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Transcript
MÓDULO DE ÉTICA
PROFESIONAL
COMPILADOR:
LIC. JORGE W. RUIZ V.
CICLO:
OCTAVO DE INGLÉS
PROFESOR:
LIC. JORGE W. RUIZ V.
GUARANDA, 27 04 2010
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UNIDAD UNO
OBJETIVO TERMINAL:
Analizar, valorar y comprender lo que es la ética y el significado q tiene en un
profesional de la educación
ÉTICA PROFESIONAL
El profesional en su diario vivir no solo confronta problemas con relación a su trabajo,
sino también en su profesión de día a día con las personas que le rodean, esto hace que
muchas veces cometamos errores sin darnos cuenta que estamos pisando la línea de la
moralidad y el diario vivir.
Desde la revolución francesa, donde se proclamó la igualdad de derechos, existen
personas, hombres y mujeres que llevan en su carga la economía y la estabilidad de
cualquier país. Desde tiempos muy antiguos nos hemos topado con diferentes
profesiones y unto a estas siempre existen reglas que marcan y rigen el desempeño de
dichas profesiones.
Los hombres y mujeres enfrentan problemas que de una manera u otra podrían poner en
tela de juicio su debida conducta, muchas veces ellos mismos dudando de su propia
profesionalidad, pero teniendo siempre en cuenta que existen desde tiempos remotos
deberes y derechos que cada cual sabe donde clasificarse.
ÉTICA
No es fácil definir este concepto, ya que tiene varios significados. La palabra ética
derivó del griego “ethos” y se le relacionaba con “morada o lugar de residencia”, pero
su significado más aceptado es el de “modo de ser o carácter”. Según el libro de Emilio
Filippi el vocablo ethos se traduce también como costumbre y es por eso que a la ética
se le conoce o se le da la acepción de “ciencia o doctrina de las costumbres”.
Debido a la evolución que ha sufrido la palabra ética se le ha llegado a confundir con la
moral, concepto que deriva del latín y que también significa costumbre. La gran
diferencia radica en que la moral es “la ciencia que enseña las reglas que deben seguirse
para hacer el bien y evitar el mal” o también “el conjunto de normas y hechos que
conducen al hombre hacia la práctica de las buenas costumbres, la honestidad y el
cumplimiento del deber”, en cambio la ética es “aquella parte de la filosofía que trata de
la moral y de las obligaciones del hombre”. Es decir; la moral plantea lo que ha de
hacerse y la ética conduce a que se practiquen y se apliquen las normas morales.
Por lo tanto la ética como ciencia estudia los actos humanos; dice si son buenos o
malos, justos o injustos. Pero la ética no debe quedarse detenida sólo en esto, además
debe ser una ciencia práctica y con respecto a esto Aristóteles señala “no estudiamos
ética para saber que es la virtud, sino para aprender a hacernos virtuosos y buenos, de
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otra manera sería un estudio totalmente inútil”. Según nuestra opinión esto es bastante
cierto ya que uno no se hace honesto por saber que es la honestidad sino porque practica
esta virtud. Virtud se entiende por “una disposición constante del alma humana que nos
incita a obrar bien y a evitar el mal y es el principio fundamental para una buena
conducta ética”.
La ética también señala qué valores el hombre debe asumir para buscar el bien y
alejarse del mal. Con respecto al bien y al mal el estudio de la ética debe ser muy
cuidadoso, y esto se debe a que el hombre es un ser social y cada sociedad tiene sus
propias concepciones de lo bueno y lo malo, aunque muchas veces se asemejan. Con
respecto a que valores debe asumir el hombre para conseguir el bien, el estudio ético se
preocupa de las circunstancias o del medio ambiente en que se den, como lo es el de un
profesional.
LOS PROFESIONALES
Como ya habíamos señalado el hombre es un ser social, y dentro de la sociedad realiza
ciertas actividades como lo es ser integrante de una familia; pero una de las más
importantes es la actividad profesional. Se entiende por profesional a “una persona que
de acuerdo con ciertos parámetros establecidos jurídicamente por la sociedad, y después
de recibir la debida instrucción y capacitación superior, tiene encomendada, de manera
habitual, una tarea específica que debe cumplir en beneficio de los demás, recibiendo
por este trabajo la debida compensación pecuniaria. Y con otra perspectiva, la persona
puesta al servicio de los demás, que vive para su profesión y debe vivir de su
profesión”. De esto se deduce que en profesional tiene derechos como la remuneración
y tiene deberes hacia su empleador como cumplir con el trabajo encomendado; también
tiene deberes hacia la sociedad, ya que, analizando la definición dada, es ésta la que
establece los parámetros que permiten que un individuo se capacite y sea privilegiado
ejerciendo una profesión. Por lo tanto un profesional no sólo debe ejercer su trabajo,
sino que debe ejercerlo bien, ya que éste tiene un fin social, que consiste en atender
adecuadamente cada una de las necesidades que la sociedad debe satisfacer, para
contribuir así al bien común. Estos trabajos pueden estar relacionados con salud,
justicia, comunicaciones, seguridad y otras necesidades.
REQUISITOS PROFESIONALES
Estos son los requisitos esenciales para cumplir adecuadamente con el ejercicio de una
profesión:
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Inclinación personal a la profesión que se trata.
Aptitud natural para ejercerla debidamente
Una adecuada preparación teórica.
Una suficiente capacitación práctica.
Sentido del deber y vocación de servicio.
Estos cinco puntos podemos resumirlos como vocación que según Emilio Filippi
sería “una voz que mueve a hacer tal o cual cosa para realizarse como persona”.
Pero para una realización más eficiente de una profesión, la vocación debe estar
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acompañada además por algunas condiciones o aptitudes especiales, ya sean
intelectuales, físicas, volitivas y psicológicas.
ACTITUD PROFESIONAL
Como hemos mencionado antes el profesional debe cumplir con sus deberes lo mejor
posible y esto debe hacerse desde su etapa de formación, planteándose el estudio como
una actividad seria y “profesional”, porque ya en esta primera etapa un trabajo debe
realizarse lo más perfectamente posible y será la base para todo el posterior desempeño
del profesional. Debemos señalar que la capacitación del profesional no debiera
terminar nunca debido a que el mercado laboral es altamente competitivo, por lo tanto
quien no haya innovado sus conocimientos quedará fuera de este sistema.
Otra actividad importante es el aprovechamiento del tiempo, y esto cabe señalarlo ya
que Chile es uno de los países con más horas de trabajo y una productividad de las más
bajas del mundo, es posible que esto se deba a la falta de profesionalismo, por ejemplo:
una reunión programada a las 10am comienza media hora después, termina media hora
después y así va atrasando todo lo programado; además el retraso se produce por otros
factores como el no asistir preparado, de esta forma se improvisa y se arrastran los
temas a tratar. Entre otras causas de la baja productividad podemos señalar los malos
hábitos de la oficina como:
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Comentar el tema del día en el pasillo
El cafecito de rigor
Los largos almuerzos “ejecutivos”, entre otros.
Todas estas son prácticas inadecuadas en el modo de enfrentar y hacer el trabajo.
Para evitar todo esto un profesional tiene que “hacer lo que se debe y estar en lo
que se hace”. Para ello se deben cuidar una serie de pequeños detalles como:
Esforzarse para cumplir el horario citado para la cita.
Comenzar y terminar el trabajo a la hora indicada.
Cumplir con todos los encargos aunque resulten difíciles o aburridos.
Ser ordenado con los documentos.
Formar equipos de trabajo.
Ser discursivo, es decir, terminar una cosa y comenzar con otra.
Planificar el día, la semana y el mes de una actividad.
En resumen, mientras nos esforcemos por realizar nuestro trabajo diario de la
mejor forma posible, no sólo nos hacemos mejores personas, sino que servimos
mejor a quienes nos rodean ayudando así, a que los demás se hagan también
mejores personas.
FORMACIÓN PROFESIONAL
Sabiendo que a uno se le concede la personalidad jurídica desde el momento del
nacimiento "derechos y deberes" y a sabiendas también que se van desarrollando con el
paso del tiempo. Nuestra vida se rige por diferentes pasos que hacen de cada individuo
lo que sería en un futuro, entiéndase, pasar por las distintas etapas de conocimientos:
escuela primaria, secundaria y en última grado, la universitaria.
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Solo eso no basta, ya que esos conocimientos lo forman una generalidad de la vida y el
profesional debe de saber combinar esa generalidad con su formación profesional.
Entiéndase, por formación profesional un alto grado de conocimiento que se le inculca a
un individuo de la sociedad, dotándolo de un interés particular en su profesión que se va
a reflejar en su desempeño diario de la vida.
CARÁCTER PROFESIONAL
El individuo al tener una presencia o personalidad variable, puede modificarse, es decir,
puede engrandecer su ego, puede tener una sed inmensa de llegar a la perfección de su
profesión, haciéndolo para el un modelo sin errores e inequívocos.
El carácter para el individuo en su profesión se refleja desde tiempos antiguos, ellos han
experimentado un progreso en todos los tipos de ciencias, han conquistado y
desarrollado experimentos que tiempos atrás hubieran sido inimaginables de realizar. El
profesional sin carácter puede tender a caer en un modelo usado por cientos de
profesionales, puede llegar a caer en lo que sería la mediocridad, siendo éste el título
menos deseable para personas con aspiraciones en la vida.
El carácter no se forja solamente con un título, se hace día a día experimentando
cambios, ideas, experiencias, se hace enfrentándose a la vida. En definitiva, el título es
como el "adorno" de la profesión. No importa si lo tienes, lo importante es saberlo
utilizar.
VOCACIÓN
La vocación es un deseo entrañable hacia lo que uno quiere convertirse en un futuro, a
lo que uno quiere hacer por el resto de su vida, es algo que va enlazado y determinado
por tus conocimientos generales. Un profesional que carezca de vocación, el proceso
puede ser mas tardío y difícil para poder desarrollar sus conocimientos, a diferencia de
un profesional que sienta una verdadera vocación.
ORIENTACIÓN PROFESIONAL
Cuando una persona o un individuo carezca del conocimiento o esté inseguro de la
actividad que quiera realizar a nivel profesional puede asistirse de ayuda en o que es la
orientación profesional, siendo este un proceso utilizado por personas capacitadas para
ayudar a las personas a conocerse a sí mismos, a conocer el medio social en que viven y
poder indicarle de cierta forma la actividad profesional que más le conviene a cada uno
de ellos.
A mi parecer toda persona que vaya a ingresar a los estudios superiores debe de ir
orientado hacia lo que esa persona realmente quiera y pueda aprender y ejecutar.
Aunque una persona pueda tener una vocación determinada hacia "x" actividad
profesional es necesario y recomendable que se oriente para darle más confianza y
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seguridad y para ponerle la contraparte y de esa manera poder reafirmar la convicción
de esa persona hacia esa actividad.
COSTUMBRE
La costumbre son normas que crea una sociedad por su continuidad y que le dan un
hecho jurídico palpable y tienen como las leyes, consecuencias cuando son violadas, el
profesional no solamente debe regirse por su código de ética propio, sino que debe irse
hacia un marco de costumbre, entendiendo que no todo lo que se viola esta escrito, ni
todo lo que la sociedad repudia lo contiene las leyes.
El código de ética de cada profesional enmarca una serie de reglas, derechos y deberes
que lo limitan y mantienen al margen de caer en errores profesionales y morales, al
mismo tiempo guiándolos por el buen desempeño profesional.
Un profesional conlleva consigo una serie de hábitos y costumbres que lo ha adquirido
durante toda su vida, no obstante a eso, no todo lo que uno realiza cotidianamente es
correcto ante la sociedad, por lo que un profesional tiene que tener la capacidad moral e
intelectual para poder diferenciar lo correcto e incorrecto de su profesión, ya que
ejemplos tales como: decir buenos días, tener una sonrisa en la cara, ser solidario, ser
buen compañero, son puntos que no están especificados en un código y no por eso
limitan al profesional a realizarlo.
RESPONSABILIDAD
Se dice de una persona que es responsable cuando está obligada a responder de sus
propios actos. Aunque algunos autores mantienen que la libertad es definida por la
responsabilidad, la gran mayoría de estos están de acuerdo en que el fundamento de la
responsabilidad es la libertad de la voluntad.
Una vez admitida la libertad que fundamenta la responsabilidad, se plantea todavía
varias cuestiones importantes: ante todo, se trata de saber si la responsabilidad afecta
solamente a algunos actos de la persona o bien si afecta a todos.
En segundo lugar se plantea el problema de los grados de responsabilidad y finalmente
se plantea el problema de la entidad o entidades ante la cual es responsable (debe de ser
de carácter personal).
El sentimiento de responsabilidad es un sentimiento personal que compromete a cada
persona y le hace comprender que no puede simplemente abandonarse a sus
conveniencias individuales.
Para mí, según las investigaciones que he recopilado de diversas fuentes he llegado a la
conclusión del concepto de responsabilidad, el sentimiento de responsabilidad nace y se
desarrolla a través de los años. Este sentido nos enseña la importancia de las cosas, a
valorarlas y cuidarlas.
Todo individuo o persona lleva una responsabilidad sea personal o para otra, pero esta
la lleva a cabo dependiendo de sus criterios.
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LIBERTAD
Es un privilegio de que gozan las personas, por vivir en un país libre y les permiten
actuar como deseen. En este sentido, suele ser denominada libertad individual. El
término se vincula a la soberanía de un país en su vertiente de ‘libertad nacional’.
Sin embargo una libertad desbordada haría imposible la convivencia humana, por lo
que son necesarias e inevitables crear normas y leyes para hacer posible dicha
convivencia. La libertad se define como el derecho de la persona a actuar sin
restricciones siempre que sus actos no interfieran con los derechos equivalentes de otras
personas.
La naturaleza y extensión de las limitaciones a la libertad, así como los medios para
procurarlas, han creado importantes problemas a los autores y juristas de todos los
tiempos. Casi todas las soluciones han pasado por el reconocimiento tradicional de la
necesidad de que exista un gobierno, en cuanto grupo de personas investidas de
autoridad para imponer las restricciones que se consideren necesarias. Más reciente es la
tendencia que ha subrayado la conveniencia de definir legalmente la naturaleza de las
limitaciones y su extensión.
La libertad conlleva la responsabilidad de elección, acto voluntario, espontaneidad,
como margen de determinación, como ausencia de interferencia, como liberación frente
a algo, como realización de una necesidad.
El concepto de libertad es pues sumamente complejo. El vocablo latino "libert" del que
deriva libre. En este sentido, el hombre libre es el que es de condición no sometida o
esclava. Se es libre cuando esta "vacante" o "disponible" para hacer algo por sí mismo.
La libertad es entonces la posibilidad de decidirse y, al decidirse de auto determinarse.
Pero como el sentido de libre comporta el sentido de no ser esclavo la liberación ha que
se refiere el ser libre puede referirse a muchas cosas por ejemplo, las pasiones.
Entonces una persona tiene total libertad de elegir una profesión que esté en un marco
legal establecido, ya que la ilegalidad no es profesional.
LA ÉTICA PROFESIONAL
Ya hemos descrito a la ética y a los profesionales, ahora mencionaremos lo que es la
ética profesional. A la ética profesional se le conoce también como deontología y ésta es
“la ciencia de los deberes de una determinada profesión o la ética de los deberes
pragmáticos, o sea de aquellos que se fundan en sus efectos prácticos, adaptados a las
condiciones reales que se dan en el desarrollo de esa actividad”.
La primera profesión a la que se aplicó la deontología fue la medicina en 1845. Después
se introdujo en otras, pero sólo como un pequeño reglamento. Ahora estas normas
mínimas existen prácticamente en la mayoría de las profesiones universitarias
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(abogados, ingenieros, periodistas, médicos); también en carreras tanto técnicas como
profesionales (contadores); labores públicas, empresariales y políticas; e incluso en
pequeños oficios como el de los bibliotecarios. Este pequeño reglamento está expresado
en lo que se conoce como códigos de ética, ya sean nacionales e internacionales. Un
código de ética es “el conjunto de reglas en que una profesión declara su intención de
cumplir con la sociedad, es lealtad hacia ella, ya que son todos estos sectores los que
están confiando en su trabajo”, cabe hacer mención que las faltas a éste no están
regidas por una sanción del Estado (excepto que se infrinjan las leyes), los que encargan
de estos asuntos son los órganos de autocontrol de las respectivas profesiones, es decir,
los colegios profesionales. Este código de ética dirá qué es lícito e ilícito, correcto e
incorrecto, aceptable e inaceptable; por lo tanto no debe estar ajeno a la actuación
profesional.
Hay personas que dejan a un lado estos márgenes, la mayoría de las veces por un afán
de lucro inmoderado. Ejemplo: Iván Morales analista de Serrano Corredores, después de
estar sin trabajo y afectado económicamente, falsificó una carta del grupo Luksic
anunciando una supuesta OPA (Oferta Pública de Acciones) por el Banco de Chile,
creyendo que de esta forma saldría de su crisis, cosa que no aconteció ya que luego sería
recluido en Capuchinos. Con respecto a esto algunos especialistas señalan que: “A
pesar de mentarlos constantemente, los valores éticos están en crisis, si los
comparamos con otros principios e ideales que de hecho están dirigiendo nuestras
vidas: el éxito, el dinero y el placer”. Por lo tanto estos tres últimos factores si no son
aprovechados de buena manera pueden conducir a una falta de ética.
La ética profesional como concepto tiene una íntima relación con la responsabilidad
social. Tanto que es la Ética profesional la que posibilita llevar a la práctica los valores
que pregona la Responsabilidad Social y es la Ética la que nos ayuda a ejercer la
responsabilidad en un marco de coherencia y correspondencia social. Para que la
responsabilidad social (RS), responsabilidad social corporativa (RSC), responsabilidad
social empresaria (RSE) puedan acometerse y no sólo sean respetadas a la distancia, se
necesita de profesionales que sean éticos.
La Responsabilidad Social tiene subsumida en sí un conjunto de premisas, principios,
valores, y normas de conducta que se han establecido por el colectivo social como
elementos representativos de la denominada Responsabilidad Social. La Etica sin
embargo, no prescribe ninguna norma o conducta, tampoco la ética nos obliga o nos
recomienda que deba ser realizado. Su propósito se relaciona entre otros factores con la
praxis, con el cómo se ha de aplicar en los distintos contexto profesionales y personales
de nuestra vida los valores sociales.
Sabiendo que el procedimentalismo ético no recomienda ningún valor social concreto,
sino que centra su campo de acción en resolver los procedimientos que den legitimidad
a estos principios. La Ética entonces es una praxis racional de los principios y conceptos
relacionados a la Responsabilidad Social, desde una perspectiva de igualdad,
universalidad e interactividad con los actores del contexto de aplicación e
implicaciones.
El contexto actual requiere con urgencia que los profesionales de las empresas y
organizaciones practiquen la responsabilidad social y sean éticos, necesitamos que los
actores de la innovación institucional sean competentes, creativos, contextuales,
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conceptuales y que comprendan que la solidaridad es la clave para lograr la
sostenibilidad y para afrontar esta crisis de legitimidad que vivimos.
Hoy se necesita que las personas en las organizaciones entiendan que la
Responsabilidad Social, Corporativa o Empresaria (Según el contexto de aplicación);
debe de la mano de la ética profesional dejar de ser sólo discurso y reflejarse en la
acción cotidiana, en los actos, en las actividades, en las tareas y en nuestro trabajo
diario.
Este proceso de entender cómo bajar a la realidad cotidiana de nuestros actos estos
principios es un trabajo de conceptualización colectivo, aquí presentamos un
documento que busca contar claramente como se puede llevar a la práctica la
Responsabilidad Social.
La moral es una, aunque comporte puntos de vista diversos. Tanto la moral natural
como la moral más intransigentemente teológica, o desemboca en la vida, o no sirve
para nada. La decepción de los estudiantes que se inician en un curso de filosofía moral
proviene de que buscan sinceramente una regla que abarque toda su vida, y terminan
sólo vislumbrando algunas nociones fragmentarias. Les inquieta, y a veces les desespera
que en algunos casos se convierte en desértica y mastodóntica digestión de principios,
cuando su preocupación más honda y lacerante en la vigilia de su graduación es el
problema de su vida profesional.
Pero la vida profesional es problema capaz de preocupar solamente en tres sentidos:
a) ¿Cómo se triunfa social y económicamente?
b) ¿Cómo se triunfa científicamente?
c) ¿Cómo es posible conjugar estos triunfos sin comprometer la conciencia y la
dignidad humana?
Aparte de una exigencia metodológica intrínseca de las ciencias morales, la ética
profesional ha nacido en parte del buen deseo de colmar esa laguna. Los cursos de ética
profesional, cada vez más extendidos y reclamados en las universidades de más saneado
prestigio, son evidentemente la manera más noble de cumplir con su responsabilidad
educativa y de responder a la confianza y a las esperanzas que familias y naciones
depositan angustiosamente en lo que el pueblo nombra con respeto y simpatía: la
Universidad.
La Etica profesional se suele definir como la “Ciencia normativa que estudia los deberes
y los derechos de los profesionistas en cuanto tales”. La palabra ética, confirmada por
diccionarios y académicas con el sentido de “parte de la filosofía que trata de la moral y
de las obligaciones del hombre”, no es tan preciso en el significado como la palabra
moral.
Moral polariza y concreta de tal manera las obligaciones internas de la conciencia que,
incluye al menos parcialmente, las obligaciones derivadas del orden jurídico. En otras
palabras: el concepto medular de la ética profesional es el concepto de moralidad. Todos
los principios normativos y las aplicaciones prácticas de su casuística deben estar
impregnados e impulsados por la moral. Pero erraría quien hiciera objeto de la ética y
responsabilidad profesional solamente a las obligaciones impuestas por la moral o el
derecho natural, con exclusión de cualquier otra exigencia de índole jurídica o social.
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Por la jerarquía y trascendencia social y humana de la profesión, tiene un relieve
particular:
1) El derecho; la legislación o prescripciones jurídicas de cualquier comunidad.
2) La sociedad; entendida como solidaridad humana dentro de cualquier orden.
3) La tradición, que siendo el legado razonable, y a veces heroico de las generaciones
precedentes, no merece un tratamiento grosero ni ofensivo; ni siquiera la común
postergación de la indiferencia y el olvido.
4) La cortesía y urbanidad, que sin afectar directamente a ninguna virtud tantas veces
del buen nombre del profesionista, con perjuicio o beneficio de la misma profesión. De
aquí la importancia que daremos a la “dignidad personal”, al tratar de la competencia
moral del profesionista.
