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Transcript
LA PASTORAL EDUCATIVA EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
¡Nuestro objetivo no es sólo formar “individuos útiles a la sociedad”,
sino educar personas que puedan transformarla!.
Papa Francisco
PRESENTACIÓN
Con motivo de la celebración de los aniversarios: 50° de la Declaración
“Gravissimum educationis” (GE) y el 25° de la Constitución Apostólica “Ex Corde
Ecclesiae”, estamos reunidos en este Seminario Continental de Pastoral Educativa en
Bogotá, Colombia, 14 – 18 setiembre del 2015; para reflexionar acerca de la identidad y
misión de la Pastoral Educativa en América Latina y el Caribe.
La GE, afirma que: “Todos los hombres, de cualquier raza, condición y edad, en
cuanto participantes de la dignidad de persona, tienen el derecho inalienable de una
educación, que responda al propio fin”. (N°1).
Al replantear la relación Iglesia- mundo, clarifica más la misión de la educación
como función mediadora para la humanización de la persona y de la sociedad
contemporánea. GE 1-6,8 y la conclusión.
El Papa San Juan Pablo II en la Ex Corde Ecclesiae por su parte, afirma que:
No hay, en efecto, más que una cultura: la humana, la del hombre y para el
hombre (5). Y la Iglesia, experta en humanidad, según expresión de mi
predecesor Pablo VI hablando a la ONU (6), investiga, gracias a sus
Universidades Católicas y a su patrimonio humanístico y científico, los
misterios del hombre y del mundo explicándolos a la luz de la Revelación.
(N° 3).
Continúa el Papa:
Por una especie de humanismo universal la Universidad Católica se dedica
por entero a la búsqueda de todos los aspectos de la verdad en sus relaciones
esenciales con la Verdad suprema, que es Dios. Por lo cual, ella, sin temor
alguno, antes bien con entusiasmo trabaja en todos los campos del saber,
consciente de ser precedida por Aquel que es «Camino, Verdad y Vida» (8).
(N° 4).
De acuerdo con los dos textos citados, se reconoce el dinamismo y la prioridad que
el Magisterio eclesial da a la educación; lo cual es asumido como misión en la Pastoral
Educativa, cumpliendo con el mandato de Jesús a sus discípulos: “Vayan… y Enseñen…”
Mateo 28, 19 – 20.
La metodología que presenta este documento, parte de una mirada de la realidad en
este cambio de época, para llevar a la reflexión de la identidad y misión de la Pastoral
Educativa a la luz del magisterio de la Iglesia, para proyectar la Pastoral Educativa como
acción evangelizadora de la Iglesia en el ámbito de la educación y concluir con una
propuesta pedagógica planteada por Bergolio, J. (2013), denominada: la brújula. Lo cual
permitirá mirar con nuevos ojos, para ser luz del mundo y testigos de Jesucristo con la
propia vida, logrando la transformación de la familia, la escuela, la universidad, la iglesia,
la sociedad y la humanidad entera.
Mirada de la realidad en este cambio de época
¿Qué desafíos se observan al mirar la realidad educativa del Siglo XXI?.
El Plan Global del Consejo Episcopal Latinoamericano: 2007 - 2011 al referirse a la
época de cambio en la que vivimos menciona lo siguiente:
La humanidad entera ha entrado en una nueva época. Éste hecho interpela
nuestra identidad de discípulos misioneros. La realidad muestra “sucesivas
transformaciones sociales y culturales” agitando intensamente nuestro
mundo y resquebrajando el referente de nuestros valores. Vivimos pues, en
“una sociedad inestable y en transición, con sus luces y sombras”. Nuestra
Iglesia no es ajena al cambio epocal, es interpelada en la perspectiva de un
profundo discernimiento de “los ‘signos de los tiempos’, a la luz del Espíritu
Santo”; también se siente desafiada en su identidad y misión para ponerse
“al servicio del Reino, anunciado por Jesús, que vino para que todos tengan
vida y ‘para que la tengan en plenitud” (Jn 10, 10)”. (DA 33).
