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México: Gobierno Autoritario, Ciudadanía Incompleta. Catalina Eibenschutz Hartman Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco México D.F. LASA XXI International Congress, 16-18 March 2000. Miami, Fla. USA El objeto de este trabajo es discutir la categoría de ciudadanía incompleta y demostrar como en el caso de México, la historia de autoritarismo característica del país, no ha permitido el desarrollo de una ciudadanía plena. Como segunda parte analizaré las condiciones en las cuales se han realizado los últimos diálogos entre la sociedad civil y el Gobierno mexicano, como un ejemplo de las limitaciones que existen en el país, para cualquier diálogo entre la sociedad y el Gobierno. Como tercera parte señalaré como este binomio de ciudadanía incompleta y Gobierno autoritario, en momentos de gran polarización económica puede ser explosivo. PRIMERA PARTE Sistema Político y Ciudadanía en México. El autoritarismo del Gobierno en México es un hecho bien conocido. Gran número de autores lo han analizado hace muchos años, y lo han descrito como un sistema político corporativo, populista, autoritario y patrimonial. Los orígenes de este autoritarismo datan desde la época colonial y aún antes. En el siglo XX surgió lo que podríamos llamar el Estado Nacional Moderno después de la Revolución Mexicana de 1910. Este Estado post-revolucionario sentó las bases, por un lado, para el desarrollo económico nacional, la Reforma Agraria, el reconocimiento de los obreros como clase y el desarrollo de una burguesía industrial nacionalista en nuestro país. Pero, por el otro, sentó las bases para la continuidad de un sistema autoritario, basado en un nuevo pacto social caracterizado por un sistema democrático formal, la no re-elección y el corporativismo estatal (Leal, J. F., 1975) como forma de control y representación de los grupos populares, bajo la organización del PRI como partido oficial desde los años 30 hasta la fecha. Esta situación creó a través de los años una cultura política basada en un discurso revolucionario (Castrejón, D. J., 1995) que convenció a la ciudadanía y a sus 1 diferentes grupos sociales en conflicto, que el Estado Mexicano representaba los intereses de todos los habitantes por igual. Esta situación de gran hegemonía y consenso, que por muchos años le otorgó una importante autonomía relativa el Estado Mexicano (Eibenschutz, C. 1981), hubiera sido imposible, de no ser por el crecimiento económico sostenido hasta la década de los 60s, (Hansen, R. D., 1976) que permitió a los diferentes gobiernos priístas mantener su hegemonía a través del ejercicio clientelar, y de un modelo de Estado interventor de corte benefactor, que se empezó a agotar en los 70s. Esta relación autoritaria y clientelar, unida al desarrollo económico sostenido y al crecimiento de la corrupción (Castaings, J., 1989), constituyó el principal obstáculo para el desarrollo de una ciudadanía plena y transformó al sistema político en una democracia puramente formal. Néstor De Buen (1998, pp. 34-38) resume de forma clara la contradicción entre la democracia formal y la dictadura real que ha existido en México. La Constitución Mexicana establece la soberanía popular, la división de poderes y la no-reelección, que teóricamente deben ser la garantía de una estructura democrática; aunada a un supuesto juego político de partidos, a la elección directa de los poderes Ejecutivos en los ámbitos local y federal, la libertad de creencias, las garantías individuales y sociales, el compromiso con la educación pública; elementos todos ellos que conforman teóricamente una democracia formal incuestionable. Sin embargo, el sistema ha tenido la capacidad de funcionar en forma autoritaria y dictatorial a través de mecanismos legales y no tan legales, que garantizan la supremacía del poder ejecutivo sobre todos los demás. Los mecanismos de lealtad, corrupción, caudillismo, fraude electoral permanente y uso discrecional del presupuesto, entre otros muchos, han transformado esta democracia formal en una dictadura perfecta, por la mágica vía de los hechos y como acertadamente señaló el famoso escritor Vargas Llosa, a quien por cierto no se puede acusar de izquierdista delirante. Entre otros muchos autores L. Lomnitz (1982, p 53) describe el funcionamiento del sector público mexicano, en los siguientes términos: Cooptación de líderes, políticas verticales y compartimentalizadas, legalización de conflictos sociales en instancias jurídicas ad hoc, institucionalización permanente para resolver las demandas de los grupos sociales, planeación