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La pintura del Renacimiento
en la Comunidad de Calatayud
CARMEN MORTE GARCÍA
La pervivencia de las formas artísticas de la escuela de la
pintura gótica de Calatayud se mantiene hasta el primer
tercio del siglo XVI, cuando tiene lugar la muerte de sus
últimos maestros. El estilo gótico se prolonga tanto por
los pintores bilbilitanos formados en el siglo XV, Pedro de
Aranda y su hijo del mismo nombre, Domingo y Juan Ram,
Jaime Arnaldín II o Bartolomé de Verdeseca, como por
los de Daroca –Jaime y Juan Cardiel–. Desgraciadamente,
al haber desaparecido las obras contratadas por estos
maestros en el siglo XVI desconocemos si supieron adoptar
algunos aspectos de las nuevas corrientes pictóricas renacentistas procedentes de
Italia.
Todavía obras realizadas en la década de 1520 muestran una deuda con los modelos
de la pintura gótica anterior mezclados con incipientes notas renacentistas, como
sucede con los retablos de la ermita de la Virgen del Castillo de Belmonte de
Gracián. No es posible afirmar que éstos puedan ser obra del pintor Gonzalo de
Villapedroche quien en 1527 se encontraba en esta localidad, donde se llevó a
cabo una renovación de su patrimonio artístico mueble como demuestran también
el encargo en 1500 a Jaime Arnaldín II de un retablo de Santa Lucía y otro de Santa
Ana en 1505 a los pintores darocenses Juan y Jaime Cardiel.
Sin embargo, las formas del renacimiento italiano cuatrocentista se dan de
forma clara en una bella tabla de la Piedad de Gotor de principios del siglo XVI,
desafortunadamente vendida después de 1957, y en otra de la Venida del Espíritu
Santo localizada en el Museo de Arte Sacro de Calatayud del primer cuarto del
siglo. Las dos acusan la influencia de los modelos de Juan de Borgoña hasta
tal punto que se pueden considerar obras de pintores del círculo de ese artista
establecido en Toledo.
Podemos decir que desde el primer momento trabajaron artistas de fuera en
proyectos pictóricos de Calatayud y debieron ser ellos quienes introducen los
De las Artes 207
primeros modelos renacentistas. No podemos saber si un retablo de la advocación
de Nuestra Señora encargado en 1524 a los pintores Pedro de Lapuente y Juan
Ortiz, habitantes en Molina de Aragón (Guadalajara), por un beneficiado de
la iglesia bilbilitana de San Miguel, manifestaba ya esas novedades. Lo mismo
podemos decir del desaparecido retablo de Santa Lucía, contratado para Calatayud,
en 1525, con el pintor procedente de Jerez de la Frontera, Juan Rodríguez, y
respecto al retablo del convento del Carmen, capitulado en esa fecha con el pintor
Juan Chamorro, castellano afincado en Zaragoza.
Por las obras conservadas se puede decir que quienes van a introducir de lleno en
Calatayud y su comarca el pleno Renacimiento son los maestros procedentes de los
talleres de Zaragoza, el foco pictórico por excelencia dentro de Aragón, que son
contratados para trabajar en esta zona y que no suelen afincarse en ella, sólo se
desplazan para colocar los retablos o si bien algunos se instalan por algún tiempo,
una vez cumplido su cometido también la abandonan. En esta nutrida nómina de
artistas foráneos se suceden desde mediados del siglo XVI los nombres de pintores
de la categoría de Pietro Morone, Jerónimo Cosida y Rolán Mois. También trabajaron
Antonio de Plasencia, o Martín de Tapia. Ellos son autores de los proyectos más
destacados del momento. En cambio, sólo dos artistas locales, Francisco Martínez
y Juan Marquina, se hacen con algunas obras de la zona durante estos años. En el
último cuarto del siglo XVI se produce una lenta revitalización de la pintura local,
capitaneada por el bilbilitano Miguel de Celaya, que florecerá en los años noventa
con los Florén, cuya actividad se prolonga en la centuria siguiente.
Para la policromía de retablos de escultura, trabajo delicado que requería la pericia
de buenos maestros, también se acudió a los pintores de los talleres zaragozanos,
como sucedió con Juan Catalán, activo en esta zona entre 1545 y 1555. A él se le
encargan los proyectos del retablo mayor de pincel del monasterio de San Agustín
de Calatayud (junto a sus colegas Juan de Marquina y Gonzalvo de Villapedroche),
del retablo mayor de escultura de Sisamón y del retablo mayor de Ibdes, junto al
pintor Pietro Morone, también de escultura.
