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** El Sol (Madrid), 15 de mayo de 1932. Después del Quinteto con piano y del Cuarteto para instrumentos de arco, que pertenecen a la primera época de Turina, cuando cursaba sus asignaturas de composición en la Schola Cantorum, y tras el Trío, más reciente, el Cuarteto en la menor es una de las obras más considerables del afamado maestro sevillano. Está dividido en tres partes de no excesivas dimensiones, y el carácter general de la obra coincide con el estilo conocido en este compositor; es decir, un lenguaje de desinencias andaluzas conseguidas principalmente por el juego de las cadencias. La armonía está comprendida en los términos impuestos por esas desinencias modales, mientras que la conducción tonal responde al criterio de la Schola. Muy sencillo de contextura contrapuntual y el piano está concebido más bien como instrumento de color, en una alternativa que presta variedad al conjunto por oposición de timbres más bien que por su intervención en la textura general. Esta observación se refiere tanto a la intervención del piano respecto a los tres instrumentos de cuerda como a estos entre sí, los cuales se unen en la misma línea melódica en la cual sobresale un instrumento y armonizan los otros dos. La habilidad del compositor consiste en saber cortarla oportunamente para dar entrada al piano, o bien que los instrumentos de cuerda se limiten a acentuar el ritmo puntuándolo con acordes. O bien, inversamente, a que el piano espolvoree con arpegios el canto de los instrumentos de arco. No hay otras fórmulas en la obra y en la gracia y la frescura de su música corren enteramente a cuenta de la fácil inspiración y de la naturalidad de las ideas de Turina que, a su vez, responden estrictamente a su manera de hacer acostumbrada. Clara, de una expansión cordial, agradable de oír y efectiva para los instrumentistas, bien cortada en sus líneas generales, sin excesos en la expresión ni ambiciones en su simple alcance de música ligera de ideas y de propósitos. Adolfo SALAZAR. ───────────────────────────────────────────────────────────────────────── ** Comentario incluido en el programa del ciclo de Música de cámara. Fundación J. March, 23 de mayo de 1984. Este cuarteto combina el tipo de sonata cíclica con un deliberado sentido de la fantasía. El esquema de sonata se aplica más bien al último tiempo. Según Turina el tema conductor del primer tiempo, tema con aire andaluz, no es sino un marco para una melodía central, punto altísimo de inspiración confiado al violonchelo. Federico SOPEÑA. ───────────────────────────────────────────────────────────────────────── ** Comentario incluido en el LP. Hispavox HH 10-1. Agrupación Nacional de Música de Cámara. Como es sabido, la estructuración más equilibrada y perfecta del cuarteto es aquella donde intervienen dos violines, viola y violonchelo. Aquí es donde la música de cámara alcanza un mayor grado de pureza y el nivel de proporciones se compensa con la gama de graves y agudos que ofrecen sus componentes. No sucede lo mismo cuando interviene el piano, instrumento de extremas y ampulosas sonoridades. Al ser incluido en un conjunto de cámara, debe ser tratado con ciertas limitaciones para no romper el concepto de unidad que, invariablemente, preside toda composición camerística. Joaquín Turina salva con holgura esta dificultad, y en el Cuarteto con piano, op. 67, nos brinda un ejemplo de cómo debe ser el piano de cámara. Toda la obra está basada en un diseño generador que aparece en los tres tiempos. Nos encontramos, pues, ante un cuarteto que podríamos denominar cíclico, donde un tema, mejor una célula temática, está presente a lo largo de toda la obra, prestando unidad y coherencia a su contenido. El primer tiempo es un lied, dividido en cinco secciones. Las secciones impares nacen del diseño generador, intercaladas con la segunda y cuarta sección, donde los temas nuevos, dan variedad y colorido melódico. El segundo tiempo es un scherzo, un tanto libre de forma, de carácter castellano, y el segundo, viene a ser una copla enmarcada dentro del ritmo característico de la zambra andaluza. Una breve cadencia del violín inicia el tercer tiempo, concebido en forma de sonata. El diseño generador se amplía, tomando naturaleza de tema que, primero en el piano y después en la cuerda, se eleva en curva ascendente hasta una zona expresiva de gran emotividad y dentro del más genuino ambiente armónico, tan característico en Turina. Un segundo tema en ritmo de zapateado completa la exposición. En el breve desarrollo se evoca