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LA ALIMENTACIÓN CARDIOSALUDABLE
Módulo 1: GENERALIDADES DE LA ENFERMEDAD CARDIOVASCULAR
DEFINICIÓN Y EPIDEMIOLOGÍA
Las enfermedades cardiovasculares son aquellas que afectan al corazón y
los vasos sanguíneos.
De forma simplificada, se clasifican en cuatro tipos generales: enfermedades
isquémicas del corazón, enfermedades cerebrovasculares, enfermedades
vasculares periféricas y otras enfermedades. Las dos primeras son las de
mayor magnitud, siendo responsables del 60% de la mortalidad cardiovascular
total. Suelen manifestarse como fenómeno agudos. Se deben principalmente a
la obstrucción de los vasos que impide que la sangre fluya hacia el corazón o el
cerebro y en muchos casos termina produciendo la muerte.
Las enfermedades vasculares periféricas afectan a las arterias o a las venas
que irrigan las piernas y los brazos. Provocan dificultades para la circulación de
la sangre y comportan estrechamiento de los vasos, hinchazón y dolor .
pudiendo causar isquemia.
Finalmente existen las cardiopatías congénitas, presentes desde el nacimiento
y debidas a una anomalía en el desarrollo y maduración fetal , y la cardiopatía
reumática más frecuente en países subdesarrollados y debidas a una infección
bacteriana.
Según datos de la Federación Mundial del Corazón, las enfermedades
cardiovasculares y los infartos causan 17,5 millones de muertes al año,
tantas como el resultado de sumar las provocadas por el SIDA, la tuberculosis,
la malaria, la diabetes, el cáncer y las patologías respiratorias crónicas.
En Europa, las enfermedades cardiovasculares producen 4,3 millones de
fallecimientos. Aproximadamente 2 millones de esas muertes se producen en
los países de la Unión Europea.
1
Datos publicados en el European Heart Journal ponen de manifiesto que
existen diferencias significativas en la incidencia de las enfermedades
cardiovasculares en Europa. Sin embargo, hay un dato que no varía: las
enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en la
Unión Europea.
España forma parte, junto con Francia, Suiza e Italia, del grupo de naciones
con menor riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular, aunque eso no
implica que estemos exentos de peligro.
En el 2004, último año del que se dispone de datos publicados, las
enfermedades cardiovasculares causaron en España 123 867 muertes, lo que
supone el 33% de todas las defunciones (29% en varones y 38% en
mujeres).
Las dos principales enfermedades del aparato circulatorio son la cardiopatía
isquémica (infarto aguda de miocardio, angina de pecho,..) y la enfermedad
cerobrovascular que , en conjunto, causan el 60% de todas las muertes de
causa vascular.
Las tasas de mortalidad por enfermedades del aparato circulatorio están
disminuyendo en España desde 1975, debido fundamentalmente, al descenso
de la mortalidad cerebrovascular .
No obstante, las tasas de morbilidad hospitalaria de las enfermedades del
aparato circulatorio en los últimos años han ido aumentando, tanto en varones
como en mujeres.
Los últimos datos reflejan la dispersión y variedad del riesgo cardiovascular en
España. Comunidades como Extremadura y Andalucía se sitúan a la cabeza en
cuanto a riesgo cardiovascular, mientras que la Comunidad Valenciana,
Baleares y Canarias se acercan poco a poco a cifras de alto peligro.
Los hombres son el grupo de población más afectado en España: los de
regiones como Andalucía, Comunidad Valenciana, Extremadura, Baleares y
Canarias presentan cifras de fallecimientos equivalentes a las naciones
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europeas consideradas de mayor riesgo, algo que se repite en zonas del norte
de la península, como Asturias y el País Vasco.
Tres de cada diez muertes que se producen en la población femenina
española están directamente relacionadas con la salud cardiovascular.
FACTORES DE RIESGO
Los principales factores de riesgo cardiovascular siguen siendo los mismos
identificados hace varias décadas: hipertensión, diabetes, sobrepeso u
obesidad, dislipemias y tabaquismo. Un metaanálisis reciente sobre estudios
realizados en la última década indica que un 23% de la población española
presentaba niveles de colesterol total superiores a 250mg/dl. En el 2003, eran
fumadores el 33%, un 34% padecían hipertensión arterial , un 20% eran
obesos y la diabetes afectaba a un 10% de la población. Estas cifras muestran
que los factores de riesgo cardiovascular en la población española son
extremadamente frecuentes.
