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TERRITORIO
05
Capítulo 5: TERRITORIO
5.1. Introducción
5.2. Configuración territorial y recursos naturales
5.2.1. Situación (véase información adicional)
5.2.2. Relieve (véase información adicional)
5.2.3. Clima (véase información adicional)
5.2.4. La vegetación y los espacios protegidos
5.2.5. El agua y su gestión
5.3 La ordenación del territorio
5.3.1. El sistema de ciudades (véase información adicional)
5.3.2. Redes e infraestructuras (véase información adicional)
5.4. Variedad territorial y estado autonómico
5.4.1. Bases explicativas y evolución (véase información adicional)
5.4.2. Actualidad
Conclusiones
Conceptos clave (información nueva)
Términos clave (información nueva)
Preguntas tipo test (información nueva)
Bibliografía
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TERRITORIO
5.2.1. Situación
La situación en general
La posición de un territorio en un contexto amplio, incluso a escala mundial, explica
bastante el pasado y el presente, a la vez que permite aventurar algo del futuro. Dónde
esté localizado un espacio, en relación a otros, es un elemento importante; más aun, en
una época de globalización, donde, sin duda, existen variables (financieras,
empresariales, de comunicaciones...) a escala mundial, pero también hay una
población, unas actividades y una organización espacial localizadas. La situación es de
antigua consideración en los estudios de Geografía Regional, aunque no ha
sobrepasado el enmarque de las coordenadas.
La situación y la variedad regional
Pero hay diferencias regionales en el valor de la situación. Así, por ejemplo, Andalucía
tiene más influencia africana (historia, cultura, clima, vegetación) que Cataluña, lindante
con los Pirineos. Y, si hubiese que analizar la situación de diferentes Comunidades,
sobre todo desde el punto de vista económico, pues habría que hablar del Arco
Mediterráneo, por ejemplo, como área de densidad de población, conurbaciones
urbanas, actividades turísticas y agrarias intensivas. O la localización de Aragón, o
Zaragoza si se quiere, entre tres polos tradicionales de desarrollo (País Vasco,
Cataluña y Madrid) con las ventajas actuales de la Alta Velocidad ferroviaria.
5.2.2. Relieve
El relieve. Comparación con otras penínsulas
Conviene presentar esa configuración peninsular a escala continental, destacando
algunas características. Por un lado, la extensión y contorno poligonal, a diferencia, por
ejemplo, de Italia y Grecia, donde las distancias al mar son menores, y algo parecida en
este aspecto a la de Anatolia. En segundo lugar, se nota una escasa articulación
costera, si se compara con el Adriático o el Egeo. Y, finalmente, se aprecian altitudes
importantes y variedad de relieves, en consonancia con el mundo mediterráneo,
europeo y africano, de origen alpino. Así que el relieve peninsular introduce una fuerte
variedad natural, que repercute en muchos aspectos geográficos, económicos,
históricos, etc.
El relieve y los dominios hercínico, alpino y neógeno
Siguiendo a González Martín (1993) los principales elementos del relieve español se
pueden describir atendiendo a los dominios geoestructurales, diferenciados de este
modo, en orden geocronólogico, el hercínico, el alpino y el neógeno. El primero, más
remoto, queda integrado por los relieves asociados al antiguo macizo ibérico o
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hespérico (borde de la placa europea), del que forma parte la Meseta, y que se
subdivide en dos grandes áreas. En la septentrional se ubican el macizo galaico, las
montañas del noroeste castellano y la penillanura de Zamora y Salamanca, las sierras
paleozoicas del límite galaicoastur y las montañas asturianas junto a los Picos de
Europa. En la segunda destacan los montes de Toledo, el Campo de Calatrava, la
Meseta extremeña y Sierra Morena. Entre ambos macizos se eleva el Sistema Central
que los separa, superando los 2000 metros (Somosierra, Guadarrama, Gredos, etc.), y
al sur, los Montes de Toledo. Son rocas metamórficas, endurecidas ( cuarcitas, granito,
pizarras, mármol…) y en general, se trata de relieves suaves y alomados, dado el
mucho tiempo de erosión al que han sido sometidos, destacando Sierra Morena como
borde doblado del macizo. Ahí, además se encuentran recursos minerales de
importancia singular y es un dominio que permite aprovechamientos agro-forestales
(cabaña ganadera y parajes naturales) a tener presentes.
El relieve alpino se ubica en el borde occidental del gran geosinclinal que se extendía a
principios del Terciario en el llamado Mar de Tetys, desde Europa (Alpes, etc.) hasta los
confines de Asia (Himalaya, etc.) y que bordeaba al sur el borde del macizo hespérico,
cuya flexión es Sierra Morena. Predominan las calizas, aunque también hay dolomías,
margas, arcillas, etc. En esta unidad cabe diferenciar:
a) Las cordilleras de tipo intermedio, localizadas en los bordes del antiguo macizo
hespérico (montañas santanderinas y del País Vasco, Sistema Ibérico y Cordillera
Catalana).
b) Las alineaciones propiamente alpinas, Pirineos y Cordilleras Béticas, de Gran
complejidad tectónica y belleza paisajística, con escarpes vigorosos y variedad en la
vegetación de varios pisos bioclimáticos donde se localizan reservas naturales de
importancia. Las sierras andaluzas (al igual que el Rif, de donde el nombre de zócalo
bético-rifeño) se forman por el pinzamiento de los sedimentos depositados en el
geosinclinal del Tetys por el movimiento de aproximación de ambas placas tectónicas
(europea y africana) a lo largo de millones de años.
