Download Sobre los Principios del Partido de la Revolución Democrática

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Colección Tópicos de Formación Política
Con el propósito contribuir a la formación política de ciudadanos, y militantes y dirigentes
del Partido de la Revolución Democrática, presentamos una serie de breviarios que
abordan temáticas para orientar y comprender la acción política.
Se pretende hacer asequibles y socializar las tesis de los documentos básicos del PRD,
así como los principales conceptos de la ciencia política y la cultura política democrática.
Adicionalmente, se busca apoyar los esfuerzos de formación y capacitación que llevan a
cabo distintas instancias del partido. No se intenta crear nuevos conceptos o tesis, sino
recoger ideas clave de una amplia gama de autores especialistas, nacionales e
internacionales, que nos permitirán aproximarnos con un bagaje conceptual sólido, pero
comprensible, en el análisis de los temas abordados.
Coordinador editorial
Guillermo Flores Velasco
Director Ejecutivo de Estudios e Investigación Socioeconómica y Política del PRD
Sobre los Principios del Partido de la
Revolución Democrática: Historia,
evolución y perspectivas
Carlos Camacho Alfaro
Colección “Tópicos de Formación Política”
Volumen “Sobre los Principios del Partido de la Revolución Democrática:
Historia, evolución y perspectivas”
Autor: Carlos Camacho Alfaro
Coordinador editorial: Guillermo Flores Velasco
Diseño Editorial y Formación:
Literatura y Alternativas en Servicios Editoriales S.C.
Avenida Universidad 1815 Colonia Oxtopulco
Código Postal 04370 Delegación Coyoacán D.F.
R.F.C. LAS1008162Z1
Primera edición, Septiembre, 2015
® Partido de la Revolución Democrática
Benjamín Franklin núm. 84
Col. Escandón, Del. Miguel Hidalgo
04410, México, D.F.
www.prd.org.mx
Instituto Nacional de Investigación, Formación Política y
Capacitación en Políticas Públicas y Gobierno del PRD
Dirección Ejecutiva de Estudios e Investigación Socioeconómica y Política
Odontología núm. 76
Col. Copilco, Del. Coyoacán
04360, México, D.F.
http://investigación.prd.org.mx
Teléfono: 56584206, 55549741; C.E. [email protected]
IBSN: En trámite
Todos los derechos reservados. La reproducción parcial
o total de la obra, ya sea mediante fotocopias o cualquier
otra forma, requiere autorización por escrito de la Dirección
Ejecutiva de Estudios e Investigación Socioeconómica y Política.
Impreso en México / Printed in México
1. PRESENTACIÓN
El Partido de la Revolución Democrática está transitando por un proceso de renovación cuyos
alcances dependerán en gran medida de la profundidad del análisis, la discusión, el debate y las
propuestas de sus militantes, e incluso de los ciudadanos interesados en fortalecer una alternativa de
la izquierda política en México.
Ésta es la razón más importante por la que se ha considerado trascendental poner en manos del
público lector una serie de publicaciones que tengan como finalidad exponer los temas que sin duda
constituyen el quehacer fundamental del partido.
El PRD es consciente de la necesidad de que el examen de los temas sea abierto y crítico. De allí
la utilidad de promover entre los militantes y los ciudadanos este breviario de la serie «Tópicos de
Formación Política».
En este opúsculo el tema hace alusión a «Los principios del Partido de la Revolución
Democrática» con la finalidad de promover la reflexión en torno a la importancia que en el futuro
inmediato y de largo plazo tendrá la discusión sobre las grandes ideas filosóficas que sustenta el
partido y que definen su identidad en el medio político nacional.
Los principios libertarios, democráticos, de justicia social y de igualdad civil mantienen plena
vigencia, pero aquellos que reconocen la pluralidad, la diversidad, la inclusión y la igualdad de
oportunidades requieren espacios creadores para hacerlos efectivos.
Hoy más que nunca, en que prevalecen la pobreza, la desigualdad, la exclusión y la falta de
oportunidades para millones de mexicanos es necesaria la izquierda política mexicana con vocación
de poder.
Pero ¿Qué clase de izquierda necesita el país? ¿Cómo construirla…?
Vale comenzar con esta breve exposición sobre los principios del PRD, cuyos apuntes no
pretenden otra cosa que poner el acento en algunos de sus elementos básicos, pero fundamentales.
Con ello se pretende contribuir a una introducción sobre la historia y la evolución de los principios
filosóficos y políticos del Partido de la Revolución Democrática.
Guillermo Flores Velasco
Director Ejecutivo de Estudios e Investigación Socioeconómica y
Política del PRD
2. PRINCIPIOS DE UN PARTIDO POLÍTICO.
La existencia moderna de los partidos políticos supone de ellos una exposición fundamental de sus
principios políticos, de sus programas, de sus estatutos o reglamentos que rigen su vida interna así
como de sus plataformas políticas y electorales. A este conjunto se le ha denominado comúnmente
«Documentos Básicos» de los partidos políticos.
En estos Documentos Básicos, el partido político como colectivo social y como «persona
moral», jurídicamente reconocida en la ley, expone las convicciones, ideas y creencias compartidas
por los integrantes de la organización, además de su forma de estructurar el partido con órganos que
toman decisiones y las reglas a seguir por todos sus miembros, además de establecer los objetivos
que se propone el partido y la forma o método de llegar a ellos.
El concepto de «principios» se inicia en la filosofía occidental de Grecia con la aparición de la
«ética» como la disciplina que estudia y esclarece las normas y reglas de la conducta o del
comportamiento humano. Puede afirmarse que el fundador de la ética como investigación filosófica
de «lo humano» es el filósofo ateniense Sócrates que escudriñó filosóficamente el comportamiento
de los seres humanos, y el fundador de la ética como disciplina es Aristóteles, quien analizó y
sistematizó los diversos comportamientos humanos entre sí, desde una perspectiva de su
comportamiento moral: el estudio de las relaciones entre los hombres, ahora conocidas como
relaciones de la conducta moral individual y social.
Puede afirmarse que los «principios políticos» de un partido político son las ideas fundamentales
que profesan y expresan los conceptos teóricos de la filosofía política que llevó a su creación como
organización partidaria, así como los fundamentos ideológicos sobre los cuales se establecen los
grandes proyectos que el partido tiene para la sociedad actual y futura.
Nuestra carta magna y la norma reglamentaria que regula la actuación de los partidos políticos:
Ley General de Partidos Políticos (promulgada el 23 de mayo de 2014), son también concluyentes
para moldear el contenido de los Principios, pues por una parte establecen que la declaración de
principios es la base de los otros documentos básicos (programa de acción y los estatutos) y que
estos deben ser congruentes con lo establecido en dicha declaración; y por otra nos preceptúan
algunas conductas que deben obligatoriamente seguir todos los partidos:
Ajustar su conducta y la de sus militantes a los principios del Estado democrático.
Estar en línea con los principios básicos de la democracia.
Conducir sus actividades dentro de los cauces legales, por medios pacíficos y por la vía
democrática.
Respetar la libre participación política de los demás partidos políticos y los derechos de los
ciudadanos.
La obligación de observar la Constitución y de respetar las leyes e instituciones que de ella
emanen.
La obligación de no aceptar pacto o acuerdo que lo sujete o subordine a cualquier organización
internacional o lo haga depender de entidades o partidos políticos extranjeros.
No solicitar o, en su caso, rechazar toda clase de apoyo económico, político o propagandístico
proveniente de extranjeros o de ministros de los cultos de cualquier religión o secta, así como
de las asociaciones y organizaciones religiosas e iglesias y de cualquiera de las personas a las
que la misma ley prohíbe financiar a los partidos políticos.
Es importante explicitar dichas sentencias, por ejemplo, cuando se dice que los partidos políticos
están obligados a observar los principios del Estado democrático; estos principios son aquellos que
establecen los derechos y las libertades constitucionales comprendidos en la parte «dogmática» de la
Constitución, así como lo relativo a la organización y división de poderes del Estado mexicano, el
derecho del pueblo a elegir a sus gobernantes mediante el sufragio libre, universal y secreto, a
ejercer el derecho ciudadano a votar y ser votado, y con ello intentar ganar el poder político por
medios legales y pacíficos. Todo esto establecido en la parte «orgánica» de la misma Constitución.1
Así mismo, el principio general de observar los principios democráticos establecidos en la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se detalla en el Artículo 41, Párrafo segundo
constitucional: «Los partidos políticos tienen como fin promover la participación del pueblo en la
vida democrática, contribuir a la integración de los órganos de representación política y como
organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de estos al ejercicio del poder público, de
acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal,
libre, secreto y directo, así como las reglas para garantizar la paridad entre los géneros, en
candidaturas a legisladores federales y locales. Sólo los ciudadanos podrán formar partidos
políticos y afiliarse libre e individualmente a ellos; por tanto, quedan prohibidas la intervención
de organizaciones gremiales o con objeto social diferente en la creación de partidos y cualquier
forma de afiliación corporativa».
Pero la norma que permite que los partidos se diferencien en sus principios, es la relativa a la
obligación de que: «Los principios ideológicos de carácter político, económico y social que
postulen los partidos deben formar parte de su Declaración de Principios».
Puede afirmarse, sin lugar a dudas, que principios y valores como el respeto al sufragio, la
afiliación libre de las personas a los partidos y la expresa prohibición de la afiliación corporativa,
así como la paridad de los géneros y muchos otros más, no serían hoy realidad en México sin el gran
esfuerzo y tesón de los hombres y mujeres que han luchado en el Partido de la Revolución
Democrática y por supuesto del concurso de millones de ciudadanos y electores que han apostado sin
reservas por la democracia y la justicia; valores supremos que se sintetizan en el lema del Partido de
la Revolución Democrática: «Democracia ya, Patria para todos».
