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Museo Yad Vashem http://www.yadvashem.org/yv/es/holocaust/about/index.asp
El Holocausto
El Holocausto: La magnitud del crimen
La política antijudía nazi comenzó con actos de intimidación y de terror, negación de derechos
humanos y civiles y presiones para eliminar la presencia judía en Alemania - y acabó con la casi
total destrucción de la judería de los países ocupados de Europa. Esta política fue ejecutada
por el partido nazi y por distintos departamentos del Estado alemán, y con la asistencia activa
de elementos antisemitas pronazis en los territorios conquistados por los alemanes durante la
Segunda Guerra Mundial. Países satélites de Alemania también participaron en este proceso.
La hostilidad hacia los judíos en esa época estaba sin duda exacerbada por el antijudaísmo
tradicional, pero se basaba principalmente en el antisemitismo racista que era uno de los
fundamentos esenciales de la ideología nacionalsocialista. Según ésta no había lugar para los
judíos en la sociedad humana.
Las etapas de la implementación de la política nazi fueron determinadas por una variedad de
factores: la posición política de la Alemania nazi dentro de la comunidad internacional; la
medida en que la ideología nazi fue aceptada en el seno de la sociedad alemana y en el de
otras naciones de la Europa ocupada; consideraciones económicas y los avatares de la guerra.
Pero en el análisis final la ideología antisemita y racista nazi fue la que inclinó la balanza,
siendo el resultado la destrucción de seis millones de judíos, aproximadamente un tercio del
pueblo todo.
El Holocausto tuvo como resultado el exterminio de centenares de comunidades judías junto
con sus riquezas materiales y espirituales. Por su naturaleza y amplitud fue la tragedia más
grande que azotó al pueblo judío en toda su historia.
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Alemania nazi y los judíos 1933 - 1939
En los años veinte y treinta del siglo veinte irrumpió un nacionalismo violento y antisemita, de
tonos racistas y sociales, que exigió limitar las actividades económicas de los judíos y su
expulsión de la vida pública de los países en los que nacieron y se criaron, catalogándolos a la
vez de raza inferior y peligrosa. Con la ascensión al poder de Adolf Hitler en Alemania el
antisemitismo racial se convirtió en un instrumento de Estado y en la ideología oficial del Tercer
Reich. En 1938 se desató en Alemania una campaña de destrucción de sinagogas, arrestos
masivos, destrozos y saqueos de tiendas, y el registro sistemático de bienes judíos con el
propósito de su posterior confiscación. Junto a los judíos fueron perseguidos por el régimen
nazi otros grupos considerados enemigos del Reich.
Antisemitismo - El odio a los judíos
El antisemitismo es un fenómeno enraizado en la cultura europea desde hace muchos siglos.
La imagen del judío como asesino de Cristo (el crimen de deicidio) y el hecho de que la gran
mayoría de los judíos se negó rotundamente a convertirse, provocaron la sospecha y el odio.
En los países cristianos los judíos sufrieron humillaciones y expulsiones, fueron obligados a
usar distintivos especiales sobre sus vestimentas y a vivir en guetos. Fueron señalados como
hijos del diablo y acusados de asesinar a niños como parte de sus rituales religiosos. Sin
embargo la Iglesia prohibió que se les niegue el sustento y el cumplimiento de los ritos de su
religión e impidió su total exterminio.
En la era moderna el antisemitismo destacó los aspectos sociales, económicos y políticos de la
existencia de los judíos. El antisemitismo moderno otorgó al odio antijudío tradicional nuevas
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características y dinamismo, por medio de las teorías raciales desarrolladas desde mediados
del siglo XIX y popularizadas en los países europeos.
El término "antisemitismo", que señala a los judíos como miembros de un grupo racial único, y
no como personas que denotan una fe determinada o pertenecen a una nación diferente, fue
introducido por primera vez en el discurso público en Alemania en los años setenta del siglo
XIX.
Recién en la década del treinta del siglo veinte, con el fortalecimiento de la ideología
nacionalsocialista y el ascenso de Adolf Hitler al poder en Alemania, el antisemitismo racial se
convirtió en instrumento de un partido de masas y consecuentemente en la política oficial de un
estado, el Tercer Reich.
La esencia judía se concretizaría según los antisemitas modernos en sus características
biológicas. En el pasado el judío había tenido la posibilidad de escapar a las persecuciones por
medio de la asimilación, o la renuncia a las costumbres de su tradición, o la conversión,
adquiriendo de ese modo el derecho a la admisión a la sociedad europea. La concepción racial
anuló esta posibilidad. Acorde a ésta el pueblo alemán sería la rama más pura y excelsa de la
raza ario - nórdica, y los judíos por su parte una sub-raza, dedicada constantemente a subvertir
el orden social establecido y a destituir a la raza superior de su posición de liderazgo.
La derrota de la raza aria y la victoria del judaísmo significarían la decadencia del mundo
occidental y el ocaso del género humano.
La consolidación del poder nazi
La toma del poder por los nazis en Alemania
La toma del poder por Hitler y los nazis fue facilitada por circunstancias políticas y sociales que
se desarrollaron en Alemania entre las dos guerras mundiales. Muchos alemanes fueron
incapaces de admitir la derrota de su país en la Primera Guerra Mundial. Según éstos los judíos
tuvieron un papel fundamental para que aquella ocurriese. Alegaron que un puñal clavado en la
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espalda de las tropas y la debilidad de la retaguardia civil paralizaron a los ejércitos en el frente
y provocaron su colapso.
La gran mayoría de los alemanes se oponía a las condiciones impuestas por el Tratado de
Versalles y para muchos de ellos la democracia era un régimen que no se ajustaba a las
tradiciones y el carácter del pueblo alemán. Los términos del tratado de paz y la obligación del
pago de indemnizaciones astronómicas a los vencedores eran considerados como un acto de
venganza y una injusticia sin límites.
La sensación de frustración frente a la realidad impuesta por las potencias occidentales y el
temor de una posible revolución comunista en Alemania prepararon el terreno sobre el que se
desarrollaron y florecieron grupos radicales de derecha. El partido nazi fue uno de esos grupos.
La inestabilidad económica de posguerra también dio impulso al descontento y la búsqueda de
soluciones extremas.
En 1925 se notó un cambio positivo en el estado de ánimo colectivo como consecuencia de
mejorías en la situación económica - que resultaron ser temporarias-, y un clima político más
calmo y prometedor. Pero la crisis económica que estalló a fines de 1929 hizo subir el
descontento, la inseguridad y la desorientación a grados desconocidos hasta entonces.
En 1919 se sumó a una pequeña agrupación nacionalista, anticomunista y antisemita en
Münich Adolf Hitler, un soldado desmovilizado que había sido herido durante la guerra. En poco
tiempo se convirtió en el líder de la organización a la que dio el nombre de Partido Nacional
Socialista, redactando asimismo su plataforma racista y antisemita. En 1923 intentó hacerse del
poder en Baviera por medio de un golpe de estado que fracasó. Fue juzgado y condenado a
prisión pero liberado al poco tiempo. Después de su liberación se dedicó a reorganizar el
partido. En los meses de encarcelamiento escribió su libro Mein Kampf [Mi Lucha], en el cual
desarrolló sus ideas respecto a las teorías raciales y la conquista del mundo por parte de
Alemania liderada por los nazis.
Después del fracaso de su intento golpista Hitler llegó a la conclusión de que la mejor forma de
llegar al gobierno era utilizar los medios legítimos que ponía a su disposición la democracia
representativa. Al mismo tiempo él y sus acólitos nunca ocultaron que para ellos la democracia
era sólo un medio para acceder al poder.
En las elecciones al parlamento alemán [Reichstag] de 1924 el partido nazi consiguió el 3% de
los votos y su representación consistió de 14 diputados. En 1928 la representación se redujo a
sólo 12 escaños. El punto de inflexión se produjo en las elecciones de 1930, las primeras
realizadas después del estallido de la crisis mundial. Los nazis sorprendieron al recibir el 18.3%
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de los sufragios que significaban 107 diputados en el Parlamento. En julio de 1932 los nazis se
convirtieron en la facción mayoritaria con 230 representantes.
Su ascenso al poder el 30 de enero de 1933 - cuando el presidente Hindenburg confirió a Hitler
el cargo de Canciller [primer ministro] de Alemania - se produjo por métodos democráticos.
El comienzo de las persecuciones antijudías en la Alemania nazi
En los años treinta del siglo veinte había en Alemania alrededor de medio millón de judíos,
aproximadamente el 0.8% de la población. La mayoría se consideraban patriotas alemanes,
vinculados al modo de vida del país a través de la lengua y la cultura. Muchos se destacaban
en las ciencias, la literatura y las artes y eran empresarios exitosos en distintos ramos de las
actividades económicas y financieras. Antes de 1933 hombres de letras y científicos de origen
judío recibieron el 24% de los Premios Nobel otorgados a alemanes. No obstante debido a los
matrimonios mixtos, a un crecimiento vegetativo sumamente bajo y a las conversiones, había
quienes opinaban que los judíos desaparecerían de Alemania en un breve lapso de tiempo.
Resulta paradójico que justamente en Alemania, y en el seno del pueblo alemán al que
anhelaban asimilarse, se hayan implementado los principios de la ideología nazi.
Con la llegada de los nazis al poder la política antijudía se manifestó de dos formas paralelas:
por una parte medidas de corte legal destinadas a eliminar a los judíos de la sociedad, privarlos
de sus derechos civiles y llevarlos a la ruina económica; y simultáneamente campañas
calumniosas, provocaciones y violencia en cada ámbito de la vida dirigidas a forzarlos a
abandonar Alemania.
El 9 de marzo de 1933, pocas semanas después de la asunción de Hitler al poder, comenzaron
a lo largo y ancho de Alemania ultrajes organizados contra los judíos. Unas dos semanas más
tarde comenzó a funcionar el campo de concentración de Dachau, en las cercanías de Munich.
En éste fueron encerrados, comunistas, socialistas y liberales alemanes, y todo aquel
considerado un enemigo del régimen. Dachau se convirtió en el modelo a partir del cual fue
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diseñado el sistema nazi de campos de concentración. En unos pocos meses la democracia fue
liquidada y Alemania se convirtió en un Estado policíaco centralizado y unipartidario.
En abril de 1933 comenzó una nueva etapa en la política antijudía del régimen nazi, que
consistía en la anulación de la igualdad jurídica y civil de los judíos, acompañada de la
desposesión económica, el aislamiento social y el aceleramiento del proceso de abandono del
país. Las protestas que despertaron estas medidas en el mundo fueron interpretadas por los
nazis como una provocación orquestada por los judíos, y cuya respuesta fue la proclamación de
un boicot económico contra éstos en Alemania. El boicot duró sólo un día, el 1º de abril de
1933, y fue precedido por una intensiva campaña de propaganda. Durante el mismo, negocios y
empresas judíos fueron rodeados por piquetes de guardia de miembros de la S.A. que impedían
la entrada de clientes. Vale destacar que no pocos alemanes no se dejaron amedrentar y
realizaron sus compras en establecimientos judíos.
El 7 de abril de 1933 fue decretada la Ley de Restablecimiento del Servicio Civil Profesional.
Ésta estaba destinada a purgar la burocracia estatal de judíos y de supuestos enemigos del
régimen. Fue ésta la primera ley de contenido racista de Alemania, y tenía como meta aislar a
los judíos y quitarlos del entorno social. Miles de judíos fueron despedidos de cargos públicos
en el sistema judicial, educativo, de salud, etc., y se les prohibió servir en las fuerzas armadas
alemanas.
Durante 1933 también se realizaron actos públicos de quema de libros, llevados a cabo
generalmente por estudiantes universitarios, suceso sin precedentes en la Europa del siglo
veinte. Millares de libros fueron quemados por el mero hecho de que sus autores eran judíos,
como parte de la campaña de expulsar a los judíos de la vida cultural de Alemania, en la cual su
presencia era destacada, ya sea en la literatura, el periodismo, el teatro y la música.
Alemania se convierte en un Estado racista
En septiembre de 1935 fueron promulgadas por el Reichstag las Leyes de Nuremberg. Como
consecuencia los judíos se convirtieron en ciudadanos de segunda clase. Una variedad de
decretos fue dictada para complementar estas leyes y prepararon el terreno para las
persecuciones que se volvieron cada vez más cruentas.
En el seno de amplios sectores del público judío persistía la ilusión de que los nazis no se
atreverían a expulsarlos totalmente debido a la contribución positiva que hacían al comercio y la
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industria de Alemania. Los nazis por su parte tuvieron cuidado durante un tiempo de no liquidar
empresas judías, especialmente aquellas que tenían relaciones comerciales con otros países.
Mientras tanto los judíos fueron expulsados de las universidades, rechazados por las editoriales
y sin ningún periódico que estuviera dispuesto a publicar sus escritos. En el proceso de
nazificación de la literatura, el arte y la ciencia tuvieron un lugar destacado artistas y científicos
famosos. Médicos y hombres de ciencia contribuyeron a cimentar las teorías raciales.
La persecución de los ‘enemigos’
Sinti y Roma (Los gitanos)
Los gitanos eran considerados por los nazis como un elemento asocial que debía ser extirpado
del seno de la nación alemana. En especial fueron perseguidos los gitanos nómadas y su
suerte fue similar a la de los judíos. De los 44.000 gitanos que vivían en el Reich, miles fueron
enviados a campos de concentración después del comienzo de la guerra. Otros fueron
internados en campos de tránsito y de allí deportados a guetos y campos de exterminio. Entre
90.000 y 150.000 gitanos europeos fueron asesinados por los nazis.
Los homosexuales
La homosexualidad era ilegal en Alemania desde antes de la llegada de los nazis al poder.
Estos la consideraban una aberración que contradecía el principio de la expansión de la raza
aria en el marco de una vida familiar normal. Cerca de 15.000 homosexuales fueron internados
en campos de concentración, y varios miles perecieron por los maltratos y las duras condiciones
que imperaban en aquellos.
