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HISTORIA DE ESPAÑA – 2º DE BACHILLERATO
LA EDAD MODERNA (siglos XVI, XVII y XVIII)
(Apuntes de síntesis de los temas 8 a 10 del temario)1
8. LA ESPAÑA DEL SIGLO XVI.
8.1. El Imperio de Carlos V. Conflictos internos: Comunidades y Germanías.
Tras la muerte de Fernando el Católico, Carlos de Gante, su nieto, fue nombrado rey de Castilla y Aragón (Carlos I). Llegó a la Península acompañado de sus consejeros flamencos, a los que
dio importantes cargos, provocando el descontento de la nobleza y las ciudades. Con la muerte del
Emperador, los intereses políticos y económicos peninsulares quedaron supeditados a la política de
Carlos I y a sus intentos de conseguir el título imperial, lo que consiguió en 1519.
Esta situación, junto con el autoritarismo del monarca, provocó el malestar de la población,
que degeneró en revueltas en 1520 con la sublevación de las Comunidades castellanas. Esta revuelta tuvo un origen urbano, pero pronto se propagó al campo. Los líderes de los comuneros fueron
Bravo, Padilla y Maldonado, que reclamaban una mayor participación de los concejos en el gobierno del reino. Los comuneros fueron derrotados en la batalla de Villalar en 1521.
Por estas mismas fechas tuvo lugar en el Reino de Valencia la rebelión de las Germanías
(agermanats, clases populares), que se extendió más tarde a Mallorca. Estas revueltas tenían un
marcado carácter antiseñorial y de oposición a la oligarquía urbana. Los rebeldes fueron derrotados
tras dos años de luchas, en 1522.
8.2. La Monarquía hispánica de Felipe II. La unidad ibérica.
El reinado de Felipe II recibe el calificativo de “monarquía hispánica” debido a que al final
de su reinado toda la Península estuvo bajo su mando, pues fue nombrado rey de Portugal en las
Cortes de Tomar en 1581, logrando la unidad ibérica con la que habían soñado los Reyes Católicos.
Felipe II se comprometió a respetar los fueros y costumbres portugueses así como a mantener los
cargos existentes. Se creó un Consejo de Portugal, y se eliminaron las aduanas con Castilla. Esta
unión con España fue apoyada por nobleza y comerciantes, pero no así por las clases populares portuguesas. No obstante, aunque la monarquía ofrecía unidad, cada reino fue independiente y seguía
convocando sus propias Cortes, mediante un sistema descentralizado.
Felipe II, al contrario que su padre, se centró en los intereses hispánicos. Fue un monarca autoritario y buscó la defensa de la catolicidad fuera de sus territorios, lo que le llevó a enfrentarse a
los franceses en San Quintín (1557) y a los turcos en Lepanto (1571). También tuvo problemas en
los Países Bajos donde se produce una sublevación, que fue sofocada por el duque de Alba y sus
famosos tercios. Por último, también se enfrentó a Inglaterra, por la ayuda que prestaban a los sublevados de los Países Bajos, con la llamada Armada Invencible, que naufragó antes de llegar a las
costas británicas.
En cuanto a su política interior, los principales problemas a los que tuvo que enfrentarse fueron a la sublevación de los moriscos de Granada (1568-71) y el conflicto cortesano y político que
supuso la traición de Antonio Pérez, secretario real, y que supuso un mayor control real y castellano
en Aragón.
1
Los epígrafes de cada apartado corresponden a los epígrafes del programa de formulación de los temas en la PAU
elaborado por la Comisión de la Materia siguiendo las indicaciones de la Comisión Organizadora de la PAU según el
temario oficial de la asignatura (Decreto 67/2008 de 19 de junio, BOCM de 27 de junio).
Se puede consultar el documento en:
http://www.uah.es/acceso_informacion_academica/primero_segundo_ciclo/acceso/selectividad/documentos/orientacion
es/Ort_503.pdf
Hª de España 2º Bachillerato – Síntesis Temas 8 a 10 – pág. 1/10
8.3. La España del siglo XVI: el modelo político de los Austrias. La unión de reinos.
La monarquía española bajo los Austrias mayores estaba compuesta por grandes territorios,
que mantuvieron sus vínculos mediante unos principios de gobierno, la monarquía autoritaria, y
un conjunto de instituciones nuevas en Europa, como era el Consejo de Estado, creado por Carlos I,
y que estaba formado por representantes de los diferentes reinos. Fue una monarquía autoritaria, con
un gran centralismo administrativo. También existían consejos territoriales de cada reino, así como
el Consejo de la Inquisición y el de Hacienda. En las diferentes colonias existieron virreyes y regidores.
Las Cortes fueron perdiendo importancia, especialmente las de Castilla, que carecían de poder legislativo. En relación a la administración de justicia, los Austrias crearon nuevas audiencias,
como la de Sevilla, y mantuvieron instituciones tradicionales como el Justicia Mayor y la Real Audiencia en Aragón.