y dotación de recursos con criterio político clientelar, negociaciones permanentes pero no públicas, prácticas clientelares y patrimoniales, uso periódico pero sistemático de la represión y la intimidación anticipatoria. Esta indiscutible capacidad del sistema mexicano, incluye sin duda la capacidad del partido oficial y de los grupos en el Gobierno para mantener su hegemonía, pero hubiera sido imposible si no se hubiera apoyado en una ciudadanía que no pudo acceder históricamente a constituirse como tal, a través de las luchas sociales que garantizaron su construcción desde la Revolución Francesa hasta nuestros días, en el caso de los países desarrollados. (Marshall, T.H. 1964) 2 Un régimen de Partido de Estado, durante tantos años en México, significó la presencia paternalista del Estado en todos los ámbitos de la sociedad mexicana y durante mucho tiempo garantizó el desarrollo nacional y mantuvo la paz social. Prácticamente no existió grupo social o político independiente, que pudiera desarrollarse al margen de este Estado omnipresente en la sociedad, del “Leviathan”. Esto no quiere decir que nunca hubo grupos y luchas importantes a lo largo del siglo XX, pero la mayoría de ellas fueron integradas y cooptadas eficientemente por el sistema, o reprimidas brutal y/o selectivamente; hasta la crisis económica y social, que se inició a fines de la década de los 60 y que aceleró el proceso de agotamiento del sistema. Ciudadanía plena versus Ciudadanía Incompleta. El ya clásico libro de Marshall (1964) señaló hace casi 40 años, la tensión permanente entre el sistema capitalista y el concepto ideal de igualdad ciudadana, en el sentido de que el primero divide socialmente a los habitantes de cualquier país, mientras que el segundo tiende aparentemente a igualarlos, fundamentalmente a través del derecho al voto. En el mismo libro este autor afirma que el status de ciudadano proporcionó el cimiento de igualdad sobre el que pudo erigirse la estructura de la desigualdad capitalista, (p.88), elementos que han sido aceptados en general, pero también cuestionados y desarrollados por otros autores posteriormente. Entre ellos R. Alford y R. Friedland (1991, p.142) quienes critican que la idea enunciada por Marshall de que la ciudadanía es un status otorgado a los miembros plenos de una comunidad, con iguales derechos y obligaciones frente a la misma, y que aunque no existen principios universales que determinen estos deberes y derechos, la ciudadanía como una institución en desarrollo crea una imagen ideal de ciudadanía hacia la cual pueden dirigirse las aspiraciones. (Marshall 1964, p. 88). Estos autores la critican porque escamotea el hecho de que el ritmo de la lucha de clases y los requerimientos de la legitimación burocrática son los verdaderos promotores de estos valores sociales y que la cultura democrática se convierte en un mecanismo para conciliar la contradicción entre democracia y capitalismo. En el caso de México el mecanismo principal en la construcción de este tipo de ciudadanía, que denomino incompleta y desigual, ha sido el de la legitimación burocrática que ha inhibido la participación activa de la mayor parte de la sociedad y ha generado en casi todos los grupos sociales una actitud de dependencia del Estado. Esto es el resultado de los mecanismos políticos anteriormente mencionados y del discurso nacionalista y revolucionario, característico del Gobierno hasta 1980 (MONSIVÁIS, C., 1992). Las consecuencias de esta forma de hacer política, ha sido una conciencia ciudadana muy nacionalista (casi chovinista), y una ciudadanía muy poco social1, muy desigual y dividida entre sí. 1 Uso este término en el sentido que define J. L. Monereo (1996, pp. 159-160), “El concepto de ciudadanía social se concibe en sentido jurídico y político como un conjunto de pretensiones y expectativas que cada ciudadano en cuanto tal (con proyección universalista)expresa frente al poder público, para obtener las garantías de seguridad necesarias, en la vida y en el trabajo; y todo ello a fin de dar contenido de dignidad a la existencia individual.” 