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Problema clínico
Errores frecuentes en la
prescripción de antibióticos
José Ramón Paño Pardo
Unidad de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica. Hospital Universitario La Paz. Madrid. España.
Puntos clave
• A la hora de prescribir antibióticos,
es necesario considerar no sólo los
beneficios esperados de su uso, sino
también los efectos no deseados, que
afectan tanto al individuo como a su
entono. Es el equilibrio entre ambos
componentes lo que debe condicionar la
decisión final de la prescripción.
• Las infecciones respiratorias son los
síndromes infecciosos en los que hay
más sobreprescripción antibiótica,
generalmente porque en su mayoría
están causadas por virus.
• Una vez decidida la necesidad de
tratamiento antibiótico, la selección del
fármaco depende inicialmente de si se
conoce el patógeno a tratar (tratamiento
dirigido) o no (tratamiento empírico). En
el primero de los casos, si no hay otros
condicionantes limitantes (interacciones,
comorbilidades, etc.) se debe elegir
aquél con espectro más reducido que
tenga propiedades farmacocinéticas que
permitan tratar el síndrome infeccioso
con garantías (p. ej., eliminación urinaria
para infecciones del tracto urinario).
• Cuando se desconoce el patógeno
cuasante, se recurre al tratamiento
empírico, que se basa en la selección
del fármaco antiinfeccioso en función
de: a) la fuente de infección y las
circunstancias del paciente que
condicionan los microorganismos más
frecuentemente implicados, y b) la
epidemiología local que aporta una gran
información sobre la tasa de resistencias
esperables.
Descripción del problema
La prescripción de antibióticos debe considerarse un proceso
potencialmente complejo que consta de 2 componentes
fundamentales. El primero consiste en decidir si un paciente
con una presentación y unas circunstancias clínicas concretas
precisa tratamiento antibiótico o no. La segunda parte del
proceso consiste en decidir cuál es el agente más adecuado,
así como optimizar su posología. A la hora de afrontar este
proceso, el médico clínico debe considerar múltiples factores
relacionados tanto con el paciente y sus circunstancias clínicas,
como con los microorganismos presumiblemente implicados y
con las características farmacocinéticas y farmacodinámicas de
los agentes a emplear. Teniendo en cuenta la gran cantidad de
factores que es necesario considerar, el proceso anteriormente
descrito está sujeto a numerosos errores. En esta revisión, se
pretende transmitir la importancia de las consecuencias derivadas
de un uso no óptimo de los antibióticos y describir los principales
obstáculos para la prescripción óptima de antimicrobianos en los
principales síndromes infecciosos, fundamentalmente infecciones
respiratorias, tratados en el ámbito de atención primaria, así como
plantear posibles soluciones.
Diferentes contextos de uso de antibióticos
La postura del médico clínico ante un paciente con una enfermedad infecciosa documentada, o con una sospecha de infección, se puede incluir en
una de las opciones siguientes: a) observación sin tratamiento antibiótico;
b) tratamiento empírico; c) tratamiento dirigido; d) profilaxis; e) tratamiento anticipado, y f) ensayo terapéutico. De todas ellas, las adoptadas con
más frecuencia son las 3 primeras, especialmente el tratamiento empírico. Cuando se sospecha una infección causada por un microorganismo sin
tratamiento específico (p. ej., resfriado común o faringoamigdalitis viral)
la actitud correcta es la observación sin tratamiento antibiótico. El tratamiento dirigido es el que se realiza conociendo el microorganismo causal
y su patrón de sensibilidades a diferentes antibióticos (antibiograma). Por
este hecho, el tratamiento dirigido permite la selección de agentes de espectro reducido, que es uno de los principios que deben dirigir este tipo de
tratamientos. Los ejemplos más frecuentes de este tipo de tratamientos en
atención primaria son las infecciones del tracto urinario y también, en menor medida, las úlceras infectadas. Aunque el tratamiento dirigido es el más
específico de todos, muchas veces no es posible disponer de información
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precisa sobre el agente etiológico. Por ello, cuando se diagnostica clínicamente una infección para la que el tratamiento antibiótico se prevé razonablemente beneficioso y no se dispone
de la identificación precisa del agente causal, la elección del
antimicrobiano se debe hacer de forma empírica, en función
del microorganismo o microorganismos más probablemente
implicados y la gravedad del cuadro. Uno de los ejemplos más
típicos es la neumonía adquirida en la comunidad.
