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Transcript
Capítulo VI
El problema ético
¿Qué es la Ética?
Muy a menudo escuchamos decir que tal o cual persona no ha
tenido una conducta ética. Otras veces se comenta que alguna acción
es inmoral. También solemos decir que esto es ilegal o que aquello es
pecado. Pareciera que la Ética, la Moral, la Ley y la Religión fuesen
lo mismo o se confundieran. Trataremos de aclarar esta aparente
confusión.
Ética y moral: una confusión frecuente
Al ceder el asiento en un colectivo a un anciano, al decir la verdad,
al ayudar a un amigo, al respetar la vida, al cumplir una promesa,
uno se comporta moralmente. Es decir, se actúa de acuerdo a las
costumbres, valores y normas de la sociedad en la que se vive. Estas
costumbres, valores y normas son enseñados desde pequeño. Desde
niños nos dicen que no se debe mentir, que hay que cumplir con la
palabra empeñada, que no está bien matar, que hay que ser solidario.
Pues bien, el conjunto de valores, normas, costumbres que tiene una
sociedad se llama moral.
Las normas, valores y costumbres
de nuestra época son diferentes a las de épocas anteriores
Filosofía
La moral nos dice cómo debemos proceder. Responde a la pregunta
qué debo hacer frente a esta o aquella situación. Por eso de dice que
la moral es algo que se da de hecho (es de facto).
Pero también nos interesa saber por qué tenemos que hacer lo
que la moral nos manda. Es decir, de dónde extraen su validez estas
normas o costumbres, de dónde surge su obligatoriedad en sentido
moral. En otras palabras, queremos saber por qué no se debe mentir,
por qué no se debe matar, por qué debemos ser solidarios, por qué
debemos ser responsables de nuestros actos, etc. Nos interesa
pasar de lo que es de facto a lo que es de jure (de derecho), del
plano del ser al plano del deber ser, de lo que de hecho sucede a lo
que debería suceder. Es éste el problema de la Ética.
¿Para qué saber Ética?
¿Por qué es necesario complicarse con este tipo de reexiones?
¿No es acaso más simple quedarse con lo que se nos ha enseñado (con
la moral)? Creemos que no. Y estas son algunas de las razones:
1) como seres racionales que somos, cuestionamos y
buscamos incesantemente la verdad. Esta actitud crítica es
inherente a la naturaleza humana, propio de ella.
2) aquél saber natural, espontáneo, presente en todos los
hombres, eso que nos enseñan desde pequeños (la moral),
si bien es lo básico y absolutamente necesario, muchas veces
resulta confuso, vago y ambiguo. Por ejemplo, no siempre
parece que está bien decir la verdad.
Si lo que nos dice la moral fuera un
saber «claro y distinto» del que no
surgiera ninguna duda, entonces
desaparecerían los problemas morales,
se extinguiría esa conflictividad tan
característica de la moral.
Resumiendo: la
moral dice qué se
debe hacer, la Ética
pregunta por qué
se lo debe hacer.
La reexión
ética intenta
fundamentar
las normas, las
costumbres, los
valores a que
hemos hecho
referencia.
3) además, la Ética nos ayuda a ser
responsables, nos enseña que debemos
ser responsables frente a los otros y
frente a nosotros mismos. En la medida
en que no nos indica directamente (como
sí lo hace la moral) lo que hay que hacer
en cada caso, sino que nos hace pensar
sobre el por qué de cómo actuar, nos
está ayudando a tomar conciencia de la
responsabilidad de nuestros actos.
124
Filosofía
La Ética no nos da una respuesta automática frente a un problema. No nos dice directamente cuál es la acción más justa entre varias posibles. Lo
que puede hacer es suprimir algunas confusiones, aclarar ciertas oscuridades, de modo que las opciones surjan con mayor claridad. Pero la elección
nal será nuestra, será algo que deberemos hacer por nosotros mismos. En esto consiste precisamente nuestra libertad. Vamos a volver sobre este
punto tan importante.
Puntualizando las diferencias entre Ética y moral
Moral
Ética
Pregunta qué se debe hacer
Pregunta por qué se debe hacer lo que recomienda la norma o la
reexión moral
Es un saber pre-losóco
Es un saber losóco
Reclama respuestas situacionales (que dependen de cada sociedad
o cultura)
Reclama respuestas universalmente válidas (que valgan para todos
los seres humanos)
Es espontánea, asistemática
Es reexión sistemática
Es acrítica
Tiene que ser crítica
La Ética es la aplicación de la razón a ese conjunto de creencias, hábitos, códigos de normas que cada cultura posee como una de
sus características constitutivas. En este cuadro se presentan algunas de las diferencias más notables.
125
Filosofía
¿Cuáles son las coincidencias entre la Ética y la moral?
Pero también existen COINCIDENCIAS, por ejemplo:
¨ Tanto la Ética como la moral se expresan en «lenguaje
normativo», es decir, expresan «normas» que nos orientan
en el camino a seguir.
¨ Etimológicamente (teniendo en cuenta el origen de la
palabra) son lo mismo: Ética deriva de la palabra griega
ethos y moral de la palabra latina mos, pero tanto ethos como
mos se traducen del mismo modo: como conjunto de valores,
normas, costumbres, principios que tiene una determinada
comunidad. También se traducen como «modo de ser o
comportarse», «conjunto de reglas, valores o principios»,
incluso, como «morada o lugar donde se habita».
¨ Si bien la distinción que hemos hecho es preciso tenerla
en cuenta para continuar nuestro análisis, tenemos que
aclarar algo más: si nuestra conversación se desarrolla en un
ambiente informal, es decir, en el lenguaje cotidiano, no es
necesario establecer una diferencia entre moral y ética.
En este caso, los dos términos signican lo mismo y pueden
utilizarse indistintamente.
¿Y qué pasa con la Ley?
No tenemos que confundir las normas morales con las
leyes. No todas las leyes son éticas, es decir, no todas las
leyes responden a una fundamentación ética que las legitime.
A su vez, no todo lo que puede ser ético es legal. Lo ideal sería
Durante muchos siglos existió la esclavitud,
que hoy es considerada un crimen contra la humanidad
que existiera una coincidencia plena entre lo ético y la ley, pero no
siempre es así. Por ello es conveniente distinguir entre legalidad y
legitimidad. Aquello que es conforme a la Ley es legal. Aquello que
es conforme a la Ética es legítimo.
Vamos a verlo con algunos ejemplos:
¨ LEGAL pero NO LEGÍTIMO: en el siglo XVIII, en nuestro país era
legal la esclavitud de los negros; pero si reexionamos sobre esta
situación, pronto veremos que no es legítima porque toda persona es
un n en sí mismo y jamás un medio al servicio de otro. Las personas
no son cosas que puedan ser usadas para nes de otras personas.
126
Filosofía
¨ LEGÍTIMO pero NO LEGAL: frente a algunos pacientes con
enfermedades muy graves y terminales podríamos coincidir en que
lo mejor que podría pasarles es morir; sin embargo, la eutanasia
(poner n a la vida del paciente por su propio bien) es algo ilegal en
la mayoría de los países.
¿Y qué pasa con la Religión?
Por último, el tema de la Religión es algo más complicado. Por
empezar tenemos que hablar de religiones ya que son varias. Si
lo único que nos aporta una religión es una lista de obligaciones
sin explicarnos por qué debemos cumplir con ellas, entonces esa
religión es lo que antes llamamos moral. Pero si intenta fundamentar
racionalmente (no a través de la fe) esas prescripciones, es decir,
trata de explicarnos por qué debemos cumplir con lo que ella manda,
entonces ha pasado al plano de la reexión ética.
¿La Ética es una sola?
La ética como disciplina, como materia de la losofía es
una sola. Pero en ella tienen cabida varias teorías éticas.
Así como hay varias morales, varios códigos de leyes,
varias religiones, también hay varias éticas o, hablando más
precisamente, varias teorías éticas.
Esto es muy importante tenerlo presente porque si hemos
dicho que la Ética intenta fundamentar la moral (explicar por
qué debo o no debo hacer tal o cual cosa), de acuerdo a
la teoría ética desde la que hagamos el análisis, podremos
llegar a conclusiones diferentes.
Por ejemplo, desde una teoría ética, podemos concluir que
jamás se debe mentir (tal es el caso de la ética propuesta
por el lósofo Immanuel Kant). En cambio, desde otra teoría
ética (por ejemplo, el utilitarismo, teoría ética de otro lósofo
llamado Stuart Mill) podemos armar que, a veces, para evitar
malas consecuencias, está bien no decir la verdad.