Aunque no los trataremos detalladamente en este curso, existen otros factores
muy relacionados también con la enfermedad cardiovascular.:
- Tabaquismo :
El tabaco tiene un impacto negativo directo sobre la salud cardiovascular. Entre
muchos otros efectos, el tabaco activa el sistema de coagulación de la sangre,
de manera que aumenta el riesgo de formación de coágulos y por lo tanto el
riesgo de embolia e infarto.
- Sedentarismo :
La Asociación Americana del Corazón ha determinado que el sedentarismo
incrementa el riesgo de padecer enfermedades coronarias y que contribuye al
desarrollo de la obesidad, hipertensión arterial y alteraciones del colesterol.
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- Estrés :
Existen dos tipos de estrés: el estrés agudo y el crónico.
El estrés agudo es el que se produce en un ataque de ira por ejemplo. Son
episodios breves que duran unos segundos, dónde se disparan los niveles de
adrenalina y cortisol a la sangre. En personas con el corazón y las arterias
deterioradas estos episodios pueden resultar fatales.
El estrés crónico o persistente es el que tiene más impacto sobre la salud. No
está claro si esta forma de estrés puede desencadenar directamente
un
accidente cardiovascular, pero si está demostrado que lleva a las personas a
comer más y peor, a fumar más, a tomar más alcohol y a cuidar-se menos. La
suma de estas consecuencias tiene un impacto fatal sobre la salud
cardiovascular.
Finalmente cabe recordar que existen factores de riesgo cardiovascular no
modificables, aunque estos son responsables de únicamente el 20% de los
casos de cardiopatía coronaria y enfermedad cerebrovascular. Estos factores
son :
-
la edad : a mayor edad más riesgo de enfermedad cardiovascular.
-
el sexo : los varones tienen un mayor riesgo.
-
factores genéticos o hereditarios
En los siguientes módulos trataremos cada uno de los factores de riesgo
modificables dónde la dieta tiene un papel imprescindible tanto para su
prevención como para su tratamiento.
ALIMENTACIÓN CARDIOVASCULAR Y PRINCIPIOS IMMEDIATOS
La alimentación tiene un papel fundamental en la prevención y el
tratamiento de las enfermedades cardiovasculares y sus factores de
riesgo.
La dieta no sólo produce un efecto a nivel de los lípidos sanguíneos, sino que
también puede actuar a través de otros mecanismos como la modificación en la
coagulación de la sangre, la agregación plaquetaria, la oxidación de las
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lipoproteínas, los niveles de fibrinógeno, la actividad inflamatoria y los niveles
de proteína C reactiva, la resistencia a la insulina o el desarrollo de arritmias.
La distribución de los principios inmediatos en la prevención de las
enfermedades cardiovasculares es la siguiente:
PRINCIPIO INMEDIATO PORCENTAGE DEL VET*
Hidratos de carbono
50-55%
Grasas
30-35%
- saturadas
- monoinsaturadas
<10%
15-20%
- poliinsaturadas
<7%
- trans
1-2%
Proteínas
15%
*VET : Valor Energético Total
Hidratos de carbono
Los hidratos de carbono representan de un 50 a un 55% del Valor Energético
Total. Dentro de los carbohidratos, es conveniente priorizar los hidratos de
carbono complejos presentes en alimentos como: el arroz, la pasta, el pan, la
patata, las legumbres,…y potenciar la ingesta de fibra alcanzando los 25-35
gramos diarios, eligiendo los cereales integrales y consumiendo más
legumbres.
En cuanto a los hidratos de carbono sencillos o de rápida absorción, presentes
en el azúcar, la miel, la mermelada y las golosinas,… es recomendable que su
aporte no sobrepase el 10% de la ingesta calórica total.
Varios estudios, como el Nurse’s Health Study, han demostrado que las dietas
con índice glucémico alto incrementan el riesgo cardiovascular. Esto se explica
por la existencia de un relación inversa entre el índice glucémico y la
concentración plasmática de colesterol HDL, y positiva entre el índice
glucémico y los triglicéridos plasmáticos, mayor en individuos con sobrepeso.
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No obstante, es aun prematuro para recomendar a la población la eliminación
en su dieta de los alimentos con alto índice glucémico.
Una dieta con un exceso de hidratos de carbono, especialmente de absorción
rápida, puede incrementar las concentraciones séricas de triglicéridos y
aumentar las necesidades de insulina , empeorando el síndrome metabólico.
Lípidos
Los lípidos tienen un papel fundamental en la salud cardiovascular. Deben ser
aportadas en un 30-35 % de la ingesta calórica total.
Es de mayor importancia el tipo de ácidos grasos que la cantidad.