El abuso del empirismo en el manejo de situaciones clínicas
con sospecha de infección es uno de los principales factores
que contribuye a la utilización inapropiada de antibióticos, tanto en atención primaria, como en el ámbito hospitalario. Por un
lado, los efectos beneficiosos de los antibióticos están perfectamente asimilados en la sociedad y, por el otro, no se conocen,
o no se perciben, adecuadamente las consecuencias negativas
del uso de estos fármacos. Esta combinación de circunstancias hace que en el proceso de prescripción de antibióticos
de forma empírica haya un desequilibrio notable a favor de la
prescripción sobre la abstención terapéutica. En un artículo
muy interesante, Kim y Gallis1 analizan estas circunstancias y
acaban enunciando una serie de falacias sobre el tratamiento
antibiótico que contribuyen a la espiral de empirismo en la que
estamos inmersos.
“Daños colaterales” derivados del uso de
antibióticos: el contrapeso no percibido
¿Por qué es importante mejorar el proceso de prescripción de
antibióticos? Fundamentalmente, porque permite garantizar
las máximas probabilidades de curación o prevención de la infección y disminuir los “daños colaterales” derivados del uso de
antibióticos.
El objetivo buscado con el tratamiento antimicrobiano es la
curación o la prevención de una enfermedad infecciosa. Este
objetivo se logra mediante la interacción, en el sitio de infección, entre el fármaco y el microorganismo o microorganismos
a tratar. La elección subóptima del agente o de su posología
disminuye la probabilidad de éxito. Sin embargo, independientemente de la mayor o menor probabilidad de conseguir el objetivo propuesto (curación o prevención), los fármacos antiinfecciosos tienen otros efectos no deseados que deben tenerse
en consideración a la hora de utilizarlos.
El primero de estos efectos, y el más aludido, es la relación
entre uso de antibióticos e incremento de la tasa de infecciones por microorganismos resistentes. Sin embargo, demostrar
fehacientemente esta relación es metodológicamente complicado, ya que hay muchos factores de confusión implicados de
modo potencial en la variable resultado, los cuales son difíciles
de controlar en el contexto de estudios ecológicos. A pesar de
ello, la evidencia disponible apunta de forma casi homogénea
que el uso de fármacos antibióticos potencia la selección y la
transmisión de microorganismos resistentes2,3. La interacción
entre fármaco y microorganismos no se limita a los causantes
de la infección que se quiere tratar, sino también a los integrantes de la flora saprofita del individuo receptor del antibiótico,
fundamentalmente en el ámbito del tracto digestivo y del tracto
respiratorio, con la consiguiente ventaja para los microorganismos de la flora habitual menos sensibles al agente empleado.
Esta “presión antibiótica” condiciona la selección de subpoblaciones de microorganismos de la flora normal resistentes al
antibiótico y que, en condiciones normales, están infrarrepre30
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sentadas. Teniendo en cuenta que un porcentaje importante
de las infecciones son endógenas (causadas por la propia flora
ante alteraciones de las barreras naturales), la selección de antimicrobianos de forma empírica en pacientes que han recibido
tratamiento antibiótico previo, y que se presentan con una infección grave, es mucho más compleja, por lo que es necesario
recordar que el tiempo sin cobertura antibiótica en infecciones
graves se ha asociado a un incremento de la mortalidad. Por
otro lado, la perturbación del nicho ecológico “fisiológico”, asociada al uso de antibióticos, condiciona la preponderancia de
determinadas especies que, en la nueva situación de equilibrio,
pueden actuar con más probabilidad como patógenos. Es el
caso de la candidiasis mucosa, o de la candidiasis invasiva4 y de
la enfermedad por Clostridium difficile5,6, entre otros.