transitoriamente la zambra del segundo tiempo, que enlaza con el zapateado, sirviendo de puente para la reexposición. Concluye la obra con una última aparición brillante del tema principal en la cuerda, mientras el piano abre su sonoridad en un final pletórico de fuerza y luminosidad. Madurez y maestría son virtudes esenciales que presiden la obra entera. Aquí la fuente popular no es solo pintoresquismo es, ante todo, emoción y arte que Turina siente en lo más hondo de su expresión, transmitiéndonos el verdadero significado de lo que quiere decir. ANÓNIMO. ───────────────────────────────────────────────────────────────────────── ** Comentario incluido en el CD Claves CD - 50-9403. Cuarteto Sine Nomine, 1994. De esta obra se puede decir que encarna la plenitud musical allende de toda explicación. Sin precisar ni siquiera de título, sin necesidad de cumplir el menor requisito. Se trata de un opus de tres movimientos, estupendo por su concisión y exactitud, pero consecuente en la concepción de su estructura cíclica. Y es precisamente el elemento andaluz aquello que lo hace sobresalir verdaderamente. Turina conserva como idea la dualidad temática del principio de las sonatas, pero la retoca con la estructura de la rapsodia: el fundamento de la obra radica en la alternancia de las fases emotivas. Su figura principal se revela en una exposición lenta que se va realzando paulatinamente a lo largo de cada movimiento, mediante una diversidad de asociaciones y retoques finales. Si la conclusión del primer tiempo ya es digna de admiración por toda la riqueza que encierra, mucho más cautiva la persistencia de Turina por finalizar el Cuarteto de piano en el último movimiento, con la misma idea que sirvió para determinarlo todo desde el principio. El carácter extravertido y vivaz con que se manifiesta el movimiento intermedio es redimido por momentos lentos provenientes del folklore puro. El andalucismo asciende a rango universal sin haber perdido nada de su colorido, de su semblante o de su temperamento, y manteniendo absolutamente íntegra toda la solidez de sus raíces y de lo popular. Es la más hermosa expresión espiritual del andalucismo. Es el camino que Albéniz había aconsejado al joven Turina, y tal vez sea el Cuarteto con piano, op. 67, el que mejor documenta la perfección de esta trayectoria. Pero sería falso agrupar a los cuatro grandes de la música española, Granados, Albéniz, de Falla y Turina, bajo el mismo umbral estilístico. Si bien todos ellos compartían el único objetivo de reflejar el alma apasionada de sus pueblos, a de Falla se le considera el precursor radical de una modernidad cuyas dimensiones rayan en lo trágico, mientras que Turina encarna el talento supremo de la elegancia y la belleza, junto con la alegre elocuencia mediterránea y la voluptuosidad señorial. Georg-Albrecht ECKLE. ───────────────────────────────────────────────────────────────────────── ** Guía de la Música de Cámara, François-René Tranchefort (di.), Madrid, Alianza, 1995, p. 1379. El cuarteto con piano había interesado mucho a nuestro compositor durante el aprendizaje juvenil anteriores a 1907 en el que Turina se ejercitó con esta planilla instrumental: Capricho, Cuarteto y Escenas de niños. Pero en el catálogo definitivo solamente figura un cuarteto con piano que, por cierto, se debe incluir entre lo más sobresaliente de la abundante música de cámara del autor. (...) Una vez más, en la madurez del compositor se observa su tendencia a la sencillez y concisión, con respecto a las obras juveniles, aunque sigan presentes, en esencia, los dos principios del primer cuarteto y de casi toda su obra: la unidad formal, lograda mediante el procedimiento cíclico, y la expresión españolista: «... Está construido a base de un diseño generador que aparece en la introducción. Los temas son originales a pesar de su ambiente popular», anotó Turina (...) Consta de tres tiempos, el primero (Lento-Andante mosso) de los cuales tiene forma de Lied en cinco secciones, con una introducción. Hay un motivo fundamenta, de cuatro grados conjuntos ascendentes con terminación andaluza y, en la cuarta sección, destaca un hermoso canto del violonchelo. El segundo tiempo (Vivo) se acoge al tradicional esquema del scherzo, con el trío (Lento) donde se rememora el motivo principal del primer tiempo. Este Cuarteto con piano finaliza con un Alletretto en forma de sonata libre, cuyas secciones de desarrollo y reexposición se funden e incluyen alusiones cíclicas a temas previos, entre los que destaca la melodía del violonchelo. José Luis GARCÍA DEL BUSTO.