He aquí, entonces, una de las principales razones por las
cuales las personas discuten tanto en torno a los problemas
morales. Todo depende de la perspectiva desde la que cada
uno analice la situación. Si lo hacemos desde teorías éticas
opuestas, probablemente llegaremos a conclusiones distintas.
127
Filosofía
¿Cuáles son las teorías éticas?
Escepticismo
Las teorías éticas son bastante numerosas, pero intentaremos
realizar una clasicación en la que aparezcan las principales. Si
partimos de la clásica pregunta: ¿por qué debo x? (siendo x una
norma moral vigente) encontramos las siguientes posiciones:
Existen dos formas de escepticismo moral:
a) Negación de la vigencia. Una norma está vigente cuando se
la respeta, cuando uno actúa según lo que la misma dicta. Por
ejemplo, en nuestra sociedad hay una pauta moral que dice
que las personas deben vestirse de determinada manera. De
hecho, la gente suele usar ropa bastante homogénea. De todos
modos, no hay que pensar que el hecho de que una norma no
sea respetada implica necesariamente que la misma no tenga
vigencia. Por ejemplo, uno puede violar la norma moral que dice
que no se debe mentir. Pero esta violación no tiene porqué estar
relacionada con la negación de la misma. Uno puede seguir
creyendo que debe respetarla aunque de hecho no lo haga. En
otras palabras, una norma tiene vigencia cuando de hecho se
la respeta y cuando se cree que se la debe respetar. Negar la
vigencia de una norma moral, equivale a decir que en materia
moral todo es engaño, mentira, puro palabrerío, que las normas
son vacías y sin sentido.
¿POR QUÉ?
No es posible
dar una respuesta:
Escepticismo
Relativismo
Falibilismo
La fundamentación
es posible pero
diferente
Deontológica
(Kant)
Teleológica
(Aristóteles)
(Utilitarismo)
b) Negación de la validez. Una norma es válida cuando uno
puede justicarla racionalmente. De esta manera, podemos
aclarar la diferencia entre vigencia y validez: la primera no
implica una búsqueda de la verdad, con que se crea que la
norma debe ser respetada, es suciente. En cambio, en el caso
de la validez, se intenta buscar lo que en verdad es obligatorio.
Negar la validez de una norma es decir que la misma está apoyada
en errores, los principios morales no se apoyan en verdades.
En el primer grupo, nos encontramos con teorías que nos dicen
que no hay posibilidad de dar una respuesta a la pregunta ¿por qué
debo actuar de está o aquella manera?
128
Filosofía
Relativismo moral
Teorías deontológicas
En este tipo de teorías se identica vigencia y validez. En otras
palabras, se sostiene que válidas son las normas que de hecho
están vigentes.
La Ética kantiana
Falibilismo moral
Las normas tienen validez provisoria, son válidas por el momento.
No hay forma de justicar una norma de manera absoluta y para
siempre, sino que se puede explicar por qué la misma debe ser
respetada en este momento.
En el capítulo sobre gnoseología, ya se habló sobre la
estructura de la razón y se mencionó cómo el hombre, a pesar de no
poder conocer el absoluto, tiene una tendencia inevitable a buscar
ese conocimiento. Kant encuentra una solución a este problema
en la conciencia moral, ya que la misma tiene un contacto con lo
absoluto, con el deber. La misma ordena de forma incondicionada
y manda de modo absoluto. Esta conciencia es la que nos manda
hacer algo porque debemos hacerlo y no porque nos veamos
beneciados al hacerlo.
Esta conciencia absoluta no se puede explicar a partir de la
naturaleza ni se encuentra en ella. Las cosas en la naturaleza son
de una determinada manera, pero no existe un deber de que sean
así y no de otra forma. Hay que diferenciar las leyes que rigen el
comportamiento en la naturaleza y las leyes morales, las primeras,
están regidas por leyes causales. Por ejemplo, si uno deja suelta
una piedra a cierta altura, esta caerá, pero no caerá porque tenga el
deber moral de hacerlo, sino porque simplemente cae a causa de la
fuerza de gravedad. Las segundas, se relacionan con la conciencia
moral y están regidas por el «imperativo categórico», el cual manda
de manera incondicionada, no hay causas que se relacionen con
este mandar.
Según Kant, nada puede ser considerado como bueno sin
restricción, salvo una «buena voluntad». O sea que la voluntad es
buena de manera absoluta y no relativa, es buena en sí misma y no
por los nes que puedo alcanzar valiéndome de ella. En cambio, otras
facultades, como la inteligencia son buenas de forma relativa porque
129
Filosofía
la misma puede ser utilizada para resolver un problema matemático
o para planear un asalto.
Kant nos presenta tres ejemplos que aclaran lo dicho
hasta ahora:
1) Una persona se está ahogando en un río y uno trata de
salvarla, pero falla y esta se ahoga.
2) Una persona se está ahogando en un río, y uno trata de
salvarla y lo logra.
3) Una persona se está ahogando en un río, pero la salvo por
casualidad con la red con la que estaba pescando.
Al analizar los tres casos desde un punto de vista moral, podemos
observar que el tercero no tiene ningún tipo de valor moral porque
dicho salvamento se realizó por casualidad. En cambio, en los otros
dos casos, sí nos encontramos con acciones relevantes desde el
punto de vista moral, pues en ambas estuvo presente la buena
voluntad y ambos son buenos, más allá del resultado nal de la
acción. Lo importante no es el resultado de la acción, lo importante
no es haber logrado el objetivo de salvar a la persona que se estaba
ahogando, sino la voluntad que es buena en sí misma.
Hay que tener presente que, para Kant, las acciones humanas
no están dirigidas sólo por la razón: el hombre tiene también
inclinaciones, pasiones como el odio, el amor, el miedo, la ira, etc.
El hombre está escindido, dividido entre las pasiones y la razón. La
razón y la pasión se encuentran en tensión constante. Debido a esta
tensión, la buena voluntad se llama deber. El deber es justamente la
buena voluntad que se encuentra con ciertas restricciones que no
le permiten manifestarse por sí sola. Si no existieran las pasiones,
la voluntad respetaría la ley moral de manera automática y no
necesitaría de una obligación que la limitara.
Tipos de acciones
Para Kant existen tres tipos distintos de acciones: contrarias
al deber, conformes al deber y por deber. Las únicas acciones
moralmente válidas son las del tercer tipo, las realizadas por deber.
Las del primer tipo son claramente reprobables y las del segundo tipo,
si bien concuerdan con el deber, no son realizadas a partir de la razón,
sino que pueden ser producto de una inclinación o de la casualidad.
Para que una acción sea moral, esta debe estar determinada por la
ley moral, tiene que ser realizada por deber, aunque esto conlleve
ir en contra de todas mis inclinaciones.
Por ejemplo, es conocida la preferencia por ir a una esta antes
que asistir a un compañero al que prometimos ayudar a preparar
el examen de matemática. Las inclinaciones nos llevarían a ir a la
esta sin pensarlo demasiado. Pero nuestro deber sería cumplir
con nuestra promesa. Si yo cumplo con esta promesa más allá de
que esto vaya en contra de mis intereses, entonces me encuentro
ante una acción realizada por deber y valiosa desde el punto de
vista moral. Pero puede suceder que la esta se suspenda y que
sea esa la razón por la cual cumplo con mi promesa. Si esto es así,
entonces, la acción será conforme al deber y no por deber, no siendo
moralmente relevante.
Esto no quiere decir que sea necesario el conicto entra la razón
y las inclinaciones para que nuestra acción tenga relevancia moral.
Puede ser que las inclinaciones y el deber coincidan. Así, el valor
moral de una acción depende del principio que nos mueva a realizarla.
130
Filosofía
fuera elevada a ley universal. Tengo que pensar que la máxima de
mi acción tiene que ser querida como la máxima de las acciones de
todos. No puedo ponerme a mí mismo como excepción. La manera
especíca en que formula dicha ley es la siguiente:
Kant llama a este principio máxima de la acción y es aquello que me
lleva a efectuar un acto, la norma que me guía al actuar.
«Obra sólo según una máxima tal que puedas
querer al mismo tiempo que se torne ley universal».
Nuevamente, el ejemplo de la mentira es útil para entender
lo que Kant sostiene. Si uno realiza una promesa y luego
piensa en violarla, no estaría actuando por deber, sino
guiado por sus inclinaciones. Por otro lado, al pensar si uno
querría que la violación de una promesa fuera una actitud
tomada como propia por todos las personas, pronto se vería
que nuestra razón nos llevaría a pensar que no. Si todo el
mundo mintiera, si todo el mundo rompiera promesas, no se
podría conar en nadie y las promesas perderían el sentido.
