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PEEC Parasitología
Respuesta del ejercicio de autoevaluación
Un ingeniero de 38 años, que estuvo trabajando los últimos dos en Guyana en la
construcción vial, presentó un cuadro con nódulos subcutáneos, engrosamiento y cambios
cromáticos de la piel en la zona nodular.
El parásito del ejercicio corresponde a Onchocerca volvulus. En su estado adulto se localiza
en el tejido conjuntivo y subcutáneo de la piel. La hembra puede medir hasta 50cm,
mientras que el macho sólo alcanza los 5cm de largo. Generalmente forman ovillos
encapsulados donde puede haber más de una pareja de parásitos.
Las microfilaias carecen de vaina, las masas nucleares no llegan hasta el extremo
posterior y miden entre 150 y 350de longitud.
Los parásitos adultos producen microfilarias que se movilizan por la dermis sin
periodicidad; pueden invadir los ojos y muy ocasionalmente a la sangre, ganglios
linfáticos o vísceras. Las microfilarias son tomadas desde la piel por la hembra del
género Simulium, un artrópodo hematófago que para alimentarse lesiona a la piel y
forma una pequeña laguna de sangre, que se manifiesta como un punto rojizo. Las
microfilarias que se encuentran en la dermis, son succionadas con esta sangre y dentro
del vector sufren transformaciones hasta alcanzar el estadío de larvas filariformes
infectantes, que se ubican en el aparato picador del vector.
Onchocerca volvolus, la hembra adulta produce 1000-3000 microfilarias por día
El verme adulto tiene una longevidad de 10-15 años
La patología producida por los parásitos adultos consiste en nódulos subcutáneos
denominados oncocercomas. Estos están formados por una cápsula fibosa periférica,
otra intermedia fibrosa y celular vascularizada y en el centro se encuentran los parásitos
enrollados que pueden vivir hasta 10 años o más. Una vez que muere el verme, el
nódulo se vuelve más fibroso.
La localización de los nódulos varía según las diferentes zonas endémicas; en América
predominan en la cabeza y en el tronco, mientras que en África lo hacen en la región
pélvica, muslos y brazos, aunque pueden encontrarse en cualquier parte de la piel.
Por acción de la microfilarias y posiblemente por mecanismos alérgicos, se produce
dermatitis, alteración de la pigmentación, hiperqueratosis, eczema, paquidermias,
atrofia cutánea y fibrosis. Alrededor de las microfilarias muertas se forma un
granuloma o un infiltrado de eosinófilos. En sangre periférica se pueden encontrar
eosinofilias relativas de 15 a 50%.
Las microfilarias invaden los ganglios linfáticos que se vuelven fibrosos y la
obstrucción linfática, con linfadenitis, puede causar hipertrofia de los tejidos y
raramente elefantiasis. En la zona inguinal, en algunos casos se presenta un crecimiento
colgante.
Las microfilarias tienen tendencia a invadir el globo ocular por lo que producen una
patología oftálmica variada que puede conducir a la ceguera.
La patogenia de las lesiones oculares se atribuye a la acción directa de las microfilarias,
a los productos tóxicos eliminados al morir éstas y reacciones de hipersensibilidad.
En la conjuntiva dan infiltrado de plasmocitos y eosinófilos, así como cambios
vasculares. Las microfilarias muertas en la córnea causan opacidades y cicatrices,
queratitis punteada y esclerosante
En cuanto a las manifestaciones clínicas, se considera que la oncocercosis es una
parasitosis crónica. Los oncocercomas demoran alrededor de un año en manifestarse y
crecen lentamente. Son benignos, de tamaño variable entre 1 a 2cm, inicialmente
blandos y con el tiempo se vuelven duros por la fibrosis y son en general indoloros. El
número de nódulos por paciente varía entre 2 y 5, pero se dan casos con 100 ó más. No
hay signos visibles de inflamación alrededor del nódulo, salvo que se presente una
sobreinfección bacteriana. No están adheridos a la piel y predominan en las
prominencias óseas. En Africa se localizan preferentemente en el tronco, muslos y
brazos y en América, en la cabeza, hombros y tronco.
