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LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
Pedro Aguirre
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Portada: Romance, Lacagnia Abrams, The Image Bank.
D.R. © Fundación por la Socialdemocracia de las Américas, A.C.
Oklahoma Núm. 84, Col. Nápoles, C.P. 03810, México, D.F.
Tels. 55 43 85 37 • 55 43 85 40 • 55 43 85 41
ISBN: 968-7533-20-X
Primera edición: diciembre de 2001
Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra,
por cualquier medio, sin contar con la autorización por
escrito del titular de los derechos. La persona que infrinja esta
disposición será sancionada legalmente.
Impreso y hecho en México
ÍNDICE


     

     






La utopía socialdemócrata
Desarrollo electoral de la socialdemocracia en Europa (1945-1979)
La Internacional Socialista
La crisis del paradigma socialdemócrata
Decisiones difíciles
       
Blair y la Tercera vía
Schroeder y el “nuevo centro”
El “Rebelde” Jospin
El resto de Europa
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  
Una transición histórica
¿Es de izquierda la nueva socialdemocracia europea?
Las otras terceras vías
Hacia un nuevo pensamiento progresista
La política exterior de la nueva socialdemocracia europea
La nueva socialdemocracia europea y el mundo en desarrollo
    
Crecimiento explosivo de opciones socialdemócratas
en América Latina
¿Tiene viabilidad la socialdemocracia en América Latina?
Brasil bajo el gobierno de Fernando Henrique Cardoso
Lecciones desde Argentina
Principios fundamentales de la socialdemocracia latinoamericana


















    
¿Dónde quedó la centroizquierda?
Elementos básicos para la construcción de una alternativa
socialdemócrata en México
El papel del Estado mexicano ante el libre mercado
Bases para la articulación de una política económica
socialdemócrata
Políticas sectoriales de promoción
La ausencia o insuficiencia de competencia
Acciones de apoyo frente a los efectos externos
Inexistencia de mercados para algunas actividades
Compensar problemas de acceso a la información
Propuestas generales para la instrumentación de una política
económica socialdemócrata
Políticas socialdemócratas para el mercado de trabajo
La política social de la socialdemocracia
Revalorar el papel de la sociedad civil
Ideas y propuestas para las políticas sociales
Lucha contra la discriminación por edad, género, raza
o capacidades diferentes
Los derechos de los ciudadanos ante la administración
y las empresas
Transparencia en la gestión pública
 
Declaración de París
Internacional Socialista: Declaración de Principios
Resolución del SICLAC de Jamaica (septiembre de 2000)
Resolución de SICLAC de Buenos Aires (junio de 2001)
Resolución de SICLAC de Managua (octubre de 2001)
Lista completa de los partidos miembros de la Internacional
Socialista

























A la memoria de Eulogio Aguirre Epalocho,
excepcional periodista y genial autodidacta.
9
INTRODUCCIÓN
Debemos renunciar al sueño de una sociedad futura que sea “completamente“ distinta y en la cual los hombres sean “completamente”
diferentes a como han sido hasta ahora y son aún hoy. Tenemos que
aprender a vivir en la duda, pues es productivo dudar. Tenemos que
dejar de buscar una única verdad y aprender a vivir con las diversas
verdades que forman nuestra vida.
É
WILLY BRANDT
ste es un libro que pretende ofrecer al lector un panorama general del desarrollo
de la socialdemocracia en el mundo, así como una reflexión sobre su situación actual
a raíz del surgimiento de la Tercera vía y un análisis sobre su viabilidad en México
y América Latina. La importancia de la socialdemocracia, como una de las grandes corrientes del pensamiento político universal, ha cobrado bríos en los últimos
años, con su renacimiento electoral en Europa, la aparición de la Tercera vía y la
eclosión de numerosas opciones socialdemócratas en América Latina. En México se
multiplican las organizaciones y corrientes que adoptan la socialdemocracia como
la guía inspiradora de su actividad política. Es por ello que la Fundación por la Socialdemocracia de las Américas publica esta obra, orientada a comprender cuál ha
sido la historia y en dónde reside la esencia de la socialdemocracia. Ahora que los
mexicanos debemos consagrarnos a la labor de consolidar nuestro aún incipiente
régimen democrático, la construcción de opciones políticas viables, responsables y
modernas se hace condición imprescindible. Sin duda alguna, la socialdemocracia,
entendida como una opción progresista empeñada en conciliar la necesidad de
respetar la libertad individual con el imperativo de implantar equilibrio social y
bienestar compartido, será una de estas opciones.
En las primeras partes del libro se estudia la socialdemocracia como una tendencia del pensamiento político fundamental en la historia contemporánea. En
el primer capítulo se hace un breve recorrido por la historia y el desarrollo de la
socialdemocracia en Europa desde el histórico Congreso de Gotha, de 1875, hasta
el inicio de la Segunda Guerra Mundial. En el segundo se aborda el tema del Estado
bienestar, desde su auge, una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, hasta su
crisis, evidenciada por la recesión internacional de los años setenta. El tercer capítulo
analiza el asombroso resurgimiento electoral socialdemócrata que ha tenido lugar
en Europa en el transcurso de la última década. El cuarto trata sobre la polémica
que se ha generado en torno a la renovación de la socialdemocracia, la aparición
10
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
de la Tercera vía y el estilo de gobernar de los actuales dirigentes socialdemócratas
europeos.
Los dos últimos capítulos están consagrados a reflexionar sobre la viabilidad de
la socialdemocracia en América Latina y México. Características muy distintas en los
renglones económico, social, político y cultural presenta nuestra región en relación
a las sociedades europeas. Las desigualdades sociales (muchas veces abismales), la
inexistencia de cultura y de tradiciones democráticas arraigadas, la debilidad de los
sistemas de partidos, las palmarias imperfecciones constitucionales y la concepción
patrimonialista del poder son, entre otros, factores que obstruyen el desarrollo de
la democracia en América Latina. En este contexto, pensar en la construcción de
una alternativa de centroizquierda viable debe, como premisa fundamental, tener
en cuenta el ominoso peso de nuestras realidades.
A pesar de los grandes obstáculos que la democracia debe enfrentar en América
Latina, esta región ha sido testigo del surgimiento de opciones inspiradas en la socialdemocracia europea. Sin embargo, estas opciones han contado con poca fortuna
en el momento de ocupar el gobierno, ya sea porque caen en la tentación populista
o porque se ven compelidas a aplicar las recetas neoliberales.
Por otra parte, se ha afirmado que en México el PRI, durante las décadas que ha
gobernado el país, ha adoptado algunas de las políticas propias de la socialdemocracia.
Sin embargo, el PRI gobernó el país, fundamentalmente, bajo una lógica autoritaria
y clientelista ajena por completo a la socialdemocracia.
Sin embargo, a pesar de los obstáculos y de los fracasos, pensar en la construcción de alternativas socialdemócratas en América Latina tiene sentido, precisamente por las profundas desigualdades sociales que nos afectan y por la necesidad
que tenemos de arraigar auténticos regímenes democráticos. La socialdemocracia
tiene como fundamental premisa la instauración de un Estado social democrático
y de Derecho que no renuncie, bajo ninguna circunstancia, a su compromiso como
garante de los mínimos derechos y de bienestar para la población. A eso deben
dedicar su actividad política los socialdemócratas latinoamericanos. La derecha
no ha cumplido con la tarea de moderar sus propuestas en lo concerniente a la
política social y al irrestricto respeto y tolerancia que se le debe a la vida personal
de los ciudadanos.
La socialdemocracia latinoamericana deberá adaptarse a las realidades que
cada país de la región presenta en los terrenos económico, político y social. Una
socialdemocracia mexicana que pretenda tener éxito deberá ajustarse a estos imperativos, constituir una alternativa incluyente y flexible que se aleje lo más posible
de ataduras ideológicas. Sin embargo, inmersos como estamos en una etapa de
INTRODUCCIÓN
11
transformaciones históricas, en el contexto de un mundo globalizante en constante
y vertiginosa evolución, deberá defender valores que se mantienen imperturbables:
tiene la obligación de aspirar a una sociedad en la que el hombre, como individuo,
alcance plena dignidad en la cultura, en el trabajo, en la seguridad y en la salud; y,
como integrante de la sociedad, afirme los sentimientos de solidaridad, tolerancia
y de búsqueda del bienestar colectivo.
En lo político, la socialdemocracia deberá ser patrocinadora de la democratización,
pero en el entendido de que esta labor requiere de ritmos adecuados para garantizar
su éxito. En México, es vital para nuestro futuro democrático saber acompasar los
cambios. Lo que está en juego es la construcción de una nueva cultura política basada
en la tolerancia y en la pluralidad. Se trata, sin duda, de un proceso largo y complejo
que demanda la participación activa y constante de toda la sociedad. Se debe insistir
en que la tarea de la transformación nacional es un ejercicio de corresponsabilidad,
que a todos involucra y a todos compromete.
Por eso es que se deberán impulsar reformas que no descuiden el problema de la
gobernabilidad. La búsqueda de la gobernabilidad democrática es una de las prioridades esenciales de nuestro país de cara al siglo XXI. La democratización necesitará
de una etapa de maduración para garantizar su arraigo y estabilidad. Para ello, se
deberá trabajar en la construcción de un régimen de partidos verdaderamente fuerte
y representativo, en el desarrollo de diseños constitucionales capaces de asegurar
en la mayor medida posible el buen desempeño de la actividad gubernamental,
en el fortalecimiento de nuestro federalismo y en el fomento de la responsabilidad política de los principales actores sociales. Si no somos capaces de lograr esta
gobernabilidad democrática, México será susceptible de caer, nuevamente, en la
tentación autoritaria.
En lo económico, la propuesta socialdemócrata tiene que ver, sobre todo, con el
papel que desempeña el Estado en la economía. La crisis del denominado “Estado
bienestar” nos ha obligado a repensar en los alcances y límites de la actividad gubernamental. Resulta claro que el Estado propietario y omnímodo que en todo pretende
intervenir e influir ya no corresponde a las necesidades impuestas por las realidades
del fin de siglo. La revolución científica y tecnológica, la intensificación de los vínculos comerciales y económicos entre las naciones, y la necesidad de incrementar
nuestra capacidad competitiva con el exterior son algunos de los factores que nos
han obligado a emprender un redimensionamiento del aparato estatal. En nuestros
días, ya es inconcebible un Estado obeso, despilfarrador y propietario. Se imponen
criterios de racionalidad en la distribución de los recursos, eficiencia administrativa,
impulso al sector privado, etcétera.
12
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
Sin embargo, esto no significa que el Estado deba abandonar por completo su
injerencia en el desarrollo económico y social de un país en vías de desarrollo, como
es el nuestro. El Estado moderno debe efectuar sus funciones de forma eficaz, para
disminuir costos y maximizar beneficios para la sociedad. Necesita impulsar al
sector privado, para convertirlo en el motor principal de la actividad económica,
pero también es indispensable que propicie la igualdad de oportunidades a través
de una justa distribución del ingreso. No es posible concebir una nación justa sin un
Estado que dedique buena parte de sus energías y recursos a atender las demandas
sociales más elementales, como son salud, educación, vivienda, etcétera. En México,
la lucha contra la pobreza y la inequidad es, y seguirá siendo, una de las misiones
estatales fundamentales.
Finalmente, una alternativa de socialdemocracia renovada en México deberá
siempre actuar con aquella altura intelectual de los partidos que no asumen un “credo de cruzada”, sino una actitud profundamente crítica del entorno real, y, como lo
propuso Crossman, utilizando una filosofía “escéptica pero no cínica; independiente,
pero no neutral; racional, pero no dogmáticamente racionalista”.
Pedro Aguirre
Diciembre de 2001
13
A
ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA SOCIALDEMOCRACIA
lemania fue la cuna de la socialdemocracia. En el Congreso de Gotha, celebrado en mayo de 1875, el Partido Socialdemócrata de los Trabajadores, comandado
por Augusto Bebel y Guillermo Liebknecht, se fusionó con la Asociación Única de
Trabajadores Alemanes, de Ferdinand Lassalle, y con otras corporaciones socialistas
y obreras más pequeñas, para establecer al Partido Laboral Socialista de Alemania.
Este partido postuló de inmediato un programa demasiado moderado y reformista para el gusto de los dos grandes teóricos del socialismo científico: Carlos
Marx y Federico Engels, fundadores de la denominada Asociación Internacional de
Trabajadores, comúnmente conocida como la I Internacional de 1864 (clausurada
formalmente en 1876), y quienes elaboraron duras críticas contra la nueva organización política, en particular, contra la propuesta lasalleana de utilizar el Estado
como un “instrumento para impulsar las reformas sociales”.1
El Partido Laboral Socialista fue intensamente perseguido por Bismarck, quien,
temeroso por el creciente arrastre electoral del socialismo, ordenó innumerables
arrestos contra sus principales líderes. Las luces rojas se encendieron en 1877, cuando
los socialdemócratas obtuvieron casi 500 000 votos en las elecciones parlamentarias
de ese año, con lo que lograron llevar a 12 diputados al Reichstag. Al año siguiente,
el Canciller de Hierro tomó como pretexto un par de fallidos atentados perpetrados
contra la vida del Kaiser Guillermo I para decretar algunas leyes represivas en contra
de todas las expresiones socialistas y socialdemócratas, ello, a pesar de que jamás
se probó la participación de militantes del partido en dichos atentados. Estas leyes
complicaban la celebración de reuniones y mítines socialdemócratas y obstruían
la distribución de la literatura de izquierda, pero no proscribieron la existencia del
partido, ni limitaron su participación electoral.
De hecho, a pesar de la represión, los socialdemócratas acrecentaron su influencia
día a día. En los comicios parlamentarios de 1890 la socialdemocracia alcanzó el
millón de votos. Al mismo tiempo, en Suiza comenzaba a imprimirse el periódico
El Socialdemócrata, órgano oficial de difusión ideológica del partido, que se contrabandeaba a Alemania a través de la frontera y que era dirigido por Eduard Bernstein,
importante pensador político conocido como el “padre del revisionismo” y cuya
valiosa aportación teórica fue capital en el desarrollo de la socialdemocracia.
Bernstein trabó conocimiento, durante su exilio en Londres, con la Sociedad
1
Karl Marx, Critique of the Gotha Program, Nueva York, International Publishers, 1971.
14
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
Fabiana, un grupo que postulaba una evolución gradualista al socialismo y que
mucho influyó en la creación y desarrollo del laborismo británico. Bernstein planteó
en su obra Socialismo evolucionario (1899), que el socialismo es el resultado final
del liberalismo “inherente a las aspiraciones humanas” y no mera consecuencia de
una revuelta contra el capitalismo de la clase media. Bernstein negaba que fuera
inminente el colapso del sistema capitalista, como lo afirmaban los marxistas
ortodoxos, y fue el primero en dejar de considerar a la burguesía como una clase
exclusivamente parasitaria y opresiva. También fue el primero en señalar que la
concentración de la industria productiva no se estaba dando en todos los campos
tan directa o rápidamente como Marx lo había predicho. Es decir, Bernstein fue el
primer pensador que adaptó la teoría socialista a las realidades sociales y políticas
del capitalismo avanzado, lo que para muchos lo convierte en el verdadero fundador
de la socialdemocracia.2
Para Bernstein, el camino era acelerar la conquista de reformas laborales y sociales. Así, bajo la constante y poderosa presión de un articulado movimiento político
socialista se lograría atemperar e incluso eliminar las inclinaciones y tendencias
hacia la explotación del capital. Las perspectivas de desarrollo social descansaban,
por lo tanto, en el avance constante de las conquistas sociales obtenidas por la vía
pacífica, no en la revolución o la violencia. A pesar de que en su momento Karl
Kautsky e incluso el más ecléctico Bebel consideraron algunas de las adelantadas
teorías de Bernstein como “heréticas”, lo cierto es que con el tiempo se convirtieron
en la columna vertebral de la ideología socialdemócrata.
Bismarck intentó contrarrestar el inusual desarrollo de los socialistas, como ya
lo había hecho en el pasado con otros adversarios, robando sus banderas. Hacia
finales del siglo XIX el gobierno del Reich promulgó una importante legislación
social y laboral en beneficio de los trabajadores. A esta iniciativa bismarkiana se le
conoció como la etapa del “socialismo de Estado”, una forma clara de paternalismo
estatal mediante la cual se procuró debilitar a la oposición mediante leyes dirigidas
a implantar condiciones más dignas en el trabajo. Sin embargo, la estrategia fracasó
y la socialdemocracia siguió creciendo. De hecho, se convirtió en el primer partido
de masas de Alemania. Era poderoso en las grandes ciudades y centros industriales, al contar con las simpatías de los obreros y artesanos, así como de numerosos
profesionistas e intelectuales. En 1912, conquistó, por primera vez en su historia, la
mayoría en el Reichstag, al ganar 110 diputados, y para 1914 era, sin ninguna duda,
E. Bernstein, M. Stege (comps.), Selected Writings of Eduard Bernstein, 1900-1921, London, Humanity Books; 1996,
págs. 312-419. Para un interesante análisis contemporáneo de la obra de Bernstein ver: M. Steger, The Quest for
Evolutionary Socialism: Eduard Bernstein and Social Democracy, London, Cambridge University Press, 1997.
2
ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA SOCIALDEMOCRACIA
15
la organización de masas más numerosa del mundo.3
Aunque el Partido Socialdemócrata sostenía formalmente las bases de la ideología
marxista en su programa, su comportamiento en el Reichstag tendía a posiciones
reformistas, actitud que provocó agrias discrepancias entre los revolucionarios
ortodoxos y los políticos moderados. En su congreso en Erfurt , en 1891, el partido
adoptó su actual nombre de Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD). Además,
aprobó un nuevo programa, redactado primordialmente por el pensador marxista
Karl Kautsky, en el cual el SPD seguía sosteniendo los principios fundamentales del
marxismo, reivindicaba la lucha por la abolición de las clases sociales, se declaraba
contrario a la explotación del hombre por el hombre y se pronunciaba en favor de la
destrucción del sistema capitalista y su sustitución por un régimen más justo y equitativo. Pero, en la práctica, se presentaba como un organismo natural de oposición, más
dedicado a obtener avances electorales que a aplicar doctrinas revolucionarias.
El Partido Socialdemócrata dependía del apoyo y patrocinio de grandes sindicatos
y otras asociaciones de trabajadores interesados, sobre todo, en el mejoramiento de
las condiciones del trabajo (el aumento de los salarios y la elevación de los niveles de vida
de los trabajadores), más que en el advenimiento de la “dictadura del proletariado”.
Aquí valdría la pena recordar las reflexiones que hace Robert Michels acerca del inevitable aburguesamiento del movimiento socialista “la lucha política permanente
requiere de organización permanente, el mantenimiento de un aparato, de una
burocracia partidista asalariada y de que el movimiento se involucre en actividades
económicas propias”.4
Los socialdemócratas también demandaban en el programa de Erfurt la separación definitiva de la Iglesia y el Estado, absoluta libertad de expresión y organización,
sufragio universal para la elección de todos los órganos legislativos, igualdad de
derechos para la mujer y aumentos en los impuestos a la burguesía.
A pesar de que fue uno de los principales impulsores de la creación de una Segunda Internacional en 1889 (para festejar el Centenario de la Toma de la Bastilla), el
Partido Socialdemócrata de Alemania nunca suscribió la tesis del “internacionalismo
proletario” (éste fue otro de los reproches de Marx al programa de Gotha). Si bien
es cierto que al principio se resistió a suscribir cualquier forma de militarismo o de
nacionalismo, gradualmente, en la proporción en la que aumentaba su importancia
electoral y las tensiones internacionales crecían, empezó a asumir compromisos
3
Roger Fletcher (comp.), Bernstein to Brandt: a Short History of German Social Democracy, Londres, Edward Arnold, 1987.
4
Robert Michels, Political Parties. A Sociological Study of the Oligarquical Tendencies of Modern Democracy, Nueva
York, Collier, 1962.
16
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
nacionalistas. “La socialdemocracia se considera a sí misma alemana antes que
proletaria” acabó por decir Kautsky. Al estallar la Primera Guerra Mundial, los parlamentarios del SPD votaron abrumadoramente por conceder al gobierno créditos
de guerra. Fue un momento nodal en la historia de la izquierda internacional. En
Alemania, como en el resto de Europa, la brecha entre reformistas y revolucionarios
se abrió aún más. Al terminar el conflicto, la unidad socialista se rompió y el sector
más radical se escindió para erigir al Partido Comunista de Alemania.
En efecto, socialdemócratas de casi todos los países beligerantes ignoraron los ideales
de solidaridad proletaria internacional a favor de las reivindicaciones patrióticas y la
solidaridad nacional. Esto provocó una división definitiva en el movimiento socialista
entre quienes estaban dispuestos a acatar los principios leninistas y quienes estaban
comprometidos con la democracia liberal y representativa. Los más radicales, los comunistas, se organizaron en la Internacional Comunista (Comintern, también conocida
como la Tercera Internacional, fundada por Lenin en 1919) y los socialdemócratas
siguieron con la Segunda Internacional.
En la República de Weimar, el SPD desempeñó una labor tan destacada como
ingrata. Bajo el liderazgo de Federico Ebert, último canciller del gobierno imperial
y primer presidente de Weimar (durante el periodo 1919-1925), el partido se responsabilizó, primero, de liquidar al viejo Reich, terminar con el caos revolucionario,
preparar el camino a la nueva república, alimentar a la población y firmar la paz
en los humillantes términos que los aliados impusieron en Versalles. Más tarde, se
distinguió como uno de los principales promotores de la República de Weimar, etapa
en la que integró perennemente la mayor fracción parlamentaria en el Reichstag y
se alió a otras fuerzas políticas moderadas en los intentos por salvar al régimen democrático. Lamentablemente, las pésimas condiciones económicas, el resentimiento
irreconciliable de grupos de la derecha ultranacionalista, la confusión y apatía del
centro, y el constante boicot de la izquierda radical, provocarían la destrucción de
la República y el ascenso al poder del nazismo.
Asimismo, las difíciles condiciones políticas y económicas que caracterizaron
a Alemania durante el periodo weimeriano, así como la necesidad que tuvieron
los socialdemócratas de aliarse con los partidos liberales y de centroderecha para
tratar de sacar adelante, aunque fuera medianamente, algún tipo de gobernabilidad, impidieron al SPD desplegar todas las políticas que estaban contempladas en
su ideario. Fue por esta razón que las medidas económicas aplicadas por la gran
cantidad de gobiernos que se sucedió durante esta agitada etapa tuvieron un corte
liberal clásico, en una época en la que estos esquemas tradicionales enfrentaban la
peor de sus crisis.
ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA SOCIALDEMOCRACIA
17
En general, la década de los treinta fue difícil para la socialdemocracia. El impacto de la recesión mundial que estalló en 1929 socavó la fuerza de los sindicatos
y la toma de poder de los nazis en Alemania significó la virtual destrucción de la
socialdemocracia en ese país. La principal y muy significativa excepción a esta
regla se dio en Escandinavia, donde se establecieron los fundamentos de un largo
predominio socialdemócrata gracias a que en estos casos si fue posible llevar a cabo
políticas más acordes con los programas de la socialdemocracia.
En efecto, antes de que terminara el siglo XIX, la socialdemocracia se extendió por
toda Europa. En Suecia fue fundado, en 1889, el Partido Socialdemócrata Laborista
Sueco, el cual hasta la fecha conserva el récord de ser el partido socialdemócrata
que más tiempo ha ocupado el poder. Bajo la guía de Hjalmar Branting el partido
fue creciendo en influencia y prestigio desde que inició el siglo XX. Fue, en buena
medida, gracias a la socialdemocracia que Suecia se mantuvo neutral en la Primera
Guerra Mundial, a pesar de que existieron numerosas presiones de diversos grupos
de interés que pretendían concretar una alianza con las potencias centrales, y también la postura razonable de los socialdemócratas coadyuvó para que se concretara
la separación pacífica del Reino de Noruega en 1905.
Durante la Gran Guerra el Partido Socialdemócrata colaboró estrechamente con
el gobierno nacional, lo que provocó que los grupos más radicales abandonaran
el partido. A pesar de ello, la socialdemocracia logró consolidar su posición como
una de las principales organizaciones políticas del país en las elecciones legislativas
celebradas en 1917, participando, como socio minoritario de los liberales, en el gobierno de coalición que se formó en 1918. Branting se convirtió en primer ministro
durante breves periodos en 1920, 1921-1923 y 1924-1925. Fue sustituido por Per
Albin Hansson como máximo dirigente socialdemócrata, quien ocupó la jefatura
del gobierno sueco desde 1932 hasta el día de su muerte, ocurrida en 1946.
En febrero de 1878 nació el Partido Socialdemócrata Danés. Esta organización
creció muy rápido electoralmente y en 1916, atendiendo la emergencia que representaba la Primera Guerra Mundial, accedió a formar parte de la coalición gobernante.
Su dirigente, Thorvald Stauning, ocupó la jefatura de gobierno efímeramente de 1924
a 1926 y de 1929 hasta su muerte, ocurrida en 1942, durante la ocupación nazi.
En Noruega el partido laborista (originalmente llamado socialdemócrata) fue
por mucho tiempo considerado como la más radical de las organizaciones socialdemócratas europeas. Fue fundado en 1887, y al principio trabajó exclusivamente
por los intereses de los sindicatos, pero al despuntar el siglo XX dio prioridad a su
actividad política y electoral. Durante la Primera Guerra Mundial, al contrario de
lo que sucedió con la mayor parte de los partidos socialdemócratas europeos, los
18
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
socialdemócratas noruegos mantuvieron una postura pacifista y antiimperialista, a
tal grado que sus militantes decidieron que el partido se afiliara a la Tercera Internacional. Sin embargo, las diferencias con los comunistas no tardarían en aflorar,
lo que llevó a la creación de un nuevo partido de corte socialdemócrata en 1927,
ajeno por completo a la línea comunista. Un año más tarde, la socialdemocracia
se convirtió en la organización política más grande del país y se hizo responsable,
efímeramente, por primera vez del gobierno, bajo la dirección de su líder Christian
Hornsrud. Tras este breve primer desempeño gubernamental, los socialdemócratas
volvieron al poder en 1932 encabezando una coalición con el Partido Agrario y con
Johan Nygarrdsvold como primer ministro, gobierno éste sí duradero que se mantuvo
hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
Disfrutando de condiciones considerablemente más propicias, los socialdemócratas escandinavos fueron capaces de gobernar aplicando políticas más audaces.
Siguiendo fundamentalmente las políticas de control de la demanda preconizadas
por Knut Wickesell, Gustav Cassel, Gunnar Myrdal y el resto de los representantes de
la llamada “Escuela de Estocolmo”, corriente precursora de Keynes, los socialdemócratas escandinavos consiguieron hacer frente a los peores estragos del desempleo,
en contraste con el fracaso de los socialdemócratas alemanes y de los laboristas británicos que a la sazón se vieron obligados a seguir las doctrina económicas clásicas
derrumbadas ante el embate de la recesión mundial.
La experiencia escandinava de los años treinta y cuarenta fue crucial para la
concepción moderna de la socialdemocracia, ya que implicó una reducción en el
conflicto de clases y un acomodo entre capital y trabajo, sobre la base del aumento
de los derechos de protección social y un compromiso compartido para la consecución del pleno empleo. Asimismo, implantó los fundamentos de las que serían
las características definitorias de la socialdemocracia posterior a la Segunda Guerra
Mundial: la influencia de la política económica keynesiana y la economía mixta.
Las teorías del brillante economista John Maynard Keynes estaban orientadas a la
resolución del problema del desempleo que había causado estragos durante los años
treinta. Otorgaban papeles determinados al mercado y al Estado, el Estado tenía la
función dentervenir donde la falta de demanda amenazara con producir desempleo.
Era esencialmente una estrategia diseñada para hacer frente a la tendencia inherente
al capitalismo de seguir ciclos de boom económico y depresión. El atractivo para los
socialdemócratas fue la promesa de pleno empleo. A cambio de esto, los partidos
socialdemócratas aceptaron los fundamentos del capitalismo y el control privado de
la economía. Por su parte, el capital tuvo que aceptar algún grado de intervención
estatal, tanto en la gestión global de la economía como en el control del proceso de
ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA SOCIALDEMOCRACIA
19
distribución de la riqueza.
La adopción de la economía mixta como objetivo deseable más que como lamentable necesidad se basó en la presunción de que las técnicas de control de la
demanda habían eliminado el paro masivo, la característica más inaceptable del capitalismo. Es en la adopción de la economía mixta en lo que más se puede parecer la
socialdemocracia a un “capitalismo controlado o reformista”. Los componentes más
específicamente socialistas estaban contenidos en el compromiso con la extensión
del Estado del bienestar y la creencia en la igualdad. La extensión del derecho de
bienestar social fue una función de la creencia en la igualdad concebida como parte
de una transformación de la que los sectores menos privilegiados de la sociedad
se beneficiarían de forma no proporcional. La creencia en la igualdad era más que
una creencia en la igualdad de oportunidades o de derechos ciudadanos. Había un
compromiso con la redistribución de los ingresos, por más que esto se mostraba
muy difícil de poner en funcionamiento.5
En la base de este conjunto de políticas había una serie de supuestos acerca de
la conveniencia y factibilidad del crecimiento económico. Fue el supuesto del crecimiento lo que hizo posible el acomodo entre capital y trabajo. Con el crecimiento fue
posible prever un incremento continuo del gasto en bienestar social y de los ingresos
de la clase obrera, sin tener que elevar los impuestos sobre la renta hasta niveles
punitivos ni reducir los niveles de vida de las clases media y propietaria. Prometía,
por tanto, ser una estrategia electoral de éxito, siempre y cuando se pudiera alcanzar
y mantener el crecimiento económico.
El socialismo democrático tendría una implantación importante en Francia
durante la III República. Desde su origen, el movimiento socialista francés se ha
distinguido por ser una de las principales fuerzas políticas del país, pero también se
ha caracterizado por sus ingentes divisiones internas, por el excesivo personalismo
ejercido por buena parte de sus líderes y por constantes y muchas veces escandalosos
altibajos en su presencia electoral.
Diversos grupos y asociaciones políticas representaron a los socialistas en Francia
durante el periodo de la III República (1870-1940). Los más importantes fueron:
el Partido Obrero Francés, nacido tras el Congreso de Saint-Étienne de 1882 bajo
el liderazgo de Paul Brousse, que postulaba la necesidad de establecer alianzas de
coyuntura con los partidos “burgueses” para lograr avances sociales; los socialistas
independientes, grupo de intelectuales progresistas dedicado a la reflexión econóKlaus Misgeld y Klas Amark (eds.), Creating Social Democracy: A Century of the Social Democratic Labor Party in
Sweden, Londres, Longman, 1983.
5
20
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
mica al que pertenecieron Jean Jaurés y Alexandre Millerand, y los herederos de
los “blanquistas”, corriente anarquista fundada por Auguste Blanqui, que decidió
abandonar la acción revolucionaria para fundar un partido político legal. Todas
estas formaciones fueron estigmatizadas como “posibilistas” por sus adversarios,
los marxistas ortodoxos.
Fue justamente Jaurés, el principal líder histórico del socialismo francés, quien
estableció claramente el perfil democrático del movimiento, al asegurar que “La
democracia es el terreno más sólido en el que puede estar parada la clase obrera [...]
el sedimento que la burguesía reaccionaria no puede romper sin que se abran a sus
pies fisuras que provoquen su propia caída en el abismo”.6
Los “posibilistas” lograron fusionarse en 1905 para formar la Sección Obrera de la Internacional Francesa (SFIO). Esta sección se convirtió de inmediato en
uno de los partidos más influyentes de Francia, aunque las disensiones internas
no terminaron con la unificación. Al estallar la Primera Guerra Mundial, algunos
sectores nacionalistas se escindieron para poder hacer más explícito su apoyo a las
políticas del gobierno. Más tarde, la Revolución Bolchevique fue el acicate para que
los grupos más radicales anunciaran su separación de la SFIO en la Conferencia de
Tours de 1920, y procedieran a la formación al Partido Comunista Francés.
Pero a pesar de estas escisiones, la SFIO se mantuvo como una formación poderosa
e influyente. Durante los años veinte y treinta, los socialistas actuaron como aliados
del Partido Radical, y en el breve lapso que corrió entre 1936 y 1937 la SFIO fue el
principal soporte del gobierno del Frente Popular, que dirigió Léon Blum. Tras la
derrota francesa frente a los nazis, la mayor parte de los militantes del partido se
unió a la Résistance, encabezada desde Londres por el general De Gaulle.
En el Reino Unido, justo al comenzar el siglo XX, en el año de 1900, se fundó
en Londres el Comité Laborista de Representación (LRC) con la participación de la
gran mayoría de las uniones sindicales (Trade Unions), el Partido Laborista Independiente, la Federación Socialdemócrata y la Sociedad Fabiana. En 1906, el LRC se
transformó en el Partido Laborista y James Ramsey MacDonald fue elegido su primer
secretario general. Desde su origen, el laborismo británico adquirió una orientación
centrista dedicada a promover políticas moderadas de reforma social, aún más que
las promovidas a la sazón por las organizaciones socialistas y socialdemócratas del
continente europeo.
El pragmatismo laborista era resultado de los poderosos nexos del partido con
Citado por Adam Przeworski, Capitalism and Social Democracy, Londres, Cambridge University Press, 1989, pág.
16.
6
ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA SOCIALDEMOCRACIA
21
los sindicatos, más preocupados por la conquista de mejoras materiales para sus
agremiados que de la concreción de los postulados del marxismo. Asimismo, a la
formación del Partido Laborista concurrieron influencias como las ejercidas por la
Sociedad Fabiana, el Movimiento Cooperativista, la Federación Socialdemócrata y
hasta el socialismo cristiano, organizaciones y corrientes fundadas todas ellas hacia
finales del siglo XIX, comprometidas en la consecución del establecimiento del socialismo en forma gradual y humanista.
Las posiciones no ideologizadas del Partido Laborista y la habilidad de MacDonald
de presentarse como un dirigente tenaz pero moderado incrementaron la presencia
del partido en la Cámara de los Comunes, que en 1910 llegó a 42 representantes.
Al estallar la Primer Guerra Mundial, el laborismo se sumó al esfuerzo bélico, no
sin sostener antes un ríspido debate interno. Al finalizar dicho conflicto, el partido
se vio amenazado por escisiones de grupos tanto a la derecha como a la izquierda.
Los más radicales acusaban al laborismo de ser demasiado centrista. Sus dirigentes
temieron entonces la posibilidad de perder la simpatía de la clase trabajadora y redactaron unos nuevos estatutos y un nuevo programa con un tinte más socializante,
con el propósito de definir claramente al Partido Laborista como la única alternativa
progresista contra los conservadores ante el caótico divisionismo que imperaba en
el Partido Liberal.
Los nuevos estatutos centralizaban más la estructura partidista y postulaban,
en su Cláusula Cuarta (que con el tiempo se haría célebre), la nacionalización de
todos los medios “de producción, distribución y cambio”. En el nuevo programa,
llamado El Laborismo y el Nuevo Orden Social, los laboristas, por primera vez,
convocaban a luchar por la implantación del socialismo. En la elección de 1922, los
laboristas se convirtieron, por primera vez, en la oposición oficial al gobierno de
Su Majestad en el parlamento, al ganar 142 escaños. Dos años después, MacDonald
encabezaría durante nueve meses un gobierno minoritario con el apoyo, pero sin
la participación, de los liberales. En 1929, el laborismo obtuvo una significativa
victoria electoral al conquistar 288 asientos en la Cámara de los Comunes (47%
del total) imponiéndose por segunda vez MacDonald como primer ministro. Pero
al poco tiempo (1931), MacDonald tomó la decisión de formar un gobierno “nacional” en coalición con los conservadores, hecho que provocó una grave escisión
en el Partido Laborista y su consecuente debilitamiento electoral, el cual pudieron
superar gracias al advenimiento al liderazgo del partido, en 1935, de Clement Attlee
quien logró darle al laborismo un renovado sentido de cohesión interna.
En los comicios de 1935, los laboristas lograron 154 escaños (contra los 52 obtenidos en 1931), defendiendo la plataforma electoral más izquierdista postulada
22
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
por el partido hasta la fecha, en la que pugnaban por la nacionalización de la banca,
de las industrias eléctrica, del carbón y del acero, de los transportes y de la tierra,
así como por un sistema de planeación económica centralizada y en favor de un
agresivo programa de inversión pública para fomentar el empleo y de la implantación de profundas reformas sociales. Los laboristas se mantuvieron en la oposición
hasta 1940, año en que la Segunda Guerra Mundial obligó a conservadores, liberales y laboristas a establecer un gobierno de unidad nacional bajo la conducción de
Winston Churchill.
Partidos socialdemócratas, laboristas y socialistas democráticos fueron implantados en la mayor parte de las naciones europeas más pequeñas: en Bélgica (1885),
Holanda (1878), Suiza (1878) y Austria (1888) siguiendo, en mayor o menor medida,
el mismo patrón de desarrollo y crisis que el experimentado por sus organizaciones
hermanas en las grandes naciones europeas.
Desde luego, Europa Meridional no estuvo exenta del arribo del socialismo democrático. El Partido Socialista Italiano nació en 1892, encabezado por Philipo Turati.
Al igual que todos los partidos socialistas laboristas y socialdemócratas europeos,
su influencia electoral creció durante los años previos a la Primera Guerra Mundial.
Los socialistas italianos fueron de las pocas organizaciones afiliadas a la Segunda
Internacional que se mantuvieron fieles al ideal internacionalista, y que rechazaron
la participación de Italia en la guerra, actitud que, entre otras cosas, provocó la
salida del partido de uno de sus dirigentes que estaba en pro de la guerra: Benito
Mussolini. Al terminar la guerra el PSI decidió sumarse a la Tercera Internacional
en 1919, pero los grupos más moderados lograron, a principios de 1920, que el
congreso del partido rechazara algunos de los 21 puntos que era necesario suscribir
para lograr la afiliación a la Tercera Internacional, uno de los cuales se refería a la
completa subordinación a las directrices emanadas del Partido Comunista de la
Unión Soviética. Los representantes de la Tercera Internacional demandaron en el
congreso la completa aceptación de los 21 puntos, lo que fue rechazado por una
estrecha mayoría. Esta votación provocó la escisión del sector más radical, que formó el Partido Comunista Italiano. Tanto socialistas como comunistas pasaron a la
clandestinidad al arribar el fascismo al poder en 1923 y fueron muy activos dentro
del movimiento de resistencia.
Los orígenes del socialismo español datan de 1869 cuando se formó la sección
española de la Primera nternacional. Pero no tardaría esta organización en caer bajo
el control de los anarquistas, y no fue sino hasta 1879 que, de manera clandestina, se
fundó en Madrid el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en torno a un núcleo
de intelectuales y obreros, fundamentalmente tipógrafos, encabezados por Pablo
ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA SOCIALDEMOCRACIA
23
Iglesias. El PSOE fue así uno de los primeros partidos socialistas que se fundaron en
Europa, como expresión de los afanes e intereses de las nuevas clases trabajadoras
nacidas de la Revolución Industrial. Pronto el PSOE vería crecer el número de afiliados
así como su nexo con organizaciones obreras, en especial con la Unión General de
Trabajadores (UGT), fundada en Barcelona en 1888.
En las elecciones generales de 1910 Pablo Iglesias fue electo para ocupar un
escaño y se convirtió en el primer diputado socialista en la historia de España. Esta
progresiva implantación del socialismo español permitió plantear una importante
crítica social y una creciente contestación popular a las limitaciones políticas de la
Restauración, cuyo sistema era esencialmente autoritario.
La condición no beligerante de España durante la Primera Guerra Mundial,
iniciada en 1914, generó un cierto desarrollo económico que permitió que determinados sectores de la burguesía amasaran importantes fortunas, mientras que los
trabajadores sufrían las consecuencias de una tremenda subida de precios, que
disminuía por días la capacidad adquisitiva de sus salarios. El malestar ante esta
situación, junto a la creciente demanda de libertades más efectivas planteadas por
amplios sectores de la población, dio lugar a un ambiente de movilización social a
favor de un cambio político, a cuyo frente se pusieron el PSOE y la UGT, encabezando
un movimiento huelguístico que conmocionó al país en agosto de 1917 y que fue
duramente reprimido.
Los acontecimientos de la Revolución Rusa de octubre de 1917 y la fundación de
la Tercera Internacionel por Lenin introdujeron, como lo hemos visto, elementos
de división en el movimiento obrero internacional. En España, como en Italia, el
intento de “dirigismo” de la Internacional Comunista suscitó un vivo debate en el
PSOE, que dio lugar a que los militantes bpartidarios de Lenin lo abandonaran para
fundar el Partido Comunista de España (PCE).
En 1931 el Rey Alfonso XIII fue forzado a abdicar por el descontento general y se
instaló un gobierno provisional republicano, con Niceto Alcalá Zamora Torres como
presidente, que conquistó logros importantes como libertades de palabra y prensa ,
voto a las mujeres y, lo mas importante, la separación del Estado y la Iglesia.
Tras los siete años de dictadura militar del general Primo de Rivera, la alternativa
republicana, apoyada por el PSOE, triunfó en las elecciones del 14 de abril de 1931,
dando lugar a la inmediata instauración de la II República, en un clima de entusiasmo
popular. Los candidatos socialistas, en coalición con los republicanos, obtuvieron 115
escaños en el Parlamento. Juntos emprendieron una decidida política de reformas
impulsada por un Gobierno en el que estaban presentes tres ministros socialistas:
Largo Caballero, Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos.
24
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
La derecha logró un importante apoyo en las elecciones de noviembre de 1933,
dando lugar al desplazamiento de las fuerzas progresistas del poder. El endurecimiento de las posiciones conservadoras y el fuerte impacto popular causado por la
represión de la revolución de Asturias, provocaron la unión de las fuerzas progresistas
republicanas en un único bloque político. En la elección de 1936 surgió una alianza
electoral de socialistas, comunistas, Trotskistas, sindicalistas y anarquistas bajo el
nombre de Frente Popular que lograron una implacable victoria contra los partidos
de derecha; Casares Quiroga fue electo primer ministro, lo que permitió continuar
la política de reformas iniciada en 1931. Sin embargo, estas expectativas se vieron
truncadas por el golpe de estado militar que, alentado por la derecha española,
sumió al país en una cruenta guerra civil que se prolongó desde 1936 a 1939 y que
culminó con la imposición de la larga dictadura encabezada por el general Francisco
Franco, la cual proscribió la existencia de los partidos políticos e inició una bestial
persecución de los socialistas.
25
A
AUGE Y CRISIS DEL ESTADO BIENESTAR
l terminar la Segunda Guerra Mundial, en la mayor parte de las agotadas y
derruidas naciones europeas se establecieron las bases para que se iniciara el auge de
la socialdemocracia bajo un esquema que ya había sido experimentado ampliamente
y con éxito en Escandinavia, y que consistía, según palabras de Mark Kesselman, en
los siguientes factores: “En primer lugar, la aceptación de la economía capitalista se
combina con una amplia intervención del Estado a fin de contrarrestar el desarrollo desigual. En segundo lugar, se utilizan métodos de regulación keynesianos para
conseguir crecimiento económico, salarios elevados, estabilidad de precios y pleno
empleo. En tercer lugar, la política estatal consiste en redistribuir el excedente de
forma progresiva, a través de programas de bienestar social, la seguridad social y la
legislación sobre impuestos. Y, finalmente, la clase obrera está organizada en un partido socialdemócrata mayoritario estrechamente ligado a un poderoso movimiento
sindical centralizado y disciplinado”.1
El auge que conoció la socialdemocracia durante las dos décadas y media que
sucedieron a la Segunda Guerra Mundial fue tal, que para 1970 era generalizada la
opinión en medios académicos e intelectuales de que el paradigma socialdemócrata de
compromiso con el liberalismo político, el Estado del bienestar, la economía mixta
controlada por principios keynesianos y la transformación gradual de la sociedad
en un sentido igualitario era más capaz de proporcionar la base para lograr un
amplio consenso social que las propuestas sustentadas por la democracia cristiana
y los partidos conservadores. Los partidos socialdemócratas se beneficiaron de la
tendencia hacia la secularización que golpeó a la derecha y de la prosperidad y paz
social mantenidas en gran parte de Europa Occidental que restaron atractivo a la
izquierda comunista. Asimismo, la propuesta socialdemócrata empezaba a ser atractiva incluso para los sectores de la burguesía. Por ejemplo, el crecimiento del gasto
público promovido por los gobiernos socialdemócratas creó una nueva burocracia
en el sector público que, a diferencia de la burguesía tradicional, era proclive a apoyar
a los partidos socialdemócratas.
Este nuevo concepto de socialdemocracia encontró su expresión más popular
1
Mark Kesselman, “Prospects for Democratic Socialism in Advanced Capitalism: Classs Struggle and Compromise
in Sweden and France”, en Politics and Society, número 11, Londres, págs. 397-438.
2
C.A.R Crossland, The Future of Socialism, Londres, Routledge, 1964. (Versión revisada. Publicado por primera
vez en 1956), págs. 84-85.
26
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
y de mayor influencia en los escritos de Anthony Crosland, especialmente en The
Future of Socialism (1956). En el que el autor enumera cinco principios básicos para
la socialdemocracia: liberalismo político, economía mixta, Estado bienestar, políticas
económicas de tipo keynesiano y compromiso con la igualdad social.2
LA UTOPÍA SOCIALDEMÓCRATA
En efecto, tendencias significativas presentes en las sociedades europeas a partir
de 1945 y hasta el principio de los años setenta permitieron vislumbrar un futuro
socialdemócrata. Inició un largo y sostenido periodo de crecimiento económico,
prácticamente sin paralelo en la historia, el cual se dio en un ambiente de concordia
y hasta de colaboración interclasista. El desarrollo económico coincidió con una
etapa de sustancial moderación del conflicto de clase. Además, al crecer la economía y hacerse cada vez más importante el sector servicios, las sociedades europeas
experimentaron la constante reducción numérica de los trabajadores manuales. Se
corroboraban acentuadamente las teorías de Bernstein, mientras que las concepciones
marxistas quedaban desacreditadas.
El clima reinante queda muy bien resumido en un pasaje de Seymour Martin
Lipset en Political Man: “Los problemas políticos fundamentales de la Revolución
Industrial han sido solucionados: los trabajadores han alcanzado la ciudadanía social y política; los conservadores han aceptado el Estado de bienestar y la izquierda
democrática ha reconocido que un incremento del poder global de Estado acarrea
más riesgos para la libertad que soluciones para los problemas económicos.”3
Este panorama permitió la aparición de nuevos empleos para las nuevas generaciones que se beneficiaron de la eclosión de una economía moderna. Surgieron nuevas
oportunidades de hacer carrera en el campo de la educación, las nuevas tecnologías,
y las profesiones de asistencia social. Estos acontecimientos animaron a los partidos
socialdemócratas de Europa a alejarse de una orientación más o menos exclusiva
hacia el trabajador industrial y volverse, en cambio hacia un tipo de partido popular
interclasista (Volkspatei)4 que procurara captar simpatizantes, y ya no tanto militantes, en todos los estratos de la sociedad. En estos años se dio el fenómeno descrito
por Adam Przeworski sobre la transformación de los partidos socialdemócratas de
3
Seymour Martin Lipset, El hombre político, Madrid, Tecnos, 1987, pág. 106. (Publicado por primera vez en inglés
en 1959.)
4
Roger Fletcher, (compilador), Bernstein to Brandt: a Short History of German Social Democracy, Edward Arnold,
Londres, 1987, capítulo IV.
AUGE Y CRISIS DEL ESTADO BIENESTAR
27
“monoclasistas” a “policlasistas” a fin de obtener mayorías electorales.5
Estas tendencias necesariamente acabaron por desarticular las estrategias marxistas en torno al conflicto de clases y provocaron el acomodo de las clases trabajadoras
dentro del capitalismo moderno y democrático. Los cambios en la estructura de
clases, la extensión de la prosperidad y la moderación del conflicto proletariadoburguesía condujeron a los socialdemócratas a reducir el papel de la ideología.
Esta evolución alcanzó su apogeo en la redacción del Programa de Bad Godesberg,
adoptado por el Partido Socialdemócrata alemán en 1959, el cual tuvo su paralelo
en evoluciones similares de otros partidos socialdemócratas europeos.
En el terreno intelectual, la socialdemocracia dominó durante estos años. El
marxismo estaba cada vez más desacreditado por su identificación con el ominoso
régimen dictatorial que imperaba en la Unión Soviética y por los abominables
acontecimientos que tuvieron lugar en Europa Oriental durante esta etapa, tales
como las sangrientas intervenciones soviéticas en Hungría (1956) y Checoslovaquia (1968). El liberalismo era generalmente considerado como pasado de moda.
El conservadurismo encontró menos simpatizantes intelectuales en un periodo de
cambios demográficos y sociales y aparentaba avanzar hacia la dirección socialdemócrata del capitalismo controlado. La socialdemocracia parecía ser una doctrina
que estaba a tono con las realidades modernas en su aceptación del capitalismo,
mientras que aún retenía un poderoso atractivo idealista gracias a su compromiso
con la redistribución y la igualdad.
En términos electorales, la socialdemocracia fue cobrando cada vez más presencia. Sin embargo sus éxitos en las urnas no correspondían fielmente a su primacía
dentro del debate intelectual, sobre todo a causa de la capacidad de muchos partidos
de centroderecha para gobernar aplicando políticas básicamente socialdemócratas.
En este sentido, fue notoria la manera en que las diversas administraciones conservadoras que gobernaron en la Gran Bretaña en este periodo, las democristianas en
Alemania, las gaulistas y liberales en Francia, así como las de expresiones liberales y
de centroderecha en buena parte de Europa Occidental, aplicaron medidas típicamente socialdemócratas de apuntalamiento del Estado bienestar. Fue hasta finales
de los años sesenta que se consolidó una tendencia bastante clara a favor de los socialdemócratas, con partidos de centroizquierda gobernando en Alemania, Suecia,
Austria (1970), Dinamarca (1971), Finlandia, Reino Unido y Noruega (1970), y
5
Adam Przeworski, Capitalism and Social Democracy, Londres, Cambridge University Press, 1989 (cuarta reimpresión), capítulos 1 y 3.
28
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
participando en las coaliciones gubernamentales en Bélgica e Italia. Aparentemente
este retrato del avance electoral estaba sólidamente fundamentado, como lo veremos
a continuación.
DESARROLLO ELECTORAL DE LA SOCIALDEMOCRACIA EN EUROPA
(1945-1979)
En Alemania, En abril de 1945, unos días antes del colapso final del III Reich, el SPD
resurge con Kurt Schumacher como su presidente. En los años de la ocupación militar aliada, el partido se reconstruiría rápidamente para recuperar en poco tiempo
su poderosa influencia en la clase obrera. Después de participar decisivamente en
la redacción de la Ley Fundamental (con las aportaciones del ideólogo Carlo Schmid) y de disputar con la CDU cerradamente las primeras elecciones federales de
1949, el SPD entró en una fase de declive electoral que lo condenó a muchos años
de militancia en la oposición, en parte por errores y obstinaciones de su dirigencia,
y en parte por el éxito de los democristianos en el gobierno gracias a su “milagro
económico” y a su capacidad al aplicar políticas socialdemócratas de desarrollo del
Estado bienestar.
Para la socialdemocracia alemana los cambios eran urgentes. El SPD no podía
seguir siendo un partido de la Alemania de Weimar en la Alemania contemporánea.
Necesitaba transformarse de un partido socialista de la clase obrera a una organización pragmática pluriclasista. En su histórica conferencia de Bad Godesberg (1959)
se divulgó un nuevo programa básico en el que los resquicios de la herencia marxista
quedaban definitivamente desterrados. El anticlericalismo a ultranza, las nacionalizaciones de los medios de producción, la lucha de clases y el determinismo económico
pasaban para los socialdemócratas al territorio del olvido incluso en el plano meramente retórico. Ahora reivindicaban la intención de construir un partido moderno
con una amplia base social y nacional no excluyente, que reconocía las ventajas
del libre mercado regulado de cerca por un Estado de bienestar, e incluso rescataba
para sí algunos postulados ético-filosóficos del cristianismo y del humanismo.
Gracias al programa de Bad Godesberg y a la presencia de una nueva generación
de dirigentes (Karl Schiller, Willy Brandt, Herbert Wehner, Helmut Schmidt), la
socialdemocracia empezó a recuperar el terreno perdido. En 1966 entró al gobierno
junto con la CDU y, tres años más tarde, Willy Brandt se convirtió en el primer canciller socialdemócrata de la RFA, en coalición con los liberales. Se inició así un largo
periodo de predominio del SPD. Brandt desplegó una intensa actividad internacional
con la prioridad de normalizar las relaciones con los países del Este, en especial con
AUGE Y CRISIS DEL ESTADO BIENESTAR
29
la URSS y la RDA (la Ostpolitik), lo que le valió el Premio Nobel de la Paz en 1971.
Poco tiempo después (1974), se vio obligado a dimitir en virtud de un escándalo de
espionaje. En su relevo entró Helmut Schmidt, quien gobernó hasta 1982, año en el
que se rompió la alianza con los liberales.
En Francia, una vez terminada la guerra, y ya estando vigente en el país la Constitución de la IV República, la SFIO sufrió escisiones, además de que debió enfrentar, a
la izquierda del escenario político, la competencia del poderoso Partido Comunista,
fortalecido por su heroico desempeño en la Résistance. A pesar de ello, la SFIO fue
central en el desarrollo de la IV República, participando en la mayor parte de los
gobiernos y encabezando algunos de ellos. Asimismo, la influencia socialista se dejo
sentir de manera notable en las medidas adoptadas por las administraciones de la IV
República, sobre todo en lo concerniente a la política de nacionalizaciones. La SFIO
fue también uno de los partidos que más coadyuvaron a impulsar la participación de
Francia en los esfuerzos europeístas, tales como la creación del Consejo de Europa,
de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero y, más tarde, de la Comunidad
Económica Europea.
Tras el colapso de la IV República, la SFIO apoyó, en un principio, el retorno
del general De Gaulle al poder. Pero pronto las diferencias entre los gaullistas y
los socialistas aflorararon, sobre todo en el tema de la reforma constitucional, y la
sfio se pasó a la oposición, lugar donde estaría ininterrumpidamente durante los
siguientes 23 años.
El principal dirigente socialista desde el fin de la guerra hasta 1969 fue el maestro
Guy Mollet, quien había sido miembro activo de la Résistance. Mollet tuvo siempre
una carrera política sobresaliente (fue primer ministro de febrero de 1956 a mayo
de 1957), pero el liderazgo que ejerció sobre la SFIO fue sumamente personalista, y
sus posturas políticas fueron cada vez más oportunistas. Estas dos peculiaridades
del liderazgo de Mollet promovieron divisiones dentro del partido y repercutieron
negativamente en la pujanza electoral socialista. En las elecciones para la Asamblea
Constituyente de 1945, la SFIO ganó 23.8% de la votación, convirtiéndose en la segunda formación política del país, sólo detrás de los comunistas. Pero, a partir de ese
momento, el partido vería el nivel de su votación reducirse elección tras elección,
hasta conseguir un ridículo 5% para el candidato oficial de la SFIO en los comicios
presidenciales de 1969.
Tras el desastre de 1969, Mollet dimitió al liderazgo socialista. Al partido le urgía
revitalizarse si es que de verdad pretendía volver al poder. En 1969, la SFIO cambió
su nombre para convertirse en el Partido Socialista Francés (PSF), organización que
dos años más tarde se vería considerablemente fortalecida al recibir en su seno a
30
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
las organizaciones y “clubes políticos” dirigidos por François Mitterrand, quien ha
sido, indudablemente, uno de los grandes estadistas de Francia y, también, uno de
los más polémicos.
Mitterrand fue un político centroizquierdista que participó como ministro de diferentes carteras en once gobiernos durante la IV República. Rápidamente se convirtió
en uno de los dirigentes más populares de Francia. Al arribar De Gaulle al poder y
proclamarse la V República, Mitterrand fue el opositor más destacado del régimen,
e incluso obligó a De Gaulle a participar en una segunda ronda en las elecciones
presidenciales de 1965. Viejo zorro de la política, Mitterrand actuó siempre como
un firme aliado del PSF, aunque sólo ingresó formalmente a él una vez que Mollet se
retiró y que los socialistas manifestaron una verdadera vocación de cambio.
En 1971, Mitterrand fue designado nuevo dirigente del PSF. Bajo las órdenes de
su nuevo jefe, el partido inició una intensa etapa de reformas estructurales, que lo
llevaron, en poco tiempo, a recuperar su importante presencia en las urnas. Asimismo,
el nuevo liderazgo fue capaz de completar con éxito un esfuerzo unificador encaminado a incluir en al partido a la mayor parte de las fuerzas políticas socialistas y
centroizquierdistas importantes del país. En 1974, se uniron un importante sector del
Partido Socialista Unificado (PSU), dirigido por Michel Rocard, y la Confederación
Francesa Democrática del Trabajo. Ese mismo año, Mitterrand estuvo a punto de
salir electo presidente de la República, al obtener en la segunda vuelta apenas 1.6%
de menos votos que su rival de derecha.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, Clement Attlee y otros destacados laboristas trabajaron en un gobierno de unidad nacional para hacer frente a los nazis, bajo
la dirección del conservador Winston Churchill. Estos hombres reconstruyeron la
imagen de su partido, convirtiéndolo en una alternativa convincente de gobierno para
el futuro. Al finalizar el conflicto, los laboristas presentaron al electorado un amplio
programa de reformas económico-sociales, que incluía la intención de conducir al
Estado con un criterio de beneficio social (dominio estatal de la economía y políticas
de pleno empleo), proponía la nacionalización de importantes ramas industriales y
demandaba la descolonización de los principales dominios del Imperio Británico.
Como resultado, el Partido Laborista triunfó ampliamente en la primera elección
de la posguerra (junio de 1945).
El gobierno reformador de Clement Attlee duró seis años. Las innovaciones impulsadas en este periodo fueron tan trascendentes, que los gobiernos conservadores
subsiguientes las respetaron en su mayor parte. Se habían colocado los cimientos
del Estado bienestar.
Obligados a permanecer en la oposición durante la mayor parte de los años
AUGE Y CRISIS DEL ESTADO BIENESTAR
31
cincuenta, los laboristas reconstruyeron su organización y escaparon al peligro de
la desintegración (motivado por divisiones internas) gracias a la labor de Hugh
Gaitskell, quién se empeñó en dar al partido una imagen aún menos doctrinaria. El
sucesor de Gaitskell fue Harold Wilson político, pragmático que ocupó la jefatura del
gobierno por ocho años en total, derrotando a los conservadores en cuatro ocasiones.
En 1976, Wilson se retiró de la política en activo, y fue remplazado como premier y
como líder del partido por James Callaghan. La etapa Wilson-Callaghan se distinguió
no sólo por el pragmatismo, sino también por un creciente distanciamiento entre el
partido y los sindicatos, así como por un resurgimiento de las inconformidades en
el ala izquierda, caracterizada por la creciente rebeldía de numerosos back benchers
y de elementos del Comité Ejecutivo Nacional (NEC).
En Escandinavia, región en donde, como hemos visto, se desarrollaron de manera
más genuina las políticas socialdemócratas, la fortuna electoral de la centroizquierda
conoció de vaivenes, salvo en Suecia, nación que vivió la hegemonía socialdemócrata
durante todo el periodo de la posguerra hasta 1976, año en el que, por primera vez
desde 1932, la socialdemocracia fue derrotada en las urnas. En cambio, Dinamarca,
Noruega y Finlandia sí experimentaron una alternancia entre socialdemócratas,
liberales y conservadores. Sin embargo, la derecha gobernó aplicando las recetas
tradicionales de la socialdemocracia y respetó, cuando no impulsó, los supuestos
básicos del Estado bienestar. El mismo esquema tuvo vigencia, en mayor o menor
medida, en las naciones pequeñas de Europa occidental y en Italia, donde el Partido
Socialista se convirtió en perenne socio minoritario del gobierno de la democracia
cristiana desde 1963.
LA INTERNACIONAL SOCIALISTA
Otra evolución importante de la socialdemocracia fue la adopción de un nuevo
concepto de internacionalismo, muy distinto al proclamado por Marx y Engels en
la Primera Internacional. Ante la creciente e incontenible tensión entre Este y Oeste
que caracterizó al mundo de la posguerra, la socialdemocracia estuvo identificada
de manera inequívoca con las formas de la democracia liberal y con las instituciones
parlamentarias occidentales.