La zona del Neógeno es de materiales postorogénicos (arcillas, gravas, arenas, margas,
molasas, conglomerados…) repartidos por diversas áreas peninsulares y se
corresponde con grandes sectores deprimidos por la orogenia alpina. Son cuencas
sedimentarias colmatadas por materiales terciarios a través de la erosión de zonas
montañosas, siendo generalmente su disposición horizontal o subhorizontal. Los
paisajes se resuelven con relieves tabulares de morfología dependiente de los roquedos
que los conformen y, sobre todo, del grado de incisión y excavación efectuado por la
red hidrográfica actual (Duero, Tajo, Ebro, Guadalquivir, etc.). Permiten amplios
aprovechamientos agrícolas en relación a la distribución de los elementos climáticos, en
especial las precipitaciones, y son vías naturales de comunicación y asentamiento.
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5.2.3. Clima
Los factores climáticos, planetarios y terrestres
Entre los primeros está la latitud, que sitúa a la Península Ibérica, como ya dijimos, más
al sur de la mitad del cuadrante planetario (45º), lo que supone un clima templado. Y
esos casi ocho grados de diferencia latitudinal entre el norte de Galicia y el sur de
Andalucía se plasman en unos 4 ºC de temperaturas medias anuales (14 ºC en la
Coruña y 18 ºC en Cádiz, aproximadamente), que llegan a ser nada menos que seis en
los meses más cálidos. La duración media de la insolación supera las 3000 horas
anuales en gran parte de Andalucía y se sitúa en torno a las 1000 en la Cornisa
Cantábrica.
El otro gran factor planetario (que en última instancia depende de la distinta radiación
solar y sus diferencias estacionales) es la dinámica atmosférica. Iberia se encuentra
bajo la ruta aproximada de la corriente en chorro, que corre a unos 10 kilómetros de
altitud, y de su correspondiente límite que sobre el suelo es el frente polar. Ésta es la
vía por donde circulan las borrascas, provocadoras de precipitaciones, pero nos
situamos en el límite y cualquier observador de mapas del tiempo sabe que los frentes
circulan más por el norte que por el sur, donde el anticiclón de las Azores (altas
presiones con tiempo despejado) suele dominar, ocasionando sequías, sobre todo en
verano.
A ambos lados del frente polar se ubican sendas masas de aire (polar y subtropical) de
distinta temperatura y humedad. Por si faltara poco, existen notables diferencias
térmicas entre las aguas del Atlántico y el Mediterráneo (cuyas altas temperaturas
acumuladas al final del verano explican en parte el fenómeno de las gotas frías) y,
también, las masas continentales europea y africana bajan o suben los termómetros
apreciablemente, según la dirección de los vientos, marcada por las isobaras. No
olvidemos la ciclogénesis del Golfo de Cádiz, no siempre ligada a los frentes, que
beneficia sobre todo al suroeste andaluz.
Estamos en una zona de transición climática, donde oscilaciones estacionales e
interanuales marcan notables diferencias entre los territorios peninsulares. Más aún, los
factores terrestres coadyuvan y exageran esa diversidad. En efecto, al ser la dinámica
de frentes por lo general de Oeste a Este, los grandes relieves interpuestos descargan
agua a barlovento y secan a sotavento. Así, en la Sierra de Grazalema, de cara al
Atlántico, se reciben más de 2000 mm de precipitación anual, mientras a la misma
latitud, pero al Este y a la sombra montañosa de Sierra Nevada, en Cabo de Gata,
prácticamente un desierto, llueve diez veces menos.
El relieve introduce, además, una gran variedad de climas locales, según la altitud,
exposición al sol y los vientos dominantes y, por otra parte, el carácter macizo de la
Península incluye diferencias climáticas entre el interior y la costa, que repercuten en
las temperaturas, sobre todo invernales, de mayor suavidad litoral: La diferencia entre la
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media del mes más frío de Madrid y Valencia es de unos cinco grados.
Distribución de temperatura y precipitaciones: los contrastes
Las condiciones son muy dispares, pues en el interior se acusa la continentalidad y
aparece un verdadero invierno, en contraste con un verano notablemente caluroso, lo
que da lugar a una acusada amplitud térmica o de diferencias diurnas y estacionales.
Además, en razón a la altitud de la meseta, las temperaturas medias anuales son más
bajas de lo que corresponde por la latitud y las mínimas absolutas suelen aparecer en el
reborde oriental meseteño, en función de la continentalidad y de la latitud. En cambio,
las tierras periféricas (la franja cantábrica y gallega, buena parte de la depresión del
Guadalquivir y toda la fachada mediterránea) suelen presentar unas temperaturas
invernales suaves y unas medias anuales bastante altas, particularmente junto al litoral
mediterráneo. El sector más caluroso suele establecerse en el centro de la depresión
del Guadalquivir (Écija, en el valle del Genil, es conocida como “la sartén de
Andalucía”).
En cuanto a contrastes pluviométricos, el borde septentrional noroccidental, bajo la
directa influencia atlántica, es notablemente lluvioso y carece además de un período
claramente seco. Constituye la llamada Iberia húmeda, con precipitaciones que rebasan
los 600 mm y que incluso pueden alcanzar los 1500 y aún los 2000 mm anuales.
El resto del territorio constituye la denominada Iberia seca (de precipitaciones anuales
inferiores a los 600 mm y con la existencia de un período de clara sequía) que se
prolonga hacia el Este y hacia el Sur, tierras en las que, al sumarse las características
térmicas antes señaladas, surge un clima con rasgos mediterráneos en su forma más
neta. El período de sequía se alarga hacia el extremo sudoriental, apareciendo una
zona semiárida, donde las precipitaciones son inferiores a los 350 mm, lo que
constituye indudablemente un caso extremo dentro del clima mediterráneo.
5.3.1. El sistema de ciudades
Cita de Serrano Martínez sobre capitales y comentario
“La nueva organización política y administrativa de España en Comunidades
Autónomas conlleva numerosos cambios de diversa índole. Las ciudades escogidas
como capitales de esas entidades territoriales se ven favorecidas por su nuevo papel.