La misma persona que se piensa a sí misma violando la
promesa, debe tener presente que, al actuar así, avala
que dicho curso de acción sea tomado por otros. En otras
palabras, si miento, debo esperar que el resto mienta. En este
ejemplo vemos, otra vez, la diferencia entre acciones guiadas
por las inclinaciones y acciones guiadas por la ley universal,
el imperativo categórico. Nuestras inclinaciones nos pueden
llevar a romper la promesa, pero, el imperativo categórico nos
lleva a actuar por deber respetando la palabra dada.
¿Cómo actuar en nuestras relaciones con otras personas?:
una preocupación losóca
Imperativo categórico
La ley moral es una ley universal. Esto quiere decir que es válida
en todo tiempo y lugar, todos los sujetos racionales la poseen en la
misma forma. Esta ley que determina la voluntad es lo que Kant llama
imperativo categórico. El mismo consiste en preguntarse, cada vez
que se vaya a llevar a cabo una acción, si uno quisiera que la misma
131
Filosofía
Última versión del imperativo categórico
Autonomía Vs. heteronomía
Hemos dicho que el imperativo categórico es una ley
universal que nos dice cómo debemos actuar. Para Kant,
sólo los hombres que actúan respetando esta ley son
realmente libres. Si bien se podría pensar que el tener que
obedecer una ley implica cierta coacción, cierta sumisión a
un orden, hay que tener presente que esta ley no es una ley
impuesta desde fuera. No se puede equiparar el imperativo
categórico a un mandato de un legislador externo. Es el
propio sujeto que realizará la acción quien se auto-impone
este imperativo. Por eso se dice que esta ley está dictada de
manera autónoma. La palabra autonomía viene del griego
autos, propio y nomos, norma.
Así, cuando en la vida diaria obedecemos, por ejemplo,
el mandato paterno de no mentir, nos encontramos ante una
norma externa. El sujeto que respeta estas reglas, es un
sujeto que actúa guiado por una ley heterónoma. Mientras,
la norma de no mentir se puede internalizar y convertirse en
una convicción. El sujeto que actúa teniendo en cuenta reglas
que pueden ser reconocidas por él como auto-impuestas,
es un sujeto autónomo, un sujeto que respeta y construye
sus propias reglas. Esta autonomía del sujeto está ligada a
la libertad, ya que una persona que puede ser el autor de
sus propias reglas de acción, es una persona libre.
Kant presenta tres formulaciones distintas de esta ley universal
que él llama imperativo categórico. Hasta ahora hemos presentado
solamente una de ellas. Pero dada la importancia de la tercera de
sus formulaciones, no la podemos pasar por alto. La misma dice:
«Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu
persona como en la persona de cualquier otro, siempre
como un n al mismo tiempo y nunca como un medio».
Para entender esta formulación del imperativo categórico, hay que
tener presente que toda acción se realiza con miras a un cierto n. El
imperativo categórico manda de forma absoluta y se reere a nes
objetivos. Las personas no pueden ser pensadas como medios para
lograr un n, sino que son nes absolutos, ya que actúan suponiendo
la idea de libertad. Esto es, se saben autónomos, autores de su propia
ley. Si no se tiene en cuenta la autonomía de las personas y se las
utiliza como medios para lograr algún n, entonces, se actuará de
manera inmoral.
Relacionado con esto, es importante destacar que Kant diferencia
«persona» de «cosa» o «mercancía». La mercancía tiene valor
porque sirve como medio para satisfacer algún deseo o necesidad
y este valor será relativo a ese deseo o necesidad. Además, una
mercancía puede ser sustituida por otra que nos satisfaga de la
misma manera. Una persona, por el contrario, tiene valor absoluto,
un valor en sí. Este valor absoluto deriva de que las personas son
los únicos seres autónomos, o sea, los únicos seres capaces de
ser autores de sus propias leyes. Por otro lado, el tener autonomía
moral es lo que da dignidad a las personas. Esto implica que cada
persona es insustituible, no puede ser cambiada.
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Filosofía
Teorías teleológicas
A diferencia de las teorías deontológicas, donde la respuesta
al por qué debo hacer x estará relacionada con una norma; en las
teorías teleológicas, la respuesta tendrá en cuenta las consecuencias
de la acción. Presentaremos dos teorías teleológicas distintas: el
utilitarismo y la teoría aristotélica.
El Utilitarismo
El representante más importante de esta teoría es John Stuat Mill.
Para este autor, el n último de toda acción está relacionado con
la búsqueda de felicidad o placer y la exención del dolor. De esta
manera, la justicia o corrección de una acción estará relacionada con
la capacidad que tenga la misma de promover felicidad y la injusticia
o incorrección estará relacionada con la capacidad que tenga de
producir lo contrario a la felicidad o placer. Es decir que, para esta
teoría, la promoción de la felicidad y la exención del dolor son las
únicas cosas deseables como nes y todas las cosas deseables lo
son o por el placer inherente a ellas o como medios para producir
placer y prevenir el dolor.
«El credo que acepta como fundamento de la moral la Utilidad,
o el Principio de la mayor Felicidad, mantiene que las acciones
son correctas en la medida en que tienden a promover la
felicidad, incorrectas en cuanto tienden a producir lo contrario
a la felicidad. Por felicidad se entiende el placer y la ausencia
de dolor; por infelicidad el dolor y la falta de placer.»
(Mill, John Stuart, El utilitarismo)
Es necesario resaltar que, cuando Mill habla de placer, no se
reere al placer que pueden sentir los animales o a cualquier tipo
de placer sin más. Él cree que hay placeres que son superiores y
son los que están relacionados con las facultades humanas más
elevadas. De esta forma, una vez que una persona experimentó un
placer relacionado con dichas facultades, no considera como placer
nada que no esté relacionado con ellas.
De todos modos, hay que ser cuidadosos porque es muy fácil caer
en el error de creer que Mill sostiene algún tipo de placer individual
y solitario. Lo que el autor deende es justamente lo contrario. La
máxima utilitarista dice que lo que se ha de buscar es la máxima
felicidad o placer para el mayor número y el menor dolor para el
mayor número. Así, por ejemplo, si a la mayoría de los estudiantes de
un curso les produce mayor felicidad realizar el viaje a Bariloche en
septiembre y hay unos pocos que preferirían hacerlo en julio, el viaje
debería realizarse en septiembre, maximizando, de esta manera, el
placer. Es más, según esta teoría, es noble renunciar al propio goce
o felicidad, si es que este sacricio trae aparejado como resultado
mayor felicidad para el mayor número de personas. Renunciar a la
propia felicidad con un n distinto a la promoción de la felicidad del
resto, está lejos de ser un acto heroico.
De lo anterior se deduce que para el utilitarismo, no hay normas
que sean obligatorias siempre. Para poder responder a la pregunta
qué debo hacer, es necesario ser capaz de sopesar en cada situación
particular cuál es el curso de acción más adecuado para maximizar
la felicidad.
Una de las objeciones más importante que se le ha hecho a esta
teoría es que al tratar de explicar por qué la maximización del placer y
la minimización del dolor son las únicas cosas deseables como nes
133
Filosofía
en sí mismos, cae en lo que se llama una «falacia naturalista». Mill
sostiene que la única prueba de que un objeto es visible, es el hecho
de que la gente lo ve. Del mismo modo, se justica que una cosa es
deseable porque la gente efectivamente la desea. Pero existe una
confusión en esta armación, ya que deseable no signica «capaz
de ser deseado» del mismo modo que visible signica «capaz de ser
visto», sino que deseable signica que debe ser deseado o merece
ser deseado.
Otra objeción importante es la que señala la posibilidad de que
la mayoría subyugue a una minoría. Si lo que se está buscando
es la felicidad del mayor número y esto se consigue, por ejemplo,
esclavizando a una minoría étnica, en teoría, esto es lo que se
debería hacer. Quienes sostienen este tipo de argumentos, no
parecen tener presente que para Mill la educación era fundamental
y que, a través de ella, los hombres encontrarían deplorable este
clase de comportamiento.
El lugar del conocimiento práctico entre los saberes
Aristóteles clasica los saberes en teóricos, poiéticos y prácticos.
