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USO RACIONAL DE LOS ANTIBIÓTICOS Y LUCHA CONTRA SUS RESISTENCIAS: UNA RESPONSABILIDAD DE TODOS.
Mejor uso posible de antibióticos
y lucha contra la resistencia
bacteriana: situación en España
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Miguel A. Moreno
Catedrático de Universidad, Departamento de Sanidad Animal, Facultad de Veterinaria, UCM y Centro de Vigilancia Sanitaria Veterinaria, UCM
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------INTRODUCCIÓN
Como ya se indicó en la introducción general de esta serie de
colaboraciones, su objetivo común es colaborar con el “Plan
Estratégico y de Acción para Reducir el Riesgo de Selección
y Diseminación de Resistencias a los Antibióticos” (PRAN),
puesto en marcha en España en el año 2014 y coordinado por
la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios
(AEMPS).
El objetivo específico de este tercer artículo es presentar el
estado de la cuestión en España referido a los posibles problemas de resistencia a los antibióticos en las bacterias implicadas en los principales procesos que afectan al ganado vacuno.
Como ya hemos adelantado en los dos artículos previos los
procesos respiratorios (terneros de cebo), las mastitis y los
procesos digestivos (diarreas neonatales de terneros) son los
que con mayor frecuencia requieren el uso de antibióticos en
ganado vacuno; si a esta relación añadimos los procesos que
afectan al aparato locomotor (pododermatitis y artritis) y al reproductor (metritis), tendremos recogidas las enfermedades
que conducen a la mayor parte del uso de antibióticos en este
sector ganadero. Podríamos elaborar así una lista de bacterias
implicadas que incluye Mannheimia haemolytica, Pasteurella
multocida, Histophilus somni, Trueperella (Arcanobacterium)
pyogenes, Mycoplasma bovis, Staphylococcus aureus, Streptococcus agalactie, S. dysgalactie, S. uberis, Escherichia coli,
Fusobacterium necrophorum, Prevotella melaninogenica, Bacteroides melaninogenicus, Porphyromonas levii y algunas otras de
menor importancia.
No todas las bacterias anteriormente mencionadas juegan el
mismo papel en cada una de estas enfermedades, ya que unas
actúan como agentes primarios (p. e., estafilococos en mastitis) y otras como secundarios (p. e., pasterelas en problemas
respiratorios en terneros de cebo), y además, hay que recordar
que en todos los casos se conocen, en mayor o menor medida,
otros factores de riesgo necesarios para desencadenar cada
enfermedad. Sin embargo, antes de abordar el tema principal
de este artículo, es necesario destacar la singularidad de la relación bacteria-antibiótico y las consecuencias que se derivan
del uso de antibióticos para combatirlas.
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SINGULARIDAD DE LOS ANTIBIÓTICOS Y GASTO DE SU EFICACIA
FUTURA
En las enfermedades cuya causa no es un agente vivo, los medicamentos empleados ejercen su acción sobre los tejidos del
hospedador afectado, es decir, los elementos implicados en el
proceso son únicamente dos: un medicamento y un enfermo.
Sin embargo, en las enfermedades producidas por agentes vivos, como es el caso de las bacterias anteriormente citadas,
los medicamentos específicos (los antibióticos) actúan sobre
ellas y no sobre los tejidos del hospedador afectado (aunque
algunos antibióticos tengan además efectos antiinflamatorios
como es el caso de algunos macrólidos y tetraciclinas), de tal
forma que los elementos involucrados son en este caso tres,
con la peculiaridad de que el tercer elemento que interviene no
es únicamente una bacteria (la bacteria o bacterias implicadas
en la enfermedad que está siendo tratada) sino todas la bacterias presentes en el hospedador enfermo y que hayan tenido
contacto con el antibiótico durante su entrada, distribución y/o
eliminación de dicho organismo y todas las que posteriormente
tengan contacto con los residuos activos del antibiótico eliminados al medio ambiente.
