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Los alacranes republicanos
Historia de La Reforma, La Intervención Francesa y
el Segundo Imperio en el estado de Durango
Antonio Avitia Hernández
México, 2015
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2
Introducción
En el transcurso de la segunda década del siglo XXI, conceptos como: Estado
nacional, soberanía, ciudadanía, laicismo, separación de Iglesia y Estado,
eliminación de títulos nobiliarios, eliminación de fueros, sistema de propiedad
individual, república, imperio, gobierno civil, registro civil, federalismo, sentido de
pertenencia nacional, división de poderes, libertad de culto, educación gratuita,
derechos del hombre, entre otros, pueden parecer perogrulladas. Sin embargo, en
estos momentos, en el año de 2015, algunos de ellos, en el contexto del
neoliberalismo y la globalización, sobre todo el concepto de soberanía nacional, se
ven cuestionados y modificados, merced a las reformas constitucionales
estructurales, promovidas por los gobiernos de los últimos treinta años.
La importancia del periodo histórico de La Reforma, la Intervención Francesa y el
Segundo Imperio, que abarca los años de 1854 a 1867, en el contexto de la creación
de los Estados nacionales y la independencias de los países de América Latina, así
como la definición del mapa transnacional que dividía al mundo en los bloques
coloniales europeo y americano, es en el sentido de la definición de las formas de
vivir de la gente americana y mexicana; ya no como personas colonializadas por
España como novohispanos, ni tampoco como súbditos de los fallidos intentos de
instaurar gobiernos imperiales, sino del establecimiento del sistema en el que, al
menos en el papel, los ciudadanos podían ser los forjadores de su propio destino.
Los cambios generados durante ese periodo tuvieron su impacto en el actual estado
de Durango, en todos los momentos del periodo que nos ocupa.
El tema había sido trabajado solo de manera parcial y con poca profundidad, a pesar
de que tiene momentos verdaderamente apasionantes para cualquiera que se
dedique a la narrativa histórica del estado de Durango. Por lo anterior, durante años,
sin apoyo cual ninguno de institución o persona, de manera colateral con otras
labores acumulé materiales y fuentes sobre el asunto, mismo que, ya trabajado
como texto historiográfico, ahora se presenta en opciones diversas de publicación,
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destacándose la de la red virtual, abierto a quien lo quiera revisar, reenviar, editar y
/ o reproducir, sin costo alguno.
El capítulo I.- El nacimiento del estado de Durango. Tiempos de invasiones,
bandidos, apaches, masones y rebeliones; versa sobre los primeros treinta años del
Durango independiente, periodo en el que la parte novohispana de la Nueva Vizcaya
de la entidad se transformó en el estado de Durango, aparte de sus cambios de
división política así como de su forma mapográfica exterior e interior. La lucha
constante contra los apaches y comanches, la conformación y enfrentamientos de
los dos principales grupos antagónicos de liberales y conservadores y su
seguimiento de las líneas del liderazgo nacional en sus respectivos casos. Las
acciones de bandidos del orden común. La Invasión estadounidense y las iniciales
limitaciones en la relación entre la Iglesia Católica y los gobiernos estatales. La
transformación paulatina de los neovizcaínos en durangueños ponía en duda las
alternativas entre continuar siendo súbditos o conformarse como nuevos
ciudadanos. Esa sería la siguiente parte de la lucha de reacomodo de intereses e
ideas de los nuevos durangueños.
En el apartado II.- La instauración de la República Liberal en Durango, se relatan
los pormenores de la Revolución contra el dictador Antonio López de Santa Anna.
Se da cuenta de las diferencias entre las ideologías y proyectos conservador y
liberal. Los principales elementos de la Constitución de 1857 y la Guerra de Reforma
o Guerra de Tres Años en la entidad, con sus capítulos particulares de los bandidos
Tulises y los intentos de segregación de algunos municipios durangueños por parte
de las en entidades norteñas de Coahuila y Nuevo León, al tiempo que se hace la
reseña del paso de los trece gobernadores que, en el lapso de 1855 a 1861,
ocuparon el ejecutivo estatal durangueño.
Los alacranes republicanos a la defensa de la Patria Grande, que es el apartado III,
refiere los pormenores de las acciones de las tropas de la Guardia Nacional
durangueña en la defensa patriótica, en los estados de Veracruz, Tlaxcala y Puebla,
ante la invasión de las tropas francesas al territorio patrio. Destaca la actuación del
cuerpo de Los Lanceros de Durango a los que, en la Batalla de San Pablo del
Monte, les fue arrebatado un estandarte que aún hoy es el más importante emblema
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y trofeo de guerra de un cuerpo argelino del Ejército de ocupación francés. Por su
extraño ritualismo militar colonialista vigente, el estandarte en cuestión adorna la
portada y carátula de este trabajo. También sobresalió la actuación de la Infantería
que dirigió el general José María Patoni, en la defensa del sitio de Puebla en 1863.
En la cuarta parte; Los alacranes republicanos a la defensa de la Patria Chica, se
narra la llegada de las tropas francesas de ocupación al estado y a la ciudad de
Durango, la bienvenida que los conservadores imperialistas locales le hicieron a la
oficialidad invasora, las diversas acciones del Gobierno Imperial y la instauración de
la administración burocrática del Segundo Imperio en Durango. También se da
cuenta de las diversas acciones de guerra que se suscitaron en el estado de
Durango, sobre todo en el año de 1864 y se destaca la importante de La Batalla de
Majoma, en la que la derrota de los republicanos puso en camino franco hacia el
norte del país a las tropas imperialistas. Dada la importancia que, para los invasores,
tenía el avance contra el Gobierno Republicano, se logró localizar una buena
cantidad de imágenes fotográficas, grabados, tarjetas postales y demás tomadas
por los invasores.
El capítulo V. El desierto y la República perseguida, versa sobre el paso del gabinete
republicano por el territorio del noreste durangueño y sus vicisitudes en medio del
desierto, mientras se decidía la suerte bélica de la Batalla de Majoma, su huida
constante de sus persecutores del Ejército Francés, los dramáticos momentos del
Grito de Independencia y el desfile del 16 de septiembre de 1864, en el municipio
de Cuencamé, así como el decisivo momento del motín de la guardia juarista, en la
hacienda de La Zarca, como prueba de la persistencia y voluntad férrea republicana
del liderazgo juarista.
La sexta parte: Los zuavos de Castagny contra los partisanos republicanos, se
refiere a las acciones militares y de gobierno civil de los súbditos y las tropas de
ocupación del Imperio Mexicano, contra los partisanos y resistentes republicanos
en el estado de Durango, transformado en dos departamentos; de Nazas y Durango,
a partir de noviembre de 1864 y hasta noviembre de 1866 cuando los efectivos
franceses abandonaron la Perla del Guadiana, dejando la plaza en manos de los
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monarquistas nacionales mismas que, ante el avance inexorable de los
republicanos, también optaron también por dejar el lugar a las fuerzas nacionalistas.
En el capítulo se hace la relación de las conductas de los plutócratas en defensa de
sus propios intereses y propiedades ante las acciones del Gobierno Imperial, la
guerra de resistencia de los partisanos, así como las consejas generadas por la
Intervención Francesa en la entidad, de la misma manera se incluyen los relatos
sobre la expedición científica que acompañó a la Intervención y sus investigaciones
sobre el Observatorio Solar de El Zape, así como el fallido colaboracionismo del
sabio durangueño José Fernando Ramírez.
En la séptima parte: El retorno del águila republicana, se da cuenta del fin del
Gobierno Imperial y la restauración de la República con sus consecuentes acciones
en contra de los colaboracionistas y las historias colaterales del periodista
durangueño Francisco Zarco, El Benemérito de la Patria, y la descuadrada guerra
agrarista indígena antiliberal, pero no conservadora, de los guerreros: coras,
huicholes, tepehuanes y mexicaneros que, desde la Reforma hasta después del
triunfo de la República siguieron al incómodo líder Manuel Lozada.
La vida en México, y en el estado de Durango en específico, en lo que a relación
entre gobierno y sociedad civil se refiere, no se entendería como ha sucedido en los
últimos 150 años, con sus altibajos, sin los cambios suscitados merced al periodo
histórico republicano.
A pesar de los cambios neoliberales, algunos de los conceptos republicanos no han
perdido vigencia y siguen siendo parte importante de la vida cotidiana de los
ciudadanos que, sin reflexionar en el origen histórico de su calidad ciudadana, dan
por hecho su situación y no se cuestionan su vida como tales, al tiempo que
paulatinamente intentan ejercer y exigir sus derechos humanos, ante los diversos
poderes fácticos que intentan conculcarlos.
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I. El nacimiento del estado de Durango.
Tiempos de invasiones, bandidos, apaches,
masones y rebeliones
La independencia criolla
En la década de los 1810’s, como respuesta a las acciones de los diversos grupos
independentistas, el Clero, los peninsulares y los criollos del centro novohispano,
ante la juramentación de la Constitución de Cádiz, en España, en un intento por
evitar la influencia de la nueva ley en la Nueva España, cooperaron con su mejor
esfuerzo para acabar con la causa de la Independencia mestiza e indígena,
apoyando económicamente al Ejército Realista del virrey Félix María Calleja.
En 1820, en un intento de mantener aislada la Intendencia de Durango, de la Guerra
Insurgente,
protagonizada
por
el
recién
formado
Ejército
Trigarante
independentista. Los monarquistas neovizcaínos proyectaban segregar a las
Provincias Occidentales del Virreinato, para mantenerlas bajo el dominio de la
Corona Española. Así, la ciudad de Durango se transformó en el refugio de las
tropas realistas de las intendencias que habían caído en manos del Ejército
Trigarante independentista. De hecho, la Nueva Vizcaya fue el último reducto
provincial de la Nueva España en adherirse al independentista Plan de Iguala.
De esta manera, en tanto sede del Obispado, de la Intendencia de la Nueva Vizcaya
y asiento de la Comandancia de las Provincias Internas de Occidente, Durango era
un preciado baluarte político, espiritual y militar de la Colonia, hasta el 4 de julio de
1821 cuando, a sangre y fuego, las tropas insurgentes del general Pedro Celestino
Negrete pusieron sitio a la ciudad de Durango y el 30 de agosto, al finalizar el sitio,
se aseguraba una independencia criolla de la América Septentrional, que
defendería los intereses del Clero y de los terratenientes neovizcaínos,
desvinculada de mestizos e indígenas.
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De acuerdo con Plan de Iguala, el 9 de septiembre de 1821, el Ayuntamiento y la
Diputación Provincial juraron la independencia de ese nuevo país, que aún no
alcanzaba a tener nombre propio.
El efímero Primer Imperio Mexicano
La instauración del Primer Imperio Mexicano de Agustín de Iturbide en 1822,
prometía la conservación de las canonjías y privilegios de la Iglesia, el ejército y los
tradicionalistas quienes, de inmediato, apoyaron el proyecto gubernamental de la
Corona Mexicana.
Con el Imperio de Iturbide, una nueva división política fraccionó al territorio de la
Nueva Vizcaya en las provincias de Durango y Chihuahua. No pasó mucho tiempo
antes de que se iniciara una larga sucesión de sublevaciones, rebeliones, asonadas
y cuartelazos. En medio de una constante inestabilidad política, el 6 de mayo de
1823, la Diputación Provincial, el Ayuntamiento de Durango y el grueso de los
elementos de la guarnición militar se adhirieron al Plan de Casa Mata, promovido
por el general Antonio López de Santa Anna, contra el emperador Agustín de
Iturbide. A corto plazo, la insurrección acabaría con el primer gobierno del México
independiente.
La naciente República
Con la caída del Primer Imperio Mexicano, luego de un breve gobierno de triunvirato,
se dio paso a la instauración de la República Mexicana, y Durango se transformó
jurídicamente en un estado libre e independiente desde el 22 de mayo de 1824.
Esta personalidad jurídica se ratificó al promulgarse la Constitución de 1824. Es en
este momento cuando emergen los grupos políticos integrados a las llamadas logias
o partidos, cuya respuesta ideológica obedecía a su pertenencia a las facciones
federalistas y centralistas, antecedentes inmediatos de liberales y conservadores.
En esta circunstancia y bajo juramento, el primer día de septiembre de 1825 se
estrenaba la primera Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Durango;
presentada: En nombre de Dios Todopoderoso, Autor del Universo y Supremo
Legislador de las Sociedades. En su texto, la constitución durangueña reconocía a
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la católica como religión única, perpetua y excluyente para los durangueños.
Mantenía los fueros del Clero y el Ejército y, desconociendo el credo indígena,
otorgaba la propiedad individual de la tierra a los pueblos de indios.
Después del rompimiento de la dominación de la Corona Española, la Iglesia no
aceptó cambiar su régimen económico, ni tampoco que fueran limitadas sus
facultades y sus capacidades con respecto a los momentos fundamentales de la
vida de los hombres: el nacimiento, el matrimonio y la muerte. De la misma manera,
estableciendo exclusividad de conciencia, los jerarcas de la grey católica no
estuvieron de acuerdo en que pudiera permitirse otra religión en el país, que no
fuera la Católica Apostólica y Romana.
Dando inicio a los intentos de separación de la Iglesia y el Estado en la entidad, en
noviembre de 1826, durante su periodo de gobierno, el señor Santiago Baca Ortiz,
logró la promulgación de una ley, privando al Clero de su jurisdicción sobre diezmos
y declarando que; únicamente al gobierno civil incumbía la provisión de piezas
eclesiásticas. Baca Ortiz también presentó al Congreso Estatal una iniciativa de ley
sobre la ocupación de capitales píos destinados a obras públicas y además
reglamentó la inhumación de los clérigos, limitándola a los cementerios ordinarios,
dejando atrás la costumbre de inhumar a los jerarcas de la Iglesia en el interior de
los templos.
Cuchas liberales y chirrines de conserva
En 1827, según el censo del Gobierno del Estado, el territorio durangueño tiene
149,821 habitantes, de los cuales 556 son ministros religiosos regulares y seculares.
Una pequeña parte de los durangueños, siguiendo la corriente de la época, se
aglutinaron en dos organizaciones políticas, irreconciliables entre sí; la Logia
Yorkina, que integró a liberales republicanos y a quienes sus antagónicos pusieron
el apodo de cuchas; y la Logia Escocesa, en manos del Alto Clero, que estuvo
conformada por conservadores centralistas y, a su vez, a estos, sus antagónicos les
pusieron el mote de chirrines.
El encono de la lucha de las logias y su peligrosidad, obligó al parlamento a decretar
la disolución de las mismas, a partir del 25 de octubre de 1828. Por su parte la
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Iglesia Católica, mediante la publicación de la bula Quo Graviora, del Papa León
XII, el 13 de mayo de 1826, proscribió las sociedades masónicas, aunque estas
siguieron existiendo.
Cuchas y chirrines se enfrascaron en las luchas políticas que determinaba el centro
del país y, por lo general, coincidían con el predominio de los correligionarios del
gobierno del país, vinculándose, casi sincrónicamente, con las revueltas y
pronunciamientos de la tercera, cuarta y quinta décadas del siglo XIX.
Los casi 150,000 habitantes del estado no tenían más remedio que establecer
vínculos entre las muy pocas familias regionales, ante las opciones demográficas
tan limitadas del momento. Las cosas se estrechaban aún más, al pensar en la
división de la población en clases sociales. De hecho, para las relaciones de pareja,
no había mucho de dónde escoger.
De las pugnas entre escoceses y yorquinos, sobresale el cuartelazo de marzo de
1827, durante el cual, al grito de: “¡Dios Libertad y Ley!”, los rebeldes masones
escoceses ocuparon la ciudad de Durango, en un intento de limitar el poder de los
masones yorquinos. Al final de la jornada, el 11 de abril, los yorquinos recuperaron
el centro del poder estatal.
Haciendo efectiva la independencia criolla, en 1827, los habitantes españoles
radicados en la otrora Nueva Vizcaya fueron expulsados del país y esta situación
provocó la especulación económica, sobre todo en lo referente a bienes raíces, al
ponerse en oferta las propiedades que pertenecían a los peninsulares expulsados.
En marzo de 1830, con la ascensión de los centralistas al poder, los escoceses
chirrines retribuyeron los capitales eclesiásticos que, los yorquinos cuchas, durante
su estadía en el poder, habían enajenado.
En medio de las pugnas políticas de cuchas y chirrines, las incursiones de apaches,
comanches y bandoleros se presentaban como conflicto irresoluble y constante en
la entidad, sobre todo en los lugares más alejados de los centros de población del
estado.
El clero definido
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La reacción eclesiástica, ante la independencia de México, fue de negación del
reconocimiento de la misma y el Vaticano suspendió la designación de obispos
hasta 1831, por lo cual, la de Durango, entre otras diócesis, sólo recibieron nuevos
obispos hasta la reanudación diocesana. Antonio Zubiría y Escalante fue el elegido
para llevar la mitra del Guadiana y, fiel a su tradicionalismo, catolicismo y
conservadurismo, Zubiría se enfrentó a los liberales y sus hazañas le hicieron ganar
el mote de El Obispo Santo. Por otra parte, las pugnas entre centralistas y
federalistas y los cambios de límites estatales mueven los intereses territoriales de
terratenientes y suscitan las invasiones armadas delos potentados del estado de
Chihuahua al territorio de Durango. En la ocasión, los durangueños vencen a los
chihuahuenses hasta que los exaltados federalistas de Chihuahua calman sus
ánimos.
En 1834, la Iglesia duranguense contaba con un Seminario Conciliar y una escuela
lancasteriana, ambos centros educativos con relativo éxito de matrícula. De hecho,
el Seminario, en esos años, fue una de las instituciones educativas más importantes
del norte de México, con un menú de carreras que incluía Gramática latina, Filosofía,
Teología y Jurisprudencia civil y canónica.
Interviniendo en el Gobierno Eclesiástico, el 16 de abril de 1834, el presidente
Valentín Gómez Farías decretó la secularización de todas las misiones de la
República, las cuales se transformarían en curatos, cuyas jurisdicciones serían
demarcadas por los gobernadores de las entidades respectivas. En el estira y afloja
militarista, el 3 de noviembre de 1834, los liberales federalistas sofocaron otra
rebelión conservadora más y, en abril de 1835, con el pronunciamiento del Plan de
Cuernavaca, se reiniciaron las hostilidades.
En medio de la zozobra, de manera incipiente, la industria textil y el comercio
intentan su reactivación y en 1835, se inició formalmente la explotación de los
recursos madereros del estado.
Durango Centralista
El advenimiento de la Primera República Central elevó a los conservadores al poder
y estos, de inmediato, promulgaron la Constitución Centralista, también conocida
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como Las Siete Leyes. Sin tardanza, los conservadores reorganizaron la
administración pública y transformaron de nuevo la división política del país. Así, los
fragmentos llamados entidades federativas se transformarían en departamentos.
El gobierno de La República Central, junto con sus aliados eclesiásticos y militares,
sufrió de gran inestabilidad y burocratismo, por lo que sus enemigos, liberales
federalistas, no tardaron en realizar sus pronunciamientos correspondientes.
Mientras la Iglesia se mantenía como el principal factor financiero de la época, las
hipotecas, los bienes improductivos y los endeudamientos de la sagrada institución
menguaban la capacidad de acción de los capitales locales. Según Fernando
Ramírez, refiriéndose al periodo: “En Durango hay muy pocos grandes capitales, y
aunque es numerosa la clase medianamente acomodada, la casi totalidad de los
testadores dejan herederos legítimos.”
La guerra entre federalistas y centralistas, en la ciudad de Durango, se prolongó
hasta octubre de 1841 y como era de esperar, quienes ganaron la acción se
alinearon a los designios del gobierno central de Anastasio Bustamante y Antonio
López de Santa Anna, dando paso a la Segunda República Federalista.
De acuerdo a sus propios intereses y grupos, cada gobierno expide decretos y
enmiendas que favorecen o agreden al poder eclesiástico. Así, en el momento de
la Invasión Estadounidense, el comportamiento de la Iglesia fue de indiferencia a
los planes de defensa del territorio nacional, al negarse a aportar parte de sus
bienes para el financiamiento de la guerra.
Los estadounidenses, durante su invasión a México, pisaron territorio durangueño,
sólo de ladito, en la región de Mapimí, y siguieron de largo hacia el estado de
Coahuila, mientras que, en la capital del estado de Durango, el gobierno conformaba
los batallones de voluntarios patriotas de la Guardia Nacional, que serían destinados
a detener el avance de los invasores.
Sin embargo, a los 162,418 duranguenses que había en 1846, más que el drama
de la Invasión Estadounidense, les preocupaban las incursiones de indios del sur
de los Estados Unidos, por lo cual el Gobierno y el Congreso del Estado de Durango,
en peregrinación solemne, se encomendaron a San Francisco Javier, pidiéndole su
sagrada protección, ante los ataques de las etnias guerreras seminómadas.
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Contraria a los decretos oficiales del gobierno del país, para la defensa del territorio
nacional por la Invasión Estadounidense, la Iglesia prohibía a los durangueños
adquirir sus bienes, mientras que de la cuota de 1,000 hombres que el Gobierno
Central había solicitado al estado de Durango, para engrosar las líneas de defensa
nacional contra los estadounidenses, el gobierno estatal enviaba solamente 300
efectivos de la Guardia Nacional1 y estos combatieron a los invasores yanquis en
San Luis Potosí. A su retorno en el estado de Durango, los 300 durangueños de la
Guardia Nacional fueron enviados a pelear contra los comanches y los apaches. De
hecho, los únicos encuentros de fuerzas estatales contra los invasores
estadounidenses se suscitaron, en mayo de 1847, en la Hacienda de Sacramento,
perteneciente al municipio de Mapimí. En ese lugar, las fuerzas del general Antonio
Heredia fueron derrotadas por los 1,000 de tropa invasora del Ejército
Estadounidense. Una vez que la frontera de los Estados Unidos fue cambiada hacia
el sur del Río Bravo, en el estado de Durango, los tradicionalistas promulgaron una
nueva Constitución Política del Estado, en la que reafirmaban que, para los
durangueños, el catolicismo era la religión obligada y a perpetuidad, de la misma
manera, la Carta Magna retornaba los fueros eclesiásticos y cambiaba la división
política estatal, en doce partidos, a partir del 9 de diciembre de 1847.
En este contexto, estableciendo la diferencia de ámbito histórico con el centro del
país, de acuerdo con María del Carmen Velázquez: “Si el cambio de soberanía
hubiera convertido las tierras de guerra, en tierras de paz, quizá la colonización de
la frontera norte hubiera prosperado como habían ansiado los españoles y querían
los republicanos. Pero allá los indios seguían siendo motivo de intranquilidad y
desasosiego, de pérdidas y muerte. La vida de frontera no cambió con la
1
Por Guardia Nacional se entiende al cuerpo equipado con armamento que existe, o se crea según las
necesidades, en diversas naciones o entidades federativas, con determinadas atribuciones y facultades que
varían según la región. En algunos casos, la Guardia Nacional constituye una organización de civiles armados
que busca defender una causa o garantizar la seguridad en un cierto territorio. En el siglo XIX, la Guardia
Nacional en Durango era convocada y organizada por los gobernantes, sobre todo para la defensa de la Patria
o el combate a las aguerridas etnias seminómadas. Es de entender que la organización de la Guardia Nacional,
entre los ciudadanos del estado, era necesaria, al no contar con los efectivos suficientes en el ejército
profesional de la nación, para la defensa de la soberanía. Los reglamentos para la organización y la
convocatoria de la Guardia Nacional están bien especificados en las Cartas Magnas y leyes secundarias que al
respecto ha tenido el país.
13
independencia y para los mexicanos eran tierras incultas y peligrosas, donde sólo
aquellas, relativamente pocas, de los españoles y misiones tenían algún atractivo.”
Si bien el mestizaje seguía avanzando y el aculturamiento criollo progresaba, sin
considerar la configuración poblacional del partido de Mezquital, Fernando Ramírez
asentaba, a mediados del siglo XIX, que:
“En la clasificación por razas, ha desaparecido enteramente la indígena, más no
porque toda se haya destruido, como le ha sucedido generalmente, sino porque una
gran parte ha quedado refundida en otras clases, perdiendo sus costumbres y aún
el recuerdo de su idioma. Los pueblos del Tunal, Nayar y Bayacora, son los que
presentan hondas huellas de la destrucción que ha perseguido a esa infortunada
familia.”
Con objetivos claros, en esta época, el Clero durangueño seguía pugnando por el
control financiero y espiritual y sigue los pasos y golpes de sus aliados
conservadores nacionales que apoyaron al general Antonio López de Santa Anna
en la secuencia de los planes insurreccionales de Guadalajara y del Hospicio,
fallando en sus pretensiones cuando retorna la Revolución Liberal, en 1854. La irreal
separación de la Iglesia y el Estado, instancias unidas por el Real Patronato de la
Colonia se operaba, en tanto que el nuevo Estado Mexicano no lograba asumir la
sustitución de las funciones del Real Patronato.2
Si al principio de la vida independiente se adoptó como religión oficial a la Católica,
lo que llevaba virtualmente a un Estado confesional, el desenvolvimiento de las
ideas liberales y de democracia exigieron después un estado laico, aconfesional,
pero no anticonfesional.
Los apaches en Durango
Algunos de los pueblos nómadas y seminómadas del norte de México y el sur de
los Estados unidos, nombrados por los criollos, mestizos y peninsulares como indios
2
El Real Patronato era el derecho que tenían los reyes de España de proveer obispados, prelacías seculares y
regulares, dignidades y prebendas en las catedrales o colegiatas y otros beneficios. Al establecerse la
independencia y no haber rey en México se terminó lo real del patronato y este, durante varios años, no tuvo
sustituto por lo que El Vaticano no acertaba a establecer una instancia que nombrara clérigos para el nuevo
país independiente.
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bárbaros, entre los que se incluían: apaches, comanches, lipanes, mezcaleros,
chiricaguas, coyoteros y tontos, entre otros, aunque fueron desplazados de sus
territorios, nunca se sometieron al dominio español durante la Colonia y
representaron uno de los principales problemas para el establecimiento del
poblamiento, el gobierno virreinal y la Iglesia Católica en el norte novohispano y en
casi toda la Nueva Vizcaya.
En 1777, Hugo O’Conor informaba a Teodoro de Croix, que la guerra que se hacía
en Nueva Vizcaya a los apaches, desde 1740, continuaba con porfía. Por años
habían caído los apaches sobre los pueblos de indios y españoles causando
destrozos, muertes y otras clases de daños, por lo que muchos ranchos y
haciendas, habían quedado despoblados. O’Conor calculaba las pérdidas de la
Nueva Vizcaya, en los años de guerra, en 12 millones de pesos y pasaban de 4,000
los muertos de uno y otro sexo3 y a fines del siglo XVIII, los indios dieron muerte a
1963 personas, despoblaron 116 ranchos y colonias de ganado. Los riesgos del
poblamiento hispano neovizcaíno, tanto para clérigos, como para colonizadores,
son demasiados y la pérdida de vidas, trunca muchos de los esfuerzos de
asentamiento, sobre todo en las regiones serranas.
En el siglo XVIII, en los actuales estados de: Chihuahua, Nuevo León, Sonora y
Durango, los gobiernos locales combatieron a los desplazados apaches y
comanches, mediante el establecimiento de los presidios y las columnas volantes
de soldados realistas.
Al inicio del México independiente los soldados de los presidios dejaron de percibir
sus haberes y, por lo mismo, la seguridad realista desapareció.
A partir de los años treinta del siglo XIX, las incursiones de los apaches hacia los
estados del norte de México se multiplicaron y llegaron
hasta Zacatecas. En
Durango sólo los terrenos de Mezquital, Pueblo Nuevo y San Dimas estuvieron
exentos del ataque de los comanches y los apaches.4
3
VELÁZQUEZ, MARÍA DEL CARMEN. El Marqués de Altamira y las Provincias Internas de la Nueva
España, México, El Colegio de México, Colección Jornadas # 8, 1976, p. 108.
4 GÁMIZ, EVERARDO. Historia del estado de Durango, México, edición de Everardo Gámiz
Fernández, 1953, p. 184.
15
De esta suerte, el 29 de agosto de 1847, los apaches se hicieron presentes en la
propia capital del estado de Durango, en donde realizaron múltiples agravios. Así
como destrozos a los bienes materiales y a la población civil.
Además de conformar fuerzas de combate contra los apaches, los gobiernos de
diversos estados establecieron las llamadas contratas de sangre, sistema mediante
el cual, en Durango, a partir del 13 de julio de 1849, se pagaba a los civiles, en
primera instancia, cien pesos y, posteriormente, doscientos pesos, por cada
cabellera de apache que entregaran. Sin embargo la instauración de las contratas
de sangre propició que se organizaran algunos grupos de cazadores de cabelleras,
como los dirigidos por los estadounidenses: capitán Box, capitán John Dusemberry
y Thomas Cloaland quienes, con sus tropillas de aventureros estadounidenses, se
dedicaron a escalpar a los indígenas del estado, sin importar a qué pueblo
pertenecían, siendo el caso de que, en muchas ocasiones, las cabelleras que
entregaban al gobierno estatal eran de indígenas no apaches, sino de pacíficos:
tarahumaras, tepehuanes, coras, huicholes o mexicaneros.