Inválidos
Entre 200.000 y 350.000 discapacitados, enfermos crónicos y mentales, ancianos, autistas y
otros, fueron esterilizados por la fuerza hasta 1939. Desde 1939 comenzó, en el marco de un
programa denominado Eutanasia, el exterminio sistemático de esos grupos. Apodado en código
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T4, el plan estaba destinado a preservar la pureza de la raza aria eliminando a todos aquellos
que denotaban defectos raciales, para crear de ese modo una comunidad nacional
(volksgemeinschaft) ideal. Las víctimas eran asesinadas con gases o inyecciones letales o
morían de inanición. De ese modo fueron eliminadas entre 200.000 y 275.000 personas.
La Iglesia Católica
A partir de 1933 fueron arrestados miles de miembros del Partido del Centro y sacerdotes
católicos e instituciones educativas y eclesiásticas fueron clausuradas, de acuerdo con la
política totalitaria del régimen de no permitir ningún tipo de autoridad que pudiera competir con
la de los nazis. Esto ocurrió en total contradicción con el Concordato firmado entre el Vaticano y
el gobierno de Hitler.
Durante la guerra organizaciones católicas fueron perseguidas y miles de sacerdotes
encarcelados y asesinados en los territorios conquistados por los nazis.
Otro grupo perseguido cruelmente por los nazis fueron los Testigos de Jehová, que creían que
en el fin de los días serían juzgados aquellos que no compartían sus creencias, se oponían al
servicio militar y adoptaron una actitud inequívoca contra el régimen. Muchos de los miembros
de la secta fueron arrestados y encerrados en campos de concentración.
1938: El año crucial
Los sucesos de 1938, año que recibió el apodo de "crucial" en un documento alemán,
presagiaron una etapa extrema en la política antijudía del régimen nazi. Este año fue testigo de
una intensificación de la política expansionista de Alemania y del aceleramiento de los
preparativos bélicos.
El 5 de octubre de 1938 se canceló la vigencia de los pasaportes de judíos, y se agregó la letra
J [por Jude judío] en los pasaportes de salida que se expedía a los que emigraban.
Otra ley de 1938 obligaba a hombres y mujeres judíos agregar los nombres "Israel" y "Sara" a
los propios, en caso de no poseer un típico nombre judío de acuerdo a una lista confeccionada
por funcionarios estatales. De esa forma los judíos podían ser fácilmente identificados por
medio de sus nombres.
El 27 de octubre de 1938 comenzó la primera operación de expulsión masiva de judíos del
territorio del Reich. La operación, que estuvo dirigida contra judíos de nacionalidad polaca, se
realizó con métodos violentos y crueles y sin contemplaciones, así se tratase de ancianos,
enfermos o niños. La deportación se realizó en dirección a la frontera polaca y recibió el apodo
de la “expulsión a Zbązsyń”, por la población polaca a la cual llegaron en trenes sellados gran
parte de los refugiados. Estos sucesos tuvieron una relación directa con el pogromo ejecutado
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entre el 9 y el 10 de noviembre de 1938, conocido como la Kristallnacht o “Noche de los
cristales rotos”. Oficialmente los desmanes antijudíos fueron presentados como una represalia
al asesinato de un diplomático alemán en París, Ernst von Rath, a manos de un joven judío,
Herschel Grynszpan, que de esa forma quiso protestar por los maltratos sufridos por su familia y
otros judíos durante la expulsión y por las condiciones en que se encontraban. Si bien la
propaganda argumentó que los ataques fueron espontáneos, no tuvieron nada de ello. La señal
para el inicio fue dada por el ministro de propaganda, Joseph Goebbels y ejecutadas por los
organismos nazis. Durante los ataques fueron asesinados 91 judíos, más de 1400 sinagogas
fueron incendiadas y centenares de tiendas y negocios pertenecientes a judíos destruidos por
los pogromistas. Cerca de 30.000 judíos fueron recluidos en campos de concentración y la
comunidad judía fue obligada a pagar una indemnización de mil millones de marcos.
La emigración de Alemania
Desde el comienzo de 1938 aumentó considerablemente la emigración de judíos de Alemania,
a pesar de las dificultades que las autoridades ponían a los emigrantes potenciales. La venta
forzada de bienes de judíos a alemanes - proceso que recibió el apodo de “arianización”, se
hizo cada vez más agresiva. De los aproximadamente medio millón de judíos que habitaban en
Alemania, emigraron cerca de 300.000. Organizaciones judías internacionales, asociaciones
judías alemanas y el movimiento sionista participaron en la organización de la emigración. Ésta
se vio dificultada por las trabas administrativas que ponían los países de destino de los
emigrantes, lo que incidió en el número de personas que pudieron abandonar Alemania.
El presidente norteamericano F. D. Roosevelt, en un intento de aportar soluciones al problema
de los refugiados judíos, convocó a una conferencia internacional que se llevó a cabo en la
ciudad de Evian en Francia. En julio de 1938 se reunieron en esa ciudad situada a la orillas del
lago de Ginebra los representantes de 32 países. Todos los participantes declararon su
indignación y condena por la situación en que se encontraban los refugiados, pero uno tras otro
expresaron la imposibilidad de sus países de recibirlos. El representante de Australia incluso
declaró que "en la situación actual Australia no puede hacer mucho más... siendo que en
nuestro país no existe un problema racial real, no queremos importarlo. "El gobierno de Gran
Bretaña por su parte impidió la inmigración a la Tierra de Israel. Después de la "noche de los
cristales rotos" aumentó más aún la presión de los judíos para emigrar y la desesperación los
llevó a cualquier lugar posible, incluso a Shanghai en la China. Pero justamente en ese
momento angustiante las puertas de la mayoría de los países del mundo permanecieron
cerradas para ellos.
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El estallido de la Segunda Guerra Mundial y la política antijudía
Después de la conquista de Polonia los judíos fueron concentrados en guetos, mientras que en
Europa occidental comenzaron a ser registrados y forzados a vender sus bienes.
Leyes raciales fueron también instituidas en el norte de África.
En los países del sureste de Europa los judíos fueron reclutados por los regímenes que
colaboraron con la Alemania nazi para realizar trabajos forzados. Decenas de miles de los
reclutados perecieron.
El comienzo de las persecuciones en Polonia
Con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial comienza una nueva etapa de la política
antijudía del régimen nazi. La guerra cambió totalmente la faz de Europa y del mundo en
general, y causó la muerte de millones de civiles, miembros de pueblos y naciones diferentes.
Durante la misma se llevó a cabo el diabólico programa genocida contra el pueblo judío.
Tres semanas después del ataque alemán, y mientras Polonia intentaba rechazarlo, la Unión
Soviética invadió la parte oriental de ese país. La ocupación se realizó acorde al pacto secreto
firmado casi un mes antes entre el ministro de relaciones exteriores soviético Molotov y el de
Alemania, Ribbentrop. En el lapso de tres semanas Alemania derrotó a Polonia, quedando éste
país dividido en tres partes: las zonas occidentales y septentrionales que incluían a Lodz, la
segunda ciudad más importante del país, fueron anexadas a Alemania; los distritos orientales
fueron anexados por la Unión Soviética; y los territorios restantes en el centro del país fueron
denominados como zona del Gobierno General, y su destino permaneció indefinido en la
primera época de la ocupación. Se estima que en la zona ocupada por los alemanes se
encontraban 1.8 millones de judíos y más de un millón en la zona que ocupó la Unión Soviética.
Desde principios de la guerra los alemanes se desprendieron de todas las consideraciones
políticas y morales que pusieron algún freno a sus acciones en tiempos de paz, cuando todavía
era importante tener en cuenta a la opinión pública. Dejaron de tener reparos en el uso del
terror contra el pueblo polaco, encarcelando y asesinando a sus dirigentes y elites intelectuales,
y tratando de convertirlo en un esclavo al servicio de la "raza superior".
Dado que la política respecto de los judíos y los métodos para solucionar la cuestión judía eran
considerados como parte del plan destinado a impedir el daño que causaban los judíos al
pueblo y al Reich alemanes, las SS y la policía se veían a sí mismas responsables de la
ejecución de los mismos. Ya en septiembre de 1939 Reinhard Heydrich, jefe de la Oficina de
Seguridad del Reich de las SS, envió una "orden urgente" que definió los procedimientos y el
trato hacia los judíos en las zonas polacas ocupadas. En esa orden se dispuso que los judíos
que habitaban pueblos y aldeas debían trasladarse a concentraciones más grandes en las
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ciudades (lo que constituyó un primer paso al establecimiento de guetos en las mismas).
Asimismo se ordenó la formación de "consejos judíos" (Judenraete) encargados de la ejecución
al pie de la letra de los edictos emitidos por las autoridades nazis. En esa disposición Heydrich
hizo una distinción entre una etapa de transición en la ejecución de la "solución al problema
judío" y la "meta final", aunque no se debe suponer de que ya en esa época se había definido
esa meta final como el exterminio total de los judíos y se había llegado a planificarla. Sabemos
que existían planes indefinidos y la intención de solucionar el problema judío de un modo rápido
y radical. En esa época aún prevalecía la tendencia a forzar a los judíos a emigrar de los
confines del Reich alemán. Al entrar a las ciudades y poblaciones polacas los alemanes dieron
rienda suelta a un sinfín de vejaciones y humillaciones hacia todo judío que se topaba con ellos.
Judíos fueron golpeados y hechos objeto de burlas, las barbas de judíos observantes fueron
brutalmente cortadas, y en muchos casos se organizaron ejecuciones públicas con el propósito
de aterrorizar a la población.
Los ejecutores eran miembros de unidades especiales de la Policía de Seguridad
(Einsatzgruppen) que acompañaban al ejército regular. Con su arribo era común el incendio de
sinagogas y de edificios junto con sus ocupantes. Quienes se atrevían a salir a la calle eran
secuestrados y enviados a realizar trabajos forzados, en especial la reparación de los daños
causados por los combates. Luego de haber sido multados por el delito del estallido de la
guerra, y la destrucción consecuente, cayeron sobre los judíos una infinidad de edictos, entre
ellos el registro de la mano de obra judía y la "obligación de trabajar", la confiscación paulatina
de sus bienes (por ejemplo, la "operación de las pieles" mediante la cual se obligó a habitantes
de los guetos a entregar abrigos de pieles para uso de las tropas alemanas en el frente ruso, la
confiscación de muebles, etc.) y la anulación de sus medios de subsistencia.
Los alemanes decretaron para los judíos en las zonas ocupadas la obligación de llevar un
distintivo especial, tal como se solía hacer en la Edad Media, por lo común un brazalete blanco
con una estrella de David azul, o una estrella amarilla sobre la chaqueta.
La expansión alemana y la política antijudía

Europa occidental

El sureste de Europa

Noráfrica y el Medio Oriente
En un lapso de menos de dos años, desde la conquista de Polonia en septiembre de 1939
hasta la invasión de la Unión Soviética en junio de 1941, Alemania consiguió apoderarse de la
mayor parte de Europa: Dinamarca, Noruega, Bélgica, Holanda, Francia, Yugoslavia y Grecia
fueron ocupadas después de breves campañas.
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Al término de la exitosa campaña militar se amplió más aún el control alemán sobre los judíos
europeos. Países del sureste - Eslovaquia, Hungría, Rumanía, Bulgaria - aceptaron de buen
grado las imposiciones de Alemania, y fueron incluidas en la esfera de influencia de ese país.
En el amplio territorio del continente europeo, considerado el ámbito del nuevo orden, los nazis
se veían amos y señores del destino de los judíos.
Si bien había diferencias en los métodos y la intensidad en el trato impartido a los judíos - dado
que en occidente los ocupantes alemanes debieron tomar en cuenta la posición de la población
local y concedieron a las administraciones de esos países una mayor autonomía - la ideología
nazi no hizo distinciones entre los judíos, independientemente de sus orígenes. Los nazis eran
conscientes de que el antisemitismo en Europa occidental no tenía la misma intensidad y
popularidad que en los países del este, y de que los judíos de occidente eran considerados por
muchos de sus habitantes como miembros de la nación. Por ello los nazis no erigieron guetos
en esos países como lo hicieron en el Este del continente, donde encerraron a los judíos en
condiciones terribles de hacinamiento, detrás de vallas y muros, con la ayuda activa de muchos
de los pobladores locales, aislándolos del mundo exterior, privándolos de sus fuentes de trabajo
y condenándolos a una vida de humillación, pobreza, decadencia y muerte. Aún así, en Europa
occidental los nazis implementaron una política de "arianización" (venta forzada de bienes) y
discriminación, que fue ejecutada paulatinamente.
A pesar de las diferencias la meta central de los nazis era idéntica: eliminar la presencia judía
por medio de la expulsión o la muerte causada por las pavorosas condiciones de vida.
El expolio de las posesiones de los judíos
La expoliación de los bienes pertenecientes a los judíos era una parte integral de la política
nazi. Propiedades y riquezas acumuladas con trabajo y creatividad y que constituyeron por
muchos siglos una parte integral de la actividad económica y cultural de Europa fueron
usurpadas en forma sistemática.
Inmediatamente después de su asunción al poder los nazis se dedicaron a expulsar a los judíos
de la vida económica. A partir de 1938 el proceso recibió validez legal. Al comenzar la guerra
este método fue trasladado a los países ocupados. Inmuebles, fábricas, tiendas y talleres
artesanales, riquezas culturales, obras de arte fueron confiscadas por orden de las autoridades
nazis.
En Europa oriental el robo continuó dentro de los guetos. Después de las deportaciones a los
campos de exterminio la población local se apoderó de las casas y parte de los bienes judíos.
De los campos de muerte partían constantemente trenes con los efectos personales de las
víctimas.
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Los guetos
Después de la conquista de Polonia la mayoría de los judíos de ese país fueron encerrados en
guetos.
Después de la primera ola de asesinatos masivos ejecutados en los territorios que habían
estado en manos de la Unión Soviética, también allí se establecieron guetos, a pesar de que en
la mayoría de los casos la época de encierro de los judíos debería de ser muy corta antes de su
aniquilación. En total los alemanes erigieron más de mil guetos en Europa oriental y unos pocos
en el centro y sur del continente.
