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LA FILOSOFÍA GRIEGA
PLATÓN. Libro VII de la República. Mito de la caverna.
EL MITO O ALEGORÍA DE LA CAVERNA
A) Resumen1:
Imaginemos una caverna, dice Sócrates, situada bajo la tierra a gran profundidad y
conectada con la luz del día por un largo corredor. En esta caverna hay hombres que han vivido allí
prisioneros desde que eran niños. Se hallan encadenados al suelo e incluso sus cabezas están sujetas
de tal modo que forzosamente han de mirar delante de ellos, hacia la pared de la caverna. Tras la
línea de prisioneros arde una hoguera, y entre el fuego y los prisioneros cruza un camino. Por este
camino circulan personas mientras conversan entre sí y llevan objetos diversos consigo. Los
prisioneros verían sombras de estos objetos y las suyas propias, sombras que la luz del fuego
proyectaría sobre la pared de la caverna que tienen ante sus ojos. Y, suponiendo que esta pared
tuviera un eco, los prisioneros oirían sonidos que creerían procedentes de las sombras. Los
prisioneros, en fin, supondrán que las sombras son las cosas reales, ya que es lo único que verían y
conocerían, pues ellos nada saben del fuego ni del camino ni la gente que pasa a sus espaldas.
Ahora bien, supongamos que quitamos las cadenas a uno de los prisioneros y le hacemos
que vuelva la cabeza. Para sí esto será enormemente doloroso y aterrador; los movimientos de su
cuerpo le harán daño y sus ojos serán deslumbrados por el fuego. Y si le decimos que las cosas que
ahora ve son más reales que las sombras se negará a creernos y deseará volver asentarse de cara a la
pared de las sombras que el comprende. Supongamos que llevamos nuestra experiencia más lejos y
le arrastramos a la fuerza por el largo pasadizo hasta llevarle a la luz del sol. Eso será aún más
doloroso y aterrador; y cuando llegue a la superficie, el sol le cegará. Pero poco a poco,
imaginemos, se acostumbrará. Al principio, conseguirá mirar las estrellas y la luna por la noche
Luego mirará las sombras proyectadas por el sol y los reflejos de éste en el agua. Por último,
conseguirá ver los árboles y las montañas a plena luz del día y reconocerá que éstas, y no las
sombras de la caverna, son las cosas reales. Y cuando se haya acostumbrado a mirar en derredor
suyo, se dará cuenta por fin de que la luz que hace que todo sea posible proviene del sol.
Y entonces, naturalmente, sentirá pena por sus compañeros de cautiverio en la caverna y se
considerará a sí mucho más afortunado que ellos. Si de repente se le condujera de regreso a la
caverna, sus ojos estarían desacostumbrados a la oscuridad y ya no sería capaz de reconocer las
sombras. Los demás prisioneros dirían que sus aventuras le habían acarreado su perdición y le
considerarían un insensato por haber salido a la luz del día.
Sócrates explica ahora el significado de esta parábola. La caverna se corresponde con la
esfera de la opinión; el mundo exterior se corresponde con la esfera del conocimiento. Y, por
supuesto, el sol se corresponde con la Idea del Bien. Cada paso que damos, desde el estado inferior
de la esfera de la opinión hasta el estadio superior de la esfera del conocimiento, es doloroso; pero
una vez que hemos conseguido darlo, nos damos cuenta que caminamos en la dirección correcta.
Por otra parte, quienquiera que haya probado el conocimiento y haya contemplado la Idea de Bien
parecerá un necio a quienes nunca han salido de la esfera de la pura y simple opinión.
1
Este es un resumen del mito completo, similar al que habéis hecho; la modalidad de resumen que hay que hacer en el
examen será referido al fragmento concreto y para ello tenéis que seguir las especificaciones oportunas conforme a los
criterios de valoración actuales que debéis conocer.
Explicación2
La degradación intelectual y moral, consecuencia de la falta de educación, de la ignorancia
acerca de lo que es bueno, bello, justo; así como la salida de ese estado, que sólo se hará posible a
través de un proceso educativo, arduo y difícil, en el que la filosofía juega un papel esencial,
constituyen los tres aspectos más relevantes de la interpretación del texto del Mito de la caverna.
Tres nociones estructuran el propio contenido del texto: 1. Los prisioneros y las sombras (parte 1) 2.
El ascenso al mundo de arriba y el sol (parte 2) 3. El retorno a la caverna y las tinieblas (parte 3). La
parte 4 es un resumen de todo el texto ya que constituye la interpretación del mismo por parte del
autor.
En el “Mito de la caverna” está latente, por un lado, la problemática relativa a la naturaleza
de las cosas; esa problemática se manifiesta a través de unas imágenes cuyas claves conceptuales
son muy claras. Así la contraposición objetos y figuras en el interior de la caverna con las cosas en
el exterior de la caverna, funciona como imagen perfecta del dualismo cosa-Idea, de la distinción
entre mundo sensible y mundo inteligible, o apariencia-realidad.
Pero, por otro lado, también está presente, en la figura de los prisioneros la problemática
relativa a la naturaleza humana, que se contempla desde un triple punto de vista:
-Cognoscitivo: La oposición oscuridad-luz es la imagen de la oposición ignoranciaconocimiento, error (ilusión, engaño)-verdad, opinión-ciencia, sentido común filosofía. Y Platón
nos enseña que la verdad, como la luz, alumbra, ilumina ciertamente, pero también deslumbra al
que no está acostumbrado a ella.