3. LOS PRINCIPIOS POLÍTICOS EN LA HISTORIA
CONTEMPORÁNEA; LIBERALISMO VERSUS SOCIALISMO
3.1. Liberalismo
Los partidos políticos son un producto de la época contemporánea, su germen está en los
parlamentos, que gradualmente van restando poderes al soberano, hasta la disolución de los reinos y
su conversión en monarquías constitucionales o naciones republicanas modernas en Europa y los
Estados Unidos. Los partidos se consolidan cuando en los parlamentos se forman fracciones, cuando
es recurrente la coincidencia de posiciones, dejando atrás a los representantes populares, que son
libres de votar al dictado de su propia conciencia.
Es decir los modernos partidos políticos surgieron cuando por razones sociales, económicas y
políticas el ser humano fue considerado libre e igual en derechos, después de las tres grandes
revoluciones «burguesas»: las guerras civiles en Inglaterra (1642-1649), la Revolución Francesa
(1789) y la Guerra Civil Norteamericana (1861-1865); que terminaron con la abolición del régimen
de privilegios feudales en Europa y aquellos privilegios «coloniales» en el resto del mundo y se
establecieron las modernas naciones democráticas, que reconocieron «libertades» y «derechos»
universales a todas las personas, sin excepción.2
El régimen de «igualdad y de libertad» constituyó la premisa fundamental para que las personas
llegasen a tener la calidad de ciudadanos.
La democracia moderna fue el producto de estos dos grandes conceptos, la libertad y la igualdad,
que siguen siendo la base ideológica liberal de la democracia actual, definida por Abraham Lincoln
como el «Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo» en su afamado discurso de
Gettysburg el 19 de noviembre de 1863, durante la guerra civil en los Estados Unidos.
De aquel proceso histórico de grandes cambios económicos sociales y políticos, surgieron «los
principios ideológicos» fundamentales del liberalismo que pueden sintetizarse de la siguiente
manera:
Existe una igualdad originaria entre todos los seres humanos, considerados individualmente.
La igualdad del género humano presupone la libertad personal de todos los individuos y nadie
tiene derecho o privilegio alguno sobre los demás.
La igualdad del género humano presupone la libertad de organizarse para defender los derechos
que les son «naturales», como la libertad de expresión y de asociación y muchos otros más.
La soberanía reside esencialmente en el pueblo, y se entiende como la libertad del pueblo para
organizar su gobierno con instituciones que garanticen precisamente esa libertad e igualdad.
Los derechos del pueblo a la libertad económica y la igualdad política son esenciales. Estos
derechos son inherentes a todos los individuos.
El único régimen que garantiza las libertades económicas, sociales, civiles y políticas es la
democracia, con la división y equilibrio de poderes.
La ley es la expresión más genuina de la soberanía y de la voluntad popular y ningún individuo
o grupo social puede tener el privilegio de estar por encima o al margen de ella.
Las libertades y los derechos pueden perderse o limitarse por la transgresión de la voluntad
popular expresada en la ley y materializada en las instituciones.
La libertad y la igualdad para participar en los asuntos públicos (rex publica) constituyen «los
principios» fundamentales de los derechos ciudadanos.
La Constitución es la máxima ley que expresa la soberanía del pueblo y expresa los principios
fundamentales en que esta se sustenta.
3.2 Socialismo
En la segunda mitad del Siglo XIX, en Europa se desarrolló también la teoría marxista que pretendió
establecer el denominado «socialismo científico» dejando atrás los socialismos «utópicos» fundados
en la moral humanitaria y solidaria.
El marxismo consideró que el desarrollo del capitalismo culminaba con la revolución socialista
como consecuencia del desarrollo materialista dialéctico de la historia humana y generó una gran
diversidad de organizaciones y partidos socialistas y comunistas en el mundo.
Dicha teoría señaló que la democracia liberal burguesa tenía como base la desigualdad social,
producto de la detentación del poder económico (propiedad de los medios de producción) por parte
de una clase social privilegiada, la burguesía, que utilizó la democracia para ganar el poder en
Europa para la construcción de las nuevas naciones y la erección del Estado «liberal», republicano y
democrático, considerado como el «Estado burgués», de clase, y por definición opresor y represor
del resto de la sociedad.
Carlos Marx y sus seguidores establecieron la teoría de la «democracia proletaria» frente a la
«democracia burguesa». Esa democracia proletaria sería un producto histórico de la lucha de clases
y se establecería, con Lenin, como una «dictadura del proletariado»; en otras palabras, como un
régimen en el que la clase obrera y sus «aliados históricos», como los campesinos y parte de los
«pequeños burgueses», adueñados del poder político y militar, construirían un nuevo régimen
comunista, donde los medios de producción y el capital serían propiedad social, y no propiedad
privada de unos pocos.
Para las organizaciones marxistas, el objetivo histórico estratégico era el establecimiento del
«Estado socialista» o «dictadura del proletariado» con la mira puesta en la creación de una sociedad
organizada y adueñada de los medios de producción (fábricas, infraestructura, transportes) capaz de
crear una entidad superior para su gobierno y administración; esta entidad ya no sería un Estado,
puesto que el Estado habría sido históricamente el gran instrumento de unas clases para la
dominación y opresión de otras.
La construcción de un régimen comunista presuponía, desde esta teoría, la desaparición de toda
clase de Estado y la abolición de la propiedad privada de los medios de producción social.
El método esencial previsto por la teoría marxista fue la revolución, entendida como un
alzamiento armado guiado por las organizaciones proletarias, particularmente por el liderazgo
político del partido comunista, que una vez ganado el poder no admitiría la existencia de otros
partidos; sería un partido único gobernante encargado de reprimir los intentos burgueses de
restauración, a la vez que se constituiría como el órgano político estatal y revolucionario del
gobierno de la «dictadura del proletariado».
El marxismo y el leninismo, luego de la Revolución Rusa de 1917, dieron origen a los principios
«revolucionarios» de carácter «científico» que pueden enumerarse así:
La evolución de la sociedad ha sido históricamente dialéctica y la lucha de clases ha sido el
motor del desarrollo histórico a partir de la génesis de la apropiación privada de los medios de
producción.
En la etapa contemporánea, la lucha de clases en la sociedad capitalista es la conclusión
histórica de ese proceso, y culmina con la confrontación revolucionaria del proletariado y sus
aliados históricos destinados a eliminar a la clase de los capitalistas burgueses y los resabios
históricos de otras clases dominantes (zarismo, monarquía, caciquismos, regímenes
estamentales y de castas, etc.)
La fase última del capitalismo es el imperialismo, de allí que las organizaciones
revolucionarias deban definirse como anticapitalistas y antimperialistas. (Aportación leninista)
La clase obrera es una clase internacional por lo que el internacionalismo proletario es una de
sus características más señaladas y un principio fundamental de lucha de los partidos socialistas
y comunistas.
La lucha revolucionaria se propone la conquista del poder político para establecer la dictadura
del proletariado con la finalidad de arribar a un estadio social superior caracterizado por la
propiedad social de los medios de producción y el establecimiento de una entidad de gobierno
superior no caracterizada como Estado, puesto que ya no tendría el sello específico de ser un
órgano represor y opresor de una clase social privilegiada.
La teoría marxista fue socialmente muy prolífica pues dio lugar a la creación de muchos partidos
políticos socialistas y comunistas en el mundo, al igual que alentó la creación de muchas otras
organizaciones denominadas de izquierda, así como movimientos de liberación nacional
anticolonialistas y antimperialistas, que a la vez que luchaban por la independencia política pugnaban
por la construcción de un régimen socialista.
En el curso del siglo XIX y gran parte del siglo XX, tuvieron lugar una infinidad de movimientos
sociales inspirados en el marxismo, pero los grandes logros fueron principalmente la Revolución
Rusa de 1917, la Revolución China de 1949, la creación del bloque socialista en Europa Oriental (
1946-1947), el régimen revolucionario en Vietnam (1976) y la Revolución Cubana en América
Latina (1959-1961), así como muchos movimientos de liberación nacional en Asia y África.
Al culminar el Siglo XX el mundo transitó por varias conmociones sociales. La Unión Soviética
desapareció, junto con el Bloque Socialista de Europa Oriental y esas naciones volvieron a
establecer un régimen de libertades individuales y colectivas, a la vez que formalizaron el libre
mercado en sus respectivas legislaciones.
Cosa parecida sucede ahora en China, que se está transformando en un gran gigante industrial de
la era de la globalización con la aceptación del denominado «libre mercado», «la propiedad
privada» y «la inversión extranjera».
En América Latina, ha tenido una gran permanencia el régimen socialista encabezado por el
Partido Comunista Cubano, bajo el liderazgo ideológico y político de los hermanos Fidel y Raúl
Castro Ruz, así como una multiplicidad de gobiernos de izquierda que se reputan socialistas,
particularmente el denominado socialismo bolivariano de Hugo Chávez y Nicolás Maduro en
Venezuela, así como los gobiernos de izquierda de Brasil, Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay,
Uruguay y Perú.
La gran aportación del socialismo marxista al futuro fue la clara noción de que el mundo no
puede ser más equilibrado (con menos desigualdades sociales) si no hay un régimen que promueva y
tutele el bienestar económico y la seguridad social para todos.
La más notable aportación señaló que esto no podía lograrse si los trabajadores y desamparados
del mundo no se organizaban a sí mismos para demandar y luchar políticamente por sus derechos y
reivindicaciones; en otras palabras, organizarse por sí mismos, políticamente, para ganar el poder
del Estado.
3.3 Socialdemocracia
A esta gran historia se sumó una nueva opción que apareció y se desarrolló desde el último tercio del
siglo XIX y casi todo el siglo XX. Una opción política que resultó de una gran síntesis de las grandes
confrontaciones entre las ideologías del liberalismo y el socialismo, pero también surgió de las
grandes aportaciones que hiciera la tradición humanista occidental. Esta nueva fuerza histórica que
ha ganado terreno en los países más desarrollados, y en muchos otros más, es la Socialdemocracia.