La vida diaria en los guetos
El 21 de septiembre de 1939 el jefe de la Policía de Seguridad de las SS ordenó que los judíos
residentes en aldeas y pueblos en la zona de ocupación alemana de Polonia sean
concentrados en ciudades grandes cercanas a éstos. Ese fue el primer paso para el
establecimiento de los guetos en Polonia. Los judíos fueron encerrados en guetos, situados por
lo común en la parte más pobre y descuidada de la ciudad, a menudo sin electricidad e
instalaciones sanitarias básicas. A principios de 1940 fue establecido en Lodz un gueto grande,
herméticamente cerrado. El más grande se estableció en Varsovia a fines de 1940, donde
fueron encerrados al comienzo unos 445.000 judíos.
Los judíos podían llevar solamente posesiones personales, perdiendo de esa manera el resto
de sus propiedades. El hacinamiento en los guetos era enorme y la falta de higiene un
problema insoluble. Las raciones oficiales de comida eran insuficientes para el sustento. Bajo
esas circunstancias la vida en el gueto se caracterizaba por el hambre aguda y altos índices de
enfermedad y muerte. Los alemanes tomaban severas medidas contra los contrabandistas de
comida, incluso la pena de muerte.
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A pesar de las condiciones inhumanas se llevó a cabo en los guetos por medio de
organizaciones comunitarias e instituciones de ayuda un esfuerzo concentrado para preservar
la vida y satisfacer las necesidades de la comunidad.
Después de los asesinatos masivos en los territorios conquistados a la Unión Soviética a partir
de junio de 1941, se establecieron guetos también en esos territorios, a pesar de que la
intención de los alemanes era liquidar a sus habitantes lo antes posible. El más grande de esos
guetos fue establecido en Minsk, Bielorrusia, en el que fueron encerrados cerca de 100.000
judíos.
En Terezin (Theresienstadt), una ciudad fortaleza en el noroeste checo, los nazis establecieron
un gueto en noviembre de 1941 en el que fueron recluidos judíos de Bohemia y Moravia, judíos
famosos o destacados del Reich y ancianos, y algunos miles de judíos de Holanda y
Dinamarca. De hecho este gueto sirvió como campo de transición a campos de exterminio, bajo
la supervisión de las SS, aunque por un breve tiempo fue utilizado como un gueto modelo con
fines propagandísticos. En el momento de su liberación habían pasado por Theresienstadt
155.000 personas - 35.440 perecieron en el gueto y 88.000 fueron deportadas para ser
exterminadas.
En marzo de 1944 los alemanes ocuparon Hungría, y en abril comenzaron las deportaciones a
Auschwitz. En noviembre se estableció un gueto en Budapest en el que fueron recluidos 70.000
judíos.
Con el establecimiento de los guetos se cumplieron algunas metas importantes para los nazis:
el hacinamiento de los judíos, bajo una estricta supervisión, el robo de sus pertenencias y los
beneficios que se podían obtener de su trabajo
Los guetos aislaron a los judíos del mundo exterior y los volvieron vulnerables e impotentes en
los momentos más decisivos. Asimismo exacerbaron la hostilidad que ya existía en la población
local. Los alemanes establecieron más de mil guetos en Europa oriental, y algunos más en el
centro y sur de ese continente.
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El gueto de Lodz
En mayo de 1940 fue establecido el gueto de Lodz (Litzmanstadt para los alemanes) - el
segundo en tamaño en la zona de ocupación nazi después del que fue erigido en Varsovia, y el
más aislado de su entorno y de los otros guetos.
Cerca de 164.000 judíos de la ciudad fueron encerrados, junto a decenas de miles que habían
sido expulsados del distrito, deportados del Reich y gitanos.
Desde el principio el gueto estaba destinado a ser transitorio, pero existió más de cuatro años
como consecuencia del interés de los nazis de aprovechar la mano de obra judía.
Una valla de madera y alambradas de púas erigidas a principios de 1940, sellaron el gueto y lo
aislaron de Lodz y del mundo exterior. Carentes de electricidad y agua corriente, sus hacinados
habitantes eran presas de las enfermedades y el hambre, causantes de un enorme grado de
mortalidad.
Mordejai Jaim Rumkowski, el controversial y autoritario presidente del Judenrat, consideraba al
trabajo productivo al servicio de los nazis como un factor esencial para la existencia y la única
esperanza para la supervivencia. Para ello erigió un extenso sistema de producción en el que
fueron empleados judíos del gueto en tareas para los alemanes, incluidos "resorts" (talleres) en
los que trabajaban también niños y jóvenes. Sin embargo la producción generada fue
considerada por los nazis solamente como una pausa en la tarea de exterminio.
En enero de 1942 comenzaron las deportaciones de Lodz al centro de exterminio de Chelmno,
que utilizaba camiones de gas para ese fin. Rumkowski fue obligado a preparar listas de
deportados y a organizar la concentración de los expulsados. Los intentos que realizó para
tratar de disminuir su número fueron vanos. Hasta fin de ese año fueron asesinados casi la
mitad de los moradores del gueto de Lodz. El exterminio de los habitantes del gueto y de los
judíos de la zona continuó en forma intermitente hasta enero de 1945.
16
El gueto de Varsovia
En Varsovia los nazis establecieron el gueto más grande de Europa durante la Segunda Guerra
Mundial. Antes de la guerra habitaban la capital de Polonia unos 375.000 judíos, casi un 30 por
ciento de la población. Inmediatamente después de la rendición de Polonia los judíos de
Varsovia fueron sometidos a ataques brutales y reclutados por la fuerza a realizar trabajos
forzados. En noviembre de 1939 se legislaron las primeras medidas contra los judíos. Estos
fueron obligados a llevar brazaletes de color azul y blanco con la Estrella de David y se tomaron
varias medidas de carácter económico cuyo resultado fue la pérdida del sustento para la
mayoría de los judíos. Asimismo se constituyó un Judenrat bajo la presidencia de Adam
Czerniakow. No se permitió el funcionamiento de ninguna otra organización de ayuda social.
El 16 de noviembre de 1940 los judíos de Varsovia fueron encerrados en el gueto. Sus
habitantes comprendían un tercio de la población de la ciudad; el gueto ocupaba una superficie
equivalente al 2.4% de la misma.
Decenas de miles de refugiados expulsados a Varsovia aumentaron a 450.000 el número de
personas confinadas. Rodeados por un muro que fueron forzados a construir, bajo una
vigilancia severa y violenta, los judíos fueron aislados del mundo exterior. Dentro del gueto sus
vidas transcurrían entre una lucha porfiada por la vida o la muerte por enfermedad y hambre.
Las condiciones de vida eran insoportables. El hacinamiento llegaba a 6 y 7 personas por
habitación y las raciones de alimentos constituían no más de un diez por ciento de los
requerimientos diarios de un ser humano. La actividad económica era insuficiente y en su mayor
parte ilegal. Esto incluía el contrabando de comida. Los que participaron en actividades
económicas "ilegales" o que poseían algún ahorro constituyeron la mayoría de los que lograron
sobrevivir por algún tiempo.
Las murallas del gueto no lograron paralizar la creación cultural de sus habitantes. Intelectuales,
científicos, y artistas no interrumpieron sus actividades a pesar de las graves circunstancias que
los rodeaban. Por el contrario, la ocupación nazi y la expulsión al gueto impulsaron a muchos
17
artistas y creadores expresar la tragedia que conmocionó su existencia. En el gueto funcionaron
bibliotecas clandestinas, el archivo "Oneg Shabat", muchos movimientos juveniles e incluso una
orquesta sinfónica. El libro, el estudio, la música y el teatro se convirtieron en un refugio ante la
triste realidad que los rodeaba y en una remembranza de días mejores.
El hacinado gueto se convirtió en un foco de epidemias y de mortalidad masiva, ante las cuales
las instituciones comunitarias judías, especialmente el Judenrat y las organizaciones de caridad
fueron impotentes. Durante toda la existencia del gueto de Varsovia murieron más de 80.000
personas dentro del mismo. En julio de 1942 comenzaron las deportaciones al campo de
exterminio de Treblinka.
Al recibir las primeras órdenes de deportación el presidente del Judenrat, Adam Czerniakow, se
negó a tomar parte en la preparación de las listas de candidatos a la expulsión. El 23 de julio de
1942 puso fin a su vida.
El gueto de Theresienstadt (Terezin)
Terezin es una ciudad fortaleza al noroeste de la actual República Checa. Allí los nazis
establecieron un gueto en noviembre de 1941 en el que fueron encerrados los judíos de
Bohemia y Moravia, ancianos y “privilegiados” del Reich y algunos miles de Dinamarca y
Holanda. Este gueto funcionaba, de hecho, como un campo de tránsito a los campos de
exterminio, sirviendo a la vez de gueto modelo con fines propagandísticos mientras duró su
existencia.
La vida interna estaba regida por un Judenrat presidido por Yaakov Edelstein. A pesar del
hacinamiento, de la comida insuficiente y de los trabajos forzados, se desarrolló en el gueto una
actividad cultural y educativa diversa que reflejó el deseo de los prisioneros de preservar la vida
y la necesidad de encontrar una vía de escape a su trágica situación.
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En junio de 1944, en vísperas de una visita organizada para representantes de la Cruz Roja, los
nazis aprovecharon esas actividades para crear una apariencia de vida vibrante y creativa en el
gueto.
Hasta su liberación en mayo de 1945 pasaron por Terezin 155.000 judíos. 35.440 perecieron en
el gueto y 88.000 fueron enviados a campos de exterminio.
El comienzo de la Solución Final
Luego de la invasión alemana a la Unión Soviética el 22 de junio de 1941 comenzaron los
fusilamientos masivos de judíos. Más del 80% de los judíos lituanos fueron asesinados hacia
fines de 1941. 150.000 judíos de Rumanía fueron exterminados por alemanes y rumanos en los
primeros meses de la invasión alemana a la Unión Soviética.
Hasta comienzos 1943 fueron de asesinados la mayoría de los judíos de Ucrania y Bielorrusia
occidentales.
En enero de 1942 fue convocada en un suburbio de Berlín la Conferencia de Wannsee con el
propósito de coordinar los métodos de ejecución de la 'solución final del problema judío'.
La invasión a la Unión Soviética
La última etapa de los designios nazis para solucionar el “problema judío” comenzó con la
Operación Barbarroja - la invasión de la Unión Soviética (22.6.1941) - realizada con una fuerza
militar de una magnitud sin precedentes.
Los alemanes pretendían finalizar la campaña antes de la llegada del invierno ruso. Esta fue
planificada con sumo cuidado y por mucho tiempo. Junto a los preparativos militares los
alemanes organizaron unidades de colaboracionistas formadas por anticomunistas ucranianos,
lituanos, letones y bielorrusos. Hitler consideraba a la invasión a la Unión Soviética como la
realización de su programa de conquista del "espacio vital" para la raza alemana y la
oportunidad de destruir al odiado régimen bolchevique. Por ello ordenó a los jefes militares no
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tener piedad con los comisarios políticos y los intelectuales. Esta actitud inspiró la famosa
"orden de los comisarios" que definió las reglas a seguir respecto de los comisarios políticos del
Ejército soviético y de los judíos en los territorios de la Unión Soviética.
Al principio las mujeres y los niños judíos no fueron fusilados (este era el método que se
empleaba en los asesinatos masivos en el Este) pero hacia mediados de agosto de 1941 se
incluyeron también a estos. Aparentemente ello comenzó después de la visita de Heinrich
Himmler al frente, cuando se hizo evidente que no era viable una solución territorial al problema
judío. Desde el punto de vista nazi mujeres y niños no tenían ningún valor como fuerza laboral y
debían ser eliminados por ser "consumidores inútiles de alimentos". Todos los judíos de esas
áreas se hallaron desde entonces bajo sentencia de muerte.
A la retaguardia de los ejércitos que participaron en la Operación Barbarrosa actuaron cuatro
"grupos especiales de acción" (Einsatzgruppen) caracterizados con las letras A, B,C y D. Esas
unidades estaban integradas por miembros de las SS, policía y unidades auxiliares reclutadas
entre la población local.
Centenares de miles de judíos lograron huir al interior de la Unión Soviética, pero la mayoría
quedó atrapada dentro del cerco alemán y cayeron víctimas de los asesinatos masivos
ejecutados por los Einsatzgruppen, el ejército alemán, unidades policiales y colaboracionistas
locales. A principios de 1942 más de un millón de judíos fueron asesinados por los alemanes y
sus colaboradores. Las masacres tenían lugar generalmente en bosques, hondonadas y
edificios vacíos en las cercanías de las casas de las víctimas. A cierta distancia de las fosas
comunes preparadas con anticipación se ordenaba a las víctimas a desvestirse y entregar sus
objetos de valor. Luego eran conducidos en grupos a las fosas y fusiladas. Muchos heridos
fueron enterrados vivos.
En el lapso de dos días en septiembre de 1941 los miembros de un subcomando del grupo de
acción C asesinaron 33.771 judíos de Kiev en Babi Yar.
Babi Yar se convirtió también en la tumba de gitanos y de prisioneros de guerra soviéticos. En
Ponar, un bosque a 10 km. De Vilna fueron asesinadas más de 70.000 personas, la inmensa
mayoría de ellas judías.
Hacia fines de 1941 los alemanes llegaron a la conclusión que la guerra iba a ser larga y
sumamente costosa y que el esfuerzo bélico requeriría mucha mano de obra, especialmente la
cualificada. Es por ello que decidieron utilizar, temporariamente, a gente de los guetos como
trabajadores forzados.
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El exterminio masivo fue renovado en toda su furia en los territorios soviéticos ocupados en la
primavera de 1942. Hacia la llegada del invierno de 1942-43 los judíos de Bielorrusia y Ucrania
occidentales habían sido aniquilados.
El exterminio de los judíos de los países bálticos
Al producirse la invasión alemana en junio de 1941 vivían en Lituania alrededor de 220.000
judíos. Apenas comenzada la invasión, y aún antes de que los alemanes llegaran, lituanos
antisemitas atacaron a judíos. Éstas acciones continuaron más tarde alentadas por los
alemanes, y en distintos lugares estallaron pogromos. O sea que la entrada de los alemanes a
Lituania estuvo acompañada de maltratos, saqueos, violaciones y asesinatos de miles de
judíos, realizados por los mismos lituanos.