Los saberes teóricos (del griego theorein: ver, contemplar) se ocupan
de describir las cosas del mundo, por ejemplo, como se alimentan
los animales o cómo crecen las plantas. Estas cosas son siempre
de una manera determinada y no pueden ser de otra. No se puede
modicar la manera en que los planetas se mueven.
A diferencia de este tipo de saber, los saberes poiéticos (del griego
poiein: hacer, producir, fabricar) y los saberes prácticos se ocupan de
lo que puede cambiar, como, por ejemplo, la manera en que fabrico
algo. Estos saberes son normativos, se expresan a modo de normas
que nos dicen la forma en que nos debemos conducir para alcanzar
el n que buscamos. Por ejemplo, si mi n es cocinar una torta, para
poder hacerlo, tengo que seguir alguna receta, que en denitiva, es
un conjunto de normas que nos dicen paso a paso lo que tenemos
que hacer para lograr este objetivo.
Aristóteles y la ética de la virtud
La teoría aristotélica de la virtud es otra de las teorías teleológicas.
La obra de Aristóteles (384-322 a.C.) abarca conocimientos que van
desde la Lógica y la Botánica, pasando por la Ética, la Retórica, un
estudio sobre los animales, el alma, etc. Para entender su postura
frente a la ética, hay que conocer el lugar que el conocimiento
práctico (el saber que me dice cómo debo actuar) ocupa dentro de
la clasicación que dicho lósofo hace de los distintos saberes.
En nuestra vida
cotidiana, sin
saberlo, nos
valemos de muchos
conocimientos
prácticos
134
Filosofía
Lo saberes poiéticos son los relacionados con las técnicas y las
artes y nos sirven para producir objetos útiles u objetos bellos, como
pueden ser un martillo (objeto útil) o una estatua (objeto bello).
Los saberes prácticos nos ayudan para que nuestra vida sea
buena, orientándonos en la respuesta a la pregunta qué debo
hacer, nos guían en cómo actuar, para que nuestra vida sea buena
y justa.
La felicidad
Relación entre Ética y Política
Hay dos tipos de bienes: los que son buenos en sí mismos, por
ejemplo, contemplar una estatua (este hecho es un n en sí mismo
y el solo satisface un deseo sin necesidad de nada más) y los que
sirven de medio para conseguir otro n, por ejemplo, tomar un
colectivo para ir a un lugar determinado (tomar el colectivo no es un
n en sí mismo, sino un medio para llegar a mi destino). Hay que tener
presente que, si bien hay bienes que son medios para obtener algún
n, siempre existe ese n que se persigue. No existen acciones que
no tengan un objetivo último, sino tendríamos que pensar que hay
cadenas de acciones que son puros medios y esto no tendría ningún
sentido, faltaría la razón última por la que se actúa. Por ejemplo,
Para Aristóteles todas las cosas de la naturaleza tienden hacia
un n que es el bien de cada una de ellas, su máxima perfección.
Así, la Medicina tiene como n la salud, la Economía tiene como
n la riqueza, la construcción tiene como n la casa, etc. Lo mismo
sucede con las acciones humanas: cuando el hombre actúa, lo hace
buscando un n que considera un bien.
«Pero volvamos de nuevo al bien objeto de nuestra investigación e indaguemos
qué es. Porque parece ser distinto en cada actividad y en cada arte: uno es, en
efecto, en la medicina, otro en la estrategia, y así sucesivamente. ¿Cuál es, por
lo tanto, el bien de cada una? ¿No es aquello a causa de lo cual se hacen las
demás cosas? Esto es, en medicina, la salud; en la estrategia, la victoria; en la
arquitectura, la casa; en otros casos, otras cosas, y en toda acción y decisión
es el n, pues es con vistas al n como todos hacen las demás cosas. De
suerte que, si hay un n de todos los actos, este será el bien realizable, y si hay
varios y algunos de estos los elegimos por otros, como la riqueza, las autas
y, en general, los instrumentos, es evidente que no son todos perfectos, pero
lo mejor parece ser algo perfecto. Por consiguiente, hay sólo un bien perfecto,
ese será el que buscamos, y si hay varios, el más perfecto de ellos.»
(Aristóteles, Ética Nicomáquea)
135
La contemplación estética
de una obra de arte es un n en sí mismo
Filosofía
al organizar una esta puede haber toda una cadena de acciones:
llamar a los amigos para repartirse tareas, tomar un colectivo para
ir al supermercado, tomar otro para volver con lo que se compró,
limpiar la casa, etc., pero hay un objetivo nal que es la esta.
Para Aristóteles, el n último tiene dos características claras: es
valioso en sí mismo y se basta a sí mismo, esto signica que no
depende de ninguna otra cosa. La felicidad es el bien supremo, el
objetivo último a conseguir, que reúne estos dos requisitos. No hace
falta meditar demasiado para darse cuenta de que la felicidad es
buscada por sí misma y no como medio para otra cosa, no depende
de otra cosa, sino que es autárquica. No hay discusión posible con
respecto a que todos los hombres buscan la felicidad. El problema es
que no hay acuerdo con respecto a dónde debe ser buscada dicha
felicidad, algunos creen que pueden alcanzarla mediante el poder,
otros a través del honor, otros por la riqueza.
Es la política la actividad que tiene como n último la felicidad.
Por esta razón, cualquier otra actividad que se realice debe estar
subordinada a ella. Así, la Ética queda subordinada a la Política.
La diferencia estriba en que, mientras la Ética busca la felicidad
individual; la Política busca el bien común. De esta manera, queda
justicada una mentira si es que esta redunda en un benecio para
el conjunto de la sociedad. Como se puede observar, esta teoría se
diferencia claramente de la teoría kantiana, ya que en esta última,
la mentira no puede ser admitida bajo ningún punto de vista.
Así, desde un punto de vista aristotélico, se entienden como
acciones morales aquellas que benecian al conjunto, como por
ejemplo, la valentía en el combate. Esta puede perjudicar al individuo,
pero resulta un bien para el conjunto.
La virtud como hábito y la elección
Si tenemos que decir dónde se encuentra la felicidad, la respuesta
aristotélica sería en la virtud, entendida esta como excelencia. La
misma debe buscarse en la actividad propia del hombre, aquella
que lo diferencia de los demás animales y lo hace ser lo que es, o
sea, en la vida racional. En otras palabras, si lo propio de un jinete
es montar a caballo, el bien del hombre es la actividad racional
conforme a la virtud.
La virtud es un hábito por el cual el hombre se hace bueno y
ejecuta bien la función que le es propia. Para Aristóteles, existen
dos tipos de virtudes: las éticas y las dianoéticas. Las segundas
están relacionadas con la razón considerada en sí misma, mientras
que las virtudes éticas se reeren a la razón aplicada a la facultad
de desear. Son las virtudes del carácter y están relacionadas con
los modos de ser.
La virtud es el hábito de elegir el justo medio por las mismas
razones por las que lo elegiría el prudente. Es importante destacar
que la palabra hábito esta relacionada con una forma constante de
actuar. No basta que una persona realice una vez, en forma aislada,
una acción buena para poder ser calicada como buena persona.
Es necesario que haya una constancia en la forma de actuar. Las
acciones deben ser sistemáticamente buenas para que la persona
sea efectivamente buena. No alcanza con decir la verdad en una
ocasión, sino que siempre se debe decir la verdad.
Por otro lado, el acto moral está íntimamente relacionado con
la capacidad de elegir. Si no hay voluntad, no podemos hablar de
acto moral. Sin deliberación y elección no puede haber voluntad en
el actuar. En otras palabras, si se comete un acto malo sin elegirlo,
136
Filosofía
la persona no puede ser juzgada por dicha acción, ya que no se
puede decir que hubo voluntad de llevar a cabo un acto malo. No se
puede calicar de bueno o malo aquello que no es voluntario. Por
ejemplo, si por casualidad, sin previa meditación ni voluntad, golpeo
a un compañero en la nariz con la puerta, esa acción no puede ser
juzgada desde un punto de vista moral porque no existió la intención
de golpear ni lastimar.
Esta virtud entendida como hábito es el término medio entre dos
defectos. Esto es, al actuar debo hacer un balance entre los posibles
cursos de acción a seguir y elegir el que se encuentra en medio de
lo que Aristóteles llama vicios. Por ejemplo, la valentía es una virtud,
el término medio entre dos vicios: la cobardía, que es un vicio por
defecto (por falta de valentía) y la temeridad que es un vicio por
exceso (por ir más allá de la valentía prudente). El hombre prudente
siempre elegiría, luego de una deliberación, la valentía, justamente
porque el hombre prudente siempre elige el término medio. Esta
clase de hombre se caracteriza por tener la razón entrenada para
poder reconocer y elegir el término medio.