Los ácidos grasos, se clasifican según el número de dobles enlaces en :
- ácidos grasos saturados:
No contienen ningún doble enlace en su estructura química. Son sólidos a
temperatura ambiente. Los encontramos principalmente en alimentos de origen
animal como la carne (especialmente la carne roja), los embutidos, los huevos,
los lácteos enteros y derivados y en algunos alimentos de origen vegetal como
la palma, el coco y sus aceites.
Los ácidos grasos saturados aumentan el colesterol sérico total y el colesterol –
LDL, por ello no deben superar el 10% de la ingesta calórica total.
- ácidos grasos monoinsaturados:
La principal fuente de ácidos grasos monoinsaturados es el aceite de oliva,
aunque también los encontramos en frutos secos, alguna fruta como el
aguacate y en carnes de bellota.
Los ácidos grasos monoinsaturados , que presentan un doble enlace en su
estructura química, reducen el colesterol LDL e incrementan el colesterol HDL.
Además presentan una mayor resistencia a la oxidación de las LDL, efectos
beneficiosos sobre la presión arterial, la inflamación,…
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Se recomienda hasta un 20% del VET en forma de ácidos grasos
monoinsaturados.
- ácidos grasos poliinsaturados:
Los ácidos grasos poliinsaturados se caracterizan por presentar dos o más
dobles enlaces. Entre sus efectos destacan la reducción del colesterol total y
los niveles de triglicéridos en sangre, una ligera disminución de la presión
arterial y una mejora de la elasticidad arterial.
Su contenido adecuado en la dieta es de un 7% del VET como máximo.
En este grupo se encuentran los ácidos grasos poliinsaturados n- 6 (omega
6 o linoleico ) y los ácidos grasos poliinsaturados n-3 (omega 3 o linolénico),
ácidos grasos esenciales, es decir que nuestro organismo no puede
sintetizarlos y por lo tanto hay que ingerirlos a través de la dieta. De los ácidos
grasos esenciales derivan otros que son: araquidónico, gammalinolenico,
eicosapentanoico y docosahexanoico.
Las principales fuentes de ácidos grasos poliinsaturados n- 6 son los aceites de
semillas (de girasol, de maíz,...) , los frutos secos,...
Los ácidos grasos poliinsaturados n-3, con efectos antitrombóticos y
antiinflamatorios los encontramos principalmente en el pescado azul y en
menor cantidad los encontramos en el aceite de linaza, el aceite de soja y
algunos frutos secos, especialmente las nueces. Diversos estudios han
demostrado que los esquimales de Groenlandia , que tienen una ingesta muy
rica en ácidos grasos omega 3 procedentes de su elevado consumo de
pescado y mamíferos marinos, presentan una mortalidad por cardiopatía
isquémica muy baja.
Actualmente se recomienda que la relación existente entre los ácidos grasos
poliinsaturados n-3 y los ácidos grasos poliinsaturados n-6 en la dieta sea
aproximadamente 1: 3 a 5.
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- ácidos grasos trans:
Los ácidos grasos trans los encontramos principalmente en los alimentos que
han estado hidrogenados o parcialmente hidrogenados (como las galletas,
los productos de bollería industrial y las margarinas), en las frituras industriales.
El proceso de hidrogenación consiste en la adición de hidrógeno a los ácidos
insaturados para aumentar su saturación y permitir así obtener una grasa más
sólida, un producto más estable y una textura más adecuada para este tipo de
producto.
Los ácidos grasos trans también se encuentran en los alimentos procedentes
de los rumiantes debido a la hidrogenación de los ácidos grasos que realizan
las bacterias de la panza de los rumiantes
El consumo de ácidos grasos trans provoca cambios en el perfil lipídico que
contribuye al desarrollo de las enfermedades cardiovasculares, siendo su
efecto similar al de los ácidos grasos saturados. Además, algunos estudios
demuestran una reducción de las concentraciones de colesterol HDL. Además
disminuye los ácidos grasos esenciales. Estos efectos contribuyen al aumento
de riesgo de infarto de miocardio y cardiopatía isquémica.
En nuestro país, las recomendaciones en la actualidad no se han referido a las
grasas trans. Sin embargo según las recientes guías norteamericanas es
recomendable no superar el 1-2% del total de la energía ingerida en forma de
grasas trans.
En la siguiente tabla , hemos resumido las fuentes alimentarias principales de
cada uno de los ácidos grasos.
Tipo de ácido graso
Fuentes alimentarias principales
Ácidos grasos saturados
Grasa animal ( carne, lácteos , huevo ),
aceite de coco y de palma
Ácidos grasos monoinsaturados
Aceite de oliva , frutos secos
Ácidos grasos poliinsaturados n-6
Aceites vegetales, frutos secos
Ácidos grasos poliinsaturados n-3
Aceites vegetales, pescado azul
Ácidos grasos trans
Galletas, bollería, frituras industriales,…
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Proteínas
El contenido proteico adecuado de la dieta está establecido en torno al 15% del
valor energético total. Las fuentes de proteínas son principalmente: la carne ,
el pescado, los huevos , la leche, las legumbres ,los cereales y los frutos secos.