Homicidios, incendios, masacres, robo de ganado, secuestros y violaciones fueron
los delitos más frecuentes durante las incursiones indígenas a los poblados
mestizos y criollos, mientras que los cazadores de cabelleras hacían lo propio en
poblados indígenas.
Ante el incremento de la delincuencia y la ausencia de gobernabilidad en el territorio
estatal, en las décadas de los 1840’s y 1850’s, el gobierno organizó diversas
partidas militares para combatir a los apaches, en situación de guerra irregular,
algunas de estas partidas fueron dirigidas por los jefes: Mariano Odriozola, José
Manuel Aponte, Francisco Padilla, Antonio Rico, Antonio Cepeda, Francisco
Narbona y el capitán estadounidense Fox.
Para noviembre de 1856, todavía tres de los bastiones de defensa en el estado de
Durango; Cuencamé, Santiago Papasquiaro y El Oro, reportaron 34, 102, y 68 bajas
respectivamente, por los ataques de los apaches.
En el siguiente cuadro se puede observar lo grave de la situación generada por los
ataques de los apaches, en los diversos partidos del estado.
16
Dos tablas de bajas por los ataques de los apaches en los partidos de Durango
17
18
Dos mapas de zonas de incursiones de los apaches que incluyen al estado de
Durango
19
20
II.- La instauración de la República Liberal en
Durango
Después de su undécimo periodo de gobierno y tras diez años de represiones,
fusilamientos, convulsiones y asonadas, el 9 de agosto de 1855, el general Antonio
López de Santa Anna fue derrocado por los liberales abanderados con el Plan de
Ayutla, en el que se proponía la formación de un Congreso Constituyente que debía
dar al país una ley fundamental adecuada a sus necesidades. Los seguidores de la
Revolución de Ayutla fueron dirigidos por Ignacio Comonfort quien, en cumplimiento
del plan, a partir del 11 de diciembre de 1855, inició sus actividades como presidente
sustituto.
El pensamiento de los liberales y conservadores
En su ideario político, los conservadores pugnaban por un gobierno fuerte,
organizado y con disciplina, centralizado en la capital, sin autonomía de las
provincias, estados o departamentos, según el caso, para ejercer mayor control y
evitar el desorden y la desunión. Las opciones de gobierno preferidas por los
conservadores eran la monarquía y / o el centralismo, por lo que combatían a la
federación de estados y al sistema representativo y popular. Los conservadores
intentaban hacer prevalecer los privilegios de la Iglesia, el ejército, los comerciantes
y terratenientes, al tiempo que trataban de conservar algunas de las instituciones
coloniales. En el pensamiento conservador la única religión posible era la Católica
Apostólica y Romana, las formas de propiedad podrían ser privadas, de la Iglesia y
/ o comunales. En el caso de la inversión de capitales, para los conservadores
decimonónicos, el proteccionismo industrial y manufacturero, así como el cierre de
las fronteras a la inversión, daría seguridad a los capitales nacionales.
Por su parte, para los liberales mexicanos del siglo XIX, en teoría, México debía
tener un Estado fuerte y ser una federación de estados soberanos y autónomos,
21
una república federal, democrática, representativa y popular, gobernada por tres
poderes: ejecutivo, legislativo y judicial, a semejanza del modelo estadounidense.
Los liberales pugnaban por la suspensión de privilegios del clero y los militares y
por la igualdad de los ciudadanos ante la ley. El pensamiento liberal defendía la
libertad de credos y la separación efectiva de la Iglesia y el Estado, así como el
respeto de la propiedad privada individual y el rechazo de la propiedad comunal.
Pugnaban por la afectación de los bienes de la Iglesia y de las comunidades
indígenas, al tiempo que se declaraban a favor del libre mercado, la libre empresa
y la apertura de las fronteras a las inversiones extranjeras.
Como ya se apuntó, en la emergencia de la República se destacó la conformación
de dos sociedades secretas, o discretas, en el país, conocidas como logias
masónicas. Una, el Rito Escocés, integrado por antiguos militares realistas a
quienes, por su posición tradicionalista centralista y su preferencia política
monarquista, se les relacionó con los partidos conservadores. La otra, el Rito de
York, al que se integraron políticos de origen insurgente, que optaban por seguir las
líneas de las logias masónicas inglesas, dada su posición independiente,
federalista, de libre pensamiento y libre mercado. Los militantes de las logias
masónicas del Rito de York, pronto se transformaron en los grupos de élite de los
liberales.
La instalación del Congreso Constituyente, a partir del 18 de febrero de 1856,
produjo la promulgación de diversas leyes liberales que afectaban el poder de la
Iglesia y de los grupos conservadores, entre éstas, la Ley para Desamortizar los
Bienes de las Corporaciones Civiles y Eclesiásticas, también conocida como Ley
Lerdo, del 25 de junio de 1856.
La aplicación de la Ley Lerdo tuvo su oposición armada con la rebelión de los
religioneros, en los estados de: Guerrero, Michoacán, Jalisco, Puebla y San Luis
Potosí. Para febrero de 1857, la rebelión había sido sometida.
Acostumbrados a la guerra, en 1857, los durangueños también sufren la secuela
guerrera de los religioneros o cristeros de la Reforma, quienes al grito de: “Religión
y Fueros”, atacaron diversos poblados como Nombre de Dios, El Calabazal y
Graseros, entre otros.
22
La aprobación de las diversas leyes liberales por parte del Congreso dieron como
resultado la Constitución Política de la República de 1857, promulgada por Ignacio
Comonfort: En el nombre de Dios y con la autoridad del pueblo mexicano. En la
Carta Magna se incluyó un capítulo de garantías individuales y derechos del
hombre, así como un sistema jurídico de protección de esas garantías y derechos.
Estipulaba, en su artículo 2º, la libertad de todos los habitantes de la República y la
protección de las leyes a los mismos. El artículo 3º preveía la libertad de enseñanza.
En los artículos 6º y 7º se garantizaba la libertad de ideas y la libertad de prensa. El
artículo 8º estipulaba el derecho de petición, mientras que el 9º establecía el
derecho de asociación. El 11º se refería a la libertad de tránsito y, de manera
especial, el 12º especificaba que: No hay ni se reconocen en la República, títulos
de nobleza, ni prerrogativas, ni honores hereditarios.
En la misma Constitución se declaraba la desamortización de la tierra de toda clase
de corporaciones con la finalidad de que subsistiera únicamente el sistema de
propiedad individual. De hecho, se abría el camino a la libre empresa y al sistema
de inversión de capital, con opción a la reinversión de las ganancias, que suplantaría
al sistema de inversión con atesoramiento que, a grandes rasgos, era el que hasta
ese momento, los conservadores y la Iglesia habían aplicado en la economía
mexicana. En el artículo 32º se establecía la preferencia a los mexicanos para los
empleos, cargos o comisiones de nombramiento de las autoridades. La Constitución
del 57, con respecto a la forma de gobierno, en su artículo 40º asentaba que
México, se constituía en una república representativa, democrática, federal,
compuesta de estados libres y soberanos, pero unidos en una federación según los
principios de la ley fundamental, al tiempo que estipulaba que, quien quisiera ocupar
el cargo de presidente o diputado, debería no pertenecer al estado eclesiástico.
El primer día de diciembre de 1857, Ignacio Comonfort fue electo presidente
constitucional de la República. Ante las limitaciones a los privilegios y a la vida
eclesial, el 17 de diciembre de 1857, los conservadores opusieron el Plan de
Tacubaya, en el que se abolía la Constitución de 1857. El Plan de Tacubaya fue
adoptado por las guarniciones militares de la ciudad de México por lo que,
Comonfort, como presidente liberal, se encontró en territorio conservador.
23
Convencido de que no podría gobernar con la Constitución liberal, Ignacio
Comonfort, optó por defeccionar y adherirse a los conservadores.
Por la vía de la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y ante la
defección del presidente constitucional de la República, Benito Juárez, como
presidente substituto, estableció los poderes de la República liberal en Guanajuato,
al tiempo que los conservadores instalaban a Félix Zuloaga como presidente por su
bando. En enero de 1858, con la existencia de dos presidencias antagónicas, dio
inicio la Guerra de Reforma o Guerra de Tres Años, que enfrentó de nuevo a los
liberales contra los conservadores.
Entre el 9 de marzo de 1856 y el 22 de junio de 1857, José Patricio de la Bárcena
fue gobernador interino de Durango, a partir de la segunda fecha ocupó el cargo
con carácter constitucional. Durante su gestión le correspondió combatir la secuela
guerrera de los religioneros o cristeros de la Reforma. También reglamentó el cobro
de los sacramentos de la Iglesia Católica y exentó del pago de los mismos a los
indigentes notorios.
En la administración de Patricio de la Bárcena se implantó el Sistema Métrico
Decimal y se suprimieron los impuestos indirectos, así como el monopolio del
tabaco, el derecho de consumo y las aduanas interiores, mientras que en el catastro
se efectuó un nuevo avalúo de las propiedades, a partir del cobro del 3%.
El Palacio de Zambrano fue, en este periodo, el lugar en que se ubicó la sede del
Ejecutivo estatal, hasta la segunda década del siglo XXI. También se expidió la
nueva Constitución liberal estatal, el 3 de noviembre de 1857, y se promulgó el día
10 del mismo mes.
Atendiendo a intereses o presiones, el 30 de diciembre de 1857, mediante la
expedición de un decreto, Patricio de la Bárcena se adhirió al conservador Plan de
Tacubaya, situación que lo ubicó en medio de las tramas e intrigas nacionales de
liberales y conservadores. Lo anterior obligó a José Patricio de la Bárcena a declarar
a la ciudad de Durango en estado de sitio desde el 2 de enero de 1858, al tiempo
que, el 18 de marzo, combatió y sometió una conjura conservadora establecida en
el rancho de San Juan de Dios.
24
José Patricio de la Bárcena, gobernador liberal interino de 1856 a 1857
Sin contar con la confianza de sus supuestos correligionarios conservadores, el
propio líder nacional antirreformista Félix María Zuloaga, a partir del 4 de abril de
1858, impuso al general José Antonio Heredia, como gobernador de Durango, en
sustitución de José Patricio de la Bárcena. El arribo de Heredia al poder marcó en
Durango el inicio de la Guerra de Reforma. El militar conservador Heredia ocupó el
puesto del 4 abril al 8 de julio, hasta el arribo de las tropas liberales del coronel
Esteban Coronado.
La fuerza militar conservadora nacional se esmeró en la persecución del gabinete
liberal y éste se vio en la necesidad de iniciar la trashumancia, de Guanajuato a
Guadalajara, donde Juárez estuvo a punto de ser asesinado, luego a Colima. De
allí a Manzanillo. En Manzanillo, el gabinete liberal se embarcó a Panamá y,
siguiendo la vía a los Estados Unidos, terminó su itinerario en Veracruz, donde el
gobierno liberal se instaló, a partir del 5 de mayo de 1858.
Por su parte, el abogado y coronel liberal José Esteban Coronado Hinojosa, que
operaba en el estado de Chihuahua, marchó con 600 hombres sobre la capital de
Durango, que era defendida por las tropas conservadoras del gobernador y general
José Antonio Heredia,
25
José Antonio Heredia, gobernador conservador de Durango en tres ocasiones,
entre 1842 y 1858
Después de un sitio que se prolongó del 3 al 7 de julio de 1858, los liberales
ocuparon la capital del estado. En el corrido que celebra la acción se menciona al
coronel liberal Esteban Coronado y a los generales conservadores: José Antonio
Heredia y Manuel Arteaga, así como al alférez liberal José Tarango, Tagarno en el
corrido, quien, en desventaja numérica, se distinguió al cortar la retirada de los
conservadores con una mínima fuerza de 26 hombres.
¿A dónde vas Coronado?
Anónimo
¿A dónde vas Coronado,
dejas ahí a tu mujer?
“A tomar a Durango,
a morir o vencer”.
Por la calle del Moro
no se puede pasar,
porque ahí dice el Tagarno:
26
“Arrincónemelo ahí”.
Si es Heredia, es lo mismo,
si es Arteaga, es igual;
a cualquiera que pase:
“Arrincónemelo ahí”.
Monumento, en la Avenida Reforma de la ciudad de México, al general
chihuahuense José Esteban Coronado Hinojosa, militar liberal quien, en 1858,
ocupó y gobernó Durango. Una calle de la ciudad de Durango y un municipio del
estado llevan su nombre.
El 8 de julio de 1858, los liberales de Coronado, entraron a la ciudad de Durango e
intentaron imponer la ley de la República. Bajo la presión constante del Clero;
jacobino y liberal, como gobernador, Coronado suspendió las alcabalas, al tiempo
27
que dictó medidas para el fomento de la instrucción pública y de las industrias.
También suprimió diversas corporaciones religiosas; cofradías y hermandades. El
gobernador liberal hizo efectivas las leyes sobre la extinción de fueros y de la
desamortización de bienes de las corporaciones civiles y eclesiásticas.
Llamado por el general José Nemesio Francisco Degollado Sánchez, mejor
conocido como Santos Degollado, para el combate armado contra los
conservadores, Coronado dejó el gobierno estatal en poder del licenciado Juan José
Ignacio Zubízar Quintero, quien fue encargado del ejecutivo estatal del 12 de
septiembre de 1858 al 26 de octubre de 1859, y fue separado del cargo por decreto
de la legislatura y sustituido por el coronel Marcelino Murguía.
A la sazón, Juan José Ignacio Zubízar Quintero fue acusado de establecer las
alcabalas, de descuidar el combate y persecución de los bandidos Tulises, de
integrar a su gabinete a personajes de la facción conservadora y de malversación
de fondos públicos y contrabando. Y este, a su vez, fue sustituido por el coronel
José María Patoni Sánchez.
Mientras tanto, los 168,000 habitantes del estado de Durango, están pendientes del
extraño conflicto interestatal, en el que los terratenientes del vecino estado de
Coahuila intentaban anexar, dentro de los límites de su entidad, al partido de
Cuencamé. Entre septiembre y diciembre de 1858, los cuencameros y los guerreros
de San Juan de Guadalupe, liderados por el jefe Bernardo Saldaña, en lid formal,
triunfaban sobre los invasores estatales coahuilenses.
En el ámbito nacional, como consecuencia de una escisión al seno del Partido
Conservador, el general Miguel María Echegaray lanzó, en diciembre de 1858, el
Plan de Navidad, en Ayotla, mismo que fue secundado por la mayoría de los
conservadores y llevó a Miguel Miramón a la presidencia conservadora, en febrero
de 1859. El objetivo militar principal de Miramón se centró en la ocupación del
Puerto de Veracruz, capital del gobierno liberal, acción que fue impedida por las
maniobras defensivas de los generales y tropas liberales, por mar y tierra. En medio
de la guerra, en el mismo Puerto de Veracruz, entre el 12 de julio y el 11 de agosto
de 1859, el gobierno juarista publicó por primera vez las Leyes de Reforma.
28
Mapa del Río Nazas, 1853
Bernardo Saldaña. Defensor de la soberanía estatal en 1858, al combatir a las
tropas de los hacendados coahuilenses y neoloneses que intentaban despojar el
territorio del este de Durango
29
Mapa de la división de los estados de Coahuila y Durango. Autor Federico
Weidner, 1856
Mapa de la Región Lagunera en 1860
30
Mapa de límites entre Chihuahua y Durango, 1858
Villa Lerdo de Tejada, actual Ciudad Lerdo, 1864
31
Los bandidos conservadores
En medio del ambiente nacional de ingobernabilidad, por la constante guerra de
liberales contra conservadores, las incursiones de los comanches y los apaches,
así como las múltiples invasiones extranjeras, durante los primeros años de la
naciente República Mexicana, los Tulises fueron un grupo de bandoleros que
operaron en la década de los años cincuenta del siglo XIX, en los estados de
Durango y Zacatecas. Se supone que recibieron el nombre de Tulises por ser
evadidos de la cárcel de San Andrés de Teúl, Zacatecas. En su momento, los
bandidos fueron sacados de la prisión por una guerrilla del Partido Conservador,
con la intención de que actuaran a favor de su bando aunque, de inmediato, los
delincuentes se separaron de los conservadores para delinquir por su propia cuenta.
La pandilla de los Tulises se incrementó con la anexión de tres cuadrillas de
salteadores de caminos que merodeaban la región sur de Durango, bajo las órdenes
de Eutimio Serrato, Mucio Aquino y Francisco Valdéz, mejor conocido como El
Cucaracho. Reunidos en el poblado de Súchil, Durango, los Tulises reconocieron
como su jefe a Manuel Fernández y bajo su dirección saquearon El Mezquital, entre
otras poblaciones del sur del estado.
Fortalecidos y sin detenerse, el 11 de septiembre de 1859, los Tulises ocuparon la
ciudad de Durango. Como dueños de la ciudad, los Tulises fueron convocados por
los conservadores a una junta en el Palacio de Gobierno del Estado. En la reunión,
los bandoleros recibieron el apoyo y las bendiciones del cura del Sagrario, del
guardián del Convento de San Francisco y de diversas personas conservadoras
notables del comercio durangueño.
Por su parte, el Gobierno Liberal comisionó al capitán Tomás Borrego para combatir
a los Tulises y este, con sus tropas, logró expulsar a los bandidos de la capital del
estado. Los Tulises continuaron sus correrías y saquearon las poblaciones de
Santiago Papasquiaro y San Juan del Río y, posteriormente, se adhirieron a los
conservadores bajo la bandera del Plan de Tacubaya, obedeciendo las órdenes del
general conservador Domingo Cajén. Derrotados en San Juan de Guadalupe, los
Tulises se dispersaron y paulatinamente fueron cayendo en las manos de la justicia,
en diversos territorios durangueños y zacatecanos. Las acciones de los Tulises
32
dieron lugar a la composición del siguiente corrido testimonial. Destaca la acción
del 25 de septiembre de 1863, cuando las fuerzas del Coronel de la Guardia
Nacional Gerónimo Cumplido Flores, Jefe Político del Partido de Nombre de Dios,
sorprendieron a los bandidos Tulises de Francisco Valdez, alias El Ranchero, en el
Llano de Los Anegados, de la Sierra de Michis, del municipio de Nombre de Dios.
En el combate murió Valdez, y su cabeza fue cortada y entregada al Gobierno del
Estado
Corrido de Los Tulises
Anónimo
Allá por sesenta y dos
pastoreando unas carretas
Los Tulises se acercaron
hasta el rial de Zacatecas.
Cuando me volví Tulís
mi padre me lo evitó.
“¡Uno sabe dónde nace,
pero donde muere, no!”
Bajaron los tulisanes
bajaron de tierra fría,
que por no robar de noche
robaron al medio día.
¡Que sí, que no,
Santa Lucía!
Por estar contigo, mi alma,
ya mero me amanecía.
33
Yo tenía mi Tulisana
que me la quería robar
me dijo que la dejara
que ya se iba a presentar.
No llores Tulisanita,
no llores, ni hagas llorar,
quien te trajo de tu tierra
te ha de volver a llevar.
¿Qué dices, mi alma,
qué dices, pues?
echemos el pecho al agua,
lo echaremos de una vez.
Bonitos los Tulisanes
cuando empiezan a robar,
se embozan hasta los ojos
y empiezan a disfrutar.
Decía Francisco Valdéz
que nada lo acongojaba,
que estando en potrero doble
su caballo no brincaba.
¿Qué dices, mi alma,
qué dices, pues?
Los he de seguir robando
y aunque me afusile el juez.
Donde andan las aguilillas
34
no rifan los gavilanes,
ni las naguas amarillas,
aunque les pongan olanes.
El jefe don Mucio Aquino
no era ningún gallina,
pues él entró a Sombrerete
y a Fresnillo, rial de minas.
Estando por Zacatecas,
una mañana de invierno,
los agarraron a todos
las cordadas del gobierno.
El meco Francisco era otro
de los que echaban pirata
quedó, cerca de Las Pilas,
suspendido de una reata.
Decía José María:
“¡El Santo Niño nos valga!
¡Que el caballo Cantarito
ya va herido de una nalga!”
¿Qué dices, mi alma?
Te lo decía
que andando por los caminos
se había de llegar el día.
Desde allá de Sierra Fría
vienen a robar los riales,
35
y al amparo de la noche
entran hasta los portales.
En todo el camino real
ya se acabó la alegría;
mataron al negro Utimio
y al curro José María.
Doña Teodora Bañuelos
cuando supo la razón
luego ensilló se caballo
se lo echó a la comisión.
La cordada de Fresnillo,
también la zacatecana,
mataron cuatro Tulises,
el jueves por la mañana.
Vuela, vuela palomita,
paloma zacatecana,
anda llévale la nueva
a mi amada tulisana.
Vuela, vuela palomita,
y aunque se me enoje el juez,
si este corrido les gusta
se los cantaré otra vez.
36
Dibujo de Xavier Gómez sobre los Tulises, bandidos del orden común, que
apoyaron a los conservadores y ocuparon la ciudad de Durango y algunas
cabeceras municipales
37
Dos imágenes del capitán Tomás Borrego quien, con sus tropas liberales, logró
derrotar a los Tulises en 1858, en la ciudad de Durango
El coronel Gerónimo Cumplido Flores dirigió a las tropas de la Guardia Nacional
que el 25 de septiembre de 1863, vencieron a los bandidos Tulises, en el
municipio de Nombre de Dios.
38
Historieta sobre los bandidos Tulises de Durango
En el escenario político de la Guerra de Reforma, a partir del 22 de octubre de 1859,
el coronel conservador Marcelino Murguía fue designado gobernador, apoyado por
la Diputación Permanente de la Legislatura del Estado de Durango. Sin embargo,
en evidencia de la inestabilidad política y de la ausencia de la soberanía estatal del
momento, a su vez, al mismo tiempo se presentó el coronel liberal Miguel Cruz Aedo
para ocupar el mismo cargo, éste nombrado por el general del Ejército Liberal
Santos Degollado.
Ante lo insostenible del caso, Marcelino Murguía decidió renunciar al cargo mientras
que la legislatura local aceptaba otra nueva propuesta liberal en el sentido de que
gobernase la entidad el coronel José María Patoni.
39
Marcelino Murguía. Gobernador conservador interino en 1859
Miguel Cruz Aedo, coronel liberal quien, en 1859, fue gobernador de Durango.
Ante la solicitud de su dimisión, por parte del Gobierno Federal, Cruz Aedo optó
por la resistencia y sin más, fue acribillado por sus propios guardias
40
Ante la situación, el general Degollado ordenó a los coroneles Cruz Aedo y
Francisco Otalora Arce5 que abandonaran el territorio estatal, mientras el nuevo
gobernador Patoni, a su vez, ordenaba a la tropa que no obedeciera órdenes del
destituido Aedo.
Al presentarse los coroneles Aedo y Arce, en el Cuartel, el oficial Pedro de Uranga
les comunicó las órdenes superiores. Ante la situación, Miguel Cruz Aedo,
indignado, desarmó al oficial y lo agredió. En consecuencia, los soldados de la
guardia dispararon contra Aedo y lo dejaron sin vida. Este pasional acontecimiento
político sucedió el 26 de diciembre de 1859.
La guerra de Cajén
Domingo Cajén fue un militar de origen español que se afilió al Partido Conservador
y, durante la Guerra de Reforma, Miguel Miramón, el presidente de los
conservadores, lo comisionó para desarrollar las operaciones militares contra los
liberales en el estado de Durango. En el año de 1859, Domingo Cajén, al mando de
400 soldados conservadores, atacó la población de San Juan de Guadalupe y fue
rechazado y derrotado por las tropas liberales del capitán Tomás Borrego, en El
Alamillo. Posteriormente, Cajén incorporó a sus fuerzas a los bandidos Tulises.
Como parte de la Guerra de Reforma, el general liberal José María Patoni se decidió
a combatir a los conservadores y bandidos de Cajén, Mientras el licenciado Jesús
Salas fue encargado de sustituir en el ejecutivo estatal a Patoni, por el bando liberal.
Sin dejar de combatir, después de derrotar a los liberales del coronel José María
Patoni en Santa Bárbara, para el 17 de febrero de 1860, Domingo Cajén entró a la
ciudad de Durango y, de inmediato, los conservadores le dieron el cargo de
gobernador del estado.
Ya en su papel de gobernador conservador del estado, Domingo Cajén volvió a
derrotar a los hombres del coronel José María Patoni en la Hacienda de La Flor,
5
Francisco Otalora arce fue un general republicano nacido en Guadalajara en 1831. Como coronel estuvo de
Guarnición en Durango en 1859 bajo las órdenes de don Santos Degollado, Jefe Supremo del Ejército Liberal.
Otalora logró hacer buenas relaciones con los liberales durangueños con quienes conformó una Logia
Masónica en la ciudad de Durango. Posteriormente continuó su lucha contra la Intervención Francesa y fue
gobernador del estado de Guerrero en diversas ocasiones.
41
municipio de Nazas. El recalcitrante conservador de origen español continuó
persiguiendo a los hombres de Patoni y les dio alcance en Santa Bárbara, municipio
de Rodeo y los volvió a derrotar. El mismo Cajén combatió con brío a los
republicanos de Eulogio Núñez en Cilla Allende, Chihuahua y a otros jefes liberales
en territorio durangueño.
Domingo Cajén, militar conservador de origen español. Combatió a los liberales e
incluyó entre sus tropas a los, bandidos Tulises. Fue gobernador de Durango en
1860
Siguiendo la campaña bélica liberal, Patoni arribó a la ciudad de Durango, en julio
de 1860, con 500 de tropa, y volvió a abandonar la Perla del Guadiana para hacerse
de vituallas de guerra y boca. A su retorno, el jefe liberal durangueño logró derrotar
a las fuerzas conservadoras en el rancho de San Ignacio, en las inmediaciones de
la capital del estado. En medio de la ingobernabilidad, al conservador Crescencio
Romero, le tocó sentarse en el mejor escritorio del Palacio de Zambrano, del 17 de
42
agosto a 12 de septiembre. Similar suerte tuvo su correligionario Jesús Chavarría
desde octubre hasta el 2 de noviembre del mismo año.
Paulatinamente Cajén y sus tropas fueron diezmadas y derrotadas, sobre todo en
la acción de El Espinal, en la Sierra Madre Occidental, al tiempo que los propios
conservadores le retiraron su apoyo en su intento de retomar el ejecutivo estatal y
ante tal pretensión su propia guarnición, liderada por el nuevo gobernador interino
Máximo González, se rebeló contra su jefe el 3 de noviembre de 1860: Así, el
general conservador, de origen español, Domingo Cajén, se vio obligado a
abandonar definitivamente la capital del estado.
En el Corrido de Domingo Cajén se hace mención a la expedición que organizó
Cajén hacia el estado de Sinaloa, con el objeto de ocupar el puerto de Mazatlán,
partiendo de la ciudad de Durango. En el sinuoso camino a Mazatlán, por la Sierra
Madre Occidental, Cajén fue emboscado por los liberales, quienes lo derrotaron en
el Espinazo del Diablo, El Espinal en el corrido. Después de la derrota, el jefe
conservador español fue perseguido y fusilado en la Laguna del Tanque.
Corrido de Domingo Cajén
Anónimo
Cajén partió de Durango
en su caballo alazán,
diciendo que entraba al puerto
bebiendo leche con pan.
La conserva de Durango,
para Mazatlán marchó
mas como era de membrillo
en El Espinal se agrió.
Con la vía franca, finalmente el día 19 de noviembre de 1860, las tropas del coronel
José María Patoni desfilaron triunfantes en la ciudad de Durango y la entidad tuvo
gobierno liberal y republicano, poco antes de la conclusión nacional de la Guerra de
43
Tres Años. El 20 de julio de 1861, el coronel Patoni se enfermó y como de
casualidad pasaba por Durango el general Pedro Hinojosa, éste fue invitado que
sustituyera a Patoni, mientras que el coronel durangueño se reponía de sus males.
Cosa que sucedió para el 10 de agosto del mismo año.
En 1861, el general liberal Pedro Hinojosa sustituyó al coronel Patoni, en el
gobierno estatal, mientras este se reponía de una enfermedad.
En el ámbito nacional, los gastos de la Guerra de Reforma obligaron a los bandos
contendientes a contratar créditos y a establecer tratados, en condiciones muy
desventajosas, con los gobiernos extranjeros que reconocían la legitimidad de cada
grupo. Los conservadores diseñaron el Tratado Mon-Almonte, entre México y
España, que comprometía grandes indemnizaciones de México al Gobierno
Español, mientras que los liberales redactaron el Tratado MacLane-Ocampo, entre
44
México y los Estados Unidos, en el que se estipulaba el libre tránsito
estadounidense a perpetuidad, por el Istmo de Tehuantepec y la ayuda mutua en
casos de guerra o peligro. Sin embargo, por diversas circunstancias, ninguno de los
dos tratados se llevó a la práctica.