Los subsistemas urbanos regionales están alterándose sustancialmente por la actual
organización territorial. Sin embargo, la realidad no es en absoluto homogénea; por el
contrario, las diferencias entre los subsistemas urbanos son notables”. Ciñéndonos
ahora a la distribución general, cabe recomendar el epígrafe titulado “revalorización
funcional e incrementos de su centralidad urbana”, donde se manejan distintas variables
(gasto público, presupuestos, empleo, funcionarios…) que, en nuestra opinión,
favorecen esa necesaria descentralización. Con todo, el mismo autor remarca en otro
trabajo de ese mismo año el papel de las capitales de provincia, por un fenómeno
similar de acumulación de funciones, pero en un período más prolongado (desde 1833),
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si bien suele notarse últimamente el mayor crecimiento demográfico en municipios
limítrofes.
Los ejes urbanos, según Gutiérrez Puebla, 1993
-La franja atlántica gallega, que se extiende por la parte occidental (Ferrol, La Coruña,
Santiago de Compostela, Pontevedra, Vigo), con ramificaciones hacia el interior.
-La zona cantábrica o norteña comprendida entre el triángulo asturiano (Oviedo-GijónAvilés) y Pamplona, igualmente con prolongaciones hacia el interior (León, Burgos,
Logroño).
-La franja mediterránea oriental o corredor mediterráneo es el eje urbano más
importante de España, ubicado entre Gerona y Cartagena, quedando conectado con el
anterior eje a través del Valle del Ebro, con centro en Zaragoza.
-El sistema urbano andaluz se desglosa en dos ejes: El litoral (Almería-Málaga-CádizHuelva) y el del Guadalquivir (Cádiz, Sevilla, Córdoba, Jaén...), ramificándose por el
surco Intrabético hasta Granada.
Clasificaciones urbanas, según Gutiérrez Puebla, 1993
Por lo que hace a la clasificación o jerarquía (según funciones y no sólo población) el
esquema de 1997 (Gutiérrez Puebla, 1993) ha cambiado algo:
-Continúan siendo Metrópolis estatales Madrid y Barcelona, que concentran gran parte
de la sedes de grandes empresas, poseen diversificación económica y cuentan con
amplias redes de comunicaciones, añadiendo Madrid la capitalidad del Estado con el
plus que siempre ha tenido en el conjunto.
-En las Metrópolis regionales o autonómicas de primer orden (Valencia, Sevilla, Bilbao y
Zaragoza) habría que añadir Vigo, Oviedo-Avilés-Gijón, Alicante-Elche, Murcia, Málaga
y la Bahía de Cádiz, además de Las Palmas de Gran Canaria
-En las Metrópolis regionales de segundo orden (se decía en 1993: Murcia, Alicante,
Santander, Oviedo, La Coruña, etc.) caben el resto de las capitales autónomas y otras
ciudades o aglomeraciones de 250 a 500.000
-Las ciudades medias se situaban entre los 50.000 y los 200.000 habitantes, sobre todo
capitales de provincia con funciones comerciales y de servicios de ámbito provincial:
Segovia, Burgos, Orense, Jaén, Ciudad Real, etc. Ahora cabe distinguir entre aquellas
de 100-250.000 y aquellas que simplemente cuentan con más de 50.000 habitantes.
Sobre la configuración espacial de los flujos entre las distintas metrópolis añadiremos
asuntos en la parte de ejes e infraestructuras, si bien hay algunas modificaciones
generales al esquema escrito en 1997: “Madrid mantiene relaciones intensas con las
demás metrópolis, jugando un papel importante como elemento de integración de los
distintos subsistemas regionales. Barcelona ejerce una influencia general más débil,
aunque especialmente intensa en el sector oriental del país (Cataluña, Valencia,
Baleares y Aragón). A medida que nos alejamos del cuadrante nordeste se van
debilitando las relaciones, si bien en el eje mediterráneo sigue hasta Murcia, pero
después existe una clara discontinuidad, que se atenuará cuando la A 92 conecte con
Puerto Lumbreras; pero hoy los flujos entre las metrópolis andaluzas y las de Murcia y
Valencia no son especialmente importantes. También las interrelaciones a lo largo del
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eje cantábrico se van haciendo progresivamente más débiles hacia el oeste. En el
interior del país, especialmente en la meseta sur, aparecen espacios escasamente
articulados, caracterizados por una gran debilidad en la red de flujos”.
El centralismo madrileño se mantiene y la rapidez de las comunicaciones (AVE, sobre
todo) convierten algunas urbes (Guadalajara, Toledo, Ciudad Real) en verdaderas
ciudades dormitorio. El Arco Mediterráneo se ha potenciado (incluso con enlaces al
interior, como Albacete) y, claro está la A-92, eje transversal de Andalucía, es
fundamental para la continuidad de ese eje, que, no obstante, carece de autovía en
parte del litoral mediterráneo. Cáceres-Mérida-Badajoz se ha reforzado y se relaciona
menos con el Valle del Guadalquivir.
Clasificaciones urbanas de Precedo, 1988, y G. Puebla, 1993
-“Modelos monocéntricos primados: En éste una ciudad ejerce el núcleo dominante, a
gran distancia de las demás al concentrar desproporcionadamente efectivos
demográficos y actividades económicas y se producen fuertes dependencias. Es, por
ejemplo, el caso catalán.
-Sistemas monocéntricos jerarquizados: Son equilibrados, tienen un núcleo dominante y
las relaciones entre los distintos nodos se produce de forma jerárquica (centros
comarcales, capitales provinciales, y capitales regionales). Es el caso del llamado
subsistema valenciano-levantino.