La Socialdemocracia no fue sólo un producto histórico político de las confrontaciones de la
ideología liberal capitalista y socialista colectivista, en sus muy variadas expresiones y acepciones.
Si bien la ideología de la Socialdemocracia era una síntesis del pensamiento liberal y socialista
europeo, implicaba mucho más.
La Socialdemocracia surgió en Europa como una expresión civilizatoria y democrática que
recogía las mejores expresiones de la cultura política. Se propuso llegar al poder político para
establecer medidas que controlaran y regularan el capitalismo con la finalidad de obtener lo que más
tarde se llamaría «El Estado de Bienestar General» o simplemente «Estado de Bienestar», un
concepto evolutivo que data desde el siglo XIX y que fue creado por la lucha de los partidos
socialistas y comunistas, del sindicalismo italiano, norteamericano y español, del laborismo inglés,
de la Socialdemocracia alemana y del socialismo utópico francés.
Sus métodos no incluían la revolución violenta, ni contemplaban el establecimiento de una
«dictadura del proletariado». Desde sus inicios, la Socialdemocracia se propuso arribar al Estado de
Bienestar por dos medio fundamentales:
Primero, el método de la evolución democrática con la expansión y efectivo establecimiento de
derechos individuales y colectivos con un Estado social fuerte, jurídicamente garante de estos
derechos, mediante la conquista del poder político por la vía electoral y el establecimiento de
instituciones de gobierno y de Estado que garantizaran las conquistas populares. Este método y
programa político prescindió de la revolución violenta y la consecuente dictadura del proletariado.
Segundo, la Socialdemocracia se propuso lograr sus objetivos mediante la utilización de medios
pacíficos a partir de reformas sociales, económicas y políticas, fuertemente respaldadas por
organizaciones populares de todos los sectores de la sociedad, incluyendo a empresarios capitalistas
con posiciones progresistas, particularmente los pequeños y medianos.
Y he aquí uno de los principios dialécticos de la Socialdemocracia, pues en esta concepción la
asociación entre democracia, calificada de corte liberal, y la genuina construcción de espacios
económico sociales para la «justicia social» es indispensable e indisoluble.
El gran atractivo de la Socialdemocracia lo constituía el caudal de tradiciones desprendidas del
humanismo europeo; humanismo que derivaba de las libertades y los conceptos del igualitarismo de
las personas y de los ciudadanos, al mismo tiempo que comprendía la necesidad de una evolución
social con base en la efectividad del Estado Democrático, que presuponía el ejercicio, igualmente
efectivo, de las libertades y derechos de las personas y los ciudadanos.
La conquista del Estado Democrático y de Bienestar sería el gran instrumento para generar las
condiciones del bienestar general de la población mediante reformas económicas que regularan el
libre mercado y la construcción de un sistema de protección social para todos los individuos de la
sociedad, sin importar su condición social.
La Socialdemocracia reclamó, desde una perspectiva filosófica y política, que la libertad e
igualdad del género humano no era un simple engaño del régimen capitalista para la opresión de los
trabajadores, sino que era producto de luchas milenarias de las clases populares y del pensamiento
humanista que provenía desde los clásicos griegos, del derecho romano y el cristianismo primitivo,
así como del renacimiento y las utopías de los siglos XVI y XVII, lo mismo que del Siglo de las
Luces y la Ilustración Francesa del siglo XVIII.
La Socialdemocracia no renegó de las aportaciones que hiciera el sindicalismo inglés, español e
italiano del siglo XIX (libertad para organizar gremios, sindicatos y partidos políticos para
participar en asuntos públicos y no sólo de interés propio), por el contrario asumió las
reivindicaciones del laborismo (leyes e instituciones públicas favorables a los trabajadores) y el
sindicalismo (legalización de derechos colectivos) como parte de sus estrategias. Y lo mismo puede
afirmarse de las recuperaciones que la Socialdemocracia ha hecho de las aportaciones del
socialismo utópico (solidaridad de clase e intergremial), de la doctrina social cristiana católica
(«Bien Común» de la Encíclica Rerum Novarum, 1891) y del lassallismo francés (derechos
garantizados a la educación y cultura de los sectores populares) de los siglos XIX y XX.
Durante el último tercio del siglo XIX y gran parte del Siglo XX, los socialistas y comunistas de
tendencia marxista revolucionaria consideraron a la Socialdemocracia como una «desviación
revisionista y reformista», tanto por que se desviaba del principio inamovible de la revolución
violenta, como por el hecho de que revisaba la teoría marxista en su núcleo esencial de que la lucha
de clases en la historia de la humanidad culminaba con la revolución del proletariado.
Los marxistas consideraron que esta «traición» a la teoría marxista implicaba que en lugar de
revolución habría una evolución reformista. En suma, que al evitar la revolución violenta contra el
capitalismo la Socialdemocracia aseguraba la existencia del mismo capitalismo. En consecuencia, la
Socialdemocracia era para los marxistas ortodoxos una expresión de la «ideología burguesa».
Pero la historia más reciente mostró otras vicisitudes para ambas visiones del socialismo. El
contraste entre los finales del siglo XIX y el siglo XX no pudo ser mayor. A la disolución de la Unión
Soviética y la extinción del Bloque Socialista se desarrollaron en Europa varias tendencias
ideológicas y políticas de corte claramente socialdemócrata que provenían de los partidos
socialistas y comunistas tradicionales de Italia, Francia y España, señaladamente el denominado
«Eurocomunismo», que renunciaron, por la fuerza de los hechos, a las tesis de la revolución violenta
y la dictadura del proletariado.
Al arribar al Siglo XXI se pudo observar que justamente los estándares más altos de vida, las
instituciones democráticamente más evolucionadas, las libertades civiles mayormente garantizadas y
los procesos culturales y educativos más altos del mundo, los habían logrado los países con
gobiernos socialdemócratas, particularmente en los países europeos y escandinavos. Es decir,
aquellos países que tenían una mayor tradición de lucha socialdemócrata.
4. LA IZQUIERDA EN MÉXICO; EVOLUCIÓN Y PRINCIPIOS
La línea política es un referente clave en la definición de la estrategia y la oferta programática del
partido.
La izquierda mexicana ha transitado por una evolución similar en sus grandes tendencias a lo
ocurrido en el mundo europeo.
Primero fue una izquierda «liberal», en donde las reivindicaciones libertarias, populares y
democráticas corrieron a cargo de generaciones de caudillos y políticos, liberales y republicanos,
como Miguel Hidalgo, José María Morelos y Benito Juárez que lucharon contra «la derecha»
clerical, conservadora y monárquica.
Después apareció la izquierda del socialismo anarquista de los hermanos Ricardo y Enrique
Flores Magón, a la que siguió la izquierda popular y nacionalista de varios caudillos y generales
revolucionarios; gran tendencia que se sintetizó en la figura de Lázaro Cárdenas, y por aquella época
(1920-1935), igualmente apareció y se desarrolló en el país la izquierda marxista revolucionaria del
Partido Comunista Mexicano y muchas otras organizaciones más.
Estas grandes tradiciones de la izquierda mexicana tuvieron un punto culminante en 1989 cuando
se fundó el Partido de la Revolución Democrática, pues todas estas grandes tendencias históricas de
la izquierda en el país se fundieron orgánicamente en un gran partido político.
En efecto, el Partido de la Revolución Democrática fue la síntesis orgánica de aquellas grandes
tendencias de la izquierda que históricamente aparecieron como portadoras de los principios más
evolucionados y progresistas de México.
Y en este punto vale la pena hacer un breve apunte sobre lo que es la izquierda:
4.1. La izquierda
En términos generales, se denomina de izquierda a todos los partidos, organizaciones y personas que
profesan principios sociales de igualdad política, y de justicia y protección social para toda la
población. En este sentido, como dice el gran analista político Giovanni Sartori, la izquierda implica
por ello un gran componente moral de la sociedad, pues «la derecha» política ni lo tiene, ni le
interesa.
En este espectro, la izquierda abarca un abanico pletórico de posiciones políticas e ideológicas
que van de los radicales anarquistas y guerrilleros armados de corte socialista o comunista, hasta las
agrupaciones que promueven la evolución gradual y pacífica de la sociedad hacia esquemas de
convivencia equilibrados, donde se atenúen las desigualdades y la población tenga aseguradas
condiciones socio-económicas dignas.
La denominación de «Izquierda» proviene de la Revolución Francesa, particularmente de la
identificación de las posiciones políticas que en la Asamblea Nacional Constituyente de la Francia
de 1789, defendieron los miembros del «Estado llano» o popular, sentados a la izquierda del salón
de Versalles, frente a la nobleza y el clero, estamentos privilegiados que se sentaban a la derecha del
salón de sesiones. Los de «la izquierda» demandaban limitar los poderes de la asamblea legislativa
francesa que reclamaba la soberanía nacional frente a la soberanía del monarca francés Luis XVI.
Desde entonces, las agrupaciones y posiciones políticas que defienden los intereses populares
frente a toda suerte de privilegios y desigualdades se denominan de «izquierda».
4.2. La izquierda en México y sus principios
Las ideologías de izquierda han tenido en México un gran impacto social y político.
Desde fines del siglo XIX surgieron tendencias ideológicas y organizativas de izquierda, tales
como el primitivo mutualismo de asistencia gremial e intergremial de los primeros obreros
industriales del país (para ayudarse entre sí), y luego el sindicalismo (reclamar derechos de
asociación para defender sus intereses) y el anarquismo (defender a su clase social contra todo
autoritarismo del Estado y los capitalistas).