Después de múltiples reveses, los liberales triunfaron en el terreno armado y,
concluyendo la Guerra de Tres Años, en enero de 1861, el gabinete del Gobierno
Liberal, con el liderazgo del presidente Benito Juárez, logró instalarse en la ciudad
de México.
45
46
III. Los alacranes republicanos a la defensa
de la Patria Grande
Las constantes guerras de la primera mitad del siglo XIX habían dejado al país en
la ruina y con una deuda externa que sobrepasaba las posibilidades de pago de las
arcas nacionales. Ante la situación, el Gobierno de la República optó por declarar la
moratoria a la deuda ante los países acreedores; principalmente España, Inglaterra
y Francia, países que conformaron la llamada Alianza Tripartita, y los cuales, con
tropas apostadas en Orizaba y Jalapa, Veracruz, amenazaban con invadir el interior
de la República. Sin embargo, el 19 de febrero de 1862, entre el ministro de
Relaciones Exteriores de México, Manuel Doblado y el representante de la Alianza
Tripartita, Juan Prim, firmaron los Tratados Preliminares de La Soledad, en los que
las tropas de la Alianza Tripartita se comprometían a no ejercer acciones bélicas en
México. Los Tratados fueron cumplidos puntualmente por Inglaterra y España y no
así por Francia, cuyas tropas iniciaron su violento avance al interior del territorio
nacional. Se iniciaba la cruel Intervención Francesa, que a la larga establecería los
conceptos de nacionalidad, sentido de pertenencia y soberanía en las mentes y
corazones de la población del país.
El peor asunto a resolver por los liberales republicanos mexicanos del siglo XIX, fue
el de la Guerra de Intervención que el Imperio Francés, a partir de 1862, en vínculo
directo con los conservadores mexicanos, inició para transformar a los ciudadanos
mexicanos en súbditos, al imponer un gobierno imperial en la persona de
Maximiliano de Habsburgo, miembro de una de las más añejas familias reales
europeas a quien, por el único mérito de su inventada nobleza y alcurnia, los
conservadores monárquicos nacionales, le ofrecieron el extraño trabajo de
emperador de México, mismo que ejerció a partir del 10 de abril de 1864. A la sazón,
la esposa de Maximiliano, Carlota de Weimar, jugó el papel de emperatriz del
inventado imperio.
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A la instauración del imperio, como forma de gobierno, se presentó la constante
resistencia de los liberales republicanos mexicanos, liderados por el presidente
legítimo de México, Benito Juárez, quienes, a la larga, y con una inquebrantable
persistencia, lograron el triunfo contra los invasores franceses y los monarquistas
nacionales.
Las fuerzas francesas de ocupación estuvieron integradas por soldados belgas,
mamelucos de Egipto, zuavos argelinos, mercenarios multinacionales de la Legión
Extranjera, tropas francesas y soldados imperialistas mexicanos quienes, en su gran
mayoría, fueron miembros de la facción conservadora.
Los años más aciagos de este periodo de la Historia de México fueron los de la
ocupación del territorio nacional por parte de las tropas de invasión francesa,
durante los cuales, la población civil patriota, bajo el liderazgo de Benito Juárez,
organizó la resistencia y las guerrillas antiimperialistas, sobre todo de chinacos, que
no dieron tregua ni descanso a las fuerzas intervencionistas. El triunfo de las tropas
mexicanas sobre las francesas en la batalla del 5 de mayo de 1862, en Puebla, fue
una de las más importantes de la Intervención Francesa y marcó la confianza
republicana en el triunfo de su resistencia.
Cuando, en noviembre de 1861, llegaron a la ciudad de Durango noticias fidedignas
de la alianza concertada entre España, Inglaterra y Francia para intervenir en
México, el Congreso del Estado, con fecha 11 de noviembre de 1861, emitió un
manifiesto de apoyo al Gobierno de la República, ofreciendo poner en campaña a
todos los durangueños y agotar todos los recursos de la entidad para defender a la
Patria Grande.
Dos meses después, el Gobernador Coronel José María Patoni, el 11 de enero de
1862, lanzó una proclama donde convocaba a todos los durangueños a las armas
para defender la Soberanía Nacional. Posteriormente; cuando en abril de 1862 se
supo en Durango que las pláticas de conciliación se habían roto y se iniciaba la
intervención militar de Francia, José María Patoni, arengó a los ciudadanos
durangueños para que aportaran dinero y tropas para la defensa de la Patria federal.
48
Llamado a las armas a los ciudadanos durangueños en abril de 1862
49
Contingente de patriotas durangueños de cada partido que se integraron para
combatir contra los invasores de la Intervención Francesa
50
De inmediato salió, a marchas forzadas, con destino a la Ciudad de México el
cuerpo de la Guardia Nacional nombrado Primer Regimiento de Caballería de
Durango, mejor conocido como Los Lanceros de Durango que, en las difíciles
condiciones propias de la época, se dirigió a los escenarios de la guerra en los
estados de Veracruz, Tlaxcala y Puebla.
Los jinetes durangueños en Acultzingo y Atlixco
El 28 de abril de 1862, el Primer Regimiento de Caballería de Durango, al mando
del Coronel Francisco G. Goyzueta, participó heroicamente en la Batalla de las
Cumbres de Acultzingo, en el estado de Veracruz, acción que resultó en derrota
para los republicanos. El 2º Escuadrón de Cazadores de África y el 2º Batallón de
Zuavos fueron los cuerpos de invasores franceses que combatieron a los
republicanos.
Un día antes de la famosa Batalla del Cinco de Mayo de 1862, Los Lanceros de
Durango, incluidos en la División de Caballería del Ejército de Oriente y dirigidos por
el Coronel Francisco G. Goyzueta, tuvieron acción en la Batalla de Atlixco, que se
suscitó en las inmediaciones de la Hacienda de las Traperas, en Atlixco, estado de
Puebla.
Los elementos republicanos del Ejército de Oriente, estuvieron bajo las órdenes de
los generales Antonio Carbajal y Tomás O'Horan y lucharon contra las tropas,
comandadas por los generales: José María Cobos y de Leonardo Márquez,
compuestas por soldados colaboracionistas conservadores mexicanos, que
intentaron apoyar el envío de refuerzos a los invasores franceses, para la ocupación
de la ciudad de Puebla, durante la Segunda Intervención Francesa en México.
Esta batalla culminó con una victoria republicana por lo cual, el grupo conservador
de Márquez, no pudo lograr su objetivo de auxiliar a las tropas francesas del Conde
de Lorencez en la Batalla de Puebla. Lo anterior facilitó que las armas nacionales
se cubrieran de gloria en la afamada jornada del día siguiente.
51
Plano francés del combate de las Cumbres de Acultzingo6
6
BIBESCU. Au Mexique, 1862. Combats et retraits des six mille, Londres, Forgotten books, 2013, p. 122.
52
La guerra en el Cerro del Borrego
La noche del 13 de junio de 1862, Los Lanceros de Durango, presentaron singular
resistencia en el ataque nocturno que los franceses hicieron al Cerro del Borrego
cerca de Orizaba, en el mismo estado de Veracruz, donde fue muerto por las armas
francesas el Teniente Coronel duranguense Fortunato Alcocer quien, aferrado a no
quitarse sus insignias y a mantener abotonada su casaca, defendió con bravura el
puesto que el General Jesús González Ortega había puesto su cuidado.
En esa ocasión el triunfo fue para las tropas de zuavos del Ejército francés, dirigidas
por el oficial Diétrie y su subalterno el capitán Ledére.
De acuerdo con el General González Ortega: “Las tropas francesas no subieron el
Cerro del Borrego debido a su valor, porque no han disputado palmo a palmo el
terreno que iban ocupando y por donde subían, ni debido tampoco a una ingeniosa
estrategia, que les haría más honor, sino a la circunstancia de conocer de antemano
el cerro citado y de encontrar dormidos a todos los individuos de que se componía
la gran guardia y si esta última circunstancia refluye en contra del jefe y oficiales
encargados de aquel punto, no aumenta en lo más mínimo la bien cimentada
reputación del ejército francés.
Éste no pudo ocupar el cerro sino hasta después de cuatro horas en que dio la
sorpresa -quizá con fuerzas inferiores a las nuestras porque no podía maniobrar
mayor número en aquel terreno; pero esto no se hizo por audacia sino por
conveniencia, lo mismo habría hecho yo y cualquier otro que anticipadamente
hubiera conocido aquel punto- y después también de que teníamos más de 80
heridos, de haber caído muertos y heridos todos nuestros jefes y de que el enemigo
pisaba ya sobre multitud de cadáveres de los nuestros.”7
En la acción del Cerro del Borrego, Goyzueta resultó herido en una pierna lo que le
provocó una abundante hemorragia. Se desconoce la cantidad de bajas de patriotas
durangueños que sucumbieron en ese campo veracruzano de la guerra.
7
González Ortega pretende justificar el fracaso de cerro del Borrego. Tehuacán, junio 26 de1862, en:
http://www.biblioteca.tv/artman2/publish/1862_163/Gonz_aacute_lez_Ortega_pretende_justificar_el_frac
aso_de_cerro_del_Borrego_printer.shtml
53
Sobre el asunto, Goyzueta escribió a Patoni el siguiente parte:
“Primera Brigada de Durango.- Primer Batallón de Carabineros.Oportunamente di a Ud. Parte de las funciones de armas en que se halló el
cuerpo de mi mando; pero he sabido que este correo fue interceptado por las
gavillas r5eaccionarias entre Arroyo Zarco y Querétaro y por eso lo hago
ahora por duplicado. Lo que ocurrió es lo siguiente:
Después de una larga y penosa jornada, llegamos cerca del anochecer, al
Cerro del Borrego, con la tropa bastante fatigada, muertos de hambre y de
sed. Al concluir la jornada llegó el C. General Jesús González Ortega, Jefe
de la División a dar sus superiores órdenes al coronel Pedraza, que con el 4º
Batallón de Zacatecas que mandaba, cubría la vanguardia, permaneciendo
en esta posición hasta que, cosa de la una y media de la mañana, fueron
sorprendidos nuestros centinelas por una fuerza de zuavos; tan luego como
esta fue sentida por nuestros soldados se les rompió el fuego logrando
desalojar al enemigo; pero dos horas después aprovechándose tanto del
conocimiento que tenían del terreno, como de una fuerte neblina que cubría
el cerro, cargo doble fuerza el enemigo, y después de un largo combate en
que probaron al enemigo, los mexicanos su valor, tuvimos que hacer una
honrosa retirada, porque el terreno era bastante escabroso, y no podía
hacerse ninguna maniobra.
En esta desgraciada jornada, tenemos que lamentar la pérdida de los
coroneles del Cuarto y Primero Ligero de Zacatecas, del teniente coronel del
que mando C. Fortunato Alcocer; yo me encuentro herido por una bala de
fúsil, en el muslo izquierdo, lo que causó una hemorragia que me ocasionó
un desmayo, pero debido a la eficiencia y al cuidado del general Jesús
González Ortega, para que me asistieran, logré medio reponerme; el
subteniente Campa que se hallaba al frente de un cuerpo con la bandera de
él, también salió herido, aunque levemente. El comportamiento que ha tenido
el Cuerpo en general, nada dejó que desear pues cumplió con los deberes
de un buen soldado y de mexicanos; en virtud de esto, deben ser
considerados por ese Gobierno a quien recomiendo todos los individuos que
54
lo componen y le ruego que hagan un esfuerzo, que esa benemérita
institución no carezca de recursos necesarios pues usted puede calcular el
estado en que se encuentra debido solo a la eficacia y cuidado del C. General
Jesús G. Ortega, no ha quedado sujeta a la mendicidad, porque ha impartido
a mi cuerpo recursos de los suyos hasta haberlos agotado.
Patria, Libertad y Reforma. Puebla, Julio 7 de 1862.- F. Goyzueta.- C.
Gobernador del Estado de Durango” 8
Por su parte el general González Ortega expresó sobre la conducta de Goyzueta:
“El valiente cuanto modesto coronel del batallón de Durango, ciudadano Francisco
Goyzueta, herido y desangrándose muchísimo, pues que estaba pasado de una
pierna, permaneció sereno desde el principio hasta última hora, en el lugar del
combate y al frente de su batallón, y ya cuando me disponía a abandonar el cerro,
se me acercó y me dijo: "General, estoy cayendo ya, me faltan las fuerzas, ¿que
más me ordena?".
Lo saludé entonces con respeto, le di públicamente y con entusiasmo, el título de
valiente, y le ordené que saliera del campo, porque había llenado sus deberes más
allá de lo que prudentemente podía exigirlo el honor.
Este valiente se halla en Puebla, sin que la prensa ni sus amigos hayan dicho de él
hasta hoy una sola palabra.”9
8
HERNÁNDEZ, CARLOS. Durango gráfico, Durango, Talleres de J. S. Rocha, 1903, p. 97. Ver también: SALAS,
GONZALO. José María Patoni. Lealtad a los principios, Durango, IMAC, Ediciones conmemorativas del Primer
Centenario de la Revolución en Durango, 2009, p. 70.
9
González Ortega pretende justificar el fracaso de cerro del Borrego. Tehuacán, junio 26 de 1862, en:
http://www.biblioteca.tv/artman2/publish/1862_163/Gonz_aacute_lez_Ortega_pretende_justificar_el_frac
aso_de_cerro_del_Borrego_printer.shtml
55
Ilustración sobre la Batalla del Cerro del Borrego, aparecida en Le Monde Ilustré
Campamento francés en el Cerro del Borrego, cerca de Orizaba, Veracruz,
Ilustración aparecida en Le Monde Ilustré
56
Los Lanceros de Durango y su venerada insignia
Antes de salir de la Perla del Guadiana, en 1862, para dar identidad, unidad y orgullo
a los cuerpos guerreros durangueños, hábiles personas bordadoras diseñaron y
elaboraron finamente y con hilos de oro, los bellos estandartes de Los Lanceros de
Durango.
Quienes bordaron esos estandartes jamás se imaginaron la importancia
emblemática de sus obras, en otra parte del mundo, todavía ciento cincuenta y
tantos años después.
El 5 de mayo de 1863; durante el sitio de Puebla, un año después de la famosa
Batalla del Cinco de Mayo de 1862, en la que los soldados mexicanos de Ignacio
Zaragoza vencieron a las tropas francesas, Los Lanceros de Durango, adscritos
ahora al Ejército del Centro y bajo las órdenes de Ignacio Comonfort, tuvieron acción
en la Batalla de San Pablo del Monte, Tlaxcala, cuando se enfrentaron contra El 6º
Escuadrón del Primer Regimiento de Cazadores de África, comandado por el Jefe
de Mando Oswald Bénigne de Montarby.
Los planes y las órdenes del jefe Ignacio Comonfort eran en el sentido de romper el
sitio, para lograr que las tropas nacionales recibieran vituallas de guerra y boca,
para seguir resistiendo. El Cerro de la Cruz, San Lorenzo y San Pablo del Monte
fueron los lugares en que se vio la acción de los jinetes republicanos durangueños
contra los invasores franceses.
Los relatos sobre la acción de San Pablo del Monte son, en su mayoría, del lado
francés y se establecen en el dudoso heroísmo de un ejército invasor colonialista,
con el cuestionable y ahora casi obsoleto derecho de conquista; que era el derecho
de propiedad que ejercía el conquistador de un territorio sobre la sección de tierra
despojada por la fuerza de las armas.
De los datos obtenidos y las reseñas se ha podido armar el siguiente relato sobre la
Batalla de San Pablo del Monte:
Una unidad mexicana de unos 500 hombres, pertenecientes al regimiento de
infantería de voluntarios de la región y 1500 de caballería del Regimiento de
Durango interceptaron a una columna francesa de infantería de unos 1500 hombres.
57
El primer choque favoreció a los mexicanos, toda vez que hicieron retroceder a los
infantes franceses, quienes dejaron el camino para reagruparse ante la inminente
carga de la caballería de los de Durango, comandada por Francisco Goyzueta. Justo
cuando esta se lanza a la carga, se da la contra carga del 6º escuadrón del Primer
Regimiento de Cazadores de África, integrada por unos 600 hombres, comandados
por el Jefe de Mando Oswald Bénigne de Montarby. El choque fue durísimo, toda
vez que ambas unidades ya se conocían de un combate previo que tuvo lugar el 3
de diciembre de 1862, en esta ocasión ambos cuerpos de jinetes se entrecruzaron
y se atacaron con vehemencia, en la batalla murió el comandante en jefe francés
Aymard de Foucauld, atravesado por la lanza de un durangueño.
El empuje y mayor experiencia de la unidad francesa deshizo la formación de los
Lanceros de Durango y, en un momento, el abanderado mexicano cayó y un
chasseur (cazador) francés de apellido Bordes, se apoderó del estandarte
finamente bordado del Primer Regimiento de Caballería de Durango.
Así, el caos fue total y la unidad mexicana se retiró; de esta manera el 6º Escuadrón
se hizo ilustre cuando más de mil mexicanos se retiraron de la batalla que se tenía
perdida, abandonando 30 prisioneros en el campo.
Esta acción armada le valió al Regimiento francés el ser condecorado con la Cruz
de la Legión de Honor, hecho entonces único para este regimiento de caballería.
Con la derrota de Los Lanceros de Durango, las tropas del Ejército Mexicano que
defendían la sitiada ciudad de Puebla no pudieron recibir el avituallamiento
necesario y se vieron obligadas a rendirse.
El cuerpo de Lanceros de Durango nunca volvió ser mencionado, al menos con ese
nombre, en acción cual ninguna. Sin embargo su jefe Francisco Goyzueta vuelve a
aparecer en diversas acciones de guerra en los siguientes tres años, en el estado
de Durango.
Hasta donde se sabe, no fue uno, sino dos, los estandartes de Los Lanceros de
Durango, que fueron capturados por las tropas invasoras.
Uno permaneció en el Museo del Ejército Francés hasta el año de 1964, cuando el
gobierno de Francia lo devolvió a nuestro país, por conducto del general Jaques
58
Lefort, con ceremonia y visita oficial del general y presidente francés Charles de
Gaulle.
La historia del segundo estandarte es por demás interesante, toda vez que
representa el principal trofeo de guerra y emblema de orgullo del Primer Regimiento
de Cazadores de África; actualmente, en el año de 2015, establecido en el Campo
Militar de Canjuers, Francia.
El 5 de mayo de cada año, los efectivos de ese cuerpo militar francés, en una
ceremonia por demás especial, rinden honores y guardias al estandarte de Los
Lanceros de Durango, en conmemoración a la Batalla de San Pablo del Monte,
considerada por ellos como de extremo heroísmo.
Así, las durangueñas o durangueños que bordaron esa insignia, jamás se
imaginaron que el grupo militar colonialista invasor de soldados de la Intervención
Francesa, de origen argelino del Continente Africano veneraría su trapo bordado, y
ahora sobreprotegido con un marco, a una distancia de más 150 años después de
que lo diseñaron, lo elaboraron y amorosamente lo entregaron como enseña a los
patriotas republicanos durangueños.
59
Dos imágenes de Oswald Bénigne de Montarby. Jefe del 6º Escuadrón del Primer
Regimiento de Cazadores de África
Aymard Hippolyte de Foucauld, oficial francés caído en la Batalla de San Pablo del
Monte
60
Pintura francesa sobre la Batalla de San Pablo del Monte, Tlaxcala, con Los
Lanceros de Durango, en 1863
Bandera del Primer Regimiento de Caballería de Durango, capturada por los
franceses en la Batalla de San Pablo del Monte, devuelta a México por el
presidente francés, general Charles De Gaulle, en 1964
61
L’Illustration universal. Paris, julio de 1863. Grabado de Achille Cibot, sobre la
Batalla de San Pablo del Monte, Tlaxcala, el 5 de mayo de 1863
Una representación gráfica francesa ficcionalizada de la Batalla de San Pablo del
Monte
62
Dos imágenes de una famosa tarjeta postal sobre la El Estandarte del Primer
Regimiento de Cazadores de África, capturado en la Batalla de San Pablo del
Monte
63
Otra tarjeta postal sobre el Estandarte capturado a Los Lanceros de Durango
64
Foto de 1870. Honores al Estandarte capturado a Los Lanceros de Durango
65
Dos imágenes recientes de una ceremonia del Primer Regimiento de Cazadores
de África, actualmente, en el año de 2015, establecido en el Campo Militar de
Canjuers, Francia, rindiendo honores al Estandarte capturado a Los Lanceros de
Durango
66
La infantería de Patoni
Mientras Los Lanceros de Durango y las tropas de patriotas republicanos liberales
arriesgaban su vida en la lucha contra los invasores. Las figuras provenientes del
Partido Conservador redoblaban esfuerzos para conseguir el respaldo político y
militar de Napoleón III, en Francia, con la finalidad establecer en México una
monarquía o un imperio que pudiera favorecer los intereses de la clase
conservadora.
En Durango los liberales republicanos atendían a la defensa de la Patria Grande y
en consecuencia el Ayuntamiento de la Ciudad lanzó un manifiesto, con fecha 12
de junio de 1862, dando su firme adhesión a los principios democráticos de la
República Mexicana.
El coronel José María Patoni, gobernador de Durango, había iniciado la
organización de una brigada de infantería, en el marco jurídico de la Guardia
Nacional, compuesta por 800 soldados en dos batallones, para dirigirse a la zona
de guerra en el estado de Puebla, donde los franceses, ya con refuerzos, habían
reiniciado los ataques a la plaza.
A partir del 6 de julio de 1862, Benigno Silva fue el ciudadano encargado de ocupar
la gubernatura estatal, ante la ausencia de Patoni. En su periodo interino, Silva optó
por reformar la constitución estatal con el o0bjeto de hacerla congruente, en sus
principios, con los de la Carta Magna nacional. La nueva Constitución Política del
Estado de Durango fue promulgada el 14 de mayo de 1863. En su texto, además
de incluir las disposiciones legales de la Reforma, se creó la figura de jefe de partido,
al tiempo que la jurisdicción política y administrativa de la entidad quedó dividida en
13 partidos, a saber: Durango, Mezquital, Nombre de Dios, San Juan de Guadalupe,
Cuencamé, Mapimí, Nazas, San Juan del Río, Santiago Papasquiaro, El Oro, Indé,
San Dimas y Tamazula.10
Mientras tanto, los efectivos de la milicia chihuahuense de la Guardia Nacional, de
apoyo a la República Mexicana, contra la Intervención Francesa, habían partido al
10
PACHECO ROJAS, JOSÉ DE LA CRUZ. Breve Historia de Durango, México, Fondo de Cultura Económica /
Colegio de México / Fideicomiso Historia de las Américas, Series Breves Historias de los Estados de la República
Mexicana, 2001, p. 181.
67
interior del país desde mayo de 1862, en vísperas de la batalla de Puebla, pero en
el camino, en Palo Chino, Durango, los soldados se amotinaron reclamando el
cambio de jefes. Una vez que se restituyó el orden y la autoridad, se envió a los
líderes de los insubordinados a la ciudad de Durango en donde el gobernador Patoni
los mandó incorporar a su respectiva sección de la Guardia Nacional.
Las tropas de Chihuahua, unidas con las de Durango, bajo las órdenes del coronel
José María Patoni, iniciaron su viaje a la ciudad de México. En la capital de la
República, Patoni recibió el grado de general y a él, junto con sus efectivos, se les
integró a las brigadas del Ejército de Oriente, bajo el mando del general Jesús
González Ortega y de inmediato salieron al combate en la ciudad de Puebla, a
donde arribaron en los primeros días de enero de 1863.
Así, la Segunda Brigada del Ejército de Oriente, o Brigada Patoni, bajo las órdenes
del general José María Patoni, estuvo compuesta por el Primer Batallón de
Carabineros de Durango, bajo el mando del teniente coronel Manuel Porra; el
Segundo Batallón de Carabineros de Durango, que obedecía al coronel Pedro
Moreno y el Primer Batallón de Carabineros de Chihuahua, comandado por el
coronel Manuel Maya. El total de los efectivos de la Brigada Patoni fue de: 11 jefes,
69 oficiales y 1,004 individuos de tropa.
Dadas las duras condiciones del largo y sinuoso viaje desde Chihuahua hasta
Puebla, de quinientos hombres que iniciaron el recorrido, llegaron únicamente 370
soldados de la infantería chihuahuense, puesto que casi una tercera parte de la
tropa falleció en el trayecto de más de dos mil quinientos kilómetros que hicieron a
pie. Algo similar sucedió con las tropas durangueñas, aunque estas últimas solo
tuvieron que caminar alrededor de mil cuatrocientos kilómetros.
En Puebla, la Segunda Brigada del Ejército de Oriente participó activamente durante
el prolongado sitio que las tropas invasoras francesas impusieron a las tropas
mexicanas. El general Patoni solicitó actuar en la defensa del Fuerte de Ingenieros,
también conocido como Fuerte Totimehuacán. El sitio de Puebla duró del 16 de
marzo al 17 de mayo de 1863 y en todo ese lapso, el Fuerte de Totimehuacán, que
era el puesto más avanzado con respecto a las tropas francesas de asalto, sufrió y
resistió a diversos ataques. Llegado el momento, ante el Estado Mayor del Ejército
68
de Oriente, el general Patoni externó su opinión en el sentido de que se debería
atacar a los sitiadores fuera de los diversos fuertes en los que se parapetaban las
tropas nacionales. Aunque la opinión general fue contraria a la idea de Patoni, se
autorizó al durangueño para que, con su Brigada, actuara en consecuencia. El
resultado de las cargas de la infantería de Patoni fue que las tropas norteñas
plantaron la bandera nacional en los puestos de avanzada de los franceses.
Plano en el que se localiza el Fuerte de Ingenieros o de Totimehuacán, en la
ciudad de Puebla, defendido por la Infantería de José María Patoni.
El hambre y la debilidad bélica, propiciados por el desabastecimiento de vituallas de
boca y guerra, obligaron a las tropas nacionales a la rendición, ante los invasores
franceses, a partir del 18 de mayo de 1863.
Tras la rendición de Puebla, el general Patoni, cayó prisionero, junto con otros
muchos jefes y oficiales del Ejército Mexicano. Su triste destino inmediato era el ser
69
conducido a Europa. Sin embargo, el 25 de mayo, en Orizaba, Veracruz, 868
oficiales mexicanos, prisioneros de guerra de los franceses, lograron fugarse, entre
ellos el propio José María Patoni, mientras que 532 oficiales prisioneros no
consiguieron escapar y fueron trasladados a un campo de concentración en Lille,
Francia.
Tras un viaje complicado y lleno de vicisitudes, Patoni y otros oficiales mexicanos
sobrevivientes, lograron reunirse con el presidente Benito Juárez en San Luis
Potosí, de donde Patoni partió a hacerse de nuevo cargo del Gobierno del Estadio
de Durango.
Es de señalar que, al finalizar el año de 1864, el general Aquiles Bazaine, jefe de
las tropas invasoras francesas, contaba con más de 63,000 hombres, entre
expedicionarios franceses, voluntarios austriacos, belgas, egipcios, austriacos,
antillanos y mercenarios adscritos a la Legión Extranjera, así como 20,000
conservadores mexicanos, mientras que los efectivos republicanos liberales se
había visto sensiblemente mermados, por las deserciones y por la baja en la moral,
dado el inexorable avance de los intervencionistas.
Ante la superioridad técnica de las tropas de ocupación, en condiciones extremas,
los soldados de la República y su presidente Benito Juárez no tuvieron más opción
que desplazarse hacia el norte del país, bajo la constante persecución de las tropas
francesas.
70
Dos imágenes del general José María Patoni Sánchez
71
72
IV. Los alacranes republicanos a la defensa
de la Patria Chica
Los franceses llegaron ya
Mientras la infantería de Patoni luchaba contra los invasores en Puebla; en Durango,
diversas acciones armadas, apoyadas por la diputación local, sin bandera
completamente definida, y dirigidas principalmente por el coronel Tomás Borrego,
habían logrado que el licenciado Benigno Silva, a quien el general José María Patoni
había dejado en el cargo de gobernador interino del estado; a partir del 9 de junio
de 1863, dejara el puesto y que este fuera ocupado por el licenciado Juan José
Zubizar.
Juan José Zubizar. Gobernador de Durango en seis ocasiones; entre los años de
1848 y 1863
Al arribar Patoni a la ciudad de Durango, el 14 de julio de 1863, de inmediato y con
el aval del Gobierno Federal, según decreto expedido el 24 de julio de 1863, se
73
desconoció la investidura espuria de Zubizar, con lo cual el general Patoni volvió a
ocupar el Poder Ejecutivo Estatal.
Leal a la República Mexicana y siguiendo puntualmente las instrucciones del
presidente Don Benito Juárez, el General José María Patoni organizó el gobierno y
la resistencia contra los invasores en el estado de Durango. Nombrado por Juárez,
comandante militar de los estados de Durango y Chihuahua, el 6 de marzo de 1864,
Patoni con sus tropas, abandonó el estado para proteger los poderes de la Unión y
combatir a los inoportunos rebeldes neoleoneses antirrepublicanos encabezados
por Santiago Vidaurri. En la ocasión, el general Patoni dejó en el gobierno estatal a
cargo de Cayetano Mascareñas.