Pero la deliberación sólo es posible en relación a cosas que
están a nuestro alcance y son realizables, no podemos deliberar
acerca del color que tendrá el cielo mañana. Por otro lado, sólo
se puede deliberar en relación a los medios y nunca en relación a
los nes. El n de un alumno es aprender las materias y un buen
alumno no deliberará sobre este n, sino que deliberara sobre la
mejor manera de concretar dicho n, sobre las posibles estrategias
de aprendizaje.
Libertad y responsabilidad:
dos caras de una misma moneda
Ya hemos hablado un poco de este tema al hablar de la teoría
kantiana. Hemos dicho que cuando actuamos, por ejemplo, de
acuerdo con lo que marcan los códigos de normas morales o
religiosas, no somos verdaderamente libres porque hacemos lo
que otros (otra autoridad civil o religiosa) nos dicen que hagamos.
No mentimos porque Dios nos ha dicho que no es bueno mentir. No
robamos porque las leyes nos dicen que está mal robar. Son «otros»
los que nos mandan y nos sometemos a ellos, generalmente, por
miedo al castigo.
En cambio, somos libres cuando no mentimos y no robamos
porque es «nuestra conciencia» la que nos dice que hacerlo está mal.
Ya no son los otros sino nosotros mismos los que nos imponemos
una conducta porque estamos convencidos de que es la correcta.
Y tan convencidos estamos que, si actuamos de manera opuesta,
tenemos una sensación desagradable, una sensación que solemos
referir con alguna de estas frases: «después de lo que hice no puedo
mirarme al espejo» o «no puedo dormir en paz» o «mi conciencia
me lo reprocha constantemente».
Por otro lado, debe notarse que el término medio no puede
pensarse como algo jo al modo del imperativo categórico kantiano
que era válido de manera universal. En este caso, nos encontramos
con algo que dependerá de nuestra situación particular.
137
Actividad
Lean y analicen teniendo en cuenta la noción
aristotélica de justo medio.
Filosofía
Es necesario tener presente que ser libre signica también ser
responsable de las propias elecciones, de las consecuencias de
los propios actos. Cuando actuamos de un determinado modo
porque otro es quien nos lo ordena, no somos responsables.
Pero cuando lo que hacemos lo hemos elegido libremente, sí
somos responsables.
Como vemos, la libertad y
la responsabilidad siempre van
juntas: son las dos caras de una
misma moneda. La libertad es sólo
una cara de la moneda: la otra
cara es la responsabilidad. Soy
responsable en la medida en que
puedo justicar el camino elegido
entre varios cursos de acción
posibles y puedo responder por las
consecuencias de dicha elección.
Hombre libre es el no sometido,
quien es capaz de hacer lago por sí
mismo. Pero la noción de libertad
no sólo incluye esta posibilidad
de decidir sino también la idea
de responsabilidad para con uno
mismo y para con la comunidad.
Es decir, ser libre implica algunas
obligaciones. Signica, por un lado,
la capacidad de hacer algo y, por
otro lado, una forma de limitación.
El comportamiento de muchos conductores de automóviles
muestra que libertad y responsabilidad no siempre van juntas
La libertad a lo largo de la historia de la losofía
A lo largo de la historia, los lósofos han entendido la libertad de
distinta manera. De acuerdo al contexto, puede hablarse de libertad
política, personal, pública, de palabra o de pensamiento, etc. Pero
hay tres formas básicas de entender la libertad, a saber:
1) Libertad natural: como la posibilidad de sustraerse a un orden
cósmico predeterminado, ya sea el Destino o la Naturaleza. El
hombre es libre cuando es racional, cuando actúa racionalmente.
2) Libertad social o política: como autonomía o independencia. En
una comunidad humana la autonomía consiste en la posibilidad
de regir su propio destino sin interferencia de otras comunidades.
En los individuos, consiste en no evadir la ley.
3) Libertad personal: como autonomía o independencia pero, en
este caso, como independencia de las presiones o coacciones
provenientes de la comunidad.
Para los estoicos (los seguidores de un tipo de losofía de la Grecia
Antigua), la libertad consiste en «disponer de sí mismo». Pero esto no
es posible, a menos que nos hayamos liberado de lo exterior. Esto,
a su vez, sólo es posible cuando reducimos a un mínimo nuestras
necesidades. Lo que querían decir estos lósofos es que cuantas más
cosas tenemos o deseamos menos libres somos. El hombre libre es
el que se atiene solamente «a las cosas que están en nosotros» o,
como decía Séneca, «a lo que está en nuestras manos».
Para Aristóteles, lo característico del hombre es ser libre, es actuar
voluntariamente. Las acciones involuntarias son producidas por la
coacción o por la ignorancia.
138
Filosofía
Kant establece que en el reino de la naturaleza hay un completo
determinismo. El hombre, en tanto ser natural, no puede sustraerse
a las leyes de la Naturaleza. No sólo es un ser natural, también
es un ser racional y, precisamente, es a través de la razón que
puede ser libre.
Otro lósofo, Ortega y Gasset, decía que la vida humana es
algo que hay que hacer (un «quehacer»). No hay más remedio que
decidir a cada momento lo que se va a hacer y, con ello, lo que se
va a ser. No hay más remedio que inventarse de continuo a uno
mismo decidiendo a cada instante qué se hace. La libertad no es
algo que tenemos, es lo que somos, o lo que vamos siendo: estamos
obligados a ser libres.
También Sartre decía que estamos obligados a ser libres. En
realidad, lo expresaba de un modo más fuerte: estamos condenados
a ser libres. No podemos rehuir esta condena. Esto nos genera
angustia (la «angustia existencial») y por eso es que algunos
inventan articios y artilugios (horóscopos, relatos de videntes,
etc.) con los que tratar de evadir la necesidad de tomar decisiones
por sí mismos.
Actividad: Lean y discutan qué es la libertad
«Así, no tenemos ni detrás ni delante de
nosotros, en el dominio luminoso de los
valores, justicaciones o excusas. Es lo
que expresaré diciendo que el hombre
está condenado a ser libre. Condenado,
porque no se ha creado a sí mismo, y sin
embargo, por otro lado, libre, porque una
vez arrojado al mundo es responsable
de todo lo que hace. El existencialismo
no cree en el poder de la pasión. No
pensará nunca que una bella pasión
en un torrente devastador que conduce
fatalmente al hombre a ciertos actos y que
por consecuencia es una excusa; piensa
que el hombre es responsable de su pasión.
El existencialismo tampoco pensará que
el hombre puede encontrar socorro en un
signo dado sobre la tierra que lo oriente;
porque piensa que el hombre descifrará por
sí mismo el signo como preere. Piensa,
pues, que el hombre sin ningún apoyo ni
socorro, está condenado a cada instante a
inventar al hombre.»
(Satre, Jean-Paul,
El existencialismo es un humanismo)
139
Filosofía
Condiciones necesarias para ser libres
Éticas de la intención y Éticas de la responsabilidad
Queremos hacer una última reexión en
torno a este importante tema de la libertad.
La información y la falta de coacción son
esenciales para que nuestra elección sea libre.
Si nos piden que elijamos una comida y nos
ofrecen sólo pollo y pescado, ocultándonos
que también hay pastas y elegimos pollo,
nuestra elección no es realmente libre pues,
de haber sabido que había pastas, tal vez
hubiéramos preferido este plato.
Del mismo modo, si cuando elegimos
estamos sometidos a algún tipo de presión,
tampoco somos libres. Las presiones o
coacciones pueden ser explícitas o sutiles.
En el primer caso, se trata lisa y llanamente
de amenazas. En el segundo caso, puede
tratarse de manipulaciones. Ni las amenazas
ni las manipulaciones son formas legítimas
de inuir sobre los demás. La única forma
legítima en la que podemos tratar de convencer
a otro para que actúe como queremos,
es la persuasión. Es decir, puedo intentar
convencerlo persuadiéndolo mediante
argumentos, pero jamás debo amenazarlo o
manipularlo.
Cuando elegimos un curso de acción bajo
coacción o sin estar sucientemente informados
de todas las alternativas posibles, no somos
libres y, por lo tanto, no somos tampoco
r e s p o n s a b l ede
s las
d e consecuencias.
las consecuencias.
responsables
Max Weber fue quien distinguió
entre «éticas de la intención» (EI) y
«éticas de la responsabilidad» (ER).