3 La desigualdad a la que me refiero es el resultado de la estructura corporativa del Estado y del Gobierno del PRI, que durante 60 años fue capaz de dispersar y reprimir cualquier modalidad organizativa de la sociedad que intentara existir al margen del partido gubernamental, como señalan S. Zermeño (1996), A. Gilly (1995) y M.A. Vite Pérez (1997) entre otros muchos. Otra razón de desigualdad en cuanto a la ciudadanía, se concretó en la respuesta gubernamental respecto a la Seguridad Social y a la Atención Médica de la población mexicana entre 1940 y 1984. Esta respuesta se organizó en este período de manera clientelar y fraccionada en un mosaico de Instituciones, cada una para cada grupo específico de la sociedad y con diferentes modelos de seguridad o cobertura de Atención Médica. Por ejemplo: el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) para los trabajadores del sector privado con contratación legal, el ISSSTE para los burócratas al servicio del Estado, los servicios Médicos de PEMEX para los trabajadores petroleros, y otros. Estas Instituciones se creaban según la importancia política y/o económica que el grupo en cuestión tuviera para el Gobierno; en otros momentos privó el criterio de contrarrestar las luchas reivindicativas de ciertos grupos sociales (IMSS-Coplamar), pero nunca se garantizó la seguridad social a toda la población del país, por su sola condición ciudadana. (Eibenschutz, C. 1991) y gracias al discurso político que igualaba la Atención Médica con la Seguridad Social, los grupos excluidos de ésta última, se conformaron. Un elemento más y tal vez el más importante, que afecta negativamente la conformación de la ciudadanía mexicana, es la desigualdad económica y educativa, que se expresa actualmente en niveles de analfabetismo de más de 10% en algunas zonas y en el analfabetismo funcional, que a su vez se traduce en escasísimos lectores de la prensa escrita. Esta situación ha dejado a la televisión como el medio masivo de comunicación por excelencia, con sus resultados de manipulación a favor del Gobierno en general. (Ramonet, I. 1999, pp. 55-73 y 141150) Este proceso de generación de una ciudadanía incompleta y desigual se presenta también en otros países de América Latina como Brasil, Venezuela, Colombia, etc. con sus características propias y que algunos autores han denominado ciudadanía restringida. (Osorio, J. 1997, pp.26-28 y Cele de A. Bodstein, R., 1995). Para diferenciar la ciudadanía incompleta de aquella llamada plena, me acojo a la definición de J.L. Monereo ( 1966, p. 160) de ciudadanía plena y social como una tríada de: 1) ciudadanía política que se vincula con el principio participativo y que comprende los derechos electorales y de participación institucional; 2) ciudadanía civil ligada al principio de libertad, que se expresa en la libertad de contratación y asunción de obligaciones interpersonales y 3) ciudadanía social con configuración dual, desde el punto de vista formal, como condición de miembro de una comunidad política y desde el punto de vista sustancial, como atribución al ciudadano de una serie de derechos reconocidos por el Estado. 4 Movimientos Ciudadanos. A partir del movimiento estudiantil de 1968 (Zermeño, 1996, pp. 14-22) y conforme se instalaba una especie de crisis económica crónica, se fueron sucediendo respuestas de carácter ciudadano novedosas y originales, que sin duda han contribuido al crecimiento de una conciencia ciudadana en México. Entre estos movimientos quiero señalar los siguientes: - - La respuesta ciudadana después del terremoto de 1985. La organización de Asamblea de Barrios y la figura de Superbarrio. (Cuéllar, 1994) El movimiento Estudiantil de 1987, encabezado por el CEU (Consejo Estudiantil Universitario), que desembocó en un Diálogo público con las autoridades y en un Congreso Universitario. El levantamiento militar del EZLN en Chiapas 1994 y su llamado a la Sociedad Civil. El Barzón, movimiento de deudores de la Banca. La huelga Estudiantil en la UNAM, encabezada por el CGH (Consejo General de Huelga) 1999-2000. A pesar de este avance en conciencia y en organización, México está todavía a una gran distancia de contar con una ciudadanía plena y más bien se sitúa mayoritariamente al nivel de una ciudadanía incompleta. Globalización neoliberal La llamada modernización capitalista, la caída de los sistemas del socialismo real, la llamada caída de las utopías y por último la supuesta globalización mundial de tipo neoliberal, han cambiado sin lugar a dudas, el panorama social y político mundial. Aún cuando todavía no tenemos instrumentos teóricos suficientes para analizar y explicar la situación, no podemos negar que nos encontramos frente a una crisis de civilización en su conjunto2 y frente a un proceso de transición cuyo sentido no está claro. Comparto la opinión de G. Berlinguer (1998) en cuanto a que hay dos tipos de globalización, la referente a las grandes posibilidades de comunicación entre los ciudadanos de todo el mundo y la otra que se refiere a la imposición del modelo neoliberal en el mundo y el control de la opinión pública a través de las nuevas posibilidades tecnológicas. La primera, representa un avance civilizatorio mundial y la segunda es muy discutible, y ha generado un modelo económico excluyente y unos requerimientos inalcanzables para la mayoría de los ciudadanos excluidos, 2 Crisis civilizatoria, en el sentido que le dan muchos autores: Falta de teoría, gran polarización económica y social , elevado número de muertes prevenibles en el 3er mundo, pérdida de la soberanía nacional, etc. que pone en duda la existencia de una verdadera globalización. 