-Tipos policéntricos: La cúspide no refleja ordenación de forma piramidal o jerárquica, si
no que varias metrópolis compiten entre sí en la organización y concentración, como
ocurre en Galicia.”
Grandes áreas urbanas, según el P.E.I.T., 2006
Más de 500,000 habitantes
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
Área Metropolitana de Madrid
Región Metropolitana de Barcelona
Área Metropolitana de Valencia
Aglomeración Urbana de Sevilla
Bilbao Metropolitano
Aglomeración Urbana de Málaga
Área Central de Asturias
Comarca Metropolitana de Zaragoza
Área Metropolitana de Alicante/Elx
Área Urbana de la Bahía de Cádiz
Área Urbana de Vigo-Pontevedra
Área Urbana de Murcia
Área Urbana de las Palmas de Gran Canaria
De 250,000 a 500,000 habitantes
14.
15.
16.
17.
18.
19.
Área Urbana de Palma de Mallorca
Aglomeración Urbana de Granada
Área Urbana de Sta. Cruz de Tenerife- La Laguna
Área Funcional de Donostia/San Sebastián
Área Urbana de A Coruña
Área Urbana de Valladolid
40.
41.
42.
43.
44.
45.
46.
47.
48.
Área Urbana de Jaén
Área Urbana de Lleida
Área Urbana de Ourense
Área Urbana de Santiago de Compostela
Área Urbana de Girona
Área Urbana de Tenerife Sur
Área Urbana de Guadalajara
Área Urbana del Valle de la Orotava
Área Urbana de Gandía
De 50,000 a 100,000 habitantes más capitales
provinciales con menos de 50,000 habitantes.
49.
50.
51.
52.
53.
54.
55.
56.
57.
58.
59.
60.
Área Urbana de Cáceres
Área Urbana de Dénia/Jávea
Área Urbana de Toledo
Área Urbana de Palencia
Área Urbana de Lugo
Área Urbana de Torrevieja
Área Urbana de Manresa
Área Urbana de Talavera de la Reina
Área Urbana de Orihuela
Área Urbana de Elda/Petrer
Área Urbana de Lorca
Área Urbana de Ponferrada
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20.
21.
22.
23.
24.
Área Urbana de Córdoba
Área Urbana de Santander-Torrelavega
Área Urbana de Tarragona-Reus
Área Urbana de Pamplona
Área Metropolitana de Castellón de la Plana
De 100,000 a 250,000 habitantes
25.
26.
27.
28.
29.
30.
31.
32.
33.
34.
35.
36.
37.
38.
39.
Área Urbana de Vitoria/Gasteiz
Área Urbana de la Bahía de Algeciras
Área Urbana de Cartagena
Área Urbana de Almería
Costa Blanca
Área Urbana de León
Área Urbana de Salamanca
Área Urbana de Burgos
Costa del Sol
Gran Canaria Sur
Área Urbana de Huelva
Área Urbana de Albacete
Área Urbana de Logroño
Área Urbana de Badajoz
Área Urbana de Ferrol
61.
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63.
64.
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69.
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72.
73.
74.
75.
76.
77.
78.
79.
80.
81.
82.
Área Urbana de Alcoi
Área Urbana de Ciudad Real
Área Urbana de Ceuta
Área Urbana de Zamora
Área Urbana de Melilla
Área Urbana de Vélez Málaga
Área Urbana de Segovia
Área Urbana de Mérida
Área Urbana de Blanes-Lloret de Mar
Área Urbana de Sanlucar de Barrameda
Área Urbana de Sagunt
Área Urbana de El Ejido
Área Urbana de Linares
Área Urbana de Roquetas de Mar
Área Urbana de Motril
Área Urbana de Ávila
Área Urbana de Sant Felú de Guixols
Área Urbana de Arrecife
Área Urbana de Huesca
Área Urbana de Cuenca
Área Urbana de Soria
Área Urbana de Teruel
Sistemas urbanos de la periferia oriental y meridional
“Quedan organizados funcionalmente por tres subsistemas regionales: El catalán,
valenciano y andaluz. Los dos primeros están estrechamente relacionados, llegando a
ser hoy por hoy el eje más dinámico de la economía española, con marcada
especialización industrial (textil y metalúrgica en Cataluña; calzado, mueble y
agroalimentaria en la Comunidad Valenciana). El sistema andaluz es más complejo, a
pesar de la escasa incidencia de las actividades industriales y el papel predominante de
las funciones comerciales y de servicios. Los tres subsistemas pueden formar parte del
llamado Arco Mediterráneo, eje de crecimiento comunitario. En la periferia septentrionalvalle del Ebro se van sucediendo cuatro sistemas: Gallego, astur-leonés, vasco-periferia
y aragonés. El primero se caracteriza por las funciones comerciales, el astur-leonés,
con actividades minerales y metalúrgicas, tiene centros como Oviedo y León de fuerte
carácter terciario; el vasco-periferia es el más consolidado, con mayores haz de flujos y
densidad industrial. El subsistema aragonés viene caracterizado por las funciones
comerciales e industriales. Como se apuntó antes, el subsistema interior aparece peor
articulado y poco consolidado, excepción hecha de Madrid. Dos áreas se pueden
destacar: La vallisoletana y la madrileña, ambas caracterizadas por las actividades
comerciales y de servicios.”