En el ámbito nacional, a pesar de las múltiples derrotas en el terreno militar, los
ciudadanos liberales continuaron manteniendo el gobierno republicano, mientras
que los conservadores hacían tratos en Europa para que alguna de las familias
reales europeas les hicieran el favor de enviar a uno de sus miembros para ocupar
el puesto de emperador de México.
Como ya se apuntó, el cargo recayó en Maximiliano de Habsburgo quien, junto con
su esposa Carlota de Weimar, y apoyado por los monarquistas conservadores
mexicanos y las tropas francesas de ocupación, se asumió como nuevo emperador
de México, a partir del 10 de abril de 1864, iniciando así el periodo histórico conocido
como Segundo Imperio Mexicano, con un gobierno impopular que tuvo la constante
de la resistencia guerrillera liberal en la mayoría del territorio nacional.
Maximiliano ejerció una monarquía moderada, estableciendo algunas leyes
reformistas como la que establecía la tolerancia de cultos, el respaldo a parte de las
actas de desamortización y nacionalización de bienes que se habían dictado a partir
de la Leyes de Reforma, entre otras, mismas que fueron provocando que, entre sus
súbditos; los conservadores mexicanos, se experimentara un evidente rechazo a su
emperador.
Estrenando emperador, las tropas francesas y las imperialistas mexicanas
continuaron su avance para la ocupación total del territorio nacional y en su itinerario
se encontraba el estado de Durango, mismo que, a la sazón, tiempo después, en la
74
nueva mapografía imperialista se transformó en los departamentos de Durango y
Nazas.
A partir del 2 de julio de 1864, arribó a Durango, para la defensa militar republicana,
el general Gaspar Sánchez Ochoa, con mil de tropa medianamente pertrechados.
Para la defensa, el gobernador interino Cayetano Mascareñas había ordenado
realizar obras de zapa y fortificación en las cuales participaron, de manera obligada,
algunos parroquianos de la ciudad.
Conocedor de la inutilidad bélica de ofrecer resistencia a las experimentadas tropas
francesas, Gaspar Sánchez Ochoa, optó por abandonar la ciudad ante el arribo
inminente de los invasores.
De esta suerte, dirigidas por el general Edmond L’Heriller,11 el 4 de julio de 1864,
las tropas del Ejército Francés de ocupación, sin combatir, al compás de las notas
de la marcha de: la Vivandera y el himno de La Marsellesa, hicieron su entrada
triunfal a la ciudad de Durango, en donde los nuevos súbitos conservadores
monarquistas y la población en general les hicieron un recibimiento apoteósico.
Paradas militares, bailes, banquetes y demás agasajos, fueron realizados por los
nuevos súbditos en honor a la oficialidad invasora.
La 1ª Brigada de la 2ª División del Ejército Francés en México, bajo las órdenes del
general de división Félix Douay e integrada por el Primer Batallón de Cazadores de
a Pie comandado por el oficial Philippe de Courcey, el 2º Regimiento de Zuavos,
bajo las órdenes del teniente Coronel Julio Martin y el 99º Regimiento de Infantería
que conducía el Coronel Saint Hilaire, fueron los cuerpos de tropas invasoras de
ocupación que desfilaron en las calles de la Perla del Guadiana.
Para el Segundo Imperio Mexicano de Maximiliano de Habsburgo, la ocupación de
Durango representaba un bastión importante para acabar con la resistencia
republicana en el norte del país. Diversas fotografías, dibujos, mapas, planos,
grabados, tarjetas postales y caricaturas francesas y mexicanas, dan fe de la
presencia y acciones de los invasores franceses en territorio durangueño.
11
El general de división Edmond-Aimable L´Heriller, durante su labor como oficial de las tropas invasoras en
México, tuvo la ventaja de que uno de los idiomas que dominaba era el español.
75
El día 15 de junio de 1864, el general Edmond L´Heriller convocó a una junta de
notables adictos al Imperio, con el objeto de conformar el gabinete de gobierno
imperial de la nueva Prefectura Política Superior de Durango, sin elección o consulta
popular de por medio. Este conjunto de miembros del gobierno departamental
quedó integrado por el súbdito Buenaventura González Saravia y Delgado de
Nájera, como Comisario Imperial y Prefecto Político Superior, el cargo fue ocupado
por Sarabia del 5 de julio de 1864 a febrero de 1865 y posteriormente; de septiembre
a octubre del mismo año. En el lapso intermedio Sarabia fue sustituido por el súbdito
Juan de Dios Palacios; por su parte el súbdito licenciado Bernardo de la Torre ocupó
el cargo de Secretario de la Prefectura. El organigrama departamental también tuvo
entre sus integrantes a los súbditos hacendados Juan Nepomuceno Flores,
Francisco Bracho, Ignacio Asúnsolo y Felipe Pérez Gavilán, entre otros encargados
de los puestos del Consejo Departamental, el Ayuntamiento y el Supremo Tribunal
de Justicia. De hecho, los invasores tenían en mente realmente hacer de México
una colonia francesa o por lo menos un protectorado, con la imagen de Imperio. Es
de notar que la afiliación política de los miembros del nuevo gobierno imperial en el
Departamento de Durango era, en lo general, de la facción conservadora.
De hecho, los empresarios y hacendados conservadores de la entidad abrigaban el
deseo de llegar a tener los títulos nobiliarios que los diferenciaran, desde el
nacimiento hasta la muerte, de la mayoría de la población, transformarse e
inventarse como nobles y establecer su diferencia con los a su vez inventados
plebeyos. Lograr recibir de su emperador los títulos de: condes, vizcondes, barones
o al menos caballeros; entre otros, al servicio de Su Majestad. Ser el conde de
Garavitos, el Barón de Guatimapé o el Caballero de Taxicaringa era un sueño
presente en el pensamiento conservador, para reproducir a las cortes europeas en
terrenos durangueños y establecer, aparte de las evidentes diferencias económicas,
las diferencias de la inventada alcurnia.
Sin experiencia política cual ninguna y con poco carisma, pero leal a la monarquía,
el súbdito Buenaventura González Saravia intentó desarrollar acciones de gobierno.
Una de ellas fue el reordenamiento de las fuerzas de la Policía rural para
incrementar la vigilancia y la protección a las haciendas, poblados y caminos, ante
76
la constante amenaza de los bandidos y los apaches, al tiempo que intentó que el
dominio de los franceses se hiciera evidente en todo el territorio estatal.
No pasó mucho tiempo antes de que Buenaventura González Saravia se percatara
de su propia ineptitud para gobernar, toda vez que estaba más preocupado por la
atención de sus negocios personales, que por los de la cosa pública. Así lo hizo
saber a su jefe superior el emperador Maximiliano y en dos ocasiones le presentó
la renuncia a la prefectura, misma que el archiduque de Miramar no acepto.
Limitado en lo que a cuadros de liderazgo se refiere, Maximiliano no se podía dar el
lujo de aceptar las renuncias de la poca gente confiable y leal. A la sazón, el mismo
súbdito González Saravia viajó a la ciudad de México para tramitar personalmente
su dimisión, aunque a su regreso a la capital de Durango, además de la ratificación
del cargo de prefecto, traía consigo los nombramientos de: Visitador del
Departamento de Durango y Comisario Imperial de la 6ª División Territorial, con un
sueldo mensual de $300.00. Además recibió del emperador la Cruz de Comendador
de la Orden Imperial de Guadalupe, mientras que su esposa obtuvo de la emperatriz
Carlota el título de Dama de Palacio.12 Total, que Saravia siguió siendo el súbdito
preferido y encargado de gobernar Durango para el Imperio.
La prioridad militar de los invasores franceses era la de acabar con las tropas de la
resistencia republicana. Así, ante la noticia de que los republicanos de Patoni se
encontraban atascados en los lodazales de un camino en malas condiciones
cercano a la capital del estado, el general Edmond L’Heriller ordenó al comandante
Philippe de Courcey que dirigiera sus tropas, integradas por cuatro compañías del
1er Batallón de Cazadores de a Pie y tres pelotones del Escuadrón del 12º
Regimiento de Cazadores, a combatir a los partisanos republicanos de Patoni.
El 14 de julio de 1862, los invasores franceses arribaron a San Lucas de Ocampo y
al siguiente día se presentaron en San Juan del Río. En ese municipio y
precisamente en la Hacienda de Menores, fue donde las tropas francesas atacaron
a los guerrilleros rezagados del general Patoni. Aunque los republicanos sufrieron
12
ALTAMIRANO COZZI, GRAZIELLA. “Durango bajo el Imperio”, en: VILLA GUERRERO, GUADALUPE y
FRANCISCO DURÁN (coordinadores). Durango. Tierra de retos. Tomo I. La Capital, México, Milenio / La Opinión
/ Multimedios, Biblioteca Milenio de Historia, 2009, pp. 202 a 203.
77
varias bajas, el grueso de la tropa logró escapar, junto con las valiosas piezas de
artillería. Por su parte Philippe de Courcey retornó a la ciudad de Durango.
Otra acción guerrera en la entidad, fue la que tuvo lugar en la Hacienda de Juana
Guerra, cercana a Nombre de Dios, el 19 de julio de 1864, cuando dos compañías
del 2º Regimiento de Zuavos, bajo las órdenes del capitán Hurtel, se enfrentaron
con las tropas republicanas del general jalisciense Ramón Corona. En una frenética
persecución de más de cuatro kilómetros, los zuavos lograron hacer 30 prisioneros
y dar muerte a 45 soldados republicanos. Sin embargo la resistencia encabezada
por Corona no mermó y continuó las hostilidades contra los imperialistas, sobre todo
en los terrenos de la Sierra Madre Occidental. Tras la refriega, dos franceses; de
apellidos Bonhomme y Baril, que eran prisioneros de los republicanos y por los
cuales se había pedido rescate fueron liberados por las tropas invasoras.13
13
GARCÍA MAQUIVAR, JUAN RAMÓN. Intervención Francesa en Durango. 1ª parte, COCyTED / Universidad
Popular de Analco. S. / l., S. / F. pp. 83 y 84.
78
Mapa francés del Itinerario de tropas invasoras de México a Durango en 1864
79
Dibujo francés sobre la apoteósica recepción a las tropas invasoras en Durango,
es de notar que el autor del dibujo se imaginó a los durangueños como árabes
80
Dos fotografías con las tropas invasoras en la Plaza de Armas de Durango, el 4 de
julio de 1864
81
82
Tres imágenes del general Edmond L’Heriller, comandante de las tropas francesas
de la Intervención que ocuparon Durango
Buenaventura González Saravia y Delgado de Nájera. Comisario Imperial y
Prefecto Político Superior de Durango bajo el Segundo Imperio
83
Rodrigo Durán. Prefecto municipal del Segundo Imperio en Durango
Cartón de Xavier Gómez sobre el comportamiento de los notables liberales ante
los intentos de cooptación por parte del Segundo Imperio
84
Dibujo de Xavier Gómez sobre la acogida que algunos ciudadanos durangueños
dieron a los invasores franceses
85
Tarjeta postal con dibujo de zuavos del ejército invasor francés apostado en
Durango
86
Fotografía francesa de la Acequia Grande de la ciudad de Durango, 1864
Fotografía francesa. Panorámica de la ciudad de Durango, 1864
87
Plaza de Armas de Durango. Fotografía francesa, 1864
Fotografía, posiblemente francesa, de la Plaza principal de la ciudad de Durango,
1866 (circa)
88
Imagen ideal francesa en grabado de la Catedral de Durango, 1865
Imagen francesa en grabado de la Plaza de armas y la Catedral de Durango, 1865
89
Imagen francesa en grabado de vista panorámica de la ciudad de Durango desde
el Santuario de Guadalupe, 1865 (circa)
Imagen ideal francesa del paseo de Las Alamedas, 1865
90
La Noria, actual Pedriceña, municipio de Cuencamé. Fotografía francesa, 1864
El General Ramón Corona combatió a los invasores franceses en Durango
91
La Batalla del Cerro de Majoma
En una carta que don Benito Juárez envió desde Villa de Cinco Señores (hoy Nazas)
a don Matías Romero, quien se encontraba en Nueva York , con fecha del día 22
de Septiembre de 1864, en uno de sus párrafos dice: “El día 2 de Septiembre
llegamos a la Hacienda de Santa Rosa14, perteneciente a este Estado y allí formé
el Primer Cuerpo del Ejército de Occidente, compuesto de la División que había yo
organizado en Nuevo León, al mando del General Alcalde, de la División de
Zacatecas y de la División del General Patoni.
Nombré de General en Jefe al Sr. González Ortega y de su segundo al General
Patoni, y ordené que se abriese la campaña sobre Durango y Zacatecas. El día
doce emprendió el Ejército su marcha y yo me pasé a esta Ciudad (de Nazas) que
dista 60 leguas de la Capital de Durango.
Hoy se encuentran nuestras fuerzas interpuestas entre Durango y Zacatecas y
pronto ocuparán una de estas Capitales.”
Sobre el reclutamiento de tropas de ciudadanos republicanos en el estado de
Durango, la lírica narrativa popular difundió las siguientes cuartetas:
“Madre mía de Las Mercedes,
Virgen de imperial corona,
en ti mi experiencia pongo,
del Real del Oro patrona.
Ese don José María,
valido de la ocasión,
se lleva a todos los hombres
pa’ formar el batallón.
Ese general Patoni,
se lleva a toda la gente,
14
La Hacienda de Santa Rosa, se ubicó en los terrenos que actualmente ocupa la ciudad de Gómez Palacio.
92
por sus purito calzones
pa’ formar el contingente.”15
En la Villa de Cinco Señores (Nazas), el Presidente Juárez permaneció más de ocho
días, esperando los resultados de las acciones bélicas del Primer Cuerpo del
Ejército de Occidente.
A mediados del mes de septiembre, las tropas republicanas habían avanzado hasta
Tapona (hoy Guadalupe Victoria), a cuatro leguas de Porfías, (hoy Jerónimo
Hernández), en el municipio llamado hoy Pánuco de Coronado, donde se
encontraba una fuerza francesa.
En Tapona, el general Jesús González Ortega recibió la noticia de que otra sección
de soldados franceses, procedente de Zacatecas, se encontraba en las
inmediaciones de San Miguel del Mezquital (hoy Miguel Auza), región de planicies
y pequeñas serranías del Estado de Zacatecas, colindante con el Municipio de
Cuencamé, Durango, que venía a dar auxilio a las fuerzas ubicadas en la Capital de
Durango. Ante esta situación, Jesús González Ortega decidió; en lugar de dirigir sus
fuerzas sobre la ciudad de Durango, hacer una marcha nocturna forzada, de 18
leguas16, con el fin de sorprender a la sección de auxilio de los invasores, destruirla,
y posteriormente regresar sobre Durango. El jefe del Primer Cuerpo del Ejército de
Occidente no tuvo éxito debido a que, avisados los franceses por algún traidor, estos
continuaron por un camino distinto al que se había trazado González Ortega.
Al llegar a las inmediaciones de San Miguel del Mezquital, Zacatecas, González
Ortega se dio cuenta de la retirada oportuna de aquellos, lo que lo hizo optar por
volverse hacía la Ciudad de Durango.
Este regreso dio de inmediato un desenlace no deseado; de manera inopinada, los
republicanos tenían enfrente al enemigo extranjero, que se había posesionado de
la Hacienda la Estanzuela. Los republicanos, tratando de lograr la mejor posición,
CASTILLO NÁJERA, FRANCISCO. “La Batalla de Majoma. Significación política y militar. Sucesos
de la época”, en: FERNÁNDEZ DEL CASTILLO, ANTONIO. Memoria de la Academia Nacional de
Historia y Geografía. Boletín Número 5. Año quinto. Segunda época, México, Academia Nacional de
Historia y Geografía, 1949, p. 24.
16 Una legua equivalía a 4,190 metros.
15
93
se situaron en el Cerro de Majoma, ubicado a poco menos de una legua de distancia
de la Hacienda de Estanzuela.
El Cerro de Majoma se erige en los límites de los estados de Durango y Zacatecas,
correspondiendo la parte durangueña al Municipio de Cuencamé y la zacatecana al
Municipio de Miguel Auza (antes San Miguel del Mezquital) y como a 4 Kilómetros
de esta, al sur de este punto, se ubica la Hacienda de Estanzuela, dentro del
Municipio de Cuencamé. En este sitio, el 21 de Septiembre de 1864, tuvo lugar una
de las últimas y decisivas batallas en que los republicanos juaristas pelearon para
detener el avance de las fuerzas francesas en Zacatecas y Durango. De esta
confrontación armada dependía el control de los estados del norte de México.
Las fuerzas invasoras de combate enviadas por el general Edmond L’Heriller a la
zona de la batalla, bajo el mando del coronel Julio Martín, estuvieron integradas por:
cinco compañías del 2º Batallón del 2º Regimiento de Zuavos. La 2ª Compañía del
18º Batallón de Cazadores de a pie; dos obuses de montaña rayados, servidos por
una sección de la 1ª Batería del 5º Regimiento de Artillería y del 2º Escuadrón del
12º Regimiento de Cazadores de a Caballo. Un Escuadrón de Caballería Mexicana
imperialista, bajo las órdenes del Cura Jesús Meráz. En total, la fuerza imperialista
sumaba 531 tropas francesas y 80 mexicanos.
Por su parte los republicanos mexicanos, bajo las órdenes de los generales Jesús
González Ortega y José María Patoni estaban organizados en los siguientes grupos:
Tres divisiones de infantería que obedecían a González, Patoni y al general Alcalde;
una de caballería dirigida por el general Antonio Carbajal. Una brigada suelta al
mando del general Eugenio Castro y 20 piezas de artillería bajo la disciplina del
coronel Jesús Lalanne.
En los partes de guerra imperialistas se contabilizaba a las tropas republicanas con
un total de: 3,500 infantes y 700 de caballería.
La batalla era inminente y las tropas republicanas del general José María Patoni se
ubicaban en mejor ventaja estratégica en el Cerro de Majoma. Patoni se apostó en
el cerro, constituyéndose como el ala derecha del Ejército de Occidente; ahí en la
cima, se colocaron diez cañones bajo el mando del Comandante de Artillería
Coronel Jesús Lalanne, y el batallón de Chihuahua, a las órdenes del Coronel
94
Manuel Ojinaga; defendiendo otra posición del Cerro, el General Gaspar Sánchez
Ochoa. Como reserva; Ortega y Alcalde con sus divisiones se situaron en la llanura;
en la División de Jesús González Ortega quedaban incluidos los batallones de
Zacatecas, el primero comandado por el Coronel Francisco Fernández, y el
segundo, por el Coronel Villagrana; ambas Divisiones formando el centro y ala
izquierda del Ejército; colocándose la Caballería en ambas alas. En el ala izquierda
estaba la Caballería de Castro y unos doscientos soldados; y en el ala opuesta, los
trescientos jinetes de Antonio Carbajal.
La batalla se dio la forma siguiente: Carvajal, al frente de una sección de
exploradores, avanzó para la Estanzuela. De esta salió al enfrentamiento el capitán
francés Fouré, con un escuadrón de cazadores montados. Se trabó un tiroteo de
corta duración. En esta primera acción la ventaja correspondió a los republicanos.
Los franceses perdieron algunos hombres y caballos, que quedaron del lado de los
republicanos.
En una segunda carga, el coronel francés Julio Martín, que comandaba el Segundo
Regimiento de Zuavos, consideró en principio que tenía que batirse con una corta
retaguardia. Este razonamiento era resultado de que no tenía a la vista a las otras
fuerzas republicanas que estaban ubicadas en la hacienda. Entonces Martín, con
sus tropas de zuavos, avanzó con ese error, hasta que descubrió que se hallaba
frente a todo el Ejército Republicano y no encontrando forma de retroceder, ordenó
el ataque. La artillería colocada en la cima de la loma abrió fuego sobre la columna
de soldados franceses y a los primeros disparos, el coronel Julio Martín quedó
destrozado al impactar en él la bala de un cañonazo. En medio de la refriega,
inmediatamente el fallecido Martin fue sustituido por el general Frédéric Benoit Japy,
quien prosiguió el ataque. El objetivo de los franceses era el Cerro que, de hecho,
resultaría ser la llave de la posición, pues quien lo tuviese en su poder tendría más
ventaja para ganar la batalla. Por lo pronto estaba en poder de los republicanos. En
esta segunda acción de armas, que fue impetuosa, las fuerzas republicanas hicieron
retroceder a los franceses, habiéndose distinguido el batallón de Chihuahua a las
órdenes del Coronel Manuel Ojinaga.
95
Los franceses no se dieron por vencidos y volvieron a la carga, obstinándose en el
ataque hasta lograr que la posición fuera cedida por la División de José María
Patoni, no obstante los esfuerzos de su comandante y de otros jefes militares. En
esta tercera acción se tuvieron momentos difíciles, tanto así que fue necesario que
subieran a la loma los batallones de Zacatecas.
En este intento y arrojo sucumbieron sus comandantes los coroneles Fernández y
Villagrana. Por unos momentos parecía perdida la acción de armas para los
republicanos, pero una carga de caballería dada en la cima de la loma, logro inclinar
la balanza a favor del Ejército Republicano. En esta acción fueron lanceados varios
de los infantes franceses, otros se dispersaron y se recobraron las piezas de guerra.
Los imperialistas obtuvieron perdidas de consideración.
Un último enfrentamiento que se libró, cambió el aspecto del combate a favor de los
franceses. El Ejército republicano que en tres ocasiones los había rechazado, en
este último enfrentamiento era sacado de la posición por los franceses. La caballería
había quedado sola, y no podía defender la posición sin el auxilio de la infantería,
por lo que tuvo que abandonar el Cerro.
Varias circunstancias se atribuyeron al desastre que sufrieron los republicanos en
la última acción de armas, entre las más importantes: La muerte de los comandantes
de los batallones de Zacatecas en el tercer enfrentamiento, así como el hecho de
que tanto Aranda como Castro cayeran gravemente heridos, hechos que los
soldados republicanos lamentaron y que fueron provocando una profunda
desmoralización, pues fue patético observar que, a raíz de la herida de Castro, la
caballería abandonó el cerro. Se menciona también el hecho de que las tropas
comandadas por González Ortega observaron una pasmosa inacción, sobre todo
en los momentos en que más se requería su apoyo, para defender a sus camaradas
republicanos.
En la tragedia republicana de la noche del 21 de Septiembre de 1864, en San Miguel
del Mezquital se dio el caso inusitado de que un cuerpo armado que, a pesar de la
derrota, fue capaz de emprender una retirada ordenada por 15 kilómetros, al llegar
a San Miguel se desbandó, en lugar de proceder a reorganizarse para continuar la
lucha; la única explicación que se dio a este inusitado caso, fue la inconformidad de
96
los soldados y oficiales subalternos hacia los altos mandos, que, los sometían a
marchas fatigosas sin proporcionarles alimentos, ni mucho menos cubrirles su
escaso sueldo.
Se decía que los soldados del Primer Cuerpo del Ejército de Occidente, lejos de
haber sido derrotados, se alejaban en el mejor orden del lugar de la batalla. La
convicción general entre amigos y enemigos, fue de que un último esfuerzo de parte
de los republicanos, seguramente hubieran logrado el triunfo.
Las informaciones salidas de los voceros del Imperio, en cuanto a la cantidad de
soldados que se enfrentaron de una y otra parte, fueron abultadas. En la prensa
oficial del Imperio, cuyo redactor era Antonio G. De Palacio, aparecieron algunos
encabezados como estos: “Honor y Gloria a los Vencedores de la Estanzuela”,
“Gratitud Eterna a los Defensores del Imperio”, “600 contra 4,200”.
El cadáver del coronel Martin fue llevado a la ciudad de Durango, donde los súbditos
imperialistas conservadores durangueños le rindieron honores de héroe.
Posteriormente el cadáver del coronel Julio Martín fue inhumado en el Panteón
Francés de la ciudad de México.
La versión histórica, por la información que recibió José María Iglesias de los propios
militares republicanos, fue en el sentido de que el Primer Cuerpo del Ejército de
Occidente no llegaba en su totalidad a 2,500 hombres, de los cuales sólo se batieron
entre 800 a 1000 hombres, resultando entre muertos y heridos 300 hombres y 130
prisioneros. Parece ser que los franceses eran 800; de los cuales, entre muertos y
heridos fueron poco más de 100.
José María Iglesias, atribuye la desbandada de la tropa al cansancio, y escasez de
alimentos y escribió:
“Por una fatalidad que no puede tener explicación satisfactoria, el Ejército de
Occidente, que se había retirado en tan buen orden del lugar de combate, se
desbando en una gran parte la misma noche del 21 de Septiembre de 1864. Esta
concurrencia se ha atribuido con generalidad a la fatiga ocasionada por una marcha
de siete leguas, que se caminaron para ir de San Miguel del Mezquital a las
inmediaciones de la Estanzuela; por la acción que hubo después, y por la nueva
marcha emprendida al terminar la batalla, otras siete leguas, para volver de la
97
Estanzuela a San Miguel del Mezquital, y de otras tres más que anduvo la tropa, sin
habérsele dado alimento ni descanso. Ya desde días anteriores habían sido
penosas las marchas y contramarchas, además habían padecido los soldados
grandes trabajos, por no haber permitido socorrerlos sino muy pocos días, aparte la
suma escasez de fondos del erario.”
En la Villa de Cinco Señores (hoy Nazas), se encontraba el Presidente don Benito
Juárez. Derrotado en Majoma, el Ejército de Occidente regresó a Nazas. Ahí los
Generales Jesús González Ortega y José María Patoni, sin consultar al señor
Presidente, manifestaron a la tropa que quedaba la imposibilidad de continuar
haciendo la guerra, por falta de recursos y de gente, añadido esto a la evidente
inacción bélica de González Ortega, Benito Juárez, con indignación desaprobó la
medida y ordenó que la tropa quedara bajo el mando de los militares Antonio
Carbajal y Manuel Quezada, de origen tlaxcalteca y cubano respectivamente.
En una cuarteta del olvidado Corrido de la Batalla de Majoma, recogido por
Francisco Castillo Nájera, se cita la proverbial mala suerte o inacción bélica de
González Ortega en perjuicio de los alacranes republicanos:
Ortega perdió en dos cerros:
En Majoma y El Borrego.
“Muera el general Ortega
Pues por él perdí la guerra.”17
CASTILLO NÁJERA, FRANCISCO. “La Batalla de Majoma. Significación política y militar. Sucesos
de la época”, en: FERNÁNDEZ DEL CASTILLO, ANTONIO. Memoria de la Academia Nacional de
Historia y Geografía. Boletín Número 5. Año quinto. Segunda época, México, Academia Nacional de
Historia y Geografía, 1949, p. 44.
17
98
Plano francés de la Batalla de Majoma, publicado en el periódico L’IlustrationJuornal Universel, 31 de octubre de 1864, París, Francia
99
Dos imágenes del Cerro de Majoma
100
Hacienda de Estanzuela, aledaña al Cerro de Majoma
101
Dos dibujos franceses de la Batalla de Majoma, publicados en el periódico
L’Ilustration-Juornal Universel, 31 de octubre de 1864, París, Francia18
18
Estos dibujos también fueron publicados en Inglaterra, en el: Ilustrated Times, London, 14 de enero
de 1865, p.13
102
Dos dibujos españoles de la Batalla Majoma, publicados en Mundo militar, # 274,
5 de febrero de 1865, Biblioteca Nacional de España
Dibujo francés sobre la muerte del coronel Julio Martín, en la Batalla de Majoma,
en Le Monde Illustre. 26 de noviembre de 1864
103
Tumba del Coronel Julio Martín, en el Panteón Francés de la ciudad de México 19
19
PÉREZ SILLER, JAVIER. “Los franceses desde el silencio: La población del Panteón francés de la ciudad de
México: 1865-1910”, en: Estudios Migratorios Latinoamericanos, Centro de Estudios Migratorios
Latinoamericanos (CEMLA) de Buenos Aires, Año 20, Vol. 61, 2006, p. 14.
104
Banderas mexicanas capturadas por las tropas francesas en la Batalla de Majoma
105
General Jesús González Ortega, dirigió a los republicanos mexicanos en la Batalla
de Majoma
106
Una imagen y una foto del monumento, ubicado en el Paseo de la Reforma de la
ciudad de México, en honor al General tlaxcalteca Antonio Carbajal, quien
participó en la Batalla de Majoma y fue gobernador republicano de Durango
Monumento en el Paseo de la Reforma al Coronel republicano chihuahuense José
Manuel Ojinaga Castañeda, quien tuvo acción en Majoma
107
El General republicano sinaloense Gaspar Sánchez Ochoa, en la Batalla de
Majoma salvó algunas piezas de artillería
El General poblano Miguel Negrete Novoa tuvo acción en Majoma
108
Oficial francés Apollinaire Coiffie. Participó en la Batalla de Majoma
General francés Frédéric Benoit Japy. Participó en la Batalla de Majoma y con el
2º de Zuavos sustituyó en el mando al Coronel Julio Martín
109
Capitán francés Pierron. También actuó en Majoma
El oficial francés Alexandre Francois Luzeux, dirigió la captura de la artillería
mexicana en Majoma
110
V. El desierto y la República perseguida
Ante el avance militar de las tropas invasoras francesas, en persecución del
Gobierno de la República liderado por Benito Juárez, en septiembre de 1864, el
presidente encargó el Archivo de la Nación, para su custodia, al campesino lagunero
Juan de la Cruz Borrego quien, junto con un grupo de patriotas llamado Los Tulises
(no confundir con los bandidos Tulises), protegió el archivo para la posteridad,
escondiéndolo en la Cueva del Tabaco, en el municipio de Matamoros, Coahuila.