5 en todo el mundo. Realidad que ha contribuido a hacer más evidente esta ciudadanía incompleta, a la que venimos haciendo referencia. Por otro lado en este inicio de milenio, la distancia entre el discurso político y la realidad, se hace cada vez mayor, y el papel de los medios masivos de comunicación se transforma en el llamado cuarto poder, que en lugar de informar y contribuir a la creación de conciencias, oculta la realidad en función de los intereses de las grandes potencias. ( I. Ramonet, 1999) Además de algunos ejemplos internacionales que menciona N. Chomsky (2000, pp. 59-68), quisiera mencionar una de las joyas de la demagogia mexicana a este respecto: cuando el Presidente Salinas de Gortari señaló en un discurso, para justificar su política privatizadora, que “En un país tan pobre como México, no era posible mantener un Estado tan rico como el existente y por ello había que vender las Empresas al pueblo”. En cualquier caso y en muchos países del mundo, ésta globalización también llamada mundialización se ha transformado, por una parte en uno de los grandes mitos de la actualidad y por la otra en una realidad que afecta a todos los rincones del mundo, sin respetar la independencia de los pueblos ni los diferentes regímenes políticos. Analizarlo en términos de mito es importante, pues si bien alcanza a todos los países, ricos y pobres, los afecta en forma muy desigual. No transforma la explotación capitalista, sino por el contrario la refuerza y por lo tanto aumenta la desigualdad intra países y entre países. Como bien lo señala Ramonet (20000, pp. 6-7) se trata de la segunda revolución capitalista donde los actores de la colonización ya no son los Estados sino las grandes Empresas Multinacionales y el Capital Financiero, la mayoría del cual se sitúa en los Estados Unidos. Así, esta mundialización no pretende conquistar países, sino mercados y el mito radica en las cada vez mayores diferencias entre los países supuestamente mundializados. Sus resultados concretos en la realidad se pueden resumir en una concentración enorme del capital y el poder a escala mundial, en el desmantelamiento de muchas industrias, en aumento del desempleo, explotación infantil, aumento de la pobreza, aumento de la delincuencia, polarización socio económica etc. Estas son algunas de las características que el mismo Ramonet califica de “pillaje planetario”. En el caso de México y América Latina esta globalización se inició mediante la imposición de las llamadas “políticas de ajuste” y representó una nueva forma de expoliar a los países subdesarrollados, en los tiempos del neoliberalismo. Esta mundialización ha ido de la mano de otro gran mito, la transición a la democracia en condiciones de desigualdad económica y social nunca antes vistas. Sin pretender discutir a fondo las implicaciones de la democracia en este artículo, sí quisiera señalar que no hay democracia posible en ausencia de una ciudadanía 6 plena. Esta es condición necesaria, aunque no suficiente, para avanzar hacia la democracia. Políticas de ajuste, exclusión ciudadana y transición a la Democracia. A partir de la crisis de la deuda externa y de las políticas de ajuste dictadas para América Latina desde el Banco Mundial y el FMI e implementadas de manera “ejemplar y obediente” por los Presidentes de México, Miguel de Lamadrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, la situación político-económica de la población mexicana empeoró sensiblemente en todos sentidos: Aumento de la polarización económica, empobrecimiento extremo de la mayoría de la población, aumento del desempleo y del autoritarismo del Estado. (MEYER, L., 1995, entre otros) Como ilustración, quisiera mencionar la experiencia subjetiva que muchos de los habitantes de México, vivimos en los tiempos de la modernización: 1.- Se volvió antiguo y de mal gusto pretender tener un salario suficiente y un trabajo estable. 2.- El discurso revolucionario del Gobierno del PRI se “bajó del caballo” y no se volvió a mencionar la Revolución Mexicana. 3.