A nivel local, el modelo estaba formado por municipios, pero que estaban cada vez más degradados debido a la compra de cargos. Tanto Carlos I como Felipe II se apoyaron en hombres de
confianza, sin llegar al nivel de los validos posteriores, aunque en algunos casos, como fue el de
Antonio Pérez, secretario de Felipe II, llegaran a traicionar al rey. No obstante, este caso sirvió a
Felipe II para aumentar su poder en el reino de Aragón.
En resumen, el modelo político de los Austrias presentaba unidad en la cumbre, pero pluralidad y descentralización en la base. Por otra parte, quedo ya fijada de forma definitiva la capital del
reino en Madrid.
8.4. Economía y sociedad en la España del siglo XVI.
La población se dedica fundamentalmente a la agricultura cerealista. La producción creció
hasta 1590 pero, ante la imposibilidad de aumentar el rendimiento de la tierra, se aumentó la superficie cultivada lo que choca con la Mesta, que defendía los derechos de los ganaderos trashumantes
al transito y pasto del ganado. A pesar de esto la ganadería trashumante se mantuvo estable aunque
cambió el destino de la lana producida, aumentando la que se destinaba al mercado italiano.
La artesanía vivió un periodo de expansión debido a la gran demanda colonial, pero no se
crearon grandes talleres sino que las manufacturas las realizaban pequeños artesanos urbanos organizados en gremios. El atraso de la artesanía española impidió hacer frente a la demanda americana
y a la competencia europea. Las manufacturas destacadas fueron la lana, la seda y las herrerías vascas.
El comercio fue el sector que experimentó mayor crecimiento, en especial las transacciones
que se realizaban a las colonias americanas monopolizadas por la Casa de Contratación de Sevilla.
Se exportaban productos manufacturados, vino y aceite; y se importaban metales preciosos, especias y materias primas. La plata que llegaba de América provocó un aumento de la moneda y esta a
su ved un aumento de la inflación. Gracias al dinero procedente de América la corona española pudo financiarse.
En la segunda mitad del siglo XVI, la inflación y los impuestos iniciaron una decadencia del
medio rural. A finales de siglo la carga fiscal sobre las clases populares llevo al declive del artesanado y de la población de las ciudades.
Las continuas guerras supusieron un gran gasto lo que llevó a un déficit crónico. Carlos I y
Felipe II tuvieron que recurrir a nuevos impuestos, prestamos y deuda publica para financiarse
además de buscar el apoyo de banqueros europeos. A pesar de todo, se llegó a declarar la bancarrota
en tres ocasiones.
En el siglo XVI hubo en España un gran dinamismo demográfico, pasando de seis a ocho
millones de habitantes. Los territorios de la Corona de Castilla eran los más densamente poblados.
Las principales ciudades fueron Sevilla, Toledo y Burgos.
Hª de España 2º Bachillerato – Síntesis Temas 8 a 10 – pág. 2/10
La sociedad continúa con el crecimiento de los grupos privilegiados, aunque la alta nobleza
fue desplazada de los cargos públicos mantuvo cargos militares y diplomáticos y su poder económico e influencia social.
La exención fiscal de la nobleza propició el que la burguesía quisiera alcanzar dicho estamento. La Corona puso en venta títulos y señoríos para obtener fondos, lo que originó el ansia de
ennoblecimiento de la burguesía y el desprecio hacia el trabajo manual. El alto clero, también estamento privilegiado, contribuía al Estado con un tercio de los diezmos y de la venta de bulas. La
carga tributaria recaía, por tanto, entre burgueses y campesinado.
La burguesía se desarrolló durante la primera mitad del siglo, siendo apoyada por los reyes y
llegando a ocupar importantes cargos en la administración del reino. Pero la llegada de metales precioso desde América junto a la enorme subida de los precios en toda España, hicieron imposible la
competencia con las manufacturas europeas. Muchos burgueses no tuvieron otra salida que la de
vender sus negocios e intentar conseguir un título de nobleza.
La gran mayoría de la población eran campesinos o artesanos, siendo una pequeña parte los
campesinos propietarios de tierras; el resto eran arrendatarios o jornaleros en las propiedades de la
Iglesia o la nobleza, y sufrieron unas duras condiciones de vida. La población urbana vivían en mejores condiciones, trabajando en pequeños talleres artesanos bajo la protección de los gremios.
8.5. Cultura y mentalidades en la España del siglo XVI. La Inquisición.
A finales del siglo XV penetraron en España las corrientes humanistas, de origen italianas.
En la corte de los Reyes Católicos destacaron intelectuales italianos como Pedro Mártir de Anglería, o españoles como Beatriz Galindo, conocida como la Latina. Un acontecimiento decisivo fue la
llegada de la imprenta a España. Las primeras obras impresas datan de los años setenta del siglo
XV, localizándose en Segovia, Zaragoza y Valencia. Asimismo, en 1492, la lengua castellana recibía su espaldarazo definitivo con la obra que le dedicó el destacado humanista Elio Antonio de Nebrija, titulada Gramática de la lengua castellana. Por su parte, en 1508, bajo los auspicios del cardenal
Cisneros, se creó la Universidad de Alcalá de Henares y se puso en marcha la edición de una obra
excepcional, la Biblia Políglota. Las universidades del siglo XVI acogieron importantes novedades
científicas, como la anatomía, al tiempo que progresaban la cartografía y las matemáticas.