Ponar, un bosque situado a unos 10 km. De Vilna fue el sitio del exterminio y la sepultura de
decenas de miles de judíos. Las víctimas eran traídas de esa ciudad y los alrededores,
fusiladas por los alemanes y lituanos y arrojadas a las fosas allí cavadas. Sólo algunos lograron
escapar, y de ellos apenas unos pocos consiguieron escabullirse de la población local.
Desde julio de 1941 a julio de 1944 fueron asesinadas en Ponar más de 70.000 personas, la
mayoría absoluta de ellos judíos.
El 15 de agosto de 1941 se cerraron las puertas del gueto de Kovno y unos 20.000 judíos
quedaron aprisionados en la parte más humilde del barrio de Slobodka (Vilijampole). El 28 de
octubre de 1941 los alemanes reunieron a los habitantes del gueto y realizaron una selección
plagada de actos de crueldad. Más de 9.000 habitantes del gueto fueron concentrados y
asesinados en la Fortaleza Nueve (una de los bastiones en las cercanías de la ciudad). A fines
de 1941 quedaban con vida en Lituania unos 40.000 judíos, concentrados en cuatro guetos:
Vilna, Kovno, Siuauli y Svencionis y algunos campos de trabajo.
En el verano y otoño de 1943 fueron liquidados los guetos de Vilna y Svencionis y los de Kovno
y Shavli convertidos en campos de concentración. Unos meses más tarde fueron asesinados
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infantes, niños y ancianos del gueto de Kovno y muchos jóvenes fueron deportados a campos
de trabajo en Estonia.
En julio de 1943, ante la inminente liberación por el Ejército Rojo (soviético), fueron liquidados
los guetos de Kovno y Shavli, siendo muchos de sus habitantes deportados a campos de
concentración en Alemania, entre ellos Sttuthoff, Dachau y Auschwitz.
Alemania ocupó Letonia al comienzo de la invasión a la Unión Soviética. Para esa época vivían
en ese país unos 70.000 judíos. A fines de julio de 1941 las unidades móviles delEinsatzgruppe
A llevó a cabo el primer asesinato en masa de judíos. Hasta octubre fueron masacrados cerca
de 34.000.
A fin de octubre, 32.000 judíos de la capital Riga fueron encerrados en dos guetos. Con la
llegada del alto jefe de las SS Friedrich Jeckeln con la orden impartida por Himmler de "limpiar
el gueto", comenzó el asesinato de los judíos letones. Entre el 30 de noviembre y el 7 de
diciembre de 1941, 25.000 judíos fueron fusilados en masa en el bosque de Rumbala (laJeckeln
Aktion). También los judíos de los guetos de Dvinsk y Liepaja fueron asesinados en noviembre
y diciembre de 1941.
En Estonia, el más pequeño de los estados bálticos, vivían 4.500 judíos antes de la Segunda
Guerra Mundial, la mitad de ellos en la capital, Tallinn.
En 1940 la Unión Soviética tomó control del país como resultado del Pacto Ribbentrop Molotov. En julio de 1941 Estonia fue conquistada por Alemania. Muchos judíos huyeron hacia
el interior de la URSS al llegar los alemanes. Los que no lograron escapar fueron sujetos a un
régimen de restricciones: debieron llevar la Estrella Amarilla y sus propiedades fueron
confiscadas. La llegada de los Einsatzgruppen señaló el comienzo del asesinato de los judíos,
con la ayuda de milicias derechistas locales. En octubre de 1941 la mayoría de los varones
judíos de más de 16 años ya habían sido asesinados. Durante la Conferencia de Wannsee en
enero de 1942 se comunicó a los participantes que Estonia estaba "limpia de judíos"(judenrein).
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El destino de los judíos de Rumania
Rumania estuvo aliada durante la guerra con Alemania. Antes de la misma vivían en el país
757.000 judíos. El antisemitismo rumano se caracterizó por su virulencia y extremismo que se
agudizaron en la época de entreguerras.
Durante el ataque alemán a la Unión Soviética en el verano de 1941 fueron masacrados
alrededor de 15.000 judíos de la ciudad de Iasi por soldados, policías y civiles rumanos. El
dictador Antonescu ordenó el asesinato de los judíos de Besarabia y Bucovina en Rumania
septentrional. Las matanzas fueron llevadas a cabo por el ejército, la gendarmería y la
población local con la colaboración del ejército alemán y miembros del Einsatzgruppe D. Los
judíos sobrevivientes fueron deportados a la región de Transnistria, comprendida entre los ríos
Dniéster y Bug, que Hitler había cedido a Rumania. Allí continuaron las matanzas, que junto a
las privaciones, el frío y las enfermedades causaron la muerte de 150.000 judíos.
Posteriormente, cuando su gobierno comprendió que la guerra estaría perdida, y después de
recibir advertencias inequívocas de parte de los Aliados, Rumania puso fin a las matanzas de
judíos.
En total fueron asesinados en las zonas bajo dominio rumano alrededor de 400.000 judíos,
incluidos los de Transnistria.
Los preparativos de la ‘Solución Final’
Nunca ha sido encontrado un documento que indique cuando y de qué modo se decidió el
exterminio masivo de los judíos. Numerosos investigadores coinciden que esa orden jamás fue
emitida por escrito, sino que fue dada en forma oral por Hitler, o bajo su conocimiento, en el
verano de 1941.
El 31 de julio de 1941, poco después de la invasión a la Unión Soviética, el Mariscal del Reich
Hermann Goering ordenó al Jefe de la Policía de Seguridad Reinhard Heydrich "que efectúe los
preparativos necesarios... con objeto de conseguir una solución global de la cuestión judía en
las esferas de influencia alemana de Europa." Paralelamente a la invasión comenzó el
asesinato de hombres judíos y poco tiempo después el de mujeres y niños.
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En noviembre se produjo un cambio en la política nazi que tuvo graves consecuencias. Los
fusilamientos masivos no cumplían con las expectativas del régimen y tenían una influencia
dañina sobre el comportamiento de las tropas. Por esa época los jerarcas nazis eran
conscientes de que la "guerra relámpago" había fracasado y que la lucha contra la Unión
Soviética iba a prolongarse mucho más de lo esperado. De tal modo que el método de
fusilamientos masivos no sería eficiente y no conseguiría los objetivos con la prontitud deseada.
Por ello en noviembre o diciembre se comenzó a considerar la utilización de un método más
organizado y planificado - de hecho industrializado - de asesinato masivo.
Ya en el verano de 1941 Rudolf Hoess, comandante del campo de Auschwitz, había recibido la
orden de experimentar con métodos nuevos de exterminio. La idea que se adoptó fue la
utilización de cámaras de gas para tal fin.
Este método había sido utilizado durante 1939 - 1941 en el así llamado "Programa de
Eutanasia", durante el cual decenas de miles de discapacitados y enfermos mentales alemanes
fueron asesinados. El programa causó un furor público en Alemania, liderado por las Iglesias, y
fue cancelado oficialmente. Pero la experiencia adquirida sirvió de base para mejorar los
métodos de asesinato masivo e hizo posible trasladarlos a los campos de exterminio.
El primer experimento de asesinato en masa con gas fue llevado a cabo en Auschwitz en
septiembre de 1941. Las víctimas fueron prisioneros de guerra soviéticos. Gas cianhídrico
(Zyklon B) fue inyectado dentro de un recinto cerrado herméticamente, provocando la muerte de
los prisioneros después de un corto tiempo.
La conferencia de Wannsee
El 20 de enero de 1942 se realizó en el suburbio berlinés de Wannsee una reunión de suma
importancia convocada y dirigida por Reinhard Heydrich, y en la que participaron dieciséis altos
funcionarios y representantes de organismos centrales del Reich alemán. Durante la misma se
coordinaron los planes de exterminio entre la Oficina Central de Seguridad del Reich, que
dirigía Heydrich, y los ministerios y entidades que debían participar en la ejecución de la
'solución final'.
Heydrich hizo mención de 11.000.000 de judíos comprendidos en el plan nazi para la “solución
final del problema judío en Europa.” En el protocolo de la reunión se destacó que “... con la
previa autorización del Fuehrer, la evacuación de los judíos hacia el Este reemplaza la
emigración...”
A continuación se creó una red de campos de exterminio en los cuales fueron asesinados más
de tres millones de judíos.
24
Implementación de la Solución Final
Los judíos eran obligados a concentrarse en las cercanías de una estación de tren y de allí
deportados a campos de exterminio en un trayecto cuya duración y pésimas condiciones
causaban numerosas víctimas aún antes de llegar al campo. En éstos fueron sistemáticamente
exterminados los judíos europeos como parte de la 'solución final'.
En algunos de los campos se construyeron cámaras de gas permanentes. Aquellos contaban
con un equipo restringido formado de unos 30 oficiales alemanes, y de 120 a 150 auxiliares
ucranianos. En Chelmno, Belzec, Sobibor y Treblinka no se realizaban selecciones de
prisioneros. Inmediatamente después del arribo de los trenes a los campos, las víctimas hombres, mujeres y niños - eran enviadas directamente a su muerte.
La deportación a los campos de exterminio
La orden de iniciación de la “operación” era entregada a lJudenrat de forma sorpresiva, sin
ninguna notificación previa, a menudo durante la época de festividades judías, cuando
disminuía la sensación de alerta de las víctimas.
La ejecución estaba a cargo de fuerzas policíacas locales y la policía del orden judía debía
participar en las redadas. Los judíos debían concentrarse en lugares de reunión fijados de
antemano, por lo común cercanos a una estación de tren, portando algunas pocas pertenencias
que les era permitido llevar. Durante la "acción" todo aquel que no cumplía con la orden de
presentarse o no caminaba con la premura requerida, era fusilado. En la estación los
deportados subían a vagones de carga carentes de ventilación, instalaciones sanitarias y agua
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y terriblemente hacinados. Los furgones se cerraban herméticamente y la travesía podía
demorar varios días. La falta de agua y alimento causaba la muerte de muchos.
La maquinaria de exterminio empleó todo tipo de subterfugios y engañifas para confundir a las
víctimas. A los judíos de Polonia se les explicó que "elementos excedentes, desocupados" eran
enviados a trabajar al Este, y a los de occidente que eran despachados para su
restablecimiento en el Este. Las acciones comenzaban súbitamente golpeando a ciudades y
pueblos, prolongándose por varios días o semanas. Al principio eran deportados los más
débiles: los pobres y los refugiados. Los restantes vivían con la ilusión de que podrían salvarse.
Luego de la primera expulsión, venía la siguiente, hasta la liquidación total.
La reacción de los judíos estuvo condicionada por algunos factores fundamentales: en los
meses y años que precedieron al exterminio los nazis hicieron todo lo posible para debilitar a
sus víctimas tanto física como moralmente. Trataron de minar su fuerza de voluntad,
despojarlos de su dignidad humana, destruir sus instituciones comunitarias y aislarlos del
mundo exterior. De tal modo que el hambreamiento sistemático y la muerte que acechaba en
cada rincón minaron la capacidad de reacción de las masas apiñadas en los guetos y de sus
posibilidades de reunir fuerzas. Lo único que ya les importaba eran las preocupaciones del
presente inmediato: salvar a sus seres queridos, conseguir un pedazo de pan para mantener el
cuerpo ávido de calor y alimento. La catástrofe se desmenuzó en un sinfín de tragedias
personales y de una terrible impotencia colectiva.
Al producirse las operaciones los judíos sufrían una conmoción que les impedía toda posibilidad
de organización y defensa en amplia escala. Las noticias de la existencia de campos de muerte
eran recibidas con escepticismo y desconfianza. La simple lógica y el sentimiento humano se
negaban a aceptar la posibilidad de su existencia. Los nazis lograron confundir a sus víctimas
hasta el último momento.
26
Los campos de exterminio
Chelmno fue el primer centro de exterminio que establecieron los alemanes en Polonia. Los
asesinatos masivos comenzaron allí el 8 de diciembre de 1941 y continuaron en forma
esporádica hasta enero de 1945. La mayoría de las víctimas provenían del gueto de Lodz y
fueron asesinadas en camiones de gas. Cuando los deportados llegaban se les ordenaba
desvestirse. Luego de que eran despojados de sus pertenencias se les obligaba a subir a un
camión cuyo tubo de escape había sido conectado a la caja sellada. Una vez cerradas las
puertas, el camión se dirigía a un bosque cercano en el que estaba situada una enorme fosa. Al
fin del corto trayecto nadie quedaba con vida.
Por medio de tres camiones de ese tipo fueron asesinados en Chelmno casi 300.000 judíos y
5.000 gitanos. Sólo tres judíos sobrevivieron ese campo.
Luego de fijar en Wannsee los lineamientos principales de su acción, los nazis establecieron a
partir de marzo de 1942 tres campos de exterminio en los confines orientales de la zona del
Gobierno General (el territorio no anexado de Polonia) en lugares cercanos a una línea principal
de ferrocarril.
Belzec fue establecido en marzo de 1942 y funcionó hasta fin de ese año. Sobibor funcionó de
mayo a julio de 1942 y de octubre de 1942 a octubre de 1943. Treblinka operó desde julio de
1942 hasta agosto de 1943.
Los tres campos utilizaban los mismos métodos de exterminio: monóxido de carbón emitido por
grandes motores a diesel era inyectado dentro de cámaras herméticas. Las víctimas, apiñadas
en el recinto, morían rápidamente. A continuación los cuerpos eran arrojados a grandes fosas
cavadas con antelación. Después de un tiempo se comenzó a cremar los cuerpos sobre unos
enrejados de hierro, al aire libre. Los tres campos eran de hecho "fábricas de muerte". Todo el
procedimiento, desde la llegada de las víctimas hasta su muerte por asfixia y la cremación de
los cadáveres, demoraba algunas horas. De esa forma era posible preparar inmediatamente
para el exterminio un nuevo transporte con sus víctimas.
Los tres campos fueron establecidos con el propósito de asesinar en forma sistemática a los
judíos del Gobierno General, como parte del programa de la "Solución Final". En cada campo
servían unos treinta miembros de la SS que comprendían la plantilla jerárquica del mismo.