Puede afirmarse que el primer partido de izquierda en México fue el Partido Liberal Mexicano
(PLM) fundado en 1906, bajo la dirección de los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón, que
organizaron los primeros movimientos importantes de huelga y las primeras insurrecciones armadas
contra el régimen de Porfirio Díaz (1906), y que estuvieron inspirados en las ideas del anarquismo
ruso y europeo (Mikail Bakunin, Piotr Prokoptkin y Errico Malattesta).3
El Partido Liberal Mexicano tenía un «Programa», pero no tenía aún una «Declaración de
Principios» que hiciera explícita la doctrina de filosofía política que abrazaban. A pesar de ello, el
programa del PLM magonista fue publicado el 1º de Julio de 1906 en el periódico Regeneración4 y
fue elaborado por la junta organizadora de ese partido en Saint Louis Misouri, Estados Unidos,
debido a la represión que en México pesaba sobre sus integrantes.
A pesar de que dicho programa era en efecto tal, incluía demandas y propuestas que
implícitamente revelaban principios universales como la libertad de asociación, de expresión, la
libertad de trabajo, la justicia social, la igualdad civil, la no discriminación por trabajo igual y
justicia igual para todos. Tales postulados fueron en buena medida fundamentos de la Constitución
mexicana de 1917.
No obstante, el primer partido político en México que en el siglo XX ostentó el nombre de
socialista fue el Partido Obrero Socialista fundado en 1917 por Luis N. Morones con líderes e
integrantes de la Casa del Obrero Mundial, del cual saldría el postrero Partido Laborista Mexicano,
también fundado por Morones el 29 de diciembre de 1919, a un mes y cinco días de haberse fundado
el Partido Comunista Mexicano (PCM).5
La etapa revolucionaria en México fue contemporánea de la triunfante Revolución Rusa de 1917.
Esta gran revolución socialista, encabezada por los bolcheviques del Partido Obrero
Socialdemócrata de Rusia, repercutió muy sensiblemente en México al igual que en muchos otros
países del orbe, y en el curso de los años veinte proliferaron una infinidad de partidos regionales al
calor de la Revolución Mexicana que se autodenominaron «socialistas».
En aquellos años (1920-1930) surgieron, por ejemplo, el Partido Socialista Fronterizo fundado
por Emilio Portes Gil en Tamaulipas; el Partido Socialista del Sureste fundado por Salvador
Alvarado y Felipe Carrillo Puerto; el Partido Socialista de Veracruz y el Partido Popular Socialista
de las Izquierdas de Adalberto Tejeda, el Partido Socialista Radical de Tomás Garrido Canabal en
Tabasco y el Partido Socialista de los Trabajadores del Estado de México, de los hermanos
revolucionarios Abundio y Filiberto Gómez.
Estos partidos y muchos otros que también se reputaban como socialistas confluyeron en 1929 y
fundaron el Partido Nacional Revolucionario (PNR) bajo la tutela del ex presidente Plutarco Elías
Calles, quien fue denominado como el «Jefe Máximo de la Revolución». Ese partido, bajo la
influencia de la ideología socialista, proclamó de manera explícita una «Declaración de Principios»,
que reconocía «la lucha de clases» existente en el país y la necesidad de garantizar los derechos del
proletariado.6
El lema del PNR fue «instituciones y reforma social», y no ya revolución pues se suponía que sus
integrantes ya la habían hecho y que justamente se encontraban en el periodo constructivo de la
revolución, como lo había señalado el presidente Plutarco Elías Calles en su último Informe de
Gobierno”, en septiembre de 1928.
No obstante, para la izquierda mexicana el caso más importante fue la fundación del Partido
Comunista Mexicano (PCM) establecido el 24 de noviembre de 1919, y que se afilió a la III
Internacional o «Internacional Comunista» (Comintern) fundada por iniciativa de Vladimir Ilich
Lenin y el Partido Comunista de Rusia o Bolchevique.
El entonces recién fundado Partido Comunista Mexicano adoptó la ideología marxista leninista y
sus principios filosóficos y políticos.
En aquella etapa fundacional, los principios del PCM eran principios «de clase». Entendía la
doctrina de la lucha dialéctica de clases como el motor de la historia, tal cual lo señalaba Carlos
Marx en el «Manifiesto del Partido Comunista» de 1848, así como el internacionalismo proletario, al
cual se unía el antiimperialismo leninista. El principio del método revolucionario era uno de los
fundamentos del inamovible principio del internacionalismo proletario.
De esta forma, el principio de que el gran conductor de la transformación social sería la clase
proletaria llevaba a la consideración de que el gran timonel de la transformación socialista era el
partido proletario o partido de los trabajadores, en suma el partido socialista o comunista.
De hecho, la creación del Partido Comunista Mexicano fue uno de los resultados de la acción
internacionalista de la Cominter, tanto así que varios extranjeros tuvieron un papel muy importante en
su fundación e incluso un mexicano descendiente de los invasores norteamericanos de 1847, de
nombre José Allen7, fue su primer Secretario General y uno de los papeles más destacados en la
fundación del PCM, por encargo de la Comintern, fue el del estadounidense Charles Phillips que
pertenecía al sindicalismo norteamericano.8
En ese contexto, y poco después de la Expropiación Petrolera del 18 de marzo de 1938, el día 30
de ese mismo mes y año, se firmó el pacto constitutivo del Partido de la Revolución Mexicana
(PRM) que sustituyó al PNR.
La formación del PRM, en el marco de la expropiación petrolera, la sucesión presidencial de
Lázaro Cárdenas y los prolegómenos de la II Guerra Mundial, fue apoyada incluso por el Partido
Comunista Mexicano que veía en dicha integración el fortalecimiento de un gran frente antifascista
mexicano en momentos en que predominaba la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini, y que
amenazaban con lanzar sus ofensivas militares contra la Unión Soviética.
La ideología del PRM se manifestó como nacionalista, obrerista y agrarista, utilizando incluso
algunos términos que definían a tal partido como «socialista», incluyendo un posicionamiento
internacional antimperialista y antifascista. El lema de ese partido fue «por una democracia de
trabajadores». Y tal era el influjo de la ideología socialista que varios liderazgos propusieron que se
llamase Partido Socialista Mexicano, pero dicha propuesta no prosperó.9
Por su parte, entre 1919 y 1940, el Partido Comunista Mexicano siguió muy de cerca las tesis de
la Comintern y la influencia del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) fue muy marcada.
El PCM fue declarado ilegal en 1929, recuperando su condición de partido legal en 1935 con el
advenimiento del gobierno de Lázaro Cárdenas, y al año siguiente participó en la fundación de la
Confederación de Trabajadores de México (CTM) muchos años liderada por Fidel Velázquez.
En los inicios de 1940 el Partido Comunista Mexicano fue proscrito y le fue retirado su registro
legal por el gobierno de Manuel Ávila Camacho, luego de la difícil elección de aquel año, en que
Juan Andrew Almazán pretendió ganar la presidencia de la República mediante la formación del
PRUN, Partido Revolucionario de Unificación Nacional.
El Partido Comunista Mexicano transitó entonces por una larga etapa de clandestinidad relativa
entre 1940 y 1960; periodo que varios estudiosos han calificado de «stalinista», con muchas
escisiones y conflictos en el interior del partido. Ese periodo terminó con el advenimiento de la «era
Krushev» (1953-1964) y que se caracterizó por una relación más flexible entre los lineamientos de la
III Internacional moscovita y los partidos comunistas afiliados, entre ellos el PCM, luego de la
muerte de Joseph Stalin (1953).
4.3 De los años sesenta a la fundación del PRD
En 1968 la izquierda mexicana, en particular el PCM, tuvo una intervención muy acusada en el
conflicto estudiantil que culminó con la masacre de Tlatelolco del 2 de octubre, y la consecuente
persecución y encarcelamiento de muchos militantes de la izquierda mexicana.
Las consecuencias de aquel movimiento estudiantil nacional e internacional en México fueron
trascendentes, pues surgieron una gran cantidad de organizaciones que nutrieron la formación de
partidos de izquierda y la guerrilla radical mexicana. Muchos otros grupos y personajes generaron
diversas alternativas de lucha, tales como el movimiento sindical independiente, el movimiento
universitario de izquierda, tanto de trabajadores como de estudiantes y académicos, así como un
periodismo más libre y desafiante para el régimen.
En los veinte años transcurridos entre el movimiento estudiantil popular de 1968 y las elecciones
presidenciales de 1988 ocurrió una profusa creación y maduración de organizaciones y
personalidades de la izquierda mexicana, que culminarían en gran medida con su gran unificación
partidaria en 1989.
4.4 Contexto internacional y el tránsito a la democracia
El contexto mundial de los años sesenta y setenta acusaba situaciones de gran intensidad. Por una
parte, la guerra fría había transitado por momentos de grandes tensiones con la Revolución Cubana y
la «Crisis de los Misiles» (1962), cuando ante el intento por invadir Cuba, la Unión Soviética instaló
misiles nucleares en la Isla.
En 1963 el presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, fue asesinado y al año siguiente
se iniciaron los bombardeos aéreos de Estados Unidos sobre Viet Nam; en 1968 fueron asesinados
Martin Luther King y Robert F. Kennedy mientras la carrera armamentista continuaba su marcha
acelerada con la amenaza continua de desatar una conflagración nuclear en cualquier momento.
En América Latina proliferaron los movimientos guerrilleros de izquierda similares al modelo
cubano, a la vez que prosperaron fuertes movimientos de liberación nacional en África, Asia y
Medio Oriente. Particular importancia mundial tuvo la Guerra de Vietnam que finalizó con el triunfo
de los guerrilleros en 1975.
El año de 1968 fue sin duda crucial en el ámbito internacional y México no fue la excepción. En
Europa occidental y oriental, así como en los Estados Unidos y varios países latinoamericanos se
observaron muchos movimientos sociales que reclamaron una nueva visión y un nuevo orden social
más justo para el mundo.