En 1951 fue fundada en Frankfurt la Internacional Socialista (IS), que en los hechos
sustituye a la Segunda Internacional, en un congreso inaugural al que asistieron 106
delegados representantes de 34 partidos de tendencia socialdemócrata y en el que
se aprobó un documento de principios fundamentales que incluía los presupuestos
básicos del socialismo democrático. La IS se comprometió, como organización mul-
32
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
tilateral de alcance global, a coadyuvar en la lucha por establecer una “Tercera vía
entre el totalitarismo comunista y las injustas inequidades e injusticias sociales del
capitalismo”. Antileninista por antonomasia en todas sus visiones, la Internacional
Socialista consideraba al socialismo y a la democracia como dos conceptos “perfectamente compatibles”, y de hecho consideraba que el uno no era posible sin el otro.
Asimismo, el documento fundacional de la IS sostenía, entre otras cosas:
1. El capitalismo ha demostrado su incapacidad de funcionar sin provocar crisis
recurrentes y desocupación masiva.
2. El comunismo internacional es el instrumento de una nueva y atroz forma
de imperialismo.
3. No puede haber socialismo sin libertad.
4. El socialismo democrático es un movimiento internacional que no exige
uniformidad de opiniones.
5. La política socialista aspira al pleno empleo, al aumento de la producción el incremento del bienestar, a la seguridad social y a una justa distribución del ingreso
y la riqueza.
El contexto internacional en el que resurge la Internacional Socialista estaba
marcado por el enfrentamiento militar e ideológico entre Estados Unidos y la Unión
Soviética, así como por la confrontación de sus respectivas zonas de influencia. En
tal sentido, la IS expresó la disposición de los partidos socialdemócratas a apoyar
la defensa colectiva de Occidente, aunque cabe aclarar que no todos los partidos
participaron en la misma medida ni con el mismo entusiasmo en las obligaciones
derivadas de la pertenencia a la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
LA CRISIS DEL PARADIGMA SOCIALDEMÓCRATA
Sin embargo, justo cuando parecía estar en su apogeo, el paradigma socialdemócrata entró de manera vertiginosa y un tanto insólita en una grave crisis. La aparente
infalibilidad de un futuro socialdemócrata encontró ingentes desafíos en los años
setenta. La idea de elaborar una política económica supervisada y controlada por el
Estado más que por el mercado debió ser revisada ante la volatilidad de los precios
del petróleo, la recesión del comercio internacional, un déficit histórico en la balanza
de pagos estadounidense y las alarmantes presiones ejercidas sobre las políticas de
pleno empleo. Agobiados por la crisis y la consecuente disminución en su poder de
compra, los electores, sobre todo los de clase media, se hicieron cada vez más reacios
AUGE Y CRISIS DEL ESTADO BIENESTAR
33
a cubrir los altos niveles impositivos que constituían una de las concomitancias
esenciales del Estado bienestar socialdemócrata.
Los partidos socialdemócratas también se vieron desafiados por un nuevo enfoque
sobre cuestiones medioambientales durante los años setenta, que pareció desmantelar
algunos de los supuestos de la socialdemocracia sobre las bondades del crecimiento
a destajo. Por otra parte, la estrategia estadounidense de instalar armas nucleares
de alcance medio en Europa Occidental, acentuada, sobre todo, a partir del arribo
de la administración Reagan en Estados Unidos (1981-1989), impulsó rápidamente
la proliferación de movimientos pacifistas. Las condiciones estaban dadas para que
iniciara el auge de una corriente posmoderna y contracultura, heredera directa de
los movimientos antisistema surgidos en 1968.
Para la socialdemocracia, la dificultad de desarrollar una respuesta coherente a
estos retos condujo a una tensión entre la denominada “política de militancia” y la
“política de poder”, es decir, entre el tipo de política aceptable para los militantes y
miembros de base de los partidos y el tipo de política requerida para mantener a los
partidos socialdemócratas en el poder.
La década de los ochenta representó un doble reto para los partidos socialdemócratas ya que, por un lado, emergió una poderosa corriente neoliberal cuyos dos
representantes más emblemáticos fueron Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Los
gobiernos socialdemócratas que aún se encontraban en el poder se vieron obligados
a virar considerablemente sus políticas hacia la derecha, para desconcierto de sus
propios correligionarios y decepción de buena parte de la clase intelectual. Reflejo
de este hecho es una sentencia escrita en 1980 por Ralf Dahrendorf: “El fin de la
fuerza histórica del consenso socialdemócrata se hizo evidente cuando no sólo dejó
de promover el cambio y nuevos avances sino que comenzó a producir sus propias
contradicciones y no podía abordarlas eficazmente. Los socialdemócratas de derecha
que administran poder son criaturas tristes ya que resulta obvio que representan al
mundo de ayer”.6
Existe un acuerdo general entre los politólogos y analistas americanos y europeos
de que la socialdemocracia, en el sentido establecido por Crosland y Kesselman, perdió fuerza y coherencia intelectual en algún momento de los años setenta. Las causas
son diversas. Las ideas y medidas políticas socialdemócratas a menudo fueron puestas
en práctica por sus oponentes políticos, y eso al final contribuyó a su descrédito. Los
problemas intelectuales asociados con el paradigma socialdemócrata condujeron a
Ralf Dahrendorf, Life Chances: Approaches to Social and Political Theory, Weidenfeld and Nicolson, 1980, págs.
106-107.
6
34
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
una pérdida de hegemonía sobre otras ideologías a medida que la socialdemocracia
sufría cada vez más ataques de críticos tanto de la izquierda como de la derecha.
En un principio esto no se reflejó en los resultados electorales de los partidos socialdemócratas, sino en la creciente dificultad que estos partidos experimentaron al
intentar poner en práctica sus ideas, las cuales muchas veces se reflejaron únicamente
en términos de la subida del precio del petróleo en 1973-1974 y su efecto sobre el
comercio mundial y los presupuestos gubernamentales.
La crisis del petróleo de 1973, como freno al crecimiento económico, dañó
significativamente la capacidad de los gobiernos para la realización efectiva de una
política keynesiana; pero los problemas y dificultades en torno a la perspectiva keynesiana se formaron antes de 1973. El problema más obvio del keynesianismo fue
una inherente inclinación al crecimiento de los gastos del Estado y de la inflación. El
crecimiento ineludible de los gastos estatales tiene diversas raíces. El keynesianismo
asumió que la demanda podía ser controlada racionalmente. Sin embargo, dado el
compromiso para alcanzar el pleno empleo, los sindicatos no pusieron límite alguno
a las reivindicaciones salariales, tuvieran o no un efecto inflacionario.
La política keynesiana partía de dos supuestos: que los gobiernos gocen de suficiente autonomía para poder actuar racionalmente y que exista mercado suficiente
para que pueda funcionar el control del mercado. Puede fracasar si alguno de estos
presupuestos es falso. Intereses poderosos pueden obstruir la puesta en práctica de
una política o bien pueden tener la suficiente independencia de las fuerzas del mercado como para ignorar una política que no se ajusta a ellos. En la práctica ocurren
ambas cosas, produciéndose una maligna interacción. Los grandes sindicatos pueden
llevar los precios de los productos y del trabajo a niveles que se sitúan al margen de los
mercados internacionales competitivos. Empresas y sindicatos pueden entonces
forzar a los gobiernos temerosos de un colapso industrial a dar subsidios de desempleo. De este modo una inflación inducida por los sindicatos puede desencadenar
una inflación de demanda al tiempo que los gobiernos intentan salvar industrias y
empleos.7
Los gobiernos socialdemócratas intentaron evitar este problema procurando
apelar al sentido de responsabilidad de los sindicatos. Esto se hacía normalmente
haciéndoles alguna oferta más amplia en lo correspondiente a otras prerrogativas y
prestaciones como compensación por la limitación salarial. Pero en los años setenta,
a medida que un número creciente de trabajadores accedía a disfrutar un modo de
7
R. Skidelsky, The Decline of Keynesian Politics, Londres, Crouch Books, 1979.
AUGE Y CRISIS DEL ESTADO BIENESTAR
35
vida próspero basado en el consumismo, resultó cada vez más difícil conseguir que
los sindicatos aceptasen la limitación de ingresos.
La base racional de la política salarial keynesiana se había desgastado. Además,
debido a los imperativos de la competencia electoral, los gobiernos habían encontrado más fácil estimular la demanda y ampliar los derechos de bienestar social que
elevar el nivel de impuestos. Esto se podía mantener en un periodo de crecimiento
continuo, pero causó enormes problemas en cuanto se planteó algún tipo de obstáculo
al crecimiento.8 Finalmente, mucho pesó lo que Rose y Peters llamaron la inercia
del gasto público:
Los costes de la política de gasto público no reflejan la demanda del
momento, sino decisiones anteriores. Representan compromisos expresados en leyes que autorizan y exigen al gobierno un gasto anual
para fines establecidos [...] Cualquier gobierno de nueva elección se
ve inmediatamente comprometido con este gasto, a no ser que desee
arriesgarse a suscitar el malestar político derivado de la sustitución
de medidas que proporcionan unos beneficios en los que millones de
ciudadanos confían.9
Pero las contrariedades económicas apenas representaron una faceta de la crisis
de la socialdemocracia tradicional. En este difícil periodo también surgió una amplia
gama de ataques a casi todo el resto de los conceptos y presupuestos fundamentales
socialdemócratas, lo que sin duda fue un revés significativo, ya que el aspecto más
relevante de la socialdemocracia en los años cincuenta y sesenta había sido su superioridad intelectual respecto a las doctrinas de izquierda y derecha.
El crecimiento era y continúa siendo un presupuesto básico del enfoque socialdemócrata, por lo que el freno al crecimiento debido a la recesión que siguió a la
subida del precio del petróleo amenazó seriamente al consenso socialdemócrata. Pero,
al mismo tiempo, y lo que es más sorprendente, en ese momento la propia idea de
crecimiento comenzó a verse sometida a una crítica intelectual sostenida. Apareció
toda una corriente de libros, ensayos y artículos, siendo la obra de mayor incidencia
Los límites del crecimiento, publicado en 1972 por el Club de Roma, que centraba su
atención en la naturaleza finita de los recursos de la tierra y las implicaciones que
S. Brittan, The Economics Contradictions of Democracy, Londres, British Journal of Political Science, número 5,
págs. 129-159.
9
Richard Rose y G. Peters, The Political Consequences of Economic Overload, Glasgow, University of Strathclyde,
1977, págs. 49-53.
8
36
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
un crecimiento continuado tendría en su agotamiento.
Las críticas procedentes del Club de Roma fueron muy leídas y tuvieron una enorme difusión. Una crítica algo posterior de Fred Hirsch en su obra Los límites sociales
del crecimiento hizo mella en lo que hasta entonces había sido el imponente edificio
intelectual de la socialdemocracia de Crosland. Hirsch argumentó que los límites
del crecimiento no eran sólo físicos sino también sociales. Los límites sociales del
crecimiento están ligados a la idea de bienes de posición. “Los bienes de posición son
aquellos que no pueden ser distribuidos más ampliamente o más equitativamente por
el avance en la escala o efecto de goteo sin alterar su valor como bienes. El ejemplo
paradigmático de un bien de posición es estar de puntillas a fin de poder ver algo
mejor.”10 Este argumento tuvo ciertas consecuencias sobre la visión croslandiana. Si
tomamos en consideración un dominio central de la política como es la educación,
vemos que ésta pierde su valor como bien en la medida que un mayor número de
personas la poseen. Esto significa que los conflictos entre distintos grupos no podrán
ser eliminados ni siquiera en un periodo de crecimiento, ya que existen conflictos
inherentes a la distribución, lo que Hirsch llamó “La compulsión distributiva”. En
un periodo sin crecimiento el conflicto, como es obvio, se acentúa y se comienza a
cuestionar la factibilidad de la socialdemocracia tradicional.
No menos grave resultaba el problema del desmedido crecimiento de la burocracia. La consecución de objetivos socialdemócratas en la economía, la educación y el
bienestar social implicaba la creación de grandes burocracias. Tal como se ha visto
antes, un efecto de esto fue la creación de reservas de apoyo potencial a los partidos
socialdemócratas entre el personal empleado en este sector. En los años setenta, el
elemento burocrático de la política socialdemócrata comenzó a ser ampliamente
concebido como un importante inconveniente, y gran parte de las críticas provinieron
de la izquierda. Desde finales de los sesenta en adelante esto tuvo su expresión en un
renovado énfasis en la devolución del poder a la participación de base, en conferir
a la gente el control de su propio entorno industrial y político. Esta versión se vio
tremendamente reforzada por el entusiasmo hacia la democracia participativa generado en el movimiento de mayo de 1968, que surgió a partir de los acontecimientos
de aquel año en Francia y que se extendió de una forma u otra hacia casi todos los
países de Europa occidental.
Las grandes burocracias estatales fueron también diana de los ataques de
la derecha, cuya solución consistía en restablecer la autoridad del mercado.
10
A. Ellis y K. Kumar, Dilemas of Liberal Democracies, Londres, Tavistock, 1983, págs. 47-48.
AUGE Y CRISIS DEL ESTADO BIENESTAR
37
Mientras que la izquierda proponía democratizar las burocracias, la derecha
“neoliberal” abogaba por desmantelarlas todas y dejar que el mercado asignase
los recursos.
Una vez cuestionados el sistema fiscal y la burocracia, pasaría poco tiempo para
que el propio Estado del bienestar fuese atacado. Desde los tiempos de Bismarck en
Alemania y de Lloyd George en Gran Bretaña se había dado un avance regular de
la seguridad social reemplazando la seguridad limitada, que ofrecían los sindicatos
o mutualidades, por la cobertura universal y uniforme respaldada por el Estado.
Socialdemócratas tradicionales, como Crosland, habían argumentado de modo
convincente que el objetivo socialista de una mayor igualdad social y una sociedad
más solidaria y justa se alcanzaría a través de una economía controlada y el Estado
del bienestar.11 Desde el punto de vista del neoliberalismo y de la nueva derecha,
empero, el estado del bienestar obstaculizaba la vía hacia la recuperación económica
y una economía de mercado próspera. El principio de universalidad ligado al bienestar social fue reemplazado por un principio de selectividad que oportunamente
serviría de justificación para reducir la proporción de poblaciones asistidas y las tasas
de subsidio por pagar, exigiéndose a aquellos ciudadanos que se lo podían permitir
que complementasen la provisión del Estado, recurriendo a los servicios financieros
proporcionados por el sector privado.
Las declaraciones de principio en favor del Estado del bienestar a veces estuvieron
acompañadas por los argumentos adversos de quienes sencillamente se oponían
a cualquier gobierno del cual no formaran parte, y a veces por los argumentos de
aquellos cuyo trabajo consistía en repartir favores y servicios que se proponía recortar. Hubo también problemas derivados de la oposición a la racionalización de
una estructura que se había desarrollado mediante un proceso de expansión y no
había conseguido adaptarse, tan rápidamente como era necesario, a los cambios en
la estructura habitual.
Por otro lado, para los marxistas y otros radicales la idea de introducir cambios
estructurales por medio del Estado liberal era poco realista: el desempleo masivo, los
recortes en el gasto social y las reducciones a los impuestos de los ricos, argumentaban, eran una advertencia de que sólo era tolerable en la medida que no interfiriese
la lógica de producción. En resumen, tanto si se observa desde la izquierda como de
la derecha, la legitimidad del Estado de bienestar, al igual que la del keynesianismo,
se había debilitado intelectual y moralmente.
11
C. A. R. Crosland, op. cit., pág. 73.
38
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
Resultó sumamente significativo que buena parte de las críticas a la socialdemocracia provinieran de la izquierda marxista que, se suponía, estaba definitivamente
desacreditada y desterrada. En efecto, durante las dos décadas siguientes a la guerra,
la socialdemocracia se enfrentaba a un marxismo intelectualmente moribundo.
Una faceta sorprendente del periodo que se inicia a finales de los años sesenta fue
la recuperación de la vitalidad intelectual de la tradición marxista que condujo a
una renovada crítica por parte de marxistas a la socialdemocracia. Muchas de estas
críticas no hicieron sino repetir los viejos clichés de que la socialdemocracia era sencillamente una “trampa” para animar una falsa conciencia y socavar el destino de la
clase obrera a derribar el capitalismo. También se escribió mucho sobre el supuesto
fracaso de la redistribución bajo gobiernos socialdemócratas.
Sin embargo, la critica más interesante y que tuvo mayor influencia estaba contenida en La crisis fiscal del Estado, de James O’Connor. El argumento central de
O’Connor se resume así: “El crecimiento del capitalismo monopolista intensifica
la tendencia a la superproducción, conduciendo al desempleo y la crisis. A fin de
legitimar las relaciones capitalistas el Estado debe tapar esta brecha creciente a base
de incrementar sus gastos, de aquí elwarfare-welfare state. Dado que este gasto no
genera posteriores ingresos, el déficit presupuestario tiende a incrementarse”.12
De este modo, la crisis fiscal surge como resultado de las exigencias irreconciliables del capital monopolista y del excedente de población sobre el Estado. Sidelski
apuntó atinadamente que si el argumento de O’Connor es correcto, entonces la
fórmula socialdemócrata de acomodo con el capitalismo es ilusoria.13 Aunque su
pronóstico acerca del establecimiento del socialismo pueda suscitar una gran dosis
de escepticismo, existen pocas dudas de que su diagnóstico de los márgenes cada vez
más estrechos disponibles para el Estado ha tenido gran influencia y ha debilitado
el apoyo intelectual a la socialdemocracia.
DECISIONES DIFÍCILES
Los años setenta resultaron ser una década difícil para los partidos socialdemócratas.
Como se ha señalado, la recesión, a una escala sin precedentes desde los años treinta,
puso cruelmente de manifiesto las limitaciones de la política keynesiana. Agobiados por las duras realidades que presentaba la crisis económica y por los cada vez
más poderosos cuestionamientos intelectuales que provenían tanto de la izquierda
12
Como es citado por W. Paterson y A. Thomas, El futuro de la socialdemocracia, Valencia, Edicions Alfons el
Magnanim, 1992, pág. 31.
13
Ibid, pág. 33.
AUGE Y CRISIS DEL ESTADO BIENESTAR
39
neomarxista y eurocomunista como de la derecha neoliberal, los partidos socialdemócratas se vieron compelidos a desarrollar distintas respuestas y estrategias para
intentar mantener su viabilidad como opciones plausibles de poder.
Una estrategia consistía en la pretensión de que las dificultades intelectuales
y prácticas planteadas no habían existido o, aun cuando hubieran existido, sólo
habían tenido una importancia a corto plazo. Con esto, los partidos confiaron en
la impopularidad de sus oponentes, frente a los cuales las propias personalidades y
política podrían resultar atractivas por contraste. Bastante extendida al principio
de la recesión, esta estrategia nunca fue abandonada del todo por ninguno de los
partidos más importantes y alcanzó algún éxito, aunque bastante efímero, en 1988
en el caso del gobierno Michel Rocard en Francia.
La segunda estrategia consistía en subrayar los elementos de tipo socialdemócrata
que acentúan la disciplina y el control, lo que fue adoptado por el gobierno de Helmut Schmidt en Alemania (1974-1982) y el de James Callaghan en el Reino Unido
(1976-1979). Consistía en dar relieve a la política de rentas y a las relaciones corporativistas, formalmente en el caso del gobierno de Callaghan e informalmente en el
de Schmidt. Esta opción necesariamente implicaba una reducción al máximo de la
dimensión transformadora de la socialdemocracia. El resultado fue una considerable
tensión entre los miembros del gobierno y, aún más notablemente, entre los miembros del gobierno y miembros del partido no pertenecientes al parlamento, quienes
respondieron desfavorablemente al ver sus expectativas bruscamente truncadas.
Esta opción fue descrita muy bien por el ex primer ministro laborista James Callaghan, quien alguna vez, haciendo un análisis sobre las medidas que se vio obligado
a aplicar durante su gobierno, comentó:
Solíamos pensar que se podía salir de un periodo de recesión e incrementar el nivel de empleo a base de reducir impuestos y elevar los gastos
del Estado. Puedo decir con franqueza que esta opción ha dejado de existir y que, en la medida en que pudo existir, funcionó a base de inyectar
inflación en la economía. Y cada vez que eso ocurría el nivel medio de
desempleo crecía. Una más alta inflación, seguida por un mayor nivel
de desempleo. Ésta es la historia de los últimos veinte años.14
La tercera opción consistía en desplazarse hacia la izquierda. Esta estrategia fue
adoptada por partidos en la oposición, como el Partido Laborista en Gran Bretaña
después de 1979, el Partido Socialista Francés durante los años anteriores a su llegada
14
Citado en S. Driver y Luke Martell, New Labour Polity Press, Londres, 1988, pág. 55.
40
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
al poder o los socialdemócratas daneses después de abandonar el gobierno en 1982.
Pero aunque resultaba muy popular para los miembros del partido, electoralmente
fue sumamente infructuosa.
La elección entre estas estrategias a menudo resultó muy dolorosa, animando
al fraccionalismo y a la disidencia en el seno de los partidos, hizo que los partidos fueran más difíciles de manejar que en el pasado. Fue también un proceso
acompañado por divisiones. En Gran Bretaña los autoproclamados herederos de
la socialdemocracia se separaron para formar un partido a la derecha. La política
seguida por el gobierno de Schmidt fue factor decisivo para que muchos socialdemócratas alemanes abandonaran el SPD y jugasen un papel clave en la fundación
de los Verdes.
Las relaciones con los sindicatos, uno de los sustentadores electorales tradicionales de los partidos socialdemócratas y laboristas, ingresó en un territorio sumamente escabroso como resultado de todos los contratiempos y fatigas que acabamos
de describir. La escala y profundidad de la recesión, y las presiones que ésta ejerció
contra los sindicatos también hicieron que resultase más difícil que en el pasado la
armonía entre el ala obrera y el ala política de la socialdemocracia. A medida que se
profundizaba la recesión, el desempleo crecía rápidamente. Esto planteó un severo
problema a los partidos socialdemócratas puesto que el pleno empleo constituía un
elemento central y estaba en la base del pacto con sus aliados en los sindicatos.
El debate entre ambientalistas y defensores del crecimiento, que en un principio
se dio básicamente en el terreno intelectual, tuvo consecuencias de largo alcance
para un gran número de partidos socialdemócratas. En Suecia, Austria y Alemania
Occidental, en particular, los valores “posmodernistas” demostraron tener gran
aceptación entre muchos miembros de la generación joven, sin embargo, estas ideas
resultaban generalmente poco atractivas para quienes estaban más estrechamente
implicados en el proceso productivo. El delicado equilibrio de intereses opuestos se
sumaría más tarde a las dificultades planteadas a las direcciones de los partidos.
El plano de la política internacional en nada ayudó a la socialdemocracia a superar
sus dilemas. La elección de Ronald Reagan como presidente de Estados Unidos y el
abandono de la política de distensión durante su presidencia afectaron seriamente
el consenso que hasta entonces había permitido a la mayor parte de los partidos
socialdemócratas europeos manifestar su apoyo a la Alianza del Atlántico Norte.
Surgió un intenso debate interno dentro de la centroizquierda sobre la actitud que
Europa debía asumir ante la belicosidad del hollywoodiano mandatario estadounidense, lo que contribuyó a debilitar aún más la imagen de la socialdemocracia ante
el electorado progresista.
AUGE Y CRISIS DEL ESTADO BIENESTAR
41
Agotadas las principales premisas que le habían permitido ejercer una primacía
ideológica durante dos décadas, la socialdemocracia empezó a naufragar electoralmente. Los años ochenta fueron dominados por políticos de centro derecha,
que gobernaron prácticamente en todas las naciones industrializadas durante este
periodo, salvo por algunas notables excepciones, e incluso los pocos gobiernos
socialistas que se formaron durante esta difícil etapa fueron obligados a adoptar
políticas económicas parecidas a las implantadas por sus colegas en el auge de la
ola neoliberal. El predominio de la centroderecha, reafirmada por las apabullantes
reelecciones de Reagan (1984), de Thatcher (1983 y 1987) y de Helmut Kohl (1987
y 1990) se caracterizó, sobre todo, por el prevalecimiento de fundamentos generales
de política que, básicamente, consistían en aplicar medidas financieras, monetarias
y económicas destinadas a controlar la inflación, impulsar la iniciativa privada,
mantener un rígido control presupuestal, que afectó de manera notable los gastos
de beneficio social, limitar el tamaño y alcance de la actividad gubernamental en la
economía mediante políticas de privatizaciones y reorientar las medidas fiscales en
beneficio de la inversión privada y de las clases medidas.
43
EL RENACIMIENTO ELECTORAL DE LA SOCIALDEMOCRACIA
EN EUROPA
D
urante las últimas dos décadas, casi todos los principales partidos socialdemócratas y de izquierda democrática del mundo se han adaptado sus proposiciones y
propuestas a las nuevas realidades internacionales, con el propósito central de resultar
electoralmente atractivos y mantenerse, así como alternativas viables y creíbles de
poder. Este fenómeno es particularmente cierto para el caso del continente europeo.
La adopción de esta estrategia fue obligada, en buena medida, por la eclosión de
la denominada “revolución neoliberal”, que tuvo lugar en los años ochenta y cuyos
principales protagonistas fueron la primera ministra británica, Margaret Thatcher, y
al presidente norteamericano, Ronald Reagan, quienes dominaron la escena política
de sus respectivos países por un periodo considerable e inspiraron, en su momento,
la entronización de gobiernos conservadores de derecha en casi todas las grandes
democracias occidentales. Pero estos cambios tuvieron lugar, sobre todo, en
virtud a que algunos de lo postulados de la socialdemocracia tradicional habían
demostrado su inviabilidad en el contexto de los nuevos tiempos. Los principios
socialdemócratas más cuestionados eran: la aplicación de políticas de control
de la demanda, la economía mixta, el concepto de desarrollo lineal y sobreburocratización de la sociedad.
La izquierda se ha modernizado para tratar de abarcar al mayor número de votantes
posible y, al mismo, ofrecer un proyecto renovador con capacidad de ilusionar a una
ciudadanía cada vez más escéptica. Para cumplir con este objetivo, los partidos
de izquierda no sólo han tenido que renovar sus concepciones ideológicas, sino
también acatar las nuevas demandas de la democracia mediática: personalización de la política, utilización reiterada de eslóganes breves y eficaces, y un largo
etcétera de trucos de mercadotecnia. A este menú general se añade en cada país
el condimento preciso para ajustarse a sus peculiaridades y condicionamientos
propios. Así se explica, entre otras cosas, la creación de la coalición del Olivo en
Italia, la alianza inicial entre el pragmático Schroeder y el ortodoxo Lafontaine
en la socialdemocracia alemana o los pactos de izquierda franceses que, en gran
medida, responden a los condicionamientos que impone el sistema electoral a
dos vueltas. Vale la pena hacer un breve repaso de los rasgos esenciales específicos
de cada uno de los procesos de reforma interna que han experimentado los partidos
socialdemócratas en las grandes democracias industrializadas europeas.
BLAIR Y LA TERCERA VÍA
44
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
Sin duda, la transformación más radical y más espectacular de una opción socialdemócrata europea se dio en la Gran Bretaña, cuna de la denominada “Tercera vía”.
Tras la derrota de Callaghan en 1979, los sectores más radicales del laborismo se fortalecieron, forzando la renuncia de Callaghan a la dirección del partido e imponiendo a
Michael Foot como su sucesor. La nueva dirección radical emprendió varias reformas
trascendentes en los estatutos del partido, lo que provocó la deserción de un grupo de
parlamentarios laboristas moderados, quiénes fundaron el Partido Social Demócrata,
el cual no tardó en unirse con el Partido Liberal. La coalición de estas dos formaciones
moderadas fue conocida como la Alliance. Esta escisión perjudicó sensiblemente la
imagen del Partido Laborista ante la opinión pública. Las divisiones internas del
laborismo se intensificaron en los meses siguientes, debilitándolo decisivamente.
Como resultado, el Partido Laborista sufrió una contundente derrota en las elecciones de 1983.
Los laboristas cambiaron otra vez de dirigente después de la debacle de 1983. Necesitaban a alguien que pudiera salvarlos de la desintegración. El galés Neil Kinnock
fue designado por amplia mayoría. Después de un álgido periodo inicial de dos años,
Kinnock pudo consolidarse como líder, alejándose de los grupos radicales. Su estrategia consistía en afinar los enfoques del partido sobre cómo afrontar los problemas
de la nación con fórmulas realistas, para reconquistar así a todo aquel electorado
anticonservador que había preferido votar por los programas más moderados de la
Alliance antes que por las visiones izquierdistas de Foot y sus colaboradores. Aunque
el laborismo volvió a ser derrotado en los comicios de 1987, el partido se salvó de
una nueva catástrofe y rescató su indiscutible lugar como el principal partido de
oposición.
Como lo hemos visto, el origen del Partido Laborista estuvo estrechamente ligado a los sindicatos, los cuales determinaban todas sus políticas e iniciativas. Pero
desde los años treinta fue creciendo el número de parlamentarios laboristas de clase
media que no estaban directamente comprometidos con organizaciones sindicales.
Esta tendencia convirtió a la fracción laborista en el Parlamento en un grupo cuyos
componentes, en buena parte procedían de un ambiente social distinto al de la clase
trabajadora. Pese a existir esta diferencia entre las organizaciones sustentadoras del
partido y dueñas del control en los órganos de dirección y los hombres encargados
de realizar el trabajo parlamentario e inclusive el gubernamental (cuando el partido
se encontraba en el poder), las relaciones entre ambos grupos se desarrollaron de
manera cordial durante décadas, en parte por el éxito de algunas de las políticas ejecutadas por el laborismo en el gobierno, en parte por la cohesión de las propuestas
definidas en el Parlamento cuando se estaba en la oposición.
EL RENACIMIENTO ELECTORAL DE LA SOCIALDEMOCRACIA EN EUROPA
45
Los verdaderos problemas llegaron a mediados de los años setenta con la recesión económica. Para enfrentar la crisis, el gobierno de Callaghan intentó aplicar
medidas de austeridad contrarias a los intereses de los sindicatos, sobreviniendo,
en consecuencia, el enfrentamiento. El resultado fue la derrota de 1979, la asunción
del sector más radical del partido a la dirección, la escisión de los socialdemócratas
y la debacle de 1983. Las cosas empeoraron con la derrota de los sindicatos de los
mineros en la huelga de 1984-1985. Era clara la necesidad para el laborismo de alejarse de los sindicatos (sin romper la alianza por entero), acelerando la tendencia
del partido a convertirse en una organización pluriclasista descorporativizada. En
ese sentido Neil Kinnock procuró encarrilar al laborismo.
Kinnock tuvo el enorme mérito de evitar la desaparición del Partido Laborista
y de mantenerlo como la principal opción política frente a los conservadores. Sin
embargo, no logró llegar a ser primer ministro, pese a que en 1992 todas las encuestas
lo señalaban como el seguro ganador de los comicios, hecho que lo obligó a anunciar su retiro. Como nuevo dirigente laborista fue designado John Smith, quien se
esforzó por reducir aún más la influencia de los sindicatos y mantuvo la política de
modernización del partido.
En efecto, el viraje efectuado por el Partido Laborista hacia el centro en la época
de Kinnock no fue lo suficientemente claro como para convertir a esta organización
en el motor de las transformaciones formales y de fondo que reclamaba el Reino
Unido. A finales de febrero de 1993, Smith declaró en una reunión del Comité
Ejecutivo Nacional que el laborismo debía limitar sustancialmente el poder que los
sindicatos ejercían al interior de la organización, sobre todo en lo concerniente a la
designación de la dirigencia y de los candidatos a puestos de elección popular. Esta
política fue confirmada, en términos generales, en la Conferencia Anual del Partido
Laborista celebrada en septiembre de 1993.1
A mediados de 1994, John Smith falleció víctima de un mal cardiaco. Fue electo
como nuevo líder Tony Blair, talentoso y dinámico político que ha sido capaz de
dar un impulso definitivo a la modernización del laborismo. Los últimos resquicios
ideológicos del socialismo estatizante fueron eliminados del programa partidista, el
poder de los sindicatos fue reducido aún más, el sector más radical quedó instalado
en la impotencia y el discurso político laborista dio un giro de 180 grados. La plataforma electoral del Partido Laborista, que fue redactado rumbo a las elecciones
generales de 1997, era un documento moderado, muy alejado de las posiciones
radicales de la looney left de los primeros años ochenta. Con Blair al frente, el la1
Citado en S. Driver y L. Martell, New Labour Londres, Polity Press, 1988, pág. 81.
46
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
borismo recuperó rápidamente su prestigio perdido, y consiguió una abrumadora
victoria en los comicios de 1997, lo que les ha permitido volver al poder tras 18 años
de hegemonía conservadora.
Joven, inteligente, de maneras exquisitas, devoto cristiano, educado en Oxford
y casado con una mujer no menos talentosa que él, Blair concentró todas sus energías, desde que ascendió al liderazgo del Partido Laborista, en terminar el proceso
de “reconversión” del laborismo, iniciado por Neil Kinnock a finales de los ochenta
y continuado, brevemente, por el fallecido John Smith. En líneas generales, se trató
de liberar al laborismo de la incomoda férula de los impopulares sindicatos, para
hacer del partido una organización interclasista atractiva a la clase media, al mismo
tiempo que desaparecía del ideario partidista toda huella de dogmatismo socialista
y se adoptaba una plataforma electoral moderna, ajena al estatismo, a las nacionalizaciones y al crecimiento desmedido del Estado bienestar.
En efecto, la plataforma electoral que defendió Blair en las elecciones generales
de 1997 es, tal vez, la más moderada que ha postulado un partido de centroizquierda
en Europa Occidental. El Partido Laborista dejó de ser una de las organizaciones de
tendencia socialdemócrata más izquierdista, antieuropea y estatizadora del mundo
industrializado. En ningún lugar de la plataforma se hablaba de nacionalizaciones,
estatismo, incrementos de los impuestos o de los presupuestos gubernamentales,
o de socialismo. Pero en lo que a los aspectos económicos y sociales se refiere, los
laboristas se comprometían a corregir los excesos heredados del thatcherismo y de
los abusos del libre mercado.
La plataforma electoral laborista presentada rumbo a las elecciones de 1997 —que
llevó por título: Nuevo Laborismo, Nueva Vida para la Gran Bretaña (New Labour,
New Life for Britain)— aseguraba que el partido pretendía “reconstruir la sociedad
británica”, y se proponía otorgar mayor independencia al Banco de Inglaterra; promover el ahorro y la inversión y no la fiscalización y los gastos excesivos; reducir los
impuestos de las “familias ordinarias”; aceptar la participación privada en el sistema
de pensiones; establecer criterios “flexibles” en educación; mantener el programa de
desarrollo nuclear británico (Trident), así como la participación del Reino Unido
en la OTAN y en la Unión de Europa Occidental; establecer un salario mínimo y
promover un “nuevo liderazgo” británico en Europa, que llevara al país, entre otras
cosas, a implantar una relación más constructiva con la Unión Europea.
De hecho, en lo que a Europa se refiere, los laboristas eran más abiertos, en
general, hacia el proceso de integración, pero ello no significa la entrega absoluta e
incondicional. Los diferentes líderes que ha tenido el Partido Laborista en los últimos
años han sido cuidadosos, desde la oposición, de no parecer demasiado cercanos a
EL RENACIMIENTO ELECTORAL DE LA SOCIALDEMOCRACIA EN EUROPA
47
los “burócratas de Bruselas” para no dar armas a los tories. Por lo pronto, el compromiso inmediato del laborismo con Europa era la firma, por parte de Londres,
de la Carta Social Europea en cuanto llegaran al poder. Asimismo, las esperanzas
de llevar a un mejor término los esfuerzos por adecuar a las instituciones de la UE
hacia nuevas ampliaciones.
Si comparamos la plataforma laborista de 1997 con la que el partido presentó para
las elecciones generales de 1983, cuando estaba dominado por la llamada “looney lef”de
Michael Foot y Tony Benn, nos damos cuenta de un agudo contraste, que nos hace
difícil de creer que se trata de la misma organización política. En 1983, los laboristas
proponían, entre otras cosas, la inmediata retirada del Reino Unido de la Comunidad Europea, el desarme nuclear unilateral del país, la renacionalización de todas
las empresas públicas privatizadas por Thatcher hasta ese momento, la imposución
del pago del IVA en las colegiaturas de las escuelas privadas, sensibles incrementos en
los presupuestos públicos y en los del Estado bienestar, aumentos a los impuestos, y
la creación de un Departamento de Planeación Económica e Industrial.
Pero, sin duda, el factor que quizá más contribuyó a la resurrección electoral
laborista fue la inteligente estrategia de marketing utilizada por Blair para vender su
imagen. Auxiliado por su carisma personal y por sus indiscutibles dones de mando, el
líder del nuevo laborismo aparece en todo momento como un dirigente pragmático
moderado pero decidido. Un consumado actor experto en seducir auditorios y en
decirle a todos lo que todos quieren oír. Un rostro juvenil con una sonrisa eterna y
radiante. ¡Cuánto le debe Tony Blair al estilo del entonces presidente Clinton!
El Partido Laborista fue en la campaña electoral de 1997 notablemente más
propositivo y audaz en lo concerniente a la reforma constitucional que el Partido
Conservador. En la plataforma electoral del laborismo se encontraba la propuesta de
celebrar referéndums para decidir sobre cuestiones fundamentales; la “devolución” de
mayor autonomía a Escocia, Gales y las regiones inglesas; el restablecimiento de los
gobiernos metropolitanos; la posibilidad de iniciar una reforma electoral; la adición
del Reino Unido a la Convención Europea de Derechos Humanos; la democratización
de la Cámara de los Lores; la modernización del funcionamiento de la Cámara de
los Comunes; y la creación de procesos más efectivos de control sobre los poderes
del gabinete y del primer ministro.
Blair logró que un partido genuinamente socialista con origen sindical, adscrito
al estatismo, las nacionalizaciones, los impuestos elevados y los presupuestos exorbitantes, se convirtiera en una opción responsable en lo fiscal, comprometida con
los presupuestos bajos, aficionada a la estabilidad monetaria y lista para seguir la
ruta marcada por la Unión Europea.
48
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
Desde luego, muchos críticos de la socialdemocracia tradicional describieron esta
metamorfosis del laborismo como una absoluta claudicación ante el neoliberalismo.
Sin embargo, quienes atacan las transformaciones de la socialdemocracia europea
olvidan que los sustentos básicos de la socialdemocracia se mantuvieron, en esencia,
vigentes incluso dentro del cenit de la ola neoliberal. El Estado democrático socialmente responsable, idea que constituye la esencia del pensamiento socialdemócrata
universal, no fue desmantelado por los gobiernos conservadores europeos. En efecto,
los elementos básicos del Estado bienestar fueron respetados por las administraciones
neoliberales en Europa y en Estados Unidos, e incluso se mantuvo vigente el papel
del Estado como regulador último de la economía.
Es falso que todos los cambios promovidos por Blair sean meramente pragmáticos u orientados al marketing político El laborismo mantuvo su compromiso
básico con el bienestar de las mayorías y encontró un nuevo sustento ideológico: la
idea de que la socialdemocracia moderna debe superar esquemas obsoletos y ubicarse
dentro de una Tercera vía entre la socialdemocracia tradicional y el neoliberalismo
a ultranza. La Tercera vía ha sido objeto de grandes polémicas, las cuales trataremos
de resumir y dilucidar en el capítulo siguiente, pero, a pesar de los muchas críticas y
cuestionamientos de la que ha sido objeto, la Tercera vía es un intento profundo por
adecuar la socialdemocracia a las demandas del mundo contemporáneo.
El principal teórico de la Tercera vía es el director de la London School of Economics, Anthony Giddens, uno de los académicos más distinguidos del Reino Unido,
que tiene tras de sí una notable carrera como teórico social consagrada, en particular,
al estudio de los cambios políticos en el contexto de la modernidad tardía. Giddens
publicó su libro La Tercera vía en el Reino Unido un año después de la victoria de
Blair (1998), y dos años más tarde publicó La Tercera vía y sus Críticos (2000). En
ambas obras, Giddens expone las características principales de la nueva propuesta
política, acepta la obsolescencia de muchos de los postulados de la socialdemocracia
tradicional, pero afirma que quienes hablaban de una muerte de la socialdemocracia
“desestimaron la enorme capacidad de esta corriente del pensamiento universal
para entender las demandas de los nuevos tiempos y su aptitud para adaptarse a las
transformaciones sin por ello perder su esencia ideológica”.2
Para Giddens, los críticos de la socialdemocracia han aborado el problema “desde
una óptica equivocada y unilateral”. La Socialdemocracia, en el último de los casos,
ha sido víctima de sus propios éxitos. La Tercera vía representa para Giddens la
modernización de la socialdemocracia: su adaptación a los grandes cambios que
2
Anthony Giddens, “Tercera vía y justicia social”, en La Política, núm. 5, Barcelona, Paidós, 2001, págs. 69-84.
EL RENACIMIENTO ELECTORAL DE LA SOCIALDEMOCRACIA EN EUROPA
49
enfrenta el mundo de hoy como son la globalización, el individualismo, el ecologismo, la eclosión de una sociedad civil más activa, la creciente competencia entre
bloques comerciales, etcétera. Giddens se preocupa en todo momento en aclarar
que la Tercera vía es, ante todo, un proyecto de centroizquierda, “porque dota de
importancia central al núcleo de las ideas de izquierda: la necesidad de solidaridad
social, de justicia social y la lucha contra la desigualdad. La necesidad de un gobierno
activo para la protección de los más débiles y la necesidad de un Estado de bienestar
fuerte”.3 En suma, se trata de una posición política de vanguardia muy distinta en
cuanto a sus valores axiológicos y teleológicos a la derecha y al neoliberalismo.
Giddens establece que la meta general de la Tercera vía debe ser “ayudar a los
ciudadanos a guiarse en las grandes revoluciones de nuestro tiempo”. Para ello es
indispensable “adoptar una actitud positiva hacia la globalización”. Una actitud
positiva no quiere decir claudicación ni catastrofismo:
La política de la Tercera vía no debe identificar a la globalización con
un apoyo incondicional al libre comercio, ésta debe mantener como
preocupación esencial la justicia social... buscar una nueva relación
entre individuo y comunidad... una redefinición de derechos y obligaciones la libertad debe significar para los socialdemócratas autonomía
de acción que a su vez, exige la implicación de la comunidad social en
el sentido más amplio.4
Giddens defiende como un precepto ético fundamental de la Tercera vía el mandato de que no debe existir ningún derecho sin responsabilidad, lo que “debe aplicarse
no sólo a los destinatarios del bienestar, sino a todo el mundo. Los socialdemócratas
deben resaltar esto por que puede considerarse, como hace la derecha, que se refiere
únicamente a los pobres y necesitados”.
“La socialdemocracia a la antigua tendía a considerar derechos como exigencias
incondicionales [...] Con el creciente individualismo debe venir una extensión de
las obligaciones individuales [...] Las prestaciones por desempleo, por ejemplo, deben
acarrear la obligación de buscar trabajo activamente y depende, sobre todo, de los
gobierno no desalentar esta búsqueda activa.”
El otro precepto ético fundamental de la Tercera vía es la máxima “ninguna
autoridad sin democracia”:
3
4
Idem. Pensadores y políticos de derecha han procurado siempre entre los símAnthony Giddens, La Tercera vía: La renovación de la socialdemocracia, Madrid, Taurus, 1998, capítulo 2.
50
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
bolos tradicionales los medios para justificar el respeto a la autoridad, los
socialdemócratas deben oponerse a esta concepción [...] en sociedades
como las nuestras, donde la tradición y la costumbre pierden fuerza, la
gente pierde la facultad de diferenciar lo que está bien y lo que está mal.
La única ruta para establecer la autoridad es la democracia.5
Otras cuestiones de las que se ocupa la Tercera vía se refieren a los cambios científicos
y tecnológicos, a cómo impulsar la solidaridad social y cómo reaccionar ante los problemas ecológicos. “En el avance del mercado global, el apego a la democracia no proviene
sólo del triunfo de las instituciones democrático liberales, sino de fuerzas profundas
que están remodelando a la sociedad global [...] entre ellas: la demanda de autonomía
individual y la emergencia de una ciudadanía cada vez más reflexiva.”6
En cuanto al papel del Estado y la sociedad civil, Giddens apunta que:
La cuestión no es más o menos gobierno, sino reconocer que el gobierno
debe ajustarse a las circunstancias de la era global y que la autoridad,
incluida la legitimidad del Estado, ha de ser positivamente renovada
[...] En una sociedad postindustrial la autoridad ya no puede legitimarse
mediante símbolos tradicionales o diciendo así es como siempre se han
hecho las cosas.7
La promoción de la sociedad civil activa es parte básica de la Tercera vía:
El gobierno puede y debe jugar un papel principal en renovar la cultura
cívica y no suponer que pude revertirse dejando a la sociedad funcionando a sus anchas [...] El Estado y la sociedad civil deben actuar asociados
para ayudar y controlar la acción del otro [...] “Comunidad” implica la
restauración social y material de barrios, ciudades y áreas locales, y es en
las comunidades más pobres donde el fomento de la iniciativa local y el
compromiso deben generar un mayor rendimiento.8
Por otra parte, otra de las influencias de Blair ha sido el comunitarismo que,
bautizado como tal, es una propuesta de los académicos norteamericanos Michael
Waltzer, Michael Sandel y Charles Taylor, englobados en la revista The Responsive
Community, en la que se oponen por igual al socialismo que al “individualismo”
Ibid., cap. 3.
Idem.
7
Idem.
8
Idem.
5
6
EL RENACIMIENTO ELECTORAL DE LA SOCIALDEMOCRACIA EN EUROPA
51
excesivo y apelan a los sentimientos de solidaridad colectiva que debe haber en
toda comunidad9. El centro de las denuncias del comunitarismo son los “excesos del
mercado” y el capitalisme sauvage, frente a los cuales debe prevalecer un “sentido de
comunidad en el que todos velemos los unos por los otros. “La clave sea reconocer
que uno tiene deberes más allá de con uno mismo. Se tienen responsabilidades
que involucran a toda la sociedad, desde la responsabilidad de pagar impuestos y a
la responsabilidad de los padres con sus hijos tras el divorcio, a la responsabilidad de
respetar las vidas y derechos de los vecinos”, dijo Blair en uno de sus discursos de
campaña en 1997, para terminar afirmando: “Arranco de la simple creencia de
que las personas no son únicamente agentes económicos compitiendo entre sí
en el mercado de la vida, sino que son parte de una comunidad. Todos somos
seres humanos criados en familias y comunidades, y somos humanos sólo porque
desarrollamos la capacidad moral de responsabilizarnos de nosotros mismos y de
nuestros semejantes”.10
SCHROEDER Y EL “NUEVO CENTRO”
En Alemania, el Partido Socialdemócrata (SPD) tuvo por años dificultades y mala fortuna en sus intentos por volver al gobierno. Primero encaró el desgaste de su imagen
ante sectores progresistas de la población (en particular los jóvenes), desilusionados
por el desempeño “demasiado reformista” de la socialdemocracia en el gobierno y
atraídos, en cambio, por la opción pacifista-ecologista que representaba el Partido
Verde. Tampoco le ayudó mucho al SPD el éxito de las políticas democristianas en
el combate contra la recesión, que llevaron a Alemania a recuperar de forma plena
una considerable presencia en el mundo como potencia exportadora durante la era
de Helmut Kohl.
Sin embargo, la socialdemocracia aplicó estrategias nuevas a mediados de los
años ochenta para reconquistar votos perdidos. Una serie de triunfos a nivel local
en los estados que conforman la federación alemana (conocidos como Länder) despertaron esperanzas para el SPD y su candidato a la chancillería para la elección de
1990, el ministro-presidente del Sarre Oskar Lafontaine, un político carismático e
inteligente, pero demasiado apegado a la ortodoxia de la socialdemocracia tradicional.
Sin embargo, la inesperada caída del muro de Berlín y la subsiguiente reunificación de
las Alemanias (negociada con éxito por la administración Kohl) repercutieron en una
Citado en S. Driver y L. Martell, op. cit., pág. 108.
Citado en D. Butler, y D. Kavanagh, The British General Election of 1997, Londres, Macmillan, 1997, págs. 108 y
109.
9
10
52
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
clara derrota de los socialdemócratas en las elecciones pangermanas de 1990.
Después del revés de 1990, la socialdemocracia se vio beneficiada en los comicios
locales de Hessen, Renania-Palatinado y Hamburgo como efecto del descontento
prevaleciente en el oeste al demostrarse que, tal como lo advirtiera el SPD en su momento, los costos de la reunificación resultaban mucho mayores que lo programado
por la CDU. La administración Kohl cruzaba por momentos difíciles, cosa que la
socialdemocracia tenía el deber de explotar a su favor. Sin embargo, de nuevo hizo
su aparición la mala fortuna. El dirigente socialdemócrata Björn Engholm se vio
obligado a renunciar al liderazgo del partido como consecuencia de un escándalo, y
su sucesor, Rudolf Scharping un bien intencionado pero poco carismático político
de Renania-Platinado, fue derrotado estrepitosamente por Kohl en los comicios
federales de 1994.
Fue hasta los comicios de 1998 que el Partido Socialdemócrata de Alemania
logró salir de su profunda crisis electoral y volver al gobierno, gracias a que, por
fin, la dirigencia decidió apartarse un tanto de la ortodoxia y postuló al pragmático
Gerhard Schroeder.
Voluntad de poder, que muchas veces ha faltado en la dirección del SPD, es justamente de lo que nunca ha carecido Schroeder, quien durante su carrera política
ha sido capaz de dar todo tipo de virajes. Definido por sus adversarios como un
“trepador populista” y un “ambicioso sin escrúpulos”, quien puso fin al casi sempiterno gobierno de Kohl nunca ha sido demasiado popular ni con la izquierda más
tradicional ni con la vieja guardia del Partido Socialdemócrata. Esta animadversión
quedó plasmada perfectamente en las memorias del ex dirigente socialdemócrata
Hans Jochen Vogel, quien escribió sobre el actual canciller germano:
...su ansia de poder es sin duda impresionante, pero se plantea cada
vez más la cuestión de para qué piensa emplear ese poder por el que
lucha y si su propia presencia en los medios de comunicación no es
para él más importante que el interés global de la socialdemocracia, que
nadie puede utilizar como trampolín para sus propios saltos. Tal como
actúa Schroeder hasta ahora, no sólo ha dañado mucho al partido, sino
también a él mismo.11
Antipatías de los ortodoxos aparte, lo cierto es que Schroeder ha demostrado a lo
largo de su carrera política ser un luchador nato, dotado de un extraordinario talento
político. Algunas coincidencias de su biografía política y personal con las de los otros
11
Citado en la biografía de Schroeder de V. Herres y K. Waller, Der Weg Nach Oben, München, Econ, 1998, pág.
dos
portaestandartes de la Tercera vía, Bill Clinton y Tony Blair, son asombrosas; una
EL RENACIMIENTO ELECTORAL DE LA SOCIALDEMOCRACIA EN EUROPA
53
vida digna del neorrealismo italiano de la posguerra, llena de carencias y calamidades. A duras penas Schroeder consiguió el título en derecho para poder empezar
a trabajar como abogado, al mismo tiempo que daba rienda suelta a su vocación
política e ingresaba a las Juventudes Socialistas del Partido Socialdemócrata, que
se han distinguido por mantener posturas radicalizadas. Medio feroz, como pocos,
para hacer política, el de las juventudes socialistas de los años setenta; fue ahí donde
se curtió Schroeder, quien llegó a ser el máximo dirigente juvenil. En 1980 ingresó
como diputado a la Cámara baja del Parlamento alemán (Bundestag), precisamente
cuando el pragmático canciller Helmut Schmidt logró, por última vez, la reelección
para la coalición socialdemócrata liberal. A Schroeder se le veía luchando, en esos
tiempos, a favor de todas las causas más izquierdistas: contra la energía nuclear,
contra el emplazamiento de los misiles de la OTAN, e incluso contribuyendo, como
abogado, en la defensa de Horst Mahler, condenado por terrorismo y complicidad
con el grupo Baader-Meinhof.12
Tras el arribo de Helmut Kohl y los democristianos al poder, Schroeder decidió
probar suerte en el estado federado (Land) de Baja Sajonia. Con gran habilidad, no
tardó en convertirse en el principal dirigente del Partido Socialdemócrata en escala
local. En 1990 la socialdemocracia ganó las elecciones, y es así como se convirtió en
gobernador (ministro presidente) de Baja Sajonia, formando coalición con los Verdes. Es en este momento cuando el ex radical se convierte, con la responsabilidad del
poder a cuestas, en un político pragmático que, entre otras cosas, aprende a gobernar
cerca de los empresarios, al grado que se gana a pulso el apodo de Genosse der Bosse,
expresión que rima en alemán y significa “el camarada de los patronos”.
Su pragmatismo recién adquirido le hizo perder popularidad en las filas socialdemócratas, pero su buena gestión como gobernador lo volvió respetable ante la
opinión pública en general. Su éxito al frente de Baja Sajonia y su proverbial ambición
hicieron que cometiera un error de cálculo: en 1993 entró en la carrera para designar
al nuevo líder de la socialdemocracia nacional, la cual se definió, por primera y última
vez en la historia del partido, por la vía de la elección primaria. De poco le valieron
sus buenos bonos frente a electorado alemán común y sus suspicaces correligionarios
lo rechazaron. Pero una nueva derrota socialdemócrata en los comicios federales de
1994, y el arrollador triunfo de Schroeder en las elecciones en marzo de 1998 en Baja
Sajonia, con casi 48% de votos, literalmente obligaron al Partido Socialdemócrata
a postular al gobernador de Baja Sajonia como única forma plausible de poner fin
a dieciséis largos años de vegetar en la oposición.
149.
54
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
Schroeder derrotó a Kohl gracias a su inquebrantable voluntad de poder —la
misma que al Partido Socialdemócrata le faltó desde que abandonó el gobierno—
y, desde luego, a una campaña electoral que explotó al máximo su buena imagen
y su linda historia de self made man. Como lo señaló Hermann Tertsch, lo que hizo
ganar a Schroeder es el hecho de que “tiene hambre de hacer cosas, y la transmite.
Esta desbordante vocación emprendedora ha marcado la diferencia y se ha ganado
la confianza de los alemanes”.13 Empero, la mayor parte de sus correligionarios, y la
izquierda en general, siguen desconfiando de él. En lo personal, no conozco a un solo
socialdemócrata alemán que tenga verdadero entusiasmo por Schroeder.
Schroeder presentó para la campaña electoral de 1998 su propia versión de la
Tercera vía y la bautizó como “el nuevo centro”(Die Neue Mitte) el cual, en términos
generales, abogaba por la modernización de la socialdemocracia que sin que sus
presupuestos básicos abandonaran la lucha por fortalecer el Estado democrático
socialmente responsable en Alemania. Ahora bien, al contrario de lo que sucede en
el Reino Unido con Tony Blair, quien desde el primer momento fue primer ministro
y jefe nato del Partido Laborista, la estructura del SPD alemán permite una dirección
bicéfala, en la que el jefe de gobierno no necesariamente es el dirigente máximo del
partido. Así el gobierno de Schroeder durante los primeros meses de su existencia
tuvo que tolerar la presencia del ortodoxo Oskar Lafontaine como dirigente del
SPD quien, además, ocupaba el puesto de ministro de Finanzas. Obviamente, las
relaciones de los dos líderes socialdemócratas se deterioraron considerablemente,
con consecuencias catastróficas ante la opinión pública, hasta que Lafontaine se vio
obligado a renunciar a todos sus puestos, lo que ha permitido a Schroeder gobernar
a su gusto, con mucha mayor fortuna.
El triunfo de Schroeder ha dado lugar a una oportunidad para que Alemania supere la parálisis a la que estuvo sometida durante la última administración de Kohl y
ha permitido que la coalición formada por los socialdemócratas con el Partido Verde
efectúe las reformas que urgen a Alemania de cara al siglo XXI, notablemente en los
renglones social, fiscal y laboral. El retorno del SPD al poder ha sido una confirmación
de que el fetichismo neoliberal está llegando a su fin y que se ha abierto un periodo
en el que las prioridades del orden social no podrán ser marginadas. Ello, pese a que
los críticos de la nueva socialdemocracia siguen hablando de una irremediable y quizá
irreversible pérdida de identidad de la socialdemocracia internacional, señalando
que esta opción política había quedado obsoleta y que su nueva imagen constituye,
en el mejor de los casos, una versión atenuada del neoliberalismo. Es importante
12
Ibid., cap. 3.
EL RENACIMIENTO ELECTORAL DE LA SOCIALDEMOCRACIA EN EUROPA
55
señalar que si en una nación europea ha existido un Estado bienestar sólido ha sido,
además de en Escandinavia, en Alemania, el cual ha permanecido intocado durante
las administraciones socialcristianas.
Gerhard Schroeder, ha sido capaz de emprender un paquete de reformas estructurales. En efecto, el panorama heredado por los socialdemócratas de manos de Helmut
Kohl se presenta desalentador. La nación que es conocida como la “locomotora de
Europa” tiene un ingente déficit público, su producción enfrenta el fardo de unos
costos industriales y de mano de obra que se cuentan entre los más altos del mundo,
sus cargas impositivas son exorbitantes y desmesurado el nivel de gasto público. El
envejecimiento de la población amenaza con rebasar y quebrar al generoso sistema
de pensiones. Los altos subsidios sociales y de desempleo desalientan a los desocupados en la búsqueda de trabajo, las universidades producen muy pocos graduados
y el mercado laboral es demasiado rígido.
Elegido en septiembre de 1998 como el primer canciller socialdemócrata en casi
tres décadas, Schroeder tuvo un inicio errático. Como lo comentamos líneas arriba,
el nuevo canciller fue rehén, al principio de su gestión, del sector más tradicionalista del Partido Socialdemócrata, encabezado por Oskar Lafontaine, quien, como
ministro de Finanzas del nuevo gobierno, incrementó el gasto estatal, implementó
un impuesto “ecológico” al consumo del petróleo y promovió el endurecimiento del
de por sí acerado mercado de trabajo.
La situación financiera empeoró, provocando fuga de capitales, escasa inversión
y desaliento en las filas empresariales. El nuevo gobierno parecía estar a la deriva.
Pero a los cinco meses Lafontaine renunció, y Hans Eichel, ex premier del estado
federado de Hessen, ocupó su lugar en el Ministerio de Finanzas. Libre de los ortodoxos, Schroeder actuó con firmeza, a pesar de la oposición que suscitaron algunas
de sus reformas. El gobierno redujo los egresos públicos, ejecutando recortes por
30 000 millones de marcos (14 600 millones de dólares). Eichel ha prometido que
el presupuesto, que ahora tiene un déficit de 60 000 millones de marcos, será equilibrado para 2006. Asimismo, se están congelando en términos reales las pensiones,
el seguro al desempleo y otros beneficios. El gasto público total, según los planes,
debe caer un punto porcentual por año hasta 2003.
Desde luego, el paquete de austeridad provocó disensiones que estuvieron a punto
de provocar un colapso prematuro de la administración. Pero es aquí donde la suerte
hizo su aparición. Los escándalos de corrupción que han hundido el prestigio de
Kohl han afectado gravemente a la oposición democristiana, dejando a Schroeder
dueño de un tan considerable como inesperado margen de maniobra. En 2001, el
canciller alemán logró que ambas cámaras del Parlamento alemán aprobaran una
56
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
reforma fiscal integral que reduce sustancialmente impuestos a la clase media y a las
ganancias de las empresas y elimina trámites burocráticos innecesarios.
Schroeder es el primer jefe de gobierno alemán desde Konrad Adenauer que
demuestra una voluntad reformadora radical y valiente. Helmut Kohl, con todos
sus méritos, nunca supo concretar las indispensables transformaciones del sistema
fiscal y del déficit público. Prefirió asumir una actitud paternalista ante una sociedad que se había vuelto demasiado autocomplaciente. Paradójicamente, ahora es
un socialdemócrata quien emprende la ardua tarea, que habrá de alcanzar metas
aún más ambiciosas: en lo económico, la reforma al sistema de pensiones, y, en lo
social, la regularización del trabajo de los inmigrantes y la lucha contra el fantasma
del neonazismo.
Asimismo, cabe decir que una de las iniciativas de ley más importantes aprobadas durante la administración de Schroeder demostró que aún es posible defender
una genuina identidad socialdemócrata en estas épocas de globalización. Schroeder
presentó un proyecto de ley para modernizar uno de los principales baluartes
ideológicos de la socialdemocracia: el denominado “régimen de cogestión empresarial”, que permite a los empleados influir en la administración de las empresas
en las que trabajan, y la cual fue promulgada en 1972 durante el gobierno del gran
santón de la socialdemocracia internacional, Willy Brandt.