Todos los ámbitos de la vida de nuestros pueblos son influenciados en esta
era de globalización: “La cultura, la economía, la política, las ciencias, la
educación, el deporte, las artes y también, naturalmente, la religión”. El
interés de la Iglesia es discernir la incidencia de este cambio epocal en la
dimensión religiosa y ética de las personas que buscan a Dios, puesto que
“sin una percepción clara del misterio de Dios, se vuelve opaco el designio
amoroso y paternal de una vida digna para todos los seres humanos” (DA
35).
Frente a esa complejidad el interés de la Iglesia son las personas concretas,
pues ellas “suelen sentirse frustradas, ansiosas, angustiadas”, ya que están
inmersas en una realidad que las desborda, sintiéndose insignificantes “sin
injerencia alguna en los acontecimientos” (DA 36).
Al mirar la realidad, se observan algunos desafíos que interpelan al proceso
evangelizador en el presente Siglo XXI. El Instrumentum laboris de la Congregación para
la Educación Católica: Educar hoy y mañana. Una pasión que se renueva; plantea algunos
de ellos:
En primer lugar, tenemos que reformular la antropología que se encuentra en
la base de nuestra visión de educación del siglo XXI. Se trata de una
antropología filosófica que tiene que ser una antropología de la verdad. Una
antropología social, es decir, donde se concibe el hombre en sus relaciones y
en su modo de existir. Una antropología de la memoria y de la promesa. Una
antropología que hace referencia al cosmos y que se preocupa por el
desarrollo sostenible. Y aún más, una antropología que hace referencia a
Dios. La mirada de fe y esperanza, que es su fundamento, escruta la realidad
para descubrir en ella el proyecto escondido de Dios. Partiendo así de una
reflexión profunda sobre el hombre moderno y nuestro mundo actual,
nosotros deberíamos reformular nuestra visión sobre la educación. (p.9).
El corazón de la educación católica es siempre la persona de Jesucristo.
Todo lo que sucede en la escuela católica y en la universidad católica debería
conducir al encuentro del Cristo vivo. Si examinamos los grandes desafíos
educativos que se presentan en el horizonte, tenemos que recordar que Dios
se hizo hombre en la historia de los hombres, en nuestra historia. (p.9).
La escuela y la universidad son, igualmente, ambientes de vida, donde se
dona una educación integral, incluida aquella religiosa. El desafío consistirá
en hacer ver a los jóvenes la belleza de la fe en Jesucristo y la libertad del
creyente, en un universo multireligioso. En cada ambiente, acogedor o
menos, el educador católico será un testigo creíble. (p.9).
Los jóvenes que nosotros educamos se preparan al liderazgo de los años
2050. ¿Cuál será la contribución de la religión a la educación a la paz, al
desarrollo, a la fraternidad de la comunidad humana universal? ¿Cómo
educaremos a la fe y en la fe? ¿Cómo podemos crear las condiciones
preliminares para acoger el don, para educar a la gratitud, a la capacidad de
asombrarse, a los interrogantes, para desarrollar el deseo de justicia y de
coherencia? ¿Cómo educaremos a la oración?
Los interlocutores de la Pastoral Educativa, ante esta mirada desafiante, debemos
responder de manera asertiva, propositiva y beligerante activa, en este cambio de época en
el que nos ha correspondido vivir.
Reflexión acerca de la identidad y misión de la Pastoral Educativa a la luz del magisterio
de la Iglesia
Las cinco Conferencias del Episcopado Latinoamericano y del Caribe: Río de
Janeiro, 1955; Medellín, 1968; Puebla, 1979; Santo Domingo, 1992; y Aparecida, 2007;
han reflexionado acerca de la identidad y misión de la Pastoral Educativa. El Consejo
Episcopal Latinoamericano (Celam) en el Plan Global 2007 -2011, menciona al Papa
Benedicto XVI, quien al inaugurar la V Conferencia Latinoamericana, afirmó que:
El hilo que unifica todas las Conferencias Generales es la Evangelización.
Sin embargo, se puede sintetizar muy esquemáticamente, diciendo que la
principal preocupación de Río fueron los evangelizadores, de Medellín la
persona humana y la sociedad latinoamericana; de Puebla la Iglesia y de
Santo Domingo Jesucristo. En esa continuidad el Papa, en el Discurso
Inaugural, trazó la finalidad de la V Conferencia: Los Pastores quieren dar
ahora un nuevo impulso a la evangelización, a fin de que estos pueblos sigan
creciendo y madurando en su fe, para ser luz del mundo y testigos de
Jesucristo con la propia vida. (N°1.1.)