En aquellos años sesenta, fue cuestionado el capitalismo y el imperialismo rapaz de las potencias
capitalistas y socialistas, tanto como sus pretensiones hegemónicas mundiales bajo la amenaza de la
carrera armamentista, la guerra fría, el colonialismo y la debacle nuclear.
El mundo bipolar fue cuestionado y aparecieron movimientos juveniles, por primera vez en la
historia de la humanidad, que demandaron un mundo más justo, equilibrado, pacífico y humanista.
El liderazgo fue asumido colectivamente por estudiantes, intelectuales y artistas; muchos de ellos
identificados con una izquierda democrática y humanista tanto en Europa como en los Estados Unidos
y México.
De allí derivaron o se fortalecieron varios principios importantes para la izquierda mundial: el
pacifismo frente al armamentismo, los derechos humanos frente al autoritarismo represivo de las
potencias, el ecologismo frente al industrialismo depredador de la posguerra, y el feminismo como
expresión de la incorporación femenina a las responsabilidades de la economía internacional.
4.5 Historia electoral de la izquierda comunista
En México, la historia electoral del PCM había sido larga cuando volvió a la legalidad entre 1977 y
1979. Primero, participó en 1929 con el general revolucionario Pedro Rodríguez Triana como
candidato del Bloque Obrero Campesino Nacional. En 1934 Hernán Laborde fue su candidato
presidencial.
Entre los años 1940 y 1946, pese a su proscripción, el PCM apoyó las candidaturas de Manuel
Ávila Camacho y Miguel Alemán Valdés, como parte de la política del «frente antifascista» de la
línea moscovita.
Para 1952 el PCM se alió al Partido Popular que había propuesto a Vicente Lombardo Toledano
para la Presidencia de la República, y en el año 1964, mediante la creación del Frente Electoral del
Pueblo, el PCM lanzó como candidato a Ramón Danzós Palomino.
El año 1968 fue un parteaguas luego de la masacre de Tlatelolco y el PCM llamó a la abstención
activa para las elecciones de 1970. No obstante, en 1976 lanzó la candidatura de Valentín Campa,
como candidato no registrado, de tal manera que el único candidato legal fue José López Portillo del
PRI, que hubiera ganado legalmente la elección con un solo voto. El PRI, había llegado a una
situación política igual o peor que la del porfiriato.
En el año de 1977 tuvo lugar la Reforma Política más importante de los tiempos modernos para
México. La izquierda organizada en varios partidos fue legalizada. El PCM volvió a la legalidad
mientras el mundo transitaba por grandes transformaciones. En las elecciones intermedias de 1979 el
PCM se convirtió en la tercera fuerza electoral de México, después del PRI y el Partido Acción
Nacional (PAN).10
En 1982, el candidato del PRI a la Presidencia de la República fue Miguel de la Madrid Hurtado,
un candidato completamente ajeno a los tradicionales grupos de poder. Pertenecía a un nuevo grupo
interno de ese partido conocido como «los tecnócratas», cuya ideología neoliberal privatizadora de
los bienes y recursos nacionales estratégicos puso en peligro la soberanía nacional (petróleo,
electricidad) y las conquistas populares (seguridad social, educación).
Surgió entonces, en 1987, una corriente dentro del PRI denominada Corriente Democrática a la
que pertenecían dos tendencias del PRI. Una, la del «nacionalismo revolucionario» representada por
Cuauhtémoc Cárdenas y otra de «tendencia socialdemócrata» representada por Porfirio Muñoz Ledo.
Su intención era la de abrir la sucesión presidencial de 1988 a las bases del PRI.
Sin embargo, la pretendida reforma democrática en el interior del PRI no ocurrió y este partido
mantuvo la disciplina férrea alrededor del presidente de la República, Miguel de la Madrid, quien
optó por nombrar a otro tecnócrata como su sucesor, Carlos Salinas de Gortari.
El problema de fondo era el gran viraje de la política del PRI en relación con los sectores
populares y la política relativa al papel del Estado en el desarrollo nacional, las alianzas con los
sectores populares y la posición de los gobiernos tecnócratas de desregulación del mercado, de
apertura al exterior y, sobre todo, la desestatización y hasta desnacionalización de los bienes y
recursos estratégicos de la nación mediante la política de privatizaciones.
Mientras tanto, en el mundo los cambios continuaron siendo importantes y vertiginosos. La
década de los años ochenta vio aparecer en el mundo a los «gurús» inspiradores de la tecnocracia
mexicana: Ronald Reagan en los Estados Unidos y de Margaret Tatcher en el Reino Unido al amparo
de la globalización prohijada por los grandes aportes científicos y tecnológicos en la información y
comunicación.
En esta larga historia, se gestó la aparición del PRD.
5. EL PARTIDO DE LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA; LOS
PRINCIPIOS EN 1989 Y 2015
El Partido de la Revolución Democrática nació de tres grandes tendencias históricas.
Una de ellas, el contenido popular de la Revolución Mexicana que hizo del Estado el conductor
de la transformación social producto de la gran base social que ofreció su generosa sangre para
labrar el futuro de la nación: los campesinos y los obreros del país, acompañados de trabajadores
artesanales, pequeños comerciantes y locatarios, trabajadores del transporte, intelectuales y artistas
revolucionarios.
La segunda, el nacionalismo revolucionario que reivindicó la propiedad de la nación sobre los
grandes recursos estratégicos del país e indicó la importancia de ellos para el desarrollo económico
y social del pueblo de México, así como la responsabilidad del Estado Mexicano para mantener la
soberanía nacional sobre estos.
La tercera, las tendencias socialistas que pugnaron de manera incesante por la justicia social y
plantearon la necesidad de una revolución proletaria al más clásico estilo de la propuesta marxista,
pero que en el contexto de los años ochenta evolucionaron a posiciones menos radicales y fueron
transformando su propuesta en el terreno de la democracia liberal para la vida política, pero sin
dejar de poner el acento en la importancia de asociarla íntimamente con las profundas
reivindicaciones sociales de los sectores populares del país y la regulación del libre mercado
acompañada de fuertes y puntuales políticas del Estado para la redistribución del ingreso, la
promoción del mercado interno y la formación de pequeños y medianos empresarios.
En el contexto de aquella gran emergencia popular que se expresó en las urnas en el año de 1988,
una gran coalición de fuerzas de la izquierda mexicana llevó como candidato a la Presidencia de la
República al Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
El 6 de julio de 1988 el Ingeniero Cárdenas Solórzano obtuvo una copiosa votación, gracias a la
gran coalición de partidos que lo sostuvieron como candidato a la Presidencia de la República.
Aquella coalición se denominó Frente Democrático Nacional (FDN) y estuvo integrado por los
siguientes partidos: Partido Popular Socialista (PPS), Partido Mexicano Socialista (PMS), Partido
del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFCRN), Partido Auténtico de la Revolución
Mexicana, Partido Verde de México (PVM).
Adicionalmente, el Ingeniero Heberto Castillo, candidato del Partido Mexicano de los
Trabajadores (PMT), declinó su candidatura a favor del Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas. Sólo el
Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), de inspiración socialista trotskista, mantuvo la
candidatura de Rosario Ibarra de Piedra y no se integró al FDN.
El Ingeniero Cárdenas Solórzano, al ser postulado por partidos de oposición, había dejado de
pertenecer al Partido Revolucionario Institucional (PRI), junto con muchos otros destacados
miembros de ese partido, señaladamente el Lic. Porfirio Muñoz Ledo.
El fraude electoral del año 1988 quedó grabado en las conciencias de todos aquellos que
vivieron aquel proceso. La noche de las elecciones, el entonces Secretario de Gobernación, Manuel
Bartlett Díaz, anunció que no habría resultados esa noche en virtud de «la caída del sistema» de
cómputo. Como nunca, el sistema político autoritario se estremeció ante la gran participación e
indignación popular con los resultados.
Así pues, el candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari, fue declarado ganador de los comicios
de 1988, y su gobierno profundizó las políticas neoliberales que se caracterizaron por las
privatizaciones, la desregulación de la economía sin una política agropecuaria e industrial favorable
al país y la consecuente apertura prácticamente indiscriminada hacia el exterior, sin atender las
vulnerabilidades de una economía de mercado insuficiente y con carencias significativas para la
competencia exterior, lo que significaba la virtual condena a la desaparición de muchas pequeñas y
medianas empresas, que son aquellas que más empleo generan en el país.
La respuesta más organizada se presentó el 5 mayo de 1989, cuando un sinfín de organizaciones y
personalidades de la vida pública de México fundaron el PRD, con la mira puesta en reivindicar la
soberanía del pueblo sobre los recursos nacionales estratégicos y la importancia de estructurar un
proyecto claramente identificado con las grandes mayorías nacionales del país.
El Partido Mexicano Socialista cedió su registro como partido político y el Partido de la
Revolución Democrática obtuvo su reconocimiento legal por parte de la Comisión Federal Electoral
el 26 de mayo de 1989, con su lema «Democracia ya, Patria para todos». El primer presidente del
Partido de la Revolución Democrática fue el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
La ideología del nuevo partido provenía de varias tradiciones como se ha mencionado,
particularmente del cardenismo popular, nacionalista y estatista en materia de recursos estratégicos
de la nación, del comunismo marxista del Partido Comunista Mexicano y de su posterior conversión
al socialismo democrático que dio lugar al Partido Socialista Unificado de México (PSUM) y,
posteriormente, al Partido Mexicano Socialista (PMS), junto con una gran cantidad de organismos y
personalidades de la izquierda laborista y sindicalista, de la izquierda académica e intelectual, e
incluso de personalidades de la izquierda trostkista y ex guerrilleros de la izquierda radical
mexicana de los años setenta.