Asimismo, los fármacos antiinfecciosos pueden condicionar
la aparición de efectos adversos derivados de su toxicidad directa en el riñón, el hígado o el sistema hematopoyético entre
otros, o de forma indirecta por interacciones con alimentos u
otros medicamentos recibidos por el individuo.
Finalmente, en el contexto de un sistema sanitario público
como el nuestro, el médico clínico debe participar en la gestión
de los recursos en la medida de sus posibilidades con la intención de garantizar la persistencia en el tiempo de su universalidad. Por este motivo, no se puede despreciar tampoco el impacto económico asociado al uso inapropiado de antibióticos.
Habla por sí sólo el hecho que, en diferentes ámbitos geográficos, se ha estimado que aproximadamente el 50% de todos los
antibióticos utilizados de forma ambulatoria se usan para tratar
infecciones respiratorias, presumiblemente causadas por virus
y, por lo tanto, de manera inapropiada7,8.
Infecciones respiratorias en atención primaria:
exceso de tratamiento antibiótico
El médico de atención primaria, en su práctica diaria, se enfrenta habitualmente al tratamiento de infecciones respiratorias en
las que, con frecuencia, debe decidir si indica tratamiento antibiótico. De las infecciones respiratorias, las más frecuentemente
diagnosticadas, y en las que en términos absolutos más antibióticos se prescriben, se encuentran las infecciones respiratorias
altas inespecíficas tipo catarro común, las faringitis agudas, las
rinosinusitis y las bronquitis agudas, entre otras. Es precisamente en este grupo de procesos en los que el tratamiento antibiótico aporta menos ventajas. La mayoría de estos procesos están
producidos por virus y no hay beneficio esperable del uso de
antibióticos, como se ha demostrado en distintos estudios clínicos dirigidos a evaluar su impacto7-9. En la tabla I se recogen
los principios de uso antibiótico en las infecciones respiratorias
indicadas anteriormente. Aunque en la práctica en la inmensa
mayoría de ocasiones sea identificable qué infección respiratoria es tratable con antibióticos, la aplicación de estos principios
no debe hacer olvidar que las infecciones virales pueden ser en
ocasiones igual de graves que las bacterianas y que puede haber
un grado de solapamiento etiológico en los cuadros “gripales”.
Por todo ello, es necesario recordar que la aplicación de estos
principios exige, sin duda alguna, una valoración del paciente de
acuerdo con su situación clínica, independientemente de que se
trate de un cuadro aparentemente “viral”.
Como se comentaba, en la mayoría de las infecciones respiratorias, el tratamiento antibiótico no está indicado y, sin
embargo, una proporción elevada de pacientes sí lo recibe.
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Tabla I.