La nueva ley agiliza y eficienta la formación de los comités de cogestión en las empresas al tiempo que extiende su influencia en la toma de decisiones fundamentales.
Algunas polémicas concesiones a los sindicatos, sin embargo, fueron eliminadas tras
intensas negociaciones en el seno mismo del gobierno. Cabe decir que la resistencia
del sector patronal a la reforma fue feroz, y que su portavoz dentro del gobierno fue
al único ministro independiente que trabaja dentro de la actual coalición gubernamental alemana: Werner Müller, ministro de Economía y ex ejecutivo de la compañía
eléctrica Veba, quien logró atenuar la ley frente a las posiciones un tanto más radicales
del ministro de Trabajo, el socialdemócrata y ex sindicalista Walther Riester.
Así, en las compañías con menos de 2 000 empleados los integrantes de los comités
de empresa ya no serán tantos como quería Riester, ni será obligatoria la constitución
de un gremio central en el caso de grupos económicos que concentren bajo su manto
a varias empresas. Tampoco será posible conformar un comité de empresa por votación rápida sin contar con la aprobación de buena parte de la plantilla laboral, ni
la dirección de la empresa tendrá que consultar siempre con este gremio planes de
reorganización laboral que afecten a los empleados, según se preveía en el proyecto
inicial. El proyecto incrementará la influencia de los comités de empresa en temas
como la capacitación, las reducciones de personal, las garantías a la igualdad de
EL RENACIMIENTO ELECTORAL DE LA SOCIALDEMOCRACIA EN EUROPA
57
géneros y la protección del medio ambiente. A cambio de estas concesiones, Müller
ha tenido que aceptar que empresas con más de 200 empleados liberen de sus tareas
profesionales a al menos un integrante del comité.
Junto a otras disposiciones, esta medida podría acarrear a las empresas costes de
2 700 millones de marcos, según cálculos de un instituto de investigación económica
afín a las patronales. Sin embargo, pese a las críticas del sector patronal, pocos niegan
en Alemania las ventajas del régimen de cogestión, gracias al cual se solventó, como
en pocos países, el cambio estructural que experimentó la industria automovilística
alemana en los años noventa. En grandes compañías como Volkswagen, por ejemplo,
los comités de cogestión tienen casi 50% de los votos en los consejos de vigilancia.
EL “REBELDE” JOSPIN
En Francia, la clave del éxito electoral socialdemócrata ha residido en la evolución
ideológica que el Partido Socialista ha experimentado desde la asunción de Mitterrand a la dirigencia del partido hasta la actualidad. En un principio, como reacción
al agudo pragmatismo del dirigente histórico del socialismo francés, Guy Mollet,
Mitterrand alentó el fortalecimiento de los postulados izquierdistas del partido, así
como un relativo acercamiento con el Partido Comunista. En sus plataformas electorales de principios de los setenta los socialistas incluían ideas como la nacionalización
de las principales empresas del país, la introducción de la “autogestión” obrera en
la industria francesa y el incremento sustancial de los gastos sociales del Estado. Sin
embargo, al poco tiempo de conquistar el poder (tras los comicios presidenciales y
legislativos de 1981), los socialistas descubrieron que la mayor parte de estas ideas
eran contraproducentes, ya que su aplicación en los primeros años del mandato
presidencial de Mitterrand condujo al país a una severa crisis económica.
A partir del fracaso de las doctrinas más socializantes, la ideologización quedaría
definitivamente desterrada del PSF. La moderación y el pragmatismo ha determinado desde entonces a los socialistas, tendencia que fue reforzada luego de que el
partido perdiera la mayoría legislativa en los comicios generales de 1986. Al iniciarse
el segundo mandato presidencial de Mitterrand, prácticamente todos los postulados
ideológicos socialistas más radicales habían desaparecido tanto de la acción gubernamental como de los programas del PSF.
Sin embargo, pese al abandono de la ortodoxia, muy pocos dentro del Partido
Socialista notaron la diferencia. Lo importante, finalmente, era gobernar, y se estaba
gobernando. Los problemas comenzaron cuando aparecieron la crisis económica
y los continuos escándalos de corrupción. El elevado nivel de desempleo acarreó a
58
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
la administración socialista una terrible impopularidad que jamás logró superar y
que desembocó en la vergonzosa derrota electoral del PSF en 1993. Pese a todo, los
socialistas recuperaron algo de esperanza tras el buen desempeño de Lionel Jospin
en los comicios presidenciales de 1995.
En efecto, tras la debacle de 1993, Michel Rocrad, uno de los principales “barones” del Partido Socialista y sempiterno rival de Mitterrand, logró imponer sus
criterios y ser nombrado para sustituir al pragmático Laurent Fabius en la dirección
del partido, decisión muy mal recibida tanto por los mitterrandistas como por los
sectores ubicados más a la izquierda dentro de la organización. A partir de ese momento, dentro del Partido Socialista se inició una sorda lucha por la candidatura
presidencial hacia 1995 vislumbrándose, en un principio, sobre todo dos alternativas:
Michel Rocard y Jaques Delors.
Pero las cosas resultaron muy diferentes. Los socialistas caían en sucesivos y
profundos infiernos electorales. Los comicios paneuropeos de 1994 dictaminaron
una nueva humillación para el partido, que desembocó en la dimisión de Rocard a
la secretaría general y en su eliminación de la carrera presidencial. De esta forma, la
última esperanza era Delors, quien representaba, a pesar de todo, una esperanza de
resurrección. El inmenso prestigio de este personaje, quien tuvo un desempeño extraordinario como presidente de la Comisión de la Comunidad Económica Europea,
lo hacía un aspirante serio para ocupar la presidencia de Francia.
Jacques Delors había sido ministro de Economía en el primer septenio de Mitterrand, siendo el responsable del viraje que terminó con el populismo estatizador
y ubicó a Francia en el camino de la recuperación. Fue designado presidente de la
Comisión de la CEE en 1985, puesto desde el que fue capaz de lograr grandes avances
en el camino de la integración continental. En los diez años en los que se responsabilizó de la marcha de la CEE dotó a la presidencia de la Comisión de una nueva
dimensión política; fue artífice de las ampliaciones que permitieron el ingreso de
los países europeos meridionales, de los escandinavos y de Austria a la Comunidad;
y consiguió la firma y ratificación del Acta Única Europea y del Tratado de Maastricht. Delors es el arquitecto de la nueva Unión Europea. Admirado por los franceses
por su moderación y eficiencia, alejado de las mezquinas guerras internas que protagonizaban los “Barones” del PSF, todos los sondeos efectuados a finales de 1994
colocaban a Delors prácticamente empatado con él, a la sazón, principal aspirante
de la derecha, Edouard Balladur.
Pero a finales de 1994, Delors desairó a los socialistas y declinó aceptar la candidatura presidencial. Su argumento tenía peso: el impulsor de Maastricht se negaba
a ser un presidente de “ornato” como lo había sido Mitterrand en los dos últimos
EL RENACIMIENTO ELECTORAL DE LA SOCIALDEMOCRACIA EN EUROPA
59
años de su gobierno. Delors sabía, y lo dijo claramente, que el PSF era incapaz de
recuperar la mayoría parlamentaria en el corto plazo, lo que lo condenaría a ser un
presidente dueño de una influencia intranscendente: un “pato cojo” destinado a ser
un jefe de Estado meramente ceremonial.
Sin Delors en la justa, los desanimados socialistas procedieron a designar a su
candidato. Ninguno de los mandarines estaba dispuesto a “quemarse” en una elección
perdida de antemano, y uno a uno declinaron presentarse como aspirantes. Al final,
solamente se contó con dos precandidatos: Henri Emmanueli (secretario general
del partido desde 1994) y Lionel Jospin.
Jospin es un político duro, riguroso, honrado, y —tal vez— demasiado inflexible.
Egresado de la ENA, fue designado primer secretario del Partido Socialista tras la
elección de Mitterrand como presidente en 1981 (desde donde dirigió la precampaña de Mitterrand rumbo a las elecciones de 1988) y más tarde ocupó el ministerio
de Estado para la Educación de 1988-1992, en el que se ganó la simpatía del sector
académico gracias al incrementó de los presupuestos educativos.
Como ministro de Estado para la Educación se desempeño de manera diligente,
pero tras su dimisión al gabinete, ocurrida tras el advenimiento de la administración
de Pierre Bérégovoy en 1992, sobrevino una mala época para Jospin en la que todo
parecía salir mal. En estos años cruciales, entre otras cosas, padeció una enfermedad
glandular e incluso se divorció. Pero este viejo luchador volvió para aspirar a la candidatura presidencial y derrotar a Emmanueli en el proceso interno de selección del
PSF. Enemistado con casi todos los jefes del establishment socialista, Jospin remaría
contra la corriente desde el primer momento.
El escenario en el que celebraría el proceso interno de selección del PSF era ambivalente. Por un lado, Francia volvía a gozar de una buena salud económica. El PIB
creció 2.6% en 1994, la balanza de pagos conoció este mismo año un superávit de
100 billones de francos y la inflación fue la más baja desde 1956 al quedar reducida al 1.7%. Pero, sicológicamente, el país seguía a la deriva. Una “fractura social”
(fracture social, como la empezaron a llamar los analistas franceses) lastimaba en lo
más profundo la moral pública y ponía en tela de juicio al denominado “modelo
republicano de integración”. El desempleo, a pesar de un ligerísimo descenso de
0.2% durante los últimos meses de la administración Balladur, se mantenía alto:
3.4 millones de parados, que representaban 12.3% de la población económicamente
activa. El déficit público representaba 5.2% del PIB. Prevalecía en el país una desproporción salarial que propiciaba que lo ricos se hicieran más ricos y los pobres
más pobres. El sistema de seguridad se encontraba en bancarrota. Y los escándalos
de corrupción no cesaban.
60
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
Vapuleados en las elecciones legislativas de 1993 y en las europeas de 1994, y tras
el desistimiento de Jacques Delors a participar en la contienda presidencial, nadie
apostaba un céntimo por los pobres socialistas. Pensando en la inminente debacle,
los mandarines del PSF deciden postular al oscuro Jospin para que fuera él quien
cargara con el ridículo. Pero, ¡oh sorpresa! la bien ganada fama de Jospin como funcionario eficaz y honesto, alejado de la frivolidad y la corrupción prohijados por los
dirigentes socialistas durante los dos septenatos de Mitterrand, produjo un efecto
positivo en el electorado. Asimismo, otros elementos que ayudaron a Jospin fueron
la “guerra civil” del neogaullismo y el súbito derrumbe de Balladur.
Jospin volvió a poner en el mapa al socialismo francés en las elecciones presidenciales de 1995. Dos años más tarde, Chirac cometió el error histórico de anticipar
las elecciones parlamentarias, confiado en que las encuestas le daban la mayoría a la
centroderecha. Los socialistas y sus aliados verdes y comunistas, englobados en una
coalición denominada “izquierda plural” dieron la sorpresa y salieron triunfadores.
Jospin no desperdició la oportunidad de resucitar a la izquierda francesa con el
lanzamiento de ideas nuevas y con el impulso de una nueva generación de políticos
socialistas, que relevaron a los viejos y desprestigiados «Barones» del partido. La
reforma tenía que pasar, necesariamente, por la muerte del mitteranismo. Sin dejar
de valorar los grandes logros de sus dos presidencias, la soberbia y egolatría de
Mitterrand fueron las principales responsables de la gravísima crisis que casi hunde
al socialismo francés a mediados de los noventa.
Jospin demostró, desde 1995, que es más que un novato inocente o que un perdedor simpático. Dentro de su manifiesto electoral quedó desterrada la demagogia.
Ni señas de las 110 propuestas para el cambio que presentó Mitterrand en 1981, (de
las cuales no se cumplieron ni la mitad). Lo más relevante fue una propuesta para
establecer impuestos a los capitales especulativos a nivel mundial, reducir la jornada
semanal a 37 horas semanales, limitar al mandato presidencial a cinco años, disminuir
las atribuciones del jefe de Estado, abatir el déficit público, mediante presupuestos
austeros, y defender el franco “a capa y espada”.
Tras la inesperada victoria de la izquierda en 1997, Jospin fue designado primer
ministro. Como jefe de gobierno, Jospin se desligó de la anglosajona idea de la Tercera vía y declaró que “si la Tercera vía es una opción entre la socialdemocracia y el
neoliberalismo, nosotros, entonces, no nos reconocemos dentro de ella. El socialismo
francés es, indistinguiblemente socialdemócrata”. La vía socialdemócrata francesa
marcó sus distancias respecto a sus hermanos del Reino Unido y de Alemania. Sin
embargo, un análisis de fondo demuestra que las diferencia no son tan notables.
La tradición política francesa es notablemente más estatista que la anglosajona
EL RENACIMIENTO ELECTORAL DE LA SOCIALDEMOCRACIA EN EUROPA
61
y que la germana. Esto es cierto incluso para la derecha gaullista, que desde siempre
ha sido propulsora del dirigismo estatista. Francia jamás ha experimentado fiebres
privatizadoras, como sucedió con Thatcher en el Reino Unido. Asimismo, las tradiciones estatistas y dirigistas francesas han provocado que de todos los partidos
socialdemócratas y socialistas de Europa occidental, el Partido Socialista Francés sea
el más entregado a ejercer una política estatista tradicional. Los socialistas franceses
siguen siendo estatalistas en dos sentidos:
1. La estructura institucional centralista del régimen político francés, la relativa
debilidad de los grupos de interés, y la cultura arraigada política francesa
de estatalismo republicano, capacitan al partido para retener una firme y
jerárquica dirección política “desde arriba”.
2. El Partido Socialista Francés promueve más que sus partidos hermanos la
intervención estatal en la política macroeconómica, pero sólo hasta el punto
en que esto sigue siendo posible en el marco que impone la Unión Europea
y la globalización.
Sin embargo, a final de cuentas, lo cierto es que los socialistas franceses han gobernado siguiendo pautas más cercanas al centro. Incluso los socialistas franceses se
han comprometido con presupuestos sólidos, responsabilidad fiscal y gastos públicos
estables. La izquierda francesa se ha apartado de la clásica gestión keynesiana de
la demanda. Las diferencias son más específicas en lo que concierne a las políticas
de empleo, con la aplicación de la semana laboral de 35 horas y con la creación de
cientos de miles de nuevos empleos financiados por el Estado “hasta en 80%”,14
buena parte de ellos situados en un creciente sector público, algo inconcebible para
el nuevo laborismo y para el SPD, como lo apunta Wolfgang Merkel.
Ahora, hacia las elecciones presidenciales y parlamentarias que habrán de celebrarse en el año 2002, las perspectivas electorales de Jospin como candidato a
la presidencia y de los socialistas frente a la renovación de la Asamblea Nacional se
presentan bastante desalentadoras. Tras cinco años de desgaste gubernamental, la
imagen de Jospin y de su partido se ha deteriorado, si bien no con la intensidad conocida en 1993, sí lo suficiente como para poder augurar un triunfo de la derecha.
Aunque Chirac ha enfrentado algunos bochornosos escándalos de corrupción que
han afectado su imagen, su gran carisma y la difícil situación internacional por la
13
H. Tertsch, “Un ganador para el SPD”, El País, 3 de octubre de 1998, pág. 4.
62
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
que atraviesa el mundo industrializado tras los atentados del 11 de septiembre son
factores que favorecen su reelección. Asimismo, las elecciones legislativas serán un
escollo muy difícil de superar para los socialistas. Recuérdese que el péndulo del poder
ha funcionado a la perfección en Francia en las últimas dos décadas. Es sumamente
significativo el dato de que ni la izquierda ni la derecha han podido ganar dos mayorías parlamentarias de manera consecutiva desde las elecciones de 1981.
EL RESTO DE EUROPA
No sólo en las tres naciones más grandes de Europa occidental (Alemania, Reino
Unido y Francia) la socialdemocracia ha visto reverdecer sus fortunas electorales,
sino que casi todo el resto del continente cuenta o ha contado en el pasado reciente
de administraciones de centroizquierda. En España, el primer gobierno socialista
fue electo en 1982, cuando todavía imperaba en el país la necesidad de consolidar
el régimen democrático. Presidido por Felipe González y con Alfonso Guerra como
vicepresidente, este gobierno desarrolló una política orientada, por un lado, a profundizar y asentar la democracia, y, por otro lado, a impulsar una importante serie de
reformas, entre las que se destacan: la profesionalización de las Fuerzas Armadas, la
plena funcionalidad del modelo de Estado de las Autonomías, la reforma educativa,
las medidas de saneamiento económico y el impulso a una legislación modernizadora en temas como la despenalización del aborto y la igualdad de la mujer. Todo
ello permitió crear un nuevo clima de confianza ciudadana en las instituciones y
coayuvó a consolidar la democracia de forma definitiva.
Otro aspecto de gran relevancia, en esta primera etapa de la administración
socialista en España, fue la plena incorporación del país a las instituciones internacionales occidentales y, muy especialmente, la adhesión a las Comunidades
Europeas, que se produjo el 12 de junio de 1985, entrando en vigor el 1o. de enero
de 1986. España dejó de ser un país aislado y se convirtió en una de las naciones más
activas en los foros internacionales.
En 1986, el PSOE obtuvo nuevamente en las elecciones generales la confianza
mayoritaria de los ciudadanos españoles. Entre las labores más apreciables de la
denominada “década del cambio” destacan la ampliación de la cobertura sanitaria a
más de seis millones de personas que, hasta entonces, estaban excluidas del derecho a
la prestación pública; el incremento del número de pensionistas en 35%, concediendo
un total de dos millones de pensiones nuevas a personas que hasta ese momento
no percibían ninguna contribución; la ampliación de la cobertura de desempleo;
la garantía de educación gratuita y obligatoria de los menores de 16 años y el gran
EL RENACIMIENTO ELECTORAL DE LA SOCIALDEMOCRACIA EN EUROPA
63
incremento del número de becas.
En la primera década de Gobierno socialista se impulsó un programa de modernización de las comunicaciones sin precedentes en la historia de España, que dio
como fruto la construcción de nuevas autovías, la modernización de toda la red de
carreteras, la introducción del tren de alta velocidad y la puesta en marcha de un
satélite español de comunicaciones, entre otros avances.
En el ámbito del Partido, el PSOE realizó en este tiempo un esfuerzo de integración
y apertura que ha facilitado la incorporación a la organización socialista de otros
sectores de la izquierda española, como el dirigido por el ex vicesecretario general
del PCE, Enrique Curiel (1990), el Partido de los Trabajadores de España (1991) y
Euskadiko Ezkerra (1993).
En 1993, el PSOE vuelve a ganar las elecciones generales y, meses después, celebra
en Madrid su 33 Congreso Federal (marzo de 1994), iniciando una nueva etapa de
transformaciones. Sin embargo, tras más de una década en el poder la administración
de Gonzalez sufrió un desgaste considerable, lo que repercutió en la derrota electoral
del PSOE en los comicios de 1996. Como opositores al gobierno de Aznar, los socialistas
han procurado reencontrar el camino, aunque, hasta ahora, sin éxito. En los comicios
del año 2000 Aznar logró reelegirse ampliando su mayoría parlamentaria.
En Italia, el Partido Comunista, que durante décadas fue la opción nominalmente
comunista más importante de Europa occidental, se socialdemocratizó a principios
de los años noventa al cambiar su nombre a Partido de la Izquierda Democrática y
solicitar su ingreso a la Internacional Socialista. Los nuevos socialdemócratas fueron
el puntal para que se armara una amplia alianza de izquierda, la Coalición del Olivo,
la cual triunfó claramente en los comicios generales de 1996. Por primera vez en su
historia republicana, Italia tendría un gobierno plenamente de izquierda.
Sin embargo, aunque esta administración obtuvo considerables éxitos, no logró
alcanzar algunas de las transformaciones fundamentales que urgen a Italia en lo
concerniente a su inestable e ineficiente sistema político. El logro fundamental del
Olivo en el poder fue integrar a Italia en la Unión Monetaria Europea al alcanzar
los estrictos criterios de convergencia establecidos en el Tratado de Maastricht. Sin
embargo, a la izquierda italiana le ha faltado imaginación y capacidad de liderazgo,
carencias que se reflejaron claramente durante la campaña electoral de 2001, en las
que salió triunfadora la derecha.
El último caso verdaderamente significativo —para los propósitos de este libro— de socialdemocracia renovada lo presenta Suecia. El sueco fue, por muchos
años, el modelo socialdemócrata de gobierno más prístino, caracterizado por un
régimen asistencial muy universalista, el pleno empleo, la tasa más elevada de em-
64
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
pleo femenino en Europa, una política de ingresos armonizada, la presencia de los
sindicatos más fuertes del mundo occidental, una pesada carga fiscal y el nivel más
alto de gasto público de todas las naciones industrializadas.
Sin embargo, la renovación debió arribar también a la socialdemocracia sueca tras
los vaivenes económicos de los años setenta. Para mediados de los ochenta, era claro
que la política armonizada de ingresos había fracasado y la deuda publica alcanzaba
niveles intolerables. Uno de los pocos países que habían gozado de pleno empleo
en la época de la posguerra llegó a conocer índices de desempleo de casi 20% a mediados de los noventa. La socialdemocracia, inclusive, fue derrotada en los comicios
de 1991, apenas por segunda vez desde 1932, pero fue capaz de recuperar el poder
sólo tres años después. De nuevo en el gobierno, la socialdemocracia reaccionó con
reformas tales como privilegiar políticas de oferta sobre las medidas keynesianas
tradicionales orientadas a la demanda; consolidar el régimen fiscal, que condujo, por
primera vez, a las naturales reducciones en subsidios asistenciales; rebajar impuestos
a las empresas; privilegiar el cobro de impuestos indirectos sobre el consumo para
aliviar las cargas directas sobre la renta; y adecuar tanto el régimen asistencial como
las políticas de empleo.15
La experiencia sueca ha dado resultados en el sentido de que consiguió una
economía más competitiva sin por ello desmantelar el sólido Estado bienestar ni
traicionar, en esencia, la política laboral activa, pero desde el punto de vista electoral
ha alienado a varios sectores tradicionalmente adscritos a la socialdemocracia, pero
que ahora se sienten traicionados por las necesarias reducciones a gastos sociales y
los ajustes en las políticas fiscal y de empleo.
14
W. Merkel, “La Tercera vía de la socialdemocracia europea a fines del siglo XX”, en La Política, núm. 5, Barcelona,
Paidós, 2001, pág. 27.
65
LA POLÉMICA EN TORNO A LA TERCERA VÍA Y AL FUTURO DE
E
LA SOCIALDEMOCRACIA
n el capítulo 3 se expusieron las características generales de las estrategias y reformas que permitieron a los partidos socialdemócratas europeos recuperar la viabilidad
como opciones de poder y renovar sustancialmente su propuesta política de cara a las
sociedades contemporáneas. A pesar de que la Tercera vía y las posiciones políticas
que han sido artífices del renacimiento socialdemócrata han demostrado poseer
una sustancia ideológica impetuosa y transformadora, muchas de las actitudes de
los gobernantes europeos preocupa a quienes mantienen como principal premisa
la necesidad de que la izquierda debe mantener su esencia como alternativa política
capaz de ilusionar a los ciudadanos con propuestas encaminadas a garantizar el imperio de la justicia social, la solidaridad internacional y la paz entre las naciones.
En particular, aflige a la izquierda latinoamericana el escaso interés mostrado
por los gobiernos socialdemócratas europeos en la tarea de solidarizarse con el
mundo en vías de desarrollo. Lo cierto es que ni Blair, ni Schroeder, ni Jospin se
han distinguido por tratar de impulsar la construcción de una nueva arquitectura
financiera internacional, ni se han preocupado por democratizar a los grandes
organismos internacionales.
El que parece ser un exceso de pragmatismo de los gobiernos socialdemócratas
presenta, entonces, algunos flancos preocupantes desde la perspectiva latinoamericana que no deben ser ignorados, sobre todo por quienes creemos en la necesidad
de construir una opción socialdemócrata renovada en México.
UNA TRANSICIÓN HISTÓRICA
“La socialdemocracia es más que un partido con la obligación de administrar la
sociedad: nuestro deber consiste en transformar la sociedad”. Esta optimista frase
fue escrita por Olof Palme, en abril de 1974, en correspondencia sostenida con otros
dos de los grandes “santones” de la socialdemocracia europea, Bruno Kreisky y Willy
Brandt, justo cuando la alternativa socialdemócrata estaba en su apogeo en el viejo
continente1. Hacia mediados de ese año, los partidos socialdemócratas, socialistas y
laboristas dominaban el panorama político de Europa occidental casi por completo. Organizaciones de esta orientación política gobernaban en Alemania, Austria,
Reino Unido, Noruega, Holanda, Finlandia y Suecia; participaban en la coalición
gobernante como socios minoritarios en Italia, Irlanda y Suiza y, sólo en Francia,
Bélgica y Dinamarca, se encontraban en la oposición.
66
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
A mediados de los setenta el futuro parecía, ineludiblemente, socialdemócrata,
por lo menos en Europa, región donde esta opción había nacido y se había desarrollado y consolidado. Los cinco principios básicos de la socialdemocracia, tal y
como los enumerara Anthony Crossman en The Future of Socialism, (liberalismo
político, economía mixta, Estado bienestar, políticas económicas de tipo keynesiano
y compromiso con la igualdad social) se estaban convirtiendo en premisas aceptadas por la mayor parte de las clases políticas europeas, incluidos muchos de los
partidos democristianos y conservadores que habían sido adversarios históricos
de la socialdemocracia.
Pero fue justo a mediados de los setenta cuando, principalmente como consecuencia de la crisis energética, aparecieron síntomas de descomposición de la
utopía socialdemócrata. Como ya lo hemos visto, se ha argumentado mucho que
fue la forma abrupta en que esta crisis se manifestó, con sus efectos devastadores en
el comercio internacional y en los presupuestos gubernamentales, la causa central
de la debacle electoral que a partir de ese momento comenzaría a vivir la socialdemocracia. Pero lo cierto es que el embargo petrolero y la recesión consiguiente sólo
hicieron notorios los vicios inherentes de los que adolecía el modelo económico de
la socialdemocracia.
Las políticas de pleno empleo y de reivindicación salarial dieron lugar a
elevados índices inflacionarios, la presencia de una desmesurada burocracia
comenzaba a ser demasiado incómoda para la sociedad, los ingentes gastos que
implicaba el mantenimiento del Estado bienestar obstaculizaban el desarrollo económico y representaban elevadas cargas impositivas que las crecientes clases medias
ya no estaban dispuestas a sufragar, e incluso el concepto tradicional de “crecimiento
económico” comenzó a ser duramente cuestionado por los nuevos movimientos
ambientalistas.
Otro factor que perjudicó notablemente a la socialdemocracia fue el constreñimiento de sus bases electorales. La clase trabajadora, que conformó desde un
principio el núcleo fundamental de la clientela electoral socialdemócrata, empezó a
decrecer en número e influencia. Justo como efecto del largo periodo de crecimiento
sostenido experimentado por Europa Occidental en los años cincuenta y sesenta, el
sector servicios creció de forma notable, engrosando a una clase media receptiva a
los mensajes conservadores de reducción estatal y moderación fiscal. Poco tiempo
más tarde, el inicio de una nueva revolución científica y tecnológica tendría un
1
W. Brandt et al., La alternativa socialdemócrata, Barcelona, Blume, 1977, pág. 23.
LA POLÉMICA EN TORNO A LA TERCERA VÍA Y AL FUTURO DE LA SOCIALDEMOCRACIA
67
significativo impacto en las relaciones laborales. La necesidad de enfrentar el desafío comercial que representaba el ascenso de los tigres asiáticos, y el imperativo de
aumentar la competitividad y de disminuir la dependencia energética pondría a los
otrora todopoderosos sindicatos ante una difícil coyuntura, que hasta la fecha no
han podido superar.
Con la ola neoliberal de los ochenta, los gobiernos de los países europeos caerían, uno a uno, en manos de la nueva derecha. La quiebra del Estado bienestar fue,
indiscutiblemente, la causa de la derrota electoral de políticos socialdemócratas
como Callaghan, Schmidt, Palme y Soares, por citar sólo a los más conspicuos. Los
postulados crossmanianos, hasta hacía poco considerados axiomas imperturbables,
fueron relevados en ese carácter por los principios del neoliberalismo: incremento
de la competitividad comercial, impulso a la iniciativa privada, reducción del papel
del Estado en la economía, privatizaciones, disciplina presupuestal, adecuaciones
del Estado bienestar y reducción de los impuestos.
Durante toda la década de los ochenta, la socialdemocracia europea se mantuvo
siempre a la defensiva, y en las pocas ocasiones en las que logró mantener el control
del poder por un periodo largo (el caso, por ejemplo, de Francia y España) fue porque
los respectivos gobiernos socialistas gobernaron procurando una estricta disciplina
presupuestaria, contención salarial e intervención estatal restringida.
Fue la imperiosa necesidad de recuperar la viabilidad como opciones de poder
que atosigaba a la socialdemocracia europea, al laborismo británico y al socialismo
democrático en general que dio origen a la Tercera vía y a la moderación del discurso centroizquierdista, que abandonó sus tradicionales esquemas estatistas, su
irresponsabilidad fiscal y su adicción al Estado bienestar descontrolado y a ultranza.
Este cambio de discurso y estrategia fue particularmente eficaz. Hacia finales de los
años noventa, trece de las quince naciones integrantes de la Unión Europea tenían
gobiernos que eran encabezados o que, por lo menos, contaban con la participación
de partidos socialdemócratas, socialistas democráticos o laboristas. Fue la apoteosis de la
centroizquierda. En 1996, por primera vez en la historia de la posguerra la izquierda
se impuso de manera inobjetable en unas elecciones generales en Italia. En 1997, el
laborismo volvió al poder en la Gran Bretaña, tras 18 años continuos en la oposición,
contradiciendo así los pronósticos de una buena parte de analistas que auguraban
que este partido jamás retornaría al gobierno. Un año más tarde, la socialdemocracia se impuso contundentemente en Alemania y terminó con el largo gobierno de
Helmut Kohl y con catorce años de hegemonía democristiana.
Muchos analistas apuntan que, atendiendo la perspectiva de lo ocurrido durante
los últimos años, el problema fundamental de la izquierda sigue siendo la imposibi-
68
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
lidad de combinar eficazmente su viaje al centro y su recién estrenado pragmatismo
con el manejo de un discurso y una ideología progresista. Sus críticos acusan a la
Tercera vía de haber sido, hasta el día de hoy, esencialmente un producto mediático
que resultó estupendo para acceder al poder, pero que ahora se queda corto ante los
grandes desafíos del siglo XXI. Muchos escépticos señalan que, por ejemplo, han sido
demasiado grandes las expectativas generadas por el gobierno de Blair en la Gran
Bretaña el cual, a pesar de su eficacia, no ha sido capaz de renovar auténticamente
el pensamiento de izquierda. La fórmula le ha funcionado bastante bien al dinámico
primer ministro británico para sostenerse en el poder, pero la pregunta sigue siendo
¿hasta cuándo se puede sobrevivir con la alquimia de las reconciliaciones entre, por
ejemplo, competitividad y justicia social?
Los socialdemócratas reformados afirman que sí hay diferencias importantes
entre ellos y la derecha. Sobre todo en lo correspondiente al renglón social. Según
esta lógica, el neoliberalismo y el capitalisme sauvage que éste pregona, olvidan
por completo las necesidades de la gente común en favor del éxito económico y la
competitividad comercial. Por eso la nueva socialdemocracia trabaja para sustituir
la idea del “Estado interventor” por la de “Estado regulador”, el cual está dedicado
a corregir las desviaciones e imperfecciones del mercado en beneficio de las clases
más desprotegidas. Es decir, se “procura humanizar al capitalismo”, y aunque
los socialdemócratas de todos lados aceptan que el tiempo del gobierno obeso ha
terminado, argumentan que las sociedades modernas no deben volver a la época en
la que los individuos sólo se preocupaban de sí mismos, olvidándose de los compromisos con sus semejantes.
Por otra parte, la socialdemocracia jamás renunciará al abanderamiento de las
mejores causas del progresismo social, tales como los derechos de las mujeres, la
lucha contra cualquier tipo de discriminación, el fomento del laicismo en la educación, etcétera.
De hecho, lo que la socialdemocracia está haciendo es reafirmar los postulados
humanistas contenidos en el denominado “Programa de Bad Godesberg” el cual
representó un parteaguas en la historia contemporánea de la socialdemocracia. Promulgado en 1959, en este programa la socialdemocracia abjuró en forma definitiva
del marxismo, de las nacionalizaciones y de la actitud antiintegración europea, para
presentarse como un “partido del pueblo”, abierto sin exclusiones a toda la sociedad,
que llegaba para sustituir al “partido de clase” producto de los teoremas ideológicos
del siglo XIX.
En su insólito preámbulo, el programa de Bad Godesberg afirma: “El socialismo
democrático que en Europa encuentra sus raíces en la ética cristiana, en el humanismo
LA POLÉMICA EN TORNO A LA TERCERA VÍA Y AL FUTURO DE LA SOCIALDEMOCRACIA
69
y en la filosofía clásica, no pretende proclamar verdades últimas”. Se definía al partido
socialdemócrata como “el partido de la libertad del espíritu”. “Comunidad de hombres procedentes de diferentes direcciones en materia de pensamientos y creencias,
cuyo acuerdo se basa en valores morales comunes y en fines políticos idénticos”, que
se proponía “luchar por una sociedad en la que cada individuo pueda desarrollar
libremente su personalidad, y como miembro de la comunidad, y pueda participar
responsablemente en la vida política, económica y cultural de la misma”.
En Bad Godesberg se partía de la base de que libertad y justicia son interdependientes, y de que los valores fundamentales del partido serían la libertad, la justicia
y la solidaridad, “deberes recíprocos resultantes de las relaciones comunitarias”. “Nosotros —afirmaban los socialdemócratas en su programa— no queremos socializar
al hombre, sino humanizar a la sociedad”.
Es decir, al reconocer que ante las actuales circunstancias de globalización y desarrollo tecnológico acelerado sería muy difícil para la socialdemocracia mantenerse
como una competidora eficaz por el poder si mantenía posiciones estatistas, la socialdemocracia refuerza su carácter esencialmente humanista, tolerante y solidario
como buen principio para restaurar un discurso convincente.
Por último, los socialdemócratas sostienen que la mayor prueba de la vigencia de
sus postulados reside en el hecho de que los principios básicos del Estado bienestar
e incluso del Estado como regulador y hasta, en alguno casos, como principal promotor del desarrollo han sido aceptados por todas las corrientes políticas, e incluso
han sido conservados por las administraciones de Thatcher en el Reino Unido y de
Reagan en Estados Unidos.
¿ES DE IZQUIERDA LA NUEVA SOCIALDEMOCRACIA EUROPEA?
Todo lo anterior es verídico, pero aún quedan interrogantes sobre la profundidad
de la vocación de los gobiernos socialdemócratas de mantener inalterable su compromiso con la igualdad social. Uno de los principales analistas de las medidas de
política económica aplicadas por los gobiernos socialdemócratas europeos, David
Held, escribió no hace mucho que:
La insistencia en que la dirección nacional de la economía se ajustó a
las exigencias de la economía internacional se une a la petición de medidas características del lado de la oferta, sobre todo, la utilización de la
formación y la enseñanza como medios de la política económica: los ciudadanos deben ser capacitados para satisfacer las necesidades de una
70
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
competencia (local, nacional regional, mundial) y de una movilidad
de capital cada vez mayores. Los ciudadanos deben ser adaptables,
flexibles, adiestrados, aptos, dispuestos al empleo temporal, interesados y satisfechos si pretenden que las empresas competidoras los
seleccionen. A estas actitudes se asocian dudas características sobre la
justicia distributiva, la compensación entre la imposición fiscal y las
prestaciones asistenciales y cualesquiera obligaciones que los patrones
y los ricos puedan o deban tener.2
Para ilustrar esta preocupación, Held reproduce partes sustanciales de la declaración conjunta que hicieron pública Blair y Schroeder sobre la nueva socialdemocracia
europea en junio de 1999:
La promoción de la justicia social se confundía en ocasiones con la imposición de la igualdad de salarios. Como consecuencia, no se valoraba
la importancia de premiar el esfuerzo y la responsabilidad, y la socialdemocracia se asociaba con la conformidad y la mediocridad en lugar de
asociarse con la celebración de la creatividad, la diversidad y la excelencia.
El trabajo se gravaba con costes cada vez más altos [...] El objetivo de
alcanzar la justicia social se identificaba con niveles cada vez más altos de
gasto público, a pesar de lo que se hubiera conseguido y del impacto de
los impuestos que se necesitaban para financiarlo en la competitividad, el
empleo y la calidad de vida. Unos servicios públicos decentes son vitales
para los socialdemócratas, pero la conciencia social no se puede medir
por el nivel de gasto público. La verdadera prueba para la sociedad es el
grado de eficacia de utilización de ese gasto, y en qué medida permite que
la gente se ayude a sí misma. La creencia de que el Estado debe encargarse
de los fallos del mercado llevó con demasiada frecuencia a la expansión
desproporcionada del alcance de los gobiernos y, consecuentemente, de
la burocracia. El equilibrio entre el individuo y el colectivo se distorsionó.
Valores importantes para los ciudadanos, como los logros personales y el
éxito, el espíritu emprendedor, la responsabilidad individual y el espíritu
comunitario, se subordinaron con demasiada frecuencia a las necesidades
del bienestar social general.3
Hoy, los socialdemócratas están en el gobierno en casi todos los países
D. Held, “El fin de la política y la Tercera vía”, en La Política, núm. 5, Barcelona, Paidós, 2001, págs. 52 y 53.
3
Comunicado Blair-Schroeder. Europa y la Tercera vía, Londres, junio de 1999.
2
LA POLÉMICA EN TORNO A LA TERCERA VÍA Y AL FUTURO DE LA SOCIALDEMOCRACIA
71
de la Unión Europea. La socialdemocracia [...] ha empezado a renovar
sinceramente sus ideas y a modernizar su programa. [...] Tenemos que
llevar adelante nuestros programas dentro de un nuevo marco económico La acción política tiene que complementar y mejorar, no estorbar,
la función esencial del mercado [...] se ha exagerado la capacidad del
gobierno nacional de ajustar la economía a fin de garantizar el crecimiento y el empleo. Se ha subestimado la importancia del individuo y
de la empresa en la creación de la riqueza. La misión más importante de
la modernización es invertir en el capital humano: preparar a empresas
e individuos para la economía del futuro, basada en el conocimiento
[...] el empleo para toda la vida es cosa del pasado. Los socialdemócratas tenemos que responder a las crecientes demandas de flexibilidad
manteniendo a la vez niveles de bienestar social mínimos, para que esta
nueva política se logre se deberá promover una mentalidad progresista
y un nuevo espíritu empresarial en todos los planos de la sociedad, lo
cual requiere (entre otras cosas):
• Una mano de obra bien adiestrada y competente, presta y deseosa de
asumir responsabilidades nuevas.
• Un sistema de seguridad social que sepa ofrecer nuevas oportunidades
y estimule la iniciativa, creatividad y disposición de aceptar nuevos
retos
Los socialdemócratas modernos queremos convertir la red protectora
de los derechos sociales en trampolín para la responsabilidad personal.
[...] Para nuestras sociedades, los imperativos de justicia social son algo
más que la distribución de transferencias monetarias. Nuestro objetivo
es aumentar la igualdad de oportunidades sin distingo de raza, edad ni
incapacidad [...] Todos los medios de la política social deben estimular
el propio esfuerzo y la responsabilidad personal.4
La pregunta nodal sigue siendo si esta nueva versión de la socialdemocracia la
inhabilita como una opción de izquierda. A mi parecer, la respuesta es un no rotundo. Por el contrario, con su demostrada capacidad de adaptarse a las circunstancias
contemporáneas, la socialdemocracia se mantiene a la vanguardia y ratifica su carácter
transformador, el cual, sencillamente, acata las realidades de la economía internacional
4
Citado en D. Held, op. cit., págs. 53 y 54.
72
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
sin por ello renunciar a la necesidad de establecer las bases de una sociedad inclusiva y auténticamente progresista. La modernización de la economía y la sociedad es
una condición ineludible de la socialdemocracia funcional. En el mundo actual, el
Estado tiene que contribuir a la creación de un justo marco de oportunidades que
puedan aprovechar todos los ciudadanos, siendo definitiva su responsabilidad que la
aprovechen o no. La socialdemocracia renovada se opone a la concesión de pasivos
subsidios asistenciales que no estimulen al individuo a reintegrarse a la economía y a la
sociedad productiva. Dentro de este contexto, la justicia social debe llegar a implicar
la supresión de barreras a la entrada una sociedad fundada en el trabajo, mientras
que la desigualdad social debe entenderse como una forma de exclusión social: la
injusta marginación respecto del mercado de trabajo y el empleo.
Hay quienes piensan que la esencia de la polémica actual sobre la aptitud u
obsolescencia de un discurso de izquierda quizá se encuentre en descubrir si sigue
vigente la idea de progreso. El profesor Norman Birnbaum, en su libro recientemente
publicado Después del progreso, en el que hace un exhaustivo análisis sobre la reforma social americana y socialismo europeo en el siglo XX, ve el socialismo en crisis
porque se han roto la idea del progreso y ha quebrado la creencia de que se podía
conocer el movimiento interno de la historia.5
¿Qué queda después de la idea de progreso? ¿La meritocracia con igualdad de
oportunidades? Al menos esa es la forma en que lo enfoca parte de la izquierda
europea y Blair con su Tercera vía, lo que demuestra la dificultad de elaborar un
discurso desde la izquierda con las categorías tradicionales. Aunque otros opinan
lo contrario, para el escritor Philip Collins,6 Blair, desde 1997, no ha tenido mucho
éxito en la lucha contra la desigualdad, que debe ser una de las prioridades de la
izquierda, pero, añade, la apertura de la economía y el premio al mérito y al talento
aparecen como torales en la agenda hacia un segundo mandato para Blair, que fue
garantizado tras las elecciones generales celebradas en junio de 2001. Blair ofreció
hacia su segura reelección importantes aumentos en los gastos en educación, sanidad
y seguridad pública.
Lo que propone Blair no es exactamente la “igualdad de oportunidades” para
todos, sino únicamente una política para que “nadie se quede atrás”, lo que implicaría luchar contra la exclusión social y la pobreza, pero avanzando en lo que
el economista Amartya Sen llama la “capacidad social”, según la cual la igualdad y
5
Norman Birnbaum, After Progress: American Social Reform and European Socialism in the Twentieth Century,
Nueva York, Oxford University Press, 2001.
6
Philiph Collins, Blairism and the Third Way, Prospect, mayo de 2001, págs. 29-42.
LA POLÉMICA EN TORNO A LA TERCERA VÍA Y AL FUTURO DE LA SOCIALDEMOCRACIA
73
la desigualdad no se refieren sólo al acceso a bienes sociales y materiales, sino a la
capacidad de cada uno de buscar libremente su propio bienestar, sazonado con una
mayor responsabilidad cívica y personal.7 Es esta la dirección en la que avanza también el pensamiento de Anthony Giddens, padre intelectual de la Tercera vía (pero
en una versión más radical que la política aplicada por Blair) y que vuelve, una y
otra vez, sobre la cuestión de la desigualdad.
Es sabido que Isaiah Berlin consideraba que libertad e igualdad eran conceptos
contradictorios. Sin embargo, para autores como Ronald Dworkin —como aparentemente para Giddens, que rechaza “el igualitarismo a cualquier precio”— la
libertad es una condición de la igualdad, y ésta gira en torno a la autorrealización.
No sólo se trata de desigualdades individuales, sino también sociales. Por ejemplo,
en Europa ha crecido la igualdad social entre hombres y mujeres, y la política de
cohesión económica y social en la Unión Europea ha tenido éxito en los últimos
10 años al acercar los ingresos y el desarrollo económico en las regiones más atrasadas. La socialdemocracia tradicionalmente, según Giddens, ha querido quitarle
dinero a los ricos y dárselo a los pobres, pero —indica— ya no se puede aplicar tal
fórmula, y se muestra más partidario de desplazar el peso de los impuestos hacia
el consumo, con un carácter progresivo, aunque sin explicar cómo. Quizás por eso
dentro de algunos partidos socialdemócratas europeos, como sucede en el Partido
Socialista Obrero Español, piensan ahora en un tipo impositivo directo único, junto
con una renta básica ciudadana. Es decir, una de las principales premisas utilizadas
por los economistas más liberales, como Milton Friedman, que consiste en restar
importancia a los impuestos sobre las rentas para resaltar los gravámenes sobre el
consumo esta siendo adoptado por la centroizquierda europea.
El replanteamiento de la idea de progreso obliga a repensar las circunstancias que
vivimos y hacia dónde queremos avanzar. El siglo que acaba de terminar fue duro con
las ideologías simplistas, tanto de derechas como de izquierdas. El socialismo tuvo su
juicio y fue declarado deficiente. El gran experimento comunista está prácticamente
acabado (excepto en unos cuantos focos de resistencia, como Cuba y Corea del
Norte). La ideología de la derecha, representada por el Consenso de Washington
de fundamentalismo neoliberal de mercado, no tuvo mucho más éxito, a pesar
de que sus fallos pasen a menudo desapercibidos.
LAS OTRAS TERCERAS VÍAS
7
Amartya Sen, Development as Freedom, Londres, Anchor Books, 2000.
74
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
Los últimos cincuenta años han demostrado que, aunque el desarrollo es posible,
no resulta inevitable. Los países que tuvieron más éxito —los del este de Asia— siguieron políticas claramente diferentes de las del Consenso de Washington. Antes
de la crisis financiera de 1997, el este de Asia experimentó tres décadas no sólo de
crecimiento sin precedentes, sino también de insólitas reducciones de la pobreza.
De estos éxitos surgió una nueva perspectiva: una Tercera vía entre el socialismo y el
fundamentalismo de mercado. Irónicamente, Estados Unidos, durante mucho tiempo
partidario del fundamentalismo de mercado, evolucionó siguiendo su propia Tercera
vía. La industria estadounidense creció tras los muros arancelarios. Desde la primera
línea telegráfica entre Washington y Baltimore, construida por el gobierno federal
en 1842, hasta la moderna Internet; desde la ampliación de los servicios agrícolas
en el siglo XIX hasta la investigación militar del XX y el XXI, se fomentaron nuevas
industrias mediante una política industrial discreta y de orientación mercantil. Ello
demuestra que, naturalmente, no hay una única Tercera vía válida para todos los
países y situaciones, sino multitud de ellas adaptadas a las circunstancias sociales,
políticas y económicas de cada país. Aun así, estas terceras vías tienen mucho en
común, a saber:
1. Adoptan un planteamiento compensado entre el Estado y los mercados, reconociendo que ambos son importantes y complementarios. Por separado,
cada uno puede tener problemas. Los fallos del mercado son un hecho, pero
también lo son los del Estado. Las ideologías neoliberales dan por sentado
que los mercados y la información son perfectos, y otras muchas cosas que ni
siquiera las economías de mercado de mayor rendimiento pueden satisfacer.
2. Aunque a los liberales les preocupa el gobierno excesivo, la debilidad del gobierno impide el crecimiento, porque los Estados débiles no pueden proporcionar
ley y orden, ni hacer que se respeten los contratos, y no pueden garantizar un
sistema bancario seguro y sólido. Al fin y al cabo, fue la falta de regulación
—la liberalización de los mercados de capitales y financieros potenciada en el
este de Asia por el FMI y la hacienda estadounidense— lo que condujo a la
crisis financiera de 1997. La cuestión no debería haber sido cómo liberalizar
rápidamente, sino cómo establecer el marco regulador adecuado.
3. Reconociendo estos límites, la política pública debería esforzarse en mejorar los mercados y el gobierno. Una experiencia interesante fue la iniciativa
Reinventar el Gobierno que instrumentó Al Gore en sus años como vicepresidente durante el gobierno de Clinton, que desarrolló técnicas y políticas
LA POLÉMICA EN TORNO A LA TERCERA VÍA Y AL FUTURO DE LA SOCIALDEMOCRACIA
75
para aumentar la eficiencia, la eficacia y la capacidad de respuesta de los
organismos oficiales. Hoy en día, prácticamente en todas las dimensiones
(desde la respuesta a las preguntas telefónicas, hasta el coste de las transacciones), la administración de la seguridad social estadounidense es mejor
que la de cualquier aseguradora privada.
4. La igualdad es importante, y debería ser un objetivo político explícito. Las
antiguas teorías enseñaban la economía de arrastre, basada en la premisa de
que la mejor forma de ayudar a los pobres es hacer crecer la economía. El
crecimiento requiere desigualdad, se decía, porque los ricos ahorran más y
hacen una mejor labor de inversión. De hecho, es posible que los pobres no se
beneficien del crecimiento —o que tengan que esperar demasiado—, a no
ser que éste vaya acompañado de políticas contra la pobreza. El crecimiento
a largo plazo en Asia Oriental ha demostrado que las políticas igualitarias
favorecen el crecimiento. Indonesia pone de manifiesto el peligro que supone
hacer caso omiso de estos problemas. Las políticas inspiradas por el FMI en
este país desembocaron en una depresión masiva, y después en la eliminación
de las subvenciones de alimentos y combustible, precisamente en el momento
en que el desempleo se disparaba y los salarios reales se desplomaban. Las
revueltas que siguieron eran predecibles, y se habían previsto. Compasión
aparte, era una mala política económica. Recuperarse de la devastación, la
evasión de capitales y la erosión de la confianza resultantes llevará años. La
economía nunca se puede separar de los asuntos sociales y políticos.
Puede ser que estos preceptos de la Tercera vía carezcan de sentido común
elemental. Sin embargo, el sentido común está a menudo ausente a la hora de establecer políticas. Aunque la teoría económica y la evidencia que subyacen tras estos
preceptos se desarrollaron a lo largo de los últimos 25 años, siguen siendo objeto de
discusión. Quizá ya no sea “políticamente correcto” hacer caso omiso de los pobres,
y pocos hoy en día defienden abiertamente la denominada “economía de arrastre”.
¡Pero no hay que dejarse engañar! Los mismos que promovieron el Consenso de
Washington nos traen ahora el “Consenso de Washington Plus”. Los mismos que
defendieron la política de arrastre afirman ahora que el crecimiento es necesario y
“casi” suficiente para reducir la pobreza.
Tras la nueva retórica se agazapan las mismas políticas neoliberales e irreflexivas
de liberalización y privatización. La liberalización y la privatización realizadas de la
forma adecuada, como parte de la una Tercera vía, pueden ayudar al desarrollo de
los pobres. Si se hacen de manera mecánica, por ideología, aumentan la pobreza y
76
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
la desigualdad, y obstaculizan el crecimiento. ¿Ha proporcionado la privatización
crecimiento a Rusia, por ejemplo? Unos cuantos oligarcas han cosechado miles
de millones, pero lo han hecho vendiendo activos, más que creando riqueza. La
liberalización del mercado de capitales en Rusia condujo a una incontrolable fuga
de capitales, no al prometido flujo de inversiones. El Estado regalaba las joyas de la
nación, pero no podía pagar a los jubilados sus míseras pensiones.
Según lo establecido por los programas de ajuste estructural del FMI, se suponía
que la liberalización trasladaría a los trabajadores de puestos de baja productividad
a otros de alta productividad. Sin embargo, en demasiados países, lo que hacía era
trasladarlos a puestos de productividad cero: el desempleo. Ésta no es una receta
para el crecimiento, sino para aumentar la pobreza. ¿Cómo podría haber sido de
otra forma si las políticas del FMI conducían al establecimiento de tipos de interés
de 10%, 20% o superiores, con los que la creación de empleo se vería obstaculizada
incluso en el mejor entorno empresarial, por no hablar del entorno en los países
en vías de desarrollo? Los problemas de la privatización del ferrocarril en el Reino
Unido y de la liberalización de la electricidad en California han puesto al descubierto
los peligros que suponen las políticas neoliberales, incluso en las mejores circunstancias. Ha llegado la hora de establecer un nuevo consenso de Tercera vía, más
allá del pensamiento único neoliberal de Washington: una visión equilibrada de los
mercados y el gobierno, una negativa a confundir los medios (como la privatización
y la liberalización) con los fines, y una concepción más amplia de esos fines, no un
PIB mayor, no un aumento de las rentas de unos pocos, sino el establecimiento de
un crecimiento democrático, equitativo y sostenido.
HACIA UN NUEVO PENSAMIENTO PROGRESISTA
No hay izquierda sin un proyecto coherente con capacidad de ilusionar. Su superioridad sobre la derecha estaba siempre en el campo del pensamiento, en su sustancia
teórica. Pero ¿puede nombrar alguien a algún teórico de la izquierda capaz de servir
de orientación bajo las condiciones de la nueva política; alguien que pueda jugar un
papel similar al que en su día cumplieron, por ejemplo, Bernstein y Kautski? Lo que
esto nos dice es que el mundo ha devenido lo suficientemente complejo como para
poder ser abarcado por la mirada de un gran maître penseur. Los partidos deben
confeccionar sus programas a partir de fragmentos elaborados por think-tanks u
otras instituciones o grupos, y están a la merced de mil contingencias. Basta mirar la
agenda temática de la reciente Conferencia de Berlín, que reunió a representantes de
gobiernos y partidos “progresistas” o de “la izquierda del centro” de todo el mundo:
LA POLÉMICA EN TORNO A LA TERCERA VÍA Y AL FUTURO DE LA SOCIALDEMOCRACIA
77
los mercados financieros y la nueva economía, los problemas de la emigración, los
grupos minoritarios, las nuevas fuentes de marginación creada por la “división digital” de la sociedad, la pobreza, la protección de la diversidad cultural o los límites
de la sociedad civil, además de muchos otros.
Esta nueva Internacional Progresista ha servido al menos para detenerse a pensar
sobre los nuevos desafíos, reaccionar frente al entreguismo ante el “orden espontáneo” de los mercados mundiales y sacudirse un poco la caspa del conservadurismo
ideológico de la izquierda tradicional. Tardará todavía algún tiempo en verse algún
resultado concreto de la prolongación de dichos debates —ahora ya en red, claro—,
pero hay avances. El primero y fundamental es la recuperación del espíritu internacionalista o cosmopolita y el consiguiente abandono de las soluciones locales. Sólo habrá
posibilidades de gobernar la sociedad global desde una colaboración internacional y,
a partir, de un claro diagnóstico sobre lo que está pasando en el mundo.
La izquierda siempre se había apoyado sobre un fuerte Estado jerárquico conformador de un orden desde un centro y sobre un discurso universalista abstracto.
Éstos son los elementos de los que hoy ya no podemos disponer. No basta con
reaccionar entregándose a un optimismo pragmático que se limita a maquillar la
realidad. Tampoco sirve de mucho la enmienda a la totalidad que se construye sobre
la demonización permanente de todo lo que existe en el mundo real o exigir a la
política lo que quizá ya no está en condiciones de aportar. La izquierda posible es la
que se toma la realidad en serio, precisamente porque aspira a su transformación y
mayor perfectibilidad. Que en el camino se deba fraccionar el discurso es una idea a
interiorizar como parte de las nuevas condiciones con las que hay que operar. Pero
—ante todo— lo importante es que siga habiendo discurso.
Hay cuestiones que a mi juicio no ofrecen muchas dudas: siempre es mejor un
debate de ideas que las luchas personalistas. Los partidos deben dejar contemplarse
menos a sí mismos y atender más a la sociedad. Sobre todo, deben tratar de recuperar
el espacio público para la política. La amenaza no proviene sólo de la mundialización
económica; está también la “mundanización” —de mundano, es decir, de frívolo— de
los nuevos medios. ¿De qué sirven las ideas, si luego no pueden ser debatidas?
LA POLÍTICA EXTERIOR DE LA NUEVA SOCIALDEMOCRACIA EUROPEA
Uno de los aspectos más controvertidos de la forma en que gobiernan los socialdemócratas europeos actuales ha sido su política exterior, que para buena parte de la
izquierda tradicional parece demasiado cercana a los Estados Unidos. Esta polémica
se recrudeció de forma notable a raíz de los atentados terroristas del 11 de septiem-
78
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
bre de 2001, cuando comandos terroristas destruyeron el World Trade Center de
Nueva York y dañaron seriamente el edificio del Pentágono en Washington. Como
consecuencia de estos históricos ataques, la tríada Blair-Schroeder-Jospin se apresuró a
demostrar absoluta solidaridad con el gobierno de George W. Bush. De hecho, Tony
Blair asumió una actitud que para muchos pareció incluso más beligerante que la del
presidente norteamericano. Asimismo, Schroeder tomó una difícil decisión cuando
equiparó ante el Parlamento una solicitud para mandar 3 900 soldados alemanes a
Afganistán a un voto de censura.
Mucho se ha dicho sobre porqué gobernantes que se dicen de izquierda apoyaron
una guerra sangrienta en la que mucho sufrió la población civil, pero —desgraciadamente— el tiempo ha demostrado que esta decisión fue absolutamente necesaria,
como lo fue, a fin de cuentas, el involucramiento de las grandes naciones europeas en
las guerras de los Balcanes. La vieja izquierda no acaba de entender que en política
muchas veces se debe escoger de entre dos males, el menor. En esta ocasión, la guerra
sirvió para liberar a Afganistán de un gobierno ominoso y para tratar de destruir a
una infame organización terrorista internacional. Los socialdemócratas europeos
sencillamente no pueden permitir que sus países pasen a un segundo plano en el
ambiente internacional.
Los socialdemócratas, lejos de equivocarse, afianzaron su posición como
líderes del mundo. Blair se reafirmó como un dirigente decidido y valiente capaz
de asumir decisiones trascendentales, y Schroeder ubicó a Alemania en el lugar de
preeminencia que le corresponde en el concierto internacional. Ambos dieron una
invaluable lección de liderazgo que no sólo conquistó para sus respectivas naciones
prestigio y fuerza, sino que ratificó a la socialdemocracia como una opción fiable y
vigorosa de poder. Los dos demostraron ser estadistas sólidos que saben arriesgar
cuando se juega la credibilidad de sus naciones como potencias responsables, y demostraron que tienen unos principios con los que nadie puede jugar ni en la calle
ni en el Parlamento.
Schroeder y Blair demostraron carácter, esa firmeza en sus percepciones que
muchos les han negado, durante años, y que han sabido confirmar en una de las
situaciones políticas más inciertas que se puedan imaginar. Pese a todos los diversos
amagos de pacifistas dentro del laborismo, la socialdemocracia y —ante todo— dentro del Partido Verde alemán, han dejado claro que tiene todas las cartas. Crecieron
en la crisis porque lanzaron los órdagos con la frialdad de quien no tiene miedo a
sufrir pérdidas.
En el caso particular de Schroeder, a muchos les sentó mal este despliegue de
liderazgo de un hombre al que creían fácilmente abatible. Es lógico, porque atacan
LA POLÉMICA EN TORNO A LA TERCERA VÍA Y AL FUTURO DE LA SOCIALDEMOCRACIA
79
todo aquello que los acosa a ellos y que los tiene perfectamente inermes. Nunca,
desde la creación de la República Federal de Alemania, había estado tan postrada la
democracia cristiana.
Nunca el SPD, ni bajo Willy Brandt, había gozado de este enorme abanico de
posibilidades que le ofrece el liderazgo de Schroeder. Ahora, hacia las elecciones
generales de 2002, el canciller alemán puede pactar con quien quiera, verdes y liberales, ex comunistas orientales y cristianodemócratas. El SPD tiene hoy dos baluartes
inexpugnables que son el canciller y su ministro de Asuntos Exteriores, Joschka
Fischer, que, dicho sea de paso, es dirigente del Partido Verde.
El mundo es muy distinto a lo que era antes del 11 de septiembre. Quien no entienda esto no entiende nada. Y parece que la izquierda tradicional sigue manejando
criterios ya definitivamente obsoletos. Ese ha sido, claramente, el caso de los Verdes
alemanes. Fischer sabe mucho más de lo que sucede e intenta infundir cierta sensatez
en quienes le han aupado al poder, pero son incapaces de entender el momento de
inflexión histórica en que vivimos.
Los Verdes son ya una fuerza prescindible. El compromiso con el poder ha sido
para ellos una prueba demoledora. Los liberales han salido de una crisis que parecía
abocarlos al abismo. Los cristianodemócratas no saben dónde están ni adónde van.