En las primeras, lo importante es la
intención. Es decir, la acción es buena
si la intención con la que se lleva a
cabo es buena, independientemente
que las consecuencias o los resultados
sean malos. Por el contrario, en las ER
se tienen en cuenta las consecuencias
de la acción muy especialmente. En
las EI lo importante es la pureza de la
intención. En las ER se privilegian los
efectos de las acciones y se asume la
responsabilidad por ellos.
El principal defecto de las EI es el mal
no deseado como consecuencia del obrar
bienintencionado. El principal defecto de
las ER es que puede aceptarse un mal
como medio si con él se consigue un n
bueno. Como ocurre habitualmente,
los extremos no son siempre lo mejor.
Aunque el hombre
busque algo que lo guíe en su actuar,
Una posición más aceptable, que el
está condenado a ser libre
mismo Max Weber propone, es la
intermedia. Un ejemplo paradigmático
de las EI es la teoría ética kantiana (del gran lósofo Immanuel
Kant). Por su parte, el utilitarismo es un claro ejemplo de las ER.
140
Filosofía
esas personas existe la posibilidad de entendimiento a través
del lenguaje. Dos personas racionales capaces de comunicarse,
capaces de dialogar, pueden llegar a un acuerdo justamente porque
son capaces de entenderse mutuamente.
El paradigma comunicacional
En las distintas teorías éticas que hemos presentado en este libro,
las decisiones éticas parecen depender exclusivamente del sujeto
que llevará a cabo una acción. Es el individuo solo el que decidirá
el camino a seguir. Así, aunque Kant, con su imperativo categórico,
nos invite a tener en cuenta a toda la humanidad a la hora de actuar
pensando si quiero que la máxima de mi acción se convierta en ley
universal o Mill nos diga que debemos buscar la mayor felicidad para
el mayor número, la última palabra al elegir qué debo hacer la tiene
la persona singular.
A través del paradigma comunicacional se intenta salvar este
defecto de dichas teorías incorporando a los otros en la toma de
decisión. Ya no me voy a preguntar a mí mismo qué debo hacer.
Las normas que guíen mi acción se elegirán dialógicamente, esto
quiere decir, a través de un diálogo entre individuos reales. Cuáles
normas son válidas y cuáles no, será una cuestión que deberá ser
pensada y discutida entre la comunidad de seres racionales. De esta
manera, pasamos del yo al nosotros. Nótese que en esta teoría se
está hablando de normas y en ese sentido es cercana a la teoría
kantiana que también buscaba normas que sirvieran para saber cómo
debo comportarme. Pero aquí ya no tenemos experimentos mentales
como los que tenía que realizar Kant para saber si la mentira podía
o no ser una ley universal, ahora nos encontramos con la exigencia
de entablar un diálogo con otro real.
Si bien la ética discursiva es heredera de la tradición kantiana y
es deontológica, es necesario tener presente que esta teoría también
tiene en cuenta las consecuencias de las acciones. Por otro lado,
se debe reconocer la capacidad argumentativa de los otros, los
interlocutores deben reconocerse recíprocamente. El punto supremo
de la reexión es el «nosotros argumentamos», ya no estamos frente
al monólogo de la razón kantiana que se preguntaba a sí misma
si quería que la máxima de su acción fuera ley universal. Esto es
así porque la razón humana es dialógica, o sea, se desarrolla a
partir del diálogo. Nosotros, como seres racionales y capaces de
comunicarnos y dialogar para llegar a un acuerdo, nacemos dentro
de una comunidad en la que hay otros como nosotros.
Los defensores más importantes de este tipo de teorías son
Habermas y Apel. Apel sostiene el derecho de todo interlocutor
posible a participar de la discusión en la que se decidirá cuáles
son las normas válidas. La única característica que se requiere
para participar de dicha discusión es la de poseer competencia
comunicativa, o sea, la capacidad para comunicarse, porque con
En la ética comunicacional,
el diálogo es imprescindible para determinar las normas morales
141
Filosofía
A MODO DE COROLARIO:
¿Qué aplicaciones tiene hoy la Ética?
Hasta la primera mitad de este siglo, la Ética se circunscribía al
ámbito losóco. Es decir, los eticistas se dedicaban a reexionar
acerca de las distintas morales y de las distintas éticas manteniéndose
en un plano de abstracción. Sin embargo, pronto fueron requeridos
para dar respuestas concretas a problemas que, cada vez con mayor
frecuencia, ocurrían en el mundo.
Estos problemas de naturaleza ética pertenecían a distintas
áreas: la política, la economía, el periodismo, el medio ambiente, la
medicina. Probablemente haya sido la medicina el campo más fértil
para el trabajo de los lósofos dedicados a la Ética.
De este modo, cuando se solicita a estos pensadores resolver
los conictos que se suscitaban en las disciplinas citadas, surge lo
que se da en llamar Ética Aplicada. Así, aparece la Ética Aplicada
a la política, la Ética Aplicada a la economía, la Ética Aplicada al
periodismo, la Bioética.
Así como la Ética es una disciplina losóca, la Ética Aplicada es
una interdisciplina. Esto signica que para practicarla se requieren
conocimientos de varias disciplinas y también se construye
practicándola. Por eso algunos preeren hablar de Ética Práctica. Por
ejemplo, quien quiera trabajar en ética aplicada a la economía tendrá
que conocer teorías éticas, pero también teorías económicas.
Dado que la Bioética ha alcanzado en nuestros días gran
relevancia e interés público, dedicaremos el resto de estas páginas a
describir sus aspectos principales. Comenzaremos por su denición.
Si nos referimos a la Bioética «en sentido amplio», diremos que es
reexión ética aplicada a los problemas morales que tienen que ver
con la vida, es decir, que dentro de su campo incluiríamos problemas
vinculados al medio ambiente, al trato con animales y a la práctica
de la medicina.
Si, por el contrario, utilizamos el término «en sentido estricto»,
diremos que se trata de la reexión ética aplicada a los conictos
morales que surgen en la práctica de la medicina. Estos conictos
estuvieron originariamente ligados con la investigación en seres
humanos, por ejemplo, los experimentos que se realizaron en los
campos de concentración nazi, en niños, en personas discapacitadas
o incluso en adultos normales, pero sin solicitar su autorización.
Pero hoy día, los problemas bioéticos no se restringen a la
investigación y resultan muy numerosos en función de los adelantos
tecnológicos de las últimas décadas. Por ejemplo, se plantean
interrogantes acerca de si es correcto o no realizar técnicas de
fertilización asistida, practicar la clonación de animales o de seres
humanos, suspender un tratamiento extraordinario en un paciente
terminal, autorizar la eutanasia, decir la verdad al paciente cuando
padece una enfermedad grave, etc..
Aprendiendo a respetar las diferencias
Concluimos recordando algo sumamente importante: frente
a un problema moral, cualquiera sea éste, no existe una única
solución. Por el contrario, lo que hay es un espectro de soluciones
posibles. Esto no signica que optemos por cualquiera al azar. Lo
importante es que las soluciones ofrecidas puedan ser defendidas
argumentativamente (con razonamientos). Así es como el espectro de
alternativas puede reducirse pero difícilmente lleguemos a una sola
posibilidad. Lo habitual es que sean varias las soluciones defendibles
y esto es lo que permite la diversidad de pensamiento.
Si queremos ser verdaderamente pluralistas y democráticos
tenemos que respetar la diferencia de opiniones. Tenemos que
acostumbrarnos a decir «no estoy de acuerdo con tu postura,
142
Filosofía
sin embargo, debo reconocer que la posición que deendes está
sustentada por argumentos serios». En otras palabras: tenemos
que aprender que «respetar no es sinónimo de compartir» y que el
respeto es condición ineludible de la vida democrática.
Actividad: Lean y analicen teniendo en cuenta el respeto
por la diferencia y las nociones de libertad y responsabilidad
LA CAJA DE PANDORA
EN VALLADOLID DESTROZAN UNA MUESTRA SOBRE EL SIDA
Prolácticos. Enemigos de la derecha, que ve al sida como
un castigo divino
EL MIEDO A LA LIBERTAD
Un grupo de jóvenes destrozó una muestra sobre prevención
del sida que se exhibía en la Universidad de Valladolid (España). Además, golpeó al guardia que intentaba impedir el
acto vandálico. El hecho sucedió después que un grupo de
profesores de la Facultad de Derecho, pertenecientes al Opus
Dei, arengara a los alumnos en contra de la muestra.