Sin entrar a detallar los mecanismos específicos que explican
esta singular situación, hay que recordar que las bacterias son
capaces de adaptarse a los cambios desfavorables en su medio
ambiente (en este caso un animal que está siendo tratado con
un antibiótico) y que estos cambios favorecen la supervivencia,
primero, y la proliferación, después, de las células bacterianas
que expresen algún mecanismo de resistencia que les permita
sobrevivir en este ambiente. Estos mecanismos de resistencia
pueden ser consecuencia de mutaciones preexistentes en el
genoma bacteriano o de la previa adquisición de material genético exógeno que los contenga, y por tanto en ambos casos,
se encuentran codificados en el genoma bacteriano y, bien por
transferencia vertical (a las siguientes generaciones bacterianas) o por transferencia horizontal (a bacterias en proximidad
física, ya sean de la misma especie o de especies diferentes), el
contacto con un antibiótico desencadena un proceso de selección de bacterias resistentes que es imposible detener.
Desde el punto de vista clínico el veterinario puede ver que los
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animales tratados con un antibiótico se curan de la enfermedad
que les afectaba, pero lo que no puede percibir tan fácilmente
es que las bacterias han puesto en marcha este mecanismo
de defensa que acabamos de resumir y que tiene una grave
consecuencia: estas bacterias resistentes pueden tanto infectar a otros individuos como transferir los genes de resistencia a
otras bacterias, comensales o patógenas; en ambos casos, los
animales o las personas que posteriormente sean infectados
por estas bacterias no podrán ser tratados con dicho antibiótico. En resumen, cada empleo de un antibiótico gasta parte de
su utilidad futura para tratar nuevas infecciones bacterianas,
no sólo en los individuos tratados, sino en todos los demás
que se vean expuestos a estas bacterias, aunque ellos mismos
nunca hayan sido tratados con dicho antibiótico.
Estos dos hechos hacen que los antibióticos se diferencien
muy claramente del resto de medicamentos utilizados para
combatir las enfermedades de las personas y de los animales, lo que ha llevado a algunas organizaciones (APUA, 2010)
a solicitar que la sociedad y las autoridades responsables de la
autorización de su uso reconozcan esta singularidad y actúen
en consecuencia, estableciendo un estatus especial para los
antibióticos, como ya ocurre por ejemplo con los medicamentos estupefacientes y psicotrópicos. De hecho, sólo el “efecto
rebaño”, propio de las vacunas, es equiparable a esta “actuación a distancia sobre individuos sin contacto directo con el
medicamento”, aunque el efecto rebaño es beneficioso ya que
conduce a la protección frente a una infección de individuos
que no reciben ninguna actuación medicamentosa.
EL PLAN NACIONAL DE RESISTENCIAS A ANTIBIÓTICOS (PRAN) Y
LA LUCHA CONTRA LAS RESISTENCIAS EN EL GANADO VACUNO
El PRAN responde a un mandato de la Unión Europea y se articula en seis líneas prioritarias que se están desarrollando a
través de 24 medidas y 84 acciones concretas, muchas de las
cuales ya están en funcionamiento. Aunque ANEMBE forma
parte del Comité Coordinador Técnico del PRAN, y por tanto
tiene una visión propia, me voy a permitir presentar desde un
punto de vista externo los retos que se le presentan al sector
vacuno español, que no son muy diferentes de los del resto de
los sectores ganaderos españoles.
Las seis líneas estratégicas del PRAN (vigilancia, control, prevención, investigación, formación y comunicación) se pueden
resumir en tres, información, formación y acción, que se encuentran íntimamente ligadas entre sí.
En el capítulo de información uno de los aspectos más necesarios es disponer de datos actualizados sobre la sensibilidad a
los antibióticos de los aislados circulantes en cada explotación
o zona ganadera, lo que permitirá hacer el mejor uso posible de
ellos (mayor probabilidad de éxito terapéutico y menor contribución a la selección de bacterias resistentes). Aunque la capacidad de las bacterias para cambiar su genotipo de resistencia
varía (E. coli es sin duda el alumno más aventajado en esta
materia, mientras que M. haemolytica es mucho menos activa),
todas las explotaciones ganaderas deberían llevar un registro
de los principales agentes bacterianos presentes y de sus perfiles de resistencia a los antibióticos (como ya se ha puesto
de manifiesto en los artículos precedentes). En algunos casos
la información regional o nacional podría ser una alternativa
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razonable, pero habitualmente o no es fácilmente accesible o
simplemente no existe (como destacaremos en el tercer apartado de este artículo). Las acciones II.1.4 y II.1.5 del PRAN, pertenecientes a la medida II.1 (controlar la difusión de resistencia
en el ámbito de la salud animal) están diseñadas precisamente
para rellenar este hueco y proponer el establecimiento de una
red de vigilancia de resistencias de bacterias patógenas por
especies animales.