Pero la cultura española de aquel siglo estaba estrechamente conectada con la defensa del
catolicismo. De ahí la importancia de la literatura religiosa, en especial de la poesía mística, entre
los que destacan San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. En este sentido, la defensa de la fe y
de la pureza del catolicismo y la persecución de la herejía quedó en manos de un tribunal eclesiástico, el Tribunal del Santo Oficio, la Inquisición, establecida por los Reyes Católicos para consolidar la unidad religiosa, que funcionó como un instrumento de control social fundamental en la monarquía hispánica.
España, asimismo, aportó en la primera mitad del siglo XVI una nueva orden religiosa, la
Compañía de Jesús, fundada por el vasco Ignacio de Loyola. Posteriormente España fue el gran
paladín del Concilio de Trento, en el que se fijaron las bases de la Contrarreforma católica.
En el plano artístico, el Renacimiento se introduce en España con una marcada influencia de
las tradiciones tardo-medievales que se plasman en el estilo llamado Plateresco (fachada de la Universidad de Salamanca). Hay que destacar entre otros muchos autores, a Gil de Hontañón (fachada
de la Universidad de Alcalá), Pedro Machuca (Palacio de Carlos V de la Alhambra), Juan de Herrera (Monasterio de San Lorenzo de El Escorial) y El Greco (Entierro del Conde de Orgaz, Toledo).
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9. LA ESPAÑA DEL SIGLO XVII.
9.1. Los Austrias del siglo XVII. Gobierno de validos y conflictos internos.
Felipe III, Felipe IV y Carlos II, conocidos como los Austrias menores, dejaron el poder en
manos de sus favoritos, que reciben el nombre de validos. Los tres reyes se caracterizan por la debilidad de su carácter, por lo que no asumieron plenamente los deberes de la corona. Este ejercicio lo
llevaron a cabo el duque de Lerma, valido de Felipe III y el conde-duque de Olivares, favorito de
Felipe IV. Ellos fueron los dos principales personajes políticos del siglo y los que realmente gobernaron y tomaron las principales decisiones del momento, al margen incluso de las instituciones de la
monarquía y de los Consejos, y que fueron el detonante de importantes conflictos que terminaron
en importantes revueltas y sublevaciones interiores.
Los principales conflictos internos durante el siglo XVII fueron, en primer lugar, la revuelta
de los moriscos durante el reinado de Felipe III, que terminó con su expulsión definitiva en 1609 del
reino de Valencia y 1610 de los reinos de Aragón y Castilla. Este hecho tuvo importantes consecuencias sociales y económicas, ya que la población morisca suponía una fuerza de trabajo especializada que fue imposible sustituir.
Durante el reinado de Felipe IV se producen las sublevaciones de Portugal y Cataluña, fundamentalmente provocadas por la política llevada a cabo por el conde–duque de Olivares, que, con
el objetivo de recuperar el prestigio y la hegemonía de la monarquía española, va a exigir a los reinos no castellanos de la Corona un aumento de la aportación económica para costear su política y la
participación española en la Guerra de los Treinta Años. Mientras que la rebelión catalana fue sofocada (toma de Barcelona, 1652), Portugal obtendrá su independencia definitiva de España.
9.2. La crisis de 1640.
En 1640 estallaron las sublevaciones de Cataluña, en primer lugar, y de Portugal, poco después. En Portugal se reconoció al duque de Braganza como rey, y en Cataluña, al que sería Luis
XIII de Francia. Portugal, por su parte, estaba cansado de que sus intereses estuvieran supeditados a
los españoles, principalmente a los castellanos; Cataluña, por la suya, rechazaba el aumento del
control político y las nuevas cargas económicas que el conde–duque de Olivares pretendía sobre el
territorio. La sublevación portuguesa termina con la independencia definitiva del Reino de la Corona española; la catalana, fue sofocada tras la rendición de Barcelona en 1652.
La crisis económica no afectó por igual al litoral mediterráneo que a la Meseta. Las causas
de esta crisis en Cataluña y Valencia fueron las guerras y la expulsión de los moriscos, respectivamente, mientras que en la Meseta la crisis fue más dura, provocando un descenso demográfico y
económico. Galicia y las zonas del Cantábrico eludieron en gran medida esta crisis.
Las instituciones también sufrieron los efectos de la crisis: las Cortes de Castilla dejaron de
convocarse mientras que cada vez era más habitual la corrupción y la venta de cargos públicos.
Finalmente, en las últimas décadas del siglo XVII se inicia la recuperación de la crisis
económica.
9.3. La España del siglo XVII: el ocaso del imperio español en Europa.
Durante el siglo XVII, la monarquía hispánica sufrió un claro proceso de decadencia que supuso el fin de la hegemonía de España en Europa, coincidiendo con los reinados de los Austrias
menores. Esta decadencia está marcada por la crisis económica castellana, los ataques turcos en el
Mediterráneo y los enfrentamientos contra Holanda y Francia, en Europa, y contra Inglaterra, en los
mares.