Subordinada a ellos se hallaba una compañía de alrededor de 100 a 150 guardias ucranianos
reclutados entre prisioneros de guerra soviéticos renegados. En esos campos no se realizaban
selecciones y todos los que llegaban en los transportes eran enviados a su muerte de
inmediato. Sólo unos pocos eran apartados para realizar tareas de mantenimiento,
procesamiento de los bienes de las víctimas antes de su envío a Alemania y trabajo en las
27
cámaras de gases. En los tres campos fueron exterminados 1.700.000 judíos, la mayoría de
Polonia.
Majdanek fue establecido a fines de 1941 en las afueras de la ciudad de Lublin como campo de
prisioneros de guerra soviéticos y sirvió también como campo de concentración de prisioneros
políticos polacos. En 1942 se instalaron allí cámaras de gas y crematorios. A partir de la
primavera de 1942 fueron asesinados en Majdanek decenas de miles de judíos de origen
eslovaco checo y polaco. El campo funcionó hasta su liberación por el ejército soviético en julio
de 1944. En total perecieron allí unas 78.000 personas.
Belzec, Sobibor y Treblinka fueron desmantelados en la segunda mitad de 1942. Desde
entonces continuaron funcionando los campos de Majdanek, Chelmno y Auschwitz. Un
pequeño porcentaje de los deportados judíos a esos campos eran seleccionados para el trabajo
en campos adyacentes, que servían a la maquinaria de guerra alemana o en fábricas
pertenecientes a conglomerados económicos importantes o para tomar parte en ciertos
aspectos del proceso de exterminio, como ser clasificar y empacar las pertenencias de las
víctimas, extraer el cabello o dientes de oro de los cadáveres, e incinerar los cuerpos en los
crematorios. Los encargados de esta última tarea pertenecían a un cuerpo especial
denominado Sonderkommando, que trabajaban bajo un reino de terror, siendo frecuentemente
gaseados poco tiempo después de comenzar y reemplazados por otros.
Las deportaciones y matanzas masivas continuaron hasta fines de 1944.
Pero aún después de que se dio la orden de interrumpirlas, continuó siendo elevada la
mortalidad de los prisioneros por los maltratos, el hambre, las enfermedades y las "marchas de
la muerte".
El campo de exterminio de Auschwitz - Birkenau
Rudolf Hoess, comandante del campo de Auschwitz - Birkenau, relata en su autobiografía que
en el verano de 1941 (no precisa la fecha exacta) fue convocado a Berlín por Himmler. Allí éste
le comunicó que el Führer había ordenado implementar la “solución final del problema judío” y
que los hombres de las SS serían los encargados de ejecutar la orden. “Los sitios de exterminio
en el Este son inadecuados para una acción de gran envergadura y a largo plazo. He
designado a Auschwitz para este propósito”, agregó.
Auschwitz – Birkenau era el más grande de los campos de concentración y exterminio
establecidos en Polonia, y funcionaba simultáneamente como un centro de trabajos forzados y
de asesinato masivo. Este campo fue designado para ser el centro principal para el exterminio
del pueblo judío y para ello fueron construidas instalaciones para el asesinato masivo y hornos
crematorios. Las matanzas se realizaban en cámaras de gas utilizando para ello un pesticida
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sumamente letal denominado Zyklon B. Su utilización había sido experimentada con prisioneros
de guerra soviéticos.
En octubre de 1941 fue construido a tres km. de Auschwitz un nuevo campo: Birkenau
(Auschwitz II) que en marzo de 1942 comenzó a funcionar como centro de exterminio,
empleando cuatro cámaras de gas para ese propósito. Hasta noviembre de 1944 sirvió de
“fábrica de matanza masiva” a la que llegaban transportes de toda Europa. La mayoría de los
deportados eran judíos que eran enviados inmediatamente a las cámaras de gas. Sólo una
pequeña parte de los recién llegados, después de pasar por un proceso de selección, eran
enviados a trabajar en distintas secciones del campo o en fábricas que servían al esfuerzo
bélico alemán. Algunos también servían de “conejillos de Indias” para los experimentos
“médicos” de Mengele y su equipo. A mediados de 1944 se acrecentó el ritmo de los asesinatos
masivos con la llegada de los judíos de Hungría y del gueto de Lodz.
El proceso de selección y exterminio estaba planificado y organizado eficientemente. Cuando el
tren se detenía al lado del andén, las víctimas descendían y sus pertenencias eran apiñadas en
un costado para ser luego enviadas a unas barracas que los prisioneros apodaban “Canadá”
donde eran clasificados para su posterior envío a Alemania. Las personas eran obligadas a
formarse en dos hileras, una de varones y la otra de mujeres, para que los médicos de la SS
pudieran realizar una selección. Ésta se hacía de acuerdo al aspecto exterior del individuo, de
hecho que su suerte se decidía en forma arbitraria y casual. Antes de su ingreso a las cámaras
de gas los elegidos a ser gaseados debían despojarse de sus ropas. El pretexto era que irían a
pasar por un proceso de desinfección. Al cerrarse las puertas las cápsulas de Zyklon B, que se
convertían en gas al contacto con el aire, eran arrojadas a través de un orificio situado en el
techo de la cámara. Luego del envenenamiento de las víctimas, los miembros del
Sonderkommando- el grupo de prisioneros judíos obligados a trabajar en los crematorios abrían las puertas, arrancaban los dientes de oro y cortaban los cabellos de las mujeres. Los
cadáveres eran después cremados en los hornos instalados en la parte superior de la
instalación, los huesos molidos y las cenizas desparramadas por la zona aledaña.
Entre los prisioneros que trabajaban en el campo se realizaban a menudo formaciones de
conteo en las que se llevaban a cabo selecciones. Los débiles y enfermos eran enviados a las
cámaras de gas. El régimen del campo era de una crueldad e inhumanidad sin límites y basado
en un sistema de castigos y torturas del que sólo unos pocos lograron sobrevivir.
En Auschwitz fueron exterminados más de un millón de judíos, 70.000 polacos, 25.000 gitanos
y 15.000 prisioneros de guerra soviéticos y muchos otros miembros de distintas nacionalidades.
29
El mundo de los campos
Los judíos eran obligados a trabajar en granjas agrícolas, en la reparación de caminos, tala de
bosques y en especial en establecimientos de la industria de armamentos.
También industrias privadas aprovecharon la mano de obra esclava de los prisioneros judíos
que eran constantemente golpeados por sus guardianes y veían sus raciones recortadas a
menudo. Sin medicinas ni tratamiento médico, hambreados y torturados, más de medio millón
de judíos perecieron en los campos de trabajo.
Campos de concentración y trabajo
El 9 de marzo de 1933, pocas semanas después de haber asumido Hitler el poder, comenzaron
en Alemania desmanes antijudíos organizados. Unas dos semanas más tarde comenzó a
funcionar el primer campo de concentración: Dachau, en las cercanías de Münich. En él fueron
encerrados judíos, comunistas, socialistas y liberales alemanes, o sea todo aquél que era
considerado enemigo de régimen.
La Alemania nazi se aprovechó de la mano de obra de los pueblos conquistados poco después
de la ocupación de sus países. Más de catorce millones de personas fueron llevadas por la
fuerza a trabajar en Alemania y a ellos se debe agregar dos millones y medio de prisioneros de
guerra.
Judíos fueron convertidos en esclavos recluidos en la extensa red de campos de trabajos
forzados extendida a lo largo y ancho de la Europa ocupada: en el mismo Reich, en occidente y
especialmente en Europa oriental. La "Oficina Principal de Economía y Administración" de las
SS definió la nueva meta: el aprovechamiento de la fuerza laboral de los prisioneros de los
campos de concentración, que serían trasladados a centenares de campos de trabajo para ser
utilizados por la maquinaria de guerra alemana.
La meta de exterminio del pueblo judío sería completada por medio del trabajo forzoso
inmisericorde - "exterminio por medio del trabajo". Ese fue el compromiso pactado entre los que
abogaban por el exterminio inmediato y los que querían aprovechar la mano de obra judía al
máximo.
Los judíos trabajaron en granjas agrícolas, en la reparación de caminos, en la tala de bosques y
especialmente en establecimientos industriales y de fabricación de municiones. También
grandes emporios industriales y empresas privadas se aprovecharon sin vacilación alguna del
trabajo de los prisioneros judíos, que eran constantemente maltratados por sus superiores y sus
magras raciones frecuentemente reducidas. Carentes de medicinas y víctimas del maltrato y del
hambre, más de medio millón de judíos perecieron en los campos de trabajo.
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A pesar de los reveses militares y la victoria inminente de los Aliados, los campos siguieron
existiendo hasta la caída del Tercer Reich y el fin de la guerra. En los campos de concentración
se encontraban en ese momento la mayoría de los supervivientes judíos de Europa, fuera de
aquellos que se habían ocultado bajo una identidad “aria” aparente, en los bosques u otro
escondite, o habían huido a territorios soviéticos, o vivían que en países libres.
La rutina en los campos
La estructura jerárquica de los campos de concentración y trabajo fue establecida de acuerdo al
sistema creado en el campo de Dachau. Al frente del campo estaba el "Lagerkommandant"y
bajo su mando un equipo de oficiales de bajo rango. Uno de ellos estaba a cargo del campo de
prisioneros, después haber pasado una etapa de entrenamiento. Supervisores y encargados de
todo tipo estaban subordinados a la comandancia.
Un sistema jerárquico paralelo estaba compuesto de prisioneros. Los encargados o
supervisores ("Kapos") eran la elite del campamento, una elite temida y envidiada. Entre los
"kapos" judíos hubo aquellos que intentaron mejorar la situación de sus correligionarios, aunque
no faltaron quienes se ensañaron con ellos.
Cuando el prisionero arribaba al campamento, debía entregar su ropa y efectos personales, sus
cabellos eran rapados y recibía como vestimenta un uniforme a rayas de prisionero y un par de
zuecos de madera.
La expectativa de vida en un campo de trabajos forzados era por lo común de algunos meses.
Luego de ese tiempo el preso se convertía - en la jerga del campo - en un "muselman", un ser
humano en estado de completa extenuación y debilidad, de tal modo que apenas podía
moverse y comunicarse.
"Yo soy el sobreviviente de turno, que apareció por casualidad... para relatar... del humo del
crematorio, del olor a carne quemada... de las formaciones bajo los copos de nieve, del trabajo
forzado letal, de la succión del tuétano de la vida, de la esperanza que no se acaba, del
salvajismo de la bestia humana llamada hombre..." Jorge Semprún, La escritura o la vida
Uno de los momentos más aterradores para los prisioneros era la formación (Appel) que se
realizaba al amanecer o por la tarde, cuando los prisioneros regresaban del trabajo. Estos
debían permanecer en posición de firmes, sin posibilidad de moverse, a menudo por varias
horas a la intemperie.
La rutina en el campo estaba compuesta por una larga serie de órdenes y obligaciones,
habitualmente dictadas a todos los prisioneros, unas pocas a algunos individuos, la mayoría
conocidas y algunas imprevisibles.
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Todas las fuerzas del prisionero se invertían en superar las distintas etapas de esa rutina diaria:
amanecer temprano, arreglo de la litera, formación, marcha al trabajo, labor extenuante, espera
de la comida diaria - consistentemente por lo general en una sopa insípida de algún vegetal y
media hogaza de pan - alimentación insuficiente para quienes realizaban pesadas tareas regreso al campo, formación vespertina y así sucesivamente...
En los campos de concentración y de trabajos forzados se realizaban actividades culturales,
religiosas e incluso reuniones políticas clandestinas. En las obras que se conservaron se ven
reflejadas la vida y sufrimientos de los prisioneros en el intento de preservar su identidad
humana y judía. Esas creaciones son un testimonio directo y auténtico. Los diarios personales
escritos sobre trozos de papel, los dibujos y grabados que pintan la vida en el campo, las joyas
preparadas con alambres de cobre, la "Hagada de Pesaj" manuscrita o la plegaria en la víspera
del año nuevo, expresan la enorme fortaleza anímica de esos hombres y mujeres extenuados y
hambrientos que trataron de aferrarse a la creatividad al final de un día agotador. En la rutina
del campo de concentración y trabajo los prisioneros demostraron heroísmo e imaginación en
su intento de preservar no sólo la vida, sino su condición humana y valores morales básicos
expresados en el compañerismo y la solidaridad al prójimo.
Combate y salvación
Judíos se sublevaron en los guetos y los campos, huyeron e hicieron huir a otros de los pueblos
y los guetos a los bosques para luchar como partisanos. Se ocultaron en forma individual y en
grupos en todo tipo de escondrijos. Mientras tanto los Aliados se contentaron con emitir
condenas verbales sin llevar a cabo ningún tipo de acción militar para interrumpir o demorar los
asesinatos masivos.
Paralelamente, decenas de miles de no judíos arriesgaron sus vidas para salvar judíos de las
garras nazis. Muchos pagaron con sus vidas por esos actos de altruismo.
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Oposición y rebeliones judías
Los rumores acerca del asesinato en masa de judíos se propagaron por los guetos, pero la
mayoría de la gente no estaba en condiciones de asimilar las terribles noticias – que eran de
por sí vagas y confusas – siendo que reflejaban una realidad sobre la que no existía precedente
alguno.
Sin embargo información confiable llegaba a los miembros de los movimientos clandestinos por
medio de correos y gente de enlace de fuera de los guetos, y la que se iba acumulando permitió
comprender que se estaba frente a un crimen horrendo y sistemático sin precedentes en la
historia de la humanidad.
Esa comprensión hincó raíces en la conciencia de los miembros de los movimientos
clandestinos, aunque sólo después de que se llevaron a cabo acciones concretas de
deportación de los guetos comenzaron éstos a organizarse para la lucha armada.
La lucha defensiva se realizó en tres frentes diferentes: rebeliones en los campos y los guetos;
fugas y contrabando de judíos de los pueblos y los guetos a los bosques para incorporarse a
unidades de partisanos; ocultamiento de personas en todo tipo de escondites; rescate de
grupos enteros y salvamento de niños.