- Pedagógico: La oposición oscuridad-luz también ilustra la oposición falta de educacióneducación. Aquí, bajo la imagen de la adaptación del ojo de la oscuridad a la luz, y de la luz a la
oscuridad, en un paso siempre doloroso, Platón piensa el proceso de aprendizaje y enseñanza como
tareas que ofrecen gran dificultad: así intentar aprender algo nuevo, significa, al comienzo, caminar
a ciegas; e intentar enseñar al que no sabe, significa, en principio, participar de su oscuridad,
sometiéndose a las condiciones que impone su no saber.
- Ético-político: Pero, y esto es lo más importante, la oscuridad es decir la falta de
conocimiento y de educación, constituye a juicio de Platón una esclavitud. Así la contraposición
grupo de esclavos-individuo liberado ejemplifica la relación sociedad-filósofo. Pues bien, a este
respecto cabe decir lo siguiente:
**Para Platón ningún hombre es libre, ni siquiera el filósofo; el hombre, en la figura del
filósofo, se hace libre, se trata siempre de un proceso de liberación, en el que la libertad no es
ejercida cómodamente desde el principio, sino conquistada penosamente, a partir de una situación
de no libertad.
**La correlación ascenso-descenso de y a la caverna muestra en una imagen cómo para el
filósofo han de ser correlativos la liberación individual y el compromiso social, desde una ética de
la responsabilidad, debe descender a la vida cotidiana con el propósito de liberar al grupo humano.
**La torpeza en el interior de la caverna, del que allí regresa, muestra cómo en la vida
corriente el saber y la virtud no constituyen una ventaja para el filósofo, en su discusión con la
gente: el saber y la virtud resultan algo inútil, ineficaz e, incluso, contraproducente; ironía del
filósofo: su superioridad sobre los hombres le coloca en una situación de inferioridad ante ellos.
Además, quien retorna a la caverna es objeto de burlas y de un rechazo tal que hasta puede poner en
peligro su propia vida.
SÍMBOLOS
Caverna-prisión: Mundo físico, mundo sensible, o de las cosas.
2
Esta explicación, así como la aclaración posterior sobre los símbolos que aparecen en el mito, tiene el objeto de
serviros para obtener elementos conceptuales, ideas..., que podáis utilizar en el resumen, según cuál sea el fragmento
que salga en el examen.
Oscuridad-sombras: ignorancia, esclavitud, falta de educación.
Prisioneros: Nosotros, los seres humanos, en nuestra condición mortal.
Ataduras: cuerpo como “cárcel” del alma.
Fuego: el sol.
Figuras que llevan los porteadores: cosas materiales.
Liberación de las cadenas y salida del prisionero al exterior: ascesis del alma, purificación
moral y progreso intelectual.
Exterior de la caverna: Mundo no material, mundo inteligible o de las Ideas.
Cosas del exterior: Ideas.
Sol del exterior: Idea de Bien.
B) NOCIONES:
1. Los prisioneros y las sombras
Los prisioneros representan a la condición humana, no la verdadera naturaleza del hombre.
Su condición en tanto “encarcelados” en lo sensible y corporal (Dualismo antropológico “cuerpo
como cárcel del alma”, que se atribuye a la influencia pitagórica), cuya vida y universo se encuentra
reducida al ámbito de lo sensible, esclavos de la ignorancia, del engaño, del error, de la falta de
educación.
Para Platón, el hombre es fundamentalmente su alma, que tiene primacía sobre el cuerpo en
el sentido de que es superior a éste y debe gobernarlo. Esta supremacía se debe al hecho de que es el
verdadero ser o esencia del hombre, el cuerpo no es más que apariencia; pero a pesar de ello, Platón
no niega que el cuerpo pueda ejercer influencia sobre el alma. Para explicar esta relación alma
cuerpo Platón introduce en la República la doctrina de la naturaleza tripartita del alma, doctrina que
es atribuida por algunos autores a los pitagóricos. Platón sostiene que el alma consta de tres partes,
entendiendo por parte algo así como función, o tendencia, no en el sentido material:
1. Racional (razón): propia y específicamente humana, nos distingue de los animales, es
inmortal y está emparentada con lo divino, dado su origen: Las otras dos son mortales y también
están presentes en los animales.
2. Irascible (ánimo): fuente de pasiones nobles, debería ser aliada natural de la razón.
3. Concupiscible (apetitos): fuente de pasiones innobles al tener relación con los deseos del
cuerpo.
En el Fedro se cuenta el mito del carro alado, el alma es representada como un carro guiado
por un auriga y tirado por dos corceles: uno bueno (que representa el alma irascible) y uno malo
(que representa el alma concupiscible) De la misma manera que el auriga (que representa el alama
racional) debe ser capaz de controlar a los dos corceles si quiere que el carro marche
adecuadamente, así el hombre si quiere ser feliz y desarrollarse como ser racional y moral, debe
conseguir que haya un dominio de lo racional sobre lo irracional.
Platón quiere, precisamente representar en la figura de los prisioneros las consecuencias de
vivir esclavo del cuerpo, esclavo de las pasiones, la corrupción intelectual y moral que de ello se
deriva, fuente de constante infelicidad tanto para el individuo como para la sociedad.