En este sentido, es que se ha mencionado que el PRD fue un punto culminante de la izquierda
mexicana, el viejo sueño de la unidad de las fuerzas de izquierda se hizo posible en México. Desde
luego, sólo algunos grupos y partidos no se integraron al gran esfuerzo unificador, pero lo cierto es
que nunca antes la izquierda mexicana había realizado un esfuerzo unificador de carácter orgánico
como lo fue el PRD en el momento de su fundación.
La ideología del nuevo partido tuvo inicialmente una clara orientación democrática, pero la lucha
crucial se había establecido frente al poder en México, cuyas características neoliberales y
privatizadoras se hicieron patentes, obligaron al partido a establecer prioritariamente los principios
del nacionalismo y la soberanía sobre los recursos estratégicos del país.
5.1 Los principios del PRD en su historia (1989-2015)
Los principios del Partido de la Revolución Democrática en 1989 tuvieron la gran y significativa
aportación de ser aquellos que recogían los más avanzados y progresistas principios de la izquierda
mundial y de las tradiciones políticas del pueblo mexicano en ese momento.
El PRD se fundó en el mes de mayo de 1989 en un proceso paralelo a la celebración del XVIII
Congreso de la Internacional Socialista que tuvo lugar en junio de aquel mismo año en Estocolmo,
Suecia, y que estableció la declaración de principios que rige a este gran organismo de la izquierda
mundial hasta nuestros días.
El contexto internacional fue muy importante en aquel año de 1989 en que tuvieron lugar las
denominadas «revoluciones del este» o «revoluciones de 1989» escenificadas en países como
Checoslovaquia, Bulgaria, Polonia, Hungria, Rumania y que culminaron con la demolición del «muro
de Berlín» por parte de la población civil de Alemania del Este, suceso este último que marcó
prácticamente el final de «La Guerra Fría».
En ese año prácticamente se disolvió el Bloque Oriental y en Polonia surgió el primer gobierno
no comunista encabezado por Tadeusz Mazoweski y que daría lugar al gobierno de Lech Walesa
(Solidaridad) en 1990.
En Hungría ascendió el gobierno de Janos Kadar y en Checoslovaquía se proyectó el liderazgo
de Václav Havel. El proceso de estas revoluciones culminó el 25 de diciembre de 1989 con la
ejecución de Nicolás Ceaucescu en Rumania.
En Europa gobernaba una izquierda socialdemócrata como en la España de Felipe González, la
Francia de Francoise Mitterrand, Italia del demócrata cristiano Giulio Andreotti que se mantuvo en el
poder gracias a la coalición con el Partido Socialista Italiano y al Partido Socialista Democrático
Italiano.
En América Latina comenzaron a declinar las dictaduras de derecha e iniciar un proceso de
democratización, a la vez que avanzaba el proceso de pacificación en América Central, que tuvo sus
hitos importantes con las elecciones en Nicaragua de 1989 y el inicio de las negociaciones en
México entre el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional y el gobierno Salvadoreño, que
condujeron a la paz en 1992.
Así pues, el Partido de la Revolución Democrática emergió en un mundo pleno de ebullición e
importantes cambios en la economía, la política, la sociedad y las comunicaciones. El PRD surge en
la plenitud de los grandes cambios del mundo global.
En este espectro pletórico de modificaciones en lo político, el Partido de la Revolución
Democrática fue inflexible en sus principios en relación con las conquistas de las clases populares
de México amenazadas por la oleada neoliberal y propuso un camino muy distinto, bajo el cobijo de
principios que, a pesar de las grandes transformaciones, mantienen su vigencia y que han sido
precisados y ampliados en el curso de los últimos veinticinco años.
En 1989, los principios del PRD pusieron el acento en la importancia de crear una visión
democrática, libre, de justicia, de paz y dignidad para todas las personas en un nuevo mundo que a
pesar de sus profundas transformaciones no degenerara en una nueva fase de capitalismo salvaje
transnacional afectando particularmente los recursos estratégicos de la nación y las conquistas de
bienestar conseguidas por muchos años de lucha de los trabajadores y del pueblo en general.
En 1989, los principios del Partido de la Revolución Democrática eran los siguientes:
5.2 Democracia e igualdad
Principios que pusieron el dedo en la llaga sobre la forma en que el sistema presidencialista
autoritario había menoscabado, a través de fraudes electorales sistemáticos, los derechos
democráticos del pueblo de México, en particular el respeto al sufragio efectivo.
La democracia como principio militante de poner en práctica los derechos ciudadanos y el
respeto al voto popular, así como un principio básico de la estructura de la organización interna del
partido.
El PRD declaró enfáticamente que: «Su cometido primordial es abrir espacios y derroteros a una
sociedad libre, igualitaria y equitativa, fundada en el trabajo, la dignidad y la prosperidad del pueblo
y el progreso de la nación. Se propone ser un instrumento de la sociedad para el planteamiento de sus
problemas y la obtención de soluciones justas y adecuadas, Tiene como meta el fomento y estímulo
de la organización autónoma de la sociedad civil, a partir de los intereses específicos de cada grupo
o sector y de aquellos otros que corresponden a la vertiente ciudadana. Nace con la finalidad
manifiesta de contribuir a la democratización de la vida política y de las instituciones económicas,
sociales y culturales en el país».11
La igualdad como concepto en el que los privilegios no podrían estar por encima de la ley y los
derechos ciudadanos. En su historia del PRD, la investigadora española Adriana Borjas Benavente
escribe que: «Retomar ambos (principios de democracia e igualdad) como objetivos permitiría al
PRD sumar las posiciones más heterogéneas y remontar diferencias».
Es así que para la cohesión interna del partido de las izquierdas en México, el concepto de
igualdad tenía mucho sentido en aquel momento en que múltiples organizaciones se habían sumado al
naciente Partido de la Revolución Democrática. Los principales miembros de la ex Corriente
Democrática del PRI, del ex Partido Comunista Mexicano y de otras organizaciones manifestaron su
adhesión total al principio de Igualdad advirtiendo que era «la base del respeto interno». Los
miembros del ex PMS, entonces mayoritarios, señalaron no querer establecer una corriente
mayoritaria hegemónica en aras de la unidad partidaria.
El principio de Igualdad servía para garantizar el carácter colectivo de la dirección del nuevo
partido, la libertad para el debate interno y la aplicación de la democracia en los procesos internos
estatutarios del partido.
Sin el valor que otorgaba el principio de la igualdad no podría tener valor el principio de la
democracia y proyectarse ambos hacia la sociedad.
5.3 Independencia y oposición
Uno de los principios más básicos de aquel contexto histórico consistió en subrayar el carácter
independiente del partido respecto del gobierno y su carácter opositor, en virtud de las grandes
diferencias con el gobierno y en particular con la tecnocracia neoliberal.
En aquel marco histórico social, la hegemonía de los gobiernos del PRI siempre se expresó como
la cooptación y domesticación de los partidos políticos de la oposición.
Así pues, hacer hincapié en los principios de independencia y oposición constituía un
posicionamiento estratégico, particularmente ante el electorado, que debía tener claridad sobre las
diferencias políticas entre el Partido de la Revolución Democrática y los gobiernos tecnócratas
emanados del PRI.
El Partido de la Revolución Democrática se propuso expresamente, en aquella primera
Declaración de Principios, empujar definitivamente la transición democrática y reivindicó desde
entonces dos objetivos esenciales del partido, fundados en principios idénticos:
5.4 Construcción del Estado de derecho
La democracia en el país tiene como primer requisito y condición la vigencia plena del estado de
derecho y la eliminación del régimen de partido de Estado. Para arribar a un sistema cabalmente
democrático debemos superar el presidencialismo concentrador de facultades legales y extralegales;
la subordinación de los otros poderes públicos; la centralización excesiva; la dependencia de los
gobiernos estatales en relación con el federal y de los municipios en relación con los estatales; la
violación de los derechos humanos y las garantías individuales y sociales; la ilegalidad en que no
pocas veces actúan las autoridades públicas de distinto rango; los fraudes electorales recurrentes.
5.5 El fortalecimiento de la sociedad civil
Para que el Estado se democratice es indispensable que la sociedad lo haga al mismo tiempo y se
reconozcan y garanticen sus formas de organización autónoma. Una condición de la vida democrática
es la existencia de una sociedad que se exprese a través de partidos políticos, sindicatos,
organizaciones campesinas, populares, comunidades indígenas, asociaciones empresariales, medios
de comunicación y otras muy diversas.
La legitimidad del Estado descansa en el consenso libre de la sociedad y en el acatamiento de las
normas y principios que ésta se ha dado. Una sociedad sin formas propias de organización e
instituciones ciudadanas colocadas frente al dominio y el control del gobierno, es incapaz de crear y
sostener instituciones políticas fuertes y representativas. La auténtica democracia rescata el impulso
social para encauzarlo hacía la definición, ejecución y supervisión de los actos gubernamentales.
Mayor democracia en la sociedad supone mayor democracia en las instituciones estatales y lo mismo
es a la inversa.
5.6 Democracia y socialismo
El Partido de la Revolución Democrática no se declaró socialista específica y exclusivamente. Sus
principios básicos no establecieron un modelo socialista excluyente de cualquier otra ideología
progresista.
Lo que si se estableció es que la lucha por la igualdad social por la vía de la democracia
continuaba siendo un principio básico de la organización y que la aspiración sí era establecer un
nuevo sistema social y político.
No obstante que los principios del nuevo partido se pronunciaron por un nuevo sistema social, tal
principio ya no correspondía al modelo de un socialismo interpretado como la «Dictadura del
Proletariado», y se estableció el principio de la vía democrática y pacífica para la conquista del
poder político, sin manifestar la pretensión de arribar a un estadio social superior a través de una
revolución violenta o armada.
La democracia se proclamó entonces como un principio universal del partido que entraba en
sintonía con los movimientos progresistas que en ese momento tenían lugar en el mundo y fue el
principio que mayor capacidad de convocatoria tenía en la sociedad mexicana; además, fue requisito
indispensable para la libertad y la unidad de la izquierda mexicana que mayoritariamente se había
integrado en el PRD, con la mira puesta en ganar la Presidencia de la República.