Errores frecuentes en la prescripción de antibióticos
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Criterios de optimización de tratamiento antibiótico en pacientes adultos con infecciones respiratorias agudas
Diagnóstico
Principios de uso óptimo de antibióticos
Infecciones respiratorias altas inespecíficas (catarro)
Se refiere a los procesos respiratorios agudos, en su mayoría producidos por virus, en los que, aún presentes,
no hay claro predominio de síntomas faríngeos, sinusales o bronquiales
El tratamiento antibiótico de estos procesos no acelera la recuperación, ni previene las complicaciones, y por eso no se
recomienda
La presencia de secreciones purulentas en fosas nasales y garganta no es indicativa de infección bacteriana y,
por tanto, no es esperable ningún beneficio del tratamiento antibiótico
Faringitis agudas
En la mayoría de adultos con faringitis aguda el curso de la infección es autolimitado con tratamiento sintomático
(p. ej., analgésicos y antitérmicos) que debe ofrecerse a todos los pacientes
El beneficio de los antibióticos en pacientes con faringitis aguda está limitado a pacientes con infección por EBHGA
El EBHGA es el agente etiológico en aproximadamente el 10% de los casos de faringitis agudas
Por tanto, se debe limitar la prescripción de antibióticos a los pacientes con las mayores probabilidades de EBHGA:
1. Cribado de los criterios clínicos siguientes: a) fiebre; b) exudado amigdalar; c) ausencia de tos; d) linfadenopatías
cervicales anteriores dolorosas
2. No tratar con antibióticos a los pacientes con uno o ninguno de los factores anteriores
3. En los pacientes con 2 o más criterios clínicos:
Utilizar el test antigénico en todos los pacientes y tratar sólo a los positivos
Utilizar el test antigénico en los pacientes con 2-3 criterios y tratar a aquéllos con resultado positivo y a los
que tengan 4 criterios clínicos
No utilizar el test antigénico y tratar a todos los pacientes con 3-4 factores
Rinosinusitis
La mayoría de rinosinusitis agudas en atención primaria lo son en el contexto de infecciones respiratorias altas
virales no complicadas
Es difícil distinguir clínicamente infecciones virales de bacterianas; sin embargo, el diagnóstico de rinosinusitis
bacteriana debe limitarse a pacientes:
1. Con síntomas de más de 7 días de evolución
2. Con dolor maxilar/dentario (sobre todo unilateral) y secreciones nasales purulentas
Las radiografías de senos no son necesarias para el diagnóstico en casos sistemáticos
La mayoría de SB se resuelve sin tratamiento antibiótico, por lo que en pacientes con SB leves se recomienda
tratamiento sintomático
Debería reservarse el tratamiento antibiótico a los pacientes con datos clínicos de SB y síntomas moderados o intensos,
sobre todo dolor facial unilateral, independientemente de la duración de éstos
El tratamiento inicial debería ser con fármacos con espectro específicamente orientados a tratar los patógenos más
probables: Streptococcus pneumoniae y Haemophilus influenzae
Bronquitis
El tratamiento diagnóstico de pacientes con cuadros compatibles con bronquitis aguda debe ir orientado a descartar
neumonía
En el adulto –no anciano– sano, el diagnóstico de neumonía es improbable, si no hay alteración de las constantes vitales
y asimetría en la auscultación pulmonar. En estos casos, no está indicada la radiografía de tórax
En pacientes con tos de más de 3 semanas de evolución, la radiografía de tórax está indicada, a no ser que haya una
causa conocida para la tos
No se recomienda tratamiento antibiótico en las bronquitis no complicadas, independientemente de la duración de la tos
Si se sospechara tos ferina, convendría realizar prueba diagnóstica específica e iniciar tratamiento antibiótico
La satisfacción del paciente con bronquitis aguda con la atención recibida depende más de la comunicación
médico-paciente que de que se prescriba o no antibiótico
EBHGA: estreptococo betahemolítico del grupo A; SB: sinusitis bacterianas.
Tomada de los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) de Estados Unidos. Disponible en: http://www.cdc.gov/drugresistance/community/campaign.htm
Adaptación de la que recogen los CDC estadounidenses en su campaña por tratar de educar sobre el uso de antibióticos, con la intención de disminuir la emergencia de
infecciones causadas por microorganismos resistentes. La campaña en sí, accesible en la dirección URL indicada en el pie de tabla, resulta sumamente interesante, así como su
orientación multidimensional (tanto para usuarios como para profesionales). Es un recurso en línea altamente recomendable para ser visitado.