La medida III.2 del PRAN agrupa tres acciones destinadas a
promover el desarrollo y el uso de pruebas de sensibilidad a
los antibióticos y de diagnóstico rápido, pero sólo me voy a
referir a las primeras. El antibiograma es una herramienta valiosa para prescribir el mejor tratamiento posible en cada ocasión en la que intervienen dos actores: el veterinario clínico
y el laboratorio. Hay que recordar que el veterinario inicia el
ciclo del antibiograma (veterinario – laboratorio – veterinario)
y que la información generada debe volver a él de forma clara y comprensible. Es responsabilidad del veterinario recoger
la muestra más indicada y enviarla al laboratorio en las mejores condiciones de conservación y con toda la información
necesaria para su correcto procesamiento. De manera análoga, es responsabilidad del laboratorio, en el tema específico
de la realización del antibiograma, la utilización de un método
adecuado (ya sea de difusión o de dilución en cualesquiera de
sus variedades) y validado que incluya un panel de antibióticos
adaptado al ganado vacuno y a la bacteria que se aísle teniendo
en cuenta los principios activos autorizados para dicha especie y enfermedad por la AGEMED. La inclusión en los antibiogramas de antibióticos que no están autorizados en el ganado
vacuno plantea problemas al veterinario a la hora de realizar la
prescripción imprescindible para la utilización de un antibiótico. Si el laboratorio tiene en cuenta todas estas indicaciones,
su informe debe incluir los resultados obtenidos con todos los
antibióticos utilizados, transformados en las categorías de sensible (S), intermedio (I) y resistente (R); esta transformación
requiere la aplicación de los denominados puntos de corte clínicos que, en muchas ocasiones, no están claramente establecidos, lo que dificulta el trabajo de los laboratorios. Los puntos
de corte clínicos están diseñados para predecir la eficacia in
vivo de un tratamiento a partir de los datos obtenidos en el
laboratorio cuando se enfrentan una bacteria y un antibiótico.
Los resultados cuantitativos del antibiograma obtenidos en el
laboratorio son independientes de la especie animal de la que
se haya aislado la bacteria y permiten comparar la sensibilidad
de aislados bacterianos obtenidos de la misma o de diferentes especies animales; sin embargo, la farmacocinética de un
antibiótico puede variar entre diferentes especies animales, lo
que implica que los resultados del laboratorio se tengan que
ajustar teniendo en cuenta dicha información específica de
cada especie animal (tal y como se ha explicado en los artículos precedentes), lo que conduce al establecimiento de los citados puntos de corte clínicos. En esencia, si la concentración
necesaria para destruir/inhibir el crecimiento de una bacteria
en el laboratorio (denominada concentración mínima inhibitoria - CMI) es superior a la que se puede alcanzar en el lugar de
infección, la clasificación debe ser “R”; en caso contrario, la
clasificación será “S”.