Durante el reinado de Felipe IV, el deseo de su valido, el conde-duque de Olivares, de recuperar el prestigio y la hegemonía en Europa supuso la intervención en la Guerra de los Treinta Años
contra Francia y sus aliados, que finalizó con la Paz de Westfalia (1648), con los aliados a Francia,
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y la Paz de los Pirineos (1659), con los propios franceses. Estos dos tratados marcaron la caída definitiva del Imperio español, que ya había comenzado su decadencia a finales del reinado de Felipe
II, transformando a España en una potencia de segundo orden.
A Felipe IV le sustituyó su hijo Carlos II que, al no tener descendencia, marcó la política exterior española de finales del siglo XVII. Su muerte, el 1 de noviembre de 1700, desencadenó la
Guerra de Sucesión (1701-1713) al trono español, que se convirtió en un importante conflicto internacional por la hegemonía política en Europa.
9.4. La España del siglo XVII: evolución económica y social.2
El siglo XVII fue un siglo de crisis económica en Europa en general, en el Mediterráneo en
particular, y, muy especialmente, en la Península Ibérica. En la Corona española la crisis fue más
temprana y más profunda que en el resto de Europa. Ya en la primera mitad del siglo aparecen serios problemas demográficos. Cruentas epidemias coincidieron con épocas de carestía y hambre, a
lo que se sumó la expulsión de los moriscos en 1609, que supuso la pérdida del tres por ciento de la
población, principalmente en Valencia y Aragón, y las frecuentes guerras exteriores y el incremento
de los miembros del clero que hizo descender la natalidad. La crisis golpeó con más fuerza a Castilla que a los reinos periféricos.
En la segunda mitad del siglo, la crisis continuó y se agudizó. A la decadencia de la agricultura, agravada por la expulsión de los moriscos, se le unió la de la ganadería lanar, que encontró
graves dificultades para la exportación, y la de la industria, incapaz de competir con las producciones extranjeras. El comercio también entró en una fase recesiva. La competencia francesa en el Mediterráneo y la competencia inglesa y holandesa en el Atlántico, agravaron una coyuntura marcada
por el creciente autoabastecimiento de las Indias y el agotamiento de las minas americanas. Consecuencia de la crisis comercial fue la disminución de la circulación monetaria. La situación empeoró
por la incorrecta política económica de los gobiernos de la Corona, que agravaron más que solucionaron los problemas (devaluación monetaria, aumento impositivo,…).
En este marco de crisis económica, la sociedad estamental española vivió un proceso de polarización marcada por el empobrecimiento de un campesinado que constituía la mayor parte de la
población, la debilidad de la burguesía y las clases medias, y el crecimiento numérico de los grupos
sociales improductivos como la nobleza y el clero en un extremo y los marginados: pícaros, vagos y
mendigos en otro. La mentalidad social imperante, marcada por el desprecio al trabajo agravó la
crisis social y económica. El hidalgo ocioso y el pícaro se convirtieron en arquetipos sociales de la
España del Barroco.
9.5. La España del siglo XVII: esplendor cultural. El Siglo de Oro.3
La sociedad española siguió marcada por los valores aristocráticos y religiosos de la centuria
anterior. Así, valores típicamente nobiliares como el “honor” y la “dignidad” fueron reivindicados
por todos los grupos sociales. Unido a lo anterior se extendió el rechazo a los trabajos manuales,
considerados “viles”, es decir, que manchaban el “honor” y la “dignidad” de aquel quien los ejercía.
Esta mentalidad se apoyaba en los múltiples privilegios que detentaba la nobleza (exención de pagar
impuestos directos, no poder ser encarcelados por deudas, etc.).
Esta mentalidad llevó a que, exceptuando ciudades mercantiles como Cádiz o Barcelona, no
se pueda hablar de la existencia de una burguesía con mentalidad empresarial que promoviese el
desarrollo económico, tal como estaba ocurriendo en Inglaterra y Holanda. Las gentes con medios
económicos, en vez de hacer inversiones productivas en la agricultura, el comercio o la artesanía,
tendieron a buscar el medio de ennoblecerse, adquirir tierras y vivir a la manera noble. Toda esta
mentalidad debe enmarcarse en un contexto de pesimismo y de conciencia de la decadencia del
país.
2
3
Elaborado de La España del Barroco: Evolución económica y social del siglo XVII en www.historiasiglo20.org
Elaborado de La España del Barroco: Mentalidad y cultura en el Siglo de Oro en www.historiasiglo20.org.
Hª de España 2º Bachillerato – Síntesis Temas 8 a 10 – pág. 5/10
Las letras, en cambio, vivieron en el siglo XVII un auténtico siglo de oro, basado en la literatura en lengua castellana. Sus principales rasgos serán la exaltación nacional, el carácter popular y
la defensa de la tradición. Las manifestaciones más destacadas fueron el teatro y la novela picaresca. Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca y Góngora serán los autores más destacados,
y reflejarán en sus obras las grandes contradicciones de la sociedad española del siglo XVII.