De tono rafaelesco y de la década de 1530 son las pinturas, restos de un retablo, que
se conservan en le Museo de Arte Sacro de Calatayud, constituidas por un banco
con la Piedad y los santos Francisco de Asís, Engracia, Úrsula y San Antonio de
Padua, y dos tablas laterales con San Miguel Arcángel y Santa Lucía. El retablo de la
ermita de la Virgen de Cigüela (h. 1540), hoy muy repintado y que se conserva en
la parroquial de Torralba de Ribota, fue realizado por el pintor Antonio de Plasencia
junto al escultor florentino Juan de Moreto en 1537 y presenta notable similitud
con el retablo de Sallent de Gállego (Huesca), contratado junto con Martín García.
A Plasencia se le pueden atribuir las tablas del banco del retablo de la ermita de
Nuestra Señora de Jaraba, cuya mazonería fue contratada en 1539 por el escultor
Juan de Heredia.
208 Comarca de la Comunidad de Calatayud
El italiano Pietro Morone, introductor de los modelos de Miguel Ángel, es el artista
que desempeñó un trabajo más activo en la Comarca de Calatayud, coincidiendo al
principio con el obispado de Juan González (1546-1567), natural de Munébrega y
destacado mecenas artístico. Morone se encuentra en 1552 avecindado en Paracuellos
de Jiloca para acometer los trabajos en esta localidad destinados a la iglesia parroquial
y a la ermita. El monumental retablo mayor de San Miguel de la parroquial, con una
veintena de tablas y sus impresionantes puertas de lienzo, estaba acabado en 1557.
Estas últimas, de gran calidad, revisten gran interés porque en ellas Morone plantea los
modelos de la pintura de Roma posterior a 1527 y se colocan entre las composiciones
más novedosas de la pintura española de su época. La escena del Descendimiento
pintada con una paleta rica de colores, es copia literal del mismo tema pintada por
el italiano Daniel Volterra, y se puede contemplar cuando las puertas están cerradas,
junto a la también imponente Resurrección, en la zona correspondiente al cuerpo,
mientras en el banco lucen la Resurrección de Lázaro, la Última Cena, y el Lavatorio.
Abiertas, podemos ver en la zona superior el Nacimiento de la Virgen y la Anunciación,
y en la inferior Caín y Abel ofreciendo sacrificios, la Creación de Eva, la Tentación y
la Muerte de Abel. En el retablo, donde Morone contó con una importante ayuda
de colaboradores, los temas pintados se dedican a la Pasión en el banco, a temas
marianos a la parte del Evangelio del cuerpo y a escenas de San Miguel en el lado
contrario. En estas pinturas además de inspirarse el pintor en modelos italianos lo hace
también en grabados del alemán Alberto Durero.
De cronología similar al retablo mayor de la parroquial es el retablo de San Miguel
de la ermita de Santa María de la misma localidad de Paracuellos, donde Morone
pinta el tema del Juicio Final como en las puertas del retablo de Ibdes, pero la falta
de espacio hace que las composiciones
resulten más comprimidas
Entre las primeras obras conservadas de
Morone en Aragón también se cuentan
sus destacados trabajos en Ibdes, para
cuya iglesia parroquial contrata en
1555, junto a los escultores Juan de
Salamanca y Pedro Moreto, y al pintor
dorador Juan Catalán, la policromía
del retablo mayor y la pintura de las
puertas. Éstas fueron pintadas al temple
a la cola sobre sarga de lienzo y sus
imágenes representan la vanguardia
artística en el contexto de la pintura
española contemporánea, ya que en
ellas Morone reproduce composiciones
de la escuela francesa de Fontainebleau
y las últimas novedades de la pintura
Paracuellos de Jiloca. Ermita de Santa María.
Retablo de San Miguel, obra de Pietro Morone
De las Artes 209
romana. El Juicio Final, que se puede ver con las puertas cerradas, constituye una
de las primeras copias de la composición de Miguel Ángel en la capilla Sixtina de
Roma. En la cara exterior de la zona baja están pintadas las escenas del Génesis
con la Creación de seres vivos, la de Adán, la de Eva y la Tentación, en donde ha
utilizado una gama a base de azules, rosas y grises. En su interior destacan por su
tamaño colosal la Resurrección y Ascensión, enmarcadas dentro de arquitecturas.
Pietro Morone fue el autor del proyecto artístico de las puertas y de los diseños
pictóricos de la mazonería del retablo. El conjunto, de excelente calidad, constituye
un hito en la pintura aragonesa del Renacimiento.