En medicina humana existen diversas fuentes que proporcionan
información sobre puntos de corte clínico, pertenecientes unas
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Tabla 1. Relación de antibióticos, enfermedades y especies bacterianas en las que el Clinical Laboratory Standard Institute (CLSI) ha establecido
puntos de corte clínicos específicos para ganado vacuno (expresados tanto en concentración mínima inhibitoria como en diámetro de halo de
inhibición)
Antibiótico
Espectinomicina, penicilina, ceftiofur, enrofloxacina, tulatromicina, florfenicol y tetraciclina
Danofloxacina
Tilmicosina
Penicilina-novobiocina, ceftiofur y pirlimicina
Enfermedad
Complejo respiratorio bovino
Bacterias incluidas
M. haemolytica, P. multocida e Histophilus
somni
Complejo respiratorio bovino
Complejo respiratorio bovino
Mastitis bovina
M. haemolytica y P. multocida
M. haemolytica
S. aureus, S. agalactie, S. dysgalactie y S. uberis
Tabla 2. Relación de antibióticos y bacterias en las que el Clinical Laboratory Standard Institute (CLSI) ha establecido puntos de corte clínicos para
medicina veterinaria basados en los existentes en medicina humana y que pudieran tener interés en ganado vacuno (expresados tanto en concentración mínima inhibitoria como en diámetro de halo de inhibición)
Antibióticos
Gentamicina y cefalotina
Amoxicilina+ácido clavulánico, ampicilina, penicilina, cotrimoxazol, eritromicina, cloranfenicol y tetraciclina
Oxacilina
Eritromicina, cloranfenicol y tetraciclina
Penicilina
Ampicilina y penicilina
Ampicilina, cotrimoxazol, cloranfenicol y tetraciclina
al ámbito privado (Clinical Laboratory Standard Institute - CLSI)
y otras al público (The European Committee on Antimicrobial
Susceptibility Testing - EUCAST y diversos Comités Nacionales
del antibiograma). En el campo veterinario, la información es
más escasa pero existe un documento del CLSI (CLSI-VET01S2, julio 2013) del que he resumido en las tablas 1 y 2 la información existente sobre puntos de corte clínicos específicos o
asimilables para ganado vacuno. El comité VetCAST (sección
veterinaria de EUCAST) es de muy reciente creación (diciembre
2014) y de momento ha iniciado su actividad identificado los
antibióticos en los que no existen puntos de corte específicos
para el campo veterinario (entre los que destacan estreptomicina, eritromicina, sulfamidas, trimetoprim y colistina).
La mejora de la formación de los veterinarios clínicos es uno de
los objetivos del PRAN y algunos de los aspectos relacionados
con la prescripción de antibióticos en ganado vacuno (posología, vías de administración, relaciones PK/PD, etc.) ya han sido
presentados en los dos artículos precedentes. Es interesante
destacar que la relación de antibióticos autorizados en España
para distintas indicaciones en ganado vacuno es muy amplia.
Como podemos comprobar en la tabla 3, que contiene información extraída de la base de datos guiavet (auspiciada por
Veterindustria y que agrupa a 33 empresas del sector de medicamentos veterinarios), existen al menos 40 principios activos
que incluyen casi todas las familias de antibióticos; sin embargo, desde el punto de la selección de resistencias todos ellos no
son iguales. La Organización Mundial de la Salud (OMS/WHO)
ha establecido una clasificación de los antibióticos en la que el
nivel más alto se denomina antibióticos críticamente importantes para la medicina humana (CIAs). Este nivel incluye varias
de las familias mencionadas en la tabla 3 (cefalosporinas de
3ª/4ª generación, fluoroquinolonas, macrólidos, polimixinas,
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Bacterias
Sin especificar
Staphylococcus spp.
S. aureus
Streptococcus spp.
Estreptococos beta-hemolíticos
Listeria spp
Enterobacterias
aminoglucósidos y aminopenicilinas) pero entre ellas hay que
destacar a las cefalosporinas de tercera y cuarta generación
ya que en la base de datos de la AGEMED se pueden localizar
al menos 29 medicamentos para ganado vacuno que las contienen (un producto con cefoperazona, 12 con cefquinoma y
16 con ceftiofur) y sus indicaciones incluyen mastitis, procesos
respiratorios y/o procesos podales; ninguno de estos antibióticos deberían ser de primera elección en estas enfermedades
y su uso debería ir siempre precedido de la realización de un
antibiograma (EFSA, 2011). La medida I.3 del PRAN (controlar
el uso de antibióticos críticos) deberá hacer propuestas sobre
este tema. Por último, algunos de los medicamentos que contienen antibióticos son antiguos y tendrán que ser sometidos
a una revisión para actualizar las indicaciones y sobre todo la
posología (medida III.4 del PRAN).
RESISTENCIA A LOS ANTIBIÓTICOS EN BACTERIAS PATÓGENAS
PARA EL GANADO VACUNO
Como ya hemos adelantado, es muy difícil encontrar en la literatura científica datos que nos permitan conocer la realidad
española en este tema, a pesar de que estoy convencido de
que muchas empresas del sector aplican las recomendaciones
anteriormente apuntadas y disponen por tanto de sus propios
datos.