En el plano artístico, el siglo del Barroco, supone un gran desarrollo del sentido del movimiento, la ornamentación y los estudios lumínicos. Destacan arquitectos como Gómez de Mora
(Plaza Mayor de Madrid), la familia Churriguera (Plaza Mayor de Salamanca), Pedro Ribera (fachada del Hospicio de Madrid) y Casas Novoa (fachada del Obradoiro de la Catedral de Santiago).
Escultores destacados serán Gregorio Fernández, de la escuela Castellana; Martínez Montañes, de la escuela sevillana; y Alonso Cano, de la escuela granadina. Por su parte, el siglo XVII supone también el siglo de oro de la pintura, con autores tan destacados como Fco. Ribelta, José Ribera, Zurbarán, Murillo, Alonso Cano y, especialmente, Diego Rodríguez de Silva Velázquez, autor
de obras como Las Meninas, La rendición de Breda (Las Lanzas) o los retratos ecuestres de Felipe
IV y del conde-duque de Olivares.
10. LA ESPAÑA DEL SIGLO XVIII.
10.1. La España del siglo XVIII: la guerra de Sucesión y el sistema de Utrecht.
Al morir sin descendencia Carlos II el 1 de Noviembre de 1700, queda planteado el problema sucesorio. España a finales del XVII no era la potencia que fue en el siglo anterior, pero su
herencia era envidiable. Teniendo en cuenta que los principales pretendientes4 eran el archiduque
Carlos de Austria y el príncipe francés Felipe de Borbón, cualquiera de las dos soluciones significaba reforzar y favorecer a una de las dos potencias europeas –el Imperio o Francia–, justo en el
momento en el que Inglaterra y Holanda –las potencias marítimas– querían imponer un equilibrio
europeo frente al imperialismo de Luis XIV, lo que explica que la sucesión a la corona española se
convierta en un conflicto internacional. En el último año de vida, Carlos II otorgó testamento a favor de Felipe de Anjou.
La Guerra de Sucesión (1701-1713) aclaró el problema entre hegemonía francesa y equilibrio continental en Europa. Teniendo en cuenta que la coalición antifrancesa, agrupada en la Alianza de La Haya, dominaba las rutas del mar, el conflicto había de decidirse en el continente. La capacidad de resistencia francesa y el apoyo incondicional que Castilla dio a Felipe V logran mantener las principales bases de la alianza borbónica. La guerra se decidió en la Península a favor de
Felipe V en las campañas de 1710: batallas de Brihuega y Villaviciosa. El final de la guerra viene
determinado con un hecho fortuito, la muerte del emperador José I, que hace que la corona imperial
pase a manos del archiduque Carlos (emperador Carlos VI) por lo que Inglaterra y Holanda retiran
el apoyo al Imperio con el fin de mantener el ideal de equilibrio europeo.
La paz entre los Borbones y los aliados se restablece por medio de los tratados de Utrecht y
Rastadt, en 1713–1714. En virtud de estos tratados Felipe V fue reconocido como rey de España y
de las Indias, pero tuvo que renunciar a sus derechos al trono francés y sufrir perdidas territoriales.
A Austria le cede las posesiones españolas en Italia, menos Sicilia que pasó al Ducado de Saboya;
también recibe Austria los Países Bajos del sur; Inglaterra recibe Gibraltar y Menorca e importantes
privilegios comerciales en las Indias; Francia por su parte logró conservar sus fronteras pero los
ingleses lograron establecer una especie de barrera política desde el Mar del Norte a los Alpes para
contener el imperialismo francés. La principal beneficiada de estos tratados fue Inglaterra ya que
desde este momento se puede decir que empieza el gran imperio británico. Otra consecuencia importante es la destrucción de la unidad que España había logrado construir en el Mediterráneo Occidental.
4
Una solución de compromiso fue reconocer como heredero al príncipe José Fernando de Baviera, pero esta solución
no pudo llevarse a cabo por la prematura muerte de éste.
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10.2. La España del siglo XVIII: el cambio dinástico. Los primeros Borbones.
La entronización de la dinastía de los Borbones en España, tras la victoria de Felipe de Anjou en la guerra de Sucesión y la firma de los Tratados de Utrecht, coincide con un serio proyecto
de modernización y reforma de nuestro país que superará el atraso de la época de los Austrias Menores. De hecho, España vivió un período de expansión demográfica y económica y la administración se racionalizó. El nivel más alto de racionalización se alcanzó con el Despotismo Ilustrado de
Carlos III en la segunda mitad del siglo.
Los primeros Borbones, Felipe V, Luis I y Fernando VI, introdujeron en España los modelos
administrativos franceses, esto significaba que la administración tendería a ser más racional, eficaz
y, sobre todo, centralista. Este último aspecto era el más complejo, pues la tradición de los Austrias
era la de la pervivencia de múltiples administraciones descentralizadas, especialmente en la Corona
de Aragón. Las reformas emprendidas por estos primeros Borbones, abarcarán tanto a la administración central y a las instituciones de gobierno del reino, como a los cargos e instituciones de ámbito local.