A pesar de las trágicas circunstancias en que se desarrolló la existencia de los judíos en los
distintos países, fueron muchos los actos de oposición y lucha armada bajo el régimen de
ocupación nazi. Durante esa época hubo manifestaciones admirables de ayuda mutua, de lucha
por la supervivencia, autosacrificio y defensa activa. En algunos guetos actuaban
organizaciones clandestinas que abarcaban todos los aspectos del quehacer humano. En las
zonas ocupadas realizaban actividades ilegales la mayoría de las organizaciones juveniles y los
partidos que existían antes de la guerra. Los movimientos juveniles continuaron educando a los
jóvenes a superarse moralmente y a reforzar el vínculo con la Tierra de Israel. En algunos
lugares se establecieron granjas de entrenamiento bajo el embozo de actividades productivas.
La amplia prensa clandestina no cesó de informar sobre lo que ocurría en los frentes de guerra,
llamó a la resistencia contra el opresor nazi y a la unión y responsabilidad colectiva.
Los judíos actuaron conspicuamente en la resistencia francesa y belga y tuvieron un lugar
destacado en la rebelión eslovaca que estalló a mediados de 1944. Judíos escapados a las
montañas de Yugoslavia se incorporaron en su mayoría al ejército partisano de Tito. Decenas
de miles de judíos llegaron a los bosques de Bielorrusia y Ucrania, se contaron entre los
fundadores de unidades de partisanos y se destacaron en la lucha en grupos propios o en
formaciones mixtas con no judíos.
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En las zonas de bosques densos se establecieron campamentos familiares de judíos no
combatientes, que fueron ayudados y protegidos por partisanos judíos.
También en los campos de exterminio estallaron rebeliones. En Treblinka se produjo un motín
en agosto de 1943. Tres grupos de prisioneros que eran obligados a trabajar en la cremación
de los cadáveres de las víctimas y la clasificación de las posesiones que habían traído,
liquidaron a algunos oficiales y guardias, se apoderaron del depósito de armas e incendiaron las
cámaras de gas y las barracas del campo. La rebelión puso fin al exterminio en Treblinka.
También en Sobibor se rebelaron prisioneros y algunos lograron escapar. Un grupo de
prisioneros del Sonderkommando hizo estallar una de las instalaciones de exterminio en
Auschwitz – Birkenau.
La rebelión y el fin del gueto de Varsovia
El 22 de julio de 1942, vísperas del 9 de Av, el día en el que se conmemora la destrucción del
Templo de Jerusalén, los alemanes iniciaron la deportación de los judíos del gueto de Varsovia.
Esta aktion se prolongó hasta el 21 de septiembre y en su transcurso fueron expulsadas al
campo de exterminio deTreblinka 265.000 personas. Los primeros en ser enviados fueron los
refugiados, los enfermos y los sin techo. Por órdenes de las autoridades alemanas se
bloquearon calles, los habitantes fueron sacados por la fuerza de sus casas por la policía del
gueto y obligados a dirigirse a la "plaza de despacho", el Umschlagplatz. Allí fueron brutalmente
introducidos y hacinados en vagones de un tren de carga. Luego de los primeros diez días –
cuando los judíos dejaron de ser seducidos por
una hogaza de pan - los alemanes
intensificaron el terror en el gueto y el número de las personas asesinadas en la calle aumentó.
Antes y durante las deportaciones se habían hecho algunos intentos fútiles de organizar una
resistencia armada - principalmente por un grupo compuesto por miembros de tres movimientos
juveniles sionistas y apodado "Organización Judía Combatiente" (Z.O.B.). En marzo los
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alemanes lograron capturar y ejecutar a líderes centrales de la resistencia, y esta quedó
prácticamente desarticulada.
Al finalizar las expulsiones a Treblinka quedaron en el gueto entre 55.000 y 60.000 judíos que
fueron concentrados en algunos bloques de edificios. De esta forma la superficie del gueto se
redujo significativamente.
Entre los sobrevivientes, la mayoría de ellos jóvenes, cundió una sensación de orfandad y toma
de conciencia. Muchos se culpaban de no haber ofrecido resistencia y permitido la deportación
de sus familias. Tenían también en claro que su suerte iba a ser semejante. En octubre de
1943, luego de intensas negociaciones, se logró restablecer un marco de resistencia armada,
con Mordejai Anielewicz como comandante. A la Organización Judía Combatiente se sumaron
otros movimientos juveniles, a excepción de "Beitar", que formó su propio cuerpo de combate
llamado "Unión Militar Judía" (Z.Z.W.).
El 18 de enero de 1943 los alemanes iniciaron una nueva aktion. Los dirigentes de la
resistencia supusieron que esta era la operación de liquidación definitiva del gueto y se
opusieron por la fuerza. Consecuentemente, después de que algunos miles de judíos fueron
sacados del gueto, los alemanes interrumpieron el operativo. A consecuencia de ello los
miembros de la resistencia y los habitantes del gueto infirieron que esto ocurrió por causa de la
oposición armada (a pesar de no haber sido ese el motivo real). De aquí en más comenzó a
organizarse la resistencia colectiva.
El 19 de abril de 1943 comenzó la acción final de aniquilación del gueto. Ese mismo día
comenzó la rebelión liderada por Mordejai Anielewicz, comandante de la Organización Judía
Combatiente.
A pesar de saber de la existencia del movimiento clandestino de oposición, los alemanes fueron
sorprendidos por la fiereza de la lucha y por el hecho de que todos los habitantes del gueto
participaban en la rebelión, escondiéndose en búnkeres, sótanos y áticos previamente
preparados. Las posiciones de los combatientes estaban situadas en distintos lugares del
gueto, mientras que las de la Unión Militar Judía estaban concentradas en la plaza Muranow,
donde trataban de impedir los intentos de los alemanes de irrumpir adentro del gueto. Al
arreciar la lucha y ante la dificultad de obligar a los judíos a abandonar sus escondites, los
alemanes comenzaron a incendiar los edificios en forma sistemática convirtiendo al gueto en
una trampa ardiente. La oposición se prolongó cerca de un mes hasta que los alemanes
lograron reprimir la lucha.
Ésta fue la primera rebelión popular realizada en un ámbito urbano en la Europa ocupada por
los nazis.
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La rebelión del gueto de Varsovia sirvió de ejemplo para otros guetos y campos. Los
levantamientos realizados en otros lugares fueron de menor envergadura por el aislamiento, la
carencia de armas y la hostilidad del medio.
Soldados judíos en los ejércitos aliados
Aproximadamente un millón y medio de soldados judíos lucharon en los ejércitos aliados
regulares. En algunos casos la proporción de combatientes judíos era mayor que la misma
respecto de la población general.
Cerca de 500.000 judíos combatieron en las filas del Ejército Rojo. Alrededor de 120.000
cayeron en combate y en cumplimiento de su deber y cerca de 80.000 fueron asesinados por
los alemanes estando en cautiverio. Más de 160.000 judíos de todos los rangos recibieron
citaciones al mérito militar y más de 150 fueron honrados con el título de "Héroe de la Unión
Soviética", el honor más elevado conferido por ese país.
En el ejército de los Estados Unidos sirvieron 550.000 soldados judíos, en todos los frentes.
Alrededor de 28.000 cayeron en combate, y más de 36.000 recibieron condecoraciones por
méritos. Soldados judíos participaron en la liberación de campos.
Unos 100.000 judíos combatieron en las filas del ejército polaco durante la invasión alemana.
Comprendían el 10% de las tropas, de acuerdo a su proporción en la población del país.
Durante los combates murieron, fueron declarados perdidos en acción o fueron tomados
prisioneros cerca de 30.000 soldados judíos polacos. Después de la derrota de Polonia miles de
judíos sirvieron en las fuerzas polacas que combatieron contra los nazis en los ejércitos de
países aliados.
Unidades especiales de judíos de la Tierra de Israel fueron reclutadas en el marco del ejército
británico, por ejemplo la Brigada judía. En total sirvieron alrededor de 30.000 entre 1939 y 1946.
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Rescate de judíos durante el Holocausto
En la época del Holocausto llegó a su más acabada expresión la máxima "amarás a tu prójimo
como a ti mismo".
En circunstancias en que cada persona se hallaba inmersa en una lucha diaria por la
supervivencia y en que la violencia era la norma imperante, hubo no pocos individuos judíos
que pusieron en práctica la máxima mencionada de forma que despierta admiración.
Los salvadores judíos arriesgaron sus vidas para rescatar a otros judíos, familiares y extraños.
En muchas ocasiones renunciaron a las posibilidades de huir para ocuparse de su prójimo.
Asimismo decenas de miles de gentiles se pusieron en peligro mortal para rescatar judíos de las
garras nazis y muchos perdieron sus vidas en el intento. La amenaza nazi y la hostilidad del
entorno no fueron obstáculo para ellos: alojaron judíos en sus hogares, ocultaron familias
enteras, y se preocuparon de su sustento, establecieron redes clandestinas de fuga a países
neutrales y reforzaron en los perseguidos la fe de que el amor al prójimo y la solidaridad
humana son más fuertes que la adoctrinación de los regímenes fascistas.
Yad Vashem reconoce y honra las acciones de los Justos de las Naciones - más de 24.811
hombres y mujeres hasta 2013. Todas las naciones de Europa están representadas. Entre ellos
cuatro españoles y tres latinoamericanos. Las acciones de uno ellos son resumidas a
continuación.
Eduardo Propper de Callejón era un diplomático de alto rango en la embajada española en
París. La invasión alemana a Francia provocó la huida masiva de civiles. Centenares de miles
de refugiados atestaron los caminos y las rutas en su intento de alcanzar el sur de Francia.
Muchos judíos y no judíos trataron desesperadamente de cruzar la frontera con España y
encontrar allí refugio.
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El gobierno francés abandonó la capital y junto con él las legaciones extranjeras. Propper, junto
a su esposa y sus dos hijos se establecieron en Burdeos. Allí se encontraron con que la oficina
del consulado español había sido abandonada por el cónsul y estaba clausurada. El diplomático
español tuvo que enfrentarse con miles de refugiados que golpeaban a las puertas de la
representación de su país con la esperanza de recibir los visados que les permitían escapar de
los nazis.
Propper decidió actuar para ayudar a los refugiados. Entre el 18 y el 22 de junio de 1940 emitió
visados sin darse respiro. Al hacerlo contradijo las órdenes que habían prohibido hacerlo sin la
autorización previa del ministerio de relaciones exteriores. Propper de Callejón continuó
otorgando visados aún después de que la embajada se trasladó a Vichy. No sabemos cuántas
veces lo hizo; las listas de la embajada se extraviaron.
En marzo de 1941 el Ministro de Relaciones Exteriores de España, Ramón Serrano Suñer,
ordenó al embajador ante el gobierno de Vichy, José Lucrecia, suspender con carácter de
inmediato el trabajo de Propper de Callejón y su traslado a la legación española en Marruecos un cargo de menor importancia. El embajador solicitó la anulación de la decisión ministerial,
argumentando que recientemente Propper había recibido una medalla de honor del Mariscal
Pétain. La respuesta del ministro fue negativa, destacando que no comprendía los motivos del
gobierno francés de conferir una distinción a un funcionario español que servía los intereses de
los judíos.
Propper nunca recibió el rango de embajador, aparentemente por sus actividades en favor de
los refugiados judíos, aunque continuó sirviendo en el cuerpo diplomático español. Se retiró en
1965 y falleció en 1972.
El 20 de agosto de 2007 Yad Vashem decidió otorgar a Eduardo Propper de Callejón el título de
Justo de las Naciones.
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El espíritu humano bajo el espectro de la Shoá
Durante la guerra, el judaísmo europeo se encontró sumido en una lucha constante por la
supervivencia. Pero aún bajo las terribles condiciones imperantes hubo aquellos que actuaron
en áreas que van más allá de las meras necesidades de la existencia humana y arriesgaron sus
vidas - deliberada e intencionalmente - en pro de valores elevados, entre ellos educando a sus
hijos, manteniendo valores religiosos y tradicionales y llevando a cabo actividades culturales.
Lamentablemente no todos sobrevivieron el infierno del Holocausto, pero sus acciones
atestiguan la vitalidad del espíritu humano. Uno de los fenómenos que demuestran el intento de
supervivencia espiritual es el esfuerzo realizado por judíos para documentar la vida en los
guetos y los campos. Artistas e intelectuales, niños y gente común escribieron y dibujaron con el
propósito de registrar el terror y la crisis que imperaban en la sociedad judía. Esas actividades
no sólo permitieron a muchos elevarse por encima de las humillaciones y los maltratos sino que
en algunas ocasiones alertaron al mundo libre sobre la realidad en la cual estaban inmersos.
Incluso en los campos se encontraron evidencias de las actividades a través de las cuales los
prisioneros pudieron - aunque más no fuera en su imaginación - trascender las barreras de su
situación y del ambiente que los rodeaba. Si bien sólo unos pocos tomaron parte en esas
actividades, su importancia radica no en su cantidad sino en la presencia de ánimo necesaria
para su realización dentro de una realidad de humillación y persecución.
A pesar de la realidad de depredación que debieron soportar los judíos de Europa, muchos se
movilizaron para asistir a los más débiles, estableciendo organizaciones de ayuda mutua y
asistencia social. En los campos ayudar al prójimo se convirtió muchas veces en un asunto de
vida o muerte, acompañado de dilemas morales preñados de dificultades. Al ayudar a otro - ya
sea con comida, ropa o trabajo - el individuo arriesgaba sus propias posibilidades de
supervivencia. Sin embargo muchos se pusieron en grave peligro para salvar otras vidas. Por
ejemplo los partisanos judíos, que rescataron a no combatientes, mujeres y ancianos, y
aquellos que trataron de proteger a los niños y su mundo particular.
La reacción del mundo
En junio de 1942 la BBC transmitió desde Londres la noticia del exterminio de los judíos de
Polonia. La información que llegaba al mundo libre era correcta y confiable. Lo que hacía falta
era demostrar empatía, hacer un llamado a la ayuda inmediata y ejercer presión sobre el
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régimen nazi que actuaba impunemente y sin darse pausa. Si bien a fines de 1942 el presidente
Roosevelt y el primer ministro Churchill hicieron una advertencia pública en la que señalaron
que los alemanes serían responsables de crímenes contra la humanidad, la concepción política
que predominaba entre los estadistas y militares era que se debía poner el énfasis en la victoria
militar, puesto que sólo ella solucionaría el problema de la persecución de los judíos.