En algunos individuos infectados aparece dermatitis como principal manifestación
clínica, asociada o no a los nódulos y es atribuida al movimiento de las microfilarias por
la dermis y a la reacción alérgica.
Las características clínicas de mayor importancia se relacionan con las alteraciones
visuales. Aparecen con mayor frecuencia cuando la infección es intensa y son de
aparición tardía. La sintomatología se manifiesta como fotofobia, lagrimeo y sensación
de cuerpo extraño. Se puede dar disminución progresiva de la visión que incluso puede
terminar en ceguera con alta frecuencia en las zonas endémicas.
La orientación diagnóstica se efectúa en base a los antecedentes epidemiológicos del
paciente. La presencia de nódulos subcutáneos, dermatitis, lesiones oculares y
eosinofilia conduce a la sospecha clínica de la parasitosis.
La confirmación diagnóstica puede hacerse mediante:
a) Biopsia de piel: Es un método sencillo que toma una muestra de la parte
superficial de la epidermis en las zonas cercanas a los nódulos. El material debe
fraccionarse en pequeños trozos con una aguja y se observan al microscopio en
fresco con solución salina entre porta y cubreobjetos para la búsqueda de
microfilarias vivas móviles o con tinciones permanentes como Giemsa, Wright o
hematoxilina que permiten determinar la especie mediante el análisis de la
morfología característica.
Microfilaria. Tinción de Giemsa
b) Biopsia de nódulos: El estudio anatomopatológico tanto macro como
microscópico pueden revelar la presencia de vermes adultos.
c) Prueba de Mazzotti: Consiste en la administración de una dosis única de
dietilcarbamazina que produce en el paciente infectado una reacción alérgica por
destrucción de microfilarias, caracterizada por prurito y eritema localizado en la
cara y el cuello, a lo que sigue edema, fiebre y malestar general que aparecen a
las 24 horas y desaparecen en 4 ó 5 días, sin dejar secuelas.
d) Reacciones inmunológicas: Las reacciones serológicas para la identificación de
anticuerpos son poco específicas ya que existen numerosos antígenos
compartidos entre O. volvulus y otras filarias y varios helmintos, por lo que no
se usan a nivel diagnóstico. Están en desarrollo pruebas basadas en la detección
de antígenos parasitarios con anticuerpos mono y policlonales.
e) Observación de microfilarias en el ojo: Se pueden detectar microfilarias
móviles en la cámara anterior del ojo empleando instrumentos oftalmológicos.
La oncocercosis afecta a alrededor de 18 millones de personas en 37 países; 30 de
Africa, 6 en América y Yemén en Asia.
Es responsable de la existencia de 500.000 personas con daños visuales y 350.000
ciegas por su causa. En Africa existen zonas con alta prevalencia de ceguera en
individuos mayores que viven en las cercanías de los ríos, por lo que se la denomina
“ceguera de los ríos”. En América Latina se estima que hay 100.000 casos de infectados
y de éstos un 1,5% de ciegos.
La enfermedad predomina en zonas rurales, de clima cálido o templado, húmedas y con
arroyos de corriente rápida donde se puede multiplicar el vector. En algunas zonas
áridas de Africa se presentan casos debido a la adaptación del vector.
La oncocercosis se presenta generalmente en personas mayores puesto que es necesario
que se den numerosas picaduras de vectores infectados a lo largo de los años. La
prevalencia es mayor en varones debido a la mayor exposición por razones laborales
El vector, denominado vulgarmente como jején, se reproduce depositando los huevos en
aguas corrientes donde se desarrolla toda la metamorfosis del insecto. Las hembras
pican en las horas del día y fuera de los domicilios
Las medidas de prevención y control de basan en la erradicación del vector y la
protección personal con vestimenta adecuada y el uso de repelentes.
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