no ha creado sus conceptos? Vemos por lo menos lo que la filosofía no es: no es contemplación, ni reflexión, ni comunicación36, incluso a pesar de que haya podido crear tanto una cosa como la otra, en razón de la capacidad que tiene cualquier disciplina de engendrar sus propias ilusiones y de ocultarse detrás de una bruma que desprende con este fin. ... Conocerse a sí mismo - aprender a pensar - hacer como si nada se diese por descontado - asombrarse, «asombrarse de que el ente37 sea» ..., estas determinaciones de la filosofía y muchas más componen actitudes interesantes, aunque resulten fatigosas a la larga, pero no constituyen una ocupación bien definida, una actividad precisa, ni siquiera desde una perspectiva pedagógica. Cabe considerar decisiva, por el contrario, esta definición de la filosofía: conocimiento mediante conceptos puros38. Gilles Deleuze y Felix Guattari son filósofos franceses contemporáneos que editaron ¿Qué es la Filosofía? en 1991. (1) ¿Qué no es filosofía según los autores y qué sí es? Explique. (2) ¿Qué quiere decir que "el filósofo está en poder del concepto"? (3) 36 Escolarmente se ha caracterizado a la filosofía griega antigua como un saber contemplativo, a la filosofía moderna como un saber fundado en la reflexión del sujeto, y a la filosofía postmoderna como una teoría de la acción comunicativa (Habermas). 37 «Ente» es el participio presente del verbo ser: «lo que es». 38 Gilles Deleuze y Félix Guattari, ¿Qué es la filosofía?, Editorial Anagrama, traducción de T. Kauf, Barcelona 1993, pp. 11-13. ¡Error!Marcador no definido. ¿Cuál es el objeto de la filosofía según los autores? Compare y difirencie las definiciones de la filosofía formuladas en este texto con las del texto anterior (Hegel). (4) ¿Cuál es la tarea del filósofo según Nietzsche y cómo la ha ejercido Platón? 14. ¿Para qué sirve pensar? Sócrates: Así es, Teodoro, lo que le sucedió a Tales, quien por dedicarse a observar los astros y estar mirando al cielo cayó en un pozo. Y se cuenta que una criada Tracia, bella e ingeniosa, lo hizo blanco de sus burlas, porque en su afán por conocer las cosas del cielo no reparaba en lo que tenía adelante y a sus pies. La misma burla alcanza a todos cuantos dedican su vida a la filosofía, porque no sólo no reparan en lo que está haciendo su vecino más próximo, sino que, además, apenas se dan cuenta si es realmente un hombre o algún otro tipo de criatura39. Debería, además, reunirse los relatos que andan dispersos sobre los medios exitosos empleados por algunos individuos para hacer fortuna. Todas esas indicaciones resultan útiles a quienes tienen aprecio por el arte de los negocios: la crematística. Por ejemplo, el caso de Tales de Mileto. Se trata, en efecto, de un recurso crematístico que, si bien se le atribuye debido a su sabiduría, encierra, sin embargo, un principio de aplicación universal. Como algunos le reprocharan, en razón de su pobreza, que la filosofía no produce provecho alguno, se cuenta que, habiendo previsto, gracias a sus conocimientos astronómicos, que la producción de aceitunas sería abundante, dispuso del pequeño capital que poseía, cuando aún era invierno, para obtener todos los molinos de aceite de Mileto y Quíos, los arrendó a bajo precio, ya que no tenía ningún competidor. Cuando llegó el momento propicio y fueron muchos los que a un mismo tiempo acudieron de pronto en demanda de molinos. Tales los arrendó al precio que quiso, logrando reunir mucho dinero para demostrar que los filósofos pueden 39 Platón, Teeteto, 174 a 4-b 3 enriquecerse fácilmente si así lo desean, aunque no constituye ése su propósito. Se dice, en fin, que Tales dio con ello prueba de su sabiduría; pero, tal como antes lo señalamos, se trata en realidad de un expediente crematístico que aplica todo aquel que puede hacerse un monopolio40. (1) Teniendo presente el texto "¿para qué sirve pensar?", responda al interrogante que plantea el título. 