Las sombras: Opiniones, es lo único que puede ser concebido en este mundo, y toda opinión,
incluso la verdadera, es incapaz de ofrecer garantías de verdad. Por dos motivos: el origen del
conocimiento (sentidos) y el objeto de conocimiento (las cosas materiales) (Opinión, doxa) Platón
distingue dos niveles de opinión:
-Eikasía o imaginación: tiene por objeto las imágenes, todo lo que tiene que ver con la mera
conjetura. Se correspondería con un estado intelectual basado en las apariencias físicas y morales
(igual tamaño de los objetos distantes, “donde fueres haz lo que vieres”); está representada por los
prisioneros que miran las sombras.
-Pistis o creencia: Trata sobre los objetos reales de lo que son imágenes lo anterior, es decir,
todos los animales que nos rodean y todo el universo de la naturaleza y del arte. Se correspondería
con el estado intelectual del que trata de evitar el error y para ello confía en la experiencia y observa
detalladamente los objetos empíricos; está representado por el prisionero que, una vez liberado, es
capaz de ver y reconocer los objetos, de los que antes sólo veía imágenes.
Pero, tanto a) como b) constituyen la doxa o conocimiento inferior, que se da dentro del
mundo sensible. La doxa corresponde al estado de la mente del que conoce sensiblemente los
objetos sensibles, y conocer esa realidad que es sólo copia o imagen de lo que es verdaderamente,
no puede nunca fundar verdadero conocimiento. Con esta noción Platón se posiciona junto a las
ideas parmenídeas y contra los sofistas.
2. La subida al mundo de arriba y el sol
La subida al mundo de arriba representa o simboliza la ascensión del alma al mundo
inteligible o de las Ideas. Esta ascesis del alma sólo es posible mediante un proceso de liberación de
las ataduras corporales y para ello es necesario el dominio progresivo de lo racional sobre lo
irracional, que se consigue a través de la purificación moral y el progreso intelectual. Ambas tareas
no son fáciles requieren esfuerzo y preparación. Por ello es fundamental el papel de la educación
que posibilitará el ascenso a la contemplación de los primeros principios; sin embargo sólo los
individuos mejor dotados podrán acceder a esta cima del conocimiento.
El conocimiento superior o episteme, que se da en el mundo inteligible, comprende dos
etapas:
**Dianoia o pensamiento discursivo, correspondiente al pensamiento hipotético o
matemático, que se ocupa de aquellos objetos que pueden verse con los ojos de la inteligencia; está
representado por el hombre que mira los reflejos al aire libre, en el exterior de la cueva, pero no los
objetos reales.
**Noesis o pensamiento dialéctico, correspondiente con el nivel cognoscitivo más elevado,
propio del filósofo, que capta las Ideas o auténtico ser de las cosas, y por encima de ellas el Bien,
simbolizados por el Sol y los objetos reales.
El sol, representa o simboliza la Idea del Bien, pues del mismo modo que el sol del exterior
proyecta la luz que hace visibles los objetos y, por tanto, se convierte en generador de vida de las
cosas naturales, así el Bien, es causa de la verdad y el ser de las Ideas, en tanto les confiere su
realidad, es decir, las hace ser lo que son. Y permite su inteligibilidad al alma, dado que sólo la
contemplación de ésta idea es garantía de la verdadera comprensión y captación de las demás Ideas.
Es, por tanto el Bien un principio ontológico y gnoseológico. De hecho la Idea del Bien es el
principio unificador de todo cuanto es o existe, y por ello, lo sobrepasa en dignidad y poder.
3. El regreso a la caverna y las tinieblas
Para Platón, a quien llega a poseer el conocimiento noético, no le queda sino intentar que el
mundo sensible se acerque lo más posible al ideal contemplado; por eso la dialéctica es además de
un movimiento de ascensión hacia la contemplación de las ideas, un proceso dinámico de regreso
para la actuación sobre el mundo. En cuanto una persona conoce la bondad, necesariamente ha de
hacer lo que pueda para “usarla como un ejemplo mediante el cual ordenar su propia vida y la de su
ciudad”. La dialéctica es, así un doble proceso ascendente y descendente. Esto es lo que hace el
prisionero cuando, habiendo visitado el mundo exterior, baja de nuevo a la caverna para ayudar a
sus compañeros a reconocer las sombras cuyos originales ha visto. El auténtico saber dialéctico
tiene, pues, fundamentalmente una dimensión práctica: contribuir al bien común.
Platón considera que la mayor parte de los hombres no alcanzan el nivel de la noesis, por
ello deberán someterse a la dirección de aquellos que conocen la naturaleza del Bien. Para Platón la
felicidad sólo se alcanza con el desarrollo pleno de la personalidad del hombre como ser racional y,
por tanto, moral, es decir con la relación armónica de las partes del alma. La consecución de esta
armonía es un proceso costoso, pues el hombre tiende a dejarse llevar por sus instintos, por lo que el
acceso a la verdad y el Bien requiere esfuerzo y no se da de forma natural. Esta dificultad se ve
incrementada por el rechazo que la sociedad plantea al que se atreve a trascender el camino de la
opinión y los prejuicios colectivos. La comunidad no valora el papel de los filósofos teniéndolos
frecuentemente por seres inútiles, inadaptados y algo ridículos. Forma parte del quehacer del
filósofo el volver a la Caverna y poner sus conocimientos al servicio de la comunidad. Así el estado
podrá estar gobernado por hombres sabios y no por hombres ambiciosos, que luchan entre sí para
conseguir el poder como si se tratase del mayor de los bienes. Sólo regresando a la Caverna y
teniéndoselas que ver con el mundo de lo humano, el hombre sabio será un auténtico filósofo.
