Download LA CONTRARREFORMA
Document related concepts
Transcript
CONTRARREFORMA 1 LA CONTRARREFORMA (c.1536-1598) Richard P. Kinkade El acontecimiento de mayor trascendencia para toda Europa durante el siglo XVI fue la Reforma protestante iniciada por Martín Lutero (1483-1546) en el año 1517 cuando, a raíz de las indulgencias concedidas por el Papa León X, fijó sus noventa y nueve tesis a la puerta de la Catedral de Wittenberg en protesta. Sin embargo, las verdaderas causas de la rebelión luterana y el comienzo de la Reforma protestante tienen sus raíces en los mismos fenómenos que contribuyeron a la destrucción del antiguo sistema feudal y el subsiguiente otoño de la Edad Media. Puesto que la Contrarreforma fue una reacción de la Iglesia católica romana en contra de la Reforma protestante, es preciso analizar las causas de la Reforma para poder comprender la Contrarreforma en todas sus multifacéticas dimensiones. El auge de las ciudades estados y la nueva clase burguesa durante la Baja Edad Media, especialmente a partir de las primeras cruzadas de 1096, coincidió con una revolución comercial en Europa. Durante los primeros 500 años de la Edad Media, la Alta Edad Media, la desintegración del antiguo imperio romano había producido una paulatina paralización del comercio y la implantación de una economía agrícola basada en la tierra. Fiel a la ley de Gresham,1 el oro y la plata desaparecieron, sustituidos por la moneda de vellón que sólo poseía un valor regional, no pudiendo utilizarse para los efectos del comercio internacional. La mayoría de las transacciones comerciales dentro del sistema feudal fueron ejecutadas en especie, siendo cambiados los frutos de la tierra y los productos artesanales por otros de valor parecido. La base de la economía feudal fue, pues, la tierra y no el dinero en efectivo. La financiación de las cruzadas requirió grandes cantidades de dinero en efectivo para construir embarcaciones y aprovisionar tropas con el resultado de que las antiguas reservas de oro y plata que habían sido retiradas de la circulación durante tantos siglos, comenzaron a reaparecer. El estímulo producido por la acuñación del nuevo numerario provocó una revolución económica que se manifestó en cada vez 1 Ley monetaria del economista inglés, Thomas Gresham (1858), que dicta que cuando hay dos monedas de igual valor respecto de su capacidad de liquidar una deuda, pero desiguales en cuanto a su valor intrínseco, el que posee el menor valor intrínseco tiende a permanecer en circulación mientras que la otra se esconde. Durante buena parte de la Edad Media, la moneda de oro y plata se esconde mientras permanece en circulación el dinero de vellón, una amalgama de cobre y plata. más expansión comercial y el resultante auge y prosperidad de las ciudades. En el transcurso del tiempo, los antiguos terratenientes, la aristocracia feudal, se vieron en la obligación de vender sus tierras para adquirir el dinero en efectivo que precisaba para la compra de bienes producidos no en el campo sino en la ciudad, ya no por siervos de la gleba o artesanos bajo el mando y la autoridad del señor feudal, sino por los ciudadanos libres que habitaban los centros urbanos. Durante los últimos siglos de la Edad Media, los aristócratas se encontraron en la necesidad de vender hasta sus títulos cuando ya no le quedaban tierras que vender. La Iglesia católica, institución feudal por excelencia, pasó por las mismas estrecheces, encontrándose a principios del siglo XVI en la penuria. Buscaba por todas partes el dinero en efectivo que precisaba, descubriéndolo en la venta de indulgencias o perdón de los pecados, que terminó por escandalizar a Lutero y otros muchos eclesiásticos. La Reforma protestante no implica la destrucción de la Iglesia, sino un esfuerzo por purificarla y purgarla del nocivo materialismo que, según los reformadores, la había infectado. La rebelión protestante no tardó en extenderse a la mayor parte de las naciones europeas, dividiéndolas entre protestantes y católicos romanos. Un año antes de la proclamación de Lutero, el nieto de los Reyes Católicos fue coronado como Carlos 1, rey de España (1516-1556), heredando tres años después, a la muerte de su abuelo Maximiliano de Austria, el trono del Sacro Imperio Romano como Carlos V. Tanto por ser el monarca más poderoso de Europa cuanto por sus propias hondas convicciones religiosas, Carlos no vaciló en declarar la guerra a los reformistas y gobiernos reformadores por igual, involucrando a España en el conflicto. Al contrario de lo que era de esperar, la nación española acogió con entusiasmo este nuevo empeño marcial. Durante los siete siglos que había durado la ocupación árabe, los españoles habían desarrollado una mentalidad de Reconquista y resentían la disminución de su papel como defensor de la fe tras la conquista de Granada y la expulsión de los judíos y moros en 1492. Reconociendo