La acción pastoral viene a iluminar la existencia del ser humano, mediante la
Revelación del Hijo único de Dios presente en la historia. Su estilo de vida, principios y
prácticas llenan de sentido la vida y el quehacer de las personas a partir del encuentro con
la persona de Jesucristo y los ideales de la voluntad de Dios para el mundo.
Según Floristán (2002): La Teología Pastoral le asigna a los procesos de
evangelización y pastoral las tareas de acompañar los procesos de conversión y llevar
adelante el compromiso de evangelizar a la cultura, potenciando los signos de vida y
transformando los signos de muerte. En esta línea, la acción pastoral, toma fuerza y se
convierte dinamizadora de la gracia, en medio de la vida, de la comunidad eclesial,
haciendo presente a Jesucristo, camino, verdad y vida para la humanidad entera. Por tanto,
la teología pastoral busca conciliar; poner en relación la Revelación con la vida, para ello
cuenta con los fundamentos del Magisterio y la Tradición. (p. 9).
Continúa afirmando Floristán (2002): que lo propio del campo de la reflexión
pastoral es la acción de los cristianos, sobre la que discurre la teología pastoral. Se parte de
la praxis o de las acciones tal como se dan, para llegar a la praxis o a las acciones tal como
deben ser. A lo anterior, es que la teología pastoral, desde o como teología práctica,
formula sus objetivos de acción desde la realidad acontecida, la analiza a partir de la
Palabra, el Magisterio y la vida para articular propuestas orgánicamente realizables. (p. 9).
Asumiendo lo planteado por Floristán, se puede afirmar que la identidad de la
Pastoral Educativa es: una Pastoral Específica, que surge de la Teología Especial y ésta a su
vez surge de la Teología Pastoral, para llegar a la Teología Práctica o de la Praxis.
Por tal motivo, lo que la Iglesia y su magisterio refieren acerca de la evangelización,
aplica también a la pastoral educativa, como expresión y forma de llevar a cabo la
evangelización. Y esta es la misión de la Pastoral Educativa: evangelizar en el ámbito de la
educación.
Floristán, C. (2002), en su libro: Teología Práctica, al referirse a la evangelización,
afirma:
La obra de la evangelización – afirma el Vaticano II – es deber fundamental del
pueblo de Dios, puesto que toda la Iglesia es misionera. (AG. 35). Desde esta
perspectiva conciliar, la exhortación: Evangelii Nuntiandi sostiene que “la tarea
de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la
Iglesia” (EV. 14).
La Redemptoris misio, recuerda que:
El Vaticano II ha querido renovar la vida y actividad de la Iglesia según las
necesidades del mundo contemporáneo; ha subrayado su índole misionera,
basándola dinámicamente en la misma misión trinitaria. El espíritu misionero
pertenece, pues, a la naturaleza íntima de la vida cristiana. (n° 1).
De ahí que la evangelización sea actualmente uno de los temas que suscita
abundante reflexión porque es la tarea central y más urgente de la acción pastoral.
Por otra parte la teología pastoral asume tres elementos fundamentales que la
Pastoral Educativa también ha de asumir:
La Comunión
La Pastoral Educativa debe empezar a transmitir el Reino de Dios a partir de la
preocupación de unos por otros. En este sentido, es necesaria la comunión, que se construye
desde el diálogo fraterno y asertivo, el despojarse de los propios deseos para comprender
los deseos de los demás, generando vínculos fuertes y auténticos.
Vivir la comunión evangélica es por tanto, reconocer que la verdad del otro nos
enriquece, para ello, esa verdad debe ser escuchada, es necesario inclinar el oído, detenerse
a ver las necesidades del otro, sentarse a su lado, preocuparse con y por él.