Platón piensa que a pesar de todo siempre habrá hombres que crean en la supremacía de la
razón y que con una educación adecuada podrán conducir a la comunidad hacia la búsqueda del
orden justo y, por tanto, de la felicidad. La filosofía aparece, pues, siempre como pedagogía, y la
preocupación del filósofo se centra en los que viven en su sociedad, esa pedagogía es, en definitiva,
política.
C) SÍNTESIS TEÓRICA O DOCTRINAL
1. La teoría de las Ideas
Platón enlaza con la problemática de los filósofos anteriores, a la vez que intenta dar
solución a sus planteamientos:
Protágoras. Había afirmado la relatividad del conocimiento (no existe verdad absoluta, cada
uno tiene su propia verdad)
Heráclito. Las realidades están en permanente cambio, en un constante fluir, todo es
mutable.
Parménides: La realidad es el ser, un ser estático, inamovible, contrapuesto radicalmente al
ser de Heráclito.
Sócrates: Es necesario un concepto estable que haga posible la definición y el entendimiento
entre los hombres.
Platón, que hará la primera síntesis de la historia de la filosofía (síntesis entre Heráclito y
Parménides), se ve obligado a afirmar, por un lado, la existencia de realidades estables, permanentes
a las que denomina Ideas, y, por otro, la existencia de realidades cambiantes, a las que denomina
cosas: Dualismo ontológico.
La primera formulación de esta teoría aparece en el período de madurez. Según Platón hay
cosas que nos parecen bellas, buenas, justas, pero también existe el Bien, la justicia, la Belleza en sí
mismas, al margen de las cosas concretas que sentimos o pensamos.
¿Qué son las Ideas?
No son un contenido de la mente, sino entidades, realidades que existen por sí mismas.
Son eternas, simples (indivisibles) inmutables y limitadas (determinadas).
Independientes del mundo físico al que sirven de modelo.
Constituyen el verdadero ser o esencia de las cosas, nos permiten responder a la pregunta
¿qué es?, pregunta central en el quehacer filosófico socrático.
Están jerarquizadas, cada Idea participa de las situadas en el plano superior, por lo tanto,
todas participan de la Idea de Bien, todas se hallan unificadas mediante la Idea de Bien. En la Idea
de Bien se sostienen todas las demás, de ella reciben su consistencia. Es el Ser por excelencia, de él
dimana todo, incluso las Ideas de Justicia y Belleza. Platón lo compara con el Sol. Es como la luz
que nos hace ver todos los objetos sensibles, con el Bien todo se hace visible, comprensible. Es la
Idea de las Ideas. El verdadero conocimiento se explica sobre el modelo de la “visión”, por eso, al
objeto del conocimiento intelectual intuitivo lo llama “eidos” o “idea”, que procede de un verbo
griego que significa “ver”. Así, la Idea es “lo visto en la intuición intelectual” y, para Platón, no es
un acto subjetivo de la mente, sino el “objeto que se conoce”. Este es el sentido profundo de la
comparación de la Idea del Bien con el Sol: es lo que nos permite “ver” o conocer la realidad. Las
ideas no son simplemente conceptos, son realidades que existen con independencia de las cosas.
Más aún, son la misma realidad, cada idea es única, eterna, inmutable e inalterable; y sólo es
captable por la inteligencia (nous) se trata de una realidad inteligible, no sensible, mientras las
cosas, sin embargo, son captadas a través de los sentidos: Dualismo gnoseológico. Las cosas que
vemos del mundo sensible, el árbol, el agua, el hombre, etc. no son tales cosas, sino apariencias,
semejanzas, imitaciones. El conocimiento sensible no puede ser, por tanto, fuente de verdad, no es
un conocimiento verdadero, porque los sentidos son inseguros, nos engañan. Entonces, si cuando
veo un árbol lo que percibo no es el árbol en sí sino su apariencia, ¿dónde está la esencia del árbol?
La Idea de árbol es el ser del árbol. La realidad del mundo sensible está en las ideas, el mundo
sensible sólo tiene realidad en la medida en que participa del Mundo de las Ideas, ya que éstas son
los modelos eternos a partir de los cuales las cosas han sido generadas. La Idea tiene, pues, una
entidad ontológica en cuanto es el Ser o esencia de la cosa; pero también tiene una entidad
epistemológica, pues es lo que capta la inteligencia o la razón.
Existen, pues, dos fuentes de conocimiento: sentidos y razón. Cada una de estas fuentes del
conocer tiene un objeto distinto y propio. El objeto de los sentidos es lo concreto, particular,
mudable; el objeto de la inteligencia o razón, es lo universal, lo estable, lo eterno. Por los sentidos
se llega a la opinión, por la razón se llega a la ciencia. Los sentidos se localizan en el cuerpo, y la
razón en el alma: Dualismo antropológico.
Ahora bien, ¿cómo llega el hombre a conocer estas Ideas? El conocimiento de las Ideas se
explica por la reminiscencia (anamnesis) La concepción antropológica de Platón supone concebir
al hombre constituido de dos realidades absolutamente contrapuestas entre sí: el alma y el cuerpo.
