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Términos de Intercambio y Conflicto Distributivo
Sebastián Galiani
Washington University in St. Louis y Universidad de San Andrés.
Los precios relativos entre los bienes primarios y los bienes manufactureros han cambiado
apreciablemente en los últimos años. Distintos países han procesado esta información de
forma diferente. Resulta natural, entonces, preguntarse porque ello ha sido así. En mi
opinión, para poder responder este interrogante, es necesario realizar un análisis de equilibrio
general (ver Galiani, Heymann y Magud, 2008). Los análisis de equilibrio parcial resultan
incompletos y no permiten considerar el conjunto de temas abiertos por cambios de la
naturaleza de los que han venido ocurriendo.
Resulta útil, primero, considerar una economía donde existen solo dos sectores productivos
(aunque se consumen tres bienes). El sector (A) es el productor de exportables; supóngase
que produce bienes primarios utilizando tierra y trabajo. Estos bienes se consumen
domésticamente y se venden al exterior. El sector (N) produce bienes no transables
utilizando trabajo calificado (para el caso, sería equivalente consolidar a este factor con otro
recurso de uso específico como el capital) y trabajo. La producción de A es intensiva en el
uso de tierra mientras que, supongamos, la producción de N es intensiva en el uso de trabajo
calificado. Además, se importa para su consumo un bien manufacturero (M). Esta es un tipo
de economía donde el sector competitivo de importaciones no tiene un peso importante; tal
vez Uruguay podría ser un ejemplo cercano.
Dada esta configuración, un aumento del precio internacional del bien A mejora los ingresos
de los productores de A y eleva la demanda del bien N, de manera que también se benefician
los recursos empleados en la actividad no transable. Si el gasto en todos los bienes es
proporcional al ingreso, el incremento de la demanda sería tal que, en el nuevo equilibrio, las
remuneraciones reales de todos los factores productivos se incrementaran en la misma
proporción que el precio de A. En esta economía, una mejora en los términos de
intercambio, no genera conflicto distributivo y por tanto, el aumento de precios de los bienes
exportables no generaría incentivos para que ningún sector reclame medidas (como
retenciones) que friccionen el traslado a la economía interna del cambio de los precios
internacionales.
Consideremos ahora una economía que además tiene un sector competitivo de
importaciones, que produce el bien M utilizando intensivamente el factor trabajo, junto con
trabajo calificado (capital). En este caso, un aumento en el precio del bien A beneficia en
términos absolutos a los productores de A y perjudica al factor de uso intensivo en M (los
trabajadores). Los trabajadores calificados ganarían con respecto a su poder adquisitivo del
bien M y N, aunque perderían con respecto a su poder de compra del bien A. Si estos
agentes tuvieran una canasta de consumo donde no pondera mucho el bien A, recibirían
entonces una ganancia neta a raíz de la mejora de términos del intercambio. En esta
economía, que tiene rasgos asimilables a los de la Argentina actual, una suba considerable de
los precios de exportación generaría conflicto distributivo e incentivos a aplicar mecanismos
compensatorios.
¿Por qué la economía con tres sectores productivos ajusta distinto a la de dos sectores en
respuesta a una mejora en los términos de intercambio? Porque el precio del bien M esta fijo
mientras que el precio de N aumenta con su demanda. Esto es equivalente a una caída del
tipo de cambio real relevante (para ser precisos, cae el precio del bien M relativo al precio del
bien N).