La invasión de las tropas francesas y los descalabros bélicos que habían sufrido las
tropas republicanas habían obligado al presidente Benito Juárez a mantener su
administración, en la medida de lo posible, en la trashumancia, en un inusitado viaje,
a bordo de un austero carruaje negro, por el norte del territorio nacional. A la sazón,
el 2 de septiembre de 1864, el presidente la República se encontró en la Hacienda
de Santa Rosa de Lima, en los terrenos de lo que actualmente es la ciudad de
Gómez Palacio, en la Región Lagunera, del estado de Durango. 20
20
De la estancia de Benito Juárez en la hacienda de Santa Rosa de Lima, durante los primeros días del mes de
septiembre de 1864, dieron cuenta en sus obras historiadores como Vicente Rivapalacio, Victoriano Salado
Álvarez y Justo Sierra. En este lugar, su presencia quedó marcada históricamente al nombrar a los generales
Jesús González Ortega y José María Patoni, como jefe y subjefe del Cuerpo del Ejército de Occidente,
respectivamente; eran días difíciles en los que la República atravesaba por una crisis existencial, ante el
arrollador avance del Ejército Francés de ocupación, por el territorio nacional. Para las tropas de Napoleón III,
Juárez era una codiciada pieza de cacería, lo querían atrapar vivo o muerto y en algunas ocasiones estuvieron
a punto de lograrlo. Liquidado Juárez -decían los imperialistas-, moriría la institución republicana.
La Comarca Lagunera que vio Juárez
Desde su carruaje y en sus caminatas, el Héroe de la Reforma conocería los diversos paisajes de la Comarca
Lagunera, vio los primeros plantíos de algodón que empezaban a dar fama y riqueza a la región, divisaría las
inmensas y áridas planicies pobladas matorrales y cactáceas, contempló los umbrosos álamos y sabinos a lo
largo de las riberas del río Nazas, seguramente avistaría los ejemplares de la fauna lagunera como la víbora
de cascabel, el coyote, la liebre y el gato montés.
Benito Juárez se enteró y constató que la riqueza de la Comarca Lagunera estaba concentrada en tres grandes
terratenientes: Leonardo Zuloaga Olivares, Juan Ignacio Jiménez y Juan Nepomuceno Flores Alcalde.
Zuloaga, era propietario del suelo lagunero correspondiente del lado de Coahuila. Jiménez y Flores Alcalde,
fueron a su vez, dueños de las tierras sobre territorio duranguense; todo el engranaje económico de la región
lagunera, estaba concentrado en las manos de este triunvirato financiero.
Ellos fueron los pioneros y los únicos agricultores y comerciantes del algodón de 1850 a 1880. Zuloaga y
Jiménez, construyeron represas para irrigar sus tierras, hecho que trajo después disputas por la repartición
del agua y que provocó enconados litigios. (Haciendas de México. Autor Ricardo Rendón Garcini. Página 277
y 278. Edición de Grupo Financiero-Accival, S.A. de C.V. Fomento Cultural Banamex. México. 1994).
111
Monumento a Benito Juárez en la Plaza de Armas de Gómez Palacio
Juan Ignacio Jiménez
A diferencia de Leonardo Zuloaga y Juan Nepomuceno Flores Alcalde. Juan Ignacio Jiménez no se mostró
abierto simpatizador del Imperio de Maximiliano, lo que le valió que Juárez no afectara sus bienes inmuebles.
Para unos, mostró una postura neutral, para otros, estuvo "midiéndole el agua a los camotes" a ver para
dónde se inclinaba el fiel de la balanza.
Jiménez, tenía amistades y parientes que manifestaron su adhesión al Gobierno Imperialista y apoyaron al
ejército invasor francés, como lo hizo su primo el abogado Rodrigo Durán Jiménez. Durán, quien luego fue su
consuegro, lo asesoraba legalmente en sus negocios y fue nombrado Prefecto Municipal en la ciudad de
Durango, alternó al lado de connotados duranguenses que colaboraron como integrantes del nuevo gobierno
imperial de la entidad. Además de otros, estaban: Juan Nepomuceno Flores Alcalde, Buenaventura González
Sarabia, Toribio Bracho, Francisco Gurza, Ignacio Asúnsolo, Felipe Pérez Gavilán, Miguel Zubiría, Antonio
Gómez del Palacio, Francisco Álvarez, Ramón Avila y Juan Francisco Escobar. (Durango Gráfico. Autor: Carlos
Hernández. Página 100. Editado por Talleres de J. S. Rocha. Durango. 1903)
A Zuloaga y Flores Alcalde, por el decidido apoyo moral y financiero que le brindaron al Imperio de
Maximiliano y a la Segunda Intervención Francesa en nuestro país, el Benemérito de las Américas les confiscó
y expropió bienes inmuebles. Esta decisión daría lugar al nacimiento como villas a las comunidades de
Matamoros y Lerdo, el 8 de septiembre de 1864, mediante sendos decretos que ordenó y firmó en Mapimí.
Juárez extiende nombramientos y traza estrategias
Posteriormente, y en una de las tantas habitaciones de la hacienda de Santa Rosa de Lima, el presidente Juárez
informó a sus ministros Lerdo de Tejada, Iglesias y Prieto, lo acordado en la reunión con sus principales
asesores militares y la campaña a seguir en territorio duranguense.
Luego de deliberar por varios minutos, Juárez y sus funcionarios tomaron la decisión de que la comitiva
presidencial en lo sucesivo haría sus siguientes viajes de tramo en tramo, es decir, pernoctando de una
población a otra y conforme se fueran teniendo noticias del panorama militar durante los días por venir;
consecuentemente, se acordó salir con rumbo a Mapimí. DERAS TORRES, DOMINGO. “Benito Juárez, en la
Hacienda de Santa Rosa (Gómez Palacio)”, en: El Siglo de Torreón, Torreón, Coahuila, domingo 31 de marzo
de 2014. http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1032505.benito-juarez-en-la-hda-de-santa-rosagomez-palacio.html
112
Como ya se apuntó, en ese lugar, Benito Juárez conformó el 1er Cuerpo del Ejército
de Occidente, cuyo jefe sería el general Jesús González Ortega, mientras que José
María Patoni actuaría como subjefe. La principal misión del nuevo cuerpo de ejército
era la recuperación de las plazas de Zacatecas y Durango, con el objeto de detener
al avance de los invasores. Una vez establecido el acuerdo, Benito Juárez se
trasladó a Mapimí, a donde arribó el 7 de septiembre de 1864.
En ese lugar, Juárez y su gabinete estuvieron hasta el 11 de septiembre y expidió
dos decretos. Uno dando categoría de Villa al pueblo de Matamoros, Distrito de
Parras, Coahuila y otro en el mismo sentido con la Hacienda de San Fernando,
Distrito de Mapimí, Durango, denominada en adelante Villa de Lerdo de Tejada.
Posteriormente, el convoy republicano, transportado a caballo, carreta y canoa; para
cruzar el Río Nazas, se dirigió a las haciendas de La Goma y La Loma, municipio
de Lerdo, donde permaneció desde el 11 al 14 de septiembre de 1864.
Casa de Mapimí, municipio del mismo nombre, en donde se hospedó Benito
Juárez, del 8 al 11 de septiembre de 1864
113
Mapa de los recorridos del presidente Benito Juárez, en el estado de Durango. En
septiembre de 1864, ruta de evasión del Gobierno Republicano. Entre fines de
diciembre de 1866 y principios de 1867, retorno del Gobierno Republicano
114
Ex hacienda de Las Loma, municipio de Lerdo, donde se hospedó Benito Juárez,
procedente de Mapimí, del 11 al 14 de septiembre de 1864
Monumento a Benito Juárez, ubicado enfrente de la Ex Hacienda de La Loma
115
Coincidió la estancia del gabinete juarista, el día 15 de septiembre de 1864, en
Pedriceña, donde don Benito Juárez celebró la humilde pero digna y valerosa
ceremonia del Grito de Independencia, refrendando la soberanía de la Republica
perseguida.
Al respecto, Domingo Deras Torres hace el recuento de los testimonios sobre el
suceso:
El histórico Grito de Pedriceña, 1864
La noche del 15 de septiembre de 1864, en la hacienda San Juan de la Noria
Pedriceña, el presidente Benito Juárez y su comitiva celebraron el Grito de
Independencia, en compañía de los lugareños, en sorpresiva e improvisada
ceremonia; austero evento que estuvo permeado de emotivo patriotismo. Tal
suceso sería citado, a la postre, por las plumas de historiadores y escritores
como Victoriano Salado Álvarez, Fernando del Paso y Vicente Rivapalacio,
entre otros. La histórica noche patria de Pedriceña también fue recreada en
la telenovela El Carruaje, estelarizada por el actor José Carlos Ruiz, quien
representó al Benemérito de las Américas, acompañado de un gran elenco;
esta serie fue patrocinada por una institución oficial, en 1972, año al que por
decreto presidencial (…) se le denominó Año de Juárez.
La llegada de Juárez a Pedriceña (…)
La hacienda San Juan de la Noria Pedriceña (su nombre original), por
aquellos años, era un pequeño caserío inserto al norte del Estado de
Durango, en un paraje semiárido donde los mezquites y la gobernadora
siguen vistiendo su suelo. “…Mira el paisaje: inmensidad abajo / inmensidad,
inmensidad arriba / en el hondo perfil la sierra altiva…” así describió las
llanuras y los cerros desérticos de la Comarca Lagunera, Manuel José Othón,
en su famoso poema Idilio Salvaje, narración que se ajusta a la imagen
geográfica que por siglos ha prevalecido en los asoleados entornos de
Pedriceña. Desde kilómetros de distancia se puede atisbar la pintoresca
silueta de su capilla virreinal, centenaria y silente coprotagonista de la historia
de la región, en cuyo interior se pueden apreciar diversos óleos de arte sacro
116
que datan del barroco mexicano. A pocos metros de distancia, serpentea el
Arroyo de Pedriceña, donde corren las aguas en la época de lluvias y que es
afluente del Río Nazas.
Los habitantes de la hacienda San Juan de la Noria Pedriceña,
constantemente eran atacados por las tribus de indios bárbaros que asolaban
el norte del país, su propietario Juan de la Pedriza y de la Hozeja, era un
español de origen montañés, quien también poseía una casona en la ciudad
de Durango, con marcos y cornisas de cantera labrada, la que aún se levanta
y podemos apreciar en la esquina noreste del crucero que forman las calles
de Bruno Martínez y Negrete.
El carruaje que llevaba al presidente Benito Juárez, arribó al histórico lugar,
el 15 de septiembre de 1864, en medio de una polvareda levantada por aquel
tropel de civiles y militares errabundos. Los vecinos y los trabajadores de la
hacienda ya esperaban al primer mandatario, a quien se le dio alojamiento
junto a sus ministros en la casa grande, ubicada frente a la capilla; el grupo
de militares del Batallón de Guanajuato –encargado de garantizar la
seguridad de Juárez- fue instalado en el interior del templo. El gris crepúsculo
del desierto con sus rojizas nubes preludiaba el final de la jornada, el fresco
del atardecer desplazó, al quemante calor del día, aquella vasta estepa
pronto sería cubierta por los oscuros telares de la noche y sus argentíferos
luceros; las mujeres del lugar se aprestaron a preparar la cena a sus
huéspedes. (México a Través de los Siglos. Autor: Vicente Riva Palacio.
Gráfica Impresora Mexicana. México, 1984).
Funcionarios olvidadizos
Después de cenar, Juárez se despidió de sus acompañantes y sus anfitriones
para retirarse a dormir y reanudar al día siguiente la marcha a la Villa de los
Cinco Señores (Nazas, Durango), donde ya era esperado por sus habitantes.
Minutos antes de la medianoche, el presidente y sus ministros escucharon
un agitado vocerío que interrumpió el silencio nocturno, llenos de curiosa
alarma se aprestaron a indagar el origen de aquel barullo; no fuera a ser que
117
la tropa se estuviese insubordinando. El mandatario ordenó, al ministro
poeta, que fuera a inquirir el porqué andaba tan alborotada la gente y la tropa.
José Guillermo Ramón Antonio Agustín Prieto Pradillo, se apersonó ante el
gentío vociferante, nervioso y desconfiado inquirió a los soldados cuál era el
origen de esa alharaca.
-¿Qué es eso muchachos? ¿Qué buscan?
-Miren, -dijo un militar.
-‘Haiga’ -exclamó uno- ¿pues qué no sabe el día en que vive?
-¿Pues qué sucede?
-Que esta noche es la noche del Grito. ¿Qué nada le dice su corazón?
-Cierto hijo, -exclamó Prieto avergonzado de su olvido-.
-Noche divina, güero, la noche del Tata Cura Hidalgo.
-¡Bravo dolor… eso de dejar de celebrar el Grito…! ¡Si todavía nos
acobijamos con la Patria!
-¡Tiene razón! –concluyó el ministro de Juárez.
Prieto retornó veloz a la casa grande de la hacienda para informar el motivo
de aquel jolgorio a Juárez y su comitiva. Al ser enterado, el Presidente
también manifestó con pena haber olvidado la significativa fecha de la noche
del Grito libertario de Miguel Hidalgo, en Dolores, Guanajuato, en 1810. De
inmediato, el Indio de Guelatao giró instrucciones a sus colaboradores para
que lo acompañaran al exterior de la finca, a fin de atender la convocatoria
que le demandaba aquel gentío del que bullía un genuino y sincero
sentimiento patriótico. El grupo de funcionarios se plantó ante los moradores
de Pedriceña y la soldadesca, el inesperado festejo requería las voces del
Presidente y de algunos de sus funcionarios, para vitorear con ánimo a los
héroes de la Independencia de México.
Benito Juárez, narró el escritor y periodista Victoriano Salado Álvarez:
“Estaba en pie, metido dentro de un capotillo con esclavina que le daba
aspecto clerical… Negrete acababa de sacar de su baúl un riquísimo zarape
(sic) del Saltillo, verde, blanco y rojo, con su águila respectiva parada en el
nopal, destrozando a la víbora que yacía vencida y sojuzgada.”
118
El aborigen patriarca de aquella falange errante, hizo uso de la palabra y
exaltó a los próceres que iniciaron la lucha libertaria de 1810, convocó a los
presentes a seguir peleando con valentía para defender la soberanía
mexicana que se encontraba amenazada ante el invasor francés; la
concurrencia aplaudió las frases presidenciales, y reclamó la presencia de un
orador que disertara con emotivas palabras para encender el alma patriótica
de la concurrencia. Acto seguido se escuchó el vibrátil grito de un
espontáneo:
-¡Arriba el güero!
-¡Sí, sí arriba el güero! ¡Que nos diga algo…!
-¡Arriba, arriba Guillermo!
-Pero… pero si no tengo nada preparado… -contestó el ministro-.
-¿Qué preparación se necesita para decir algo a estas gentes de buena
voluntad?, dijo un miembro del séquito presidencial.
La elocuencia de Guillermo Prieto
Al que fuera destacado político, escritor y periodista del diario liberal El Siglo
XIX, donde firmara sus colaboraciones con el seudónimo Fidel, no le quedó
otra alternativa que apersonarse ante el populacho ávido de escuchar sus
disertaciones.
Brillante tribuno, poseedor del poder de la palabra, seductor de masas y
laureado en 1890 como el poeta más popular de México, Prieto concluyó su
cívico discurso ante los vecinos de Pedriceña y las tropas republicanas, así:
“La patria es sentirnos y hacernos dueños, amplios y grandes con nuestro
cielo y nuestros campos, con nuestras montañas y nuestros lagos; es nuestra
asimilación con el aire y con los luceros, ya nuestros; es que la tierra nos
duela como carne y que el sol nos alumbre como si trajera en sus rayos
nuestro nombre y el de nuestros padres. Decir patria es decir amor y sentir el
beso de nuestra madre, las caricias de nuestros hijos y la luz del alma de la
mujer que dice: ‘yo te amo’. Y esa madre sufre y nos llama para que la
libertemos de la infamia y de los ultrajes de extranjeros y traidores”.
119
La fuerza expresiva de Guillermo Prieto se adueñó de la noche, su mensaje
caló en los corazones de sus interlocutores, los rostros de los lugareños entre
los que había niños, mujeres y ancianos, delataron emotivo júbilo. De él, dijo
Ignacio Manuel Altamirano: “Cuando el pueblo lo ve aparecer en la tribuna
cívica, o en medio de la plaza pública, o ponerse en pie en cualquier altura,
se agrupa, se arremolina en torno a él, se calla y escucha conmovido de
antemano, porque aquella figura que ve alzarse es la del bardo que canta
sus dolores o sus esperanzas…”
Prieto el orador fue ovacionado con entusiasmo por sus escuchas, sus
palabras vibrantes gratificaron el alma de Juárez y sus acompañantes
quienes eufóricos se fueron sobre él para colmarlo de felicitaciones.
Así los emocionó el hombre que tuvo infancia huérfana, probó las penurias
de la vida, vivió y murió como impoluto funcionario con la decorosa sencillez
de su salario. (Las Herencias Ocultas. De la Reforma Liberal del siglo XIX.
Autor: Carlos Monsiváis. Litográfica Ingramex, S.A. de C.V. México, 2006).
Una verbena en el desierto
Cuentan las crónicas de la época que el clima que imperó durante la histórica
noche del 15 de septiembre de 1864, en la hacienda de San Juan de la Noria
Pedriceña, fue benigno. El cielo despejado dejó que la luz de la luna tendiera
su ropaje de plata sobre el paisaje nocturno del desierto duranguense, las
fúlgidas estrellas clavadas sobre la bóveda celeste eran incontables, en la
lejanía se divisaban las oscuras siluetas de las montañas que parecían
dormidas en la quietud de la noche; una refrescante ventisca y la algarabía
de los vecinos, templó las bélicas pasiones de los republicanos
trashumantes. Después del Grito y los discursos pronunciados, fue
encendida una gran fogata que iluminó al río humano, al caserío de la
hacienda y la fachada de su vetusta capilla novohispana; el súbito convite se
transformó en una verbena popular en el yermo terruño de Pedriceña.
Los celebrantes olvidaron, por unas horas, los angustiosos y trágicos
acontecimientos de la guerra contra el Ejército Francés y los conservadores;
120
Salado Álvarez llamaba a los últimos “ranas pidiendo rey”. La grave voz de
una tambora y las cuerdas de un chillante violín, interpretaron canciones
mexicanas, hombres y mujeres bailaron danzas y jarabes vernáculos.
Juárez y sus funcionarios se habían retirado a sus aposentos, hasta la
ventana de su habitación se presentó el bullanguero gentío que seguía la
fiesta y con la música de la melodía La Paloma, cantó así:
“Si a tu ventana llega un papelito.
Ábrelo con cariño,
que es de Benito;
Mira que te precura felicidá,
Mira que le acompaña la libertá.”
Juárez y sus correligionarios quedaron satisfechos por el espíritu patriota que
demostraron todos los participantes en aquel inesperado evento. Brotó de la
espontaneidad, de la improvisación, de lo imprevisto; fue una fiesta de la
mexicanidad que protagonizaron la falange republicana peregrina y los
habitantes del yermo terruño de Pedriceña, histórico suceso que quedó
anotado en las páginas de la historia nacional. (Episodios Nacionales
Mexicanos. Autor: Victoriano Salado Álvarez. Fondo de Cultura Económica.
México, 1984).21
21
DERAS TORRES, DOMINGO. “El histórico Grito de Pedriceña, 1864”, en: El Siglo de Torreón, Torreón,
Coahuila, 16 de septiembre de 2011,
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/660966.el-historico-grito-de-pedricena-de-1864.html
121
Ex Hacienda de San Juan de la Noria Pedriceña, municipio de Cuencamé, actual
museo, donde Benito Juárez dio el Grito de Independencia, el 15 de septiembre de
1864
Placa conmemorativa, en la Ex Hacienda de San Juan de la Noria Pedriceña,
municipio de Cuencamé, actual museo, donde Benito Juárez dio el Grito de
Independencia, el 15 de septiembre de 1864
122
Capilla de la Ex Hacienda de San Juan de la Noria Pedriceña, donde se alojó el
Batallón Guanajuato y donde, en 1864, Juárez celebró la humilde pero digna
ceremonia del Grito de Independencia
Al día siguiente, 16 de septiembre en la Hacienda de Guadalupe del Sobaco la tropa
que acompañó a la República itinerante, celebró la parada militar de festejo de la
soberanía mexicana. El mismo Domingo Deras escribió un sentido ensayo patriótico
sobre el asunto:
Benito Juárez, en una ranchería de Nazas, Durango
El festejo presidencial del Día de la Independencia de México, en 1864, se
celebró en una pequeña localidad rural del Estado de Durango. Fue en la
hacienda Guadalupe del Sobaco (hoy Santa Teresa de la Uña), cercana a la
población de Nazas (entonces Villa de los Cinco Señores), donde el
presidente Benito Juárez, sus ministros, sus tropas y los vecinos del lugar,
celebraron la conmemorativa fecha en improvisada ceremonia; se verificó,
como lo dijera el escritor José Fuentes Mares: "Cuando México se refugió en
123
el desierto". Las contundentes y vibrátiles frases pronunciadas por el
abogado-poeta Guillermo Prieto, atizaron los sentimientos patrióticos de los
participantes en el informal pero relevante evento, inmarcesible noticia del
pasado; corrían los azarosos días de la invasión francesa a nuestro país que
apoyaba al Imperio de Maximiliano. Si Durango es tierra rica en historias y
leyendas, este acontecimiento que se suscitó en un rincón de su geografía,
marcó un capítulo con argumento de novela histórica, donde los actores
estelares fueron los liberales perseguidos, drama que concluyó con la victoria
republicana y que los llevó del heroísmo a la inmortalidad.
Juárez arriba a la hacienda Guadalupe del Sobaco
Después de haber pernoctado un día antes, el 15 de septiembre de 1864, en
la hacienda San Juan de la Noria Pedriceña donde el presidente Benito
Juárez (1806-1872), dio el Grito de Independencia, frente a la capilla
novohispana del lugar, ante sus leales acompañantes y los lugareños, la
falange que representaba a la república errabunda se dispuso durante la
mañana del día siguiente a reanudar la marcha hacia la hacienda Guadalupe
del Sobaco (ahora en ruinas), cercana a la población de Nazas.
Las últimas noticias que recibió el presidente Juárez sobre el avance de las
tropas francesas eran alarmantes. No quedaba otra alternativa que seguir la
estratégica retirada rumbo al norte del país, la institución republicana corría
peligro ante el acoso del invasor y quedaría como puerta de escape -recurso
final- la frontera con los Estados Unidos; fue Paso del Norte (hoy Ciudad
Juárez), la última de las poblaciones donde se refugiaron los liberales
defensores de la Constitución de 1857. (México a Través de los Siglos. Autor:
Vicente Rivapalacio. Editorial Cumbre, S. A. México, 1984).
El histórico tránsito de Juárez por las tierras de Durango, entre otras
entidades, causó alborozo, curiosidad y sorpresa. Los presidentes del México
del siglo XIX discurrían la mayor parte de su vida pública y privada entre las
habitaciones y los patios del Palacio Nacional, porque ahí, además de
gobernar, vivían acompañados de su familia. Eran rarísimas las ocasiones
124
en que salían fuera de la ciudad de México a visitar alguna población de la
República; ello sucedía generalmente por situaciones de guerra o presiones
políticas. Cuando se hablaba del primer mandatario en las regiones
recónditas del territorio nacional, era como si se citara a un personaje
producto de la fantasía, un ser irreal bordado en los telares de la ficción;
impensable era conocer de carne y hueso a un presidente.
Juárez, quien durante su mandato presidencial acostumbró ser acompañado
por una comitiva austera y sencilla, en contraste con los presidentes de las
épocas priísta y panista, que siempre son seguidos de innúmeros cortesanos
con cargo al erario, hizo su entrada al caserío de la hacienda Guadalupe del
Sobaco, a bordo de su carruaje negro, entre los ladridos de los perros y la
mirada inquisidora de sus habitantes. (Las Herencias Ocultas. De la Reforma
Liberal del Siglo XIX. Autor: Carlos Monsiváis. Segunda edición. Impreso por
Litográfica Ingrames, S.A. de C.V. México, 2006).
El ministro José María Iglesias (1823-1891), fue uno de los primeros en
descender de los dos vehículos que eran custodiados por el Batallón de
Guanajuato, empezaba a caer la tarde cuando se dirigió a la casa grande de
la hacienda a solicitar les permitieran pasar la noche para continuar, al día
siguiente, el viaje a Nazas. Venían procedentes de los áridos semidesiertos
de Coahuila y Durango, donde las ígneas resolanas aguijonean la piel y el
calor soporífero agota la paciencia de los viajeros, la fatiga les reclamaba
descanso. Preguntó por el encargado de la finca rural, le informaron que no
se encontraba y llamaron a la esposa del mismo, Guadalupe era su nombre.
José María Iglesias, huérfano de padre a temprana edad de su vida; como lo
fueron sus correligionarios Benito Juárez, Guillermo Prieto, José María
Lafragua y Porfirio Díaz; y quien fuera el incorrupto y tenaz liberal que dijo:
"O soy representante de la legalidad o no soy ni quiero ser nada". Efímero
presidente de la República por casi tres meses (del 28 de diciembre de 1876
al 15 de marzo de 1877), quien al volver del destierro rechazara los altos
cargos que le ofreciera el gobierno porfirista que lo arrojó del poder y luego
125
abriera su despacho de abogado, respetuoso se presentó ante doña
Guadalupe, y le dijo:
-Dispense usted, señora, vengo a hacerle una súplica.
-Pase usted, caballero. ¿Usted es el señor Iglesias?
-Sí señora, para servir a usted.
-Siéntese usted y mande lo que guste, que para eso estoy, para servir a tan
buenas personas.
-Gracias, muchas gracias.
El ministro Iglesias acompañó sus palabras con una exquisita sonrisa y una
discreta reverencia.
-Conque diga usted, caballero.
-Le suplico tenga la bondad de ofrecer en persona la mejor habitación que
pueda usted facilitarnos para el señor Presidente de la República.
-Con mucho gusto. Mire usted, aquella pieza que está en el rincón es la
mejor, y tiene dos camas.
-Está bien; entonces esa pieza que sea para el señor Presidente y don
Guillermo Prieto.
-¿Y, cómo? ¿También está aquí don Guillermo Prieto? ¿El poeta?
-Sí, señora, el poeta.
-¡Magnífico! Ya conocí a don Benito, ahora tendré el gusto de conocer a don
Guillermo.
-Yo tendré el gusto de presentarle a tan buen amigo.
-Gracias, señor Iglesias.
Mientras sucedía el diálogo entre Iglesias y la anfitriona, la soldadesca había
pedido permiso a sus superiores para tomar un refrescante baño en las aguas
del Nazas antes que anocheciera, los militares tenían días que no se aseaban
y ansiaban erradicar de sus cuerpos el terroso sudor seco de los polvorientos
caminos transitados. Como escuincles juguetones los integrantes de la tropa
se lanzaron al río, se zambullían y nadaban a placer entre gritos y sonrisas,
era un feliz paréntesis ante el amenazante avance del ejército francés.
126
Doña Guadalupe, en compañía de las mujeres del lugar, dispuso organizar
la cena a tan importantes huéspedes. Ardía y tronaba la leña en la rústica
estufa, las humeantes cazuelas despedían el olor de los sugestivos guisos
que desataron el apetito de los visitantes, la masa de maíz se transformó en
infinidad de tortillas que invadieron los calientes comales, la loza y los
cubiertos ya lucían dispuestos sobre la mesa vestida por un albo mantel; eran
cerca de las ocho de la noche cuando Juárez, y sus principales
colaboradores, iniciaron el refrigerio.
Concluido el convite, el presidente invitó a los comensales a salir al patio de
la hacienda para desarrollar una ceremonia junto con la tropa y los vecinos,
a fin de celebrar durante las últimas horas de aquel 16 de septiembre de
1864, la Independencia de México. Instalaron una mesa y sillas a la
intemperie, se improvisó un templete con otra mesa donde subiría a
pronunciar un discurso algún disertador, se requeriría la emotiva voz de un
orador elocuente que exaltara a los héroes nacionales; así lo ameritaba la
crítica situación de la república y sus defensores.