Los catedráticos dicen que se sienten ofendidos por los aches:
éstos informan a los estudiantes sobre la importancia del uso
del proláctico en sus relaciones sexuales como forma ecaz
de prevenir el sida. Con el lema «Buen rollo, siempre con
condón», una de la fundaciones que organiza la exposición
repartió miles de prolácticos entre los alumnos, teniendo en
cuenta que los jóvenes están más expuestos a la enfermedad
que los mayores y que el sexo sin protección es una de las
principales vías de contagio.
143
Filosofía
Actividades
1- En grupos, elijan una de las teorías presentadas en este capítulo y simulen un tribunal en el que se
intentará evaluar los pro y los contra de cada una de ellas. ¿Por qué cree que la teoría elegida es mejor
que las que no escogió? ¿En qué aspectos cree que es menos útil que las otras?
2- Piensa normas que sirvan como guía a la conducta dentro del aula. Luego, discutan en grupos normas
que puedan guiar la conducta dentro del aula. Finalmente, discutan entre todos los alumnos normas que
puedan guiar la conducta en clase. ¿Nota alguna diferencia entre las distintas formas en que eligió las
normas? ¿Cuál le parece la más apropiada y por qué? Especique qué enfoque ético está por detrás de
cada una de las formas en que eligieron las normas.
3- ¿Cómo resolverían Aristóteles, Kant y Mill el siguiente caso?
Se acabó Debbie
«El llamado se produjo a medianoche. Como ginecólogo residente rotando en un gran hospital privado, llegué a detestar los llamados telefónicos
porque invariablemente tendría que estar levantado varias horas y al día siguiente me sentiría mal. Sin embargo, el deber llamaba, por lo que
contesté el teléfono. Una enfermera me informó que una paciente tenía dicultad para dormir, y si por favor podía verla. Estaba en la Sala tres
Norte. Ésta era la unidad de ginecología oncológica; no era mi zona habitual de residencia. A medida que caminaba, chocando somnoliento contra
paredes y esquinas de corredores, y sin creer que estaba otra vez levantado, traté de imaginar qué podía encontrar al nal de mi camino. Quizá
una mujer de edad avanzada con una reacción de ansiedad, o tal vez algo particularmente horrible.
Recogí la historia clínica en la sala de enfermeras mientras iba hacia el cuarto de la paciente, y la enfermera me dio algunos rápidos detalles:
una joven de 20 años llamada Debbie estaba muriendo de un cáncer de ovario. Había tenido vómitos inaplacables, aparentemente como resultado
de un goteo con alcohol administrado como sedante. «Qué triste», pensé. A medida que me aproximaba al cuarto podía escuchar una respiración
fuerte y trabajosa. Entré y vi a una mujer emaciada, de cabello oscuro, que parecía tener mucho más de 20 años. Estaba recibiendo oxígeno por
la nariz, tenía una vía intravenosa y estaba sentada en la cama sufriendo por lo que obviamente era una severa falta de aire. La historia clínica
registraba un peso de 34 kilos. Una segunda mujer, también de pelo oscuro pero de mediana edad estaba a su lado, sosteniendo su mano. Ambas
me miraron cuando entré. El cuarto parecía lleno con el desesperado esfuerzo de la paciente por sobrevivir. Sus ojos estaban hundidos, y tenía
retracciones supraesternales e intercostales con sus rápidas inspiraciones. No había comido ni dormido en dos días. No había respondido a la
quimioterapia y sólo se le daba terapia de apoyo. Era una escena patibularia, una cruel burla a su juventud e incumplido potencial. Las únicas
palabras que me dijo fueron: «Terminemos con esto».
144
Filosofía
Volví a la enfermería absorto en mis pensamientos. La paciente estaba fatigada y necesitaba reposo. No le podía dar salud, pero sí descanso.
Pedí a la enfermera cargar 20 mg de sulfato de morna en una jeringa. Suciente, pensé, para hacer el trabajo. Llevé la jeringa al cuarto y les
dije a las dos mujeres que iba a dar a Debbie algo que le permitiría descansar u decir adiós. Debbie miró la jeringa, luego giró la cabeza sobre la
almohada con los ojos abiertos, mirando lo que quedaba del mundo. Inyecté la morna por vía intravenosa y traté de ver si mis cálculos sobre sus
efectos eran correctos. En unos segundos su respiración disminuyó hasta una frecuencia normal, sus ojos se cerraron y sus rasgos se suavizaron
como si al n pareciera descansar. La mujer mayor acarició el pelo de la paciente, ahora dormida. Esperé el siguiente efecto inevitable de depresión
respiratoria. Con exactitud cronométrica, en cuatro minutos la frecuencia respiratoria disminuyó aún más, luego se hizo irregular y por n cesó. La
mujer de pelo oscuro se mantuvo erguida y pareció aliviada.
Se acabó Debbie.»
4- Compara las distintas teorías éticas vistas en esta unidad. Buscar similitudes y diferencias.
5- Lee el cuento «Emma Zunz»de Jorge Luis Borges. ¿Qué pasa con el personaje principal? ¿Cómo se puede calicar la acción llevada
a cabo por Emma a partir de cada una de las teorías vistas?
EMMA ZUNZ
JORGE LUIS BORGES
El catorce de enero de 1922, Emma Zunz, al volver de la fábrica de tejidos Tarbuch y Loewenthal, halló en el fondo del zaguánuna carta, fechada
en el Brasil, por la que supo que su padre había muerto. La engañaron, a primera vista, el sello y el sobre; luego, la inquietó la letra desconocida.
Nueve diez líneas borroneadas querían colmar la hoja; Emma leyó que el señor Maier había ingerido por error una fuerte dosis de veronal y había
fallecido el tres del corriente en el hospital de Bagé. Un compañero de pensión de su padre rmaba la noticia, un tal Feino Fain, de Río Grande,
que no podía saber que se dirigía a la hija del muerto.
Emma dejó caer el papel. Su primera impresión fue de malestar en el vientre y en las rodillas; luego de ciega culpa, de irrealidad, de frío, de temor;
luego, quiso ya estar en el día siguiente. Acto contínuo comprendió que esa voluntad era inútil porque la muerte de su padre era lo único que había
sucedido en el mundo, y seguiría sucediendo sin n. Recogió el papel y se fue a su cuarto. Furtivamente lo guardó en un cajón, como si de algún
modo ya conociera los hechos ulteriores. Ya había empezado a vislumbrarlos, tal vez; ya era la que sería.
En la creciente oscuridad, Emma lloró hasta el n de aquel día del suicidio de Manuel Maier, que en los antiguos días felices fue Emanuel Zunz.
Recordó veraneos en una chacra, cerca de Gualeguay, recordó (trató de recordar) a su madre, recordó la casita de Lanús que les remataron, recordó
los amarillos losanges de una ventana, recordó el auto de prisión, el oprobio, recordó los anónimos con el suelto sobre «el desfalco del cajero»,
recordó (pero eso jamás lo olvidaba) que su padre, la última noche, le había jurado que el ladrón era Loewenthal. Loewenthal, Aarón Loewenthal,
antes gerente de la fábrica y ahora uno de los dueños. Emma, desde 1916, guardaba el secreto. A nadie se lo había revelado, ni siquiera a su mejor
amiga, Elsa Urstein. Quizá rehuía la profana incredulidad; quizá creía que el secreto era un vínculo entre ella y el ausente. Loewenthal no sabía
que ella sabía; Emma Zunz derivaba de ese hecho ínmo un sentimiento de poder.
145
Filosofía
No durmió aquella noche, y cuando la primera luz denió el rectángulo de la ventana, ya estaba perfecto su plan. Procuró que ese día,
que le pareció interminable, fuera como los otros. Había en la fábrica rumores de huelga; Emma se declaró, como siempre, contra
toda violencia. A las seis, concluido el trabajo, fue con Elsa a un club de mujeres, que tiene gimnasio y pileta. Se inscribieron; tuvo que
repetir y deletrear su nombre y su apellido, tuvo que festejar las bromas vulgares que comentan la revisación. Con Elsa y con la menor
de las Kronfuss discutió a qué cinematógrafo irían el domingo a la tarde. Luego, se habló de novios y nadie esperó que Emma hablara.
En abril cumpliría diecinueve años, pero los hombres le inspiraban, aún, un temor casi patológico... De vuelta, preparó una sopa de
tapioca y unas legumbres, comió temprano, se acostó y se obligó a dormir. Así, laborioso y trivial, pasó el viernes quince, la víspera.