Un argumento similar fue expresado ante quienes suplicaban bombardear las instalaciones de
exterminio de Auschwitz - Birkenau y las vías férreas que conducían a ese campo. Esos
pedidos fueron rechazados por los gobiernos británico y norteamericano con el argumento de
que el bombardeo de las cámaras de gasiba a insumir medios indispensables ("protección
aérea vital para el éxito de nuestras fuerzas ocupadas en operaciones decisivas") y que su
efectividad era dudosa y podría tener resultados contrarios a los deseados: Alemania podría
arreciar el trato hacia los judíos.
En junio de 1944, en una misión aérea destinada a fotografiar fábricas alemanas, aviones
americanos tomaron una serie de fotografías de Auschwitz en las cuales se ven claramente las
instalaciones letales. Sin embargo en los bombardeos que se realizaron el 20 de agosto las
bombas cayeron únicamente sobre las plantas fabriles anexas. Ninguna fue arrojada sobre las
cámaras de gas.
Las noticias sobre el asesinato de los judíos llegaron al Vaticano ya a fines de 1941. En marzo
de 1942 se solicitó al Papa intervenir para impedir la deportación de los judíos eslovacos a
Auschwitz. Aparentemente su presión sobre el clero eslovaco influyó sobre la decisión de
interrumpir temporariamente las deportaciones. Los Aliados imploraron varias veces al Papa
emitir una declaración de condena a las acciones de Alemania, pero el Vaticano se conformó
con un comunicado general contra "las atrocidades de la guerra".
El destino de los judíos de Europa
Alrededor del 10% de los judíos polacos sobrevivieron el Holocausto, la mayoría en la Unión
Soviética. La suerte de los judíos de Europa occidental fue más diversa: desde una mayoría de
sobrevivientes como en Italia o Francia, países en los cuales perecieron alrededor del 25%;
exterminio parcial como en Bélgica (45%) o aniquilación casi total: el 80% de los judíos
holandeses fue asesinado.
La mayoría de los judíos de Eslovaquia, Hungría, Grecia y Yugoslavia fueron exterminados por
los alemanes y sus colaboradores. Alrededor del 75% de los judíos que se encontraban en
Bulgaria se salvaron.
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El asesinato de los judíos de Polonia
Judíos habitaron Polonia por más de 800 años antes de la ocupación nazi. En 1939 vivían en
ese país alrededor de 3.3 millones de judíos, que constituían el 10% de la población del país y
configuraban la comunidad judía más grande de Europa. En ningún país era tan grande la
proporción de judíos. Después de la conquista y partición de Polonia entre Alemania y la Unión
Soviética, la mayoría de los judíos de la zona de ocupación alemana -apodada el
Generalgouvernement- que sumaban unos 1.8 millones, fueron encerrados enguetos desde
fines de 1940. Paralelo a la invasión de la Unión Soviética comenzó la matanza de judíos por
medio de los Einsatzgruppen en las zonas orientales de Polonia. Los sobrevivientes de esas
primeras masacres fueron encerrados en guetos.
En diciembre de 1941 se inició el asesinato de judíos de Lodz en Chelmno. En marzo de 1942
Auschwitz comenzó a funcionar como un centro de exterminio de judíos. Después de la
conferencia de Wannsee se establecieron - entre marzo y julio de 1942 – tres campos de
exterminio en lugares cercanos a líneas principales de ferrocarril: Belzec, Sobibor y Treblinka.
En esos campos no se realizaron selecciones y las víctimas - hombres, mujeres y niños - eran
conducidos directamente a las cámaras de gas inmediatamente después de su arribo al campo.
El 22 de julio de 1942, en las vísperas del 9 de Av, comenzó la expulsión del gueto de Varsovia.
Ésta continuó hasta el 21 de septiembre y en su transcurso fueron enviados a Treblinka
260.000 personas. Los primeros deportados fueron refugiados, enfermos y sin techo. Por orden
de los alemanes se bloquearon calles y los moradores fueron arrojados de sus casas por la
policía judía del gueto, conducidos a la plaza de despachos (Umschlagplatz) y hacinados en
vagones de carga. Hasta fines de 1942 fueron asesinados en Belzec, Sobibor y Treblinka cerca
de 1.700.000 judíos, la mayoría de ellos de Polonia. Entre septiembre de 1942 hasta el verano
de 1944 fueron asesinados en el campo de Majdanek, en las afueras de Lublin decenas de
miles de judíos.
En ese mismo verano fueron enviados a Chelmno y asesinados de inmediato 80.000 judíos del
gueto de Lodz. En total fueron asesinados allí 300.000 judíos, en su mayoría de Polonia. En
Auschwitz y Chelmno los asesinatos continuaron hasta la liberación de esos campos por el
ejército soviético en enero de 1945.
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Al finalizar la guerra había 380.000 judíos polacos sobrevivientes en Polonia, la Unión Soviética,
y en campos de concentración de Alemania y Austria.
El exterminio de los judíos de Europa occidental
Hacia fines de 1941 y principios de 1942 los alemanes dieron comienzo a las deportaciones de
judíos de Europa central y occidental a los campos de exterminio. Estas eran dirigidas por el
Departamento de Asuntos judíos en las SS a cargo de Adolf Eichmann. Las operaciones de
expulsión eran semejantes en casi todos los países y se basaban en el engaño de las víctimas.
Por lo común las expulsiones se realizaban a través de campos de tránsito y su ejecución hasta
llegar a éstos estaba a cargo de las policías locales, por ejemplo la belga, holandesa o
francesa.
En los países occidentales los alemanes actuaron con cautela cuando se abocaron a la
ejecución de su política antijudía, utilizando ardides y subterfugios para ello. Allí no siempre era
fácil descubrir quién era judío, que por lo común se parecía al resto de la población en su
aspecto exterior y estilo de vida. En algunos países se consideraba a la política nazi antijudía
como parte de la política de ocupación del invasor, lo que provocaba rechazo, y en unos casos
se evidenciaron sentimientos de identificación con los judíos perseguidos.
Alemania
Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939 sólo quedaba la mitad del
medio millón de judíos que habitaban el país en 1933, la mayoría de ellos personas mayores.
La mayor parte de las organizaciones judías de Alemania fueron clausuradas después de la
Noche de los Cristales de tal modo que la infraestructura comunitaria, social y cultural que
contribuyó a la supervivencia de los judíos fue prácticamente liquidada. Los judíos alemanes se
vieron reducidos a la miseria y muchos tuvieron que abandonar sus hogares y concentrarse en
“casas de judíos.” Ya en 1940 fueron expulsados miles de judíos alemanes a Polonia y Francia.
En septiembre de 1941 se impuso la obligación de usar el distintivo de la Estrella de David
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amarilla, y comenzó la deportación a los guetos y los campos de muerte del Este. Al finalizar la
guerra sobrevivieron 34.000 judíos alemanes en el ámbito del dominio nazi durante la guerra.
Francia
El gobierno de Vichy, establecido en el sur de Francia después de la derrota de junio de 1940,
era de hecho un satélite de Alemania. Sin que lo precediera una exigencia alemana, esta
gobierno decretó primero en octubre de 1940 y por segunda vez en junio de 1941 un “Estatuto
de judíos”, que definía quien era considerado judío y cuya consecuencia fue el aislamiento de
los mismos de la sociedad francesa, perjuicios económicos graves hasta el punto de la
privación del sustento, su registro en la policía y el encarcelamiento de muchos.
En julio de 1941, luego de ser decretado el segundo Estatuto de judíos, se dio comienzo a una
confiscación masiva de bienes judíos, entre éstos negocios y propiedades.
Durante toda la guerra existió en Francia un gobierno cuyo aparato burocrático tenía jurisdicción
sobre todo el territorio del país. Esta situación no se alteró después que Alemania ocupó el
resto del territorio en noviembre de 1942. Cuando comenzaron las deportaciones a los campos
de exterminio las autoridades francesas colaboraron activamente con los alemanes.
En abril de 1942 fue designado primer ministro Pierre Laval, que abogaba por un acercamiento
mayor aún a Alemania. En mayo de ese año fue nombrado Louis Pasquier de Pellepoix jefe del
“Comisariado General de Asuntos Judíos”, que jugó un papel importante en la deportación de
los judíos de Francia. Entre 1942 y el verano de 1944 fueron expulsados a Auschwitz cerca de
76.000 judíos de los 330.000 que residían en Francia.
Bélgica
En julio de 1942 se inició la concentración de judíos en el campo de tránsito de Mechelen
(Malines). Al principio fueron enviados al campo aquellos que eran considerados “elementos
asociales” y los judíos extranjeros, que fueron deportados en agosto a Auschwitz. La
deportación de judíos ciudadanos belgas fue interrumpida gracias a la intervención de la reina
madre Elisabeth y el cardenal van Roey, pero esos eran una minoría entre los residentes en el
país, y la petición dejaba librados a su suerte al resto. Las deportaciones continuaron aún
después de la invasión aliada a Europa occidental de junio de 1944.
En el último transporte que partió en julio de 1944 se encontraba el pintor nacido en Alemania
Felix Nussbaum.
29.000 judíos residentes en Bélgica fueron asesinados de un total de 65.000.
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Holanda
A fines de 1941 las autoridades alemanas comunicaron al Consejo judío (Joodse Raad) el
establecimiento de campos de trabajo para judíos. El propósito real de esta medida era
preparar la deportación a los campos de exterminio.
Hasta la primavera de 1942 miles de judíos fueron encerrrados en esos supuestos campos de
trabajo. En enero de ese año ya había comenzado la expulsión de los judíos de sus lugares de
residencia, en especial de la zona costera y Amsterdam, al campo de tránsito de Westerbork y a
un nuevo campo adyacente al poblado de Vught.
En junio de 1942 comenzó la deportación de Westerbork a Auschwitz con la excusa de que los
trenes partían a campos de trabajo en Alemania.
La mayoría de los funcionarios municipales, obreros y empleados ferroviarios y la policía
holandesa tomaron parte en la deportación de judíos. El último tren de expulsados partió en
septiembre de 1944 a Auschwitz con 1.019 judíos a bordo.
En total, de los 140.000 judíos residentes en Holanda al producirse la invasión alemana,
107.000 fueron asesinados – alrededor del 80%.
Italia
Italia capituló en septiembre de 1943. Como consecuencia de ello Alemania ocupó la parte
norte del país y los judíos residentes en esa zona se vieron expuestos a la política de
deportación y exterminio. Entre septiembre de 1943 y enero de 1944 por lo menos 3.110 judíos
fueron enviados a Auschwitz. 2.224 murieron en el campo. 4.056 más fueron deportados entre
febrero y diciembre de 1944. Hasta el fin de la guerra de los 44.500 judíos que se encontraban
en Italia desde su comienzo, 12.000 fueron asesinados.
El exterminio de los judíos de los Balcanes y Eslovaquia
Bulgaria
El 4 de marzo de 1943 las autoridades búlgaras arrestaron a todos los judíos residentes en los
territorios griegos y yugoeslavos anexados – Tracia y Macedonia respectivamente – y los
trasladaron a dos campos de concentración. Después de algún tiempo los judíos de Tracia
fueron llevados en furgones de ganado vigilados por policías búlgaros a la ciudad portuaria de
Lom, a orillas del Danubio, y entregados a los alemanes. Allí fueron embarcados en cuatro
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barcazas con las cuales llegaron a Viena después de una travesía de diez días. De Viena
fueron enviados al campo de exterminio de Treblinka.
Los judíos de Macedonia fueron concentrados en Skopje y despachados por tren a Treblinka.
En total fueron deportadas 11.370 personas de los dos territorios mencionados.
Paralelamente las autoridades búlgaras comenzaron los preparativos para la expulsión de los
judíos de Kyustendil. Al difundirse la noticia del plan, se organizó un grupo de parlamentarios,
líderes eclesiásticos y figuras públicas, con el propósito de ejercer presión sobre el rey y su
gobierno para que sea cancelado.
El 24 de mayo de 1943 el plan de deportación fue suspendido. De esta forma 48.000 judíos
búlgaros fueron salvados del exterminio.
Grecia
La expulsión de los judíos de Grecia se realizó en varias etapas. Después de las expulsiones de
Tracia en marzo de 1943 comenzó la deportación de Salónica y sus alrededores que estaban
bajo ocupación nazi. Esta acción se prolongó hasta mayo. Los judíos de Salónica fueron
señalados con la estrella amarilla, humillados y sus bienes confiscados. Antes de la expulsión
fueron concentrados en un gueto. Entre marzo y abril de 1943 y durante el verano de 1944
fueron deportados los judíos que se encontraban en los territorios que anteriormente había
ocupado Italia y que pasaron a manos alemanas después de rendirse ésta a los Aliados. Cerca
de 60.000 fueron asesinados - sobre una población de 77.000 judíos griegos -, la mayoría de
ellos en Auschwitz – Birkenau.
Yugoslavia
Serbia, que formaba parte de Yugoslavia fue conquistada por los alemanes en abril de 1941. En
julio estalló allí una rebelión popular.
El gobierno de ocupación hizo ejecutar a los varones judíos encerrados en campos de
detención. La mayoría de ellos fueron asesinados durante los meses de septiembre a diciembre
de 1941. Unos 8.000 mujeres y niños fueron concentrados en el campo de Saimiste cerca de
Belgrado y asesinados durante los meses de marzo a mayo de 1942 en camiones de gas.
El gobierno de Ante Pawelic en Croacia – país independiente aliado de Alemania - procedió a
organizar el asesinato de centenares de miles de serbios y opositores al régimen. En junio de
1941 comenzó la deportación de los judíos de Zagreb a campos de concentración.
Durante agosto fueron expulsados los judíos de Bosnia-Herzegovina y de la ciudad de
Sarajevo. La mayoría fueron asesinados casi de inmediato.
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En agosto de 1941 fue establecido el campo de Jasenovac, al sur de Zagreb,que se convirtió en
el más grande del país. Allí fueron asesinados 25.000 judíos, centenares de miles de serbios,
gitanos y opositores al régimen. Este campo fue liquidado en abril de 1945.