El cuerpo es la “cárcel del alma”, de naturaleza material, pues pertenece al mundo sensible, es un
mal, por las necesidades que crea al alma y porque le impide buscar la verdad; es una pesada carga
ya que fuerza al alma a ambicionar las cosas materiales, fuente siempre de corrupción moral y
política. El alma, sin embargo, es completamente superior al cuerpo, es el auténtico Yo, el auténtico
hombre, el cuerpo es sólo apariencia, el alma es el verdadero ser de cada uno de nosotros de
naturaleza inmaterial y de carácter inmortal, es preexistente al cuerpo y antes de habitar en él ha
vivido en la contemplación de las Ideas, mundo del cual es originaria, por ello, aunque el contacto
con el cuerpo lo hace “olvidar” lo contemplado, conocer las Ideas, para el alma, significará recordar
las Ideas contempladas con anterioridad. Platón traslada, pues, su teoría de las Ideas a la realidad
del hombre. Ha abierto un abismo entre el mundo del espíritu y el mundo material.
2. La educación
Ha debido atenderse a las instrucciones para la actividad (resumen) en relación con el texto
subido a la página, que desarrolla este tema.
El texto es el que sigue:
“Platón concibe la educación en función de su ideal político. Hay una vinculación en el
pensamiento platónico entre lo que debe ser la educación de los individuos y el ideal de justicia que
debe regir la polis. En La República se presenta la idea de que la recta educación del individuo
supone la realización de la justicia en sí mismo y será aquella la que garantice la realidad del Estado
justo. La base de este principio hay que asentarla sobre la concepción antropológica platónica, de la
que se derivará su doctrina ética y su correspondiente correlato en el ámbito político. Platón vuelve
la vista al alma del hombre en La República, para forjar sobre ella la doctrina del hombre justo y
feliz y la del buen gobierno de la ciudad.
La imagen de la caverna es una imagen del “estado en que se halla la naturaleza humana en
relación con la educación o la falta de ella”. El hombre pertenece, como ser natural, al mundo
sensible, pero, en este mundo es un ser imperfecto, su vida en este mundo es antinatural en la
medida en que está encarcelado en lo sensible y corporal. El ser humano está compuesto de un alma
y de un cuerpo ontológicamente heterogéneos (dualismo antropológico).
El alma es, principio vital que anima al cuerpo (por tanto, “superior” a él) y principio del
conocimiento. Ambas funciones son desempeñadas por facultades o potencias diferentes y que son
fuentes de “deseos” diferentes. La parte apetitiva: es fuente de los deseos relativos a la nutrición y la
generación; la parte irascible: es fuente de los deseos y pasiones nobles; la parte racional: fuente de
los deseos de aprender, de saber y comprender la verdad. La virtud (areté) consistirá en la armonía
entre las tres partes de modo que, sin que ninguna sea anulada, prevalezca la parte racional.
La verdadera educación (paideia) es el medio o camino por el que la naturaleza humana
alcanza el bien, la perfección o excelencia que le son propios. La educación hará posible el retorno
a la auténtica naturaleza del hombre, abandonando el “estado” en que nos lo presenta Platón en el
Mito de la caverna, proporcionándole el conocimiento de la verdad acerca de cómo debe vivir.
La concepción platónica de la educación es diametralmente opuesta a la de los sofistas.
Según éstos, la educación consistía en inculcar a los alumnos ciertos saberes necesarios para
alcanzar el poder, el éxito en una sociedad determinada; de manera que el conocimiento tenía para
ellos un valor utilitarista y convencional, limitado a situaciones concretas.
Frente a ellos, Platón entiende la educación como un auténtico arte de conducir el alma hacia
la verdad. El saber es, pues, una actividad animada por el deseo (eros) de búsqueda en una
asociación entre lo conocido y lo que todavía no se conoce, una anamnesis, en cuanto poseemos una
comprensión implícita de todo lo que alguna vez llegaremos a comprender.
El texto fundamental de la educación griega en tiempos de Platón eran los poemas de
Homero, los cuales no sólo proporcionaban relatos literarios de extraordinaria belleza, sino también
todo un sistema de normas de comportamiento. Sin embargo Platón creía que los efectos morales y
teológicos de estos poemas dejaban mucho que desear, y ello debido a dos razones fundamentales:
la antropomorfización de los dioses no proporcionaba modelos dignos de ser imitados y, por otra
parte, contenían una cantidad de fragmentos que podían inducir al joven a una conducta poco
deseable. Platón pretende realizar en su sistema educativo una censura de toda la literatura en la que
los fines estéticos estén por encima de los fines morales; esto es debido a que considera que el
progreso intelectual debe implicar a la vez un proceso de purificación moral; el verdadero objetivo
de la educación es el conocimiento de la verdad y el conocimiento de la verdad es la garantía de una
vida buena y feliz.
Platón pretende en su proyecto de educación combinar el ejercicio físico y la música a fin de
conseguir con ello un desarrollo equilibrado del individuo, pero tanto la música como la gimnasia
son meras técnicas y por ello se encuentran lejos de la verdad. El alma necesitará para acceder a la
verdad del auxilio de otras ciencias. ¿Cuáles son estas disciplinas que sí podemos considerar
verdadera ciencia?: Las matemáticas y la dialéctica.