El PRD reivindicó expresamente aquellos principios que eran vitales y se expresaban en la lucha
cotidiana del pueblo mexicano. Por ello, en su Declaración de Principios estableció con firmeza lo
siguiente: «El autoritarismo y su componente corporativo bloquean la capacidad de iniciativa y las
formas de agrupación independiente. No obstante, la sociedad se organiza de distinta forma para
resolver sus problemas. Así lo hacen los ciudadanos que luchan por la tierra, por la vivienda o los
servicios, contra la carestía, por aumentos salariales, por mejores precios de garantía, por la
igualdad de la mujer, por la descontaminación del ambiente, por el respeto a los derechos humanos y
por otros motivos justificados y legítimos. Todas esas manifestaciones de la sociedad civil deben no
sólo ser respetadas sino fomentadas de tal suerte que las aspiraciones y las necesidades de la
población cuenten con suficientes y adecuados canales de expresión».
Estos principios de igualdad, democracia, libertad y unidad de la izquierda mexicana fueron
esenciales para que la izquierda mexicana se convirtiera en una organización con verdadera vocación
de poder.
5.7 Auténtica modernización y mejoramiento de las condiciones de vida de los
mexicanos
La globalización y la liberalización económica estaban conduciendo al país a una reedición de un
capitalismo salvaje en el cual el mercado libre, completamente liberalizado, estaba conduciendo a
una situación en que el mercado impone e imparte la justicia social, como sucede hasta nuestros días.
Ante esto el PRD sostuvo que: «La auténtica modernización de un país reside en el mejoramiento
de las capacidades y las condiciones de vida de sus habitantes. Los avances materiales no
representan verdadero progreso en tanto no se distribuyen con verdadera justicia ni contribuyen a
perfeccionar la vida humana».12
El PRD señaló desde entonces qué entendía por «modernización» algo muy diferente al concepto
muy de moda entre la tecnocracia salinista, para quienes se trataba de una liberalización económica
sin más, como competencia libre y salvaje en el mercado, incluyendo el mercado de trabajo, y una
apertura comercial sin límites del país, acompañada por una libertad absoluta del sector financiero
que dejó de pagar impuestos.
Frente a esta situación en la que el mercado definía la posición de los individuos en la sociedad,
el PRD expuso un modelo de sociedad a la que se podría y debía aspirar como meta del desarrollo:
«Queremos construir una sociedad en la que mujeres y hombres puedan desarrollarse plenamente y
desaparezcan las relaciones de dominación. Ello implica la obligación del Estado de garantizar la
educación, la salud, el trabajo, los ingresos mínimos vitales y los derechos sociales y comunitarios
de todos los mexicanos, en particular de quienes con su trabajo producen la riqueza social».13
5.8 Nacionalismo e internacionalismo
El mundo estaba cambiando muy rápido y muy profundamente al final de la década de los años
ochenta. La izquierda mundial resintió las grandes transformaciones del mundo bipolar que se había
extinguido.
En México, la coyuntura exigía la manutención del principio del «nacionalismo revolucionario»
que reivindicara la propiedad de la nación sobre los recursos estratégicos para el desarrollo
económico y social del país frente a las amenazas privatizadoras y desnacionalizadoras de la
tecnocracia neoliberal.
De la misma manera se reivindicó el principio de que la soberanía nacional sobre los recursos
estratégicos tenía sentido en tanto que no se podía abandonar la responsabilidad del Estado en
materia de desarrollo social en un país en donde la mitad de la población gravita en condiciones de
pobreza.
Abandonar las responsabilidades del Estado mexicano respecto a la población más necesitada
era y es aún la característica de los gobiernos neoliberales en aras de favorecer una
transnacionalización de la economía mexicana, que si bien es característica del proceso de
globalización, no implica de ninguna manera su establecimiento a costa de la pobreza de millones de
mexicanos.
El PRD propuso desde su fundación y en los sucesivos congresos nacionales que la orientación
del partido era «el cambio democrático» en el país acompañado de un «proyecto económico con
justicia social».
En materia internacional, la posición nacionalista del PRD no estuvo nunca reñida con una
postura internacionalista. El PRD sostuvo y ha sostenido de manera invariable que el
internacionalismo de México debe ser una postura adoptada siempre desde la perspectiva de la
soberanía nacional y no desde posiciones de subordinación a otras naciones o intereses
supranacionales.
Y lo mismo vale decir para el propio partido cuyo internacionalismo se práctica desde esa misma
óptica y posicionamiento. De allí que el internacionalismo del partido sea una vertiente asumida
como entidad soberana, pero con identidad con muchas otras organizaciones del mundo,
particularmente con la socialdemocracia internacional.
Desde su fundación, el PRD estableció relaciones con organismos mundiales y partidos políticos
de las más diversas latitudes, pero no fue sino hasta el 12 de septiembre de 1996, durante el XX
Congreso de la Internacional Socialista, que el Partido de la Revolución Democrática pasó a formar
parte de esta organización con todos los derechos como miembro pleno. En aquella histórica sesión,
se eligió a Felipe González, Secretario General del Partido Socialista Obrero Español y ex
Presidente del Gobierno de España, como el presidente de la Internacional Socialista.14
La membresía del PRD en la Internacional Socialista no implicaba solamente una extensión de
las relaciones internacionales del partido, era mucho más que eso. La membresía del PRD en la
Internacional Socialista implicaba una definición de su orientación y vocación política identificada
con la ideología y los principios de la Internacional Socialista. El PRD adquirió entonces una
posición política internacional de tipo orgánico en que se definía claramente como una organización
socialdemócrata en sus principios fundamentales.
De esta manera, en el IV Congreso Nacional celebrado en Oaxtepec, Morelos, entre el 18 y el 22
de marzo de 1998, el Partido de la Revolución Democrática introdujo en su «Declaración de
Principios» la definición de la organización como un «partido de izquierda», muy a pesar de que
algunos miembros todavía consideraron que esa definición podría ser excluyente.15
Desde entonces, la ideología del Partido de la Revolución Democrática ha ido perfilando sus
principios de acuerdo con el referente internacional de los partidos democráticos y socialistas
miembros de la internacional Socialista.
El más reciente Congreso del PRD fue el número XIV celebrado entre el 21 y el 24 de noviembre
del año 2013 y muy a pesar de las grandes dificultades por las que atraviesa el PRD y la izquierda
mexicana en su conjunto, los principios del PRD han evolucionado y el partido cada vez más se
ubica entre las corrientes más identificadas con los principios que caracterizan a la
Socialdemocracia internacional.
6. EL PARTIDO DE LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA Y LA
INTERNACIONAL SOCIALISTA
El Partido de la Revolución Democrática nació con los principios propios de un partido
democrático, con un alto contenido social popular y nacionalista. En esencia, estos principios no han
variado pero han ampliado su espectro y profundizado sus contenidos.
Los principios del PRD adoptados en su XIV Congreso en el año 2013 muestran una evolución
que lo acercan cada vez más con los postulados de la Internacional Socialista a la que pertenece el
partido desde 1996. En algunos casos, el PRD ha expuesto principios de avanzada y que muestran
incluso un cariz vanguardista en temas como el respeto y tolerancia a la diversidad cultural y sexual
o la paridad de género.
En materia política, los principios del Estado Democrático son equiparables en ambos
organismos en tanto postulan las libertades civiles, la igualdad ciudadana y las condiciones
necesarias para la efectividad de los derechos a la educación, a la salud y en general a una vida
digna.
En la economía se postula por igual el libre mercado, pero regulado por el poder público para
evitar los monopolios o prácticas injustas. Y precisamente en el papel del Estado en relación con el
mercado es donde se encuentran muchas de las mejores coincidencias, particularmente en la
responsabilidad estatal sobre la redistribución del ingreso y la importancia fiscal para el bienestar
general y la seguridad social.
En cuanto a su identidad, el PRD nunca ha declarado formalmente su carácter socialista o
socialdemócrata. Sin embargo, desde aquel año de 1996 fue aceptado como miembro de pleno
derecho por la Internacional Socialista, hace ya casi veinte años.
Como se mencionó, el PRD adoptó una identidad «de izquierda» desde 1998, pero no ha sido
suficiente para definir una suerte de «modelo» que, a partir de sus principios, sea la luz que
constituya una guía de sus programas y plataformas, tanto electorales como políticas.
Muy probablemente, en el futuro próximo, el PRD se acerque cada vez más a los modelos
socialdemócratas europeos, pues ya ha planteado medidas sociales importantes que se van fijando en
las leyes e instituciones, como en materia de pensiones (madres solteras, ancianos, estudiantes) y el
aseguramiento de condiciones educativas para niños y jóvenes (planteles, becas, uniformes, libros,
útiles, comedores).
Y aunque hay principios muy avanzados también en materia ecológica y de seguridad social, el
PRD puede y debe avanzar en la construcción democrática de instituciones funcionales y en la
construcción de ciudadanía.
Estos dos temas serán cruciales para el futuro del partido.
El PRD no puede olvidar su herencia en materia de nacionalismo y soberanía como instrumentos
de identidad, pero deberá utilizarlos para encarar el futuro y no para convocar al pasado.
Construir principios y operarlos no es fácil ante las nuevas realidades, pero el PRD estará
obligado a proponer instituciones de gobierno cercanas a los ciudadanos; he allí un principio
democrático importante para el futuro del municipalismo, de la procuración de justicia o de la
justicia penal ante la inseguridad ciudadana o la actual arbitrariedad del poder público.
En este mismo sentido, la construcción de ciudadanía resulta vital para un partido que se ha
propuesto el efectivo advenimiento de un Estado de Derecho en el país, como la expresión más
concreta de una efectiva democracia. México reclama la efectiva soberanía de la ley, escamoteada
por toda suerte de cacicazgos, formales e informales.