El reinado de los Borbones se inició con una importante pérdida de poder e influencia de la
Corona española en el contexto internacional. El siglo XVIII fue un siglo de relativa paz y estabilidad, pero no faltaron enfrentamientos internos y externos, en los que España se vio implicada. La
defensa de los intereses españoles en Italia llevó a mantener conflictos con algunas potencias europeas. En busca de aliados, Felipe V firmó una serie de pactos con Francia que ligaron a lo largo del
siglo XVIII los intereses de ambas monarquías. La llegada al trono de Fernando VI, inauguró, en
cambio, una época de neutralidad en la política exterior española.
10.3. La España del siglo XVIII: reformas en la organización del Estado y la monarquía centralista.
La novedad más importante en la administración central se lleva a cabo durante el reinado
de Felipe V. En 1705, la antigua Secretaría del Estado, despacho perteneciente al Consejo de Castilla, queda dividida en dos, que vuelven a subdividirse en cuatro en 1714, llamándose también ministerios, que fueron: Estado y Asuntos extranjeros; Asuntos eclesiásticos y Justicia; Guerra y Marina,
e Indias. Durante el reinado de Felipe V se altera el orden sucesorio por medio del Auto Acordado
(1713) por el que se establece la preferencia de los hijos varones y de los que de éstos naciesen sobre las mujeres. Posteriormente, en 1754, durante el reinado de Fernando VI, se añade una Secretaría de Hacienda.
Durante el reinado de Carlos III, estos cinco ministerios se convirtieron en siete: cinco para
los asuntos metropolitanos y dos para los temas indianos. Los cinco primeros fueron: Estado, Gracia
y Justicia, Guerra, Marina, y Hacienda. Las reformas más importantes que se realizan durante el
reinado de Carlos III hacen referencia al Consejo de Castilla y a la Junta del Catastro; en el primer
caso se reforman para permitir la entrada a los burgueses; y en el segundo caso, esta institución se
convierte en el núcleo de la reforma fiscal y de la reorganización de la Hacienda.
Por último, reformas también destacadas en la administración central son el Consejo de Gabinete creado por Felipe V y la Junta de Estado, fundada por Carlos III. Las Cortes, debido a la instauración del absolutismo monárquico, cayeron en desuso y, en cuanto a los Consejos, dejaron de
formar un régimen polisinodial5 al tener la supremacía el Consejo de Castilla.
Tras el triunfo de Felipe V en la Guerra de Sucesión, se impone el centralismo castellano,
apoyado por el racionalismo francés, sobre el federalismo de la Corona de Aragón. Por el decreto
del 29 de Junio de 1707 fueron abolidos los fueros de Valencia y Aragón, quedando reducidos, ambos reinos, a las leyes de Castilla. En Cataluña, el Decreto de Nueva Planta de Enero de 1716 no fue
tan radical, convirtiéndose en una especie de carta magna que dirige los asuntos del Principado a lo
largo del siglo XVIII. El principal objetivo de los Decretos de Nueva Planta fue la centralización
5
Reunión de diferentes consejos con idéntico nivel jerárquico.
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del poder monárquico. Felipe V, seguidor de la corriente general europea, va a imponer dos principios que siempre fueron rechazados por Cataluña: la autoridad real por encima de la ley y la libre
facultad del soberano para decretar tributos. En el caso de Mallorca, el decreto de 1715 establece
una Real Audiencia, de forma similar a lo ocurrido en Barcelona.
Por otro lado, los fueros de las provincias vascongadas fueron respetados ya que estos territorios fueron fieles a Felipe V en la Guerra de Sucesión, pero el poder real fue introduciendo delegados y representantes en estos territorios.
Durante el reinado de Carlos III fue presentado en Cortes en 1760 un Memorial de Agravios
por parte de los representantes de la antigua Corona de Aragón, haciendo un balance de la situación
después de 50 años, criticando los aspectos negativos del centralismo y exaltando los positivos de la
antigua organización foral (fueros).
En la administración local, se produce una revalorización de las libertades municipales, debido al desarrollo del movimiento fisiócrata6. Las reformas de Carlos III van a aumentar la autoridad
del corregidor y de los alcaldes mayores, pero también dan más participación al pueblo. Otra de las
reformas, ésta en el ámbito urbano, favorece la creación de los alcaldes de barrio, la introducción
de los serenos y el inicio de la preocupación por aspectos como la limpieza y el alumbrado urbanos.
10.4. La práctica del despotismo ilustrado: Carlos III.
La plenitud del despotismo ilustrado y del movimiento reformista llega con la subida al trono de Carlos III, cuyo reinado puede dividirse en este sentido en tres periodos:
Uno inicial, 1759-1766, en el que se aplica de forma intensa la política reformista de Ensenada.