El pensamiento matemático (dianoia) constituye la máxima aproximación al conocimiento
de las Ideas, pero no llega a conseguir su captación final. La dianoia ocupa una posición intermedia
entre la opinión (doxa) y el conocimiento filosófico (noesis). De la misma forma, los objetos
matemáticos son algo intermedio entre las Ideas y las cosas sensibles; pueden ser considerados
como “particulares inteligibles”, constituyendo una clase especial de inteligibles, superiores a los
sensibles particulares, pero inferiores a los verdaderos universales o formas.
Por ello la matemática no llega a ser “dialéctica” y se queda a nivel de la dianoia o
pensamiento hipotético. Este tipo de razonamiento ayuda a la mente a desligarse de lo sensible y
habituarse a lo inteligible pero no le permite alcanzar verdadero conocimiento. Para ello es preciso
ir más allá de las hipótesis sometiéndolas a prueba a la luz de los primeros principios, y no
descansando hasta alcanzar una verdad suprema a partir de lo cual se pueda explicar todo lo demás.
La dialéctica, que sí cumple aquella función, es presentada por Platón como la última etapa
de su proyecto educativo, a la que sólo podrán acceder aquellos que habiendo dominado las ciencias
matemáticas, se encuentren ejercitados en pensar. A diferencia del conocimiento matemático, que
partiendo de hipótesis no fundamentadas argumentaba hasta llegar a una conclusión; la dialéctica se
nos muestra como un tipo de pensamiento que remonta los supuestos matemáticos dirigiéndose
hacia los primeros principios y culminando con la comprensión del Bien, primer principio no
hipotético. Platón le da carácter de viaje ascensional desde las cosas hasta las Ideas y sus
interrelaciones hasta llegar a la Idea de Bien. Platón denomina al conocimiento dialéctico con la
palabra noesis: captación por la mente de lo universal por encima de lo particular, comprensión de
las realidades universales.
Al que llega a poseer este conocimiento de lo verdadero y lo bueno, no le queda sino
intentar que el mundo sensible se acerque lo más posible al ideal contemplado, por eso la dialéctica
es también un proceso dinámico de actuación sobre el mundo. En cuanto una persona conoce la
bondad, necesariamente ha de hacer lo que pueda para “usarla como un ejemplo mediante el cual
ordenar su propia vida y la de su ciudad”. La dialéctica es, así un doble proceso ascendente y
descendente. Esto es lo que hace el prisionero cuando, habiendo visitado el mundo exterior, baja de
nuevo a la caverna para ayudar a sus compañeros a reconocer las sombras cuyos originales ha visto.
El auténtico saber dialéctico tiene, pues, fundamentalmente una dimensión práctica: contribuir al
bien común.
Platón asigna, según vemos, a la filosofía una dimensión política, en virtud de la cual la
culminación del proceso de conocimiento no se queda en la ascesis hacia la contemplación del Bien,
sino que debe continuar en la utilización de todos los conocimientos adquiridos por el filósofo para
construir una sociedad justa. La educación del filósofo tiene el cometido de que éste vuelva a la
caverna y ponga sus conocimientos al servicio de la comunidad. Así el Estado podrá estar
gobernado por hombres sabios que realicen el ideal de justicia en la comunidad política,
gobernando ésta “en la vida privada como en la pública”.”
D) CONTEXTUALIZACIÓN
4.1. La obra
El texto pertenece al Mito de la caverna, que aparece en el libro VII de la obra platónica La
República, subtitulada “Sobre la justicia”. Esta obra es un diálogo compuesto de diez libros o
capítulos. Platón escribe en forma de diálogo, estilo que mantendrá a lo largo de toda su vida,
aunque con ligeros cambios a medida que envejecía. Los personajes locutores son reales. En la
mayoría de los libros son exclusivamente Sócrates, Glaucón y Adimanto quienes sostienen la
conversación. En el mito al que pertenece el fragmento intervienen los dos primeros; Glaucón
prácticamente se limita a asentir al hilo de la exposición y los argumentos del maestro Sócrates.
Por lo que se refiere a la estructura interna de la obra, cabe distinguir en ella hasta cinco
partes:
La primera constituye una introducción al gran tema central: la justicia. En la segunda trata
Sócrates de definir y demostrar la esencia de la justicia, primero en el Estado, y luego en el interior
de cada individuo. La tercera parte incluiría los libros V, VI y VII, en el que está incluido nuestro
texto, se examinan las condiciones de posibilidad del Estado perfecto. Aquí aparece planteado el
tema de la paideia que, a su vez, obliga a discernir qué es la Idea de Bien, y los grados del
conocimiento mediante el “símil de la línea”. Estos últimos temas son los que se recogen de forma
alegórica en el libro VII, al tratar, en el Mito de la caverna, sobre la educación de los filósofos
llamados a gobernar la ciudad; y extraer finalmente, tras la descripción del mito, las conclusiones
ontológicas, epistemológicas y ético-políticas que se desprenden de todo ello. En la cuarta parte se
analizan las formas reales de gobierno, “degeneraciones” de la Forma ejemplar de gobierno. Por
último, en la quinta parte, el libro X vuelve Platón al tema de la censura de la poesía (ya tratado en
libros anteriores) y a un tema tratado en otros diálogos (Fedón): la inmortalidad del alma.
En lo que respecta al conjunto de las obras platónicas, en el que se suelen distinguir cuatro
periodos (juvenil, de transición, de madurez y de vejez), la República queda encuadrada en el
periodo de madurez, periodo en el que Platón emprende el camino de la investigación metafísica,
desarrolla su teoría de las Ideas (El Banquete y Fedón, pertenecen también a este periodo).