El vibrante discurso de Guillermo Prieto
El Benemérito de las Américas ocupó el asiento principal del presídium. A su
lado se instalaron sus principales colaboradores como José María Iglesias,
Sebastián Lerdo de Tejada, Guillermo Prieto y Manuel Ruiz.
Juárez le pidió a Guillermo Prieto que pronunciara unas palabras alusivas al
movimiento libertario convocado por el cura Miguel Hidalgo y Costilla, durante
la madrugada del 16 de septiembre de 1810, en Dolores, Guanajuato. El
erudito prosista y poeta se posicionó frente al expectante gentío que, en
solemne silencio, aguardaba atento a escuchar sus palabras.
Prieto, periodista polémico que fundara junto con Ignacio Ramírez, en 1845,
el periódico Don Simplicio de línea crítica y burlesca donde publicó incisivos
escritos por los que fue encarcelado. Activo colaborador de los impresos de
línea liberal El Siglo XIX y La Orquesta, y director del periódico oficial juarista
127
durante la travesía peregrina hacia Paso del Norte, expresó en algunos
pasajes de su discurso:
"La patria es inmortal, es grande, es divina y en estos momentos, vos señor
presidente, representáis a la nación con firmeza y justicia, con vuestra fe y
abnegación, con vuestros sacrificios y esperanzas… La independencia es el
legado más cuantioso de nuestro padres, por eso luchamos por ella…
Aquí tenemos al hijo predilecto de la Patria, a su salvador, al gran Juárez que
no desfallece porque es de bronce, porque es como la robusta encina que no
tiembla ante los embates de la tempestad, como esas montañas que
soportan impasibles las descargas fulmíneas de los rayos…"
Brillante predicador que tenía el don de magnetizar a las masas que lo
escuchaban, Prieto hilvanó emotivas frases a la velocidad de su inteligente
imaginación, si había que elevar los ánimos patrióticos de sus oyentes estaba
en el día, lugar y momento precisos; supo hacer derroche de su efusivo y
talentoso verbo. El espectáculo nocturno de la campiña duranguense fue el
bello escenario natural de aquel popular evento iluminado por los plateados
rayos del astro Selene, la serpiente acuífera del río Nazas se divisaba al norte
del caserío de la hacienda en su silente y milenario trayecto hacia tierras
coahuilenses, las ramas de los frondosos árboles de sus riberas eran
mecidas por el céfiro de la noche; parecían tributar un alegre saludo al orador
y sus escuchas. Para concluir su alocución, el autor de la Musa Callejera
volteó su dominante mirada hacia los miembros de la tropa y sus jefes, a
quienes con tronante voz les expresó:
"Vosotros, soldados de la República, sed grandes en la prueba, estoicos en
el sufrimiento, valientes en la pelea, serenos en la derrota; mañana, al lucir
el nuevo sol de nuestros triunfos, seréis proclamados los heroicos, los
grandes, los vencedores ¡¡Vivan los chinacos!!" (Episodios Históricos de la
Guerra de Intervención y del II Imperio. Autor: Victoriano D. Báez. Primera
edición. Editor: Julián Soto. Talleres tipográficos de Julián Soto. Oaxaca,
1907).
128
Juárez, disparado se levantó de su asiento entre los desbordantes hurras y
aplausos del populacho, alborozado se dirigió a Prieto a quien abrazó y
felicitó por sus palabras sahumadas de patriotismo. Así los arrobó el que
fuera liberal de modesto vivir, honrado funcionario, bibliófilo obsesivo y
prolífico literato.
El evento, inventariado en las obras de Iglesias
José María Iglesias, años después, escribiría sus interesantes crónicas sobre
la Segunda Guerra de Intervención Francesa en México a petición del general
Manuel Doblado. En uno de los capítulos de esta edición, redactó con
amenidad el relato de esa histórica noche del 16 de septiembre de 1864 de
la que fue coprotagonista, he aquí un fragmento de su reseña:
"La solemnidad del acto fue grandiosa por su sencillez. Las montañas que
limitaban el horizonte se elevaban majestuosas, como testigos mudos de
aquel imponente espectáculo. La luna, saliendo de entre unas nubes que la
habían ocultado poco antes, rielaba sobre el Nazas, que corría a poca
distancia. El cuadro de los concurrentes, formado junto a la puerta de la
hacienda se componía del gobierno, de la escasa cuanto leal comitiva que lo
ha acompañado en su tercera peregrinación, de los soldados del Batallón de
Guanajuato y del cuerpo de carabineros a caballo, fiel escolta del supremo
magistrado de la nación, y de los sencillos habitantes de la hacienda, que por
primera vez sin duda asistían a un acto semejante…" (Revistas Históricas
sobre la Intervención Francesa en México. Autor: José María Iglesias. Edición
de Conaculta. México, 1991).22
22
DERAS TORRES, DOMINGO. “16 de septiembre de 1864. Benito Juárez en una ranchería de Nazas, Durango”,
en:
El
Siglo
de
Torreón,
domingo
16
de
septiembre
de
2012.
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/787314.siglos-de-historia.html
129
Dos imágenes del monumento conmemorativo a la estancia del presidente don
Benito Juárez en la Hacienda de Guadalupe del Sobaco, hoy Santa Teresa de la
Uña, municipio de Nazas donde, el 16 de septiembre de 1864, los republicanos
juaristas celebraron el emotivo desfile conmemorativo a la Independencia nacional
130
El 17 de septiembre de 1864, el presidente Benito Juárez junto con su gobierno
republicano itinerante, arribó a Cinco Señores, hoy Nazas, Durango, atendiendo a
la invitación de los habitantes del lugar, quienes nunca en su vida habían visto a un
presidente de a deveras.
Los durangueños de Nazas ofrecieron lo mejor que tenían al representante de la
República Mexicana y por conveniencia y seguridad, el gabinete republicano
perseguido, se decidió esperar allí el resultado de las acciones emprendidas por el
1er Cuerpo del Ejército de Occidente.
Casa de Nazas en donde se hospedó Benito Juárez, en septiembre de 1864
En Nazas, Juárez recibió la noticia de la tragedia bélica de la Batalla de Majoma,
del 21 de septiembre de 1864, completamente contraria a las armas nacionales, así
131
como las decisiones de los generales González Ortega y Patoni, en el sentido de
desbandar a la tropa por la imposibilidad de conseguir recursos para mantener la
guerra. Todo ello sin consultar al jefe del poder ejecutivo de la nación. Ante la
situación, indignado, Juárez destituyó del mando a González Ortega y ordenó que
el tlaxcalteca Antonio Carbajal23 y el cubano Manuel Quesada ocuparan el mando
militar. De la misma manera Carbajal recibió el cargo de gobernador republicano de
Durango, en sustitución del general José María Patoni, quien fue encargado de
diversas comisiones de índole militar. Poco después, el cargo de gobernador de
Durango, fue asignado a Manuel Quesada, toda vez que Carbajal solicitó permiso,
para atender asuntos personales.
Con la derrota de los republicanos en Majoma, las tropas francesas tuvieron el
camino franco hacia Nazas, por lo que los Poderes de la República se vieron
obligados a reiniciar la trashumancia. Así, para el día 26 de septiembre, con breves
descansos en Boca del Cobre (Hoy San Luis del Cordero) y San Pedro del Gallo,
Juárez se encontró en la Hacienda de La Zarca, municipio de Hidalgo.
El motín en La Zarca
En lo que fue tal vez el peor episodio de la Historia de la República Mexicana; en la
Hacienda de La Zarca, los soldados del 2º Batallón de Guardia Nacional del Estado
de Guanajuato, que custodiaba al gabinete errante republicano, dadas las muy
precarias condiciones de avituallamiento de guerra y boca, así como las largas y
penosas jornadas que tenían que recorrer, sin contar con la amenaza constante de
la cercanía de los apaches y los enemigos nacionales y extranjeros, se amotinaron,
azuzados por algunos sargentos. En la situación, la determinante actitud y conducta
del general Miguel Negrete, el coronel Pedro Meoqui Mañón, así como del teniente
23
Antonio Carbajal. Nació en San Pablo Apetitlán, Tlaxcala, el año de 1820 (circa). Como militar liberal participó
en el Plan de Ayutla y en la Guerra de Reforma. Durante la intervención Francesa hizo campaña en El Bajío y
el Occidente, siendo uno de los generales chinacos más famosos. Marchó al norte con la caravana republicana
del presidente don Benito Juárez y tras la derrota de Majoma, fue comisionado como gobernador del estado
de Durango. En febrero de 1865, durante la persecución francesa de la República en Chihuahua, Carbajal se
reconcentró en Guadalupe y Calvo, de donde pasó a la ciudad de Chihuahua. En octubre de ese año marchó
al extranjero para poner a salvo a su familia. A su regreso se le comisionó a combatir con el Ejército de Oriente.
Alcanzó el grado de general de brigada, en noviembre de 1867. Murió en la ciudad de México en el año de
1872.
132
coronel Pedro Yépez, entre otros oficiales, logró controlar el motín, se evitó la
desbandada y las deserciones, al tiempo que los instigadores del motín fueron
juzgados sumariamente y fusilados en el mismo lugar.
En premio a la conducta leal y patriótica de los jefes y oficiales, el 31 de octubre
siguiente, el Gobierno Nacional cambió el nombre al 2º Batallón de Guardia
Nacional del Estado de Guanajuato, por el de Batallón de Supremos Poderes.
El 28 de septiembre de 1864, Cerro Gordo o Comunidad de San Miguel de Cerro
Gordo, Hoy Villa Hidalgo, municipio de Hidalgo, fue el último punto durangueño en
el que se hospedó don Benito Juárez en su involuntario viaje de manutención moral
y física de la República perseguida en el desierto. La dotación de 35 sitios de ganado
mayor a la comunidad fue una de las acciones que Juárez hizo en su breve visita a
Cerro gordo. Al día siguiente, 29 de septiembre, el convoy republicano continuaría
su incierto y peligroso viaje por las extensas praderas del estado de Chihuahua.
133
134
VI. Los zuavos de Castagny contra los
partisanos republicanos
La labor del prefecto imperial Buenaventura González Saravia y Delgado de Nájera
fue, casi en su totalidad, en el sentido de convocar y realizar juntas en diversos
partidos del estado con la finalidad de lograr la declaración de adhesión de sus
notables al Gobierno Imperial de Maximiliano de Habsburgo. Otra labor del súbdito
Saravia se centró en la organización de fiestas con la concurrencia de la oficialidad
francesa y las familias de los ricos durangueños, en un poco afortunado intento de
imitación de las celebraciones realizadas en las cortes europeas.
En el ejercicio legítimo del poder, por parte de los republicanos, como ya se apuntó;
tras la derrota de Majoma, en sustitución del general José María Patoni, el
presidente Juárez había nombrado al general tlaxcalteca Antonio Carbajal como
gobernador y comandante militar de la entidad. Al final del año, Carbajal solicitó
licencia por motivos familiares y el republicano de origen cubano, Manuel de
Quesada y Loynaz24 ocupó el ejecutivo estatal republicano, en la trashumancia y
fuera de la capital del estado.
24
Manuel de Quesada y Loynaz (1833-1884). Militar cubano. Alcanzó los grados de general en el ejército de
México. General en jefe del Ejército Libertador de Cuba contra el colonialismo español. Nació en la ciudad de
Puerto Príncipe, en la actual provincia de Camagüey, el 29 de marzo de 1833. Se inició en los trabajos
conspirativos en su ciudad natal contra el colonialismo español, desempeñándose como agente de la Sociedad
Libertadora, vinculada al movimiento separatista que encabezaba el líder camagüeyano Joaquín de Agüero,
hasta la ejecución de este, el 12 de agosto de 1852. Tres años después se embarcó en una goleta rumbo a
Nueva York y de ahí pasó a México, donde se alistó en el ejército liberal con el grado de alférez. Ascendió en
su carrera militar hasta ser nombrado general de división y obtener el cargo de gobernador militar del estado
de Durango, en 1864, empleo que ejercería en otros estados de la República Mexicana. Acompañó la la
caravana republicana juarista en el desierto de Durango. Luchó contra la intervención Francesa hasta la
reinstauración de la República. Posteriormente fue uno de los principales dirigentes de la lucha por la
liberación de Cuba.
135
Imagen del cubano general Manuel de Quesada y Loynaz, quien fuera gobernador
republicano de Durango en 1864
En la reorganización de las tropas francesas de apoyo al Segundo Imperio
Mexicano, a principios de noviembre de 1864, el general Edmond L’Heriller fue
llamado para retornar a Francia junto con sus zuavos egipcios y argelinos.
El lugar de L’Heriller, en lo que se refiere al gobierno militar imperial del estado de
Durango, fue ocupado por el General Armand Alexandre de Castagny, cuyas tropas
arribaron a la capital del estado los días 10 y 11 de noviembre de 1864. Por su parte,
con mucha nostalgia, por haberse engreído y acostumbrado a los modos
durangueños, los hombres de L´Heriller, y él mismo, abandonaron definitivamente
la ciudad de Durango el 28 de noviembre.
El general Castagny tenía el encargo principal de combatir a los reductos y guerrillas
republicanas en los estados de Sinaloa y Durango, misión que de inmediato se
dedicó a cumplir.
136
Con variable suerte bélica en el estado de Sinaloa, los soldados franceses, aunque
combatían constantemente a los republicanos, no lograban acabar con su
persistencia guerrera en una serie de acciones de mar y tierra.
El General Armand Alexandre de Castagny con sus tropas, sustituyó a L´Heriller
en el mando militar de ocupación francesa de Durango en noviembre de 1864
El 21 de diciembre de 1864, en La Hacienda de Guadalupe, ubicada en el actual
municipio de Coronado, Chihuahua, en los límites con el estado de Durango, dos
Escuadrones de Cazadores de África, bajo las órdenes del teniente coronel Simone
137
Antoine Sauterot-Dupart, sorprendieron y derrotaron a una fuerza republicana,
integrada por 400 efectivos durangueños y chihuahuenses, bajo las órdenes del
coronel Manuel Ojinaga, el mayor Cayetano Sáenz Pardo y el coronel cubano
Manuel de Quesada y Loynaz. El saldo fue de 20 patriotas republicanos muertos;
de estos, fueron fusilados: el mayor Cayetano Sáenz Pardo, el capitán Antonio
Cortázar, el teniente Mariano Flores y cuatro soldados. Además, los franceses se
llevaron prisionero a don Sotero de la Torre, secretario de gobierno de Durango. Los
invasores también hicieron 40 heridos y 20 prisioneros republicanos durangueños y
chihuahuenses; se apropiaron además de un cañón, armas y municiones. Tras la
refriega de la Hacienda de Guadalupe, Dupart continuó su labor de siega de
republicanos con destino a Río Florido.
Para el primer día de enero de 1865, la suerte llevó a los franceses de Castagny,
bajo las órdenes del coronel Isidoro Théodule Garnier a enfrentarse contra los
republicanos del general Ramón Corona, en el Espinazo del Diablo, en los límites
entre Sinaloa y Durango, en plena Sierra Madre Occidental. En el encuentro, tres
columnas francesas lograron Allanar las fortificaciones que los republicanos del
general Ramón Corona habían instalado para impedir el paso de los invasores. En
un extremo de crueldad, después de la refriega, Garnier ordenó el fusilamiento de
14 prisioneros republicanos, incluido un niño de 13 años, quien fungía como
escribiente de la secretaría de campaña de Corona. Actos como el anterior
intensificaron la barbarie y la ausencia de pundonor entre las tropas de ambos
bandos.
Ante la impotencia del Gobierno Imperial para acabar con la resistencia de las
guerrillas republicanas, para el Emperador Maximiliano, todo individuo alzado en
armas era simplemente un bandido. Por esta razón, Maximiliano publicó un decreto,
el 3 de octubre de 1865, en el que declaraba fuera de la ley a los guerrilleros que
seguían combatiendo al Imperio, y que todo hombre sorprendido con armas sería
remitido a las cortes marciales, para ser pasado por las armas dentro de las 24
horas después de su aprehensión. Paradójicamente esta ley, en lugar de disminuir
la resistencia republicana, provocó el incremento del número de grupos de
partisanos antiimperialistas en el país.
138
Las tropas imperiales del Coronel Isidoro Théodule Garnier, vencieron a los
republicanos de Ramón Corona en el Espinazo del Diablo
En marzo de 1865, de acuerdo con la Ley sobre División Territorial del Imperio
Mexicano, el mapa del estado de Durango quedó dividido en los departamentos de
Nazas y Durango.
A medida que la ocupación francesa iba mostrando el verdadero rostro del
colonialismo y la imposición, la opinión pública y los apoyos a favor de las tropas
imperialistas, por parte de los durangueños, iba mermando hasta que las relaciones
entre los parroquianos, las tropas y oficialidad francesa otrora cálidas, se fueron
transformando en indiferencia y distanciamiento, al tiempo que el hambre y las
consecuencias propias de los sufrimientos de la guerra, comenzaban a hacer
estragos entre la sociedad civil en todo el territorio estatal. Según el propio general
Castagny, en carta al general Bazaine: “La opinión flota incierta y uno no sabe a qué
atenerse. No ejerzo ya acción moral ni tengo ninguna influencia sobre los habitantes
139
de esta región porque no tienen confianza en nosotros y saben que están en
vísperas de que se les abandone.”
Mapa del estado de Durango dividido en los Departamentos de Durango y Nazas,
de acuerdo con la división política del Segundo Imperio
Al término de la Guerra de Secesión en los Estados Unidos, el 9 de abril de 1865,
con el triunfo de los Estados de la Unión sobre los Confederados, la correlación
internacional de fuerzas puso en jaque a la ocupación francesa en México. Así, el
peligro de que el Imperio Francés se viera involucrado en una guerra no deseada
contra los Estados Unidos, cuya política internacional estaba señalada por la
Doctrina Monroe,25 marcó las siguientes decisiones del emperador Napoleón III, que
25
La Doctrina Monroe, sintetizada en la frase “América para los americanos”, fue elaborada por John Quincy
Adams y atribuida a James Monroe en el año 1823. Establecía que cualquier intervención de los estados
europeos en América sería visto como un acto de agresión que requeriría la intervención de Estados Unidos.
La doctrina fue presentada por el presidente James Monroe durante su séptimo discurso al Congreso sobre el
140
afectaron directamente la relación de apoyo de las tropas francesas al Imperio
Mexicano de Maximiliano de Habsburgo.
Otros factores que intervinieron en la decisión de Napoleón III, en el sentido de
retirar el apoyo militar a Maximiliano fueron: la amenaza que, en Europa, significaba
la provocación bélica de Alemania a Francia. Las desavenencias entre el mariscal
Aquiles Bazaine, jefe de las tropas francesas y el emperador Maximiliano, así como
la evidente incapacidad de Maximiliano para consolidar la hegemonía, la legitimidad
y la legalidad de su poder imperial en México, al no poder transformar mentalmente
a los ciudadanos en súbditos.
A mediados de 1865, el general Aquiles Bazaine, jefe del ejército invasor,
reestructuró a los efectivos franceses en dos grandes mandos militares. El segundo
de ellos, con sede en la ciudad de Durango, bajo las órdenes del general Castagny
y con influencia en los estados de Zacatecas, Durango, San Luis Potosí, Sonora y
Sinaloa, en todos estos estados los franceses continuaron combatiendo sin
descanso a las guerrillas republicanas. En los meses siguientes la administración
de los movimientos de las tropas intervencionistas fue por demás errática.
Si no fueron muy buenos para atender las necesidades de la población, los
gabachos si supieron organizar jolgorios y fiestas de postín. El más afamado del
periodo de la ocupación fue el que se celebró en conmemoración del cumpleaños
del emperador Maximiliano el 15 de agosto de 1865. Otro baile famoso por lo
contradictorio del motivo de la celebración fue el de la independencia nacional, en
medio de la ocupación extranjera, el 15 de septiembre del mismo año, patrocinado
tal vez por el hacendado Juan Nepomuceno Flores. Repiques de campanas,
desfiles, guerras de flores, salvas de cañones, paradas militares, carros alegóricos,
bailes, serenatas, conciertos, funciones de ópera y de teatro, limosnas oficiales a
los
menesterosos,
Té
Deumes,
peregrinaciones,
banquetes,
ceremonias,
imposición de condecoraciones, verbenas en la Plaza Imperial (Plaza de Armas
republicana), entre otros, fueron los elementos que caracterizaron los festejos de
Estado de la Unión. Fue tomado inicialmente con dudas y posteriormente con entusiasmo. Fue un momento
definitorio en la política exterior de los Estados Unidos. La doctrina fue concebida por sus autores,
especialmente John Quincy Adams, como una proclamación de los Estados Unidos de su oposición al
colonialismo.
141
los súbditos del Imperio de Maximiliano en Durango. Otro jolgorio notable fue el
celebrado con motivo del onomástico de Napoleón III.
De las acciones de las súbditas del Imperio, se destaca el hecho de que las damas
ricas de Durango se organizaron y conformaron la Asociación de Damas de la
Caridad y obtuvieron, por parte de la emperatriz Carlota, los fondos suficientes para
abrir, el 28 de abril de 1866, el Hospicio de San Carlos, santo de la devoción de la
emperatriz, destinado a atender a los niños pobres. No se conoce otra obra de
índole social que hiciera el Gobierno Imperial en la entidad.
En octubre de 1865, los movimientos de las tropas de Brincourt y de Billot en el
estado de Chihuahua, ya evitaban el enfrentamiento bélico con los republicanos y
el presidente Benito Juárez aprovechaba el cambio de la situación internacional
para afianzar el gobierno de la República Mexicana y avanzar, con el gobierno
republicano trashumante, hacia el centro del país.
En octubre de 1865 Buenaventura González Saravia entregó la prefectura
departamental (gobierno) a Juan de Dios Palacio, quien ocupó el cargo hasta agosto
del año siguiente, posteriormente los mismos, junto con el doctor Felipe Pérez
Gavilán, se alternaron en la prefectura en los siguientes meses hasta septiembre
de 1866.
El 8 de noviembre de 1865, al concluir su mandato constitucional, el presidente
Benito Juárez publicó un decreto, en uso de las facultades extraordinarias que le
había otorgado el Congreso de la Unión ante la Invasión Francesa, en el que
declaraba que continuaría ocupando el poder ejecutivo de la nación republicana,
mientras las circunstancias especiales no permitieran organizar elecciones en el
país. Sin embargo, un grupo de republicanos sostuvo que debía asumir la
Presidencia de la República el Presidente de la Suprema Corte de Justicia, quien a
la sazón era el General
Jesús González Ortega. Patoni, junto con otros
republicanos, fue de esta opinión, contraria a la del Gobierno de Benito Juárez, por
lo que González Ortega y Patoni, entre otros republicanos dejaron el servicio y se
exiliaron a los Estados Unidos.
Ante esta situación, Juárez, redactó otro decreto en el que se acusó a González
Ortega del delito de abandono voluntario del puesto de Presidente de la Suprema
142
Corte de Justicia, en dicho texto se ordenaba su aprehensión para formarle juicio.
En lo político estos decretos juaristas representaron un grave momento de división
y merma de los partidarios de la República juarista.
Para los inicios de 1866, en los momentos más difíciles de la resistencia republicana
en el estado de Durango y atendiendo a la convocatoria de Benito Juárez, de
organizar guerrillas y combatir a los invasores, los grupos de partisanos patriotas
que operaban eran: En el norte de la entidad y cubriendo los municipios de Ocampo,
Hidalgo, El Oro, Indé, Guanaceví y San Bernardo, los dirigidos por los jefes: capitán
Sáenz Pardo, Manuel de Quesada y Loynaz, así como el entonces gobernador
republicano Antonio Carbajal. En la Región Lagunera, por las zonas de Mapimí,
Santa Rosa, Lerdo y San Juan de Guadalupe, los invasores eran hostigados por la
gente del jefe Jesús González Herrera, mientras que en la región de Cuencamé y
en la de Nombre de Dios, la bandera republicana era portada por los hombres de
Jesús Valdespino. En Tamazula, los invasores tenían que luchar contra los
guerrilleros del coronel Remedios Meza, mientras que en Santiago Papasquiaro y
Tepehuanes los republicanos eran dirigidos por Joaquín Lozoya. A su vez, los
guerreros del Ejército Francés combatían a los partisanos de Guadalupe J. Dolores
Colchado. Otro tanto hacían en Pueblo Nuevo en contra de los que mandaba Irineo
Niebla. Por su parte los patriotas partisanos de Nazas obedecían las órdenes de
Vicente Sarmiento.
143
Felipe Pérez Gavilán. Gobernador monarquista en 1866 e interino en 1897
144
Dos imágenes de Jesús González Herrera. Jefe guerrillero republicano de la
Región Lagunera
El 25 de mayo de 1866 los guerrilleros republicanos laguneros dirigidos por el jefe
Jesús González Herrera se enfrentaron contra las tropas francesas de Fresnillo y
fueron derrotados; en San Juan de Guadalupe, Durango y San Juan del Mezquital,
Zacatecas. Otro tanto sucedió al día siguiente; en esta ocasión con las acciones de
una columna ligera francesa que llegó a la zona, desde la ciudad de Durango.
Sobre la situación de las tropas de ocupación, en el año de 1866, José María
Iglesias escribió: “A pesar de encontrarse en Durango sin libertad para obrar, por la
presencia de una considerable fuerza francesa, casi todas las poblaciones del
estado se han levantado contra sus opresores. Con excepción de Nazas y Santiago
145
Papasquiaro, punto en los que los franceses se han concentrado, todos los demás
pueblos se han vuelto a proclamar la causa republicana.”26
El impasse de los plutócratas
En el periodo imperial y ante la incertidumbre sobre la permanencia de los gobiernos
republicano o imperial, los hacendados y empresarios de Durango, comportándose
en consecuencia, hicieron lo necesario para; sin violentar las normas y más bien
con prácticas legaloides y dilatorias, evitar la aplicación de la revisión de los
contratos hechos a consecuencia de la desamortización de bienes eclesiásticos, lo
cual perjudicaba a quienes habían invertido en la compra de los bienes
desamortizados. Inútiles resultaron los recursos interpuestos por el agente imperial
de la Administración de Bienes Nacionalizados en Durango, ante los bloqueos y del
impasse propiciado por las autoridades locales y, en su momento, por el mismo
Prefecto Imperial. En los tres años y medio del inestable Gobierno Imperial, el
Emperador Maximiliano no pudo imponer su poder legal sobre las propiedades de
sus súbditos; los conservadores ricos de Durango, dada la protección velada de las
autoridades durangueñas a sus propios intereses y los de sus socios, toda vez que
las acciones de índole notarial y catastral afectarían sobre todo a las propiedades
de los grandes latifundios durangueños.
Paulatinamente el poder de las tropas francesas mermaba y sus instrucciones,
desde el Gobierno Imperial francés, las limitaban a cuidar los corredores más
importantes, para asegurar su retirada con las menores pérdidas. La consecuente
serie de fracasos militares de los invasores decidió finalmente, a partir del 16 de
junio de 1866, que el Gobierno Francés de Napoleón III decidiera retirar su apoyo
al gobierno Imperial Mexicano, violando así los Tratados de Miramar que
comprometían el apoyo francés al Imperio Mexicano hasta su total consolidación.
El 8 de julio de 1866, la ciudad de Durango cumplió el Tercer Centenario de su
fundación bajo la ocupación francesa, cuya tropa estaba a punto de desalojar para
26
LOZOYA CIGARROA, MANUEL. Historia mínima de Durango, Durango, Ediciones Durango, 1995, p. 296.
146
siempre la Tierra de los Alacranes. No se tiene noticia de una celebración por la
mentada fecha.
El 4 de agosto de 1866 se inició la retirada de las tropas invasoras de la ciudad de
Durango, con rumbo a San Luis Potosí. Uno de los últimos partes de guerra
imperialistas, con protagonistas del Ejército Francés, refiere una acción en territorio
durangueño, que reza lo siguiente:
“Comandancia superior de Durango. Domingo 8 de septiembre de 1866. Sr.
Comisario Imperial: (…) en vuestro conocimiento un brillante triunfo obtenido
por las tropas francomexicanas, mandadas por el jefe de batallón Thoumini
de la Haulle, del 7º de línea.
355 cabecillas disidentes a las órdenes de Marcos Guerra, que habían
esperado nuestras tropas en Porfías, (municipio de Pánuco de Coronado)
han sido derrotadas completamente por el Primer Escuadrón de Cazadores
de África, su capitán Bischoff y por el Escuadrón Mexicano del comandante
Macías y perseguidos en su fuga hasta Santa Catalina, donde González
Herrera, que se encontraba allí con 125 hombres de caballería e infantería
se puso en precipitada fuga.
Los resultados de este hecho de armas son los siguientes: 1º de Cazadores
de África, un mariscal aposentador herido ligeramente, 4 caballos muertos y
dos heridos.
Disidentes, 45 hombres muertos, 60 heridos y gran número dispersos, 52
caballos, 27 sillas, 44 lanzas, 24 mosquetes y 5 fusiles tomados al enemigo.