La discusión de los principios no es sólo un problema de identidad, implica hacer de los
principios el eje cultural de un modelo de país, que debe estar siempre en la base de su vocación de
poder, con sus programas y estrategias correspondientes.
Sólo así, el PRD tendrá capacidad de convocar a todas las fuerzas sociales a las que
históricamente puede y debe representar, no necesariamente con una integralidad orgánica, pero sí
como la columna vertebral de un gran cambio anhelado por millones de mexicanos.
Si el futuro del PRD está en la socialdemocracia, el partido debe abandonar su provincianismo
secular e iniciar un proceso de gran escala que tenga también una base firme y creativa en sus
principios y relaciones internacionalistas. La era de la globalización no admite ya limitaciones.
7. EL FUTURO PARA LOS PRINCIPIOS POLÍTICOS DEL PRD
El Partido de la Revolución Democrática ha transitado por una etapa compleja de la transformación
de México.
Han pasado ya poco más de 25 años a partir de su fundación y los principios que ha enarbolado
mantienen plena vigencia, pero requieren la actualización propia de los vertiginosos cambios
transcurridos en los últimos lustros y el cambio propiciado en las condiciones nacionales e
internacionales.
¿Qué ha cambiado de entonces a la fecha y que sigue en materia de principios para el futuro del
Partido de la Revolución Democrática?
Sin duda eso es materia propia y soberana de la propia militancia del Partido de la Revolución
Democrática, pero lo que ahora necesita como organización política es un intenso diálogo con otras
fuerzas políticas de izquierda, pero más que nada necesita dialogar con la sociedad civil.
¿Por qué no dialogar en todas regiones, en todos los espacios, con todas las organizaciones, con
todos los grupos y con todas las personalidades que guardan las mismas inquietudes de un país
agobiado por la existencia de millones de pobres y excluidos y por una violencia que se nutre de
ellos y de la podredumbre de la corrupción?
Hay infinidad de voces inteligentes que han expresado, de manera fundada y reiterada, la
importancia que para México tiene la existencia de un gran partido socialdemócrata con la capacidad
de contribuir decisivamente a la construcción del Estado de Derecho, que no será posible si al
mismo tiempo no se construye el Estado de Bienestar.
He allí una de las claves que continua siendo válida para un partido que desde sus orígenes ha
enarbolado las banderas de la libertad, la igualdad, la justicia, la solidaridad y fraternidad del
género humano.
La izquierda mexicana no debe anclarse más al caudillaje, tiene por delante una gran misión
colectiva en la arquitectura jurídica e institucional de un país que requiere un fortalecimiento
verdadero de la sociedad civil.
8. GLOSARIO DE TÉRMINOS16
Derecho. Conjunto de principios y normas, expresivos de una idea de justicia y de orden, que
regulan las relaciones humanas en toda sociedad y cuya observancia puede ser impuesta de manera
coactiva.
Derecho positivo o vigente. Puede entenderse como el conjunto de normas jurídicas que rigen la
conducta externa de las personas (a diferencia de la moral que rige la conducta interior) en sus
relaciones con las demás personas de una sociedad; son normas o leyes que se caracterizan por su
carácter coactivo, es decir, que son de observancia obligatoria, incluyendo la posibilidad de utilizar
la fuerza pública para hacerlas cumplir.
Principios. Normas o ideas fundamentales que rigen el pensamiento o la conducta.
Principios políticos. Conjunto de ideas, convicciones y valores que deben regir a la sociedad
partiendo de reflexiones y posturas filosóficas sobre el poder, su naturaleza y su utilización efectiva
para el bienestar social y el desarrollo de la humanidad, como son la libertad, la justicia, la igualdad
y los derechos de las personas y los ciudadanos.
Persona moral. Las asociaciones con fines lícitos, incluyendo las que tengan fines políticos”, como
son los partidos políticos. Las personas morales son sujetos de derechos y obligaciones de acuerdo
con la ley.
Democracia representativa. La democracia representativa es el modo de elaborar y tomar
decisiones políticas a través de la elección de representantes de la ciudadanía que son los
responsables directos de las decisiones políticas.
Derechos humanos. Son exigencias éticas que expresan necesidades vitales y son resultado de
luchas históricas que propugnan por generar una «cultura de los derechos humanos» y por su
reconocimiento y tutela por parte del Estado.
Derechos civiles. Son aquellos que garantizan las libertades individuales, o ejercicio de la
autonomía personal, por ejemplo, los derechos a la vida, a la integridad física, a la seguridad, a la no
discriminación, a una vida libre de violencia, a la equidad de género, a la libertad de prensa, a la
libertad de tránsito, a la igualdad ante la ley, a la libertad de profesión, etcétera.
Derechos políticos. Son los que garantizan el acceso a la participación política, o el ejercicio de la
autonomía política, por ejemplo, los derechos al voto, al acceso a un cargo público, a la información,
a la rendición de cuentas por parte de los funcionarios públicos, etcétera.
Derechos sociales. Son los que se refieren al bienestar, o condiciones básicas para el ejercicio de la
autonomía, por ejemplo, los derechos a la salud, a la educación, al empleo, etcétera.
Derechos culturales. Son los que se refieren a las libertades que permiten la construcción y la
afirmación de las identidades, o ejercicio de la autonomía cultural, por ejemplo, los derechos a la
propia lengua, a la libertad de culto, a las propias costumbres, etcétera.
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Carlos Camacho Alfaro ha sido Director de Investigación en el Instituto Mexicano de Estudios
Políticos, A.C. Realizó estudios de Historia y Ciencias Políticas en la Universidad Nacional
Autónoma de México. Ha sido profesor y conferencista en diversas universidades y centros de
estudios superiores, en materias como «La Democracia y el Estado en México», «La Globalización»,
«El Estado de Derecho». Fue asesor de la Comisión para la Paz y la Reconciliación en Chiapas,
encabezada por Mons. Samuel Ruiz y Mons. Raúl Vera. Fue representante de la sociedad civil en la
Comisión Ejecutiva para la Negociación y Construcción de Acuerdos para la Reforma del Estado
(CENCA), organizada por el Congreso de la Unión.
Notas
1
La parte «dogmática» de la Constitución la integran los «dogmas» o «principios» de filosofía
política como las libertades y los derechos de las personas, la libertad de expresión, de asociación,
de trabajo lícito, el derecho a la educación, etc. La parte «orgánica» señala la manera de «organizar»
o «dotar de órganos» a la República Democrática Representativa y Federal como forma del Estado
Mexicano para que los «principios» y los derechos de las personas y de los ciudadanos se hagan
efectivos. «
2
Los derechos de los estamentos eran privilegio, por ejemplo, de militares o gremios artesanales, y
sólo ellos tenían ciertos «derechos», como montar a caballo, portar armas o producir bienes
específicos. Por su parte, las castas tenían «derechos» en virtud de haber nacido en determinado
estrato social privilegiado (nobleza) o tener una ciudadanía específica (como la ciudadanía espartana
o romana). «
3
La primera directiva del PLM estuvo integrada por los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón,
y los líderes liberales revolucionarios que participaron en las huelgas obreras del porfiriato:
Cananea y Río Blanco; es el caso de los trabajadores y luego generales revolucionarios Manuel M.
Diéguez y Esteban Baca Calderon, y varios otros profesionistas de clase media como el profesor y
periodista anarquista Librado Rivera, el profesor y general Antonio I. Villarreal y los hermanos Juan
y Manuel Sarabia Díaz de León, ambos periodistas. «
4
Programa del Partido Liberal Mexicano. Versión electrónica del Instituto de Investigaciones
Jurídicas de la UNAM. http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/2/594/13.pdf/ «
5
Osorio Marbán, Miguel, Revolución y Política, Vol. II, México, p. i. Investigaciones Técnicas
Educativas, p. 636. «
6 http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/derestas/cont/1/ide/ide17.pdf «
7
Años más tarde se supo que José Allen, nacido en el Distrito Federal, fue un espía al servicio del
gobierno de los Estados Unidos. Ver Rogelio Vizcaíno y Paco Ignacio Taibo II, «El compañero José
Allen», en Nexos, 1 de enero de 1983. http://www.nexos.com.mx/?p=4139 «
8
Ver Spenser, Daniela, “La Fundación del Partido Comunista Mexicano y el papel de Charles
Phillips, socialista estadounidense”, México, Diccionario Temático CIESAS, s.f. y Doralicia
Carmona, «El Partido Nacional Socialista se transforma en Partido Comunista Mexicano», México,
Memoria Política de México.
http://www.ciesas.edu.mx/Publicaciones/diccionario/Diccionario%20CIESAS/TEMAS%20PDF/Spen
http://www.memoriapoliticademexico.org/Efemerides/11/24111919.html «
9 Fuentes
Díaz, Vicente, Los partidos políticos en México, México, Editorial Altiplano, 1969. «
10
Pelaéz Ramos, Gerardo, Partido Comunista Mexicano: su historia electoral. Versión electrónica
http://www.lahaine.org/b2-img11/pelaez_elect.pdf «
11 PRD.
Declaración de Principios, Primer Congreso Nacional, 5 de mayo de 1989. «;
12 Ibidem.
«
13 Ibid.
«
14
Becerra, Ricardo, El PRD en la Internacional Socialista, México, Revista Nexos, 1º de octubre
de 1996. Versión electrónica. http://www.nexos.com.mx/?p=8043 «
15
Borjas Benavente, Adriana, El Partido de la Revolución Democrática: Estructura, organización
interna y desempeño público, 1989-2003, Tomo II, México, Ediciones Gernika, 2003, p. 227. «
16
Definiciones y referencias tomadas del Diccionario de la Lengua Española (RAE), de los
documentos del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y del Instituto Nacional Electoral
(INE). «