En 1558 se contrata a Morone junto con el pintor Gonzalo Villapedroche para
policromar el retablo mayor de Olvés, en cuya obra se encargaría Morone de pintar
los lienzos de las puertas
Morone en esas fechas debió pintar en Maluenda parte del retablo de la Vera Cruz
de la iglesia de las Santas Justa y Rufina, que justificaría su relación con la localidad
en 1559. La tabla central de la Piedad reproduce miméticamente sus modelos.
Otro proyecto del mismo pintor en la parroquial de Ibdes es el retablo de Nuestra
Señora quizás realizado en 1565 cuando Morone estaba avecindado en la localidad.
En 1576 el pintor se establece con carácter definitivo en la demarcación de San
Juan de Vallupié, de Calatayud, donde fue enterrado en la capilla del Crucifijo
(1577). Se le ha atribuido el exquisito trabajo de dorado y policromía del retablo
mayor de la parroquial, que se encuentra hoy en la cercana localidad de Sediles.
Hasta hace poco tiempo desconocíamos los proyectos de pintura mural realizados
durante el Renacimiento en este territorio En la restauración que se lleva a cabo
en la iglesia bilbilitana de San Pedro de los Francos se han redescubierto unos
interesantes restos pictóricos que son un buen ejemplo de lo perdido en este
campo. Se encuentran en el trasaltar, en lo que fue una pequeña capilla a la
altura del óculo y se debieron hacer con un fin de exaltación de la Eucaristía,
siguiendo los preceptos de la Contrarreforma católica del último cuarto del siglo
XVI. Se pueden identificar un copón con la Sagrada Forma, los símbolos de los
cuatro evangelistas en el techo y en el muro a San Pedro y a San Pablo. Son
imágenes, en grisalla, de buena calidad y modelos miguelangelescos en la línea de
los introducidos por Pietro Morone en la zona.
Se conserva el retablo de Nuestra Señora del Rosario de Arándiga, encargado por
la cofradía de esa advocación de la localidad, en mayo de 1566, al pintor Martín de
Tapia, vecino de Zaragoza. La mazonería quedaba a cargo del escultor Jerónimo
Página siguiente: Ibdes.
Juicio Final de las puertas del retablo mayor
210 Comarca de la Comunidad de Calatayud
de Mora, de cuya colaboración salieron
varias obras más. En el retablo se
aprovechó la talla gótica del siglo XV
de la Virgen con el Niño, para colocarla
como titular en el óvalo central de
la gran tabla principal dorada. La
hornacina está rodeada por los quince
Misterios del Rosario pintados en
diferentes colores en medallones unidos
por un rosal de ramos entrelazados y
por ciento cincuenta cuentas. La rosa
es el emblema por excelencia de la
Virgen del Rosario y simboliza los
atributos morales propios de María:
Arándiga. Retablo de Nuestra Señora del Rosario
pudor, modestia y virginidad, mientras
que el rosario, con los misterios, será la manifestación a María y el camino de
salvación. Las escenas siguen el orden de los misterios en el rezo del santo rosario:
gozosos, dolorosos y gloriosos; el ciclo se inicia con la Anunciación y finaliza con la
Coronación de la Virgen. En esta gran tabla central hay dos ángeles músicos en la
zona inferior y el mismo número de ángeles con rosarios en las manos en la parte
superior. Santo Domingo de Guzmán y Santa Catalina de Siena, pintados en las dos
tablas laterales y cuyas imágenes quedan cobijadas por sendos medallones con los
bustos de San Pedro y San Pablo, completan el programa iconográfico de retablo.
Las escenas está inspiradas en grabados italianos y de Alberto Durero, interpretados
según modelos rafaelescos.
Fray Antonio García, obispo de Utica, hijo de Valtorres y muy vinculado a la figura
del gran Hernando de Aragón, arzobispo de Zaragoza, encargaba en diciembre de
1578 al pintor Jerónimo Cosida, un retablo de la Pasión para colocarlo en su capilla
funeraria costeada por él en la iglesia de Valtorres. El retablo se vendió en 1963
y hoy se encuentra en la iglesia de San Juan del Hospital de Valencia. Se trata de
la última obra conservada de Cosida y donde hace un resumen de su trayectoria
artística. Sigue fiel a sus formas exquisitas, con sutileza en los detalles, belleza
y dulzura en los rostros femeninos. Mantiene como inspiración los grabados de
Alberto Durero e italianos, pero también incorpora otras estampas más modernas
en la Oración en el Huerto, basada en un grabado de Cornelius Cort, fechado en
1568. En Cristo camino del Calvario reproduce la célebre obra de Rafael del mismo
tema, conocida a través de la estampa de Agostino Veneziano. Todo está pintado
con una paleta jugosa de buen colorista en gama de tonos fríos. A Cosida se le
puede atribuir el lienzo central de San Bernardo recibiendo el don de la leche de
la Virgen del retablo citado de la ermita de Santa María de Jaraba.