Así lo demuestra Jesús, con el ciego del camino, quien gritaba a viva voz: “Jesús,
Hijo de David, ten compasión de mi” (cf. Lc 18, 38), hasta los mismos discípulos llegaron a
callarlo, pero Jesús que vive la compasión y la comunión perfecta, escucha el clamor de
este hombre, se detiene, lo manda a llamar para que se acerque, dialoga con él, escucha
su necesidad y la atiende. Luego de su encuentro con Jesús este hombre puede
incorporarse nuevamente a la comunidad para continuar construyendo la comunión. Este
ejemplo que nos da Jesús con el ciego, es el mismo que ha de asumir la Pastoral Educativa:
escuchar el clamor del otro, detenerse, mandar a llamar para acercarse, dialogar, escuchar la
necesidad y atender, incorporarlo a la comunidad y seguir construyendo comunión. Este
ejemplo de Jesús nos da la perspectiva de lo laudable que es vivir el evangelio, construir el
Reino.
La Novo Millenio Ineunte, desarrolla tres grandes ideas sobre lo que es
espiritualidad de la comunión, en otras palabras, de la vida del Espíritu en la común unión
entre las personas, proponiéndola como principio educativo:
1. El ideal de comunión debe ser Ágape a imitación de la comunión Trinitaria,
sintiendo al hermano de fe en unión con el Cuerpo Místico.
2. La Iglesia debe convertirse en casa y escuela de comunión fiel al designio de
Dios y brindando respuestas a las profundas esperanzas del mundo.
3. Procurando ver lo positivo del otro. Entendiendo que en el corazón de la
humanidad habita la belleza, la bondad y el bien (NMI, 43).
La comunión es un proceso de construcción, que involucra a todas las partes,
invitándolas a generar vínculos más allá de los compromisos naturales, permite mirar el
propio corazón con misericordia para brindar esta misericordia a los demás, dinamiza el
sentido de pertenencia y da sentido a la existencia de la persona que está inmersa en una
comunidad. Por eso “los espacios de comunión han de ser cultivados y ampliados día a
día, a todos los niveles, en el entramado de la vida de la Iglesia.” (NMI, 42 - 43).
La acción evangelizadora debe estar llena de procesos que procuren la comunión,
ésta acción impacta al ser humano cuando se evidencia un cambio en sus valores y
actitudes manifestados en gestos concretos. Los diferentes procesos pastorales son a su vez
evangelizadores y procuran desde la Virtud, “vivir según el Espíritu” (cf. Gál, 5), fomentar
valores, éstos a su vez actitudes que interiorizadas generen gestos o expresiones que
procuran sembrar semillas del Reino en las demás instancias y personas. Contagiar de
Evangelio las alegrías y esperanzas de la humanidad, llenando de esperanza y vida sus
sufrimientos y preocupaciones más profundas. Es la Pastoral Educativa un areópago
propicio para lograr tales fines.
La comunión, por su raíz: al ser trinitaria, se abre a la historia recibida por el
hombre, esa comunión rompe desde lo más profundo su soledad haciéndolo hijo de Dios y
hermano de los hombres. (Bueno, 1998, p. 77). Los diferentes ambientes educativos están
sedientos de Evangelio, por tanto, de experiencias de comunión que los acerquen, consigo
mismos, entre sí y con Dios que se descubra en la profundidad del hermano, especialmente
en el que sufre o es marginado. Es intuir en el otro los deseos más profundos. A lo anterior
afirmaba San Juan Pablo II:
Espiritualidad de la comunión significa ante todo una mirada del corazón
sobre todo hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya
luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a
nuestro lado… es también capacidad de ver ante todo, lo que hay de
positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios: un «don
para mí», además de ser un don para el hermano que lo ha recibido
directamente. (NMI, 43).
La V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Aparecida
aporta que:
La comunión es un camino, esto quiere decir que no está acabado, aún más,
no está conquistado, sino que día a día se construye con esfuerzos personales
y comunitarios, con la asistencia de la gracia y los apoyos que brinda la
Iglesia. (N° 368).
Menciona también, que la comunión brota de la conversión personal y pastoral. (N°
368).
La Iglesia es sacramento de la comunión, porque se hace presente como Pueblo de
Dios, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu. (Bueno, 1998, p. 80). Es lugar de acogida,
que motiva a partir de la comunión a la realización de la misión universal, desde medios
concretos, partiendo de experiencias personales que apuntan siempre al objetivo de la
comunión. “Padre que todos sean uno, como tú y yo somos uno”. (cf. Jn 17, 21).