Las proteínas de origen animal son las de mayor valor biológico , es decir que
aportan todos los aminoácidos esenciales (que nuestro cuerpo no puede
sintetizar). No obstante, si combinamos adecuadamente las proteínas
vegetales (mezclando legumbres con cereales, por ejemplo) obtenemos
igualmente una buena calidad proteica.
En cuanto al riesgo cardiovascular, diversos estudios epidemiológicos
han
sugerido una correlación entre el consumo de proteínas de origen animal y la
mortalidad por cardiopatía isquémica. Esto se explica por el elevado aporte
tanto de grasa saturada como de colesterol, especialmente en la carne roja.
Las proteínas de origen vegetal parecen estar ligadas a un menor riesgo
cardiovascular. De hecho, varios estudios han comprobado que las personas
que siguen una dieta vegetariana presentan cifras inferiores en cuanto a la
mortalidad por causas cardiovasculares respecto a los no vegetarianos.
De forma general, las bases de una alimentación saludable desde el punto de
vista cardiovascular son :
-
Aportar la energía suficiente y justa para que el sujeto mantenga su peso
ideal (IMC = 19-25kg/m2).
-
Reducir el consumo de alimentos ricos en grasas saturadas, trans y
colesterol
y
sustituirlos
por
alimentos
ricos
en
ácidos
grasos
monoinsaturados y poliinsaturados.
-
Incrementar la ingesta de alimentos ricos en hidratos de carbono
complejos y fibra alimentaria y disminución de los hidratos de carbono
simples y refinados.
-
Aumentar el consumo de cereales integrales, legumbres, frutas y
hortalizas.
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-
Priorizar el consumo de pescado de pescado blanco y azul frente al de
la carne.
-
Limitar los alimentos precocinados, ricos en sal y la adición de sal en las
comidas.
-
Utilizar técnicas culinarias sencillas y variadas.
-
Utilizar el aceite de oliva cómo principal grasa culinaria y de adición.
-
Reducir el consumo de carne roja, lácteos enteros, azúcares simples y
productos que los contengan.
-
Limitar al máximo el consumo de bollería y repostería industrial.
-
Elegir el agua como bebida habitual.
Este patrón de alimentación coincide en su gran mayoría con el patrón de una
dieta mediterránea, muy beneficiosa para la enfermedad coronaria.
Efectivamente, varios estudios avalan los numerosos beneficios para la salud
desde el punto de vista epidemiológico. Uno de los más destacados es el
“Estudio de los siete países” realizado en los años ‘60 por el Dr. Ancel Keys
y colaboradores, dónde investigaron los hábitos dietético de Japón, Estados
Unidos, Finlandia, Holanda, Yugoslavia, Italia y Grecia. Los resultados del
estudio mostraron una clara relación entre las características de la dieta y la
salud de la población. La incidencia de las enfermedades coronarias era
significativamente menor en los países mediterráneos. Concretamente Grecia,
especialmente Creta y el sur de Italia tenían la menor tasa de mortalidad por
enfermedad cardiovascular y la mayor expectativa de vida en comparación con
Finlandia que estaba en el otro extremo y Estados Unidos que estaba en una
posición intermedia.
A partir de aquí, se produjo una proliferación de múltiples investigaciones
relacionando dieta mediterránea y salud.
Desafortunadamente, cada vez son menos las personas que siguen esta dieta
mediterránea. La alimentación actual, a diferencia de la Dieta Mediterránea se
caracteriza por:
-
un consumo bajo de frutas, verduras.
-
un menor consumo de legumbres.
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-
un consumo de cereales refinados.
-
un consumo casi diario de carne.
-
una elevada ingesta de grasas saturadas.
-
un alto consumo de refrescos y zumos artificiales.
Tal y como vemos en esta pirámide de la NAOS (Nutrición Actividad Física
Obesidad y Salud ), un aspecto a no olvidar es la actividad física.
Efectivamente, para la prevención y el tratamiento de las enfermedades
cardiovasculares o/y sus factores de riesgo es imprescindible incluir la actividad
física. Entre sus numerosos beneficios, la actividad física eleva el colesterol
HDL, reduce el nivel de triglicéridos perjudiciales, ayuda a disminuir la presión
arterial, ayuda a disminuir el sobrepeso y la obesidad, favorece la actividad de
la insulina y disminuye el riesgo de desarrollar diabetes.
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