15. Filosofía y realidad nacional América y la filosofía La pregunta es: ¿qué relación existe entre el descubrimiento de América (continente del cual, según todos sabemos, forma parte la Argentina, aunque algunos, módicamente, lo hayan descubierto después de la cuestión Malvinas) y la filosofía? Podemos partir de una certeza de alguien que, en modo alguno, se propuso responder esta pregunta. Es Adam Smith, el lúcido, monumental ideólogo de la naciente burguesía industrial británica. Smith, en efecto, dedicó un extenso capítulo de su Riqueza de las Naciones a la cuestión colonial. El capítulo se titula «Colonias» y su lectura es imprescindible para comprender un par de verdades. Entre ellas, aquella que implica el profundo reconocimiento de Smith al papel desempeñado por la conquista colonial en el surgimiento y desarrollo del capitalismo. Smith, sin demasiadas vueltas, afirma lo que sigue: "El descubrimiento de América y del paso de las Indias Orientales por el Cabo de Buena Esperanza son los sucesos más grandes e importantes que se registran en la historia de la Humanidad". Extraeremos de este texto sus contenidos teóricos. A partir del siglo XV, el periplo expansionista y aventurero del capitalismo comercial posibilita el surgimiento de un «mundo». Los navíos españoles, ingleses, portugueses y holandeses entrelazan las distintas regiones del planeta a través de la conquista. Aparece así la 40 Aristóteles, Metafísica, edición citada, 983 a 24-984 a 7 ¡Error!Marcador no definido. noción de «mundo» en tanto totalidad integrada y relacionada por la mediación de sus partes. Queda en claro lo siguiente: el capitalismo nace y se estructura a escala planetaria. La conquista colonial es la condición de posibilidad del surgimiento del sistema capitalista. Esta conquista, a su vez, delimita -diferenciándolas claramente- dos regiones: una región central (la de los conquistadores) y una región periférica (la de los conquistados). En suma: el colonialismo es la esencia del sistema capitalista, no sólo ha sido la posibilidad de su surgimiento sino que es también la de su permanencia y estabilidad. Si existe, entonces, una relación entre el descubrimiento de América y la filosofía es la siguiente: la aparición del concepto de «mundo» culminará -luego de sucesivas mediaciones- con la instauración de un Saber total, universal. Se trata del hegelianismo. En Hegel, en efecto, la humanidad europea toma conciencia de su poder y asume la universalización de su cultura. El desarrollo que las siguientes filosofías hicieron del hegelianismo fue eminentemente político: se identificó el expansionismo colonial europeo con el de la racionalidad. Europa, al someter a su dominio al mundo periférico, lo incorporaba a la Civilización. Toda entidad nacional que resistiera esta empresa quedaba fuera de la historia. Era, en fin, la Barbarie. El surgimiento de lo nuevo La tarea de una auténtica filosofía nacional (una vez ubicada la Argentina en su adecuado encuadre histórico y geopolítico, que no es Occidente, sino el de los pueblos de la periferia, los pueblos del Sur o el Tercer Mundo, según se prefiera) es la de atrapar -no cosificándolas41, sino expresando su vitalidad fundante- aquellas categorías* teórico-políticas que acompañan la praxis histórica de los países nuevos. Es decir: de aquellas comunidades que cuestionan -tanto en el terreno práctico como en el teórico- la falsa totalización histórica impuesta por las naciones 41 Cosa y cosificar (volver cosa a algo o alguien) significa en este texto lo opuesto a lo que tiene vida, a lo vivo. imperiales. Hablamos, claramente está, de las naciones periféricas. En resumen: categorizar el surgimiento de lo nuevo es el intento más profundo de una filosofía nacional. [...] Desde este punto de vista, una adecuada teoría del conocimiento no puede ser sino expresión del acontecimiento ontológico* que implica la praxis histórica, política transformadora de la periferia. [...] La filosofía para nosotros, es la conciencia de sí de las comunidades históricas. Esta actitud de ahondar, desde nuestro estricto presente, reflexivamente sobre nuestro pasado y buscar así las líneas esenciales que dibujan nuestra identidad como nación, es, para nosotros, la filosofía argentina. Espacio y tiempo de la filosofía argentina. Durante muchos años, quienes intentaron separar la filosofía del terreno turbulento de la historia y la política, comenzaron a marginarla del tiempo y del espacio. Fue así como esta disciplina fundamental de la praxis humana -en tanto es la única que otorga la totalización comprensiva42 de todas sus expresiones, aún de las más caóticas- se transformó en una disciplina sin espacio -ya que las ideas filosóficas, antes que pertenecer a una realidad histórica y espacial de la que surgían y sobre la cual retornaban comprensivamente, pertenecían a la Historia de la