Son múltiples los factores que desequilibran la balanza hacia
la prescripción de antibióticos en las infecciones respiratorias
agudas, pero el mecanismo fundamental a través del que estos
factores actúan es generando, tanto en el médico clínico, como
en el paciente, una falsa sensación de seguridad con el uso de
antibióticos. Ante esta realidad, instituciones muy distintas han
promovido campañas con intervenciones para tratar de reducir la presión antibiótica en estas circunstancias. El abanico de
intervenciones ha sido variado, con éxito o nulo o muy escaso
para algunas de estas intervenciones. De entre las intervenciones que más repercusión han tenido, cabe destacar la realización de campañas institucionales de sensibilización poblacional,
la intensificación de los mecanismos de control administrativos
para evitar la automedicación antibiótica, y la promoción de la
interacción entre médico y paciente con infección respiratoria
mediante material educativo, como cuestionarios y protocolos
de actuación10. En general, hay coincidencia en que el principal
factor a la hora de aplicar con éxito los principios de tratamiento antibiótico en infecciones respiratorias anteriormente descritos es la comunicación médico-paciente. Desgraciadamente,
la presión asistencial en atención primaria puede dificultar en
muchas ocasiones este proceso.
Fuera del ámbito de las infecciones respiratorias, hay otros
síndromes infecciosos en los que puede haber un exceso de
tratamiento antibiótico. De entre ellos, habría que destacar
las bacteriurias asintomáticas y las úlceras cutáneas crónicas.
Respecto a las bacteriurias asintomáticas, recordar que el beneficio del tratamiento antibiótico se limita fundamentalmente a pacientes embarazadas y los que van a someterse a una
manipulación urológica con riesgo significativo de hemorragia
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Tabla II.
Antibiótico
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Tabla ARABIC de la Sociedad Española de
Quimioterapia sobre interacciones entre
antibióticos y otros fármacos frecuentemente
utilizados en población anciana
Fármaco
Interacción
Rifampicina Anticoagulantes orales
Disminución del metabolismo
Estatinas
de los fármacos metabolizados
Ciclosporina/tacrolimus
por el sistema del citocromo
Inhibidores de la proteasa P450 con incremento en su
actividad
Quinolonas
Anticoagulantes orales
Aumento del metabolismo de
Macrólidos
Estatinas
los fármacos metabolizados
Azoles
Ciclosporina/tacrolimus
por el sistema del citocromo
Inhibidores de la proteasa P450 con disminución de su
actividad
Quinolonas
Antidepresivos tricíclicos
Macrólidos
Antiarrítmicos
Azoles
Prolongación del intervalo QT:
estado proarritmógeno
(torsade de points)
Amoxicilina
Alopurinol
/ampicilina
Aumento de la probabilidad
de erupción cutánea
Linezolid
Síndrome serotoninérgico
Inhibidores selectivos de la recaptación de la
serotonina
mucosa11. Por ello, hay que indicar la no necesidad de hacer
urocultivos para cribado de bacteriruria asintomática en otras
circunstancias distintas a las que se acaban de indicar. Respecto a las úlceras cutáneas crónicas, es necesario recordar que su
cultivo, prácticamente siempre, va a mostrar crecimiento bacteriano, generalmente polimicrobiano. No es éste el factor que
debe condicionar la decisión de si hay o no que tratar con antibióticos. Son los datos clínicos del paciente, fundamentalmente
la presencia de celulitis del borde de la úlcera, los que deben
condicionar la indicación de tratamiento antibiótico12.
Cuestiones referentes a la elección del agente
Una vez decidida la indicación de tratamiento antibiótico, la decisión siguiente es sobre el fármaco. Ésta depende, en primer
lugar, de que se conozca el agente etiológico o no (tratamiento
microbiológicamente dirigido frente a tratamiento empírico).
También habrá que considerar el síndrome infeccioso a tratar
y las circunstancias individuales del paciente (comorbilidades,
tratamientos concomitantes, etc.).