- Los derechos colectivos y solidarios como la Seguridad Social, la Autonomía Universitaria, el derecho a un trabajo estable y a una pensión de vejez, pasaron también a ser “pecados capitales” típicos de los “conservadores y antiguos”. 4.- Los ciudadanos pasamos a ser sospechosos de ineficiencia y de querer aprovecharnos del Estado paternalista para no trabajar, para no producir. En definitiva “todos delincuentes” mientras no se demostrara lo contrario. 5.- Cada uno de los ciudadanos trabajadores tenía que demostrar su eficiencia en el trabajo, ganando puntos de productividad, teniendo reconocimiento en el extranjero, teniendo cuentas de ahorro en el banco, no sacando dólares, teniendo tarjetas internacionales, seguros privados de todo tipo, y sobre todo confiando en el libre mercado. 6.- Nos intentaron cambiar la Historia Nacional y el Dictador Porfirio Díaz pasó a ser un “adorable viejito” que inició el desarrollo de México, el Ejército Mexicano era el responsable del 68, Zapata no fue tan importante. El PRI se dividió entre dinosaurios (aquellos que recordaban su pecaminoso origen revolucionario) y modernos (el sector de tecnócratas financieros) y terminaron imponiéndose los últimos. 7.- La pérdida progresiva de nuestra capacidad adquisitiva era un acto de sacrificio necesario, para el buen futuro de la nación. 7 8.- Aquellos que nos atrevíamos a protestar, nos transformamos inmediatamente en “populistas” y “negadores del progreso y la modernidad”. 9.- Las Universidades Públicas, resintieron la disminución del gasto social, la pérdida del poder adquisitivo de los salarios de hasta un 60% y una campaña de desprestigio que se basaba en la incapacidad de los profesores universitarios para producir egresados y conocimientos de alta calidad. Pasamos a ser delincuentes sospechosos, como el resto de los ciudadanos que pretendían vivir del "Gobierno paternalista". Como resultado de éste tipo de modernización, excluyente y brutalmente empobrecedora, se generó un estado de insatisfacción y malestar generalizados en la población mexicana que no encontraba salida frente al autoritarismo creciente del Gobierno y sus políticas privatizadoras. En un ambiente en el que crecía la desconfianza hacia los partidos políticos, hacia las promesas del Gobierno y hacia los medios masivos de comunicación, en especial de la televisión, que representa los intereses de la oligarquía financiera y el Gobierno. Esta desconfianza generalizada ha contribuido de manera importante a mantener esta condición de ciudadanía incompleta en México, a pesar de los intentos de algún partido político y de organizaciones sociales que están trabajando en el sentido contrario y sin duda con avances significativos.3 SEGUNDA PARTE EL diálogo como vía de solución a los conflictos. Formando parte del mito de la globalización, se ha reforzado la idea de que las contradicciones sociales han desaparecido y que el diálogo y la negociación constituyen la vía moderna para la resolución de los conflictos en la sociedad global, sean estos de carácter civil o militar (Raiffa y Zartman). Posición que en principio compartimos, pero que en la realidad no ha demostrado su tan anunciada eficacia, como se puede ver en el Atlas de los Conflictos (Ramonet, I., A. Gresh y D. Vidal, 2000. P. 8), donde aparece una cantidad enorme de conflictos en el mapa mundial. Conflictos de todo tipo, la mayoría de los cuales se resisten a los intentos de alcanzar la paz a través del diálogo. Diálogo y transición a la Democracia en México. La transición a la Democracia es un proceso muy difícil que va mucho más lejos que la simple desaparición de las dictaduras militares o los regímenes totalitarios y donde la ciudadanía plena, la igualdad económica, la justicia y el sistema político, 3 Me refiero a la Constitución del PRD (Partido de la Revolución Democrática) y al crecimiento de Asociaciones Civiles preocupadas por la participación ciudadana, en los últimos 10 años en México. 8 juegan un papel fundamental que permite el avance o el bloqueo del tránsito a la democracia4. Como parte de la modernización y de las políticas de ajuste a fines de los 80s se empezó a hablar en forma demagógica de la necesidad de una transformación del Estado en México, y como señala E. Concheiro ( 1996, p. 71), durante el periodo de Carlos Salinas, se equipararon los términos modernización y privatización, lo que dió como resultado un nuevo acuerdo entre grandes empresarios, Gobierno y capital extranjero. Sin embargo, el correlato necesario para este proyecto modernizador pasaba por la modificación de la Ley Federal del Trabajo, que no se logró, debido a la estructura corporativa de los