5.3.2. Redes e infraestructuras
Evolución y características generales de la red
El modelo hunde sus raíces fundamentalmente en las primeras realizaciones camineras
de los Borbones, siglo XVIII, y las pautas de centralización estatal, refrendadas
posteriormente con la división administrativa provincial. Básicamente este diseño ha sido
el que se ha seguido posteriormente, tanto para la incipiente red ferroviaria en el XIX y
su conformación en el siglo actual, como para el trazado de los distintos programas de
actuación en la red de carreteras (Plan General de Carreteras 1962-77; Plan REDIARed de Itinerarios Asfálticos, 1967-71, PANE -Plan Nacional de Autopistas-, la
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adscripción de la RIGE -Red de Interés General del Estado-, etc.). El carácter radial o
radiocéntrico de las redes terrestres españolas es igualmente perceptible en
instalaciones fijas, como es el caso de los aeropuertos, y el transporte aéreo marca en
sus flujos una clara centralización (Cano García, 1980).
De ahí que la accesibilidad y conectividad que las distintas redes, infraestructuras y
modos de circulación otorguen a los diferentes espacios sea una cuestión de primer
orden para medir sus potencialidades de desarrollo económico. El sistema de
transportes (que engloba redes, infraestructuras, medios y flujos de éste) que España
presenta en la actualidad encuentra graves disfuncionalidades confrontado con las
tendencias o patrones de distribución y movilidad de la población y la conformación de
los ejes de desarrollo. A continuación se pasa a una somera descripción de las vías,
siguiendo sustancialmente a Gutiérrez Puebla (1993) para posteriormente realizar, a la
vista del Plan Director de Infraestructuras (MOPT, 1993) una valoración conjunta de la
situación.
Autovías y autopistas en 1997
La red está estructurada jerárquicamente y las de Interés General del Estado (RIGE, en
adelante), pertenecientes al anterior Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio
Ambiente, hoy de Fomento, se presentan como el tronco básico de la red, al ser las
arterias que canalizan los flujos de carácter interregional e internacional. Las carreteras
de las Comunidades Autónomas y de las Diputaciones se orientan a satisfacer la
demanda de movilidad intrarregional y a facilitar las conexiones con la RIGE: Ésta
incluye los itinerarios de tráfico internacional, los nacionales que soportan tráficos
importantes de gran recorrido, una intensidad considerable de vehículos pesados o una
carga apreciable de mercancías peligrosa; los accesos a puertos y aeropuertos de
interés general, y la conexión con los principales pasos fronterizos.
Ha habido unas transferencias de competencias en materia de carreteras a las
Comunidades Autónomas entre 1980 y 1984, quedándose el Estado (RIGE) con un
13%, aproximadamente unos 20.000 km, si bien tiene ésta un marcado carácter
estratégico por sus cualidades: Soporta más de la mitad del tráfico total, incluye la
mayor parte de la red de gran capacidad (autopistas y autovías) y enlaza entre sí los
principales núcleos de población del país.
Las autopistas y autovías guardan aún un marcado carácter radial y centralizador
(Gutiérrez Puebla, 1993), quedando Madrid conectado a través de ejes con la mayor
parte de las regiones. Existen también algunos ejes transversales, como el del Ebro, el
del Mediterráneo y el andaluz (éste de competencia autonómica). El Plan Director de
Infraestructuras (1993-2007) (MOPT, 1993) recoge las previsiones del desarrollo en el
futuro de la red de gran capacidad y lo más sobresaliente es su incidencia sobre los ejes
transversales, pues se pretende, según consta en el mencionado Plan Director de
Infraestructuras, atenuar la radialidad de la red y conseguir una estructura en malla y
que articule más coherentemente el conjunto del territorio. Para el 2007, si se llegan a
cumplir los objetivos del citado Plan, será a rasgos generales la que sigue, en resumen
de Gutiérrez Puebla (1993):
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Ejes con dirección N-S: Galaico portugués, Ruta de la Plata, Santander-Motril, SomportSagunto, Barcelona-Puigcerdá
Ejes con dirección E-O: Cantábrico, Galicia-Meseta Norte-Valle del Ebro, LisboaValencia (incompleto), Algarve-Sevilla-Puerto Lumbreras, Cádiz-Almería
Ejes con dirección NE-SO: Oporto-País Vasco, Lisboa-Zaragoza, Almería- La Jonquera
Eje con dirección NO-SE: Galicia-Sureste
Los ferrocarriles a finales del siglo XX
Fue en el siglo XIX y gran parte del XX cuando el ferrocarril alcanzó la época de
esplendor, constituyendo su presencia señal de progreso, ya que rompía aislamientos y
abría perspectivas de desarrollo. Hoy día, ante la competencia de otros medios, en
especial el transporte por carretera, ha perdido gran parte de su papel hegemónico,
habiéndose encontrado con graves problemas financieros. Así que son las líneas de
largo recorrido, las de cercanías y las de tecnologías ultramodernas (AVE) las que
mayores perspectivas de crecimiento experimentan en la actualidad. Por el contrario, las
de carácter secundario están condenadas a los cierres de determinados tramos.
La Red Nacional de Ferrocarriles Españoles (RENFE) tiene una marcada estructura
radial en sus aproximadamente 12.700 km, a los que han de sumarse unos 2000 de vía
estrecha (FEVE y Comunidades Autónomas), de carácter regional y de cercanías. La
longitud total de la red es escasa en relación a la superficie del país, pero similar a la
media comunitaria en relación a la población (Gutiérrez Puebla, 1993). Gran parte de las
líneas tienen centro en Madrid, desde donde parten hacia la periferia y se complementa
con un diseño arboriforme, a partir de unos troncos básicos, configurando en su
conjunto un entramado en exceso centralizador, dejando grandes espacios sin
vertebración y aislados.
Siguiendo el discurso planteado por Gutiérrez Puebla (1993), cabe dividir las vías
férreas en tres troncos principales: Madrid-Venta de Baños, que canaliza las relaciones
con el Norte y Noroeste de la Península; el Madrid-Zaragoza, que enlaza con el
Nordeste; y el Madrid-Alcázar de San Juan que concentra las comunicaciones de Madrid
con el Este y Andalucía. Dos ejes transversales han de destacarse junto a los
anteriores: el del Ebro (conecta el País Vasco con Cataluña y la fachada oriental) y el
del Mediterráneo (desde Murcia hasta la frontera con Francia).