El análisis anterior contempla los efectos esperables una vez que tuvieron lugar las
repercusiones del shock sobre el gasto interno y los desplazamientos de factores entre
sectores. En realidad, podría haber impactos de corto plazo distintos de aquellos que
resultarían una vez completada la secuencia de ajustes. Así, en particular, el efecto de una
suba del precio del bien A sobre los ingresos de los distintos grupos dependería de la
velocidad de ajuste de la demanda agregada a la variación de términos del intercambio. Una
respuesta más lenta, o una política fiscal que modere los movimientos del gasto interno
implicarían, por un lado, una menor suba de las remuneraciones de los factores utilizados
intensivamente en el sector no transable y, por otro, una atenuación de la caída del tipo de
cambio real, y del impacto consecuente sobre el sector competitivo de importaciones. Es
precisamente por este motivo que resultaba (y aun resulta) deseable mantener un superávit
fiscal elevado en la Argentina actual. A su vez, al no haber, al menos en el corto plazo,
movilidad perfecta de los factores de producción, los efectos serían más heterogéneos que
los descriptos anteriormente, con mayores subas de ingresos de los factores que se
encuentran inicialmente ocupados en el sector A.
Aunque bastante abstracta, la discusión hecha hasta aquí ilustra sobre la dirección general de
los efectos productivos y distributivos del cambio de precios internacionales. En resumen,
además de los impactos de los movimientos de precios relativos según las composiciones de
las canastas de consumo de diferentes segmentos de la población, en una economía como la
descrita, una suba en el precio del bien A implica una reasignación de recursos del sector
productor del bien importable M al resto de la economía, lo que afectaría negativamente los
ingresos de los recursos intensivos en ese sector. Esto es, no todos los agentes económicos
ganan cuando mejoran nuestros términos de intercambio y, por ende, ocurre un evento
beneficioso para la economía en su conjunto.
El problema que enfrenta la economía Argentina ante las buenas señales de precios relativos
recibidas en los últimos años es, por tanto, como compensar eficientemente a los agentes
económicos perdedores, y eventualmente, como contrarrestar los efectos negativos de los
desplazamientos en el tipo de cambio real de equilibrio sobre de los sectores industriales
potencialmente dinámicos y competitivos.
En todo caso, en mi opinión, en nuestra sociedad ya no existe un conflicto distributivo
campo versus ciudad, tal cual se cree, fue un determinante importante de la política
económica en los orígenes del peronismo, y por tanto, es un error pensar en esos términos.
El conflicto distributivo es entre agentes económicos con intereses específicos, y su
distribución geográfica es variada. Los productores de A y N, cuya demanda directa esta
ligada a los ingresos de los productores del bien A, claramente, se benefician con una mejora
en los precios del bien A. Los productores de los bienes importables se perjudican (al igual
que los trabajadores utilizados intensivamente en estas industrias). Aun sin retenciones, seria
fácil concebir una situación de bonanza dados los precios actuales de los commodities en la
mayoría de las grandes ciudades del país. Resulta más difícil ver la misma situación, por
ejemplo, en el conurbano bonaerense. No obstante, el sector productor de M es hoy un
sector pequeño comparado con lo que era 50 años atrás.
En resumen, la mayor demanda de nuestros productos exportables nos plantea una cuestión
distributiva y otra asignativa. El impuesto a las ganancias, la imposición a la riqueza y a la
tenencia de tierras libre de mejoras son instrumentos idóneos para enfrentar la cuestión
distributiva. Pero también es necesario contar con un programa eficiente de transferencia de
ingresos a los ciudadanos más pobres (Galiani, 2007). Las políticas sectoriales son los
instrumentos para enfrentar las cuestiones asignativas. Las retenciones a las exportaciones,
dentro de cierto rango, también son un instrumento valido de política económica.
Sin embargo, la política económica debe priorizar la oportunidad que enfrentamos: aumentar
la producción agropecuaria es imprescindible para que Argentina siga creciendo en los
próximos años. Las otras prioridades son la política educativa, el fomento de la investigación
y desarrollo de conocimiento, la política industrial selectiva –buscando internalizar
externalidades dinámicas-, y emprender un proceso de descentralización económica,
administrativa y fiscal.
S. Galiani, D. Heymann y N. Magud (2008): Is “good” news always good? On the
distributive effects of terms of trade shocks, Mimeo.
S. Galiani (2007): “Reducing Poverty in Latin American and the Caribbean”, report for the
Copenhagen Consensus Center and the Inter-American Development Bank.