Y los ex comunistas orientales del PDS recogen ansiosos los votos decepcionados de
los ecopacifistas, pero no son alternativa para un pacto de gobierno en Berlín en un
futuro previsible.
En cierto sentido tienen razón quienes acusan a Schroeder de chantajear a sus
socios al poner a juego un voto de censura e imponer la disciplina en su propio
grupo parlamentario, en el que existen voces presas de ese rictus pacifista de la mala
conciencia que siempre ha perseguido a la política alemana. Pero Schroeder ha demostrado, con su compromiso de cooperar en la intervención militar internacional
en Afganistán, que Alemania ha dejado de ser ese enano político disfrazado de gigante
económico. Además de dejar claro que la socialdemocracia alemana tiene conceptos
para combatir a favor de la seguridad, la libertad y la sociedad abierta.
Los comicios generales que se celebrarán en el año 2002 presentan buenas posibilidades de reelección para Schroeder. En contra de la socialdemocracia jugará
la preocupante etapa de atonía económica que afecta al país como consecuencia de la
recesión internacional, la cual ha afectado de manera notable al dinamismo exportador de Alemania, reducido las tasas de crecimiento y contribuido al incremento
del desempleo, pero a su favor contará con el enorme descrédito y falta de liderazgo
que padece la oposición democristiana y, sobre todo, los aciertos de Shroeder como
talentoso político, hombre de Estado y, ahora, indiscutible líder internacional.
80
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
LA NUEVA SOCIALDEMOCRACIA EUROPEA Y EL MUNDO EN DESARROLLO
Por último, no debe dejar de mencionarse el rasgo más preocupante que presenta
la nueva socialdemocracia europea: la falta de medidas concretas impulsadas por
los gobiernos de centro izquierda de las naciones industrializadas para impulsar el
desarrollo sustentable y la democracia social en las naciones en vías de desarrollo.
Hasta el momento, las actitudes de dirigentes como Blair, Schroeder y Jospin en
el marco de las instituciones internacionales como la ONU y sus instituciones, el
G8, el Banco Mundial, el FMI, etcétera no han pasado de ser, en el mejor de los
casos un rosario de buenas intenciones y de lugares comunes. Lo cierto es que los
criterios impuestos a naciones deudoras son siempre acatando un rígido esquema
neoliberal.
En el caso concreto de América Latina, resulta un hecho irrefutable que se
han impuesto políticas neoliberales, generadoras, las más de las veces, de graves
conflictos sociales como consecuencia de una aguda concentración de la riqueza
e incremento de la pobreza, y de falta de oportunidades para importantes sectores
de la población. Es necesario construir en América Latina sistemas económicos
que hagan viables un desarrollo sustentable con empleos de calidad, que preserven
los derechos a la salud, a la previsión social, a la educación, que fortalezcan las
instituciones democráticas, defiendan el medio ambiente, respeten la diversidad,
promuevan valores solidarios y creen legislaciones adecuadas que tiendan a la
superación de la discriminación, asegurando la igualdad de oportunidades para
hombres y mujeres. Al cumplimiento de estas ingentes tareas deberán concentrarse,
por cierto, los esfuerzos de los partidos políticos socialdemócratas latinoamericanos. Pero estos objetivos sólo serán posibles si se concertan acuerdos económicos
regionales e internacionales instituidos de manera equilibrada, tomando en cuenta
las asimetrías y desventajas que los países en vías de desarrollo tienen frente a las
potencias económicas industrializadas, y pactando siempre la inclusión de cláusulas para garantizar el prevalecimiento de los regímenes democráticos y mínimos
de bienestar social que resguarden las instituciones democráticas y los derechos
sociales esenciales.
Asimismo, es de esperarse que la centroizquierda europea entienda que el problema de la globalización impuesta en el mundo actual está directamente vinculado al tema de la independencia. Es menester evitar la vía ultra-liberal, sin reglas o
preocupaciones ambientales, que globalizará la pobreza tanto en los países en vías
de desarrollo como en los países desarrollados y reduciría los derechos sociales a
LA POLÉMICA EN TORNO A LA TERCERA VÍA Y AL FUTURO DE LA SOCIALDEMOCRACIA
81
su más bajo denominador común, afectando negativamente al medio ambiente y
extendiendo la exclusión social.
Es impostergable iniciar una reforma a fondo, democrática y dueña de un
enfoque social, de las instituciones políticas y económicas internacionales, tanto
aquellas establecidas por el Tratado de Bretton Woods, como aquellas normas
e instrucciones de la Organización Mundial del Comercio, de modo que permitan un más justo funcionamiento del sistema comercial. Ello debido, sobre
todo, a que los países desarrollados hablan mucho de abrir las economías, pero
cuando les conviene atacan los propios mecanismos del mercado que proclaman
y aparecen nuevas formas de proteccionismo, injusto fenómeno muchas veces
presente con la aquiescencia de los gobiernos socialdemócratas europeos.
Incluso el Centro de Desarrollo de la OCDE afirma que la globalización financiera
es la causa principal “del debilitamiento de las políticas económicas nacionales respecto a los otros gobiernos, pero especialmente frente al mercado global”.
La globalización podría ser un proceso irrefrenable de la transformación del
capitalismo, diversificación y multipolarización de los sistemas de producción,
aceleración de los cambios producidos por la revolución científico-tecnológica y el
poder de las comunicaciones. Pero, por el contrario, se ha convertido en la consagración
de un sistema mundial autorregulado, sostenido sobre un circuito financiero virtual
de miles de millones de dólares informatizados y gobernado desde un puñado de
oficinas. Así, la política de cada país se reduce al desorden.
En la región latinoamericana las fuerzas globalizadoras han limitado al extremo
la capacidad de decisión nacional y han aumentado las desigualdades en un contexto
de desregulación de mercados y movilidad financiera especulativa de dimensión
descomunal que ha provocado la supresión de programas sociales y acrecentado la
exclusión.
No era fácil preservar los valores democráticos cuando vastos sectores no integran el mercado, cuando la miseria despoja de su dignidad a los seres humanos.
Es necesario crear en las respectivas regiones, un sistema que facilite la integración
sobre la base de la indispensable democratización general.
La socialdemocracia europea debe entender que la primera condición para ser
una democracia es ser un Estado, que presupone la idea de autodeterminación a
escala internacional. Nunca será posible que una sociedad concrete una democracia
si se encuentra dominada o controlada desde el extranjero, donde en última instancia se toman las decisiones importantes vinculadas a su propio interés, incluso las
relacionadas con la identidad nacional y cultural.
Por todo esto, ha llegado el momento de reclamar a la socialdemocracia europea
82
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
una actitud más solidaria y justa respecto a los problemas que aquejan a las naciones
industrializadas dentro del contexto de la globalización.
83
P
LA SOCIALDEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA
recedida por su formidable prestigio político e intelectual como una de las tendencias políticas más exitosas de la historia, la socialdemocracia arribó a América
Latina, región donde han surgido, sobre todo a raíz de la llamada “ola democratizadora”, un buen número de partidos y organizaciones que se reconocen como socialdemócratas. Existe, sin embargo, una profunda polémica en torno a la viabilidad
de la socialdemocracia en América Latina, región en donde el desarrollo histórico,
social, económico y político difiere agudamente del europeo.
En efecto, se ha identificado tanto a la socialdemocracia con los modelos de
Estado benefactor europeos que su aplicación en América Latina —con sistemas
institucionales tan frágiles y acosada por las recurrentes crisis económicas y por la
pobreza— no es lo primero que podría venirnos a la mente. Sin embargo, las posibilidades de instrumentar opciones políticas de corte socialdemócrata están siendo
ampliamente discutidas en la actualidad. Los socialdemócratas latinoamericanos
trabajan para instituir una Tercera vía en nuestro continente que represente una
alternativa transformadora diferente, capaz de superar los notables fracasos que han
reportado en el gobierno tanto el nacional-populismo como el neoliberalismo.
La socialdemocracia simboliza la posibilidad de establecer una estrategia que
permita la reconstrucción económica y social de las naciones latinoamericanas con
una perspectiva humanista, en contra de los desenfrenos y abusos del capitalismo
de libre mercado que han acarreado las recetas del FMI, y que marque muy claras
distancias frente a los desastrosos equívocos del populismo y voluntarismo en los
que ha incurrido la izquierda tradicional.
CRECIMIENTO EXPLOSIVO DE OPCIONES SOCIALDEMÓCRATAS EN AMÉRICA LATINA
La sección latinoamericana de la Internacional Socialista fue fundada en Montevideo con la participación de pocos partidos: Acción Democrática de Venezuela,
el Partido de Liberación Nacional de Costa Rica, el Partido Radical de Chile, el
PNP de Jamaica y PNM de Trinidad y Tobago. A la sazón, la mayoría de los partidos
socialistas y de izquierda de América Latina eran opciones más ortodoxas que
desconfiaban profundamente de la socialdemocracia. Pero la intensa crisis de las
incipientes democracias latinoamericanas y el fracaso de experimentos nacionalpopulistas, como el de Salvador Allende en Chile y el de Joao Goulart en Brasil, que
desembocaron en el advenimiento de sanguinarias dictaduras militares por todo el
84
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
subcontinente, permitieron que la opción socialdemócrata fuera revaluada, sobre
todo al tener lugar la denominada “tercera ola democratizadora” a partir del principio
de la década de los ochenta.
Para 1971 sólo se contaba con ocho partidos en América Latina y el Caribe, pero
a lo largo de las siguientes tres décadas la membresía de partidos latinoamericanos
en la IS creció de manera explosiva. En la actualidad, son partidos miembros de
pleno derecho:
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•
Argentina. Partido Socialista Popular, PSP Y Unión Cívica Radical, UCR.
Bolivia. Movimiento de la Izquierda Revolucionaria, MIR-Nueva mayoría.
Brasil. Partido Democrático Trabalhista, PDT.
Chile. Partido Socialista, PS,
Partido por la Democracia, PPD y Partido Radical Socialdemócrata, PRSD.
Colombia. Partido Liberal Colombiano, PLC.
Costa Rica. Partido de Liberación Nacional, PLN.
Curazao. Movimiento para unas Nuevas Antillas, MAN.
Ecuador. Partido Izquierda Democrática, pid.
Haití. Partido del Congreso Nacional de Movimientos Democráticos,
KONAKOM y Partido Nacionalista Progresista Revolucionario Haitiano,
PANPRA.
Jamaica. Partido Nacional del Pueblo, PNP.
México. Partido de la Revolución Democrática, PRD.
Nicaragua. Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN.
Paraguay. Partido Revolucionario Febrerista, PRF.
Perú. Partido Aprista Peruano, PAP.
Puerto Rico. Partido Independentista Puertorriqueño, PIP.
República Dominicana. Partido Revolucionario Dominicano, PRD.
Uruguay. Partido Socialista del Uruguay, PSU.
Venezuela. Acción Democrática, AD.
Son partidos consultivos:
• Dominica. Partido Laborista de Dominica, PLD.
• Guyana. Alianza del Pueblo Trabajador, APT.
• México. Partido Revolucionario Institucional, PRI.
• Panamá. Partido Revolucionario Democrático, PRD.
• Uruguay. Partido Nuevo Espacio, PNE.
LA SOCIALDEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA
85
Son partidos observadores:
• Colombia. Alianza Democrática M19.
• El Salvador. Partido Demócrata, PD.
• Haití. Organización del Pueblo en Lucha, OPL.
Lo anterior quiere decir que la presencia de una tendencia socialdemócrata en
Latinoamérica no es producto de un mero capricho o consecuencia superficial de
una “moda”, sino que es fruto de una auténtica necesidad política, al constatarse el
fracaso de otras opciones, tales como el nacional-populismo, el neoliberalismo y el
autoritarismo burocrático militarista. Esta realidad no debe perderse de vista cuando
se reflexiona sobre la viabilidad de la socialdemocracia en América Latina.
¿TIENE VIABILIDAD LA SOCIALDEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA?
Desde luego, tampoco es posible cegarse a los argumentos de quienes dudan de la
viabilidad socialdemócrata en América Latina. Para Alain Touraine, por ejemplo,
hablar de socialdemocracia en América Latina: “Parece, en primer lugar, incongruente, ya que, como lo indica su nombre, la socialdemocracia se define por la
predominancia de las categorías sociales sobre las categorías políticas. En cambio la
vida política latinoamericana se define por la preeminencia de las categorías políticas
sobre las sociales”.1
Aníbal Pinto señala que los países que han conocido partidos y gobierno socialdemócratas “son sociedades de clases donde gran parte de la población esta integrada
en relaciones de producción que corresponden a una sociedad industrial. Por el
contrario, las sociedades latinoamericanas están débilmente integradas, es decir,
viven lo que se denomina heterogeneidad estructural”.2
También se ha señalado que la mayor parte de las opciones socialdemócratas que
han logrado gobernar durante los últimos años en naciones latinoamericanas no han
conocido el éxito en la tarea de instaurar sociedades más justas, ya sea por que
han caído en la tentación del populismo y la corrupción generalizada (Alán García
en Perú, Carlos Andrés Pérez en Venezuela), o por que se han visto obligados a gobernar aplicando políticas neoliberales (Cardoso en Brasil, de la Rúa en Argentina,
Lagos en Chile, etcétera).
Pero la historia no queda ahí. Lo cierto es que la socialdemocracia está contriAlain Touraine, “América Latina: del populismo a la socialdemocracia”, en Menno Vallinga (coord.), Democracia
y política en América Latina, México, Siglo XXI, 1993, pág. 415.
2
Aníbal Pinto, “Naturaleza e implicaciones de la heterogeneidad estructural de la América Latina”, El Trimestre
Económico, México, Vol XXXVI, núm 1, 1970, págs. 34-67.
1
86
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
buyendo de forma decidida a la consolidación de regímenes democráticos y a la
búsqueda de formas de organización novedosas que permita a sus partidos tener una
mayor comunicación con la sociedad civil, aunque es indiscutible que las circunstancias económicas tan adversas no han permitido ir más allá en la construcción de
sociedades más equilibradas.
La primera realidad a la que las opciones genuinamente democráticas (no sólo la
socialdemocracia) se deben enfrentar es que Latinoamérica enfrenta problemas estructurales de injusta distribución de la riqueza, el prevalecimiento de una profunda fractura social, la irregular productividad económica, la polarización social, la inacabada
consolidación democrática, la deuda externa, los esquemas de dependencia externa y
subdesarrollo relativo, y, como lo escribió Touraine, al hecho de que “América Latina
ha seguido un proceso de modernización asociado a desigualdades sociales crecientes
donde el Estado interviene más a favor de la creación de una clase media urbana que
en el acercamiento del mundo de los ricos con el de los pobres”.3
Es por ello que los socialdemócratas latinoamericanos deben escapar a la tentación
de constituir una mera imitación extralógica de la experiencia europea. Si la socialdemocracia aspira a tener éxito en América Latina, deberá funcionar ateniéndose, ante
todo, a las realidades particulares que presenta cada circunstancia nacional concreta.
En este sentido, podemos decir que se trata de construir una opción política, si bien
esencialmente inspirada en los ideales que representa la tendencia de pensamiento
político internacional que se llama socialdemocracia, la cual aspira a la entronización
de un Estado democrático de derecho socialmente responsable, que deberá de estar
consciente de la realidad específica de cada país. Es precisamente en este terreno de
“atenerse a la realidad” que la socialdemocracia aporta una invaluable característica,
la cual suelen perder de vista sus críticos: su capacidad de adaptabilidad y renovación ante situaciones cambiantes y experiencias diferentes, que hemos analizado a
lo largo de este libro.
Otro error que deben evitar los socialdemócratas latinoamericanos, y en el
que, desgraciadamente, algunos han incurrido en el pasado, es caer en situaciones
neopopulistas. Éste es, junto con las ingentes dificultades que se presentan en el
mundo real para superar al neoliberalismo. La herencia populista, caracterizada
por el caudillismo, el amplio uso del clientelismo como un mecanismo de control
de clase y la integración de sectores sociales en esquemas corporativistas, obstruye
el desarrollo de la socialdemocracia. Como lo señaló Menno Vellinga, la fórmula
populista no puede ser revitalizada. “El modelo de un Estado distributivo paternalista
3
A. Touraine, op. cit., pág. 426.
LA SOCIALDEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA
87
que socava constantemente la autonomía de los sectores al integrarlos a estructuras
corporativas controladas centralmente con un fuerte componente de autoritarismo
ha sido agotado. Ha dejado de ser una salida para el presente caos sencillamente por
que la continua crisis económica evitará su instauración”.4
Pero, desde luego, el neoliberalismo no es tampoco la salida. La socialdemocracia
tiene la obligación de constituir una opción clara ante el neoliberalismo que profundiza desigualdades sociales, soslaya las responsabilidades sociales del Estado y
centra su identificación con los intereses de las capas superiores de la sociedad. De
esto, prueba fehaciente es la dramática y lamentable renuncia de Fernando de la Rúa
a la Presidencia argentina.
Ha llegado la hora de inventar a la socialdemocracia latinoamericana, pero el
camino es espinoso. En primer lugar se encuentran los obstáculos económicos y sociales. Sí, la socialdemocracia renovada tiene que enfrentar la cuestión del desarrollo
como exigencia sine qua non para garantizar el bienestar social. Como lo escribió
al actual presidente socialdemócrata de Brasil, Fernando Henrique Cardoso (poco
antes de asumir el poder): “En la situación social actual de pobreza y desigualdad
existente en América Latina, si la socialdemocracia no es capaz de aunar esos dos
términos, la prosperidad necesaria y la distribución del ingreso, habrá fracasado”.5 La
responsabilidad frente a los asuntos del desarrollo, acumulación, crecimiento económico, redistribución del ingreso y políticas de bienestar es lo que debe distinguir
a la socialdemocracia de las corrientes neoconservadoras y neoliberales.
Otro asunto toral que deberá atender la socialdemocracia renovada latinoamericana es el de la competitividad. La realidad nos impone vivir en un mundo cada
vez más competitivo. Como lo hemos visto, éste es uno de los temas predilectos de
los ideólogos y dirigentes políticos de la Tercera vía europea. Se trata de evitar que
la competitividad se vuelva en contra del bienestar de las mayorías. La clave para
evitar que la competitividad se convierta en causa de desasosiego social está en volver la competitividad transparente y controlable por la sociedad, los consumidores,
los productores, los administradores, los trabajadores y no sólo por la burocracia
estatal y las grandes empresas.
Por ello es que la socialdemocracia debe dejar de lado las posturas ideológicas
entre lo estatal y lo privado y desplazarse a un plano objetivo donde lo primordial
sea crear las condiciones necesarias para el crecimiento sostenido de la economía.
Es importante comenzar con la afirmación de que la división de responsabilidades
4
5
M. Vellinga, op. cit. pág. 35.
F H. Cardoso, op. cit., pág. 402. ¿cuál es el nombre de la obra?
88
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
entre el Estado y el mercado no debe discutirse como una cuestión de principios,
sino como una cuestión de instrumentos. No se trata de defender o atacar la mayor
o menor intervención estatal como si fuera un fin en sí mismo, sino de hallar el
mejor camino para lograr prosperidad y justicia social. Por el contrario, es necesario
el análisis político del problema sin prejuicios, sin valoraciones a priori, sin defensas
de proposiciones quizás válidas en el pasado pero de dudosa actualidad, y por sobre
todas las cosas, sin pretensiones de replicar experiencias de otras naciones omitiendo
la consideración de las especificidades propias.
Por supuesto que no es fácil vencer al neoliberalismo que condena toda gestión
pública ni al nacional estatismo que confunde los intereses de la sociedad con el
mantenimiento de empresas en manos del Estado incluso cuando son ineficientes,
y cuyas pérdidas deben ser absorbidas por los impuestos de los ciudadanos. Pero
si es factible encontrar fórmulas que den lugar a una mayor competitividad sin
ocasionar desplazamientos sociales. “El criterio de competitividad, de la absorción y
producción de medios tecnológicos que permiten ganancias de productividad, es la
piedra de toque de las políticas económicas, cuyo objetivo es aumentar el bienestar
social de la población.”6.
Evidentemente, el tema central que dará sentido a la propuesta socialdemócrata
será definir los alcances y límites del Estado. Las conquistas sociales que permitieron
dignificar el trabajo humano y otorgaron a los ciudadanos la posibilidad de vivir de
su tarea y, a la vez, sentirse miembros de un proyecto nacional con un futuro previsible, han sido avasalladas en distintos países del continente bajo la consigna de “un
Estado mínimo”. Así, el Estado —que efectivamente era ineficiente— se ha convertido
en un Estado irresponsable. Irresponsable con los pobres, con los enfermos, con los
ignorantes, con los marginados, con los ancianos y con los niños. Enflaquecido por
el neoliberalismo, el Estado ha quedado a merced de poderes fácticos que le imponen
sus condiciones sectoriales y que terminan devorándolo. Si antes era un Estado obeso,
ahora es un Estado indefenso. El fundamento ideológico del neoliberalismo es que
éste es un paso necesario para alcanzar el crecimiento económico y, finalmente, el
bienestar general. Como si se tratara de leyes económicas naturales, inamovibles,
que no se pueden modificar.
El Estado mínimo fue presentado en sociedad como un ejemplo de eficiencia,
antiburocratismo y progreso, el fundamentalismo economicista eliminó de un
plumazo aquellos derechos y dejó inermes a millones de personas que sólo aspiraban a vivir con dignidad, vale decir, a alimentarse, a educarse, a tener una vivienda
6
Ibid., pág. 409.
LA SOCIALDEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA
89
y garantía para su salud. El bien común, como valor intrínseco de la democracia,
fue abatido por un dios pagano que se llama mercado salvaje, que nada hace por
la solución de los problemas sociales y sólo por casualidad acierta en las decisiones
correctas para el desarrollo.
No hace mucho, lo partidos englobados en la sección latinoamericana de la
Internacional Socialista concluyeron que:
La socialdemocracia debe reconstruir el Estado para que esté en condiciones de cumplir sus fines y dar respuesta a los problemas más agudos que se
presentan a nuestras sociedades. Recuperada la garantía del respeto a los
derechos humanos de la primera generación hay que centrar la atención
en los de la segunda: alimentación, salud y educación para todos, sin la
cual es imposible pensar en el futuro porque desempeña un papel central
en la construcción de una sociedad democrática, solidaria y moderna. De
ella depende, de manera principal, el desarrollo de una cultura democrática, y secundariamente, la formación de hombres y mujeres aptos para
dar respuestas a los crecientes desafíos de los cambiantes y cada vez más
complejos sistemas de producción. Se trata, en consecuencia, de educar
para la libertad y de educar para el cambio. De ayudar a formar seres
libres y responsables y además capaces de asumir las nuevas formas de
trabajo y convivencia que impone nuestro tiempo.7
Hay que comprender que estos dos objetivos se vinculan y no pueden ser encarados
separadamente. La democracia como cultura y como orden institucional, necesita asegurar su propia continuidad asentándose sobre bases de desarrollo y de progreso. Estas
bases, por su parte, sólo pueden construirse auténticamente en un régimen de libertad
que garantice vastos márgenes a la innovación y a la creatividad individuales.
Si la socialdemocracia aspira a tener éxito de verdad y ganar arraigo en
América Latina deberá abocarse a la construcción de entramados institucionales
democráticos eficaces y modernos, dueños de credibilidad, abiertos a la sociedad
civil y atentos al cumplimiento de sus funciones sociales. La socialdemocracia
tiene por delante el reto de superar el elemento ideológico-cultural predominante
en América Latina, el cual carece de una genuina tradición democrática.
Deben impulsarse reformas institucionales que faciliten el logro de consensos
Resolución de la Reunión del Comité de la Internacional Socialista para América Latina y el Caribe,
Buenos Aires, junio de 2001.
7
SICLAC,
90
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
suficientes para garantizar la convivencia, que sobre todo establezcan los límites a
la igualdad que están dispuestos a tolerarse porque no lesionan la dignidad humana
y porque expresan un rumbo hacia la igualdad de poder político. Constituyen de
por sí un programa, o si se quiere, determinan una agenda política a través de la
permanente búsqueda de su cabal cumplimiento.
Como garante del adecuado funcionamiento de las reglas del juego democráticas
y como canalizador y promotor de la participación de los ciudadanos, el papel del
Estado es fundamental, particularmente en una etapa de consolidación democrática
como las que viven nuestras sociedades. Esto, sin dejar de reconocer la importancia
que ha cobrado la participación de la sociedad civil durante los últimos años.
Este último factor es también una de las grandes prioridades de los partidos
socialdemócratas latinoamericanos: tener canales de comunicación eficientes con
la sociedad para saber interpretar correctamente sus anhelos. Es por esta razón que
la socialdemocracia latinoamericana debe contar con partidos flexibles, incluyentes y abiertos. Organizaciones que renuncien al corporativismo, al clientelismo, al
burocratismo y a los vicios de la política tradicional para constituir organizaciones
ciudadanas activas y eficaces.
Las formas de organización de la nueva socialdemocracia tienen la obligación
de ser imaginativas. Buenos ejemplos de esto lo están dando varios partidos socialdemócratas jóvenes de América Latina, como lo son el Partido Nuevo Espacio de
Uruguay y el Partido por la Democracia de Chile. A este respecto Edgardo Carvalho,
uno de los principales dirigentes de Nuevo Espacio, nos decía:
Desde el punto de vista de quienes militamos en partidos socialdemócratas, el tema sobre el que se nos propone reflexionar tiene gran interés. Es
evidente que los acelerados cambios que estamos viviendo deben reflejarse
necesariamente en todos los aspectos de la vida social. Y quienes trabajamos
por una sociedad más justa, quienes luchamos contra las desigualdades y
por profundizar la democracia, no podemos estar ajenos a ellos si queremos
que nuestra acción sea políticamente significativa.
Creo que todos los que estamos aquí, sin excepción, estaremos de
acuerdo en la existencia de un desajuste entre las formas tradicionales de
hacer política y las sociedades en que estamos viviendo. Es por ese desajuste que se habla de crisis de la política o de la pérdida de calidad de la
política, y no sólo en nuestros países. Tenemos una crisis de credibilidad,
que arriesga provocar en muchos casos una crisis de legitimidad.
Al mismo tiempo asistimos al surgimiento y multiplicación de nuevas
LA SOCIALDEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA
91
formas de organización y movilización en el seno de la sociedad civil, formas que también podríamos definir en sentido amplio como de actividad
política, en cuanto están dirigidas a influir directamente sobre las decisiones
político-institucionales, aunque se refieran sólo a determinados asuntos o
temas concretos y no abarquen proyectos colectivos sobre cuestiones de
interés general. La riqueza de la sociedad civil es inagotable. Su abanico
de modalidades es amplísimo y se relaciona con las características culturales
y la estructura social de cada uno de nuestros países. No creo necesario
ejemplificar, pero no resisto la tentación de comentar que en las últimas
elecciones municipales francesas hemos visto, en una ciudad importante,
como Toulouse, con más de un millón de habitantes, que se ha presentado
una lista promovida por un conjunto de rock. Por lo que sé, no sostenían
ningún programa específico, más allá de reclamar la creación de espacios
de libertad y rechazar la burocratización de la administración comunal,
frente a lo cual se reivindica una democracia de proximidad. Y esa lista ha
obtenido más de un 14% de los votos, en la primera vuelta.
Ahora bien, de aceptar como dato fundamental la riqueza y el vigor de la
sociedad civil y sus multiformes tipos de organización a profetizar, como
hacen algunos, que los nuevos movimientos sociales están llamados a
sustituir a los partidos políticos, porque la institución o la forma partido,
ha entrado en una crisis definitiva e irreversible, media un largo trecho.
Sigue siendo indiscutible, al menos a mi juicio, que los partidos políticos
son actores fundamentales e insustituibles de todo régimen democrático.
Y aun cuando como organización y como forma tradicional de hacer
política estén en crisis, es indudable que los partidos políticos seguirán
siendo piezas imprescindibles en el funcionamiento de las sociedades
democráticas. Sin duda el desafío que enfrentan hoy es el de adaptarse a
los cambios de nuestras sociedades, como lo han hecho a lo largo de la
historia moderna. Alcanza con pensar en la transformación de los partidos durante el siglo XX, donde se vivieron también grandes cambios
sociales, para apreciar la capacidad de adecuación y reorganización de
los partidos políticos. Nada induce a pensar que la hayan perdido o que
no puedan dar muestras de ella en el futuro.8
Es fundamental que los partidos socialdemócratas emprendan esfuerzos mayores
Eduardo Carvalho, ponencia presentada en el Foro Nueva Socialdemocracia: Una Opción Política Ciudadana,
organizado por la Fundación por la Socialdemocracia de las Américas, Ciudad de México, mayo de 2001, y publicada
en la revista Cartas de Relación, núm. 3, 2001, págs. 148 y 149.
8
92
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
para dotarse de formas organizativas que atiendan, en lo posible, las nuevas realidades
políticas y sociales que estamos viviendo en el mundo.
BRASIL BAJO EL GOBIERNO DE FERNANDO HENRIQUE CARDOSO
Sin duda alguna, un ejemplo sumamente representativo de las posibilidades,
alcances y límites que tiene la alternativa socialdemócrata en América Latina
lo presenta la administración de Fernando Henrique Cardoso en Brasil. Como
muchos de los actuales dirigentes socialdemócratas europeos, Cardoso ha conocido las estaciones que llevan de la ortodoxia al pragmatismo. El sociólogo ex
filomarxista, autor de varios textos fundamentales para la izquierda latinoamericana —muy influyentes en los años setenta sobre la teoría del imperialismo— y
el problema de la dependencia, que aceptaban como válido el esquema básico
de la visión leninista del imperialismo, fue uno de los fundadores del Partido de
la Socialdemocracia Brasileña durante el periodo de democratización. Cardoso
ocupó su primer cargo político como ministro de Relaciones Exteriores en el
gobierno de Itamar Franco. Siete meses después, en mayo de 1993, fue nombrado ministro de Hacienda, y en diez meses elaboró el Plan Real, que puso fin a la
endémica hiperinflación de Brasil, que en junio de 1994 era de 5.164% anual y
hoy está en 3%. Presidente de Brasil desde 1994, Cardoso tiene en la estabilidad
económica el resultado más espectacular de su mandato, conseguida, sin embargo,
con recetas liberales tradicionales y en franca alianza con el sector empresarial y
con partidos de corte liberal.
Cardoso, que arribó al poder con un programa socialdemócrata que prometía
atacar con firmeza la profunda desigualdad, ha sido el candidato preferido de las
clases empresariales y medias, y a pesar de los graves riesgos que su modelo enfrenta
actualmente ante los embates de la crisis financiera internacional, el presidente logró
fácilmente la reelección al ser percibido como la mejor garantía ante las presentes
turbulencias.
Algunos le recuerdan su pasado y lo tachan de renegado. Treinta años después,
el pensamiento de Cardoso ha evolucionado, favoreciendo lo que él llama “nuevo
espíritu del capitalismo”, en el que ya no tiene cabida la formulación de una teoría
antiimperialista. Pero Cardoso ha otorgado a Brasil un periodo de estabilidad y
desarrollo desconocido desde la época de Juscelino Kubitschek, aunque no ha estado exento de enfrentar graves dificultades. Además, en su mandato se ha venido
abajo el mito de que un régimen presidencial es incompatible con un esquema
multipartidista. A pesar de que en la Cámara de Diputados tienen presencia más
LA SOCIALDEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA
93
de una docena de distintos partidos, y diez en la de Senadores, Cardoso ha logrado una administración exitosa a base de forjar consensos y establecer coaliciones
eficaces. Una fórmula que casi podría constituirse en modelo para el resto de
América Latina.
¿Es Cardoso un traidor, un renegado o un derechista soterrado? Nada de eso. Es
un estupendo político que se dedica a desempeñar bien su oficio, lo cual no significa
que carezca de principios. Simplemente entiende que la política sigue siendo “el
arte de lo posible”, y que para tener éxito en ella, sus reglas deben ser acatadas. Por
hacerlo, muchos intelectuales consideran a Cardoso un traidor, pues esperaban que
en la presidencia seguiría a pie juntillas la obsoleta teoría de la dependencia. Pero
quienes así opinan tienen una visión miope y unilateral de las cosas.
En Brasil, el gobierno de Cardoso da garantía al país de contar en la presidencia
con un hombre probadamente responsable y eficaz en el armado de consensos, y que
representa un intento de ajustar el desarrollo del país a las posibilidades reguladas en
el plano internacional por la globalización. Obviamente, sería deseable que los mandatarios latinoamericanos —y no sólo Cardoso— contaran con un mayor margen
de maniobra para impulsar las trascendentales reformas económicas y sociales que
nuestros pueblos necesitan para superar sus rezagos. Y, desde luego, no es posible
que la socialdemocracia latinoamericana se conforme con tratar simplemente de
administrar la realidad sin intentar transformarla. Pero la lección que nos deja el
gobierno de Cardoso es clara: se ha sabido enfrentar a una complejísima realidad
política y social logrando un periodo de inusitada estabilidad para sentar las bases que
en el futuro puedan traducirse en mejores condiciones de vida para las mayorías.
LECCIONES DESDE ARGENTINA
La dramática dimisión de Fernando de la Rúa a la Presidencia argentina contiene
varias importantísimas lecciones que los políticos de toda América Latina incluyendo,
por supuesto, a México, deben aprender de manera inequívoca y expedita si es que
de verdad pretenden consolidar nuestros aún frágiles y aún ineficaces (las más de
las veces) regímenes democráticos.
Desde el punto de vista político se ha probado, una vez más, que para gobernar
bien no basta con tener democracia y buenas intenciones. En el caso de De la Rúa,
su gobierno contaba con una impecable legitimidad de origen. El nivel de adhesión
del electorado a su candidatura presidencial fue, nada menos, que del 50% de los
votos en la primera vuelta electoral. La ciudadanía hablaba con esperanza de la nueva
política. Pero el sueño de muchos terminó en una pesadilla para todos.
94
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
De la Rúa y sus principales colaboradores no entendieron la naturaleza, significado, alcance y límites de un gobierno de coalición, el cual era imprescindible
articular como consecuencia de la alianza electoral UCR-Frepaso, que permitió la
tan contundente victoria en las urnas. En lugar de procurar consensos que permitieran la construcción de auténticas políticas de Estado de largo plazo, se tomaron
trascendentales decisiones de manera unilateral, sin consultar, como era debido, a
los principales dirigentes políticos de la Alianza, lo cual provocó un irremediable
distanciamiento entre el presidente y los partidos que lo llevaron al poder. La renuncia
de Carlos “Chacho” Álvarez a la vicepresidencia de la nación destruyó la coalición
social de base de la Alianza y la soledad del primer mandatario se fue profundizando,
al tiempo que, especialmente luego de su victoria en las elecciones legislativas de este
año, la oposición justicialista empezó a oler el tufillo del poder.
El problema de De la Rúa no fue su estilo rutinario o su falta de carisma. André
Malraux hablaba de dos diferentes estilos de desempeñarse en el poder: el napoleónico
y el rey San Luis, el primero enérgico y el segundo conciliador, pero ambos gozaban
de igual autoridad. El deterioro del ex presidente argentino sobrevino por otros
motivos: su desprecio por los partidos (incluso el suyo), su porfía por cortar puentes
naturales con la sociedad, su tentación por sacrificar hombres de gobierno valiosos,
la pobreza y exceso de influencia de su entorno más inmediato y cierta tendencia
sectaria que impidió a sus llamados a la unidad nacional y a la concertación ser más
que irrisorios intentos por ganar tiempo sin compartir el poder con nadie.
La autoridad implica, entre muchas otras cosas, certidumbre. Desde las primeras
medidas de su gobierno, empezando por el inclemente incremento de impuestos con
el que golpeó a vastos sectores sociales que constituían la base de su triunfo electoral,
De la Rúa fue un factor de incertidumbre permanente. En las últimas semanas, el
Gobierno, de la mano de las ideas de Cavallo, intentó suplir la falta de autoridad
con la fuerza. Las últimas medidas de desbancarización forzada no hicieron más que
profundizar la crisis: dejaron en la calle en pocos días a muchos trabajadores del vasto
sector informal de la economía y sembraron el odio de los pequeños ahorradores
que terminaron presos del sistema financiero.
Desde el terreno institucional, el fin del gobierno de De la Rúa es prueba fehaciente de que no basta con cambios a la Constitución y con modificaciones legales
para garantizar gobernabilidad y buen gobierno. La Constitución argentina fue
profusamente reformada en 1994. El paquete de reformas incluyó atractivas ideas,
tales como: la creación de la figura de un “jefe de gabinete” parcialmente responsable ante el Parlamento, como una fórmula semi parlamentaria que facilitara la
comunicación entre el Ejecutivo y el Legislativo; democratización del gobierno de
LA SOCIALDEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA
95
la capital federal; instauración de formas de democracia directa como el referéndum
y plebiscito; fortalecimiento de los poderes Legislativo y Judicial, y otras más de las
ideas que tanto entusiasman en México a muchos de nuestros “transitólogos”. Sin
embargo, a escasos seis años de reformar su Constitución, vemos a Argentina, otra
vez, en un abismo de ingobernabilidad.
Finalmente, en el terreno económico, se reiteró el fracaso del neoliberalismo.
Lo más trágico en el caso de De la Rúa es que se trataba de un gobierno emanado
de partidos políticos formalmente “socialdemócratas”. La economía argentina lleva
casi cuatro años de brutal recesión, con una tasa de desempleo creciente, una deuda
pública superior a los 132 000 millones de dólares y una recaudación fiscal en bancarrota. La terquedad en mantener el régimen de cambio fijo frente al dólar, creado
en marzo de 1991 y que garantiza la plena convertibilidad de pesos en dólares, lejos
de fortalecer la credibilidad frente al exterior redujo de forma significativa las posibilidades de salir de la recesión. Sirvió para poner término a la hiperinflación, pero
ha sido una trampa mortal cuando las demás economías de la zona depreciaron
significativamente sus monedas frente al dólar. A partir de entonces, Argentina ha
incurrido en las desventajas derivadas de tener la misma moneda que Estados Unidos
sin obtener ninguno de sus beneficios.
Ahora, todas las salidas pasan por ajustes muy severos que serán difíciles de
explicar a una ciudadanía cada vez más exasperada y con un gobierno provisional
carente de la legitimidad de las urnas. Los peronistas, que en el primer mandato de
Menem aplicaron la convertibilidad fija del peso como una medida eficaz contra la
hiperinflación, tienen ahora mismo en sus manos casi todos los resortes del poder
para buscar una salida del atolladero recesivo en el que les ha metido el empecinamiento en aquella decisión. Pero la libre flotación del peso tendrá también enormes
costes para muchas familias y empresas endeudadas en dólares. El papel de las
agencias internacionales, en particular del FMI, es clave. Para no exigir decisiones
insostenibles y para mantener una mínima coherencia a la hora de ofrecer respaldo
financiero. Fue el Fondo quien propició regímenes cambiarios como el que ahora
socava las posibilidades de recuperación argentina, anteponiendo una cuestionable
ortodoxia a las exigencias de crecimiento económico.
En cualquier caso, Argentina necesita un Gobierno con credibilidad suficiente
para que los capitales exteriores vuelvan al país. Para ello debe huir de la tentación
populista la cual, por cierto, tiene ahora mismo a Venezuela al borde del completo
desastre, como de los salvadores providenciales capaces de vender al país como si se
tratase de cualquier mercancía.
96
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA SOCIALDEMOCRACIA LATINOAMERICANA
En América Latina, la alternativa socialdemócrata debe constituir, ante todo,
un proyecto integrador que reafirme la cohesión social y la identidad nacional,
rompiendo las barreras impuestas por la pobreza, el desempleo, la falta de oportunidades y cualquier otra manifestación que suponga procesos de exclusión, de
marginalidad y de segmentación en nuestra sociedad.
Una sociedad integrada es aquella en que las personas comparten valores esenciales y pautas de comportamiento en lo social y en lo cultural. La integración de una
sociedad requiere, por ello, la existencia de amplias oportunidades para la movilidad
social, para lo cual la formación de capacidades es un elemento básico.
Pero una sociedad integrada no implica necesariamente una sociedad homogénea,
mucho menos en países como México y otros de América Latina, caracterizadas
por su amplio pluralismo cultural y étnico. Precisamente el respeto al derecho a
la identidad cultural y a la diversidad es uno de los principales fundamentos de la
visión socialdemócrata latinoamericana.
En el plano económico, el logro de una mayor integración social no pasa sólo por
el combate a la pobreza. Hoy los desafíos son más complejos. Es necesario atacar otros
fenómenos de exclusión económica y social. La globalización de los mercados y de
los fenómenos sociales y culturales han supuesto costos importantes para algunos
grupos sociales y han terminado generando nuevos fenómenos de desintegración
y marginalidad.
La estrategia socialdemócrata para conseguir una mayor cohesión social parte
del rechazo a las visiones parciales y simplificadas de las políticas económicas y sociales. Por ello, no debe concebirse que las políticas orientadas a combatir la pobreza
puedan utilizarse como meros instrumentos de compensación y se limiten, así, a
lograr que algunos sectores soporten mejor las situaciones de exclusión. La política
económica de una propuesta política que apunte a la integración no puede estar
orientada exclusivamente a la amortiguación de las tensiones sociales.
El eje de una iniciativa verdaderamente socialdemócrata debe basarse en la
promoción de la igualdad en las oportunidades, en el estímulo al crecimiento y en
la consolidación de una modalidad de desarrollo sustentable a largo plazo. Lo que
debe construirse es un nuevo andamiaje que ligue a los intereses públicos y privados
a través de un funcionamiento adecuado de los mecanismos de mercado y de una
intervención estatal capaz de atenuar inequidades, corregir ineficiencias, eliminar
desequilibrios y generar incentivos para que la actividad económica esté orientada
LA SOCIALDEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA
97
a la mejora del bienestar de la gente.
En el plano social, la socialdemocracia latinoamericana debe aspirar a desarrollar iniciativas capaces de crear nuevos vínculos de integración entre los diferentes
sectores sociales, y rechazar con énfasis aquellas soluciones que puedan acentuar las
distancias entre los distintos actores sociales creando en mundos paralelos sociedades
de ricos y sociedades de pobres. Por el contrario, se trata de recrear los vínculos de
integración social, tejiendo espacios de participación universal en donde las redes
de solidaridad permitan articular un proceso de intercambio social fecundo. Toda
propuesta socialdemócrata debe tomar como referencia la necesidad de promover
los espacios de encuentro plural para que los valores colectivos de nuestra convivencia social se refuercen permitiendo crear un lugar para todos y cada uno de los
miembros de nuestra comunidad.
La socialdemocracia está directamente dirigida a los hogares que viven en situación de pobreza. Su compromiso es particularmente fuerte con las familias que viven
en mayor medida la problemática de la pobreza. Se debe promover iniciativas que
potencien las propias capacidades de quienes necesitan salir de la pobreza, apostando
a programas de calidad, verdaderamente accesibles y participativos.
Las propuestas de la socialdemocracia renovada toman en cuenta la necesidad
de superar los diversos tipos de discriminaciones existentes. Hay un desafío de integración social en las desiguales relaciones de género, étnicas y de edad. Asimismo,
debemos encontrar respuestas efectivas para integrar a las personas con capacidades
diferentes en lo físico y psíquico, superando definitivamente el aislamiento social al
que la actual falta de respuestas los condena.
En el plano político-institucional, la socialdemocracia debe reiterar la necesidad
de profundizarse y consolidarse en los desafíos concretos para la afirmación de los
derechos y la dignidad de toda la ciudadanía, e impulsar y reivindicar los derechos
y de las demandas de los individuos ante el Estado y las empresas privadas. Es indispensable dar espacios a los reclamos ciudadanos ante las arbitrariedades o excesos
de las organizaciones más poderosas.
Una propuesta integradora no es posible sin encontrar los caminos de una
efectiva articulación nacional que incluya verdaderas políticas de territorio y descentralización. La socialdemocracia debe rechazar la perspectiva de generación de
zonas ganadoras y zonas perdedoras al interior de las naciones latinoamericanas.
Esto es particularmente digno de ser tomado en cuenta para el caso mexicano. Es
indispensable promover con decisión la creación de oportunidades para cada realidad local, el aprovechamiento de sus potencialidades y su articulación armónica
en el contexto general del país.
98
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
Se trata de construir una opción socialdemocracia moderna y renovada que
sepa diferenciarse sustancialmente de las opciones populistas, del voluntarismo, del
estatismo exacerbado, del neoliberalismo y del conservadurismo social. Para ello, la
propuesta deberá contener, sin duda, elementos que la conviertan en un instrumento
que coadyuve a alcanzar una mayor cohesión social, pero lo que verdaderamente
lo diferenciará de otras opciones políticas y, por lo tanto, le otorgará su carácter de
alternativa socialdemócrata, serán sus ideas sobre los dos temas axiales en el desarrollo de la socialdemocracia internacional: el papel del Estado ante el libre mercado
y la aplicación de políticas sociales que hagan al Estado socialmente responsable.
Ciertamente, a la luz de los grandes cambios que el mundo ha experimentado en
las últimas décadas, la socialdemocracia moderna ha modificado muchas de sus
posturas originales sobre estos temas, pero de ninguna manera ha claudicado de la
esencia de su pensamiento.
99
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA EN MÉXICO
¿DÓNDE QUEDÓ LA CENTROIZQUIERDA?
U
n fantasma recorre México, el fantasma de la socialdemocracia. En efecto, en
los últimos años se ha hablado con insistencia de la necesidad que tiene nuestro país
de contar con una opción política de centroizquierda capaz de competir efectivamente por el poder. Muy significativo resulta el dato que de las 52 organizaciones
políticas que informaron al IFE su intención de convertirse en partidos políticos a
mediados de 2001 para poder participar en los comicios federales de 2003, seis hayan
manifestado su vocación socialdemócrata. Asimismo, al interior del PRI crecen las
voces de quienes opinan sobre la necesidad de convertir al ex partido invencible en
una organización socialdemócrata. A favor de esta ida se ha manifestado la corriente
renacimiento, encabezada por políticos como Genaro Borrego, Óscar González,
Roberto Campa y Margarita González Gamio. En la XVIII Asamblea priísta la tendencia general fue la de tratar de convertir al partido en una organización de tipo
socialdemócrata, aunque no se haya establecido esta línea de forma explícita en la
reforma a los documentos básicos.
Por su parte, dentro del PRD también se han hecho presentes las fracciones socialdemócratas, como lo es Nueva Izquierda, que encabeza informalmente el senador
Jesús Ortega. Muy notables también han sido los pronunciamientos socialdemócratas
de Amalia García y otros importantes dirigentes perredistas. Por último, no es posible
omitir los esfuerzos de Democracia Social y, desde luego, los de Convergencia por
la Democracia en la lucha por establecer una opción socialdemócrata plausible con
oportunidad de competir por el poder.
Gracias a los esfuerzos desplegados en su oportunidad por Porfirio Muñoz
Ledo, el PRD es un partido miembro de pleno derecho de la Internacional Socialista
desde 1996. Tras años de intentar su incorporación a esta categoría, por fin el PRI está
cerca de conseguirlo. Después de muchos años de indecisiones, ambos partidos han
demostrado tener un renovado interés en su participación dentro de la IS.
A pesar de lo que han comentado y escrito algunos analistas, la realidad es que
los antecedentes de la socialdemocracia en México son muy recientes. Ciertamente,
existe la polémica sobre sí, dentro de su exacerbado pragmatismo, el PRI era en esencia
un partido socialdemócrata. En este sentido apuntarían la construcción de importantes organismos sociales durante los años de la hegemonía priísta y la constante
utilización de la retórica del denominado “nacionalismo revolucionario”, que imperó
en el discurso oficial hasta el régimen de Miguel de la Madrid. Después de todo, el
100
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
lema del partido es “Democracia y Justicia Social”, ¿no es así? Pero lo cierto es que no
puede considerarse socialdemócrata a un partido que jamás ha sido demócrata.
Ni la utilización de una retórica nacionalista y populachera, ni la construcción
de redes de protección social pueden ser calificadas como rasgos inequívocamente
socialdemócratas, ya que ambos han sido característicos de muchos regímenes
autoritarios de izquierda y derecha. Como lo apuntamos en el capítulo precedente, el modelo de un Estado distributivo paternalista que socava constantemente
la autonomía de los sectores al integrarlos a estructuras corporativas controladas
centralmente con un fuerte componente de autoritarismo no puede, bajo ninguna
circunstancia, considerarse socialdemócrata, y fue justo bajo esta lógica clientelar y
autoritaria que los gobiernos priístas edificaron las estructuras de beneficio social
que ahora están al borde del colapso en México.
Muchos tuvimos la esperanza de ver el germen de una alternativa socialdemócrata
cuando surgió al interior del PRI la corriente democrática, encabezada por Porfirio
Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas, pero pronto esta disidencia demostró estar
más avocada a tratar de resucitar el nacional-populismo del pasado que a construir
una opción democrática y moderna a futuro. Quizá el principal problema del PRD,
organización en la que desembocó la corriente democrática, es que impera en él la
vieja cultura política autoritaria y vertical que indudablemente heredó tanto del
PRI como de la vieja izquierda. Asimismo, este partido es culpable de prohijar los
dos males supremos del sistema político mexicano: el clientelismo y corporativismo. Por otra parte, aunque sus dirigentes, a veces, han pretendido presentar al PRD
como una opción de centroizquierda cercana a la socialdemocracia internacional,
lo cierto es que tanto su discurso como sus actitudes demuestran a una organización sumamente apegada al estatismo dirigista y paternal que practicó el PRI en sus
tiempos dorados.
El PRD sigue aferrado a las viejas recetas estatistas (gastos públicos elevados,
desbalance fiscal, dotación indiscriminada de subsidios, intervencionismo estatal
excesivo, etcétera) que la izquierda moderna ya ha eliminado de sus propuestas. Lo
peor de todo es que, en esencia, el PRD no ha dejado de ser una agrupación contestataria y casi testimonial incapaz de articular alternativas plausibles.
El Partido de la Revolución Democrática nunca ha sido capaz de consolidar su
estructura institucional. Teniendo origen una coalición sumamente heterodoxa que
combinó a algunos priístas nostálgicos del populismo con marxistas ortodoxos, ex
comunistas, trotskistas, stalinistas e incluso a algunos priístas de tendencias socialdemócratas, entre otros grupos, el PRD se ha dedicado a ser un catch all party más
preocupado en formar un mítico “movimiento” aglutinado alrededor de un caudillo,
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA EN MÉXICO
101
que en constituir un partido. Asimismo, para nadie es un secreto que el PRD es una
organización excesivamente dependiente de caudillos, empezando, desde luego, con
el hijo del legendario general Lázaro Cárdenas, pero incluyendo también a toda una
pléyade de dirigente políticos procedentes de la izquierda tradicional mexicana. Una
colección de personalidades disímbolas y antagónicas entre sí, muchas veces adictas
a la demagogia y al oportunismo y dispuestas a anteponer intereses personales a los
del partido.
O el PRD cambia pronto, o sus posibilidades de representar una alternativa de
poder desaparecerán irremediablemente en el mediano plazo. El gran obstáculo
para lograr esta indispensable transformación es el divisionismo interno. Aunque,
es pertinente aclararlo, la presencia de corrientes internas es moneda corriente en los
partidos políticos de cualquier parte del mundo, no lo es el encono con el que éstas se
enfrentan al interior del PRD . Un encono que tiene un origen muy fácil de entender:
dichas corrientes no convergen en un proyecto común de nación. Y es que la idea de
izquierda puede ser tan amplia como hueca. Ser de izquierda, dicho así, llanamente,
remite más a una actitud que necesariamente a una filiación. Estar en la izquierda
puede depender lo mismo de opciones circunstanciales que de preferencias vitales.
Pero erigir una opción concreta de poder es otra cosa, y es ahí donde las diferencias
entre las corrientes y sectas presentes en el prd afloran con toda su intensidad.
Si bien es cierto que, como se ha dicho muchas veces, no existe “la izquierda”,
sino “las izquierdas”, no es permisible que en los momentos en los que se construye
un nuevo sistema partidista no se considere indispensable llenar de contenido la
actividad política. El riesgo que corre la izquierda mexicana es el de la pulverización
y la consecuente trivialización de su mensaje: una política sin contenidos condenada al perenne fracaso y a tolerar un abanico de partidos, todos ellos carentes de
sustancia y sentido.
Por su parte, el PRI sigue mandando señas sumamente desalentadoras. En la
XVIIl Asamblea imperó la tendencia a mantener al PRI como una opción cerrada y
excesivamente burocratizada. Se conserva, en esencia, intocada la estructura corporativa, no se realizó en ningún momento durante las deliberaciones de la Asamblea
una autocrítica objetiva y valiente de la que emanara alguna iniciativa encaminada
a terminar con el clientelismo y la compra de voto, y se sostiene la miope pretensión
priísta de representar en exclusiva “el espíritu de la nación”. Una opción socialdemócrata moderna no puede depender de estructuras corporativizadas ni promover
la compra del voto ni prescindir de la autocrítica ni —muchos menos— despreciar
aliarse con los grupos de la sociedad civil.
Las deficiencias que aún presentan los dos partidos grandes (en tamaño) que se
102
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
dicen “progresistas” o de “centroizquierda” hacen pensar en que la mejor forma de
construir una opción verdaderamente socialdemócrata fuera del PRI y del PRD. Por
ello es que se ha procurado construir nuevos partidos socialdemócratas. Destaca la
labor de Democracia Social en las elecciones federales de 2000, hasta ese momento
el esfuerzo más importante para erigir un partido explícitamente socialdemócrata.
Bajo el liderazgo de Gilberto Rincón Gallardo y de un valioso grupo de intelectuales
y dirigentes sociales, Democracia Social tuvo el acierto de poner en el centro de sus
preocupaciones temas como el de la exclusión social, la situación de grupos marginados, la importancia de erigir una sistema institucional democrático eficaz, la
trascendencia de iniciar la construcción de un nuevo espacio público para la sociedad
mexicana y el procurar la inserción equilibrada de nuestro país en el mundo. En
particular, destaca de Democracia Social la intención de construir un partido político
genuinamente ciudadano ajeno a prácticas y esquemas tradicionales agotados, de
los que tanto dependen PRI y PRD.
Convergencia por la Democracia también se ha manifestado como un partido que
suscribe las tesis de la socialdemocracia renovada, lo que quiere decir la adopción
de una socialdemocracia moderna, capaz de adoptar su mensaje a las necesidades
concretas de la sociedad mexicana, un imperativo algo que muchos socialdemócratas
mexicanos pierden de vista. Bajo el liderazgo de Dante Delgado Rannauro y otros
destacados políticos progresistas, Convergencia ha tenido el mérito de trabajar en
la formación de una opción política ciudadana e incluyente, ajena al dogmatismo
pero que mantiene firme su lucha por implantar en México un régimen democrático
funcional y dueño de una inequívoca vocación social. Convergencia es consciente de
que es inaplazable presentar una opción que se consagre a impulsar medidas para la
superación de la pobreza, el rescate del campo, el mejoramiento de las condiciones
de vida de la población, la concreción de una reforma laboral equitativa para todas
las partes involucradas, promover una reforma democrática del Estado de largo
alcance y superar las condiciones de marginación que aún atosigan en México a
numerosos grupos sociales.
Sin embargo, a pesar del auge de la idea socialdemócrata en México, lo cierto es
que la construcción de nuevas opciones políticas en México debe enfrentar obstáculos gigantescos, tales como la falta de recursos, la competencia desleal que deben
enfrentar ante la tríada PRI , PAN, PRD, los injustos valladares legales que existen en
nuestro país contra la aparición y consolidación de fuerzas emergentes, y por qué
no decirlo, el personalismo de muchos dirigentes. Todos estos factores conspiran
contra la formación de un partido político moderno y ciudadano, y originan el
peligro de la pulverización.
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA EN MÉXICO
103
Por estas razones hacen indispensable que los dirigentes de la centroizquierda
mexicana mediten sobre la posibilidad de crear de una confluencia socialdemócrata,
en la que podrían participar partidos nacionales con registro, Organismos no Gubernamentales, asociaciones políticas nacionales y, desde luego, los individuos que aún
no son convencidos por las organizaciones existentes. Para que cualquier esfuerzo
de izquierda democrática tenga éxito, deberá evitar limitarse a la publicación de un
desiderátum de buenas intenciones avalada por un grupo de notables abajo firmantes.
Se necesita un compromiso político serio en torno a un proyecto socialdemócrata
de nación. Asimismo, cualquier esfuerzo en este sentido tendrá un alcance limitado
si no involucra, en alguna medida, a los sectores reformistas del PRI y del PRD.
Urge rebasar el plano del mero diagnóstico para pasar a la propuesta de
formas organizativas concretas que sean útiles a la construcción, ahora sí, de
una opción de izquierda eficaz. En un escenario partidista tan confuso y difícil
como el que se avecina, enviar un mensaje de izquierda renovada y moderna
tendrá un enorme impacto ante el evidente desgaste de la izquierda tradicional.
Pero para ello será fundamental tomar decisiones trascendentales de carácter
estratégico y de cara al futuro.
No deberán reproducirse los errores de origen que tanto afecta al PRD. Es menester comenzar estableciendo claramente una plataforma política progresista y
moderna comprometida con los grandes cambios que hace falta emprender en el
país para transformar a la sociedad y hacerla más justa, libre y tolerante. La búsqueda
de referentes básicos será esencial, desde luego, pero es indispensable ir más allá y
establecer formas claras de organización. ¿Es indispensable la creación de un partido
centralizado y vertical? Tal vez no. Varias experiencias internacionales demuestran
que para contar con una opción eficaz ni siquiera es indefectible contar con un
partido organizado a la manera tradicional. Buenas lecciones puede aprender la
nueva izquierda mexicana de ejemplos como los que ofrecen Uruguay, Argentina,
Italia y Francia.
En efecto, en los últimos años coaliciones laxas integradas por partidos y organizaciones han tenido resonantes éxitos en Europa y América Latina. Es el caso
del Frepaso argentino, la Coalición del Olivo italiana, del Frente Amplio uruguayo
e incluso de la centro derechista Unión por la Democracia Francesa. En términos
generales, todas estas organizaciones se caracterizan por ser alianzas de partidos,
organismos, clubes políticos, ONG’s, etcétera. que suscriben una plataforma común y
postulan una lista única de candidatos para las elecciones nacionales. Estas coaliciones
cuentan con una estructura central distendida que permite la autonomía de todas las
organizaciones integrantes, y que consiste únicamente en una mesa coordinadora, la
104
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
más de las veces compuesta exclusivamente por un presidente, un secretario general
y un consejo consultivo, donde están representadas todas las organizaciones aliadas.
Dicho consejo consultivo es el encargado de concertar la plataforma común y el
responsable de la siempre difícil tarea de arribar a los consensos que hacen posible
las postulaciones únicas a los cargos de elección popular.
La formación de una alianza similar en México en torno a una plataforma socialdemócrata podía ser una solución práctica que supere las desconfianzas que
aún prevalecen en lo que se refiere a la creación de un partido político tradicional.
Y aunque, tal vez, una opción como la que se propone aquí no sea la idónea, en este
momento lo prioritario es evitar, a como dé lugar, la atomización del sistema de
partidos con una presencia exacerbada de opciones formalmente “socialdemócratas”
o de centroizquierda donde prevalezca un espíritu de camarilla que haga de estos
partidos botín de pequeños grupos intolerantes y sectarios, como ha sucedido en el
PRD. Una alianza de estas características tendría, sin duda, un difícil camino, pero se
antoja como la alternativa más viable dadas las actuales circunstancias, y en virtud a
las dificultades que impone nuestra legislación electoral en materia de participación
de nuevas opciones políticas.
De celebrarse pronto un foro sobre el futuro de la socialdemocracia mexicana,
es deseable que se privilegie la discusión de cómo articular un frente común efectivo rumbo a una meta concreta: las elecciones federales de 2003 y de 2006. Si ha
de construirse un nuevo partido, una coalición o una alianza, está debe explicar lo
más puntualmente posible cómo piensan afrontar los desafíos electorales venideros
y cuáles son las características esenciales de la plataforma a defender. No es momento
de divagar, ni el país necesita de nuevos grupos de “ilustrados” consagrados a las
generalizaciones.
Las corrientes socialdemócratas y de centroizquierda deben tomar las decisiones
adecuadas para evitar perder viabilidad como opción política aquí y ahora, y que
den lugar a una confluencia de organizaciones que permita un protagonismo político eficaz durante la difícil etapa que transcurrirá desde hoy hasta las próximas
elecciones. Así se evitará la pulverización de opciones de izquierda y se desterrarán,
cuanto antes, actitudes aislacionistas y puristas que en este momento se acercan más
a la fatuidad académica que a la necesidad de defender una posición socialdemócrata
trascendente.