Filosofía, especie de universo platónico, absolutamente ideal y sin ninguna verificación empírica- y sin tiempo, o al menos con la temporalidad propia de las historias de la filosofía, una torpe temporalidad lineal en la que cada sistema filosófico seguía al anterior, comentándolo o quizás enriqueciéndolo en algunos aspectos, pero prolongándolo siempre en ese universo aséptico, incontaminado, donde los grandes genios del pensamiento -alejados de las naciones y las concretas encrucijadas históricas en las que vivieron- discutían sobre los grandes y eternos problemas de la condición humana. Nuestra concepción de la filosofía, por el contrario, la 42 La filosofía es la única que puede unificar en una totalidad coherente las diversas expresiones de la praxis. «Totalización comprensiva» quiere decir comprender una diversidad en una unidad. ¡Error!Marcador no definido. compromete con el tiempo y el espacio. El espacio de nuestra actividad reflexiva es la nación Argentina. Proponemos un pensamiento situado. Pensamos desde nuestra estricta situación ontológica. Pensamos, entonces, ante todo como argentinos, y advertimos que para pensar como argentinos debemos pensar como latinoamericanos. He aquí nuestro segundo elemento ontológico: América latina. ¿Por qué? Porque nuestra reflexión que trabaja para la libertad de nuestro ser comunitario- advierte que esta empresa es compartida por nuestros hermanos latinoamericanos, compartida en el dolor, en la dependencia y en la necesidad y el lúcido deseo de superar esta situación. Situación que, a su vez, es compartida por otros pueblos, cuya precisa especificidad histórica los hermana a nuestro destino y los incorpora a nuestro compromiso reflexivo y práctico: los pueblos del Sur, nuestro tercer elemento ontológico. Los tres, claro está, son las distintas y entrelazadas facetas de un solo rostro y una sola empresa histórica, política y ontológica (en tanto intenta transformar el equilibrio actual de la historia, su presente status ontológico padecido por nosotros en el modo de la injusticia): el surgimiento de los países nuevos43. José Pablo Feinmann es un periodista, ensayista y escritor argentino contemporáneo. El artículo citado fue escrito y publicado entre 1981 y 1983. (1) ¿Qué relación existe entre el descubrimiento de América y la filosofía, según el autor? (2) ¿Qué condiciones hicieron posible la creación del concepto de «mundo»? (3) Relacione y diferencie los conceptos de mundo, capitalismo, civilización-barbarie y totalización. (4) ¿Cuál es la tarea de la filosofía nacional? (5) ¿Qué es la filosofía, para Feinmann? (6) ¿Qué significa "pensar situadamente" y cuáles son los elementos ontológicos requeridos para ello? (7) ¿Cuál es el objeto de la filosofía, para el autor? 43 Feinmann, José Pablo, El mito del eterno fracaso, Editorial Legasa, Buenos Aires, 1985, pp. 73/83. 16. La verdad y el poder Lo importante, creo, es que la verdad no está fuera del poder ni sin poder (la verdad no es a pesar de un mito del que habría que recoger la historia y las funciones, la recompensa de los espíritus libres, el hijo de largas soledades, el privilegio de los que han sabido liberarse). La verdad es de este mundo; se produce en él gracias a múltiples coacciones y detenta en él efectos regulados de poder. Cada sociedad tiene su régimen de verdad, su «política general» de la verdad: es decir, los tipos de discurso que acoge y hace funcionar como verdaderos o falsos, el modo cómo se sancionan unos y otros; las técnicas y los procedimientos que están valorizados para la obtención de la verdad; el estatuto de quienes están a cargo de decir lo que funciona como verdadero. En sociedades como las nuestras, la «economía política» de la verdad está caracterizada por cinco rasgos históricamente importantes: la «verdad» está centrada sobre la forma del discurso científico y sobre las instituciones que lo producen; está sometida a una constante incitación económica y política (necesidad de verdad tanto para la producción económica como para el poder político); es objeto, bajo diversas formas, de una inmensa difusión y consumo (circula en aparatos de educación o de información cuya extensión es relativamente amplia en el cuerpo social, a pesar de algunas limitaciones estrictas); es producida y transmitida bajo el control no exclusivo pero dominante de algunos grandes aparatos políticos y económicos (universidad, ejército, escritura, media); finalmente, es el envite de todo un debate político y de todo un enfrentamiento social (luchas «ideológicas»). Me parece que lo que ahora debe tomarse en cuenta en el intelectual no es el que sea «portador de valores universales», sino que es alguien que ocupa una posición específica, pero de una especificidad que está ligada a las funciones generales del dispositivo de verdad en una sociedad como la nuestra. Dicho de otro modo, el intelectual responde a una triple especificidad: la especificidad de su posición de clase (pequeño burgués al servicio del capitalismo, intelectual «orgánico» del proletariado); la especificidad de sus condiciones de vida y de trabajo, ¡Error!Marcador no definido. ligadas a su condición de intelectual (su dominio de investigación, su lugar en un laboratorio, las exigencias económicas o políticas a las que se somete o contra las que se rebela, en la universidad, el hospital, etc.); finalmente, la especificidad de la política de la verdad en nuestras sociedades. Y es aquí donde su posición puede tomar un significado general, que el combate local o específico que lleva a cabo entrañe efectos, implicaciones que no son simplemente profesionales o sectoriales. Funciona o lucha al nivel general de este régimen de la verdad tan esencial para las estructuras y para el funcionamiento de nuestra sociedad. Hay un combate «por la verdad», o al menos «alrededor de la verdad», dejando claro una vez más que por verdad no quiero decir «el conjunto de cosas verdaderas que están por descubrir o que hay que hacer aceptar», sino «el conjunto de reglas según las cuales se distingue lo verdadero de lo falso y se aplica a lo verdadero efectos específicos de poder»; y dejando claro también que no se trata de un combate «a favor» de la verdad, sino acerca del estatuto de la verdad y del papel económico-político que juega. Hay que pensar los problemas políticos de los intelectuales no en términos de «ciencia/ideología», sino en términos de «verdad/poder». Y es aquí donde la cuestión de la profesionalización del intelectual, la división del trabajo manual/intelectual puede ser planteada de nuevo. Todo esto debe parecer bastante confuso e incierto. Incierto, sí, y todo lo que digo es sobre todo a título de hipótesis. Para que sea un poco menos confuso, sin embargo, quisiera avanzar algunas «proposiciones» -en el sentido no de cosas admitidas, sino solamente ofrecidas para ensayos y pruebas futuras. Por «verdad», entender un conjunto de procedimientos regulados por la producción, la ley, la repartición, la puesta en circulación y el funcionamiento de los enunciados. La «verdad» está ligada circularmente a sistemas de poder que la producen y la sostienen, y a efectos de poder que induce y la prorrogan. «Régimen» de la verdad. Este régimen no es simplemente ideológico o superestructural; fue una condición de formación y de desarrollo del capitalismo. Y es el que, a reserva de algunas modificaciones, funciona en la mayor parte de los países socialistas (dejo abierta la cuestión de China, que no conozco). El problema político esencial para el intelectual, no es criticar los contenidos ideológicos que estarían ligados a la ciencia, o hacer lo preciso para que la práctica científica esté acompañada por una ideología justa. Sino saber si es posible constituir una nueva política de la verdad. El problema no es cambiar la «conciencia» de la gente o lo que tienen en la cabeza, sino el régimen político, económico e institucional de producción de verdad. No se trata de liberar la verdad de todo sistema de poder -sería una quimera, ya que la verdad es ella misma poder-, sino desligar el poder de la verdad de las formas de hegemonía* (sociales, económicas, culturales) en el interior de las cuales funciona por el momento. La cuestión política, en suma, no es el error, la ilusión, la conciencia alienada o la ideología; es la verdad misma44. Michel Foucault, filósofo francés contemporáneo (1) ¿A qué se llama "política general de la verdad"? (2) ¿Por qué es necesario hablar de "economía politíca de la verdad", según el autor? ¿Cuáles son los cinco rasgos históricamente importantes de la "economía política" de la verdad en las sociedades desarrolladas? (3) ¿Cuál es la triple especificidad del intelectual? (4) ¿Dónde la posición del intelectual puede tomar un significado general? (5) ¿Qué se entiende por verdad? (6) ¿Cuál es el problema político esencial para el intelectual? (7) ¿Por qué el problema no es cambiar la «conciencia» de la gente? 