La caballería mexicana ha rivalizado en ardor con los Cazadores de África y
el subteniente Cajén se ha conducido con brillante arrojo.”27
Para el día 3 de noviembre el último soldado del Ejército Francés de ocupación,
dejaba la Perla del Guadiana. Los efectivos franceses fueron sustituidos por
soldados imperialistas conservadores mexicanos integrados por un Batallón Mixto,
27
GARCÍA MAQUIVAR, JUAN RAMÓN. Intervención Francesa en Durango. 2ª parte (1864, 1865, 1866, 1867,
1868). COCyTED / Universidad Popular de Analco. S. / l., S. / F. p. 121.
147
compuesto por trescientos hombres, un escuadrón de cien hombres de caballería,
más el Batallón Imperial, conformado por seiscientos de tropa.
Los zuavos no fueron franceses
Como se ha mencionado, a diferencia de la oficialidad, en su mayoría, las tropas
invasoras no eran de nacionalidad francesa, sino zuavos argelinos y egipcios,
soldados belgas y mercenarios de la Legión Extranjera, así como soldados
imperialistas conservadores mexicanos. Lo anterior debido a una ley francesa que
prohibía a los ciudadanos franceses el participar como las tropas de invasión a otros
países. De allí que los gobiernos franceses se ocuparan en contratar u organizar
cuerpos militares, oficiales o mercenarios, regulares e irregulares, en los países
donde habían establecido colonias.
Zuavo; en francés: zouave, es el nombre que se le dio a ciertos regimientos de
infantería en el ejército francés, a partir de la década de 1830. Originarios de Argelia,
tanto el nombre como el uniforme distintivo de los zuavos se extendió por las fuerzas
armadas de Estados Unidos de América, Estados Pontificios, España, Brasil y el
Imperio Otomano. Sirvieron en la mayoría de las campañas militares del Ejército
Francés entre 1830 y 1962. La etimología es del francés zouave, que por su parte
deriva de la palabra bereber zwāwī, la cual es el gentilicio de la tribu zwāwa, la cual
aportó soldados mercenarios.
A Durango, además de los oficiales; de nombres y apellidos franceses, arribaron
como soldados mercenarios intervencionistas de ocupación, sobre todo tropas de
efectivos argelinos. Es decir que la invasión francesa a Durango fue efectuada, en
su mayoría, por soldados mercenarios africanos. Esta situación echa por tierra la
famosa conseja francófila y racista, muy difundida en el imaginario colectivo
conservador durangueño, en el sentido de que un cuerpo de soldados del Ejército
Francés de ocupación; nunca se especifica qué cuerpo, se perdió en la región de
Santiago Papasquiaro. Se daba por hecho que los soldados del Ejército Francés;
todos, eran altos, güeros y tan guapos como modelos de revista. Cabe la aclaración
de que también existen muchos, muchísimos franceses panzones, chaparros y feos;
aparte de que no tenían la costumbre de bañarse. En la conseja durangueña, los
148
imaginarios apuestos soldados franceses; nunca africanos, emparentaron de
inmediato con las damas de la zona, por lo cual, desde entonces, las muchachas
de Santiago Papasquiaro, en su mayoría, son güeras y muy bellas. Cuestión de
gustos.
Lo anterior implicaría que los franceses; que no africanos, al perderse en Santiago
Papasquiaro, más que guapos, serían muy tontos, por perderse en un lugar de fácil
acceso, al tiempo que los mexicanos, en general, seríamos muy feos y que los
invasores que llegaron a esa región eran, además de franceses; altos, güeros y
guapos. La conseja se ha esparcido tanto, que hay quien la narra como verdad
absoluta e incuestionable.
En la Intervención Francesa también se construyó la famosa leyenda de La Monja
de Catedral de Durango, en la que; Beatriz, una bella joven citadina durangueña, se
entrega amorosamente a los brazos de un alto, guapo y güero capitán francés,
mientras se encarga de atenderlo de una herida de la que ha sido víctima. Cuando
el capitán se recupera, éste regresa a sus deberes militares. Por su parte, la familia
de Beatriz, al percatarse de su arrebatado desliz amoroso, la recluye en un
convento. La novicia, al enterarse de que espera un hijo de su amado capitán, sube
todos los días a la torre del campanario de la Catedral y mira hacia la sierra, en
espera del regreso de su querido, quien ha sucumbido en la guerra y se le presenta
en espíritu orillándola a que se arroje de la torre hacia el piso, donde inevitablemente
la bella monja encuentra la muerte.
Desde entonces, el alma en pena de la monja, en todas las noches de luna llena,
sigue asomándose a la torre hasta hoy día y los asombrados turistas la pueden
observar, si se sitúan en el costado poniente de la Catedral, aprovechando el efecto
óptico que, por una suerte de luces y sombras, produce una imagen fantasmal
parecida a la silueta de una monja, con la proyección de la luz de la Luna sobre las
canteras labradas del campanario.
Ahora, con la iluminación que ex profeso se ha diseñado e instalado en el lugar, la
amigable imagen virtual del fantasma de la monja es visible en cualquier día del
año.
149
Los últimos súbditos del 2º Imperio Mexicano
Mientras el Imperio de Maximiliano se sostenía solamente con los súbditos
nacionales y sin el apoyo francés, los republicanos se rehacían rápidamente,
logrando armar y aumentar los efectivos de su ejército con la ayuda de armas y
municiones que empezaron a recibir de los Estados Unidos. Es de destacar que
entre esas armas ya se encontraban los rifles de repetición que fueron
determinantes para el triunfo de los estados de la Unión en la Guerra de Secesión.
Por su parte los jefes republicanos que se ubicaban en el estado: Silvestre Aranda,
el legendario Francisco Otálora Arce, Jesús González Herrera y Miguel Auza
integraron sus tropas para ocupar la ciudad de Durango. Tras un breve desacuerdo
se nombró como jefe militar de los republicanos a José María Pereyra.
28
Ante el incontenible avance de los republicanos triunfantes y sin el apoyo de los
franceses, los monarquistas conservadores nacionales optaron por abandonar la
ciudad de Durango en los últimos días de noviembre de 1866. De manera
inexorable, los otrora súbditos durangueños del Segundo Imperio Mexicano de
Maximiliano de Habsburgo volvían a ser ciudadanos de la República Mexicana.
Inmediatamente después, las tropas republicanas dirigidas por el General Silvestre
Aranda ocuparon la capital del ahora de nuevo estado y el presidente Juárez
nombró a Aranda gobernador y comandante militar de la entidad. En su breve
gestión, el general Aranda procedió a imponer prisión, multas, préstamos forzosos
y confiscaciones a quienes habían sido colaboradores del Gobierno Imperial.
Algunas de los propietarios de las haciendas y fincas afectadas fueron las de:
Ramos, Guatimapé, La Sauceda, Navacoyán, Cacaria, El Ojo, Juana Guerra, San
Esteban, San Lorenzo Calderón, La Punta de los Padres, Labor de Guadalupe y
Atotonilco. Sin embargo, muchas de las acciones en contra los colaboracionistas
imperiales que realizó Aranda, dado el descontento generado entre la población,
fueron modificadas por el presidente Benito Juárez a su arribo a la ciudad, en el mes
de diciembre, al tiempo que Aranda fue cesado de su cargo, a partir del 31 de
diciembre de 1866.
28
El abogado y coronel republicano José María Pereyra, participó en diversos combates y fue gobernador de
Durango del 3 de febrero al 31 de agosto de 1869
150
El general jalisciense Francisco Otálora Arce, combatió a los franceses e
imperialistas mexicanos en Durango, en 1866.
General Silvestre Aranda, gobernador de Durango al momento de la
reinstauración del Gobierno Republicano, entre noviembre y diciembre de 1866
151
Historias colaterales
La expedición al Observatorio solar indígena de El Zape
El ingeniero y explorador Edmond Guillemin-Tarayre pisó tierra mexicana durante
la ocupación francesa, entre los años de 1864 y 1866; era un joven ambicioso que
formaba parte de la Expedition Scientifique du Mexique, empresa encargada de
estudiar el territorio y la historia nacionales para beneficio de las potencias
imperiales aliadas (Austria y Francia) y para avanzar en el conocimiento ilustrado y
positivista que se imponía en la época. Guillemin-Tarayre exploró la Baja California,
el Estado de México, Sonora, Sinaloa, Jalisco, Guanajuato, Zacatecas, Durango,
San Luis Potosí y otros estados. Sus escritos sobre arqueología, geografía y
antropología, costeados por la expedición, están reportados en los Archives (18671869) de la misma.
Un texto de Guillemin-Tarayre, sobre el Observatorio solar indígena de El Zape,
traducido por Orozco y Berra está fechado en 1866, en el escrito se incluye un plano
del observatorio y el plano, según asienta en sus Materiales para una cartografía
mexicana, le fue entregado a Orozco y Berra, por el Coronel Doutrelaine,
representante oficial de la Expedition ante México.
Conocedores de la erudición de Manuel Orozco y Berra en temas de historia
prehispánica, antes de atreverse a publicar el texto en los Archives, los miembros
de la Expedition deben haberlo consultado respecto al descubrimiento que se
atribuían de las ruinas de El Zape, municipio de
Guanaceví, cuyo diseño y
funcionalidad de las civilizaciones prehispánicas durangueñas, está relacionado con
los solsticios y los equinoccios. Orozco y Berra hizo notar que en la obra del jesuita
Francisco Javier Alegre, Historia de la Compañía de Jesús en la Nueva España, se
asentaba que en el Zape habían existido monumentos religiosos, cuyas piedras
fueron utilizadas para la edificación de la iglesia, información que Guillemin introdujo
en una nota al pie de página en el artículo terminado. Orozco y Berra, en este
manuscrito, cita los pasajes pertinentes del texto de Alegre.
152
Muro del Observatorio solar de El Zape
Penetración de los rayos solares en el Observatorio solar de El Zape, al mediodía
durante el solsticio de verano
153
Panorámica del Observatorio solar de El Zape durante el solsticio de invierno
154
Edmond Guillemin-Tarayre. Científico francés quien, en expedición, junto con la
Intervención Francesa, en 1866, dibujó el primer plano del Observatorio solar
indígena de El Zape
155
Plano y perfil de las ruinas arqueológicas de El Zape, levantado en 1866 por
Edmond Guillemin Tarayre (Esta copia es la reproducida en el libro de Historia de
Durango de Arnulfo Ochoa Reyna)
Otra imagen del mismo plano obtenida de la original de la expedición francesa
depositada en la mapoteca Orozco y Berra
156
José Fernando Ramírez. El infortunado colaboracionismo
ilustrado
El abogado, historiógrafo y político José Fernando Ramírez, nació el 5 de mayo de
1804 en la ciudad de Parral, Chihuahua, que entonces correspondía a la Nueva
Vizcaya. Muy pocos años tenía cuando sus padres se radicaron en la ciudad de
Durango, en donde hizo sus estudios y recibió el título de abogado, por lo que
siempre se consideró como durangueño. Desempeñó importantes cargos en la
judicatura; fue diputado al Congreso de la Unión en dos períodos, y la segunda vez,
en 1842, fue encargado de redactar el proyecto de Constitución Federal, que no se
discutió por haber sido disuelto aquel Congreso, pero al año siguiente formuló las
Bases Orgánicas como miembro de la Junta de Notables. En 1846 Ramírez resultó
electo senador y en el mismo año, después de varias otras comisiones, se le
encargó la Secretaría de Relaciones Exteriores en el gobierno de Valentín Gómez
Farías, cargo que desempeñó por un mes solamente.
Durante la Invasión Estadounidense, Ramírez demostró su patriotismo prestando
valiosos servicios, con su carácter de senador concurrió a las sesiones del
Congreso que se reunió en Querétaro, y formó parte de la Comisión encargada de
aprobar el Tratado de Paz con los Estados Unidos, retirándose después a Durango,
en donde volvió a desempeñar cargos en la Magistratura, y el de Rector del Colegio
de Abogados, hasta el año de 1851.
Sus actividades en la política no le impidieron dedicar su inteligencia a
investigaciones y estudios históricos, que son los que hicieron ilustre su nombre; su
gran biblioteca formada en Durango, la vendió al Gobierno del Estado, la que fue el
origen de la Biblioteca Pública, pero después en México formó una de las bibliotecas
más ricas en documentos y manuscritos antiguos que, con sus anotaciones,
sirvieron posteriormente a don Manuel Orozco y Berra y a don Alfredo Chavero, para
escribir sus obras sobre la historia antigua de México. Fue director del Museo
Nacional, autor de varios artículos que se publicaron en el Diccionario de Historia y
Geografía, y de muchas otras obras más, entre las que destacan: Noticias Históricas
y Estadísticas de Durango, Notas y Esclarecimientos de la Historia de la Conquista
de México de W. Prescott, Noticias de la vida y escritos de Fray Toribio de
157
Benavente y diversos trabajos bibliográficos. Sus estudios sobre Arqueología fueron
notables, y los de interpretación de códices han sido fundamentales, pues fijó las
bases para la lectura de los códices náhuas; todo lo cual hizo que, sin haber llegado
a escribir una historia completa, se le considere como el primero de los historiadores
durangueños. Desempeñó nuevamente la Secretaría de Relaciones en el Gabinete
de don Mariano Arista, por cerca de un año. Sus opiniones de liberal moderado lo
hicieron adherirse a la Revolución de Ayutla. En la Intervención Francesa se le
designó miembro de la Junta de Notables que debía elegir a Maximiliano como
Emperador de México, cargo que no aceptó; pero durante el Imperio desempeñó
nuevamente el puesto de Ministro de Relaciones, del 3 de junio de 1864 a octubre
de 1865, por lo cual, a la caída del Archiduque, Ramírez tuvo que emigrar del país.
El sabio durangueño falleció en Bonn, Alemania, el 4 de marzo de 1871.29
En los inicios del siglo XXI, la Universidad Nacional Autónoma de México, publicó
las obras completas de Fernando Ramírez en una edición especial.
29
ROUAIX, PASTOR. Diccionario Geográfico Histórico y Biográfico del Estado de Durango, México,
Instituto Panamericano de Geografía e Historia, Publicación # 80, 1946, 348 a 349.
158
Tres imágenes de José Fernando Ramírez quien, por ser Ministro de Relaciones
Exteriores del Segundo Imperio, a la caída de este, se vio obligado al exilio
159
160
Portadas de obras de José Fernando Ramírez
Ex Libris de José Fernando Ramírez
161
162
VII. El retorno del águila republicana
El día 17 de diciembre de 1866; un día después del inicio del retiro de las tropas
francesas del territorio nacional, vía el puerto de Veracruz, el convoy republicano de
Benito Juárez arribó al estado de Durango, precisamente a la Hacienda La Parida,
ubicada en el entonces partido de Indé, en el actual municipio de Hidalgo, en los
límites con el estado de Chihuahua. Sebastián Lerdo de Tejada, José María Iglesias
Inzurruaga, Ignacio Luis Antonio Mejía Fernández de Arteaga, entre otros,
integraban el digno y soberano gabinete móvil republicano.
El mismo día, El Batallón de Supremos Poderes, sin novedad, siguió con su leal
custodia republicana, esta vez en Cerro Gordo, actualmente Villa Hidalgo, municipio
de Hidalgo y en ese lugar Benito Juárez pasó la noche.
Al día siguiente, sin mayores contratiempos, los representantes de los poderes de
la Nación viajaron hacia la Hacienda de La Zarca, en el mismo municipio de Hidalgo,
donde descansaron y pernoctaron, en el casco de la hacienda, los días 18 y 19 de
diciembre de 1866.
El día 20 de diciembre se continuó la marcha y se arribó a Cinco Señores, actual
Nazas. El día siguiente se permaneció en Nazas, donde los funcionarios liberales
recibieron la noticia del triunfo de las fuerzas republicanas contra los imperialistas
conservadores nacionales en Matamoros, Tamaulipas.
El 22 de diciembre la caravana soberanista salió de Cinco Señores y llegó a
Pedriceña, municipio de Cuencamé, lugar en el que pasaron la noche.
El 23, el itinerario continuó mientras las carretas sufrían diversos desperfectos, con
los frecuentes problemas ocasionados por la mala calidad de los caminos de
herradura. En esta ocasión el presidente, los ministros y los soldados llegaron a
Yerbanís, municipio de Cuencamé.
El 24, de Yerbanís, los liberales republicanos, sin contratiempo cual ninguno,
alcanzaron a llegar a la Hacienda de Santa Catalina del Álamo, en el actual
municipio de Guadalupe Victoria, y allí pasaron la noche.
163
El 25 de diciembre de 1866, sin amenazas cercanas de los imperialistas, el gobierno
legítimo de México avanzó hasta la Hacienda de El Chorro.
Placa en Nazas que recuerda el paso de la Republica juarista, en 1864 y 1866
Placa en la casa de Nazas donde se hospedó Benito Juárez en 1866
164
Casa en que se hospedó don Benito Juárez en Nazas, en diciembre de 1866
El 26 de diciembre de 1866, en el largo periplo de la República trashumante, el
presidente Benito Juárez llegó a la ciudad de Durango. En el artículo titulado
Juárez, de Luis Subiría y Campa y citado por José Ignacio Gallegos, se da cuenta
de la entrada del líder republicano decimonónico a la Perla del Guadiana:
“El 26 de diciembre de 1866 don Benito Juárez, hizo su entrada a la ciudad de
Durango, donde fue recibido con entusiasmo y arcos triunfales; las principales
personas del Partido Liberal, salieron a encontrarlo a la Garita del Norte, donde
se formó un templete para darle la bienvenida y pronunciar discursos alusivos
al acto; las campanas se echaron a vuelo y la artillería de la plaza hizo los
honores de ordenanza, disparando veintiún cañonazos. La comitiva oficial entró
en elegantes coches y el pueblo, delirante, pretendió arrastrar la carretela
presidencial y quitarle los caballos, pero el señor Juárez, de manera suplicatoria
se opuso a ello.
165
La calle de mayor tráfico ha sido siempre la que hoy lleva el nombre de
Constitución y que en ese tiempo la apellidaban De los Conservadores, por
tener muchos de los connotados imperialistas sus residencias allí; la comisión
encargada del recibimiento no quiso que el presidente entrara por esa calle, sino
por la de Teresas, hoy Juárez. Al pasar por el lado oriente de la Plaza de Armas
se le extendió una gran bandera francesa, para que pasara sobre ella; al notarlo
don Benito, detuvo la carretela disgustado y ordenó que fuera levantado el
referido pabellón. Después se supo que la idea del hecho fue la señora Luz
Noriega de Arce, que había sido perseguida en la época de los franceses por
su labor patriótica a favor de la causa republicana; era esposa del general liberal
Francisco Otálora Arce. El séquito continuó y dio vuelta por la calle Real, hoy
calle de 5 de febrero, hacia la casa de Gobierno, donde se había preparado
alojamiento al presidente y sus acompañantes, que lo eran: el Licenciado José
María Iglesias, el General Ignacio Mejía, el General Francisco Ortiz de Zárate,
etcétera, y su escolta especial. Por la noche se dio un gran baile en el salón
principal del Palacio de Gobierno, al que asistieron las familias de los liberales,
distinguiéndose entre las damas, la señora Guadalupe Porras de Mascareñas,
con quien bailó una pieza el Presidente; la aristocrática señora Josefa Segura
de Santa María; la inteligente y sociable señora Carmen Itune de Santa María;
la arrogante señora Luz Noriega de Arce; la señora Francisca Asúnsolo de la
Peña llevando elegante traje tricolor; doña Cleofás Valles de Ríos y Valles, doña
Antonia Prado de Hernández, etc.. La misma noche hubo fiestas públicas
populares, un baile de la Plaza de Armas y los cohetes clásicos.
Al día siguiente se obsequió al señor Presidente con un suntuoso banquete; al
finalizar éste hubo varios brindis y el señor Cayetano Mascareñas aludiendo a
algunas personas que habían simpatizado con el régimen anterior y que
trataban de acomodarse al nuevo orden de cosas, pronunció unos versos que
terminaban así:
Brindo por las blusas rotas
en la guerra, no en la paz;
no por los falsos patriotas
166
que gustan ponerse botas
al sol que calienta más.
El día 27 por la noche, la Compañía de Ópera Mexicana, que se encontraba en
Durango desde el mes de julio, dio una función de invitación, en el actual Teatro
Victoria, a la que concurrieron los liberales. Al entrar el Presidente se estrenó el
Himno a Juárez, composición durangueña, con música del director de la
compañía señor Miguel Meneses y letra del licenciado Antonio Verdugo.”
30
Desde ese momento el himno en cuestión se canta, el 21 de marzo de cada año,
en todas las escuelas públicas del estado de Durango y su letra es la siguiente:
Himno a Juárez 31
Música de Miguel Meneses.
Letra de Antonio Verduzco
Coro:
¡Viva Juárez! Mil ecos repitan,
porque Juárez la Patria nos dio.
Y ya rotas las férreas cadenas.
Impotente el tirano partió.
Estrofas:
Hoy la Patria levanta su frente
do la huella estampara
el dolor
y si aún llora,
GALLEGOS, J. IGNACIO. Compendio de Historia de Durango, 1821 – 1910, México, Editorial
Jus, 1955, pp. 148 a 150.
31 ARREOLA VALENZUELA, ANTONIO. El presidente Juárez en Durango, Durango, Gobierno del
Estado de Durango, 2006, p.120.
30
167
su llanto es tributo
con que Juárez
demuestra su amor.
Entonemos sublimes cantares
dignos himnos de tal paladín,
que semeje al rugir de los mares
y al acento del patrio clarín.
Ya la América entera contempla
al campeón de la santa igualdad.
Y si Europa otro Juárez tuviera,
cantaría también libertad.
Para contrarrestar la influencia de los versos del Himno a Juárez, los
conservadores citadinos durangueños acomodaron una parodia con la misma
métrica que rezaba lo siguiente:
¡Muera Juárez! Chaleco de pita,
porque Juárez, la Iglesia robó. 32
32
CASTILLO NÁJERA, FRANCISCO. Corridos y canciones del siglo XIX. Glosa al programa de
Concha Michel (Palacio de Bellas Artes) 25 de mayo de 1946, Durango, Dgo. Editorial del
Supremo Tribunal de Justicia, 1987, p. 20.
168
Palacio de Zambrano, en donde se hospedó el Presidente Juárez durante su
estancia en la ciudad de Durango en diciembre de 1866 y enero de 1867
Placa en el portal del Palacio de Zambrano, que recuerda la estancia de Benito
Juárez, en el lugar, a fines de 1886 y los inicios de 1867
169
Programa de espectáculo de bienvenida a don Benito Juárez a Durango, al triunfo
de la República, 1867
Cartel de la función extraordinaria ofrecida por la Compañía Lírica Mexicana, en
honor a Benito Juárez en Durango, en enero de 1867
170
Programa de función de ópera en honor a Benito Juárez en la que se entrenó el
Himno a Juárez en 1867
171
Teatro Coliseo (Hoy Victoria) donde se estrenó el Himno a Juárez, en 1867
Monumento conmemorativo al triunfo de la República, en la Plazuela Baca Ortiz,
1867
172
Monumento a Benito Juárez en la Plaza IV Centenario
Desde el inicio del México independiente y de la vida del estado de Durango, hasta
la sexta década del siglo XIX, muchos habían sido los intentos de diversos
gobiernos durangueños, sobre todo liberales, por establecer centros de educación
superior laicos en la entidad y en especial en la ciudad de Durango. Ello en
contraposición constante de las acciones de los grupos conservadores por
mantener la educación confesional católica, por sobre la educación científica y laica.
Fue solo durante la breve estancia del presidente Juárez en la ciudad de Durango,
cuando, por decreto del 3 de enero de 1867, se procedió a abrir el Instituto Literario
de Durango, para lo cual se le designaron el lugar y los fondos suficientes para el
caso. Pronto también se diseñaron los currícula correspondientes para cada
carrera. En 1872, al morir Benito Juárez,
173
el Instituto Literario fue transformado en el Instituto Juárez y, para el año de 1957,
al mismo Instituto se le dio otra categoría académica y se le modificó su nombre por
el actual de Universidad Juárez del Estado de Durango, UJED.
El 14 de enero de 1867, Benito Juárez y su comitiva salieron de la ciudad de
Durango y llegaron a la Hacienda de San Quintín, municipio de Nombre de Dios, en
los terrenos del Malpaís y, sin haber otra opción, pasaron allí la noche. Al día
siguiente continuaron el viaje y alcanzaron la Hacienda de El Mortero, municipio de
Súchil donde, a su vez, pasaron la noche. El miércoles 16 de enero de 1867, la
Republica itinerante dejó la Hacienda de El Mortero y, en un momento dado,
atravesó los límites del estado de Durango con los de Zacatecas. Terminaba así la
presencia de Benito Juárez en la entidad.
El triunfo de la República
De acuerdo con Graziella Altamirano Cozzi: “Cuando el Imperio de Maximiliano se
desmoronaba, el comisario imperial de Durango, Buenaventura González Saravia
participó en las últimas decisiones tomadas por los consejeros del emperador en
cuanto a la suerte que tendría la monarquía. Estuvo presente en la junta del consejo
extraordinario celebrada el 14 de enero de 1867, en la capital del país, conformado
por poco más de 30 personas ‘convenientemente escogidas’ que debían decidir la
continuación de Gobierno Imperial y, por consiguiente, la prolongación de la lucha
contra las armas republicanas, en pro de la pacificación del país. González Saravia
fue de los pocos que propugnó por la abdicación del emperador ‘en atención a que
el orden actual de cosas no podría sostenerse’. Pero Maximiliano decidió
quedarse”33
Una vez que los imperialistas abandonaron la ciudad de Durango y Benito Juárez
se hospedara en la misma, se organizó un cuerpo de ejército nombrado Batallón
Durango, también conocido como Los Ligeros de Durango, que actuó bajo las
33
ALTAMIRANO COZZI, GRAZIELLA. “Durango bajo el Imperio”, en: VILLA GUERRERO, GUADALUPE y
FRANCISCO DURÁN (coordinadores). Durango. Tierra de retos. Tomo I. La Capital, México, Milenio / La Opinión
/ Multimedios, Biblioteca Milenio de Historia, 2009, p. 208.
174
órdenes del coronel sonorense Diódoro Corella. De la misma manera se reforzó la
Brigada de Caballería que fue dirigida por el general tlaxcalteca Antonio Carbajal.
En el caso del Batallón de Supremos Poderes, que durante la odisea republicana
se mantuvo leal al Gobierno juarista. Al arribar a la ciudad de Durango su cantidad
de efectivos se había reducido a solo 140 elementos. Por lo anterior se decidió
reorganizar ese cuerpo de ejército. Así, el 75% de sus nuevos elementos del
Batallón de Supremos Poderes fue integrado por ciudadanos durangueños,
quienes, junto con Los Ligeros de Durango se dirigieron al centro del país y tuvieron
acción en el memorable Sitio de Querétaro.
El 12 de mayo de 1867, durante una carga al fuerte imperialista llamado Casa
Blanca, en el sitio de Querétaro, los efectivos del cuerpo de Ligeros de Durango, en
lucha cuerpo a cuerpo, fueron severamente diezmados. Sin embargo, con
posterioridad, los durangueños del coronel Diódoro Corella fueron los encargados
de la derrota y aprehensión de los jefes conservadores imperialistas Miguel Miramón
y Tomás Mejía, en la fase final de la aventura imperial.
En la ocasión, el cuerpo volante de Cazadores de Galeana que dirigía el
durangueño Máximo Gámiz, también sufrió heridas y bajas y el mismo Gámiz resultó
herido en la refriega.
4 cabos, 2 sargentos y 42 de tropa; en total 48 durangueños perdieron la vida en el
Sitio de Querétaro. Aunque un tanto confuso, es digno de reproducción el parte de
guerra en que se da fe de las bajas de durangueños en la acción que dio el triunfo
a las armas republicanas.
“República Mexicana- Ejército de Operaciones- General en jefe-(...)
Muertos y heridos que han tenido las fuerzas de Durango en la presente
campaña...
12ª División de caballería 4a. Columna,
Sargento 2º Bernabé Tacira, herido.
Soldados heridos: José María Anguiano, Juan Estrada, Hilario Mata, Valentín
Ceniceros y José Almendrares.
Soldados muertos: Lino Pérez, Antonio Hinojosa.
1a. División 2ª Brigada 1er Batallón Ligero de Durango.
175
Heridos: Sargento 1o Alejo Castro, en el combate del 1o de abril de 1867.
Cabos Inocencio Beltrán y Maximiano Palos.
En el del 14 de marzo. Soldados Hipólito Pérez, Lucio Reyes, Santiago
Hernández y Martín Meza, en el del 14 de Marzo. Julián Ceniceros, Pedro
Serrato, Pedro Limón, Jesús Flores, Genaro Medina, José María Ruiz
Marcelino Reyes.
En el del 1º De abril.
Muertos- Sargento 2o Tiburcio Durán.
En el combate del 14 de marzo de 1867. Sargento 2o. Marcos Delgado.
En el del 1º de abril. Cabos Eligió Zúñiga e Isidro Armenta, Francisco
Cárdenas, Miguel Acuña, Francisco Flores, Genaro Medina, José María Ruiz,
y Marcelino Reyes, en el del 1º de abril.