Un segundo periodo, la reacción que desemboca en el motín de Esquilache, también llamado
motín de Madrid. Se produce en 1766 por la reacción que ante el reformismo tienen la aristocracia,
el alto clero y los gremios mayores de Madrid, grupos que instigarán a las masas urbanas de Madrid
y otras ciudades a levantarse contra la política reformista del marqués de Esquilache, sobre todo en
relación a las medidas económicas que tomó. Como pretexto para la revuelta se tomó la subida del
precio del pan como consecuencia de la mala cosecha y una serie de reformas en las costumbres y
vestimenta.
Lo que desde luego mostró el motín de Esquilache fue la gravedad del problema de la tierra,
que motivó la primera ley de reforma agraria en la historia de Castilla, Andalucia y Extremadura.
Pero la dificultad de su aplicación favoreció el fracaso final de este intento de reforma agraria. A
consecuencia del tumulto, el rey destituyó a Esquilache, pero nombró un nuevo ministerio, también
reformista, situando en la presidencia del Consejo de Castilla al conde de Aranda con el fin de acallar a la aristocracia. Aún así, el conde de Aranda era ilustrado y reformista.
Y el último periodo, 1766-1788, durante el que se realizan las últimas reformas del reinado,
que van a llevar a cabo Campomanes, desde el consejo de Castilla, y Floridablanca, desde la secretaría del Estado.
10.5. La España del siglo XVIII: evolución de la política exterior en Europa.
En el terreno de la política internacional, se produce una evolución marcada por las siguientes etapas o momentos: el reinado de Felipe V, que se caracteriza por el irredentismo o revisionismo
mediterráneo7 que busca modificar ciertas cláusulas de la paz de Utrecht. Una primera fase, marcadamente revisionista y rebelde, desarrollada por los ministros Alberoni y Ripperdá entre 1717 y
1728. Una segunda fase, caracterizada por la coherencia y el realismo político, la lleva a cabo el
6
Es el nuevo sistema económico que se desarrolla en el siglo XVIII y se fundamenta en la importancia de la tierra y su
explotación como principal fuente de riqueza.
7
Revisionismo mediterráneo: revisión de las cláusulas de Utrecht para volver a obtener Gibraltar y Menorca.
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ministro José Patiño entre los años 1728 y 1740 que logrará, mediante los Pactos de Familia8, sentar las bases de las reivindicaciones españolas en el Mediterráneo, a la vez que la integración de
España en el sistema político de equilibrio continental y, asimismo, se afrontaba el peligro que suponía para las Indias españolas la hegemonía marítima inglesa.
La política del reinado de Fernando VI está marcada por el denominado sistema fernandino
de neutralidad que sigue los últimos consejos políticos de José Patiño: el aislamiento y el pacifismo
con el fin de conseguir la recuperación interna. Fernando VI utilizará a políticos de muy diferentes
inclinaciones, como Ensenada, que era francófilo, y Carvajal, que era anglófilo.
Durante el reinado de Carlos III, la política exterior se basa en la alianza natural con Francia
y presenta dos orientaciones: hacia el problema de las Indias ante la necesidad de cortar el avance
británico en América. Durante la guerra de los Siete Años (1756-1763), Carlos III, ante el aumento
de la presión británica, propone un sistema de equilibrio en las Indias, pero la corte de Londres no
lo admite, por lo que firmará con Francia el Tercer Pacto de Familia (1761) apoyando en la guerra
a Austria y Francia contra Prusia e Inglaterra.
La sublevación de los colonos ingleses de Norteamérica, iniciada en 1776, va a permitir el
desquite a las potencias borbónicas, que apoyan a los independentistas. La paz de Versalles de
1783, por la que Inglaterra reconoce la independencia de EE.UU., permite a España recuperar los
territorios perdidos anteriormente, excepto Gibraltar.
La cuestión mediterránea fue otro de los objetivos importantes de la política de Carlos III
debido a la expansión mercantil promovida y dirigida por la burguesía levantina. Se firmarán tratados con Marruecos, Turquía y, tras una incursión militar, con Argelia, que permitirán obtener privilegios de pesca, establecer consulados y conseguir nuevas ventanas mercantiles en el Mediterráneo.
Por último, durante el reinado de Carlos IV, se plantea el dilema entre la alianza ideológica
con la Europa legitimista en contra de la Revolución Francesa, lo que implicaba quedar sometido a
Inglaterra, o la alianza estratégica con los gobiernos revolucionarios franceses y en contra de las
coaliciones lideradas por Inglaterra. La decisión sobre este dilema se plasmará en la firma de los
Tratados de San Ildefonso (1796 y 1800) y del Tratado de Fontainebleau (1807), que implicarán
el desastre de Trafalgar y, como consecuencias, el intento de satelitización9 de España por parte de
Napoleón, el alzamiento nacional de mayo de 1808 y, en última instancia, la emancipación hispanoamericana.
10.6. La España del siglo XVIII: La política borbónica en América.10
En un principio, la nueva dinastía Borbón no implicó ningún cambio importante en las colonias, ni a nivel administrativo ni a nivel económico. Pero a partir de mediados de siglo se inicia un
cambio en la política de los Borbones hacia América, decidiendo incrementar la explotación colonial para que las colonias fueran más rentables.