17. El poder de la técnica Al hablar de la «ciencia como parte de la interacción entre el hombre y la naturaleza», dice Heisemberg: «En relación con este asunto se ha dicho con frecuencia que los trascendentes cambios de nuestro medio 44 Foucault, Michel, Un diálogo sobre el poder, Alianza Editorial, Buenos Aires-Madrid, 2da. edición, 1992, pp. 143/5. ¡Error!Marcador no definido. ambiente y de nuestro modo de vivir originados por esta era técnica45 han alterado también peligrosamente nuestro modo de pensar, y que en ello reside las causas de la crisis que han conmovido a nuestra época y que, por ejemplo, se manifiestan también en el arte moderno. Ciertamente, esta objeción es mucho más vieja que la tecnología46 y que la ciencia, pues que el uso de las herramientas se remonta a los orígenes más remotos del hombre. Así, hace dos mil quinientos años, el filósofo chino Chuang-Tzu ya habló del peligro de la máquina cuando dijo: "En sus viajes por las regiones del norte del río Hau, Tzu-Gung vio a un anciano labrando una huerta. Había excabado un canal de riego. El hombre bajaba al manantial, llenaba un recipiente con agua y lo vertía a brazo en el canal. Si sus esfuerzos eran enormes, los resultados parecían muy mezquinos. Tzu-Gung le dijo: «Hay un medio por el cual podrías alimentar cien canales en un sólo día, y podrías hacer mucho más con poco esfuerzo. ¿Quieres que te lo diga?». Alzóse el hortelano, lo miró y dijo: «¿Qué medio puede ser ese?». Tzu-Gung replicó: «Toma una pértiga de madera, ligera de una punta, con un peso en la otra. Eso se llama una zangaburra». El enojo asomó al rostro del anciano, quien dijo: «He oído decir a mi maestro, que cualquiera que emplee una máquina hará todo su trabajo como una máquina. Al que hace su trabajo como una máquina, el corazón se le vuelve máquina, y el que lleva en el pecho un corazón como una máquina, pierde su sencillez. El que ha perdido su sencillez se sentirá inseguro en las luchas de su alma. La inseguridad en las luchas del alma no se aviene con el sentido honesto. No es que no conozca tales cosas; es que me avergüenza usarlas»47. (1) ¿Por qué la técnica ha alterado peligrosamente nuestro modo 45 Se refiere a la época moderna en la que la razón científico-tecnológica ha dominado al mundo. 46 Tecnología es el discurso y el saber acerca de la técnica. El autor se refiere más bien a la técnica entendida como saber acerca de lo medios para alcanzar determinados fines u objetivos. 47 McLuhan, Marshall: La galaxia Gutemberg, traducción de Juan Novella, Editorial Aguilar, primera edición. de pensar? (2) ¿Qué moraleja podría extraer del relato citado por Heisemberg? 18. El poder liberador de la filosofía Cuando alguien pregunta para qué sirve la filosofía, la respuesta debe ser agresiva ya que la pregunta se tiene por irónica y mordaz. La filosofía no sirve ni al Estado ni a la Iglesia, que tienen otras preocupaciones. No sirve a ningún poder establecido. La filosofía sirve para entristecer, la filosofía que no entristece o contraría a nadie no es filosofía. Sirve para detestar la estupidez, hace de la estupidez una cosa vergonzosa. Sólo tiene este uso: denunciar la bajeza del pensamiento bajo todas sus formas. ¿Existe alguna disciplina, fuera de la filosofía, que se proponga la crítica de todas las mistificaciones48, sea cual sea su origen y su fin? Denunciar todas las ficciones sin las que las fuerzas reactivas49 no podrían prevalecer. Denunciar en la mistificación esta mezcla de bajeza y estupidez que forma también la asombrosa complicidad de las víctimas y de los autores. En fin, hacer del pensamiento algo agresivo, activo, afirmativo. Hacer hombres libres, es decir, hombres que no confundan los fines de la cultura con el provecho del Estado, la moral o la religión. Vencer lo negativo y sus falsos 48 «Mistificación» significa aquí: engaño, falsificación, ficción, embaucamiento. 