sindicatos y a la actitud vacilante del Gobierno que no se empeñó a fondo en este proyecto. Hasta la fecha queda claro que la transformación del Estado para el Gobierno mexicano, se limita fundamentalmente a una apertura política de carácter electoral. Entre las que se encuentran: la progresiva legalización de un número mayor de Partidos y Organizaciones Políticas mediante las sucesivas Reformas Electorales, la ciudadanización de las instancias electorales como el IFE (Instituto Federal Electoral), los institutos electorales estatales y la relativa transparencia Electoral, mientras no se ponga en riesgo el control del Gobierno Federal. Pero esta decisión de la transformación del Estado en la visión gubernamental del PRI, ha dejado fuera los siguientes elementos: 1.- El abandono del poder gubernamental por parte del PRI. 2.- La responsabilidad Constitucional del Gobierno para disminuir la polarización social y garantizar el empleo pleno y bien remunerado. 3.- La separación entre el Partido y el Gobierno. 4.- Las políticas sociales solidarias. 5.- La rendición de cuentas a la sociedad (Accountability). 6.- La participación de Organizaciones ciudadanas en el Estado. 7.- La resolución de conflictos a través del Diálogo. La primera, la segunda y la tercera se refieren a lo expuesto anteriormente sobre economía, autoritarismo y corrupción, la cuarta obedece a las medidas de ajuste y de restricción del gasto social, la quinta nunca ha existido en México, la sexta se refiere al no reconocimiento gubernamental de las instancias ciudadanas que exigen la rendición de cuentas por parte del gobierno y por último la séptima donde el Gobierno Mexicano ha puesto en evidencia su incapacidad de resolver los conflictos mediante el diálogo. Este último (Resolución de Conflictos a través del Diálogo), quisiera analizarlo más detalladamente, revisando 2 ejemplos recientes: el Diálogo de San Andrés 4 Recomiendo la lectura de G. Zabludovsky (1996) donde hace una revisión de las teorías de Held, Chalmers y otros autores sobre la relación entre globalización y democracia. Así como la lectura de varios autores que integran el libro La transición difícil. 1998. (Almeyra y varios otros.) 9 para resolver las causas del levantamiento del EZLN en 1994 y el diálogo con el CGH (Consejo General de Huelga) para resolver la huelga estudiantil de 1999 en la UNAM. El Diálogo de San Andrés, Chiapas. El levantamiento militar del EZLN el 1º de enero de 1994 fue una sorpresa y un estímulo para todos aquellos mexicanos que no encontraban una salida a la situación política y económica anteriormente descrita. Este movimiento significó mucho más que la lucha indígena por la dignidad, la justicia, la no-discriminación y el respeto a su cultura; significó una esperanza para los excluidos del mundo globalizado, para todos aquellos que experimentaban ese malestar indefinido frente a los resultados de la modernización. El YA BASTA y el MANDAR OBEDECIENDO, inspiró y encauzó la lucha de los jóvenes y de los ciudadanos en México. La propuesta hecha por el Presidente Salinas de un diálogo para resolver el conflicto armado por la vía política y no la militar, resultado de la presión ciudadana para parar la guerra, llenó de optimismo a grandes grupos de la población y fue inmediatamente aceptada por el EZLN. El primer intento de Diálogo que tuvo lugar en la Catedral de San Cristóbal de las Casas en febrero de 1994, se vió violentamente interrumpido por el asesinato de Donaldo Colosio el 23 de marzo de ese año, quien era el candidato postulado por el PRI para las elecciones Presidenciales del mes de julio. Este asesinato y el posterior de Francisco Ruiz Massieu, Presidente del PRI, fueron interpretados por la mayoría de la sociedad como crímenes de Estado y aumentaron aún más la desconfianza en el Gobierno y los procesos electorales. Pocos días después de la toma de posesión del nuevo Presidente Ernesto Zedillo en diciembre de 1994, se profundizó la crisis con el llamado “error de diciembre” también conocido como el “efecto tequila”, que afectó al mundo financiero internacional, y dejó al Presidente aún más deslegitimado frente a la población. Inmediatamente después en febrero de 1995 ordenó al Ejército y a la Policía Federal la invasión de la zona zapatista y la detención de sus principales dirigentes. Estos actos típicamente unipersonales fueron interpretados por la ciudadanía y por algunos miembros del Parlamento como un acto de alta traición que aumentó enormemente la desconfianza en el Gobierno y en su voluntad negociadora. A pesar de ello se inició el segundo intento de Diálogo