• Su importancia en el orden especulativo
La importancia de la ética profesional puede considerarse en el Orden Especulativo:
Analiza los principios fundamentales de la moral individual y social, y los pone de
relieve en el estudio de los deberes profesionales. Siguiendo el procedimiento
Socrático-Aristotélico, trata de definir con claridad y concisión la naturaleza de la
Profesión y las distintas relaciones con todos los elementos humanos que sufren su
influencia o la ejercen. Así comprendemos la diferencia entre los deberes o la ejercen.
Así comprendes la diferencia entre los deberes derivados de la justicia o la caridad,
cuando hay virtudes que es menester practicar en conciencia, y los otros deberes
sociales impuestos por la convivencia.
El joven egresado de la universidad, sobre todo si el ambiente fermentaba en
inquietudes espirituales, al desembocar en lo que comúnmente se llama la vida sufre
una decepción tremenda: “tiene la impresión de que la moral es solamente respetada en
los libros”, porque todas las leyes son conculcadas más o menos descaradamente por
personas (a veces personajes) de su respeto, sin que nadie, se escandalice ni proteste, ni
en los negocios, ni en la política, ni en la familia.
Es la primera crisis por la que atraviesa toda profesión. Es la hora de la decisión vital;
porque si su moral está bien pertrechada espiritualmente, se resuelve a luchar y a ser
fermento de renovación humana en todos los órdenes. En cambio, si no ha precedido
una sólida formación moral proporcionada a las necesidades contemporáneas, el
flamante profesionista claudica sin resistencia ni batallas, guardando una secreta
rebeldía para sus maestros “porque no le prepararon para eso; porque le disfrazaron la
vida, y porque, en lugar de moral, le enseñaron un mito”.
• Su importancia en el orden práctico
En el Orden práctico, la importancia está determinada por las conveniencias y
consecuencias que mutuamente rigen las relaciones entre profesionistas y clientela. Es
notorio que la mejor garantía del éxito profesional la constituye el leal y escrupuloso
cumplimiento de los deberes. La clientela, por un instinto defensivo, tiene horror de los
autómatas que no tienen responsabilidad ni amor al ejercicio consciente de la profesión.
Por otra parte, la función específica de la actividad profesional consiste en establecer o
restablecer el orden necesario al bien común. Pero frecuentemente el profesionista se
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juzga dispensado de cualquier orden o disciplina; como si semejante anarquía fuera un
privilegio debido a su capacitación universitaria.
La profesión se puede definir como la actividad personal, puesta de una manera estable
y honrada al servicio de los demás y en beneficio propio, a impulsos de la propia
vocación y con la dignidad que corresponde a la persona humana. En un sentido estricto
esta palabra designa solamente las carreras universitarias. En sentido amplio, abarca
también los oficios y trabajos permanentes y remunerados, aunque no requieran un
título universitario.
En virtud de su profesión, el sujeto ocupa una situación que le confiere deberes y
derechos especiales, como se verá:
•
La Vocación. La elección de la profesión debe ser completamente libre. La
vocación debe entenderse como la disposición que hace al sujeto especialmente
apto para una determinada actividad profesional. Quien elige de acuerdo a su
propia vocación tiene garantizada ya la mitad de su éxito en su trabajo.
•
Finalidad de la Profesión. La finalidad del trabajo profesional es el bien común.
La capacitación que se requiere para ejercer este trabajo, está siempre orientada
a un mejor rendimiento dentro de las actividades especializadas para el beneficio
de la sociedad. Sin este horizonte y finalidad, una profesión se convierte en un
medio de lucro o de honor, o simplemente, en el instrumento de la degradación
moral del propio sujeto.
•
El Propio beneficio. Lo ideal es tomar en cuenta el agrado y utilidad de la
profesión; y si no se insiste tanto en este aspecto, es porque todo el mundo se
inclina por naturaleza a la consideración de su provecho personal, gracias a su
profesión. No está de más mencionar el sacrificio que entrañan casi todas las
profesiones: el médico, levantándose a media noche para asistir a un paciente
grave; el ingeniero, con fuertes responsabilidades frente a la obra, etc. La
profesión también gracias a esos mismos trabajos, deja, al final de cuentas, una
de las satisfacciones más hondas.
•
Capacidad profesional. Un profesional debe ofrecer una preparación especial en
dos sentidos: capacidad intelectual y capacidad moral. La capacidad intelectual
consiste en el conjunto de conocimientos que dentro de su profesión, lo hacen
apto para desarrollar sus labores. Estos conocimientos se adquieren básicamente
durante los estudios universitarios, pero se deben actualizar mediante las
revistas, conferencias y las consultas a bibliotecas.
•
Es responsabilidad del profesional mantenerse actualizado en conocimientos. La
capacidad moral es el valor del profesional como persona, lo cual da una
dignidad, seriedad y nobleza a su trabajo, digna del aprecio de todo el que
encuentra. Abarca no sólo la honestidad en el trato, no sólo en el sentido de
responsabilidad en el cumplimiento de lo pactado, sino además la capacidad
para abarcar y traspasar su propia esfera profesional en un horizonte mucho más
amplio, hacia la búsqueda y construcción de una sociedad más justa y
equilibrada. El profesional debe ejercer su función desde la más estricta
honradez y fidelidad a los principios. Junto a los conocimientos y habilidades
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para el buen desempeño, los profesionales deben caracterizarse por sus
principios éticos y morales, por su honestidad a toda prueba, por su
incorruptibilidad, por su disciplina, su espíritu colectivo, por su austeridad,
modestia y estilo de vida sencillo. El ejercicio profesional demanda un amplio
campo de autonomía, tanto personal como del colectivo en su conjunto, cuyo
correlato es la asunción de las responsabilidades inherentes al desarrollo de la
actividad.
•
La responsabilidad profesional, es un caso paradigmático de responsabilidad
moral que proviene del conocimiento especial que cada uno posee. El
profesional debe dominar una parte especial del conocimiento avanzado,
particularmente conocimiento que tiene que ver con el bienestar de los otros, que
demarcan una profesión. Como guardianes del conocimiento especial que
influye en el bienestar humano, los profesionales están obligados por
responsabilidades morales especiales, que son requerimientos morales, a aplicar
a su conocimiento, de forma que beneficie al resto de la sociedad. Dicho lo
anterior, podemos hablar de la existencia tanto de una ética como de una
deontología profesional. La primera se centraría sobre todo en perfilar y definir
el bien de una determinada profesión (no sólo el personal del propio profesional,
sino especialmente su aportación al bien social o común), mientras que la
segunda se ocuparía de las obligaciones propias de dicha actividad. En otras
palabras: la ética profesional sería la expresión de las diversas y plurales éticas
de máximos existentes en todos y cada uno de los profesionales de especialidad,
mientras que la deontología expresaría la ética de mínimos que todas las
anteriores comparten y están obligadas a cumplir a pesar de sus diferencias.
•
La ética profesional deontología. Orientada al bien, a lo bueno, orientada al
deber (el deber debe estar en contacto con lo bueno). No normativa. Normas y
códigos. No exigible. Exigible a los profesionales. Propone motivaciones. Exige
actuaciones.
•
Conciencia individual predominantemente. Aprobada por un colectivo de
profesionales. Amplitud: se preocupa por los máximos. Mínimos obligatorios
establecidos. Parte de la ética aplicada. Se ubica entre la moral y el Derecho
América Latina necesita profesionales universitarios que tengan valor: Para ser
lo que son y no pretendan lo que no son. • Para vivir honradamente dentro de sus
propios recursos y no deshonestamente a expensas de otros. Profesionales que
no quieran adquirir riqueza sin trabajar. • Profesionales que desarrollen negocios
con moral. • Profesionales que tengan ciencia pero con amor a la humanidad •
Profesionales que aprendan a relacionarse con los demás, en un entorno en que
sean unos artífices de un trato de excelencia. • Profesionales que se metan en
política pero con principios.
La experiencia ética en el campo de la profesión se relaciona, fundamentalmente, con
tres ideas: la idea del deber, la idea del bien y la idea del sentido. Desarrollar una
profesión es, de entrada, adquirir unos deberes y llevarlos a cabo mediante la
intervención en un determinado ámbito de la sociedad. En segundo lugar, es intentar
hacer un bien a un destinatario y, asimismo, a un conjunto social y, en tercer lugar, es
construir prácticamente un sentido con la propia actividad, con la propia vida.
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Trabajamos por algún motivo, para conseguir un determinado objetivo, aunque no todos
coincidamos en la razón o el motivo de nuestro trabajo. A veces, la profesión tiene un
sentido intrínseco, es decir, por sí misma tiene valor. En otras ocasiones, la profesión
tiene un sentido extrínseco, es decir, se le atribuye valor porque gracias a ella uno
alcanza determinados objetivos ajenos a la profesión, pero que no podría alcanzar sin
ella. La experiencia de la profesión, al igual que la experiencia ética, se relaciona en
todo caso con estos tres conceptos: el deber, el bien y el sentido. Ser profesional, sea del
sector que sea, significa asumir unos determinados deberes. La experiencia ética se
refiere directamente a la experiencia del deber.
PROFESIÓN Y PROFESIONISTAS
La profesión es una capacidad cualificada, requerida por el bien por el bien común con
peculiares posibilidades económico-sociales. Vale la pena hacer un análisis para medir
la dimensión y densidad de la profesión, porque esas son, exactamente, las medidas de
la responsabilidad profesional.
A) Capacidad. No decimos actividad porque un profesionista puede estar
durmiendo o jubilado sin perder nada de su carácter. Además es evidente que, ni
excluimos uno de los términos, ni los contraponemos; por la sencilla y clásica
razón de que la actividad es la manifestación y la ley de la capacidad, ya que “la
capacidad se especifica por la actividad y, sin ella, decrece y se anula”.
B) Cualificada. No de cualquier manera; sino a través de la preparación
científica y humanista de los estudios universitarios. Esta cualificación la
veremos adecuadamente más adelante, cuando estudiemos la triple competencia
profesional.
C) Requerida por el bien común. Estamos afirmando dos cosas fundamentales
Primero, que el bien común es la medida de la correlación “dignidadactividad”.
Así, no existe la profesión de “gangster”, usurero, coyote, etc.
Entendemos sumariamente por bien común las mínimas condiciones de bienestar o
perfección, individual y colectivo. Segundo, que el bien común requiere la existencia de
esa capacidad y actividad como un órgano esencial de la anatomía social a tal punto,
que en el momento en que desaparecieran las profesiones, el mundo quedaría fulminado
por una parálisis que anularía todas las conquistas de la civilización y de la técnica.
D) Con peculiares posibilidades. En el desarrollo y evolución del mundo
contemporáneo, la principal fuerza propulsora es la actividad y organización
profesional. El impulso de perfección característico del género humano, exacerbado
angustiosamente por nuestras generaciones, cuenta como la única seria probabilidad de
realizarse y tonificarse naturalmente con la intervención decidida y definitiva de los
profesionistas en todos los órdenes de la vida institucional.
E) Económico-Sociales. Usamos dos palabras porque, de hecho, el profesionista se
beneficia e influye en los dos órdenes mencionados; no solamente cuando actúa con una
finalidad deliberada y concreta, sino también cuando no se propone nada en especial.
Dignidad y sentido social de la profesión.
13
Hay una dignidad profesional variable por estar condicionada a la jerarquía espiritual y
eficiencia de cada persona, que da realce y excelencia a la profesión, por trivialidades y
burocráticas que sean o parezcan sus actividades.
Pero hay otra dignidad profesional invariable, inherente a la misma naturaleza de la
profesión, y que no depende ni de los méritos ni de las limitaciones personales. La
dignidad es extrínseca cuando no proviene directamente de los elementos constitutivos
de esa naturaleza de la profesión, sino que se le adjudica externamente por la opinión o
la legislación.
A) Así la opinión pública, aun contra sus propias y explícitas manifestaciones,
honra a la profesión con la confianza “del ignorante hacia el que sabe, del ser
humano hacia su consejero íntimo, de un profano hacia un iniciado”. Podríamos
agregar aún: la confianza obligada e impuesta por la dura ley de la necesidad
B) La Legislación Común es la que nos sugiere la que llamamos dignidad jurídica
de la profesión.
a) En primer lugar, cada contrato de un profesionista o estipulación de
honorarios es considerado por la Legislación como un contrato de trabajo
autónomo, sujeto al justo criterio de la profesión, para cuyo ejercicio del
Estado exige un título legítimamente adquirido, reconocido y registrado por
la autoridad competente.
b) El profesionista adquiere un “derecho-deber” para el ejercicio de su
profesión. El derecho se traduce legalmente en libertad para le elección y
ejercicio de la profesión, en cuanto significa libertad de trabajo y libertad
económica.
El deber se interpreta, no solamente con el sentido genérico previsto por la
Constitución, sino con el sentido específico de la Legislación Profesional,
que tiene particularmente prevista la actuación del profesionista;
especialmente en el caso de los notarios, magistrados y de Salud Pública, a
quienes el Estado considera funcionarios de categoría.
c) El profesionista adquiere también el “derecho-deber” del secreto
profesional; que, por un lado le exime de declaraciones, y por otro, le
persigue como reo de revelaciones indebidas, con la agravante del “ejercicio
de la profesión”.
d) Los profesionistas universitarios gozan del derecho constitucional de la
“libertad sindical”; pero, independientemente de ésta, son tutelados
legalmente por los respectivos “Colegios o Asociaciones Profesionales”.
e) Cuando la responsabilidad profesional coloca al legislador en el duro
trance de tener que juzgar la mala actuación de un profesionista, la mayoría
de los Códigos le eximen de responsabilidad por una falta leve; y en los
casos graves, prefieren ratificar el veredicto de los respectivos colegios
profesionales.
Sin embargo, la verdadera dignidad profesional es la que llamamos
14
intrínseca que proviene de la misma naturaleza constitutiva de la profesión.
Toda profesión tiene por fin una prestación de servicios o una producción de
bienes. En forma directa o indirecta ambos fines se conjugan
simultáneamente en la actividad profesional. Bienes y servicios concretos y
específicos, que ninguna otra persona puede prestar y que constituyen el
patrimonio más valioso de la vida moderna.
Pero urge subrayar que no se resuelve la función profesional en la simple prestación de
bienes y servicios que benefician a la sociedad a través de los clientes singulares. Es la
sociedad misma y el bien común como tal quienes requieren angustiosa y urgentemente
ese otro aspecto relevante de la función profesional, que es el sentido social de la
profesión. No se trata de una simple “sensibilización social” o de un “sentimentalismo
altruista” traído y llevado en las frecuentes arengas retóricas de todos los tipos. Se trata,
por el contrario, de una precisa y objetiva responsabilidad que casi universalmente
escapa a la conciencia profesional de nuestros días.
Si examinamos la función profesional le encontramos un doble significado: primero, el
constituido por su finalidad específica u objeto propio. Segundo, y tal vez más
propiamente función: su valor y eficacia en la familia humana, que es en realidad lo que
aquí pretendemos destacar vigorosamente y subrayar a nuestros profesionistas.
La profesión es una función natural e indispensable para el normal desarrollo del
organismo social, con la peculiaridad de que es una función de “alto nivel” imposible de
reemplazar y, por consiguiente, decisiva para la subsistencia y estabilidad de ese
organismo.
VOCACIÓN, ORIENTACIÓN Y SELECCIÓN PROFESIONAL
Profesión y vacación están íntimamente relacionadas aunque de hecho ni se confundan
ni se supongan mutuamente. Vocación, desde luego, no tiene ningún sentido de
predeterminación, mucho menos, de predestinación.
Las vocaciones humanas son el producto normal de dos factores principales que juegan
paralelamente en la conducta: a) el factor personal, y b) el factor social.
El factor personal: Está constituido fundamentalmente por las aptitudes y las aficiones;
esto es: por lo que podemos hacer y por lo que nos gusta hacer. Estos dos elementos son
los que integran normalmente el llamado “complejo vocacional”.
La aptitud no se entiende como una simple capacidad de hacer algo; sino una capacidad
sobresaliente sobre l término medio o común que de ellas se da, y constituye el aspecto
efectivo de la vocación.
La afición constituye el aspecto afectivo de la vocación: es la inclinación o tendencia
que nos presenta algo como apetecible. Ambos aspectos se completan entre sí, pero no
se supone o implican; porque cabe estar dotado de una valiosa aptitud con escasa afición
a su ejercicio, y viceversa, tener una gran afición con poca aptitud.
El factor social: Está constituido por los elementos circunstanciales externos al
individuo: elementos ambientales, jurídicos y propiamente sociales. Estos elementos
del factor social influyen más de lo que se supone en la resolución de abrazar una
profesión y son los que rigen ordinariamente cualquier orientación que no proceda de un
15
criterio rigurosamente científico; pero no son los “ingredientes” que integran lo que
llamamos el “Complejo vocacional Psicológico”. Juzgamos también que es la influencia
del “factor social” lo que determina ordinariamente, en la funcionalidad interna de las
profesiones, las tres tendencias propias de nuestros tiempos:
a) La especialización; fenómeno que afectó desmesuradamente a la profesión
médica, pero que rápidamente se extiende a las demás profesiones.
b) La aglutinación: o sea, la tendencia a trabajar “en equipo”. Lo que según nuestra
modesta opinión, si tiene ventajas sociales, no tiene grandes ventajas científicas;
porque el trabajo “de equipo” multiplica pero no suma los resultados
cualitativos.
c) La incorporación. Esto es: renunciando al señorío y libertad que proporciona la
autonomía profesional, se busca una “conexión-compromiso” que elimine la
incertidumbre económica.
d) En la profesión y en la vocación lo que cuenta en última instancia es la
personalidad.
La personalidad integra el “complejo vocacional” del factor personal como elemento
preponderante, ejecutivo y directivo. Le podemos dar el nombre clásico de voluntad,
siempre que no la despojemos de los grandes atributos dinámicos de la personalidad;
esto es: resolución, virilidad, dictamen categórico de la inteligencia, amplitud en el
ideal, perseverante firmeza, todo eso que incluimos oscuramente en la noble expresión
de “impulso vital” o “vitalidad” a secas.
Cuando está resuelta vitalidad administra a la persona, arrolla de tal manera a los otros
elementos del “complejo vocacional”, que los funde y multiplica en la prosecución de
un fin, dándole a la profesión las dimensiones definitivas con el halo de la personalidad.
Este es el objetivo básico de toda formación. Este es el básico cometido de la educación
en general, y de la educación familiar en particular: crear verdaderos hombres y
verdaderas mujeres de recia y definida personalidad.
Si consideramos la finalidad de ambas funciones, hemos de decir sumariamente que la
orientación profesional es una función escolástica con una finalidad estrictamente
social; que se contrapone netamente la selección profesional, que es una función
típicamente industrial, con fines de productividad.
Al estudiante lo que le interesa saber con claridad son dos cosas: el significado preciso
de estos vocablos, y quién es el que sabe, debe y quiere hacer ambas cosas.
A) La Orientación profesional indaga la capacidad resultante de las aptitudes de un
individuo, para indicarle en qué profesión tiene mayores probabilidades de éxito.
B) La Selección profesional verifica si el candidato para un puesto solicitado (o
solicitado para un puesto) posee las aptitudes requeridas para desempeñarlo.
Selección y Orientación, por tanto, son dos objetivos de una idéntica finalidad,
designar a cada uno la actividad que mejor se armoniza con la propia capacidad;
solamente que, mientras la orientación parte del individuo y le indica la
profesión que más le conviene (y por lo tanto el lugar más propio) en la vida
social, la selección parte de la profesión para descubrir los individuos que
poseen las aptitudes requeridas. Esta responde a un problema económico: el
mejor rendimiento para la empresa. La Orientación, en cambio, resuelve un
16
problema social: mejorar el porvenir profesional de la nación, garantizándole
miembros más idóneos para sus distintas funciones.
Elementos reguladores de la vida profesional
Los auténticos y efectivos reguladores elementos reguladores, tanto psíquicos como
orales de la vida profesional son:
Individuales: las virtudes, el trabajo y el descanso.
Sociales: el bien común, la universidad, la sociedad. Aunque de alguna manera ya
queden comprendidos bajo alguno de los títulos enunciados, queremos mencionar tres
elementos que la experiencia nos hace consignar como básicos y definitivos en la vida
profesional:
• La familia.- Aunque oportunamente subrayemos su importancia, brevemente
diremos que no hay en el orden natural ningún estímulo normal que pueda
equiparársele, ni como estímulo, ni como regulador de la actividad profesional.
• La amistad.- En la psicología del hombre normal no hay regulador más necesario
y más precioso: como complemento de la familia, como estímulo vigoroso,
sincero y desinteresado como correctivo de los defectos, y como consuelo y
esperanza a la justa medida de nuestras depresiones y fracasos.
• El estudio.- No decimos simplemente “la lectura” o cualquier clase de estudio.
Nos referimos al estudio profesional que es la prosecusión amorosa, sistemática
y perseverante de la verdad y la belleza que se nos va revelando paulatinamente
a medida que profundizamos en las ciencias vertebrales de nuestra profesión.
LA CULTURA PROFESIONAL
La cultura no es una decoración ornamental de la persona, ni es adherencia externa y
adjetiva de la personalidad, ni es aderezo o aparejo con que se ensilla un hombre para
hacerlo más útil o decoroso.
La cultura no es tampoco erudición, por la cual un hombre acumula conocimientos. Esta
es la diferencia fundamental entre un profesor y un maestro; entre un reportero y un
periodista.
CONSECUENCIAS DE LA FALTA DE ÉTICA
Una falta de ética no sólo afecta a la(s) víctima(s) que las sufren, aunque ellas sean las
primeras perjudicadas. Consecuencias hay muchas, las más importantes son: la baja de
autoestima de quienes las cometen y del prestigio de la profesión. Esto último se
produce de dos maneras: se destruye la confianza pública y se frustra la esperanza de los
sectores sociales, que justamente esperan la realización correcta del trabajo de los
individuos que fueron privilegiados con una formación profesional. El abogado Lautaro
Ríos Alvarez con respecto a esto dice “las actuaciones contrarias a la ética no sólo
17
dañan a quienes las sufren, sino principalmente a la comunidad humana en que
acontecen”, esta última es la más afectada.
18
19
UNIDAD 2
OBJETIVO TERMINAL:
Propender a que el control ético sea un referente en la práctica profesional.
EL CONTROL ÉTICO DE LAS PROFESIONES
Como habíamos dicho, las conductas antiéticas dañan a la comunidad, por esto resulta
imprescindible que todas las profesiones sean reguladas. Como el cuidado de la
sociedad pertenece al Estado, éste es el principal preocupado de controlar las
profesiones, pero le delega este poder a los Colegios Profesionales, ya que estima que
éstos son los más interesados en proteger el prestigio de la profesión y los más
adecuados para discernir cuando se infringen los reglamentos explícitos en los códigos
de ética que ellos mismos se encargan de redactar, y las sanciones que han de asumir los
infractores.