En general, en los tratamientos microbiológicamente dirigidos, se debe elegir un agente con un espectro reducido,
dirigido específicamente al agente que se desea tratar. Es el
caso, por ejemplo, de la faringitis por estreptococo betahemolítico del grupo A (EBHGA), bacteria que es uniformemente
sensible a penicilinas y cefalosporinas. Por este motivo, en las
faringitis por EBHGA, el tratamiento de elección es una penicilna (penicilina oral o amoxicilina) o una cefalosporina (p.
ej., cefalexina). La utilización de la combinación de amoxicilina y ácido clavulánico no sería pues necesaria en este caso,
ni aportaría ventajas significativas de espectro en la amoxicilina. En este mismo sentido, aunque las fluoroquinolonas sean
eficaces, no deben plantearse como tratamiento de primera o
segunda elección para faringitis por EBHGA. Se trata de antibióticos de amplio espectro, cuyo uso excesivo ha contribuido a
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la pérdida de su eficacia frente a otros microorganismos a nivel
poblacional (p. ej., Escherichia coli y otras enterobacterias).
Ocurre lo mismo en el caso de infecciones del tracto urinario
no complicadas, en las que se debe elegir un agente eficaz con
el espectro más reducido posible. Por ejemplo, en el caso de
una infección del tracto urinario (cistitis) no complicada por E.
coli sensible a ciprofloxacino, amoxicilina, cefuroxima, trimetroprim/sulfametoxazol y fosfomicina, el tratamiento de elección, previamente a la consideración de otros condicionantes,
sería la fosfomicina.
En el caso de tratamientos empíricos, como es el caso de la
mayoría de rinosinusitis u otitis, la elección del antibiótico es
una cuestión de probabilidades: de los microorganismos más
probablemente implicados y de la posibilidad de que cada uno
de los microorganimos sea sensible a éste. Tanto en la otitis
media como en la rinosinusitis, los microorganismos implicados con más frecuencia son: Streptococcus pneumoniae,
Haemophilus influenzae y Moraxella catarrhalis. En nuestro medio, aproximadamente el 30% de los neumococos tienen concentraciones inhibitorias mínimas (CIM) intermedias
a penicilina y el 10% son resistentes a la penicilina. Para otitis
media y sinusitis, la utilización de dosis altas de amoxicilina
compensaría la elevación de la CIM en los casos de infecciones
por S. pneumoniae intermedios y en parte de los resistentes,
siendo eficaz en estos casos. De esta forma, en más del 85%
de S. pneumoniae que causan otitis media, la amoxicilina a
dosis altas sería eficaz. Para S. pneumoniae, la combinación
de amoxicilina y ácido clavulánico no aporta ventajas en la
amoxicilina, dado que el mecanismo de resistencia de este microorganismo no está mediado por betalactamasas. En el caso
de H. influenzae y de M. catarrhalis, entre el 15 y el 40%
de las cepas son productoras de betalactamasas. Teniendo en
cuenta todo lo anterior, el tratamiento de elección de la otitis y
de la sinusitis sería la amoxicilina, a no ser que se identificara
alguno de los factores siguientes que aumentan la probabilidad
de presencia de microorganismos resistentes a la amoxicilina:
a) uso de antibióticos en los 30 días previos; b) presencia simultánea de conjuntivitis (presentación típica de la infección
por H. influenzae), y c) pacientes que reciben profilaxis con
amoxicilina. En estos casos, sería de elección la combinación
de amoxicilina y ácido clavulánico.
Hay otros factores en la elección del antibiótico que deben
considerarse. De entre ellos, destacar la posibilidad de interacciones farmacológicas, que en mayor medida afecta a pacientes ancianos o con enfermedades crónicas. Con frecuencia, los pacientes ancianos reciben de forma habitual varios
fármacos (en residencias de ancianos no es infrecuente que
muchos pacientes reciban diariamente entre 5 y 10 agentes).