El sábado, la impaciencia la despertó. La impaciencia, no la inquietud, y el singular alivio de estar en aquel día, por n. Ya no tenía
que tramar y que imaginar; dentro de algunas horas alcanzaría la simplicidad de los hechos. Leyó en La Prensa que el Nordstjärnan,
de Malmö, zarparía esa noche del dique 3; llamó por teléfono a Loewenthal, insinuó que deseaba comunicar, sin que lo supieran las
otras, algo sobre la huelga y prometió pasar por el escritorio, al oscurecer. Le temblaba la voz; el temblor convenía a una delatora.
Ningún otro hecho memorable ocurrió esa mañana. Emma trabajó hasta las doce y jó con Elsa y con Perla Kronfuss los pormenores
del paseo del domingo. Se acostó después de almorzar y recapituló, cerrados los ojos, el plan que había tramado. Pensó que la etapa
nal sería menos horrible que la primera y que le depararía, sin duda, el sabor de la victoria y de la justicia. De pronto, alarmada, se
levantó y corrió al cajón de la cómoda. Lo abrió; debajo del retrato de Milton Sills, donde la había dejado la antenoche, estaba la carta
de Fain. Nadie podía haberla visto; la empezó a leer y la rompió.
Referir con alguna realidad los hechos de esa tarde sería difícil y quizá improcedente. Un atributo de lo infernal es la irrealidad, un
atributo que parece mitigar sus terrores y que los agrava tal vez. ¿Cómo hacer verosímil una acción en la que casi no creyó quien la
ejecutaba, cómo recuperar ese breve caos que hoy la memoria de Emma Zunz repudia y confunde? Emma vivía por Almagro, en la
calle Liniers; nos consta que esa tarde fue al puerto. Acaso en el infame Paseo de Julio se vio multiplicada en espejos, publicada por
luces y desnudada por los ojos hambrientos, pero más razonable es conjeturar que al principio erró, inadvertida, por la indiferente
recova... Entró en dos o tres bares, vio la rutina o los manejos de otras mujeres. Dio al n con hombres del Nordstjärnan. De uno, muy
joven, temió que le inspirara alguna ternura y optó por otro, quizá más bajo que ella y grosero, para que la pureza del horror no fuera
mitigada. El hombre la condujo a una puerta y después a un turbio zaguán y después a una escalera tortuosa y después a un vestíbulo
(en el que había una vidriera con losanges idénticos a los de la casa en Lanús) y después a un pasillo y después a una puerta que
se cerró. Los hechos graves están fuera del tiempo, ya porque en ellos el pasado inmediato queda como tronchado del porvenir, ya
porque no parecen consecutivas las partes que los forman.
146
Filosofía
¿En aquel tiempo fuera del tiempo, en aquel desorden perplejo de sensaciones inconexas y atroces, pensó Emma Zunz una sola
vez en el muerto que motivaba el sacricio? Yo tengo para mí que pensó una vez y que en ese momento peligró su desesperado
propósito. Pensó (no pudo no pensar) que su padre le había hecho a su madre la cosa horrible que a ella ahora le hacían. Lo pensó
con débil asombro y se refugió, en seguida, en el vértigo. El hombre, sueco o nlandés, no hablaba español; fue una herramienta para
Emma como ésta lo fue para él, pero ella sirvió para el goce y él para la justicia. Cuando se quedó sola, Emma no abrió en seguida
los ojos. En la mesa de luz estaba el dinero que había dejado el hombre: Emma se incorporó y lo rompió como antes había roto la
carta. Romper dinero es una impiedad, como tirar el pan; Emma se arrepintió, apenas lo hizo. Un acto de soberbia y en aquel día...
El temor se perdió en la tristeza de su cuerpo, en el asco. El asco y la tristeza la encadenaban, pero Emma lentamente se levantó y
procedió a vestirse. En el cuarto no quedaban colores vivos; el último crepúsculo se agravaba. Emma pudo salir sin que lo advirtieran;
en la esquina subió a un Lacroze, que iba al oeste. Eligió, conforme a su plan, el asiento más delantero, para que no le vieran la
cara. Quizá le confortó vericar, en el insípido trajín de las calles, que lo acaecido no había contaminado las cosas. Viajó por barrios
decrecientes y opacos, viéndolos y olvidándolos en el acto, y se apeó en una de las bocacalles de Warnes. Pardójicamente su fatiga
venía a ser una fuerza, pues la obligaba a concentrarse en los pormenores de la aventura y le ocultaba el fondo y el n.
Aarón Loewenthal era, para todos, un hombre serio; para sus pocos íntimos, un avaro. Vivía en los altos de la fábrica, solo. Establecido
en el desmantelado arrabal, temía a los ladrones; en el patio de la fábrica había un gran perro y en el cajón de su escritorio, nadie
lo ignoraba, un revólver. Había llorado con decoro, el año anterior, la inesperada muerte de su mujer - ¡una Gauss, que le trajo una
buena dote! -, pero el dinero era su verdadera pasión. Con íntimo bochorno se sabía menos apto para ganarlo que para conservarlo.
Era muy religioso; creía tener con el Señor un pacto secreto, que lo eximía de obrar bien, a trueque de oraciones y devociones.
Calvo, corpulento, enlutado, de quevedos ahumados y barba rubia, esperaba de pie, junto a la ventana, el informe condencial de
la obrera Zunz.
La vio empujar la verja (que él había entornado a propósito) y cruzar el patio sombrío. La vio hacer un pequeño rodeo cuando el perro
atado ladró. Los labios de Emma se atareaban como los de quien reza en voz baja; cansados, repetían la sentencia que el señor
Loewenthal oiría antes de morir.
Las cosas no ocurrieron como había previsto Emma Zunz. Desde la madrugada anterior, ella se había soñado muchas veces, dirigiendo
el rme revólver, forzando al miserable a confesar la miserable culpa y exponiendo la intrépida estratagema que permitiría a la Justicia
de Dios triunfar de la justicia humana. (No por temor, sino por ser un instrumento de la Justicia, ella no quería ser castigada.) Luego,
un solo balazo en mitad del pecho rubricaría la suerte de Loewenthal. Pero las cosas no ocurrieron así.
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Filosofía
Ante Aarón Loeiventhal, más que la urgencia de vengar a su padre, Emma sintió la de castigar el ultraje padecido por ello. No
podía no matarlo, después de esa minuciosa deshonra. Tampoco tenía tiempo que perder en teatralerías. Sentada, tímida, pidió
excusas a Loewenthal, invocó (a fuer de delatora) las obligaciones de la lealtad, pronunció algunos nombres, dio a entender otros
y se cortó como si la venciera el temor. Logró que Loewenthal saliera a buscar una copa de agua. Cuando éste, incrédulo de tales
aspavientos, pero indulgente, volvió del comedor, Emma ya había sacado del cajón el pesado revólver. Apretó el gatillo dos veces.
El considerable cuerpo se desplomó como si los estampidos y el humo lo hubieran roto, el vaso de agua se rompió, la cara la miró
con asombro y cólera, la boca de la cara la injurió en español y en ídisch. Las malas palabras no cejaban; Emma tuvo que hacer
fuego otra vez. En el patio, el perro encadenado rompió a ladrar, y una efusión de brusca sangre manó de los labios obscenos y
manchó la barba y la ropa. Emma inició la acusación que había preparado («He vengado a mi padre y no me podrán castigar...»),
pero no la acabó, porque el señor Loewenthal ya había muerto. No supo nunca si alcanzó a comprender.
Los ladridos tirantes le recordaron que no podía, aún, descansar. Desordenó el diván, desabrochó el saco del cadáver, le quitó
los quevedos salpicados y los dejó sobre el chero. Luego tomó el teléfono y repitió lo que tantas veces repetiría, con esas y con
otras palabras: Ha ocurrido una cosa que es increíble... El señor Loewenthal me hizo venir con el pretexto de la huelga... Abusó de mí,
lo maté...
La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a todos, porque sustancialmente era cierta.
Verdadero era el tono de Emma Zunz, verdadero el pudor, verdadero el odio. Verdadero también
era el ultraje que había padecido; sólo eran falsas las circunstancias, la hora y uno o dos nombres
propios.
(sacado de la página http://borges.netrms.com/borges8.htm)
6- En grupos, piensen casos en los que sean libres para actuar y relaciónenlo con el concepto de
libertad.
7- Discutan, en grupos, cuál es la posición de cada uno de ustedes frente a la violencia y presenten
argumentos para defender su postura. Una vez presentada dicha posición traten de defender la
contraria argumentando.
8- Analice la siguiente foto. ¿Qué clase de normativa se esta violando?
¿Qué cree usted que implica violar esta norma?
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