Entre las facultades que el Estado delega a estas entidades están:
• Llevar el registro de los profesionales y certificar su condición.
• Regular su organización interna, así como el ejercicio de la respectiva profesión.
• Vigilar que se cumpla lo redactado en el código de ética respectivo de cada
profesión.
• Juzgar las conductas transgresoras del código, aplicando también las
correspondientes sanciones.
COMPARACIÓN DE CIERTOS VALORES PRESENTES EN LOS CÓDIGOS
DE ÉTICA
Hemos decidido tomar como ejemplo cinco profesiones: los médicos, los abogados, los
periodistas, los ingenieros y por supuesto los contadores. Los códigos de ética de estos
cinco oficios poseen ciertos aspectos en común entre los que se encuentran los
siguientes:
El DEBER PROFESIONAL
El abogado debe tener presente que es un servidor de la justicia y un colaborador de su
administración; y que la esencia de su deber profesional es defender empeñosamente,
con estricto apego a las normas jurídicas y morales, los derechos de su cliente. (Art. 1°
Código de ética de los abogados)
El Contador tiene un papel importante en la sociedad. Los inversionistas, acreedores,
empleadores y otros sectores de la comunidad de negocios, además del gobierno y
público en general, confían en los contadores para tener una sólida información
financiera, y consejo competente acerca de una variedad de materias en negocios e
impuestos. La actitud y comportamiento de los contadores al proporcionar tales
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servicios, tiene un impacto en el bienestar económico de su comunidad y país. (Art. 3°
inc. 2° código de ética de los contadores)
Los periodistas están al servicio de la verdad, los principios democráticos y los derechos
humanos. En su quehacer profesional, el periodista se regirá por el principio de la
veracidad, entendida como una información responsable de los hechos. El ejercicio del
periodismo no propiciará ni dará cabida a discriminaciones ideológicas, religiosas, de
clase, raza, sexo, discapacidad, ni de ningún otro tipo, que lleven a la ofensa o
menoscabo de personas naturales o jurídicas. (Art. 1° código de ética de los periodistas)
Los médicos en sus tres primeros artículos señalan todos sus deberes profesionales ya
sea generales, hacia los enfermos o entre sí.
Los ingenieros en el Art. 3° de su código de ética, el cual consta de 10 incisos, se
refieren a su deber profesional.
LA HONRADEZ
El abogado debe obrar con honradez y buena fe. No ha de aconsejar actos fraudulentos,
afirmar o negar con falsedad, hacer citas inexactas o tendenciosas, ni realizar acto
alguno que estorbe la buena y expedita administración de justicia.
El profesional Contador deberá mantener incólume su integridad moral cualquiera que
fuere el área en que practique el ejercicio profesional. Conforme con ello se espera de
él, rectitud, probidad, dignidad y sinceridad, en cualquier circunstancia.
El periodista difundirá sólo informaciones fundamentadas, sea por la correspondiente
verificación de los hechos en forma directa o con distintas fuentes, sea por la
confiabilidad de las mismas. Una fuente es considerada confiable por su conocimiento y
experiencia en el tema tratado y/o por su independencia respecto de intereses ajenos a la
finalidad esencial de divulgar la verdad.
El médico debe tratar con honestidad a pacientes y colegas... (De los deberes generales
del médico)
El ingeniero debe dedicar toda aptitud y atender con la mayor diligencia y probidad los
asuntos de su cliente.
DIGNIDAD PROFESIONAL
El abogado debe mantener el honor y la dignidad profesionales. No solamente es un
derecho, sino un deber, combatir, por todos los medios lícitos, la conducta moralmente
censurable de jueces y colegas.
El Contador tiene la obligación de contribuir, de acuerdo con sus posibilidades
personales, al desarrollo, superación y dignificación de la profesión, tanto en el ámbito
institucional como en cualquier otro campo que, como los de la difusión o de la
docencia, le sean asequibles.
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Los profesionales de la Orden lucharán para que los directores, editores y otros
directivos periodísticos de diarios, revistas, agencias de noticias, estaciones de radio y
televisión y demás medios de comunicación, sean periodistas.
Los médicos, en su declaración de Ginebra, prometen ejercer su profesión a conciencia
y dignamente.
El ingeniero debe contribuir con su conducta profesional para que se forme y mantenga
en la sociedad, un exacto concepto del significado de la profesión, de la dignidad que la
acompaña y del alto respeto que merece.
El SECRETO PROFESIONAL
Guardar el secreto profesional constituye un deber y un derecho del abogado. Es hacia
los clientes un deber que perdura en los absoluto, aún después de que les haya dejado de
prestar sus servicios; y es un derecho del abogado ante los jueces, pues no podría
aceptar que se le hagan confidencias, si supiese que podría ser obligado a revelarlas.
El Contador está obligado a guardar la reserva profesional en todo aquello que conozca
en razón del ejercicio de su profesión, salvo en los casos en que dicha reserva sea
levantada por disposiciones legales.
El periodista que se haya comprometido a mantener en forma confidencial (off the
record) hechos, informaciones u opiniones, no debe darlos a conocer ni pública ni
privadamente. Esto implica que tampoco podrá compartirlos con persona alguna que
pudiera divulgarlos.
El médico debe guardar absoluto secreto de todo lo que se le haya confiado, incluso
después de la muerte del paciente. (De los deberes de los médicos hacia los enfermos)
El ingeniero debe mantener secreto y reserva respecto de toda circunstancia relacionada
con el cliente y con los trabajos que para él efectúa, salvo obligación legal.
SOLIDARIDAD ENTRE COLEGAS
Entre los abogados debe haber fraternidad que enaltezca la profesión, respetándose
recíprocamente sin dejarse influir por la animadversión de las partes... (Art. 40°)
El Contador debe tener siempre presente que el comportamiento con sus colegas no sólo
debe regirse éticamente sino que debe estar animado por un espíritu de fraternidad y
colaboración profesional...
El periodista debe prestar solidaridad activa a los colegas que sufran persecuciones o
agresiones por causa de su ejercicio profesional, como asimismo a aquellos que sean
juzgados en virtud de disposiciones legales que el Colegio estime lesivas a la libertad de
expresión.
El médico debe considerar a sus colegas como hermanos (Declaración de Ginebra)
22
No emitir públicamente juicios adversos sobre la actuación profesional de colegas,
menoscabando su personalidad...
PROTECCIÓN Y APORTE AL DESARROLLO DE LA SOCIEDAD
El código de los abogados no cuenta con un artículo en que esté explícito este principio.
La responsabilidad de un contador no es exclusivamente satisfacer las necesidades de un
cliente o empleador en particular, sino que es una responsabilidad de interés público,
entendiendo por tal, el bien común de la comunidad de personas e instituciones a las
cuales sirve el profesional.
El derecho a informar deberá ser ejercido con resguardo de todas las consideraciones y
normas éticas establecidas en este Código y, en consecuencia, jamás deberá ser usado
en detrimento de la comunidad o de las personas.
El médico debe en todos los tipos de práctica médica, dedicarse a proporcionar un
servicio médico competente, con plena independencia técnica y moral, con compasión y
respeto por la dignidad humana. (De los deberes del médico en general)
El código de los ingenieros tampoco cuenta con un artículo en el que se mencione
claramente este principio.
DENUNCIA DE COLEGAS QUE HALLAN COMETIDO FALTAS DE ÉTICA
GRAVES
Cuando haya fundamento serio de queja en contra de un Magistrado el abogado podrá
presentar acusación ante las autoridades o ante su Colegio de Abogados. Solamente en
este caso tales acusaciones serán alentadas y los abogados que las formulen, apoyados
por sus colegas.
Cuando el Contador tenga conocimiento de actos cometidos por sus colegas, que
atentan contra la ética profesional, está en la obligación de hacerlo saber a las
autoridades del Colegio de Contadores aportando, en todo caso, evidencia suficiente y
competente.
Si un periodista tuviese fundados reparos o dudas respecto del proceder ético de algún
colega, debe poner los antecedentes en conocimiento de las autoridades nacionales o
regionales de la Orden, las que derivarán el caso de acuerdo con los procedimientos
vigentes.
El médico debe tratar con honestidad a pacientes y colegas, y esforzarse por denunciar a
los médicos débiles de carácter o deficientes en competencia profesional, o a los que
incurran en fraude o engaño.
No emitir públicamente juicios adversos sobre la actuación profesional de colegas,
menoscabando su personalidad, salvo que medien exigencias de interés público.
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Estos son los principales valores que se asimilan en los códigos de ética de estas cinco
profesiones. Cabe decir que cada uno de éstos códigos los aplica según la situación que
determine la profesión, esto se infiere de la comparación antes hecha. Además, cada
colegio determina que normas deben seguirse según cual sea la profesión. Ejemplo: Los
abogados deben actuar de tal manera ante los tribunales, los contadores deben
comportarse de una determinada manera en las empresas y con el Estado, los periodistas
tienen ciertas reglas con respecto a los medios de comunicación y los médicos hacia los
enfermos.
CASOS
A continuación están descritos ejemplos de casos en Chile, en los cuales los principios
éticos fueron pasados a llevar sin ninguna conciencia de las consecuencias que traerían.
Los mencionamos además, para evitar que todos nosotros, futuros profesionales, se
dejen llevar por sus deseos de poder y lucro, y de esta manera incurrir en graves faltas
éticas.
EL CASO CODELCO
Sin duda este es uno de los mayores escándalos financieros que ha afectado nuestro
país, la pérdida de Codelco fue de aproximadamente US$ 217 millones. El principal
responsable de esto fue Juan Pablo Dávila; el cual fue acusado de evasión tributaria,
fraude al Estado, negociación incompatible y presentación de documento falso en causa
criminal.
La mala gestión de Dávila: Dávila sacaba provecho de su condición de jefe de
Departamentos de Futuro de Codelco y favorecía a las corredoras Sogemin Metals y
Metalgesselschaft. El método consistía en que cada operación de derivados, Codelco
debía elegir tres cotizaciones que presentaban empresas elegidas al azar, y gracias a
Dávila, Sogemin siempre se encontraba entre éstas; de esta forma siempre contaba con
una determinada ventaja ante las demás. A cambio de esto Dávila recibía comisiones, lo
mismo que los socios y los ejecutivos de Sogemin Chile.
CASO MANUEL FUENTES CANCINO
Este es uno de los casos de protección de narcotraficantes por parte de un juez más
conocido en Chile. Fuentes, conocido como “el perilla” (jefe del conocido cartel de La
Legua), fue detenido en Diciembre de 1993 tras descubrirse que él era el receptor de un
gran embarque de cocaína en Valparaíso. Pero a pesar de todos estos antecedentes, este
delincuente sólo cumplió once meses de condena; ya que luego salió en libertad bajo
fianza gracias a un cuestionable proceso (en 1995 sería recapturado nuevamente).
Tiempo después, debido a la eficiente labor de un abogado del Consejo de Defensa del
Estado, se descubrió que el fiscal de la Corte Suprema, Marcial García Pica, intervino a
favor del antisocial ante los ministros encargados de resolver la situación procesal de
Fuentes Cancino. Hoy “el perilla” sigue en libertad, mientras el Poder Judicial pierde su
credibilidad.
24
EL CASO LOZAPENCO
Este caso es conocido por ser el fraude tributario más grande que ha tenido lugar en
Chile. Las pérdidas se estimaron en aproximadamente US$ 46 millones, cifra
descubierta tras la quiebra de la empresa Lozapenco. Lozapenco fue comprada en 1987
por Feliciano Palma Matus y su cónyuge Margarita Germany, y durante 3 años
revolucionó la comunidad de Penco (su lugar de ubicación), debido a su crecimiento.
Pero en Abril de 1990 se descubrió que Palma realizaba movimientos cuestionables
(situación que derivó en la quiebra de la empresa), entre estos delitos estaban: la
exportación de sanitarios y palos de escoba sobrevalorados, y operaciones ilegales del
cobro de I.V.A. Feliciano Palma luego sería procesado.
EN LA PRÁCTICA:
Dimensiones abordadas:
1.
2.
3.
4.
5.
La Ley.
Los Derechos Humanos.
El Medio Ambiente y Generaciones Futuras.
La organización en la que se trabaja.
La Profesión.
UN PROFESIONAL ES RESPONSABLE Y ÉTICO ANTE LA LEY
•
•
•
•
•
•
•
Cumpliendo las convenciones y declaraciones internacionalmente reconocidas y
con sus instrumentos en vigencia.
Cumpliendo con todas las leyes, regulaciones, normas del país en el que se
reside y en el que se trabaja.
Alejándose de cualquier forma de corrupción, extorsión y soborno.
Cumpliendo con los legítimos contratos y compromisos adquiridos.
Conociendo el alcance de su responsabilidad profesional tanto en lo civil y como
en lo penal, y las sanciones aplicables al incumplimiento de los deberes
relacionados con su profesión.
Cooperando con la justicia siempre que se lo requiera.
Denunciados actos fuera de la ley de los que sea testigo y se posea las pruebas
objetivas requeridas por la justicia para demostrar el hecho denunciado.
UN PROFESIONAL ES RESPONSABLE Y ÉTICO ANTE LOS DERECHOS
HUMANOS
•
•
•
Procurando condiciones de trabajo dignas que favorezcan la seguridad, salud
laboral y el desarrollo humano y profesional de los empleados y colaboradores.
Absteniéndose de ser cómplice de abusos a los derechos humanos cometidos
contra cualquier persona sin importar si el profesional tiene o no relación con
ella.
Asegurándose que todo personal a su cargo sin excepción conoce los derechos
humanos y culturales y de no ser así capacitarlos para que lo conozcan.
25
UN PROFESIONAL ES RESPONSABLE Y ÉTICO ANTE EL MEDIO
AMBIENTE Y LAS GENERACIONES FUTURAS
•
•
•
•
•
Respetando el medio ambiente evitando en todo lo que este a su alcance
cualquier tipo de contaminación minimizando la generación de residuos y
racionalizando el uso de los recursos naturales y energéticos.
Asumiendo iniciativas para promover la prevención y una mayor
responsabilidad medioambiental.
Previniendo en todo lo que pudiere la contaminación del medio ambiente y el
calentamiento global
Consumiendo con responsabilidad: el agua, la electricidad, el gas natural y otros
recursos.
Cuidando con la tierra que heredaran las futuras generaciones.
UN PROFESIONAL ES RESPONSABLE Y ÉTICO ANTE LA COMUNIDAD
•
•
•
•
•
•
Procurando un impacto social positivo sobre las personas de su entorno y sobre
las comunidades en las cuales operan.
Respetando a las personas locales y a los pueblos originarios, sus valores,
tradiciones y el aporte de su cultura al contexto social.
Asegurándose que las comunidades en las cuales trabajan, estén informadas de
manera oportuna de cualquier factor que pudiera ser necesario que conozcan por
su impacto social.
Contribuyendo con el desarrollo económico de las comunidades en las que
desempeña su labor.
Sirviendo a la comunidad y a la sociedad con productos y servicios útiles y en
condiciones justas.
Procurando una distribución equitativa de la riqueza generada.
UN PROFESIONAL ES RESPONSABLE
ORGANIZACIÓN EN LA QUE SE TRABAJA
•
•
•
•
•
•
Y
ÉTICO
ANTE
LA
Aceptando sólo prestar servicios para los cuales se tiene el entrenamiento
adecuado para realizar las actividades en un marco de calidad y responsabilidad
técnica.
Recibiendo una retribución económica justa que guarde relación con la tarea
realizada.
Absteniéndose de aprovecharse de situaciones que puedan perjudicar a quien
haya contratado sus servicios.
Respetando el secreto profesional y de no revelar, por ningún motivo, en
beneficio propio o de terceros, los hechos, datos o circunstancias de que tenga o
hubiese tenido conocimiento en el ejercicio de su profesión.
Aclarando las relaciones que guarda ante quien patrocina sus servicios cuando
emita juicio profesional que sirva de base a terceros para tomar decisiones.
Analizando cuidadosamente las verdaderas necesidades que puedan tenerse de
sus servicios, para proponer aquéllos que más convengan dentro de las
circunstancias.
26
•
•
Teniendo responsabilidad y carácter para no aceptar trabajos en los que se
requiera su independencia de hecho y de apariencia, si ésta se encuentra
limitada.
Respetando y cumpliendo todas las normas que tenga la organización para su
personal y el contrato que regula la relación de laboral del profesional.
UN PROFESIONAL ES RESPONSABLE Y ÉTICO ANTE SU PROFESIÓN
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Siendo solidario con el otro, expresando en sus actos honradez, carácter,
cortesía, discreción, honestidad, respeto y compromiso social.
Expresando cualquier juicio profesional con la obligación de sostener un criterio
libre de conflicto de intereses e imparcial.
Realizando trabajos con calidad técnica y con una prestación de servicios
adecuada en tiempo y forma alineado con las normas aplicables, legislación
vigente.
Pagando los impuestos y las obligaciones previsionales que le correspondiera
por su desempeño profesional o por la responsabilidad que se tenga por personal
contratado.
Aceptando como una responsabilidad personal e instranferible los trabajos
llevados a cabo por él o realizados bajo su dirección.
Rechazando las tareas que no cumplan con la moral, el honor, la dignidad y las
buenas prácticas sociales.
Cuidando las relaciones con sus colaboradores, con sus colegas y con las
instituciones que los agrupan, buscando que nunca se menoscabe la dignidad de
la profesión sino que se enaltezca.
Trabajando para que la sociedad en general y los clientes gesten una imagen
positiva y de prestigio, para lo cual sólo se valdrá de su calidad profesional y
personal. Esto siempre sin caer en una auto-promoción carente de significado
profesional y social.
Transmitiendo sus conocimientos contribuyendo al desarrollo de otras personas.
Fundando en elementos objetivos las opiniones, informes y documentos que
presente el Profesional, sin ocultar o desvirtuar los hechos de manera que
puedan inducir a error u otros problemas.
Firmando sólo informes y documentos que son necesariamente el resultado de
un trabajo practicado por él o por algún colaborador bajo su supervisión.
Aceptando sólo trabajos para los cuales está capacitado y preparado tanto
técnica como emocionalmente.
Asumiendo la responsabilidad por las consecuencias de cualquier informe que
llevara su firma, como de cualquier secuela directa de sus actos.
Consultando o intercambiando impresiones con otros colegas en cuestiones de
criterio o de doctrina, pero nunca deberá proporcionar datos que identifiquen a
las personas o negocios de que se trate, a menos que sea con consentimiento de
los interesados.
Absteniéndose de utilizar sus conocimientos profesionales en tareas que no
cumplan con la moral y la responsabilidad social.
Absteniéndose de hacer comentarios sobre otro Profesional cuando dichos
comentarios perjudiquen su reputación o el prestigio de la profesión en general.
27
•
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Otorgando a los colaboradores el trato que les corresponde como profesionales y
vigilando su adecuado entrenamiento, superación y justa retribución.
Absteniéndose de ofrecer trabajo directa o indirectamente a empleados o socios
de otros Profesionales, si no es con previo conocimiento de éstos. Exceptuando
aquellos casos que las personas que por su iniciativa o en respuesta a un anuncio
le soliciten empleo.
Cimentando la reputación, compromiso social, honradez, laboriosidad y
capacidad profesional, observando las reglas de ética profesional más elevadas
en sus actos.
Enviando material de promoción tanto de su empresa como de su persona sólo a
las personas que han consentido previamente el envío, solicitándolos de
diferentes formas.
Evitando que se utilice su nombre en relación con proyectos, informes, balances,
informaciones financieras o estimaciones de cualquier índole.
Asumiendo la responsabilidad cuando por la naturaleza del trabajo, el
Profesional debe recurrir a la asistencia de un especialista y la participación de
éste en el trabajo sea fundamental para alcanzar los resultados previstos, el
Profesional asumirá la responsabilidad respecto a la capacidad y competencia
del especialista y deberá informar claramente a su cliente las peculiaridades de
esta situación.
Negando permiso de actuar en su nombre a personas que no sea socio,
representante debidamente acreditado o empleado bajo su autoridad.
Puntualizando claramente en qué consistirán sus servicios y cuáles serán sus
limitaciones.
Absteniéndose de ofrecer sus servicios a clientes de otro colega. Sin embargo,
tiene el derecho de atender a quienes acudan en demanda de sus servicios o
consejos.
Actuando exclusivamente dentro de los lineamientos convenidos con otro colega
cuando éste solicite su intervención para prestar servicios específicos a un
cliente. En el caso de que el cliente solicite una ampliación de los servicios
originalmente establecidos para el Profesional llamado a colaborar, éste no
deberá comprometerse a actuar en forma alguna sin antes obtener la anuencia del
colega por cuyo conducto recibió las instrucciones originales.
Absteniéndose de contratar o hacer trabajo profesional por su cuenta, sin el
consentimiento de los otros socios cuando se los tenga.
Respetando el principio de la libertad de asociación y el derecho a la
negociación colectiva;
Negociando bajo la premisa que todas las partes deben ganar.
Garantizando que las personas que desempeñen un trabajo en su ámbito laboral
lo hagan dentro de una relación de empleo reconocida y legal. Además bajo un
ambiente de trabajo saludable y seguro.
Coadyuvando en el desarrollo de las personas que trabajan con él.
Respetando la propiedad intelectual y otros derechos de propiedad y respeto por
los intereses de todas las partes interesadas.
Manteniendo una comunicación correcta, efectiva con contenido sustantivo para
todos aquellos que trabajan con él.
Absteniéndose de emplear niños, ni practicar cualquier forma de trabajo forzado.
28
Absteniéndose de cualquier práctica discriminatoria e injusta en sus prácticas de
empleo, ya sea basada en religión, sexo, raza, color, idioma, opinión política o
de otro tipo, origen nacional o social, propiedades, nacimiento u otro estado.
• Promoviendo en su contexto inmediato y social la práctica de la responsabilidad
social, siendo ético y transparente en los actos.
DEONTOLOGÍA Y ÉTICA PROFESIONAL
•
El término deontología profesional hace referencia al conjunto de principios y reglas
éticas que regulan y guían una actividad profesional. Estas normas determinan los
deberes mínimamente exigibles a los profesionales en el desempeño de su actividad. Por
este motivo, suele ser el propio colectivo profesional quién determina dichas normas y,
a su vez, se encarga de recogerlas por escrito en los códigos deontológicos. A día de
hoy, prácticamente todas las profesiones han desarrollado sus propios códigos y, en este
sentido, puede hablarse de una deontología profesional periodística, de una deontología
profesional médica, deontología profesional de los abogados, etc.