49 El concepto de «fuerzas reactivas» y «fuerzas activas» deriva de F. Nietzsche, para quien las últimas son todas las fuerzas aristocráticas, afirmativas de sí mismas y de la vida mientras que las primeras son aquellas fuerzas plebeyas o esclavas, negativas, que buscan suprimir, rebajar u homogeneizar a todo lo que busca sobresalir, imponerse o afirmarse. ¡Error!Marcador no definido. prejuicios. ¿Quién, a excepción de la filosofía, se interesa por todo esto? La filosofía como crítica nos dice lo más positivo de sí misma: empresa de desmitificación. Y, en este respecto, que nadie se atreva a proclamar el fracaso de la filosofía. Por muy grandes que sean, la estupidez y la bajeza serían aún mayores si no subsistiera un poco de filosofía que, en cada época, les impide ir todo lo lejos que querrían, que respectivamente les prohíbe, aunque sólo sea por el qué dirán, ser todo lo estúpida y lo baja que cada una por su cuenta desearía. No les son permitidos ciertos excesos, pero, ¿quién, excepto la filosofía, se los prohíbe? ¿quién les obliga a enmascararse, a adoptar aires nobles e inteligentes, aires de pensador? Ciertamente existe una mistificación específicamente filosófica; la imagen dogmática del pensamiento y la caricatura de la crítica lo demuestran. Pero la mistificación de la filosofía empieza a partir del momento en que ésta renuncia a su papel... desmitificador, y tiene en cuenta los poderes establecidos: cuando renuncia a detestar la estupidez, a denunciar la bajeza. Es cierto, dice Nietzsche, que actualmente los filósofos se han convertido en cometas. Pero desde Lucrecio hasta los filósofos del siglo XVIII debemos observar estos cometas, seguirlos todo lo posible, hallar su camino fantástico. Los filósofos-cometas supieron hacer del pluralismo un arte de pensar, un arte crítico. Supieron decir a los hombres lo que ocultaban su mala conciencia y su resentimiento. Supieron oponer a los valores y a los poderes establecidos aunque no fuera más que la imagen de un hombre libre. Después de Lucrecio ¿cómo es posible preguntar para qué sirve la filosofía? Es posible preguntarlo porque la imagen del filósofo está constantemente oscurecida. Se hace de él un sabio, él que es sólo un amigo de la sabiduría, amigo en un sentido ambiguo, es decir, el anti-sabio, el que debe disfrazarse de sabiduría para sobrevivir. Se hace de él un amigo de la verdad, él que somete lo verdadero a la más dura prueba, de donde la verdad sale tan descuartizada como Dionysos50: la prueba del sentido y del valor. La imagen del filósofo se oscurece debido a todos sus disfraces necesarios, pero también debido a todas las traiciones que hacen de él el filósofo de la religión, el filósofo del Estado, el coleccionista de los valores en curso, el funcionario de la historia. La imagen auténtica del filósofo no sobrevive al que durante un tiempo supo encarnarlo en su época. Debe recuperarse, reanimarse, debe hallar un nuevo campo de actividad en la época siguiente. Si la labor crítica de la filosofía no se recupera activamente en cada época, la filosofía muere y con ella la imagen del filósofo, la imagen del hombre libre. La estupidez y la bajeza no dejan de formar nuevas alianzas. La estupidez y la bajeza son siempre las de nuestro tiempo, la de nuestros contemporáneos, nuestra estupidez y nuestra bajeza. A diferencia del concepto intemporal del error, la bajeza no se separa del tiempo, es decir del transporte del presente, de esta actualidad en la que se encarna y se mueve. Por eso la filosofía tiene con el tiempo una relación esencial: 50 Dionysos es un dios griego hijo de Zeus y Semele, a quien, siendo un niño recién nacido, los Titanes despedazaron por orden de la diosa Hera (esposa de Zeus). Dionysos es el dios de la embriaguez y de los Misterios. ¡Error!Marcador no definido. siempre contra su tiempo, crítico del mundo actual, el filósofo forma conceptos que no son ni eternos ni históricos, sino intempestivos e inactuales. La oposición en la que se realiza la filosofía es la de lo inactual, de lo intempestivo con nuestro tiempo. Y lo intempestivo encierra verdades más duraderas que las verdades históricas y eternas reunidas: las verdades del porvenir. Pensar activamente, es «actuar de la forma inactual, o sea contra el tiempo, y a partir de ahí incluso sobre el tiempo, en favor (así lo espero) de un tiempo futuro». La cadena de los filósofos no es la eterna cadena de los sabios, y menos aún el encadenamiento de la historia, sino una cadena rota, la sucesión de cometas, su discontinuidad y su repetición que no se refieren ni a la eternidad del cielo que atraviesan, ni a la historicidad de la tierra que sobrevuelan. No hay ninguna filosofía eterna, ni ninguna filosofía histórica. Tanto la eternidad como la