La República es, seguramente, el más importante de los diálogos de ese periodo platónico.
Su objetivo principal es mostrarnos cuál es el Estado político ideal en el que los hombres puedan ser
mejores. La obra aparece, en principio, como una constitución política, es decir, como un conjunto
de normas para regular la convivencia social. Constituye un auténtico tratado de filosofía, en el
que son desarrolladas, aparte de una teoría ético-política, una teoría de la educación, una teoría del
hombre, una teoría del conocimiento y, fundamentalmente, una teoría de la realidad. Pero Platón do
se limitó, en este terreno a los aspectos teóricos, fue también un activista político, que por dos veces
intentó llevar a la práctica su pensamiento social, en la corte de Dionisio II, tirano de Sicilia, con
riesgo de su vida. Tal Estado estaría dirigido por una aristocracia, en el significado etimológico de
la expresión: “gobierno de los mejores”. Se trata de una aristocracia del saber y de la virtud: la
aristocracia de los filósofos.
La República tiene una especial significación en el conjunto de la obra platónica por haber
quedado en ella expuesta su teoría de las Ideas. La teoría de las formas ha sido discutida aún desde
el tiempo de Platón; su mismo discípulo Aristóteles le presentó un listado de fundadas objeciones, e
incluso fue revisada por él mismo.
Con todo, el significado y repercusión de este diálogo han sido inmensos, dejándose sentir,
no sólo en toda la historia de la filosofía sino en todo el orbe cultural de Occidente.
4.2. La historia.
Visto desde un punto de vista histórico, el pensamiento de Platón constituye un esfuerzo
para solucionar los dos grandes problemas que él hereda de la filosofía anterior:
- El problema presocrático, relativo a la naturaleza de las cosas: “¿cuál es el origen, la causa
y el fundamento de todo lo que existe?”
- El problema socrático, relativo a la naturaleza humana:” ¿qué es el hombre, y cómo debe
comportarse en función de su ser, tanto individual como socialmente?”
Pues bien, como hemos visto, la teoría de las Ideas soluciona, simultáneamente, ambos
problemas. Las Ideas, en efecto, son la esencia de las cosas; por otra parte, el hombre, cuya alma
participa de la eternidad de las Ideas, ha de reflejar, con su conocimiento y su acción, contra todo
planteamiento relativista, esa validez eterna, no sólo personal y privado, sino también en lo
colectivo y público.
Ahora bien, el pensamiento de Platón, en cuanto solución de los problemas de la tradición
filosófica, está influido a su vez por la filosofía de esa tradición. En este sentido, Platón efectuó una
síntesis de la filosofía de Parménides y Heráclito (unidad, permanencia / pluralidad, devenir;
episteme / doxa).
Además, desde otra perspectiva, las ideas pueden ser consideradas como el equivalente
platónico de los números de los pitagóricos. De la misma manera, las Ideas también pueden ser
entendidas como el resultado de otorgarle realidad a aquellos conceptos, puramente lógicos, por
cuya definición preguntaba Sócrates.
Por otra parte, Platón acogió el universalismo de Sócrates contra el relativismo de los
sofistas e hizo del intelectualismo moral de su maestro el eje sobre el que se articuló su concepción
de la filosofía como agente principal de la reforma política en favor de un Estado que gobernara
para el bien de la colectividad.
En lo que se refiere a las repercusiones de la obra platónica destacamos la cita de N.
Whitehead, quien señaló que “La filosofía occidental puede reducirse a una serie de notas a pie de
página en la obra del gran Platón.” Puede decirse que la obra platónica, junto a la de su discípulo
Aristóteles, proyectan las líneas para el desarrollo del pensamiento que habrá de regir en la historia
filosófica y cultural de occidente. A partir de estos dos genios se posicionan las grandes corrientes
de filosofía. Todos los idealismos o racionalismos son herederos de Platón: Descartes, Hegel…
Todos los materialismos o empirismos se posicionan frente al platonismo y siguen a Aristóteles. El
cristianismo que es la esencia de la cultura occidental se alimenta del platonismo, neoplatonismo y
secuelas en la filosofía de S. Agustín. En el Renacimiento, vuelven a ser protagonistas las
matemáticas que causan la revolución liderada por Copérnico, Kepler, Bruno, Galileo… Después el
racionalismo del XVII heredero de Platón, el empirismo del XVIII discípulo de Aristóteles. Kant en
el siglo XVIII fusiona los dos caminos idealismo/empirismo.
Especial repercusión tuvo por la vía idealista en las corrientes utópicas, desde las utopías del
Renacimiento, en el socialismo utópico francés e, incluso, en el mismo marxismo. Sin embargo,
como nota negativa, se ha criticado desde el pensamiento liberal, las posibles derivaciones
totalitarias que han podido desarrollarse históricamente con cierta inspiración de lo que aquellos
consideran un excesivo estatalismo racionalista platónico.
De su importancia en la historia da muestra la vehemencia con que, en el s. XIX, F.
Nietzsche arremete contra el legado platónico en la cultura y el pensamiento europeo.
Platón y su época (* Se puede atender a los apartados anteriores para dar cuenta de la
contextualización y omitir, no atender, al que sigue)
Por último, la filosofía de Platón también puede ser entendida, en parte, a la luz de su época,
a la luz de las luchas políticas de su tiempo.