en esta nueva empresa la oportunidad de estar otra vez a la cabeza de una cruzada en contra de los infieles, abrazaron enardecidos el concepto de una nueva guerra santa, creyéndolo su deber y su destino. El naciente humanismo que había despuntado durante el reinado de los Reyes Católicos con las obras CONTRARREFORMA latinas de Nebrija, floreciendo después con las traducciones de la Biblia por Cisneros, llegó a su plenitud después de 1520 con la introducción del pensamiento erasmista en España. El humanista de mayor prestigio en su tiempo, las doctrinas de Erasmo gozaban de una inmensa popularidad en toda Europa, influenciando hasta al mismo emperador Carlos V, apasionado admirador de los escritos teológicos del erudito holandés. Erasmo, empero, era, con Lutero, un reformador que anhelaba una vuelta a las formas primitivas del cristianismo y como tal, manifestaba una actitud conciliadora frente a la Reforma protestante. Esta postura pronto le enemistó con las fuerzas antiluteranas, y en especial con los franciscanos y dominicos que habían llegado a ocupar importantes puestos en la Santa Inquisición. Obstaculizados por la amistad que Carlos profesaba a Erasmo durante su vida, no tardaron en atacarle a él y a sus discípulos españoles tras la muerte del teólogo en 1536. Al mismo tiempo, Carlos V, desengañado y deprimido por los incesantes conflictos religiosos, iba cediendo poco a poco su poder regio en manos de los eclesiásticos que cada vez más y más se apoderaban de los asuntos políticos y económicos del país. Por fin, en 1545, la Iglesia, con miras a solucionar la crisis religiosa, convocó un concilio en Trento, Italia, que duraba casi 20 años. A raíz del sínodo tridentino, se iba formulando el concepto de una Contrarreforma católica para contrarrestar los avances del protestantismo en toda Europa. Aunque la Contrarreforma fue en un principio un intento de oponerse a la influencia protestante, iba evolucionando con los años, llegando a ser una verdadera reforma de la Iglesia católica para purificarse y renovarse que se prolongaba durante toda la segunda mitad del siglo XVI.. El movimiento se caracteriza en España por la fundación de nuevas órdenes religiosas y la reforma de otras existentes con un marcado florecimiento de la mística y la ascética. El exponente más claro de esta nueva actitud militante fue la Compañía de Jesús, fundada por Ignacio de Loyola en 1534 y estructurada como una de las antiguas órdenes religiosas medievales. Dedicada a defender los intereses de la Iglesia en contra de todo lo que amenazaba a la fe cristiana, había extendido su influencia a tres continentes cuando murió Loyola en 1556. Las actividades reformistas de Santa Teresa y San Juan de la Cruz en el contexto de los carmelitas son especialmente notables con inapreciables consecuencias para la literatura mística española. En 1556, Carlos V, enfermo y desilusionado, abdicó el poder imperial en su hijo, Felipe II (1555-1598). Fiel continuador de la política contrarreformista de su 2 padre, Felipe pronto adoptó vigorosas medidas para limitar el contacto del pueblo español con las perniciosas doctrinas protestantes, cerrando el país a toda influencia exterior. Reflejando las mismas costumbres monásticas del rey, que vestía de negro y reinaba desde su monasterio de El Escorial, España bajo Felipe II se convierte en un gran claustro gobernado por el espíritu de la Contrarreforma y los agentes de la Santa Inquisición. Dentro de este ambiente de creciente tensión religiosa estimulada por el ímpetu de una nueva Reconquista y una despiadada persecución en contra de la más mínima señal de herejía recuérdese el infausto caso de Fray Luis de León--, las letras peninsulares responden con singulares brotes de misticismo que, a diferencia de los otros países europeos, no se habían presentado durante toda la Edad Media. Bibliografía Bouza Álvarez, Fernando J. y José Martínez Millán. La corte de Felipe IL Madrid: Alianza Editorial, 1994. Díez Borque, José María. Culturas en la edad de oro. Madrid: Editorial Complutense, 1995. Fernández Álvarez, Manuel. Felipe II y su tiempo. Madrid: Espasa-Calpe, 1998. Fernández Álvarez, Manuel. Política mundial de Carlos Vy Felipe II. Madrid: CSIC, 1966. Flor, Fernando R. de la. La península metafísica: arte, literatura y pensamiento en la España de la Contrarreforma. Madrid: Biblioteca Nueva, 1999. Gonzalo Sánchez-Morelo, José Luis. El aprendizaje cortesano de Felipe 11, 1527-1546: la formación de un príncipe del Renacimiento. Madrid: Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe 11 y Carlos V, 1999. Martínez Millán, José. Felipe 11, 1527-1598: Europa y la monarquía católica. 4 Vols. Madrid: Editorial Parteluz, 1998. Tomás Cabot, Josep. La vida y la época de Felipe II. Barcelona: Planeta, 1998. Weisbach, Wemer y Enrique Lafuente Ferrari. El barroco, arte de la contrarreforma. Madrid: Espasa Calpe, 1942.