La Corresponsabilidad
La comunión (koinonía) se expresa a través de la corresponsabilidad, la cual es
compartir responsablemente la edificación de comunidades, bienes y sufrimientos. Es
trabajar en conjunto, al lado unos con otros. No se trata de tolerarse, más bien, tiene que ver
con respetarse, soportarse; siendo el soporte, el sostén del otro u otra en su triunfo o su
necesidad.
La tarea evangelizadora de la Iglesia tiene que ser corresponsable, pues la lleva
adelante un grupo de personas con carismas distintos, pero trabajando para la misión
universal, en la implantación del Reino de los cielos en el mundo de hoy. Trabajar unos con
otros implica motivar, apoyar, corregir, cuestionar, siempre en sintonía de comunión y
nunca de manera individualizada, mucho menos egoísta.
Para comprender mejor el sentido de la corresponsabilidad en la vida de la Iglesia se
puede afirmar que:
1) En la Iglesia todos los miembros son necesarios. I Cor. 12, 12 - 26.
2) En la Iglesia, todos los miembros han de ser activos, si quieren ser coherentes
con su bautismo y confirmación. Hechos 2, 42 – 47.
3) Los miembros de la Iglesia tienen diversos carismas y ejercen diversidad de
funciones. I Cor. 12, 27 – 31.
El libro del Génesis, capítulo 4, describe la acción irresponsable de Caín al tomar en
sus manos la vida de su hermano Abel, “¿Caín dónde está tu hermano?” (cf. Gn 4, 9). En la
comunidad se acompaña al otro en el crecimiento de la fe. Esto hace a las personas
corresponsables en la misión eclesial y en la vivencia de los valores del evangelio.
La corresponsabilidad no es hacerse cargo directamente de la vida del otro, se trata
más bien de compartir las responsabilidades en un clima de unidad. Una familia o
comunidad dividida, jamás podrá ser corresponsable, pues difícilmente compartirá los
mismos ideales. El testimonio de comunión y corresponsabilidad es una urgencia entre las
gentes del mundo de hoy, para lograrlas, son necesarios algunos cambios de paradigma que
se inspiran únicamente a los pies del Maestro. Al respecto Aparecida afirma:
La conversión pastoral requiere que las comunidades eclesiales sean
comunidades de discípulos misioneros en torno a Jesucristo, Maestro y
Pastor. De allí nace la actitud de apertura, de diálogo y disponibilidad, para
promover la corresponsabilidad y participación efectiva de todos los fieles
en la vida de las comunidades cristianas. (N° 368).
Esto que plantea Aparecida es aplicable a la comunidad educativa, pero todos los
miembros han de estar conscientes y deseosos de llevarlo a la práctica.
La Ministerialidad
Floristán (2002), al referirse a la ministerialidad menciona que:
Lo primero y lo más fundamental en la Iglesia no es el ministerio, sino la
comunidad. De manera que el sentido y la razón de ser del ministerio
consisten precisamente en ser un servicio a la comunidad y para la
comunidad de los creyentes. (p. 925).
Nadie dentro de la comunidad eclesial debería sentirse excluido en la tarea de
evangelización de la Iglesia. En primer lugar porque es un compromiso asumido desde el
bautismo, es el envío primero a vivir a Jesucristo en la Iglesia y dar testimonio de su amor
misericordioso. Y que hermoso sería que cada miembro de la comunidad educativa,
consciente de su bautismo, pueda evangelizar allí donde labora. Y pueda llevar a cabo la
tarea de evangelizar educando y educar evangelizando.
Por otra parte, todos los miembros en el Cuerpo de Cristo tienen una función vital y
son de suma importancia. Afirma Floristán (2002) que: se trata de comprender en lo
profundo de la Iglesia que todos los cristianos están llamados a ejercer algún ministerio. (p.
927).
El mayor de los ejercicios ministeriales es la puesta en práctica del amor, tal y como
lo plantea San Pablo en I Corintios 13, 1 - 13. La llamada es a practicar el amor desde el
servicio concreto en, desde y para la educación y por ende de la evangelización.