Su época venía de un periodo floreciente. Con Pericles (462) Atenas se puso a la cabeza de
una poderosa liga política, la Liga de Delos, y en el centro de la vida comercial y cultural de toda
Grecia. La aristocracia perdió fuerza y la democracia se asentó, lo cual permitió a los ciudadanos
hablar en el ágora, intervenir en los debates públicos y participar en el gobierno de la ciudad. Sin
embargo, iniciada en los últimos años de Pericles, la llamada Guerra del Peloponeso, entre Atenas y
Esparta, por la supremacía en Grecia, cambiaría el rumbo de los hechos. Acaba con la victoria de
Esparta y el derrumbe de la democracia ateniense. Entonces Esparta coloca en el gobierno de
Atenas a treinta aristócratas, pro espartanos (entre los cuales se encuentran familiares de Platón),
que inician un régimen oligárquico y tiránico, de opresión y terror. Más tarde, caída la tiranía y
reinstaurada la democracia, los seguidores del partido popular quieren vengarse de la antigua clase
dirigente, pero una amnistía, decretada para evitar la guerra civil, les impide acusar políticamente,
de manera directa, a los responsables del anterior estado de cosas. Pues bien, en este punto, toma
cuerpo la idea de procesar, con distintos pretextos, a Sócrates, figura muy conocida ya en la Ciudad,
plebeyo de origen, pero que se mueve en los círculos aristocráticos, y cuyos discípulos son todos
aristócratas. Se trata, así de castigar en su persona, simbólicamente, a toda una clase: la nobleza.
Pero Sócrates, consciente de su inocencia, se defiende con dignidad y hasta con arrogancia, y los
jueces, dispuestos, en principio, tan sólo a desterrarlo, terminan condenándolo a muerte por
impiedad...
A partir de aquel hecho, en Platón quedará marcada para siempre una convicción que
inspirará toda su obra y en la que se unen la vocación política y la vocación filosófica. Empeñaría
sus esfuerzos en hacer realidad el establecimiento del gobierno ideal del filósofo-rey. Persiguiendo
este propósito emprendió varios viajes a Siracusa en el sur de Italia, sin embargo sus esfuerzos se
demostrarían infructuosos.
Asentado en Atenas fundaría la Academia. Este centro cultural fue la primera escuela de
filosofía; reunió a un grupo de discípulos provenientes de diferentes puntos de Grecia y Asia
helénica entre los cuales estaba Aristóteles. La educación en la Academia debió de ser un reflejo de
la actividad lógica y dialéctica que muestra Platón en sus diálogos.
Ni en sus últimos años le fue posible la consecución de su ideal político. Pero pareciera que
el ideal utópico queda inaugurado para la posteridad. Lo cierto es que Platón fue uno de los más
importantes pensadores de todos los tiempos. Tanto es así que el filósofo contemporáneo A. N.
Whitehead, ha llegado a decir que toda la historia de la filosofía no es otra cosa que notas y
comentarios a los Diálogos platónicos. Sea o no exagerada tal afirmación, la historia de la filosofía,
y aun de la cultura del mundo occidental, habría sido muy distinta sin su labor.
GLOSARIO
Dualismo ontológico: La realidad concebida en 2 mundos: el verdaderamente real: Mundo
inteligible o de las Ideas, y la copia o imagen: Mundo sensible o de las cosas.
Dualismo gnoseológico: El conocimiento concebido o como ciencia (universal y objetivo) o
como opinión (particular y subjetivo)
Dualismo antropológico: El hombre concebido como un compuesto de dos realidades
absolutamente contrapuestas e irreductibles ente sí. Alma (espiritual e inmoral, dado su origen en el
mundo inteligible) y el cuerpo (material y mortal, dado su origen en el mundo de las cosas).
Reminiscencia (anamnesis): Recuerdo o memoria de lo ya vivido y contemplado en el
mundo de las Ideas por parte del alma antes de verse “encarcelada” en el cuerpo.
Opinión (doxa): conocimiento aparente, no real, dado que su fundamento y origen se
encuentra en el mundo sensible y por tanto lo que se conocen son meras apariencias o imágenes de
la realidad, y además éstas se conocen a través de los sentidos. Carece de objetividad y de
universalidad. Platón distingue dos grados de opinión: la eikasía o imaginación, y la pistis o
creencia.
Ciencia (episteme): conocimiento verdadero acerca de la realidad que se obtiene al acceder a
ésta a través de la razón, lo que requiere: hacer inteligibles las Ideas, es objetivo y universal. Platón
reconoce dos tipos de ciencias: discursivas, como la matemática, intuitivas como la dialéctica, que
se corresponderían con dos grados de conocimiento: La dianoia (pensamiento discursivo) y la
noesis (pensamiento dialéctico).
Idea: Término empleado por Platón para denominar a las esencias de las cosas, verdadero
ser y causa de éstas, modelo a partir del cual éstas han sido generadas. La Idea responde a la
pregunta por el ser de la cosa, por ello existe una única idea para cada tipo de cosas o seres (Idea de
hombre, árbol, etc.). Platón concibe las ideas estructuradas jerárquicamente según su grado de ser o
perfección, de menor a mayor grado se encontrarían primero las ideas de las cosas materiales,
después las ideas de los entes matemáticos, a continuación las ideas de los valores morales, y, por
último la idea más perfecta de todas, pues es la causa de todas ellas, del propio ser y la esencia de
éstas, y la que hace posible su inteligibilidad y conocimiento; la Idea de Bien.