historicidad de la filosofía se reducen a esto: la filosofía, siempre intempestiva, intempestiva en cada época51. (1) ¿Por qué la filosofía que no entristece no es filosofía? (2) ¿Cuál es la utilidad de la filosofía para el autor? (3) ¿Qué significa «estupidez»? (4) ¿En qué medida la filosofía colabora en la tarea de «hacer hombres libres»? (5) ¿En qué se basa el autor para sostener que la filosofía no ha 51 Deleuze, Gilles, Nietzsche y la filosofía, traducción de Carmen Artal, Editorial Anagrama, Barcelona, 1971, págs. 149-52. fracasado? (6) Relacione la afirmación de que la filosofía está «siempre contra su tiempo» con el enunciado «la verdadera función social de la filosofía reside en la crítica de lo establecido». (7) ¿En qué consiste la mistificación de la filosofía? (8) ¿Por qué está oscurecida la imagen del filósofo? (9) ¿Por qué el autor prefiere hablar de discontinuidad a hacerlo en términos de historia? ¿Cómo se puede vincular la filosofía con la historia? (10) ¿Qué significa que la filosofía es «inactual» o «intempestiva»? 19. Las prácticas del micropoder. Si uno quiere explorar ciertas realidades profundas de una sociedad, puede atisbar a través de una ventana maravillosa: me refiero a los trabajadores sociales. El trabajo social, una actividad ejercida por asistentes sociales, educadores y reeducadores, psicopedagogos, y otros, tiene poca «imagen» y escasos salarios. [...] Los mismos trabajadores suelen experimentar cierto malestar por las condiciones en que se desenvuelve su tarea. Sin embargo, disponen de un poder real, efectivo, contundente, casi insospechable. Intervienen en escuelas, fábricas, oficinas, obras sociales y municipalidades, esto es, en un vasto espectro de la vida pública y privada de millones de personas. Pueden presentarse en una familia para controlar cómo son tratados los niños, cuáles son las relaciones entre los cónyuges o con los vecinos, y tomar -o hacer tomar- medidas de envergadura. Por ejemplo, hacer ubicar a los menores en una institución pública o en ¡Error!Marcador no definido. una familia de adopción. Los informes de los trabajadores sociales orientan ciertas decisiones judiciales importantes: tenencia de niños en caso de divorcios litigiosos, declaración jurídica de insanidad; internación obligatoria en instituciones psiquiátricas o puesta en libertad vigilada de drogadictos; obtención o suspensión (en Francia) de subsidios del Estado para alquilar viviendas. El aborto, legalizado entre los franceses, implica obligatoriamente que la mujer tenga una entrevista previa con, por ejemplo, una asistente social. Depreciación, por un lado; poder real, por el otro. Mal pagados, hiperactivos, inquietos, los trabajadores sociales ocupan posiciones clave en los más diversos ámbitos. Esta paradoja explica la verdadera pasión que un filósofo-sociólogo puede sentir por el trabajo social. Es una actividad plagada de sorpresas. Las fronteras imaginarias: Los trabajadores sociales se ocupan de personas «discapacitadas», familias «con dificultades», niños con «problemas escolares» o «maltratados», comunidades confrontadas a «problemas de urbanización, salud u otros», desocupados, «madres solteras», ancianos «carenciados», etcétera. Todas las situaciones tienen un común denominador: son problemáticas, es decir, que plantean problemas porque quienes las viven no pueden o no quieren ajustarse a ciertos modelos sociales considerados normales, necesarios y humanos. Justamente, se llama trabajo social porque jamás se ocupa de cuestiones puramente personales, de pareja o de comunidad, sino siempre de cuestiones sociales y generales singularizadas en una persona, en una pareja o en una comunidad. Un problema de pareja involucra por lo menos a dos personas, pero también a las familias respectivas, a los amigos y allegados, a cuestiones de dinero y de pertenencia y, más aún, a los ideales de pareja «normal/anormal», a la idea de amor, a los modelos de fidelidad, sexualidad, goce y demás. La gente se une y se separa por razones que jamás se reducen a su sola subjetividad. El trabajo social prueba todos los días que hay personas que tienen problemas, pero que no existen problemas personales provocados y susceptibles de ser resueltos por un solo individuo. Este, precisamente, el individuo, es más bien uno de los representantes singulares de tendencias y corrientes que están en toda la sociedad. Estos modelos