El papel de corresponsabilidad de los distintos actores de la vida de la Iglesia, se
organiza mejor, cuando se piensa en los ministerios. El Obispo, los presbíteros, los
consagrados y consagradas, junto con el grupo de fieles laicos y laicas en la Iglesia, tienen
tareas específicas según sus roles, pero todos trabajan para la construcción de un mismo
objetivo: hacer presente el Reino de Dios en la tierra. La forma, el método y la praxis
estarán guiados de alguna manera por los ministerios que se ejerzan.
El propósito de la ministerialidad en la Iglesia es que todos los fieles ejerzan según
los designios del Espíritu Santo, de una u otra manera la corresponsabilidad en la toma de
decisiones, la organización y la gestión de las acciones que permitan llevar adelante la tarea
principal de la Iglesia en la propagación de la Civilización del Amor.
Proyectar la Pastoral Educativa como acción evangelizadora de la Iglesia en el ámbito de
la educación
De acuerdo con lo expuesto en los apartados anteriores: la realidad en este cambio
de época, la identidad y misión de la Pastoral Educativa a la luz del magisterio eclesial, es
importante proyectar la Pastoral Educativa como acción evangelizadora de la Iglesia en el
ámbito de la educación, para que todos los miembros de la comunidad educativa
conscientes de su misión de bautizados y reconociendo la identidad de la Pastoral
Educativa como una pastoral específica, dentro de la teología especial, ésta a su vez dentro
de la teología pastoral y ésta desprendida de la teología práctica, puedan ejercer este
ministerio eclesial, en comunión y corresponsabilidad.
La Pastoral Educativa está llamada a llevar a cabo su acción pastoral en lo formal,
no formal e informal; en lo urbano y en lo rural; en lo público y en lo privado (católico o
no). Desde la escuela hasta la universidad; desde la parroquia hasta la diócesis; con las
nuevas tecnologías de la información y comunicación: Tic’s. Con todos los miembros de la
comunidad educativa: principalmente con los educadores y educadoras, quienes se
convertirán en baluartes de esta misión: evangelizar educando y educar evangelizando.
La Pastoral Educativa hace presente la acción evangelizadora y salvífica de Cristo,
partiendo de la persona humana, incluye estructuras, mediadores, métodos y otros
elementos propios de sus procesos. Se trata de permear con la fuerza del Evangelio, todo
hecho educativo para alcanzar la transformación personal y social, construyendo el reino de
Dios. (Cfr. EIS, 232).
La acción evangelizadora de la Iglesia, en el ámbito de la educación, exige ante
todo, una permanente reflexión y conversión personal y comunitaria que lleve a la
transformación de las estructuras de pecado y haga presente el Reino de Dios. La Pastoral
Educativa comprende el conjunto de procesos y acciones eclesiales que tienden a la
formación de las personas y de las comunidades. (Cfr. EIS, 232).
Es un ámbito amplio que asume agentes y destinatarios, como interlocutores de la
evangelización, pues tanto aprenden como enseñan, evangelizan como son evangelizados.
Aquí se cumple el mandato de Jesús: “Vayan… y Enseñen…” Mateo 28, 19 -20. La
Pastoral Educativa como pastoral específica se expresa en otras acciones de pastoral que
son complementarias, porque tienen el mismo eje: JESUCRISTO, y distintas según las
formas, edad del interlocutor, ámbito y lugar en el que se desarrollan.
Así por ejemplo la Pastoral Educativa se expresa en la Educación Católica, en la
Educación Religiosa Escolar, en la Pastoral Universitaria, en la Pastoral de Educadores, en
la Pastoral Catequética Escolar o Parroquial, en la Pastoral Juvenil, en la Escuela para
Padres, en las Tic´s, otras.
Bergolio, J. (2013), en el libro: Educar: exigencia y pasión, al dirigirse a los
educadores cristianos, como interlocutores fundamentales de la Pastoral Educativa, plantea
una serie de aspectos a considerar:
-
somos testigos en el tiempo de la posmodernidad, insertos en una transición que
alguien bien podría calificar como “cultura del naufragio”… en dicha situación
tenemos parte activa: “ser náufragos”. El náufrago, siempre está solo con su
propio ser y su propia historia: “ésta es su mayor riqueza”.