En general, la red se caracteriza por su baja densidad, su carácter radial y las
comentadas dificultades orográficas peninsulares, que repercute en índices de rodeo
muy elevados y velocidades comerciales muy bajas. El Plan Director de Infraestructuras
(1993-2007) (MOPT, 1993) ha fijado como uno de sus objetivos la reducción de los
tiempos de viaje en las principales líneas, sea con la alta velocidad y /o con la mejora de
tramos existentes.
El nuevo enlace Madrid-Sevilla, inaugurado en 1992, representó el inicio de la alta
velocidad en España (AVE), mediante un itinerario más corto (Brazatortas) y unas
tecnologías punta, que reducen el viaje entre ambas ciudades de unas seis horas y
media. El Plan Director de Infraestructuras tiene previsto la ampliación de este tipo de
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TERRITORIO
líneas AVE en los tramos Madrid-Barcelona-frontera francesa y Zaragoza-país Vascofrontera gala, en ambos casos conectando con el resto de Europa.
Los aeropuertos en 1997
Decíamos entonces que “existen 36 aeropuertos comerciales (administrados por el ente
público de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea), que se localizan
preferentemente en la periferia peninsular- en relación con la distribución espacial del
sistema de ciudades- y en los archipiélagos (para atenuar el aislamiento), quedando la
Meseta con el aeropuerto de Madrid, además de los muy secundarios de Valladolid y
Badajoz. El número es elevado, ya que se adoptó durante años el modelo de
aeropuerto-ciudad, por lo que no pocos de ellos aparecen infrautilizados.
El sistema aeroportuario español está muy jerarquizado (Cano, 1980). Madrid-Barajas,
Palma de Mallorca y Barcelona son los grandes centros, que aglutinan casi un 50% del
tráfico, mientras los tipos medio son Valencia, Sevilla, Bilbao, Málaga, Santiago de
Compostela más los insulares (Ibiza y Tenerife). El transporte aéreo ha mostrado un
espectacular incremento en los últimos años, siendo competitivo en las distancias
medias y largas y la demanda que más se acopla a sus caracteres es la de viajes de
negocios y el turismo, más las mercancías perecederas y de alto valor. La organización
funcional de la red aeroportuaria se contempla más que con el tráfico con los enlaces
aéreos y desde esta perspectiva Antón Burgos (1988) los clasifica en los siguientes
tipos:
Aeropuertos centrales: La red española es de carácter bipolar, ya que cuenta con dos
aeropuertos en el nivel más alto de la jerarquía: Madrid-Barajas y Barcelona, de enlaces
directos con prácticamente todos los aeropuertos de la red y en las relaciones
internacionales captan tráficos de los aeropuertos troncales y hacia el exterior.
Instalaciones troncales: canalizan los tráficos de su hinterland en dirección a otros
grandes centros. Cumplen esta función los aeropuertos de Sevilla, Málaga, Valencia,
Bilbao, Santiago, Palma, Tenerife-Sur y Las Palmas. Aeropuertos locales y marginales:
Tienen enlaces con los centrales y con los algunos de los troncales. El resto de los
aeropuertos pertenecen a este tipo.
En las relaciones interiores destaca el enlace directo Madrid-Barcelona (puente aéreo) y
en las internacionales son notables las conexiones de Latinoamérica con Madrid, que
está entre los aeropuertos europeos con mayor número de enlaces por líneas regulares,
si bien superado por otros como París, Ámsterdam y Frankfurt. El turismo y los vuelos
no regulares potencian las instalaciones de Palma, Málaga, Alicante y Canarias.”
5.4.1. Bases explicativas y evolución
Bases explicativas y evolución del Estado autonómico
En primer lugar, Canarias y Baleares no necesitan más argumentos de regionalización
que la insularidad, aunque también exista una cierta incomunicación y hasta
antagonismo entre algunas islas. Se trata de formaciones montañosas (prolongación de
las Béticas en un caso y material volcánico en otro) con climas benignos (mediterráneo y
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TERRITORIO
subtropical, respectivamente), que encaminan sus economías principalmente hacia el
turismo, presentando las islas mediterráneas un mayor porcentaje del VAB respecto al
demográfico en el conjunto del Estado.
Hemos visto que la Meseta es una clara unidad morfoestructural, de clima mediterráneo
continental y aprovechamientos tradicionales agroganaderos. Históricamente ha sido
centro del Estado, y hasta de un Imperio, y ahí se fraguaron en la Edad Media los reinos
de León y Castilla, primero y Extremadura y Toledo, después. Tomando los límites de
manera flexible, puede decirse que la Cordillera Central separa, por un lado, la región de
Castilla la Vieja sin Santander ni Logroño, más o menos la Cuenca sedimentaria del
Duero, y, por otro, León en la parte del zócalo herciniano. Al Sur, la denominada Castilla
la Nueva, en la parte de la cuenca sedimentaria del Tajo, y Extremadura en la
penillanura hercínica.
El mapa autonómico mantiene gran parte de los reinos medievales, uniendo al Norte
Castilla (sin Cantabria ni la Rioja) y León (con ciertas reticencias, parece que aún no
superadas). En el Sur se respeta la Extremadura del siglo XV (antes era más bien
Badajoz sólo) y se une Albacete, tierra de transición, a lo que será Castilla-La Mancha.