Existen dos grupos de trabajo (ARBAO-II y VetPath) que han
publicado datos europeos sobre resistencia en bacterias patógenas para el ganado vacuno aisladas de procesos respiratorios (M. haemolytica y P. multocida) y de mastitis (S. aureus,
S. uberis y E.coli).
El estudio VetPath analizó aislados bovinos de M. haemolytica y
de P. multocida obtenidos de animales con procesos respiratorios durante los años 2002 a 2006 en ocho países europeos (de
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Tabla 3. Relación de antibióticos autorizados para alguna indicación en ganado vacuno en España (fuente: guiavet)
Familia
Antibióticos
Beta lactámicos
Penicilinas y derivados (combinaciones): benzilpenicilina, ampicilina, amoxicilina (+ ácido clavulánico) y
cloxacilina
Cefalosporinas 1ª/2ª G: cefalexina, cefalonium, cefacetrilo y cefapirina
Cefalosporinas 3º/4ª G: cefoperazona, cefquinoma y ceftiofur
Aminoglucósidos y aminociclitoles
Aminoglucósidos: dihidroestreptomicina, gentamicina, kanamicina, neomicina, framicetina y apramicina
Aminociclitoles: espectinomicina
Tetraciclinas
Tetraciclina, clortetraciclina, oxitetraciclina y doxiciclina
Fluoroquinolonas
Flumequina, danofloxacina, enrofloxacina y marbofloxacina
Macrólidos y lincosamidas
Macrólidos: espiramicina, eritromicina, tilosina, tilmicosina, tulatromicina, tildipirosina y gamitromicina
Lincosamidas: lincomicina y pirlimicina
Polimixinas
Colistina
Fenicoles
Florfenicol y tianfenicol
Inhibidores del folato
Sulfamidas: sulfadiazina y sulfametoxipiridoxina
Diaminopirimidinas: trimetoprim
Jong et al., 2014) y llegó a la conclusión de que la resistencia a
los 17 antibióticos analizados en ambas especies era muy baja.
En las dos el porcentaje de resistencia más elevado se encontró frente a tetraciclina (15% de aislados de M. haemolytica con
CMI >4mg/l; 6% de aislados de P. multocida con CMI >4mg/l).
Desafortunadamente, este estudio no dispuso de aislados españoles.
El estudio ARBAO-II (Hendricksen et al., 2008) recogió información de aislados bovinos procedentes de procesos respiratorios (M. haemolytica y P. multocida - seis países en ambos
casos), obtenidos en el periodo 2002-2004, y llegó a conclusiones similares, pero numéricamente muy diferentes; en las dos
especies el porcentaje de resistencia más elevado entre los
seis antibióticos analizados se encontró igualmente frente a tetraciclina (51% en aislados de M. haemolytica de Francia/2003;
24% en aislados de P. multocida de Italia/2003). Al igual que el
anterior, este estudio tampoco contó con aislados españoles.
Estos dos estudios permiten concluir que los aislados de P.
multocida son mayoritariamente sensibles frente a betalactámicos (amoxicilina, amoxicilina más ácido clavulánico y ceftiofur), florfenicol, fluoroquinolonas y cotrimoxazol, mientras que
los de M. haemolytica presentan también resistencia frente a
amoxicilina, aunque se mantienen mayoritariamente sensibles
frente a los restantes antibióticos anteriormente citados
Los datos de ambos estudios con bacterias productoras de
mastitis bovinas también llegan a conclusiones similares a partir de aislados de ocho países en VetPath (Thomas et al., 2015)
y de datos de un número variable de países en ARBAO-II (S.
aureus - 10 países, incluido España; S. uberis - cinco países y E.
coli - cuatro países, incluido España)
En S. aureus el nivel más alto de resistencia aparece en ambos
estudios frente a penicilina (VetPath: 36%; ARBAO-II: 49% en
Letonia/2004, 45-33% en España, 46-36% en Reino Unido, 2410% en Holanda). En los restantes 11 antibióticos analizados
por ambos estudios los niveles de resistencia son siempre muy
bajos o nulos, salvo algunas excepciones en ARBAO-II (p.e.,
59% frente a sulfamidas en Francia/2002; 30% frente a gentamicina en Suiza/2003; 11% frente a eritromicina y trimeto-
prim en Francia/2002). Los datos de los aislados españoles de
ARBAO-II siguen el mismo patrón de resistencia que los de los
restantes países incluidos en el estudio.