con el EZLN en San Andrés Larraínzar, bajo la Ley de Diálogo, Concordia y Pacificación del Estado de Chiapas emitida por el Parlamento en Marzo de 1995. Este Diálogo llegó, no sin interrupciones y provocaciones, a los acuerdos sobre Derechos y Cultura Indígena en febrero de 1996 y nuevamente el gobierno actuó 10 en forma autoritaria y unilateral, enviando su propia propuesta de Ley al Parlamento. Hasta la fecha los acuerdos no se han cumplido. Este movimiento contó con el apoyo creciente de la ciudadanía que en el proceso de lucha adquirió más conciencia de sus derechos, pero la imposición gubernamental frenó esta toma de conciencia. El intento del EZLN de formar una estructura en la sociedad civil, llamada Frente Zapatista de Liberación Nacional (FZLN), se vió obstaculizado, a mi juicio, por dos elementos principales: - Excesiva dependencia del FZLN de la estructura militar del EZLN El permanente acoso del Gobierno para eliminarlos Estos dos elementos han sido también obstáculos muy importantes, para el avance y desarrollo de la ciudadanía plena. Huelga estudiantil en la UNAM La historia del aumento de las cuotas en la UNAM, empezó en 1987, y originó un fuerte movimiento estudiantil que entre otras triunfos logró rescatar el Derecho Constitucional a la gratuidad de la Educación Superior Pública5. En la década de los 90, el presupuesto Federal para la Educación fue recortado en repetidas ocasiones, como parte de las políticas neoliberales, justificadas por el pago de los intereses de la deuda externa y encima el pago del Fobaproa6 (Fondo Bancario de Protección al Ahorro. El Presidente Zedillo propuso transformar en deuda pública este último y lo logró en 1998, a pesar de la oposición del PRD. (A.M. López Obrador, 1999) Este elemento también constituye una joya de autoritarismo y compromiso con el gran capital, por parte del Presidente Zedillo, además de una muestra de la impunidad característica del régimen autoritario, pues la mayoría de los grandes deudores y funcionarios que participaron en este fraude, gozan de libertad. La falta de reacción popular ante estas medidas, es reflejo de la ciudadanía incompleta y sumisa en el país. En 1999 el Gobierno Federal recortó aún más el presupuesto a la UNAM y al Rector Barnés le pareció fácil recuperar el dinero a través del aumento de las cuotas de la matrícula estudiantil aproximadamente en mil veces. Además convocó al Consejo Universitario, a reunirse fuera de las instalaciones de la 5 Que no es gratuidad en lo absoluto, porque es pagado a través de los impuestos de TODOS los habitantes. Acuerdo de transformar la deuda privada de los grandes empresarios y banqueros en deuda pública, los autopréstamos a empresarios y banqueros, que hasta el momento no han sido pagados, fueron del orden de 22 millones de dólares a Carlos Cabal Peniche (Ex Presidente de Banco Unión) ahora capturado en Australia. A los Hermanos Kahn mas de 12.5 millones de dólares, 450 millones de pesos a los Mariscal, etc. Todas estas deudas siguen sin ser pagar y representan un total de 552 mil 300 millones de pesos. De estos el 60% aproximadamente pertenecen a banqueros y empresarios importantes. El resto a deudores pequeños que han perdido casa, automóviles, maquinaria del campo, etc. 6 11 UNAM y no invitó a aquellos profesores y alumnos que por su conocida posición política, sabía que votarían en contra de esta medida. Su única preocupación fue la de garantizar en esta reunión la docilidad y el quorum suficiente, y en estas condiciones fue aprobado el aumento de cuotas. Este es el verdadero origen de la huelga estudiantil. Una vez estallada la huelga y cerradas todas las instalaciones Universitarias, el Rector se negó sistemáticamente y durante 7 meses a dialogar con los estudiantes. Es conocido que cualquier movimiento estudiantil en el mundo, que no se atiende en forma adecuada, a través del diálogo y la negociación, degenera rápidamente en un movimiento radical y así sucedió. Cabe señalar que al inicio del movimiento, éste contaba con el apoyo de la mayoría de la población y de los estudiantes. Durante mucho tiempo las marchas fueron apoyadas por ciudadanos y padres de familia que desesperados por la injusta situación económica y política, consideraban que los únicos que se movilizaban contra ella, en este momento, eran los estudiantes y por lo tanto había que apoyarlos. Después de casi 9 meses de Huelga, se acepta la renuncia de Barnés y se elige a toda velocidad al Dr. Juan Ramón de la Fuente, que era en ese momento Secretario de Salud y tiene una importante trayectoria Universitaria. El nuevo Rector inicia el Diálogo con el CGH (Comité General de Huelga), pero es demasiado tarde y el Gobierno decide enviar a la nueva PFP (Policía Federal Preventiva) para desalojar la UNAM y detener a los estudiantes que estaban allí. TERCERA PARTE Análisis Este tipo de enfrentamientos de carácter violento a los que he hecho referencia, demuestran una vez más la imposibilidad de avanzar en la solución de los conflictos a través de un diálogo abierto y sincero entre las partes, por las siguientes razones del gobierno y de la ciudadanía. 