Es importante no confundir deontología profesional con ética profesional. Cabe
distinguir que la ética profesional es la disciplina que estudia los contenidos normativos
de un colectivo profesional, es decir, su objeto de estudio es la deontología profesional,
mientras que, tal como se apuntaba al comienzo del artículo, la deontología profesional
es el conjunto de normas vinculantes para un colectivo profesional.
A lo largo de la historia ha habido diversas maneras de entender la ética y distintas
propuestas morales orientadoras de la vida humana. Es posible decir que la Ética es una
parte de la Filosofía Práctica que se ocupa del hecho moral y de los problemas
filosóficos que nacen de la conducta humana. La ética se dedica al estudio de los actos
humanos, pero aquellos que se realizan por la voluntad y libertad absoluta, de la
persona. Todo acto humano que no se realice por medio de la voluntad de la persona y
que esté ausente de libertad, no forma parte del campo de estudio de la ética. La ética,
por tanto, no inventa la vida moral sino que reflexiona sobre ella. Desde la perspectiva
del discurso moral existe la presunción, además, de que el ser humano es en cierto modo
libre. Esta consideración deja abierto el campo de posibilidades de actuación de los
seres humanos. En el ejercicio de esa libertad se producen conflictos que constituyen la
clave de la vida moral y sobre los que la ética, como reflexión teórica, trata de dar luz,
para encauzar adecuadamente la praxis, la acción humana.
La propia discusión de una ética profesional ya implica la idea de la existencia de un
código moral colectivo con un cierto grado de intersubjetividad y con un carácter
vinculante entre sus miembros, y no sólo un mero conjunto de normas apelativas a la
intuición, a la emoción o al extremo del relativismo de la moral individual.
Las normas deontológicas son incomprensibles sin la referencia al contexto o grupo
social en el que son obligatorias. La obligación se circunscribe a ese grupo, fuera del
cual pierden la obligatoriedad.
ORIGEN DEL CONCEPTO
El término deontología procede del griego: to deon (lo conveniente, lo debido) y logía
(conocimiento, estudio…); lo que significa, en términos generales, el estudio o la
29
ciencia de lo debido. El objeto de estudio de la Deontología son los fundamentos del
deber y las normas morales. El concepto de deontología fue acuñado por Jeremías
Bentham en su obra Deontología o ciencia de la moral, donde ofrece una visión
novedosa de esta disciplina. Para Bentham, la deontología se aplica fundamentalmente
al ámbito de la moral; es decir, a aquellas conductas del hombre que no forman parte de
las hipótesis normativas del derecho vigente, aquellas acciones que no están sometidas
al control de la legislación pública. Esto sugiere una de las intenciones de la redacción
de los códigos deontológicos: explicitar la dimensión estrictamente moral de una
profesión, aquellos comportamientos exigibles a unos profesionales, aunque no estén
delimitados jurídicamente, o quizá, por ello mismo.
La primera alusión al término deontología la hizo Bentham en su obra Science de la
Morale (París, 1832). Con ella quería dotar de un enfoque algo más liberal al concepto
ética y convertir en un concepto laico el término, hasta entonces religioso, moral. En
otras palabras, pretendía lograr la fórmula kantiana, esquivando la carga de subjetividad
de la moral y la ética. En "Deontología o ciencia de la moral" busca el racionalismo, con
un mecanicismo casi matemático con el que valorar los comportamientos por su
utilidad. Sin embargo, el intento de Bentham por cambiar el contenido de la moralidad
por un concepto más “aséptico” y menos valorativo, no logró esa transformación por el
mero hecho de acuñar un nuevo término. Es decir, aun hoy, cuando nos referimos al
término deontología, seguimos relacionando está con la ética y/o la moral.
Bentham considera que la base de la deontología es el utilitarismo, lo que significa que
los actos de las personas se consideran buenos o malos en función de la felicidad global
que puedan generar. Según este marco teórico, el fin de una acción debe ser conseguir la
máxima felicidad para el mayor número de personas. De este modo, toda acción que
conduzca a ese fin, será aceptada como moralmente correcta.
¿Qué es aquello a lo que podemos denominar bien en sí o bien incondicional? En
nuestro contexto sociocultural actual, es la dignidad de cada persona, que debe ser
admitida y garantizada jurídicamente y defendida políticamente. La dignidad es aquello
que debe constituir el núcleo principal de toda ética filosófica y de toda deontología
profesional que se precie.
Emmanuel Derieux sostuvo que, gracias a la deontología, la ética profesional adquiere
un reconocimiento público; y es que la moral individual se hace trascendente en el
campo de la profesión. La deontología surge como una disciplina que se ocupa de
concretar normas en el ámbito profesional para alcanzar unos fines.
Como dice P.Barroso en el Diccionario de ciencias y técnicas de comunicación, “Ética
es la ciencia filosófico-normativo y teórico-práctica que estudia los aspectos
individuales y sociales de la persona a tenor de la moralidad de los actos humanos, bajo
el prisma de la razón humana, teniendo siempre como fin el bien honesto, la
honestidad”. A partir de esta definición se deduce su:
Objeto material: realidad que constituye el objeto de estudio. En ética es la persona, el
ser y la configutración virtuosa o viciosa que se dé a sí o cada uno a través de las
acciones. Son susceptibles de calificarse como éticas pues, las acciones humanas que
son libres (dependen de la voluntad de la persona). Formal. Punto de vista según el cual
30
las acciones son calificadas como buenas o malas. Se denomina moralidad y se basa en
valores y normas.
Conocimiento (Ciencia): Aquello que se sabe de manera cierta y sus causas. Doctrina
ordenada que constituye una rama particular del saber humano. Disciplina filosófica. La
ética como disciplina filosófica intenta a través de métodos de análisis y experiencia
propios de la filosofía, elaborar los conceptos y argumentos para comprender la
dimensión moral de la persona.
La moral se puede justificar desde tres perspectivas: la Metaética (viendo qué son los
juicios morales como juicios de valor), la Ética normativa y mediante la propuesta de
unas reglas práctias para la discusión, escapando del "todo vale".
Metaética: Con este término se designa al estudio sobre la significación, el sentido y la
evolución histórica de los conceptos éticos. En un principio se distinguen dos grandes
grupos de teorías: Las Cognoscitivistas o Descriptivistas (dicen que podemos conocer la
ética o moral en términos de conocimiento verdadero) y las No cognoscitivistas o no
descriptivas (en las que no cabe conocimiento propiamente dicho). Dentro de las
descriptivistas, distinguimos las naturalistas (sostienen que los términos éticos
describen propiedades observables de las cosas); con el utilitarismo como ejemplo. Y,
por otro lado, las teorías no naturalistas (creen que los juicios de valor son verdaderos o
falsos, pero las características de las cosas no son observables por la experiencia); con el
intuicionismo como ejemplo. Dentro de las teorías no descriptivistas, podemos
encontrar el Emotivismo (que sostiene que con afirmaciones morales no expresamos
conocimiento, sino emociones con las que intentamos influir o incidir en las emociones
y comportamientos de los demás); y el Prescriptivismo (que enuncia que al hacer juicios
morales no describimos las cosas "que son", sino "las que deberían ser"; es decir,
expresamos imperativos, enunciamos normas).
Ética normativa: Distinguimos las teorías Deontológicas y Teleológicas; incluyendo
un tercer grupo: la Ética de la virtud. A grandes rasgos, exponemos las principales
diferencias. Las Teorías Deontológicas que tienen como concepto principal el "deber
previamente establecido", están inspiradas en Kant. Las Teorías Teleológicas se basan
en las consecuencias, y su corriente principal es el utilitarismo. Y, la Ética de la virtud
se basa en las actitudes de las personas, con la corriente de Aristóteles como base
teórica.
Podemos señalar una serie de características que conforman la Ética de la Virtud según
Aristóteles.
Para Aristóteles, el orden social en los modos de vida está directamente ligado con el
orden natural de los mismos. Aristóteles considera que, lo bueno es hacia lo que tienden
las cosas de forma natural. Dicho de otra forma, todo aquello que es natural es, según
este autor, bueno.
Sin embargo, esta teoría no está libre de crítica. Es, precisamente, la absolutización de
su postura la que genera más desacuerdo, ya que no podemos probar, a ciencia cierta,
que lo natural puro exista. Por otra parte, muchas cosas de las que consideramos
"naturales", nos vienen dadas por la cultura. Además, no podemos olvidar el hecho de
31
que la naturaleza evoluciona, no es estática, por lo que si ésta es susceptible de cambio,
lo bueno también se vería afectado.
Propuesta intermedia: La vía intermedia se basaría en una idea prescriptivista y
también en una perspectiva deontologista. Pero esto no significa que sea incompatible
con otros puntos de vista. Es una propuesta teórica, a la par que práctica. Sus principales
características serían: un punto de vista moral, el diálogo, la racionalidad práctica y la
coherencia y universalidad (relacionadas con la idea de imparcialidad).
Podemos señalar una serie de características que conforman la deontología kantiana.
Kant, al definir la deontología, hace referencia al deber y a las obligaciones, no nos
habla de una ética relacionada con el porvenir del hombre, de sus objetivos o de sus
aspiraciones en la vida, más bien, enfoca la ética a una ética del deber, la cual establece
pautas de comportamiento que se deben seguir o leyes que regulan a los ciudadanos.
Se podría considerar como una ética independiente y formal si tenemos en cuenta que
no ofrece contenidos, no establece pautas para llevar una vida que se pueda considerar
“buena" o “mala”.
Mencionar por último, su implicación con el criterio de capacidad de universalización,
que posibilita diferenciar entre máximas de tipo moral y las que no lo son.
Al igual que sucede con la teoría de Aristóteles, la teoría de Kant también es objeto de
crítica:
En primer lugar, a Kant se le puede criticar que, al relacionar la ética con cómo deben
hacerse las cosas, está universalizando el concepto, porque presupone que todos
debemos entenderla del mismo modo. No obstante, la ética está ligada a la moral, y ésta
también es particular a cada persona. Por lo tanto, probablemente el deber, no es visto
igual por todos.
En segundo lugar, Kant establece cómo hay que actuar, pero no nos dice si eso es bueno
o no. La ética no se refiere sólo a la forma, sino también al fondo de las cosas.
Por último, Kant olvida por completo el sentimiento humano: según él tenemos que
actuar en base al deber y no en base a lo que de verdad queremos hacer. En este sentido,
actuar conforme al deber nos aleja de la felicidad.
OBJETIVOS
Todo profesional está y debe estar sometido a controles sociales más o menos rigurosos
que permitan exigirle responsabilidades de muy diversa índole en relación con sus
actos, de ahí la necesidad de establecer unos principios éticos. Independientemente de la
propia conciencia, que debiera ser quién más rigiera el cumplimiento de los códigos
morales, existe la figura de los colegios profesionales para mantener, promover y
defender la deontología. Éstos vigilan el cumplimiento de determinados niveles de
exigencia, de competencia y de calidad en el desempeño del trabajo de sus colegiados.
32
El Estado, al convertir a los colegios profesionales en corporaciones a través de
mecanismos legales, propicia el modo de mantener la deontología profesional. Les
encarga funciones públicas y les dota de la potestad de imponer una determinada
disciplina a todos los profesionales pertenecientes a este colectivo.
Para que se pueda pedir responsabilidad por actuaciones profesionales se precisan dos
requisitos: la independencia y la libertad. El profesional debe ser independiente en el
momento de tomar decisiones y debe ser enteramente libre de ejecutarlas.
La deontología es de sumo interés para el mundo profesional, y en concreto, para
profesiones que comportan una elevada responsabilidad social (médicos, abogados,
docentes, psicólogos, periodistas…). Esa deontología busca un equilibrio entre un
determinado estilo de vida moral (lo que antes denominábamos êthos o carácter moral)
y un alto nivel de profesionalidad técnico-científica. Esta doble dimensión ha de tratarse
con armonía y equilibrio para una mayor dignificación de cualquier actividad laboral.
ÉTICA Y MORAL
Estos dos términos proceden uno del griego,<ethos> (=costumbre), y otro del latín,
<mos−moris> (=costumbre). Ambos tienen la misma raíz semántica y por tanto la
misma significación original. Por ello Ética y Moral, etimológicamente, se identifican y
se definen como la "ciencia de las costumbres". Sin embargo, con el tiempo ambos
vocablos han evolucionado hacia significaciones distintas.
El concepto de ética y el de moral están sujetos a diferentes usos dependiendo de cada
autor, época o corriente filosófica. Por este motivo es necesario identificar las
características de ambos términos para poder establecer las distinciones y semejanzas
pertinentes.
La moral hace referencia a todas aquellas normas de conducta que son impuestas por la
sociedad, se transmiten de generación en generación, evolucionan a lo largo del tiempo
y poseen fuertes diferencias con respecto a las normas de otra sociedad y de otra época
histórica. El fin último que persiguen estas reglas morales es orientar la conducta de los
integrantes de esa sociedad.
Por su parte, la ética es el hecho real que se da en la mentalidad de algunas personas, es
un conjunto de normas, principio y razones que un sujeto ha realizado y establecido
como una línea directriz de su propia conducta.
En ambos casos se tratan de normas, de percepciones, y de "deber ser". Sin embargo,
moral y ética presentan ciertas diferencias:
Moral
Ética
Nace en el seno de una sociedad y
por tanto, ejerce una influencia
muy poderosa en la conducta de
cada uno de sus integrantes
Surge en la interioridad de una persona, como
resultado de su propia reflexión y su propia
elección. Pueden coincidir o no con la moral
recibida.
33
Actúa en la conducta desde el Influye en la conducta de una persona de forma
exterior o desde el inconsciente
consciente y voluntaria.
Destaca la presión del valor captado y apreciado
Ejerce presión externa y destaca internamente como tal. El fundamento de la norma
su aspecto coercitivo, impositivo ética es el valor, no el valor impuesto desde el
y punitivo
exterior, sino el descubierto internamente en la
reflexión de un sujeto
Por tanto, podemos afirmar que existen tres niveles de diferenciación:
1. El primer nivel reside en la Moral, es decir, en las normas de origen externo que
condicionan la mentalidad del individuo.
2. El segundo nivel en la ética conceptual, entendida como el conjunto de normas de
origen interno, personal y autónomo.
3. El tercer nivel es la Ética axiológica como conjunto de normas originadas en una
persona dada una reflexión previa sobre ciertos valores.
Mientras que la Ética se apoya en la razón y depende de la filosofía; la Moral se apoya
en las costumbres y la conforman un conjunto de elementos normativos, que la sociedad
acepta como válidos.
DEONTOLOGÍA Y ÉTICA PROFESIONAL
Estos dos términos suelen usarse como sinónimos, pero no lo son. Es importante
destacar las principales diferencias entre ellos:
Deontología Profesional
Ética profesional
Orientada al deber
Orientada al bien, a lo bueno
Recogida en normas
"deontológicos"
y
No se encuentra recogida en normas ni en
códigos códigos deontológicos, está relacionada con lo
que piensa el propio individuo (conciencia
individual/profesional)
Esas normas y códigos son mínimos y
No es exigible a los profesionales de un
aprobados por los profesionales de un
determinado colectivo (periodistas, médicos,
determinado colectivo profesional
abogados,...)
(periodistas, médicos, abogados,...)
Se ubica entre la moral y el derecho
Parte de la ética aplicada
Una de las diferencias cuando hablamos de "ética" y "deontología" es que la primera
hace directamente referencia a la conciencia personal, mientras que la segunda adopta
una función de modelo de actuación en el área de una colectividad. Por ello, con la
concreción y diseño de códigos deontológicos, además de autorregular esta profesión, se
invita al seguimiento de un camino muy concreto y a la formación ética de los
comunicadores.
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De forma teórica, podríamos diferenciar dos grandes grupos: la ética social y la ética
individual. Dentro de la ética individual se diferencia, también, una ética interpersonal
que es la que rige el comportamiento que tenemos en relación a otros individuos. Aquí
se puede situar la ética profesional ya que rige el comportamiento del profesional en su
actividad laboral. Los principios que rigen la profesión se obtienen a través de métodos
similares a los de la ética general: dialógico, inductivo y deductivo. Para conocer el
fundamento ético y moral de un código ético, se requiere el estudio de la actividad
profesional en sí misma y no es suficiente la labor de un filósofo que desconozca la
profesión.
La ética de las profesiones se mueve en el nivel itermedio de las éticas específicas o
“aplicadas”. El profesional se juega en el ejercicio de su profesión no sólo ser un buen o
mal profesional sino también su ser ético. No acaba de ser considerada una persona
éticamente aceptable quien en todos los ámbitos actuase bien y cumpliese con sus
deberes menos en el ejercicio de sus responsabilidades profesionales. La ética general
de las profesiones se plantea en términos de principios: el principio de beneficencia, el
principio de autonomía, el principio de justicia y el principio de no maleficencia El
deontologismo plantea los temas éticos en términos de normas y deberes.
Los principios se distinguen de las normas por ser más genéricos que éstas. Los
principios ponen ante los ojos los grandes temas y valores del vivir y del actuar. Las
normas aplican los principios a situaciones más o menos concretas, más o menos
genéricas. Las normas suelen hacer referencia a algún tipo de circunstancia, aunque sea
en términos genéricos. Pero también los principios se hacen inteligibles cuando
adquieren concreción normativa y hacen referencia a las situaciones en las que se
invocan y se aplican. En términos generales un principio enuncia un valor o meta
valiosa. Las normas, en cambio, intentando realizar el principio bajo el que se
subsumen, dicen cómo debe aplicarse un principio en determinadas situaciones.
Tanto las normas como los principios son universales aun cuando el ámbito de
aplicación de los principios sea más amplio y general que las normas específicas que
caen bajo dicho principio.
Desde la perspectiva de la ética profesional, el primer criterio para juzgar las
actuaciones profesionales será si se logra y cómo se logra realizar esos bienes y
proporcionar esos servicios (principio de beneficencia). Como toda actuación
profesional tiene como destinatario a otras personas, tratar a las personas como tales
personas, respetando su dignidad, autonomía y derechos sería el segundo criterio
(principio de autonomía). Las actuaciones profesionales se llevan a cabo en un ámbito
social con demandas múltiples que hay que jerarquizar y recursos más o menos
limitados que hay que administrar con criterios de justicia (principio de justicia). Y, en
todo caso, habrá que evitar causar daño, no perjudicar a nadie que pueda quedar
implicado o afectado por una actuación profesional (principio de no maleficencia).
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36
UNIDAD 3
OBJETIVO TERMINAL:
Lograr que los profesionales de la educación, luchando toda la vida, se conviertan en
profesionales imprescindibles.
LA CONCIENCIA PROFESIONAL
LA DEONTOLOGÍA COMO ÉTICA PROFESIONAL
En un sentido vulgar se habla de deontología en referencia al buen hacer que produce
resultados deseables, sobre todo en el ámbito de las profesiones. Un buen profesional es
alguien que, en primer lugar, posee una destreza técnica que le permite, en condiciones
normales, realizar su tarea con un aceptable nivel de competencia y calidad. Las reglas
del buen hacer –perfectum officium, acción llevada a cabo conforme a los imperativos
de la razón instrumental– constituyen, sin duda, deberes profesionales. Y esto no es en
modo alguno ajeno al orden general del deber ético. Aún más: las obligaciones éticas
comunes para cualquier persona son, además, obligaciones profesionales para muchos
En definitiva, cuando nos refiramos a una profesión determinada, podemos hablar de la
existencia de una ética y de una deontología determinada.
La primera se podría centrar en determinar y perfilar el bien de una determinada
profesión (aportación al bien social) y la deontología, por su parte, se centraría en
definir cuáles son las obligaciones concretas de cada actividad.
CONCIENCIA PROFESIONAL
La conciencia humana es individual, pero tiene varias dimensiones: la conciencia
reflexiva (porque es consciente de sí misma) y la conciencia ética, que añade a la
conciencia individual la condición de ser, además, una conciencia responsable. Es decir,
que con la primera cada persona se relaciona con las demás, pero la conciencia ética nos
responsabiliza en la forma de trato hacia esas otras personas. Además de estas dos hay
una clase de conciencia más, constituida como un concepto muy importante relacionado
con la deontología profesional: la conciencia profesional.
La conciencia profesional es una dimensión esencial de la conciencia ética, a la que
añade la responsabilidad que cada persona tiene. Se manifiesta en un comportamiento
socialmente responsable acerca de los deberes específicos de una profesión después de
haber interiorizado, asumido y personalizado un código de valores referentes a dicha
profesión, para después analizar, aplicar y resolver problemas específicos de la
profesión con la mejor competencia y rectitud posibles y socialmente exigibles.
Se puede hablar de cuatro niveles de la conciencia profesional:
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1) La conciencia profesional es intransferible e individual, nadie es
responsable por ninguna otra persona.
2) Nivel de los deberes específicos, aprendidos, asumidos y personalizados
por socialización ética. Cada persona tiene que haberse socializado en el
código deontológico de su profesión.
3) Nivel de madurez y equilibrio psíquico. Para que la conciencia
profesional pueda funcionar hay que gozar de un grado de madurez
mínimo.
4) Aptitud profesional para el ejercicio digno de una profesión.
LA COSTUMBRE Y LA RESPONSABILIDAD PROFESIONAL
La costumbre son normas que crean una sociedad y que le dan un hecho jurídico
palpable. Tienen al igual que ocurre con las leyes, consecuencias cuando son violadas.
El profesional debe regirse por su código de ética propio, pero también tiene que tener
en cuenta un marco de costumbre.
La gran mayoría de los autores coinciden al señalar que el fundamento de la
responsabilidad es la libertad de la voluntad.
El sentimiento de responsabilidad también se puede ir desarrollando a lo largo de la
trayectoria vital y profesional de una persona.
Una profesión cualquiera debe tener un periodo de aprendizaje, una preparación previa
especializada y casi siempre formal, que se debe completar con una formación
permanente que se completa con el paso del tiempo y la vivencia de distintas situaciones
en la vida profesional a las que enfrentarse.
El periodista, en virtud de los imperativos éticos que emanan de su profesión, es el
responsable de facilitar al lector la comprensión y el conocimiento de la realidad
compleja en la que se desenvuelve. La veracidad y la evaluación de los posibles efectos
que sobre el lector pudiera tener publicación o la omisión de determinadas
informaciones, es fundamental para la consolidación de los valores democráticos y la
creación de una opinión pública responsable.