De forma habitual, entre estos agentes se incluyen: anticoagulantes orales, estatinas, antiarrítmicos, diuréticos, antidepresivos o neurolépticos. Muchos de estos agentes tienen una
ventana terapéutica estrecha y la adición de un nuevo fármaco, en este caso un antibiótico, puede desencadenar una
interacción significativa. Asimismo, por las mismas razones,
los tratamientos “basales” pueden disminuir la eficacia o aumentar la toxicidad de un régimen antibiótico en un momento dado. El empleo sistemático de herramientas informáticas
diseñadas para el cribado de interacciones farmacológicas es,
sin ninguna duda, de gran ayuda en la evaluación de interacciones significativas. En la tabla II se recogen algunas de las
interacciones farmacológicas más importantes de los principales grupos de antibióticos. J
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Bibliografía
Bibliografía comentada
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Goossens H, Ferech M, Vander Stichele R, Elseviers M. Outpatient antibiotic use in Europe and association with resistance: a
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Este trabajo aporta información sobre la prescripción de fármacos antiinfecciosos, fundamentalmente en el ámbito ambulatorio, en distintos países europeos. Aunque se trata de un estudio
“ecológico” del que es difícil obtener conclusiones sobre causalidad, resulta muy interesante comprobar el distinto grado de
uso antibiótico desde un punto de vista cuantitativo, así como
los diferentes patrones de prescripción de fármacos entre países del norte y países del sur (hay mayores consumos en el sur,
p. ej., Francia, Grecia, España e Italia, y menores en el norte,
como es el caso de Escandinavia y los Países Bajos). A pesar
de las muy distintas tasas de resistencia a antibióticos, las diferencias en cifras totales de consumo no están justificadas por
esas diferencias, lo que indica un abordaje muy distinto del tratamiento antibiótico entre distintos países. Resulta interesante
también la forma de presentación de los datos, que se hace en
dosis diarias definidas por 1.000 habitantes. La publicación de
este trabajo ha influido en las instituciones sanitarias de varios
de los países que aparecen como grandes consumidores, y ha
desencadenado la puesta en marcha de campañas educativas
a múltiples niveles para reconducir la situación.
Kim JH, Gallis HA. Observations on spiraling empiricism: its
causes, allure, and perils, with particular reference to antibiotic
therapy. Am J Med. 1989;87:201-6.
Aunque algo antiguo (1989), éste es un artículo de “reflexión”
sobre tratamiento antibiótico que no tiene desperdicio. En este
trabajo, los autores revisan los principales factores que condicionan, lo que a su juicio denominan, la “escalada del empiricismo”. En el momento actual, y sobre todo para los pacientes más
graves, hay necesidad de acertar a la primera con el régimen
antibiótico elegido. Esta necesidad se ha extendido a pacientes menos graves, lo que ha condicionado una distorsión del
enfoque terapéutico antiinfeccioso, mediante la extensión del
paradigma del empirismo, lo que condiciona un exceso de uso
antibiótico con un patrón de utilización que defiende por encima de otros parámetros, la bonda de un espectro amplio.
Los autores supieron recopilar en forma de “falacias sobre tratamiento antibiótico” los principales mitos sobre el tratamiento
antibiótico que condicionan la prescripción de estos fármacos.
De entre las 10 falacias formuladas, quizá las más acertadas
son “cuanto más nuevo sea el antibiótico, más eficaz”, “cuanta
mayor sea la cobertura del régimen antibiótico seleccionado,
mejor será”, “falta de respuesta es sinónimo de falta de cobertura”. En definitiva, se trata de un artículo redactado de forma muy
cuidadosa que resulta altamente recomendable.
Nicolle LE, Bradley S, Colgan R, Rice JC, Schaeffer A, Hooton TM,
et al. Infectious Diseases Society of America guidelines for the
diagnosis and treatment of asymptomatic bacteriuria in adults.
Clin Infect Dis. 2005;40:643-54.
En este documento, la Infectious Diseases Society of America
(IDSA) recopila de forma sistemática, en forma de guía clínica,
la evidencia disponible sobre los beneficios e inconvenientes
del tratamiento de las bacteriurias asintomáticas, un problema
muy frecuente en la práctica clínica. Se trata de un documento
exhaustivo que, a pesar de lo cual, no resulta difícil de leer y
que contribuye a la contextualización de este problema y de las
escasas circunstancias en las que puede ser beneficioso abordar esta situación con fármacos antiinfecciosos. Es recomendable porque es un ejemplo bastante logrado de guía clínica que
define estándares de tratamiento.
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