En estreptococos (S uberis, si bien ARBAO-II incluye también
datos de S. disgalactiae) los niveles de resistencia son en general más altos que en estafilococos, especialmente frente a
tetraciclinas (VetPath: 29%; ARBAO-II: 77-68% en Holanda en S.
disgalactiae y 41-33% en S. uberis; 47-39% en Reino Unido en S.
disgalactiae; 53-42% en Francia); gentamicina (53% en Francia
y 52% en Italia) y eritromicina (VetPath: 19%; ARBAO-II: 22-17%
en Francia, 22% en Italia y 21-19% en Holanda).
Por último, en el caso de E. coli, aunque ambos estudios incluyen aislados procedentes de mamitis, ARBAO-II tiene también
de diarreas procedentes de seis países, que suelen ser en general más resistentes. En los aislados procedentes de mastitis
los porcentajes de resistencia más elevados se detectan frente
a tetraciclina (VetPath, 14%; ARBAO-II 59-49% en España), estreptomicina (ARBAO-II: 55-52% en España), sulfamidas (ARBAO-II: 53-46% en España) y ampicilina/amoxicilina (ARBAO-II:
51-46% en España). En los aislados de ARBAO-II procedentes
de diarreas, los porcentajes más elevados aparecen en sulfamidas (95-65% en Dinamarca; 81-69% en Francia); tetraciclina
(85-76% en Dinamarca, 80-76% en Francia, 76-59% en Bélgica);
estreptomicina (87-70% en Dinamarca; 78% en Francia); y ampicilina (79-72% en Dinamarca; 76-64% en Bélgica).
El análisis combinado de los resultados de estos estudios en
ganado vacuno no permite concluir por ejemplo que la resistencia frente a tetraciclina en M. haemolytica, P. multocida y E.
coli esté bajando en Europa, ya que lo que contienen son dos
enfoques diferentes en los estudios de vigilancia de resistencia: un modelo de laboratorio centralizado que realiza todos los
antibiogramas (VetPath) frente a un modelo descentralizado
que recoge los resultados (no los aislados) de cada miembro
participante (ARBAO-II). Pero ambos coinciden en que es necesario establecer un sistema de vigilancia armonizado y disponer de puntos de corte clínicos para muchos antibióticos en estas y otras especies bacterianas (p.e., amoxicilina, cefquinoma,
marbofloxacina, doxiciclina, tiamulina, tilosina, enrofloxacina o
lincomicina).
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Aunque se ha señalado un aumento de la resistencia a los antibióticos en algunas de las bacterias que hemos citado en la introducción (p.e., en M. bovis, Gautier-Bouchardon et al., 2014),
los mayores problemas de resistencia en ganado vacuno están
asociados a E. coli, procedente tanto de diarreas como de mastitis, y a las bacterias grampositivas productoras de mastitis
(estafilococos y estreptococos). Esto quiere decir que la eficacia clínica de la mayor parte de los tratamientos con antibióticos no parece estar comprometida en la actualidad en el ganado vacuno; sin embargo, el efecto “gasto de eficacia futura”
permanece activo y presente y debe ser el eje fundamental que
guíe el mejor uso posible de antibióticos.
Alexander Fleming, el descubridor de la penicilina y por tanto
uno de los padres de los antibióticos, en la últimas líneas de su
discurso de aceptación del premio Nobel, el 11 de diciembre
de 1945, alertaba sobre dos hechos: a) que las bacterias podían “educarse” y aprender a convivir con la penicilina; y b) que
dichas bacterias podrían multiplicarse y pasar de unas personas a otras, produciendo enfermedad en personas sin contacto
previo con el antibiótico y que sin embargo no se podrían curar
con este tratamiento (Fleming, 1945). Setenta años después,
no podemos olvidar que sus predicciones han resultado totalmente ciertas y que estamos obligados a luchar por el mejor
uso posible de los antibióticos.
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