1.- Gobierno autoritario, preocupado únicamente en mantener el modelo económico y financiero, conseguir la estabilidad económica y conservar a su partido (PRI) en el poder. 2.- La incapacidad de un Gobierno de este tipo para respetar la disidencia, que es el elemento básico de la democracia. 3.- El modelo globalizador que ha generado un proceso de enriquecimiento de pocos y empobrecimiento de muchos, nunca antes visto en México. 12 4.- El carácter excluyente que cierra el acceso de la población empobrecida a la toma de decisiones y a la educación7. En lo referente a la ciudadanía: 1.- Su carácter mayoritariamente incompleto, no encuentra condiciones adecuadas para desarrollarse frente al autoritarismo gubernamental. 2.- La pobreza extrema impide cualquier avance democrático y el desarrollo pleno de la ciudadanía. 3.- La injusticia social provoca cada vez más brotes explosivos en la sociedad. 4.- La ausencia histórica de canales para expresar desacuerdos e influir en las políticas sociales del Gobierno, provocan el crecimiento de respuestas violentas y radicales. Conclusiones. 1.- Si los factores anteriormente expuestos, no se modifican rápidamente el país se dirigirá a la descomposición social y a la violencia. 2.- La conjunción de una ciudadanía incompleta y un gobierno autoritario y depredador, producirá una combinación explosiva. Epílogo Si bien en este artículo he dejado fuera los elementos positivos de cambio en la ciudadanía mexicana intencionalmente, para aclarar los extremos, quiero reconocer la existencia de algunos procesos que van avanzando hacía un desarrollo de la ciudadanía y hacia una participación democrática, ambas necesarias para un verdadero tránsito a la democracia, entre ellos: Las modificaciones en el terreno electoral, mayor independencia de una parte de la prensa escrita, la Ley de participación ciudadana en el D.F., algunos programas de debate político en la TV, el levantamiento del EZLN y su apuesta por la sociedad civil, el cambio de Gobierno en el D.F. y otros. Si bien reconozco que la categoría ciudadana es en sí misma ambigua, creo que por eso mismo, se puede transformar en una arena de lucha política que permita su re-orientación y re-interpretación consciente hacia los proyectos colectivos y no hacia lo puramente individual, carente de fuerza y poder, tal como se estimula actualmente en el modelo neo-liberal. 7 Los datos de Carlos Rozo, investigador de la UAM, publicados en La jornada 10-III-2000 p. 23, demuestran que en México, 76.5 millones de personas viven con menos de 3 salarios mínimos equivalentes a 350 USD al mes y de ellos 10.5 millones no reciben salario alguno. 13 No creo que sea necesario rechazar por ambigua esta categoría, como lo señala Capella, (1993, pp. 135-156) ni crear una nueva categoría llamada ciudadanía emergente colectiva, como lo propone Inés Castro (1996), sino desarrollar esta ciudadanía en la perspectiva de asociación colectiva (política o civil) de individualidades conscientes, como única alternativa para crear un contrapoder ciudadano. Por otra parte, creo que los ciudadanos conscientes tenemos que desarrollar programas y actividades que de alguna manera contribuyan a elevar la consciencia ciudadana, tanto en escuelas, universidades, como en organizaciones civiles para garantizar un tránsito a la democracia en un ámbito de diálogo y paz social. De seguir la situación como se ve ahora, los enfrentamientos violentos y la represión creciente serán las formas dominantes en México en los años venideros. 14 BIBLIOGRAFÍA ALFORD, R.R. y FRIEDLAND, R., 1991. Los poderes de la teoría. Capitalismo, estado y democracia. Ediciones Manantial. Buenos Aires, Argentina. ALMEYRA, G. y otros. 1998. La Transición Difícil. Ediciones La Jornada. México. BERLINGUER, G. 1998. “Towards globalization of health and security” Mimeo. CALDERÓN, J. M., 1988. “La ruptura del colaboracionismo de clases y las perspectivas de la democracia”, en Gutiérrez, E., coord. Testimonios de la crisis, vol. 2. s XXI, México. CANTO Ch., M., y MORENO S., P. 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