Y si ha de tener éxito una confluencia socialdemócrata deberá ubicarse, como
lo escribió alguna vez Luis Salazar: “más allá de utopías y milenarismos, más allá
de moralismos abstractos y fanatismos integristas [...] esto significa darle sustancia
programática y dignidad ética a la actividad política”. El reto consiste en superar
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA EN MÉXICO
105
egoísmos y suspicacias, caudillismos y megalomanías, sectarismos e intolerancias.
No será sencillo convencer a la vieja izquierda mexicana de la necesidad de redefinirse y autocriticarse, ni a determinados dirigentes renunciar a sus raquíticos cotos
de poder. Pero los tiempos y escenarios han cambiado, y en estos tiempos cruciales
el país exige de su clase dirigente determinación e inteligencia
ELEMENTOS BÁSICOS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA EN MÉXICO
Si verdaderamente es factible la construcción de una opción socialdemócrata en
México, esta deberá descansar sobre una plataforma ideológica básica que define, a
grandes rasgos, cuales son las definiciones socialdemócratas sobre temas fundamentales como el papel del Estado en la economía, el perfil de las nuevas políticas sociales,
el perfeccionamiento del régimen democrático y las políticas concretas de beneficio
para los diversos sectores sociales. Sin pretender ser definitivos, a continuación se
enuncian algunas ideas que podrían contribuir al debate.
El papel del Estado mexicano ante el libre mercado
La discusión política local sobre este tema se halla influida por el entorno internacional y por el legado ideológico proveniente de la experiencia mexicana concreta.
El primer grupo de influencias ha determinado un clima ideológico, en elcual la
visión que tiende a predominar es la de una estrategia donde basta con el libre funcionamiento de los mercados para lograr automáticamente el desarrollo económico. El rotundo fracaso de las economías del socialismo real, el auge de las políticas
económicas neoliberales en los países anglosajones, la crisis fiscal de los modelos
socialdemócratas europeos del Estado de bienestar y las reformas estructurales de
contenido liberal implementadas en América Latina, bajo la presión de organismos
multilaterales de crédito, han sido elementos de la realidad fundamentales para la
consolidación creciente de esa visión.
Sin embargo, esta visión simplista, crecientemente dominante, elude frecuentemente algunas cuestiones básicas. En primer lugar, no cualquier tipo de mercado
es automáticamente eficiente ni es valioso desde el punto de vista social: esto sólo
es cierto en el caso de que en él haya competencia y, en particular, que exista la
posibilidad de admitir nuevos emprendimientos que cuestionen el lugar adquirido por las empresas existentes. En segundo lugar, los mercados están sujetos a
fallas y, en ese caso, los incentivos no necesariamente coinciden con los deseables
desde el punto de vista de toda la comunidad. Esto es así en los casos más notorios
106
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
donde la producción sólo puede realizarse en condiciones de monopolio o en el de
bienes públicos como la seguridad, la justicia, la creación de un sistema legal o el
cuidado del medio ambiente. Pero también es apreciable en numerosas situaciones
intermedias de falta de competencia o de transparencia en su funcionamiento. En
tercer lugar, existen notorios ejemplos de países puestos como casos paradigmáticos
de liberalismo económico exitoso, que luego han tenido graves problemas económicos pasando rápidamente a la categoría de fracasos inexplicados. Baste recordar
la experiencia mexicana de 1994.
El segundo grupo de influencias sobre el debate local, derivadas de la herencia
ideológica proveniente de nuestra experiencia nacional, se ha transformado crecientemente en un obstáculo para la discusión sin prejuicios de los papeles del Estado y
del mercado. En efecto, el “estatismo” predominante en muchos sectores responde a
la noción de que el Estado ocupó un lugar central en la construcción de la moderna
sociedad mexicana. La herencia del pasado influye negativamente sobre la posibilidad
de un debate más acorde a los tiempos actuales, debido también al predominio, en
el pasado, de una visión marxista por parte de la izquierda nacional, en detrimento
de una visión socialdemócrata, que nunca negó el papel esencial del mercado en la
asignación de recursos.
La creciente complejidad de la sociedad y de sus opciones de desarrollo conspiran
contra la transparencia del debate democrático sobre el mejor trazado de límites y
responsabilidades entre Estado y mercado. Esta complejidad se suma al importante
peso que tienen muchos grupos sociales corporativizados, que logran que sus intereses propios aparezcan identificados con el interés nacional. De esa forma, muchos
grupos sociales que se ven beneficiados en forma privada por determinada solución
de responsabilidades entre Estado y mercado enturbian el debate democrático.
Asimismo, muchas veces las instituciones públicas han caído presas de presiones de
grupos de poder, económicos, burocráticos, gremiales o regionales, cuando es obvio
que el interés nacional no coincide automáticamente con los intereses del gremio,
la clase social o la región en particular.
Dentro de este marco, la propuesta de la socialdemocracia es que la división de
papeles entre Estado y mercado debe concebirse como algo cambiante con las circunstancias históricas y resolverse en cada caso sobre análisis concretos. No obstante,
pueden esbozarse algunos lineamientos generales.
•
La justificación de las políticas intervencionistas del Estado en función de
intereses nacionales estratégicos, sin especificar el contenido económico
o no económico de las metas a alcanzar, debe evitarse para no caer en un
lenguaje vacío de contenido. Los fines últimos de toda política con objetivos
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA EN MÉXICO
•
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•
107
económicos son el aumento de la disponibilidad de bienes y servicios de la
población y la distribución más equitativa de esos incrementos. Toda meta
económica, así como toda argumentación de política económica, debe reducirse, en última instancia, a la persecución de una combinación adecuada
de ambos valores finales.
El objetivo de toda política de promoción a las actividades productivas debe
ser impulsar el incremento sostenido de la productividad de las empresas. La
redistribución del ingreso y la cobertura de riesgos son las tareas prioritarias
de las políticas sociales.
Los resultados de las políticas de promoción de actividades productivas no
se pueden obtener sino a largo plazo.
Existe un desbalance entre la creciente exigencia de alto nivel de conocimientos profesionales y técnicos necesarios para ejecutar las políticas
intervencionistas en una economía globalizada y de rápida transformación
tecnológica, y la escasa disponibilidad de ese tipo de capacidades en las instituciones estatales. Esa brecha no es posible cerrarla a corto plazo y debe
obligar, como mínimo, a establecer metas y límites conservadores en estas
políticas.
Si la asignación de recursos de la sociedad se hace, al menos en parte, por
el mercado, esto implica aceptar como parte normal e intrínseca del funcionamiento del sistema, que las empresas privadas que tomen decisiones
erróneas puedan desaparecer y quebrar. La sociedad no debe verse obligada,
a través del Estado, a brindar una cobertura genérica de los riesgos de los
emprendimientos privados.
La competitividad empresarial basada en la tradición sin contrapartida en la
eficiencia, o en las transferencias de recursos públicos sin límite temporal, o
en el otorgamiento estatal de privilegios y reglamentaciones que crean monopolios a favor de empresas privadas no conduce a mercados socialmente
eficientes.
El Estado debe proveer en forma directa, por razones económicas, sólo
aquellos bienes y servicios que el sector privado no produzca por alguna
falla de mercado claramente definida (monopolio natural, imperfecciones
importantes etcétera.)
Bases para la articulación de una política económica
socialdemócrata
El eje articulador de esta elaboración programática es el logro de un funcionamiento
108
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
económico eficiente, en el que las políticas públicas tienen un importante papel que
cumplir. Las políticas deben ser ejercidas por un Estado también eficiente, pero
además transparente en sus acciones, asignando sus recursos de acuerdo a prioridades bien definidas y con evaluaciones claras de resultados. Estas prioridades son
fundamentalmente de carácter social, y deben apuntar a resolver las situaciones de
pobreza y pobreza extrema, y a atacar los preocupantes síntomas de segmentación
y marginación antes de que adquieran un carácter irreversible.
El principal objetivo de las políticas macroeconómicas debe ser estabilizar la economía. Esto se debe entender en el más amplio sentido de evitar que los cambios imprevistos
en el entorno económico, que generan movimientos cíclicos al alza o a la baja, tengan
consecuencias negativas sobre el crecimiento económico a largo plazo o sobre otros
objetivos sociales relevantes, tales como la equidad o la reducción de la pobreza. De este
modo, las políticas macroeconómicas han de procurar lograr un ambiente previsible
donde puedan desarrollarse con continuidad las diversas actividades económicas. En ese
sentido, resulta fundamental que las políticas macroeconómicas reconozcan claramente
las restricciones impuestas por la dotación de recursos existente y, en especial, por las
restricciones dadas para mantener la solvencia del sector público.
Desde esta perspectiva, la estabilización de la economía no se reduce a estabilizar
los precios, esto es, a reducir la inflación, sino que también importa reducir las fluctuaciones en el nivel de actividad económica y, en particular, en la tasa de desempleo.
Por otro lado, las políticas macroeconómicas deben evitar, en especial, caer en la
ilusión de pretender lograr objetivos expansionistas por encima de la trayectoria de
largo plazo de la economía, o perseguir una determinada redistribución del ingreso.
No puede haber un aumento permanente de la producción sin aumento en la capacidad productiva, del mismo modo que no pueden haber crecimientos de salario
real sostenibles sin aumentos paralelos en la productividad del trabajo.
Se requiere aumentar la capacidad de ejecutar políticas fiscales contracíclicas
mediante un fuerte compromiso de mantener el nivel de endeudamiento público
a largo plazo a niveles sostenibles. En ese sentido, una propuesta socialdemócrata
debe procurar:
•
•
Aumentar la transparencia en la definición de metas a largo plazo, definiendo
claramente las metas de nivel de endeudamiento público sostenible a largo
plazo, y las trayectorias consideradas sostenibles.
Separar la discusión y decisión del nivel de resultado fiscal de la discusión
y decisión sobre la estructura de gasto y recaudación en los presupuestos y
en las modificaciones con motivo de la rendición de cuentas. Si el nivel del
resultado fiscal, y por ende del endeudamiento público a tener, se fija antes de
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA EN MÉXICO
•
109
discutir la distribución del gasto y de la carga tributaria, entonces es posible
que los conflictos sobre esa distribución no se resuelvan a costa de disminuir
el resultado fiscal (aumentar el déficit del sector público, o lo que es lo mismo,
su endeudamiento neto).
Estudiar la creación de fondos de reserva para la compensación de caídas
de la recaudación en periodos de recesión, a recuperar luego con el crecimiento de esa recaudación en periodo de auge. Inicialmente esos fondos se
podrían constituir con reservas internacionales o mediante endeudamiento,
aprovechando las condiciones cíclicamente favorables de crédito barato en
los periodos de auge. Esos fondos deberían tener por destino exclusivo y explícito enfrentar caídas en la recaudación en periodos de recesión acotados
y definidos claramente.
Desde el punto de vista de las metas de equilibrio externo, no sólo importa que
el saldo de la balanza de pagos se sitúe en niveles compatibles con las metas de reservas internacionales, sino que también importa a los efectos de la sustentabilidad
a largo plazo de la balanza de pagos, la composición entre el saldo de la cuenta
corriente y el saldo de la cuenta de capitales, así como la composición de los flujos
de capital entre corto y largo plazo. Un saldo excesivamente negativo de la cuenta
corriente de la balanza de pagos implica una posición excesivamente dependiente
del ahorro externo, posición que se agrava si los fondos en los cuales se aplica ese
ahorro externo son de corto plazo. Esa excesiva dependencia del ahorro externo es
peligrosa por la mayor volatilidad que exhibe en relación al ahorro interno, así como
su tendencia a disminuir en momentos de crisis y a aumentar en momentos de auge.
Por esa razón, es conveniente vigilar y mantener acotada la evolución de los saldos
de la cuenta corriente de la balanza de pagos y de los movimientos de capitales.
En ese sentido, debe observarse que la cuenta corriente no sea negativa en un
porcentaje importante del PIB, así como establecer incentivos a que las entradas de
capitales tiendan ser de mayor plazo.
La elección de políticas y de regímenes cambiarios debe contemplar un adecuado
equilibrio entre los diferentes objetivos de las políticas macroeconómicas, según
las diversas prioridades en cuanto inflación, balanza de pagos y desempleo. En ese
sentido, debe balancearse adecuadamente las ventajas y desventajas de un régimen
de tipo de cambio fijo en relación a los regímenes de tipo de cambio flotante y a los
variados regímenes intermedios. Es obvio que con el alto grado de dolarización de los
mercados internos, la flotación pura del tipo de cambio tiende a generar altos costos
de volatilidad en las cotizaciones que hacen prácticamente descartable su adopción.
110
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
Por otro lado, se debe tener en cuenta que los regímenes de tipos de cambio fijo, si
bien son adecuados expedientes para ganar credibilidad en las políticas (en condiciones de sustentabilidad fiscal), sesgan el ajuste de la balanza de pagos hacia los países
deficitarios y descargan el peso de esos ajustes en el nivel de actividad y empleo en
detrimento de las variaciones de precios relativos. La adopción de un régimen de
bandas de flotación es el adecuado en estas circunstancias. El desplazamiento de la
banda debería estar en función de los determinantes fundamentales del equilibrio a
largo plazo, mientras que la amplitud debería adecuarse para cubrir las oscilaciones
y perturbaciones de muy corto plazo.
Políticas sectoriales de promoción
Es un hecho que en el diseño de una política económica verdaderamente socialdemócrata debe considerarse como elemento central el desarrollo de políticas
sectoriales o específicas, diseñadas para promover o facilitar el desarrollo productivo, las cuales exigen como condición necesaria un marco macroeconómico
de estabilidad y previsibilidad y un entorno jurídico que garantice el ejercicio
efectivo y oportuno de los derechos contractuales. Sin este marco no es posible
pensar en la radicación de inversiones en sectores de actividad ya existentes o en
el surgimiento de nuevos emprendimientos que amplíen la capacidad productiva
de nuestra economía.
A la hora de definir las políticas de promoción sectorial debe tenerse en cuenta
que los recursos presupuestales a ser destinados a estos cometidos son escasos, y que
estas políticas están compitiendo con altas prioridades que exigen otras áreas, tales
como la educación, la seguridad pública, la lucha contra la pobreza o las políticas
sociales en general.
En consecuencia, las políticas sectoriales o de estímulo a la producción, en el
marco de un proyecto sustentable de crecimiento de largo plazo, deben tener como
uno de los criterios rectores para su diseño el objetivo de incrementar la eficiencia
productiva de la economía en su conjunto.
Otro tema axial en la moderna socialdemocracia se refiere a la importancia de la
intervención pública en el funcionamiento de los mercados. En efecto, los problemas
observados en la operativa de los mercados han llevado a identificar un conjunto
de situaciones en las que se puede justificar la intervención o la promoción de actividades por parte del Estado.
La ausencia o insuficiencia de competencia
Para que la asignación de recursos realizada por los mercados sea eficiente debe
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haber competencia. Cuando ésta por alguna razón no opera —un caso extremo es la
presencia de un monopolio natural—, la intervención estatal es ineludible. En estos
casos, la intervención estatal debe procurar el levantamiento de las restricciones para
que la competencia opere. Si esto no fuera posible, se deberá regular la actividad o
que el Estado asuma directamente el desarrollo de esta actividad.
Acciones de apoyo frente a los efectos externos
Existen situaciones en que las acciones de una empresa afectan la actividad de otras.
En algunos casos, dichas acciones imponen un costo para otras unidades productivas que no es objeto de compensación alguna. En otros casos, por el contrario, la
actividad de una determinada empresa puede generar beneficios a otras, sin que por
ello perciba ninguna retribución. La imposición de costos que son absorbidos
por otros se denominan “externalidades negativas”. La generación de beneficios se
denominan “externalidades positivas”. Siempre que se producen fenómenos de este
tipo la asignación de los recursos realizada por el mercado no es eficiente.
Cuando la externalidad es negativa, el hecho de que no existan costos para quien la
provoca opera como estímulo para continuar con las conductas abusivas. Un ejemplo
de ello es la regulación sobre la contaminación ambiental. El Estado debe responder
a este tipo de situaciones imponiendo restricciones o aplicando multas.
En el sector agropecuario, por ejemplo, los riesgos o amenazas a la estabilidad
ambiental vinculados con la intensificación de la explotación de los recursos, el
desarrollo tecnológico, el empleo de productos químicos, las innovaciones en la mecanización, etcétera, generan externalidades negativas que comprometen el bienestar
de las generaciones futuras cuando no del propio productor. A pesar del aumento de
conciencia sobre estos temas a nivel de discurso, la promoción de actividades relativamente jóvenes en el sector se ha dado en un marco de ausencia de la evaluación
de sus impactos ambientales. Un ejemplo al respecto, es el de la forestación y sus
eventuales efectos sobre los suelos y las aguas.
Las restricciones sobre el crecimiento futuro que impone esta omisión por parte
del Estado son evidentes, sobre todo si se tiene en cuenta que una parte importante
de la capacidad de competencia de nuestros productos se sustenta en los recursos
naturales de que dispone nuestro país. En consecuencia, resulta prioritario potenciar la utilización de los recursos naturales disponibles y preservarlos, de modo
que el proceso de desarrollo económico pueda mantenerse en el futuro. El Estado
debe tomar en cuenta este aspecto clave, protegiendo la sustentabilidad ambiental
de la producción, ya que el mercado nunca lo hará adecuadamente.
En el caso del sector industrial, se realizan actividades altamente contaminantes
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desarrolladas sin un marco regulatorio adecuado. Esto determina que, en muchos
casos, la capacidad de competencia de determinadas empresas descanse en “costos
ambientales” que son absorbidos por el resto de la sociedad. Numerosas empresas
industriales radicadas en nuestro territorio utilizan técnicas de producción que
deterioran el medio ambiente y que están siendo abandonadas en las zonas más
desarrolladas del mundo.
Cuando la actividad origina beneficios externos gratuitos para terceros, pero
no para quién realiza el esfuerzo, se produce un desestímulo que resulta claramente inconveniente. Un caso típico es la inversión en investigación y desarrollo
o de actividades empresariales que implican la introducción de innovaciones
tecnológicas en los procesos productivos. La fácil y rápida apropiación por
parte de los competidores desestimula la aplicación de recursos empresariales
en este tipo de actividades, que tan beneficiosas resultan para el aumento de la
productividad.
Frente a estas situaciones, resulta imprescindible que el Estado proporcione
un sistema de incentivos que estimule la realización de este tipo de actividades, a
través de subsidios o apoyos de diversa índole. Es posible, incluso, que el Estado
prefiera ocuparse directamente de la realización de dichas actividades y que luego
transfiera los resultados al sector privado.
Inexistencia de mercados para algunas actividades
Cuando el funcionamiento libre de los mercados no suministra un bien o servicio,
aun cuando el costo de hacerlo es inferior al precio que los consumidores estarían
dispuestos a pagar por él, se está en presencia de otro grave problema. Tradicionalmente, los mercados han funcionado especialmente mal en lo que refiere a la
provisión de seguros y créditos, lo que ha justificando la intervención del Estado
en estas áreas.
Un ejemplo típico de mal funcionamiento es el mercado de créditos para
pequeñas y medianas empresas. La dificultad para el intermediario financiero —el
sistema bancario— para obtener garantías suficientes, o información necesaria para
minimizar su riesgo de recuperación, determina un racionamiento del crédito a este
tipo de unidades, por lo que proyectos rentables no llegan a instrumentarse.
El sector de la pequeña y mediana empresas contribuye a descentralizar el poder
económico, es un importante instrumento para la promoción del desarrollo local
y regional y fomenta la creación de empleo. Asimismo, una sólida red de este tipo
de empresas contribuye a suavizar los altibajos coyunturales actuando como un
mecanismo de atenuación del ciclo económico. Por ello, es altamente beneficioso
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proveerlas de recursos financieros para poner en marcha proyectos económicamente
viables. Para acceder al crédito la primer dificultad que enfrenta este sector es la
exigencia de garantías. Asimismo, la tramitación de los créditos es lenta, debido a la
falta de información sobre los beneficiarios.
Por lo que corresponde al sector agropecuario, varios países europeos e incluso de
América Latina han tenido experiencias de las denominadas “cooperativas de segundo
grado” que se han constituido en un vehículo eficiente para el acceso al crédito de
pequeños productores que, sin la organización, no tendrían acceso o su obtención
sería mucho más dificultosa, lenta y cara. La garantía que implica la comercialización
del producto por parte de la cooperativa, viabiliza y abarata el financiamiento de la
producción. Estas organizaciones constituyen ejemplos de instituciones que pueden
disminuir la marginación de pequeños productores, aunque es imprescindible que
éstas cuenten con una dirección moderna y eficiente que evite la burocratización y
el paternalismo.
Compensar problemas de acceso a la información
Las empresas que actúan en los mercados no siempre disponen de toda la información
necesaria para la toma de sus decisiones. La información es en muchos aspectos un
“bien público”, ya que suministrarla a una empresa no implica que no pueda estar
disponible para otros usuarios.
El caso de las pequeñas y medianas empresas también es ilustrativo del inadecuado
funcionamiento del mercado en lo que tiene que ver con el fluir de la información.
Una de las características de estas unidades productivas es su aislamiento ante el
entorno económico e institucional en que realiza sus actividades. Esta situación no
sólo limita el aprovechamiento de economías de escala, o de especialización, mediante
la coordinación con otras unidades empresariales. Además, su relativo aislamiento
determina que el propio empresario esté desinformado acerca de la oferta de instrumentos de apoyo disponibles o de la inadecuación de dicha oferta a sus posibilidades
de acceso, en la medida que tal desinformación ni siquiera permite que la demanda
por ellos se vuelva explícita. Por otra parte, la concentración de diversas funciones en
los directivos de estas empresas, y la reducida disponibilidad de personal dedicado
a las tareas de gestión estratégica, limitan su capacidad de diagnosticar adecuadamente su situación competitiva e impiden el desarrollo de estrategias empresariales
innovadoras.
PROPUESTAS GENERALES PARA LA INSTRUMENTACIÓN DE UNA POLÍTICA
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Establecimiento (o fortalecimiento, en su caso) de mecanismos públicos y
transparentes de difusión de los resultados esperados y obtenidos de las políticas de promoción que involucren exoneraciones tributarias, subsidios o
cualquier otro tipo de tratamiento particular o excepcional a determinadas
actividades.
Diseño de mecanismos que promuevan la competencia entre empresas en
todos los mercados donde sea técnicamente posible, evitando monopolios
y acuerdos entre empresas privadas o públicas que perjudiquen al ciudadano.
Establecimiento de una política agresiva de captación de inversión extranjera
directa, haciendo uso de instrumentos discrecionales y transparentes.
Promoción de políticas tendientes a la descentralización geográfica de la
producción, mediante otorgamiento de beneficios preferenciales a aquellos
emprendimientos que se radiquen en determinadas regiones del país.
Racionalización y fortalecimiento, mediante una mayor jerarquía técnica y
mejoramiento de la gestión del sistema institucional público en el ámbito
agropecuario e industrial, con los cometidos de apoyo y estímulo a la mejora
de la calidad y a la introducción de innovaciones tecnológicas.
Creación de incentivos al uso de prácticas productivas no contaminantes o
que impliquen un adecuado uso de los recursos naturales.
Establecimiento de compromisos claros y plazos estrictos de parte del gobierno cuando desactiva políticas de promoción, de modo que se brinde
previsibilidad para los esfuerzos de reconversión. De la misma manera, debería
haber pronunciamientos claros de imposibilidad de intervención en sectores
sin posibilidades de desarrollo.
Definición de una política de defensa de la competencia desleal (antidumping) que no busque encubrir aspectos de protección frente a competidores
realmente más eficientes, fortaleciendo los mecanismos nacionales, así como
defendiendo la generalización de este criterio en los foros internacionales.
Promoción de formas asociativas en el sector agropecuario e industrial a
los efectos de superar las restricciones de escala, acelerar los procesos de
especialización productiva y de introducción de mejoras tecnológicas, y de
penetración en nuevos mercados externos, de las empresas de menor tamaño
relativo.
Mejoramiento de la canalización de fondos hacia las unidades productivas
de menor tamaño, a través del mejoramiento de la intermediación financiera
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para estos sectores por parte de la banca de desarrollo, a la cual urge revitalizar.
Redimensionamiento y relanzamiento de los programas de crédito promocional a pequeñas y medianas empresas, basados en el otorgamiento de
garantías mutuas, y diversificar las fuentes de crédito para otorgar financiamiento flexible a empresas sociales, micros y pequeñas, bajo esquemas
de microcréditos y créditos populares, tales como sociedades de ahorro y
préstamo y cajas populares.
Ampliación de la base tributaria mediante el establecimiento de tasas impositivas progresivas, congruentes con el nivel de ingresos percibidos por las
personas físicas y morales.
Impulso de políticas de estímulo y promoción de las actividades productivas,
especialmente las de pequeños y medios empresarios, con el fin de crear un
mercado interno más sólido y sano, que a su vez garantice la inversión externa,
el ahorro y la capacidad de consumo de las mayorías.
Establecimiento de normas y mecanismos de regulación del capital especulativo, mediante el diseño de un impuesto a dicho capital y a las rentas que
pueda generar, con objeto de hacer mucho más atractiva la inversión directa
y lograr, así, la creación de empleos y el desarrollo requeridos.
Revisión y mejoramiento de las atribuciones de la Comisión de Competencia Económica, con el fin de garantizar condiciones de igualdad en la libre
competencia de los mercados.
Políticas socialdemócratas para el mercado de trabajo
En materia de empleo, el objetivo es llegar a una situación en la que todos los que
quieren trabajar accedan a un puesto de trabajo acorde con sus calificaciones, permitiendo el desarrollo de sus capacidades y potencialidades.
El crecimiento del producto por sí solo no resolverá la insuficiencia de demanda
de trabajadores y que, probablemente, la demanda no logrará por sí sola orientar la
adecuación de la oferta en el mercado de trabajo. Es posible instrumentar acciones
para amortiguar los efectos más importantes de tal desajuste, pero también que
sería demagógico sostener que es posible resolver rápidamente el problema del
desempleo.
Las posibilidades de la política económica son muy limitadas para enfrentar los
problemas del desempleo que plantea la economía contemporánea. No obstante,
es posible atenuar sus consecuencias más importantes, evitando que el desempleo
se transforme en marginación, planteando acciones con objetivos de empleo en las
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LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
estrategias de lucha contra la pobreza.
Las mayores probabilidades de éxito de las políticas de empleo se dan si éstas disponen como marco de un acuerdo y como base la participación social. Ello implica,
en el largo plazo, que el empleo aumentará si la economía mejora su competitividad
y, por lo tanto, requiere inversiones que dependen de decisiones privadas. Sería un
importante estímulo un acuerdo o pacto que dé estabilidad a las reglas de juego y
presente, en forma aceptable para los actores, la distribución de costos y beneficios.
Asimismo, las nuevas tecnologías y el cambio en la organización del trabajo
requieren de acuerdos sobre temas, tales como flexibilidad/estabilidad en el empleo, salarios/productividad. Se vuelve, entonces, imprescindible que la reforma
laboral que tanto se ha pregonado en México sancione procedimientos de negociación colectiva que fomenten un ámbito de diálogo bilateral entre empresarios
y trabajadores y otorgue certeza jurídica a las resoluciones acordadas libremente
entre las partes.
Propuestas de carácter general
• Seguimiento sistemático, a través de un observatorio del mercado de trabajo,
de las características de la demanda de recursos humanos y las situaciones de
los trabajadores (ocupación, desocupación, calidad de los empleos); estudio
de las características estructurales y coyunturales del conjunto del mercado
laboral y de los sectores económicos. Ello se complementa con la evaluación
de los niveles de calificación existentes y necesarios, así como de la oferta de
capacitación disponible y con la evaluación de los impactos de los programas
instrumentados.
• Mejora en la oferta de servicios de información, orientación y colocación
laboral, posibilitando una mejor, más fluida y transparente vinculación entre
oferta y demanda de empleo. De los cuatro componentes que se señalan, éste
es el menos se ha desarrollado, es decir, que requiere todavía de un importante
esfuerzo de diseño, de asignación de recursos y de ejecución.
• Instrumentación de programas de capacitación laboral que atiendan las
necesidades de los sectores desocupados y subocupados que se encuentran
en situación más crítica. La configuración del conjunto de programas en
ejecución debe ser variable, flexible, sistemáticamente evaluada y ajustada,
atendiendo tanto a las necesidades que se identifiquen como a los impactos
logrados. La ejecución de los cursos debe continuar realizándose a través de
competencia de propuestas, pagándose en base a resultados logrados. Paralelamente a la ejecución debe fortalecerse la capacidad técnica y educativa
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de las entidades capacitadoras.
Desarrollo de un sistema de competencias laborales que incluya: a) la identificación y normalización de competencias laborales, a través de métodos sistemáticos, con participación tripartita; b) la promoción de la incorporación
de las competencias a la educación técnica, la capacitación y la formación
profesional, construyendo una estructura modular, en la que los beneficiarios
puedan moverse horizontal y verticalmente, y c) la evaluación y certificación
de competencias por parte de organismos independientes, más allá de cómo
las haya adquirido cada trabajador.
Creación de un fondo para la generación de empleo transitorio. Este fondo
debería tener como objetivo financiar la generación de empleos transitorios,
dirigido a los cesantes recientes, en particular jefes de hogar de bajos ingresos
que por razones de edad, nivel de instrucción o experiencia laboral anterior,
tienen escasas posibilidades de acceder a un empleo mejor mediante la capacitación. Puede incluir a jóvenes de familias de bajos ingresos desertores
del sistema educativo.
Asimismo, el programa debería apoyarse en la creación de un fondo, con una
dirección política y un pequeño equipo técnico. El programa debería ser objeto
de una difusión adecuada, seguida de la presentación de proyectos y su posterior
selección. Los proyectos pueden ser de diverso carácter, tales como:
a) Obras de infraestructura tales como ampliación o reparación de locales escolares o de instituciones de salud; construcción y mejoras en instituciones
culturales y deportivas; construcción o ampliación de viviendas para sectores
de bajos ingresos.
b) Pequeños proyectos productivos que requieran baja inversión para la creación
de microempresas.
c) Diversas tareas locales, desde limpieza a saneamiento, en coordinación con
los gobiernos departamentales.
La gestión estaría a cargo de organizaciones como las asociaciones de padres
de familia y comisiones vecinales. Dichas organizaciones serían las encargadas de
la elaboración del proyecto y del control de su ejecución. Al recibir los fondos son
responsables de la contratación de los trabajadores cuyos requisitos estarán establecidos por el programa. La contratación será acotada en el tiempo durante el cual se
pueden brindar otro tipo de compensaciones: abono de transporte, cuota mutual
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LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
o asignación familiar.
Existen varios antecedentes de fondos de este tipo en América Latina, que tratan
de compensar los costos de los ajustes operando con rapidez y eficiencia, con un
esquema organizativo y de atribuciones de carácter extraordinario y transitorio,
y son:
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Establecer reformas al sistema de seguridad social que contemplen la instauración gradual de un seguro de desempleo, de manera que se pueda comenzar
a cubrir por un periodo de hasta seis meses a quienes, teniendo un certificado
profesional de una institución reconocida oficialmente, hayan cotizado para
el efecto por más de un año. En particular, empezar por establecer el seguro
de desempleo de los trabajadores calificados, para así reconocer socialmente
los esfuerzos de quienes se han preparado.
Integrar en un sólo sistema autónomo la seguridad social de los trabajadores del sector público, privado y social para asegurar el buen manejo de las
aportaciones para la seguridad social.
Garantizar que se mantengan los beneficios laborales adquiridos al cambiar
de empleo para que, de esta forma, cada trabajador pueda escoger aquella
oportunidad laboral que más le convenga, es decir, aquella ocupación en que
se aprovechen mejor sus capacidades.
Fomentar la coordinación intersecretarial entre la Secretaría de Educación
Pública y la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, para poner en marcha
una política de coordinación e información sobre el mercado de trabajo, de
esta manera identificar las necesidades del mercado, el perfil de los egresados
y el campo donde es necesario el desarrollo de capital humano.
Hacer obligatorios los programas educativos y de capacitación técnica permanente para todos los trabajadores.
Fomentar la constitución de círculos de calidad al interior de las empresas,
para que los obreros sean parte de las decisiones empresariales y de esta forma
contribuyan al mejoramiento productivo.
Instrumentación de un Programa Nacional de Reestructura del Empleo.
Nuevas formas de negociación colectiva y nuevos papeles para los sindicatos.
La necesidad de un equilibrio entre flexibilidad en el funcionamiento del
mercado y estabilidad en el empleo, así como la necesaria relación entre
las remuneraciones y la productividad hace imprescindible contar con
un marco jurídico para la negociación colectiva. A este respecto, se debe
defender la idea de promover que las negociaciones colectivas se realicen a
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nivel de rama, habilitando la negociación salarial a nivel de empresa como
elemento de flexibilidad ante la diversidad de circunstancias de las distintas
firmas.
La política social de la socialdemocracia
La cuestión social ocupa el primer lugar de la agenda política. No sólo está presente, como ha sido tradicional, en el discurso de la izquierda, sino también en el de
algunos sectores de derecha. La socialdemocracia lo ha definido como uno de los
puntos principales de su plataforma, no por “moda”, sino porque genuinamente
se considera que éste es un punto clave para la viabilidad de México como país, y
como sociedad en el nuevo siglo.
La importancia del tema social se acentúa si se observa que su definición como
prioridad no es exclusiva de la sociedad mexicana, sino de la región latinoamericana
en su conjunto. Luego de la “década perdida” de los años ochenta, los países latinoamericanos llevaron adelante en los años noventa distintos ajustes para restablecer los
equilibrios “macroeconómicos” (renegociación de la deuda externa, reducción del
déficit fiscal). De acuerdo a como se plantea en distintos organismos y foros, una vez
resueltos los aspectos “prioritarios”, éste es el momento de encarar los “problemas
sociales”, postergados en los últimos años. Este mensaje se plantea tanto por actores
políticos y sociales de la región, como por parte de los organismos multilaterales
(Banco Internacional de Desarrollo, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional), tradicionales baluartes de la “ortodoxia” económica.
Al igual que para la región en su conjunto, en nuestro país debe plantearse un
cambio en los énfasis y prioridades de las políticas públicas, no sólo las económicas.
De la prioridad en el logro de los equilibrios macroeconómicos debe pasarse actualmente al mejoramiento de los indicadores sociales, especialmente en sus aspectos
más críticos: pobreza y pobreza extrema, o de aspectos “estratégicos” en el largo
plazo, como la mejora en los mecanismos de integración social.
Una característica saliente de las políticas sociales implementadas en el pasado
reciente, ha sido la ausencia de una visión de Estado en el diagnóstico, diseño, instrumentación y evaluación .
Las políticas sociales requieren necesariamente una visión de Estado. En su diagnóstico y formulación deben integrarse los distintos actores, no sólo del conjunto del
sistema político sino, fundamentalmente, de los involucrados, o sea de los distintos
actores sociales.
En el pasado reciente, las administraciones priístas se dieron el lujo de no abordar
las políticas sociales como temas de Estado, yerro que, estamos viendo, ha incurrido
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LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
la actual administración panista. En cada “recambio” de gobierno, se ha desconocido
lo hecho por la administración saliente. Y las políticas sociales requieren evaluaciones cuidadosas de sus “fortalezas” y “debilidades”, ya que a menudo un sexenio
sólo permite avizorar algunas características incipientes de los aspectos positivos y
negativos de los programas aplicados.
Ha existido, de manera predominante, un enfoque sectorial y centralizado en la
planificación y ejecución de los programas. De hecho, las políticas públicas en el
área social se han desarrollado, muchas veces, con total independencia unas de otras,
llegando a producirse superposiciones, contradicciones o vacíos en la cobertura
proyectada. Desde cada organismo se proyectan las políticas del área social como si
no existieran otros esfuerzos próximos o vinculados a éstos.
Por otra parte, la ejecución de los programas ha sido, por lo general, de carácter
centralizado. Esto significa que la estructura y la modalidad de prestación del servicio
se hace en forma vertical, lejana y distante con respecto a los beneficiarios; muchas
veces sin la necesaria flexibilidad para responder a la heterogeneidad de situaciones existentes. De este modo, tampoco ha existido proximidad y ello ha generado
problemas de accesibilidad a los programas sociales por parte de sus potenciales
beneficiarios, ya sea por distancia física, complejidad de los trámites, costo del acceso
al servicio o, incluso, horarios y días de atención.
También debe anotarse que, en la mayor parte de los programas públicos, el
destinatario ha sido el individuo, obviando que la problemática social responde a
una situación familiar. Las respuestas sociales en términos de beneficios individuales, dejan de lado la complejidad de la situación que abarca al conjunto del núcleo
familiar.
Revalorar el papel de la sociedad civil
Definimos a la sociedad civil como el conjunto de agrupamientos independientes
de la organización estatal, que procesan demandas sociales, económicas, culturales,
de personas, familias y otros grupos de la comunidad.
Durante el periodo final de la hegemonía priísta se produjo en México un desarrollo considerable de estas organizaciones. Actualmente, la comunicación entre la
sociedad civil y el Estado es fragmentario e ineficaz a causa de aprensiones y recelos,
fundamentalmente de parte de la burocracia y del sistema político.
La existencia de una ciudadanía integrada y participativa, tanto a nivel político
como social, requiere de la coordinación y la fructífera interacción entre el Estado y la sociedad civil. Para ello deben encararse distintos aspectos que traban el
desarrollo de esta última: la inadecuación de los instrumentos jurídicos actuales
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA EN MÉXICO
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y el desconocimiento por parte del Estado, cuando no la oposición directa, del
papel a jugar por la sociedad civil.
La presente administración se ha propuesto iniciar una reforma del Estado
fincada en una serie de transformaciones en el aparato estatal, básicamente a nivel
político-administrativo. Pero es necesario adecuar al Estado a los nuevos desafíos,
en particular, los derivados de la actuación pública en el área social. Pero esta
adecuación del Estado tiene que plantearse como grandes objetivos dotarlo de
una mayor fortaleza, de mayor ejecutividad, de mayor agilidad en las respuestas.
Dentro de este nuevo papel que debería jugar el Estado, las organizaciones de la
sociedad civil deben tener un importante papel, en el necesario diálogo con los
actores públicos en el momento del diseño y en la planificación de las políticas
sociales.
Ideas y propuestas para las políticas sociales
Nuestro país debe enfrentar hoy como desafío central, el logro de mayor crecimiento
económico con equidad social. Esto implica revertir procesos de exclusión laboral,
educativa. Implica, asimismo, apoyar a las familias que están asumiendo en mayor
medida la responsabilidad de formar a las nuevas generaciones de mexicanos, que
pertenecen mayoritariamente a los sectores sociales de menores recursos, de modo
que se asegure una igualdad de oportunidades efectiva.
Partimos de concebir la pobreza como un estado y no como una condición, que
se origina en una combinación de causas y factores económicos, sociales y culturales. Su superación requiere, por tanto, de un conjunto de acciones integradas que
deben apuntar no sólo a facilitar la satisfacción de necesidades específicas sino, y
fundamentalmente, a potenciar los recursos y las capacidades de las familias pobres
para mejorar sus condiciones de vida.
La sociedad en su conjunto debe asumir el compromiso de superar la desigualdad
y la pobreza como medio esencial para lograr el efectivo respeto por los derechos
humanos básicos de todos los ciudadanos.
Desde una perspectiva socialdemócrata, las políticas sociales deben responder
a los siguientes criterios o características por considerarlas esenciales para que
constituyan efectivos instrumentos de transformación social y no sólo medidas
paliativas.
Integralidad
Los procesos de exclusión social, las situaciones de pobreza, no pueden ser revertidos
a través de políticas y programas sectoriales que busquen responder en forma aislada
a un determinado tipo de problema o necesidad. Carencias en otras áreas, pueden
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LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
impedir un efectivo aprovechamiento de las oportunidades por quienes tal vez más
las necesitan. Los programas sectoriales pueden contribuir a mejorar los índices en
algunos aspectos importantes (acceso a ciertos servicios, por ejemplo), lo cual puede
ser necesario, aunque probablemente no será suficiente, para revertir una situación
generada por múltiples causas, en la medida en que únicamente ataca a una de ellas
o a alguno de sus síntomas.
Potenciación de las capacidades de los destinatarios
Las situaciones de pobreza y exclusión social contribuyen a un deterioro de la confianza de las personas y de las familias en su propia capacidad para enfrentar problemas
y para resolverlos. Esta pérdida de autoconfianza aumenta la vulnerabilidad y el
riesgo de no poder superar la situación y aún de que ésta se deteriore. Las políticas
y programas deberán apuntar a fortalecer las capacidades y la autoestima de los
involucrados y no a sustituirlos en sus responsabilidades. Deberán apuntalar hacia
el desarrollo de los recursos humanos y de las redes sociales que les sirven de apoyo
para enfrentar los problemas de la vida cotidiana. Los programas habitacionales, por
ejemplo, no deberían ignorar la pérdida de capital social que implica un traslado que
rompa vínculos arraigados y obligue al aislamiento. Los programas orientados a la
atención de los niños, deberían contemplar el fortalecimiento del papel educador
de los padres y no a su sustitución.
Descentralización
Las características anteriores implican pensar en respuestas diversificadas frente
a situaciones y necesidades diversas. Esto sólo es posible encarando un doble
proceso de descentralización, incorporando la dimensión territorial a las políticas sociales, y disminuyendo la distancia entre quienes toman las decisiones y los
destinatarios.
La descentralización territorial plantea el desafío de la constitución de un tejido
denso de actores locales capaces de recibir y administrar transferencias, y la necesidad de un fortalecimiento de los gobiernos estatales y municipales. Asimismo,
requiere la definición de mecanismos que aseguren adecuados equilibrios locales
y regionales, para evitar un acceso diferencial a recursos, que constituya un nuevo
factor generador de inequidades. La descentralización de decisiones, nos enfrenta
a procesar cambios institucionales, a la redefinición de papeles tanto de los organismos que asuman funciones rectoras y de contralor, como de los que asuman las
responsabilidades operativas.
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA EN MÉXICO
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Nueva articulación Estado-sociedad civil
El concepto del papel del Estado sustentado por la socialdemocracia moderna reconoce como un elemento esencial la existencia de una ciudadanía integrada y participativa, tanto a nivel político como social. Para encarar con éxito acciones orientadas
a superar la desigualdad y la pobreza, resulta un elemento clave el impulso de una
política de fortalecimiento de la sociedad civil y el fomento de su participación en
el diseño e instrumentación de las políticas sociales.
Hacer viable este propósito supone el establecimiento de marcos jurídicos e institucionales que permitan una conexión fluida y fructífera entre Estado y sociedad
civil. El nuevo marco deberá asegurar pluralismo y transparencia en esta relación,
y transferencia en el uso de los recursos. Deberá contemplarse, también, el diseño
de mecanismos que permitan articular la contribución de los sectores público y
privado para el financiamiento de acciones de interés público, gestionadas por
organizaciones de la sociedad civil.
Compatibilización de un adecuado nivel de alcance y focalización con la calidad de
los servicios
El objetivo central estará en que las políticas y programas lleguen a aquellos
sectores que constituyen sus principales destinatarios, a través de mecanismos que
no impliquen segregación o estigmatización. Los servicios podrán estar dirigidos a
sectores más amplios, diferenciando las condiciones de financiamiento del acceso
para quienes disponen de menores recursos.
El nivel de calidad deberá optimizarse en todos los casos, quienes tienen más
dificultad de acceso necesitan mejores servicios y no una atención de segunda clase. Para lograrlo se requiere establecer un sistema de información que permita un
seguimiento sistemático de la calidad de los servicios y la generación de estímulos
a los operadores asociados a los resultados logrados.
Articulación de acciones en áreas prioritarias y dirigidas a sectores de población
específicos
Para asegurar la integralidad postulada como primer requisito necesario de las
políticas sociales, es necesario definir e instrumentar instancias de coordinación e
integración de acciones a diversos niveles.
A nivel del usuario, mediante servicios locales de orientación que brinden amplia información sobre la oferta de programas y requisitos de acceso en las diversas
áreas y para distintos grupos poblacionales. La familia constituye el núcleo básico
en el que se adoptan decisiones que permiten seleccionar y combinar distintos
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LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
tipos de apoyos y servicios para solucionar necesidades básicas de empleo, salud,
vivienda, alimentación, educación, hacia ellas estarán principalmente dirigidos
estos servicios. Esto no será obstáculo para que coexistan líneas encaminadas específicamente a algunos de sus miembros (jóvenes, mujeres, ancianos, etcétera).
En una perspectiva de descentralización, los programas y servicios deberán estar
coordinados a nivel departamental y a nivel nacional intra e intersectorialmente,
para optimizar el aprovechamiento de recursos y viabilizar un enfoque integral. Se
requiere por tanto de una planificación articulada, una coordinación centralizada,
una ejecución descentralizada y evaluación interna y externa.
A nivel nacional resulta imprescindible la creación de una instancia de coordinación de las políticas sociales entre sí y con otras políticas públicas, que tenga respaldo
institucional suficiente y no quede en una mera declaración de propósitos como ha
ocurrido con los intentos realizados hasta la fecha.
Definición de mecanismos que permitan una más efectiva rendición de cuentas a la
ciudadanía
Si bien es necesario aumentar la transparencia de la gestión pública en todos los
campos, en el área de las acciones y los recursos destinados a la atención de las políticas sociales este aspecto asume particular relevancia.
Al comenzar una gestión de gobierno, la ciudadanía debe conocer los objetivos
de los programas que se van a desarrollar, los recursos que se asignarán a éstos y
los indicadores que se emplearán para evaluar sus impactos. Esto permitirá rendir
cuentas en forma periódica respecto a los recursos efectivamente gastados en estos
programas y a los resultados alcanzados.
La socialdemocracia debe contribuir a crear una cultura de la “rendición de
cuentas” que vaya más allá de la tradicional rendición presupuestal ante el Congreso
de la Unión.
Impulso a la definición de políticas de Estado en áreas críticas
La importancia de los problemas a resolver, los efectos de un posible deterioro de la
situación social, si no se logran revertir los procesos de exclusión económica y social
identificados, y la imposibilidad de lograrlo en forma estable sin recurrir a acciones
de mediano plazo, nos llevan a concluir que es imprescindible acordar políticas de
Estado, al menos en algunas áreas, para asegurar un impacto real.
La socialdemocracia necesita asumir el compromiso de contribuir a la definición de políticas de Estado, en el campo de la educación, la salud, la vivienda, la
infancia y la familia. Es imprescindible que el sistema político acuerde objetivos
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA EN MÉXICO
125
y asuma compromisos más allá de banderas partidarias para lograr una efectiva
mejora de la calidad de vida de los mexicanos y en especial de aquellos más desfavorecidos.
Para la sistematización de una política social de Estado verdaderamente efectiva, la socialdemocracia mexicana debe atenerse a postulados básicos como los
siguientes:
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Instrumentar una política fiscal que se oriente fundamentalmente a obtener una mayor recaudación para fortalecer el gasto social y el desarrollo de
infraestructura, dentro de los márgenes que otorga una conducción sana de
las finanzas públicas.
Estructurar un presupuesto de gasto público multianual para políticas prioritarias basado en la evaluación de su rentabilidad social y económica.
Articular una política social integral y coordinada que contemple medidas
tendientes a reducir la dispersión demográfica mediante una mejor planificación del desarrollo local y regional.
Fijar metas de reducción de la pobreza, así como una métrica adecuada para
cuantificar los esfuerzos necesarios par el logro de objetivos concretos en el
mediano plazo.
Continuar la transformación al sistema de seguridad social para modernizarlo y hacerlo más eficiente, estableciendo mecanismos que promuevan la
introducción de incentivos a la calidad y eficiencia de los servicios, así como
a la ampliación de la cobertura de la seguridad social. De igual manera,
promover una mayor autonomía de las entidades federativas en cuanto a la
administración y asignación de recursos para la salud.
Garantizar la ampliación de la cobertura de la atención de las instituciones de
seguridad social hasta la población no asalariada y aquella que se desempeña
dentro de la economía informal, así como a la población marginada rural y
urbana.
Empleo y seguridad social
La existencia de un amplio sector de trabajadores con empleos precarios, y en situación de informalidad, deja fuera de tradicionales mecanismos de redistribución
a un importante núcleo de sus principales destinatarios.
En busca de una mayor equidad se impone el replanteo de este sistema, y la ampliación de su alcance a sectores hoy marginados de los mismos.
La profundización de acciones destinadas a la actualización de la formación
126
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
profesional, la generación de un Sistema de Información Ocupacional, y el fomento de políticas activas de empleo articuladas con formación laboral para los
sectores con mayor vulnerabilidad social en el ámbito nacional y departamental,
constituyen también medidas tendientes a incrementar la equidad en el acceso a
las fuentes de trabajo.
Salud
Para superar las deficiencias identificadas en el actual funcionamiento del sistema
de salud, se debe mejorar la focalización de las acciones, así como la calidad de los
servicios y la utilización más eficiente del gasto en esta área.
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Reestructurar y reorganizar la Administración de los Servicios de Salud del
Estado.
Normar los criterios de focalización de los servicios de salud sobre la base de
definiciones objetivas, que contemplen integridad, coherencia y transparencia
en la asignación de los beneficios. Crear un registro único de usuarios de los
servicios de salud públicos y privados que evite la duplicación de la cobertura
asistencial. Adecuar y asegurar el cumplimiento de cuotas diferenciadas según
las posibilidades de pago del usuario.
Impulsar un proceso progresivo de descentralización de la gestión y de las
decisiones en los hospitales públicos, conjuntamente con programas de diversificación y mejora de las formas de gestión y evaluación de los resultados.
Definir la demanda real que enfrenta cada hospital, dando prioridad a la
población de menores recursos. Otorgar un hospital de referencia y un centro de atención primaria a los usuarios, de acuerdo a su lugar de residencia,
buscando facilitar la asignación de recursos presupuestales y un mejor seguimiento del usuario. Esto no limitará la posibilidad del usuario de solicitar el
cambio de servicio de referencia cuando lo estime conveniente, de modo de
evitar la falta de estímulos a la mejora de la calidad en las prestaciones que
puede generar la existencia de “usuarios cautivos”.
Destinar los recursos obtenidos por mejoras de gestión y venta de servicios
a terceros a mejorar la calidad de los servicios y a incrementos salariales.
Expandir la atención primaria de la salud, fomentando la inversión en áreas
con deficiencias de cobertura.
Asignar recursos complementarios a los hospitales que atiendan mayoritariamente a poblaciones de bajos recursos, y que, por tanto, tengan pocas
posibilidades de recaudación por venta de servicios.
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA EN MÉXICO
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127
Promover una racionalización de la oferta médica.
Fomentar la participación de los usuarios en asociaciones de defensa de sus
derechos.
Impulsar la participación de organizaciones no gubernamentales en programas de atención primaria y educación para la salud, en coordinación con los
programas del sector público.
Incrementar la participación pública y privada en los servicios de salud.
Promover la capacitación para la salud familiar, nutricional y escolar.
Educación
La educación es una de las áreas de mayor importancia para el logro de las transformaciones necesarias en el área social. Igualar las oportunidades de acceso, mejorar
la calidad y diversificar la oferta son los ejes centrales de nuestras propuestas. Estos
propósitos se concretan a través de los siguientes lineamientos:
•
•
•
Aumentar los recursos, en términos relativos y absolutos, asignados a la
educación. Se requiere gastar más, pero sobre todo gastar mejor. El aumento
de los recursos debe condicionarse al cumplimiento de objetivos precisos
en cuanto a calidad, eficacia y eficiencia de los servicios. Se mantendrá el
énfasis en las inversiones y se apuntará a mejorar las remuneraciones.
Jerarquizar de la función docente será un objetivo prioritario de estas políticas. Se acordarán las bases de una progresiva mejora de la remuneración
de los docentes sustentada en el incremento que se verifique en el PIB. Este
incremento debería realizarse sin alterar los niveles actuales del gasto público en relación al PIB. Esto significa que se basará en la aplicación de nuevos
recursos y en la imposición de “restricciones” sobre la estructura de las asignaciones marginales del presupuesto de la Federación. Las mejoras salariales
se vincularán además a la revisión del sistema de incentivos vigente, buscando
estimular la capacitación, la dedicación ,el desempeño, el desarrollo de funciones en las zonas marginales y el cumplimiento de nuevos papeles que las
transformaciones del sistema educativo demandan.
Incrementar la descentralización pedagógica y administrativa de las instituciones educativas, aumentando su responsabilidad respecto a la práctica
educativa que realizan y sus resultados. Con esta estrategia se busca mejorar la
gestión y la calidad del servicio prestado e incentivar la búsqueda de alternativas pedagógicas adaptadas al medio y a los acelerados cambios tecnológicos y
sociales, difícilmente asumibles exclusivamente desde los niveles centrales.
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LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
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Articular acciones con instituciones privadas que cumplan funciones educativas de interés público.
Profundizar el papel de las instituciones educativas locales, en especial las
ubicadas en zonas donde reside la población con mayores carencias, como
articuladoras de una acción integral. Esto puede lograrse fomentando la
articulación con otras organizaciones locales y apuntando a fortalecer las
responsabilidades educativas de la familia y la comunidad, a los que complementa desde el punto de vista formal la institución educativa.
Complementar la reforma curricular en el nivel medio con acciones que
respondan más específicamente a las necesidades de los adolescentes, por
ejemplo en relación a la educación sexual y a la orientación vocacional y
laboral.
Crear sistemas de evaluación del desempeño de los centros escolares, que
incluya la existencia de exámenes generales para los ciclos de la educación
básica, de manera que se acabe con la simulación en lo que a eficiencia terminal se refiere.
Rediseñar la carrera magisterial para eliminar los criterios clientelares en el
ingreso, la promoción y la permanencia de los profesores, para garantizar que
los estímulos de ascenso sean estrictamente académicos y de desempeño profesional, y para que los maestros cuenten con una formación de calidad y una
remuneración apropiada que les permita cumplir cabalmente con su tarea de
desarrollar eficazmente las aptitudes de los alumnos. Además se buscará dotarles
de incentivos para su constante actualización y superación profesional.
Promover la sindicalización libre y democrática de los trabajadores de la
educación.
Diseñar un sistema de becas que garantice la permanencia del estudiante de
bajos recursos en las aulas hasta terminar al menos su instrucción media.
Abatir los rezagos educativos en lo que corresponde a inmobiliario y mejor
uso de los espacios físicos en todos los niveles mediante una inversión con
fondos mixtos y la creación de fideicomisos para la preservación y mantenimiento de la infraestructura educativa.
Promover la ampliación de espacios y recursos públicos para atender de mejor
manera la demanda de educación para adultos y discapacitados.
Vivienda
La adecuada satisfacción de la necesidad de vivienda de la población constituye
uno de los ejes centrales de las políticas orientadas a la mejora del bienestar y a la
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA EN MÉXICO
129
superación de las situaciones de pobreza.
En función del balance realizado de los logros y del déficit de las políticas implementadas en los últimos años, la socialdemocracia debe plantearse como meta
prioritaria una política habitacional integradora que asegure a todos al menos
condiciones mínimas de calidad de vida.
La formulación de las políticas de vivienda, de ordenamiento territorial y de
medio ambiente debe ser competencia de una secretaría de Estado específica.
La coordinación de políticas para superar las situaciones de pobreza tienen que
ser asumida por un organismo al que le competa específicamente. La ejecución
operativa de la política de vivienda debe ser descentralizada. En la ejecución de
políticas de vivienda corresponde un papel protagónico a las intendencias departamentales, responsables del ordenamiento de su territorio y de la calidad de
vida de los vecinos.
Es imprescindible la coordinación y complementación de recursos. Deben
compatibilizarse las políticas de subsidios y de crédito para todos y cada uno de los
sectores sociales, coordinando adecuadamente la contribución del conjunto de la
sociedad.
Asimismo, debe atenderse con prioridad la organización del aporte de la autoconstrucción. Históricamente, en México el incremento previsible del déficit habitacional
siempre fue notablemente amortiguado por la extraordinaria capacidad constructora
de los sectores más pobres, que sin permisos, pero también sin créditos, respondieron a
las necesidades de construcción de viviendas populares. Se debe considerar la creación
de un programa de autoconstrucción a través de organizaciones no gubernamentales
(ONG’s) y cooperativas. También deben preverse mecanismos para facilitar el acceso
a terrenos con servicios adecuados y a materiales de construcción a costos accesibles
para aquellas familias que por razones culturales o de premura opten por recurrir a
soluciones de tipo individual. La localización de estas soluciones habitacionales debe
contemplar la integración social y no generar la segregación de sectores de población
que para poder acceder a una vivienda decorosa se vean obligados a asumir pérdidas
de gran significación en otros activos esenciales para su inserción social.
Al instrumentar políticas específicas orientadas a la integración de los asentamientos irregulares, éstas deben apuntar como objetivo central a satisfacer las necesidades básicas de tierras, vivienda y servicios en los barrios marginados y terminar
con su segregación. La simple regularización sin un marco que atienda el conjunto
de problemas de la marginación por la pobreza, y que termine con la corrupción
y el clientelismo —que han favorecido la extensión de estos núcleos— sólo puede
llevar a una perduración de la situación y a la reiteración futura de las invasiones
130
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
de predios, con todas sus secuelas en México, área metropolitana y también en
ciudades del interior.
Además, se debe promulgar una Ley de Ordenamiento Territorial que regule el
crecimiento urbano, y establezca normas para el acceso a la tierra y a los servicios
regulando los aspectos centrales del mercado inmobiliario en esas áreas, y en la cual
se establezcan claramente las competencias ministeriales, municipales y privadas.
También hay que desarrollar planes generales de Ordenamiento Territorial y
Medio Ambiente, debidamente coordinados en su formulación y en sus procedimientos, los cuales deberán estar estrictamente controlados por el Congreso de la
Unión. En estos planes se deben explicitar las metas a lograr y la utilización de los
recursos disponibles en el periodo.
Se pueden impulsar políticas coordinadas (con la participación de organismos
públicos y privados) e integrales, dirigidas a apoyar a las familias que viven en
los asentamientos, para que puedan superar la situación de pobreza crítica en la
que se encuentran.
Por último, sería conveniente estimular la acción de los municipios, mediante
la habilitación de recursos técnicos y económicos y la cooperación con organizaciones de la sociedad civil para la definición e instrumentación de estas políticas
integrales.
Mujer
El eje desde el que se deben articular las políticas, los programas y las acciones que
tienen como grupo objetivo a las mujeres debe ser la generación de la igualdad de
oportunidades y derechos. Esta perspectiva debe reflejarse en las políticas de empleo
y de acceso a la educación, así como alcanzar a las modalidades de participación
desde un papel de activo protagonismo ciudadano. El Estado tendrá que aportar las
líneas rectoras en este sentido y lograr, ineludiblemente, una adecuada articulación
con la sociedad civil.
La temática de género debe, por tanto, cruzar y estar presente en todas las áreas
de políticas sociales, referidas al trabajo, a la salud, a la educación, a la cultura, la
seguridad social y a la participación e integración social:
•
•
Establecer medios de control para que resulten efectivamente aplicadas las
normas legales que prevén igualdad en el acceso al empleo.
Promover la incorporación en la educación formal y en la preparación de los
docentes de programas cuyos contenidos contribuyan a integrar la perspectiva
de equidad entre los géneros y evitar la inclusión de enfoques que parten de
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA EN MÉXICO
•
131
una visión sexista.
Aplicar medidas que combatan la violencia doméstica. Esta modalidad de
violencia ha emergido como un problema social que afecta a diversos sectores, ha dejado de ser un tema exclusivo de la esfera privada y ha comenzado
a ser percibido como una cuestión de responsabilidad social que debe ser
necesariamente incorporado a la agenda de las políticas en el área social.
Es necesario avanzar en el desarrollo de respuestas que han comenzado a
plantearse tanto desde la órbita pública como desde la privada, mejorándolas,
extendiéndolas y sobre todo superando la fragmentación y la falta de coordinación existente entre ellas.
Se requiere profundizar en la comprensión de esta problemática, en la sensibilización de la población ante los derechos y deberes involucrados: informar sobre las
alternativas de acción cuando el problema se presenta, educar para la prevención de
estas situaciones y capacitar a los diversos actores que intervienen frente a las manifestaciones del problema para que puedan actuar de manera adecuada y eficaz.
•
•
•
Otorgar especial atención a la situación de la mujer cabeza de familia que debe
criar a sus hijos sin el apoyo de una figura paterna. Es necesario brindarles
orientación y acceso a servicios, de modo que puedan brindar a su familia
lo necesario para su sustento y desarrollo.