Las tablas de San Juan Bautista y María Magdalena de la parroquial de Codos,
procedentes de un retablo, las atribuimos al pintor flamenco Rolán Mois y pudieron
212 Comarca de la Comunidad de Calatayud
ser pintadas hacia 1580. La composición fue un modelo de éxito en la producción
del pintor dado que realiza una réplica exacta en el retablo navarro de Fitero
(1590). Mois hace una adaptación de las dos versiones pintadas por Tiziano, la
figura del Bautista deriva de la del maestro veneciano en el lienzo del monasterio
de El Escorial. San Juan presenta un colorido a base de grises y negros en el
vestido y verdes y ocres en el paisaje, donde la `pincelada es de trazo muy suelto
y el pigmento se emplea muy diluido. La bella pintura de la Magdalena es una
imagen emotiva que por su iconografía recoge la idea de meditación y penitencia
propugnadas por la Contrarreforma. La obra presenta contactos con el prototipo
creado por Tiziano de la Magdalena penitente, de la que el mismo artista italiano
hizo numerosas réplicas. Mois pudo conocer el modelo a través de un grabado
(1566) de Cornelius Cort que reproduce el original de Tiziano. El volumen del
cabello de la santa se logra con toques sueltos e independientes de blanco, las
carnaciones son claras y el vestido es en tonos grises-blancos, mientras las rocas
del fondo se modelan con juegos de luces y sombras.
El pintor bilbilitano Miguel de Celaya, documentado en la segunda mitad del siglo
XVI, autor de diseños para bordados de ropas litúrgicas, creemos debió completar
en 1583 las pinturas del retablo de la Vera Cruz de la iglesia de las Santas Justa y
Rufina de Maluenda, iniciadas por Morone años antes. La mazonería la contrata el
entallador Pedro Martínez junto a Celaya.
Como es habitual en otras zonas de
Aragón se hacen más frecuentes las
imágenes de Nuestra Señora del Rosario,
como sucede con la de Munébrega, o
los retablos de la misma advocación, a
partir de 1571 como consecuencia de
la victoria de Lepanto (7-X-1571) que
acrecentó la devoción al Rosario por
haber atribuido la victoria cristiana a la
intercesión de la Virgen. Se conservan
los retablos del Rosario de Alarba,
Malanquilla (acabado ya en 1599, con
fuertes contrastes de luces y sombras),
el de la iglesia de las Santas Justa y
Rufina de Maluenda (1577) y el de
Monterde (1596).
Entre las últimas pinturas renacentistas
de este territorio se puede citar el
retablo de San Pedro Arbués (h. 1600)
en la ermita de Santa María de Jaraba,
que atribuimos al pintor zaragozano
Maluenda. Retablo de la Vera Cruz
De las Artes 213
Felices de Cáceres y ofrece el interés de ser uno de los primeros retratos pintados
conservados del inquisidor Arbués que se presenta orante ante la Virgen con el
Niño.
Además de los pintores afincados en Calatayud o los foráneos que trabajan para
la Ciudad y la comarca, se conocen los nombres de otros pintores vecinos o
habitantes de diferentes pueblos, como ha investigado José Miguel Acerete. Así
sucede con Bartolomé Aranda en Munébrega; Juan de Arbizo, Alonso Derveta,
Sebastián Gutierrez y Juan de Rabaneda en Ateca; Jerónimo y Juan de Burgos en
Saviñán; Francisco Martínez en Bordalba; Lope y Juan de Muca en Villafeliche;
Domingo Ram en Maluenda; Jerónimo de Salinas en Monterde; Jerónimo de Tapia
en Monreal de Ariza; Benito Tapia en Cetina y Moros; Martín Tapia y Pedro Tapia
en Moros o Gonzalo de Villapedroche en Belmonte.
Bibliografía
JOSÉ MIGUEL ACERETE, Estudio documental de las artes en la Comunidad de Calatayud en el siglo
XVI, Zaragoza, Centro de Estudios Bilbilitanos, 2001.
JESÚS CRIADO MAINAR, Las artes plásticas del segundo Renacimiento en Aragón, Tarazona, Centro de
Estudios Turiasonenses, 1996.
CARMEN MORTE GARCÍA, Aragón y la Pintura del Renacimiento, Zaragoza, Instituto Camón Aznar,
1990.
Joyas de un Patrimonio. Restauraciones de Arte Mueble en la Provincia de Zaragoza. 1995-1999,
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214 Comarca de la Comunidad de Calatayud