De los 80.000 judíos residentes en Yugoslavia fueron asesinados 66.000.
Eslovaquia
Eslovaquia, país satélite de Alemania, colaboró activamente con el plan de deportaciones al
este. Los judíos eslovacos fueron los primeros en llegar a los campos de Majdanek y Auschwitz
– Birkenau, a pesar de los valerosos intentos realizados por líderes judíos para salvarlos.
Durante 1942 fueron deportados hacia el Este 58.000 judíos eslovacos. A fines de ese año se
produjo una tregua en las expulsiones hasta su reanudación en agosto de 1944, después de la
rebelión eslovaca.
Cien mil judíos eslovacos fueron asesinados. Entre 25.000 y 30.000 sobrevivieron.
El exterminio de los judíos de Hungría
Los elementos fascistas gozaban de un considerable apoyo popular en Hungría. El gobierno del
regente Horthy tenía un pacto de cooperación con Alemania, promulgó leyes antisemitas y
reclutó a más de 100.000 varones judíos en batallones de trabajos forzados para el ejército.
42.000 perecieron por las pésimas condiciones de trabajo y el maltrato en esas unidades.
Al comenzar la invasión a la Unión Soviética, Hungría se unió a las fuerzas alemanas invasoras.
Paralelamente entregó a los alemanes unos 18.000 judíos extranjeros refugiados, en su
mayoría ciudadanos de Polonia y Rusia, que fueron asesinados en el territorio de Kamenetz –
Podolsk.
Con todo, el exterminio sistemático de los judíos en Hungría comenzó en una etapa posterior,
después de la ocupación alemana del país en marzo de 1944. Hasta entonces el número de
víctimas había sido cercano a los 60.000. Desde el inicio de las actividades de Eichmann y su
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equipo en abril de 1944 comenzaron las deportaciones a Auschwitz. En el lapso de 56 días
fueron enviados a ese campo de exterminio 437.000 judíos.
En octubre de 1944, al apoderarse del gobierno el partido “Cruz Flechada”, miles de judíos de
Budapest fueron asesinados a orillas del Danubio, y decenas de miles, especialmente mujeres,
enviados en dirección a la frontera austríaca. En total fueron asesinados 565.000 judíos en los
territorios controlados por Hungría durante la guerra.
Las etapas finales del Holocausto y sus secuelas
Durante los últimos estertores de la guerra, cuando Alemania retrocedía en todos los frentes,
parte de los trabajadores forzados judíos que quedaban en los guetos - convertidos en campos
de trabajo - fueron asesinados. Los restantes fueron deportados a centros de exterminio que
todavía funcionaban, como Chelmno y Auschwitz, o evacuados a campos de trabajo y
concentración en Alemania. Esas evacuaciones se realizaron en condiciones inimaginables, en
"marchas de la muerte" durante las cuales fueron asesinados gran parte de los prisioneros.
Los centenares de miles de judíos que sobrevivieron, ya sea ocultos, o en la Unión Soviética, o
en los campos regresaron a sus antiguos hogares para encontrarse con la furia y el odio de sus
vecinos. Cerca de mil sobrevivientes fueron asesinados en Polonia en los primeros meses de la
posguerra por pandillas antisemitas. Decena de miles huyeron hacia el oeste y se concentraron
en campos de desplazados en Alemania, Austria e Italia.
Después de la guerra fueron enjuiciados decenas de miles de criminales de guerra alemanes y
sus colaboradores.
Muchos de los sobrevivientes trataron de llegar a la Tierra de Israel, pero fueron expulsados por
las autoridades británicas a campos de detención en Chipre.
Con la creación del Estado de Israel se abrieron las puertas de la emigración para los
sobrevivientes del Holocausto. Asimismo, cerca de 100.000 de ellos emigraron a los Estados
Unidos, Canadá, Argentina, Brasil, Australia y otros países.
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Los últimos guetos y campos
Últimos guetos
Los últimos guetos de Bielorrusia fueron liquidados en el otoño de 1943. El de Minsk dejó de
existir el 23 de septiembre de 1943. El de Bialystok fue uno de los últimos que subsistió en
Polonia oriental. En agosto de 1943 tenía todavía alrededor de 30.000 habitantes. El presidente
del Judenrat, Efraim Barasz, montó instalaciones industriales con la esperanza de prolongar la
vida del gueto convirtiéndolo en vital para la economía de guerra alemana. Esperaba también
que el avance soviético provocase el colapso del frente alemán y allanase el camino para la
liberación del gueto por el Ejército Rojo. Pero también aquí consideraciones ideológicas
tuvieron primacía sobre necesidades económicas. El 16 de agosto de 1943 los alemanes
comenzaron la liquidación del gueto. Al igual que en otros guetos de Europa oriental el
movimiento clandestino judío trató de oponerse a la deportación, pero la revuelta fue
brutalmente reprimida. El gueto de Lvov fue liquidado en junio de 1943, el de Cracovia en
marzo de 1943. En septiembre de ese año los otros guetos de la zona fueron exterminados
El gueto de Vilna fue liquidado en septiembre de 1943. Alrededor de 3.700 judíos fueron
trasladados a campos en Estonia y Letonia y unas 2.000 mujeres transferidas al campo de
Klooga cerca de Talinn. El gueto de Kovno funcionó como un campo de trabajo hasta mediados
de agosto de 1944. Unas dos semanas antes de la llegada de las tropas soviéticas los últimos
judíos fueron transportados a varios campos en el oeste. Los últimos judíos de Letonia fueron
concentrados en el campo de Kaiserwald. La mayoría de ellos pereció en ese sitio. El
remanente de los judíos que aún permanecían en los campos de Estonia fueron transferidos a
Stuthoff, cerca de Danzig , en 1944. En la segunda mitad de ese año los alemanes reunieron
allí cerca de 50.000 judíos y los condujeron hacia el oeste en una “marcha de la muerte”.
Últimos campos
Al acercarse el Ejército Rojo a la frontera polaca, los alemanes aceleraron el proceso de
liquidación de los campos. Muchos prisioneros fueron asesinados en el lugar, mientras que
otros fueron evacuados hacia Alemania. La eliminación definitiva de los judíos en los campos
de la zona de Lublin comenzó en noviembre de 1943, bajo el nombre en clave de Erntfest,
festival de la cosecha. Después de la ola de deportaciones de junio a septiembre de 1942, el
remanente de las comunidades de Polonia central fue concentrado en guetos tales como
Radom, Kielce, Czestochowa y Piotrkow Trybunalski. Para mediados de 1943 todos fueron
liquidados. Trabajadores en condiciones físicas adecuadas fueron confinados en campos de
trabajo alrededor de Czestochowa y Piotrkow. De allí fueron evacuados a campos en Alemania
a fines de 1944.
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El 23 de agosto de 1944 fue liquidado el gueto de Lodz y la mayoría de los 70.000 habitantes
que aún quedaban allí fueron deportados a Auschwitz.
Los últimos meses del Reich alemán
Las "Marchas de la Muerte"
Al desmoronarse el frente oriental y con la consecuente desintegración del Tercer Reich las
fuerzas alemanas comenzaron una retirada masiva hacia el interior de Alemania.
A fines de 1944 y a principios de 1945 comenzaron las evacuaciones de prisioneros de los
campos de concentración y exterminio, conocidas como “las marchas de la muerte.” El 25 de
noviembre de 1944 Himmler dio la orden de desmantelar las instalaciones de exterminio de
Auschwitz y en enero de 1945 ordenó la evacuación de los campos cercanos al frente y el
traslado de los internados hacia Alemania. La directiva era no permitir la liberación de los
prisioneros de los campos, como había ocurrido en Majdanek, hecho que permitió revelar los
crímenes allí cometidos. Por ese entonces comenzaron las marchas desde Auschwitz hacia
Gross-Rosen, Sachsenhausen, Mauthausen, Dachau, Ravensbrueck, Buchenwald, y BergenBelsen. Auschwitz fue liberado por el ejército soviético el 27 de enero de 1945.
Los prisioneros de cientos de campos en Polonia y Prusia oriental fueron evacuados hacia el
oeste, a los confines del Reich. En un invierno sumamente crudo, mientras se oían en la lejanía
los ecos de la artillería, los prisioneros fueron conducidos en vagones de carga y a pie en un
itinerario despiadado que se prolongó por semanas y meses. Parte de los prisioneros,
demasiado débiles para iniciar la marcha, fueron asesinados en el lugar, y algunos pocos
enfermos abandonados a su suerte en el campo. Para los guardias la misión significaba
demorar su retirada hacia el oeste, lo cual aumentaba su deseo de librarse cuanto antes de los
prisioneros para poder escapar del avance soviético. A lo largo de las rutas de las “marchas de
la muerte” fueron hallados después de la guerra centenares de fosas comunes en las que
habían sido enterrados miles de judíos asesinados en los caminos.
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Los investigadores suponen que el propósito de esas marchas era continuar con el asesinato
de los judíos, pero por el momento concentrar a los prisioneros en campos, no sólo para
esconder los crímenes sino también aprovechar al máximo su trabajo. El asesinato masivo
continuó hasta el día de la rendición de Alemania el 8 de mayo de 1945.
Se estima que 200.000 personas fueron forzadas a caminar en las “marchas de la muerte” y
que 80.000 murieron en suelo alemán, apenas algunas semanas o algunos días antes del fin de
la guerra. Sólo en Bergen-Belsen perecieron cerca de 40.000.
El 30 de abril de 1945, en las horas finales de la Alemania nazi, y antes de poner fin a su vida,
Adolf Hitler redactó su “testamento político”, en el que llamó a continuar la guerra contra el
“judaísmo internacional.” Este documento representa en su forma más cruenta el odio visceral
hacia el pueblo judío cuyo resultado final fue el asesinato de seis millones de judíos durante el
régimen hitlerista.
Después de la guerra los líderes nazis fueron procesados por un tribunal internacional en
Nuremberg por sus crímenes contra la humanidad. Paradójicamente, la mayor parte del juicio
se no centró en los crímenes contra el pueblo judío, que ocuparon un lugar primordial en la
concepción de mundo y el régimen nazi.
Los supervivientes del Holocausto por su parte comenzaron la dolorosa pero determinada y
llena de esperanza tarea de reconstruir sus vidas.
Secuelas
Los dos millones de judíos que quedaron con vida en la Unión Soviética, los cientos de miles
que se salvaron de algún modo, o subsistieron en los campos, trataron de encontrar algún
familiar o amigo que sobrevivió las atrocidades.
Los remanentes de las comunidades judías salieron de los campos, los bosques y los
escondites, y al regresar a sus hogares luego de la repatriación tuvieron que enfrentarse con la
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ira y la hostilidad de sus antiguos vecinos. Muchos temían que los judíos regresaban para exigir
la devolución de sus propiedades robadas. Cerca de mil supervivientes fueron asesinados por
pandillas antisemitas en Polonia inmediatamente después de finalizar la guerra.
Muchos comenzaron a trasladarse al occidente. Algunos se establecieron temporariamente en
las cercanías de la frontera germano – polaca y allí establecieron instituciones comunitarias que
les ayudaron a prepararse para una nueva vida. Se fundaron hospitales que trataron a los
sobrevivientes enfermos y agotados, guarderías infantiles, escuelas y granjas de capacitación
agrícola.
Después de una etapa de recuperación continuaron hacia occidente y hacia el sur, en dirección
a la costa italiana. Los remanentes, “sheerit ha-pletá” en hebreo, exigieron el derecho a la
emigración libre, particularmente a la Tierra de Israel. El Joint Distribution Committee extendió
su ayuda a los desplazados en forma de alimentos y ropas y la subvención de las actividades
educativas y la inmigración clandestina a la Tierra de Israel (la“Brijá”). Alrededor de un tercio de
los desplazados judíos emigraron a los Estados Unidos, Canadá, Australia y países
latinoamericanos.
Al finalizar la guerra los países aliados, en especial los Estados Unidos, reunieron decenas de
miles de sobrevivientes en campos situados en Alemania, Austria e Italia. Con la ayuda de
la “Brijá” se sumaron a ellos muchos miles más de repatriados que habían regresado de la
Unión Soviética. Hacia fines de 1946 sumaban 250.000 personas que lograron organizar en los
campamentos una vibrante y multifacética vida judía, en educación, cultura, religión y política.
Durante la guerra los Aliados habían expresado su intención de procesar a los responsables de
crímenes contra la humanidad. Al finalizar la misma los Estados Unidos, la URSS, Gran Bretaña
y Francia constituyeron el Tribunal Militar Internacional que fijó los criterios jurídicos para el
enjuiciamiento de criminales de guerra. El deseo de acentuar la dimensión universal de los
crímenes nazis hizo incluir el exterminio de los judíos y de otras naciones dentro de la categoría
de crímenes contra la humanidad. Los juicios se llevaron a cabo en la ciudad alemana de
Nuremberg y el más importante fue realizado contra 22 de los jerarcas más importantes del
régimen nazi. Entre 1945 y 1949 fueron enjuiciados 31.651 criminales de guerra nazis, de entre
los centenares de miles que actuaron durante la guerra.
En esa misma época el pueblo judío luchó contra la política enunciada en el “Libro Blanco” del
gobierno británico que limitaba drásticamente la emigración judía a la Tierra de Israel. Cerca de
70.000 sobrevivientes del exterminio se abrieron camino clandestinamente en barcos
desvencijados entre 1945 y 1948. Los británicos respondieron con la internación en Chipre de
52.000 de los refugiados que fueron capturados. El Joint y emisarios del movimiento sionista
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extendieron ayuda a los detenidos en Chipre y constituyeron un puente entre éstos y la Tierra
de Israel.
El 29 de noviembre de 1947 la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió finalizar el
Mandato británico por medio de la partición de Palestina y el establecimiento de un estado judío
y otro árabe en ese territorio. Al día siguiente estalló la Guerra de Independencia de Israel.
Sobrevivientes de los campos de concentración y exterminio tuvieron un papel importante
durante la misma. Casi la mitad de las fuerzas combatientes de Israel, en la segunda fase de la
guerra y después de la creación del Ejército de Defensa de Israel, y un cuarto de los caídos en
la guerra eran sobrevivientes del Holocausto.