COLEGIOS PROFESIONALES
Los Colegios Profesionales, tal como los define la ley, “son corporaciones de derecho
público, amparadas por la ley y reconocidas por el Estado, con personalidad jurídica
propia y plena capacidad para el cumplimiento de sus fines, entre los que se encuentra la
ordenación del ejercicio de las profesiones”. Además, son las corporaciones que
elaboran los códigos deontológicos.
Los códigos deontológicos cumplen una triple función:
a) Fijar una serie de criterios de carácter científico-funcional para el
ejercicio de la profesión, con el objetivo de dar operatividad y eficacia a
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las actividades ejercidas en el ámbito cubierto por las normas
establecidas.
b) Refundir orientaciones éticas para el ejercicio de la profesión y
plasmarlas en códigos de deontología profesional.
c) La posibilidad de imponer sanciones disciplinarias a los colegiados que
incumplan los dictados de los códigos deontológicos. Esta función tiene
la singularidad de conferir a éstos relevancia jurídica estatal, lo que
otorga a la deontología ciertas coincidencias con el Derecho en lo que se
refiere a la utilización de un procedimiento judicial.
Una diferencia importante entre la deontología profesional y el derecho reside en el
origen de estos dos órdenes normativos reguladores del ejercicio de una profesión. La
fuente del derecho es el poder legislativo del Estado -que emana del ejercicio de la
Soberanía Popular-, mientras que el origen de la deontología profesional no es "estatal",
sino que emana del propio colectivo profesional, y desde una labor de autorregulación.
En casos excepcionales, la iniciativa de un código deontológico puede partir del Estado
o de una entidad supraestatal, como el es caso paradigmático del Código deontológico
de los periodistas del Consejo de Europa, aunque es una condición necesaria que el
colectivo profesional lo incorpore a su actividad y ejerza una labor de autorregulación.
Sin estas dos condiciones, este código normativo se convertiría en derecho y no en
deontología profesional. Por lo tanto, no es necesariamente excluyente de la deontología
profesional un código de origen externo a la propia profesión, si pasa por el filtro de la
autorregulación.
En el caso de las profesiones que requieren colegiación profesional, como la abogacía y
la medicina, existe una institucionalización de la sanción. Sin embargo, hay profesiones
como el periodismo, que se ejercen sin colegiación obligatoria. En estos casos, el
incumplimiento de las normas deontológicas lleva aparejada una sanción similar a la
que corresponde a la vulneración de las normas morales: mala imagen pública,
reproche, expulsión del grupo, etc. Esto las diferencia de las profesiones de colegiación
obligatoria, caracterizadas por la institucionalización de la sanción. Pero no implica
falta de gravedad. Un profesional puede considerar que una sanción por infracción del
código de deontología profesional tiene más importancia que una sanción
administrativa.
Retomando la idea de que la deontología profesional es uno de los órdenes reguladores
del ejercicio de una profesión, en una situación intermedia entre el derecho y la moral,
es necesario hacer una serie de precisiones. Las normas de la deontología profesional,
aun sentidas como vinculantes entre los miembros del colectivo, se alejan del carácter
coercitivo del derecho. El derecho es siempre coactivo, y la deontología profesional
puede o no imponer sanciones y, en el caso de aplicarse, son menos graves que las
impuestas por el derecho. La sanción más grave que puede imponer la deontología
profesional es la exclusión de la profesión.
Por otro lado, las sanciones de la deontología profesional en aquellas profesiones que no
exigen para su ejercicio la colegiación obligatoria son sanciones sociales difusas; es
decir, que aparte de no llegar al grado de gravedad de la sanción jurídica, no tienen por
qué estar necesariamente institucionalizadas. Un ejemplo de sanciones sociales difusas
39
-en este sentido de informalidad, cercanas a la moral- emitidas por la deontología puede
ser la consideración de exclusión del colectivo profesional de un miembro, sin llegar
ésta a ser una sanción no formalizada.
No obstante, la deontología profesional tiene un mayor grado de institucionalización
que la moral general, de tal modo que, para hablar de deontología profesional, es
necesario un grado de institucionalización normativa -inferior a la del derecho pero
superior a la de la moral. La moral, aunque es de carácter social, tiene un componente
último que es individual, mientras que la instancia última de la deontología profesional
es colectiva, común a todo el grupo profesional. Igual que se da el conflicto entre moral
y derecho, cabe la confrontación del individuo con la deontología profesional a la que
está sometido.
AUTORREGULACIÓN
La deontología es uno de los tres órdenes normativos que regulan el ejercicio de las
profesiones, junto al Derecho y la moral. Cabe señalar que las normas deontológicas se
encuentran a medio camino entre los otros dos órdenes normativos.
Una característica fundamental de la deontología profesional es que tiene un fuerte
componente de autorregulación, entendida en un sentido colectivo. Se trata de una
interiorización de las normas propias de la profesión. Se diferenciaría del Derecho en
que éste es creado por el Estado, y de la moral en que la deontología tiene un carácter
colectivo, no se basa en los principios individuales. Otra diferencia clave frente al
Derecho, es que éste tiene un marcado carácter coactivo, impone sanciones al
incumplimiento de sus normas. La deontología, por su parte, puede o no incluir
sanciones, y siempre serán menos graves que las relacionadas con el Derecho (surgidas
de instituciones jurídicas).
No obstante, la deontología puede institucionalizarse a través de los Códigos
Deontológicos, la colegiación... (instrumentos o mecanismos que dotan de más
efectividad a la deontología), pero siempre presenta una institucionalización mucho
menor a la del Derecho. Los profesionales son creadores, sujetos y objetos de las
normas deontológicas de su profesión correspondiente. Participan (a través de sus
asociaciones, por ejemplo) en la creación de los códigos deontológicos que, a su vez,
deberán aplicar.
La autorregulación es necesaria porque delimita campos de actuación, alerta sobre
conductas alejadas del bien común y puede invitar al profesional a dirigir sus acciones
por el fomento de valores que promuevan una vida más humana.
ÉTICA PROFESIONAL DEL DOCENTE
Aunque los conceptos básicos de la ética general y de la ética relacionada con la
educación son racionales, universales e intemporales, de igual manera, la interpretación
de algunos aspectos de aplicación cotidiana pueden variar en el tiempo y en los
diferentes lugares, de acuerdo principalmente a cambios culturales.
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El humano produce sus actos por impulsos provenientes de su naturaleza, de su espíritu
y de su intelecto. Los impulsos naturales surgen de sus instintos, como sucede con
cualquier animal de nuestro entorno. Estos impulsos responden a la satisfacción de
necesidades instintivas y no se sujetan por sí mismos a ninguna norma moral, sólo a las
de la naturaleza. Así, en el humano el control de sus instintos proviene del espíritu y de
la razón de su intelecto, facultades propias que le permiten la percepción del entorno
natural donde habita y le facilitan la vinculación intelectual con ese entorno.
De esta manera, el don del raciocinio permite al hombre sujetar sus impulsos instintivos
mediante la observancia de ciertas normas de carácter social, cultural, moral y legal. La
observancia de esas normas implica la regulación de su conducta mediante un respeto a
lo considerado por él como conveniente, es decir, aquello que su conciencia le dicta
como un “debe ser”.
Este “debe ser”, que preside la vida de los hombres civilizados, se ramifica en diversos
códigos de conducta pertenecientes a diversas normas éticas, morales o legales,
dependiendo del sistema al cual pertenezcan.
La voluntad de adherirse a un código ético de conducta se determina por el bien cultural
y social que resguarda una norma ética. Así, la justa opinión o valoración acerca de este
bien es indispensable para forjar una voluntad personal que acepte la norma ética y se
comprometa a cumplirla. Esta es la esencia misma de lo que debe ser la actividad
docente de los profesionales de la educación al servicio de la comunidad y del Estado.
La ética anida en la conciencia moral de todo ser humano y le sirve de motor, de freno o
de dirección -según los casos- al momento de actuar. Por otra parte, el comportamiento
ético -lo que llamamos rectitud- no es ingrediente ajeno al ejercicio profesional, como la
pintura de una casa que es sólo un aspecto decorativo del cual puede prescindirse. El
elemento ético es un componente inseparable de la actuación profesional, en la que
pueden discernirse, al menos, tres elementos:
•
•
•
un conocimiento especializado en la materia de que se trata,
una destreza técnica en su aplicación al problema que se intenta resolver y
un cauce de la conducta del docente cuyos márgenes no pueden ser desbordados
sin faltar a la ética.
Hay quienes atropellan, consciente y sistemáticamente, esos márgenes, la mayoría de las
veces, no por un afán de lucro inmoderado como ocurre en otras profesiones, sino
porque en el accionar diario las instancias de control se difuminan en beneficio de una
mal entendida “convivencia armónica”; muchas veces a estos colegas se les califica
como profesionales inmorales o que están faltando a la ética sin que exista un Código
Profesional que sancione o respalde lo enunciado. Pero hay otros que ignoran y ni
siquiera se preocupan de los límites éticos; de ellos se dice que son amorales. El resto
-por fortuna, aún la mayoría- somos simplemente profesionales de la educación que en
forma natural -y a modo de ejemplo- hemos asumido entre otras las siguientes normas
de convivencia:
•
Aceptar que la primera idea que debe venir a nuestra mente en el momento de
enterarnos de actividades profesionales “poco claras” realizadas por un colega,
será la consideración de esas actividades como realizadas por un profesional
41
fraterno. El imperativo nos dirá: El docente se abstendrá absolutamente de
utilizar adjetivos que representen un juicio subjetivo acerca de lo realizado
previamente por un colega.
•
El docente evaluará todo trabajo profesional realizado por otros docentes desde
una perspectiva objetiva, crítica y amistosa, otorgando a ellos el beneficio de la
duda y considerando siempre que la información y circunstancias pasadas en
cada caso, muchas veces no son tan claras y evidentes como lo son una vez que
el problema ha evolucionado hasta el momento en que él hace una segunda
valoración, y debe considerar la posibilidad de que los que se vieron
involucrados en un hecho -por ignorancia o por voluntad- no necesariamente
proporcionaron toda la información precisa y verídica en la indagación anterior.
El imperativo nos dirá: El docente se abstendrá de emitir juicios condenatorios o
de valor sin antes cerciorarse si se han hecho las indagaciones y verificaciones
que el caso amerite.
•
No es ético, y si es dañino para el proceso educativo, el menosprecio de un
docente, por razones maliciosas, respecto de su capacidad profesional, su
conocimiento, sus calificaciones, sus habilidades o enjuiciar los servicios o
acciones de otro docente, ni tampoco lo es la implicación con palabras, gestos o
acciones de que un colega, frente a un hecho determinado ha sido mal o
inadecuadamente manejado. La utilización de este impropio menosprecio con
propósitos de inducir a un directivo, colega o funcionario a emitir juicios
reprobatorios es totalmente condenada.
•
El docente debe el mayor respeto al trabajo y la persona de sus colegas de
profesión, consecuentemente, evitará por todos los medios a su alcance y bajo
cualquier circunstancia, lesionar con acciones o palabras -ni mucho menos
difamar- el buen nombre y el prestigio de sus compañeros de profesión ante
otros docentes, las autoridades, los medios de comunicación y la sociedad en
general.
Esto lo podemos sintetizar del modo siguiente:
•
•
•
•
Las relaciones del docente con sus colegas han de estar fundadas en los
principios de lealtad, mutuo respeto, consideración y justa solidaridad.
El docente debe contribuir a que prime la armonía y la mejor relación humana
entre los colegas de una misma institución.
El docente deberá respetar en todo momento y circunstancias, el buen nombre,
dignidad y honra del colega, abstenerse de toda expresión o juicio que pueda ir
en mengua de su reputación y prestigio.
El docente está inhibido para solidarizarse con el colega cuya labor sea
deficiente, o su conducta moral resulte tan seriamente reprobable que
desnaturalice y desprestigie su misión.
Desde otra perspectiva estos ejemplos de un accionar conforme a principios y normas
nos llevan al tema de definir estándares de desempeño docente, tema actual en las
agendas de trabajo de nuestros dirigentes gremiales.
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Interesa esclarecer por qué razón el comportamiento ético es parte integrante de la
esencia del ejercicio profesional6; si las faltas a la ética conciernen sólo al profesional
que las comete y la alteración de la convivencia de su entorno, o si sólo afectan el
prestigio de la profesión y si ellas redundan, o no, en perjuicio de la comunidad.
Resueltas estas interrogantes cabe todavía preguntarse si es posible el control ético de
las distintas profesiones; a quién incumbe o qué órganos son los más idóneos para
ejercer esta función; y cuáles serían las sanciones más apropiadas para los transgresores.
¿POR QUÉ ES NECESARIA LA ÉTICA PROFESIONAL?
Aclaremos, de partida, que el comportamiento ético no es un asunto exclusivo de los
profesionales. Concierne, sin duda, a toda actuación humana; pero compromete con
mayor énfasis a quienes han tenido el privilegio de una formación de nivel superior a
costa de toda la sociedad que ha debido contribuir a ella y que espera, justificadamente,
una actuación correcta de quienes han disfrutado de esa preferencia selectiva.
No olvidemos que -sin perjuicio de sus fundamentos religiosos, que conforman otro
nivel de conciencia- es un valor cultural, propio de la sociedad y el tiempo en que se
vive. Que la Universidad -principalmente agente receptor, generador y transmisor de la
cultura de un pueblo- ha inculcado o debido inculcar en los estudiantes ese patrimonio
valórico que todos compartimos. Y que, por lo mismo, cada Facultad o Escuela
universitaria no sólo debe enseñar cómo ejercer una profesión, sino como ejercerla bien.
Cabría, en este punto, formular una crítica enérgica a la actitud que se viene imponiendo
en nuestras universidades, debido -tal vez- a su proliferación excesiva. En lugar de
impartir la formación ética con la jerarquía que ella merece, Ética Profesional o está
ausente del Programa de Estudios o sólo se ofrece como ramo optativo, siendo
excepcional que ella constituya un soporte de la educación sistemática de un
profesional.
Es verdad que la formación ética llega a veces por otros cauces; y que la mejor
enseñanza moral proviene del ejemplo del maestro y no del mero discurso. Pero cada
profesión afronta problemas conductuales específicos que difícilmente se podrán
resolver correctamente si no se les ha previsto y analizado en la etapa formativa, Por eso
mismo existen los Códigos de Ética de cada profesión, sin perjuicios de los principios y
normas de la Ética General.
Es necesario preguntarse -¿con qué grado de confianza se le puede exigir a un
profesional, en el juramento de estilo, cumplir las reglas de su Código deontológico si ni
siquiera lo conoce?.
Es ésta una grave responsabilidad que hoy pesa sobre las universidades chilenas y que
ellas debieran afrontar con prontitud.
A primera vista pareciera que las actuaciones antiéticas afectan sólo a las víctimas que
las sufren. Desde luego, éstas son las primeras perjudicadas. Pero no son las únicas.
Ellas disminuyen la honra y la autoestima de quienes las cometen; dañan notoriamente
el prestigio de la respectiva profesión, cuya defensa constituye el primer objetivo de los
Colegios Profesionales; pero -sobre todo- hiere a la comunidad de dos maneras:
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Erosionan la confianza pública que es el cimiento necesario para el ejercicio de toda
profesión y frustran la esperanza de un correcto servicio al que la sociedad tiene derecho
por haber contribuido a formar esos profesionales a costa del sacrificio colectivo.
No debemos olvidar que toda profesión no es sólo un modo de ganarse la vida y
realizarse personalmente. Esta es sólo su dimensión individual. También las profesiones
tienen un fin social y éste consiste en servir adecuadamente cada una de las necesidades
que la sociedad debe satisfacer para posibilitar el bien común. Así, las necesidades de
educación, de salud, de justicia, de comunicaciones, de obras de ingeniería y
arquitectura y tantas otras, encuentran cobertura en el correcto ejercicio de las
respectivas profesiones.
De esta manera, las actuaciones contrarias a la ética no sólo dañan a quienes las sufren
sino -principalmente- a la comunidad humana en que acontecen.
Por eso resulta absurdo -así sea en un discutible régimen de colegiación voluntaria- que
se pretenda someter al control ético de los Colegios Profesionales sólo a sus colegiados.
Estos, desde luego, se encuentran sometidos a la disciplina y a los patrones morales de
su profesión. Los profesionales inescrupulosos, los que no trepidan en atropellar los
cánones éticos, no ingresan o no se mantienen en los Colegios. De allí que el
comportamiento ético deba exigirse en todo ejercicio profesional, con absoluta
prescindencia de sí el actor está o no está colegiado.
El ‘modo de ser’ ético de cualquier persona se construye de manera cotidiana, cuando se
entra en relación con el otro, es la acción reiterada, continua, vital que da identidad. El
actuar moral se moldea en los espacios donde convive con los demás. Con esa ‘forma
de ser’, que podemos denominar cualidad moral, yo moral, se participa del mundo
social todos los días. Este actuar moral también se manifiesta en la ‘preocupación’ que
manifestamos por los otros, estableciendo un claro interés por lo que les sucede, y que
nos obliga, desde luego, a establecer un compromiso permanente con ellos.
En la escuela se establecen relaciones morales entre profesores/as y alumnos/as que se
manifiestan de muchas formas, por ejemplo, cuando se organiza el trabajo escolar se
asumen posturas que pueden ir desde la indiferencia hasta la hostilidad, tanto por parte
de los maestros/as hacia los estudiantes como de éstos hacia sus pares. Sin duda el
profesor/a manifiesta en el salón de clases su ser moral, su interioridad queda
descubierta en cada acción reiterada y continua que asume frente a sus alumnos/as, me
refiero no a una acción aislada sino al continum de actitudes que le dan su sello
personal, su identidad y su consistencia profesional, razones por las que es conocido por
sus estudiantes.
Cada día aumenta la preocupación por saber qué sucede en las aulas, ya que es el
espacio donde los niños/as y jóvenes pasan gran parte de su tiempo; porque además en
la escuela los valores éticos alcanzan una expresión concreta que más tarde se
expresarán en otros espacios; en ella se imprime ese ‘modo de ser’ del alumno/a, la
persona se construye a sí misma, la moral se hace efectiva. Por otra parte, existe
también un interés manifiesto por encontrar respuesta a los problemas morales presentes
en la sociedad actual desde la escuela. "La escuela debe ser un espacio de participación
democrática sensible a lo que pasa en el mundo, donde se afrontan los conflictos
analizándolos críticamente, tratando de comprender sus causas reales desde una
perspectiva global e intercultural adoptando compromisos para actuar en su resolución".
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El actuar moral de los alumnos/as y los profesores/as exige un acercamiento reflexivo;
no se trata de brindar soluciones a sus actitudes morales presentes en la escuela en unas
breves líneas; es sólo un llamar ‘ético’ constante para tomar conciencia de que, lo que
sucede en la escuela necesita ser revisado en el marco de las acciones concretas y
cotidianas y no basarnos en una moralidad abstracta sujeta a los imperativos del deber
formal para hacerlo.
¿Qué problemáticas morales son importantes, que requieren de una meditación por parte
de los docentes?, ¿es necesaria la ética en la escuela? Estas interrogantes sirven de guía
en las siguientes reflexiones:
I. Apelar a la ética en la escuela, es apelar a la razón del profesor/a, descubrir que está
obligado a introducir una actitud tolerante a la medida de sus alumnos/as. La posibilidad
de reconocerlo y aceptarlo obliga al docente a revisar su conciencia, su ley moral, como
fuente de su comportamiento en el aula; si apelamos a su razón, en términos kantianos,
es porque sabemos que debe reconocer a los otros, sus alumnos/as, como fines en sí
mismos, es decir como seres humanos, con los cuales se puede dialogar, porque la razón
es diálogo, es fuente de apertura porque "la razón (logos), como sabemos, es también
orden y es palabra: fundamento de la comunicación y de la comunidad".
Es la razón, frente a las conductas caóticas de la violencia, el enojo y la indiferencia,
que a veces adopta el profesor/a, o bien cuando toma más en cuenta los intereses de un
estudiante sin tomar en cuenta los de otro, la que permite escapar del autoritarismo
subjetivo, de valorar lo que sí vale dentro del salón de clases, de aquello que no se
puede aceptar por el solo hecho de responder a su criterio de adulto; ayuda a reconocer
al otro como fuente de las decisiones escolares.
Recurrir a la ética en la escuela es importante porque se requiere que el profesor/a
construya un espacio dotado de ‘sentido’ en función de los valores culturales y
espirituales que ayuden a construir la responsabilidad moral que la sociedad demanda
del joven que se educa; salir de la inmediatez, de lo superfluo y el egoísmo para entrar a
un mundo intersubjetivo, de compromiso con los otros. "El hombre es un ser social, la
persona sólo puede constituirse en tanto que tal en la relación interpersonal y en la
relación social, y la estructura personal está tejida, por decirlo así, de interpersonalidad
o intersubjetividad y de socialidad, del mismo modo que la conciencia moral es fuero
interno, en tanto que fuero externo social, sí, pero interiorizado". Lo decisivo es que la
vida ética remite a cualquier alumno/a al yo mismo, a la autenticidad, y a la capacidad
de ésta de ser para el otro o los otros.
En un espacio escolar donde la dominación y la violencia del profesor/a prevalecen se
excluye toda educación ética; ésta surge al momento que damos paso a la comunicación
genuina, a la reciprocidad, al vínculo amistoso que invalida todo poder, al diálogo vivo.
"La educación, entendida como diálogo, como interacción dialógica, ya no toma al
alumno como algo pasivo, sino activo, como un interlocutor. Hay una interacción, algo
en lo que ambos participan".
El llamado a la ética es para fundar nuevas relaciones entre el maestro/a y el alumno/a,
acabar con el círculo de la fuerza que se manifiesta de varias formas, como pueden ser
el regaño injustificado, la represión, la preferencia de un estudiante sobre otro, el abuso.
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Estas formas de violencia son rechazada por los padres de familia a veces de manera
abierta, otras veces de manera más callada porque no logran conocer cabalmente qué
pasa en el aula; pero existe en ellos el reclamo de suprimir toda forma de intolerancia
presente en el salón de clases.
Apelar por la ética en la escuela equivale a pensar en un cambio interno en el profesor/a,
a considerar que su yo moral se debe transformar; a dejar de lado su individualidad
egoísta y narcisista para entrar a una dimensión donde se da el reconocimiento de sus
alumnos/as; a practicar una convergencia plena entre la aspiración propia y la ajena, a
dejar de lado la exclusión del otro en el ejercicio profesional. La vida moral de la
escuela se estructura en esa relación constante entre el estudiante y el docente, en esa
armonía de aceptación, prudencia o frónesis; de moderación en la actuación concreta, en
el equilibrio interno, en la responsabilidad reflexiva cotidiana, donde el arte de ser
mejores profesores/as cada día queda plasmado en cada contacto con los alumnos/as.
