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 Dirección de Medios de Comunicación
Boletín N° 64
1 de marzo de 2017
Libro devela construcción del aparato de inteligencia
policiaco en México
*** En El caso Villavicencio. Violencia y poder en el porfiriato, el historiador Jacinto
Barrera Bassols descubre las redes de poder de la sociedad porfirista
*** Será presentado el jueves 2 de marzo, a las 14 horas, en el Salón El Caballito, de la
FIL Minería, como parte de las actividades editoriales del INAH
La construcción del aparato de inteligencia policiaco en México y su relación entre la
política y la violencia, son los principales hilos conductores del libro El caso
Villavicencio. Violencia y poder en el porfiriato, de Jacinto Barrera Bassols, trama que
ahonda en el desarrollo de estos fenómenos vistos a través de los ojos de un oscuro
personaje al servicio del Estado porfirista.
El origen de la violencia política que ha marcado al país es mostrado por Antonio
Villavicencio, quien fuera pieza clave en momentos históricos. El texto será presentado
el jueves 2 de marzo, a las 14 horas, en el Salón El Caballito, como parte de las
actividades editoriales del Instituto Nacional de Antropología e Historias (INAH), en la
38 Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.
Quien quiso ser cantante de opereta en los teatros de la capital, dejó su sueño y
lo cambió por un modesto puesto en la policía capitalina, donde finalmente conocería la
fama al verse involucrado en el mayor escándalo político de la época porfiriana: el
supuesto “atentado” contra Porfirio Díaz, el 16 de septiembre de 1897, perpetrado por
Arnulfo Arroyo, quien por órdenes superiores fue sacado de la cárcel y linchado.
A partir de ese momento, Villavicencio, quien contaba con una aguda inteligencia
para percibir debilidades humanas, aunado a su ambición desmedida, fue utilizado
como brazo ejecutor de los oscuros planes del porfirismo. En el volumen, a partir de la
reconstrucción de la trayectoria de este antihéroe, el historiador del INAH recorre los
sótanos de dicha sociedad y da cuenta de la violencia ejercida por el Poder Ejecutivo de
la época, a través del uso discrecional de los aparatos policiacos.
Insurgentes Sur 421, piso 8, Col. Hipódromo, Del. Cuauhtémoc,
Ciudad de México, 06100 Tel. (55) 4040 4690
www.inah.gob.mx
El libro, que se basa en la tesis que Barrera Bassols presentó para obtener el
doctorado en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), ahonda en cómo,
tras haber permanecido cinco años en la Cárcel de Belén en calidad de condenado a
muerte, Villavicencio salió en 1902 para integrarse a los aparatos policiacos citadinos,
donde se convirtió en el más conspicuo de los esbirros de un régimen cuya política era
la que construía y, al mismo tiempo, resolvía los crímenes, “era instrumento ejecutor del
poder”.
Nacido en Veracruz en 1861, durante su trabajo como torcedor de tabaco
resolvió “su primer caso”, tras actuar como “soplón” y entregar a quien sustraía este
producto para venderlo. Llegó a la Ciudad de México en 1892, invitado por la compañía
de zarzuela del cantante Enrique Labrada, para integrarse a los coros.
Luego de su fracaso en el género corto, Villavicencio, al estar en contacto con los
tablados, salones de baile y burdeles como El Tívoli —a donde acostumbraban acudir
los gendarmes—, empezó a involucrarse en asuntos policiacos y ayudó a resolver dos
casos de la época: el robo de joyas a una familia oligarca y el asesinato de una mujer
en un hotel, lo que le valió ingresar a las fuerzas del orden como secretario de la
segunda demarcación de policía, en los primeros meses de 1894.
A partir de ahí, Villavicencio fue ubicado en sucesos trascendentales como el
envío forzado de delincuentes y esclavos para trabajar en Valle Nacional, en Oaxaca; el
robo al Banco Minero en Chihuahua, que refleja la relación entre algunas familias y
ciertos círculos de poder en el país; y su colaboración durante la Invasión
Norteamericana al puerto de Veracruz en 1914.
“Para él, la única ideología que tenía era el dinero y el poder, por eso resultaba
funcional a un Estado con las características del mexicano”, acotó el historiador, para
quien resultó más fácil seguir las huellas de este personaje menor que de otras figuras
como Félix Díaz, quien tuvo gran importancia dentro del control de inteligencia política
en el país, pero por su condición de funcionario de alto nivel, la información sobre su
quehacer está muy acotada.
El personaje de Villavicencio le permitió al investigador Barrera Bassols descubrir
las redes de poder y su construcción en la época porfirista, su pista lo llevó por las
operaciones conspiradoras que se ejecutaban desde los sótanos de la policía pero que
se fraguaban en los escritorios del Poder Ejecutivo, cuyo único objetivo era mantener y
preservar, a toda costa, la llamada “pax porfiriana”.
Este volumen también devela el trato de la incipiente prensa amarillista con la
policía y los inspectores de las demarcaciones encargados de esclarecer los crímenes,
a quienes se referían con el ostentoso título de “detectives”. El prestigio de los policías
dependía del lugar que los periódicos les otorgaban; el pacto entre gendarmes y prensa
no tardó en convertirse en colusión.
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Ningún otro de los policías “detectives” de la época comprendió y explotó como
Villavicencio las nuevas redes tendidas por la modernización de la prensa mexicana, ya
que su relación con los periodistas comenzó en los pasillos, palcos y camerinos durante
su época en los tablados.
Con la aparición de la prensa moderna, el surgimiento de la nota roja fue
trascendental, los diarios lo mismo daban cuenta de la criminalidad como del escándalo
político, un ejemplo de este amarillismo fue el homicidio de Arnulfo Arroyo, quizás el
primer escándalo político del México moderno.
En la presentación del libro se contará con la participación de Juan Manuel
Aurrecoechea, Gabriela Pulido y el autor. El Palacio de Minería está ubicado en Tacuba
5, Centro Histórico.
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