La economía colonial, basada hasta este momento en la producción agraria, se dinamiza con
una fuerte actividad comercial. Para ello se adoptaron diversas medidas: se promovieron, con poco éxito, las Compañías de Comercio, siguiendo el modelo inglés y holandés; se decretó la introducción de navíos de registro11, permitiendo que se incrementara el comercio gaditano con América; y se recuperó la minería tras su decadencia durante el siglo XVII introduciendo nuevos métodos
y técnicas de explotación. La expulsión de los jesuitas en 1767 tuvo una importante consecuencia,
la Corona se anexionó importantes tierras, sobre todo en Paraguay, que fueron de la Compañía de
Jesús.
8
Pacto de Familia: pacto entre los Borbones de Francia y España (Carlos III) para defenderse de la presión inglesa en
las colonias.
9
Satelitización: obtener alianzas o conquistas sobre los países de alrededor para que en caso de conflicto le favorezcan.
10
Elaborado de La España del siglo XVIII: La política borbónica en América durante el siglo XVIII en la página web
www.historiasiglo20.org.
11
Barcos que podían comerciar al margen de la Flota de Indias.
Hª de España 2º Bachillerato – Síntesis Temas 8 a 10 – pág. 9/10
Durante el reinado de Carlos III se introdujeron importantes reformas administrativas tratando de incrementar el control de la metrópoli sobre las Indias: se excluyó de la administración a
los criollos, se creó un nuevo virreinato, el del Río de la Plata en 1776, y ese mismo año se estableció el cargo de Intendente para reforzar el control de los territorios americanos.
En cuanto a la política fiscal y económica hubo un incremento impositivo y, en 1778, se
permitió el libre comercio entre la Península y las Indias, rompiendo el monopolio del puerto gaditano.
La sociedad americana estaba en organizada en torno a dos grupos: la elite blanca (peninsulares y criollos), que controlaban la administración y eran los propietarios de la tierra, las minas y
las demás fuentes de riqueza; y el resto de la población, constituida por la mayoría indígena y los
esclavos negros. Era una sociedad organizada de forma racial pese a que había una importante mezcla: mestizos (blanco e india), mulato (blanco y negra), zambo (indio y negro)…
Esta nueva política borbónica, enfocada sobre todo al beneficio de la metrópoli, engendró
movimientos de protesta de los criollos, apartados de los cargos administrativos, y de la explotada
mano de obra indígena.
10.7. La Ilustración en España.12
En cuanto a las inquietudes culturales, la Ilustración española se va a caracterizar por el
marcado contenido religioso que la diferencia del resto de la Ilustración europea, coincidiendo con
ella en el espíritu crítico, la fe en la razón, la confianza en la ciencia y el afán didáctico. Presenta
cuatro generaciones culturales:
La primera generación cultural está representada por el padre Feijoo (Teatro Crítico, 1726)
y es la propiamente crítica, dedicándose a “limpiar” la cultura española de los efectos del Barroco.
La segunda generación cultural está presidida por el padre Flórez (La España Sagrada, 1747) y
representa la época erudita, dedicada a la recopilación del material ideológico necesario para la reconstrucción cultural española. La tercera generación, liderada por Campomanes (Tratado de la
regalía de amortización, 1765) es la etapa estrictamente reformista. Por último, la generación de
Jovellanos (Informe sobre el Expediente de la Ley Agraria, 1794), ya propiamente neoclásica.
Durante este período se crearon las principales Academias, instrumento de difusión de las
ciencias y el conocimiento. Se establecieron las Reales Academias de la Lengua, Medicina, Historia, Bellas Artes de San Fernando, y, junto a ellas, el Jardín Botánico y Gabinete de Historia Natural. El desarrollo de las ciencias experimentales fue importante, destacando Mutis y Cavanilles en
biología, Ulloa y Jorge Juan en Astronomía y Cartografía, y Piquer en Medicina.
El interés por la educación y el progreso científico se concretó en la reforma de las Universidades y en la creación de nuevas instituciones de enseñanza (Reales Estudios de San Isidro, Colegio de Cirugía, Escuela de Ingenieros de Caminos). También se desarrolló la literatura didáctica y
crítica (Feijoo, Jovellanos, Cadalso y Moratín con su célebre El sí de las niñas), y se desarrolló la
prensa (El Pensador, El Correo de Madrid) y las revistas literarias y científicas.
En el plano artístico se impuso el Neoclasicismo, que rechazó los excesos del Barroco y
buscó en la antigüedad clásica greco-latina su inspiración. Destacan arquitectos como Juan de Villanueva (Museo del Prado), pintores costumbristas como Bayeu y Mealla, y, especialmente, el gran
pintor del siglo, Francisco de Goya (La familia de Carlos IV, Los fusilamientos del 3 de mayo).
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12
Reelaborado de los apuntes de clase y La España del siglo XVIII: La Ilustración en España, en la página web
www.historiasiglo20.org.
Hª de España 2º Bachillerato – Síntesis Temas 8 a 10 – pág. 10/10