Dar prioridad a la incorporación en los servicios de salud, ofertas específicas
que respondan a las necesidades de la mujer, no sólo desde el abordaje materno-infantil. Se promoverán campañas de prevención del cáncer de útero y
de mama, y se brindarán servicios de salud sexual y reproductiva, tanto para
mujeres como para hombres.
Trabajar a fondo en la prevención del embarazo adolescente y la adecuada
atención de la adolescente embarazada, considerando tanto el crecimiento
que se viene registrando en esta situaciones como la complejidad causal que
presenta este hecho y los efectos que puede generar para el desarrollo futuro
del niño y de la madre.
Infancia y familia
La atención a la infancia y la familia debe tener prioridad central en las estrategias
de lucha contra la pobreza.
•
Profundizar el papel de los centros educativos en el apoyo al desarrollo integral
del niño, a través de estrategias que involucren a la familia y fortalezcan sus
132
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
•
•
•
capacidades para cumplir sus funciones socializadoras.
Extender cobertura a edades más tempranas, en base a propuestas que no impliquen necesariamente la permanencia del niño en los centros educativos por
muchas horas y que contemplen actividades que integren a las madres, padres u
otras personas adultas a cargo del cuidado de los niños. En esta línea se buscará
continuar mejorando los servicios brindados por programas intersectoriales
como el Plan CAIF, procurando alcanzar un nivel de desarrollo físico, psíquico
y social de los niños provenientes de familias con carencias económicas, de
modo que les permita iniciar la etapa escolar en condiciones similares a los
niños provenientes de otros entornos y sectores sociales.
Articular y coordinar las actividades de los organismos de protección a la
infancia, los educativos y de atención sanitaria, tanto en la órbita pública
como en la privada. Se apuntará a que las familias cuenten con una red de
servicios de orientación y consulta, cercanos a su lugar de residencia, que les
permita hacer un uso adecuado de los apoyos y oportunidades existentes para
facilitar su labor protectora y educativa, en especial en la etapa de crianza de
los hijos. Esta red puede constituirse a través de una adecuada coordinación
y concertación de esfuerzos entre organizaciones públicas y privadas ya
existentes.
Fortalecer los programas orientados a la atención de los niños de la calle.
Juventud
Los jóvenes, más allá de consideraciones jurídicas, son sujetos de derecho, capaces de
participar activamente en todo aquello que concierne a su espacio vital. Como etapa
de la vida, la juventud es habitualmente considerada como un periodo de formación
y preparación, pero más allá de eso los jóvenes representan una parte fundamental
de nuestra sociedad. Frente a los sentimientos encontrados que la juventud despierta en el conjunto de la sociedad, esperanza y temor, expectativa de continuidad y
amenaza de ruptura, la socialdemocracia pone el énfasis en los aspectos positivos
de la etapa juvenil, considerando a los jóvenes como actores claves en el desarrollo
del país. Rechaza, por tanto, las formulaciones estigmatizantes y simplificadas que
destacan los aspectos negativos y priorizan acciones relacionadas con el control y el
establecimiento de límites a su accionar.
La complejidad y heterogeneidad de situaciones identificadas en la juventud
actual amerita una extensa agenda. De ella destacamos algunos compromisos prioritarios que deberán transformarse en acciones concretas de gobierno, por tratarse
de aspectos claves para el desarrollo de una juventud protagonista e integrada al
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA EN MÉXICO
133
desarrollo del país.
•
Reducir las tasas de desempleo juvenil y disminuir la participación de los
jóvenes entre el contingente de personas desocupadas. Para ello se requiere
profundizar algunas líneas de acción que se vienen desarrollando, e incorporar
otras medidas complementarias:
—Promulgar una Ley de Empleo Juvenil, que habilita cuatro tipos de contratos para jóvenes y autoriza en ciertas circunstancias exoneraciones a
los aportes patronales a aquellos empleadores que contraten jóvenes. Se
deberá realizar un seguimiento de los resultados de la aplicación de esta
ley, a efectos e incorporar los correctivos que se requieran para asegurar
que se produzcan sus efectos beneficiosos.
—Encarar un plan para el fortalecimiento de las instituciones de capacitación
laboral y profesional en el país. Es necesario ampliar y mejorar la oferta
existente, en particular la de aquellas instituciones y modalidades de capacitación que han demostrado adecuarse a las características y necesidades
de los jóvenes y a las demandas y requerimientos del mercado laboral.
—Impulsar la creación de un Plan Nacional de Apoyo a Jóvenes Creadores y
Jóvenes Empresarios, que permita ampliar la oferta y articular mejor los
esfuerzos de numerosas instituciones tanto públicas como privadas en lo
referente a créditos, capacitación y asesoramiento técnico.
—Favorecer el fomento educativo y el acceso a la educación básica.
—El efecto combinado de la crisis de eficacia del sistema educativo formal y
la necesidad de obtener ingresos suplementarios por parte de los núcleos
familiares, empuja cada vez más a los jóvenes a ingresar tempranamente
al mercado de trabajo. Si bien se registra una alta tasa de acceso a la
educación media, un importante número de jóvenes deserta de ella tempranamente. Para enfrentar este problema se requieren acciones al menos
en dos direcciones. Por un lado, se deben impulsar iniciativas desde dentro
del sistema educativo para retener a los jóvenes en las aulas. Por otro lado, es
necesario estudiar la posibilidad de realizar homologaciones de programas
de entidades no oficiales que se ocupan de estudiantes que han quedado
marginado del sistema educativo formal. Una opción socialdemócata deberá consagrarse a impulsar y apoyar las iniciativas de la sociedad civil,
tendientes a la reinserción educativa y a la recalificación de estudiantes
que se han preparado por fuera del sistema educativo formal.
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LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
•
•
•
•
Es necesario incluir a los jóvenes dentro de los programas de salud, ya que
muchas veces desde la propia familia se tiende a priorizar a otros miembros
del núcleo familiar más expuestos a quebrantos de salud en función de la
edad. Asimismo, se deben encarar programas que brinden respuestas a necesidades frecuentes en esta etapa de la vida, vinculadas a factores biológicos,
psicosociales, sexuales, casos de adicciones, de violencia, etcétera.
Favorecer la creación de espacios propios. La promoción de espacios propios
con niveles de autogestión y autonomía, apunta directamente a desalentar el
papel pasivo a que la juventud se ve relegada en muchos campos, ampliando sus oportunidades de participación social y política. Lejos de implicar
segregación, estas oportunidades de expresión y desarrollo favorecerán su
disposición y sus capacidades para lograr una mayor integración social.
Apoyar iniciativas de independencia familiar. Todas estas acciones estarán
dirigidas a los jóvenes adultos que tienen la expectativa de conformar un
núcleo familiar. Las iniciativas facilitarán el acceso al crédito para lograr una
vivienda propia. Este objetivo específico deberá incorporarse en los planes
de vivienda orientados a los diversos sectores sociales y, en particular, a los
grupos marginados.
Impulsar una mayor coordinación de políticas y acciones desde los sectores
público y privado. Partiendo de las estructuras existentes, e introduciendo las
modificaciones necesarias, se apuntará a una más efectiva coordinación, que
su espectro de actuación sea en el ámbito nacional, evitando los desequilibrios
y la superposición de recursos.
Tercera edad
Con respecto a la denominada “tercera edad”, los lineamientos apuntarán prioritariamente a los siguientes aspectos:
•
•
•
•
Implementar mecanismos que viabilicen el acceso a los sistemas de Seguridad
Social a los trabajadores que hoy no lo tienen.
Establecer subsidios complementarios a los jubilados de bajos ingresos.
Viabilizar el acceso a la vivienda mediante la aplicación efectiva de los mecanismos existentes para construir viviendas para los jubilados. Hasta el
momento estos mecanismos no han alcanzado la cobertura esperada.
Promover la prestación de servicios de atención diurna, que eviten, o al menos
retarden, la institucionalización de los ancianos que tengan dificultades para
valerse por sí mismos en algún aspecto. Facilitar el acceso a los mismos a los
ancianos de menores recursos.
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA EN MÉXICO
•
135
Apoyar programas (públicos y privados) de carácter recreativo, social, cultural, de servicio comunitario, que generen espacios de participación de las
personas de la tercera edad, brindándoles posibilidades de atenuar la soledad
y sentirse útiles a la sociedad.
LUCHA CONTRA LA DISCRIMINACIÓN POR EDAD, GÉNERO, RAZA O CAPACIDADES DIFERENTES
La construcción de una sociedad tolerante e integrada desde el punto de vista social
impone la necesidad de lograr la igualdad. Esta igualdad formal ante la ley está
básicamente asegurada en nuestro sistema jurídico con normas expresas, algunas
de ellas de rango constitucional. No obstante, no es posible dejar de reconocer la
existencia de situaciones de discriminación. Por otra parte, desde nuestra perspectiva no alcanza con tratar a todos por igual, cuando hay situaciones desiguales.
Por el contrario, deben existir soluciones distintas para las situaciones diferentes.
Es el caso de la discriminación por edad, género, raza o capacidad diferente.
Nuestro país debe asumir una política activa para asegurar la igualdad de oportunidades a todos los sectores de la población y garantizar la oportunidad de acceso
a los diferentes bienes y servicios.
La discriminación por edad se manifiesta en las situaciones que viven numerosos niños y adolescentes que integran los sectores sociales marginados que, por no
contar con la capacidad para funcionar como grupo de presión social, no obtienen
la adecuada atención por parte del Estado.
Podemos decir lo mismo de las mujeres (niñas, adolescentes y adultas), objeto
de discriminación, en muchos casos velada y sutil, pero que se expresa de forma
terminante en las diferencias de remuneración salarial o en las menores oportunidades de acceso a cargos de prestigio o responsabilidad. La discriminación se expresa
también en el plano de las relaciones sociales privadas a nivel familiar donde, más
allá de notorios avances, aún sigue existiendo una reconocida asimetría en el lugar
social de la mujer y del hombre dentro del hogar.
Otro caso evidente es la discriminación en el empleo por razones de salud, concretamente hacia personas portadoras de VIH o enfermas de SIDA. El país aún no
ha adoptado un marco legal que ampare a estas personas e impida que al dolor y la
angustia generado por la enfermedad se sume el daño provocado por las diversas
formas de discriminación. El mismo enfoque debería asumirse en el caso de las
meretrices. El actual marco jurídico y su tratamiento administrativo atenta contra
la dignidad del ser humano y obstruye al Estado en su legítimo papel de contralor
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LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
para el combate a las enfermedades de transmisión sexual.
En el ámbito laboral, aún hoy continúan registrándose casos de exclusión por
razones políticas, gremiales o por la orientación sexual de los individuos. En este
mismo plano deberá sancionarse con severidad la confección y utilización de las
llamadas “listas negras” usadas con el fin de discriminar a los trabajadores con
antecedentes gremiales.
LOS DERECHOS DE LOS CIUDADANOS ANTE LA ADMINISTRACIÓN Y LAS
EMPRESAS
Cada vez se acentúa más la asimetría existente entre el ciudadano común y el Estado
o entre los consumidores y las empresas públicas y privadas. Los vínculos entre el
individuo y los actores corporativos determinan la incapacidad del primero para
conocer o evaluar si las decisiones que estas corporaciones toman con respecto a
él resultan justas o adecuadas o, por el contrario, constituyen abusos, injusticias o
errores que lo perjudican.
El desarrollo tecnológico proporciona a las organizaciones e instituciones estatales y privadas cada vez mayores instrumentos de poder tanto en materia de
información como de organización burocrática o disposición de recursos materiales
y financieros. Frente a ello el ciudadano común se encuentra, las más de las veces,
indefenso y aislado.
Es así que los derechos de los consumidores y de los usuarios aparecen seriamente
comprometidos ante un escenario cada vez más adverso.
Los mecanismos para reclamar ante las decisiones de la administración resultan
muchas veces complejos o inaccesibles para el hombre común. Por otra parte, cuando
el ciudadano común actúa como un simple consumidor de bienes y servicios está
poco protegido para llevar adelante reclamos ante incumplimientos u oferta de
productos de mala calidad.
La sociedad mexicana no ha desarrollado organizaciones de defensa de los derechos del consumidor y tampoco ha promovido la creación de instancias de defensa
de los derechos de los administrados.
A este panorama se agrega, hoy en día, la aparición de nuevas situaciones de
riesgos para el derecho a la privacidad de los individuos. La total falta de regulación
y control de los bancos de datos públicos o privados y, muy particularmente, los
relativos a los servicios de inteligencia, tanto militares como policiales, son una
seria amenaza para el funcionamiento de una sociedad democrática. Es necesaria
una legislación rigurosa que establezca normas que protejan a las personas contra
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA EN MÉXICO
137
cualquier clase de abuso.
En las relaciones comerciales la circulación libre de bases de datos a nivel de las
empresas está amenazando seriamente la intimidad de los individuos, produciendo
incluso situaciones de compromiso casi compulsivo de los ciudadanos en circuitos
comerciales o de crédito, muchas veces sin conocimiento ni consentimiento del
individuo y su familia.
TRANSPARENCIA EN LA GESTIÓN PÚBLICA
Desde los viejos mecanismos clientelares tradicionales hasta las actuales formas más
sofisticadas de utilización de la influencia política para la obtención de beneficios
políticos y electorales, la nobleza y dignidad de la actividad política siempre ha estado amenazada por fenómenos de corrupción y por el uso indebido de los poderes
públicos en beneficio particular.
La socialdemocracia mexicana debe enfatizar la búsqueda de los mecanismos más
idóneos para garantizar la transparencia en la gestión pública. Así, se han promovido
diversas iniciativas legales que han tenido como objetivo la consagración de mayores
y más estrictas garantías para la transparencia. Es en esta misma dirección que se
presentan las propuestas en este campo.
•
•
Procedimientos objetivos para el ingreso a la función pública. Establecimiento
de mecanismos transparentes y formales de selección de personal de todos
los servidores públicos, así como la vinculación de los procedimientos de
ascenso del personal en función del desempeño evaluado de acuerdo a criterios objetivos. Se promoverá el mecanismo del concurso en todos los casos
y el sorteo cuando se trate de cargos en los que no se requiere capacitación
específica. Estas medidas coadyuvarán necesariamente al establecimiento
definitivo en México del tan anhelado servicio civil de carrera.
Creación de nuevas figuras delictivas anticorrupción. Es necesario trabajar
en la creación de nuevas figuras delictivas que se vinculan a la transparencia
en el ejercicio de la función pública, tales como la malversación de fondos y
el tráfico de influencias.
138
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
139
DOCUMENTOS ANEXOS
XXI CONGRESO DE LA INTERNACIONAL SOCIALISTA
PARÍS, 8-10 DE NOVIEMBRE DE 1999
DECLARACIÓN DE PARÍS
LOS DESAFÍOS DE LA GLOBALIZACIÓN
1. La humanidad está viviendo un cambio de era, marcado por el fenómeno de la
globalización. Pasamos de la sociedad industrial a la sociedad de la información,
del conocimiento, con rapidez y profundidad desconocidas en anteriores cambios
históricos.
2. La revolución tecnológica, incluida la biotecnología y, particularmente, la información, es el factor desencadenante de este proceso histórico. Con la globalización
de la información, de la economía, del comercio y de los movimientos de capital,
se abren espacios de oportunidad completamente nuevos, que permiten iniciativas
transformadoras de dimensiones extraordinarias, como muestra la incorporación de
nuevos países y regiones al desarrollo y los avances científicos en materia de medicina
o en la producción alimentaria. Hasta hoy, sin embargo, los efectos más llamativos
son los lacerantes incrementos de la desigualdad en todas las sociedades nacionales
y entre las distintas zonas del mundo.
Por ello, los rasgos que más se resaltan ante la opinión pública son:
— La globalización de la información, como revolución comunicacional que
acorta tiempo y distancia, estableciendo relaciones, en tiempo real, con cualquier rincón del planeta y sobre cualquier materia. Su carácter preferentemente
unidireccional, sin el diálogo necesario para conocer al otro, está provocando
rechazos culturales, afirmaciones de identidad frente a lo que se siente como
una amenaza homogeneizadora.
— La globalización de la economía y el comercio, que produce una alteración
sustancial de la dimensión y estructura de las empresas y de los mercados,
de las relaciones industriales y de la localización de las inversiones. Aumenta
la productividad, se produce paro tecnológico, se reparten sin equidad los
excedentes y se cuestiona el concepto tradicional de empleo.
— La globalización del sistema financiero y el aumento exponencial de los mo-
140
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
vimientos de capital a muy corto plazo, sin marco regulatorio que los haga
previsibles. Más de 90 por ciento de estos flujos de capital se realizan en un
plazo inferior a una semana, sin que respondan a las clásicas operaciones de
intercambio de bienes o servicios. Desde el comienzo de la década, continuas
crisis azotan a países y regiones enteras, amenazando con generalizarse y
provocando fuertes caídas del crecimiento, la renta y el empleo de las zonas
afectadas. El fenómeno tiende a aumentar con la liberación del ahorro disponible, tras los ajustes presupuestarios de la mayor parte de los países del
mundo. Las crisis financieras de esta década han puesto de manifiesto el efecto
perverso del doctrinarismo neoliberal.
La gran paradoja de este momento histórico, es que nunca antes se había ofrecido
a los seres humanos más posibilidades de luchar contra problemas ancestrales de
desigualdad, de hambre, de enfermedad o carencias de educación. Pero las oportunidades están siendo utilizadas para aumentar las distancias, no para acortarlas.
Nuestra decisión es cambiar esta orientación, para utilizar la globalización en beneficio del progreso humano.
Una de las más graves desigualdades que aún persisten es la que se da entre
hombres y mujeres, a pesar de que el movimiento feminista ha supuesto uno de los
más importantes avances de este siglo.
La interdependencia es cada vez mayor, en la medida en que la escala de los
grandes problemas se hace planetaria, ya se trate de crisis financieras, de flujos
migratorios, de deterioro medioambiental o de conflictos bélicos.
Los países centrales han sido capaces de periferizar las consecuencias más graves
de las crisis financieras, evitando el contagio y limitando sus efectos a los países y
regiones emergentes, pero cada vez resulta más claro que no pueden permanecer al
margen de ninguno de estos estallidos. El sudeste asiático, Rusia y América Latina
amenazan con contagiar la epidemia, transformándola en pandemia.
La destrucción de las selvas tropicales preocupa gravemente en los países centrales
como una prioridad más acuciante que la de los países que las poseen acompañadas
de hambre y subdesarrollo.
3. La caída del muro de Berlín, hace una década, supuso el símbolo político de este
cambio de era. Se cerraron las puertas de las terribles certidumbres de esta segunda
mitad del siglo XX y se abrieron las ventanas de las incertidumbres esperanzadas de
un nuevo siglo.
La liquidación del modelo comunista, como alternativa totalizadora a las demo-
DOCUMENTOS ANEXOS
141
cracias “capitalistas”, aceleró la presión neoconservadora, neoliberal, arrastrándola a
una simplificación arrogante y fundamentalista, que les llevó a confundir economía
de mercado con sociedad de mercado, a proclamar el pensamiento único y el fin
de la historia.
La resultante ha sido, sin embargo, la emergencia de la gran diversidad de identidades culturales oculta bajo el pensamiento sistematizador de los dos modelos de
referencia en que se basaba la política de bloques y el equilibrio del terror. Las reacciones de rechazo a la agresividad del fundamentalismo neoconservador ha vuelto
a un número creciente de ciudadanos y ciudadanas hacia las ofertas más solidarias
del socialismo democrático, del laborismo o de otras alternativas progresistas. Esta
situación abre las puertas a una renovada izquierda democrática, que sea capaz
de comprometerse con el cambio y utilizar los nuevos instrumentos disponibles
para conseguir sus objetivos de justicia, libertad y solidaridad.
En numerosos países, la liquidación de la política de bloques y la caída del muro
ha supuesto la recuperación de las libertades perdidas y la afirmación de los sistemas
democráticos. Los esperados “dividendos de la paz” no llegan. Lo que se supuso oportunidad para un nuevo orden internacional superador del equilibrio del terror, se ha
convertido en un desorden generalizado en los aspectos de seguridad, económicos
y financieros. El multilateralismo con un solo polo de poder se está convirtiendo en
multiplicidad de conflictos étnicos y culturales, de nacionalismos excluyentes que
destruyen fronteras establecidas y amenazan con nuevas disgregaciones.
4. Los efectos de la revolución tecnológica, de la globalización económica y financiera
y de la desaparición de los bloques antagónicos están siendo trascendentales en el
ámbito de realización de la democracia y la soberanía: el Estado nación.
Las políticas macroeconómicas, constreñidas por el funcionamiento de los mercados financieros globales, han visto reducirse sus márgenes de maniobra, obligadas
a cumplir severos requerimientos en materia de déficit, inflación, etcétera. El terreno
de las alternativas se ha trasladado, no sin dificultades conocidas, a la discusión sobre
la mezcla de ingresos y gastos que han de producir el resultado macro requerido, no
al resultado mismo que nadie cuestiona seriamente. Hay, también, dificultades para
armonizar políticas monetarias de estabilidad de precios y políticas de crecimiento
generadoras de empleo.
La propia estructura del Estado nación está cambiando en un doble proceso de
descentralización: hacia arriba, creando ámbitos supranacionales que buscan mayor capacidad de respuesta a los nuevos desafíos, ante la insuficiencia del espacio
nacional conocido; hacia abajo, en procesos de distribución territorial interna del
142
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
poder, a la búsqueda de mayor flexibilidad, mayor proximidad al representado y, a
veces, mayor adecuación a las identidades diversas. Se abre paso el criterio de la subsidiariedad como guía del reparto del poder, pero aún se menosprecian los criterios
de identidad y de cohesión de los conjuntos resultantes, sin los que los riesgos de
desintegración social y territorial pueden aumentar. Las estructuras centralizadas
y llenas de intervencionismos exagerados de cualquier naturaleza han pasado a
la historia, abriendo la discusión sobre la dimensión necesaria del Estado para la
nueva era. En los procesos de descentralización hacia arriba y hacia abajo, el Estado
nación es el verdadero garante de la cohesión de esos conjuntos. Por eso su papel
es imprescindible.
Las funciones mismas de la política se están alterando. La tendencia al Estado
mínimo, propia de la ideología neoliberal que impregna al nuevo conservadurismo,
está siendo acompañada del reforzamiento de los nuevos actores de la que se pretende
sociedad de mercado, más que economía de mercado, en vez de sociedad democrática. La confusión lleva a un individualismo desintegrador del espacio público en
el que se realizan valores de convivencia, libertad y cohesión. Se confunde “valor y
precio”, menospreciando todo lo que añade valor sin equivalencia con la regla de oro
de la optimización del beneficio. El espacio de la política se ha estrechado, perdiendo
autonomía para representar intereses generales en su ámbito de realización histórica,
el Estado nación, y sin capacidad para responder a los fenómenos que trascienden
las fronteras nacionales como consecuencia de la globalización.
Derechos que se proclaman universales, como el derecho a la educación o a
la salud, no encuentran la correspondencia de obligaciones políticas para darles
satisfacción. El sector público no sólo se retira de la actividad productiva directa,
que es aceptable como tendencia, sino que se cuestiona también su responsabilidad
para satisfacer los derechos reconocidos. El desafío que plantea la sacralización del
mercado, en lugar de su uso al servicio de ciudadanas y ciudadanos, genera problemas crecientes en los procesos de privatización, sin reglas, de sectores que atienden
a servicios públicos tradicionales, como las comunicaciones, las telecomunicaciones, la energía o los transportes, generadores de igualdad o desigualdad de
oportunidades.
El espacio y la función de la política están cambiando, sin duda, pero el debate
no puede plantearse a la defensiva, ni resignándose a corrientes de pensamiento
que colocan la optimización del beneficio inmediato en el frontispicio de toda tarea
política. Los poderes públicos deben impulsar una economía de mercado eficiente
pero, además, deben garantizar la igualdad de oportunidades de las personas, satisfacer sus derechos universales, defender a los consumidores frente a las naturales
DOCUMENTOS ANEXOS
143
tendencias monopolistas del mercado. Relación crítica con el capitalismo, que ha
definido históricamente nuestro enfoque político, mejorando la capacidad redistributiva y, al tiempo, dando sostenibilidad al modelo. Salir de monopolios públicos,
para caer en oligopolios privados cuyo único fin sea la optimización del beneficio de
las empresas, puede conducir a una grave desigualdad, como la que se está poniendo
de manifiesto en muchos países.
5. Este cambio de era está impactando con fuerza en la realidad internacional, poniendo de manifiesto la obsolescencia y la inadecuación de las estructuras nacidas
en la posguerra, adaptadas a los requerimientos y constricciones de un mundo
organizado en torno a dos bloques hegemónicos, no sólo en materia política y de
seguridad, sino en los terrenos económico-comerciales y financieros. Los cambios
políticos y tecnológicos, los problemas medioambientales, la afirmación de identidades culturales, los incontenibles flujos migratorios, frente a la pérdida de funciones y
de autonomía de la política, provocan desorden e ineficiencia. Los desafíos se hacen
cada vez más globales, la política se reduce al ámbito de lo local, sin instrumentos
para responder a estos retos universales. Los problemas de gobernabilidad de la
seguridad, de la paz, de la economía y las finanzas, del medio ambiente, explican la
incertidumbre, el aumento de la desigualdad y del desorden.
Ante las agresiones a la paz, las limpiezas étnicas, la violación masiva de los
derechos humanos, los conflictos regionales, la estructura de Naciones Unidas y su
Consejo de Seguridad aparecen como impotentes, carentes de medios y bloqueadas
en sus métodos de toma de decisiones. La difusión de tecnologías armamentistas de
destrucción masiva, grupos terroristas con acceso a armamento sofisticado, criminalidad organizada internacionalmente, con la misma facilidad de acceso a las nuevas
tecnologías, constituyen amenazas para las que no tenemos instrumentos adecuados
en la comunidad internacional.
En el campo económico y comercial, los avances de la Organización Mundial
del Comercio no son suficientes para buscar nuevos equilibrios de los intercambios
entre países con distinto nivel de desarrollo. La solidaridad con los países emergentes o pobres no es compatible con las prácticas proteccionistas que producen este
desequilibrio. Tampoco tenemos instrumentos para evitar la explotación del trabajo
infantil o forzado como las más lacerantes manifestaciones del “dumping” social, ni
para garantizar el respeto a las propias reglas de juego establecidas. El desfase entre
los principios inspiradores de la OIT y sus capacidades de acción concreta, muestran
las carencias de la comunidad internacional frente a la dimensión social de los problemas. El programa de Naciones Unidas para el Desarrollo introduce elementos
144
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
muy apreciables para medir el desarrollo sostenible.
En el orden financiero, después de la crisis del sistema de Bretton Woods, y tras
los espectaculares cambios producidos en los flujos financieros a corto plazo, el FMI,
el Banco Mundial y las instituciones financieras regionales se encuentran con claras
insuficiencias para responder a las cada vez más frecuentes turbulencias financieras. Las divergencias entre FMI y Banco Mundial son explicables ante las funciones
diferentes de ambos organismos y la obsolescencia de sus reglas. La nueva realidad
emergente de la globalización está cambiando las fronteras tradicionales del desarrollo, incorporando a regiones otrora preteridas, pero excluyendo dramáticamente
a otras que se hunden en la pobreza.
Para otros desafíos, como los relacionados con la preservación del medio ambiente, no sólo no existen instrumentos al nivel en que se plantean, sino que los que se han
intentado poner en marcha tras las cumbres de Río y Kioto, más que avanzar en las
soluciones, revelan las profundas discrepancias entre países centrales y emergentes,
así como la marginación de los excluidos de la globalización.
Pero la mayor paradoja, por la dificultad de la respuesta y las contradicciones que
entrañan para todos, es la que se plantea a un mundo que va haciendo desaparecer
las fronteras y las barreras para la información, el comercio, las inversiones, los movimientos de capital y el intercambio de servicios, mientras que levanta murallas a
la libertad de movimientos de los seres humanos. ¡Todo libre para moverse, salvo
las personas, prisioneras de su propio destino en su propia tierra, aunque le depare
un porvenir intolerable, indigno!. No obstante, los flujos migratorios, a pesar de
las reacciones xenófobas que recorren el mundo, se están mostrando incontenibles
sin que seamos capaces de prever sus consecuencias, para nuestras sociedades y
para las sociedades de origen. Más de 50% de las migraciones son femeninas y las
provocadas por razones de persecución política, etnico-cultural o religiosa, siguen
aumentando.
La cuestión clave de la nueva era que se abre es, por ello, la gobernabilidad, y la
posibilidad de hacer sostenible, en el sentido social, económico, medioambiental,
humano en fin, el modelo de lo que se ha dado en llamar sociedad de la información
o, más pomposamente, del conocimiento.
NUESTRO COMPROMISO:
El progreso global
En la historia de las organizaciones que integran hoy, en su momento de mayor
expansión, la Internacional Socialista, la convergencia en cuanto a los objetivos de
DOCUMENTOS ANEXOS
145
conquistar sociedades más justas, más libres e igualitarias, más cohesionadas, ha
convivido con una gran variedad de tradiciones, y versatilidad respecto de los instrumentos y los modelos de actuación, para avanzar hacia esos objetivos definidos
por nuestro compromiso con la solidaridad. Nada más natural en una corriente
histórica plural y democrática, respetuosa con las identidades de cada país, con las
prioridades inmediatas de cada momento histórico en las sociedades nacionales.
Al mismo tiempo, el socialismo democrático, el laborismo y otras corrientes del
pensamiento progresista han sido capaces, en cada época de la historia, de renovarse,
de iniciar nuevas etapas, como nos recordaba Willy Brandt. En Europa, por ejemplo,
la socialdemocracia ha demostrado su potencia reformadora, al tiempo que se puso
de manifiesto el fracaso del llamado “socialismo real”. La capacidad de tener nuevos
inicios del pensamiento socialdemócrata nace de su voluntad de justicia, fundada en
una exigencia de libertad. Esta convicción nos separó y enfrentó con el pensamiento
totalizador del comunismo, que mostró su incompatibilidad con la libertad de los
ciudadanos. El carácter reformador, actualizador de los instrumentos para conseguir
nuestras aspiraciones, nos define frente a las alternativas cerradas, que confunden,
sistemáticamente, instrumentos y objetivos, como si de una religión o un sistema
inamovible se tratara.
Por eso respetamos y valoramos los diferentes esfuerzos de renovación de ideas
que se están produciendo en distintos foros de debate, por partidos miembros de la
Internacional Socialista o por otras formaciones progresistas y en diversas regiones
del mundo. Constituyen alternativas valiosas para abrir nuevos caminos al pensamiento y a la acción, frente al nuevo conservadurismo. Hay muchos elementos de
convergencia, no sólo en los objetivos solidarios en las sociedades nacionales y en
la comunidad internacional, sino en la comprensión del fenómeno de cambio de
era que estamos viviendo con la globalización de la información, de la economía y
las finanzas o con la liquidación de la política de bloques, que nos exige reformas en
nuestros instrumentos de acción política, en los propios contenidos de las políticas
a aplicar. Y, si esto es así, también debe constituir un elemento de convergencia el
respeto por la diversidad cultural de cada una de las sociedades, que muestran la
versatilidad de los seres humanos y de las comunidades en que se integran, para
avanzar hacia objetivos compartidos. Esta pluralidad puede y debe confrontarse en
un diálogo abierto y respetuoso, cuyo fruto dará lugar a un mestizaje de experiencias
que pueden transferirse de una cultura a otra.
Lo que nos une es lo esencial: la solidaridad para mejorar las condiciones de vida
de los seres humanos, para conseguir una mayor justicia social, partiendo del respeto
universal a los derechos humanos, la igualdad de género y las libertades individuales
146
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
y colectivas que fundamentan la vida democrática.
Lo que, en apariencia, parece separarnos se convierte con este enfoque abierto y
dialogante, en espacio de enriquecimiento que nos permitirá compartir la interdependencia y actuar sobre ella para avanzar en nuestros objetivos.
El debate iniciado, que debemos continuar, nos compromete con una oferta global
y renovada de objetivos para enfrentar los desafíos de la nueva era, aprovechando
las inmensas ventanas de oportunidad que se abren, y minimizando los riesgos que
entraña si quedan en manos del individualismo disgregador del fundamentalismo
neoliberal.
Debate abierto con participación de sectores comprometidos con la ciencia y
la innovación, con la defensa de la naturaleza, con nuevos emprendedores en la
economía o en la cultura, con ciudadanos y ciudadanas responsables de su entorno
social próximo o distante. Este debate debería ser valiente en el análisis de nuevas
realidades que revolucionan el conocimiento y en la renovación de instrumentos
de acción.
La solidaridad, como uno de los valores que definen nuestra identidad, ha guiado
siempre las propuestas de redistribución, sea de bienes materiales, de educación, de
sanidad o de seguridad en la vejez. Orienta nuestra lucha por la igualdad de géneros,
así como contra la discriminación por razones de origen, creencias o de cualquier
tipo.
Sin embargo, conocemos los peligros de pasividad que pueden producirse con
las políticas de redistribución, si el reconocimiento y la satisfacción de derechos
universales no van acompañados de la responsabilidad cívica; así como conocemos
las dificultades de sostenibilidad de políticas solidarias en las sociedades con sólidos
sistemas de bienestar, sometidas a presiones antirredistributivas. Por eso apelamos
al equilibrio entre derechos y responsabilidades, entre políticas activas que avancen
en la inclusión del mayor número de personas y políticas universales que eviten el
olvido de los excluidos.
Nuestra propuesta incorpora la redistribución de la capacidad emprendedora,
el fomento de la creatividad personal, de la iniciativa con riesgo, por el valor que
añade socialmente, mediante la creación de riqueza y oportunidades para otros. El
impulso del espíritu emprendedor en materia económica, social y cultural es una
nueva dimensión de la solidaridad, que debe cambiar las actitudes sociales ante la
gente emprendedora, modificar los sistemas educativos y la formación, generando
una nueva cultura capaz de premiar la iniciativa y la creatividad de los individuos.
La redistribución de la capacidad emprendedora, vista en este sentido cooperativo,
es una forma de expresar la solidaridad, que contrasta con el fomento del indivi-
DOCUMENTOS ANEXOS
147
dualismo mercenario, descomprometido con la sociedad.
El 2000 es para nosotros el arranque de un renovado compromiso para dar
dimensión social a la globalización en curso, para ponerla al servicio de los seres
humanos. Al comienzo de este nuevo milenio, presentaremos una plataforma global de nuestras coincidencias y compromisos ante los desafíos de la nueva era. La
completaremos con aportaciones regionales, coherentes con la misma, (europeas,
latinoamericanas, africanas u otras) que den cabida a las prioridades que les sean
propias para enfrentar estos retos. Con estas bases, desarrollaremos programas
nacionales, adaptados a nuestras identidades propias, abiertas al intercambio de
experiencias útiles para los otros.
Queremos promover y mejorar la democracia representativa y la participación
cívica. Es fundamental para la sociedad en su conjunto que hombres y mujeres
tengan una participación más igualitaria y compartan responsabilidades tanto en la
vida pública como privada, de tal forma que la perspectiva de género se incorpore
en todas las políticas, en todos los niveles y escenarios.
Acogemos con satisfacción el trabajo desarrollado en estos tres años por la Comisión Progreso Global. Los frutos de estos debates se transformarán en propuestas
de acción.
Esta es la Internacional que queremos. Coincidente en valores y objetivos globales.
Diversa y abierta en los instrumentos para alcanzar estos objetivos, de acuerdo con las
prioridades inmediatas y las identidades de las sociedades a las que nos dirigimos.
Una organización dialogante, cada vez más universal, con espíritu solidario para
luchar contra la injusticia y la desigualdad, activa en los foros internacionales, para
proponer las reformas que la nueva era de la globalización está exigiendo.
Por ello, reunidos en París, en los albores del nuevo siglo,
DECLARAMOS:
La primacía de la política para dar respuesta a los desafíos de la globalización. La
recuperación de su autonomía para representar los intereses generales, expresados
soberanamente por los ciudadanos y las ciudadanas, en democracias que abarquen a
todos los países del planeta. Nuestra tarea consiste en impulsar respuestas y acciones
frente a los desafíos de nuestro tiempo, para lograr más libertad, más igualdad, más
solidaridad.
La ciudadanía comprometida, frente al fundamentalismo excluyente o al que
propone abandonarlo todo a la “mano invisible” del mercado, es nuestra apuesta
y nuestra oferta de renovación y fortalecimiento de los sistemas democráticos.
148
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
Queremos sociedades libres, con personas responsables de su destino individual y
colectivo, respetuosos de la diversidad, capaces de abrir nuevos espacios que creen
valor para las comunidades en las que viven y para la sociedad universal.
Nos dirigimos a los que sienten la solidaridad como el más noble de los impulsos
del ser humano, para luchar contra las desigualdades, para ofrecer oportunidades
nuevas a través de la educación, el empleo, la lucha contra la pobreza y el hambre.
Nos dirigimos a hombres y mujeres de distintas culturas, de distintas regiones del
mundo, para que se comprometan en tareas comunes, con objetivos compartidos,
fortaleciendo una gran corriente de esperanza en las posibilidades del ser humano
ante la nueva era que se abre.
Somos conscientes de que nunca como hoy existieron los medios para resolver
estos grandes retos. La inteligencia puede abarcarlos. Depende de nuestra voluntad,
de nuestra capacidad de compromiso alcanzar los objetivos, poniendo los avances
tecnológicos al servicio del ser humano.
El socialismo democrático ha nacido y se ha desarrollado en una permanente
relación crítica con el capitalismo. La lucha por la justicia social, por la igualdad de
género, contra la discriminación, por las mejoras en la redistribución, que definen la
solidaridad, explican esa relación crítica como razón de ser. Respetamos y defendemos
la función creadora de riqueza del mercado. La democracia siempre se ha desarrollado en sociedades de libre empresa, pero no pedimos al mercado lo que no puede
ofrecer. Constatamos que hay sociedades con mercado y sistemas autoritarios, en
tanto que no se dan sociedades democráticas sin mercado. Por eso no confundimos
mercado y democracia. Hay valor para los seres humanos, más allá y al margen de
las reglas de optimización del beneficio. La educación, la salud, la cultura, añaden
valor, ayudando a un buen funcionamiento de la economía abierta y haciéndola más
sostenible en el tiempo, pero no son generalizables mediante las reglas del mercado.
Esta relación crítica, que ha facilitado la redistribución de bienes y de oportunidades,
ha hecho más fuertes en la competencia y más estables a las sociedades en las que el
socialismo democrático ha influido decisivamente.
Es tarea de la política, es decir, del compromiso cívico democrático para ordenar
la convivencia, hacer real la libertad, ofreciendo igualdad de oportunidades más
allá de las fronteras del mercado. Afecta a todas las sociedades, en cualquier nivel de
desarrollo, porque forma parte de las conquistas de cohesión social por venir o de
la reforma y mejora de las ya adquiridas.
La gobernabilidad de la globalización nos exige la mejora y el fortalecimiento de
la política, de la calidad y extensión de la participación democrática, en todos los
niveles, desde el local, pasando por el nacional o los espacios regionales que agrupan
DOCUMENTOS ANEXOS
149
a las naciones, hasta la comunidad internacional. Un mundo sin compromisos y sin
reglas tiende a la desigualdad, a la fractura. Combatiremos con decisión esta visión
que está generando desconfianza e incertidumbre, desigualdad y conflicto en todos
los rincones del planeta.
Apostamos por políticas económicas sanas, equilibradas, capaces de generar
crecimiento y empleo. Política monetaria y económica forman un tandem al servicio
del crecimiento estable y del empleo. Combatimos el reduccionismo monetarista.
Es responsabilidad de la política fomentar la actividad, aumentar la capacidad
de competir de las empresas, evitando las tendencias monopolísticas propias del
desarrollo del mercado y mejorando la posición de los consumidores.
Es responsabilidad de la política satisfacer derechos universales a la educación,
a la asistencia sanitaria, a la atención en la vejez, a la protección de la infancia y la
juventud. La dignidad de las sociedades se mide por su capacidad de comprometerse
con esas metas que crean igualdad de derechos básicos.
Es responsabilidad de la política que los servicios públicos de transporte, energía, comunicaciones, telecomunicaciones, sean cuales sean sus métodos de gestión
o su propiedad, cumplan los requerimientos de igualar las oportunidades de las
ciudadanas y los ciudadanos en el territorio, evitando las concentraciones insoportables de población en grandes urbes que generan nuevos guetos de marginalidad
y exclusión.
Es responsabilidad de la política preservar el medio ambiente, como un valor
intergeneracional que exige solidaridad con los que van a ocupar nuestro lugar
mañana.
Es responsabilidad de la política defender los derechos humanos en todos los
rincones del mundo, frente a las violaciones que pretenden ocultarse en diferencias
culturales, pero son sólo manifestaciones aberrantes de la lucha de poder. La igualdad de derechos entre los géneros no es un problema cultural, es un requerimiento
básico del ser humano. La integridad física y moral es un derecho básico y universal,
como la libertad individual y colectiva.
Es responsabilidad de la política avanzar en un nuevo orden internacional que
garantice la paz y la seguridad, respetando la diversidad de identidades, aprendiendo a compartir valores diferentes pero respetuosos con los derechos humanos
universales.
Coherentes con estos propósitos, manifestamos las siguientes prioridades de
nuestro Proyecto de Progreso Global:
1. La lucha contra la pobreza y el hambre, incluida la pobreza de capacidad
150
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
inherente al subdesarrollo, contra la explotación y la desigualdad de acceso a
los recursos económicos y tecnológicos mundiales. El año 2000 debe ser
el decisivo para anular la deuda de los países más pobres. Los compromisos
del Grupo de los 7 tienen que llevarse a la práctica, para que la anulación de
la deuda se convierta en relanzamiento de las inversiones en los países concernidos. Inversiones en materia agroalimentaria, de infraestructuras civiles
fundamentales, de formación y educación. En la lucha contra la pobreza
debemos desarrollar estrategias específicas para las mujeres, como la gran
mayoría que soporta las peores condiciones, agravada con el fenómeno de
la globalización. La autonomía de las mujeres es esencial para erradicar la
pobreza. Deben irrumpir en la corriente de desarrollo como participantes
activas y no como meras receptoras de programas.
2. La lucha por los derechos humanos y la democracia. Defendemos la necesidad
de avanzar en el “derecho de injerencia por razones humanitarias”. Ninguna
razón de Estado, ninguna pretendida diferencia de identidad puede justificar
el genocidio o la limpieza étnica, ni amparar la impunidad de los dictadores
que violan sistemáticamente derechos humanos universales. La pobreza y el
estado de necesidad no serán superados al margen del respeto a los derechos
humanos y de la extensión de la democracia. Con harta frecuencia, y no
por azar, los países pobres, abandonados a la miseria y a la marginación del
desarrollo, soportan dictaduras, represión y tortura, cuando no genocidios,
limpiezas étnicas y deportaciones en masa, unidas a la discriminación de
la mujer. Derechos humanos y expansión de la democracia, en todos los
rincones del planeta y en todas las identidades culturales, son aspiraciones
fundamentales de la izquierda que representamos. Los derechos humanos de
las mujeres son una parte inalienable, integral e indivisible de los derechos
humanos universales. Su reconocimiento y completa puesta en marcha exige
combatir los obstáculos para su plena libertad y dignidad, luchar contra la
violencia, el tráfico y la prostitución forzada, promover la libre elección en
materia de reproducción y salud, así como atender los problemas específicos
sobre migraciones femeninas.
3. La construcción de la paz y la seguridad, a través de un nuevo orden internacional, con instrumentos multilaterales eficientes de prevención, gestión
y arreglo de conflictos, es prioritaria para avanzar en la gobernabilidad de
la nueva era de la globalización. Proponemos la reforma de la ONU y de su
Consejo de Seguridad, mediante el aumento del número de sus componentes.
Esto contribuiría a democratizar Naciones Unidas, haciendo más represen-
DOCUMENTOS ANEXOS
151
tativo de la nueva realidad al Consejo de Seguridad.
4. Aspiramos a un orden económico y financiero global, que exige la adaptación
de los organismos nacidos hace 50 años, el FMI y el Banco Mundial, entre
otros, así como el desarrollo de la Organización Mundial del Comercio. Todos
han sido sobrepasados por las nuevas realidades y necesitan nuevos instrumentos de prevención y de acción. La inexistencia de un marco regulatorio
para los impresionantes movimientos de capital a corto plazo hace imprevisibles estos flujos, provocando continuas crisis financieras y contagios
irrefrenables al sistema. Sin transparencia y control, perdurando paraísos
fiscales, será cada día más difícil luchar contra el blanqueo de capitales,
procedente de prácticas corruptas enraizadas en algunos países y de flujos
contaminados con origen en la criminalidad organizada internacionalmente.
El campo de la paz internacional, de la seguridad, tiene hoy una dimensión
económica y financiera que tenemos que enfrentar con valentía desde las
posiciones progresistas. Por eso es urgente asegurar una mayor transparencia
del sistema financiero internacional; imponer reglas de prudencia a todas las
instituciones financieras, incluso a los fondos de inversión especulativos y a
las entidades extraterritoriales; abolir los paraísos fiscales; limitar los efectos
desestabilizadores de la circulación de flujos especulativos a corto plazo hacia
los países emergentes, mediante una apertura más ordenada de sus mercados
de capitales; involucrar a las entidades prestamistas en la resolución de las
crisis que contribuyeron a provocar; luchar contra el crimen organizado, el
tráfico internacional de drogas y el blanqueo de dinero. Se debe instituir, bajo
los auspicios de la ONU, un Consejo de Seguridad Económica.
5. La protección activa del ecosistema, que por definición no conoce los límites
fronterizos de las sociedades humanas, nos exige respuestas rápidas y continuadas en el tiempo. Fomentar tecnologías preservadoras de los equilibrios
naturales está hoy al alcance de nuestras manos. Al mismo tiempo se plantean
problemas éticos, jurídicos y culturales de enorme importancia ligados a los
avances biotecnológicos que exigen atención y regulación, como advierten
con insistencia los tecnólogos preocupados por las consecuencias para la
sociedad de un mal uso de los avances científicos. La revolución tecnológica,
en su neutralidad intrínseca, ofrece posibilidades inéditas en beneficio del
ser humano, al tiempo que genera amenazas a su intimidad, a su dignidad e
integridad, a su identidad cultural, como valores que tenemos la obligación
de salvaguardar. Las agresiones a la convivencia en paz, adquieren hoy formas
nuevas, de erosión de la naturaleza y de falta de respeto a la diversidad cultural.
152
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
Asimismo, la comprensión de estos problemas y las acciones encaminadas a
resolverlos desde el respeto y la consideración de que constituyen una riqueza
plural compartida, son las guías de nuestra acción.
6. El regionalismo abierto se abre paso en la comunidad internacional. Europa
camina decididamente hacia la conformación de una realidad económica y
monetaria, pero también política y civilizatoria. Europa anticipa un modelo
de regionalismo abierto que defendemos como una forma más adecuada
de enfrentar los desafíos a los que no pueden responder eficientemente los
estados nacionales. Soberanía compartida regionalmente que mejora la posición de los estados que se integran. Otros ensayos de regionalismo abierto,
con distintos grados de desarrollo, se están poniendo en marcha en distintos
lugares del mundo, desde Latinoamérica a África, pasando por Asia. Estamos
convencidos de que, tras la bipolaridad propia de la política de bloques, el
nuevo orden internacional, en todos los frentes que hemos propuesto, será
más fácil a través de la articulación de espacios regionales, supranacionales,
con intereses e identidades civilizatorias comunes, dentro de la diversidad
cultural. Estas formaciones no sólo desarrollarán con más eficacia sus economías y sus intercambios comerciales intrarregionales y con el resto del
mundo, sino que podrán representar equilibrios nuevos en la política de paz
y de seguridad, de defensa del medio ambiente, de transferencias de nuevas
tecnologías. Las organizaciones que integran la Internacional Socialista asumen y propugnan estos desarrollos regionales que pueden fortalecer el papel
de estados nacionales con mayor eficacia que el puro multilateralismo.
Esas respuestas pertenecen al dominio de la política. Nuestra obligación es
comprometernos, como responsables políticos, con esa tarea, transformando la
incertidumbre en esperanza, aprovechando las inmensas ventajas de la revolución
tecnológica, de la liquidación del equilibrio del terror, y minimizando los riesgos
inherentes a todo cambio de era.
Reivindicar el papel central de la política, renovarla en sus funciones y procedimientos, aceptando la versatilidad de los instrumentos y afirmando el compromiso
con los objetivos de mayor igualdad, mayor justicia y libertad, en cada una de
nuestras sociedades nacionales y en la sociedad humana, es el Progreso Global que
proponemos ante los desafíos de la globalización.
DOCUMENTOS ANEXOS
153
INTERNACIONAL SOCIALISTA
DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS
I. EL CAMBIO GLOBAL Y LAS PERSPECTIVAS DEL FUTURO
1. La idea del socialismo se ha arraigado en la imaginación de personas de todo el
mundo, ha impulsado con éxito movimientos políticos, ha mejorado decisivamente
las vidas de los trabajadores y ha contribuído a configurar el siglo XX.
Sin embargo, la justificada satisfacción ante la realización de muchos de nuestros
objetivos no debe impedirnos reconocer con claridad los peligros y problemas del
presente. Sabemos que tenemos por delante tareas fundamentales que sólo podremos resolver mediante el trabajo en común, pues el que la humanidad sobreviva
es algo que depende cada vez más del esfuerzo conjunto de hombres y mujeres de
todo el mundo.
2. Los cambios económicos, tecnológicos, políticos y sociales que estamos viviendo
representan una verdadera transformación de nuestro mundo. La cuestión fundamental que ahora se plantea no es si va a haber o no un cambio en el planeta en los
años venideros, sino quién lo va a dirigir y cómo. La respuesta socialista es terminante. Corresponde al pueblo en todo el mundo ejercer dicho control, mediante
una democracia más avanzada en todas las esferas de la vida: la política, la social
y la económica. La democracia política es para los socialistas el marco indispensable
y la condición previa para la ampliación de los derechos y de las libertades en los
demás ámbitos de la sociedad.
3. Todos los pueblos del planeta deben participar en el proceso de cambiar nuestras
sociedades y ofrecer nuevas esperanzas a la humanidad. La Internacional Socialista
hace un llamamiento a todos los hombres y mujeres comprometidos en la causa
de la paz y el progreso para trabajar juntos de forma que esas esperanzas se hagan
realidad.
4. El reto del cambio global abre posibilidades enormes:
— La internacionalización de la economía y el acceso generalizado a fuentes de
información y nuevas tecnologías, si se someten a un control democrático,
pueden sentar las bases de una sociedad mundial más dispuesta a la cooperación. Es evidente que la unidad de la familia humana ha dejado de ser un
154
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
sueño utópico y es cada vez más una necesidad práctica.
— La revolución tecnológica puede y debe ser una oportunidad para conservar
el medio ambiente, crear nuevo empleo y liberar a las personas de largas
horas de trabajo rutinario, en vez de ser una causa inexorable de inactividad
involuntaria.
— Con unas estructuras democráticas adecuadas y humanas la libertad, la
igualdad, la seguridad y la prosperidad pueden lograrse en el marco de una
sociedad mundial democrática.
5. Muchas tendencias actuales dan lugar también a amenazas sin precedentes:
— La proliferación de las tecnologías de destrucción crea un precario equilibrio
del terror sin que existan garantías adecuadas de seguridad para la humanidad.
— Las condiciones físicas de la vida en el planeta corren peligro debido al crecimiento urbano e industrial incontrolado, a la degradación de la biosfera y
a la explotación irracional de los recursos vitales.
— El hambre, la escasez y la muerte amenazan a regiones y comunidades enteras
en los países del Sur, pese a que el mundo cuenta con los medios naturales y
técnicos para procurarse el sustento.
6. Esta transformación de las estructuras sociales y económicas es, cuando menos,
tan decisiva y de tanto alcance como la transición desde el laissez-faire al capitalismo monopolista y el colonialismo en los años que precedieron la Primera Guerra
Mundial. Los grandes costes sociales de estas transformaciones —el desempleo, el
deterioro regional, la destrucción de la vida comunitaria— han recaído por lo general
sobre los trabajadores y los más desposeídos.
7. El proceso acelerado de internacionalización e interdependencia en la economía
mundial ha originado contradicciones entre las instituciones políticas, sociales y
nacionales. Este desfase creciente entre una economía internacionalizada y unas
estructuras políticas internacionales inadecuadas ha contribuido a la pobreza y al
subdesarrollo del Sur, así como a la extensión del paro y de nuevas formas de pobreza
en zonas del Norte.
8. Se han producido progresos reales desde la Segunda Guerra Mundial en áreas vitales
como la descolonización, la expansión del Estado de bienestar y, más recientemente, el
DOCUMENTOS ANEXOS
155
desarme, donde se han dado unos primeros pasos prometedores. Ahora bien, las viejas
injusticias siguen existiendo. Sigue habiendo violaciones de los derechos humanos,
discriminaciones por la raza y el sexo, y, para la mayoría de las personas, la clase y la
región en las que nacieron siguen determinando sus oportunidades de vida.
9. Ante cuestiones tan cruciales, la Internacional Socialista reafirma sus principios
fundamentales. Su compromiso sigue siendo la democratización de las estructuras
del poder económico, social y político a escala mundial. Los principios y compromisos políticos que el socialismo siempre ha mantenido deben llevarse adelante en
un mundo que ha cambiado sustancialmente desde la Declaración de Francfort de
1951.
10. La Internacional Socialista se fundó hace cien años para coordinar la lucha mundial de los movimientos socialistas democráticos por la justicia social, la dignidad
humana y la democracia. En ella se reunieron partidos y organizaciones de tradiciones
diferentes, que compartían el objetivo común del socialismo democrático. A lo largo
de su historia, los partidos socialistas, socialdemócratas y laboristas han defendido
los mismos valores y principios.
11. En la actualidad, la Internacional Socialista combina su lucha tradicional por
la libertad, la justicia y la solidaridad con un profundo compromiso por la paz, la
protección del medio ambiente y el desarrollo del Sur. Todas estas cuestiones exigen
soluciones comunes. Con este fin, la Internacional Socialista busca el apoyo de todos
aquellos que comparten sus valores y su compromiso.
II. LOS PRINCIPIOS
Libertad, justicia y solidaridad
12. El socialismo democrático es un movimiento internacional por la libertad, la justicia social y la solidaridad. Su meta es un mundo en paz, en el que puedan realizarse
estos valores fundamentales, en el que cada individuo pueda vivir una vida plena
desarrollando su personalidad y sus capacidades, y en el que los derechos humanos
y civiles estén amparados en el marco de una sociedad democrática.
13. La libertad es el resultado de esfuerzos individuales y colectivos que configuran
de manera complementaria un mismo y único proceso. Todos los seres humanos
tienen derecho a ser libres y a contar con las mejores oportunidades posibles para
alcanzar sus metas y realizar sus capacidades. Pero esto sólo es posible si la humanidad
156
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
entera triunfa en la lucha inmemorial por ser dueña de su historia y por asegurar
que ninguna persona, clase, sexo, religión o raza se sirva de otra.
14. La justicia y la igualdad. La justicia es el fin de toda discriminación contra los
individuos, la igualdad de derechos y oportunidades. Exige que las desigualdades
sociales, mentales o físicas se vean compensadas, y que nadie dependa ni de los propietarios de los medios de producción ni de quienes poseen el poder político.
La igualdad es la expresión del valor idéntico de todos los seres humanos y la
condición previa para el libre desarrollo de la personalidad humana. Una básica
igualdad económica, social y cultural es la condición imprescindible para la diversidad individual y el progreso social.
La libertad y la igualdad no son contradictorias. La igualdad es la condición para
el desarrollo de la personalidad individual. La igualdad y la libertad personal son
indivisibles.
15. La solidaridad es general y universal. Se trata de la manifestación práctica de
una humanidad común, de un sentimiento de identificación con las víctimas de
la injusticia que las más importantes tradiciones humanistas acertadamente recomiendan y subrayan. La actual interdependencia mundial, sin precedentes en
la historia, realza aún más el valor de la solidaridad, que se ha convertido en un
imperativo para que la especie humana sobreviva.
16. Los socialistas democráticos atribuyen la misma importancia a estos tres principios fundamentales, libertad, igualdad y solidaridad, que son interdependientes.
Cada uno de ellos es un requisito previo para los otros dos. Los conservadores y
liberales, por el contrario, ponen de relieve la libertad individual a costa de la justicia
y la solidaridad, y el comunismo pretendía lograr la igualdad y la solidaridad, a costa
de la libertad.
La democracia y los derechos humanos
17. El concepto de democracia se basa en los principios de libertad e igualdad. La
igualdad de derechos para hombres y mujeres —no ya en la teoría, sino en la práctica,
tanto en el lugar de trabajo como en el seno de la familia y en todos los aspectos
de la vida social— forma parte por consiguiente de la concepción socialista de la
sociedad.
18. La lucha del socialismo democrático tiene como finalidad lograr la igualdad de
DOCUMENTOS ANEXOS
157
derechos para todas las razas, grupos étnicos, naciones y confesiones. En la actualidad
estos derechos se cuestionan seriamente en muchas partes del mundo.
19. La democracia puede, evidentemente, asumir diversas formas. Sin embargo, sólo
cabe hablar de democracia cuando es posible elegir libremente entre varias opciones
políticas en el marco de elecciones libres, cuando existe la posibilidad de un cambio
pacífico de gobierno basado en la libre voluntad del pueblo, cuando se garantizan
los derechos de los individuos y de las minorías, y cuando se cuenta con un sistema
judicial independiente basado en la aplicación imparcial del derecho a todos los
ciudadanos. La democracia política es indispensable para una sociedad socialista.
El socialismo democrático es un proceso continuo de democratización social y
económica y de incremento de la justicia social.
20. Los derechos del individuo son fundamentales para los valores del socialismo. La
democracia y los derechos humanos son también la esencia misma del poder popular, el mecanismo indispensable para que el pueblo pueda controlar las estructuras
económicas a las que durante tanto tiempo ha estado sometido. El carácter dictatorial
de un gobierno no puede ocultarse con políticas sociales sin democracia.
21. Sin duda, cada cultura desarrollará sus propias formas institucionales de democracia. Pero, cualesquiera que sean las formas que asuma la democracia, nacional
e internacionalmente, debe respetar plenamente los derechos del individuo y las
opiniones de las minorías organizadas. Para los socialistas, la democracia es esencialmente pluralista, y este pluralismo constituye la mejor garantía de la vitalidad y
creatividad de la democracia.
22. La libertad respecto a formas de gobierno arbitrarias o dictatoriales es algo
fundamental. Constituye la condición previa para que los pueblos y las sociedades
puedan crear un mundo mejor, de paz y cooperación internacional, un mundo en
el que se determine democráticamente el destino político, social y económico.
La naturaleza del socialismo
23. Los socialistas democráticos han llegado a proclamar estos valores por caminos
muy distintos, a partir del movimiento obrero, de los movimientos populares de
liberación, de las tradiciones culturales de asistencia mutua y de solidaridad comunitaria en muchas parte del mundo. También tienen raíces en las diversas tradiciones
humanistas del mundo.
Pero aunque existan diferencias ideológicas y culturales, todos los socialistas
158
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
comparten la concepción de una sociedad mundial pacífica y democrática, con
libertad, justicia y solidaridad.
24. Las luchas nacionales por el socialismo democrático en los años venideros mostrarán diferencias en las políticas y las medidas legislativas, como consecuencia de
las diferentes historias y del pluralismo de las distintas sociedades.
El socialismo no pretende instaurar una sociedad final, inmutable, no susceptible de cambiar, de reformarse o de evolucionar. Un movimiento comprometido
con la autodeterminación democrática debe dejar siempre espacio para la creatividad, ya que cada pueblo y cada generación deben fijar sus propias metas.
25. Además de los principios que guían a todos los socialistas democráticos, existe
claro acuerdo entre los socialistas sobre los valores fundamentales. A pesar de cualquier diferencia, es lugar común que la democracia y los derechos humanos no son
simplemente medios políticos para alcanzar los fines del socialismo, sino la esencia
misma de esos fines: una economía y una sociedad democráticas.
26. La libertad individual y los derechos sociales básicos son condiciones necesarias
de una existencia humana digna. Esos derechos no son intercambiables ni pueden
ser contrapuestos. Los socialistas defienden el derecho inalienable a la vida y a la
integridad física, a la libertad de expresión y de conciencia, a la libertad de asociación
y a la protección contra la tortura y cualquier trato degradante. Los socialistas están
comprometidos en superar el hambre y la necesidad y en alcanzar una auténtica
seguridad social y el derecho al trabajo.