El caso de Madrid es excepcional, pues no se tata de una región más o menos histórica
como las anteriores, sino que su delimitación comienza en los antecedentes provinciales
del siglo XVIII, pasando la circunscripción de 1833 a Comunidad Autónoma de forma un
tanto artificial. Desde el enfoque funcional, el área metropolitana madrileña excede con
mucho esos límites y comparte a notable distancia, con Valladolid, la polarización
urbana meseteña. Como podía esperarse, los porcentajes del PIB respecto a la
población, son desfavorables en las dos Comunidades del sur, positivo en Madrid y casi
equilibrado en Castilla-León.
La parte noroccidental de la Meseta, el macizo galaico, fue percibido ya en época
romana como un espacio diferenciado, creándose, de forma más extensa que la actual
Comunidad, la provincia de Gallaecia hacia el 300 d.C., siendo, pues, uno de los
territorios más históricos del Estado. Con algunas modificaciones de límites, constituyó
un reino medieval en el conjunto castellano-leonés. Se trata de un espacio periférico (el
finis térrae), de clima oceánico, aptitud silvo-ganadera y de agricultura minifundista,
abierto al mar, tanto en la pesca como en la emigración. Tiene un sistema urbano
policéntrico y un PIB por debajo de lo que representa su población.
Las Comunidades de Asturias y Cantabria han formado siempre parte, salvo situaciones
esporádicas, de los reinos medievales de Castilla y León (cuya denominación fue a
veces reino astur-leones), siendo la salida de la Meseta norte al mar. El medio es
distinto, tanto por las montañas como, sobre todo, por el clima y la vegetación. Y, a los
modos de vida, similares a la parte noroccidental de la Península, hay que añadir,
especialmente en Asturias, la minería y la industria. La situación hace que la relaciones
urbanas y de otro tipo se establezcan entre Oviedo-Gijón-Avilés con León y Valladolid,
mientras Santander conecta con Bilbao.
En el País Vasco habita un pueblo antiguo de origen desconocido (citado, junto con
astures y cántabros en los textos latinos), cuya división en Vizcaya, Guipúzcoa y Álava
aparece ya, por lo menos, en la Alta Edad Media, pero que ha formado parte
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TERRITORIO
tradicionalmente, según los momentos y de forma total o parcial, de la Corona de
Castilla, bien que con fueros especiales, o del reino de Navarra. Éste, por su parte, de
evidentes relaciones culturales con Euskadi, desborda la zona montañosa para abarcar,
como Álava, parte del Valle del Ebro, quizás como estrategia propia de antiguos
territorios, buscando variedad de espacios. Se trata de dos Comunidades ricas (saldo
positivo PIB/población), hecho no ajeno al especial régimen foral de financiación, una
economía industrializada y un sistema urbano consolidado (aparte, como en todas las
Comunidades y por eso no lo repetimos, unos servicios en torno al 60 % de la
economía), que ejerce influencia en su periferia. Una es La Rioja, pequeña región en
torno a los 300.000 h., desgajada de Castilla y que, al igual que otros casos
uniprovinciales, introduce un fraccionamiento, quizás excesivo, en el mapa autonómico.
La antigua Corona de Aragón constituía una especie de federación formada por Aragón,
Cataluña, Valencia y Baleares que, con algunos retoques en sus límites (sobre todo en
el caso valenciano), han llegado a la actualidad como Comunidades Autónomas,
separadas de la Meseta por la Cordillera Ibérica y abarcando cada una variedad de
espacios de recursos complementarios. Aragón tiene muy claramente al Ebro como eje
central, flanqueado por los Sistemas ibérico y pirenaico, y Zaragoza, que concentra gran
parte de la población, se sitúa en inmejorable posición respecto a los grandes centros
económicos del Estado, Madrid, País Vasco y Barcelona.
El Noguera Ribagorzana compone parte del límite con Cataluña, cuyo PIB supera su
peso demográfico, formado en buena medida por población inmigrada (antes de
procedencia peninsular, sobre todo Andalucía, y ahora de distintos países). Agricultura,
turismo, etc., integran su economía, en la que predomina, sin embargo (aparte los
servicios), la industria, con un sistema urbano potente y monocéntrico en donde el Área
metropolitana de Barcelona se asimila muchas veces al total catalán.
La Comunidad Valenciana presenta una zona interior montañosa (parte de la cual posee
una importante actividad del sector secundario, como Alcoy) y un corredor litoral de rica
agricultura, pero también de variada industria y, en conjunto, cuenta con un fuerte
sistema urbano y una economía próspera y variada. Al Sur está la región de Murcia,
territorio de transición y enclave, disputado por las Coronas de Aragón y Castilla, de la
que, al final, formó parte. Hoy los porcentajes de participación del PIB han descendido,
respecto a los demográficos y forman parte de ese corredor mediterráneo con una
economía fundamentalmente agroalimentaria y de turismo, aparte, como dijimos, los
servicios.
Finalmente, Andalucía tiene como antecedente la antigua Bética, delimitada hace dos
mil años, lo que, como en el caso gallego, supone un reconocimiento de las diferencias
naturales, culturales, económicas, etc. respecto al resto peninsular. Una de las cuatro
demarcaciones del Califato (Al Andalus propiamente dicho) coincide bastante con la
actual delimitación, que encierra en sus casi 90.000 km2 una diversidad de paisajes,
estructurados en un gran valle, del Guadalquivir (a diferencia del Ebro, repartido entre
varias Comunidades), orlado por Sierra Morena y las Béticas. A pesar de su situación,
entre continentes y mares, y sus recursos, queda casi al final de las regiones europeas
en las variables económicas.
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TERRITORIO
CONCEPTOS CLAVE
Nos vamos a referir a tres cuestiones, correspondientes a cada uno de los apartados
del capítulo.