En el del 14 de marzo. Cabo Manuel Hernández en el del 1º de abril.
Soldados: Práxedes Padilla, Remigio Ramírez, Jesús María Herrera, Julián
Ruiz, Marcos Sánchez, Magdaleno Hernández, Concepción Guerra, Urbano
Díaz, Apolonio Valenzuela, Domingo Herrera, Luciano Álvarez, Eulogio
Gómez, Celso Vilma, Félix García, Doroteo Vázquez, Eduardo Velázquez,
Romualdo Barbosa, Domingo Hernández, Leonardo Samaniego, Sebastián
Domínguez, Benigno Orozco, Jesús Rangel, Antonio Villagómez, Florentino
Fernández y Leandro Vidaña en el del 14 de marzo.
Francisco Berumen, Tomás Valenzuela, Juan Andrade, Feliciano Pacheco,
Filomeno ares, Diego Cruz, Juan J. Cebreros, Francisco Buitrón, Simón
Velázquez, Mónico Hernández, Francisco Martínez, Jesús del Campo,
Eduardo Rentería, Andrés Reyes y Marín Cervantes, en el del 1º de abril.
Restauración Liberal- jueves 10 de mayo de 1867.
Sitio de Querétaro, Querétaro, mayo 16 de 1867
A su Excelencia el Sr. General Escobedo, comandante en jefe.”34
34
GARCÍA MAQUIVAR, JUAN RAMÓN. Intervención Francesa en Durango. 2ª parte, (1864, 1865,
1866, 1867, 1868). COCyTED / Universidad Popular de Analco. S. / l., S. / F. p. 132.
176
Una vez que los republicanos vencieron a los súbditos conservadores
monarquistas. El 19 de junio de 1867, en el Cerro de las Campanas, ubicado en el
estado de Querétaro, tuvo lugar la ejecución del impuesto emperador de México,
Maximiliano de Habsburgo, junto con los generales conservadores Miguel Miramón
y Tomás Mejía. Terminaba así la monarquía y uno de los episodios más aciagos de
la historia nacional, que tuvo un costo de más de setenta mil hombres y enormes
pérdidas materiales. Para el 15 de julio, el presidente Benito Juárez entraba
triunfante a la Ciudad de México, lo que significó la restauración del Gobierno de la
República.
La restauración de la Segunda República Mexicana marcó un hito definitivo en la
vida pública de México, después de los años de la dictadura de Santa Anna. De la
separación de Texas. De la separación de las provincias de Centroamérica. De la
Guerra con Francia. De la Invasión Estadounidense. De la Guerra de Tres Años y
de la Intervención Francesa, así como de los múltiples levantamientos, asonadas,
cuartelazos y golpes de estado. De la promulgación de diversas constituciones,
leyes y decretos. En suma, la Patria se consolidó, sobre todo con las acciones
inteligentes de la generación de los liberales de la Constitución de 1857, que
marcaron el rumbo de la separación de la Iglesia y el Estado laico y que optaron por
que los mexicanos se identificaran a sí mismos como ciudadanos y no como
súbditos. La restauración de la República influyó en la forma de ser de diversos
países de América Latina.
177
Placa conmemorativa al general José María Patoni, en el lugar de su asesinato
Francisco Zarco Mateos. El liberalismo durangueño ilustrado
El periodista, político, políglota, autodidacta, inventor de un sistema de taquigrafía,
traductor, editor, diputado del Congreso Constituyente de 1857, historiador, ministro
de diversas carteras, miembro del Partido Liberal, literato, ensayista y narrador;
Joaquín Francisco Zarco Mateos, nació en la ciudad de Durango, el 3 de diciembre
de 1829. Como autodidacta, Zarco realizó estudios de derecho, teología y diversas
ciencias sociales, de cuyos conocimientos dio muestra en sus escritos y discursos.
Cuando el gobierno mexicano marchó a Querétaro, en 1847, Luis de la Rosa, quien
178
era ministro universal, le nombró oficial mayor del despacho de Relaciones.
Redactor de las actas del Consejo reveló sus dotes. Al regresar a México se dedicó
al periodismo político, sin que ello le impidiera la redacción de artículos literarios,
costumbristas y biográficos. En 1849 escribió para el Álbum Mexicano y en 1850
redactó El Demócrata y comenzó a usar el seudónimo de “Fortún”; en 1852 se
encargó de la revista literaria La Ilustración Mexicana hasta 1855; el tomo V es obra
suya.
En 1852 inició El Siglo Diez y Nueve, periódico al que dio gran prestigio y al que
consagró lo mejor de su vida. Colaboró en Las Cosquillas, en el que combatió al
presidente Arista. Sus ataques periodísticos lo llevaron a la cárcel. En El Presente
Amistoso, dedicado a las damas, publicó una gran cantidad de artículos, incluso de
modas. Su vida pública adquirió gran relieve en 1855, al ser nombrado director de
El Siglo Diez y Nueve, cargo que, salvo las interrupciones impuestas por la guerra
civil o extranjera, desempeñó por largos años, hasta poco antes de morir.
Electo diputado suplente en 1854 por Yucatán, tuvo que exiliarse en Nueva York,
por su oposición a Santa Anna. Regresó en 1855, al triunfo del Plan de Ayutla.
Representó al estado de Durango en el Congreso Constituyente de 1856, se
distinguió como uno de los más ilustres diputados y cronista de los debates en:
Historia del Congreso Constituyente Extraordinario de 1856-1857. Este libro, junto
con las actas del mismo Congreso, es considerado como clásico de la historia
política mexicana.
Perseguido después del golpe de estado de Comonfort, fue aprehendido el 30 de
julio de 1858; escapó y vivió oculto durante dos años. Publicó un Boletín Clandestino
y un folleto: Los Asesinatos de Tacubaya, que se difundió por todo el país y por el
extranjero. El 13 de mayo de 1860 sus enemigos políticos conservadores lo
aprehendieron y lo encarcelaron. Fue liberado el 25 de diciembre, al momento del
triunfo del general Jesús González Ortega en Calpulalpan y a la consecuente caída
del partido conservador.
En enero de 1861, Benito Juárez lo nombró ministro de Gobernación y después de
Relaciones. Publicó otra vez Las Cosquillas por poco tiempo. Renunció para ocupar
su curul en el Congreso y defendió a Juárez. Siguió al frente de su diario hasta el
179
31 de mayo de 1863. Cuando los invasores franceses se acercaban a la capital del
país, Francisco Zarco marchó hacia diversas ciudades del norte de la República.
En San Luis Potosí publicó La Independencia Mexicana y en Saltillo La Acción. En
este periódico aparecieron una serie de artículos sobre los Tratados de Miramar,
que se coleccionan y se publicaron como folleto con ese título, en la ciudad de
Colima, al año siguiente.
En 1864 Zarco marchó a los Estados Unidos, donde formó el Club Mexicano,
escribió en defensa de la República Mexicana, en periódicos estadounidenses,
mexicanos y sudamericanos, al tiempo que proporcionó datos fidedignos a los
liberales europeos para que atacaran al Imperio de Maximiliano.
Al triunfar la República, Zarco retornó a México, y otra vez actuó como diputado al
Congreso. El 22 de noviembre de 1869, Francisco Zarco Mateos murió y dos días
después de su fallecimiento fue declarado Benemérito de la Patria.
180
Tres imágenes de Francisco Zarco Mateos
181
Autógrafo de Francisco Zarco
182
Libros de narrativa de Francisco Zarco Mateos
183
Monumento a Francisco Zarco en la ciudad de México
Monumento a Francisco Zarco en la ciudad de Durango
184
Marcha compuesta en honor a Ignacio Zaragoza y a Francisco Zarco
Estampilla de correos en honor a Francisco Zarco
185
La Guerra del Tigre de Alica. Una historia anexa
Nacido el 22 de septiembre de 1828, en San Luis, Cantón de Tepic, entonces
perteneciente al estado de Jalisco, Manuel Lozada, en calidad de arriero y
contrabandista, sirvió a la casa comercial Barrón, Forbes & Cía., y como guerrillero,
al mando de un fuerte grupo de indígenas coras, huicholes, tepehuanes y
mexicaneros, de la región que comprende los límites de los estados de Jalisco,
Zacatecas, Durango y Nayarit, combatió a los liberales desde 1857, toda vez que
las Leyes de Reforma afectaban los intereses de las propiedades de la tierra de las
comunidades indígenas.
En 1858 los guerrilleros de Lozada ocuparon Ixtlán y el rancho Ocotillo, donde
derrotaron a las tropas liberales regulares del coronel José María Sánchez. En su
revuelta, Lozada se fue apoderando de gran parte del entonces estado de Jalisco.
La fuerza de Lozada residía en que, en los territorios que iba ocupando, imponía
una serie de normas agrarias que beneficiaban a los indígenas de la zona. El 7 de
marzo de 1861, se inició una campaña a fondo, con más de tres mil hombres,
dirigida por el gobernador de Jalisco Pedro Ogazón y los coroneles: Antonio Rojas,
Ramón Corona y Herrera y Cairo, para terminar con la amenaza de los lozadistas
cuyos ataques, de acuerdo con los relatos y testimonios, se caracterizaban por la
crueldad extrema.
Los soldados que guerrearon contra los lozadistas fueron conocidos como Los
colorados, a los que hace mención el siguiente canto de guerra. Después de nueve
días de combate en el Paso de Alica, los persecutores de Lozada fracasaron en su
intento de acabar con los guerrilleros indígenas agraristas.35
Los colorados36
Anónimo
35
MEYER, JEAN. La tierra de Manuel Lozada, México, Universidad de Guadalajara / Centre
d‟Etudes Mexicaines et Centreaméricaines, 1989, pp. 162 a 167.
36 VÁZQUEZ SANTA ANNA, HIGINIO. Fiestas y costumbres mexicanas, Tomo I, México, Ediciones
Botas, 1953. pp. 160 a 161.
186
Ahí vienen los Colorados
de la Sierra de Amarillas,
échame a tus brazos mi alma,
con esas venas azules.
Salieron los colorados,
Salieron de uno en uno,
y su chata les decía:
“Los que se van..; ¿pero uno?"
Salieron los colorados
salieron de dos en dos,
y su chata les decía:
“Porqué no dicen adiós".
Salieron los colorados,
salieron de tres en tres,
y su chata les decía,
"¡vamos matando un francés!”.
Salieron los colorados,
salieron de cuatro en cuatro,
y su chata les decía:
"Qué me traen de Guanajuato".
No quiero paz,
no quiero unión,
lo que quiero son balazos,
¡Viva la Revolución!
No quiero paz,
no quiero nada,
lo que quiero son balazos,
con el general Lozada.
En las primeras cuartetas de las Mañanas de Manuel Lozada. se narra el ataque de
los lozadistas, a Valparaíso, Zacatecas, el 26 de octubre de 1861, aunque en el
187
corrido aparece la fecha de catorce de abril de 1860, durante la primera rebelión de
Manuel Lozada, misma que terminó con los Convenios de Pochotitlán, firmados
entre los liberales y los lozadistas, el primer día de febrero de 1862 y en los que
Lozada se comprometía a disolver sus fuerzas, a cambio de garantías y de que el
gobierno tomaría en cuenta la defensa de los indígenas regionales, en lo referente
a sus litigios por los terrenos con las haciendas colindantes al territorio de Lozada.
El corrido salta en su narración 13 años, hasta la muerte de Lozada. Durante el
lapso de 1862 a 1873, Lozada fue el personaje central de la historia de Nayarit y,
como ya se apuntó, la región que comprende los límites de los estados de Jalisco,
Zacatecas, Durango, Sinaloa y Nayarit. .
El 15 de agosto de 1863, Manuel Lozada firmó, en el pueblo de San Luis, hoy San
Luis de Lozada, que era su centro de operaciones, el Acta de Adhesión al Imperio
de Maximiliano; de quien recibió una espada con rica empuñadura e incrustaciones
finas, por los servicios prestados al Segundo Imperio Mexicano.
Al tomar el puerto de Mazatlán para el Imperio, Lozada recibió, a su vez, la Cruz de
la Legión de Honor enviada por el emperador francés Napoleón III. El Tigre de Alica
permaneció fiel al Imperio hasta 1866 y el primer día de diciembre del mismo año,
ante la debacle de la Intervención Francesa, se declaro neutral.
Lozada estableció en su territorio un cacicazgo casi absoluto y la compañía
comercial Casa Barrón, Forbes & Cía., aprovechó el dominio regional de Lozada y
la autonomía del cantón de Tepic, para sus negocios de contrabando de plata que,
al ser exportada por el puerto de San Blas, en buques de guerra ingleses, eludía el
control arancelario del Gobierno Central, al tiempo que avituallaba la guerra de
Lozada. Sin embargo, en 1867, Lozada reconoció al Gobierno de Benito Juárez y
Tepic fue transformado en Distrito Militar, segregado del estado de Jalisco e
independiente del centro.
Con la seguridad de la autonomía reconocida por el Gobierno del Centro, Lozada
dio la espalda a la Casa Barrón Forbes & Cía. y comenzó a restituir a los pueblos
de sus seguidores, las tierras que las haciendas les habían despojado. Los
beneficiarios fueron los pueblos: cora, huichol, tepehuán y mexicanero, de la región
en que limitan los estados de Nayarit, Jalisco. Zacatecas, Durango y Sinaloa.
188
Lozada tuvo bajo su dirección, siempre directiva, jamás imperativa, a los
tepehuanes de Santa María Ocotán, San Francisco y Quiviquinta, a los de Santiago
Teneraca y a los de Tasquaringa (sic),37 a los huicholes que se distribuyen entre los
cuatro pueblos situados a lo largo del río Chapalagana Tensompan, Santa Catarina
Cuexcomatitán, San Sebastián Teponahuastán y San Andrés Cohamiata], a los
coras de Santa Teresa, Huazamota, Jesús María, Mesa del Nayar y San Juan
Peyotán. […] En torno a uno de sus pueblos, Guaynamota, se dieron los últimos
combates. […] Fuera de estos tres linajes [indígenas], desde luego no solidarios,
tras Lozada fueron pueblos mezclados como Pueblo Viejo, Durango, donde hay
aztecas y tepehuanes, Nostic, formado por aztecas que desde hace mucho tiempo
olvidaron su lengua, Milpillas Chico, San Francisco y otros más donde los coras, los
huicholes y los tepehuanes coexisten tranquilamente. Todo sin hablar de los
poblanos, indios venidos no se sabe de dónde y así llamados en las comunidades
que los acogieron.38
Los hacendados afectados con los deslindes agrarios de Lozada, iniciaron una
campaña de desprestigio contra el Tigre de Alica, en el Gobierno del Centro, a esta
campaña se anexaron la Casa Barrón Forbes & Cía. y el general Ramón Corona,
jefe del Ejército de Occidente, mientras que, a fines de 1869, Lozada creaba el
Comité de Estudios y Deslindes para resolver los problemas agrarios de su zona,
con el apoyo de integrantes de cada pueblo.
Las acciones de los enemigos de Lozada lograron que, a fines de 1872, el
presidente Lerdo de Tejada autorizara el inicio de una campaña militar contra
Lozada, con tropas de Jalisco y San Luis Potosí. Lozada, por su parte, inició su
resistencia el 17 de enero de 1873, como Jefe del Ejército Mexicano Popular y con
el sustento del Plan libertador de los Pueblos de la Sierra de Alica, firmado por 120
representantes de los pueblos bajo su dominio. Además de la defensa de sus logros
37
Se refiere a Taxicaringa, municipio de Mezquital, Durango.
JAUREGUÍ JIMÉNEZ, J. JESÚS. “Estudio etnohistórico acerca del origen de los mexicaneros
(hablantes del náhuatl) de la sierra Madre Occidental”, en: Dimensión. Revista en línea
Antropológica,
Volumen
#
26,
México,
octubre
de
2002,
www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/index.php, p. 7.
38
189
agrarios, el Plan Libertador convocaba a la Nación a formar un gobierno
verdaderamente representativo, ya fuera república, imperio o reino.
Fuerte con sus seis mil de infantería y sus 300 jinetes, casi todos indígenas, Lozada
marchó sobre Guadalajara, donde "los tapatíos entran en trance. El Congreso se
pone a deliberar, el gobernador solicita facultades extraordinarias, el Ayuntamiento
organizó una guardia, los comerciantes, cuerpos de defensa, A la Mano Poderosa
imploran las damas, los niños lloran a gritos, pidiendo a Dios secretamente y desde
el fondo de su corazón que llegue la bola, siquiera un ratito, para conocer de deveras
a esos mecos, mote que se dio a los lozadistas en Guadalajara, de cara embijada,
con plumas de guajolote en la frente, y que no han visto, sino de palo, de los que se
compran a cuartilla en el portal"39
Los mecos40
Anónimo
Ya vienen los mecos,
vienen de Tepí,
el meco más grande,
se parece a ti.
Ya vienen los mecos,
pa' Guadalajara,
el meco más grande,
ya se bate en retirada
Después de triunfar en Tequila, Jalisco, Lozada llegó a siete leguas de Guadalajara.
El 28 y 29 de enero de 1873, el general Ramón Corona con las fuerzas del Ejército
de Occidente y los 600 hombres que el comercio de Guadalajara armó para su
defensa, logró derrotar a los lozadistas en La Mojonera, con las cargas de artillería
AZUELA, MARIANO. “Precursores”, en: Obras completas de Mariano Azuela, Tomo III, México,
Fondo de Cultura Económica, Colección Letras mexicanas, 1976, p. 402.
40 VÁZQUEZ SANTA ANNA, HIGINIO. Cantares mexicanos, México, Ediciones de León Sánchez,
s/f, p. 28 y 29.
39
190
que dispersaron a la columna desorganizada, otro tanto sucedió con los lozadistas
en Sinaloa y Zacatecas
Ante la derrota militar, varios de los jefes lozadistas como: Domingo Nava, principal
ejecutor de la política agraria de Lozada, Agatón Martínez y Praxedis Núñez,
abandonaron la bandera del Plan Libertador o se amnistiaron y en algunos casos,
como el de Nava y Núñez, se pasaron a las filas del Gobierno.
Corrido sobre la traición a Lozada41
Anónimo
¡Ay, Lozada! te vendieron
a los hombres de Jalisco.
¡Ay, Praxedis! ¡Ay, Domingo!
la traición está en su frente.
¡Los entierran hoy en vida
con su fama de valientes!
A instancias .del general Ramón Corona, la campaña contra Lozada continuó,
mientras el Tigre de Alica trataba de rehacerse, en las serranías del norte de Jalisco,
sur de Durango, oeste de Zacatecas y este de Nayarit. Poco a poco, los lozadistas
fueron exterminados y el 15 de julio de 1873, en el cerro de Los Arrayanes, lugar
cercano a Huaynamota, tal vez el último centro de operaciones de Lozada, las
tropas gobiernistas comandadas por el general durangueño José Ceballos
sorprendieron al Tigre mientras se bañaba en un arroyo. Los años de guerra habían
hecho de Lozada un hombre: tuerto, tullido de un brazo, tuberculoso y enfermo de
un pie.
Trasladado a Tepic, Lozada fue juzgado sumariamente el 18 de mayo de 1873 y
fusilado el 19, en el Cerro de Los Metates. Con la muerte de Lozada, más que la
pacificación de Jalisco y Zacatecas, se logró desbaratar la política agraria del Plan
Libertador y asegurar la propiedad privada de los latifundios de la región, aunque
MEYER, JEAN. “El Tigre de Alica”, en: Revista de la Universidad de México, volumen XXVIII, #
8, México, UNAM, abril de 1973, p. 26.
41
191
algunos seguidores de Lozada, como Marcelino Rentería, continuarían luchando
hasta 1885.
Corrido del Tigre de Alica42
(Fragmento)
Anónimo
"¡Ay madrecita del alma!
¿Por qué me dejas cruzar
solita la nopalera
donde se pierde cualquera
y ‘onde me van a matar?"
Cuando los carros estaban
al pie de la nopalera
los caballos se paraban
en sus patitas traseras.
Mañanas de Manuel Lozada43
Anónimo
Vamos en nombre de Dios
y de esta tierra afamada,
aquí empiezan las mañanas
del señor Manuel Lozada.
Era un catorce de abril,
aquel año del sesenta,
cuando entró a Valparaíso.
con más de ciento cincuenta.
42
MENDOZA, VICENTE T.. El romance español y el corrido mexicano (Estudio comparativo),
México, UNAM, 1936, p. 564.
43 ESPARZA SÁNCHEZ, CUAUHTÉMOC. El corrido zacatecano, México, INAH, colección Científica
# 46, 1976, p. 28.
192
Llegaron a Los Portales
gritando en huichol y cora
que les dieran aguardiente
y tocaran la tambora,
Robaron cuarenta casas
y tres cajones de ropa,
se llevaron seis mujeres
y mataron a la tropa.
Manuel Lozada gritaba,
en su yegua La Mostrenca;
"No pierdo las esperanzas
de pasearme en Zacatecas".
No sólo en Valparaíso,
en Momax y El Plateado,
este bandido dejó
a todo el pueblo azorado.
Trece años consecutivos
a los pueblos asoló,
y sólo en Valparaíso
a más de ochenta mató.
Este bandido famoso
comenzó bien su carrera,
pero al fin fue derrotado
allá por La Mojonera.
193
Y aunque se escapó a la sierra
muy pronto fue capturado,
y dicen que allá en Tepic
Lozada fue fusilado.
Aquí dan fin las mañanas
de un hombre que fue malvado,
nos libramos de esta fiera
¡Que Dios lo haya perdonado!
Manuel Lozada. El Tigre de Alica
194
Sello del Juzgado lozadista de Huazamota, Durango 44
44
Sello del Juzgado de Huazamota. Archivo de Ramón Corona, Legajo 10, 1873, en: J. Meyer, La
tierra de Manuel Lozada, 1989, p. 356.
195
196
Conclusiones
El
presidente
Benito
Juárez.
Diecinueve
gobernadores;
entre
liberales,
conservadores, imperialistas y republicanos. El emperador Maximiliano de
Habsburgo. El dictador Antonio López de Santa Anna. Los Bandidos Tulises.
Terratenientes coahuilenses y neoleoneses. Apaches, Viajeros europeos.
Investigadores científicos franceses. Oficiales militares franceses, conservadores,
monarquistas conservadores y liberales republicanos.
Soldados durangueños
patriotas de la Guardia Nacional. Cuerpo de soldados patriotas de Lanceros de
Durango. Cuerpos de infantería de durangueños patriotas de la Guardia Nacional.
Soldados argelinos africanos zuavos, del Ejército Francés de ocupación de la
Intervención Francesa. Hacendados y capitalistas durangueños. Damas de la
sociedad durangueña. Logias Masónicas. El general durangueño José María
Patoni. El desierto del Bolsón de Mapimí. Jerarcas de la Iglesia Católica
durangueña. Partisanos guerrilleros republicanos liberales durangueños. Líderes
agraristas durangueños. Gurreros indígenas coras, huicholes, tepehuanes y
mexicaneros seguidores del líder Manuel Lozada. El Ben emérito de la Patria
Francisco Zarco Mateos. El sabio durangueño José Fernando Ramírez, entre otros,
son los actores sociales y protagonistas de la complicada trama de la Historia de La
Reforma, La Intervención Francesa y el Segundo Imperio, que se narra en este
volumen y que sucede entre el transcurso de la sexta de las sexta y séptima
décadas del siglo XIX, tanto en el país, como en el estado de Durango.
Periodo de definición de la forma jurídica de país y de la organización que impactará
en la vida cotidiana del Estado y los ciudadanos mexicanos quienes, después del
periodo y hasta el presente, al menos en el texto constitucional, no volverían a ser
súbditos. Se establecería el gobierno civil, la libertad de empresa, la propiedad
privada, los derechos del hombre. Se eliminarían los privilegios y se establecería la
educación pública, entre otros cambios sociales fundamentales
197
En la parte durangueña de la Historia de la Intervención Francesa, se presentan
momentos interesantes y heroicos, algunos de ellos hasta ahora poco conocidos,
de la participación de los olvidados guerreros durangueños, en la guerra contra las
tropas invasoras; en los estados de Tlaxcala, Veracruz y Puebla.
Se destaca la Batalla de San Pablo del Monte, Tlaxcala, que aún hoy día es
celebrada, con ceremonias anuales, por un cuerpo del Ejército Francés en las que
es importante la veneración a un hermoso estandarte republicano, bordado con hilos
de oro y elaborado por manos durangueñas y que, en su momento, fue arrebatado
por tropas africanas del Ejército invasor francés al cuerpo de Los Lanceros de
Durango.
La Batalla del Cerro de Majoma, en territorio durangueño, fue un punto de quiebre
en la Intervención Francesa y marcaba la aparente liquidación de la resistencia
republicana.
Los momentos más dramáticos del inusitado periplo de la República trashumante y
del jefe del ejecutivo Benito Juárez con su gabinete, en la huida de sus persecutores
del Ejército Francés; como el Grito de Independencia del año de 1864 y el Motín de
La Zarca, en el mismo año, que provocó la casi extinción del entonces muy frágil
Gobierno de la
República, se suscitaron en el inhóspito desierto del norte
durangueño.
En el relato histórico también se analizan las diversidades de conductas de los
habitantes de la entidad, ante la invasión y ocupación, por parte de las tropas
francesas, en ese único momento del México independiente en que, mediante el
uso de las armas, la entidad fue ocupada por un extraño enemigo.
Uno importante concepto establecido por los republicanos del siglo XIX, fue el de la
soberanía nacional mismo que, en los tiempos del avance tecnológico, la alteración
del entorno geográfico y ecológico, así como de la globalización y de los gobiernos
neoliberales de las últimas tres décadas. Merced a las recientes reformas
constitucionales del tercer sexenio político del siglo XXI, el concepto patriótico de
soberanía nacional se ve casi obsoleto o eliminado por la apertura total de los
recursos naturales del suelo y subsuelo del país, a las inversiones e intervenciones
físicas y económicas, con todas las facilidades y sin restricciones para las
198
corporaciones multinacionales, que ya no imperios o países extranjeros, en
condiciones muy desventajosas para la nación.
En algunos países del sur del Continente Americano ya se ha tratado de revertir
esta tendencia y se ha retornado al restablecimiento de la soberanía nacional, en la
protección de los bienes y recursos naturales y la sustentabilidad para las próximas
generaciones. Si bien, no hay Historia del futuro, el ejemplo de la sacrificada lucha
soberanista de los republicanos decimonónicos podría ser motivo de reflexión en lo
que se refiere al derrotero que tendría que seguir el país.
199
200
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retos. Tomo I. La Capital, México, Milenio / La Opinión / Multimedios, Biblioteca Milenio de Historia,
2009
205
206
Índice
Página
Introducción_____________________________________________3
I.- El nacimiento del estado de Durango. Tiempos de
invasiones, bandidos, apaches, masones y rebeliones_____________7
La independencia criolla________________________________7
El efímero Primer Imperio Mexicano_______________________8
La naciente República_________________________________8
Cuchas liberales y chirrines de conserva___________________9
El clero definido_____________________________________10
Durango Centralista__________________________________11
Los apaches en Durango______________________________14
II.- La instauración de la República Liberal en Durango___________21
El pensamiento de los liberales y conservadores____________21
Los bandidos conservadores___________________________32
La guerra de Cajén___________________________________41
III. Los alacranes republicanos a la defensa de la Patria Grande_____47
Los jinetes durangueños en Acultzingo y Atlixco____________51
La guerra en el Cerro del Borrego________________________53
207
Los Lanceros de Durango y su venerada insignia___________57
La infantería de Patoni________________________________67
IV. Los alacranes republicanos a la defensa de la Patria Chica______73
Los franceses llegaron ya______________________________73
La Batalla del Cerro de Majoma_________________________92
V. El desierto y la República perseguida______________________111
El histórico Grito de Pedriceña, 1864____________________116
Funcionarios olvidadizos_____________________________117
La elocuencia de Guillermo Prieto______________________119
Una verbena en el desierto____________________________120
Benito Juárez, en una ranchería de Nazas, Durango________123
Juárez arriba a la hacienda Guadalupe del Sobaco_________124
El vibrante discurso de Guillermo Prieto__________________127
El evento, inventariado en las obras de Iglesias____________129
El motín en La Zarca_________________________________132
VI. Los zuavos de Castagny contra los partisanos republicanos____135
El impasse de los plutócratas__________________________146
Los zuavos no fueron franceses________________________148
Los últimos súbditos del 2º Imperio Mexicano_____________150
Historias colaterales_________________________________152
La expedición al Observatorio solar indígena de El Zape_____152
208
José Fernando Ramírez. El
infortunado colaboracionismo ilustrado__________________157
VII. El retorno del águila republicana_________________________163
El triunfo de la República_____________________________174
Francisco Zarco Mateos. El liberalismo durangueño ilustrado_178
La Guerra del Tigre de Alica. Una historia anexa___________186
Conclusiones__________________________________________197
Fuentes_______________________________________________201
209