27. El socialismo democrático también significa democracia cultural. Debe haber
igualdad de derechos y oportunidades para las diferentes culturas que existen en el
seno de cada sociedad, así como acceso equitativo de todos al patrimonio cultural,
nacional y mundial.
III. LA PAZ
La paz: un valor fundamental
28. La paz es la condición previa de nuestras esperanzas. Es un valor fundamental, de
interés común para todos los sistemas políticos y necesario para la sociedad humana.
La guerra destruye la vida humana y la base del desarrollo social. Un holocausto
nuclear podría significar el fin de la vida humana tal y como la conocemos.
DOCUMENTOS ANEXOS
159
29. No puede garantizarse una paz duradera mediante la disuasión nuclear, ni mediante una carrera de armamentos con armas convencionales. Por consiguiente son
necesarios el desarme y nuevos modelos de seguridad común.
30. Lo que se requiere es no sólo un equilibrio militar al menor nivel posible de
armamentos defensivos, sino también un clima de mutua confianza, que podría
desarrollarse a través de la cooperación en proyectos por un futuro común, y un
nuevo acento en la competición pacífica entre sociedades con diferentes sistemas
políticos, económicos y sociales.
31. La paz es más que la ausencia de guerra, y no puede basarse en el temor, ni en la
eventual buena voluntad de las superpotencias. Se deben abolir las causas sociales
y económicas de los conflictos internacionales mediante la consecución de una justicia global y la creación de nuevas instituciones para la solución pacífica de dichos
conflictos en todo el mundo.
32. El establecimiento de un nuevo orden internacional, económico y político, sería
una contribución decisiva a la paz mundial. Se debe partir del respeto a la soberanía
nacional y del derecho al autogobierno nacional, de la búsqueda de soluciones negociadas para los conflictos y de la suspensión del suministro de armas a las partes
en conflicto. Se requieren sistemas mundiales y regionales para la cooperación y la
resolución pacífica de los conflictos en todo el mundo, que deberían desarrollarse
a partir de la acción de las Naciones Unidas y de los acuerdos entre las superpotencias.
33. También es necesaria la paz en cada sociedad nacional. El recurso de la violencia ante los conflictos conduce a la conculcación de los derechos humanos y al
bloqueo del desarrollo democrático. Debe intensificarse la educación para la paz y
el desarme.
34. La militarización de las relaciones entre los países del Sur, al igual que las tensiones
entre el Este y el Oeste, son hoy una grave amenaza para el futuro de la humanidad.
En unos casos las superpotencias, en su tendencia a globalizar sus conflictos, han
generado enfrentamientos entre países del Sur. En otros, los fabricantes de armas
del Este y del Oeste, por razones de beneficio o de interés político, han fomentado
la violencia. Es un hecho que todas las guerras de las pasadas cuatro décadas han
tenido lugar en el Sur. Se deben eliminar las causas sociales y económicas de estos
conflictos.
160
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
Iniciativas para la paz
35. Los socialistas democráticos rechazan un orden mundial basado en la paz armada
entre el Este y el Oeste pero en el que se produce incesante violencia en los países en
desarrollo. Los esfuerzos por mantener la paz deben centrarse en poner fin a estas
confrontaciones. En este proceso Europa tiene un papel crucial: habiendo sido durante años el escenario más probable de una guerra mundial, hoy puede ser el área
en que nazca y se desarrolle un nuevo clima de confianza y control.
36. Las iniciativas de paz requieren que las diferentes naciones y sistemas socioeconómicos cooperen entre sí en proyectos de desarme y de creación de un clima de
confianza, de justicia en el Sur y de protección de la biosfera del planeta. Al mismo
tiempo, deberían emprender una competición pacífica en los campos de la creación
de riqueza, el bienestar y la solidaridad. Cada sociedad debería estar dispuesta a
aprender de las experiencias de las otras. La norma debería ser que los diferentes
sistemas comerciaran, negociaran y trabajaran juntos. También debería abrirse un
libre y franco intercambio de opiniones, en particular cuando estuvieran en juego
la paz y el respeto a los derechos humanos.
37. El área potencialmente más fructífera para el desarrollo de una solidaridad mundial sin fronteras ni bloques es quizás el de la cooperación entre el Este y el Oeste para
superar el desequilibrio entre el Norte y el Sur, y para proteger el medio ambiente.
IV. NORTE Y SUR
La globalización
38. Los últimos decenios se han caracterizado por una creciente internacionalización
de los asuntos mundiales, la globalización. Las crisis del petróleo, las fluctuaciones
de los tipos de cambio y las oscilaciones de la bolsa se transmiten instantáneamente
a todo el mundo, Norte y Sur. Las nuevas tecnologías de la comunicación permiten
la propagación mundial de una cultura masiva y que las decisiones financieras de las
grandes empresas multinacionales tengan repercusiones inmediatas. Los conflictos
nacionales e internacionales están generando considerables y crecientes movimientos
de refugiados, de dimensiones continentales e intercontinentales.
39. La globalización de la economía internacional ha tenido entre otras consecuencias
la de romper la división bipolar del mundo propia de la guerra fría. Han surgido
DOCUMENTOS ANEXOS
161
nuevas potencias industriales en la cuenca del Pacífico y, hasta los recientes reveses,
en América Latina.
Hay también nuevas fuerzas internacionales, como China y los países no alineados.
La interdependencia es una realidad. Por tanto, es más importante que nunca establecer instituciones multilaterales que confieran al Sur un papel de mayor igualdad
bajo los auspicios de las Naciones Unidas.
40. A nivel global, la crisis económica y las políticas de estabilización conservadoras
han provocado la reaparición del desempleo masivo en muchas economías avanzadas, pero también en el Sur han tenido un efecto arrollador, haciendo desaparecer
sus mercados de exportación, agravando la crisis de la deuda y destruyendo los
progresos conseguidos.
A su vez, este retroceso del Sur, al que se suma la necesidad de pagar una deuda
enorme, ha cerrado grandes mercados potenciales para el Norte. Así, la caída del
nivel de vida en las naciones deudoras se ha convertido en una causa de desempleo
para las naciones acreedoras.
41. Una nueva economía global debe incorporar a los centros de crecimiento del
Sur de forma radicalmente nueva para promover el desarrollo tanto del Sur como
del Norte. Los programas para el desarrollo económico y social del Sur pueden y
deben ser un medio para impulsar la economía mundial en su conjunto. Estas cuestiones deben presentarse como partes integrales de las estrategias macroeconómicas
globales.
42. En África, la permanencia del sistema de apartheid en Sudáfrica, no sólo constituye
un crimen contra la mayor parte de la población de este país, sino que distorsiona
las economías de los países de la Línea del Frente, y tiene una repercusión negativa en todo el continente. La lucha por la democracia y los derechos humanos en
Sudáfrica, como en todas partes, está íntimamente ligada a la lucha por la justicia
económica y social.
43. África y América Latina, en particular, tienen que hacer frente a una deuda
intolerable que excluye la posibilidad de realizar las inversiones e importaciones
necesarias para crecer y crear empleo para una población en crecimiento acelerado.
Una acción global para resolver el problema de la deuda es, por tanto, condición
necesaria de progreso, y éste debe ser un objetivo central de la cooperación EsteOeste para lograr una relación justa entre Norte y Sur.
162
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
El reto del medio ambiente
44. La crisis del medio ambiente se ha convertido en un grave y fundamental reto
de dimensiones mundiales. Tanto en el Norte como en el Sur el equilibrio ecológico
está en peligro. Cada año se exterminan especies animales y vegetales, mientras hay
pruebas crecientes de la reducción de la capa de ozono. En el Norte, un industrialismo
irresponsable provoca deforestación, mientras en el Sur se reducen con alarmante
velocidad las selvas tropicales, esenciales para que el planeta sobreviva. En los países
ricos crece la contaminación del suelo, en los países pobres se extienden los desiertos.
El agua pura escasea en todas partes.
45. Dado que la destrucción del medio ambiente no respeta fronteras, la protección
ecológica debe ser de carácter internacional. Se trata, sobre todo, de mantener la
relación entre los ciclos naturales, ya que proteger el medio ambiente resulta siempre menos costoso y más responsable que intentar su reconstitución. Las soluciones
mejores y más económicas de la crisis ecológica serán las que transformen las pautas
de producción y consumo para que no llegue a producirse deterioro del entorno.
46. Se deben realizar esfuerzos internacionales conjuntos para sustituír los productos y procesos perjudiciales para el medio ambiente por otros no dañinos. Hay
que evitar que la transferencia de tecnología del Norte al Sur se convierta en una
exportación de sistemas ecológicamente inaceptables, o de los desechos tóxicos de
las economías ricas. Se debe fomentar la utilización de fuentes de energía renovables
y la constitución de estructuras de abastecimiento descentralizadas tanto en el Norte
como en el Sur. Además, deben establecerse sistemas internos de alarma rápida que
alerten sobre las posibles amenazas y catástrofes medioambientales que trasciendan
las fronteras nacionales.
47. Estos problemas ambientales afectan a toda la comunidad mundial en la misma
medida en que perjudican a los países en desarrollo. Sin ayuda y cooperación multilaterales, los países pobres no pueden resolverlos. Por estas razones es preciso lograr
una transferencia sustancial de recursos a través de la ayuda al desarrollo.
48. Todas estas medidas son compatibles con un crecimiento económico cualitativo
en el Norte y en el Sur para poder satisfacer las exigencias sociales y económicas
del futuro. La inversión social en la reconstitución del entorno —que para muchos
expertos es un gasto que no aporta beneficios ni acrecienta el PNB— es sin embargo
una de las inversiones más positivas que una sociedad puede hacer.
DOCUMENTOS ANEXOS
163
El control social del desarrollo tecnológico
49. La revolución tecnológica, que ya está en marcha en las economías industriales
avanzadas, va a transformar profundamente las condiciones medioambientales
y de utilización de los recursos en vida de esta generación. Y el impacto de esta
transformación afectará al mundo entero. La microelectrónica, la robótica, la
tecnología de los armamentos y la bioingeniería, más otras innovaciones aún
inimaginables, van a cambiar la vida del individuo, la estructura de la sociedad
y del mundo.
50. La tecnología no es una simple cuestión de objetividad científica o de maquinaria
inanimada. Está guiada siempre por intereses particulares y por valores humanos,
explícitos o no. Por ello debe ser controlada socialmente para aprovechar las oportunidades positivas que las nuevas tecnologías ofrecen a la humanidad, para minimizar los riesgos y los peligros de su desarrollo sin control y para evitar tecnologías
socialmente inaceptables.
51. El progreso social requiere el progreso de la tecnología a la vez que lo propicia.
Lo que se necesita es una tecnología que se ajuste a las diferentes condiciones, experiencias y niveles de desarrollo del Norte y del Sur. Se debe realizar una transferencia
de tecnología y de conocimientos fundamentales del Norte al Sur. El Norte tiene
mucho que aprender de la experiencia del Sur, especialmente de su uso de tecnologías con escasa producción de desechos. El diálogo social y el control político
democrático del marco en que se desarrollen estas tecnologías deberán garantizar
que su disponibilidad:
— contribuya al desarrollo autónomo de los países del Sur, movilizando positivamente sus recursos en lugar de derrocharlos, y creando nuevos puestos
de trabajo en vez de destruirlos;
— humanice el trabajo, proteja la salud humana y aumente la seguridad en el
lugar de trabajo, y
— favorezca los derechos económicos y extienda el ámbito de participación
popular en la toma de decisiones.
52. Para garantizar la realización de estos objetivos en todo el mundo es necesario
crear organismos y procedimientos para evaluar la tecnología. Las innovaciones
deben introducirse de acuerdo con las necesidades y prioridades sociales, expresadas
en el debate y la toma democrática de decisiones.
164
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
53. Hay que evitar la manipulación arbitraria del material genético humano y la
explotación de la mujer mediante las nuevas tecnologías reproductivas, y buscar
medios para proteger a la humanidad de riesgos nucleares y químicos.
El desarme y el desarrollo
54. Los acuerdos de desarme entre las superpotencias harán mucho más que eliminar
la amenaza de aniquilación que se cierne sobre el planeta. La ratificación de estos
acuerdos liberará muchos recursos que hoy se malgastan en la producción de armas
nucleares y convencionales para su inversión en programas de desarrollo social y
económico en el Sur. El desarme entre el Este y el Oeste debe ir ligado a programas
para establecer una relación justa entre el Norte y el Sur.
55. Una parte sustancial de los fondos que los países más industrializados del Este
y del Oeste pueden economizar mediante el desarme negociado debería emplearse
en la constitución de un fondo internacional para potenciar un desarrollo seguro y
sostenido de los países del Sur.
V. LA CONFIGURACION DEL SIGLO XXI
La democracia política y económica
56. Los acontecimientos recientes han hecho que el logro de la democracia política,
económica y social a escala mundial sea hoy más factible que nunca, porque representa el medio principal para un control popular y una humanización de los procesos
de cambio, en otros casos incontrolados, que están reestructurando nuestro planeta
sin tomar en cuenta sus perspectivas de sobrevivir.
57. Los derechos humanos incluyen los derechos económicos y sociales: el derecho
a constituir sindicatos y el derecho de huelga; el derecho a la seguridad social y al
bienestar para todos, incluyendo la protección de la infancia y de la maternidad;
el derecho a la educación, a la formación profesional, al ocio, a la vivienda y a la
seguridad económica. Es de particular importancia el derecho a un empleo pleno
y útil en un trabajo adecuadamente remunerado; el desempleo socava la dignidad
humana, amenaza la estabilidad social y significa un desaprovechamiento del más
valioso de los recursos.
58. Los derechos económicos no deben entenderse como prestaciones a sujetos
pasivos y sin iniciativa, sino como necesario punto de partida para la participación
DOCUMENTOS ANEXOS
165
activa de los ciudadanos en la empresa social; no se trata de subvencionar la marginalidad sino de crear las condiciones para una sociedad realmente integrada con
bienestar social para todos.
59. El socialismo democrático se fundamenta hoy en los mismos valores que le dieron
origen, pero debe formularlos asimilando críticamente la experiencia pasada y con
una proyección hacia el futuro. La experiencia ha mostrado, por ejemplo, que si bien
las nacionalizaciones pueden ser necesarias en ciertas circunstancias, no son en sí
mismas el remedio de todos los males sociales. Igualmente, el crecimiento económico, en un contexto en el que los intereses privados eludan sus responsabilidades
ecológicas y sociales, puede ser a menudo destructivo e injusto. Ni la propiedad
privada ni la propiedad estatal garantizan por sí mismas la eficiencia económica o
la justicia social.
60. El movimiento socialista democrático sigue defendiendo la socialización y la
propiedad pública en el marco de una economía mixta. El control democrático de
la economía es hoy más crucial que nunca ante la internacionalización del sistema
económico y la revolución tecnológica mundial. Pero el control social de la economía aparece como un objetivo a alcanzar mediante una amplia gama de medios
económicos que incluyen, según el momento y el lugar:
— políticas de producción democráticas, participativas y descentralizadas;
supervisión pública de la inversión; protección de los intereses públicos y
sociales; y socialización de los costes y beneficios de las transformaciones
económicas;
— participación de los trabajadores, con cogestión en la empresa y en el lugar de
trabajo, y participación sindical en la determinación de la política económica
nacional;
— cooperativas autogestionadas de trabajadores y agricultores;
— empresas públicas, con formas democráticas de control y de toma de decisiones, cuando sean necesarias para permitir que el Estado atienda las prioridades
sociales y económicas;
— democratización de las instituciones económicas y financieras internacionales
para permitir la plena participación de todos los países, y
— control y supervisión internacionales de las actividades de las empresas multinacionales, incluyendo derechos sindicales sin barreras fronterizas dentro
de estas empresas.
166
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
61. No existe un modelo fijo de democracia económica, y caben experimentos
similares en diferentes países. Pero está claro que el principio fundamental no es
simplemente el control formal, legal, por parte del Estado, sino una participación
sustancial de los trabajadores y de todos los ciudadanos en las decisiones económicas.
Este principio debe tener vigencia en el ámbito nacional e internacional.
62. En una sociedad así estructurada, y cuyo fin último es la igualdad de derechos
económicos y sociales, el mercado puede y debe operar como una vía dinámica para
promover la innovación y expresar los deseos de los consumidores. Los mercados
no deben estar dominados por el poder de las grandes empresas ni ser manipulados
mediante la desinformación.
63. La concentración del poder económico en pocas manos debe sustituirse por otro
orden en el cual toda persona tenga derecho, en su calidad de ciudadano, trabajador
y consumidor, a intervenir en la dirección y en la distribución de la producción, en
la organización del proceso y las condiciones de trabajo. Esto implica que los ciudadanos participen en las políticas económicas, que los trabajadores intervengan en la
gestión de sus lugares de trabajo, fomentar tanto nacional como internacionalmente
una competencia abierta y responsable, y fortalecer la posición de los consumidores
frente a los fabricantes.
64. Una sociedad democrática debe compensar los efectos negativos incluso del más
responsable de los sistemas de mercado. El Estado no puede ser tan sólo el taller de
reparaciones de los daños causados por los defectos de mercado o por la aplicación
incontrolada de las nuevas tecnologías. Más bien debe regular el mercado en función
de los intereses sociales, y tratar de que los beneficios de la tecnología alcancen a
todos los trabajadores, tanto en su experiencia laboral, como en el crecimiento de su
tiempo de ocio y de sus posibilidades de un desarrollo individual con sentido.
Cultura y sociedad
65. La educación es fundamental para el desarrollo de una sociedad moderna, democrática y tolerante. Las metas de la educación que proponemos son:
— la información, el aprendizaje y el conocimiento;
— el paso, de una generación a otra, del legado espiritual y cultural;
— la preparación de los individuos para vivir en sociedad sobre la base de la
igualdad de oportunidades para todos, y
DOCUMENTOS ANEXOS
167
— ayudar a cada individuo a desarrollar plenamente sus posibilidades personales.
66. El proceso educativo debe transmitir, ante todo, los valores de libertad, justicia
social, solidaridad y tolerancia.
Defendemos la tolerancia y la cooperación entre los diferentes grupos en las
sociedades multiculturales. La diversidad cultural no pone en peligro nuestras sociedades, sino que las enriquece. La uniformidad cultural es una amenaza para la
libertad y la democracia.
67. Se debe prestar especial atención a la relación entre las diferentes generaciones.
En particular, los viejos necesitan el respeto y el apoyo de los jóvenes. Precisan un
ingreso garantizado mediante la seguridad social y pensiones públicas, alojamiento
y alimentación dentro de su comunidad, lugares para sus actividades culturales y
sociales, y el derecho a vivir su vejez con dignidad.
El papel del hombre y de la mujer en la sociedad moderna
68. La desigualdad entre los sexos es la forma de opresión más generalizada en la
historia humana. Se remonta al origen de la especie y ha perdurado hasta hoy bajo
casi todos los regímenes socioeconómicos.
69. La conciencia feminista ha resurgido con vigor en años recientes, dentro y fuera
del movimiento socialista, dando lugar a uno de los movimientos sociales más importantes de nuestro tiempo. Esta renovación del feminismo se debe, en parte, a que
las mujeres de los estados de bienestar más avanzados llegaron a tomar conciencia de
que, a pesar del progreso realizado en muchos campos, aún se encontraban en una situación subordinada dentro de las estructuras políticas, laborales y profesionales.
70. Las mujeres han tenido que pagar un precio desproporcionado en la crisis
económica, nacional e internacionalmente: pobreza, desempleo, falta de vivienda y
explotación mediante bajos salarios. En algunas zonas del Sur, la superación de las
estructuras patriarcales es una condición necesaria tanto para lograr que las mujeres alcancen la igualdad de derechos como para lograr un desarrollo económico
sostenido.
71. La Internacional Socialista apoya la lucha de las mujeres por la igualdad de
derechos y oportunidades en todo el mundo. En algunos países se ha avanzado en
168
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
este campo, mientras que en otros la lucha por la igualdad acaba de empezar. La
igualdad y la justicia para la mujer son factores esenciales para lograr un mundo
justo y en paz. La ONU ha desempeñado un papel muy importante para facilitar la
formación de una conciencia feminista global, creando un vínculo entre las mujeres
del Norte y del Sur.
72. La Internacional Socialista apoya expresamente las siguientes medidas:
— legislación y programas de acción positiva para garantizar la igualdad plena
de hombres y mujeres;
— programas para impulsar la educación, la formación y la integración profesional de las mujeres y las jóvenes;
— legislación que garantice una remuneración igual por trabajo de igual valor;
— difusión de la información y la asistencia práctica para la planificación familiar;
— buenos servicios de cuidado y atención infantil, y
— respaldo oficial para una participación plena y en términos de igualdad de la
mujer en las actividades sociales y políticas de cada país, mediante la adopción
de medidas positivas para garantizar la representación de la mujer en todos
los ámbitos de toma de decisiones.
73. Las mujeres son algo más de la mitad de la población de nuestro planeta. La
justicia y la igualdad para ellas son condiciones necesarias para que exista justicia e
igualdad a nivel internacional.
Una nueva cultura internacional de diálogo político
74. La creciente interdependencia del mundo no deja margen para controversias y
enfrentamientos fundamentalistas. Para sobrevivir y desarrollarnos en común se
precisan tanto cooperación como formas civilizadas de disputa, incluso entre ideas
y fuerzas políticas antagónicas. Rechazamos y condenamos por tanto toda forma de
fundamentalismo político o religioso.
75. El comunismo ha perdido el atractivo que tuvo en ciertos momentos —tras la
Revolución de Octubre o durante la lucha antifascista— para una parte del movimiento obrero o para algunos intelectuales.
Los crímenes del estalinismo, las persecuciones masivas y la violación de los
DOCUMENTOS ANEXOS
169
derechos humanos, así como sus problemas económicos sin solución, han erosionado la imagen del comunismo como alternativa al socialismo democrático o como
modelo para el futuro.
76. La Internacional Socialista apoya todos los esfuerzos por transformar las sociedades comunistas mediante su liberalización y democratización. El mismo apoyo
merecen la descentralización de la economía mediante mecanismos de mercado, la
lucha contra la burocratización y la corrupción y, sobre todo, el reconocimiento de
que los derechos humanos y la apertura política son elementos fundamentales de
una sociedad dinámica y progresiva.
77. Además de la distensión política, de la cooperación internacional y de la competencia pacífica que crearán un clima en el que puedan prosperar las iniciativas más
prometedoras de la actualidad, la Internacional Socialista también quiere fomentar
una cultura de diálogo internacional. Todas las partes deben aprender a cooperar en
una clima de confianza mutua cuando existan intereses comunes, y a discutir de una
manera abierta y franca cuando esté en juego el compromiso con los derechos
humanos, la democracia y el pluralismo. Los socialistas quieren tener un papel
importante en este diálogo.
Un nuevo modelo de crecimiento
78. Un crecimiento ecológicamente equilibrado es una necesidad para crear prosperidad y empleo en todo el mundo. Un crecimiento que no respondiera a imperativos
sociales y ecológicos iría en contra del progreso, pues causaría daños ambientales y
destruiría el empleo. Los mecanismos de mercado no pueden garantizar por sí
mismos el cumplimiento de los objetivos sociales del crecimiento económico.
Una política económica democrática tiene como legítima función promover
un desarrollo que abra oportunidades de futuro a la vez que mejore la calidad
de vida.
79. Para lograr estos objetivos en todo el mundo es necesario establecer un orden
económico internacional nuevo. Este deberá reconciliar los intereses del mundo
industrializado con los de los países en vías de desarrollo. Una reforma radical de
las relaciones financieras y económicas internacionales debe crear las condiciones
para una cooperación económica internacional. Un orden económico internacional
más equitativo es necesario no sólo por motivos de solidaridad, sino también para
crear una economía mundial más eficiente, productiva y equilibrada.
170
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
80. La tarea prioritaria en el problema de la deuda internacional debe ser reducir,
cancelar o capitalizar la deuda de los países más pobres. Hay que tomar medidas
institucionales para estabilizar las condiciones comerciales y los beneficios de las
exportaciones del Sur mediante el establecimiento de fondos comerciales con
apoyo internacional. El Norte debe abrir sus mercados a los productos del Sur y
poner fin a la política de subsidiar sus propias exportaciones.
81. A medida que la productividad aumente de forma acelerada, gracias a las nuevas
tecnologías, se hará necesario redefinir la vida laboral. El objetivo debe ser la humanización de las condiciones de trabajo mediante la introducción de tecnologías de
producción adecuadas y la participación de los trabajadores. Se debe crear empleo a
través de la inversión en servicios sociales y en la reconstitución del medio ambiente,
así como mediante el gasto público en el desarrollo de nuevas tecnologías y la mejora de las infraestructuras. Las políticas económicas conservadoras, en cambio, han
conducido al desempleo masivo en muchos países industrializados, poniendo así
en peligro la seguridad y la justicia sociales, y dando lugar a nuevas manifestaciones
de pobreza en el mundo desarrollado. Es de importancia capital que los gobiernos
asuman en la práctica su responsabilidad global de garantizar el pleno empleo.
82. Una reducción de la jornada de trabajo podría contribuir en muchos casos a una
distribución justa del trabajo remunerado y del trabajo doméstico entre hombres y
mujeres. También aumentaría el tiempo libre de obreros, empleados y campesinos,
abriéndoles la oportunidad de desarrollar otras actividades.
Solidaridad entre el Norte y el Sur
83. El desarrollo económico es hoy una indudable prioridad para los países del Sur.
Esto no significa que haya una fórmula sencilla, socialista o no, para poner fin al
subdesarrollo. Lo que se requiere es una reducción de las barreras comerciales, un
mejor acceso a los mercados y la transferencia de tecnología. Estos países necesitan
una oportunidad para desarrollar sus propios recursos científicos —por ejemplo en
biotecnología— y poner fin a su dependencia de tecnologías superadas.
84. Por lo que respecta a los países más pobres, la ayuda tradicional al desarrollo
sigue siendo esencial. Muchos de ellos, en diversas partes del mundo, necesitan una
reforma agraria, la introducción de incentivos a los agricultores para obtener un flujo
constante de alimentos, y el apoyo a las tradiciones cooperativistas dentro de sus
culturas rurales. Pero el aumento de la producción de alimentos no pondrá fin por
DOCUMENTOS ANEXOS
171
sí mismo al hambre y a la escasez. Sabemos, desgraciadamente, que el crecimiento
de la agricultura de exportación puede destruir las pautas tradicionales de alimentación, aumentando el hambre a la vez que la producción agrícola. Corresponde a
los gobiernos garantizar el derecho tanto a la alimentación como al empleo.
85. El objetivo establecido por la ONU de dedicar un 0.7% del PNB a la ayuda oficial
al desarrollo —cifra que representa el doble de lo que se dedica en la práctica— debe
alcanzarse de inmediato. Se necesitan con urgencia esfuerzos coordinados internacionalmente para reducir el peso de la deuda externa de los países en desarrollo,
que ha conducido a un flujo neto de recursos financieros desde los países en vías de
desarrollo hacia los industrializados.
86. Los programas de cooperación con el Sur deben perseguir objetivos de desarrollo
relacionados tanto con el crecimiento económico como con una distribución más
justa de la renta. Los programas de ayuda deben dar prioridad al desarrollo de los
sectores más pobres, y contribuir a transformar las estructuras sociales opresivas
y a mejorar la situación de la mujer en la sociedad. Son de la mayor importancia
los programas específicos para la infancia. La asistencia a través de cooperativas y
movimientos populares favorece el desarrollo de la democracia.
87. Un enfoque integral del desarrollo es también un factor importante para detener
la masiva corriente migratoria del campo hacia los grandes centros urbanos del Sur,
muchos de los cuales, amenazados por un crecimiento incontrolable de la población,
se están convirtiendo en gigantescos barrios de pobres.
88. La intensificación de las relaciones Sur-Sur constituye una vía importante para el
progreso económico. Un crecimiento sustancial del comercio entre los países del Sur
será un factor que contribuirá a su bienestar y aumentará sus posibilidades de hacer
frente a la crisis provocada por los drásticos cambios en las estructuras productiva
y ocupacional. La existencia de vínculos económicos estrechos y de mercados de
rápido crecimiento en el mundo en vías de desarrollo es un requisito esencial para
un desarrollo positivo de la economía mundial.
89. Una economía mundial abierta puede estimular el desarrollo en los países del
Sur, pero también los puede hacer más vulnerables. Por tanto, el Norte no puede
mantener políticas económicas y comerciales que impongan caídas drásticas de los
niveles de vida y debiliten las bases de una democracia estable.
172
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
90. La desigualdad y la dictadura son contrarias no sólo a los derechos humanos
sino también al desarrollo. La democracia social y económica no debe ser vista
como un lujo de los países ricos, sino como algo necesario para cualquier país que
quiera avanzar por la vía del desarrollo. Por ello el fortalecimiento del socialismo
democrático en el Sur es de la mayor importancia, y en este contexto la reciente
expansión de la Internacional Socialista en los países del Sur, con nuevos afiliados
particularmente en América Latina y el Caribe, es un buen augurio tanto para el
Norte como para el Sur.
91. Poner fin a la miseria del Sur es un proyecto común para el Norte que puede
impulsar el proceso de desarme y crear riqueza y puestos de trabajo tanto en los
países avanzados como en los países en vías de desarrollo. Es, por tanto, un elemento
central en la estrategia socialista internacional para hacer frente a profundos cambios
económicos en condiciones de crisis y transformación a nivel mundial, y es también
parte integral de las propuestas para establecer nuevas estructuras sociales y económicas que nos lleven a un mundo en paz y prosperidad en el siglo XXI.
VI. LA INTERNACIONAL SOCIALISTA EN EL AVANCE HACIA UNA SOCIEDAD
DEMOCRÁTICA MUNDIAL
La unidad del socialismo internacional
92. Los objetivos del socialismo democrático no son realizables sólo en un número
limitado de países en una época de internacionalización acelerada, cuando los destinos de pueblos diferentes que viven en distintas partes del planeta están más vinculados que en ninguna otra época de la historia de la humanidad. Por consiguiente,
los diversos partidos socialistas del mundo deben trabajar juntos, tanto en su interés
nacional particular como en su común interés internacional. La Internacional Socialista, creada en 1864, fue reconstituida en 1951 para cumplir este fin.
93. Aunque reúne en su seno a movimientos nacionales que tienen una larga historia,
la Internacional Socialista no es una organización centralizada, supranacional. Es
una asociación de partidos independientes, cuyos representantes quieren aprender
de las experiencias de los demás, promover conjuntamente las ideas socialistas y
trabajar en común hacia ese objetivo a nivel internacional.
94. La finalidad de la Internacional es facilitar esta labor de solidaridad y cooperación, sin olvidar que existen diversas maneras de realizar los valores fundamentales
DOCUMENTOS ANEXOS
173
de un socialismo democrático pluralista en cada sociedad. Cada partido miembro
es responsable de la manera en que se ponen en práctica las decisiones de la Internacional Socialista en su país.
95. En los últimos años, la composición de la Internacional Socialista se ha hecho
más auténticamente internacional, con un gran aumento de sus miembros en
América Latina y el Caribe, y nuevos miembros en otros continentes. El objetivo
de la Internacional Socialista es colaborar con todos los movimientos socialistas
democráticos del mundo.
96. Desde la Declaración de Frankfurt de la Internacional Socialista en 1951, los
vínculos internacionales, sociales y económicos se han hecho más estrechos, pero
no ha sucedido lo mismo con los vínculos de solidaridad y comunidad democrática.
Hoy es evidente que el movimiento socialista, con vistas al siglo XXI, debe asumir un
enfoque y una práctica auténticamente internacionales.
Un nuevo orden democrático
97. Lo que está en juego es nada menos que la creación de una sociedad democrática
mundial. No se puede permitir que la estructura política del planeta se configure
como un subproducto de los egoísmos de los bloques, las naciones o las empresas.
98. Fortalecer la ONU es un paso importante hacia la creación de esa nueva sociedad
democrática mundial. Cuando existe un consenso entre las naciones más importantes,
se hacen posibles iniciativas y operaciones pacificadoras de auténtica importancia.
Las agencias especializadas de la ONU, como la OMS, y organismos como el PNUD y
la UNICEF, han demostrado que gobiernos y ciudadanos de diferentes países pueden
colaborar con eficacia para la realización de objetivos internacionales comunes.
99. No sería realista suponer que la justicia y la paz pueden imponerse por decreto
en un mundo carente de una igualdad fundamental, en el que muchos millones de
personas apenas cuentan con lo indispensable para sobrevivir mientras que unos
cuantos privilegiados disfrutan de un nivel de vida inconcebible para la mayor parte
de la población mundial. Al igual que las luchas socialistas en las primeras naciones
capitalistas consiguieron la introducción de medidas de bienestar y solidaridad, que
posibilitaron a su vez la extensión de la democracia en cada país, así también la lucha
por la abolición de la desigualdad internacional será un paso decisivo en el camino
hacia una sociedad democrática mundial.
174
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
100. No es posible hacerse ilusiones de que este ideal pueda realizarse a corto plazo,
pero la creación de un mundo pluralista y democrático, basado en el consenso y la
cooperación, es una condición imprescindible para el progreso de la humanidad, lo
que constituye tanto un reto como una enorme oportunidad. La Internacional Socialista está dispuesta a ganar el desafío, y a luchar por un mundo en el que nuestros
hijos puedan vivir y trabajar en paz y libertad, humana y solidariamente.
Confiamos en que la solidez de nuestros principios, la fuerza de nuestros argumentos y el idealismo de quienes nos apoyan contribuirán a configurar un futuro
socialista democrático en el siglo XXI, e invitamos a todos los hombres y mujeres a
unirse a nosotros en esta tarea.
DOCUMENTOS ANEXOS
175
RESOLUCIÓN DE LA REUNIÓN DEL COMITÉ DE LA IS PARA
AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE, SICLAC, KINGSTON, JAMAICA,
1-2 DE SEPTIEMBRE DE 2000
DANDO PRIORIDAD A LA GENTE Y PROMOVIENDO LA SOLIDARIDAD EN EL
CAMBIO GLOBAL
Directamente vinculado al tema de la independencia, aparece el problema de la
globalización que se ha impuesto en el mundo de hoy, más allá de los deseos de las
naciones, y que es visto de muy distintas maneras tanto por los sectores de derecha
como de izquierda. Hay que aceptar la realidad, pero al mismo tiempo encontrar
fórmulas de prevención.
El documento de trabajo del Comité de la Internacional Socialista de Política
Económica, Desarrollo y Medio Ambiente de fines de abril de 1996, afirma que la
“globalización es la tendencia más importante de la economía mundial”, pero que
se hace necesario evitar la vía ultraliberal, sin reglas o preocupaciones sociales o
ambientales, que globalizará la pobreza, tanto en los países en vías de desarrollo
como en los países desarrollados y uniformará los derechos sociales hacia niveles más
bajos y provocará efectos negativos sobre el medio ambientey la propagación de la
exclusión social. Sostiene además que se debe trabajar en una reforma profunda de
las instituciones internacionales, tanto de las establecidas en el tratado de BrettonWoods, como en las normas e instrucciones de la Organización Internacional
del Comercio (antes GATT) de modo que permitan un más justo funcionamiento del
sistema comercial. Igualmente, reconoce que es crucial mejorar el nivel de vida no
solamente por razones políticas sino, además, por consideraciones económicas
y sociales, temas éstos que requieren un enfoque de cooperación, “puesto que la
globalización ha reducido enormemente la efectividad de la política económica”.
También reclama un “nuevo sistema de responsabilidad colectiva” para luchar contra
“dogmas económicos reciclados y obsoletos”, a fin de impedir que “corporaciones
multinacionales y burócratas anónimos de las organizaciones internacionales influyentes —libres del peso de cualquier responsabilidad democrática— sigan tomando
decisiones que afecten directamente las vidas y el bienestar de millones de personas
en todo el mundo”.
El Comité de la Internacional Socialista para América Latina y el Caribe (SICLAC), coincide con los citados conceptos del documento y además desea enfatizar
la necesidad de promover la solidaridad en el cambio global, como se sostuvo en la
reunión del Consejo de Oslo.
176
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
En la región latinoamericana y caribeña es de total evidencia que las fuerzas
globalizadoras han limitado al extremo la capacidad de decisión nacional y aumentado las desigualdades en un contexto de desregulación de mercados y movilidad
financiera especulativa de dimensión descomunal que ha provocado la supresión
de programas sociales y acrecentado la exclusión.
Es indudable que también se produjo un crecimiento de la deuda y que los organismos internacionales de crédito continúan efectuando préstamos condicionados
a la introducción de cambios regresivos en las políticas sociales y económicas.
El subdesarrollo global está conduciendo a la pérdida de la paz social en muchos países, a menos que se adopten medidas tendientes a mejorar las condiciones
comerciales, o reducir la deuda, o transferir conocimientos. Si esto no ocurre, las
empresas financieras e industriales concentrarán un increíble poder de decisión
sobre el futuro de millones de personas.
Es imprescindible advertir la inmoral contradicción existente entre el avance del
proceso de globalización y la naturaleza explosiva de los problemas sociales que se
generan en las regiones latinoamericanas y caribeñas, que pueden derivar en serios
procesos de deslegitimación, porque pretende regir también las propias misiones
esenciales del Estado, como la educación, la salud y hasta el funcionamiento de las
instituciones.
Los países más desarrollados, mientras tanto, hablan de abrir las economías latinoamericanas y caribeñas, pero cuando les conviene atacan los propios mecanismos
del mercado que proclaman y aparecen nuevas formas de proteccionismo, restricciones a la transferencia de conocimientos cada vez más agresivas y el bilateralismo,
utilizado para excluir a competidores.
En general, la democracia supo imponerse sobre los excesos de un capitalismo
salvaje: combatió el monopolio y procuró evitar la explotación de los trabajadores.
Actualmente, muchos de los gobiernos latinoamericanos y caribeños están inhibidos
por los excesos de la globalización: los capitales financieros esquivan la regulación
estatal, se pronuncia la tendencia hacia la oligopolización, se escapa a la legislación
social y se produce una extraordinaria regresión en los sistemas de relaciones laborales; crece desmesuradamente el desempleo, desaparece la ética de la solidaridad,
mientras aumenta la marginalidad.
Incluso el Centro de Desarrollo de la OCDE afirma que la globalización financiera es la causa principal “del debilitamiento de las políticas económicas nacionales
respecto a los otros gobiernos, pero especialmente frente al mercado global... Este
fenómeno ha debilitado la capacidad de los Bancos centrales de administrar las tasas
de cambio así como la posibilidad de hacer efectiva la autonomía monetaria y la
DOCUMENTOS ANEXOS
177
política fiscal de los gobiernos. Los Estados ven erosionarse la base de imposición
de los impuestos a las ganancias, y los sistemas fiscales reposan cada vez más en el
trabajo y el consumo.”
En cuanto a las inversiones extranjeras, que son necesarias para hacer crecer las
economías y disminuir la desocupación, en el mundo globalizado buscan radicarse
donde tengan que pagar menores salarios e impuestos, intención que terminan por
sufrir los propios países centrales.
De todos modos, se observa que el poder real ya no está en las empresas, sino en
los mercados financieros. Ni siquiera en la autoridad política, cada vez más controlada por el capital especulativo.
La globalización produce un verdadero cambio epocal. Poco a poco, o de manera
repentina, los principios del mercado y del consumismo comienzan a actuar sobre
las mentes y los corazones de los pueblos. De pronto se advierte que se trata de una
batalla cultural.
El imperialismo dejó de depender de decisiones nacionales, para basarse en las
decisiones empresariales principalmente financieras que determinan sus propias
políticas transnacionales. En la misma medida en que la globalización redefine y subordina a los estados nacionales, incluso a los más fuertes, el imperialismo es recreado
sobre nuevas bases y con distintas formas. A los estados se les imponen las empresas
transnacionales, que se han transformado en estructuras mundiales de poder.
En cada país, en cada sociedad, no importa cuáles fueran los indicadores de su
desarrollo, las situaciones concretas que más preocupan, los desafíos inmediatos que
se presentan, parece repetirse en distintas formas este antagonismo finisecular entre
dos perspectivas, en apariencia opuestas y en el fondo semejantes: adaptarse rápidamente a las condiciones exigidas por la mundialización de los mercados y despedirse
de las escalas nacionales o volver a las comunidades primigenias, las identidades
étnicas, regionales o religiosas para defender lo que se siente amenazado.
Se trata de una de las más peligrosas trampas que deja el ciclo de crisis del Estado
de bienestar y la respuesta neoconservadora a dicha crisis. Quienes cantan loas
al dios Mercado y quienes lo hacen a la patria irredenta, al caudillo providencial o al
paternalismo feudal entonan las mismas estrofas milenaristas, se realimentan unos
a otros y obstruyen las oportunidades reales de reconstituir el campo de las grandes coaliciones renovadoras y reformistas que intentan avanzar en una orientación
integradora y anticiparse a los graves y desgarradores conflictos actuales.
Algo de este fenómeno bifronte está impregnando actualmente la cultura política de la gobernabilidad en tiempos difíciles para América Latina conjugando en
un mismo discurso y —lo que es peor— en un mismo ejercicio del poder, formas
178
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
autoritarias de mercado; regresión de las relaciones políticas y modernización de
las pautas de producción y consumo; “decisionismo” personalista en el manejo de
las instituciones y desmantelamiento de todos los instrumentos de intervención
pública en el campo social.
La globalización podría ser un proceso irrefrenable de transformación del capitalismo, diversificación y multipolarización de los sistemas de producción, aceleración
de los cambios producidos por la revolución científico tecnológica y el poder de las
comunicaciones. Pero, por el contrario, se ha convertido en la consagración de un sistema mundial autorregulado, sostenido sobre un circuito financiero virtual de miles
de millones de dólares informatizados y gobernado desde un puñado de oficinas.
Así, la política de cada país se reduce a cenizas o malezas perturbadoras, cuando va
más allá de la administración supervisada de las cuentas fiscales.
Haber adoptado esta última perspectiva, resignada o entusiastamente, ha llevado
precisamente a los atolladeros que actualmente se viven, a que la globalización no
pueda sino verse como una amenaza o como una estructura de poder monolítica
que se impone implacablemente.
En la defensa de la identidad adquiere relevancia el problema económico. Los
pueblos de Estados Unidos y Europa Occidental saben hasta qué punto la continuidad
de sus sistemas democráticos se afianzó a raíz del desarrollo y la prosperidad.
Inversamente, en América Latina y el Caribe tempranamente se conoce que la
democracia tropieza con enormes dificultades para sobrevivir en sociedades signadas
por las crisis, el subdesarrollo, y la marginación.
Con el advenimiento de la globalización y el predominio de la economía de
mercado, es necesario y urgente reconocer los problemas particulares que afrontan los países más pequeños, para que ellos se beneficien de las oportunidades
que pudieren resultar del crecimiento en la economía mundial. Estos problemas
particulares incluyen, entre otros, y además de las consecuencias imprevistas del
sistema económico global, la vulnerabilidad al crimen, que ahora está organizado
globalmente, y que involucra al tráfico ilegal de armas y de drogas, lo que atenta
contra la democracia, la estabilidad social y las relaciones comunitarias; la vulnerabilidad a los desastres naturales que destruyen la infraestructura crítica, tanto
social como económica.
No es fácil preservar los valores democráticos cuando vastos sectores no integran
el mercado, cuando la miseria despoja de su dignidad a los seres humanos, cuando
la ausencia de opciones quita sentido a su libertad, cuando la ignorancia hace difícil
valorar el respeto al disenso.
Constituye una amarga paradoja que las democracias avanzadas que alientan a
DOCUMENTOS ANEXOS
179
consolidar las instituciones latinoamericanas y caribeñas sean las mismas que las
castigan discriminándolas comercialmente.
Marginados comercialmente, también quedarán apartadas de las corrientes
financieras indispensables para generar recursos que se canalicen hacia la inversión, la promoción del desarrollo y la resolución del problema de la deuda
externa.
El Comité de la Internacional Socialista para América Latina y el Caribe (SICLAC)
sostiene que así como en el interior de los estados nacionales la protección de los más
débiles se logra a través de la vigencia plena del Estado de Derecho, en las relaciones
internacionales la protección efectiva de los países menos poderosos se logra por la
vigencia irrestricta del Derecho internacional.
Trabajar para fundar un orden internacional basado principalmente en el Derecho, más que en el equilibrio de fuerzas, se hace necesario potenciar y extender
el multilateralismo, tanto en el terreno estrictamente político como económico. En
todos los foros, se debe trabajar intensamente por la convivencia cooperativa de
naciones libres e iguales.
SICLAC sostiene la necesidad de una integración regional. La integración por
bloques económicos supone mercados ampliados, que aún con sus dificultades,
ayudarán a superar la profunda crisis estructural por la que atraviesan las economías
latinoamericanas y caribeñas, propiciando corrientes de auténticas inversiones y
posibilidades de producción a escala mayor.
La crisis del Estado, demanda producir cambios y modificaciones en el papel del
propio Estado para lograr el cumplimiento de sus fines esenciales. Es el tiempo de
los grandes espacios regionales donde el desarrollo económico depende cada vez
menos de un país en particular y cada vez más de la integración regional, que, de
paso, sirve para evitar los efectos negativos de especulaciones financieras impulsadas
por la globalización.
Uno de estos propósitos debe ser el compromiso de cada Estado de promover y
sostener la práctica de buen gobierno al interior de sus propios países, así como una
efectiva administración de la economía.
Es necesario crear en las respectivas regiones un sistema que facilite la integración, sobre la base de la indispensable democratización general: compatibilización
cambiaria, intercambio comercial libre, conjunto de normas jurídicas compartidas, y
una voluntad común de fijar las reglas de juego de acuerdo a los propios intereses sin
aspiraciones hegemónicas y sin falsas competencias, fortaleciendo el establecimiento
de bases políticas sólidas de integración.
Una dificultad adicional plantea el tema de la deuda externa, sin cuya definición
180
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
será más difícil generar políticas económicas con reglas de juego más claras. El Consejo
de la Internacional Socialista celebrado en Bruselas decidió realizar una campaña en
pro de la condonación de la deuda externa a los países más pobres. SICLAC afirma que
en el caso de los países de desarrollo intermedio, es preciso encontrar metodologías
que permitan un cumplimiento compatible con su desarrollo.
Es cierto que el comunismo es un programa sin futuro. Pero también es un
programa sin futuro cualquiera que se base en el egoísmo y la injusticia, que irremediablemente origina una crisis moral generadora de distintos procesos de disolución
social.
SICLAC considera que es prioritario lograr en todos los sectores la creación del
empleo productivo y estable, así como que es una obligación indelegable del Estado
garantizar los beneficios de la seguridad social.
Finalmente, reitera que puede haber otra versión de la globalización, por la que
va a trabajar. Si se le incorpora la idea de la solidaridad, lo que hasta ahora no se
advierte, puede significar un aumento de la eficiencia y de la producción y, si el
esfuerzo fuera fundamentalmente ético, hasta de la justicia, desechando las ideas y
la lógica de la marginación, las desigualdades, la exclusión social y el desarrollo no
sustentable.
Para lograrlo, advierte que rechaza el miedo a estar en contra de la corriente
política prevaleciente, de modo de no transigir en sus convicciones ni olvidar sus
principios: el único pez que va siempre a favor de la corriente, es el pez muerto.
SICLAC reitera que se enfrentan serios problemas de penuria económica. No
ignora que es esencial la estabilidad económica. Pero el gran desafío es crecer con
equidad.
DEFENDIENDO Y FORTALECIENDO LA DEMOCRACIA: EL COMPROMISO SOCIALDEMOCRATA
La primera condición para ser una democracia es ser un Estado, que presupone la
idea de autodeterminación que se proyecta a la dimensión internacional. Nunca
será posible que una sociedad concrete una democracia si se encuentra dominada
o controlada desde el extranjero, donde en última instancia se toman las decisiones
importantes vinculadas a su propio interés, incluso las relacionadas con la identidad
nacional y cultural.
En nuestro presente no resulta sencillo definir los significados de la independencia
y de la soberanía. Luego de la gran tarea de descolonización, comienzan a imponerse
nuevas formas de dependencia que parecen generar una organización mundial desde
DOCUMENTOS ANEXOS
181
la que no se avizoran sino nuevas y cada vez más insoportables exigencias para los
miembros más débiles del sistema internacional. Sus secuelas son bien conocidas:
la reducción de la independencia política de los menos poderosos y un orden económico crecientemente injusto.
Así, la inviolabilidad de los derechos civiles en el orden doméstico de los países
centrales, no siempre se proyecta al orden internacional en el respeto de los derechos
de los pueblos a la autodeterminación. La prédica igualitaria en el mensaje interno
no se prolonga en la versión externa de la igualdad de los estados y del consecuente
respeto a sus soberanías.
SICLAC aspira a que las convicciones que alientan la lucha socialdemócrata no
se paralice en las fronteras de ningún país, de modo que todos se comprometan a
bregar por la justicia universal, en tiempos en que la insensatez, que tiende a dominar el escenario internacional, se manifiesta crudamente en la situación económica
mundial, que acentúa la brecha que separa a un centro cada vez más poderoso de
una periferia cada vez más empobrecida.
Pero, por otra parte, así como no hay democracia sin independencia nacional, no
hay independencia real mientras no exista un control efectivo del Estado sobre los
problemas internos de los países, que suele debilitarse y hasta perderse como consecuencia de intereses ajenos a los de las mayorías. Siempre se supo que no alcanzaban
las libertades negativas, así llamadas porque protegían al ciudadano frente al Estado.
El problema es que tienden a desaparecer las libertades positivas protectoras de los
derechos sociales.
Frente a quienes insisten en el uso del concepto de sociedad civil, se hace destacar que la acepción que prefiere el neoconservadurismo es sinónimo de una esfera
no estatal, garantizada legalmente para evitar la intromisión del Estado; pero, eso
sí, dominada por el poder económico y, en los países periféricos, por las familias
tradicionales. Un dominio, éste, al que “naturalizan” consagrando un estatuto de
las desigualdades sociales. El neoconservadurismo quiere el tipo de libertad que
mantendrá las desigualdades existentes y —si las condiciones sociales y la acción
política lo permiten— reinstaurar las desigualdades eliminadas por un siglo de
reformas sociales. Habría un campo vedado o agotado, para la política, la que no
podría ya traspasar ciertos límites. Para los que creen que la política es, al menos
antes que nada, deliberación, la idea se presenta como absurda. La sociedad apolítica
no sería una deformación producto de la extensión de actitudes anómicas, apáticas,
egoístas o, simplemente, negligentes sino algo por lo que vale la pena luchar, una
conquista a realizar.
Pero esta observación no implica que no sea positiva la aparición de las más
182
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
diversas organizaciones intermedias que siempre generan importantes y diversas
formas de participación. Frente a ellas, los partidos políticos deben tener una actitud
cooperativa, evitando la competitiva, aun cuando deben procurar que se entienda
que las auténticas soluciones nacionales deben estar vinculadas a análisis multidisciplinarios que a veces reclaman consensos, incluso entre esos tipos de movimientos.
Por lo demás, SICLAC, otorga una importancia fundamental al denominado Tercer
Sector de la economía, que además de las ONG comprende a cooperativas, mutuales
y al voluntariado en general insustituibles en la generalización de una práctica solidaria y en la lucha contra la desocupación.
La situación se ha tornado inviable para una gran parte de los pueblos y el problema abarca al proletariado y a la clase media, mientras se dificulta la redistribución
y aumenta en forma alarmante la desocupación y la deuda.
Hoy existe la necesidad de ampliar el concepto de ciudadanía a través del reconocimiento del derecho a la inclusión, basado en la idea de inserción e integración
social. Esto implica vincular derechos sociales con obligaciones morales, experimentar nuevas formas de oferta de trabajo; perfeccionar los sistemas educacionales y de
formación profesional y desarrollar un espacio intermedio entre empleo asalariado
y actividad social, cuyo objetivo debe ser combatir la exclusión, que elimina la autoestima e imposibilita la participación. Así se alejará el peligro del populismo, grave
deformación de la democracia, producto de sus fallas y de sus límites, instrumento útil
para movilizar demagógica y engañosamente a sectores desposeídos y postergados,
y que siempre, desde el punto de vista de la libertad, constituye una regresión.
SICLAC proclama que el derecho a las libertades individuales es una trampa si deja
de preocupar la igualdad. Igualdad política que supone distribución económica y
distribución del conocimiento. No es posible separar la libertad de la igualdad. El
dogmatismo de las teorías neoliberales está en pensar que sí lo es y en sostener que
ambas son contradictorias y excluyentes. Sin embargo, bien se sabe —y se sabe porque
no deja de recordarlo la realidad—, que no basta proclamar y asegurar constitucionalmente y con leyes positivas, la libertad civil y política de los ciudadanos. SICLAC
sabe que ese reconocimiento puede ser sólo formal, ya que el uso que puede hacer de
ella el marginado y desposeído no es el mismo que le es dado al ciudadano satisfecho.
Es cierto que hace falta un buen número de libertades negativas para poder ejercer
positivamente la libertad, así como proteger del despotismo o la arbitrariedad, pero
esa garantía no es suficiente. Sin educación, sin salud, sin trabajo, sin todo aquello
que hace de una persona una persona normal, es muy difícil gozar de la libertad.
De esto se deriva una importante conclusión ética: las oportunidades para alcanzar tales bienes tienen que distribuirse equitativamente entre ellas, por lo que el
DOCUMENTOS ANEXOS
183
proceso democrático adquiere la extraordinaria importancia de ser un requisito de
la justicia distributiva.
Por otra parte, la participación que genera impulsa procesos que promueven
virtudes ciudadanas que siempre han sido consideradas indispensables para el establecimiento de un buen sistema político.
SICLAC destaca la relación existente entre libertad de expresión y participación,
puesto que hace a su naturaleza que las decisiones colectivas se tomen en el marco
de un amplio debate y discusión públicos, lo que lleva a una concepción más
amplia de la libertad de expresión, que muestra dos dimensiones: una negativa
y otra positiva. En función de la primera debe prohibirse toda acción que la menoscabe, como por ejemplo la censura, la clausura de medios, la persecución de
periodistas o presiones de cualquier tipo. Su correlato es la obligación de difundir
información veraz y objetiva, sin perjuicio del respeto a la libertad de opinión del
emisor. La segunda importa una acción positiva del Estado tendiente a procurar la
mayor pluralidad posible en materia de información. El derecho a la información
comprende el de investigar, recibir y difundir información y opiniones a través de
las distintas clases de medios.
SICLAC coincide con quienes sostienen que una comunicación monopólica u
oligopólica es propia del autoritarismo, mientras que una circulación múltiple de
la información es un instrumento indispensable de la democracia, así como que un
adecuado equilibrio entre los medios comerciales, comunitarios y gubernamentales
satisfaría el requerimiento de una discusión más libre y racional y evitaría que por
su omisión se fortalezcan los intereses alejados de las ideas mayoritarias.
El sentido de la responsabilidad implica la voluntad de participación, que es un
movimiento destinado a agrandar los espacios de libertad, de bienestar y de relación
humana. No puede ser impuesto desde factores externos a la vida misma de los que
participan, pero necesita del estímulo y del apoyo del conjunto de las instituciones
públicas y privadas.
Es un movimiento que provoca cambios en la mentalidad colectiva y, consecuentemente, en las instituciones. Estos cambios están dirigidos a promover la integración
de los ciudadanos entre sí, así como entre éstos y sus organismos representativos y a
recuperar la solidaridad y el sentido de unión nacional.
El concepto de esta democracia participativa representa una extensión e intensificación del concepto moderno de democracia, y no se contrapone en modo
alguno al de democracia. Toda democracia es formal, en tanto implica normas y
reglas para contener, delimitar y organizar la actividad política y el funcionamiento
de las instituciones del Estado y de la sociedad. Y toda democracia, por definición,
184
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
implica también la participación de la ciudadanía en las decisiones políticas. Hay
que recordar que en Atenas, quien no participaba activamente en los problemas
de la ciudad era considerado un idiota. Del mismo modo, un pueblo que ya no
quiere nada, que ignora lo que quiere y que no es capaz ya de desear, se convierte
en un pueblo pronto a abrazar cualquier ideología. La crisis social estriba en esa
potencialidad.
SICLAC insiste en que la democracia se afirma sobre dos pilares: libertad e igualdad. Está de acuerdo con quienes sostienen que la igualdad se basa en mecanismos
de redistribución que logren efectivizar una reasignación permanente de los bienes
primarios e igual acceso a los servicios colectivos: vivienda, educación, salud, etcétera;
así como con quienes afirman que si bien existe la justicia como valor absoluto, el
contenido de la ética social, o sea, el conjunto de valores que privilegia una sociedad determinada, que varía según las circunstancias, se concreta en la ley, que debe
expresarlos. Y el hecho de que la ley concrete esos valores, supone la existencia de la
democracia y el Derecho que ella crea abre un camino reformista hacia el socialismo
democrático al construir la legalidad que expresa los deseos de la sociedad y recibir
de ella la correspondiente legitimidad.
SICLAC cree que, en última instancia, la injusticia social y la necesaria transformación de las estructuras económicas y sociales, se debe a desajustes morales: egoísmo,
avaricia, falta de amor en el hombre, cuya reforma no podrá ser hecha sino a través
de la educación, que promueva una moral austera, tolerancia, honestidad intelectual,
sentido de responsabilidad, dignidad y fundamentalmente la comprensión del valor
sagrado de la persona. El reordenamiento democrático precisa del concurso de todos
desde su lugar de trabajo y desde su respectivo grado de responsabilidad para hallar
marcos de acción común tanto en la distribución de los recursos como en la generación
de los mismos. Reglas de convivencia, valores consensualmente aceptados, cursos
de acción compartidos, hacen a la esencia de esta actual etapa forjadora, con miras
a un horizonte abierto que ya se vislumbra, pero demasiado lejanamente.
El llamado a una convergencia de fuerzas políticas y a la concertación de fuerzas
sociales en el marco de un pacto democrático fundante de esta nueva etapa no hace
más que interpretar el anhelo y las expectativas centradas por los pueblos en este
momento histórico. Para encarar estos desafíos se precisa una nueva capacidad colectiva de cooperación y participación, dispuesta a remover antiguas taras, estructuras
injustas y comportamientos caducos. Hacen falta transformaciones profundas y
SICLAC está dispuesto a llevarlas adelante, con la voluntad popular decidida a realizarlas y consolidarlas.
El sistema representativo hace que no haya democracia sin partidos, sin actores
DOCUMENTOS ANEXOS
185
propiamente políticos. Se ha dicho que los acuerdos entre distintos partidos,
diluyen los aspectos más “innegociables” de cada uno, o que los llevan a una
actitud centrista. SICLAC piensa, no obstante, que los acuerdos interpartidarios
comienzan a hacerse necesarios, para adquirir la eficacia imprescindible a fin de
defender los componentes democráticos de la institucionalidad, sobrepasados por
la influencia de los sectores económicos más importantes y por los medios masivos
de difusión que se ponen a su servicio. Esto, por supuesto, está referido a lo que comúnmente se denominan partidos “progresistas”, vocablo sin duda ambiguo, pero
suficientemente expresivo de lo que se intenta decir aquí, puesto que los ubicados
en la derecha se acomodan con más plasticidad a la nueva situación, mientras otros
adoptan formulaciones híbridas de populismo o “qualunquismo”.
SICLAC reitera que su concepción de una sociedad justa, pensada como alternativa
a la crisis, supone un pacto social que se articula a través de la proyección de dos
principios: el de la libertad y el de la igualdad. En este sentido, es necesario tener
presente que el valor de la libertad depende de cómo ella está distribuida y que el
valor de la igualdad depende de qué es lo que se distribuye en forma igualitaria. Por
un lado, todos tienen el mismo derecho a gozar efectivamente de la libertad; por otro,
la distribución igualitaria debe comprender todos aquellos recursos necesarios para
el ejercicio pleno de la libertad. De este modo, la aparente tensión entre libertad e
igualdad se supera a través de una distribución igualitaria de la libertad.
Este es el núcleo de una ética de la solidaridad. La libertad equitativamente distribuida implica el deber de mejorar la situación de los menos favorecidos. Supone
además, un enfoque amplio de los derechos humanos. Ellos se violan no sólo por
agresiones directas sino también por la omisión de proporcionar los recursos para
una vida digna y autónoma. SICLAC coincide con quienes señalan la imposibilidad
de compatibilizar la igualdad con una concepción económica que impulsa cada vez
mayores desigualdades.