Es importante señalar que la ética encierra en sí misma la noción de deber, en nuestro
caso el respeto a los códigos morales que tienen como propósito orientar las actitudes
docentes en favor del estudiante. Desde esta perspectiva tiene el deber de asegurar el
derecho que tienen los estudiantes: el desarrollo pleno de sus potencialidades a partir de
sus personas. En la medida en que el profesor/a cumple con ese deber asegura el
derecho de sus alumnos/as. Podemos esquematizarlo de la siguiente forma:
• A todo deber del docente corresponde algún derecho del alumno/a y a todo derecho
del alumno/a corresponde algún deber del docente •
¿Cómo se entiende esto? Quiere decir que el profesor/a se vuelve agente moral cuando
se da cuenta que tiene un yo que responde a sus actos en el aula, por eso mismo se hace
responsable de lo que ahí sucede: "La genuina moralidad se da, en efecto, en la medida
en que se realiza el reino de la intencionalidad, de la voluntad, de las motivaciones
profundas de la acción". Es cuando descubre lo conveniente, moralmente hablando, para
sus alumnos/as; cuando tiene conciencia de deliberar sobre sus competencias
profesionales que se fundamentan en un conjunto de valores y concepciones de lo que
es el bien.
Además reconozcamos que el docente tiene como persona una característica: la
conciencia de sí mismo, un yo que permite dirigir la mirada al interior, pero luego ésta
voltea hacia el exterior, hacia lo otro. Esto significa que el docente debe darle una
significación moral a sus acciones dentro del aula, como proyecto necesario, y a partir
de él tomar una posición moral respecto de sí mismo y de sus estudiantes. Pienso que
reflexionar al profesor/a como persona, desde la dimensión ética, es porque tiene una
tarea: la de reconocerse. En este sentido considero que debe tener en cuenta tres
cuestiones morales: que debo hacer en el aula, que puedo hacer por mis alumnos/as y
que me está permitido hacer.
Un punto que preocupa está relacionado con la violencia escolar. Sabemos que ésta se
da en diferentes formas, ya sea física o simbólica, dirigida a un alumno/a o a todo el
grupo. En sí mismo el concepto encierra una negatividad, ya que implica, en términos
generales, el uso de fuerza para someter al otro, se relaciona con actitudes un tanto
cotidianas del docente que van, por ejemplo, desde la insensibilidad y la preferencia
hasta la prepotencia, la coacción y el autoritarismo entre muchas otras. Se opone a la
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razón, y podemos considerar que cuando el profesor/a hace uso de ella es porque
reconoce, de manera inconsciente, que ha fracasado en su ejercicio docente; es la
incapacidad de escuchar, de emprender una tarea conjunta.
Es una forma de aceptar el fracaso, el cierre de toda posibilidad de encontrarse con los
otros. La violencia escolar tiene otra connotación: al momento de ejercerla se da una
relación profundamente desigual entre le alumno/a y el profesor/a, las posiciones son
diferentes moralmente hablando, porque las posibilidades de tomar decisiones por uno y
otro tienen consecuencias morales diferentes. Ejercer la violencia reconociendo esta
desigualdad implica negar un compromiso ético en el aula, ya que la ética es por esencia
contraria a todo tipo de violencia. De tal forma que podemos decir que cualesquiera que
sean las razones que el profesor/a argumente para justificarla son moralmente
inaceptables, ya que por ejemplo, no se puede enseñar destruyendo al otro. En el orden
ético el fin no justifica los medios, no se puede sostener que en el intento de ayudar al
joven lo hemos de ver como medio y que por ello nos valgamos de cualquier cosa para
hacerlo.
Por otra parte, se puede afirmar que cuando el profesor/a utiliza la violencia también se
daña a sí mismo aunque este no se dé cuenta. "El fenómeno de la violencia trasciende la
mera conducta individual y se convierte en un proceso interpersonal, porque afecta al
menos a dos protagonistas: quien la ejerce y quien la padece". Desde luego, después de
un acto violento en la escuela el niño/a y el profesor/a ya no podrán verse de la misma
forma; existe un daño emocional y moral muy claro en ambos una vez que se comete
este tipo de acciones.
Nuestra preocupación por la violencia en la escuela es porque ésta potencializa las
antivirtudes y se manifiesta en actitudes cotidianas que asumen nuestros alumnos/as; lo
vemos cuando se da la rivalidad, el desafecto, el desinterés y la frustración entre otras
conductas observables en el salón de clases.
Las virtudes morales no se enseñan, se muestran de adentro hacia fuera, de mí hacia el
otro, del docente hacia el alumno/a. La inquietud es clara: el profesor/a debe buscar la
forma de recuperar su papel en la escuela como agente moral, potenciador de un espacio
digno donde los estudiantes resuelvan sus conflictos como sujetos de derecho, se
promuevan como personas capaces de dar una opinión, y que sea el aula un espacio para
la acción responsable, las creencias y los puntos de vistas, donde se cuenta con el apoyo
del maestro/a para ser corregidos de manera oportuna y respetuosa.
Desde luego, reconozco que el docente necesita de espacios donde él también pueda
discutir sobre los derechos de los niños/as y jóvenes, de espacios que posibilitan su
participación activa en la relación moral que guarda con ellos, donde medite sobre los
problemas cotidianos de los alumnos/as, y problematice los situaciones diarias de
conflicto a la luz de los derechos humanos, donde establezca nuevas alternativas
disciplinarias en el aula, esto es pensamos en espacios de tiempo y lugar. De esta forma
se puede pensar en un profesor/a con acciones intencionadas y comprometidas, que
convierta en un estilo de vida moral el trabajo docente. Así sus actos morales tendrán la
doble acepción de intencionalidad y de intención.
Como nos damos cuenta el trabajo docente se mueve, desde el punto de vista ético en
dos dimensiones: su relación consigo mismo, su relación con los estudiantes.
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La relación ética debe asumirse como una ‘preocupación’ del docente, una
preocupación que debe ser asumida por el directivo como un compromiso por tratar de
cambiar las cosas en la escuela, ya que ésta es la beneficiaria del tipo de actitudes que
manifiesta el maestro/a.
La tolerancia es un imperativo ético porque trasciende la individualidad, vale en sí y por
sí y vale en efecto, por razones éticas, independientemente de las creencias o prácticas
culturales, políticas, sociales y religiosas que profese cualquier persona. Se reconoce al
otro, en cuanto semejanza, base de todo principio ético. Alude a la diferencia, a la
distancia "Y el saber de la diferencia y de la otredad, al mismo tiempo que de la
semejanza y la igualdad radicales, funda la tolerancia como virtud ética…".
Como podemos ver la tolerancia es una concepción de la vida, un estilo que guía
prácticas, ideas y actitudes, que tiene que ver con el respeto que le guardamos a los
demás cuando manifiestan formas de vida diferentes a las propias. Si partimos de este
significado y lo trasladamos al salón de clases, el concepto adquiere una dimensión
novedosa porque las personas con las que se tiene que ser tolerante son sujetos con
"menos competencia moral".
Esto trae un doble compromiso moral: primero nos obliga a ser tolerantes con los
estudiantes que identificamos como personas, principio de toda comunidad, y segundo
reconocemos en ellos menos competencia para tomar decisiones lo que implica un
compromiso mayor. El ejercicio docente se puede mover en la tolerancia o en su
contrario, en ambos casos es una reacción activa. En una se comprenden, y se aceptan,
los momentos diferentes de aprendizaje, necesidades, sentimientos y conductas que
manifiestan los niños/as, como producto de sus diferencias individuales e históricas:
frente a sus desigualdades la tolerancia viene a constituir una actitud positiva.
En otro caso, se asumen posturas, como por ejemplo de rechazo, intransigencia y
hostilidad frente a sus diferentes formas de actuar, vestir y pensar; frente a la
desigualdad se responde con actitudes intolerantes como la discriminación, los
estereotipos y los prejuicios. "El rasgo común de las actitudes intolerantes es que los
sentimientos que las caracterizan son la desconfianza, la inseguridad y el temor ante la
amenaza imaginaria que representan los grupos humanos hacia los que se experimentan
esas actitudes; para sobreponerse a esos sentimientos negativos, la persona la persona
que los experimenta suele reaccionar de manera defensiva con otros sentimientos
autoafirmativos, que van desde el menosprecio hacia esas personas por la situación de
su debilidad, inferioridad, discriminación o explotación que sufren, hasta la hostilidad
agresiva".
Nuevamente este punto nos lleva a declarar que la intolerancia es un problema moral,
que requiere comprensión antes que explicación, como una forma de atacarla. Para ello
hay que aludir a nuestra condición profesional, a lo que nos hace ser docentes, en cuanto
que nos afirma como personas morales, reconociendo que con actitudes intolerantes
negamos al otro, y al hacerlo en el fondo negamos nuestro propio yo. El compromiso
moral apela nuestra conciencia, exige un compromiso basado en la aceptación y en la
responsabilidad de nuestros actos.
En la tolerancia se acepta al estudiante como es; la aceptación es más fuerte que el
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rechazo, no implica que tengamos que soportar o aguantar algo que no nos gusta de él.
Por el contrario haciendo uso de nuestra razón permitimos que manifieste su modo de
ser, para que se dé la convivencia plural en el grupo. De acuerdo con Juliana González
la intolerancia es ajena al respeto, la tolerancia por el contrario es respeto al otro. "La
esencia de la tolerancia está en el reconocimiento simultáneo de la alteridad y la
igualdad semejanza del otro, que permite verlo como literal otro-yo: alter-ego".
Lo anterior significa que en el salón de clases el yo del maestro/a se relativiza en la
medida en que reconoce al alumno/a como parte del grupo. Descubrir al otro implica
reconocer que hay límites en el aula, dejar en sus manos decisiones; así se construye el
espacio escolar de iguales. Desde luego el docente necesita tener tolerancia consigo
mismo para aceptar a sus estudiantes sin odios ni temores. Finalmente tolerancia para el
maestro/a tolerante y ¿para el intolerante?: "...la tolerancia debe ser extendida a todos,
excepto a aquellos que niegan el principio de tolerancia, o más brevemente, todos deben
ser tolerantes excepto con los intolerantes".
Como se ha venido reflexionando, la ética involucra múltiples requerimientos en el
aula, necesarios para refundar nuevas formas de trabajo escolar. Estos requerimientos
morales nos llevan a revisar nuestras actitudes cotidianas; esto es las consecuencias que
ocurren por nuestras acciones que nos dan identidad moral frente a los alumnos/as día
con día. El razonamiento moral nos conduce a establecer distinciones entre un ejercicio
profesional moral del que no lo es. Actuar moralmente nos lleva a despertar en los
niños/as y jóvenes respeto y aceptación. Una tarea puede consistir en no perder ese
ejercicio de reflexión de volver la mirada atrás para proyectar nuevas formas de tratar al
alumno/a, para eso hay que echar mano de nuestros monólogos interiores y la
autobiografía, para reconocernos y poder construir una nueva moral dentro del aula.
Conviene actuar y reflexionar, hacer y rehacer el trato diario con los estudiantes con
actitudes de moderación, aceptación y respeto. Poner en marcha, como dice Adela
Cortina, la posibilidad de una ‘ética mínima’ como fuente de nuestras obligaciones nos
lleva al reconocimiento de nuestros estudiantes, de saberse unido a sus capacidades y
logros.
EL CONTROL ÉTICO DE LAS PROFESIONES
La fiscalización del correcto ejercicio de las profesiones universitarias no sólo es
posible sino que constituye una necesidad imperiosa para la adecuada satisfacción de las
necesidades sociales. Pensemos en el daño ocasionado durante los temporales pasados,
a los moradores de modestas viviendas por el empleo de materiales inadecuados en su
construcción; recordemos los efectos desastrosos producidos en generaciones de niños,
en Europa, por el uso y difusión prematura de drogas insuficientemente experimentadas.
Pensemos en los riesgos impredecibles de la manipulación del genoma humano.
Si se justifican las sanciones que se imponen a la infracción de las reglas del tránsito,
aun cuando ellas no ocasionan daños a terceros, con mucho mayor razón se debe
castigar las transgresiones a la ética profesional; toda vez que ellas ponen en peligro la
vida, la salud, los derechos de las personas, su seguridad moral y material, la confianza
pública y valores inestimables cuya protección incumbe al Estado.
Por otra parte, el clima de corrupción que generan las conductas antiéticas de los
profesionales -pensemos en el escándalo de los operadores de Codelco- tiene un grave
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efecto multiplicador en los demás estamentos de la sociedad que no tardan en imitar el
mal ejemplo.
Si parece imperativo frenar la corrupción que se ha venido deslizando sutilmente hasta
alcanzar esferas que hasta ayer parecían incorruptibles, es preciso comenzar por
erradicarla del estamento directivo que sirve de soporte a toda la actividad nacional, es
decir, del estamento profesional.
Históricamente, desde el nacimiento de los Colegios Profesionales en la Europa
medieval, dicha función se ha reservado a estos organismos, por estimarse que ellos son
los más interesados en proteger el prestigio de la profesión y los más idóneos para
discernir cuándo se infringen las normas éticas adoptadas por ellos mismos, así como
para determinar el grado de la sanción que debe imponerse al infractor.
De esta manera, el estado delega, por ministerio de la ley, ciertas potestades
administrativas a entidades o corporaciones de derecho público -como son los Colegiosatribuyéndoles las facultades de llevar el registro de los profesionales, certificar su
condición, regular su organización interna así como el ejercicio de la profesión
respectiva, vigilarla observancia del código de ética en dicho ejercicio y juzgar las
conductas transgresoras de sus normas, pudiendo aplicar en tales casos las
correspondientes sanciones.
Así ocurre hasta ahora en el mundo europeo y en el continente americano, con la
excepción de Chile donde los Colegios Profesionales fueron disueltos por el D.L. Nº
3.621 (Arts. 1º y 1º transitorio inc 4º) y transformados en "asociaciones gremiales" de
derecho privado, derogándose todas las disposiciones legales que les facultaban para
conocer y sancionar las faltas a la ética profesional (Art.3º).
El mismo cuerpo legal, publicado sólo días antes de la entrada en vigencia de la nueva
Constitución, entregó a los Tribunales de Justicia el conocimiento de todo "acto
desdoroso, abusivo o contrario a la ética, cometido por un profesional en el ejercicio de
la profesión". Sin embargo, como ha reconocido el Presidente de la Excma. Corte
Suprema, la vía jurisdiccional para conocer de estos asuntos de índole administrativa, ha
resultado completamente ineficaz, sin que conozcamos un solo caso de sentencia
judicial condenatoria de una conducta profesional reñida con la ética, pese a que éstas
han proliferado por ausencia de control.
Si no fuese por la diligente actitud de los Colegios Profesionales -los cuales, no obstante
haber sido disueltos por el decreto ley aludido, son muertos que gozan de buena saludlas transgresiones a la ética, que no son escasas en la vida profesional, habrían quedado
impunes.
Con todo, el precario control ético que hoy ejercen los Colegios, tiene dos graves
limitaciones que urgen remediar.
La primera dice relación con lo sustantivo de las sanciones. En el antiguo sistema -tan
irresponsablemente desmantelado por el D.L. Nº 3.621- una falta gravísima o la
reiteración de una conducta atentatoria del correcto ejercicio de la profesión, podría
sancionarse con la suspensión del ejercicio profesional del infractor y hasta con la
cancelación de su título. En otras palabras, las faltas graves impedían ejercer, por cierto
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lapso, la respectiva profesión. Y las gravísimas podían conducir al impedimento de
ejercerla para siempre. Naturalmente, en este último caso, se concedía al afectado un
recurso jurisdiccional por tratarse de la privación de un derecho personalísimo y de su
consecuencia patrimonial.
Actualmente, los Colegios no pueden suspender a un colegiado del ejercicio de la
profesión ni, mucho menos, privarle de dicho ejercicio. Sólo pueden suspenderle sus
derechos de colegiado o expulsarle del Colegio, lo cual resulta irrisorio para el
individuo inescrupuloso, y altamente lesivo para la sociedad, la que debe soportar que
un profesional probadamente ineficiente o corrupto -o ambas cosas- conforme al juicio
de sus pares, continúe practicando la profesión, con evidente riesgo para toda la
comunidad que, la mayoría de las veces, no logra enterarse de estas circunstancias.
La segunda limitación que restringe el campo operativo de los Colegios consiste en que
ellos sólo controlan el comportamiento ético de sus asociados. De este modo, cualquiera
infracción a los cánones éticos, cometida por un profesional no colegiado, no puede ser
reprimida ni sancionada, por aberrante que sea.
El mensaje es claro. A cualquier profesional desaprensivo, que haya optado por
prescindir de todo miramiento ético, para obrar impunemente le bastaría no colegiarse.
Esto no puede continuar siendo así. Es el recto ejercicio de las profesionales el que
interesa y afecta a la sociedad y lo la pertenencia, o no, del transgresor, a determinada
asociación.
De allí que en la Comisión respectiva del H. Senado, que estudia un Proyecto de
Reformas Constitucionales dentro del cual se propugna la restitución a los Colegios
Profesionales de "el control ético sobre sus asociados", hayamos formulado la propuesta
que dicho control recaiga en "el ejercicio de la respectiva profesión".
No obstante, es nuestra convicción que son tan graves los vicios de inconstitucionalidad
de que adolece el decreto ley que privó a los Colegios de su naturaleza propia y de sus
prerrogativas históricas y han sido tan funestas sus consecuencias para la calidad y
rectitud del ejercicio profesional, que lo más sano y provechoso sería derogarlo y
restituir la personalidad de derecho público y la autonomía de la organización colegial
que ha prestado tantos y tan señalados servicios a la sociedad chilena, sin perjuicio de
adecuarla a principios y normas de la Constitución Política vigente.
En resumen, la ética profesional es un requerimiento de la vida social, tan indispensable
para la salud de ésta como el agua para la vida humana. Y esto seguirá siendo así
aunque ahora ocurra -como el agua en los tiempos de sequía- que la ética escasea
cuándo más se necesita.
Los deberes profesionales no comienzan al recibir el Diploma o el Título. Desde el
mismo momento en que se decide la actividad profesional que se va a ejercer el
individuo adquiere una responsabilidad moral muy especial. El estudiante de una
determinada profesión no puede sustraerse a los deberes que corresponden a la misma,
alegando que aún no la ejerce, ya que en el momento en que empieza a estudiar, se
obliga a los deberes que la misma profesión ha establecido.
La ciencia, por muy vasta y profunda que sea, no implica en quien la posee, idoneidad,
o sea la aptitud para el ejercicio de la profesión, a modo de ejemplo tomamos el caso en
51
que un impedimento físico obstaculizara el normal desempeño de la profesión. Si ésta
falta de idoneidad se produce cuando ya está desempeñando la actividad, es ético que
considere retirarse.
El requisito mas difícil de detectar es la vocación, o la inclinación del espíritu hacia una
actividad que produce en el sujeto satisfacción y gusto, generalmente supone ciencia e
idoneidad, pero no siempre es así. La ciencia, a veces origina la vocación, otras, la
vocación lleva a la adquisición de la ciencia. En pocas profesiones, la vocación es tan
importante como en la tarea educadora.
Difícilmente se puede estar enseñando y educando durante mucho tiempo si se carece
de vocación; pero lo mas pernicioso es que la falta de vocación se refleja en casi todas
la conductas habituales del docente.
El educador es una autoridad en sentido científico, y debe transmitir sus conocimientos
con veracidad, puesto que sus alumnos están dispuestos a creer lo que el les diga
respecto a una amplia gama de temas.
La conciencia de la responsabilidad no se adquiere al ingresar en el profesionalismo
sino que va naciendo y creciendo con el desarrollo paralelo de la inteligencia y de la
voluntad.
El tema de la responsabilidad del educador ante los fines de la educación está plasmado
en la "Recomendación relativa a la situación del personal docente" Aprender a conocer,
aprender a actuar, aprender a vivir juntos y aprender a ser son los cuatro pilares que la
Comisión de la UNESCO ha señalado e ilustrado como bases de la educación.
Aprender a conocer. Dada la rapidez de los cambios provocados por el
científico y por las nuevas formas de actividad económica y social, es
conciliar una culturageneral suficientemente amplia con la posibilidad
estudiantes ahonden en un reducido número de materias, de modo de
adecuados grados de especialización en áreas ocupacionales específicas.
progreso
menester
que los
alcanzar
Aprender a actuar. Más allá del aprendizaje de un oficio o profesión, conviene en un
sentido más amplio, adquirir competenciasque permitan hacer frente a nuevas
situaciones y que faciliten el trabajo en equipo. Estas competencias y calificaciones
pueden adquirirse más fácilmente si los estudiantes tienen la posibilidad de ponerse a
prueba y de enriquecer su experiencia participando en actividades profesionales de
diverso orden, mientras cursan sus estudios. Esta situación permitiría el desarrollo de
una formación polifuncional en un área determinada, vale decir, no se prepara para un
puesto de trabajo (que con el rápido avance de la tecnología puede desaparecer), sino
que se le brinda la posibilidad de movilizarse dentro del área ocupacional.
Esto justifica la importancia cada vez mayor que debería darse a las diversas formas
posibles de alternancia entre la escuela y el trabajo, o la que tiene la realización de
pasantías en las que los estudiantes deben poner a prueba las capacidades y
competencias adquiridas.
Aprender a vivir juntos. Es aprender a desarrollar el conocimiento personal aceptando el
enriquecimiento proveniente de los saberes y experiencias de los demás y brindando los
52
propios de modo de crear una nueva mentalidad que, basada en la aceptación de nuestra
mutua interdependencia y en los riesgos y los desafíos del futuro, impulse la realización
de proyectos comunes que tengan por objetivo el mejoramiento de la calidad de vida.
Aprender a ser. El siglo XXI exigirá a todos una mayor capacidad de autonomía y de
juicio, que va a la par del fortalecimiento de la responsabilidad personal en la
realización del destino de la humanidad.
Otro aspecto a tener en cuenta es que la sociedad ha perdido la sensibilidad solidario,
debido a las crisis ideológicas, las mutaciones culturales, las dictaduras militares, la
cultura de mercado, etc., han llevado al individuo a replegarse sobre sí mismo en la
búsqueda de su propia identidad.