Importancia de la oferta territorial para la economía y la calidad de vida
La oferta territorial se relaciona fundamentalmente con dos grandes elementos que son
el clima y el relieve, cuyas características principales aparecen en el texto, pero
conviene remarcar que son factores de diferenciación espacial a nivel mundial. Existen
distintos tipos de climas (tropicales, templados, oceánicos, fríos, desérticos,
mediterráneos…) con infinidad de matices y transiciones, resultado de la dinámica
atmosférica, muy ligada a la latitud, y de aspectos terrestres (relieve, mar,
continentalidad…). El relieve (consecuencia de la tectónica de placas planetarias) es el
conjunto de continentes, islas, penínsulas, montañas, llanuras, valles, mesetas, costas,
etc. que sitúan espacios y los caracteriza, presentando una gran variedad mundial. La
conjunción de relieve y clima da lugar a unos determinados recursos edáficos, hídricos,
de vegetación; a posibilidades de cultivos diferentes, de minas o pesca, o a distintos
grados de accesibilidad.
Los grupos humanos han vivido y actuado durante siglos sobre esas condiciones y con
esos recursos, cambiantes a veces en valor según las épocas, y se han plasmado
economías, modos de vida, sistemas de relación; y, en suma, se han formado pueblos,
grupos o entidades con sus organizaciones propias o delegadas. Indudablemente el
medio no determina a los colectivos humanos, pero sí ofrece posibilidades, condiciones
o limitaciones, que explican mucho de la diversidad socioeconómica, cultural, política,
etc. Claro es que actualmente la oferta territorial ejerce menos influencia por la
superioridad de la técnica y la tecnología; sin embargo, también esa suficiencia, en
ocasiones agresividad hacia el medio, ha generado reacciones negativas para los
humanos y, hoy, no se descartan las posibilidades de cambios climáticos que alteren la
vida sobre el Planeta.
En este capítulo se han tratado sucintamente las características físicas (relieve, clima,
vegetación, aguas) y se ha destacado la gran variedad existente en la Península (los
dos archipiélagos ya son espacios diferenciados, principalmente Canarias, bajo otro
clima) que, situada en el SO europeo y con costas (sobre todo las andaluzas, vecinas al
Magreb), ofrece unas circunstancias especiales con repercusiones históricas, culturales
y económicas, entre otras.
Las redes urbanas en la ordenación del territorio
En el esquema territorial de puntos, líneas, superficies y marcos, las ciudades son el
primer elemento; y en este contexto caben dos aspectos fundamentales. En primer
lugar, cómo se distribuyen esos puntos en el espacio, visibles en cartografía, imágenes
de satélite o la misma realidad; y los modelos son diversos. En un extremo, la existencia
de una gran metrópoli (que prácticamente ocupa un determinado marco administrativo
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TERRITORIO
económico, cultural, etc.), a veces con una serie de municipios vecinos que forman una
gran aglomeración. En el otro, varias ciudades (que también cuentan con antiguas
periferias rurales, hoy urbanizadas) distribuidas por el territorio. En el caso de la
Geografía española hemos visto diferentes tipos, que responden cada vez más a las
comunidades autónomas, especialmente a las de cierta extensión.
Las bases geográficas del Estado autonómico
La configuración territorial ibérica, con una meseta central y periferia de montañas y
valle, principalmente el Ebro y Guadalquivir, explica bastante de lo que se ha dado en
llamar fuerzas centrípetas y centrífugas de las organizaciones políticas y
administrativas. Razones históricas, culturales, sociales, etc. Se integran en el actual
Estado autonómico.
TÉRMINOS CLAVE
Cambio climático
Clima
Configuración territorial
Corredores territoriales
Desertización
Espacios protegidos
Estado autonómico
Infraestructura de transporte
Recursos naturales
Redes de transporte
Relieve
Ríos
Sistema de ciudades
Sistemas regionales
Situación
Variedad territorial
Vegetación
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TERRITORIO
PREGUNTAS TIPO TEST
5.1. El relieve peninsular se caracteriza por
a) Una llanura interior y dos valles (Ebro y Guadalquivir) periféricos
b) Una meseta interior rodeada de montañas y valles periféricos
c) Una meseta central y llanura litorales
5.2. La distribución pluviométrica señala grandes zonas
a) Cantábrica, lluviosa, y resto, seca
b) Iberia húmeda (Norte) e Iberia seca con SE semiárido
c) Iberia húmeda e Iberia seca con área de transición y SE semiárido
5.3. De cara a una gestión del agua descentralizada, las mayores coincidencias
entre grandes cuencas y Comunidades Autónomas son
a) Ebro-Cataluña; Turia-Valencia
b) Duero-Castilla León; Guadalquivir-Andalucía
c) Tajo-Castilla La Mancha; Guadiana-Extremadura
5.4. Entre las metrópolis autonómicas de primer orden se encuentran
a) Sevilla y Bilbao
b) Zaragoza y Oviedo
c) Valencia y Alicante
5.5. El principal documento ministerial actual de planificación de infraestructuras
es
a) Plan Director de Infraestructuras
b) Plan de Obras Públicas e Infraestructuras y Transportes
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TERRITORIO
c) Plan Estratégico de Infraestructuras y Transportes
5.6. Además de la línea AVE de 1992, se hallan en servicio (julio 2008), entre otras
a) M-Z-Lleida; M-Valladolid
b) M-SE; CO-MA
c) Z-Teruel; Bilbao-Pamplona
5.7. En época romana se prefiguran ya como territorios dos Comunidades
Autónomas actuales
a) Cataluña (Tarraconense) y País Vasco
b) Galicia (Gallecia) y Andalucía (Bética)
c) Canarias y Extremadura (Lusitania)
SOLUCIONES A LAS PREGUNTAS TIPO TEST
5.1.b); 5.2.c); 5.3.b); 5.4.a); 5.5.c); 5.6.a); 5.7.b)
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