En muchos aspectos, cualquier sociedad ha sido y hasta cierto punto continúa
siendo una sociedad fuertemente influida por el egoísmo de sus clases dirigentes;
incluso un cierto pensamiento individualista cree aún que la armonía social es posible
fomentando ese egoísmo. Ese egoísmo ha debilitado la solidaridad social, generando
situaciones de desamparo y miedo que han hecho a las personas particularmente
permeables a las pseudosoluciones mesiánicas —populistas y otras—, en las que el
individuo aislado busca una instancia en la cual reconocerse y bajo la cual protegerse.
El egoísmo ha sido así caldo de cultivo tanto del autoritarismo pseudoliberal como
del mesianismo populista. Contra esos callejones sin salida se impone afirmar una
ética de la solidaridad, que procure poner de relieve la armonía de la innovación,
186
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
desvirtuada tantas veces por el egoísmo.
SICLAC entiende que una ética de la solidaridad implica que la sociedad sea mirada
desde el punto de vista de quien está en desventaja en la distribución de talentos y riquezas. En una sociedad con creciente complejidad, donde chocan múltiples intereses
y en la que han caducado los mecanismos corporativos de relación social, es preciso
imaginar y construir un sistema de equidad social en la organización democrática
de la sociedad y de igualdad en la búsqueda de la realización personal.
Es aquí donde acude a la idea del pacto democrático, esto es, de un acuerdo que
al tiempo que salvaguarde la autonomía de los sujetos sociales, defina un marco
compartido en el interior del cual los conflictos puedan procesarse y resolverse y las
diferencias coexistan en un plano de tolerancia mutua. Para presentar una versión
válida del pacto democrático efectivamente conciliable con una ética de la solidaridad
es necesario enriquecer y, por lo tanto, redefinir la noción tradicional de ciudadano
—o de ciudadanía—, reconociendo que ella abarca, además de la igualdad jurídico
política formal, otros muchos aspectos, conectados con el ser y el tener de los hombres, es decir, con la repartición natural de las capacidades y con la repartición
social de los recursos. Es claro, hay una distribución natural desigual. Hay, asimismo, una distribución social e histórica desigual de riquezas, estatus y réditos. Esas
desigualdades acarrean consecuencias que son incoherentes o contradictorias con
el hecho de reconocer a cada ciudadano como miembro con igual dignidad en el
seno de la cooperación social.
Este reconocimiento amplía el significado de los derechos humanos, que no sólo
son violados por las interferencias activas contra la vida, la libertad y los bienes de
las personas sino también por la omisión al no ofrecer las oportunidades y recursos
necesarios para alcanzar una vida digna. Un pacto democrático basado en esa ética
de la solidaridad supone la decidida voluntad de que esté sustentado en condiciones que aseguren la mayor justicia social posible y, consecuentemente, reconoce la
necesidad de apoyo a los más desfavorecidos.
SICLAC propugna una indispensable modernización que esté en concordancia con
las premisas y condiciones del proyecto de sociedad que propone. Quiere poner en
marcha un proceso modernizador tal que tienda progresivamente a incrementar el
bienestar general, de modo que la sociedad en su conjunto pueda beneficiarse de
sus frutos.
Una modernización que se piense y se practique pura y exclusivamente como
un modo de reducir costos, de preservar competitividad y de acrecentar ganancias
es una modernización estrecha en su concepción y, además, socialmente injusta,
puesto que deja por completo de lado las consecuencias que los cambios introdu-
DOCUMENTOS ANEXOS
187
cidos por ella acarrearán respecto del bienestar de quienes trabajan y de la sociedad
en su conjunto.
Frente a una modernización, que se basa en el refuerzo de los poderes privados,
y otra, que se basa en el refuerzo de los poderes del Estado, la modernización en
democracia y en solidaridad supone reforzar los poderes de la sociedad, autónomamente constituidos.
Descentralizar el funcionamiento del Estado significa al mismo tiempo abrirlo
a formas de participación que serán tanto más consistentes cuanto mayor sea su
grado de desconcentración. Descentralizar es un movimiento no sólo centrífugo
sino también descendente, que baja la administración estatal a niveles que pueden
reservar a las organizaciones sociales intermedias un papel impensable en un sistema
de alta concentración.
Esto permite que los ciudadanos participen de decisiones que los afectan en
instituciones inmediatas a su propia esfera de acción. En la medida en que esas
instituciones tengan poder efectivo, esta participación no será un mero ejercicio
cívico sino que tendrá efectos importantes para la vida de los individuos, que asumirán con más profundidad su papel de actores y —por lo tanto— de custodios
del sistema democrático.
La democracia es, en definitiva, la lucha permanente por la extensión y profundización de los derechos humanos, y en este momento particular de la historia,
cuando se inicia una nueva etapa en la organización del trabajo colectivo, signada
por la incorporación de tecnologías que modifican de cuajo métodos y estructuras
vigentes en los siglos anteriores, deberá ser también la regla de convivencia entre los
distintos pueblos y regiones del mundo.
No podrá haber democracia sólida y duradera para cada sociedad en particular
si la organización política y económica internacional no se rige por los mismos
principios y valores. La coexistencia de pueblos ricos y pueblos pobres, de pueblos
organizados libremente y de pueblos sometidos al autoritarismo es incompatible
con el funcionamiento de una sociedad internacional pacífica y armónica, una sociedad que ya los mecanismos de interrelación económica y los modernos sistemas
de comunicación han convertido en realidad inapelable. Esa sociedad internacional,
que comprende por primera vez en la historia al conjunto de la humanidad, interrelacionada e interdependiente de una manera tan global e irreversible, debe ser
también una sociedad solidaria.
Si la defensa de los derechos humanos implica no sólo la oposición a las interferencias activas en perjuicio de la vida, la libertad y la integridad de los individuos,
sino también la disponibilidad de recursos y oportunidades para que ellos puedan
188
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
desplegar al máximo sus capacidades, las relaciones entre los pueblos no pueden
ni deben basarse sobre una desigual distribución de recursos y oportunidades para
su desarrollo. El actual orden económico internacional, en tanto traba o limita el
crecimiento de tantos pueblos de la Tierra, es un orden que poco se compadece con
los derechos humanos y con los ideales de la gran revolución democrática en la que
nos hallamos enrolados.
SICLAC reafirma su utopía: desea una democracia en la que todos posean los medios indispensables para accionar políticamente en un nivel tolerable de igualdad,
garantizando a todos ciertos derechos, oportunidades y obligaciones necesarias
para que exista.
Lo que quiere construir y proteger se define por ser un Estado Soberano, un Estado
de Derecho que respeta la división de poderes; que protege a los hombres y mujeres
que habitan la tierra; que garantiza la posibilidad de la alternancia; que tenga en
cuenta la diversidad y pluralidad propia de una sociedad moderna, que reconozca y
trabaje sobre las condiciones que generan y profundizan las desigualdades y exclusiones. Que sepa que si niega la diversidad pervierte autoritariamente a la democracia;
si niega o especula mezquinamente con la existencia de desigualdades, exclusiones e
injusticias, se queda sólo con la cáscara democrática de las instituciones.
Así concebida, la sociedad es el cimiento sobre el cual se debe construir y fortalecer la libertad, la igualdad y las reformas económicas. Porque una sociedad es
una comunidad de hombres y mujeres respetados y que respetan a los demás; que
son ciudadanos porque son capaces de expresar su voluntad y asociarse para ello.
La ciudadanía no es una condición pasiva, es una oportunidad, una posibilidad
de llevar una vida activa, plena de participación y responsabilidad en el proceso
político, en el mercado laboral y en la sociedad. Las mujeres y hombres de nuestras
regiones que trabajan, viven, sufren y sueñan en ella tienen, como ciudadanos, un
papel fundamental para cumplir en la consolidación de la incipiente democracia;
pero necesitan ver esa democracia más de cerca, encarnada en sus experiencias de
cada día, en la calidad material y espiritual de sus vidas, en sus relaciones cara a cara
con los demás, en el trabajo y en el reposo; en la plaza pública, en la inmediatez de
la calle que día a día recorren, del barrio que los alberga, en la cotidiana y a menudo
olvidada vivencia de lo cercano y lo familiar. Por eso la democracia amplia, profunda y participativa que se quiere, tendrá que ser una democracia vivida y ejercida
diariamente por todos.
DOCUMENTOS ANEXOS
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RESOLUCIÓN DE LA REUNIÓN DEL COMITÉ DE LA INTERNACIONAL SOCIALISTA PARA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE, SICLAC
BUENOS AIRES, 11-12 DE JUNIO DE 2001
HACIA LA PROFUNDIZACIÓN DE LA DEMOCRACIA
En sus dos documentos aprobados en la reunión de Jamaica, el Comité de la Internacional Socialista para América Latina se ocupó de la necesidad de promover la
solidaridad en el cambio global y del compromiso socialdemócrata para defender
la democracia.
En la presente reunión ha querido considerar el tema de la profundización de
la democracia, a través del análisis de políticas y estrategias comunes para asegurar
una sociedad de oportunidades para todos que garantice la paz y la seguridad. Ellas
están vinculadas a los temas que vamos a considerar de inmediato.
El Estado
Dos premisas definen la posibilidad de ser un Estado: la autodeterminación en el
orden internacional y su autonomía en el campo interno que permita el ejercicio
pleno de la capacidad de decidir sobre las prioridades nacionales y sobre las políticas
y estrategias para su realización. Este es el sentido contemporáneo de la soberanía
nacional.
No es solamente un aparato de gobierno: engloba el conjunto del campo institucional, es decir a las propias instituciones que lo estructuran y tienen el poder de
decidir en su nombre, principal o secundariamente, y a la colectividad gobernada,
porque el poder y la sociedad son indisolubles.
Históricamente, la aceptación del Estado fue ganando un consenso muy generalizado: lo rechazaba el anarquismo radical, pero incluso distintas concepciones
marxistas admitieron las posibilidades que brindaba para las reivindicaciones populares, aun cuando se repudiaba la contradicción entre la proclamación de principios
vinculados a la libertad y la justicia y la explotación inhumana en las concepciones
económicas.
Por supuesto, hubo alertas sobre la dominación del Estado por la burocracia,
la necesidad de fortalecer al Parlamento como única forma de lograr su control y
acerca de la necesidad de evitar que la clase burguesa absorbiera toda la sociedad,
asimilándola a su nivel cultural y económico, deformando así la función estatal
DOCUMENTOS ANEXOS
191
para justificar y mantener su dominio mediante la aceptación de sus tesis por parte
de los grupos subordinados.
Actualmente, pareciera que los “grupos subordinados”, enfrentan un nuevo
proceso en el que los “grupos dominantes” ya no se preocupan por obtener ciertos
equilibrios que hicieran tolerable su hegemonía, sino que procuran, en las tesis de
moda, debilitar al Estado hasta el punto de convertirlo en gerente de sus propios
intereses y lograr que deserte del cumplimiento de sus misiones esenciales.
A dos décadas del inicio del generalizado proceso de restauración democrática
en América latina, encontramos hoy a la región sumida en complejos problemas
que, lejos de resolverse, se están acentuando preocupantemente. El principal es el
de la marginación y la pobreza: millones de hombres, mujeres y niños viven en un
estado de miseria que los empuja cada vez más afuera del sistema y los transforma
en una masa humana privada de los más elementales derechos que debe ofrecer la
democracia.
Las conquistas sociales que permitieron dignificar el trabajo humano y otorgaron
a los ciudadanos la posibilidad de vivir de su tarea y, a la vez, sentirse miembros de un
proyecto nacional con un futuro previsible, han sido avasalladas en distintos países del
continente bajo la consigna de “un Estado mínimo”. Así, el Estado -que efectivamente
era ineficiente- se ha convertido en un Estado irresponsable. Irresponsable con los
pobres, con los enfermos, con los ignorantes, con los marginados, con los ancianos
y con los chicos. Enflaquecido por el neoliberalismo, el Estado ha quedado a merced
de poderes fácticos que le imponen sus condiciones sectoriales y que terminan devorándolo. Si antes era un Estado obeso, ahora es un Estado indefenso.
El fundamento ideológico del neoliberalismo es que éste es un paso necesario
para alcanzar el crecimiento económico y finalmente el bienestar general. Como si se
tratara de leyes económicas naturales, inamovibles, que no se pueden modificar.
Pero someter el presente o el futuro previsible a fines tan distantes como improbables, conduce inevitablemente a formas crueles de sacrificio humano que más tarde
o más temprano van a terminar con la paz social. Una sociedad está constituida por
eslabones de solidaridad, integración, creatividad, pluralismo, conocimiento y otros
valores que no pueden ser vulnerados sin correr el grave riesgo de la desintegración
social, que no es otra cosa que la pérdida de pertenencia a una sociedad, a su cultura
y a su propio tiempo.
Hace también a una concepción ética convenir en que el Estado debe proteger al
individuo contra la coacción del poder económico y a la sociedad contra la coacción
de las masas si su accionar supera la legalidad. Es la protección frente a los fundamentalismos, frente a los extremismos, frente a los populismos.
192
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
El “Estado mínimo” fue presentado en sociedad como un ejemplo de eficiencia,
antiburocratismo y progreso, el fundamentalismo economicista eliminó de un
plumazo aquellos derechos y dejó inermes a millones de personas que sólo aspiraban a vivir con dignidad, vale decir, a alimentarse, a educarse, a tener una vivienda
y garantía para su salud. El bien común, como valor intrínseco de la democracia,
fue abatido por un dios pagano que se llama mercado salvaje, que nada hace por
la solución de los problemas sociales y sólo por casualidad acierta en las decisiones
correctas para el desarrollo.
Hay que reconstruir el Estado, para que esté en condiciones de cumplir sus fines
y dar respuesta a los problemas más agudos que se presentan a nuestras sociedades.
Recuperada la garantía del respeto a los derechos humanos de la primera generación
hay que centrar la atención en los de la segunda: alimentación y salud para todos y
educación, sin la cual es imposible pensar en el futuro porque desempeña un papel central en la construcción de una sociedad democrática, solidaria y moderna.
De ella depende, de manera principal, el desarrollo de una cultura democrática, y
secundariamente, la formación de hombres y mujeres aptos para dar respuestas
a los crecientes desafíos de los cambiantes y cada vez más complejos sistemas de
producción. Se trata, en consecuencia, de educar para la libertad y de educar para el
cambio. De ayudar a formar seres libres y responsables y, además, capaces de asumir
las nuevas formas de trabajo y convivencia que impone nuestro tiempo.
Hay que comprender que estos dos objetivos se vinculan y no pueden ser encarados separadamente. La democracia como cultura y como orden institucional,
necesita asegurar su propia continuidad asentándose sobre bases de desarrollo y de
progreso. Estas bases, por su parte, sólo pueden construirse auténticamente en un
régimen de libertad que garantice vastos márgenes a la innovación y a la creatividad
individuales.
Por eso, los autoritarismos, aun aquellos que pretenden conducir procesos de
cambio, terminan por inhibir el desarrollo de aptitudes requeridas por la constante
evolución del mundo.
Otro tema que nos preocupa centralmente es el de la gobernabilidad. Existe una
forma de entenderla, restringida y sesgada, que la limita al control de los reclamos
económicos y sociales frente a demandas que son consideradas incumplibles. Para
esta perspectiva, que se expresa tanto en la política como en el campo académico o
cultural, el disenso resulta una amenaza. Algo que debe ser suprimido. Se impone
así una política de confrontación.
Curiosamente, esta concepción estrecha del Estado, pretendido guardián de la
disciplina y de una falaz armonía social, basada en falsos consensos que destruyen
DOCUMENTOS ANEXOS
193
convicciones e ideales, ha prohijado y contribuido a generar los más abultados y
gravosos desequilibrios en nuestras estructuras sociales, productivas e, incluso,
nuestras integridades nacionales.
Los ciudadanos son los verdaderos sujetos protagónicos de la gobernabilidad.
Sin ciudadanía en plenitud de sus derechos no hay gobernabilidad perdurable. Esto
es lo que no entienden o no aceptan los fundamentalistas de los mercados, algunos
consultores o tecnócratas. Los ciudadanos, en tanto usuarios, consumidores, productores, trabajadores, empresarios, profesionales, no pueden permanecer ajenos a
decisiones que originan consecuencias significativas sobre la calidad de sus vidas y
sobre el funcionamiento, las metas y los valores de la sociedad.
La eventual ingobernabilidad deriva del intento de mantener a grandes capas de
la población al margen de la toma de decisiones y sus consecuencias prácticas y cotidianas. Los ciudadanos se vuelven “ingobernables” cuando se sienten instrumentos
pasivos de decisiones que adoptan otros, cuando las dirigencias de cualquier clase se
les oponen como élites cerradas, cuando son convertidos en “masa”.
Para el pensamiento neoconservador un sistema es ingobernable cuando debe
soportar demasiada demanda. Se lo ha ejemplificado con la búsqueda de la participación y de la igualdad de oportunidades, dos claros componentes de la democracia
según nuestro concepto. Para los sectores progresistas en cambio, la gobernabilidad
está vinculada a la posibilidad real de concretar sus programas priorizando la ética
y la política sobre la economía y poder concretar al mismo tiempo la libertad y la
igualdad.
Desde otro punto de vista, hay dos problemas de gobernabilidad que están generalmente muy estrechamente relacionados entre sí. Uno se resuelve si la política
puede ser más fuerte que los lobbys empresarios y somos capaces de contener demandas imposibles de cumplimentar en el corto plazo aunque sean legítimamente
anheladas.
El derecho a las libertades individuales se relativiza si dejamos de preocuparnos por la igualdad. Igualdad política que supone distribución económica y
distribución del conocimiento. No es posible separar la libertad de la igualdad.
El error de las teorías neoliberales está en pensar que sí lo es. No sólo no ven la
necesidad de procurar las condiciones para que el derecho a la libertad sea, en
efecto, un derecho igual para todos, sino que creen que no cabe querer ambos
ideales al mismo tiempo porque se destruyen el uno al otro. Sin embargo, sabemos
bien —y lo sabemos porque no deja de recordárnoslo la realidad—, que no basta
proclamar y asegurar constitucionalmente y con leyes positivas, la libertad civil y
política de los ciudadanos.
194
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
Deben impulsarse reformas institucionales que faciliten el logro de consensos
suficientes para garantizar la convivencia, que sobre todo establezcan los límites a
la igualdad que están dispuestos a tolerarse porque no lesionan la dignidad humana
y porque expresan un rumbo hacia la igualdad de poder político. Constituyen de
por sí un programa, o si se quiere, determinan una agenda política a través de la
permanente búsqueda de su cabal cumplimiento.
Como garante del adecuado funcionamiento de las reglas del juego democráticas
y como canalizador y promotor de la participación de los ciudadanos, el papel del
Estado es fundamental, particularmente en una etapa de consolidación democrática
como las que viven nuestras sociedades.
Los partidos políticos
Por centurias, el grave problema que a los demócratas restaba resolver era el de la
dimensión: encontrar la forma de aplicar la teoría a la escala de una gran nación.
De esta búsqueda surgió la representación política.
De más está decir que el sistema de representación no impide la existencia de
formas directas de participación, en el caso de problemas que no se resuelven a través
de aquella, o, por su importancia, reclaman un pronunciamiento general.
Se ha advertido correctamente el peligro de la representación, cuando ésta se
convierte en un sistema de pactos con poderes económicos. También es cierto que
actualmente algunos plantean, influidos por las ideas neoconservadoras, la necesidad
de votar personas, individualmente consideradas, y no partidos o programas.
El sistema de partidos debe responder de manera más genuina y fecunda a las
transformaciones culturales y las demandas sociales.
Se hace indispensable comprender que los partidos políticos deben ser parte de
un todo y no compartimentos estancos en los que el diálogo propio de la acción
política sea inviable. Debe entenderse definitivamente que la política es diálogo. Si
así no fuera, sería violencia.
El actual proceso de decadencia ha sido acompañado por un deterioro de los instrumentos de representación. Las sociedades manifiestan hoy un creciente malestar
hacia la política y los partidos políticos, que no son vistos como herramientas que
puedan expresar sus intereses y sus demandas. La desconfianza hacia los políticos
se produjo por el desencanto propio de crisis prolongadas, pero también por escándalos de corrupción.
La democracia exige “moral interna de derecho”, que requiere generalidad, publicidad y claridad de éste, y congruencia entre la acción oficial y los contenidos de
las reglas. Esta congruencia puede verse afectada, entre otras causas, por el soborno,
DOCUMENTOS ANEXOS
195
el prejuicio y la tendencia al poder personal. Una organización política en la que los
agentes del poder, aunque elegidos por el pueblo, lo ejerzan para medrar y no para
servir, donde reine la corrupción y el peculado, y actúen según intereses no institucionales, no es una democracia en el sentido aquí expresado y actúa poderosamente
en contra del desarrollo.
La democracia tiene que ser un sistema que no se autodestruya ni incite o invite
a su destrucción, a partir de la exhibición permanente de carencias o vicios que
aumenten sus debilidades y erosionen la credibilidad de los dirigentes. Antes bien,
a cada flaqueza o deformación grave en las conductas y los procedimientos debe
seguir el mecanismo correctivo que sólo el Estado de Derecho provee.
Por otra parte, cada vez son más numerosos los grupos ostensiblemente antidemocráticos que afirman que los técnicos deben abandonar su papel de simples
asesores de los políticos, y resueltamente determinar independientemente la agenda
y las resoluciones del Estado, porque resulta inconveniente y hasta inaguantable
una subordinación hacia quienes no tienen los suficientes conocimientos en aspectos cada vez más complejos de la realidad.
Se han criticado los acuerdos entre distintos partidos políticos que, se dice, pueden
diluir los principios de cada uno y concluir en definiciones ambiguas.
El problema tiene características distintas: los acuerdos interpartidarios comienzan a hacerse necesarios, para adquirir la eficacia imprescindible a fin de defender los
componentes democráticos de la institucionalidad, sobrepasados por la influencia
de los sectores económicos más importantes y por los medios de difusión que se
ponen a su servicio.
Debe quedar claro que el sistema de representación no excluye formas de democracia directa, ni puede procurar la búsqueda de consensos que destruyan proyectos
políticos fundamentales. No hay sociedad democrática sin disenso.
El ejercicio de la democracia debe superar los niveles más restringidos de la decisión gubernamental, para alcanzar los de la vida cotidiana, en una búsqueda común
de solidaridad, racionalidad y creatividad, a fin de resolver las distintas urgencias
que enfrentamos. Las decisiones deben ser asumidas como resultantes de consultas que
se articulan desde los niveles más elementales hasta los más complejos a través de
una cadena ininterrumpida de discusión y control ciudadano.
De tal modo, la sociedad democrática no puede ser una sociedad anárquica ni
caótica. Es, por el contrario, la única funcional a la preservación de los valores básicos
que ha instaurado y la única que evitará los riesgos de la ingobernabilidad.
Es la sociedad que rechaza las negativas irreductibles, repudia las oposiciones
destructivas, supera viejas antinomias en el espacio común de “lo público”. Allí donde
196
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
la actividad privada se puede desenvolver con confianza y expectativas favorables
y los sectores y grupos sociales relegados pueden aspirar a mejorar su situación y
acceder a oportunidades de progreso.
Otro principio que debe afirmar la política es el de la inclusión. No es posible la
democracia sin un control ejercido por los actores sociales sobre el poder político,
con la misma libertad.
La exclusión, generalmente originada por problemas vinculados a la pobreza
extrema, es peor que el ostracismo político y demoledora de la autoestima.
Para evitarla se requiere una ampliación del concepto de ciudadanía originado
en un cambio drástico de las medidas relacionadas con la acción en procura de
concretar la justicia social.
Pero hay otras formas más sutiles de exclusión, que no obedecen a las consecuencias de la pobreza, sino a la pérdida de marcos de referencia, que puede
llevarnos a una desorientación extrema y a una crisis moral. El estrechamiento
del ámbito político o la creencia en su inutilidad, porque se pretende que el
mercado resuelva todo; la creciente complejidad de la sociedad que elimina el debate público porque los criterios de decisión pasarían a ser técnicos,
degradan a las libertades democráticas, porque ya no serían útiles para tratar
problemas sociales agudos.
Si la política se limitara a la administración, en vez de procurar resolver los
problemas del presente y discutir el futuro, la democracia tendería a desaparecer
debido a la carencia del diálogo y a la inexistencia de control sobre el poder, ya que
los asuntos complejos serían resueltos por los técnicos sin debate alguno, mientras
los ciudadanos se ocuparían de sus asuntos privados, sin noción de pertenencia y
responsabilidad, sin sentirse ligados a una cultura y a una historia.
Sabemos que no hay empresa nacional sin pueblo, pero también que no hay
pueblo sin personas conscientes de que su vida cotidiana forma parte de la vida de
la comunidad.
Aquí es preciso rescatar la idea de pluralismo, entendida no sólo como uno de los
valores fundadores de la democracia, sino también como mecanismo de funcionamiento político o, más precisamente, como un procedimiento para la adopción de
decisiones, que supone asumir como legítimos el disenso y el conflicto. La reivindicación del disenso, sin embargo, no nos debe llevar a una suerte de neoanarquismo
ingenuo que rehabilite al conflicto permanente y descontrolado como una presunta
virtud democrática.
El ejercicio responsable de las divergencias y las oposiciones supone un consenso
básico entre los actores sociales, esto es, la aceptación de un sistema de reglas de
DOCUMENTOS ANEXOS
197
juego compartidas. El disenso democrático implica, pues, como condición de su
ejercicio, un orden democrático.
Pero este orden democrático no debe ser concebido exclusivamente como un
límite a las iniciativas de los actores políticos individuales y colectivos. Por el contrario, dicho orden debe definir las modalidades legítimas positivas de la participación
política. O, si se quiere, promover e instaurar una relación de reciprocidad en virtud
de la cual los actores, al tiempo que se avienen a compartir un sistema normativo
común, adquieren el derecho y asumen el deber de intervenir activamente en la
adopción de las decisiones políticas.
La democracia participativa, la ética solidaria y la modernización de las estructuras sociales constituye una base sólida para un proyecto que pueden adoptar
mancomunadamente sectores políticos y sociales diferentes.
Este es el camino y éstos los principios que nos permitirán escapar de las asechanzas de las retóricas reaccionarias y la polarización social y avanzar hacia la verdadera
modernización de nuestras estructuras y el aprovechamiento de nuestros recursos
para el desarrollo, la autonomía y la integración.
Las respuestas de participación deben estar necesariamente entrelazadas con la
vida cotidiana y los intereses más vitales de cada persona. Deben estar orientadas
a sus aspiraciones más importantes y vinculadas con la satisfacción de necesidades
concretas de modo que cada hombre y mujer —y particularmente los y las jóvenes— se sienta hacedor de su propia vida y constructor de la nueva sociedad.
El concepto de esta democracia participativa que hay que impulsar representa una
extensión e intensificación del concepto moderno de democracia, y no se contrapone en modo alguno al de democracia formal. Toda democracia es formal, en tanto
implica normas y reglas para contener, delimitar y organizar la actividad política y el
funcionamiento de las instituciones del Estado y de la sociedad. Y toda democracia,
por definición, implica también la participación de la ciudadanía en las decisiones
políticas. De lo que se trata, entonces, es de ampliar las estructuras participativas y dar
canales de expresión adecuados a los partidos políticos, las organizaciones sociales,
los municipios, las instituciones barriales y vecinales. Estamos convencidos de que
cuanto más una persona participa junto a otras en la acción, con miras a ciertos
fines colectivos, tanto más cobra conciencia de esos fines y se siente entonces más
impulsada a trabajar mancomunadamente para alcanzarlos.
Se hace necesario, en consecuencia, partidos políticos leales a la democracia, ya
sea que gobiernen o se encuentren en la oposición. Y también, capaces de hacerse
asesorar por técnicos especialistas en las diversas materias que los convocan al estudio, pero jamás dejarse suplantar, o como se dice vulgarmente “escabullir el bulto”
198
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
ante una cuestión difícil, delegando la decisión. Esto es cobardía, y nada hace en
defensa de la democracia.
La integración regional
Debemos asumir que el proceso de globalización es irreversible y que debe ser
incorporado con inteligencia en la política de nuestras naciones. La globalización
se convertirá en un instrumento positivo y progresista en la medida en que se transforme en solidaria y esa internacionalización económica, política, social, jurídica y
cultural, esté principalmente orientada a lograr el bienestar de los humildes. Decir
globalización será entonces decir sin mentir, interdependencia entre los pueblos,
corresponsabilidad en la función de gobernar con equidad social, oponiendo un
frente común a la injusticia, revalorizando a la política y a los partidos políticos
como instrumentos de poder ciudadano ante la arrogancia de los mercados y los
tecnócratas. Será instalar, frente a la globalización hegemónica, una globalización
equitativa, integradora y responsable, respetuosa de las identidades nacionales, de
su cultura y de sus intereses políticos y económicos.
Pero si los pueblos vieran ahora que los cambios que se producen no engrandecen
la libertad y la dignidad, sino que fomentan la codicia e instalan la injusticia, otra
vez el mundo se sacudirá en el dolor y la sangre.
La lógica del poder en el mundo del futuro no perdonará a quienes abdiquen de la
voluntad de autodeterminarse. La dependencia traerá consigo los males que afectan
a los marginados de la Tierra: el hambre, la ignorancia, el autoritarismo.
El desafío de compatibilizar el crecimiento económico con la búsqueda de bienestar social es el desafío de todos los gobiernos latinoamericanos y del Caribe. En la
medida en que este objetivo —que es alcanzable, mal que les pese a los escépticos— se
lleve a cabo conjuntamente, no habrá poder financiero que pueda impedirlo. Afianzamiento de la democracia, revalorización de la política, alianza entre las naciones
para fortalecer nuestra identidad latinoamericana, son los principales ejes de una
estrategia común.
En cada uno de nuestros países debemos concretar una nueva situación de auténtica cohesión nacional con fuerte vocación integradora de la región, y consolidando
bloques con intereses comunes que promuevan una integración latinoamericana
subregional y regional en lo político, cultural y económico, y así potenciar las posibilidades de nuestras naciones para enfrentar los desafíos de la actual globalización.
Así impulsaremos una versión solidaria de la globalización, diametralmente opuesta
a la existente.
Aunque hay que reconocer que en gran medida esto dependerá de los posibles
DOCUMENTOS ANEXOS
199
cursos del devenir mundial, hay desde luego muy diversas ideas al respecto. Vamos
a referirnos a unas pocas. Por un lado tenemos al unipolarismo, que proviene de
la llamada escuela realista de las relaciones internacionales: “la paz, como ausencia
de guerra sólo puede ser garantizada por un Estado hegemónico”. Compara la “pax
americana” con el imperio romano. Por otro lado, a las tesis de los institucionalistas,
que es la única compatible con la de la globalización solidaria, y sostiene la viabilidad
de los modelos de cooperación, la necesidad de repensar los organismos internacionales, la impracticabilidad del aislacionismo, así como asegurar la habitabilidad
del planeta, promover la seguridad internacional, coadyuvar al crecimiento de la
economía mundial y expandir la democracia en el mundo. Hay otras tesis sombrías,
aunque no impensables: se ha pronosticado una marcha hacia un mundo sin centro,
sin ninguna autoridad ni orden, el mundo de las mafias, y el tiempo de las sociedades
grises, mezcla de oficial y clandestino. Hay también quienes visualizan un mundo sin
sistema y sin estructura, cuya característica será el desorden, porque el capitalismo
ha dejado de tener el desafío de autorreformarse. Otros criterios señalan que ya no
se pretende justificar la desigualdad, sino defenderla. En fin, también, la permanente
tesis conservadora de que cualquier acción tendiente a buscar la igualdad, atenta
contra la libertad.
El capital social
Es en la cultura, que da sentido y contenido a las instituciones y al desarrollo, entendido como crecimiento económico y afirmación de la justicia social, donde hay
que cimentar la democracia. Es la cultura la que define la orientación ética de la
sociedad, de acuerdo a sus juicios valóricos.
La cultura, y consecuentemente la ética, se consustancian asimismo con lo que
recientemente se ha denominado el capital social de una sociedad y que ha comenzado
a tenerse en cuenta como factor del desarrollo. Lo define, lo destruye o lo impulsa,
según tienda o no a generar actitudes de confianza, comprensión de lo público,
comportamientos altruistas, respeto a la legalidad, rechazo del contraste de ingresos y riqueza, procure igualdad de oportunidades, cohesión social evidenciada en
comportamientos privados y públicos, individuales y colectivos, estimule con vigor
la solidaridad, entre otros componentes. Para engrandecerlo, se requiere la actividad
conjunta del Estado y de la sociedad.
Es entonces a través de la cultura, que además da sentido y contenido a las instituciones y al desarrollo, entendido como crecimiento económico y afirmación de
la justicia social, donde hay que cimentar la democracia.
Creo que desde esta valoración ética se puede incorporar a la concepción del
200
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
capital social al llamado tercer sector de la economía, particularmente en tiempos en
que la tecnología desplaza del trabajo al hombre. Mencionemos al cooperativismo, al
mutualismo y por extensión a las organizaciones no gubernamentales que procuran
concretar diversos objetivos generalmente exclusivos a través de una decidida voluntad asociacionista con auténtica vocación de servicio, complementando o exigiendo
determinadas acciones por parte del Estado o los partidos políticos.
Siempre se han considerados importantes factores de desarrollo al capital y a las
riquezas naturales. Se le sumó otro con profundas connotaciones éticas y no siempre
tenido en cuenta por quienes plantean el crecimiento, sin otras consideraciones, de la
economía. Se trata del llamado capital humano, es decir, en términos no económicos
de la necesidad de contar con un pueblo que goce adecuadamente de la dignidad
garantizada principalmente por la alimentación, la salud y la educación.
Recientemente se ha incorporado al capital social, cuya construcción es tarea
primordial de la política, que ha comenzado incluso a medirse econométricamente. Es claro que esta idea es resistida por los que insisten en acotar el campo de la
política, limitándolo a una competencia superficial por el voto del pueblo. Para los
que creemos que ella es, al menos antes que nada, deliberación, la objeción se presenta como absurda. La sociedad apolítica no sería una deformación producto de
la extensión de actitudes anómicas y egoístas, sino un valioso objetivo a concretar.
Hasta la elemental noción de orden público podría desaparecer. Si la educación o
la salud o la comunicación, como algunos pretenden, se marginan de la política,
alguien interesado llenará el vacío. Tal como sucede con la planificación, que tanto
revuelo provoca entre quienes lo que en realidad quieren es separar al Estado absolutamente de la economía con el propósito de planificar a su exclusivo servicio.
Así desaparece la sociedad y se limita, o desaparece también el consenso, relegado
a acuerdos mínimos y temporarios, en una sociedad infantilmente satisfecha y por
ende resignada, sin horizontes, ni grandeza, ni proyectos.
Por ser abierta, la democracia tiende a producir resultados éticamente aceptables
en una sociedad estructurada sobre una idea consensuada de lo justo y facilita el
control del programa de gobierno por parte del pueblo, que es el mejor juez de su
propia idoneidad y de sus propias limitaciones. Afirmar lo contrario equivaldría a
sostener que muchos temas deben quedar fuera de su competencia, generando una
delegación permanente. En última instancia, el desarrollo sería la consecuencia de
la injerencia.
Esto no quiere decir que la creciente diversidad no incremente el disenso, realidad
que, sin embargo, no obstaculiza la presencia de consensos sustanciales e indispensables para superar antagonismos irreductibles y afianzar solidaridades en busca
DOCUMENTOS ANEXOS
201
del bien común.
Aunque no excluye una cierta jerarquía funcional, el fundamento ético del Estado debe orientarse siempre a servir al hombre en la lucha que le impone su propia
naturaleza: su perfeccionamiento constante a través de los tiempos y la permanente
búsqueda de la igualdad a nivel universal, para que cada uno, en el lugar en que se
halle, en el tiempo en que viva, pueda obtener aquello que siente que le falta para
ser reconocido en su esencial dignidad humana.
Como el interés de cada ciudadano se vincula y en definitiva depende del
interés general, los ciudadanos deben contar con la oportunidad de conocer
igualitariamente las cuestiones a discutir. El principio de igualdad rechaza toda
práctica tendiente a la desinformación y a la manipulación que siempre inciden
tramposamente en la toma de decisiones.
Resulta imprescindible emprender la tarea de asegurar el Estado de Derecho y
dar contenido concreto a la igualdad de oportunidades, es decir, poner en marcha
una sociedad de progreso en la que el crecimiento del conjunto sea sentido como una
condición para el progreso de cada uno.
Es necesario trabajar para lograr una distribución equitativa y justa de la capacidad
de influir en las decisiones públicas, contra la que conspiran la concentración del
poder económico, la extranjerización de la economía, la deuda externa, los déficit de
la cuenta corriente, una distribución desigual de la educación y de la capacitación,
una creciente vulnerabilidad externa y todo tipo de corrupción.
Se trata de resolver estos desafíos de manera honesta, consistente y progresista,
en sintonía con los objetivos de una democracia sin menoscabo ni restricciones
espurias, y de hacerlo atendiendo a una economía que necesita ordenarse y crecer
para asegurar sus bases mínimas de sustentabilidad, apoyada en la armonía, la justicia y la eficiencia.
No dudamos que frente al fracaso y al estancamiento, para lograr la profundización de la democracia tenemos que proponernos el camino de la modernización.
Pero no lo podemos transitar sacrificando los valores permanentes de la ética.
Combinar la dimensión de la modernización con el reclamo ético, dentro del
proceso de construcción de una democracia estable, implica la articulación de una
serie de valores que se redefinen en su interacción, puesto que la modernización es calificada por sus contenidos éticos y la ética lo es por el proceso de modernización.
No aceptar lo probable como ineludible
Hace ya muchos años Erich Fromm señalaba que la confusión entre los conceptos
“probable” y “posible” definía en lo individual una actitud paranoica y señalaba
202
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
que esta anomalía también constituía una enfermedad política que calificaba de la
misma manera.
Sin pretender efectuar una definición, que como bien sabemos todas son peligrosas, la tesis que sostenemos es que un concepto fundamental al que debe atenerse el
político progresista, es no considerar a lo probable como inevitable.
En otras palabras, no suponer jamás que lo malo que “parece que se viene”, es
forzosamente ineludible y saber que la lucha que podemos emprender para evitarlo
en necesariamente inexcusable, por lo que hay que huir obligatoriamente del pesimismo culposo del ¿para qué?
En los tiempos que vivimos se hacen cada vez más probable problemas que nos
van atando a una concepción del “discurso único”.
Es probable que la antipolítica derrote, o encierre, o debilite a la política y al
propio sistema democrático representativo, logrando que grupos concentrados de
poder económico impongan permanentemente sus criterios sobre gobiernos inermes,
desprovistos de los instrumentos y apoyos necesarios para enfrentarlos.
Es probable que el mundo sufra un retroceso desde la democracia con sus libertades
positivas consagradas por derechos sociales que hacen a la dignidad del hombre, hacia
las libertades negativas de la República, sobre las que aquélla se construyó.
Es probable que la antigua frase “sociedad civil”, distorsionada en su utilización
por el neoliberalismo, pretenda ir más allá de la creación de redes que complementen
la actividad del Estado y la política a través de formas diversas de economía social y
asociacionismo, como cooperativas, mutuales y organizaciones no gubernamentales, para expresar la necesidad del Estado mínimo y la expansión absurda de zonas
“preservadas” de la actividad política.
Es probable que se pierda la batalla cultural frente a los que en nombre de la
libertad o la defensa de la privacidad, sostienen que contra ellas atenta la búsqueda
de la igualdad y así impulsan la sociedad del egoísmo e impulsan la aparición de
demagogos y mesiánicos.
Es probable que frente a situaciones insuperables, se produzcan generalizaciones
que atribuyan a la política (con un descrédito que suele llegar a 80%) y a los políticos,
a veces culpables de inconductas inadmisibles, todos los males que aquejan a una
sociedad de la que, sin embargo, son su expresión.
Es probable que ante estos hechos, la exclusión de vastos sectores sociales y la
manipulación mediática, disminuya a límites peligrosos la voluntad de participación,
indispensable para el funcionamiento de la democracia formal y de la democracia
sustancial, abriendo el camino a los que insisten en confundirla con el mercado
libre.
DOCUMENTOS ANEXOS
203
Es probable que sigamos sufriendo los efectos negativos de una globalización
insolidaria que empalidecen los positivos y se generen procesos de agudización de la
dependencia por una parte y por la otra nacionalismos de campanario y localismos
anacrónicos.
Es probable que sigamos en el camino de la pérdida del capital social, caracterizado
por la pérdida de la confianza mutua, de la solidaridad, de una correcta concepción
de lo público, del compromiso, de la equidad, y el avance del contraste social y de
las actitudes anómicas.
¿Puede la política progresista aceptar como ineludibles estos rumbos probables
y tantísimos más, como ineludibles? Por supuesto que no. Precisamente por eso,
debemos comprender que nuestro deber no se agota con respuestas cabales frente
a diversos episodios definidos por una agenda que casi nunca determinamos. La
necesidad es inmensamente mayor y no puede limitarse a tomar posiciones correctas frente a hechos aislados. Debemos profundizar nuestras convicciones, si se
quiere a través de un esfuerzo filosófico que defina lineamientos claros que superen
la coyuntura y nos diferencien de una derecha “compasiva”, a la que de una vez por
todas hay que ponerla a la defensiva con argumentos que la superen, más que con
lamentaciones inconducentes o desdibujando nuestra contradicción.
Debemos ganar la batalla cultural, es decir, la batalla ética. Hay que derrotar a
la antipolítica. Cada vez con más fuerza se nos quiere hacer creer que la política es
innecesaria y hasta inconveniente, que cada uno, sin interferencias del Estado en
el mercado pueden obtener lo que a través de su esfuerzo, se merece. Que hay que
terminar con los que se aprovechan del esfuerzo de los exitosos a través de distintos
planes de ayuda social que generalmente amparan la desidia de quienes no aceptan
su propia responsabilidad en la construcción de su futuro. Hay que responder con
indignación que por ese camino vamos a la desintegración social y consecuentemente
a la injusticia irremediable.
Pero además, es necesario aceptar el desafío argumental. Coincidamos en que
en ocasiones una ayuda indiscriminada puede llegar a conspirar contra la necesaria
cultura del esfuerzo. Pero hay que distinguir entre las circunstancias no elegidas
por las personas, tales como raza, género, hogar, talento, condición social, de aquéllas que son el resultado de una elección, de modo que sus vidas no dependan de
consecuencias de las que evidentemente no son responsables. Aquí el argumento
de la derecha se vuelve en su contra, porque si sostiene que cada uno debe hacerse
cargo de sus propias elecciones, no puede lógicamente descalificar intervenciones
que pretendan corregir las desigualdades que no son la consecuencia de una determinación individual.
204
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
Si profundizamos en estos temas, si nos disponemos a defender con más confianza nuestros principios, veremos cómo el pensamiento de la derecha muestra sus
debilidades y el progresismo no solamente triunfará en el campo ético, sino además
en el argumental.
Para ello, también es necesario propiciar el avance del llamado “tercer sector
de la economía”, o “economía social.” No sólo es un instrumento de convivencia y
una clara manifestación ética, sino que además va a resultar indispensable para la
lucha contra la desocupación. Hay que impulsarlo, casi con ansiedad. Multiplicar
las cooperativas y las mutuales y apoyar a las organizaciones no gubernamentales a
las que los partidos políticos no deben mirarla con cierto recelo competitivo. Hay
que impulsarlas, comprendiendo que mucha gente considera la incorporación a un
partido como demasiado compromiso, y procuran volcar su costado altruista hacia
asociaciones que se proponen solucionar problemas individualizados, tales como los
derechos de la mujer o los ecológicos. Se hace perentorio apoyar el trabajo social, que
bien estructurado puede ser más eficaz que el seguro de desempleo, por lo menos,
sin duda, en lo que hace a la estima personal del desocupado.
Reiteramos entonces: no tenemos derecho a considerar lo probable, como inevitable.
En definitiva, el futuro depende de nuestra disposición para la lucha en todos los
campos, desechando, claro está, el extremismo, la violencia y la demagogia.
DOCUMENTOS ANEXOS
205
RESOLUCIÓN DE LA REUNIÓN DEL COMITÉ DE LA INTERNACIONAL SOCIALISTA PARA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE, SICLAC
MANAGUA, 20-21 DE OCTUBRE DE 2001
DECLARACIÓN DE MANAGUA
Los y las integrantes del Comité de la Internacional Socialista para América Latina
y el Caribe, SICLAC, nos reunimos en la Ciudad de Managua durante los días 20 y
21 de octubre de 2001, teniendo como anfitrión al partido Frente Sandinista de
Liberación Nacional.
En esta segunda reunión anual del SICLAC hemos abordado los temas vinculados
al fortalecimiento de la democracia y sus instituciones, así como al de construir y
asegurar una economía de oportunidades y de progreso para, de tal manera, responder a los dos principales retos de la región: profundización de la democracia y
desarrollo económico y social.
Convencidos de que una democracia cada vez más participativa permite consolidar los valores, actitudes y conductas democráticas en el gobierno y su estructura
económica y social, decidimos continuar aunando esfuerzos para que todas nuestras organizaciones miembros continúen coadyuvando a una mayor participación
ciudadana, con el fin de que ésta sea un instrumento cada vez más eficaz para el
ejercicio y control del poder político.
En este sentido, consideramos que la participación ciudadana debe ser también
una iniciativa a desarrollar por los gobiernos centrales y locales, de manera que la
ciudadanía sea realmente una protagonista activa en las formulaciones y ejecuciones
de las políticas públicas gubernamentales, lo que vendría a ser un hito importante
en la consolidación de un régimen político realmente democrático.
Basados en la Declaración de México del 23 y 24 de julio de 2001 del Comité
de Autoridades Locales, consideramos importante continuar promoviendo el
fortalecimiento de los gobiernos locales mediante una mayor descentralización
administrativa, de manera que las municipalidades puedan realmente desarrollarse
incrementando su labor en beneficio de las mayorías, puesto que son los gobiernos
municipales los que están más cerca de la población y por ende conocen mejor sus
necesidades.
No obstante, un ejercicio democrático participativo no es razonablemente viable
mientras persista una pobre inversión en el capital humano, una escasa cobertura en
DOCUMENTOS ANEXOS
207
los servicios de educación pública, salud, nutrición, una alta tasa crónica de desempleo,
un amplio sector de nuestras poblaciones marginadas de los adelantos de la ciencia y
la técnica y una gran mayoría sumidas en los niveles de pobreza extrema.
Reiteramos nuestro rechazo al enfoque neoliberal del “Estado mínimo” que
abandona a su suerte a millones de sus conciudadanos dejándolos languidecer ante
la insensibilidad de la ley de los mercados de libre oferta y demanda.
Es difícil concretar una verdadera gobernabilidad, o un buen gobierno, cuando el Estado que debe proteger de la limitación o vulneración de sus inalienables
derechos humanos y de la marginalidad económica, social y cultural a que están
siendo sometidos sus ciudadanos, es incapaz de realizar tan vital tarea, producto de
su propio debilitamiento en las funciones que a un verdadero Estado responsable
le son inherentes.
De igual forma, creemos que tampoco es posible fomentar y profundizar la
democracia dentro de un marco participativo y mediante un desarrollo económico
sostenible justo y equitativo, si no se logra un alivio al asfixiante problema de la
deuda externa por la que atraviesan muchos de nuestros países, tema al cual la Internacional Socialista prestó especial importancia en su jornada realizada en París,
el 5 de octubre de 2001.
Por lo anterior exhortamos a las Instituciones Financieras Internacionales a
agilizar lo antes posible el ingreso de los países de la región a la Iniciativa de Países
Pobres Altamente Endeudados, de tal manera que se haga efectiva la condonación
de la deuda externa y se liberen así nuevos recursos que permitan a las economías
de nuestros países más pobres paliar en alguna medida los efectos de los duros programas de ajuste estructurales.
Frente a la globalizacion, consideramos necesario profundizar la integración
regional dentro de una perspectiva progresista, a fin de responder a los desafíos de
la pobreza y de las desigualdades sociales en América Latina.
La posible victoria de la Convergencia Nacional en Nicaragua es una oportunidad
que podría permitir el relanzamiento de la dinámica de los Acuerdos de San José
entre la Unión Europea y América Central.
Es conveniente desarrollar la cooperación entre estas dos regiones, y reforzar el
proceso de integración centroamericana a la luz de las experiencias latinoamericanas
y europeas.
SICLAC invita a los partidos miembros de la IS a movilizarse en este sentido.
El indisoluble vínculo existente entre la democracia y la libertad por un parte
y la modernización y el desarrollo por el otro siempre encierra nuevos retos, pero
también algunas amenazas que cabe destacar, una de las que paralelamente se desa-
208
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
rrolla y moderniza en la ahora llamada “aldea globalizada”, y que adquiere nuevas y
cada vez más sofisticadas formas: es la corrupción.
Observamos con mucha preocupación el avance de la corrupción en todos los
estamentos de nuestras sociedades, que corroe los cimientos en los que descansan
nuestros principales pilares institucionales sobre los que se desarrolla nuestra democracia, tornándola así frágil y volátil. Es por tal razón que hacemos un llamado
urgente a que la lucha contra la corrupción debe ser apoyada y ejercida de una forma
clara y firme, de manera que coadyuve a un verdadero desarrollo económico, social
y cultural.
De igual forma vemos con suma preocupación, como un problema crónico, el
terrorismo que amenaza en convertirse en el principal obstáculo para el logro de
nuestros anhelos de profundización de la democracia y desarrollo económico y
social. No se deben escatimar esfuerzos en la lucha por la erradicación total de este
flagelo.
Estamos comprometidos activamente en una abierta y resuelta lucha contra el
terrorismo, y en tal sentido saludamos la clara posición de la Convergencia Nacional
liderada por el Partido Frente Sandinista en su condena firme de todas aquellas
actividades encaminadas al terrorismo.
Consideramos indispensable la lucha para abolir toda práctica y forma de terrorismo, ya que constituye una clara amenaza a los derechos de las personas y, por
ende, para la comunidad democrática mundial, y nos preocuparemos igualmente
de que esta compleja lucha contra el terrorismo no vaya a erosionar los derechos
individuales de nuestros ciudadanos y la soberanía de nuestras naciones y estamos
expectantes para que esto no ocurra.
Firmes en el deseo de avanzar en el fortalecimiento de la democracia en América
Latina y el Caribe, todos los partidos de inspiración socialdemócrata y socialista
de la región, reafirmamos nuestro compromiso por continuar trabajando en la
profundización de la democracia y por un desarrollo económico sostenible, justo,
equitativo y con igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres.
Respaldamos el hecho de que la Convergencia Nacional encabezada por el Frente
Sandinista de Liberación Nacional asume como eje básico de su acción programática
los derechos de las mujeres nicaragüenses, a través de la plataforma de la Convergencia hacia las mujeres nicaragüenses.
Reconociendo que sólo el respeto a la dignidad de las personas les permite, libres
y conscientes de su libertad, decidir y elegir a sus propios gobiernos, saludamos a
la Convergencia Nacional liderada por el Partido Frente Sandinista quien es protagonista activa del fortalecimiento de su democracia al aprestarse a participar en la
DOCUMENTOS ANEXOS
209
próxima justa electoral el próximo 4 de noviembre de 2001.
El Comité de la Internacional Socialista para América Latina y el Caribe, reconoce
la importancia de que el proceso electoral en la República de Nicaragua se realice en
un ambiente libre, justo y participativo, de tal manera que la democracia se profundice cada día más, no sólo en Nicaragua sino en toda la región.
LISTA COMPLETA DE LOS PARTIDOS MIEMBROS DE LA INTERNACIONAL SOCIALISTA
Partidos miembros plenos
Albania
Partido Socialdemócrata, PSD
Alemania
Partido Socialdemócrata de Alemania, SPD
Argelia
Frente de las Fuerzas Socialistas, FFS
Argentina
Partido Socialista Popular, PSP
Argentina
Unión Cívica Radical, UCR
Aruba
Movimiento Electoral del Pueblo, MEP
Australia
Partido Laborista Australiano, ALP
Austria
Partido Socialdemócrata de Austria, SPÖ
Barbados
Partido Laborista de Barbados
Bélgica
Partido Socialista, PS
Bélgica
Partido Socialista, SP
Bolivia
Movimiento de la Izquierda Revolucionaria, MIRNueva Mayoría
Bosnia y Herzegovina
Partido Socialdemócrata de Bosnia y Herzegovina,
SDP BiH
Brasil
Partido Democrático Laborista, PDT
Bulgaria
Partido Socialdemócrata Búlgaro, BSDP
Burkina Faso
Partido por la Democracia y el Progreso, PDP
Cabo Verde
Partido Africano de la Independencia de Cabo Verde
210
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
Camerún
Frente Socialdemócrata, SDF
Canadá
Nuevo Partido Democrático, NDP/NPD
Chile
Partido Por la Democracia, PPD
Chile
Partido Radical Social Demócrata, PRSD
Chile
Partido Socialista, PS
Chipre
Movimiento de los Socialdemócratas
Colombia
Partido Liberal Colombiano, PLC
Costa Rica
Partido Liberación Nacional, PLN
Côte d’Ivoire
Frente Popular de Côte d’Ivoire, FPI
Croacia
Partido Socialdemócrata, SDP
Curaçao
Movimiento para unas Nuevas Antillas, MAN
Dinamarca
Partido Socialdemócrata
Ecuador
Partido Izquierda Democrática, PID
Egipto
Partido Nacional Democrático, NDP
Eslovenia
Lista Unida de los Socialdemócratas, ZL
España
Partido Socialista Obrero Español, PSOE
Estados Unidos
Socialistas Democráticos de América, DSA
Estados Unidos
Socialdemócratas USA, SDUSA
Estonia
Mõõdukad
Finlandia
Partido Socialdemócrata Finlandés, SDP
Francia
Partido Socialista, PS
Gran Bretaña
Partido Laborista
Grecia
Movimiento Panhelénico Socialista, PASOK
Guinea Ecuatorial
Convergencia para la Democracia Social, CPDS
Haití
Partido del Congreso Nacional de Movimientos
Democráticos, KONAKOM
Haití
Partido Nacionalista Progresista Revolucionario
Haitiano, PANPRA
DOCUMENTOS ANEXOS
211
Hungría
Partido Socialista Húngaro, MSzP
Irlanda
Partido Laborista
Irlanda del Norte
Partido Socialdemócrata y Laborista, SDLP
Islandia
Partido Socialdemócrata de Islandia
Israel
Partido Laborista de Israel
Israel
MERETZ
Italia
Demócratas de Izquierda, DS
Italia
Socialistas Democráticos Italianos, SDI
Jamaica
Partido Nacional del Pueblo, PNP
Japón
Partido Socialdemócrata, SDP
Letonia
Partido Obrero Socialdemócrata Letonés, LSDSP
Líbano
Partido Socialista Progresista, PSP
Lituania
Partido Socialdemócrata Lituano, LSDP
Luxemburgo
Partido Obrero Socialista de Luxemburgo, LSAP
Malasia
Partido Acción Democrática, DAP
Mali
Partido Africano para la Solidaridad y la Justicia,
ADEMA-PASJ
Malta
Partido Laborista de Malta
Marruecos
Unión Socialista de las Fuerzas Populares, USFP
Mauricio
Partido Laborista de Mauricio
México
Partido de la Revolución Democrática, PRD
Mongolia
Partido Socialdemócrata de Mongolia, MSDP
Mozambique
Partido Frelimo
Nepal
Partido Nepalí del Congreso
Nicaragua
Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN
Noruega
Partido Laborista Noruego, DNA
Nueva Zelandia
Partido Laborista de Nueva Zelandia, NZLP
212
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
Países Bajos
Partido Laborista, PvdA
Paraguay
Partido Revolucionario Febrerista, PRF
Perú
Partido Aprista Peruano, PAP
Polonia
Alianza de la Izquierda Democrática, SLD
Polonia
Unión Laborista, UP
Portugal
Partido Socialista, PS
Puerto Rico
Partido Independentista Puertorriqueño, PIP
República Checa
Partido Socialdemócrata Checo, CSSD
República Dominicana
Partido Revolucionario Dominicano, PRD
República Eslovaca
Partido de la Izquierda Democrática, SDL
República Eslovaca
Partido Socialdemócrata de la República Eslovaca,
SDSS
Rumania
Partido Democrático, PD
Rumania
Partido Socialdemócrata Rumano, PSDR
San Marino
Partido Socialista de San Marino, PSS
Senegal
Partido Socialista, PS
Sudáfrica
Congreso Nacional Africano, ANC
Suecia
Partido Socialdemócrata Sueco, SAP
Suiza
Partido Socialdemócrata Suizo
Túnez
Asamblea Constitucional Democrática, RCD
Turquía
Partido Republicano del Pueblo, CHP
Uruguay
Partido Socialista del Uruguay, PSU
Venezuela
Acción Democrática, AD
Partidos consultivos
Albania
Partido Socialista de Albania, SPA
Andorra
Nueva Democracia, ND
DOCUMENTOS ANEXOS
213
Armenia
FRA Partido Socialista Armenio
Benin
Partido Socialdemócrata, PSD
Dominica
Partido Laborista de Dominica
Fiji
Partido Laborista de Fiji
Filipinas
Partido Socialista Democrático de las Filipinas,
PDSP
Gabón
Partido Gabonés del Progreso, PGP
Groenlandia
SIUMUT
Guinea
Asamblea del Pueblo de Guinea, RPG
Guyana
Alianza del Pueblo Trabajador, WPA
Hungría
Partido Socialdemócrata Húngaro, MSzDP
Mauricio
Movimiento Militante de Mauricio, MMM
México
Partido Revolucionario Institucional, PRI
Niger
Partido Nigeriano para la Democracia y el Socialismo,
PNDS
Pakistán
Partido del Pueblo Paquistaní, PPP
Territorios bajo Autoridad Fatah
Palestina, Palestina
Panamá
Partido Revolucionario Democrático, PRD
Saint Kitts y Nevis
Partido Laborista de Saint Kitts y Nevis
Santa Lucía
Partido Laborista de Santa Lucía, SLP
San Vicente y las
Granadinas
Partido Laborista de Unidad
Togo
Convención Democrática de los Pueblos Africanos,
CDPA
Túnez
Movimiento de Unidad Popular, MUP
Uruguay
Partido Nuevo Espacio, PNE
República Federal
de Yugoslavia
Partido Socialdemócrata de Montenegro, SDPM
214
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
Partidos observadores
Angola
Movimiento Popular para la Liberación de Angola,
MPLA
Azerbaiyán
Partido Socialdemócrata de Azerbaiyán, SDPA
Belarús
Partido Socialdemócrata de Belarús (Narodnaya
Hramada), BSDP
Botswana
Frente Nacional de Botswana, BNF
Bulgaria
Izquierda Europea
Colombia
Alianza Democrática M-19
El Salvador
Partido Demócrata, PD
Georgia
Unión de Ciudadanos de Georgia, CUG
Haití
Organización del Pueblo en Lucha, OPL
India
Janata Dal
Irán
Partido Democrático del Kurdistán Iraní, PDKI
Ex República Yugoslava
de Macedonia
Unión Socialdemócrata de Macedonia, SDUM
Mongolia
Partido Revolucionario del Pueblo de Mongolia,
MPRP
República Centroafricana Frente Patriótico para el Progreso, FPP
República de Moldova
Partido Socialdemócrata de Moldova
Organizaciones fraternales
Internacional Socialista de Mujeres, SIW
Movimiento Internacional de los Halcones/Internacional Socialista para la
Educación, IFM/SEI
Unión Internacional de Juventudes Socialistas, IUSY
Organizaciones Asociadas
DOCUMENTOS ANEXOS
Bund Laborista Judío, JLB
Confederación Deportiva Internacional Laborista, CSIT
Federación Internacional de la Prensa Socialista y Democrática, IFSDP
Grupo Parlamentario del Partido de los Socialistas Europeos
Grupo Socialdemócrata del Parlamento Latinoamericano
Liga Internacional de Religiosos Socialistas
Movimiento Zionista Laborista Mundial, WLZM
Partido de los Socialistas Europeos, PSE
Unión Internacional de Profesores Socialistas, IUSDT
215
216
LA ALTERNATIVA SOCIALDEMÓCRATA
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La alternativa socialdemócrata
se imprimió en diciembre de 2001, en los talleres de
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El tiraje consta de 2 000 ejemplares más sobrantes para
reposición. Para la impresión de los interiores se utilizó
papel bond de 90 gramos y para los forros
cartulina couché de 300 gramos.
Los servicios editoriales estuvieron a cargo del Grupo
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