-
Nuestro ser de educadores cristianos; nuestra historia, la de las instituciones a
las que pertenecemos o en las que compartimos misión y trabajo, son nuestra
riqueza.
-
Ser e historia tienen que darnos vigor y capacidad de relectura creativa de
nuestros fundadores. “Hacer memoria, va más allá del mero agradecimiento por
todo lo recibido; quiere enseñarnos a tener más amor; quiere confirmarnos en el
camino emprendido”.
-
Pidamos, pues la gracia de recuperar la memoria… es despertarnos para percibir
con más fuerza la Palabra de Dios”. La memoria de los pueblos no es una
computadora, sino un corazón”.
-
Reencontrarnos con los orígenes, los deseos, las intuiciones pedagógicas de
nuestras raíces y saberlas injertar en nuestro contexto, es algo importante en este
momento, sobre todo, porque hemos de variar nuestras herramientas educativas,
y mantener nuestros valores.
Conclusión:
Como conclusión, se asume en esta disertación el ejemplo de la imagen del
náufrago, presentado por Bergolio, que puede servir como proyecto de vida, para todos los
miembros de la comunidad educativa y eclesial, quienes están involucrados en el proceso
educativo – evangelizador o evangelizador – educativo: La brújula. A continuación se
describe:
NORTE:
Jesucristo. Base y fundamento de nuestra identidad. Sabiduría de Dios
encarnado, nuestro cimiento y nuestro Maestro. A Él debemos referir nuestro
quehacer. Anunciar a Jesús y su Evangelio. Reforzar la fe, celebrar la fe,
vivirla comprometidamente en la Iglesia, con la Iglesia, y con toda persona
de buena voluntad.
SUR:
Al servicio de la persona, de toda persona, con especial cariño por los más
pobres y débiles. Para dignificarla y dar sentido a su vida. Nos ayuda a
descubrir una verdadera antropología. De este modo la niñez y la juventud a
la que servimos podrán ser generadores de una nueva humanidad.
ESTE:
En comunidad educativa. Es decir, en grupo,
como un cuerpo.
Complementándonos: familia, escuela, parroquia, asociaciones ciudadanas…
“Una Comunidad Educativa es una pequeña Iglesia, mayor que la familia y
menor que la Iglesia, mayor que la familia y menor que la Iglesia diocesana.
En ella se vive y se con-vive. En ella peregrinamos, como hijos y hermanos,
hacia la eternidad”. “Estamos invitados a tejer una cultura de comunión”.
“Ser testigos veraces de lo que se cree y de lo que se ama y vivirlo en
fraternidad… intentando ser reflejo, no de nuestras opacidades, sino de la
Palabra de Otro”. Esto nos habla de comprensión, capacidad de escucha y
diálogo,
búsqueda
conjunta,
sentido
de
equipo,
capacidad
de
liderazgo…”ayudemos a generar lazos y vínculos con personas, ideas y
lugares, porque se crece alimentando pertenencias”.
OESTE:
Con creatividad, audacia y siendo portadores de esperanza. Sabiéndonos
peregrinos y sembradores. Desprendidos de nuestra persona y de nuestro
éxito. No importa la cosecha, importa la siembra. Sin cansarnos de buscar y
discernir lo más adecuado a la realidad social en la que vivimos, y a la niñez
y juventud a la que servimos. Con actitudes de humanidad, mansedumbre,
tolerancia, apertura y creatividad en nuestra mente y en nuestras
metodologías, sin miedo, con capacidad de lucha y de sufrimiento. “Ser
reflejo de la esperanza cristiana, de afrontar la realidad con verdadero
espíritu pascual”. (pp. 8-10).
Las cuatro coordenadas, inseparables entre sí, complementarias y necesarias,
para ir marcando la ruta en nuestro quehacer cotidiano. Nos ayudarán a
acompañar el crecimiento y la orientación de las personas que se nos han
confiado. Eso es educar: acompañar la vida, con exigencia y pasión. (p. 11).
MSc. Ana Cristina Hernández Quirós
Asesora Pastoral Educativa
CELAM, Setiembre, 2015