La solidaridad:
•
•
•
•
•
responde a la realidad antropológica de la persona humana.
se construye a partir de la empatía y se hace realidad en el compartir.
es la síntesis ética entre el amor y la justicia.
reconoce la igualdad fundamental de todas y cada una de las personas humanas,
junto al respeto mutuo por las diferencias.
busca la eficienciaal servicio de la persona y la superación de sus problemas.
Una verdadera y auténtica cultura de la solidaridad significa una preocupación de todos
los miembros de una sociedad para que aquellos que no gozan de su bienestar ni
participan de sus decisiones, sean considerados partícipes activos. Esto no significa una
mentalidad paternalista sino una dinámica de ayuda para la superación y el cambio de
aquellos que lo necesitan. Además, todo individuo tiene derecho a la vida que se
relaciona y complementa con el derecho a la libertad y la seguridad. La libertad de cada
individuo es la que otorga a la vida humana una dignidad especial. La vida de cada
persona tiene un valor por sí mismo que nadie tiene derecho a revocar. La vida
individual es un proyecto que se llenará de contenidos; cada uno lo diseñará según
criterios mas o menos éticos.
La dignidad obliga a considerar a cada persona como un "fin en sí mismo" y no sólo
como un objeto susceptible de manipulación por otros. Es a lo que aspira la justicia: a
que la dignidad sea un bien para todos. En estos tiempos, la manía de la unidad nos ha
impedido aceptar de buen grado, lo diverso. En la práctica cotidiana, éstas diferencias se
toleran mal, considerándose como buenas las propias y no tan buenas las ajenas.
La Tolerancia bien entendida es una expresión de la moral mínima exigible a un ser
humano, que ponga freno al egoísmo que impide ver al otro con compasión. Compasión
en el sentido de sentir lo que el otro siente y entender su forma de comportarse. La
dificultad de aceptar al otro como es, se da a todos los niveles desde lo más cotidiano
del entendimiento entre culturas e ideologías distintas.
Los motivos o las razones de la intolerancia son variados: pueden ser de creencias y
opiniones de diferencias económicas, de diferencias físicas. Es sabido que no hay
razones objetivas para excluir a nadie de la categoría de ser humano. No obstante, las
exclusiones están ahí y existen cínicas justificaciones para ellas.
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Son problemas diferencias que exigen respuestas e intentos de solución diferente. La
lucha contra los prejuicioes, en cambio, un problema de la educación y la cultura.
La práctica de la tolerancia es el respeto a la libertad de cada cual a ser como quiere ser.
Este respeto debe estar unido a la exigencia de que no se pierdan los principios que
deben tener valor universal.
La tolerancia, no ha de confundirse con la indiferencia que acabaría siendo la negación
en la ética misma. No todo debe ser tolerado. El objeto de la tolerancia son las
diferencias inofensivas que no atentan contra la dignidad humana.
Los derechos universales son el límite.
Los educadores son delegados y deben mantener una estrecha y cordial relación con la
familia de los alumnos. La familia y la escuela constituyen una comunidad educativa
cuyo centro es la familia y cuyo fin es el desarrollo de los valores positivos de la
persona, niño o adolescente. Basándose en que la familia es la célula de la sociedad
política, y de que la estabilidad familiar es la condición para la estabilidad del país, se
forman ciertas asociaciones muchas veces poderosas denominadas "Sociedades
Cooperadoras", que cumplen tareas supletorias que corresponderían al estado. La labor
docente en cuanto a las cooperadoras, es apoyarlas, difundirlas y favorecerlas,
convencidos de que el trabajo en conjunto de docentes y familia redundará en bien de
los alumnos.
El bienestar nacional debe ser prioridad para el gobierno nacional y los gobiernos
provinciales. Si la familia es la célula de la sociedad política, que es la Nación, educar al
niño y al adolescente es educar a la Nación. Así, el buen o mal pasar nacional, dependen
de la educación que reciben los niños y la juventud.
Los educadores son delegados y deben mantener una estrecha y cordial relación con la
familia de los alumnos, para colaborar con ella en los pedidos que les haga,
concernientes al desarrollo de su hijo, y para que ella colabore con los educadores en el
mismo sentido. Así, esta colaboración mutua, afirma al educando respecto de lo que
debe hacer y de lo que debe evitar. Debe haber una fluida comunicaciónentre docente y
familia, ya que los dos se ayudan mutuamente al dar a conocer características propias
del alumno en cuestión, las que ayudan a evaluar a la persona y así realizar la mejor
tarea posible educándolo.
La familia y la escuela constituyen una comunidad educativa cuyo centro es la familia y
cuyo fin es el desarrollo de los valores positivos de la persona, niño o adolescente.
Basándose en que la familia es la célula de la sociedad política, y de que la estabilidad
familiar es la condición para la estabilidad del país, se forman ciertas asociaciones
muchas veces poderosas denominadas "Sociedades Cooperadoras", que cumplen tareas
supletorias que corresponderían al estado. Se hallan en algunos establecimientos
educacionales, sobre todo en las grandes ciudades, organizadas y sostenidas
personalmente por padres de algunos alumnos, con generosa dedicación. La labor
docente en cuanto a las cooperadoras, es apoyarlas, difundirlas y favorecerlas,
convencidos de que el trabajo en conjunto de docentes y familia redundará en bien de
los alumnos.
El bienestar nacional debe ser prioridad para el gobierno nacional y los gobiernos
provinciales. Si la familia es la célula de la sociedad política, que es la Nación, educar al
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niño y al adolescente es educar a la Nación. Así, el buen o mal pasar nacional, dependen
de la educación que reciben los niños y la juventud.
Es en la escuela donde debe inculcarse la conciencia política, sobre bases éticas; la
conciencia social, sobre bases tradicionalmente cristianas. Así el ciudadano adulto
tendrá capacidad suficiente para elegir bien a sus gobernantes honestos, que con leyes
honestas y conducta personal honesta conduzcan honestamente los destinos de la Patria.
Es en la escuela donde debe inculcarse la conciencia política, sobre bases éticas; la
conciencia social, sobre bases tradicionalmente cristianas. Así el ciudadano adulto
tendrá capacidad suficiente para elegir bien a sus gobernantes honestos, que con leyes
honestas y conducta personal honesta conduzcan honestamente los destinos de la Patria.
COMPROMISO ÉTICO
Sabiendo que el docente es un profesional, debe contemplar ciertos requisitos y
cualidades Éticas y morales que se exigen para ejercer honestamente su profesión.
Consideramos que una verdadera transferencia didáctica se logra cuando lo enseñado se
convierte en un feliz aprendizaje.
El objeto de la ética profesional es mucho más amplio de lo que comúnmente se supone.
No es otra cosa que preguntarse (como docente, profesor, pedagogo, licenciado) frente a
su alumno(a), a la sociedad y al país. "¿estoy haciendo con mi trabajo lo propio que
beneficia a este alumno(a), lo necesario que beneficia a la sociedad donde estoy inserto,
lo trascendente para mi país y para la raza humana?." Consecuencialmente, ¿estoy
participando de lo que tengo derecho?. Una confianza que se entrega a una conciencia, a
una conciencia profesional.
A manera de conclusión consideramos más específicamente algunos aspectos que a
nuestro parecer comprometerían un ideal de perfil docente.
55
56
UNIDAD 4
OBJETIVO TERMINAL:
Convertir a la ética en un referente de responsabilidad para descubrir métodos
científicos y pedagógicos que hagan del maestro un profesional de calidad.
ÉTICA Y TRANSPOSICIÓN
Para lograr esto, un docente deberá tener todas las cualidades éticas enunciadas
precedentemente.
El educador deberá conocer los métodos científico y pedagógicos modernos, pero
además tendrá en cuenta la historia de su profesión, una actitud seria, sensata,
equilibrada y libre de prejuicios consistiría en extraer de los hechos y principios
sustanciales que le presenta la historia de la educación, aquellos valores que por su
sólida racionalidad, resisten los embates de todos los tiempos, para seguir educando en
esos valores.
Señalar los defectos didácticos y metodológicos para evitarlos en el ejercicio de su
profesión.
Deberá salvar los sanos principios filosóficos de la educación y así eliminar los
erróneos, actualizar los instrumentos técnicos, siguiendo el cambio de los tiempos en la
medida que juzgue necesario para ayudar a perfeccionar y agilizar la acción educadora
sin desmedro de la finalidad a que apunta la educación libre.
Debe adoptar una actitud crítica con respecto a su metodología y práctica perdiendo
evaluar y revalorizar los contenidos y formas de enseñanza. Un docente consciente de
su dignidad humana, valorará la dignidad de sus semejantes fomentando a generar
libremente proyectos individuales de características éticas y morales.
El educador debe cumplir con todo aquello que sea necesario para formar al educando
con honestidad intelectual, o sea: buscar, aceptar, amar, vivir y transmitir la verdad.
La única verdad, éticamente hablando, es que siempre que se debe decir la verdad, hay
que decir la verdad.
La obligación del educador consiste en formar al educando para que sea un digno
miembro de la sociedad en que vive, para que sepa actuar como integrante de la
comunidad política, como gobernado o gobernante
El docente así tiene obligación de educar al alumnado con los valores esenciales de la
nacionalidad, pero sin tomar posiciones extremistas; con la tradición y la herencia
cultural, pero sin cerrarse en los adelantos modernos; con el legado de nuestras gestas
históricas, de la cosmovisión occidental y cristiana que nos legaron nuestros mayores,
ellos deben inculcar en sus alumnos un acendrado patriotismo, ese patriotismo que
consiste sobre todo en defender a la Patria no sólo de enemigos exteriores, sino también
57
de los enemigos interiores que amenazan su libertad, socavan su economía y corrompen
el ejercicio de la función pública.
Una enorme responsabilidad pesa sobre los hombros de los educadores. Son
responsables de sus palabras, del tono con que las dicen; de sus silencios, de sus gestos,
de los contenidos de sus enseñanzas, de las experiencias en las que hacen participar a
los educandos, de los ejemplos que dan con su propia conducta, de su vida pública. El
niño y el adolescente ven muy alto al maestro o al profesor, lo admiran, lo idealizan y el
docente debe ser conciente de todo eso.
Por lo tanto, el docente debe ser responsable en el sentido de tener la capacidad de
tomar en su propio nombre una decisión que compromete el futuro y de tomar a su
cargo las consecuencias verdaderas de un acto. No será responsable del alumno, sino
con él de un bien común.
Si no se logra esto, el docente no será culpable, sino incapaz ante la sociedad, pero en su
conciencia moralmente culpable.
Toda persona que aspira a entrar a la carrera docente, tiene la obligación de un examen
de conciencia que valore su equilibrio psicofísico y que sepa organizar las demás
manifestaciones de su conducta.
En equilibrio psicofísico supone un firme dominio de la función volitiva sobre los
sentimientos, las emociones, las palabras, los gestos y los movimientos del cuerpo en
general. El educador tiene la obligación de ofrecer en sí mismo el ejemplo de lo que
enseña, manifestándolo en lo corporal mediante el decoro, adecuándose a las
circunstancias de lugar y tiempo. Debe poner cuidado, entonces, en su aseo personal, su
forma de vestir, su voz, su vocabulario, etc.
Cuando un docente se inicia en su profesión, un impulso vital arrasa con todas las
dificultades que salen al paso, y lo llevan a la perseverancia en el obrar bien, que
éticamente debe mantenerla durante toda su carrera educadora.
El educador no debe ser indefinido respecto a los problemas vitales que afectan a la
existencia y al quehacer del hombre. Para esto debe tener su propia cosmovisión para
tomar una postura acerca del origen y sentido de todo el Universo, pero no una visión de
naturaleza científica, sino filosófica para que cuando el alumno lo interrogue, pueda dar
respuestas y servir de guía.
El maestro-educador tiene la obligación de estar informado de los principales
movimientos que obedecen a determinadas concepciones filosóficas sobre la educación.
Cuando se sorprenda a sí mismo en un error o ignorancia, estará éticamente excusado,
teniendo en cuenta la limitación humana, si tiene la sana humildad de reconocer su error
y consultar a sus colegas.
En el caso que fuera consultado por temas expuestos por un colega, por ética
profesional, debe mantener el respeto hacia el otro sin emitir juicios de valor frente al
alumno, en ese caso, se puede plantear el tema con el colega.
58
Debe ser solidario al conocer las diferencias culturales de su entorno, tratando de
transmitir sus conocimientos en forma humanista e igualista, ayudando a que sus
alumnos logren el razonamiento que los llevará a la superación de la condición que la
diferencia cultural, (restándole oportunidades de tener una vida digna) y no razonando
por ellos.
La tolerancia en el ejercicio de la docencia parte de la interiorización de los derechos
universales considerándolos como el límite entre lo tolerable y lo intolerable. El docente
debe tolerar las diferencias individuales, siempre que éstas no perjudiquen el buen
desempeño grupal. Así logrará tener un grupo heterogéneo que generará propuestas
innovadoras que apuntarán a un mismo fin educacional.
Las conductas del docente deberán ser coherentes con sus enseñanzas, que no sólo se
basen en conocimientos sino en modos de vida; esto lo otorga autoridad moral y hace
que sus alumnos lo consideren un referente ético con autoridad en lo que enseña.
EVALUACIÓN
DE
INSTITUCIONALES
DESEMPEÑO
DOCENTE:
DOCUMENTOS
El sistema de evaluación propuesto abarcaría dos ámbitos: estándares de desempeño y la
estructuración gradual de una carrera docente. A continuación se describe lo propuesto
en estos dos campos.
Sin entrar por el momento en la justificación obvia que no es posible evaluar si no se
tiene un conjunto de estándares o criterios sobre la calidad de desempeño que se va a
evaluar, es importante indicar primero que el disponer de estándares es de competencia
e interés primordial de la profesión docente.
Utilizando los argumentos de Abbott expuestos por Yinger (1999), lo privativo de una
profesión es tener un campo especifico de acción y reclamar su reconocimiento
jurisdiccional por parte de la sociedad; lo que significa a su vez mantener control sobre
la calidad de su ejercicio.
En el caso de la profesión docente, su campo especifico de acción es la enseñanza, que
tiene el fin de contribuir a la formación integral de niños y jóvenes. Para actuar en este
campo, los docentes poseen un cuerpo de conocimientos teóricos y casuísticos que
responde a una formulación culturalmente aceptable del mundo práctico de la
educación. Este conocimiento les permite reconocer los problemas de la enseñanza,
razonar o inferir a partir de ellos y actuar en conformidad. Sin embargo, para tener
credibilidad como profesión es necesario demostrar que se tiene estos conocimientos y
capacidades que permiten resolver los problemas propios del área de manera efectiva.
Por tanto, para que su ejercicio le sea reconocido, la profesión docente debe establecer
un control sobre la calidad de ese ejercicio. Esto lo hace estableciendo estándares para
la formación y para el ejercicio profesional, además de acordar códigos éticos y
prácticos. Estos estándares y códigos forman la base de los sistemas de control de su
calidad que acuerda poner en operación. A pesar que el propósito de asegurar una
práctica de calidad y el de establecer jurisdicción o credibilidad no son independientes
el uno de] otro, es importante separarlos y afirmar que la profesionalización implica
reconocer tanto la creación o desarrollo de una práctica efectiva como la creación de
una jurisdicción reconocida. La evaluación del desempeño docente, desde esta
59
perspectiva, le compete a la profesión y, para ello, le -compete, también, disponer de
estándares que regulen su ejercicio.
La Etica profesional del educador está constituida por el conjunto orgánico de derechos
y obligaciones morales emanados de la función pedagógica y deriva sus finalidades y
normas específicas, de la condición básica de persona, tanto del educador como del
educando, en armonía con los anexos que implican exigencias del bien común.
El objetivo de la ética en el terreno de la práctica profesional, es principalmente, la
aplicación de las normas morales, fundadas en la honradez, la cortesía y el honor. La
Ética tiene entre otros objetos, contribuir al fortalecimiento de las estructuras de la
conducta moral del individuo.
El hombre como ente social tiene misiones que cumplir para hacerse útil dentro del
ámbito donde se desenvuelve. Es la formación profesional un esfuerzo del individuo
para el logro de una rango intelectual, que le permita una calificación superior y
eficiente, así, gana el profesional la obligación de disponerse, en toda ocasión, a
devolver en parte siquiera, a la sociedad, algo de lo mucho que a ella debe reconocerle,
justificando lo que no se puede dudar: que el profesionalismo es el orgullo de una
sociedad y el triunfo de su futuro.
En un mundo donde la globalización cobra cada vez mayor fuerza se hace necesario la
preparación de un individuo que pueda recibir cualquier información y procesarla de
manera consciente sin que esto afecte en nada a su desarrollo. Por eso es vital la
formación de un hombre con cualidades positivas en su personalidad para enfrentar
todos los fenómenos que suceden a su alrededor.
La docencia va más allá de la simple transmisión de conocimientos. Es una actividad
compleja que requiere para su ejercicio, de la comprensión del fenómeno educativo. El
sólo dominio de una disciplina, no aporta los elementos para el desempeño de la
docencia en forma profesional, es necesario hacer énfasis en los aspectos metodológicos
y prácticos de su enseñanza, así como en los sociales y psicológicos que van a
determinar las características de los grupos en los cuales se va a ejercer su profesión. La
docencia como profesión se ubica en un contexto social, institucional, grupal e
individual, de ahí que un docente no puede desconocer las relaciones y determinaciones
en ninguno de estos niveles, pues no todos los obstáculos a los que se enfrenta el
docente en el salón de clases se originan ahí solamente, sino que son reflejo de un
problema social más amplio que repercute en la institución y por supuesto en el aula en
el momento de la interacción.
PROFESIONALIDAD
W.Carr y S. Kemmis (1988) reducen a tres rasgos la profesionalidad:
1. Conocimiento fundado en un saber teórico.
2. Subordinación del profesional al interés y bienestar del cliente.
3. Apelación a la autonomía (derecho a formular juicios autónomos, exentos de
control extraprofesional).
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Respecto al primer elemento F. Altarejos (1989), se plantea: ¿Cuál o cuáles son los
saberes que fundamenten la práctica educativa?. Si son suficientes unos saberes
meramente teóricos para dicha práctica, y si cabe pensar que la docencia es una práctica
que pueda realizarse como aplicación de dicho saber teórico.
La acción educativa con el conocimiento teórico de la educación, ayuda, pero no
resuelve por sí mismo; puede ser una asistencia eficaz, pero no indica por si mismo
cómo debe obrarse en cada situación; lo que importa en educación es cada situación
singular. Referente al interés y bienestar del cliente. Se da la característica en la
docencia a diferencia de otras profesiones de servicios, que el cliente son los padres o
tutores ya que no hay una relación contractual con el alumno. Esto significa que no
reciben los beneficios del trabajo directamente, por lo que los padres o tutores no
pueden ser buenos jueces. Además, se diferencian también con otras profesiones, que el
quehacer educativo no tiene un preciso grado de concreción en su rendimiento.
El docente no tiene ni podrá tener nunca un control del aprendizaje, pues éste depende
de muchos y diversos factores además de su actuación didáctica. En el aspecto de la
autonomía, es donde hay más limitaciones en la profesionalidad del docente, aunque, el
docente puede formular juicios autónomos en la actividad cotidiana de las clases, sin
embargo posee escaso control sobre el contexto organizativo general dentro del cual se
desarrolla dicha actividad (W. Carr y S. Kemmis,1988).
La autonomía se ha considerado hasta hace poco el estatus arquetípico de la
profesionalidad, heredado de las profesiones liberales, donde determinaba horarios,
retribuciones y, en general, regulaba las relaciones entre profesional y cliente. Podemos
decir como aspecto peculiar de la docencia que rinden cuentas a la institución, cuya
dirección son responsables de su práctica, el cliente real, el destinatario de los servicios
no es quien exige directamente la responsabilidad sobre el trabajo, ni tampoco sobre los
resultados obtenidos, entendidos éstos en términos de rendimiento académico.
Según esto, la profesionalidad como tal difícilmente se puede considerar en la docencia,
si no se plantea un cambio en los elementos necesarios para dicha profesionalidad.
Actualmente las nuevas exigencias de profesionalidad dejan inerme al quehacer docente
si se concibe como mera tarea técnica de los enseñantes. De hecho la docencia
universitaria esta teniendo dificultades ya que se habla de profesión académica,
consistente esencialmente en la investigación y parcial y ocasionalmente en la
enseñanza, no se ha tenido en cuenta la creciente demanda de preparación profesional,
la cual requiere formación en actitudes y capacidades tanto como conocimientos. El
docente no puede ser solamente el científico que conoce lo que hay, sino también el
sabio, que conoce cómo obrar, en la ciencia y en la vida; y ambos saberes pueden y
deben ser comunicados a los discentes, pues es la mejor “ayuda” que pueden recibir (F.
Altarejos,1998).
Desde la consideración económica de los trabajos, que actualmente tiene, la educación
entraría dentro del sector terciario, sin embargo, esta afirmación es discutible por el
carácter mismo del quehacer educativo, que es más que un servicio: es una ayuda. En la
adquisición del saber, se trata que el discente obre por sí mismo, para un mejor y más
eficaz aprendizaje, y para el crecimiento o desarrollo de sus capacidades personales, La
relación de ayuda se establece como apoyo para que el aprendiz procure algo por sí
mismo, algo que puede y debe obtener por sí mismo; pero que se favorece y se propicia
61
con la ayuda de otro, por lo que, mientras que en las profesiones de servicios el cliente
es pasivo, en la educación el cliente es activo. Viendo las relaciones de servicio y de
ayuda, la docencia cae entre estas últimas por definición: regla de oro del quehacer
educativo es no suplir al educando en su acción, sino sólo asistirle hasta que se baste por
sí mismo.
Por lo que podemos decir, que la educación entra de las profesiones asistenciales (tarea
de ayuda), en las cuales vienen determinada por una serie de características:
Competencia, Iniciativa, Responsabilidad, Dedicación y Compromiso.
COMPETENCIA
Se refiere a la habilidad o capacidad para resolver los problemas propios del trabajo. No
solo se refiere a un saber teórico, sino a un saber práctico, o a la acción racionalpráctica; no es tanto un saber objetivo, sino la realización de ese saber teórico en una
subjetividad, desde la experiencia y con un conocimiento suficiente, distinto y
actualizado de la finalidad. En la competencia radica la autoridad del profesional y su
valor social (aptitud acreditada en su quehacer). La competencia expresa la síntesis de
saber y hacer; de doctrina y capacidad; de conocimiento y acción eficiente.
INICIATIVA PERSONAL
Es una vertiente esencial de la competencia y raramente puede darse la una sin la otra.