e ideales no son sólo exteriores a las personas. No son simplemente un entorno. Son también internos, íntimos, privados. ¿No es, acaso, esto que Freud llama «súperyo»? El autoritarismo, por ejemplo, es tanto una posición política como una posición paternal o maternal. Se juega en la Cámara de Diputados pero también en la cámara nupcial. El trabajo social prueba todos los días la relativa inconsistencia de separar lo «público» de lo «privado», lo «colectivo» de lo «individual», la «teoría» y la «práctica». Constantemente rompe los tabiques erigidos por las ciencias sociales y humanas entre lo psíquico y lo social, lo sexual y lo ideológico, lo económico y lo imaginario. Es un ¡Error!Marcador no definido. dispositivo transdisciplinario52. [...] Allí reside el poder real del trabajo social. Se ejerce a través de problemas de salud, vivienda o empleo, pero ni unos ni otros son su objetivo último. Cualquiera que sea el tipo de sociedad que exploremos, el trabajo social no puede resolver los problemas, sino cuanto más aliviarlos. El trabajo social actúa sobre los modelos de vida y de comportamiento puestos en juego a raíz de un problema de salud. No se ocupa tampoco del empleo sino del carácter «fatal» o «histórico» del empleo y la desocupación. A propósito de las condiciones de la existencia, examina las ideas por las cuales la gente soporta y no soporta más dichas condiciones de existencia. Cabría pensar, entonces, que el trabajo social surge de una imagen depreciada [de distintas realidades] porque, a su manera, los trabajadores sociales -lúcidos o autoengañadosdicen todo el tiempo que en la medicina hay más que el cuerpo, que en el derecho hay más que la ley, que en la escuela hay más que conocimientos y diplomas, que en la familia hay más que amor y educación. Normal y anormal: [...] Pero un niño de quien se dice que tiene «problemas escolares» no se distingue sólo porque a los 10 ó 12 años aún no sabe leer ni escribir o 52 "Transdisciplinario" significa a través de las disciplinas o atravesando las disciplinas. Toda disciplina supone definir límites precisos a su objeto y su método. El Trabajo Social rompe constantemente estos límites y hace visible la necesidad de establecer relaciones que atraviesen diversas disciplinas. Dis-positivo es algo que está puesto desde [lo transdisciplinario]. El Trabajo Social está en la mejor dis-posición para el establecimiento de relaciones transdisciplinarias. Sin embargo, estar en disposición para no es ya haberlo hecho. porque es demasiado turbulento en clase. Ese niño dice algo precioso que hay que atreverse a escuchar: dice que ha sido designado para que se sepa que la escuela puede no enseñar en absoluto y el hecho de que haya tanta indisciplina nos interroga sobre los fundamentos mismos de la disciplina reinante. Un niño que duerme al fondo de la clase no sólo no escucha la lección del día sino que además denuncia las virtudes soporíferas del maestro. Un niño que tiene problemas escolares «dice» que la escuela tiene problemas infantiles. [...] Lo que el trabajo social prueba todo el tiempo [es]: que lo que se llama «anormal» es el reverso simétrico de lo que se cree «normal», la cara oculta de la luna. Oscura pero no necesariamente apagada. Lo «anormal» puede explicarse. Pero lo «normal», también. Ni uno ni otro caen del cielo, y de ambos uno puede ocuparse. ¿No será entonces, que el trabajo social está depreciado porque para cada uno de nosotros -gente «normal»- resulta difícil y a menudo inquietante apreciar qué es lo que sostiene nuestra vida?53 [Saúl Karsz es licenciado en filosofía y doctor en sociología. Fue fundador de la Escuela de Prácticas Sociales en París y ejercía (en el momento de publicarse este artículo) como profesor de sociología del conocimiento en la Universidad de la Sorbona (Francia).] (1) Según el autor, ¿qué es un Trabajador Social, cómo opera y qué evidencia en su trabajo? (2) ¿En qué se manifiesta el "poder real" de los trabajadores sociales? (3) ¿Por qué no se justifica la separación 53 Karsz, Saúl, Explicar la «normalidad», diario Clarín, 13/08/85, sección Opinión. ¡Error!Marcador no definido. existente entre lo público y lo privado, entre lo colectivo y lo individual, la teoría y la práctica? (4) ¿Qué relación establece el autor entre lo normal y lo anormal? (5) Analice las relaciones normalidad-anormalidad en la película Hombre mirando al sudeste.