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BERRIAK NOTICIAS
Un largo camino
y algunas esperanzas
texto Julen Rekondo · fotografía R. S.
Entre el 7 y el 18 de diciembre Copenhague ha acogido la XV Conferencia de las
Partes de la Convención del Cambio Climático. 189 países se han reunido para
intentar llegar a un acuerdo vinculante que sustituya al Protocolo de Kioto, que
expira en 2012. Una delegación del País Vasco, encabezada por la consejera Pilar
Unzalu, ha participado en este evento aun sin finalizar al cierre de esta edición
de Sustrai.
El cambio climático es uno de los principales
problemas ambientales del siglo XXI. Se trata de
un problema de carácter global. Eso significa
que si bien las emisiones de gases de efecto
invernadero tienen siempre un origen local, la
alteración que provocan en la composición de la
corteza terrestre no se circunscribe al ámbito
local que los ha originado. Los gases de efecto
invernadero no conocen fronteras. Los impactos derivados de dicha alteración tienen, en consecuencia, un alcance mundial, afectando a la
humanidad en su conjunto y a la totalidad de los
ecosistemas y biodiversidad del planeta Tierra.
La necesidad de una respuesta internacional al
problema condujo a la aprobación del Convenio
Marco de las Naciones Unidas para el Cambio
Climático, del que surgió el Protocolo de Kioto
de 1997, donde se acordó una disminución, en
el período 2008-2012 del 5,2% de las emisiones
de los países industrializados en relación a sus
emisiones de 1990. Dentro de este acuerdo
general, la UE asumió el compromiso de reducir
sus emisiones en un 8%. La decisión de la UE
implicaba que cada Estado miembro realizase, a
su vez, su propio compromiso. El de España fue
limitar sus emisiones a un máximo del 15% con
respecto a las emisiones de 1990, que no se
viene cumpliendo, y que en 2007 llegó a un
aumento de casi el 50%. En el caso de Euskadi,
el Plan de Lucha contra el Cambio Climático
2008-2012 plantea como primer objetivo estratégico limitar las emisiones durante el citado
período en un 14% por encima de 1990. En
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2008 se ha dado un incremento de un 18% respecto a las emisiones del año base, aunque se
trata de un porcentaje muy por debajo de la
media española.
En los últimos años se han celebrado distintas
reuniones para alcanzar en la Cumbre del Clima
celebrada en Copenhague un acuerdo sobre la
reducción de gases de efecto invernadero que
sustituya al Protocolo de Kioto, donde la UE ha
librado una batalla casi en solitario. En las últimas negociaciones celebradas en Barcelona, tal
como estaban las cosas, la ONU asumió que en
Copenhague no habría un tratado completo que
sustituyera al de Kyoto, previsiblemente a partir
de 2010.
India, China y los EE.UU. tienen el poder de
determinar si es posible o no llegar a un acuerdo global. Estos países temían que el compromiso por reducir el CO2 limitaría su crecimiento
económico. Ahora están experimentando los
efectos más devastadores del calentamiento
global y una situación crítica en su suministro de
energía. Por lo tanto, son conscientes de la
urgencia de ser mucho más eficientes energéticamente.
No obstante, en noviembre tanto China como
EE.UU. anunciaron que no apoyarían acuerdos
vinculantes sobre reducción de emisiones de
gases de efecto invernadero en la cumbre de
Copenhague, pero posteriormente las cosas
han evolucionado a mejor. La preocupación
mundial por la crisis climática que podría producirse si seguimos emitiendo CO2 al ritmo actual
LA CUENTA ATRÁS PARA UN ACUERDO POR EL CLIMA
• Diciembre de 2009. Cumbre de Copenhague. La capital danesa acoge del 7 al 18
de diciembre una cumbre del clima, vital para el futuro del clima en el planeta.
• Mayo-junio de 2010. Encuentro anual en Bonn (Alemania) para discutir los detalles técnicos para la aplicación del Protocolo de Kioto y para preparar las dos últimas
reuniones de negociación de un acuerdo climático que reemplace a Kioto en 2013.
• 2 de noviembre de 2010. Los estadounidenses eligen al menos 36 de los 100
escaños del Senado. La campaña puede comprometer la votación de la ley que reduce las emisiones en EE.UU, prevista para la próxima primavera.
• Noviembre de 2010. De los días 8 al 19 se celebra en Mexico DF la primera cumbre de ministros prevista por naciones Unidas después de Copenhague. Es una reunión anual de seguimiento de Kioto.
• Junio de 2011. Encuentro anual en Bonn. Si se consigue un acuerdo en 2010, en
esta reunión se podría empezar a trabajar en los detalles, por ejemplo, en los métodos para detener la deforestación.
• Noviembre-diciembre de 2011. Se celebra en África (el lugar está aún por confirmar) la cumbre de ministros del clima.
• Diciembre de 2012. Expira el Protocolo de Kioto.
han debido jugar una papel en el cambio de esos dos países, los más
renuentes a tomar compromisos significativos.
El Presidente Obama, que ha acudido
a la cumbre, ha propuesto una reducción del 17% de las emisiones en su
país para 2020 sobre las de 2005.
Además, en los primeros días de celebración de la Cumbre, la Agencia de
Protección Medioambiental de EE.UU.
ha declarado oficialmente que los
gases de efecto invernadero suponen
una seria amenaza para la salud, lo que
supone que la Administración Obama
puede tomar medidas en contra del
calentamiento global independientemente del Congreso y aunque éste no
apruebe legislación al respecto. No
obstante, la reducción propuesta es
muy escasa en comparación con la
que defiende Europa, menos contaminante en términos per cápita, que se
cifra en un 20% (ampliable a un 30%)
para esa misma fecha pero respecto
del nivel de 1990. Pero con todas sus
limitaciones, es preciso reconocer que
se ha producido un importante cambio
en la actitud de EE.UU.
También China ha cambiado su discurso, una vez que se cumple la condición
de que EE.UU. colabora en la tarea. El
primer ministro chico Wen Jinbao ha
planteado el compromiso de reducir
para 2020 entre un 40% y un 45% la
intensidad energética, es decir, la cantidad de emisiones por unidad de PIB.
Es decir, que disminuirá en ese porcentaje sus emisiones respecto del
escenario previsible de crecimiento y
consiguiente aumento de emisiones si
no se hiciera nada al respecto. El plan
chino debe ser bienvenido porque trata
de prevenir aumentos futuros de emisiones asociados al crecimiento económico que serían insostenibles para el
planeta. Además, puede tener un efecto de arrastre sobre otras potencias
emergentes como India o Brasil.
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