La iniciativa se resuelve en anticipación ye innovación y son necesarias en las tareas de
ayuda. Necesario donde las circunstancias son irrepetibles de cada posición personal e
interpersonal. (Ejemplo: Actuación por falta de motivación o de actividad para el
aprendizaje, donde la resolución trasciende el mero ámbito académico). La iniciativa
personal favorece la autonomía profesional.
RESPONSABILIDAD
Es una obligación acogida por el sujeto, que quiere hacerse cargo de las consecuencias
de su acción por un lado, y pretende constantemente mejorar dicha acción por otro lado,
para que las consecuencias sean crecientemente beneficiosas, para uno mismo y para los
demás. La responsabilidad es la otra cara de la libertad; la cara de su incremento o
desarrollo. La libertad aumenta progresivamente el potencial operativo del sujeto; y
desde ese crecimiento se da cuenta de las acciones y se responde de los efectos. En el
ofrecimiento que hace un profesional de su competencia, está implícito el hacerse cargo
del interés y beneficio del cliente, y por tanto no se admite la posibilidad de “descargar”
en otro.
DEDICACIÓN
La dedicación desde el ejercicio profesional se refiere al ofrecimiento, entrega o
asignación, el significado de dedicación aquí es el “estar por”. Dedicarse a algo es más
que ocuparse de ello; la ocupación, aunque sea intensa, es un quehacer transitorio e
inestable que concluye tendencialmente en la des-ocupación, en liberarse de la
62
ocupación. Mientras que la ocupación tiene un carácter de imposición o necesidad
externa, la dedicación es fruto de una voluntad íntima y constante. La dinámica de un
quehacer realizado con dedicación tiende a la persistencia y no a la desocupación. La
dedicación no tiene un sentido extensivo y cuantitativo, sino intensivo y cualitativo. El
sentido del tiempo es relevante en la dedicación profesional: más que trabajar
continuamente un montón de horas, consiste en estar disponible permanente para las
necesidades que eventualmente pueda surgir.
COMPROMISO
Todas las características anteriormente no pueden realizarse si no es desde un
compromiso personal del profesional. El compromiso es un elemento radicalmente antiobjetivo, y reacio a toda medida y a toda estandarización, un compromiso sólo puede
entenderse como un acto enteramente personal. No cabe otra posibilidad para
fundamentar sólidamente los requisitos de competencia, iniciativa, responsabilidad y
dedicación, salvo la apelación al compromiso personal. La exigencia de estas
características para el que trabaja, orientada por el perfeccionamiento personal, supone
una mejora eficiente de la tarea, más que por la eficacia de la tarea, que no garantiza en
modo alguno un crecimiento personal. Para concluir cabe señalar que el esquema
tradicional de análisis socio profesional ha señalado siempre la fundamentación en un
saber científico positivo experimental, y en la técnica derivada o aplicada. Esto no
implica necesariamente la negación de la dimensión ética.
En las profesiones asistenciales, se ha invertido la relación: lo sustantivo es la
dimensión ética del profesional que da sentido a la dimensión técnica. Un vivo sentido
ético es el motor eficaz del cuidado de toda práctica social y también de la práctica
profesional, aunque, el afán de lucro o el deseo de honor pueden mover al profesional a
mejorar su técnica; pero es una motivación inestable e insegura, porque la consecución
de dinero o de cargos puede frustrarse. En cambio, el fundamento ético de la profesión
presta al saber técnico un cierto sentido de inmanencia: Se trabaja principalmente por
la obligación libremente querida del crecimiento personal, que implica necesariamente
la mejora del saber y la técnica profesional, resulte ésta exitosa o no (honestidad).
Nada ayuda más a superar los fracasos que el convencimiento del valor intrínseco del
trabajo que se realiza.
LA PROFESION DOCENTE Y LA CULTURA ETICO ORGANIZACIONAL
ALGUNAS ACTITUDES ETICAS EN LA GERENCIA.
En la gerencia actual se debe mantener una serie de actitudes, donde la convicción de
manifestarlas es una condición indispensable.
No obstante, es pertinente señalar lo que antecede al Código de Etica Profesional del
Contador Publico Venezolano ( 1996):
"Son propósitos del Código de Etica enunciar los principios que deben guiar la actitud y
conducta del profesional, para el logro de elevados fines morales, científicos y técnicos,
dando al cuerpo profesional un conjunto de normas éticas, para evitar comprometer el
63
honor y probidad profesional, así como la imagen de la profesión. Estas normas de ética
no excluyen otras no enunciadas, pero que surgen del digno y correcto ejercicio
profesional. No debe interpretarse que este Código admite lo que no prohibe
expresamente"
Con lo cual queda debidamente expresado que es la actitud del profesional, lo que
reforzara lo que por norma establece un código, ampliando así la posibilidad de un
desenvolvimiento gerencial y personal mucho más amplio.
Se plantean una serie de situaciones para la gerencia como las de:
•
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•
Mostrar flexibilidad en el manejo de las situaciones.
Asumir las responsabilidades de los actos.
Conservar la calma incluso en las situaciones impredecibles
Ser receptivo ante los diferentes enfoques y opiniones de los demás.
Adaptarse al cambio y a las nuevas situaciones
Mantener los niveles de productividad aun bajo condiciones adversas.
Cumplir varias tareas eficientemente al mismo tiempo.
Aceptar riegos calculados.
Analizar los problemas desde muchos ángulos.
Identificar los elementos cruciales de las grandes tareas.
Motivar a los empleados a dar su mayor esfuerzo.
Desarrollar una buena capacidad para escuchar
Conceder suficiente tiempo para planificar.
Tomar decisiones con confianza.
Es importante destacar que Goman, (1992) resalta la importancia de una ética imparcial,
la cual al ser aplicada en la praxis se destacan los siguientes elementos creàndose un
estandar deseable:
Justicia, imparcialidad, honestidad, lealtad, coherencia, éxito, etc.
Otros aspectos inherentes en la Etica Gerencial y que deben ser considerados por los
profesionales de la docencia son los siguientes:
El Secreto Profesional: Este aspecto es inherente a todo profesional,
independientemente de su actuación. En el caso del docente, el secreto profesional es
relacionado con la discreción que debe tener con toda aquella información que es
obtenida en el desarrollo de sus funciones.
El secreto profesional, aspecto considerado por casi todas las profesiones en sus
respectivos códigos de ética, tiene dos vertientes:
•
La primera relacionada con la información que se obtiene de la misma
institución donde se desarrolla la actividad profesional. Las instituciones como
tales generan un cumulo de información , que debe ser tratada como tal ,
institucionalmente
Debe ser manejada, con un criterio gerencial que permita su utilización en forma
objetiva y nunca para perjudicar la institución.
64
•
La segunda, relacionado con la información que se obtiene a su vez de instancias
como los alumnos, los padres y representantes y de todas aquellas personas
involucradas en el quehacer educativo.
De los alumnos se obtiene información sobre sus características personales,
psicológicas, emocionales, actitudinales , aptitudinales, etc, con lo cual el docente se
convierte en "depositario de dicha informaciòn ", la cual debe ser manejada con
discresiòn en beneficio de sus alumnos, y familiares.
La misma interrelaciòn con los padres y representantes, le permite acceder a
información adicional sobre la conformación del núcleo familiar, sus expectativas,
problemas económicos, la relación entre los padres y sus posibles conflictos de pareja, y
otros problemas no menos importantes presentes en los núcleos familiares, en mayor o
menor grado.
Por ultimo, el docente se reúne en los Consejos de Docentes, en donde se discuten los
casos de sus alumnos y los hechos educativos - pedagógicos de mayor relevancia e
interés para todo el cuerpo de docentes, y es allí donde se intercambia información y se
analizan situaciones y proponen soluciones que tienen como centro principal al alumno
y su familia, con lo cual queda demostrado que toda información debe ser tratada con
discreción, aun en el mismo plantel, aún con los demás miembros que conforman el
equipo de trabajo.
En su conjunto, el manejo de toda esta información , constituye en lo que a nuestro
juicio es el Secreto Profesional, en función de la primera y segunda vertiente, señalados
anteriormente.
El uso inadecuado de la información que puede considerarse como secreto profesional,
tiene implicaciones e interrogantes muy particulares. Estas son:
•
•
•
•
•
•
•
¿Cuánto cuesta la deshonestidad del docente?
¿Cuáles son las razones para la persistencia y de esta practica?
¿Qué se puede hacer para minimizar al máximo esta situación?
¿Cómo se puede detectar esta situación?
¿La normativa legal vigente facilita o dificulta la erradicación de los vicios
profesionales que presentan algunos docentes?
¿Qué se debe hacer cuando se presentan este tipo de situaciones?
Muchas de las respuestas que pueden esgrimirse para estas interrogantes,
obedecen muchas veces a la conciencia individual y a la interpretación de las
normas a las cuales estamos obligados a considerar.
Los Honorarios Profesionales: El docente puede ejercer libremente su profesión,
ofreciéndole al publico, y colegas, sus servicios privados en materia de educación,
orientación, gerencia u consultoría, y atendiendo a los educandos en sus casas, o en su
sitio de trabajo.
El ejercicio privado de la profesión docente no esta regulado particularmente por
ninguna normativa. Este conlleva a nuestro juicio a considerar una serie de aspectos ,
para determinar los honorarios:
65
El Grado de Dificultad del Problema a Tratar: Se considera que a menor dificultad, los
honorarios deben ser reducidos en función de la complejidad o no del problema.
El Nivel de Formación del Docente: Este aspecto es de suma importancia, por cuanto la
formación universitaria o de post - grado determinara el nivel de capacidad para abordar
una problemática pedagógica o de aprendizaje, o de asesoría gerencial, según sea el
caso.
La Experiencia o los Años de Servicio: Esto esta relacionado con el punto anterior, ya
que el grado de capacitación y la experiencia desarrollada permitirá que el docente
pueda prestar un servicio privado eficiente y seguro, al igual que en el público.
Clarificar el Monto de sus Honorarios: En la entrevista inicial, se deberá informarle a
los padres y representantes de todas las incidencias económicas que están implicadas en
el trabajo que se va a realizar con el alumno.
El Nivel Socio Económico del Núcleo Familiar que Requiere del Servicio: Es
importante considerar este aspecto al establecer los honorarios profesionales, para así
clarificar la factibilidad de la prestación del servicio, o en su defecto, remitirlo a un
servicio oficial , el cual es gratuito.
Independientemente, es el criterio del profesional el que decide si va a tomar el caso en
las condiciones que se preestablezcan (Honorarios Mínimos) o la exoneración del pago.
Toda sesión de trabajo debe cumplir con los objetivos establecidos inicialmente, y
deben ser del conocimiento de los padres, así como los honorarios que se establecerán
previamente y de común acuerdo, considerando el profesional los aspectos antes
señalados.
Todo esto debe soportarse en la política, las cuales son las líneas generales de conducta
que deben establecerse con el fin de alcanzar sus objetivos ( la organización). La
Política es, entonces, una guía que indica el camino para facilitar las decisiones.
En este sentido se ratifica la necesidad de establecer en las políticas que conlleven al
establecimiento de un Código Institucional.
EXIGENCIAS DEL EJERCICIO PROFESIONAL
Ahora nos referiremos a las exigencias que afectan directamente al ejercicio profesional,
las cuales son:
La honradez: La dimensión moral de la profesión implica la honradez en la persona
que la desempeña. El Diccionario de la Real Academia define la honradez como: "
cualidad de probo, proceder del propio hombre recto".
Definición que lleva consigo la probidad humana. El sentido de este término encierra,
pues, una actitud permanente de bondad, rectitud de animo e integridad en el obrar.
Las reglas morales encerradas en el extenso sentido de la palabra honradez, pueden
sintetizarse en lo siguiente:
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La honradez nace de la adecuación de la conducta a los principios que rigen la
conciencia personal del profesional.
La rectitud procede de la adecuación de la conducta a las normas legítimamente
establecidas.
La probidad puede venir del orden de las relaciones del profesional con los otros
compañeros, alumnos, padres y representantes, proveedores, clientes , ciudadanos, la
sociedad, etc.
El cumplimiento de los deberes de justicia en las relaciones con los otros no es,
precisamente, el desenfrenado afán de lucro, la competencia desleal, la propaganda
engañosa, el descrédito, e intriga profesional.
La responsabilidad de los profesionales ante los otros miembros de la propia profesión
postula velar por el honor y la honradez de la misma.
La diligencia: Es una condición indispensable del profesional. La diligencia tomada
como entrega y solicitud por el trabajo, es una condición indispensable del profesional.
El incumplimiento de los compromisos laborales son exponentes manifiestos de
negligencia profesional.
Espíritu de Servicio: La profesión docente implica espíritu de servicio. El aspecto
social de la profesión es algo esencial a la misma. El profesional ejerce una función
social. Debe en justicia cooperar con la máxima diligencia e interés al bien común de la
misma manera que el desea que todas las otras profesiones ajenas a las suyas ejerzan sus
cometidos con garantía y diligencia.
Otras exigencias en esta materia han sido reflejadas en distintos Códigos Eticos, incluso
en el Parlamentario, tal es el caso del Parlamento Británico, cuando en 1994 por
solicitud expresa del Primer Ministro de entonces, John Mayor, este señaló: " No se
puede afirmar en forma definitiva, que se ha producido un deterioro significativo en las
normas de conducta que prevalecen en la vida pública de los parlamentarios, ministros y
empleados administrativos. En todo caso, se puede señalar que la conducta en la vida
pública de los funcionarios de alto y mediano rango estará siendo supervisada de una
forma mas directa que en el pasado".
Continúa señalando Mayor: " Sería un alivio pensar que la opinión pública considera
que ha habido un mayor cumplimiento en las normas por parte de los servidores
públicos debido al incremento en la actividad investigativa de los medios y su intrusión
en las vidas privadas de las figuras públicas. Sin embargo, no pensamos que ésta sea la
única respuesta. Los medios impresos generalmente publican, lo que a su juicio, son los
hechos."
La erosión de la confianza que tiene la opinión pública de los funcionarios que
desempeñan un cargo en el gobierno es un asunto que tiene graves implicaciones.
Goman, (1992), señala los beneficios que se logran al existir un gran compromiso en el
trabajo que desempeña el profesional, incluyendo el docente. Estos beneficios son los
siguientes:
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Alta calidad, Alto rendimiento, Poco cambio de personal, Buena reputación, Moral alta,
y Espíritu de Equipo.
La contraparte de esto, es decir el alto costo del poco compromiso origina las siguientes
consecuencias:
Baja calidad, Bajo rendimiento, Rotación de personal, Mala reputación, Baja moral, y
Espíritu de equipo bajo.
PROPUESTA DE UN CÓDIGO DE ÉTICA PARA SU OBSERVANCIA EN LA
GERENCIA Y PRAXIS PEDAGÓGICA. (A titulo de ejemplo)
Tomando en consideración los Valores que forman parte de la cultura organizacional
educativa, cada uno de los profesionales de la docencia, tiene la responsabilidad de
mantener las normas de conducta que la comunidad y los usuarios de los servicios que
ella presta , esperan de ellos. Esto con el fin con de resguardar la integridad de la
institución.
Además son responsables ante la opinión pública por la labor realizada en los planteles
en los cuales estàn adscritos
•
Los profesionales de la docencia deberán cumplir y demostrar con su ejemplo,
con los principios generales de conducta que se aplican a todas las personas en
su vida pública, a saber:
•
•
•
•
•
•
•
•
Abnegación.
Integridad
Objetividad
Responsabilidad
Transparencia
Honestidad
Liderazgo.
El principal deber de los profesionales de la docencia es servir a su país a través
de sus competencias , acciones y ejemplos, instrumentadas en el área geográfica
delimitada a tal fin, es decir, el plantel y la comunidad donde este esta ubicado.
Deberá contribuir con su ejemplo a fomentar y cultivar los siguientes valores:
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Amistad
Disciplina
Objetividad
Autonomìa
Eficacia
Originalidad
Autoridad
Eficiencia
Pluralismo
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•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Coherencia
Excelencia
Prudencia
Colaboración
Flexibilidad
Perseverancia
Compromiso
Humildad
Respeto
Confianza
Identidad
Responsabilidad
Control
Imparcialidad
Serenidad
Crítica
Independencia
Sinceridad
Democracia
Lealtad
Tolerancia
Diálogo
Liderazgo
Tradición
•
Espera de los cuadros superiores los siguientes códigos de conducta:
•
•
•
•
•
•
•
•
Optimismo De pensamiento critico
De profundidad/Altura De compromiso personal
De interdisciplinariedad De creatividad
De actividad De sencillez/modestia
De entusiasmo De discurso ordenado
De organización De compañerismo
De precisión conceptual De respeto
De objetividad / neutralidad De sinceridad
•
Debe garantizar los mecanismos mas idóneos para la investigación de casos de
presunta conducta indebida por parte de los empleados que incurran en ella.
Las sanciones a que hubiese lugar en este sentido son de carácter disciplinario y Ético.
Este mecanismo es independiente de los que se establecen en la normativa legal.
Se espera que todo docente se comporte de acuerdo con las normas mas rigurosas de
conducta personal y constitucional.
En lo particular deberán garantizar que no se presenten conflictos entre sus deberes
personales y sus intereses particulares.
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Deberá mantener el debido Secreto Profesional para con la información que tenga
acceso durante el desempeño de sus funciones.
Esto debe privar igualmente en aquellos casos en donde la información pueda ser
obtenida en forma accidental, para lo cual el empleado debe informar a su inmediato
superior del hecho en cuestión.
El secreto profesional no cesa, aun en la circunstancia en la que el docente deje de
prestar sus servicios en el plantel u organización, al cual estaba adscrito.
Debe rechazar en cualquier caso y circunstancia y no solicitar jamás, ni para si mismo ni
para terceros, pagos, beneficios o privilegios en ocasión de los servicios que le son
inherentes a sus funciones.
Igualmente debe rehusar con firmeza inequívoca el mantenimiento de relaciones o de
intereses, con personas u organizaciones, que sean incompatibles con su cargo y con las
atribuciones y funciones que le están asignadas.
La misión que le está encomendada al docente debe ser cumplida con la máxima
eficiencia, objetividad e imparcialidad y con estricto apego a las leyes.
CONCLUSIONES
El presente trabajo estuvo orientado a analizar y establecer una serie de puntos de vista
sobre el desempeño personal - profesional y sus implicaciones Éticas, no solo del
profesional de la docencia, sino de otras profesiones a objeto de tener una visión
prospectiva de la problemática ética que en ellas se presentan.
Históricamente, las normas, los juicios de valor, la moral, y las reglas y costumbres, han
evolucionado según el momento en que han surgido y desarrollado y las mismas se han
mantenido (caso de algunas religiones) y otras han evolucionado de acuerdo al
desarrollo de la civilización.
La posibilidad de normar las conductas profesionales surgen cuando las personas con un
determinado fin común, deciden establecer un conjunto de pautas de obligada
observancia, a objeto de preservar su honorabilidad, honradez y objetividad, entre otros.
El fenómeno moral es una creación exclusiva del hombre. La posibilidad de disertar
sobre normas, costumbres y formas de vida que se presentan como obligatorias, son
valiosas y orientan la actividad humana.
Esta orientación, como se señalo anteriormente, es válida tanto en lo personal como en
lo profesional y determina la conducta para decidir cual es la decisión mejor entre las
posibles de realizar en una situación concreta.
Está claro que los códigos de Ética no pueden suplir la responsabilidad de la decisión
personal., pero un código tiene que aspirar a ser verdaderamente regulador, y debe
proteger el interés público.
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Diferentes disciplinas contribuyen notablemente con la Ética (como ciencia filosófica y
práctica) , especialmente aquellas que se refieren al hombre como la Psicología, el
Psicoanálisis, la Sociología, la Antropología, el Derecho, la Historia y Economía., con
lo cual podemos inferir que no hay actividad desplegada o desarrollada por el hombre
que no este ligada a lo Ético y a lo moral.
El ser humano se rige de manera universal, por diez valores morales, que
indistintamente de su ubicación en el tiempo o grupo social, particularizan al ser
humano en un contexto general cuya interpretación obedece a circunstancias
particulares.
Dentro del tema de la realización de la moral, ocupa un destacado lugar una rama
eminentemente práctica de la Ética que se identifica como Deontología. Esta representa
la teoría de los deberes particulares, propios de una profesión, situación o entorno
organizacional.
Los deberes que estudia y prescribe la Deontología nos permiten referirnos a una serie
de principios o normas que debe observar el sujeto que pertenece a una organización o
estructura.
Forman y deben considerarse en cualquier cultura u organización, por lo que llega a
identificar al sujeto por convicción más no por imposición.
Las normas morales se comparan con otros tipos de reglas como las leyes naturales, las
reglas técnicas, normas jurídicas, normas sociales y las normas religiosas, las cuales
todas en su conjunto coadyuvan a esclarecer que es y que no es una norma moral.
Existen un sinnúmero de profesiones que regulan las actividades de sus agremiados,
mediante Códigos de Etica y Leyes de Ejercicio, las cuales en la práctica son
desconocidas u omitidas por diversos motivos:
1º.- La ausencia de una cátedra en el pensa de estudios de la mayoría de las carreras
universitarias, en cualquiera de sus niveles.
2º.- La poca importancia que se le da a la Etica profesional en los propios Colegios y
Federaciones de profesionales, salvo las actuaciones de los Tribunales Disciplinarios, en
cuyo caso son los órganos que conocen de las distintas actuaciones de un profesional
que viole las normas Etico - profesionales.
3º.- La no muy clara diferenciación entre la moral personal y la Etica profesional. La
primera abarca las normas que permite la convivencia entre las personas y grupos y la
otra abarca la conciencia individual que se considera subjetiva.
La actuación de una persona se puede considerar en tres clases de actos: Uno el que el
hombre deberìa hacer, aquellos que no deberìa hacer y otros que puede hacer o dejar de
hacer.
En el caso de la praxis educativa existen una serie de elementos ubicados dentro de la
normativa legal que es necesario conocer y fundamentalmente aplicar, sin embargo es
factible que se transgredan algunas disposiciones por su desconocimiento.
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Por otra parte, es necesario adicionalmente contar con un elemento regulador del
comportamiento cotidiano conforme a unas normas Éticas que deben ser observadas por
el docente, indistintamente de su posición y función jerárquica ...
La Misión del profesional de la docencia está enmarcada en la concepción dedicada a
prestar servicios públicos de calidad y comprometida a responder a necesidades y
expectativas de la Comunidad, proponiendo retos constantes, estimulando el trabajo en
equipo, brindando afecto, respeto y buen trato.
Los Valores que deben predominar son los siguientes:
• Honestidad Amistad
• Responsabilidad Solidaridad
• Productividad Tolerancia
72
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